Matanza del Salsipuedes
Según la historiografía
oficial uruguaya en el ataque habrían muerto 40 charrúas y 300 habrían
sido tomados prisioneros, algunos de los cuales lograron huir. Entre las
tropas oficiales hubo 1 muerto y 9 heridos.2 El hecho es referido como punto culminante del exterminio o genocidio del pueblo charrúa.3 4 5
Índice
Antecedentes
En la época existía en las autoridades el concepto de que losremanentes de algunas tribus de charrúas, que se desplazaban libremente
por los campos sobre todo en los territorios del norte, casi como en la
época precolonial, constituían un obstáculo insalvable para la
estructuración de una sociedad que debía organizarse. Existe un buen
grado de consenso histórico en que las tribus indígenas que poblaban el territorio comprendido a ambos lados del río Uruguay eran fundamentalmente del tronco guaranítico,
aunque conformados en diversos agrupamientos y de distinto
comportamiento. Buena parte de ellos habían tendido a vivir en forma sedentaria, en buena medida luego de los establecimientos fundados por los jesuitas en las llamadas misiones jesuíticas. Otros se iban integrando en sociedad rural y el mestizaje.
En gran medida, los integrantes de esas ramas indígenas, parcialmente
sedentarios, habían formado parte de las partidas de combatientes y de
los desplazamientos de tropas y poblaciones causados por las
alternativas de las luchas revolucionarias conducidas por José Gervasio Artigas y otros líderes de la revolución libertadora. El mismo cacique guaraní llamado Andrés Guazurarí (Andresito Artigas), considerado por Artigas como su heredero político entre los charrúas, tomó parte en la reconquista de las Misiones Orientales hasta su derrota en manos del ejército brasileño. También habían guerreado los charrúas entre ellos, grupos de charrúas y sus caciques.
Una vez independizada la provincia Cisplatina o provincia Oriental como Estado Oriental del Uruguay,
la situación de los indígenas fue una de las principales preocupaciones
de los criollos. Codiciaban sus tierras para afianzar la dominación de
la clase social que encarnaban, y que ya ejercían virtualmente desde el
final del régimen virreinal. Al tener asegurada la frontera con Brasil,
los indígenas ya no eran necesarios para la nueva organización del
Estado.
La matanza
A su retorno de las Misiones Orientales, Fructuoso Rivera había intentado asentar en Bella Unión, en ese entonces llamada Santa Rosa, a una parte de los grupos que lo habían acompañado en esa campaña. En febrero de 1830, el propio Juan Antonio Lavallejarecomendó a Rivera adoptar las providencias «más activas y eficaces»
para la seguridad de los vecindarios y la garantía de las propiedades
afectadas por los charrúas, a los que consideraba «malvados que no
conocen freno alguno que los contenga» y que no podían dejarse «librados
a sus inclinaciones naturales».6
La decisión de poner fin a esos grupos charrúas habría quedado así a
cargo de Rivera, que había establecido buenas relaciones con algunos
caciques en la época de los combates contra los diversos ocupantes del
territorio y también gozaba de popularidad y adhesión entre los
indígenas. Desde su posición de presidente, Rivera convocó a los
principales caciques charrúas, Venado, Polidoro, Rondeau y Juan Pedro
―junto con sus mujeres y niños―, a una reunión a realizarse en un bucle o
potrero formado por el arroyo Salsipuedes, diciéndoles que el Ejército los necesitaba para cuidar las fronteras del Estado.
asistieron a la reunión varios centenares de indios, que fueron
agasajados y emborrachados. En un momento, Fructuoso Rivera le pidió a
su amigo el cacique Venado que le alcanzara su cuchillo para picar
tabaco, y entonces lo habría matado de un tiro. Esa habría sido la señal
para iniciar el ataque. Inmediatamente fueron rodeados por una tropa de
1200 soldados al mando de Bernabé Rivera. Según la historiografía oficial ―basada en el informe de Rivera― el saldo fue de 40 indígenas muertos y 300 prisioneros.7 Entre las tropas hubo 9 heridos y 1 muerto.
Los indígenas prisioneros fueron trasladados a pie hasta Montevideo.
La mayor parte de ellos, fundamentalmente mujeres y niños, quedaron a
cargo de familias de Montevideo donde sirvieron esclavizados. Cuatro de
los sobrevivientes (Vaimaca Pirú, Tacuabé, Senaqué y Guyunusa) fueron entregados a un francés llamado François De Curel, quien los trasladó a París
donde fueron exhibidos como ejemplares exóticos de América. Todos ellos
murieron en cautiverio. La única excepción fue Laureano Tacuabé que
logró huir con la hija de Guyunusa nacida en Francia,8 y no hubo más registros de su paradero.9
La persecución no se agotó en la matanza de Salsipuedes. Bernabé
Rivera tuvo un especial empeño en localizar a los que lograron escapar,
en lo que él mismo describió como «el gran interés que [yo] tomo en la conclusión de los infieles».5
Luego de Salsipuedes, Bernabé Rivera fue enviado por el presidente en busca de los que habían logrado huir.
El 17 de agosto de 1831, Bernabé Rivera sorprendió ―en Mataojo, cerca de la desembocadura del río Arapey―
a otros grupos comandados por los caciques El Adivino y Juan Pedro y
los atacó, saldándose el episodio con 15 muertos y más de
80 prisioneros. Bernabé Rivera informó que habían conseguido escapar
18 hombres, «8 muchachos de siete a doce años y cinco chinas de bastante
edad» y, con ellos, Polidoro, único cacique sobreviviente.5
A principios de 1832 hubo una sublevación de indios guaraníes en
Santa Rosa y Bernabé marchó a reprimirla. Combatió la sublevación con su
consabida habilidad e intransigencia. Pero, en la tarea de perseguir a
los fugitivos, el 20 de junio de 1832 dio con un grupo de 16 charrúas,
aparentemente comandados por el cacique Polidoro, que emprendieron la
fuga. Bernabé los persiguió con 24 combatientes hasta la hondonada de Yacaré-Cururú,
despreciando las advertencias de un baqueano, que lo alertó del peligro
de estar siendo atraídos a una emboscada. Cuando estaba en la parte
central de la misma, los indios atacaron, matando a varios oficiales y
soldados. Bernabé fue golpeado por unas boleadoras en la espalda, cayó
de su caballo y, antes de que pudiera montar en ancas de uno de sus
hombres, fue alcanzado y capturado.
Eduardo Acosta y Lara, en su obra La guerra de los charrúas, transcribe el relato de Manuel Lavalleja (1797-1852; hermano del general Juan Antonio Lavalleja):
Allí entraron a hacerle cargos de los asesinatos hechos a susEl cadáver de Bernabé Rivera fue rescatado como cuenta Manuel Lavalleja, con la cara en un charco de agua.10
familias y compañeros. El teniente Javier, indio misionero y ladino, era
de opinión de que no se matara a Bernabé (...) pero los otros todos,
incluso las chinas, pedían su muerte, y aquél (Bernabé) les ofrecía
cuanto ellos pudieran apetecer: les ofrecía que les haría entregar las
mujeres e hijos; a esta oferta le preguntaron que quién entregaba las
familias que él y su hermano habían muerto en Salsipuedes. Bernabé no
tuvo qué responder y entonces un indio llamado cabo Joaquín lo pasó de
una lanzada y a su ejemplo siguieron los demás. En fin, murió, le
cortaron la nariz y le sacaron las venas del brazo derecho para
envolverlas en el palo de la lanza del primero que lo hirió, lo
arrastraron a una distancia donde había un pozo de agua y allí le
metieron la cabeza, dejándole el cuerpo fuera.
Interpretaciones
Los historiadores, tanto liberales (colorados) como nacionalistas (blancos), presentaron el exterminio como una afirmación de los «valores nacionales», en un caso, o de la «civilización», en el otro.El expresidente Julio María Sanguinetti relativizó la importancia de la matanza, y la importancia de los charrúas como cultura:
No hemos heredado de ese pueblo primitivo ni una palabra de suEn la historiografía uruguaya, la masacre del Salsipuedes fue mostrada como una «batalla». Pero según la historiografía revisionista,
precario idioma [...], ni aun un recuerdo benévolo de nuestros mayores,
españoles, criollos, jesuitas o militares, que invariablemente los
describieron como sus enemigos, en un choque que duró más de dos siglos y
los enfrentó a la sociedad hispanocriolla que sacrificadamente
intentaba asentar familias y modos de producción, para incorporarse a la
civilización occidental a la que pertenecemos.
se trató de «la primera de una serie larga de acciones en una campaña
de persecución e intento de exterminio de los charrúas en los inicios de
la república».12
El episodio de Salsipuedes ha sido, hasta en los tiempos actuales,
motivo de encendidas polémicas y controversias. Numerosas personas y
asociaciones indigenistas han enfatizado el carácter genocida de la
acción, aunque las muertes de charrúas en Salsipuedes no significaron la
extinción de todos los miembros de los charrúas, sí marcaron el
comienzo de su desaparición como pueblo.13
Referencias
mayoría de las fuentes afirman que la matanza sucedió el 11 de abril de
1831. En cambio otros afirman que sucedió el 10 de abril. Véase:
- CAMPAÑA, Mario (2004). «La guerra de los charrúas. Selección y clasificación de Mario Campaña», en revista Guaraguao, 9 (19): págs. 141-164. Barcelona (España), 2004.
- BARRIOS PINTOS, Aníbal. «Caciques charrúas en territorio oriental», en la revista Almanaque del Banco de Seguros del Estado.
tomado prisionero en el ataque por sorpresa del Potrero de Salsipuedes
por las fuerzas comandadas por el presidente de la República [...].
- «Salsipuedes es la primera acción del terrorismo de Estado en Uruguay», entrevista a Gonzalo Abella, del 7 de abril de 2014, en el sitio web Radio 36 (Montevideo). Consultado el 10 de septiembre de 2015.
Enlaces externos
del Uruguay independiente en el Siglo XIX. La Presidencia de Rivera: La
acción de Salsipuedes contra los indios charrúas». Consultado el 2 de julio de 2014.
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