viernes, 16 de septiembre de 2016

Manuel Oribe - Wikipedia, la enciclopedia libre

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Manuel Oribe
Gral. Manuel Oribe y Viana.png


Coat of arms of Uruguay.svg

Presidente Constitucional de Uruguay
1 de marzo de 1835-24 de octubre de 1838
Predecesor Carlos Anaya
Sucesor Gabriel Antonio Pereira


Información personal
Nacimiento 26 de agosto de 1792

Montevideo, Virreinato del Río de la Plata, Bandera del Imperio Español Imperio Español.
Fallecimiento 12 de noviembre de 1857, (65 años)

Montevideo, Flag of Uruguay.svg Uruguay
Nacionalidad Uruguaya Ver y modificar los datos en Wikidata
Partido político Flag of the National Party (Uruguay).svg Partido Nacional
Familia
Padres Francisco de Oribe, María Francisca de Viana y Alzáybar
Cónyuge Agustina Contucci y Oribe
Información profesional
Ocupación militar, político
Rango
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Participó en Guerras civiles argentinas Ver y modificar los datos en Wikidata
Firma Manuel Oribe Signature.svg
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Manuel Ceferino Oribe y Viana
Manuel Oribe por Rose.jpg
General
Años de servicio 1813 - 1851
Lealtad Ejército de las Provincias Unidas del Río de la Plata (1813 - 1815) Ejército artiguista, 1815 - 1817, Ejército de la Confederación Argentina
Participó en
Guerra de Independencia de la Argentina:


Invasión Luso-Brasileña:


Anarquía del Año XX:


Cruzada Libertadora:


Guerra Grande:




Nacimiento 26 de agosto de 1792

Montevideo
Fallecimiento 12 de noviembre de 1857

Montevideo
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Manuel Ceferino Oribe y Viana (Montevideo, 26 de agosto de 1792 - 12 de noviembre de 1857) fue un militar y político uruguayo, presidente constitucional de Uruguay entre 1835 y 1838 y fundador del Partido Nacional.



Índice

Biografía

Manuel Oribe era hijo del capitán Francisco Oribe y de María Francisca Viana, descendiente del primer gobernador de Montevideo, José Joaquín de Viana, y hermano de María Josefa Francisca Oribe y Viana e Ignacio Oribe. Se casó con su sobrina Agustina Contucci y Oribe, con quien tuvo cuatro hijos. Al comienzo de la revolución independentista en el Río de la Plata se enroló en las filas patriotas como voluntario.


Su bautismo de fuego tuvo lugar en la batalla de Cerrito, el 31 de diciembre de 1812, en el transcurso del segundo sitio de Montevideo (1812-1814), hecho de armas que concluyó en una victoria de los patriotas. Participó luego al lado de José Artigas de la resistencia de los orientales contra la invasión Luso-Brasileña del año 1816.


A fines del año 1817, caído ya Montevideo en poder de los luso-brasileños, Oribe, engañado por las promesas del Director Juan Martín de Pueyrredón al que sólo le movía el empeño de restarle elementos a Artigas, abandonó la lucha y pasó a Buenos Aires junto con su hermano Ignacio y el coronel Rufino Bauzá, llevándose consigo el Batallón de Libertos y un batallón de artillería.


Enemistad entre Rivera y Oribe

El historiador Francisco Bauzá, hijo de Rufino Bauzá, en su obra "Historia de la dominación española en el Uruguay" (1880-1882), argumenta que ante la insistencia casi obsesiva de Artigas en nombrar a su favorito, Fructuoso Rivera, como comandante militar al sur del río Negro
para hacer frente a la invasión, Rufino Bauzá y Manuel Oribe se habrían
manifestado en contra, situación que generó un violento intercambio de
palabras con un Artigas al que ya la situación militar se le iba de las
manos.


La enemistad personal entre Rivera y Oribe, que al parecer data de
tales acontecimientos, decidió al joven oficial a abandonar a su jefe. Carlos Federico Lecor,
comandante del ejército ocupante, no opuso traba alguna al pasaje de
los oficiales orientales a Buenos Aires, por más que no pudo atraerlos a
su causa. Rivera y su gente quedaron al servicio del invasor lusitano.


Primer período en Buenos Aires

En Buenos Aires, según se sabe por la compulsa de la papelería de la época, desde 1819, Oribe, junto a Santiago Vázquez
y otros orientales residentes allí, opuestos por igual a la ocupación
portuguesa y brasileña como a Artigas, habría integrado una sociedad
secreta de carácter masónico, llamada Sociedad de los Caballeros Orientales, la cual esperó al menos hasta el Congreso Cisplatino de 1821 para emprender el retorno a la, desde entonces, llamada Provincia Cisplatina y comenzar sus trabajos para revertir la situación.


Entretanto, tras la derrota definitiva de Artigas (e incluso antes de
ella) otro sector de la clase dirigente oriental se había adherido a
los ocupantes, aceptando y colaborando en los hechos estrechamente con
los portugueses. Este sector será el único que esté representado en el
Congreso Cisplatino de 1821.


La ocupación de la Banda Oriental y su transformación en "Provincia
Cisplatina" por parte de las tropas portuguesas y brasileñas había
traído como consecuencia adicional la fractura de los sectores
dirigentes, que desde entonces se alinearon en dos grupos separados por
la aceptación o no de aquella presencia militar:


Esta división es el antecedente más remoto del surgimiento de las
divisas tradicionales del Uruguay, luego transformadas (cuando tuvieron
un programa escrito) en modernos partidos políticos: respectivamente el Partido Blanco y el Partido Colorado.


Regreso a Montevideo

En 1821 Oribe volvió a Montevideo y el día en que se produjo la lucha
entre los portugueses, realistas fieles y los partidarios del Imperio del Brasil que venía de proclamar a Pedro I
como emperador, tomó partido por los portugueses, mientras sus
compañeros se movían en el sentido de involucrar a algunas de las Provincias Unidas del Río de la Plata en el sostenimiento de su causa.


Oribe recibió el cargo de sargento mayor en las fuerzas del general Álvaro da Costa,
el cual continuaba dueño de Montevideo, mientras que Carlos Federico
Lecor, vuelto al lado brasileño, mantuvo el control de la campaña desde
su cuartel en Canelones,
para lo cual contó con el invalorable sostén que le daba el tener de su
lado al ex comandante artiguista Fructuoso Rivera, cooptado por el
grupo pro portugués (y ahora unánimemente pro brasileño) en marzo de 1820.


Da Costa, sin medios para resistir por mucho tiempo, y a decir verdad, a la espera de una definición en la guerra entre Portugal y Brasil por la independencia de este último país, embarcó para Lisboa con sus tropas en febrero de 1824, abandonando completamente a su suerte al grupo de los Caballeros Orientales
que se había aferrado a sus armas como posibilidad para triunfar. Oribe
y su círculo, sabedores de lo que les esperaba si caían en manos de
Lecor, abandonaron Montevideo, regresando a Buenos Aires para un segundo
exilio. El último día de febrero de 1824, Lecor y Rivera entraron en Montevideo sin disparar un tiro, y conminaron al Cabildo a jurar fidelidad al emperador Pedro I de Brasil.


Segundo exilio en Buenos Aires

Nuevamente el grupo disperso hubo de reunirse en Buenos Aires, más
exactamente en un saladero del entonces partido (hoy barrio) porteño de Barracas, del que era administrador el oriental Pedro Trápani. Allí, y tras las fuertes medidas represivas de los brasileños contra los partidarios del movimiento de 1822 y 1823, que llegaron incluso a las confiscaciones de ganados y bienes de estancieros de Buenos Aires como Bernardino Rivadavia y Juan Manuel de Rosas, cundió la alarma en estos sectores, que vieron cómo las reses de los campos orientales eran arreadas para los saladeros de Río Grande del Sur, que en poco tiempo comenzaron a desbancar a sus similares de Buenos Aires en el mercado local.


Los exiliados orientales recibieron la visita y el apoyo monetario de
Juan Manuel de Rosas, poderoso estanciero y saladerista, que se
convirtió en uno de los principales financiadores de la expedición que
la historia conocería como Cruzada Libertadora.
Es posible que de estos hechos date el comienzo del vínculo, muy
estrecho después, entre Manuel Oribe y Juan Manuel de Rosas, considerado
por San Martín
el gran defensor del americanismo, de ahí que le regalara su espada de
honor. La consigna por la que convocaban a los patriotas era clara;
recuperar, según el ideario artiguista, la Banda Oriental para las
Provincias Unidas del Río de La Plata, de ahí que los panfletos
revolucionarios reclamaban a los patriotas con el lema Argentinos
Orientales, a fin de que se sumaran a la heroica Cruzada.


Los Treinta y Tres Orientales

El 19 de abril de 1825 se produjo el ingreso a la llamada Provincia Cisplatina por parte de un pequeño grupo comandado por Juan Antonio Lavalleja y Manuel Oribe, al que se conocería como los Treinta y Tres Orientales.
Poco más tarde, Oribe llegará frente a Montevideo con fuerzas a su
mando y pondrá sitio a la ciudad a la cual liberará desalojando a las
tropas brasileñas. Fue promovido a teniente coronel el 19 de septiembre
de 1825 y se encontró en la batalla de Sarandí el 12 de octubre por lo que fue ascendido a coronel tras la victoria oriental. Meses más tarde, el 9 de febrero de 1826, Oribe obtuvo una completa victoria sobre la fuerte columna brasileña en el llamado combate del Cerro.

También estuvo presente el 20 de febrero de 1827 en la victoria de las armas argentino-orientales sobre las imperiales brasileñas en Ituzaingó.


A pesar de estar fuertemente identificado con el grupo que rodeaba a Juan Antonio Lavalleja, el 14 de agosto de 1832, durante la primera administración de Fructuoso Rivera fue designado coronel mayor, y el 9 de octubre de 1833 fue nombrado Ministro de Guerra y Marina. Será ascendido a brigadier general el 24 de febrero de 1835.
El propio Rivera patrocinó la candidatura de Oribe para sucederlo en el
mando presidencial, siendo elegido el 1 de marzo de 1835 como segundo
presidente constitucional.


Primera presidencia de Oribe

El primer gobierno de Rivera, entre 1830 y 1834, había transcurrido en su casi totalidad bajo la vigencia del régimen de fronteras abiertas impuesto por la Convención Preliminar de Paz. Su administración, de hecho ausentista, ya que pasó la mayor parte del tiempo en Durazno,
ciudad que había fundado en 1821, fue llevada adelante por un círculo
exclusivista de políticos vinculados al antiguo partido pro portugués y
pro brasileño: Los cinco hermanos (Lucas José Obes y sus cuatro cuñados), lo que provocó dos movimientos insurreccionales de Juan Antonio Lavalleja en 1832 y 1834, ambos fácilmente derrotados. Manuel Oribe no tomó parte en tales movimientos.


La historiografía nacionalista ha criticado a Rivera y su primera
presidencia como ejemplos de ineficacia administrativa, contrastándola
con la solvencia de Oribe desde 1835.
En realidad, se trataba no sólo de dos personajes notoriamente
diferentes en lo individual y en los estilos de mando, sino de dos
situaciones distintas del país. En 1835, vencido el plazo mencionado
antes por el cual la Convención Preliminar de Paz preveía el ingreso de
fuerzas argentinas o brasileñas al país en caso de hallar estos
gobiernos algún peligro en la situación política del Uruguay, era
momento de echar a andar el estado y poner en plena vigencia la Constitución de 1830, hasta entonces casi no aplicada.


Esto es lo que explica el contenido de la primera presidencia de
Oribe, en la cual desde un principio no se quiso dejar ningún asunto
administrativo por resolver. Desde la elaboración del Gran Libro de Deudas
de 1835 (primer esbozo de la contabilidad del estado uruguayo), pasando
por la creación de un sistema de jubilaciones y pensiones en ese mismo
año, a la fundación de la Universidad de la República en 1838,
el gobierno de Oribe aparece como el primero que echa andar el proyecto
de autogestión de las clases dirigentes del Uruguay, sin recostarse en
ningún poder fuera de fronteras.


Gabinete de gobierno

Ministerio Nombre Período
Gobierno y Relaciones Exteriores Francisco Llambí 1835 - 1837
Juan Benito Blanco 1837 - 1838
Carlos Jerónimo Villademoros 1838
Hacienda Juan María Pérez 1835 - 1838
Francisco Joaquín Muñoz 1838
Guerra y Marina Pedro Valerio Lenguas 1835 - 1838

Rivera derrota a Oribe

En julio de 1836
Rivera, agraviado por las resultancias a que arribó una comisión
nombrada para examinar las cuentas de su período de gobierno y también
destituido del cargo de comandante de la campaña, recurrió a las armas,
siendo derrotado el 19 de septiembre de ese año en campos de Carpintería, en el departamento de Durazno, refugiándose poco después en el Brasil, donde se vinculó a la revolución de los farrapos de la República Riograndense, a la que se habían adherido algunos de sus ex camaradas de armas del ejército portugués, como Bento Gonçalves da Silva.


Volvió a intentarlo Rivera al año siguiente reforzado con tropas
riograndenses, y consiguió derrotar a Oribe el 22 de octubre de 1837, en Yucutujá, en el departamento de Artigas. Poco después, Rivera es derrotado en la acción del , pero la victoria brasileño-riverista de Palmar, el 15 de junio de 1838, dejó la República en manos de Rivera.


Por otro lado, el bloqueo impuesto por una flota francesa a Buenos Aires, gobernada por su aliado en este conflicto, el caudillo gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, dejó incomunicado al presidente Oribe. Presionado desde el río
y sitiado en la capital, Oribe presentó, dejando sentada su protesta y
legitimidad del cargo que le obligaban a abandonar, su renuncia el 24 de octubre de 1838.


Tercer exilio en Buenos Aires

Pasó a Buenos Aires, donde Rosas lo recibió como presidente legal del
Uruguay, y utilizó su experiencia militar incorporándolo al ejército
que comandaba, por entonces en lucha contra el Partido Unitario. Oribe combatió a la Coalición del Norte, formada por las provincias de Tucumán, Salta, La Rioja, Catamarca y Jujuy en 1840 y 1841.


Batalló contra el general Juan Lavalle, venciéndolo en la batalla de Quebracho Herrado el 28 de noviembre de 1840, y otra vez en la batalla de Famaillá, el 17 de septiembre de 1841. Tomó prisionero al gobernador de Tucumán, Marco Avellaneda, al que hizo degollar y exhibir su cabeza en una pica en la plaza pública de Tucumán. Desde aquí en adelante, la oposición unitaria y sus aliados colorados del Uruguay insistieron cada vez más en la imagen del Oribe degollador y asesino, al igual que la de Rosas. La literatura de opositores políticos a éste último como las Tablas de Sangre escritas por el cordobés José Rivera Indarte
cargaron las tintas sobre este tema, creando la imagen de la
exclusividad de la violencia por los federales y los blancos. En
realidad, el monopolio de la violencia no pertenecía a ningún bando,
como se desprenderse, por ejemplo, de la correspondencia de Lavalle.


Tras vencer al gobernador de la provincia de Santa Fe, Juan Pablo López, pasó a Entre Ríos. Allí, al frente de un poderoso ejército, el 6 de diciembre de 1842 derrotó en batalla de Arroyo Grande al ejército de Rivera que, en guerra contra Juan Manuel de Rosas desde marzo de 1839, había invadido la provincia de Entre Ríos.


Rivera en derrota repasó el Uruguay frente a Salto, retornando apresuradamente a Montevideo donde sólo pudo entregar el mando en el presidente del Senado, Joaquín Suárez, y salir nuevamente a campaña para recomponer su ejército deshecho.


Sitio a Montevideo


Bandera del Estado Oriental del Uruguay usada por las fuerzas del Partido Blanco hasta 1851.
Mientras Oribe avanzaba sobre Montevideo, el 12 de diciembre el
gobierno informa sobre la derrota del ejército aliado de operaciones en
Entre Ríos al mando del presidente y rápidamente crean el Ejército de reservas para proteger Montevideo, comandado por el militar unitario argentino José María Paz y el oriental Melchor Pacheco y Obes.
A él se sumaron varios grupos de las colectividades francesa, española e
italiana que formaron "legiones" que numéricamente superaron en
conjunto a los propios efectivos orientales con los que contaban los
colorados. Entre estas legiones figuraba el mercenario José Garibaldi.
Además el ejército estaba formado por esclavos (de 10 años de edad en
adelante) incorporados por leva forzosa, a pesar que desde 1814 se
establecía abolida la esclavitud en todo el territorio y que desde la
jura de la Constitución (18 de julio de 1830) estaba prohibido su
introducción en el mismo. Para no generar otro conflicto,el gobierno
decide indemnizar a los propietarios de los esclavos,pese a lo cual los
esclavos fueron ocultados o vendidos a los saladeros de Río Grande do
Sul que pagaban más que el gobierno.


El 16 de febrero de 1843
Oribe puso sitio a la ciudad de Montevideo. Sería este el tercero de
los sitios en que él participara, y el más largo de todos, ya que
duraría ocho años y medio, hasta el 8 de octubre de 1851.


Acto seguido, organizó nuevamente su gobierno, como si nada hubiera ocurrido desde el 24 de octubre de 1838. Designó ministros, hubo un parlamento y se dictó una ingente cantidad de disposiciones legales. Así dio comienzo el Gobierno del Cerrito, denominado de esta forma por estar instalado el cuartel general de Oribe en el Cerrito de la Victoria,
donde 30 años antes hubiera iniciado su carrera de las armas y
estableciendo la capital provisional de Uruguay en la ad hoc creada
ciudad de Restauración (actualmente el barrio montevideano de Villa Unión).


Fue en esta población que por primera vez se rindió oficialmente homenaje a José Gervasio Artigas,
al serle dado el nombre del prócer federal a la principal avenida de
Restauración. Dicho nombre le fue dado en vida del prócer (1849) y entre
los primeros actos de la administración del riverista triunfante en
1852, con ayuda brasileña, Joaquín Suárez figura el de eliminar tal
denominación.


El Gobierno del Cerrito controló la totalidad del país hasta 1851, exceptuando Montevideo y Colonia del Sacramento. Tuvo su puerto de ultramar alternativo en la rada del Buceo,
al este de Montevideo, y aplicó la Constitución de 1830 como base de su
orden jurídico. Algunas figuras destacadas de aquella administración
fueron Bernardo Prudencio Berro, Cándido Juanicó, Juan Francisco Giró, Atanasio Cruz Aguirre, Carlos Villademoros y otros patricios, algunos de importante actuación política posterior.


Otro gran tema fue la propuesta de la reunificación de la Patria que
realizó Rosas en 1845, con la reincorporación del Uruguay a las Provincias Unidas del Río de la Plata, anulando las imposiciones de la Convención Preliminar de Paz, dictada por la conveniencia del Imperio Británico en el Río de la Plata, en 1828.
Manuel Oribe no quiso decidir o no tuvo la altura política para decidir
sobre este acto trascendente y envió el tema a tratamiento de una
comisión parlamentaria que se perdió en devaneos que a nada llegaron.


Sea como fuere, hacia 1850 la causa de Oribe y Rosas parecía destinada a triunfar. La revolución de 1848 en Francia, que había derribado a la monarquía de Luis Felipe, había dejado a la intemperie al Gobierno de la Defensa, sostenido por aquella. El gobierno de Montevideo no aceptó el ofrecimiento del príncipe-presidente Luis Napoleón Bonaparte de enviar para socorrer a la plaza sitiada a los presos políticos de la represión de las Jornadas de junio, diciendo por boca de Manuel Herrera y Obes: "¿Qué sería de nosotros si vienen los comunistas?".


En 1850, el enviado de Luis Napoleón, el almirante Lepredour, firmó una convención de paz con Felipe Arana, canciller de Rosas. Un año antes lo había hecho Southern, enviado del Imperio Británico. El gobierno de la Defensa, con las horas contadas, se apresuró a involucrar su última carta: el Imperio del Brasil y el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza.


Brasil veía con aversión el triunfo de Rosas y Oribe en el Río de la Plata, y ya desde 1848
este último hubo de repeler duramente varias incursiones brasileñas en
la frontera norte, dedicadas al arreo de ganado hacia Río Grande del
Sur. En cambio el caudillo entrerriano Urquiza,
buscando una salida más ágil y directa para sus ganados hacia sus
compradores del exterior, sin pasar por la aduana de Buenos Aires, que
Rosas controlaba y cuyas rentas no socializó nunca durante sus casi 20
años de gobierno, fue tentado por Manuel Herrera y Obes quien le ofreció el puerto de Montevideo para tales efectos.


Urdida la trama, los acontecimientos se precipitaron después de agosto de 1851,
cuando Urquiza se declaró en rebelión contra Rosas. Poco después
penetraba en territorio oriental, marchando hacia el Cerrito para quitar
de en medio a Manuel Oribe, su antiguo camarada de armas. Este ordenó a
sus comandantes que detuvieran al entrerriano, pero sus órdenes fueron
extrañamente desobedecidas. Casi en un abrir y cerrar de ojos, Urquiza
se apersonó delante de Montevideo, conminando a Oribe a rendirse, lo que
éste hizo, abandonado de todos.


Últimos años

Manuel Oribe se retiró, estando ya en los tramos finales de su existencia. Fue un devoto de la Virgen de los Treinta y Tres, a la que regaló una corona de oro.


El 12 de noviembre de 1857 falleció en el Paso del Molino, casi al final de la hoy llamada calle Uruguayana de Montevideo.


Durante su velatorio, la Bandera de los Treinta y Tres Orientales, por la que combatiera, fue sostenida por quien había sido el abanderado de la expedición e incondicional partidario suyo, Juan Spikerman. Se le decretaron honores oficiales y recibió sepultura en el cementerio del Paso del Molino, siendo posteriormente trasladado a la Iglesia de San Agustín, fundada por él en recordatorio de su esposa Agustina Contucci y Oribe, en el barrio de La Unión (nombre que tras 1852 se dio a la villa de la Restauración, contigua a su campamento militar del Cerrito).


Familia

Manuel Oribe se había casado con su sobrina, Agustina Contucci y Oribe, el 8 de febrero de 1829, habiendo 4 hijos de su matrimonio. Años atrás, en 1816, la actriz oriental Trinidad Guevara había tenido con él una hija, Carolina, que fue apadrinada por Gabriel Antonio Pereira.


Lugar en la historia oficial

Manuel Oribe fue uno de los hombres públicos de Uruguay de más tardía
reivindicación, sobre todo por la leyenda de crueldad acuñada durante
la Guerra Grande. Aún en 1919, el destacado líder y estadista colorado José Batlle y Ordóñez escribía que ser colorado es odiar la tradición de Rosas y Oribe, y su prensa aludía siempre al Partido Nacional como el partido oribista. En el centenario de su muerte (1957) los miembros colorados del Consejo Nacional de Gobierno se negaron a ponerse de pie para homenajearlo.


También desde filas propias hubo actitudes comparables: el diario conservador del Partido Nacional El Plata
pasó por alto la conmemoración de aquel aniversario, sin mencionarlo
siquiera. Se justificaba porque su fundador era de origen colorado y
firmemente reaccionario, Juan Andrés Ramírez. El gran reivindicador de la figura del héroe oriental fue Luis Alberto de Herrera, quien a través de sus trabajos históricos, dejó sentada la figura de Oribe en sitial de honor.


Véase también

Enlaces externos

Bibliografía




Predecesor: Presidente del llamado

Gobierno del Cerrito

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1843-1851
Sucesor:
Predecesor:

Carlos Anaya
Presidente Constitucional de Uruguay

Coat of arms of Uruguay.svg


1835-1838
Sucesor:

Gabriel Antonio Pereira

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