sábado, 17 de septiembre de 2016

Alejandro Magno y los judíos

Alejandro Magno y los judíos







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Alejandro Magno y los judíos









Alejandro Magno y los judíos

La escena clave, que no verás en ninguna película, establece el escenario para la historia de Januca.

por Rab Ken Spiro




Manteniendo el espíritu de Hollywood,
las películas se enfocan en la impresionante carrera militar de
Alejandro, sus batallas colosales con el Imperio Persa y su sórdida vida
personal. Lo que no verás en ninguna parte serán las fascinantes
interacciones que Alejandro Magno tuvo con el pueblo judío y las
complejas relaciones que se desarrollaron entre los griegos y los judíos
que establecieron el escenario para la historia de Januca.


Un poco de trasfondo


Alejandro Magno, nacido en 356 AEC, fue el hijo de Filipo II
(382-336 AEC), el Rey de Macedonia en Grecia del norte (considerado un
bárbaro según las ciudades de Grecia del sur). Filipo creó un poderoso
ejército profesional, que unió en base a la fuerza a las fragmentadas
ciudades-estado de Grecia en un sólo imperio.


Desde temprana edad, Alejandro demostró un enorme talento militar y
fue nominado comandante en el ejército de su padre a la edad de 18 años.
Habiendo conquistado toda Grecia, Filipo estaba a punto de embarcarse
en una campaña para invadir al archienemigo de Grecia, el Imperio Persa.
Antes de invadirlos, Filipo fue asesinado, posiblemente por Alejandro,
quien luego se convirtió en rey en el año 336 AEC. Dos años más tarde en
334 AEC, cruzó el Hellespont (Turquía hoy en día) con 45.000 hombres e
invadió al Imperio Persa.


En tres colosales batallas – Granices, Issus y Gaugamela – entre los
años 334 y 331, Alejandro brillantemente (y a menudo temerariamente)
condujo a su ejército a la victoria frente al ejército persa que los
superaba en número por diez a uno. En 331 AEC, el Imperio Persa fue
derrotado, el Emperador Persa Darío murió, y Alejandro era el gobernante
indiscutido del Mediterráneo. Su campaña militar duró 12 años y lo
llevó a él y a su ejército 10.000 millas hasta el Río Indus en India.





Cuando Alejandro observó su imperio, lloró porque ya no había nada más que conquistar.



Solo el agotamiento de sus hombres y la inoportuna muerte de
Alejandro el 332 AEC a la edad de 32 años, pusieron fin a la conquista
griega del mundo. Se dice que cuando Alejandro observó su Imperio, lloró
porque ya no había nada más que conquistar. Su vasto Imperio no
sobrevivió a su muerte, sino que se fragmentó en tres grandes trozos con
centros en Grecia, Egipto y Siria, y controlados por sus antiguos
generales.


En su máxima expansión, el imperio de Alejandro se estiró desde
Egipto hasta India. Construyó seis ciudades griegas, todas llamadas
Alejandría. (Sólo la Alejandría de Egipto sobrevive hasta el día de
hoy). Estas ciudades, y los griegos que se asentaron en ellas, llevaron
la cultura griega al centro de las antiguas civilizaciones de
Mesopotamia.


Los griegos no sólo eran imperialistas militares sino que también
imperialistas culturales. Los soldados y los pobladores griegos llevaron
sus formas de vida – su lenguaje, arte, arquitectura, literatura y
filosofía – al medio oriente. Cuando la cultura griega se mezcló con la
cultura del medio oriente, se creó un nuevo hibrido cultural – Helenismo
(Hellas es la palabra griega para Grecia) – cuyo impacto sería mucho
más grande y duraría mucho más que el corto periodo del imperio de
Alejandro. Ya sea a través de las fuertes batallas, el arte, la
arquitectura o la filosofía, la influencia del Helenismo en el Imperio
Romano, en el Cristianismo y en el Oeste fue monumental. Pero es la
interacción entre los judíos y los griegos, y el impacto del Helenismo
sobre el judaísmo lo que queremos ver más en profundidad.


Desvío hacia Israel


Durante su campaña militar contra Persia, Alejandro se desvió hacia
el sur, conquistando Tiro y luego Egipto, pasando por lo que hoy en día
es Israel. Hay una historia fascinante acerca del primer encuentro entre
Alejandro y los judíos de Israel, quienes se encontraban bajo el
dominio del imperio persa.


La narración respecto a la primera interacción entre Alejandro y los
judíos se encuentra registrada tanto en el Talmud (Yomá 69a) como en el
libro "Antigüedades Judías" del historiador judío Flavio Josefo (XI,
321-47). En ambos relatos el Sumo Sacerdote del tempo de Jerusalem,
temiendo que Alejandro fuera a destruir la ciudad, salió a su encuentro
antes de que llegara a la ciudad. La narración describe como Alejandro,
al ver al Sumo Sacerdote, se bajó de su caballo e hizo una reverencia
(Alejandro raramente, quizás nunca, se postraba ante alguien). En el
relato de Flavio Josefo, cuando el general Parmerio le preguntó la
razón, Alejandro respondió: "No hice una reverencia ante él, sino ante
el Dios que lo ha honrado con el Sumo Sacerdocio; pues he visto a esta
misma persona en un sueño, con esta misma apariencia".





Como tributo a su apacible conquista, los
sabios declararon que los primogénitos de aquella época fueran llamados
Alejandro – el cual sigue siendo un nombre judío hasta el día de hoy.



Alejandro interpretó la visión del Sumo Sacerdote como un buen
presagio, y por tanto se apiado de Jerusalem, absorbiendo pacíficamente a
la tierra de Israel en su creciente imperio. Como tributo a su
conquista apacible, los sabios declararon que los primogénitos de
aquella época fueran llamados Alejandro – el cual sigue siendo un nombre
judío hasta el día de hoy. Y el día de aquel encuentro, 25 de Tevet,
fue declarado una festividad menor.


Judíos y griegos


Así comenzó una de las más interesantes y complejas relaciones
culturales del mundo antiguo. Los griegos no habían conocido nunca antes
a nadie como los judíos, y los judíos nunca habían conocido a nadie
como los griegos. La interacción inicial parecía ser bastante positiva.
Para los judíos, los griegos eran una nueva y exótica cultura del oeste.
Tenían una profunda tradición intelectual que producía filósofos como
Sócrates, Platón y Aristóteles (quien fue el tutor de Alejandro por dos
años). Su amor por la sabiduría, la ciencia, el arte y la arquitectura
los separaban de otras culturas con las que los judíos habían
interactuado antes. El idioma griego fue considerado tan hermoso, que el
Talmud lo llamó en cierta forma el más hermoso de todos los idiomas y
los Rabinos declararon que un rollo de la Torá incluso podría ser
escrito en griego.


Los griegos nunca habían conocido a nadie como los judíos – la única
nación monoteísta que tenía un concepto único de un Dios infinito, que
ama, que se preocupa por su creación y que actúa en la historia. Los
judíos tenían tradiciones legales y filosóficas increíblemente profundas
y complejas. Tenían una tasa de alfabetización y una infraestructura de
bienestar social nunca antes vista en el mundo antiguo. Los griegos
estaban tan fascinados con los judíos, que fueron los primeros en
traducir la Biblia en otro idioma cuando el Rey Ptolomeo II (c. 250 AEC)
obligó a 70 Rabinos a traducir la Biblia hebrea al griego (conocida
como la "Septuaginta", que significa "70" en griego).


Dos imperios griegos emergieron en el medio oriente después de la
muerte de Alejandro: Los Ptolomeos en Egipto y los Seléucidas en Siria.
La tierra de Israel se encontraba en la frontera entre estos dos
imperios. Inicialmente, los judíos se encontraban bajo el control de los
Ptolomeos, pero luego de la batalla de Panias en 198 AEC, Israel pasó a
estar bajo el dominio de los Seléucidas, y su rey Antíoco.


Mientras que la alta esfera de la sociedad judía, junto con el resto
de la población del mundo mediterráneo, adoptó rápidamente la cultura
helenista (algunos hasta el punto de renegar su identidad judía), la
vasta mayoría de los judíos se mantuvieron leales al judaísmo. Este
"rechazo" del estilo de vida helenista fue visto como una gran
hostilidad por muchos griegos y fue considerado como una forma de
rebelión. Las exóticas diferencias que alguna vez sirvieron como fuente
de atracción entre las dos culturas, crearon ahora un quiebre que
llevaría a una guerra civil. Para complicar las cosas, Israel era el
estado fronterizo entre estos dos imperios griegos rivales, y los
judíos, que rehusaban asimilarse, eran vistos como una población desleal
en partes vitalmente estratégicas del Imperio Seléucida.


Sería errado ver el conflicto simplemente como Grecia contra los
judíos. Tensiones internas en la comunidad judía contribuyeron de forma
significativa al conflicto. Muchos de los judíos helenizados tomaron el
asunto en sus manos, e intentaron "ayudar" a sus hermanos más
tradicionalistas, "arrastrándolos" fuera de lo que ellos percibían como
creencias primitivas, para introducirlos así al "moderno" mundo de la
cultura griega. (Este patrón se ha repetido en varias ocasiones dentro
de la historia judía – en Rusia en el siglo 19 y en Alemania, por
nombrar algunos ejemplos). Para lograr su propósito, estos judíos
helenizados solicitaron la ayuda de sus aliados griegos, incorporando
finalmente al mismísimo rey, Antiocus IV Epifánes, al conflicto.


Milagro de Januca


A mediados del siglo II AEC, Antiocus publicó un decreto, que hasta
ese entonces nunca había sido escuchado en el antiguo mundo
multicultural y religiosamente tolerante: Derogó la religión de otras
personas. El prohibió la enseñanza y la práctica del judaísmo. El libro
de los macabeos (probablemente escrito por un judío cronista a
principios del siglo I AEC) lo describe de la siguiente forma: mucho
después, el rey mandó un senador ateniense para obligar a los judíos a
abandonar la ley de sus padres y para que dejaran de vivir según las
leyes de Dios, y también para profanar el Templo de Jerusalem y llamarlo
el Templo del Zeus Olímpico".
Macabeos 6:1-2).





La luz de Januca es simbólica de la victoria real – la supervivencia de la luz espiritual del judaísmo.



Las brutales persecuciones griegas provocaron la primera guerra
religiosa/ideológica en la historia – la rebelión de los macabeos. La
revuelta fue liderada por la familia sacerdotal de Matatías y sus cinco
hijos, de los cuales el más famoso fue Yehudá. Contra todas las
probabilidades, el diminuto ejército guerrillero de los macabeos venció
al profesional, más grande y mejor equipado ejército griego. Luego de
tres años de batalla, Jerusalem fue liberada. El templo, que había sido
profanado, fue limpiado y dedicado nuevamente a Dios. Fue durante este
periodo de limpieza y re-dedicación del Templo que ocurrió el milagro de
Januca. Un pequeño frasco de aceite utilizado por el Sumo Sacerdote
para encender la menorá del Templo, que debería haber sido suficiente
tan sólo para un día, milagrosamente duró ocho días.


El conflicto se extendió durante varios años más y cobró la vida de
muchos judíos, incluyendo Yehudá el macabeo y varios de sus hermanos.
Finalmente, los griegos fueron vencidos y el judaísmo sobrevivió.


Discutiblemente, la victoria militar de los judíos por sobre el
imperio griego, fue un milagro mucho más grande que el aceite que duró
durante ocho días. Pero la luz de Januca simboliza la real victoria – la
supervivencia de la luz espiritual del judaísmo. Su milagrosa
subsistencia permitió que los judíos generaran un monumental impacto en
el mundo que ha excedido por mucho el minúsculo tamaño del pueblo judío,
entregándole al mundo el concepto de un Dios único y los valores de la
santidad de la vida, la justicia, la paz y la responsabilidad social,
que son los cimientos morales/espirituales de la civilización
occidental.


















Publicado: 6/12/2008
















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Comentarios: 2


(2)
Fredy
,
March 23, 2013 8:54 PM
Alejandro Magno y los Judíos.




Me pareció increíble, por la forma de contar las cosas el
autor, parezco imbuirme en su relato, es fascinante, y a demás porque me
ha llenado muchos vacíos, sin embargo, quiero saber como se mantuvieron
los griegos en Jerusalén después de ser vencidos por los macabeos.
Graias.







(1)
arturo
,
February 5, 2013 6:19 PM
historia judia




Que pagina tan interesante..







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