viernes, 16 de septiembre de 2016

Misiones jesuíticas guaraníes - Wikipedia, la enciclopedia libre

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Misiones
jesuíticas guaraníes: San Ignacio Miní, Santa Ana, Nuestra Señora de
Loreto y Santa María la Mayor (Argentina), Ruinas de São Miguel das
Missões (Brasil)
UNESCO logo.svg Welterbe.svg

Nombre descrito en la Lista del Patrimonio de la Humanidad
San Ignacio Miní.jpg

Reducción jesuítica de San Ignacio Miní, próxima a la localidad de San Ignacio, en la provincia argentina de Misiones.

Coordenadas 27°15′19″S 55°31′54″OCoordenadas: 27°15′19″S 55°31′54″O (mapa)
País Flag of Argentina.svg Argentina, Flag of Brazil.svg Brasil y Flag of Paraguay.svg Paraguay
Tipo Cultural
Criterios ii, iv, vi
N.° identificación 275
Región América Latina y el Caribe
Año de inscripción 1983 (VII sesión)
Año de extensión 1984
[editar datos en Wikidata]

Ruinas jesuíticas de san Ignacio Miní.
Las misiones jesuíticas guaraníes o reducciones jesuíticas guaraníes fueron un conjunto de treinta pueblos misioneros fundados a partir del siglo XVII por la orden religiosa católica de la Compañía de Jesús entre los aborígenes guaraníes y pueblos afines, que tenían como fin su evangelización y que se ubicaron geográficamente -quince- en las actuales provincias de Misiones y Corrientes, en Argentina, -ocho- en el Paraguay y -las siete restantes- en las denominadas Misiones Orientales, situadas al suroeste del Brasil.



Índice

Historia

Orígenes

Las misiones o reducciones que los jesuitas ubicaron entre los guaraníes, guaycurúes y sus pueblos afines en las regiones del Guayrá, Itatín, Tapé (las tres en el actual Brasil), Uruguay (Brasil, Argentina y Uruguay actuales), Paraná (Argentina, Paraguay y Brasil actuales) y las áreas guaycurúes en el Chaco (Argentina y Paraguay contemporáneos), fueron establecidas en el siglo XVII dentro de territorios pertenecientes al imperio español en la Gobernación del Río de la Plata y del Paraguay y sus gobernaciones sucesorias a partir de su división en 1617: la Gobernación del Paraguay y la Gobernación del Río de la Plata, todas dependientes del inmenso Virreinato del Perú y fundadas con el fin de evangelizar a los indios.


Eclesiásticamente formaban parte de los obispados católicos de Buenos Aires y de Asunción e integraban la Provincia Jesuítica del Paraguay.


Ubicación geográfica


Localización de las misiones jesuíticas guaraníes en los actuales territorios de Argentina, Paraguay y Brasil.
Las treinta misiones jesuitas guaraníes se localizaron en la
geografía de los actuales territorios de las repúblicas de Argentina,
Paraguay y Brasil, en derredor de dos de los más importantes ríos que
conforman la cuenca del Plata, el río Paraná y el río Uruguay, en la selva tropical de la mata atlántica.1


Los jesuitas fueron continuadores del exitoso sistema de planificación demográfico que el virrey del Perú Francisco Álvarez de Toledo había ideado para las reducciones de indios. Así se creó la “República de indios” donde las misiones alcanzaron un alto grado de desarrollo.


La primera misión jesuítica guaraní se fundó en 1609, en el actual territorio de Paraguay, bajo el nombre de San Ignacio Guazú.


En la gran provincia misionera, el territorio de la actual provincia
de Misiones, fue el que mayor concentración de reducciones tuvo ya que
los jesuitas fundaron doce misiones entre los ríos Paraná y Uruguay en
el área donde se produce el mayor acercamiento entre ambos cursos
fluviales.


También erigieron los miembros de la Compañía de Jesús siete pueblos
que se ubicaron al oeste del río Uruguay y que se conocieron con el
nombre de Misiones Orientales, en un área que actualmente abarca el centro y el oeste del estado de Río Grande del Sur, en Brasil y todo el norte del Uruguay.


Las treinta misiones jesuíticas guaraníes fueron:


Número Nombre Lugar actual Estado actual Coordenadas Año
1 San Ignacio Guazú departamento de Misiones Paraguay 26°53′24.5176″S 57°1′26.2027″O 1609
2 Nuestra Señora de la Encarnación de Itapúa departamento de Itapúa Paraguay 27°20′20.6995″S 55°51′58.8769″O 1615
3 Santo Tomé provincia de Corrientes Argentina
1632
4 San Francisco de Borja estado de Río Grande del Sur Brasil

5 San Nicolás estado de Río Grande del Sur Brasil 28°11′6.3463″S 55°15′41.1922″O
6 San Luis Gonzaga estado de Río Grande del Sur Brasil
1687
7 San Lorenzo Mártir estado de Río Grande del Sur Brasil
1690
8 San Miguel de las Misiones estado de Río Grande del Sur Brasil
1632
9 San Juan Bautista estado de Río Grande del Sur Brasil

10 Santo Ángel Guardián de las Misiones estado de Río Grande del Sur Brasil

11 Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo provincia de Misiones Argentina 27°54′37.1505″S 55°45′2.6553″O
12 Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción del Ibitiracuá provincia de Misiones Argentina 27°58′49.49795″S 55°31′13.26863″O
13 Santa María la Mayor provincia de Misiones Argentina 27°53′15.7506″S 55°20′41.5345″O 1626
14 San Francisco Javier provincia de Misiones Argentina 27°52′26.4770″S 55°8′7.0468″O 1629
15 Santos Mártires del Japón provincia de Misiones Argentina 27°48′8.7334″S 55°25′0.1852″O 1639
16 San José de Itacuá provincia de Misiones Argentina
1633
17 San Carlos provincia de Corrientes Argentina
1631
18 Candelaria provincia de Misiones Argentina 27°27′13.8265″S 55°45′17.9035″O
19 Nuestra Señora de Santa Ana provincia de Misiones Argentina 27°23′26.1661″S 55°34′50.6802″O 1633
20 Nuestra Señora de Loreto provincia de Misiones Argentina 27°19′58.7179″S 55°31′2.3570″O 1610
21 San Ignacio Miní provincia de Misiones Argentina 27°55′19″S 55°31′54″O 1611
22 Corpus Christi provincia de Misiones Argentina 27°7′34.6724″S 55°29′54.6057″O
23 Jesús de Tavarangué departamento de Itapúa Paraguay 27°3′19.2646″S 55°45′11.4606″O 1685
24 Santísima Trinidad del Paraná departamento de Itapúa Paraguay 27°7′52.7199″S 55°42′13.1655″O 1706
25 Nuestra Señora de la Asunción de Acaraguá y Mbororé (La Cruz) provincia de Corrientes Argentina
1630
26 San Cosme y Damián departamento de Itapúa Paraguay 27°19′13.44″S 56°19′58.08″O 1632
27 Santiago Apóstol departamento de Misiones Paraguay
1669
28 Santa Rosa departamento de Misiones Paraguay
1698
29 Santa María de Fe departamento de Misiones Paraguay
1647
30 Yapeyú Provincia de Corrientes Argentina 29°28′15.9959″S 56°49′2.2799″O 1627

Población

La estimación de la población de las misiones jesuitas guaraníes es la siguiente:2 nota 1 nota 2


Año Población Año Población Año Población
1641/1643 36.190nota 3 1724 117.164nota 4 1750 95.089nota 5
1647 28.714 1732 141.242 1755 104.483nota 6
1648 30.548 1733 128.389 1756 89.536
1657 37.412 1734 116.250nota 6 1762 102.988
1667 43.753 1735 108.228nota 7 1765 85.266
1668 47.088 1736 102.721 1767 88.796nota 8
1676 53.298 1737 104.473nota 6 1768 88.864nota 9
1677 58.118 1738 90.287 1772 80.891
1678 55.125nota 4 1739 81.159 1783 56.092
1682 61.083 1740 73.910 1784 57.949
1700 86.173 1741 76.960 1791 44.677
1702 89.500nota 4 1742 78.929 1793 51.991
1717 121.168 1743 81.355 1801 45.637

Organización política


Ruinas de la reducción jesuítica de San Ignacio Miní, próxima a la localidad de San Ignacio, en la provincia argentina de Misiones.
La política guaraní obedeció a su propia lógica, la cual fomentaba la unificación de las tekuas o aldeas (de hasta 300 000 habitantes) en volátiles alianzas que perseguían como fin último no sólo el control de los recursos naturales provenientes del ecosistema
de la selva tropical, base de sustentación de toda su economía, sino
también la búsqueda de la Tierra Sin Mal, creencia en la que se basaba
su religión.nota 10


Tanto la figura de los karaís o profetas pan-guaraníes (no adscritos a una tekua
en particular sino a la "nación" en general) como la búsqueda de la
tierra sin mal, fueron dos rasgos de la cultura guaraní que los jesuitas
supieron aprovechar. Ellos también eran como los karaí (con los que compitieron durante los primeros años) portadores de una nueva: el "camino al paraíso" era compatible con el aguyé
o camino de la perfección guaraní con destino a la Tierra Sin Mal. Los
padres misioneros aunaron los sistemas de valores y creencias de la
cultura guaraní de la época prehispánica con la cosmovisión del catolicismo logrando la unificación de los guaraníes bajo la protección de las leyes de la corona de España
de las que los jesuitas eran garantes. Los guaraníes también supieron
aprovechar este hecho frente a la creciente expansión del frente
colonial hispano-portugués, en especial a partir de 1640, cuando el reino de Portugal se independizó de los reyes de España.


La mayoría de los líderes políticos guaraníes de muchas tekuas aceptaron levantar iglesias,
que eran símbolos de la protección divina y jurídica, aliándose en
definitiva con lo que la Compañía de Jesús representaba. Otros líderes,
por el contrario, se mantuvieron en guerra y continuaron el ciclo de
enfrentamientos con sus propios connacionales: para un guaraní comerse a
otro de ellos era de motivo religioso y no lo hacían a menudo. Porque
según la tradición «...sólo los guaraníes son capaces de acumular
energía para llegar a la Tierra sin mal».


El sistema político imperante mantenía a las reducciones estrictamente subordinadas al monarca español, quien ejercía su autoridad en América por medio de las Reales Audiencias de Lima y Buenos Aires.
Por ello los jesuitas recurrían permanentemente al rey, solicitando
autorizaciones o pedidos varios, favores y hasta privilegios. En algunos
casos las solicitudes se dirigían a las audiencias y a los gobernadores.


Todas las misiones jesuitas fueron fundadas siguiendo el mismo
modelo: la iglesia, la residencia de los padres y las casas regulares de
los indios que se ubicaban a alrededor de una gran plaza.


El gobierno de cada misión tuvo muchas similitudes con las instituciones que los castellanos trasplantaron al Nuevo Mundo desde la península ibérica, aunque le sumaron características particulares atendiendo a la idiosincrasia de los naturales de la región.


Como gobierno local, en cada reducción funcionaba un cabildo precedido por el corregidor, que era además la autoridad principal del pueblo, conocido entre los guaraníes como parokaitara ‘el que dispone lo que se debe hacer’. Era confirmada su elección por el gobernador y generalmente el elegido era uno de los caciques
del pueblo y solía ser a perpetuidad. De esta forma los jesuitas fueron
continuadores de las instituciones indígenas ya que el jefe de la tribu
era la máxima autoridad comunal.


Otras autoridades eran los alcaldes de primer voto y segundo voto, también llamados ivírayucu
‘el primero entre los que llevan vara’. Ellos velaban por las buenas
costumbres, castigaban a los holgazanes y vagabundos y vigilaban a los
que no cumplían sus deberes. Esta autoridad se ejercía dentro del
pueblo, junto con cuatro alcaldes de barrio, fuera de él había entre
seis y ocho comisarios para los cuarteles. Una veedora vigilaba a las mujeres, cuatro celadores a los niños y cuatro inspectoras a las niñas.


Además del corregidor y los alcaldes, el cabildo estaba integrado por un teniente de corregidor, un alguacil, cuatro regidores, un alguacil mayor, un alférez real, un escribano y un mayordomo, del cual dependían los contadores, los fiscales y los almaceneros.
Los integrantes del cabildo eran electos cada 1 de enero por los que
dejaban el cargo en una asamblea general y puestos a consideración de
los sacerdotes y luego a confirmación del gobernador.


Los regidores se encargaban de inspeccionar el aseo y la limpieza en
los lugares públicos y privados, controlando también la concurrencia de
los niños a la escuela y el catecismo.


El alguacil era quien se debía encargar de ejecutar las órdenes del
cabildo y de la justicia. La legislación misionera excluyó la pena de muerte, otro de los grandes avances que la organización jesuita incorporó en sus comunidades.


Organización religiosa

La institución del real patronato indiano o el "patronazgo real" fue el régimen vigente que ejercieron los virreyes y los gobernadores en nombre de su majestad católica, el rey de España, para quien uno de los fines de la conquista de América
fue la evangelización de los indios. Estos funcionarios tenían
facultades para conferir beneficios eclesiásticos y designar sacerdotes.
El mecanismo utilizado para la designación establecía que el obispo debía presentar una terna de nombres entre los cuales el gobernador elegía.


Los curas
tenían a su cargo el gobierno de las reducciones siendo los verdaderos
administradores de los bienes de los pobladores y contando con
facultades de intervención directa no sólo en la actividad espiritual
sino también temporal, económica, cultural, social y hasta militar.


En el orden estrictamente espiritual, los misioneros se preocuparon
especialmente de la difusión de la fe católica y de la enseñanza del
catecismo. Los jóvenes que habían superado la edad escolar y se
encontraban trabajando en cualquier actividad, por las tardes, al
escuchar el sonido de la campana, debían dirigirse a la iglesia. El acto
religioso más importante era la misa, al que los fieles concurrían acompañados de toda la familia, particularmente los días preceptuados.


Las iglesias fueron el corazón de los pueblos. Eran construcciones imponentes frente a la plaza que poseían un alto campanario con el que se llamaba a la misa y excepcionalmente a reunión general. Todas las calles del trazado urbano terminaban en ella.


La Provincia Jesuítica del Paraguay tenía un padre provincial residente en la ciudad de Córdoba, designado por el general de la Compañía de Jesús, con sede en Roma. Al general o prepósito de la orden, los sacerdotes jesuitas le debían total obediencia, después del papa.
El provincial redactaba anualmente las "Cartas Anuas de la Provincia"
que remitía a Roma con los principales sucesos ocurridos ese año. El
provincial tenía bajo su dependencia directa a los procuradores de
Buenos Aires, Santa Fe
y Asunción, además de un secretario y de los consultores. Cada grupo de
misiones tenía un padre superior subordinado al provincial, las
misiones del Paraná y del Uruguay tuvieron cada una un superior hasta
principios del siglo XVIII (el superior del Guayrá desapareció al
trasladarse su misión); desde entonces las treinta reducciones quedaron
bajo un sólo superior residente en Nuestra Señora de la Candelaria,
estableciéndose un padre vice-superior para las reducciones del Paraná y
otro para las del Uruguay, que además regían su propia reducción,
contando cada uno con un consultor ordinario y otro extraordinario
además de un admonitor.


En cada reducción había dos sacerdotes (en las más pobladas había
tres), uno a cargo de lo espiritual y religioso (el cura del pueblo) y
otro (el compañero) que estaba a cargo de las cosas temporales como el
trabajo y la instrucción.


Organización espacial


En una reducción, los edificios principales, como la iglesia, el cementerio comunal y la escuela, que servía al mismo tiempo para albergar a los jesuitas, conformaban una unidad a manera de monasterio. Estas edificaciones construidas en piedra local y madera de lapacho, quebracho y urunday se encontraban en un lado de una gran plaza
cuadrada, rodeada de casas por los otros tres lados. Junto a la iglesia
también edificios administrativos y talleres. En el centro de la misma,
una gran cruz y una estatua del santo patrono de la misión.


Las calles y casas estaban ordenadas según precisas líneas
geométricas, de acuerdo a las recomendaciones españolas relativas a la
construcción de nuevos asentamientos. La posición central de su lugar de
residencia permitía a los padres tener una vigilancia constante sobre
la vida de la reducción. También disponían una casa comunal coty guazu para alojar a las viudas, huérfanos y mujeres solteras y tenían agua corriente y servicios sanitarios.


Hasta finales del siglo XVII,
esta organización también permitió mantener las estructuras de
parentesco de las tribus guaraníes, garantizando así la cohesión y la
supervivencia de la comunidad, debido a que la disposición de las
viviendas no inhibía los contactos entre los diferentes linajes y por
tanto, la sostenibilidad de la familia extensiva, forma original de la
sociedad guaraní. Posteriormente, los jesuitas trataron de imponer la
familia restringida. En 1699,
una disposición tomada por el provincial (es decir, el superior jesuita
de la “provincia”) prohibió los «actos inconvenientes que se producían
en las viviendas por los indios por vivir en grupos familiares bajo el
mismo techo». Cada familia debía vivir separada.


Organización económica

Por costumbres ancestrales los guaraníes cultivaban diversos vegetales como el maíz, la batata, la mandioca, la yerba mate y el algodón, además de ser cazadores y pescadores.


Sin embargo, los padres jesuitas implementaron un sistema económico agrícola que fue rápidamente asimilado por los aborígenes. Esta importante agricultura fue complementada con la ganadería que suministró a los aborígenes carne, leche y cuero.


Se logró que cada reducción formara una unidad económica independiente. Como no se tenía moneda de metal se funcionaba sobre la base de una economía de trueque y como tenían multitud de posesiones comunales, se favorecía un intenso tráfico comercial entre las reducciones promoviendo una integración económica, social y política con sede central en Candelaria.


El régimen de propiedad era mixto, aceptando la propiedad individual
privada y la propiedad colectiva. La propiedad individual privada o avamba´e,
permitía que cada jefe de familia dispusiera de una chacra con la
extensión necesaria para sembrar en ella todo el cultivo indispensable
para el sustento anual familiar. La propiedad colectiva o “tierra de
Dios” (tupambaé, de tupa, ‘dios’, y mbae, ‘dueño’) se utilizaba para el cultivo de algodón, trigo y legumbres. Generalmente existían dos campos en los que se trabajaba comunitariamente.


Cada reducción se especializaba en unos oficios, trabajando el hierro y la plata, carpintería, cocina-panadería, chapado en oro, vajillas, telas, elaboración de sombreros o instrumentos musicales. Desde allí se promoverían excelente escultura, pintura y música barrocas guaraníes.3


Las misiones jesuíticas guaraníes aventajaron en casi trescientos años al derecho del trabajo contemporáneo. Fijaron la jornada laboral
en seis horas diarias lo que permitía que los indios contaran con
tiempo suficiente como para su realización de otras actividades, entre
las que se destacaron las obras religiosas.


Organización educativa


Los reyes de España, como parte del proceso de evangelización,
ordenaron que "hubiese escuelas de doctrina y de leer y escribir en
todos los lugares de indios". Este decreto real, al que se le prestó por
lo general en América un acatamiento sólo nominal, fue cumplido con
rigor por los misioneros jesuitas, dedicándole la atención necesaria que
permitió fundaciones de escuelas y centros de formación de distintos
niveles que fueron verdaderos centros de educación y de transmisión de
los valores del catolicismo.


En todas las reducciones funcionaron escuelas de primera enseñanza,
donde los varones de seis a doce años aprendían a leer, escribir y hacer
operaciones matemáticas elementales. Las niñas de la misma edad tenían
escuelas separadas donde aprendían a leer, escribir, hilar y cocinar por
lo que la formación de las mujeres menores fue un punto importante en
la organización educativa de estos pueblos guaraníes.


El castellano se enseñaba para lograr la unidad lingüística en todas las posiciones españolas. Los jesuitas hablaban correctamente el guaraní,
utilizando la lengua como el mejor medio para llegar a los naturales.
Los hijos de los caciques incluso llegaron a aprender algo de latín.


En las misiones los jesuitas publicaron libros en guaraní sobre gramática, catecismo, manuales de oraciones y hasta un diccionario. Las reducciones contaron con la primera imprenta fundada por los padres Juan Bautista Neuman y José Serrano, quienes armaron una prensa, fundieron los tipos necesarios y publicaron los primeros libros. Las impresiones se hicieron en Nuestra Señora de Loreto, San Javier y Santa María la Mayor.


El primer libro publicado fue el Martirologio Romano en el año 1700; más adelante el Flos Sactorum del padre Pedro de Ribadeneyra en edición guaraní, y De la diferencia entre lo temporal y lo eterno del padre Juan Eusebio Nieremberg. Fue muy rica y variada la producción bibliográfica, conservándose todavía la mayoría.


Música misional

La música y el canto ocuparon un lugar destacado en el proceso de aprendizaje. Cada pueblo contaba con un coro y orquesta.
Desde la misma escuela se promovió la participación de los niños y los
jóvenes, mientras que los adultos se organizaron, en la mayoría de los
casos, desde la iglesia.


En los mismos escritos de los sacerdotes participantes de las
misiones, que datan desde los primeros contactos evangelizadores, dieron
cuenta de una «inclinación natural por los sonidos europeos» por parte
de los nativos. A razón de esto es que la música fue concebida como una
«potente arma de conversión, capaz de seducir las “almas salvajes” para
que adoptasen el modo de vida cristiano, transformando aquellos “feroces
leones” en “mansos corderos”».4


Es así que los indios reducidos fueron eximios cantantes y destacados
músicos que reprodujeron textos musicales tanto de contenido religioso
como profano. Las interpretaciones que los guaraníes alcanzaron con
instrumentos como el arpa y el violín constituyen clásicos de la música rioplatense.


Así puede citarse a Hara Vale Hava que es una bella obra anónima para tenor, violines y continuo cantada en guaraní que fue compuesta a finales del siglo XVII o inicios del XVIII en las misiones jesuitas paraguayas o bolivianas.


Los guaraníes, además, le dedicaron tiempo y esfuerzo a la danza.
Los danzarines ensayaban desde los seis años, incorporando incluso
melodramas los días domingos y feriados. En las festividades las
principales diversiones justamente consistían en representaciones,
música, canto y baile.


A lo largo del siglo XX se tomó una imagen idílica de la evangelización que impregnó en las artes, naciendo el término de “barroco jesuítico”, el cual fue la idea del resultado sensitivo tanto aural como visual del sincretismo que se dio entre los nativos y europeos.5
Sin embargo, este punto de vista no da cuenta de ciertos puntos muy
importantes como, por ejemplo, la forma en que se acogió y percibió por
parte del nativo americano tanto estas músicas que le son ajenas como
las estrategias que usaron los misioneros de la Compañía de Jesús para
adaptarlas a los contextos locales, lo que en este caso particular, se
tradujo muchas veces en concesiones poco comunes en un contexto de contrarreforma
católica, como fue la incorporación en muchos casos de elementos
propios de las culturas nativas (estrategia nada nueva dentro de la
historia, pero sí dentro de este contexto). Estos aspectos pasaron a
integrar un proceso cultural y político bastante amplio, el cual se
cargó de tensiones y conflictos.6
A pesar de las particularidades propias de su espacio y su tiempo las
misiones generaron nuevos modos de expresión cultural guaraní tanto en
la música vocal como instrumental y en el baile que son apreciados hasta
el presente.


Organización militar

Las misiones guaraníes constituyeron un importantísimo freno a las aspiraciones expansionistas de los lusitanos, que liderados por los bandeirantes se dedicaban a la caza de indios para venderlos como esclavos en São Paulo y Río de Janeiro.


Desde los primeros tiempos de la conquista de América, la corona
española otorgó a los indios o naturales americanos, el mismo estatus
jurídico de hombres libres, equiparándolos a los vasallos peninsulares.
Esta era la condición que tenían los guaraníes en el Virreinato del
Perú.


Tras varias incursiones bastante exitosas en 1641 una gran tropa de bandeirantes paulistas fue vencida en la batalla de Mbororé. Estos volvieron a intentar atacar en 1652 y 1676 pero en ambas ocasiones el gobernador de Paraguay consiguió detenerlos gracias a la participación de las milicias jesuitas.


Los permanentes ataques de los bandeirantes forzaron a una mayor
militarización de las misiones. Las reducciones empezaron a fortificarse
y a formar milicias armadas con armas de fuego y entrenadas en tácticas
de guerra modernas combinadas a sus tácticas selváticas clásicas
gracias al entrenamiento con veteranos de las guerras europeas.7
De esta manera se constituyeron milicias permanentes a las que, a
cambio de participar en campañas convocadas por los gobernadores de
Asunción y Buenos Aires, se liberaba de la mita.8 Aparte de esto, los guaraníes cooperaron frecuentemente en los asedios a la Colonia del Sacramento:9 en 1680 lucharon 4000, en 1704-1705 3000 y en 1735-1736 otra vez tres mil.10


Los milicianos guaraníes participaron también de las numerosas campañas de castigo contra otros indios como los guaycurúes, payaguás y mbyás, feroces tribus del Gran Chaco que lanzaban frecuentemente ataques contra las haciendas y pueblos del Paraguay.11 En 1702, además, derrotaron a los charrúas con los que habían entrado en conflicto por extensos territorios de la Banda Oriental aptos para que pastaran sus ganados.12
Sin embargo, la mano de obra guaraní no sería tan solo usada para
apoyar en las campañas militares. Altamente cualificados fueron
solicitados para ayudar en la construcción de fortalezas, destacando en
especial las murallas de Montevideo.


Las milicias de las misiones tuvieron también una participación importantísima en la supresión de la Segunda revolución comunera del Paraguay (1721-1735).13 En 1724,
tras años de conflicto entre los comuneros —que entre otras cosas
solicitaban que las misiones quedaran gobernadas por corregidores que
acabaran con la autonomía autárquica de estas— y los jesuitas en las
cortes de justicia, el enfrentamiento se trasladó al campo de batalla
cuando éstos últimos, siguiendo las órdenes del virrey del Perú José de Armendáriz, prepararon un ejército de dos mil indios a orillas del río Tebicuary, aunque fueron atacados sorpresivamente por un ejército asunceño superior y vencidos.14 En 1726
los jesuitas, gracias a su apoyo al gobierno real, consiguieron la
autonomía frente al gobernador de Paraguay y seis años después
movilizaron siete mil indios para defender el Tebicuary de ataques desde
Asunción.15 En 1735, Bruno de Zavala, gobernador del Río de la Plata,
decidió organizar una expedición con la que acabar con los rebeldes.
Los jesuitas inmediatamente le dieron su apoyo, organizaron más de 6000
guaraníes cerca del Tebicuary y otros 6000 quedaron de reserva en sus
misiones.16 Pronto se sumaron a la tropa de Zavala, más de 8000 hombres, que el 14 de marzo de 1735 obtuvo la decisiva victoria de Batalla de Tabapy marcando así el fin de la insurrección.


La demostración del poder militar de las misiones impresionó e intimidó a los vecinos de Asunción y Corrientes,17 que desde entonces desconfiaron de los misioneros sobremanera. Pocas décadas después se produjo la guerra guaranítica que terminó siendo usada como el principal argumento para expulsar a los jesuitas, a los que no se consideraba leales al rey.


El final de las reducciones

A partir de inicios del siglo XVIII, las reformas borbónicas puestas en marcha por esta nueva dinastía a fin de evitar el lento proceso de decadencia en que se encaminó la monarquía hispánica, alcanzaron también al aspecto religioso en donde la corona aplicó el regalismo.


El rey español Carlos III, imitando las políticas seguidas en el Reino de Portugal (1759) y en el Reino de Francia (1762), a través de la Pragmática Sanción de 1767,
emitida el 27 de febrero de ese año, ordenó la expulsión de los
jesuitas de todos los dominios de la corona de España, incluyendo los de
América y los demás ultramarinos,
cifra que alcanzó a más de 6000 religiosos. El ataque de la monarquía a
esta orden religiosa también alcanzó sus bienes temporales toda vez que
ya que la pragmática también decretó la incautación del patrimonio de
la Compañía de Jesús.18



Las ruinas jesuitas de la Santísima Trinidad del Paraná, en la ciudad de igual nombre, departamento de Itapúa, Paraguay.
Poco tiempo después, el 21 de julio de 1773, el papa Clemente XIV dictó el breve apostólico Dominus ac Redemptor, suprimiendo la Compañía de Jesús,19 que únicamente logró subsistir en Rusia y volvió a autorizarse por Pío VII en 1814.


Las reducciones guaraníes no se disolvieron de inmediato, sino que se
reemplazaron a los jesuitas con nuevos directores seculares que no
tenían los ideales de los primeros. Tampoco fueron exitosos las
direcciones de los franciscanos, dominicos y mercedarios que tomaron a su cargo los pueblos misioneros, constituyéndose la Gobernación de las Misiones Guaraníes.


Pero los años inmediatamente posteriores a la expulsión la emigración
de indios se multiplico. Grupos de guaraníes ya habían empezado a
buscar refugio en Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, la Banda Oriental y
Buenos Aires de los ataques de españoles y criollos y las malocas de los
paulistas. En 1801, cuando los lusitanos ocuparon definitivamente las
Misiones Orientales un importante contingente de sus habitantes se
refugió en el actual territorio uruguayo, especialmente su campiña.20
Otros volvieron a sus selvas mientras algunos se sirvieron del
entrenamiento como artesanos que habían aprendido en las reducciones
para vivir en las ciudades. Hubo una rápida disminución de la población.


La creación del virreinato del Río de la Plata en 1776,
que fue el último creado por la corona española como una escisión del
virreinato del Perú en su intento de reorganizar la administración de
sus colonias en América, no logró detener la decadencia de estos
pueblos.


A partir de 1810, durante las guerras de independencia hispanoamericanas, los guaraníes apoyaron los cambios radicales económicos, políticos y sociales propuestos por el caudillo José Gervasio Artigas,
donde la situación del indio tenía especial preocupación. Este afianzó
su poder en las regiones de mayoría mestiza o indígena, lo que hace
comprensible que Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, la Banda Oriental y
las Misiones Orientales se sumaran a su Liga Federal. Durante dicho periodo otro gran contingente de las Misiones Orientales se refugió en las tierras del actual Uruguay.20


Posteriormente, en 1820 Artigas fue vencido por el enterriano Francisco Ramírez y obligado a exiliarse en Paraguay.
Cerca de cuatro mil guaraníes artiguistas de las Misiones Occidentales,
Corrientes y Entre Ríos se refugiaron en la Banda Oriental. En 1828 Fructuoso Rivera ocupo brevemente las Misiones Orientales, pero debió retirarse tras firmar el Convención Preliminar de Paz, llevándose consigo cuatro a ocho mil indios misioneros a la Banda y fundando Santa Rosa del Cuareim.20
Durante su campaña, el ejército de 500 soldados de Rivera triplicó su
número gracias a los reclutas tapés y charrúas que se sumaron.21


En cuanto a la planta física, en las primeras décadas del siglo XIX las tropas del general del Brasil Francisco das Chagas Santos y el dictador paraguayo Gaspar Rodríguez de Francia causaron graves daños a los edificios. El golpe de gracia vino por el sucesor de Francia, Carlos Antonio López cuando éste abolió forzosamente y destruyó las comunidades quedándose con las tierras.


En recuerdo de la obra jesuítica, las regiones que ocuparon antaño las reducciones hoy son llamadas «misiones».


Patrimonio de la Humanidad

Misiones jesuíticas guaraníes: San Ignacio Miní, Santa Ana, Nuestra Señora de Loreto y Santa María la Mayor (Argentina), Ruinas de São Miguel das Missões (Brasil)
UNESCO logo.svg Welterbe.svg

Nombre descrito en la Lista del Patrimonio de la Humanidad
Ruinas-saomiguel13.jpg

Reducción jesuítica de San Miguel Arcángel, en Brasil, la primera que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983

Coordenadas 27°15′19″S 55°31′54″OCoordenadas: 27°15′19″S 55°31′54″O{{#coordinates:}}: no puede tener más de una etiqueta principal por página
País Flag of Argentina.svg Argentina

Flag of Brazil.svg Brasil
Tipo Cultural
Criterios iv
N.° identificación 275
Región América Latina y el Caribe
Año de inscripción 1983 (VII sesión)
Año de extensión 1984
[editar datos en Wikidata]
Misiones jesuíticas guaraníes: Santísima Trinidad del Paraná y Jesús de Tavarangué
UNESCO logo.svg Welterbe.svg

Nombre descrito en la Lista del Patrimonio de la Humanidad
Coordenadas 27°15′19″S 55°31′54″OCoordenadas: 27°15′19″S 55°31′54″O{{#coordinates:}}: no puede tener más de una etiqueta principal por página
País Flag of Paraguay.svg Paraguay
Tipo Cultural
Criterios iv
N.° identificación 648
Región América Latina y el Caribe
Año de inscripción 1993 (XVII sesión)
[editar datos en Wikidata]
Algunas de las misiones jesuíticas guaraníes han sido declaradas lugar Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Cada una de ellas se caracteriza por un plan específico y un diferente estado de conservación.


Al presente 2013 siete son los impresionantes restos que el organismo cultural ha protegido. La primera declaración data de 1983 y fue para las ruinas de São Miguel das Missões, ubicadas en el sur de Brasil.


En 1984, cuatro misiones ubicadas en Argentina merecieron idéntico reconocimiento por parte de la Unesco: los restos de San Ignacio Miní, Santa Ana, Nuestra Señora de Loreto y Santa María la Mayor.


En 1993 el número se amplió con la declaración que alcanza a dos misiones situadas en Paraguay: la Misión jesuítica de Jesús de Tavarangué y la Misión jesuítica de Santísima Trinidad del Paraná.


Esquemáticamente las misiones que han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad son las siguientes:


Código Nombre Lugar actual Estado actual Coordenadas Año
291-001 São Miguel das Missões Santo Ângelo, estado de Río Grande del Sur Brasil 28°32′51″S 54°33′18″O 1983
291-002 San Ignacio Miní San Ignacio, departamento San Ignacio, provincia de Misiones Argentina 27°15′19″S 55°31′54″O 1984
291-003 Nuestra Señora de Santa Ana Santa Ana, departamento Candelaria, provincia de Misiones Argentina 27°23′18.3438″S 55°34′49.785″O 1984
291-004 Nuestra Señora de Loreto Cerro Corá, departamento Candelaria, provincia de Misiones Argentina 27°19′56.6544″S 55°31′12.687″O 1984
291-005 Santa María la Mayor Santa María, departamento Concepción, provincia de Misiones Argentina 27°53′29.7162″S 55°20′42.5682″O 1984
291-006 Misión jesuítica de Santísima Trinidad del Paraná Encarnación, en el distrito de Trinidad en Itapúa Paraguay 27°8′00.0″S 55°42′00.0″O 1993
291-006 Misión jesuítica de Jesús de Tavarangué Encarnación, en el distrito de Trinidad en Itapúa Paraguay 27°3′22″S 55°45′11″O 1993

Véase también

Notas


  • "Muchos
    miles de guaraníes huían de las misiones al actual territorio uruguayo
    debido a que no soportaban la disciplina del estilo de vida de esos
    lugares o por las frecuentes epidemias de viruela." «Renzo Pi Hugarte y los charrúas: Tabaré, that's right». Montevideo Portal. Consultado el 16 de agosto de 2012. Reproducido a su vez en Portal Guaraní. 26 de febrero de 2010. Consultado el 25 de junio de 2012.

    1. José María Iraburu (2003). "La región del Río de la Plata". Hechos de los apóstoles en América. Pamplona: Fundación GRATIS DATE, pp. 185-189. La creencia en la Tierra Sin Mal fue el principal motivo de las grandes migraciones guaraníes, por ejemplo «diez mil tupinamba, de 1540 a 1549, desde Pernambuco hasta Perú, donde llegaron sólamente trescientos; y la que condujo, entre 1820 y 1912, a tres tribus guaraní del Paraná superior hasta la costa del Atlántico». En 1561 y 1639 60 000 tupinambas emigrando desde el nordeste de Brasil huyendo de los bandeirantes hasta Perú pero al encontrar blancos también ahí dieron vuelta y se establecieron en el centro del Amazonas (Universidad Nacional de Colombia. Sede Amazonia). Ambos casos eran producto de las migraciones constantes de tribus tupíes desde la costa brasileña al interior del continente huyendo de los lusitanos entre 1530-1612 para evitar ser esclavizadas (Parés, Carmen Helena & González Almeida, Ramón (1995). Huellas KA-TU-GUA: Cronología de la resistencia KA-TU-GUA: S. XVI.
      Tomo II. Caracas: Editorial CDCH UCV (Universidad Central de Venezuela.
      Consejo de Desarrollo Científico y humanistico), pp. 171. ISBN 978-9-80000-631-3).

    Referencias


    1. Assunção, Fernando O. (1975). El
      nacimiento de nuestra nación, 1811 a 1830: exposición
      histórico-didáctica, Palacio Legislativo, Montevideo, República Oriental
      del Uruguay
      . Uruguaya Colombino, pp. 159.

    Bibliografía

    • Alvear, Diego de (ca. 1791). Relación
      geográfica e histórica de la Provincia de Misiones del Brigadier D.
      Diego de Alvear. Primer Comisario y Astrónomo en Gefe de la Segunda
      División de límites, por la corte de España, en América, en Pedro de
      Angelis (comp.); Colección de obras y documentos relativos a la historia
      antigua y moderna de las Provincias del Río de la Plata, vol. III
      . Buenos Aires: Plus Ultra.
    • Azara Félix de. Geografía, física y esférica de las provincias del
      Paraguay y misiones guaraníes. Año de 1era. Edición: 1904. Anales del
      Museo Nacional de Montevideo.
    • Ganson, Barbara (2003). The Guarani under Spanish Rule in the Rio de la Plata. Stanford University Press. ISBN 0-8047-5495-0.
    • Rey Fajardo, José del (2001). Una utopía sofocada: reducciones jesuíticas en la Orinoquía. Madrid: Marcial Pons. ISBN 84-72488977.
    • Sepp, Anton. "Relación de viaje a las misiones jesuíticas." 1696. Buenos Aires: EUDEBA (1971).
    • Sepp, Anton. "Continuación de las labores apostólicas." 1709. Buenos Aires: EUDEBA (1973).
    • Wilde, Guillermo (2010). "Entre
      la duplicidad y el mestizaje: prácticas sonoras en las misiones
      jesuíticas de Sudamérica" en "A tres bandas. Mestizaje, sincretismo e
      hibridación en el espacio sonoro iberoamericano"
      . Ediciones AKAL.

    Enlaces externos

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  • La mayoría habitantes de la provincia de Santa Fe (15.000 a 20.000 en 1820) a inicios del siglo XIX eran descendientes de inmigrantes de las misiones jesuítas. Sir Woodbine Parish (1853). Buenos Aires y las provincias del Rio de la Plata: desde su descubrimiento y conquista por los Españoles. Tomo II. Buenos Aires: Imprenta de Mayo, pp. 14-15.


  • Hacia 1640
    las misiones de los jesuitas eran 152 y tenían medio millón de indios
    cristianizados (incluyendo guaraníes, omaguas, ucayabes, etc.) y se
    extendían por desde Maynas, Marañón, Quito hasta Pará y la cuenca del Plata, sin embargo, ese año se produce la independencia de Portugal
    y estos empiezan a lanzar incursiones contra las misiones de los
    jesuitas españoles con la intención de conseguir esclavos para sus minas
    y plantaciones. Lorenzo Hervás, Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas..., pp. 260-261.


  • Leonardo Haberkorn (2004). "Uruguay Tierra Guaraní". Flavio Danesse. Consultado el 21 de julio de 2012. Desde 1680
    miles de guaraníes de las misiones empezaron a ingresar a la Banda
    Oriental para atacar Colonia, en poder portugués, a estos se les unieron
    otros tantos que huían de las frecuentes pestes que estallaban en
    ellas. También lucharon contra los charrúas, en 1702
    2.000 indios guaraníes los atacaron para reducirlos a misiones. Otros
    2.000 guaraníes participaron de la construcción de las murallas de Montevideo (1724-1726) al ser una mano de obra muy cualificada.


  • Leonardo Haberkorn (2004). "Uruguay Tierra Guaraní". Flavio Danesse. Consultado el 21 de julio de 2012. A partir de 1750 los guaraníes empezaron a abandonar las misiones y radicarse en varias regiones del Río de La Plata, en especial la Banda Oriental. En 1754 España le entregó a Portugal parte del territorio de las misiones a cambio de Colonia del Sacramento,
    ante esto los indios temerosos de que los lusitanos los esclavizaran se
    rebelaron y tras dos años de guerra fueron vencidos. Aprovechando los
    sucesos estos últimos raptaron a 3.000 guaraníes y los llevaron a Viamão como esclavos, pero muchos consiguieron escapar a la Banda.


  • En 1732 las misiones tenían 144 252 indios pero en 1734 murieron por una epidemia de sarampión 18 663 y en 1737 30 000 más, en 1755 miles más huyeron a los bosques al saber las consecuencias del Tratado de Madrid (1750). Lorenzo Hervás (1800). Catálogo
    de las lenguas de las naciones conocidas: y numeración, división, y
    clases de estas según la diversidad de sus idiomas y dialectos
    . Tomo V. Madrid: Imprenta de la Administración del Real Arbitrio de Beneficencia, pp. 141.


  • En 1735 las milicias guaraníes sumaban de 7000 a 8000 indígenas de las mismas misiones. Branislava Sušnik (1980). Los aborígenes del Paraguay: Etnohistoria de los guaraníes. Época colonial. Tomo II. Asunción: Museo Etnográfico Andrés Barbero, pp. 235; Carmen Helena Parés (1995). Huellas KA-TU-GUA: Cronología de la resistencia KA-TU-GUA: S. XVI. Caracas: Anauco Ediciones. Consejo de Desarrollo Científico y humanistico de la Universidad Central de Venezuela, pp. 421. ISBN 980-00-0675-1.


  • Leonardo Haberkorn (2004). "Uruguay Tierra Guaraní". Flavio Danesse. Consultado el 21 de julio de 2012. Desde 1767 el proceso de abandono de las misiones se acelero, tras la expulsión de los jesuitas (la corona española venía aplicando políticas cada vez más centralistas desde la instauración de la Casa de Borbón las que chocaban directamente con la tradicional autonomía de las misiones), unos 15 000 indios huyeron a las llanuras del río Uruguay en la Banda Oriental y muchos más en 1777 cuando muchas misiones pasaron a poder lusitano.


  • En 1769 las misiones incluían 57 pueblos, 12 colegios y una universidad con 113 716 indios. Fernando Arellano (1987). Una introducción a la Venezuela prehispánica: culturas de las naciones indígenas venezolanas. Universidad Católica Andrés Bello, pp. 186. ISBN 978-9-80244-006-1.


  • UNESCO.
    Jesuit Missions of the Guaranis: San Ignacio Mini, Santa Ana, Nuestra
    Señora de Loreto and Santa Maria Mayor (Argentina), Ruins of Sao Miguel
    das Missoes (Brazil)http://whc.unesco.org/en/list/275/.


  • Robert H. Jackson (2004). "Una mirada a los patrones demográficos de las misiones jesuitas de Paraguay". Fronteras de la Historia. Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), vol. 9, Bogotá, Colombia, pp. 129-178, véase pp. 162, ISBN 0123-4676.


  • Patrimonio Jesuítico: San Ignacio Miní.


  • Sepp (1971), p. 203.


  • Wilde (2010), p. 103.


  • Wilde (2010), ibid.


  • Avellaneda & Quarleri, 2007: 110


  • Avellaneda & Quarleri, 2007: 111


  • Avellaneda & Quarleri, 2007: 119


  • José Andrés Carrazzoni (1999). La Epopeya Del Indio Andresito. Buenos Aires: Editorial Dunken, pp. 33. ISBN 978-9-87518-309-4.


  • Mercedes Avellaneda & Lía Quarleri. "Las milicias guaraníes en el Paraguay y Río de la Plata". Estudios Ibero-Americanos. PUCRS, vol. XXXIII, n° 1, junio de 2007, pp. 113


  • Avellaneda & Quarleri, 2007: 121


  • Avellaneda & Quarleri, 2007: 115


  • Avellaneda & Quarleri, 2007: 116


  • Avellaneda & Quarleri, 2007: 117


  • Parés, 1995: 421


  • Avellaneda & Quarleri, 2007: 123


  • Las Reducciones Jesuíticas, Testimonio de amor cristiano y evangelización. 1606-1767


  • Clemente XIV (21 de julio de 1773). «Breve de supresión 'Dominus ac Redemptor'». Roma. Consultado el 17 de enero de 2015.


  • Yarza Rovira, Enrique Javier (2005). "Génesis y evolución del mestizaje en el Río de la Plata". En Herencia indígena en el Uruguay: trabajos presentados en las Primeras Jornadas de Genealogía Indígena del Mercosur.
    Edición de Juan Villegas. Montevideo: Linardi y Risso & Instituto
    de Estudios Genealógicos del Uruguay, pp. 49-80 (véase pp. 70).


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