¿Qué es la Torá?
La Torá es una guía. Las cosas valiosas (las podadoras de
césped, los mp3, las furgonetas) vienen con un manual de instrucciones
para utilizarlas de manera adecuada. Lo mismo sucede con eso tan valioso
(y complicado) que denominamos vida: el Fabricante incluyó un manual de
instrucciones.
La Torá es un contrato. Cuando dos personas entran en una
sociedad y amarran sus futuros financieros a un destino común, redactan
un contrato que explicita sus respectivos deberes y compromisos. Cuando
dos personas se casan, se redacta un contrato llamado ketubá, que
cumple la misma función. La Torá es nuestro contrato de casamiento con
Di-s, el documento que detalla los deberes y compromisos que asumimos
cuando Di-s nos eligió como su pueblo y nosotros lo elegimos a Él como
nuestro Di-s en el Sinaí.
La Torá es identidad. ¿Qué conecta a los judíos de piel negra de Etiopía con los jasidim
de barba roja de Moscú? ¿Qué tiene en común el cineasta judío de la
costa oeste de Estados Unidos con su abuelo vendedor ambulante o con su
ancestro que cultivaba aceitunas? Nada. No comparten la lengua, los
rasgos ni la dieta. Dos judíos cualesquiera pueden ser tan diversos en
su cultura o en su genética como dos miembros cualesquiera de la raza
humana. Pero el Shemá que hoy se recitó en una sinagoga canadiense es el mismo Shemá proclamado en Egipto hace 3500 años; el criterio para construir la mikve
en Metzadá es el mismo que se usó para la que se abrió en Brasil la
semana pasada. La Torá une los continentes y acorta las brechas entre
las generaciones para servir como la única expresión común de nuestro
judaísmo.
La Torá es visión. ¿Por qué estamos aquí? ¿Hacia dónde vamos?
“Un arquitecto que construye un palacio”, cita el Midrash, “tiene
pergaminos y cuadernos que consulta para saber cómo construir las
habitaciones, dónde poner las puertas. Así fue con Di-s: Él miró en la
Torá y creó el mundo”. La Torá es el plano divino para la creación, la
visión que ilumina los fundamentos de la existencia, su propósito y su
significado. Estudiar y vivir la Torá es entender y experimentar la
esencia de la realidad.
La Torá es hija y esposa. Los sabios del Talmud ofrecen una
fascinante parábola de nuestra relación especial con Di-s y del papel
que cumple la Torá en esa relación:
Había una vez un rey que tenía una única hija, y uno de los reyes fue
a casarse con ella. Cuando su marido quiso retornar a su país, el padre
de la muchacha le dijo: “Mi hija, cuya mano te he concedido, es mi
única hija; no puedo separarme de ella. Tampoco puedo decirte ‘no te la
lleves’, porque es tu esposa. Sin embargo, te pido este favor: donde sea
que vayas a vivir, prepárame una habitación, porque es posible que viva
contigo, ya que no puedo dejar a mi hija”.
De la misma forma, Di-s dijo a Israel: “te he dado la Torá. No puedo
separarme de ella, y tampoco puedo pedirte que no te la lleves. Pero te
pido lo siguiente: adonde sea que vayas, haz para mí una casa en la que
pueda vivir”.
¿Qué puede ser más poderoso que el vínculo entre padre e hijo? Uno es
la extensión misma del ser del otro. Para quien está fuera pueden
parecer dos individuos, pero en esencia son uno. De hecho, se nos
refiere como “hijos de Di-s” (Devarim 14:1), lo que afirma lo absoluto de nuestro vínculo.
Sin embargo, hay un elemento que parece faltar en la relación
padre-hijo: la elección. El hijo no eligió ser hijo de su padre. Ni el
padre eligió a este individuo en particular para que fuera su hijo; si
hubiera podido, habría elegido a alguien más sabio, más amable, más
bello o más talentoso. Uno puede entonces argumentar que si dos personas
están conectadas en esencia, es sólo en esencia que están conectadas:
los adornos más “externos” de la personalidad (la inteligencia, el
carácter, el atractivo físico, los logros), las mismas cosas que suelen
ser los elementos más “emocionantes” de las relaciones, están presentes
en la relación padre-hijo sólo porque no hay otra opción, y entonces
carece del significado y de la importancia personal que surgen cuando se
elige de forma consciente y a voluntad.
Así entra en juego una nueva metáfora: la de la relación entre un
gran sabio y su brillante discípulo. La suya es una relación que se basa
en los atributos de cada uno. El amor y la devoción del
discípulo se ven motivados por la grandeza del sabio; el amor y la
devoción del maestro se ven motivados por la inteligencia y la
diligencia del discípulo. El maestro y el alumno han elegido vincularse el uno con el otro.
Aun así, resulta obvio que la relación maestro-discípulo carece de la naturaleza esencial del vínculo padre-hijo.
Ahora imagina esto: eres un gran rey, y lo más precioso de tu vida es
tu única hija. Y ahora debes elegir al hombre que se convertirá en tu
yerno.
La Torá es la hija de Di-s. Y la Torá es la novia de Israel. Si nos
casamos con la hija del Rey, nos unimos a ella, y nos hacemos uno con la
que es uno con Él. Es una unidad esencial, y sin embargo una unidad
elegida.
césped, los mp3, las furgonetas) vienen con un manual de instrucciones
para utilizarlas de manera adecuada. Lo mismo sucede con eso tan valioso
(y complicado) que denominamos vida: el Fabricante incluyó un manual de
instrucciones.
La Torá es un contrato. Cuando dos personas entran en una
sociedad y amarran sus futuros financieros a un destino común, redactan
un contrato que explicita sus respectivos deberes y compromisos. Cuando
dos personas se casan, se redacta un contrato llamado ketubá, que
cumple la misma función. La Torá es nuestro contrato de casamiento con
Di-s, el documento que detalla los deberes y compromisos que asumimos
cuando Di-s nos eligió como su pueblo y nosotros lo elegimos a Él como
nuestro Di-s en el Sinaí.
La Torá es identidad. ¿Qué conecta a los judíos de piel negra de Etiopía con los jasidim
de barba roja de Moscú? ¿Qué tiene en común el cineasta judío de la
costa oeste de Estados Unidos con su abuelo vendedor ambulante o con su
ancestro que cultivaba aceitunas? Nada. No comparten la lengua, los
rasgos ni la dieta. Dos judíos cualesquiera pueden ser tan diversos en
su cultura o en su genética como dos miembros cualesquiera de la raza
humana. Pero el Shemá que hoy se recitó en una sinagoga canadiense es el mismo Shemá proclamado en Egipto hace 3500 años; el criterio para construir la mikve
en Metzadá es el mismo que se usó para la que se abrió en Brasil la
semana pasada. La Torá une los continentes y acorta las brechas entre
las generaciones para servir como la única expresión común de nuestro
judaísmo.
La Torá es visión. ¿Por qué estamos aquí? ¿Hacia dónde vamos?
“Un arquitecto que construye un palacio”, cita el Midrash, “tiene
pergaminos y cuadernos que consulta para saber cómo construir las
habitaciones, dónde poner las puertas. Así fue con Di-s: Él miró en la
Torá y creó el mundo”. La Torá es el plano divino para la creación, la
visión que ilumina los fundamentos de la existencia, su propósito y su
significado. Estudiar y vivir la Torá es entender y experimentar la
esencia de la realidad.
La Torá es hija y esposa. Los sabios del Talmud ofrecen una
fascinante parábola de nuestra relación especial con Di-s y del papel
que cumple la Torá en esa relación:
Había una vez un rey que tenía una única hija, y uno de los reyes fue
a casarse con ella. Cuando su marido quiso retornar a su país, el padre
de la muchacha le dijo: “Mi hija, cuya mano te he concedido, es mi
única hija; no puedo separarme de ella. Tampoco puedo decirte ‘no te la
lleves’, porque es tu esposa. Sin embargo, te pido este favor: donde sea
que vayas a vivir, prepárame una habitación, porque es posible que viva
contigo, ya que no puedo dejar a mi hija”.
De la misma forma, Di-s dijo a Israel: “te he dado la Torá. No puedo
separarme de ella, y tampoco puedo pedirte que no te la lleves. Pero te
pido lo siguiente: adonde sea que vayas, haz para mí una casa en la que
pueda vivir”.
¿Qué puede ser más poderoso que el vínculo entre padre e hijo? Uno es
la extensión misma del ser del otro. Para quien está fuera pueden
parecer dos individuos, pero en esencia son uno. De hecho, se nos
refiere como “hijos de Di-s” (Devarim 14:1), lo que afirma lo absoluto de nuestro vínculo.
Sin embargo, hay un elemento que parece faltar en la relación
padre-hijo: la elección. El hijo no eligió ser hijo de su padre. Ni el
padre eligió a este individuo en particular para que fuera su hijo; si
hubiera podido, habría elegido a alguien más sabio, más amable, más
bello o más talentoso. Uno puede entonces argumentar que si dos personas
están conectadas en esencia, es sólo en esencia que están conectadas:
los adornos más “externos” de la personalidad (la inteligencia, el
carácter, el atractivo físico, los logros), las mismas cosas que suelen
ser los elementos más “emocionantes” de las relaciones, están presentes
en la relación padre-hijo sólo porque no hay otra opción, y entonces
carece del significado y de la importancia personal que surgen cuando se
elige de forma consciente y a voluntad.
Así entra en juego una nueva metáfora: la de la relación entre un
gran sabio y su brillante discípulo. La suya es una relación que se basa
en los atributos de cada uno. El amor y la devoción del
discípulo se ven motivados por la grandeza del sabio; el amor y la
devoción del maestro se ven motivados por la inteligencia y la
diligencia del discípulo. El maestro y el alumno han elegido vincularse el uno con el otro.
Aun así, resulta obvio que la relación maestro-discípulo carece de la naturaleza esencial del vínculo padre-hijo.
Ahora imagina esto: eres un gran rey, y lo más precioso de tu vida es
tu única hija. Y ahora debes elegir al hombre que se convertirá en tu
yerno.
La Torá es la hija de Di-s. Y la Torá es la novia de Israel. Si nos
casamos con la hija del Rey, nos unimos a ella, y nos hacemos uno con la
que es uno con Él. Es una unidad esencial, y sin embargo una unidad
elegida.
By Yanki Tauber
By Yanki Tauber; based on the teachings of the Rebbe.
Illustration: Mosaic by Chassidic artist Michoel Muchnik.
Discusión (3)
9 Junio, 2016
En realidad no tengo mucho conocimiento pero siento
De estudiar mas a cerca de lo que es la Torá.
De estudiar mas a cerca de lo que es la Torá.
Glenda Flores
Haltom City Texas 76111
Haltom City Texas 76111
5 Junio, 2016
¿Qué es la Torá?
Gracias por la enseñanza, sencilla practica y de profunda expresión espiritual.
Mario Nuñez
Arequipa-Peru
Arequipa-Peru
29 Mayo, 2016
Agradezco inmensamente la definición y
ejemplo tan claro quedan a la palabra tora,todos los articulos q
escriben están llenos de enseñanzas con una claridad y objetividad que
me deja muy satisfecha.
Doy gracias al padre eterno por pemitirme llegar a conocer mas y mas de nuestro creador por medio de ustedes.
Hace
ya mas de un año que diariamente hago el estudo de la tora hoy tengo un
concepto de Dios de sus leyes su pueblo del requerimiento de nuestro
padre eterno hacia la humanidad que difiere mucho al conocimiento que
adquirí 50 años tras, les estoy eternamente agradecida
ejemplo tan claro quedan a la palabra tora,todos los articulos q
escriben están llenos de enseñanzas con una claridad y objetividad que
me deja muy satisfecha.
Doy gracias al padre eterno por pemitirme llegar a conocer mas y mas de nuestro creador por medio de ustedes.
Hace
ya mas de un año que diariamente hago el estudo de la tora hoy tengo un
concepto de Dios de sus leyes su pueblo del requerimiento de nuestro
padre eterno hacia la humanidad que difiere mucho al conocimiento que
adquirí 50 años tras, les estoy eternamente agradecida
Gloria ines
DosquebrDes
DosquebrDes
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