San Agustín | ||
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Retrato de Philippe de Champaigne |
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Obispo y Padre Latino | ||
Proclamado Doctor de la Iglesia el 20 de septiembre de 1295 por el papa Bonifacio VIII | ||
Nombre | Aurelius Augustinus Hipponensis | |
Nacimiento | 13 de noviembre de 354 Tagaste, Imperio romano |
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Fallecimiento | 28 de agosto de 430 Hipona, Imperio romano de Occidente |
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Venerado en | Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Iglesias orientales, Iglesias protestantes | |
Festividad |
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Atributos | Vestiduras episcopales, libro y corazón flameante | |
Patronazgo | Teología | |
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El «Doctor de la Gracia» fue el máximo pensador del cristianismo del primer milenio y según Antonio Livi uno de los más grandes genios de la humanidad.2 Autor prolífico,3 dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología siendo Confesiones y La ciudad de Dios sus obras más destacadas.
Índice
Biografía
Infancia y adolescencia
San Agustín nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, pequeña ciudad de Numidia en el África romana. Su padre, llamado Patricio, era un pequeño propietario pagano y su madre, Santa Mónica, es puesta por la Iglesiacomo ejemplo de «mujer cristiana», de piedad y bondad probadas, madre
abnegada y preocupada siempre por el bienestar de su familia, aún bajo
las circunstancias más adversas.4
y al ver cómo el joven Agustín se separaba del camino del cristianismo
se entregó a la oración constante en medio de un gran sufrimiento. Años
más tarde Agustín se llamará a sí mismo "el hijo de las lágrimas de su
madre".5 En Tagaste, Agustín comenzó sus estudios básicos, posteriormente su padre le envía a Madaura a realizar estudios de gramática.6
Agustín fue maniqueo y orador imperial en Milán.7 Era el rival en oratoria del obispo Ambrosio de Milán, figura que después hizo a Agustín conocer los escritos de Plotino y las epístolas de Pablo de Tarso.
Por medio de estos escritos se convirtió al cristianismo. Ya como
obispo, escribió libros que lo posicionan como uno de los cuatro
primeros Padres de la Iglesia. La vida de Agustín fue un claro ejemplo del cambio que logró con la adopción de un conjunto de creencias y valores.
San Agustín se destacó en el estudio de las letras. Mostró un gran interés hacia la literatura, especialmente la griega clásica y poseía gran elocuencia.8 Sus primeros triunfos tuvieron como escenario Madaura y Cartago, donde se especializó en gramática y retórica.6 Durante sus años de estudiante en Cartago desarrolló una irresistible atracción hacia el teatro.
Al mismo tiempo, gustaba en gran medida de recibir halagos y la fama,
que encontró fácilmente en aquellos primeros años de su juventud.
Durante su estancia en Cartago mostró su genio retórico y sobresalió en
concursos poéticos y certámenes públicos. Aunque se dejaba llevar por
sus pasiones, y seguía abiertamente los impulsos de su espíritu sensual,
no abandonó sus estudios, especialmente los de filosofía. Años después, el mismo Agustín hizo una fuerte crítica sobre esta etapa de su juventud en su libro Confesiones.
A los diecinueve años, la lectura de Hortensius de Cicerón
despertó en la mente de Agustín el espíritu de especulación y así se
dedicó de lleno al estudio de la filosofía, ciencia en la que
sobresalió. Durante esta época el joven Agustín conoció a una mujer con
la que mantuvo una relación estable de catorce años y con la cual tuvo
un hijo: Adeodato.
En su búsqueda incansable de respuesta al problema de la verdad,
Agustín pasó de una escuela filosófica a otra sin que encontrara en
ninguna una verdadera respuesta a sus inquietudes. Finalmente abrazó el
maniqueísmo creyendo que en este sistema encontraría un modelo según el
cual podría orientar su vida. Varios años siguió esta doctrina y
finalmente, decepcionado, la abandonó al considerar que era una doctrina
simplista que apoyaba la pasividad del bien ante el mal.8
Sumido en una gran frustración personal decidió, en 383, partir para Roma, la capital del Imperio romano. Su madre quiso acompañarle, pero Agustín la engañó y la dejó en tierra (cf. Confesiones 5,8,15). En Roma enfermó de gravedad. Tras restablecerse, y gracias a su amigo y protector Símaco, prefecto de Roma, fue nombrado "magister rhetoricae" en Mediolanum, la actual Milán.
Conversión al cristianismo
En 385 Agustín se convirtió al cristianismo.9empezó a asistir como catecúmeno a las celebraciones litúrgicas del
obispo Ambrosio, quedando admirado de sus prédicas y su corazón.
Entonces decidió romper definitivamente con el maniqueísmo. Esta noticia
llenó de gozo a su madre, que había viajado a Italia para estar con su hijo, y que se encargó de buscarle un matrimonio acorde con su estado social y dirigirle hacia el bautismo. En vez de optar por casarse con la mujer que Mónica le había buscado, decidió vivir en ascesis; decisión a la que llegó después de haber conocido los escritos neoplatónicos gracias al sacerdote Simpliciano. Los platónicos le ayudaron a resolver el problema del materialismo y el del mal. San Ambrosio le ofreció la clave para interpretar el Antiguo Testamento y encontrar en la Biblia
la fuente de la fe. Por último, la lectura de los textos de san Pablo
le ayudó a solucionar el problema de la mediación y de la gracia. Según
cuenta el mismo Agustín, la crisis decisiva previa a la conversión, se
dio estando en el jardín con su amigo Alipio, reflexionando sobre el
ejemplo de Antonio, oyó la voz de un niño de una casa vecina que decía: toma y lee,10 11 y entendiéndolo como una invitación divina, cogió la Biblia, la abrió por las cartas de Pablo y leyó el pasaje.10 Al llegar al final de esta frase se desvanecieron todas las sombras de duda.12
En 386 se consagró al estudio formal y metódico de las ideas del
cristianismo. Renunció a su cátedra y se retiró con su madre y unos
compañeros a Casiciaco, cerca de Milán, para dedicarse por completo al estudio y a la meditación.
El 24 de abril de 387, a los treinta y tres años de edad, fue
bautizado en Milán por el santo obispo Ambrosio. Ya bautizado, regresó a
África, pero antes de embarcarse, su madre Mónica murió en Ostia, el puerto cerca de Roma.13
Monacato, sacerdocio y episcopado
Cuando llegó a Tagaste, Agustín vendió todos sus bienes y el productode la venta lo repartió entre los pobres. Se retiró con unos compañeros
a vivir en una pequeña propiedad para hacer allí vida monacal. Años después esta experiencia fue la inspiración para su famosa Regla. A pesar de su búsqueda de la soledad y el aislamiento, la fama de Agustín se extendió por todo el país.
En 391 viajó a Hipona para buscar a un posible candidato a la vida
monástica, pero durante una celebración litúrgica fue elegido por la
comunidad para que fuese ordenado sacerdote,
a causa de las necesidades del obispo Valerio de Hipona. Agustín
aceptó, tras resistir, esta elección, si bien con lágrimas en sus ojos.
Algo parecido sucedió cuando se le consagró como obispo en el 395. Entonces abandonó el monasterio de laicos y se instaló en la casa episcopal, que transformó en un monasterio de clérigos.
La actividad episcopal de Agustín fue enorme y variada. Predicó y
escribió incansablemente, polemizó con aquellos que iban en contra de la
ortodoxia de la doctrina cristiana de aquel entonces, presidió concilios y resolvió los problemas más diversos que le presentaban sus fieles. Se enfrentó a maniqueos, donatistas, arrianos, pelagianos, priscilianistas,
académicos, etc. Participó en los Concilios regionales III de Hipona
del 393, III de Cartago del 397 y IV de Cartago del 419, en los dos
últimos como presidente y en los cuales se sancionó definitivamente el Canon bíblico que había sido hecho por el papa Dámaso I en Roma en el Sínodo del 382.
Fallecimiento
Su cuerpo, en fecha incierta, fue trasladado a Cerdeña y, hacia el 725, a Pavía, a la basílica de San Pietro in Ciel d'Oro, donde reposa hoy.
La leyenda del encuentro con un niño junto al mar
Una tradición medieval,que recoge la leyenda, inicialmente narrada sobre un teólogo, que más
tarde fue identificado como san Agustín, cuenta la siguiente anécdota:
cierto día, san Agustín paseaba por la orilla del mar, junto a la playa,
dando vueltas en su cabeza a muchas de las doctrinas sobre la realidad
de Dios, una de ellas la doctrina de la Trinidad. De pronto, al alzar la
vista ve a un hermoso niño, que está jugando en la arena. Le observa
más de cerca y ve que el niño corre hacia el mar, llena el cubo de agua
del mar, y vuelve donde estaba antes y vacía el agua en un hoyo. El niño
hace esto una y otra vez, hasta que Agustín, sumido en una gran
curiosidad, se acerca al niño y le pregunta: «¿Qué haces?» Y el niño le
responde: «Estoy sacando toda el agua del mar y la voy a poner en este
hoyo». Y San Agustín dice: «¡Pero, eso es imposible!». A lo que el niño
le respondió: «Más difícil es que llegues a entender el misterio de la
Santísima Trinidad».
La leyenda es usada en muchos lugares como verdadera; sin embargo, se
trataría de una invención sin fundamento real, pero que se inspira al
menos en la actitud de Agustín como estudioso del misterio de Dios.14
Doctrina
Razón y fe
San Agustín, a los diecinueve años, se pasó al racionalismoy rechazó la fe en nombre de la razón. Sin embargo, poco a poco fue
cambiando de parecer hasta llegar a la conclusión de que razón y fe no
están necesariamente en oposición, sino que su relación es de
complementariedad.15
Según él, la fe es un modo de pensar asintiendo, y si no existiese el
pensamiento, no existiría la fe. Por eso la inteligencia es la
recompensa de la fe. La fe y la razón son dos campos que necesitan ser
equilibrados y complementados.15
Esta postura se sitúa entre el fideísmo y el racionalismo. A los racionalistas les respondió: Crede ut intelligas («cree para comprender») y a los fideístas: Intellige ut credas
(«comprende para creer»). San Agustín quiso comprender el contenido de
la fe, demostrar la credibilidad de la fe y profundizar en sus
enseñanzas.
Interioridad
Agustín de Hipona anticipa a Descartes al sostener que la mente, mientras que duda, es consciente de sí misma: si me engaño existo (Si enim fallor, sum). Como la percepción del mundo exterior puede conducir al error, el camino hacia la certeza es la interioridad (in interiore homine habitat veritas)que por un proceso de iluminación se encuentra con las verdades eternas
y con el mismo Dios que, según él, está en lo más íntimo de la
intimidad.
Las ideas eternas están en Dios y son los arquetipos según los cuales
crea el Cosmos. Dios, que es una comunidad de amor, sale de sí mismo y
crea por amor mediante rationes seminales, o gérmenes que
explican el proceso evolutivo que se basa en una constante actividad
creadora, sin la cual nada subsistiría. Todo lo que Dios crea es bueno,
el mal carece de entidad, es ausencia de bien y fruto indeseable de la libertad del hombre.
Agustín también reflexiona sobre el tiempo desde la perspectiva de la conciencia subjetiva. El interior del hombre, dotado de memoria,
está disperso entre el pasado y el futuro y anhela lo imperecedero. Es a
través del examen de la propia trayectoria existencial y la
introspección en la propia alma, donde Agustín expresa sus convicciones.
Ciudad de Dios
En la historiacoexisten la Ciudad del Hombre, volcada hacia el egoísmo, y la Ciudad
de Dios que se va realizando en el amor a Dios y la práctica de las
virtudes, en especial, la caridad y la justicia. Ni Roma ni ningún Estado
es una realidad divina o eterna, y si no busca la justicia se convierte
en un magno latrocinio. La Ciudad de Dios, que tampoco se identifica
con la Iglesia del mundo presente, es la meta hacia donde se encamina la
humanidad y está destinada a los justos.
Lucha contra las herejías
Agustín acusa al pelagianismo de no creer en el amor gratuito de Dios. La salvación para él no es un merecimiento del hombre por sus buenas obras, sino pura gracia.Agustín también ataca al donatismo. Este no admite a los que en las persecuciones renegaron de la fe. Agustín aboga por la acogida y el perdón.
Ética
Para Agustín de Hipona la ley moral se sintetiza en la célebre frase: ama a Dios y haz lo que quieras. Para Agustín el amor es una perla preciosa que, si no se posee, de nada sirven el resto de las cosas, y si se posee, sobra todo lo demás.Como para otros Padres de la Iglesia,
para Agustín de Hipona la ética social implica la condena de la
injusticia de las riquezas y el imperativo de la solidaridad con los
desfavorecidos
Las riquezas son injustas o porque las adquiriste injustamente oAgustín de Hipona defendió asimismo el bien de la paz y procuró promoverla:
porque ellas mismas son injusticia, por cuanto tú tienes y otro no
tiene, tú vives en la abundancia y otro en la miseria
Psalmos 48
Acabar con la guerra mediante la palabra y buscar o mantener la
paz con la paz y no con la guerra es un título de gloria mayor que matar
a los hombres con la espada
Epístola 229
Recepción
suponen un modelo de biografía interior para muchos autores, que van a
considerar la introspección como elemento importante en la literatura.
Concretamente, Petrarca
fue un gran lector del santo: su descripción de los estados amorosos
enlaza con ese interés por el mundo interior que encuentra en san
Agustín. Descartes descubrió la autoconciencia, que señaló el inicio de
la filosofía moderna, copiando su principio fundamental (cogito ergo
sum/pienso luego existo) no literalmente pero sí en cuanto al sentido,
de san Agustín (si enim fallor, sum/si me equivoco, existo: De civ. Dei
11, 26). Por otro lado, San Agustín va a ser un puente importante entre
la antigüedad clásica y la cultura cristiana. El especial aprecio que
tiene por Virgilio y Platón va a marcar fuertemente los siglos posteriores.
Dos son las principales escuelas del pensamiento filosófico y teológico católico: la platónico-agustiniana y la aristotélico-tomista. La Edad Media, hasta el siglo XIII y el redescubrimiento de Aristóteles, va a ser platónica-agustina.
Agustín y la ciencia
Según el científico Roger Penrose, san Agustín tuvo una «intuición genial» acerca de la relación espacio-tiempo, adelantándose 1500 años a Albert Einstein y a la teoría de la relatividadcuando Agustín afirma que el universo no nació en el tiempo, sino con
el tiempo, que el tiempo y el universo surgieron a la vez.16 Esta afirmación de Agustín también es rescatada por el colega de Penrose, Paul Davies.
Agustín, quien tuvo contacto con las ideas del evolucionismo de Anaximandro, sugirió en su obra La ciudad de Dios
que Dios pudo servirse de seres inferiores para crear al hombre al
infundirle el alma, defendía la idea de que a pesar de la existencia de
Dios, no todos los organismos y lo inerte salían de Él, sino que algunos
sufrían variaciones evolutivas en tiempos históricos a partir de
creaciones de Dios.17
Obras
San Agustín fue un autor prolífico que ha dejado una gran cantidad deobras, elaboradas desde el 386 hasta el 419, tratando temas diversos.
Algunas de ellas son: 18
|
cartas son muy numerosas y a veces extensas. Fueron escritas desde el 386 al 430. Se pueden haber conservado unas 800. |
Veneración
- San Agustín es venerado en la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa, las Iglesias orientales y las Iglesias protestantes (figura en el Calendario de Santos Luterano).
Véase también
- Orden de San Agustín
- Orden de Agustinos Recoletos
- Agustinismo político
- Teología
- Filosofía cristiana
- Categoría:Patronazgo de San Agustín
Notas y referencias
- Aurelii Agustini Hipponae episcopi super loannem librum
- Manuscrito del siglo XV digitalizado, en el Somni en su colección del duque de Calabria.
Bibliografía
- San Agustín. Obras completas de San Agustín. 41 volúmenes. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. ISBN 978-84-220-0448-6.
- — (2012). Obra selecta. Estudio introductorio de Salvador Antuñano. Cartoné. Biblioteca de Grandes Pensadores. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-2459-1.
- —. Ciudad de Dios. Madrid: Editorial Gredos.
- — (2007). Volumen I: Libros I-VIII. ISBN 978-84-249-2883-4.
- — (2012). Volumen II: Libros VIII-XV. ISBN 978-84-249-3661-7.
- — (2010). Confesiones. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1505-6.
- — (2009). La Ciudad de Dios; Vida de San Agustín. BAC Selecciones. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. ISBN 978-84-220-1405-8.
- — (2007). Sobre la música. Seis libros. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-2864-3.
- Sobre Agustín de Hipona
- Brown, Peter (2001). Agustín de Hipona. Madrid: ACENTO Editorial. ISBN 84-483-0608-2.
- Chadwick, Henry (2001). Agustín. Ediciones Cristiandad. ISBN 9788470574375.
- Cremona, Carlo (1991). Agustín de Hipona: la razón y la fe. Ediciones Rialp. ISBN 9788432128042.
- Lacueva, Francisco (2001). Diccionario Teológico Ilustrado. España: CLIE. ISBN 978-84-8267-237-3. Consultado el 11 de abril de 2013.
- Lazcano, Rafael (2007). Bibliografía de San Agustín en lengua española (1502-2006). Editorial Agustiniana. ISBN 84-95745-60-7.
- Przywara, Erich (1984). San Agustín, perfil humano y religioso. Ediciones Cristiandad. ISBN 9788470573590.
- Oroz Reta, José; Galindo Rodrigo, José Antonio; AA.VV. (1998-2010). El
pensamiento de San Agustín para el Hombre de Hoy (en tres tomos. Tomo
I: La Filosofía Agustiniana. Tomo II: Teología Dogmática. Tomo III:
Temas Particulares de Filosofía y Teología). Edicep. ISBN 9788470505033 / ISBN 9788470505034 / ISBN 9788470509995. - Wohl, de, Louis (2001). Corazón inquieto: la vida de San Agustín. Ediciones Palabra. ISBN 9788482394589.
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Agustín.
- Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Agustín de Hipona.
- Wikisource en español contiene obras originales de Agustín de Hipona.
- Textos latinos en Wikisource.
- Obras Completas de San Agustín de Hipona (en español)
- Agustín, Santo, Obispo de Hipona (354-430) en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
- Obras digitales de San Agustín (en español) ordenadas por fecha
- Obras Completas de San Agustín de Hipona (en francés)
- Selección de epístolas (Epistulae): texto latino en el Proyecto Perseus.
- Ramón Trevijano Etcheverría. Patrología. San Agustín de Hipona
- Biografía de San Agustín
- «Biografía de san Agustín» Corazones.org
- Manuscritos de los siglos XII al XV digitalizados de san Agustín de Hipona y sobre su obra, en Somni en su colección del duque de Calabria.
- San Agustín visto y explicado por Benedicto XVI
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Otros proyectos
«Estando en Cartago, el adolescente Agustín abandonó la Iglesia
Católica y se unió a los maniqueos. Cuando llegó a Milán, en el 314,
recién nombrado orador de la ciudad, todavía era maniqueo.»
- Manuscrito del siglo XII digitalizado, en el Somni en su colección del duque de Calabria.
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