miércoles, 20 de julio de 2016

Eduardo Montagut - La causa monárquica ante la Segunda República

Eduardo Montagut - La causa monárquica ante la Segunda República









La causa monárquica ante la Segunda República








Historia







Los
partidos dinásticos del turno político del sistema de la Restauración
–conservadores y liberales- estaban realmente muertos al terminar la
Dictadura de Primo de Rivera. En realidad, llevaban escindidos en
fracciones vinculadas a distintos líderes desde hacía mucho tiempo,
desde la muerte de Cánovas y Sagasta en el cambio de siglo. Muchos de
sus cuadros habían ingresado en la Unión Patriótica, mientras que
algunos destacados personajes habían sufrido la represión del régimen,
como la padecida por Sánchez Guerra, Santiago Alba y el conde de
Romanones, ya que muchos componentes de ambos partidos no aceptaron
nunca que se terminara con el sistema constitucional.



Al terminar la Dictadura, ambos partidos intentaron resurgir y
reconstruir su influencia electoral, basada en el caciquismo, pero las
circunstancias políticas eran muy adversas para resucitar maquinarias
políticas ya obsoletas, a pesar de que en el campo siguieron teniendo
mucho poder como lo demostrarían los resultados que se sacaron en las
elecciones municipales de abril de 1931, algo que debe ser tenido en
cuenta para matizar bien el proceso que llevó a la proclamación de la
República. Por otro lado, retornaron las viejas divisiones, acrecentadas
ahora por las distintas visiones que sus líderes tenían sobre el
período de transición política y sobre el futuro de la Monarquía.


Destacados personajes del sistema político monárquico iniciaron un
intenso debate sobre el futuro. Unos, siendo monárquicos, como Sánchez
Guerra, criticaron abiertamente la actitud de Alfonso XIII, mientras que
otros, como Ángel Ossorio, Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura, se
declararon por la salida republicana desde posiciones moderadas,
encabezando una derecha democrática que pretendía desligarse de los
peores modos políticos del sistema de la Restauración. Otros, como
Romanones aceptaron participar en los intentos de normalizar
constitucionalmente la Monarquía. Por otro lado, las bases sociales del
antiguo sistema de partidos estaban abandonando masivamente la causa
monárquica. La clase media española estaba inclinándose por la
República, habida cuenta del desprestigio de la Monarquía, que sin traer
la Dictadura, había vinculado su suerte a la misma, y ahora pretendía
regresar a la normalidad constitucional.


En este momento histórico surgieron nuevas formaciones políticas.
Destacaría el Bloque Constitucional, formado en marzo de 1930 por el
Partido Reformista de Melquíades Álvarez, junto con sectores liberales y
conservadores afines a Sánchez Guerra, Burgos Mazo y Bergamín. Pero el
Bloque era más bien una tertulia o grupo de opinión de políticos
prestigiosos sin base social alguna, como un partido del pasado. Los
miembros del Bloque eran monárquicos pero críticos con la situación a la
que el rey había llevado a la Monarquía, y no se encontraban muy lejos
de los republicanos más moderados. Defendían la abdicación de Alfonso
XIII, la exigencia de responsabilidades por el establecimiento de la
Dictadura y la convocatoria de unas Cortes Constituyentes.


No muy alejado del Bloque estaría el grupo más dinámico del sector
político dinástico español. Nos referimos al Centro Constitucional,
creado en marzo de 1931. Esta formación política surgió de la
convergencia de la Lliga Regionalista, el Partido Maurista y de otros
grupos regionalistas. El Centro Constitucional estuvo dirigido por Cambó
y Gabriel Maura. Defendía la monarquía parlamentaria, un programa
político reformador y descentralizador. Podría haber sido una baza
importante para el mantenimiento de la Monarquía pero llegaba muy tarde,
apenas semanas antes del final de la misma.


En el otro extremo del grupo de fuerzas dinásticas estarían los
herederos de la Unión Patriótica de Miguel Primo de Rivera. Esta
formación se transformó en la Unión Monárquica Nacional, presidida por
el conde de Guadalhorce. Entre sus líderes destacarían José Calvo
Sotelo, Ramiro de Maeztu y José Antonio Primo de Rivera. Eran
ultraconservadores y se empeñaron en reivindicar la obra del dictador,
además de ser muy críticos con el gobierno Berenguer. Querían una
reforma constitucional en un sentido autoritario. Más a la derecha
estaría un grupo de formaciones de escaso peso: el Partido Nacionalista
Español de Albiñana, el Partido Laborista de Eduardo Aunós, y la
Juventud Monárquica Independiente de Eugenio Vegas Latapié.


La causa monárquica llegaba en crisis y muy dividida a la República.
Hubo que esperar un tiempo para que se transformase durante el primer
Bienio republicano.


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