domingo, 10 de julio de 2016

¿El Holocausto fue un castigo de Di-s? - ¿Por qué podemos decir que las tragedias bíblicas fueron castigos pero que las contemporáneas son “las maneras misteriosas de Di-s”? - Ideas y Creencias

¿El Holocausto fue un castigo de Di-s? - ¿Por qué podemos decir que las tragedias bíblicas fueron castigos pero que las contemporáneas son “las maneras misteriosas de Di-s”? - Ideas y Creencias




















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¿El Holocausto fue un castigo de Di-s?

¿Por qué podemos decir que
las tragedias bíblicas fueron castigos pero que las contemporáneas son
“las maneras misteriosas de Di-s”?




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Pregunta:


Hoy en día parece haber una tendencia a evitar describir el
sufrimiento de los individuos y de los pueblos como un castigo divino
por sus pecados. Veo esto, en particular, en la bibliografía sobre la shoá:
prácticamente todos los artículos sobre el tema hablan acerca de cómo
“Di-s obra de maneras misteriosas” y nosotros, criaturas mortales, con
el uso de la herramienta limitada que es nuestro intelecto, no podemos
pretender entender sus “razones”. A lo sumo, uno ve referencias a alguna
tikún (“corrección”) cósmica que se alcanzó luego de sufrimiento
y de tragedia, cuyos objetivos específicos están más allá de nuestra
comprensión.


Me pregunto: ¿han cambiado los rabinos y pensadores judíos de hoy su
percepción de Di-s para adecuarla a lo políticamente correcto?


Según lo entiendo yo, a lo largo de las tragedias judías de la
historia, nuestras respuestas han sido bastante diferentes. Los sabios
dicen que el Segundo Templo fue destruido porque nos apartamos de Di-s,
que los discípulos de Rabí Akiva murieron porque eran malvados los unos
con los otros... Y la lista sigue. ¿Por qué podemos decir que las
tragedias bíblicas fueron castigos pero que las contemporáneas son “las
maneras misteriosas de Di-s”?


Pd.: Espero que no parezca que pienso que 6.000.000 judíos merecían
la muerte; sólo pienso que este es un tema que debe ser explicado.


Respuesta:


Tienes razón, es una pregunta importante, porque nos enfrenta cara a
cara con el profundo realismo de la Torá y nuestro concepto de un Di-s
compasivo.


Empecemos con el arquetipo de la tragedia judía, el trasfondo del
acontecimiento más trascendental de nuestra historia, el éxodo. ¿Qué
pecado cometió el pueblo judío para merecer la esclavitud en Egipto?
Incluso Moshé le pregunta a Di-s: “¿Por qué le has hecho mal a este
pueblo?”.


El Midrash describe el reclamo de Moshé en términos conmovedores:


“Tomé el libro de Bereshit. Lo leí. Vi las escrituras de la
generación del Deluge, y cómo fueron juzgados. Eso era justicia. Vi la
generación que construyó la torre de Babel, y a los sodomitas, y cómo
fueron juzgados. Eso era justicia. Pero este pueblo, ¿qué ha hecho para
ser oprimido más que cualquier otra generación precedente?”.


Cuando Moshé entró en escena en Egipto, ¿le dijo al pueblo “están
siendo castigados por sus pecados. ¡Arrepiéntanse y serán redimidos!”?.
No. Primero arriesgó su propia vida para redimirlos al confrontar al
faraón, y se arriesgó aún más al desafiar a Di-s; toleró todas las
quejas durante cuarenta años y sólo después, en sus últimos días,
finalmente los regañó. Pero nunca lo vemos justificar a Di-s por la
esclavitud padecida.


En nuestras plegarias de Iom Kipur describimos a los diez sabios que
fueron torturados hasta la muerte por los romanos hace cerca de 2000
años. El Talmud muestra una figura de Di-s que revela a Moshé cada una
de las generaciones y sus maestros. Moshé ve la grandeza de Rabí Akiva y
sus colegas. Luego ve cómo Rabí Akiva exclama “Shemá Israel” mientras
los romanos lo despellejan vivo con cepillos de metal. Moshé protesta:
“¿esta es la Torá y esta es su recompensa?”.


¿La respuesta de Di-s? “¡Silencio! Esto es lo que he decidido”.


Obviamente, si hubiera pecados que pudieran explicar el castigo, Di-s
no le hubiera ocultado la explicación a Moshé. La verdad es que Di-s
tiene razones para todo lo que hace. Pero no necesariamente son razones
que puedan ser comprendidas o aceptadas.


Es cierto que en nuestras plegarias decimos: “Por nuestros pecados
fuimos exiliados de nuestra tierra”. También es cierto que la Torá y los
profetas incluyen calamidades que llegan (o se amenaza con que llegan)
como retribución Divina, y que el Rambam nos exhorta, cuando la tragedia
golpea, a revisar nuestras acciones y arrepentirnos de nuestras faltas.


Pero varios siglos antes de la corrección política, los sabios de
Israel insistían en que estaba teniendo lugar algo mucho más profundo
que el castigo. Una y otra vez, reiteraban que no todo puede explicarse a
través del limitado lente de la recompensa y la retribución.


Miremos más de cerca los ejemplos que citamos:


“Los discípulos de Rabí Akiva murieron porque eran malvados los unos con los otros”.


Las palabras exactas que el Talmud usa son: lo nahagu kavod ze laze,
que significan: “no se concedieron entre ellos el debido honor”. Sí, se
podría interpretar como una declaración de que había algo malo en su
comportamiento. Pero, ¿podríamos realmente imaginar que 24.000 hombres
jóvenes que el Talmud menciona como discípulos de Rabí Akiva se
merecieran la muerte a tal punto porque “no se concedieron entre ellos
el debido honor”? Una lectura mucho menos problemática es que la falta
de respeto por sus compañeros relativizó el poder que sus estudios de
Torá les habían concedido y que, de lo contrario, los hubieran salvado
de la plaga.


Ocurre algo similar con la afirmación “El Segundo Templo fue
destruido porque nos apartamos de Di-s”. Respecto del Primer Templo,
durante más de cien años hubo profetas encargados de alertar. En el caso
del Segundo Templo, se puede sentir a los rabinos buscando con
desesperación algún tipo de explicación cuando preguntan: “El Segundo
Templo, cuando los judíos mantenían las mitzvot y aprendían Torá, ¿por qué fue destruido?”. ¿Y qué se les ocurrió? Sin’at jinam: odio injustificado.


¿Qué clase de horrible e injustificado odio puede haber causado
semejante cosa? Si bien pasaban muchas cosas feas en ese momento, el
verdadero ejemplo que cita el Talmud parece bastante benigno. El Talmud
cuenta una historia de un grupo en el cual un individuo (que resultó ser
un vengativo bandido malicioso) no fue admitido, ante lo que los sabios
no protestaron. ¡Si tan solo fueran esos incidentes los pecados más
graves de hoy en día!


Se entiende de inmediato que aquí tiene lugar algo mucho más profundo
que el castigo. Pensemos un poco: ¿el castigo corresponde al crimen?
¿Qué medida de rehabilitación se esconde en esparcir a un pueblo por el
mundo durante casi 2000 años? ¿Ha ayudado eso a reformarnos? El castigo,
nos dicen los sabios del Talmud, empieza de manera más rigurosa y
luego, a medida que surte efecto, se suaviza y el tiempo pasa. En
cualquier caso, nuestro exilio se ha vuelto más riguroso y más intenso
con el tiempo. Especialmente el exilio del alma: es difícil imaginar una
generación más confundida y frustrada de espíritu que la nuestra.


A esto apuntaba el gran cabalista Rabí Isaac Luria (el “Sagrado Ari”,
que vivó hace quinientos años) al enseñar que la destrucción del
Segundo Templo no era un castigo, sino un tikún. Y tiempo antes,
era Rabí Akiva quien enseñaba que el mismo Di-s lloró por la destrucción
de su Templo y el sufrimiento de su gente. Más interesante es la
afirmación del Talmud: “El pueblo judío fue esparcido entre las naciones
sólo para aumentar el número de conversos”; lo que Rabí Dovber de
Lubavitch (1773-1827) interpretó en sentido luriánico: para reunir los
destellos de santidad de todas las partes del mundo, para que todo el
mundo se convierta en un lugar divino.


Ciertamente, hay justicia en el mundo: un Poder Superior que
recompensa el bien y castiga lo malvado (de hecho, este es uno de los
trece principios fundamentales del judaísmo). Y hay muchas instancias a
lo largo de la era de los jueces y los reyes en las que los profetas les
dijeron de manera clara a los judíos: “A causa de todos sus pecados,
¡les ocurrirán estas cosas!”. Y, en efecto, arrepentirse es una buena
idea cuando te suceden cosas malas.


Pero ponerse de pie y pronunciar un juicio sobre alguien más (en
especial decir que conozco la voluntad y la mente de Di-s, y que sé que
esto pasó por esta razón, o que si tu gente continúa de esta manera,
esto y aquello –Di-s no lo quiera– te ocurrirá), eso es algo que sólo un
profeta puede hacer. E incluso en ese caso, sólo como parte de una
misión explícita de Arriba.


De hecho, nos dicen los sabios, incluso Ieshaiau fue castigado cuando
le dijo a Di-s: “Vivo entre gente de labios impuros”. Aquí los sabios
describen la respuesta de Di-s:


“Ieshaiau, se te permite decir ‘soy un hombre de labios impuros’.
Pero cuando dices: ‘Vivo entre gente de labios impuros’; ¡eso no voy a
tolerarlo!”.


Y entonces, un ángel llegó de inmediato con una brasa y quemó sus
labios. Di-s dijo: “¡Quema los labios de la persona que acusa a mis
hijos!”


Respecto de la shoá, sé que aquí también hay quienes leerían
esto como –Di-s no lo quiera– un castigo. Pero el Rebe consideró esto un
insulto intolerable, no sólo hacía el pueblo judío, sino también a su
Di-s. Como dijo el Rebe una vez: “Es imposible que la shoá fuera
un castigo por pecados. Incluso el Ángel Acusador mismo podría jamás
encontrar suficientes pecados en esa generación como para justifica el
exterminio, tan inexplicablemente cruel, de seis millones de mártires
sagrados”.


(Incluso me pregunto quién tiene más fe: el hereje que no puede aceptar la existencia de Di-s luego de la shoá,
o el creyente que atribuye tales horrores al hambre de castigo por
parte de Di-s. El “hereje” cree que si hay un Di-s, debe ser compasivo
(y esto no cuadra con la idea de la shoá); el “creyente”, por
otra parte, ha perdido su fe en la compasión... La alternativa puede ser
herejía o no serlo, pero abordar la cuestión entendiéndola como
“retribución por pecados” es una ofensa intolerable al sagrado pueblo
judío y a su Di-s).de, basado en o inspirado por la charla del Rebe en
momdos. Incluso el fundamentales del judas del Talmud, inos esto, en
partic


En nuestras vidas como individuos y en nuestra visión de la historia,
tenemos una opción, según cómo deseemos relacionarnos con Di-s. Lo
podemos ver cómo ese Gran Ser Cruel del Cielo, e interpretarlo en
consecuencia. O podemos percibir una relación más profunda entre el
Hombre y Di-s; algo que no siempre puede comprenderse, pero sí creerse
con inalterable fe.


La Torá te otorga esa libertad. ¿En qué mundo eliges vivir?



Fuentes


Gran parte de lo escrito arriba está tomado de la charla de shabat del Rebe a propósito de la parashá Vaiejí, 5751, basado en ella o inspirado por ella.


Por Tzvi Freeman
El rabino Tzvi Freeman es el director del
equipo de "Pregunte al rabino" de Chabad.org, y es uno de los miembros
más antiguos de Chabad.org .Autor de varios títulos sobre Cábala y
filosofía jasidica, incluido el aclamado "Trayendo el cielo a la Tierra". Para comprar el libro de Tzvi, haga clic aquí.
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Discusión (3)
5 Junio, 2016
¿El Holocausto fue un castigo de Di-s?
Hay cosas que nos han sucedido en alguna
etapa de nuestra vida, que no la entiendo porque me sucedió, lo único
que se: es para mi bien.
Mario Nuñez Vera
Arequipa-Peru
17 Mayo, 2016
Iosef (José) fue vendido por sus propios
hermanos, después encarcelado injustamente... pero no pensó que fuera un
castigo de D-s, sino que llegado el momento entendió que fue el camino
para salvar a los suyos del hambre y la muerte.

Por qué no ver lo
positivo de lo que ocurrió en la SGM? Hoy existe el estado de Israel y,
desde mi punto de vista, como un atisbo de la era mesiánica. Hoy muchos
judíos han retornado a su herencia de observar la Torá. También hoy,
más que nunca, los gentiles buscan la conversión y se despojan de sus
creencias paganas.

Por supuesto, los 6 000 000 deben ser
recordados y la humanidad, si realmente enaltece el sentido de lo
humano, jamás permitir que vuelva a ocurrir.
Luis Miguel
Madrid
8 Mayo, 2016
... pienso que si , formularemos ,
plantearemos , con mucha humildad ( sencillez ) y sinceridad a : Di-s ,
la misma pregunta , entonces y desde ya con anticipada paciencia ; de
alguna manera , ahora ... algo , El nos Contestarà !
Anónimo
Savona , Italia .
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