miércoles, 23 de noviembre de 2016

Editorial Streicher: La Inversión de la Jerarquía y la Sumisión a la Materia

Editorial Streicher: La Inversión de la Jerarquía y la Sumisión a la Materia

















































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viernes, 18 de marzo de 2016



La Inversión de la Jerarquía y la Sumisión a la Materia








    
En el Nº 49 de la revista The
Esoteric Quarterly
(2011) apareció publicado el siguiente ensayo del
prolífico escritor neozelandés Kerry Bolton que presentamos traducido. El
título de este trabajo es explícito en cuanto al tema de que trata, y lo
plantea en términos de una contraposición entre sociedades así llamadas
"tradicionalistas" y las modernas y actuales, donde antiguas
jerarquizaciones han sido trastornadas y reinan con impunidad gentes que antaño
fueron inmensamente despreciadas por anti-naturales o anti-cósmicas. Pero no se
trata, sin embargo, de un discurso etéreo e idealista, puesto que los efectos
de dicha revolución pueden ser constatados por cualquiera con sentido crítico
que vea cómo dicho proceso de malversación se sigue profundizando.




La Inversión de
la Jerarquía
y la Sumisión a
la Materia
por Kerry R. Bolton,
2011


     «El comerciante
estaba colocado en la más baja categoría de las vocaciones: el caballero, el
labrador de la tierra, el artesano, y el comerciante»
(Inazo Nitobe, Bushido).
Resumen
     Las culturas tradicionales están fundadas
en una compleja jerarquía espiritual y social que relega al comerciante y al
acumulador de dinero a una posición subordinada o mediocre en el orden social.
Aunque nuestra época actual tiende a ser despectiva con respecto a las
sociedades pasadas, que supuestamente estaban oprimidas por la superstición, la
tiranía y la desigualdad, tal percepción está basada en una perspectiva parcial
e incompleta. La sociedad "moderna" es considerada como "la
mejor hasta ahora", en gran parte debido a la disponibilidad —al menos
teóricamente— de bienes y servicios. Por consiguiente, se ha dado una inversión
de la jerarquía tradicional, que coloca al comerciante, como la personificación
de la materia, en la cúspide social.
Este artículo considera la actual negación del ethos [carácter distintivo] tradicional y el ascenso del
materialismo desde una perspectiva Tradicionalista en el espíritu de
historiadores y filósofos tales como Julius Évola y Oswald
Spengler. También explora el encantamiento y la
esclavitud de la Humanidad frente a la Materia a la luz del Tarot así como la ventajosa posición de
la sabiduría antigua.
Introducción
     La base de una "sociedad
tradicional" es el modo en que percibe su lugar en el cosmos como un
vínculo entre lo terrestre y lo divino. La máxima Hermética es aplicable aquí
cuando se analiza la Historia desde una perspectiva tradicionalista:
     «Lo que está arriba es lo mismo que lo
que está abajo... El macrocosmos es lo mismo que el microcosmos. El universo es
lo mismo que Dios, Dios es lo mismo que el hombre, el hombre es lo mismo que la
célula, la célula es lo mismo que el átomo, el átomo es lo mismo que...
etcétera,
ad infinitum»
(Hermes Trimegisto, La Tabla Esmeralda).
     Ya que la Humanidad es la correspondencia
de Dios en la Tierra, aquélla debe
establecer un orden que corresponda o que establezca un paralelo con el orden
divino y los acontecimientos del Cielo. A la inversa, la perspectiva
contra-tradicional y el zeitgeist de un ciclo [1] son retratados
por la carta "El Diablo" en el Tarot. Paul Foster Case
(1884-1954) proporciona un significado de "El Diablo" que es
particularmente relevante para este informe:
     «En su sentido más general, significa
Mammón
[2], y por ende el comercio en gran escala, las convenciones de
la sociedad; representa la injusticia y la crueldad de un orden social en el
cual el dinero toma el lugar de
Dios,
en el cual la Humanidad es bestializada, en el cual la guerra es tramada por la
avaricia enmascarada como patriotismo, en el cual el miedo es dominante. Los
estudiantes de la Astrología no tendrán ninguna dificultad en ver cómo esto
corresponde al Capricornio, el signo del comercio en gran escala, y el signo de
la fama mundial»
[3].
[1] Kerry R.
Bolton, The Wheel as a Symbol of Fate,
Esoteric Quarterly, Vol. 6, No. 4, 2011, pp. 73-81.
[2] El término "Mammón" se
deriva de la Biblia cristiana y es
usado para describir la riqueza o avaricia material. Mammón es personificado a
menudo como una deidad y es a veces incluído entre los siete príncipes del
Infierno.
[3]
Paul Foster Case, Oracle of The Tarot: A
Course on Tarot Divination, cap. 6, The
Major Trumps: 15. "Le
Diable"
, The
Esoteric Quarterly 61, Verano de 2011.


     El punto más
destacado para este informe es el punto de vista Tradicionalista del triunfo de
Mammón sobre Dios. Esto es personificado por la posición central de los
negocios y la adquisición material, que se ha convertido en
la norma social, en el sentido de la vida, o lo que hoy
se llama "la rueda de molino de la Economía", reforzada
por las cadenas extras de la deuda omnipresente. En efecto,
bajo el ethos basado en el dinero, el artista o el poeta bien podrían
ser considerados como parásitos si no se ganan la vida de una manera
convencional, o bien no comprometen la integridad estética por la ganancia
material. Así, en el "Kali-yuga",
la "Edad del Lobo", o la llamada "Edad de la Materia", las
artes se convierten en otra materia para ser comercializadas masivamente, una
transitoriedad que es contraria a la concepción tradicional del Arte [4]. Ésta
es una situación que ciertos artistas, en particular después de la Primera
Guerra Mundial, han lamentado tras haber visto las artes, a las que se les
había concedido un estimado status en
las sociedades más antiguas, relegadas (como muchas otras cosas) a los mercados
comerciales.
[4] Para una explicación en cuanto a
cómo las Bellas Artes evolucionaron desde las artes de los gremios, véase de
Oscar Wilde, Essays and Lectures by Oscar
Wilde, Art and the Handicraftsman
, Londres, 1908.
     Otro aspecto notable de la descripción que
Foster Case da de la Edad atada a la materia, es su mención de la guerra que se
enmascara como patriotismo, pero tramada por la avaricia. Aquí vemos la
dicotomía que existe entre las concepciones tradicionales del deber guerrero y
los conflictos que están al servicio del falso dios de la avaricia y la
ambición. La diferencia que se da es entre el Código de Caballería de la Era
Medieval, donde uno luchaba por la Fe y era, al menos idealmente, dirigido por
un ethos, y las guerras tramadas por la avaricia disfrazada como patriotismo.
El vestigio final de un ethos caballeresco probablemente se manifestó en
la Primera Guerra Mundial cuando los pilotos enemigos sepultaban los cuerpos de
sus adversarios con plenos honores militares.
     Quizás la manera más persuasiva de explicar
la actitud tradicionalista hacia la batalla es la del diálogo acerca del dharma
de la casta
kshatriya (guerrera) de la India
antigua, entre Krishna y Aryuna en el Bhagavad-Gita. El filósofo
historiador neo-tradicionalista Julius Évola habla del concepto del guerrero
metafísico con algún detalle, haciendo uso de tales perspectivas tradicionales
[5]. Mientras una batalla podría ser lo más sangriento concebible, bajo tal
espíritu (élan) caballeresco, ella no era luchada en una manera cobarde
o deshonrosa. De aquí, por ejemplo, uno podría citar el ejemplo de Napoleón
siendo desterrado y tratado en una manera honorable después de su derrota a
manos de la alianza europea, una cortesía que no parece evidenciarse mucho
hacia los enemigos derrotados en la actualidad.
[5] Julius Évola, Revolt
Against the Modern World
, Vermont, 1995, pp. 79-88.
    
Un
tercer concepto importante mencionado por Case es la bestialización de la Humanidad. "El Diablo" encadena a la
pareja humana a la materia. Tal como "El Diablo", la pareja humana es
representada con cola y cuernos. Esto es sugestivo de la creencia esotérica en
la regresión cíclica más bien que en una progresión lineal. El concepto de
ciclicidad es esotéricamente ilustrado por el motivo de La Rueda del Tarot
[6]. Según la perspectiva Tradicionalista, nuestra actual "Edad
Negra" representa un ciclo descendente y una lucha entre la espiritualidad
o los objetivos superiores, anunciada por Nietzsche y por esoteristas como
Alice Bailey, y "El Diablo" de los bajos deseos y el materialismo. "¿Cuál será el resultado?",
preguntó Bailey en 1957. "¿Detendrán
los hombres al mal e iniciarán un período de entendimiento, cooperación y
relaciones justas,
o seguirán
ellos el proceso de la planificación egoísta y de la competencia económica y
militante?"
[7]. Su pregunta es quizás aún más relevante hoy.
[6]
Bolton, The Wheel as a Symbol of Cyclic
Fate
, loc. cit.
[7] Alice A. Bailey, The Externalization of the Hierarchy, Nueva York, 1957, p. 183.
La
Inversión de las Necesidades Humanas
     Por cuanto la contra-Tradición niega la
jerarquía, ella también pone a la "pirámide
de las necesidades humanas"
[8] de cabeza. De aquí que las tendencias
fisiológicas básicas hacia necesidades instintivas tales como alimentos,
vestuario y refugio, se hayan convertido en el objetivo último de la vida, más
bien que ser una fase pasajera que finalmente cede el paso al crecimiento
personal y a la auto-realización. Esta regresión ocurre cuando una cultura
alcanza su ciclo senescente y decadente. Mientras bajo una sociedad "normal"
[9] —tradicional— el individuo cumple sus necesidades fisiológicas básicas como
los medios para ser libre de conseguir algo más alto, en una sociedad
contra-tradicional, atada a la materia, la adquisición material se convierte en
el fin en sí misma más bien que en un medio para un fin. En la época medieval,
por ejemplo, el artesano buscaba el sentido en los esfuerzos hacia la
excelencia, realizando un deber social más amplio, para el propio gremio, la
propia villa, la propia comunidad, el propio señor y, en última instancia, el
propio Dios. El trabajo manual
medieval no era por lo tanto una monótona rutina de tipo económico sino una
creatividad altamente personalizada y significativa, diseñada para proteger
tanto al trabajador como a la comunidad.
[8]
Abraham Maslow, "Hierarchy of
Needs"
, http://www.afirstlook.com/docs/hierarchy.pdf
[9]
Évola consideraba a las sociedades tradicionales como "normales", y a
aquellas que sucumbían a lo "moderno", como patológicas.
     Évola describió el carácter de las
sociedades tradicionales en su libro Rebelión contra el Mundo Moderno (op. cit., p. 95). Para la sociedad
tradicional "cada aspecto del
individuo y de la vida social"
está bajo la influencia de la
experiencia con lo "invisible" que es más real que lo
"físico" (Ibid., p. 4),
basado en "el hecho de que el hombre tradicional consideraba todo lo
visible y mundano como meros efectos de causas de un orden superior"
(Ibid., p. 91).
     Por causa de
que a la sociedad moderna se le enseña a ver la Historia a través de sus
propias lentes basadas en la materia, e incluso juzga a los remanentes de las
sociedades tradicionales sobre aquella base [10], el concepto de "casta" es equiparado con el
moderno concepto, basado en la materia, de "clase"
(como Marx se refiere en el Manifiesto Comunista), y es ridiculizado por
su "injusticia" y "desigualdad".
[10] Una sociedad interiormente rica
será descartada como "primitiva", "retrógrada" y
"supersticiosa".
     La sociedad tradicional, por otra parte,
instintivamente asume que la jerarquía que existe está ordenada como una
manifestación terrenal del orden divino o cósmico, siendo "el derecho
divino de los reyes" una de las pocas de tales manifestaciones que son
conocidas hoy, aunque sujeta al ridículo como superstición y tiranía. Para
muchas sociedades tradicionales la casta
es una manifestación espiritual, y la clase una manifestación de
la Economía. Otro modo de considerar esto es considerar a la casta como
ordenada por Dios (o los dioses), y a la clase como creada por
los humanos. En una sociedad tradicional, la casta en la que uno nace es
generalmente aceptada como estando determinada por la voluntad divina y por el karma.
El funcionamiento dentro de aquella casta es considerado como el cumplimiento
de un papel divino, o lo que los hindúes llaman el dharma.
     Debido a la perspectiva general, basada en
la materia, de la sociedad moderna, tanto los años presentes como los pasados
tienden a ser juzgados según valores económicos. Por lo tanto,
"nosotros" como "modernos", veremos, por ejemplo, al
artesano y al campesino medieval como solamente un desgraciado miserable
explotado por sus arrogantes señores, una creencia simplista que no logra
entender la base del organismo social de la época medieval y otras culturalmente
análogas. Tales actitudes revelan un abismo entre las perspectivas de la
Humanidad tradicional y de la moderna que trasciende el tiempo, la geografía o
la raza.
Sociedad
Tradicional
     Julius Évola explica que la concepción
tradicionalista de la casta es
distinta de la tiranía de clases de
las sociedades degradadas:
     «Para esto debemos ser claros sobre una
cosa: es un error suponer que la jerarquía del mundo tradicional está basada en
una tiranía de las clases altas. Ésa es simplemente una concepción
"moderna", completamente ajena al modo tradicional de pensar.
     «Sólo
hoy podría alguien imaginar a los auténticos portadores del Espíritu, o de la
Tradición, perseguir a la gente para tomarla y ponerla en su lugar, en resumen,
que ellos "manejen" a la gente, o que tengan algún interés personal
en establecer y mantener aquellas relaciones jerárquicas en virtud de las
cuales ellos pueden aparecer visiblemente como jefes. Eso sería ridículo e
insensato. Se trata mucho más del reconocimiento de parte de los inferiores de que
ésa es la base verdadera de cualquier clasificación tradicional. No es el
superior el que necesita al más bajo, sino a la inversa. La esencia de la
Jerarquía es que hay algo que vive como una realidad en cierta gente, que en el
resto está sólo presente en condición de ideal, como una premonición o un
esfuerzo mal enfocado. Así, estos últimos se ven fatalmente atraídos hacia los
primeros, y su condición inferior es una de subordinación, menos a algo
exterior que a su propio verdadero "Yo". Aquí está el secreto, en el
mundo tradicional, de toda la preparación para el sacrificio, de todo heroísmo,
de toda lealtad, y, por otro lado, de un prestigio, una autoridad y un sereno
poder con el cual el tirano más fuertemente armado nunca puede contar»
[11].
[11] Julius Évola, On
the Secret of Degeneration
, Deutsches Volkstum, Nº 11, 1938.
    
Si
aceptamos la percepción Tradicionalista de Évola de las relaciones sociales
entre las castas, entonces la suposición de que el jefe ejerce una tiranía
corrupta sobre sus subordinados es una descripción reconociblemente más propia
del concepto modernista de la forma de gobierno. En nuestra actual cultura,
dominada por el dinero, como señala el historiador filósofo Oswald Spengler, la
lealtad de la clase dirigente es, en general, hacia la adquisición de riqueza
individual, familiar o corporativa. Tal persona o entidad podrían sentirse
responsables ante accionistas, miembros de un consejo o tribunales de justicia,
pero no necesariamente ante cualquier persona o condición más alta que el plano
material. En la sociedad tradicional, por contraste, el dirigente,
probablemente nacido para dicha posición y con familia y expectativas
culturales de "hacer lo correcto", a menudo sentía que él era responsable
ante Dios y ante un ethos personal de honor o de caballerosidad,
más allá de la ganancia personal. Incluso si un gobernante se convertía en un
tirano brutal, como era a menudo el caso, él todavía podía estar motivado por
ese omnipresente sentido del "deber" y "destino" para
mantener la ley y el orden.
     ¿Se puede decir que el proletariado y la
burguesía de hoy tienen alguna dignidad y sentido de propósito y lugar o
identidad que sean similares?. ¿Podría decirse hoy que la mayoría de los
Primeros Ministros y Presidentes tienen algún sentido similar más allá de
apelar a la verdadera soberanía de la sociedad moderna, es decir, la
plutocracia? El tradicional sentido del deber hacia principios superiores a uno
mismo todavía es manifestado en algunos
líderes
mundiales y algunos miembros de la familia Real británica, aunque en una forma
abismalmente degradada [12]. La popularidad de la familia Real podría sugerir
algo innato en la psique que comprende la corrección de un orden jerárquico en
Eras pasadas hace mucho tiempo.
[12] Si
bien uno puede simplemente descartar a la realeza británica como
"parásitos", sus deberes caritativos, como un vestigio de aquello de
que "nobleza obliga",
tienen un peso considerable.
     Según Évola:
     «Cuando
el derecho y la primacía de intereses más altos que los del plano
socio-económico no son respaldados, no hay ninguna jerarquía, e incluso si
hubiera una, sería sólo una falsificación; esto es también verdadero cuando una
autoridad superior no es otorgada a aquellos hombres, grupos y organismos que
representan y defienden esos valores e intereses. En este caso, una Era
económica es ya por definición una época fundamentalmente anárquica y
anti-jerárquica; representa una subversión del orden normal. La materialización
de la falta de alma de todas las esferas de la vida que la caracteriza, despoja
de cualquier sentido superior a todos aquellos problemas y conflictos que son
considerados como importantes dentro de ella»
[13].
[13] Julius Évola, Men
Above the Ruins
, p. 166.
Orígenes Espirituales de la Casta
     Los orígenes de la casta como la
base de un orden social tradicional son asignados a la divinidad. En las
escrituras hindúes Krishna dice a Aryuna: "Según
los tres modos de la naturaleza material y el trabajo asignado a ellos, las
correspondientes cuatro divisiones de la sociedad humana fueron creadas por
Mí"
(
Bhagavad Gita,
4:13
). El
nórdico poema Lay of Rig (Rígsmál)
describe poéticamente los orígenes divinos de las castas. Rig es un
nombre del dios Aesir Heimdal. Él llega a los hogares de cuatro parejas
y engendra hijos a las mujeres de cada uno, de las cuales surgen
respectivamente las castas de Thrall (siervo), Karl (hombre
libre), Jarl (nobleza guerrera) y Kon (rey) [14].
[14]
Elsa-Brita Titchenell, The Masks of Odin,
Pasadena, 1985, The Lay of Rig, pp. 181-189.
    
Las
relaciones económicas del orden social tradicional están basadas no
principalmente en la ganancia o ni siquiera en la economía en sí, sino que
están pensadas como el reflejo del carácter de uno, a su vez un reflejo
individual del cosmos. En algunas sociedades, como la hindú, la casta de
nacimiento de alguien era considerada como el resultado del karma a través de la reencarnación. De
ahí que lo que uno hacía en la vida terrenal determinaba en gran parte lo que
le sucedería al propio espíritu después. De manera análoga, el habitante
medieval, desde el siervo al rey y al Papa, al menos en principio, estaba
forzado por la recompensa o castigo del alma. Las relaciones económicas estaban
determinadas por principios ético-espirituales.
     El sistema socio-económico de la época
medieval de Occidente estaba fundado en el sistema de gremios, el objetivo primario del cual era mantener el ethos de
sus miembros y reflejar el comercio como un arte en búsqueda de la excelencia,
ya fuera en los campos de la preparación de cerveza o de la construcción de
catedrales. El gremio era por lo tanto un reflejo del deber divino. La
distinción entre los gremios y los sindicatos contemporáneos —cuyos
intereses se han hecho en gran parte materiales— fue requerida por la inversión
de la Jerarquía que fue completada por la Revolución Industrial, pero que
estuvo varios siglos en preparación. Esta distinción destaca la diferencia de ethos
que existe entre lo tradicional y lo moderno.
El
Papel de los Gremios en un Orden Social Tradicional
     El historiador y teólogo estadounidense
doctor W. D. P. Bliss [15] escribió acerca de los gremios en la Europa
medieval:
     «Esos gremios de una clase u otra se
extendieron por todas partes de la Europa germánica y duraron en la mayor parte
de los países hasta la época de la Reforma y, en algunos casos, hasta el siglo
XIX. La Edad Media fue un período donde lo acostumbrado eran los precios no
competitivos, y la idea de permitir acuerdos para ser decididos por el
"regateo del mercado" era una imposibilidad, porque las otras leyes
del mercado tampoco eran dejadas al libre arbitrio de contratos de juerguistas»
[16].
[15]
Bliss fue un Episcopaliano y un importante teórico estadounidense del
Socialismo Cristiano, el cual se originó, sin embargo, del catolicismo de The Kingdom of Christ de Frederick
Denison Maurice, publicado en 1837.
Robert Rea, Was Father Field a Christian Socialist?, Christian Socialism,
Project Canterbury, http://anglicanhistory.org/essays/field/field2.html
[16] W. D. P. Bliss, New Encyclopedia of Social Reform, Nueva York, 1908, pp. 544-545.
     Bliss declaró
que ésa fue una época en la cual la capacidad profesional dominaba por sobre el
capital "y el maestro trabajaba junto al artesano" (
Ibid., p. 546). Ésta es una indicación de que el orden social de la sociedad
europea tradicional era de un orden ético más alto que la
"progresista" e "iluminada" época que los modernos ven como
superior. Bliss describió la naturaleza orgánica y social de la Europa
medieval, tomando como su referencia la ciudad alemana de Núremberg:
     «Ningún habitante de Núremberg soñó
seriamente alguna vez con dejar el comercio o el arte o la manufactura, o en
realidad cualquier parte de la vida, al azar de la competencia sin restricción.
"La competencia", habría dicho tal ciudadano, "es la muerte del
comercio, el subvertidor de la libertad, y, sobre todo, el destructor de la
calidad". Cada habitante de Núremberg, como cada hombre medieval, pensaba
de sí mismo no como una unidad independiente sino dependiente, aunque un
componente, una parte de un organismo más grande, Iglesia o Imperio o ciudad o
gremio. Ésta era la esencia misma de la vida medieval»
(
Ibid., p. 842).
     Bliss explicó que un comercio tenía su
derecho de practicar en tanto le era concedido por el Emperador, quien lo
recibía de Dios. El gremio determinaba cuáles materias primas serían
usadas en una manufactura, cuánto comprar, el número de aprendices que un
maestro podría emplear, los salarios, los métodos de producción y la fijación
de los precios.
     «El gremio no permitía que el trabajador
inexperto o el comerciante de espíritu mezquino rebajara los precios para
estropear o robar el mercado. Los gremios medían y pesaban y ponían a prueba
todos los materiales, y determinaban cuánto podría tener cada productor...
Ellos igualmente medían o contaban, pesaban y examinaban el producto acabado...
Todavía en 1456 dos hombres fueron quemados vivos en Núremberg por haber
vendido vinos adulterados... Núremberg así vio muy bien que la competencia sólo
servía al rico y al fuerte. Aquel comercio colectivo era la esperanza del pobre
y de la gente sencilla.
     «El dinero no debía
ser prestado contra usura (interés)... La extorsión, las medidas falsas, la
adulación de los bienes, era abominaciones en una ciudad comercial, y
castigadas por lo general con la muerte»
(Ibid.).
     El orden social tradicional le daba
identidad, objetivo y libertad de expresión al habitante medieval mucho más que
el sindicato o la cámara de comercio de la sociedad moderna. Juliet Schor,
profesora de Economía en la Universidad de Harvard, ha mostrado que la Europa
medieval concedía mucho más ocio, por ejemplo, que el actual sistema de libre
comercio:
     «Uno de los mitos más duraderos del
capitalismo es que ha reducido el trabajo agotador. Este mito es típicamente
defendido mediante una comparación de la moderna semana de 40 horas con su
contraparte de 70 u 80 horas en el siglo XIX. La presunción implícita —pero
raramente expresada— es que el estándar de 80 horas ha prevalecido durante
siglos...
     «Antes del
capitalismo, la mayoría de la gente no trabajaba demasiadas horas en absoluto.
El ritmo de la vida era lento, incluso sin prisa; el ritmo del trabajo era
relajado. Nuestros antepasados pueden no haber sido ricos, pero ellos tenían
abundancia de ocio. Cuando el capitalismo elevó los ingresos de ellos, también
se llevó su tiempo... Sumando todo, el tiempo libre de vacaciones en la
Inglaterra medieval tomaba probablemente casi un tercio del año. Y los ingleses
aparentemente trabajaban más duro que sus vecinos»
[17].
[17] Juliet B. Schor, The Overworked American: The Unexpected Decline of Leisure, Nueva
York, 1992, Introduction. http://groups.csail.mit.edu/mac/users/rauch/worktime/hours_workweek.html
Revoluciones Burguesas
     El ascenso de la burguesía y la emasculación o
destrucción de la monarquía y la aristocracia, si bien fueron implementados
bajo la bandera de la "libertad", o de "libertad, igualdad y fraternidad", significaron la
libertad de comercio y la libertad de la burguesía con respecto a las
restricciones impuestas por el orden social tradicional del tipo descrito por
Bliss. El historiador-filósofo inglés Anthony Ludovici ha comentado acerca de
los resultados de la Revolución cromweliana en este respecto:
     «Carlos I... creía en asegurar la
libertad personal y la felicidad de la gente. Él protegió a la gente no sólo
contra la rapacidad de sus patrones en el comercio y la manufactura, sino también
contra la opresión del fuerte y el grande...»
[18].
[18] A Ludovici, A
Defense of Conservatism
(1927), cap. 3, Conservatism
in Practice
.
http://www.anthonymludovici.com/dc_01.htm

     La Revolución en Inglaterra del siglo XVII, bajo el
liderazgo de Cromwell, fue una desacralización de la sociedad so pretexto de
otra religión, la del Puritanismo, cuya actitud hacia la acumulación de capital
destruyó el ethos tradicional hacia el dinero y los bienes. William B.
Yeats [1865-1939], desde un punto de vista Tradicionalista, se refirió a la "pandilla criminal" de
Cromwell que engendró el "auge del
dinero"
por sobre lo que es noble, en el poema inequívocamente
titulado La Maldición de Cromwell (The Curse of Cromwell, 1937):
     «Usted pregunta lo que he encontrado, y
lejos voy:
Solamente la casa de
Cromwell y la pandilla criminal de Cromwell.
Los amantes y los bailarines
son golpeados en el barro.
Y los hombres bravos y los
espadachines y los jinetes,
¿Dónde están ellos?...
¿Oh, qué fue de ello, qué
fue de ello?. ¿Qué queda por decir?
Toda la conversación
amistosa, contenta y fácil, se ha ido,
Pero no es bueno quejarse,
ya que el dinero está en su auge»
.
     El ethos Puritano que llegó a
dominar a Occidente, una temprana revolución "en nombre del pueblo", pero como muchas otras, como
Spengler mencionó, desde la época de los Gracos de Roma en adelante, sirvió a
los intereses del dinero. La clase adinerada se vio fortalecida tanto por la
Revolución Industrial de Inglaterra como por la Revolución estadounidense.
Podemos sin embargo remontarnos tan atrás como hasta Enrique VIII y los que
podrían ser considerados como los primeros signos de la destrucción de la
jerarquía tradicional en Occidente, con el golpe contra la autoridad de la
Iglesia, otra vez en nombre de la "libertad". Mientras muchos
"modernos" ven cualquier disminución de la autoridad de la Iglesia
como un paso progresista, tal "progreso" no implica un orden de vida
más satisfactorio. El escritor Hilaire Belloc opinaba que la Iglesia, como el
custodio espiritual de la sociedad tradicional en el contexto cultural
occidental, impregnó a la sociedad con un ethos enormemente diferente de
aquel del comercio:
     «Nuestra propiedad en tierras y medios
fue bien dividida entre muchos o todos; produjimos al campesino; mantuvimos al
artesano independiente; fundamos la industria cooperativa. En armas, surgió
aquel tipo militar que vive de acuerdo a las virtudes apropiadas a las armas y
detesta los vicios que las armas pueden engendrar. Sobre todo, un apetito por
la verdad intenso y vivo, una percepción de la realidad, llenaba de energía a
esas generaciones. Ellos vieron lo que fue antes de ellos, y ellos llamaban a
las cosas por su nombre. Nunca una fórmula política o social estuvo menos
divorciada del hecho, y nunca la masa de nuestra civilización estuvo más unida;
y a pesar de todo esto, el asunto no duró»
[19].
[19] Hillarie
Belloc, Europe and the Faith,
Londres, 1920, cap. IV,
http://www.gutenberg.org/cache/epub/8442/pg8442-images.html
    
Éste era
el ethos que impregnaba a todas las castas, campesinos, artesanos,
soldados... Mientras en el contexto occidental Belloc se refiere al
catolicismo, el mismo principio es verdadero para las culturas tradicionales en
general, ya del Islam, el hinduísmo o el sintoísmo. La Reforma inauguró la
época actual del capitalismo, de la cual Belloc escribió:
     «Cuando lleguemos a tratar con la historia
de la Reforma en Gran Bretaña, veremos cómo la fuerte resistencia popular a la
Reforma casi venció a aquella pequeña clase adinerada que usó el entusiasmo
religioso de una minoría activa como un motor para obtener la ventaja material
para ellos mismos. Pero como un hecho en Gran Bretaña la resistencia popular a
la Reforma fracasó. Una persecución violenta y casi universal dirigida, por lo
general por las clases más ricas, contra la religión del pueblo inglés y contra
la riqueza con que éste la había dotado, simplemente resultó tener éxito. En
poco más de cien años los nuevos ricos habían ganado la batalla. Hacia el año
1600 la fe de las masas británicas había sido erradicada desde las Tierras
Altas hasta el Canal»
(Ibid., cap. V).
     En 1536, por Ley del Parlamento, los
monasterios y los conventos fueron cerrados y sus propiedades confiscadas para
beneficio de Enrique VIII y sus favoritos. El famoso comentarista social
William Cobbett (1763-1835) afirmó que dicha ley, que golpeó la base misma de
la vida local social y económica de la gente,
     «Comenzó la ruina y la degradación del
cuerpo principal de la gente de Inglaterra e Irlanda; porque fue el primer paso
tomado, en forma legal, para robar a la gente bajo el pretexto de reformar su
religión; porque fue el precedente sobre el cual los futuros saqueadores
procedieron, hasta que ellos habían empobrecido completamente al país; porque
fue el primero de aquella serie de hechos de rapiña mediante los cuales este
pueblo antes bien alimentado y bien vestido, al final, ha sido reducido a
harapos y a algo peor que la cárcel: el racionamiento de la comida. Los
ingleses en general suponen que siempre hubo leyes de asistencia pública e
indigentes en Inglaterra. Ellos deberían recordar que, durante 900 años, bajo
la religión católica, no hubo nada de eso»
[20].
[20]
William Cobbett, The History of the
Protestant Reformation in England and Ireland, que Muestra Cómo Aquel
Acontecimiento Ha Empobrecido a Gran Parte del Pueblo de Aquellos Países
,
Kensington, 1824. El libro está en
http://www.exclassics.com/protref/protref.pdf
     Es notable
que William Cobbett no fuera un católico. Él sólo estaba ofreciendo una
descripción objetiva de la Inglaterra que él vio durante su vida, en contraste
con el registro histórico de la Inglaterra tradicional pre-industrial. Éste es
un ejemplo de cómo los ciclos de la morfología cultural según Spengler y Évola
se desarrollan de modos que están lejos de la concepción modernista de una
optimista evolución lineal.
     La inversión de la estructura social
tradicional, incluyendo aquellos ejemplos que ocurrieron en nombre del
"pueblo", como en Francia e Inglaterra por ejemplo, fueron juegos de
poder que buscaban la rotura de los vínculos espirituales, sólo para hacerlos
sustituír por lazos materiales. La ley de todo el cuerpo político que había
existido entre gobernantes y gobernados —basada en lealtades y deberes
recíprocos y, en último término, en deberes ante Dios— fue reemplazada
por un nexo de dinero, donde los nuevos amos del dinero no tenían ningún deber
hacia sus subordinados económicos aparte de pagarles salarios al precio más
bajo posible, una situación que continúa ampliamente en la misma manera hoy. La
unidad ética superior que existía entre las castas
fue eliminada por el motivo de la ganancia grosera y la "lucha" entre
clases.
Contra-Rebelión:
Artesanos, Campesinos y Aristócratas como Aliados
     Los comerciantes y financieros, que habían
sido relegados a un papel bastante mediocre en la jerarquía tradicional,
asumieron poder entonces y continúan haciéndolo hoy. Karl Marx, cuya ideología
era parte del mismo zeitgeist que el capitalismo, y por lo tanto
procuraba expropiar los valores capitalistas más bien que invalidarlos,
consideró el ascenso del comerciante y la destrucción de la jerarquía
tradicional como una fase "dialéctica" progresista de la Historia. Él
estuvo, por lo tanto, vehementemente opuesto a cualquier tentativa de restaurar
el orden tradicional. Marx aludió a una alianza que se había formado en su
propia época contra la Edad de la Materia, a la cual él estaba personalmente
encadenado tanto como cualquier comerciante:
     «La clase media inferior, el pequeño
fabricante, el comerciante, el artesano, el campesino. Todos éstos luchan
contra la burguesía, para salvar de la extinción su existencia como fracciones
de la clase media. Ellos no son por lo tanto revolucionarios sino conservadores»

(Marx, Manifiesto Comunista).
     En la Alemania de Marx surgió una alianza
de "Reaccionarios" que se resistieron a este "materialismo
dialéctico", como Marx llamó a su método de análisis histórico, y que
deseaban restaurar el orden tradicional. Max Beer, un historiador del
socialismo alemán, declaró de esos "reaccionarios":
     «La Era moderna les parecía a ellos
estar construída sobre arenas movedizas, ser caos, anarquía, o un arrebato
completamente inmoral y ateo de fuerzas intelectuales y económicas, que debe
conducir inevitablemente a un antagonismo social agudo, a extremos de riqueza y
pobreza, y a una agitación universal. En este estado de ánimo, la Edad Media,
con su firme orden en la Iglesia, en la vida económica y social, en su fe en
Dios, en sus posesiones feudales, sus
claustros, sus asociaciones autónomas y sus gremios, aparecía a estos
pensadores como un edificio bien compactado...»
[21].
[21] M. Beer, A
General History of Socialism and Social Struggle
, Nueva York, 1957, pp.
88-89.
    
Ésa era
la acción de retaguardia de la gente sacada de los remanentes de la clase
campesina y artesanal, de la aristocracia y el clero. Fenómenos similares
habían ocurrido en el momento de la Revolución francesa, cuando la región de la
Vendée había experimentado una rebelión de campesinos para restaurar la
jerarquía tradicional y el ethos de la fe que había sido un estilo de
vida durante siglos, y de los cuales ellos no tenían ningún deseo de
"liberarse" en nombre de un nebuloso slogan: "libertad,
igualdad y fraternidad"
. Los representantes del "pueblo"
exterminaron a los campesinos de la Vendée con entusiasmo [22]. Los campesinos
y la nobleza también habían intentado una abortada rebelión de naturaleza parecida
contra Enrique VIII.
[22] Sophie
Masson, Remembering the Vendée,
http://www.sophiemasson.org/essays/The%20Vendee%20Revolt.htm
La
Relegación del Comercio
    
La gente
del mundo de hoy bien podría quedar perpleja por el status menos que
digno que las sociedades tradicionales adjudicaron a los intereses mercantiles.
La actividad comercial ha llegado a ser considerada como el nexo sobre el cual
gira todo lo demás, mientras que en las sociedades tradicionales ella era sólo
un aspecto de un Todo mayor, y se esperaba que el comerciante se comportara,
tal como el campesino, el artesano, el artista, el caballero y el monarca, de
acuerdo con el ethos apropiado para su dharma o lugar en el orden
divinamente inspirado. Como fariseos de nuestro tiempo, la gente en la sociedad
moderna a menudo es juzgada por su riqueza material o su manifestación externa.
A menudo no hay ningún espacio para un sentido de entusiasmo (élan),
sobre todo en política y en los tratos comerciales.
     Un ejemplo destacado de esto es el lugar
del banquero moderno, que ha asumido de facto el papel de un lord,
por otra parte conocido como el plutócrata. Son los banqueros y los gerentes
ejecutivos quienes viven en mansiones y administran enormes propiedades,
quienes mantienen una corte y a quienes los políticos acuden como criados abyectos.
Debería ser tenido presente que en las sociedades tradicionales, los
predecesores de los especuladores del dinero de hoy eran considerados como
"usureros" y eran universalmente despreciados.
Desde el punto de vista Tradicionalista, ellos son los herederos de la gente
que Jesús expulsó del Templo porque ellos habían convertido un lugar de fe en
un lugar de comercio, un escenario imbuído de tanto simbolismo como la
dicotomía entre las perspectivas espirituales y materiales ante la vida (
Juan, 2:14-16). La profesión de ellos era generalmente proscrita, y el cobro
de interés por los préstamos estaba condenado en los libros sagrados como un
crimen civil o moral, así como un pecado contra Dios.
     La época
medieval adoptó sus prohibiciones contra los usureros de los mundos romano y
griego, indicando la antigüedad del desprecio por esa práctica, y la
perspectiva en cuanto a cómo eran percibidos el dinero y la ganancia.
Aristóteles describió la usura como un uso
anti-natural del dinero
. Catón y Séneca consideraban la usura como estando
en el mismo nivel que el asesinato, y Jerónimo adoptó la misma opinión [23].
Desde el punto de vista cristiano, así como desde la perspectiva judía, había
una condena bíblica, hasta el punto de sancionarla con la pena de muerte (
Ezequiel 18:5-13). Jesús había condenado dicha práctica (Lucas 6:35). Lamentablemente, la época medieval fue ambigua en su
actitud y permitió que se cobrara interés por los préstamos si el usurero
compartía un riesgo igual en una empresa.
[23] Norman
Jones, Usury, EH.Net Encyclopedia,
Utah State University, https://eh.net/encyclopedia/usury/
     Podríamos
preguntar si esa apertura previó el endeudamiento en que incurrió finalmente la
aristocracia, y si aquello permitió que los prestamistas compraran su camino
hacia la nobleza, socavando así el sentido tradicional de la institución y el ethos.
Durante el siglo XV, la Iglesia respondió a esa situación estimulando la
formación de "bancos para los pobres" que ofrecían préstamos sobre
una base no lucrativa. Es significativo que esos bancos funcionaran en todas
partes de Europa, a excepción de Inglaterra, donde ellos fueron prohibidos por
el Parlamento. Mientras Lutero consideraba la usura como impía, Calvino la
consideró como apropiada, y hacia la segunda mitad del siglo XVI, tanto los
teólogos católicos como los Protestantes estaban llegando a ser más tolerantes
del préstamo de dinero. Sin embargo, en 1745 la encíclica papal Vix Pervenit
siguió condenando la usura como la posición oficial de la Iglesia, mientras que
el protestantismo generalmente la aceptaba. El Islam siguió la opinión
aristotélica, prohibiendo la ribâ (usura) como un pecado (
Corán, Al-Imran 3:130).
     Esta desviación en el modo en que el
dinero y la ganancia fueron considerados en las sociedades tradicionales sirve
para indicar que el comercio estaba lejos de ser considerado como el pivote de
la sociedad que es hoy.
La
Riqueza Material y la Subversión del Orden Cósmico
     Mientras la "ganancia" no fue ni
siquiera considerada como el objetivo primario del trabajo, las sociedades
tradicionales consideraban la acumulación del dinero como moralmente
reprensible. Ése era un ethos que era
sostenido
tanto por las religiones
paganas como por la Iglesia católica, pero fue trastornado por el protestantismo
[24]. Por ejemplo, el poema nórdico Havamal afirma de la riqueza que "El
que tiene dinero no sufre necesidad, pero el ahorro es una virtud que puede
llevar a una falta"
(verso 40), y "Rebaños llenos vi en los
hijos del hombre rico; ellos ahora llevan el bastón del mendigo; la riqueza es
como un parpadeo, el más voluble de los amigos"
(verso 78).
[24]
Max Weber, The Protestant Ethic and the
Spirit of Capitalism, Asceticism and the Spirit of Capitalism
, Londres,
1930.
     El Vishnu Purana, uno de los textos
hindúes más importantes, es particularmente relevante acerca de la actitud
tradicionalista en cuanto a la adquisición material, y concomitante con el
ciclo de decadencia de una civilización, o lo que los hindúes llaman Kali-yuga.
Ese texto profético podría haber sido escrito por Oswald Spengler o Julius
Évola para describir la Era moderna de la civilización occidental. El Vishnu
Purana
se refiere a la aparición de gobernantes "impíos", "que
crearán muchas nuevas castas mezcladas"
. Los nuevos gobernantes "desarraigarán al kshatriya o raza
marcial"
, y "elevarán a los
bárbaros"
y a "otras castas
al poder"
. Los sudras, los marginados y los bárbaros ocuparían
las tierras "bajo todos los reyes
contemporáneos (que) serán de un espíritu grosero"
y de un "carácter violento... siempre abdicando
ante la falsedad y la maldad"
:
     «Ellos destruirán a mujeres, niños y
vacas; ellos incautarán la propiedad de sus súbditos, y tendrán un poder
limitado; ellos rápidamente ascenderán y caerán; la duración de su vida será
muy corta; ellos se formarán altas expectativas y adquirirán muy poca piedad»

[25].
[25] Vishnu Purana,
Calcuta, 1896, p. 310.
https://ia700401.us.archive.org/30/items/Vishnupurana-English-MnDutt/Vishnupurana-English-MnDutt_text.pdf
     Desde una perspectiva Tradicionalista,
este texto se refiere al ciclo final de una civilización —el Kali-yuga
donde la fe es sustituída por la impiedad existente entre una "casta mezclada" de
gobernantes y gobernados, y donde no hay ningún respeto por la familia y la
santidad. Desde un punto de vista neo-tradicionalista, el texto antiguo
"predice" bastante bien la condición de la sociedad occidental
moderna, donde los dirigentes carecen de la esencia espiritual. Del Kali-yuga
y sus dirigentes, el Vishnu Purana sigue declarando que "la gente de los países que ellos
gobernarán, absorberá la misma naturaleza"
. Estas ideas concuerdan con
la visión neo-tradicionalista de que la Historia es
hecha desde arriba, contra Marx y los historiadores materialistas que afirman
que es hecha por las "masas".
     De este modo, el punto de vista
Tradicionalista, como es declarado en el Vishnu Purana, de que la
gente absorbe el ethos de sus dirigentes, supone que los gobernantes no
han sucumbido a la decadencia en favor de la avaricia. El Vishnu Purana
sigue describiendo el ethos del Kali-yuga:
     «La riqueza [26] y la virtud
disminuirán de día en día hasta que el mundo entero sea depravado. La riqueza
será la prueba del abolengo y de la virtud; la pasión será el único lazo del matrimonio;
la falsedad será el único medio del éxito en los pleitos judiciales, y las
mujeres serán simplemente los objetos de la satisfacción sensual. La tierra
será respetada por sus tesoros minerales... las señales externas constituirán
la única distinción de los órdenes y la maldad será el único medio de
subsistencia»
(
Vishnu Purana, pp. 310-311).
[26] La
"riqueza" a la que se hace alusión aquí, junto con la
"virtud", es la "riqueza interior". Esto se hace evidente
cuando la narrativa luego pasa a describir el otro tipo externo de riqueza que
ha llegado a ser predominante.
     En estos
comentarios ya mencionados el énfasis está en las castas, o en lo que hoy llamamos "clases", que están
basadas en la posición económica. Jesús dijo algo similar sobre los fariseos
cuando la ostentación pública se había convertido en una señal de su santidad (
Mateo 23:2-7). Los fariseos eran la degradada clase dirigente del tiempo de
Jesús, superficial y desalmada, cuya "riqueza
era la prueba de su pedigrí y virtud"
. Así, la naturaleza análoga de
las perspectivas tradicionales se hace evidente en los
comentarios de Jesús y los sabios hindúes. La
exterioridad de clase como el indicativo del propio status ("las señales externas constituirán la
única distinción de órdenes"
) está aliada con el comentario de la
riqueza como la prueba del abolengo, y una vez más marca la diferencia entre
"casta" en la jerarquía tradicional, y "clase" en la
moderna jerarquía económica "basada en la apariencia".
     Los otros comentarios de las citas
referidas serán bastante familiares a los observadores de esta actual época
centrada en el dinero: la falsedad como un medio para un pleito judicial exitoso,
y las mujeres como objetos de gratificación sensual. Éstas y las lamentaciones
siguientes acerca del Kali-yuga se refieren repetidamente a la
dominación de la materia por sobre el espíritu y el modo en el cual cada faceta
importante de la sociedad es infectada:
     «Sólo
los regalos constituirán la virtud; la riqueza será el único signo de honestidad;
el simple lavado será la purificación; el consentimiento mutuo será el
matrimonio; un hombre que lleva puesta buena ropa será considerado honesto...»
(
Vishnu Purana, pp. 310-311).
     Al igual que
el Havamal y el Vishnu Purana, los Evangelios cristianos expresan
un aborrecimiento tradicionalista del gobierno de la materia, advirtiendo que
hay un conflicto espiritual cuando las consideraciones económicas se convierten
en la raison d’être en un nivel individual, social y cultural. En
efecto, había mucho en el ministerio de Jesús que era una lucha militante
contra el materialismo. Pablo aconsejó que los obispos y los diáconos de la
Iglesia no debían ser "amantes de ganancias deshonestas" (
I Timoteo 3:8). Las advertencias de Pablo a la Iglesia son un rechazo del
materialismo, tanto como cualquier otro texto tradicionalista. Si bien su
comentario de que "el amor al dinero es la raíz de todos los
males"
(I Timoteo 6:10) es
completamente familiar, el pasaje anterior a ése advierte que el ansia de
riqueza causa que el hombre se hunda en "ruina
y perdición"
(I Timoteo 6:9).
El Apocalipsis de Juan es análogo a la descripción del Kali-yuga
en el Vishnu Purana y a la de la Edad del Lobo o del Hacha descrita en
la nórdica Voluspa (versos 40-60). Uno de los temas primarios de Juan es
el de un mundo que es gobernado por el deseo de lo que Pablo llamó "lucro deshonesto", un sistema
que se extiende sobre la totalidad de la Tierra, de la cual ningún Estado se ha
escapado.
     Éste es un régimen mundial, una
"Babilonia", sobre la cual "los
reyes de la tierra han cometido fornicación"
; es decir, los
gobernantes del mundo se han vendido a este sistema universal. Es un sistema
—dejó en claro Juan— basado en valores mercantiles: "Los mercaderes de
la tierra se han enriquecido por la abundancia de sus deleites"
(Apocalipsis 18:3). La época que Juan
describió es la del final de una civilización que ha alcanzado lo que Spengler
llamó su ciclo de Invierno, donde domina
el dinero. Uno no tiene que suscribir la opinión de que a Juan de Patmos le
estaba siendo dada una visión directamente de Dios para reconocer que él
estaba describiendo el ciclo de cierre de una civilización arraigada en la
avaricia, poniéndolo en términos poéticos y reveladores más bien que como el
análisis histórico empírico según Spengler. Es "el tiempo del final" o las clases dirigentes kali-yúguicas
lo que Juan estaba describiendo, las clases que empiezan a destacar en la época
tardía cuando la jerarquía tradicional ha sido invertida: una
"aristocracia del dinero" más bien que una "aristocracia de la
nobleza".
     Uno bien podría preguntarse si los sabios
hindúes o Juan de Patmos tenían una bola de cristal muy exacta. Sin embargo,
los sabios y santos de muchas sociedades tradicionales —en armonía, como lo estaban,
con el cosmos y conscientes de su lugar en el orden divino— eran fácilmente
capaces de comprender el modo en que una sociedad se desenvolvería, no como una
evolución ascendente sino como un ciclo hacia abajo, después de lo cual un
cataclismo de destrucción originaría una nueva cultura que estaría otra vez de
acuerdo con lo divino.
     Con la
inversión de la Jerarquía que colocó a la clase mercantil como el nexo de un
nuevo sistema, la necesidad de involucrarse en la actividad comercial, ya sea
como un campesino proletarizado o un artesano o un noble burgués o un soldado,
significó que el antiguo ethos tanto de los "órdenes
inferiores" como de las castas militares y nobles fue transformado en
clases económicas que ataron a ambos a un sistema económico. Un recurso de los
aristócratas fue casar a su progenie con los comerciantes, y a la inversa, los
comerciantes recibieron honores caballerescos, como en los eventos de los
miembros de la Casa de Rothschild y otros que reciben títulos nobiliarios. Ésa
es la situación que continúa teniendo efecto.
     La inversión de la Jerarquía, que es un
síntoma de la patología cultural que surge en ciertas épocas de culturas a
través del tiempo, la geografía y la etnicidad, es evidenciada por la situación
análoga que surge en Japón, por ejemplo; un caso interesante, en la medida en
que los japoneses han intentado retener sus fundamentos tradicionales a la vez
que abrazan la tecnocracia de una civilización (occidental) en su avanzado
estado de decadencia. El erudito japonés Inazo Nitobe expresa coherentemente el
tema central de este informe: que la actividad mercantil que asume una
importancia principal, y que es honrada actualmente en la época tardía de la
civilización, es, en las sociedades tradicionales, considerada con desdén.
Nitobe escribe acerca de esto en relación al ethos de los samurais,
que es análogo al de los Caballeros medievales:
     «De
todas las grandes ocupaciones en la vida, ninguna fue removida más lejos de la
profesión de las armas que el comercio. El comerciante fue colocado en lo más
bajo en la categoría de las vocaciones: el caballero, el labrador de la tierra,
el artesano, el comerciante. El
samurai
obtenía sus ingresos de la tierra, y podía permitirse incluso, si tuviera la
mente para ello, la agricultura aficionada; pero la calculadora y el ábaco eran
detestados»
[27].
[27] Inazo Nitobe, Bushido:
The Code of the Samurai
, 1899, p. 104.
     Nitobe declara que cuando Japón se abrió
al comercio exterior, el feudalismo fue abolido, los feudos de los samurais fueron tomados, y ellos fueron
compensados con garantías, con el derecho a invertir en el comercio. De ahí que
el samurai fuera degradado al nivel
de un comerciante a fin de sobrevivir (Ibid.,
p. 105). Ésta es la analogía cultural de Japón con otras civilizaciones.
     Sin embargo, la sociedad tradicional de
los japoneses se parecía a las otras sociedades tradicionales, como ha sido
explicado por Évola. La declaración de Nitobe de que el individuo y el universo
eran a la vez espirituales y éticos, confirma este punto.
Conclusión
     Mientras la sabiduría tradicional así como
la morfología cultural empírica de historiadores modernos como Oswald Spengler
y Arnold Toynbee [28] hacen una crónica de los síntomas de la patología
cultural, cada estado que declina precede a su renovación. En un sentido
orgánico —que es cómo Spengler consideraba las culturas— lo viejo muere y cede
el paso al crecimiento del nuevo organismo cultural. Aquellos que retienen su
vigor toman el lugar de aquellos que se han fosilizado y que se están
descomponiendo. El Vishnu Purana (op.
cit
., p. 311) afirma que, en términos cósmicos, el Kali-yuga es
breve y que de aquella decadencia surgirá una cultura nueva aunque tradicional.
[28]
Arnold Toynbee, A Study of History,
Londres, 1954.
     La nórdica Voluspa declara lo mismo en cuanto a
las consecuencias del Ragnarok,
cuando
incluso surgen nuevos dioses, pero con Baldr asumiendo el papel de la
Divinidad, enraizando así la nueva dispensación con la tradición. Juan de
Patmos del mismo modo tuvo una visión de "un nuevo cielo y una nueva
tierra"
(Apoc. 21:1)
surgiendo del eclipse del orden corrupto simbolizado por Babilonia como un
sistema de alcance mundial cuya desaparición sería lamentada por "los mercaderes de la tierra"
(Apoc. 18:11). Évola declaró que no
hay nada que pueda hacerse para salvar el antiguo orden, pero que los
Tradicionalistas deberían —para usar una analogía oriental— "cabalgar el tigre", o
sobrevivir al orden actual, a la vez que preparan el camino para las nuevas
formas de civilización [29].
[29] Julius Évola, Ride
the Tiger: A Survival Manual for the Aristocrats of the Soul
.
    
El nuevo
orden que podría surgir de las cenizas del viejo, reabastecido por un retorno a
ciertos valores eternos que forman el eje espiritual de las sociedades
tradicionales a través del tiempo y el espacio, es la visión optimista ofrecida
por los sabios cuyo fatalismo cíclico demasiado a menudo obscurece la
perspectiva de un renacimiento. Los valores eternos en los cuales este tipo de
sociedad post-caos podría estar involucrada son aludidos por Alice A. Bailey en
sus proclamas para un nuevo orden:
     «El nuevo orden mundial no impondrá un
tipo uniforme de gobierno, una religión sintética y un sistema de
estandarización sobre las naciones. Los derechos soberanos de cada nación serán
reconocidos, y a su genio peculiar, sus tendencias individuales y sus
cualidades raciales, les será permitida su plena expresión...»
[30].
[30] Alice A. Bailey, The Externalization of the Hierarchy, Nueva York, 1957, "(8) Steps Towards a New World
Order"
, p. 191.
     Bailey también dice:
1.
El nuevo orden mundial debe satisfacer la necesidad inmediata y no ser una
tentativa de satisfacer una visión distante e idealista.
2.
El nuevo orden mundial debe ser apropiado para un mundo que ha pasado por una
crisis destructiva y para una Humanidad que ha sido seriamente destruída por la
experiencia.
3.
El nuevo orden mundial debe poner el fundamento para un futuro orden mundial
que será posible sólo después de un tiempo de recuperación, de reconstrucción y
reedificación.
4.
El nuevo orden mundial estará fundado en el reconocimiento de que todos los
hombres son iguales en origen y objetivo, pero que todos están en etapas
diferentes del desarrollo evolutivo; que la integridad personal, la
inteligencia, la visión y la experiencia, más una marcada disposición, deberían
indicar el liderazgo. La dominación del proletariado por sobre la aristocracia
y la burguesía, como en Rusia, o la dominación de una firmemente enraizada
aristocracia por sobre el proletariado y las clases medias, como ha sido hasta
recientemente el caso en Gran Bretaña, debe desaparecer. El control del trabajo
por parte del capital o el control del capital por el trabajo también deben
acabarse (Ibid. p. 190).
     La
descripción de Bailey de un "nuevo orden mundial" está de acuerdo con
la perspectiva Tradicionalista hasta
el
grado que es antitético a la perspectiva "contra-tradicionalista" que
está siendo perseguida
por muchos intereses bien
situados [31], que han empezado a destacar bajo la protección de la "Edad
de la Materia".–
[31] René Guénon escribió acerca de
esas fuerzas anti-Tradicionalistas: «Después
de haber trabajado siempre en las sombras, para inspirar y dirigir de manera
invisible todos los movimientos modernos, al final se las ingeniará para
"exteriorizar", si es correcta esa palabra, algo que será, por así
decirlo, la contraparte de una verdadera tradición, al menos tan completa y
exactamente como puede serlo dentro de las limitaciones necesariamente
inherentes a toda posible falsificación en cuanto tal».
The Reign of Quantity and the Signs of
the Times
, Nueva York, 2001, p. 261.





1 comentario:




  1. Son
    articulos muy buenos los de esta revista, haber si nos traduces más.
    Buen blog, muy completo en diferentes temas y abierto a diferentes
    interpretaciones.
    Responder






















Tres Números Distintos Pero Un Solo Número No Más

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