Foro Cristiano > Religión > Foro General de Religión > ¿Quiénes eran los Fariseos?
PDA
Versión completa : ¿Quiénes eran los Fariseos?
Marco77
26-06-2004, 15:39
Nuevo y vital conocimiento aclara
¿Quiénes eran los Fariseos?
Por William F. Dankenbring
Yahshúa dijo que ellos «se sentaban en la cátedra de Moisés.» ¡Sin embargo los llamó «víboras, serpientes, necios, e hipócritas»! ¿Quienes fueron estas misteriosas personas? ¿Qué autoridad poseían? ¿De dónde salieron? ¿Cuál era su relación con los saduceos y los sacerdotes? ¿Quiénes en realidad controlaban el Templo y sus funciones en el tiempo de Yahshúa, y fijaban las fechas para los días santos anuales de Yahwéh?* Echemos un cándido vistazo a lo que ha revelado la investigación y la erudición histórica acerca de los enigmáticos fariseos.
Aunque Yahshúa arremetió a menudo contra su hipocresía, maldad, arrogancia espiritual, y amor a la ostentación, él también declaró acerca de ellos: «Los escribas y los fariseos se sientan en la cátedra de Moisés. ASI QUE USTEDES DEBEN OBEDECERLOS Y HACER TODO LO QUE ELLOS LES DIGAN. Pero no hagan lo que hacen ellos, porque ellos no practican lo que predican» (Mateo 23:2-3 Nueva Versión Internacional).
Este es un asunto muy importante, porque los fariseos, nos muestra claramente la historia, observaban la Pascua al FINAL de Nisán 14, sacrificando el cordero a media tarde en el 14, y comiendo la cena de Pascua en las primeras horas del 15. Ellos también observaban Pentecostés en Siván 6, después que se fijó el calendario, determinando la fecha correcta por medio de contar «cincuenta días» desde la ofrenda mecida, la cual ofrecían ellos en el primer día después del primer Sábado anual de la Fiesta de los Panes Inleudos.
¿Y qué? dirán algunos. ¿Qué diferencia hace eso?
La pura y simple verdad es que las iglesias cristianas celebran lo que llaman «la Pascua» al PRINCIPIO de Nisán 14, casi 24 horas antes que el tiempo establecido por los fariseos en el tiempo de Yahshúa y antes. También esas iglesias observan Pentecostés por medio de contar cincuenta días a partir del «Sábado semanal» en lugar del Sábado anual de la Pascua. Esto es, ellos ignoran la enseñanza de los fariseos y siguen a los saduceos y a los antiguos samaritanos en calcular Pentecostés a partir del día después del Sábado semanal. Así ellos siempre observan Pentecostés en domingo, ¡igual que la Iglesia Católica Romana!
¿Por qué hacen eso?
Según ellos, ¡no importa cómo lo hacían los fariseos, ya que los saduceos controlaban los servicios del Templo!
¿Quién está diciendo la verdad? Yahshúa dijo que los fariseos se sientan en la cátedra de Moisés, la silla de la autoridad, y mandó a sus seguidores a hacer lo que ellos dijeran (Mat. 23:3). Sin embargo esas iglesias cristianas reclaman que Yahshúa estaba equivocado. Más bien, según ellos, nosotros debemos seguir la práctica de los saduceos y la práctica de los paganizados samaritanos, quienes trataban de combinar las enseñanzas de Moisés con sus propias práctica y creencias paganas de Babilonia. Aquéllos fueron tan lejos que aún establecieron su propio templo rival en el Monte Guerizim, y no querían tener ninguna relación con la religión de los judíos en el tiempo de Yahshúa; (véase Juan 4:9). Yahshúa les dijo: «Ustedes [los samaritanos] adoran lo que no conocen; nosotros [los judíos] adoramos lo que conocemos, porque la salvación es de los judíos» (Juan 4:21, NVI).
¿Debemos obedecer las palabras de Yahshúa el Mesías? ¿O estaba él equivocado, y debemos seguir las enseñanzas de las iglesias cristianas, quienes admiten que siguen las enseñanzas de los saduceos y los samaritanos?
¿Es verdad, como reclaman ellos, que los saduceos estaban en control del Templo y sus rituales hasta mediados del siglo primero de la Era Común, veinte años después de la muerte de Yahshúa?
Nueva Luz Sobre los Fariseos
El apóstol Pablo, por supuesto, era fariseo. No se avergonzaba de ningún modo de esta realidad. De hecho, hasta se jactaba de ello, reclamando que eso era parte importante de su trasfondo y bagaje espiritual. ¡Note! Pablo escribió a los filipenses: «Si alguien más piensa que tiene razones para poner su confianza en la carne, yo tengo más: circuncidado al octavo día, del pueblo de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; EN CUANTO A LA LEY, FARISEO; en cuanto a celo, perseguidor de la congregación; EN CUANTO A LA JUSTICIA LEGALISTA, INTACHABLE» (Fili. 3:4-6, NVI).
¡Considere esa afirmación! ¡Considere a este hombre! Pablo, un apóstol del Yahshúa el Mesías a los gentiles, quien escribió más libros del Nuevo Testamento que ningún otro, tuvo los nervios, de hecho, la audacia, para decir que era (no que había sido) ¡un FARISEO! ¡El no era un saduceo, ni un samaritano! En cuanto a la justicia legal, y la obediencia a las leyes de Moisés, como fariseo, dijo que era INTACHABLE, ¡impecable! ¡NO TENIA FALTA! Así que, como fariseo, él observaba los días santos de Yahwéh ¡CUANDO LOS FARISEOS LOS OBSERVABAN! ¡Por lo tanto él observó los días santos como los observaban los fariseos, no los saduceos ni los samaritanos!
Pablo dijo que se había educado a los pies de Gamaliel. ¿Quién era Gamaliel? Lucas, en el libro de los Hechos, nos habla de este famoso maestro entre los fariseos. Y lo llama «un fariseo llamado Gamaliel, un maestro de la ley, HONRADO POR TODO EL PUEBLO» (Hech. 5:34-39, NVI).
¡Note! Este eminente jurista de la ley, este renombrado fariseo, influyó a los cabeciduros sadu-ceos y otros en el Concilio para que le permitieran a Pablo irse en paz, en lugar de que lo mataran allí mismo. Lucas habla bien de él, y ese fue quien adiestró a Pablo como fariseo.
Pablo, en su defensa delante de los líderes judíos, después de ser apresado por los soldados romanos, les gritó: «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad. BAJO GAMALIEL YO FUI BIEN ADIESTRADO EN LA LEY de nuestros padres y era tan celoso del Poderoso como lo es cualquiera de ustedes hoy» (Hechos 22:3).
Más tarde, compareciendo para ser examinado ante el Sanhedrín, encontramos que, «Pablo entonces, sabiendo que algunos de ellos eran saduceos y otros fariseos, gritó en el Sanhedrín: ‘Hermanos míos, yo SOY FARISEO, hijo de un fariseo. Yo estoy en juicio por causa de mi esperanza en la resurrección de los muertos» (Hechos 23:6, NVI).
Obviamente, Pablo no se avergonzaba de su herencia como fariseo observador de la ley. Tampoco Yahshúa reprendió a los fariseos por sus enseñanzas concernientes a las leyes de Moisés. Más bien, reconoció que ellos «se sientan en la cátedra de Moisés,» algo que nunca dijo de los saduceos ni de los samaritanos. Lucas, que escribió el libro de los Hechos, escribió acerca de los saduceos: «Los saduceos dicen que no hay resurrección, y que tampoco hay ángeles ni espíritu, pero los fariseos reconocen todas estas cosas» (Hechos 23:8).
Yahshúa nunca reconoció a los saduceos como teniendo alguna autoridad espiritual como intérpretes de la Ley. Más bien, en una ocasión cuando ellos lo acosaron y lo cuestionaron, él les respondió con un verdadero «rebajón»:
«Ustedes están en ERROR porque NO CONOCEN LAS ESCRITURAS ni el poder del Poderoso» (Mat. 22:29, NVI).
Claramente, aún la videncia del Nuevo Testamento mismo muestra que nosotros debemos seguir las enseñanzas de los fariseos en lo tocante a las leyes de Yahwéh y la Toráh –¡no a los paganizados samaritanos que no sabían ni lo que adoraban, ni a los saduceos, que ni siquiera reconocían la resurrección, y de quienes dijo Yahshúa que no conocían las Escrituras! Con este entendimiento, pues, volvámonos ahora a las páginas de la historia, y veamos lo que han aprendido los historiadores sobre estos misteriosos fariseos. Veamos cómo los datos de la historia corroboran y sustancian las enseñanzas de las Escrituras, y las palabras de Yahshúa mismo, y de Pablo, concerniente a los fariseos.
Los Fariseos Revelados
Como señala Ellis Rivkin en su libro titulado Una Revolución Oculta: Los Fariseos Buscan el Reino Interior, (publicado en 1978), las únicas fuentes legítimas para nuestro conocimiento de los fariseos son Josefo, el Nuevo Testamento, y la literatura Tanaí-tica. Estas son las única fuentes que pueden reclamar ser contemporáneas de aquéllos fariseos. Se derivan de los tiempos cuando florecieron los fariseos.
Ya hemos discutido la mención de los fariseos, hasta cierto punto, en el Nuevo Testamento. La fuente histórica más importante acerca de ellos, escrita durante su existencia, son los escritos de Flavio Josefo, el historiador judío del siglo primero. Josefo mismo era fariseo; era un observador de ellos en una base diaria durante y después de la revuelta judía contra Roma; y fue un historiador cuidadoso y meticuloso que bebió de otras fuentes que trataban de su pasado. La mayoría de lo que sabemos sobre ellos proviene de los escritos de este eminente sabio e historiador.
Josefo muestra que algún tiempo antes de la muerte de Juan Hircano en el 104 AEC, ya existían los fariseos y los saduceos. Josefo registra el rompimiento que ocurrió entre Juan hircano y los fariseos, ya que éste envolvía a un sumo sacerdote y gobernante del pueblo, y su resultado finalmente fue una violenta guerra civil que duró una generación completa. Josefo escribió en -Antigüedades de los Judíos:
«En cuanto a Hircano, la envidia de los judíos se levantó contra él por sus propios éxitos y los de sus hijos; particularmente hostiles a él eran los fariseos. Y tan grande es su influencia con las masas que aún cuando ellos hablan contra un rey o un sumo sacerdote, inmediatamente gana credibilidad. Hircano también era un discípulo de ellos, y era grandemente amado por ellos» (Antigüedades, 13).
Sin embargo, cierto Yonatán, que era saduceo, convenció a Hircano de que los fariseos eran en realidad sus enemigos. Josefo continúa:
«Y Yonatán en particular inflamó su ira, y trabajó de tal modo en él que lo llevó a unirse al partido saduceo y abandonar a los fariseos, y a abrogar las leyes que ellos habían establecido para el pueblo, y a castigar a los que las observaran. A partir de esto, por supuesto, creció el odio de las masas hacia él y sus hijos...Por lo pronto, simplemente deseo explicar que los fariseos le había pasado al pueblo ciertas leyes transmitidas por generaciones anteriores y no registradas en la ley de Moisés, por cuya razón son rechazadas por el grupo saduceo, que sostiene que solamente se deben considerar válidas las leyes que han sido escritas (en las Escrituras), y que aquéllas que han sido transmitidas por generaciones anteriores no deben observarse. Y acerca de estos asuntos los dos partidos llegaron a tener controversias y serias diferencias, los saduceos teniendo la confianza de los ricos solamente pero NINGUN SEGUIMIENTO ENTRE EL POPULACHO, mientras que los FARISEOS TIENEN EL APOYO DE LAS MASAS.»
Cuando Juan Hircano rompió con los fariseos, y trató de abrogar algunas de sus leyes, las masas llegaron a odiarlo, y estalló una rebelión. Claramente, los fariseos tienen que haber tenido muchos, y dedicados y fuertes seguidores entre el pueblo, y eran capaces de «despertar lealtades hacia ellos y a sus leyes no escritas, tanto así que el pueblo estuvo dispuesto a levantarse contra un sumo sacerdote y etnarca hasmoneo» (A Hidden Revolution, pág. 37).
.......................
Salomé Alexandra hizo tal como le pidió su esposo, y los fariseos vinieron a ser muy amistosos y bien dispuestos con ella. Hablaban bien de ella a las masas, y una vez más compartían el poder real, los fariseos llevaron a las masas a amar a su nueva reina. Cuando los fariseos aún elogiaban al rey muerto, que había sido su enemigo, y lloraban su muerte, las masas seguían sus instrucciones sin cuestionamiento.
Josefo continúa:
«Alexandra entonces nombró a Hircano como sumo sacerdote... y le permitió a los fariseos HACER COMO QUISIERAN en todos los asuntos, y también mandaban al pueblo a obedecerles; y cualesquiera leyes introducidas por los fariseos de acuerdo a la tradición de sus padres, que habían sido abolidas por su suegro Hircano, ella las restauró. Y así mientras ella tuvo el título de soberana, LOS FARISEOS TENIAN EL PODER. Por ejemplo, ellos volvían a llamar a exiliados y liberaban prisioneros, y en una palabra, no se diferenciaban en nada de los gobernantes» (Antigüedades 13:408-11).
Después que reconquistaron el poder, los fariseos comenzaron una campaña sistemática para destruir y emascular el poder de sus oponentes. Actuaban con determinada percatación y agresividad para consolidar su poder y erradicar el cliché antifariseo que había vuelto a Hircano y Alexan-dra contra ellos. En su libro Guerras de los Judíos, Josefo añade este cuadro de los fariseos y Alexandra.
«Junto a Alexandra, y creciendo como creció ella, se levantaron los fariseos, un cuerpo de judíos con la reputación de exceler a todo el resto de la nación en la observancia de la religión, y como EXACTOS EXPONENTES DE LAS LEYES. A ellos, siendo ella misma intensamente religiosa, los oía con demasiada deferencia; mientras ellos, aprovechándose de una mujer ingenua, vinieron a ser a la larga los verdaderos administradores del estado, con libertad de desterrar y repatriar, de desatar y de atar, a quien quisieran. En breve, el disfrute de la AUTORIDAD REAL era de ellos...Pero si ella gobernaba a la nación, los fariseos la gobernaban a ella.» (Guerras 1:107-14).
Los hasmoneos habían perdido el apoyo de las masas por su rompimiento con los fariseos. Cuando la monarquía hizo las paces con los fariseos, se restauraron la paz y el orden. «Y puede haber poca duda de que los ofensores contra las leyes sagradas a quienes ella removió del oficio fueron los saduceos» (Rivkin, p. 48).
Los fariseos vinieron a ser el verdadero poder detrás del trono. Eran notables por su piedad, y por su exacta, precisa y fidedigna exposición de la Ley. Dice Rivkin: «Si, después de una generación, todos los esfuerzos por suprimir la rebelión con la violencia habían fallado y la dinastía hasmonea había sido obligada a hacer las paces con los fariseos, es evidente que los fariseos destaparon profundos manantiales de lealtad y devoción entre las masas» (p. 49).
Los fariseos en el tiempo de Yahshúa
Escribiendo sobre el tiempo inmediatamente después de Yahshúa, Josefo retoma el hilo de los fariseos y saduceos. Al describir las cuatro principales filosofías entre los judíos, escribe:
«De las dos escuelas nombradas primero, los fariseos, que son considerados como los MAS EXACTOS INTERPRETES DE LAS LEYES, y sostenían la posición de mando en la secta principal, le atribuían todo al destino y a Dios; sostenían que el actuar justamente o de otro modo depende, ciertamente, en su mayor parte, de los hombres, pero en cada acción el destino coopera» (Guerras 2:162-63).
Josefo no deja duda de que los fariseos tienen que haber sido eruditos, y de que eran considerados como los más precisos y exactos intérpretes de las leyes. Aquellos eruditos, dice Josefo, eran amigable unos con otros y con la comunidad en general. Escribe:
«Los fariseos son cariñosos unos con otros y cultivan relaciones armoniosas con la comunidad. Los saduceos, por el contrario, son, aún entre ellos, más bien aburridos en su conducta, y en su relación con sus compañeros son tan rudos como con los extranjeros» (Guerras 2:166).
Rivkin traduce el griego de Josefo (Antigüedades, libro IVIII, 1, 3-4) con un inglés más nuevo y moderno que el texto acostumbrado. Lo citamos aquí:
«Los fariseos viven modestamente, evitando el lujo. Se adhieren devotamente a las buenas doctrinas que se les han transmitido oralmente, aferrándose a y valorando sus enseñanzas. Muestran gran respeto por sus ancianos, absteniéndose de contradecir abiertamente lo que han enseñado esos ancianos...Estas opiniones [de los fariseos] han sido tan bien aceptadas por el populacho que TODO LO QUE TIENE QUE VER CON LAS ORACIONES Y SACRIFICIOS SE REALIZA DE ACUERDO CON LA EXPOSICION DE LOS FARISEOS. Ciertamente los habitantes de la ciudad dan tal testimonio de la gran virtud de los fariseos que emulan la nobleza del modo de vida fariseo y SE ADHIEREN A SUS ENSEÑANZAS» (18:12-17).
El texto tradicional dice aquí, en parte, que por causa de la enseñanza de los fariseos, «pueden grandemente persuadir el cuerpo de personas; y TODO LO QUE HACEN EN CUANTO A ADORACION DIVINA, ORACIONES, Y SACRIFICIOS, LO REALIZAN DE ACUERDO CON SU INSTRUCCION...»
¡Claramente este registro histórico muestra sin lugar a dudas quién estaba a cargo del Templo, los sacrificios, y los rituales, durante el tiempo de Yahshúa! Eran los fariseos –¡ellos y solamente ellos!
Las multitudes de los judíos seguían las instrucciones y prácticas de los fariseos, y eran ellos quienes controlaban los servicios de adoración y las funciones del sacerdocio y el Templo.
¿Qué hay de los saduceos, entonces?
Rivkin continúa su traducción del griego:
«En cuanto a los saduceos... ciertamente consideraban una virtud debatir con los maestros de sabiduría [es decir, los fariseos] a quienes perseguían. Aunque POCOS EN NUMERO, los saduceos sostienen posiciones de estima. SIN EMBARGO NO TIENEN PODER. Porque aún cuando ejercen autoridad, SE SOMETEN, AUNQUE DE MAL GRADO, A LAS ENSEÑANZAS DE LOS FARISEOS, ya que de otro modo el populacho no se llevaría con ellos» (Antig. 18:11-17).
¡Cuán claro! Josefo nos dice que los saduceos eran prácticamente impotentes, sin poder, y NO TENIAN ABSOLUTAMENTE NINGUN CONTROL sobre el Templo, los rituales y prácticas religiosas, y sobre la población en total. Siempre que un saduceo se elevaba a una posición de eminencia, era compelido a someterse a las enseñanzas de los fariseos, para que no lo expulsaran de su puesto y se ganara la enemistad de las multitudes. En la debacle durante el tiempo de Juan Hircano, y los sucesos subsiguiente de aquella generación, los saduceos aprendieron su amarga lección de nunca ir públicamente contra los dictados y las doctrinas y prácticas de los fariseos.
Según declara Rivkin, Josefo pinta un cuadro muy agradable de los fariseos aquí: «Tienen un apoyo tan entusiasta de las masas que su exposición de las leyes REGULA TODAS LAS CEREMONIAS PUBLICAS. Son amados y alabados por las ciudades por la belleza de sus vidas y la excelencia de sus enseñanzas. SU PODER ES TAN GRANDE QUE AUN LOS SADUCEOS, CUANDO OSTENTAN UN OFICIO PUBLICO, TIENEN QUE ADHERIRSE A LOS CONCEPTOS FARISAICOS. Y este poder proviene del hecho de que el pueblo en general se adhiere a sus enseñanzas» (Revolución oculta, p. 57-58).
Así Josefo muestra que los fariseos estaban en el poder, y controlaban la vida religiosa del pueblo de Judea, las funciones del Templo, y ejercían tremenda influencia aún cuando algunos saduceos aislados fueran nombrados como sumos sacerdotes, o se les diera otros puestos por el rey. El pueblo los seguía. No permitían ningún manejo de los reglamentos y leyes farisaicas concerniente al culto público, la oración y los sacrificios. Estaban en control religioso supremo del pueblo desde el tiempo de Salomé Alexandra, hasta la revuelta judía contra Roma en el 66-70 EC. Y cuando los líderes fariseos apoyaron esa rebelión, fueron nuevamente buscados como líderes.
Josefo habla de ellos como «los más exactos intérpretes de las leyes,» y «expertos sin rival en las leyes de su país,» y «los más precisos exponentes de las leyes.» Su fama y renombre como los eruditos legales principales de las leyes de Moisés y las leyes no escritas no se negaba ni se ponía en duda.
¿Por qué entonces, algunas iglesias de hoy día desechan las enseñanzas de los fariseos, cuando se trata de las leyes de Yahwéh, y obstinadamente las rechazan? ¿No es eso como arrojar el bebé junto con el agua de la bañera? ¿Por qué algunos insisten en acudir a los saduceos por dirección en cuanto a las leyes de Yahwéh? Puede haber sólo una respuesta: ¡Satán el diablo, quien es el sutil engañador del mundo entero (Apoc. 12:9), ha triunfado una vez más sobre ciertas iglesias, y las ha guiado hacia el error y la racionalización humana! ¡Satán ha atacado con sus ingeniosas maquinaciones y estratagemas, y ellas han caído por su sutil razonamiento, y su anzuelo!
Cuando aprendemos la verdad acerca de los fariseos, los sadu-ceos, y las enseñanzas de Yahshúa, que declaró que los fariseos se sientan en la cátedra de Moisés y tienen autoridad para atar e interpretar las leyes de Yahwéh, no los saduceos, entonces ¡SOLAMENTE UN INSENSATO seguiría voluntariamente y a sabiendas el ejemplo de los saduceos!
Los fariseos en los Evangelios.
Al leer los relatos del evangelio que tratan de los fariseos, una verdad se hace bien evidente: Los fariseos ejercían gran poder en Judea sobre el pueblo. Aunque no eran los gobernantes políticos (Herodes era el rey, y Pilato el gobernador, durante el tiempo de Yahshúa), ellos ejercían la gobernación de la esfera religiosa. Aunque Yahshúa reprendió directamente a los fariseos por su hipocresía, maldad y pecados en mateo 23, sin embargo este mismo relato del evangelio hace las reprensiones tanto más severas, porque Yahshúa introduce su evaluación negativa de los fariseos con la afirmación de que ellos se sientan en la cátedra de Moisés y ejercen autoridad de Yahwéh. Yahshúa mismo les dijo a sus seguidores que, A PESAR DE los crasos pecados de los fariseos, su oficio religioso y autoridad en cuanto a las leyes divinas ¡DEBIAN TODAVIA SER RESPETADAS Y OBEDECIDAS!
Para decir esto, es obvio que Yahshúa tenía un gran respeto por la autoridad de origen divino que ellos tenían, como los custodios de las leyes de Yahwéh, la Toráh, y sus interpretaciones.
En el evangelio de Juan, interesantemente, ni siquiera se menciona a los saduceos. Son constantemente los fariseos los que cuestionan, reprenden, y argumentan con Yahshúa, y finalmente, los sumos sacerdotes, quienes lo llevan a su juicio y ejecución. Ellis Rivkin escribe:
«Juan no parece saber de ninguna autoridad religiosa fuera de los fariseos. Aún los principales sacerdotes y los sumos sacerdotes aparecen en un rol secundario, como funcionarios. Se pinta a los fariseos como los líderes religiosos de TODOS los judíos, como si no hubiera saduceos» (p. 102).
El evangelio de Juan declara que «sin embargo, a la misma vez muchos de entre los dirigentes creyeron en él. Pero por causa de los fariseos no confesaban su fe por temor de ser expulsados de la sinagoga; porque amaban la alabanza de los hombres más que la alabanza de Yahwéh!» (Juan 12:42-32 NVI).
El único grupo religioso con el poder de expulsar personas de la sinagoga mencionado en el Nuevo Testamento eran los fariseos. Los saduceos nunca controlaron las sinagogas. La sinagoga era «EXCLUSIVAMENTE una institución farisea,» como escribe Rivkin. Una vez más pues, vemos revelado el poder de los fariseos, y la impotencia de los saduceos, Para Juan, inspirado por el espíritu de Yahwéh, ¡los saduceos ni siquiera eran lo suficiente importantes para mencionarlos de paso! ¡En el evangelio, judaísmo y fariseísmo eran una y la misma cosa! El no sintió ninguna necesidad de diferenciar entre los fariseos y los impotentes saduceos, cuya limitada influencia no era ni siquiera digna de mencionarse.
Los saduceos le temían a los fariseos
La relación entre los fariseos y los saduceos, aún en cuanto a los rituales del Templo, se hace muy clara en la literatura tanaítica de los judíos. Esa literatura, escrita sobre 350 años, incluye la Mishnáh, la Toseftah, El Midrásh Tanaítico, y pasajes de los Talmudím Babilónico y Palestinense.
¡Nótese!
«Nuestros rabinos han enseñado: ‘Se cuenta de un [sumo sacerdote] saduceo que preparó [el incienso] fuera [del Lugar Santísimo] y luego entró. Cuando salió estaba extremadamente contento. Su padre le salió al encuentro y le dijo: ‘Hijo mío, aunque somos saduceos, TEMEMOS A LOS FARISEOS,’ El le respondió: ‘Toda mi vida estuve turbado por el pasaje escritural que dice: «Porque en la nube me apareceré sobre el kapóret» [Lev. 16:13]. Yo dije: «¿Cuándo tendré la oportunidad de cumplir el precepto de este versículo? Y ahora que surgió la oportunidad, ¿no debía cumplir el versículo bíblico?’
«Ellos dijeron: ‘No pasaron muchos días antes de que muriera, y lo arrojaron al basurero, y le salieron gusanos de la nariz’... (Yoma 19b: cf. Y. Yoma 1:5).
En este caso, el padre de este sumo sacerdote saduceo lo reprendió por realizar un rito del Templo contrario a las instrucciones de los fariseos, admitiendo: «Tememos a los fariseos.» El registro pasa a decir que este sumo sacerdote en particular fue castigado por el Todopoderoso, por su indiscreción, y pronto murió.
¿Suena este incidente histórico como que los saduceos estaban «a cargo y en control del Templo,» como reclaman algunas iglesias? No, más bien corrobora el poder y la autoridad de los fariseos, ¡a quienes temían LOS SADUCEOS!
En otra referencia a este tema leemos:
«Cuando él [el sumo sacerdote betusio-saduceo] salió [del lugar santísimo], le dijo a su padre: «Toda tu vida tú [y tus compañeros saduceos-betusios] has interpretado el versículo [como que significa que el sumo sacerdote prepara el incienso fuera del lugar santísimo], pero nunca lo has hecho en la práctica hasta que yo me paré y lo hice [como manda el versículo].’ Su padre le dijo: ‘Aunque nosotros interpretamos, NO LLEVAMOS LA INTERPRETACION A LA PRACTICA sino que escuchamos las palabras de los sabios [fariseos]. Yo me sorprendería verdaderamente si tú vivieras [por más tiempo].’ No habían pasado tres días cuando lo pusieron en su sepulcro» (Tosefta Yoma 1:8).
Una vez más, vemos que los fariseos estaban en supremacía, y los saduceos, por todas sus quejas y argumentaciones, estaban en la minoría y no se atrevían a poner en práctica sus propias interpretaciones o ideas concernientes a las leyes. Claramente entonces, ¡eran los fariseos los que determinaban las fechas para observar Pentecostés en la nación de Judea, y quienes regulaban y controlaban los servicios del Templo y la observancia de los días santos! Los saduceos no resistían ni combatían contra el control farisaico sobre todos estos asuntos. Continuamente cedían, sin protesta, por su temor de los fariseos. Argumentaban, pero capitulaban.
El origen de los fariseos
¿De dónde provienen los fariseos? No se mencionan en ninguna parte del Antiguo Testamento. No se mencionan como una clase o grupo en toda la Ley de Moisés. Tampoco se mencionan en el tiempo de Esdras el escriba ni de Nehemíah, aunque los escribas y eruditos de las leyes de Yahwéh existían en aquel entonces.
La historia revela que los fariseos nacieron en un tiempo de revolución. Fue durante el tiempo de los Macabeos, cuando Antioco Epífanes trató de destruir las leyes de Yahwéh e introducir el helenismo en todo el imperio, que surgió una lucha por la supervivencia de la verdad de Yahwéh. Durante la revuelta hasmonea contra Antioco, se registra en el libro de los Macabeos, que se realizó una Gran Sinagoga de los sacerdotes, el pueblo y los gobernantes de la nación. Se proclamó que ya que la guerra había desgarrado al país, y Shimón el hijo de Matatyahu, un sacerdote de los hijos de Yoarib, y sus hermanos habían resistido valientemente a los enemigos de los judíos, y habían traído grande gloria a la nación, y habían congregado a la nación en defensa de las leyes y del santuario, que Yonatán fue proclamado Sumo Sacerdote, y cuando murió Simón fue hecho líder y sumo sacerdote.
¿Por qué se hizo eso necesario? El linaje del sumo sacerdote podía trazarse desde Aharón hasta Elazar, Pinjás, y Zadok en una línea ininterrumpida (1Crón. 6:1-15, 49-53; Esdras 7:1-5). Esa línea no se rompió hasta Jason, en el tiempo de Antioco Epífanes, compró para sí el sumo sacerdocio, y Menelao, un helenizador, sacrificó carne de puerco en el altar de Yahwéh, violando fla-grantemente las leyes de Yahwéh. Antioco IV impuso a la fuerza el helenismo sobre los judíos (175-163 ACE). En ese tiempo surgió una violenta lucha por el control del sumo sacerdocio.
Jason, un helenista, quitó de su oficio al legítimo sumo sacerdote Onías III (185-170 AEC) e introdujo reformas helenistas. Menelao, quien compró el sumo sacerdocio después de él, abandonó las leyes de Yahwéh y el Pentateuco, y dedicó el altar de Yahwéh a la deidad pagana Zeus. Así por espacio de treinta años, la nación fue testigo de la bancarrota de sus líderes religiosos, incluso los descendientes de Aarón. Como dice Rivkin:
«Jason, aunque hermano del sumo sacerdote, se había comprado el oficio e introdujo abiertamente prácticas helenistas. Menelao, también, aunque perteneciente a la influyente y respetada familia de los Tobíades, fue aún más allá cuando traicionó la ley y la tradición al usurpar el sumo sacerdocio y cuando usó el oficio de sumo sacerdote para destruir la misma fuente de poder teocrático, la creencia en un solo Dios» (p. 214).
Toda la sociedad judía fue afectada por estas luchas. Después de la revuelta macabea, la nación necesitaba nuevos sacerdotes. La familia de Yoarib era una familia sacerdotal, pero no de la familia sumo-sacerdotal. Ni Yonatán ni Simón tenían derecho a ser sumos sacerdotes, ya que no eran descendientes lineales de Zadok y Aarón. La Gran Sinagoga, pues, declaró que el sacerdocio estaría investido en la familia hasmonea hasta que se levantara un verdadero profeta en Israel.
Esta transferencia de poder se efectuó y se legitimizó por una Gran Sinagoga de los escribas, los gobernantes del pueblo. Aquella sinagoga tiene que haber sido el principio del movimiento fariseo, ya que Josefo describe a los fariseos como teniendo ya el poder y estando en existencia en el tiempo de Juan Hircano de los hasmoneos, unas pocas décadas más tarde. La Gran Sinagoga invistió a Simón con el sumo sacerdocio en el 141 AEC.
Los fariseos surgieron así en tiempos revolucionarios, y vinieron a ser los herederos de las leyes de Moisés, de los cálculos calendáricos y de las leyes no escritas de los servicios, los sacrificios, y deberes relacionados del Templo. Ellos los realizaron a través de los años, desde el 141 AEC hasta el tiempo de Yahshúa y después hasta la rebelión de Bar Kokhba en el 135 EC.
Una breve historia de los fariseos recalcaría:
1. El nacimiento de los fariseos, que fue mano a mano con la Revuelta Hasmonea (167-142 AEC).
2. La coalición farisea-hasmonea (142-119 AEC). Los fariseos apoyaron y legitimizaron a los sumos sacerdotes hasmo-neos (Simón desde 143-134 AEC, Y Juan Hircano desde 134-110 AEC).
3. La separación de Juan Hircano y la violenta insurrección contra Alejandro Janeo (103-76 AEC).
4. La restauración del poder fariseo bajo Salomé Alejandra, y después de su muerte, la continua autonomía farisea en el ámbito religioso por su apoyo a cualquier autoridad civil que gobernara –fueran procuradores hasmoneos, herodianos, o romanos (del 75 AEC hasta 70 EC).
Durante el tiempo de Yahshúa, el Mesías mismo reconoció la autoridad de ellos, diciendo que ellos «se sientan en la cátedra de Moisés.» Pero ¿qué significa ese término?
«La cátedra de Moisés»
Ellis Rivkin escribe:
« Pero aunque su historia sea mayormente irrecobrable, los trazos que han sobrevivido no nos dejan lugar a dudas de que desde el tiempo de la Revuelta Hasmo-nea hasta la destrucción del Templo en el año 70, cuando el término fariseo vino a ser irrelevante, por la desaparición de los saduceos, los escribas fariseos se sentaron en la cátedra de Moisés. Esto fue cierto aún durante la generación de amarga guerra civil bajo Alejandro Haneo, porque es evidente por aquella amarga lucha que el pueblo en general seguía a los fariseos, y no a los hasmoneos, como sus líderes» (p. 258).
Esta erudita autoridad continúa:
«Los escribas fariseos Se sentaban en la cátedra de Moisés DURANTE la Revuelta hasmo-nea, DESPUES DE la Revuelta hasmonea, A TRAVES DE los años de la dinastía hasmonea, y BAJO Herodes, los procuradores, y el rey Agripa. Mateo estaba solamente expresando algo común cuando describe a Yahshúa diciendo: ‘Los escriba y los fariseos se sientan en la cátedra de Moisés, así que practiquen y observen todo lo que ellos les digan’ (Mat. 23:2-3)» Idem.
Rivkin señala, además, que «muy decisivamente, los fariseos demostraban su abarcadora autoridad cuando ellos, y no los saduceos, determinaban los procedimientos que el sumo sacerdote tenía que realizar en el Día de la Expiación. Aquí los fariseos estaban literalmente entrando al Lugar Santísimo, porque si alguna vez se elaboró una ceremonia para enfocar la atención en el sumo sacerdote como el Gran Expiador, esa fue su entrada al lugar santísimo una vez al año, en el Día de la Expiación. Por lo tanto, cualquiera que determinara la manera de la ejecución del sumo sacerdote de este acto final estaba CLARAMENTE en la cátedra de Moisés.»
Los saduceos creían que el sumo sacerdote debía encender el incienso antes de entrar al lugar santísimo. Los fariseos exigían que se encendiera solamente después de entrar al Santísimo. «Operacionalmente, esto significaba que cada vez que el sumo sacerdote entraba al Santísimo sin haber encendido el incienso previamente, estaba reconociendo públicamente ante la entera congregación de Israel que LOS FARISEOS SE SENTABAN EN LA CATEDRA DE MOISES y aún el sumo sacerdote estaba obligado a hacer como ellos mandaban» (p. 61).
Mishnáh Yoma 1:1-36 nos dice cuán cuidadosamente el sumo sacerdote era amonestado y advertido por los emisarios de los fariseos, el Bet Din [tribunal] lo hacía jurar que no se desviaría de ninguna de las instrucciones que se le impartieron. Y como ya hemos visto, en una ocasión cuando cierto sumo sacerdote saduceo se desvió y desafío el procedimiento fariseo, aún los mismos saduceos reprendieron al recalcitrante rebelde, diciendo: «Aunque nosotros somos saduceos, TEMEMOS A LOS FARISEOS.»
Dice Rivkin:
«Este temor a los fariseos es confirmado por Josefo cuando nos asegura que la oración del Templo era dirigida de acuerdo con la exposición de los fariseos y que siempre que los saduceos servían como magistrados seguían los reglamentos de los fariseos ‘ya que de otro modo la multitud no los seguiría’» (p. 262).
Probando su autoridad delante de la población, los fariseos purificaban la lámpara en el Templo después de la Fiesta de las Cabañas, aún cuando solamente los sacerdotes había venido en contacto con ella. Esto se hacía aún cuando los saduceos se reían del procedimiento. Sin embargo esto ponía a los sacerdotes al mismo nivel de las masas, mostrando que ellos no eran una clase aparte, y no necesariamente estaban puros.
Además, cuando se realizaba la ceremonia de la vaca roja, se seguían los procedimientos fari-saicos. Esto significaba que aún el sumo sacerdote se considera impuro; tenía que tomar el baño ritual; la vaca roja se quemaba mientras el sol estaba todavía alto en el cielo. Los saduceos sostenían que un baño ritual solamente no era suficiente para disolver la impureza para todos los propósitos. Por lo tanto, al requerir que el sumo sacerdote se sumergiera mientras el sol estaba alto, los fariseos desplegaban ante el pueblo que la enseñanza de ellos, y no la de los saduceos, era la autorizada.
Rivkin añade esta observación vital:
«De especial importancia era la apropiación del calendario por parte de los fariseos, LO CUAL LOS COLOCABA FIRMEMENTE EN LA CATEDRA DE MOISES. Los fariseos, y no los saduceos, DETERMINABAN CUANDO DEBIAN CELEBRARSE LAS FESTIVIDADES Y LOS DIAS SANTOS. Esto nos llega en la controversia entre los fariseos y los saduceos en cuándo debía ofrecerse el ómer, señalando la cosecha de la cebada. Y siendo que el día del ómer determinaba cuándo caería la festividad de Pentecostés, no era asunto de poca monta cuál concepto prevalecería. Para asegurarse de que el cálculo fariseo, y por implicación, el calendario fariseo, era el vigente, los fariseos ordenaron que se proclamara una ceremonia pública todos los años para proclamar que el día para la mecida del ómer debía ser el segundo día de la Pascua, y no, como reclamaban los saduceos, en la mañana del sábado que seguía a la aparición de la cebada» (p. 263-264).
¿Qué era esa ceremonia especial?
La Mishnáh nos da la siguiente información fascinante en cuanto a cómo ellos manejaban este problema, de modo que el pueblo nunca fuera engañado:
«¿Cómo acostumbraban hacerlo [es decir, prepararse para el corte del manojo para la ofrenda del ómer]? Los mensajeros del Bet Din solían salir en la víspera de la festividad y hacer manojos todavía pegados al suelo, para que fuera fácil de cosechar; y los poblados de alrededor se reunían allí para que se cosechara con gran pompa.
«Cuando se hacía oscuro, él [cosechador] decía: «¿Se puso el sol?’ Ellos [el pueblo] respondían: «Sí.» ‘¿Se puso el sol?’ Y ellos contestaban [otra vez]: Sí. ‘¿Con esta hoz?’ Y ellos respondían: ‘Sí.’ ‘¿Con esta cesta?’ Y ellos contestaban: ‘Sí.’
«En el Sábado ellos le decían: ‘¿En este sábado?’ Y ellos respondían: ‘Sí’ ‘¿Cosecho?’ Ellos respondían: ‘Cosecha.’ ‘¿Cosecho?’ Y ellos respondían ‘Cosecha.’
«El solía gritar estas tres [preguntas] y ellos contestaban: ‘¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!’
«¿Por qué tanta preocupación? Porque los betusios [saduceos] solían decir: ‘El corte del ómer no debe realizarse en el día siguiente a la festividad’ [sino solamente el día siguiente al sábado, es decir, domingo]» (M. Men. 10:3; cf. Men. 65a-b, B.B. 115b-16a).
Rivkin concluye su análisis de los fariseos que se sentaban en la cátedra de Moisés, diciendo que «los escribas fariseos reclamaban PLENA AUTORIDAD SOBRE LA LEY; subordinaban al sumo sacerdote y el culto a sus prescripciones; proclamaban sus leyes no escritas como absolutamente vigentes sobre toda la comunidad de Israel» (p. 269). El concluye su afirmación, diciendo:
«No es de extrañarse, pues, que el autor de mateo 23 reprende a los fariseos escribas como hipócritas y guías ciegos, y sin embargo afirma que ellos se sientan en la cátedra de Moisés como maestros autorizados de la ley» (Idem).
Señalando que fueron los fariseos quienes crearon la metodología de «texto de prueba» para sustanciar los argumentos, usando pruebas bíblicas para respaldar sus reclamos y exhortaciones, Rivkin muestra que estas mismas formas farisaicas «subyacen las epístolas de Pablo, los Evangelios, y los Hechos. Pablo está siempre citando las Escrituras a la manera farisea,» anota él (p. 273).
Ellis Rivkin añade:
«Los Evangelios, los Hechos, y las Epístolas de Pablo –todas atestiguan de la hegemonía de los fariseos. El marco flexible de presuposiciones, leyes, y modos de comunicación era tan farisaico que Yahshúa, Pablo, y los primeros discípulos podían confrontar a los fariseos solamente con herramientas que los fariseos habían ideado y formado. Yahshúa era, como los fariseos, un didáskalos, un maestro. El enseñó por palabra personal, y por ejemplo, así como lo hacían los fariseos. Tan semejante a ellos era él que en ocasiones ellos se dirigen a él como Maestro. El frecuentaba las sinagogas de ellos, leía de los profetas en sábado, se enfrascaba en el modo de exégesis de ellos, consideraba las tres divisiones de las Escrituras como co-iguales, creía firmemente en la vida eterna y la resurrección» (p. 275).
La deuda que tiene el verdadero cristianismo con los fariseos es sustancial. Aún cuando muchos de ellos se hicieron hipócritas y guías ciegos, sin embargo, ellos y solamente ellos preservaron las leyes de Yahwéh, la Toráh, y las leyes no escritas que gobiernan el calendario, el Templo, los rituales, los sacrificios, y demás. Solamente ellos preservaron el conocimiento de los exactos DIAS SANTOS de Yahwéh, las festividades anuales, y la metodología para computar el calendario de lunas nuevas, meses, y años bisiestos.
Yahshúa reconoció la autoridad divinamente otorgada de los fariseos cuando afirmó sin equivocación que ellos se sientan en la cátedra de Moisés –el dador de la ley, aquel a quien Yahwéh mismo dio los Diez Mandamientos. Esa descripción no era una admisión simple o pequeña. Fue dada con el más profundo respeto, ya que Yahshúa también dijo a sus discípulos: «Obedezcan y hagan TODO los que ellos les digan.»
¿Está usted dispuesto a obedecer?
El dijo, por ejemplo, que debemos hacer lo que dicen los fariseos. Ellos dicen que Pentecostés debe contarse desde el día siguiente al primer día de Panes Inleudos. Así dijo que el Pentecostés debe observarse ahora, con el calendario fijo, el 6 de Siván. Si usted los obedece, ¡entonces está obedeciendo a YAHSHUA EL MESIAS, quien nos manda a obedecerlos!
Si usted no los obedece, sino que escoge observar el Pentecostés en algún otro día, como hacen algunas iglesias cristianas, ¡entonces USTED ESTA DESOBEDECIENDO AL MESIAS MISMO!
¿Qué pudiera ser más sencillo que eso!
Rivkin añade:
«Este poder del fariseísmo de atar a Yahshúa, a Pablo y a los primeros discípulos al modo farisaico de pensar y enseñar es explicable solamente si los fariseos estuvieron sentados en la cátedra de Moisés por un tiempo tan largo que nadie podía recordar un tiempo en que no lo estuvieran. El reclamo claro de Mateo de que había que obedecer a los escribas y fariseos AUN CUANDO ellos perseguían a Yahshúa y a sus discípulos es explicable solamente si ellos estuvieron sentados allí por tiempos inmemoriales. De otra manera, Mateo habría desenmascarado los reclamos de ellos como fraudulentos. El fariseísmo era CLARAMENTE EL JUDAISMO DE LOS DIAS DE YAHSHUA, al cual se adherían todos excepto un puñadito de saduceos, unos pocos esenios, y una minoría, no importa cuán creciente y tempestuosa pueda haber sido, de descontentos que se desesperaban por el efectivo liderato de los fariseos contra el aplastante peso de Roma» (p. 275-276).
Esta es la verdad –¿Qué hará usted con ella?
Los hombres insensatos, y los perversos engañadores y seductores, pueden ir en progreso, negando la verdad de Yahwéh. Pablo le advirtió a Timoteo que, en nuestros días, los «últimos días», «las personas serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, jactanciosos, orgullosos, abusi-vos, desobedientes a sus padres, desagradecidos, profanos, sin amor, rencorosos, calumniadores, sin dominio propio, brutales, aborrecedores de lo bueno, engañadores, rudos, engreídos, amadores de los placeres más que del Poderoso –teniendo una FORMA de piedad pero negando la eficacia de ella. No tengan nada que ver con ellos» (1Tim 3:1-5).
Pablo prosigue describiendo a esos perversos maestros y ministros que reclaman representar a Yahwéh, y que profesan ser su única iglesia en la tierra: «Esos son los que fuerzan su entrada en los hogares y ganan control sobre mujeres de voluntad débil, que están cargadas de pecados, y son llevadas por toda clase de malos deseos, QUE ESTAN SIEMPRE APRENDIENDO PERO QUE NUNCA PUEDEN RECONOCER LA VERDAD» (versos 6-7).
Pablo añade que unos hombres igual de perversos se opusieron a Moisés, «así también esos hombres SE OPUSIERON A LA VERDAD –hombres de mentes depravadas, que en lo que concierne a la fe, son RECHAZADOS. Pero no irán muy lejos porque, en el caso de esos hombres, su necedad se hará evidente para todos» (versos 8-9).
Reconozco que la mayoría de los miembros de las iglesias no prestarán atención al contenido de este artículo. No escucharán ni harán caso. Están sordos y ciegos a la verdad de Yahwéh.
¿Pero qué hay de usted?
Si usted ha leído hasta aquí, entonces tiene una decisión inmensa que hacer. ¿Va a dejar que ciertos hombres piensen por usted, y va a seguirlos, aún a la muerte y a la Gran Tribulación? ¿O va a romper con su desobediencia a la ley del Todopoderoso, arrepentirse de sus pecados a la vista de Yahwéh, y en completa humildad y arrepentimiento, y temor de Yahwéh, VA A COMENZAR A OBEDECER SUS LEYES –y comenzar a observar Sus días santos EN LAS FECHAS CORRECTAS, COMO EL MANDO?
Muchos ministros y líderes en las iglesias hoy día están en la triste y penosa situación de rechazar la verdad. Han rechazado el conocimiento y la revelación de Yahwéh. Han rechazado un mensaje enviado de Yahwéh para estos tiempos. Tales hombres deberían saber más que eso.
Pablo concluye:
«Por lo tanto, siendo que estamos recibiendo un reino que no puede ser conmovido, estemos agradecidos, y así adoremos al Poderoso ACEPTABLEMENTE con reverencia y temor, porque nuestro Poderoso es un fuego consumidor» (Heb. 12:25-29, NVI).
¿Adorará usted a Yahwéh «aceptablemente»?
Traducido y editado por:
José Aharón Alvarez
© 1986, 2001, 2004
yerushalayim
27-06-2004, 07:18
"El fariseísmo era CLARAMENTE EL JUDAISMO DE LOS DIAS DE JESUS, al cual se adherían todos excepto un puñadito de saduceos, unos pocos esenios, y una minoría, no importa cuán creciente y tempestuosa pueda haber sido, "
ESO ES CORRECTO! Y CONTINUA SIENDOLO!!!
Funciona con vBulletin™ Versión 4.2.3 Copyright © 2016 vBulletin Solutions, Inc. Todos los derechos reservados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario