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La sinceridad de Vivekananda
Quiero vencer a Dios
Relatos del Mahabharata - Índice
Sólo quiero un estudiante: el corazón
La universalidad de la religión
La ‘Iglesia Universalista de Nueva York’ es para todas las religiones
del mundo. Es una familia que crece en un solo Hogar. Este Hogar es la
encarnación del Corazón. El Corazón es la encarnación de la Verdad. La
Plenitud está allí donde se encuentra la Verdad.
¿Por qué necesitamos la religión? Necesitamos la religión porque
queremos ir más allá de lo finito para poder comulgar con lo Infinito.
Esto no sólo es posible sino también inevitable, puesto que en nosotros
hay un ser consciente que prevé la Realidad de Dios en su totalidad.
La religión es una experiencia espontánea y nunca un conocimiento
teórico. Esta experiencia es inmensamente práctica y podemos usarla de
un modo consciente en todo momento de nuestra existencia terrenal.
La religión jamás ha sido impuesta sobre el hombre sino que ha
surgido de la más profunda necesidad de su ser interior. Cuando este ser
interior aflora a la superficie y mira a su alrededor, siente la
Inmanencia de Dios, que abarca todo; y cuando mira hacia arriba, siente
la Trascendencia de Dios, que sobrepasa todo, como su propia herencia
divina.
La religión tiene dos vidas: la externa y la interna. Ofrece su vida
externa a los buscadores en la etapa preliminar de aspiración vital y
emocional. Ofrece su vida interna a la meditación universal y a la
realización de Dios.
La religión en lo físico es un clamor inconsciente por Dios; en el
plano vital es una lucha ciega por poseer a Dios; en la mente, una pelea
constante por conquistar a Dios; en el corazón, un llanto consciente
por sentarse en el regazo de Dios; y en el alma, una barca de Conciencia
que anhela navegar entre las riberas de la Infinitud siempre
trascendente y la Inmortalidad siempre floreciente.
La inmoralidad quiere arruinar a la religión. Dios le dice a la
religión: «No temas hija Mía, te estoy dando la fortaleza indomable de
la moralidad». El egoísmo quiere ahogar a la religión. Dios le dice a la
religión: «No temas hija Mía, te estoy colocando en la inmensidad
siempre extensiva de la universalidad». La muerte quiere devorar a la
religión. Dios le dice a la religión: «No temas hija Mía, estoy haciendo
de ti la personificación de la inmortalidad».
Ciencia y religión. La gente dice que la ciencia y la religión están
siempre reñidas. No es necesariamente cierto. La ciencia desempeña su
papel de una manera dinámica al interpretar lo inmanente de Dios. La
religión desempeña su papel de una manera divina al interpretar lo
trascendente de Dios. La ciencia trata con el mundo físico, mientras que
la religión trata con el mundo interno y espiritual. La Mente es el
estudiante y la Naturaleza el profesor de la ciencia. El Corazón es el
estudiante y el Alma el profesor de la religión.
Filosofía y religión. La filosofía y la religión son dos amigas
íntimas. La filosofía alcanza el cenit de la perfección cuando está
inspirada por la fe, la visión, la experiencia y la realización de la
fervorosa religión. Y con la ayuda de una filosofía alerta y sana, la
religión se libera de las trampas de la superstición, la excentricidad y
la fantasía.
La moralidad y la espiritualidad en la religión. La moralidad en la
religión es un viaje estable hacia una vida ideal. Este viaje parece ser
interminable a veces. Sin embargo, encarna una aproximación del ideal
visualizado, la meta. La espiritualidad en la religión es completamente
consciente de su Infinitud implícita. Transporta a un individuo
aspirante a la Morada viva de Dios. La Infinitud que la espiritualidad
revela en la religión se hace real mediante un espontáneo impulso
interno. Para el aspirante religioso, la esperanza vuela hacia la
certeza, la lucha se convierte en conquista y la fuerza de voluntad es
atraída por el Cumplimiento absoluto.
Individualidad y universalidad. La universalidad no significa ni
puede significar la extinción total de la llama ascendente en el corazón
humano individual. Al contrario, cuando el individuo se trasciende a sí
mismo en el continuo proceso de universalización, habitará con toda
seguridad en los reinos más profundos, más vastos y más elevados de la
Luz, la Paz y el Poder. Sólo entonces se convertirá en su propio Ser
verdadero, su Ser Eterno. Sin duda, al principio mismo, sentirá un
conflicto deplorable entre la individualidad y la universalidad. Pero
este sentimiento suyo no durará siempre puesto que el conflicto mismo
contiene dentro de sí la posibilidad de un acuerdo de lo más
convincente, una pura amalgama de singular trascendencia.
Fe religiosa. La religión sin fe es como un cuerpo sin vida. La fe
religiosa es una experiencia transformadora y no simplemente una idea.
La fe posee la llave mágica del descubrimiento de uno mismo. El
descubrimiento de uno mismo es el descubrimiento fidedigno de la
Realidad. La fe es un participante activo en el Amor divino, la
Armonía y la Paz. Por último, la fe transporta a la religión hacia
el Deleite todo-abarcador del Más Allá.
El pecado en la religión. Es cierto que el concepto de pecado abunda
en la religión. ¿Qué es el pecado? No es nada más que una experiencia de
imperfección. Esta imperfección existe sencillamente porque la creación
está todavía en desarrollo. La perfección debe necesariamente aparecer
en la creación. Es cuestión de tiempo. La creación es acción, un
constante movimiento hacia adelante, hacia arriba y hacia adentro. La
evolución es el canto inmortal cantado por la creación perpetuamente. El
pecado de hoy es la imperfección personificada. La virtud de mañana es
la perfección encarnada.
Dos cosas comprenden la creación entera de Dios: lo finito y lo
Infinito. Cuando yo, lo finito, asciendo, se trata de mi
auto-realización. Cuando Dios, el Infinito, desciende, se trata de Su
Auto-manifestación. Cuando yo entro en Él, lo Más Elevado, Él me
obsequia con Su Unidad. Cuando Él entra en mí, lo más bajo de mí, yo le
ofrezco la multiplicidad que Él mismo me confió cuando mi alma descendió
a la tierra, para revelarle y colmarle.
Todas las religiones en esencia son una, inseparable. Cada religión
es un sendero infalible que conduce a la Verdad eterna y es una
manifestación apropiada de esa Verdad. La religión no cambia, pero las
religiones deben experimentar vicisitudes en lo que concierne a la forma
externa, las costumbres, los hábitos, el ritual, las circunstancias y
el entorno. «Unidos nos sostenemos, divididos caemos». Esta máxima, tan a
menudo citada, puede aplicarse con propiedad al tema de hoy. La
fortaleza unida de todas las religiones conoce el secreto supremo de que
ninguna religión individual debe ser despreciada. Si falta la fortaleza
unida, entonces ninguna religión puede sostenerse con su cabeza
erguida. La religión es una. Pero se expresa a través de muchas, de las
abundantes religiones.
Me siento profundamente orgulloso de estar aquí en la Iglesia
Universalista porque mi corazón proclama públicamente la verdad de que
la religión que es universal es el núcleo de todas las religiones, y que
la realización de la religión universal no es monopolio de alguna
persona en particular. Cualquier individuo, independientemente de su
casta, credo o nacionalidad, puede tener la realización de esta religión
universal, si tiene la imaginación dinámica, la inspiración creativa y
la aspiración colmadora para asimilar el espíritu de todas las
religiones.
Yo soy hindú. Estoy orgulloso de mi hinduismo. Mi hinduismo, Sanatana
dharma, la religión eterna, me ha enseñado: Aham Brahma, «Yo soy el
Brahman, el Uno-sin-segundo». Usted es cristiano. Está orgulloso de su
cristianismo. Su divina religión le ha enseñado: «Mi Padre y yo somos
uno». Ahora bien, si yo soy hindú en el sentido más puro del término,
debo ser un cristiano hasta la médula puesto que, en lo profundo de mí,
lo que veo, siento y llego a ser es la Verdad universal. ¿Qué es la
Verdad? La Verdad es nuestro Padre Divino. A un niño no le importa que
su padre físico sea llamado hermano por unos, tío por otros, sobrino por
un tercero y amigo por una cuarta persona. Él es igualmente feliz con
la aproximación de cada individuo hacia su padre. Asimismo, cuando las
diferentes religiones se acercan a la Verdad, a nuestro Padre Divino,
cada una a su manera propia, tenemos que ser supremamente felices.
Porque cada religión quiere la Verdad y sólo la Verdad.
del mundo. Es una familia que crece en un solo Hogar. Este Hogar es la
encarnación del Corazón. El Corazón es la encarnación de la Verdad. La
Plenitud está allí donde se encuentra la Verdad.
¿Por qué necesitamos la religión? Necesitamos la religión porque
queremos ir más allá de lo finito para poder comulgar con lo Infinito.
Esto no sólo es posible sino también inevitable, puesto que en nosotros
hay un ser consciente que prevé la Realidad de Dios en su totalidad.
La religión es una experiencia espontánea y nunca un conocimiento
teórico. Esta experiencia es inmensamente práctica y podemos usarla de
un modo consciente en todo momento de nuestra existencia terrenal.
La religión jamás ha sido impuesta sobre el hombre sino que ha
surgido de la más profunda necesidad de su ser interior. Cuando este ser
interior aflora a la superficie y mira a su alrededor, siente la
Inmanencia de Dios, que abarca todo; y cuando mira hacia arriba, siente
la Trascendencia de Dios, que sobrepasa todo, como su propia herencia
divina.
La religión tiene dos vidas: la externa y la interna. Ofrece su vida
externa a los buscadores en la etapa preliminar de aspiración vital y
emocional. Ofrece su vida interna a la meditación universal y a la
realización de Dios.
La religión en lo físico es un clamor inconsciente por Dios; en el
plano vital es una lucha ciega por poseer a Dios; en la mente, una pelea
constante por conquistar a Dios; en el corazón, un llanto consciente
por sentarse en el regazo de Dios; y en el alma, una barca de Conciencia
que anhela navegar entre las riberas de la Infinitud siempre
trascendente y la Inmortalidad siempre floreciente.
La inmoralidad quiere arruinar a la religión. Dios le dice a la
religión: «No temas hija Mía, te estoy dando la fortaleza indomable de
la moralidad». El egoísmo quiere ahogar a la religión. Dios le dice a la
religión: «No temas hija Mía, te estoy colocando en la inmensidad
siempre extensiva de la universalidad». La muerte quiere devorar a la
religión. Dios le dice a la religión: «No temas hija Mía, estoy haciendo
de ti la personificación de la inmortalidad».
Ciencia y religión. La gente dice que la ciencia y la religión están
siempre reñidas. No es necesariamente cierto. La ciencia desempeña su
papel de una manera dinámica al interpretar lo inmanente de Dios. La
religión desempeña su papel de una manera divina al interpretar lo
trascendente de Dios. La ciencia trata con el mundo físico, mientras que
la religión trata con el mundo interno y espiritual. La Mente es el
estudiante y la Naturaleza el profesor de la ciencia. El Corazón es el
estudiante y el Alma el profesor de la religión.
Filosofía y religión. La filosofía y la religión son dos amigas
íntimas. La filosofía alcanza el cenit de la perfección cuando está
inspirada por la fe, la visión, la experiencia y la realización de la
fervorosa religión. Y con la ayuda de una filosofía alerta y sana, la
religión se libera de las trampas de la superstición, la excentricidad y
la fantasía.
La moralidad y la espiritualidad en la religión. La moralidad en la
religión es un viaje estable hacia una vida ideal. Este viaje parece ser
interminable a veces. Sin embargo, encarna una aproximación del ideal
visualizado, la meta. La espiritualidad en la religión es completamente
consciente de su Infinitud implícita. Transporta a un individuo
aspirante a la Morada viva de Dios. La Infinitud que la espiritualidad
revela en la religión se hace real mediante un espontáneo impulso
interno. Para el aspirante religioso, la esperanza vuela hacia la
certeza, la lucha se convierte en conquista y la fuerza de voluntad es
atraída por el Cumplimiento absoluto.
Individualidad y universalidad. La universalidad no significa ni
puede significar la extinción total de la llama ascendente en el corazón
humano individual. Al contrario, cuando el individuo se trasciende a sí
mismo en el continuo proceso de universalización, habitará con toda
seguridad en los reinos más profundos, más vastos y más elevados de la
Luz, la Paz y el Poder. Sólo entonces se convertirá en su propio Ser
verdadero, su Ser Eterno. Sin duda, al principio mismo, sentirá un
conflicto deplorable entre la individualidad y la universalidad. Pero
este sentimiento suyo no durará siempre puesto que el conflicto mismo
contiene dentro de sí la posibilidad de un acuerdo de lo más
convincente, una pura amalgama de singular trascendencia.
Fe religiosa. La religión sin fe es como un cuerpo sin vida. La fe
religiosa es una experiencia transformadora y no simplemente una idea.
La fe posee la llave mágica del descubrimiento de uno mismo. El
descubrimiento de uno mismo es el descubrimiento fidedigno de la
Realidad. La fe es un participante activo en el Amor divino, la
Armonía y la Paz. Por último, la fe transporta a la religión hacia
el Deleite todo-abarcador del Más Allá.
El pecado en la religión. Es cierto que el concepto de pecado abunda
en la religión. ¿Qué es el pecado? No es nada más que una experiencia de
imperfección. Esta imperfección existe sencillamente porque la creación
está todavía en desarrollo. La perfección debe necesariamente aparecer
en la creación. Es cuestión de tiempo. La creación es acción, un
constante movimiento hacia adelante, hacia arriba y hacia adentro. La
evolución es el canto inmortal cantado por la creación perpetuamente. El
pecado de hoy es la imperfección personificada. La virtud de mañana es
la perfección encarnada.
Dos cosas comprenden la creación entera de Dios: lo finito y lo
Infinito. Cuando yo, lo finito, asciendo, se trata de mi
auto-realización. Cuando Dios, el Infinito, desciende, se trata de Su
Auto-manifestación. Cuando yo entro en Él, lo Más Elevado, Él me
obsequia con Su Unidad. Cuando Él entra en mí, lo más bajo de mí, yo le
ofrezco la multiplicidad que Él mismo me confió cuando mi alma descendió
a la tierra, para revelarle y colmarle.
Todas las religiones en esencia son una, inseparable. Cada religión
es un sendero infalible que conduce a la Verdad eterna y es una
manifestación apropiada de esa Verdad. La religión no cambia, pero las
religiones deben experimentar vicisitudes en lo que concierne a la forma
externa, las costumbres, los hábitos, el ritual, las circunstancias y
el entorno. «Unidos nos sostenemos, divididos caemos». Esta máxima, tan a
menudo citada, puede aplicarse con propiedad al tema de hoy. La
fortaleza unida de todas las religiones conoce el secreto supremo de que
ninguna religión individual debe ser despreciada. Si falta la fortaleza
unida, entonces ninguna religión puede sostenerse con su cabeza
erguida. La religión es una. Pero se expresa a través de muchas, de las
abundantes religiones.
Me siento profundamente orgulloso de estar aquí en la Iglesia
Universalista porque mi corazón proclama públicamente la verdad de que
la religión que es universal es el núcleo de todas las religiones, y que
la realización de la religión universal no es monopolio de alguna
persona en particular. Cualquier individuo, independientemente de su
casta, credo o nacionalidad, puede tener la realización de esta religión
universal, si tiene la imaginación dinámica, la inspiración creativa y
la aspiración colmadora para asimilar el espíritu de todas las
religiones.
Yo soy hindú. Estoy orgulloso de mi hinduismo. Mi hinduismo, Sanatana
dharma, la religión eterna, me ha enseñado: Aham Brahma, «Yo soy el
Brahman, el Uno-sin-segundo». Usted es cristiano. Está orgulloso de su
cristianismo. Su divina religión le ha enseñado: «Mi Padre y yo somos
uno». Ahora bien, si yo soy hindú en el sentido más puro del término,
debo ser un cristiano hasta la médula puesto que, en lo profundo de mí,
lo que veo, siento y llego a ser es la Verdad universal. ¿Qué es la
Verdad? La Verdad es nuestro Padre Divino. A un niño no le importa que
su padre físico sea llamado hermano por unos, tío por otros, sobrino por
un tercero y amigo por una cuarta persona. Él es igualmente feliz con
la aproximación de cada individuo hacia su padre. Asimismo, cuando las
diferentes religiones se acercan a la Verdad, a nuestro Padre Divino,
cada una a su manera propia, tenemos que ser supremamente felices.
Porque cada religión quiere la Verdad y sólo la Verdad.
–Sri Chinmoy, del libro "Yoga y Vida Espiritual"
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