sábado, 28 de enero de 2017

Fundamentos Hebreos

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Parashá Semanal: VAERA (Éxodo 6:2-9:35)

















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Enero 28, 2017

Shabbat

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Vara De Aharon
Resumen de la parashá Vaerá
 
 
 
(Éxodo 6:2-9:35)
 
Hashem
Se reveló a Moshé como el Señor cuyas promesas a los patriarcas se
cumplirían ahora, pues los israelitas serían rescatados de la esclavitud
y llevados a la Tierra Prometida. Los judíos, con el espíritu
quebrantado, rehusaron escuchar a Moshé cuando les entregó el mensaje
del Señor. Esto produjo temor en Moshe, pues se preguntaba cómo lo
escucharía el gran faraón si sus propios hermanos no lo hacían,
especialmente por el hecho de que temía dificultades de dicción.
Nuevamente se le dijo que Aharón sería su vocero y que el faraón se
rehusaría a permitir a los judíos la salida de Egipto hasta que Hashem
no infligiese severos castigos a los egipcios.
 
Moshé
tenía ochenta años y Aharón ochenta y tres cuando partieron a cumplir
su misión. Sabiendo que Paró se impresionaría con un acto mágico, Aharón
arrojó un bastón al suelo, que se convirtió en una serpiente. Sin
embargo, los magos egipcios pudieron reproducir esta proeza. Pero aún
cuando el bastón de Aharón se tragó a los bastones de los magos, el
faraón permaneció impasible.
 
La
primera plaga se desató entonces sobre Egipto. Después de advertir a
Paró lo que iba a ocurrir, Aharón siguió las instrucciones de Moshé y
agitó su bastón sobre el Nilo, los canales y reservorios. Las aguas se
convirtieron en sangre. Los peces murieron y esto produjo un olor
pestilente e insorportable. Los egipcios, enfrentados con la falta de
agua, se vieron obligados a suplicar a los judíos que les dieran un
poco, pues la plaga -que se prolongó durante siete días- no tenía efecto
sobre el agua de los hebreos. Puesto que el milagro fue nuevamente
repetido por los magos egipcios, el faraón mantuvo su actitud obstinada.
Por consiguiente, ignoró la amenaza de una plaga de ranas. Nuevamente
Aharón extendió la mano sobre el Nilo y las ranas cubrieron la tierra.
El soberano egipcio rogó a Moshé que detuviera los efectos de la plaga y
prometió permitir, a cambio, la salida del pueblo judío para ofrendar
sacrificios a Hashem. Tan pronto como Moshé oró al Señor, cesó la plaga.
Sin embargo, el faraón se rehusó obstinadamente a cumplir su promesa.
 
Entonces
Aharón golpeó con su bastón el polvo de la tierra y éste se transformó
en piojos que cubrían a hombres y animales. Esta vez los magos egipcios
no pudieron hacer lo mismo y se vieron forzados a admitir la
superioridad del poder de D-s. No obstante, el corazón de Paró continuó
endurecido.
 
Moshé
le advirtió que animales invadirían los hogares de los egipcios, pero
quela tierra de Goshen, donde vivían los judíos, no sería afectada. El
faraón se mantuvo en sus trece. Sin embargo, la desolación provocada por
esta plaga lo obligó a autorizar que los israelitas ofrendaran
sacrificios a Hashem en Egipto. Moshé, en cambio, exigió que se
permitiera a los judíos viajar por tres días al desierto para ofrecer
los sacrificios, a fin de escapar al saqueo de los egipcios. Paró
accedió, pero tan pronto como se detuvo la plaga, se negó nuevamente a
dejar salir a los judíos.
 
Entonces
Moshé le advirtió que la morriña (enfermedad del ganado) devastaría a
Egipto (con excepción de Goshen) si Paró no terminaba por acceder. Paró
rechazó la advertencia y la plaga azotó intensamente al ganado de los
egipcios causándole la muerte, en tanto que los animales pertenecientes a
los judíos no fueron dañados. No obstante, Paró permaneció
inconmovible.
 
A
continuación Moshé arrojó ceniza hacia el cielo en presencia de Paró.
La ceniza se convirtió en polvo y éste causó una epidemia de forúnculos
dolorosos tanto en los hombres como en las bestias. Los propios magos de
Paró fueron afectados, pero él no cambió de opinión.
 
Se
le dijo entonces que destrozaría las cosechas y diezmaría el ganado que
aún quedaba. Se le aconsejó que cubriera a personas y animales para
salvarlos de la muerte. Algunos egipcios atendieron la advertencia y
buscaron refugio junto con el ganado. Entonces Moshé extendió su bastón
hacia el cielo y una terrible tormenta de truenos, relámpagos y granizo
arrazó el país (excepto Goshen), matando a hombres y bestias, y
destruyendo las cosechas. (El granizo era de naturaleza inusual. Estaba
compuesto de fuego en su interior y hielo en el exterior, y era de gran
tamaño). Esta vez Paró reconoció su error, pero cuando cesó la tormenta,
su corazón se endureció nuevamente como una piedra.
 
 
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