martes, 17 de enero de 2017

Felipe II de España - Wikipedia, la enciclopedia libre

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Felipe II de España



Felipe II de España
Rey de España, Portugal, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, duque de Milán, soberano de los Países Bajos y duque de Borgoña, rey de Inglaterra e Irlanda iure uxoris
Portrait of Philip II of Spain by Sofonisba Anguissola - 002b.jpg

Felipe II por Sofonisba Anguissola, 1565 (Museo del Prado)
Rey de España, Sicilia y Cerdeña
16 de enero de 1556-13 de septiembre de 1598
Predecesor Carlos I
Sucesor Felipe III

Información personal
Tratamiento Su Católica Majestad
Nacimiento 21 de mayo de 1527

Valladolid, España
Fallecimiento 13 de septiembre de 1598

(71 años)

San Lorenzo de El Escorial, España
Entierro Cripta Real del Monasterio de El Escorial
Religión Católico
Familia
Casa real Austria
Padre Carlos I de España
Madre Isabel de Portugal
Consorte
Descendencia Véase Matrimonios e hijos


Firma Firma de Felipe II de España

Escudo de Armas de Felipe II a Carlos II.svg

Nec spe nec metu1 d e

Non sufficit orbis2 f g

Dominus mihi adjutor3 4



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Felipe II de España, llamado «el Prudente» (Valladolid, 21 de mayo de 1527-San Lorenzo de El Escorial, 13 de septiembre de 1598), fue rey de Españah desde el 15 de enero de 1556 hasta su muerte, de Nápoles y Sicilia desde 1554 y de Portugal y los Algarves —como Felipe I— desde 1580, realizando la tan ansiada unión dinástica que duró sesenta años. Fue asimismo rey de Inglaterra e Irlanda iure uxoris, por su matrimonio con María I, entre 1554 y 1558.


Hijo y heredero de Carlos I de España e Isabel de Portugal, hermano de María de Austria y Juana de Austria, nieto por vía paterna de Juana I de Castilla y Felipe I de Castilla y de Manuel I de Portugal y María de Aragón por vía materna; murió el 13 de septiembre de 1598 a los 71 años de edad, en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial, para lo cual fue llevado desde Madrid en una silla-tumbona fabricada para tal fin.


Desde su muerte fue presentado por sus defensores como arquetipo de
virtudes, y por sus enemigos como una persona extremadamente fanática y
despótica. Esta dicotomía entre la leyenda blanca o rosa y leyenda negra
fue favorecida por su propio accionar, ya que se negó a que se
publicaran biografías suyas en vida y ordenó la destrucción de su
correspondencia. La historiografía anglosajona y protestante
lo ha calificado como un ser fanático, despótico, criminal,
imperialista y genocida minimizando sus victorias hasta lo anecdótico y
magnificando sus derrotas en exceso. Basta como ejemplo la pérdida de
una parte de la Grande y Felicísima Armada —llamada por sus enemigos la Armada Invencible— debido a un fuerte temporal, que fue transformada en una victoria inglesa.


Su reinado se caracterizó por la exploración global y la expansión territorial a través de los océanos Atlántico y Pacífico, llevando a la Monarquía Hispánica a ser la primera potencia de Europa y alcanzando el Imperio español su apogeo, convirtiéndolo en el primer imperio mundial ya que, por primera vez en la historia, un imperio integraba territorios de todos los continentes habitados del planeta Tierra.



Índice

Extensión de la monarquía

Duque de Milán


Felipe, príncipe de Asturias, por Tiziano (1551).
Tras la muerte, el 1 de noviembre de 1535, de Francisco II, último Sforza, el Ducado de Milán quedó sin soberano. Los reyes de Francia, emparentados con la familia Visconti, reclamaban el ducado. Esta fue una de las causas de las sucesivas guerras italianas. Francisco I
vio en la muerte del duque de Milán una nueva oportunidad para hacerse
con el territorio, originando una tercera guerra contra Carlos I de
España, que acabó con la Tregua de Niza en 1538.


En 1540 el ducado seguía sin soberano, estando a cargo de un gobernador. En un primer momento, el propio Carlos I pensó nombrarse a sí mismo duque, ya que Milán era un Estado feudatario del Sacro Imperio Romano Germánico y, el emperador tenía potestad para conceder el título. Pero esto podría ser considerado un casus belli
en Francia, y además, dañaría su imagen de libertador y no
conquistador. Entonces decidió conceder el título al príncipe Felipe. El
11 de octubre de 1540 fue investido Felipe como duque de Milán. La ceremonia fue secreta y no se consultó con los príncipes electores para evitar problemas internacionales.


En 1542 estalló una nueva guerra entre Francia y España. Entre las condiciones de la Paz de Crépy, que puso fin a las hostilidades en 1544, se encontraba la boda de Carlos, duque de Orleans e hijo de Francisco I, con la hija de Carlos I, María de Habsburgo (y los Países Bajos y el Franco-Condado como dote), o con la hija del Rey de Romanos Fernando, Ana de Habsburgo (y Milán como dote). La elección fue Milán, pero en 1545
la muerte del duque de Orleans dejó sin validez los acuerdos.
Nuevamente de forma secreta el príncipe Felipe fue investido Duque el 5 de julio de 1546. En 1550 se hizo finalmente público el nombramiento de Felipe y, el 10 de febrero del mismo año, Ferrante Gonzaga, gobernador de Milán, le prestó juramento de fidelidad en su nombre y en el de la ciudad.


Rey de Nápoles

A finales de 1553 se anunció la boda de Felipe con su tía segunda María I de Inglaterra.
Pero el problema era que Felipe era únicamente príncipe y duque, y era
impensable el matrimonio de la reina con alguien de rango inferior. La
solución de Carlos I fue renunciar al Reino de Nápoles en favor de su hijo. El 24 de julio de 1554 Juan de Figueroa,
enviado especial de Carlos I y regente de Nápoles, llegó a Inglaterra
con la investidura formal de Felipe como Rey de Nápoles y Duque de
Milán. Al día siguiente se celebraron los esponsales.


Rey de Inglaterra e Irlanda


Escudo personal de Felipe como monarca de Inglaterra, España y otros estados. En la parte de la izquierda pueden observarse las armas de este último y sosteniendo el escudo la figura del Águila de San Juan, adoptada de la heráldica de los Reyes Católicos.5 6 7
El 25 de julio de 1554 Felipe se casó con la reina María I de Inglaterra. Al final de la ceremonia fueron proclamados:


Felipe y María, por la gracia de Dios, Rey y Reina de Inglaterra, Francia, Nápoles, Jerusalén, Irlanda, Defensores de la Fe, Príncipes de España y Sicilia, Archiduques de Austria, Duques de Milán, Borgoña y Brabante, Condes de Habsburgo, Flandes y el Tirol, en el primero y segundo año de su reinado.


Las cláusulas matrimoniales eran muy rígidas (equiparables a las de los Reyes Católicos) para garantizar la total independencia del Reino de Inglaterra.
Felipe tenía que respetar las leyes y los derechos y privilegios del
pueblo inglés. España no podía pedir a Inglaterra ayuda bélica o
económica. Además, se pedía expresamente que se intentara mantener la
paz con Francia. Si el matrimonio tenía un hijo, se convertiría en
heredero de Inglaterra, los Países Bajos y Borgoña.
Si María muriese siendo el heredero menor de edad, la educación
correría a cargo de los ingleses. Si Felipe moría, María recibiría una
pensión de 60 000 libras al año, pero si fuera María la primera en
morir, Felipe debía abandonar Inglaterra renunciando a todos sus
derechos sobre el trono.


Felipe actuó conforme a lo estipulado en el contrato matrimonial,
encontrándose con una fuerte resistencia por parte de los cortesanos y
los parlamentarios ingleses, lo que se llegó a manifestar en un intento de asesinato abortado en marzo de 1555 en Westminster.8
Sin embargo, ejerció una notoria influencia en el gobierno del reino,
ordenando la liberación de nobles y caballeros presos en la Torre de Londres por participar en rebeliones anteriores contra la reina María,9 y actuando de forma vital para la reintegración de Inglaterra en la Iglesia católica.10 Tras su partida a los Países Bajos, un Consejo Escogido
de ingleses enviaba misivas a Felipe demandando su opinión y
recomendaciones sobre los distintos asuntos de gobierno que debatía,
llegando a seguir fielmente las directrices que el rey les hacía llegar
posteriormente.11 Durante una parte importante de su reinado estuvo ausente, especialmente a partir de 1556, cuando su padre abdicó en él en las Coronas de España, Sicilia y Cerdeña. El 17 de noviembre de 1558,
encontrándose el rey en los Países Bajos, la reina María I Tudor
falleció sin haber tenido descendencia. Su hermana ascendió al trono
entonces como Isabel I de Inglaterra, reconocida como tal por el ya exrey Felipe.12


Soberano de los Países Bajos y Duque de Borgoña


La bandera con la Cruz de Borgoña es la más característica de las utilizadas por los Tercios Españoles.
En 1555 Carlos I, ya mayor y cansado, decidió renunciar a más territorios en favor de su hijo Felipe. El 22 de octubre del mismo año, Carlos abdicó en Bruselas como Soberano Gran Maestre de la Orden del Toisón de Oro.
Tres días después, en una grandiosa y ostentosa ceremonia ante decenas
de invitados, se produjo la abdicación como soberano de los Países Bajos de los Habsburgo.13 La renuncia al Condado de Borgoña tuvo lugar el 10 de junio de 1556.14 15 16


Carlos pensó que España defendiese desde esos territorios al Sacro Imperio Romano Germánico, más débil que Francia. A diferencia de Castilla, Aragón, Nápoles y Sicilia, los Países Bajos no eran parte de la herencia de los Reyes Católicos, y veían al monarca como un rey extranjero y lejano [cita requerida]. Los estados del norte pronto se convirtieron en un gran campo de batalla,
ayudados por Francia e Inglaterra, que explotaron la situación de
rebelión constante de Flandes para debilitar a la Corona Hispánica.


Rey de España, Sicilia y las Indias

El 16 de enero de 1556
Carlos I, en sus habitaciones privadas y sin ninguna ceremonia, cedió a
Felipe la Corona de los Reinos Hispánicos, Sicilia y las Indias. Felipe
ya desempeñaba funciones de gobierno desde 1544, después de que Carlos I escribiera en 1543, a su regreso a España, las Instrucciones de Palamós, que preparaban a Felipe para la regencia de los reinos peninsulares hasta 1550 cuando éste aún tenía dieciséis años.17
Aunque durante su juventud vivió doce años fuera de España en Suiza,
Inglaterra, Flandes, Portugal, etc., una vez convertido en Rey de España
fijó su residencia en Madrid y potenció el papel de esta ciudad como capital de todos sus reinos.


Rey de Portugal


Dominios europeos y norteafricanos de Felipe II hacia 1580.
El 4 de agosto de 1578, tras la muerte sin descendientes del rey Sebastián I de Portugal en la batalla de Alcazarquivir, en Marruecos, heredó el trono su tío abuelo, el cardenal Enrique I de Portugal. Durante el reinado de éste, Felipe II se convirtió, como hijo de Isabel de Portugal, en candidato al trono portugués junto a Antonio, el Prior de Crato y nieto del rey portugués Manuel I, Catalina de Portugal
y los duques de Saboya y Parma. Felipe recibió el apoyo de la nobleza y
el alto clero y el Prior de Crato fue apoyado por la gran mayoría del
pueblo.


A la muerte de Enrique I, el Prior de Crato se autoproclamó Rey de Portugal el 24 de julio de 1580. Ante tal hecho, Felipe II reaccionó enviando a un ejército al mando de Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, el Gran Duque de Alba, para luchar contra el Prior de Crato y reclamar sus derechos al trono. La batalla de Alcántara culminó una rápida y exitosa campaña militar que obligó a Antonio a huir y refugiarse en las islas Azores (de donde fue desalojado en 1583 tras la batalla de la Isla Terceira).


Una vez tomada Lisboa, Felipe II fue proclamado rey de Portugal el 12 de septiembre de 1580 con el nombre de Felipe I de Portugal y jurado como tal por las Cortes reunidas en Tomar el 15 de abril de 1581. Reinó Portugal desde Madrid y designó a Fernando Álvarez de Toledo Condestable de Portugal y I Virrey de Portugal,
máximos cargos en aquel país después de la persona del propio monarca.
Felipe II lograba la tan ansiada unificación de la península Ibérica
bajo un único rey español.


Cultura y arte


El gobierno de Felipe II coincidió con la etapa histórica conocida como el Renacimiento.
Aunque el cambio ideológico no fue tan extremo como en otros países; no
se rompió abruptamente con la tradición medieval, no desapareció la
literatura religiosa, y fue en el Renacimiento cuando surgieron autores ascéticos y místicos.


La literatura religiosa estuvo encabezada por escritores como: Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, fray Luis de Granada, fray Luis de Molina, San Juan de Ávila y fray Juan de los Ángeles. Miguel de Cervantes empezó a escribir sus primeras obras. La poesía lírica renacentista de este se dividió en dos escuelas: la Salmantina (Fray Luis de León) y la Sevillana (Fernando de Herrera). La poesía épica culmina con Alonso de Ercilla, quien dedica La Araucana a Felipe II. En el teatro destaca Lope de Rueda, uno de los primeros actores profesionales españoles, considerado precursor del teatro de Lope de Vega, quien aún acaparará más importancia en el reinado de Felipe III, al igual que Miguel de Cervantes.


Entre los pintores más famosos destacaron El Greco, Tiziano, Antonio Moro o Brueghel el Viejo. Alonso Sánchez Coello fue el pintor de cámara de Felipe II. Fue el apogeo de los arquitectos españoles, entre ellos: Juan de Herrera, Juanelo Turriano, Francisco de Mora o Juan Bautista de Toledo,
que tuvo como resultado la aparición de un nuevo estilo, que se
caracterizó por el predominio de los elementos constructivos, la
ausencia decorativa, las líneas rectas y los volúmenes cúbicos. Este
estilo fue bautizado posteriormente como estilo herreriano. Estos afamados arquitectos construyeron edificios religiosos y mortuorios como el Monasterio de El Escorial o la Catedral de Valladolid; civiles o administrativos como la Casa de la Panadería de Madrid o la Casa de la Moneda de Segovia, y militares como la Ciudadela de Pamplona.


Los compositores más notables de música sacra durante el reinado de Felipe II fueron Tomás Luis de Victoria y Francisco Guerrero. También durante la época se publicó en 1576 uno de los últimos libros de vihuela: El Parnaso de Esteban Daza. Alonso Lobo compuso su conocida obra Versa est in luctum a la muerte de Felipe II.


De hecho, a esta época, en la que sobresalieron escritores y
dramaturgos de gran talla, y acababan de nacer los que se destacaron
bajo el gobierno de Felipe III, se le conoce como el Siglo de Oro o el apogeo de la cultura española.


Política interior

Durante su reinado hizo frente a muchos problemas internos entre los
cuales caben destacar: su hijo Carlos, su secretario Antonio Pérez y la
guerra de las Alpujarras. También acabó con los focos protestantes en
España, localizados principalmente en Valladolid y Sevilla.


El príncipe Carlos (1545 a 1568) y el problema dinástico

El príncipe Carlos nació en 1545, hijo de la primera esposa de Felipe, María de Portugal
con la que este se había casado dos años antes y que murió en el parto.
Caracterizado por su desequilibrio mental, de muy posible origen
genético, pues tenía cuatro bisabuelos (en lugar de los ocho naturales) y
seis tatarabuelos (en lugar de dieciséis), Carlos tuvo una complexión
débil y enfermiza. Fue educado en la Universidad de Alcalá junto al medio hermano del rey, don Juan de Austria.
Conspiró con poco disimulo con los rebeldes flamencos contra su padre.
Tras asombrosos escándalos relacionados con esto, como el intento de
acuchillar en público al Duque de Alba, fue detenido por su propio
padre, procesado y encerrado en sus aposentos. Posteriormente fue
trasladado al Castillo de Arévalo donde murió de inanición (se negaba a comer) y en total delirio en 1568. Este terrible hecho marcó profundamente, y de por vida, la personalidad del monarca.


De su segundo matrimonio con María I de Inglaterra no hubo hijos, pero de su tercer matrimonio con Isabel de Valois tuvo dos hijas, con lo que, al morir en 1568,
Isabel de Valois y su primogénito Carlos, Felipe II se encontró con 41
años, viudo y sin descendencia masculina. Éste fue uno de los peores
años para Felipe II: a la tragedia personal se unían la rebelión en los
Países Bajos y las Alpujarras, el avance imparable de la herejía protestante y calvinista en Francia y Europa Central, la piratería berberisca y el resurgir de la amenaza otomana tras el fracaso del Sitio de Malta y la muerte de Solimán el Magnífico.


En 1570, Felipe II se casó por cuarta vez con Ana de Austria, hija de su primo el emperador Maximiliano II, con quien tuvo cuatro hijos, de los cuales sólo uno, Felipe (14 de abril de 157831 de marzo de 1621),
futuro Felipe III, llegó a la edad adulta. Quedando finalmente resuelto
el problema de la descendencia, Ana de Austria múrió en 1580. Felipe II no volvió a casarse.


La rebelión en las Alpujarras (1568 a 1571)

En 1567 Pedro de Deza, presidente de la Real Chancillería de Granada, proclamó la Pragmática bajo orden de Felipe II. El edicto limitaba las libertades religiosas, lingüísticas y culturales de la población morisca. Esto provocó una rebelión de los moriscos de las Alpujarras que Juan de Austria redujo militarmente.


La crisis de Aragón (1590 a 1591) y Antonio Pérez

Antonio Pérez, aragonés, fue el secretario del rey hasta 1579. Fue arrestado por el asesinato de Juan de Escobedo,
hombre de confianza de don Juan de Austria, y por abusar de la
confianza real al conspirar contra el rey. La relación entre Aragón y la
corona estaba algo deteriorada desde 1588 por el pleito del virrey extranjero y los problemas en el condado estratégico de Ribagorza. Cuando Antonio Pérez escapó a Zaragoza y se amparó en la protección de los fueros aragoneses, Felipe II intentó enjuiciar a Antonio Pérez mediante el tribunal de la Inquisición para evitar la justicia aragonesa (el Justicia Mayor de Aragón
era teóricamente independiente al poder real). Este hecho provocó en
Zaragoza, una revuelta que Felipe II redujo usando la fuerza.


Reformas administrativas


El «Camino Español», fue utilizado por primera vez en 1567 por el Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba en su viaje a los Países Bajos, y el último ejército en circular por él lo hizo en 1622.
Su padre, Carlos I, había gobernado como un emperador, y como tal,
España y principalmente Castilla habían sido fuente de recursos
militares y económicos para unas guerras lejanas, de naturaleza
estratégica, difíciles de justificar localmente puesto que respondían a
su ambición personal (y aún más, a las ambiciones de la Casa de Austria)
y que se habían convertido en carísimas con las innovaciones
tecnológicas bélicas. Todo mantenido con los fondos castellanos y con
las riquezas americanas, que llegaban a ir directamente desde América a
los banqueros holandeses, alemanes y genoveses sin pasar por España.


Felipe II como su padre, fue un rey absolutista,
continuó con las instituciones heredadas de Carlos I, y con la misma
estructura de su imperio y autonomía de sus componentes. Pero gobernó
como un rey nacional, España y especialmente Castilla eran el centro del
imperio, con su administración localizada en Madrid. Felipe II no
visitó apenas sus territorios de fuera de la península y los administró a
través de oficiales y virreyes quizá porque temía caer en el error de
su padre, Carlos I, ausente de España durante los años de las rebeliones
comuneras; quizá porque, a diferencia de su padre, que aprendió muy
mayor el español, Felipe II se sentía profundamente español.


Convirtió España en el primer reino moderno, realizó reformas hidráulicas (presa del Monnegre)
y una reforma de la red de caminos, con posadas, con una administración
(y una burocracia) desconocida hasta entonces. Los administrativos de
Felipe II solían tener estudios universitarios, principalmente de las
universidades de Alcalá y Salamanca,
la nobleza también ocupaba puestos administrativos, aunque en menor
cantidad. Ejemplos reseñables de su meticulosa administración son:


  • En 1561,
    Felipe II decidió trasladar la sede de la corte y convirtió a Madrid en
    la primera capital permanente de la monarquía española. Desde entonces,
    salvo un breve intervalo de tiempo entre 1601 y 1606, bajo el gobierno de Felipe III, en el que temporalmente la capitalidad pasó a Valladolid, Madrid ha sido la capital de España y sede del Gobierno de la Nación.i
  • La Grande y Felicísima Armada
    o Armada Invencible, de la que se conocía hasta el nombre del ínfimo
    grumete, mientras que los ingleses no tuvieron noticia cierta ni
    siquiera de todos los barcos que participaron.

Distintos soldados de los Tercios.
  • Los tercios
    eran las mejores unidades militares de su época. Creados por su
    antecesor, Carlos I de España, fueron decisivos para Felipe II en las
    victorias que obtuvo frente a los franceses, ingleses y holandeses en su
    reinado (ver apartados correspondientes). Eran expertos en tácticas
    como el asedio (en Amberes de 1584 a 1585).
  • Innovaciones militares en todos los sentidos. Aparición de los arcabuceros y mosqueteros, que combatían junto con los piqueros y la Caballería. Asimismo se disponía de artillería: desde cañones de bronce o hierro colado, medioscañones, culebrinas hasta falconetes. En el aspecto táctico, destaca la utilización de ataques por sorpresa nocturnos (Encamisada). Si se trataba de un asedio, los Tercios realizaban obras de atrincheramiento para rodear la plaza y aproximar los cañones y minas a los muros. Uno de los escuadrones se mantenía en reserva para rechazar cualquier tentativa de contraataque de los sitiados.
  • En el mar, destacaba la utilización masiva de galeones,
    ya que su combinación de tamaño, velamen y la posibilidad de
    transportar armamento y tropas lo hacían idóneo para las largas
    travesías oceánicas, combinando así la capacidad de transporte de las
    naves de carga con la potencia de fuego que requerían las nuevas
    técnicas de guerra en el mar, permitiendo disponer de barcos de
    transporte fuertemente armados.
  • Carlos I creó el 27 de febrero de 1537
    la Infantería de Marina de España, convirtiéndola en la más antigua del
    mundo al asignar de forma permanente a las escuadras de galeras del
    Mediterráneo las compañías viejas del mar de Nápoles. Sin embargo, fue
    Felipe II el que creó el concepto actual de fuerza de desembarco, concepto que aún perdura en nuestros días.
  • Destinó gran cantidad de dinero para crear la mejor red de espionaje
    de la época. Es muy conocido el uso de la tinta invisible y de la
    escritura microscópica por parte de los servicios secretos de Felipe II.
    Bernardino de Mendoza,
    fue militar, embajador y jefe de los servicios secretos en diversas
    regiones del Imperio español bajo Felipe II y durante este tiempo estuvo
    destinado como embajador español en París. Una de las acciones más importantes atribuidas a este antepasado de los actuales servicios secretos, fue el asesinato de Guillermo de Orange a manos de Balthasar Gérard.
  • Creación del Camino Español,
    una ruta terrestre para transportar dinero y tropas desde las
    posesiones españolas en Italia, hacia los Países Bajos españoles.
  • El comercio con las Indias estaba fuertemente controlado. Por ley,
    esas posesiones españolas sólo podían comerciar con un puerto en España
    (primero Sevilla, luego Cádiz). Los ingleses, holandeses y franceses trataron de romper el monopolio,
    pero éste duró durante más de dos siglos. Gracias al monopolio, España
    se convirtió en el país más rico de Europa. Esta riqueza permitió
    sufragar sobre todo las guerras contra los protestantes del centro y
    norte de Europa. También causó una enorme inflación en el siglo XVI, lo
    que prácticamente destruyó la economía española.
  • Felipe II se comunicaba casi diariamente con sus embajadores,
    virreyes y oficiales repartidos por el imperio mediante un sistema de
    mensajeros que tardaba menos de tres días en llegar a cualquier parte de
    la península o unos ocho días en llegar a los Países Bajos.
  • En 1566 realizó una reforma monetaria con el fin de aumentar el valor del escudo de oro, y se pusieron en circulación diferentes especies de vellón rico.

El Imperio de Felipe II en 1598, distinguiendo el ámbito de cada Consejo territorial en el sistema polisinodial de la Monarquía Católica

     Territorios adscritos al Consejo de Castilla     Territorios adscritos al Consejo de Aragón     Territorios adscritos al Consejo de Portugal     Territorios adscritos al Consejo de Italia     Territorios adscritos al Consejo de Indias     Territorios adscritos al Consejo de Flandes abarcando los territorios disputados con las Provincias Unidas.
El gobierno mediante Consejos instaurado por su padre seguía siendo
la columna vertebral de su manera de dirigir el estado. El más
importante era el Consejo de Estado
del cual el rey era el presidente. El rey se comunicaba con sus
Consejos principalmente mediante la consulta, un documento con la
opinión del Consejo sobre un tema solicitado por el rey. Asimismo
existían seis Consejos regionales: el de Castilla, de Aragón, de
Portugal, de Indias, de Italia y de Países Bajos y ejercían labores
legislativas, judiciales y ejecutivas.


Felipe II también gustaba de contar con la opinión de un grupo selecto de consejeros, formado por el catalán Luis de Requesens, el castellano Gran duque de Alba, el vasco Juan de Idiáquez, el cardenal borgoñés Antonio Perrenot de Granvela y los portugueses Ruy Gómez de Silva y Cristóbal de Moura
repartidos por diferentes oficinas o siendo miembros del Consejo de
Estado. Felipe II y su secretario se encargaban directamente de los
asuntos más importantes, otro grupo de secretarios se dedicaba a asuntos
cotidianos. Con Felipe II la figura de secretario del rey alcanzó una
gran importancia, entre sus secretarios destacan Gonzalo Pérez, su hijo Antonio Pérez, el cardenal Granvela y Mateo Vázquez de Leca. En 1586
creó la Junta Grande, formada por oficiales y controlada por
secretarios. Otras juntas dependientes de ésta, eran la de Milicia, de
Población, de Cortes, de Arbitrios y de Presidentes.


Finanzas


Letra y firma de Felipe II en una carta de 1557. Con la edad, los
problemas de la vista y el avance de la gota hicieron que a partir de la
década de 1580 su letra se hiciera cada vez más grande e ilegible.
Durante su reinado, la Hacienda Real se declaró en bancarrota tres veces (1557, 1575 y 1596),
aunque, en realidad, eran suspensiones de pagos, técnicamente muy bien
elaboradas según la economía moderna, pero completamente desconocidas
por entonces.


Felipe II heredó una deuda de su padre de unos veinte millones de
ducados, y dejó a su sucesor una cantidad que quintuplicaba esta deuda.
En 1557, al poco de entrar al poder el rey, la Corona hubo de suspender
los pagos de sus deudas declarando la primera bancarrota. Pero los
ingresos de la Corona se doblaron al poco de llegar Felipe II al poder, y
al final de su reinado eran cuatro veces mayor que cuando comenzó a
reinar, pues la carga fiscal sobre Castilla se cuadruplicó y la riqueza
procedente de América alcanzó valores históricos. Al igual que con su
predecesor, la riqueza del Imperio recaía principalmente en Castilla, y
dependía de los avances a gran interés de banqueros holandeses y
genoveses. Por otra parte, también eran importantes los ingresos
procedentes de América, los cuales suponían entre un 10% y un 20% anual
de la riqueza de la Corona. Los mayores consumidores de ingresos fueron
los problemas en los Países Bajos y la política en el Mediterráneo,
juntos, unos seis millones de ducados al año.



Los Países Bajos, moneda con busto de Felipe II en 1566.

Felipe II por Antonio Moro (1557).
El estado de las finanzas dependía totalmente de la situación
económica castellana. Los Países Bajos eran los principales receptores
de la lana castellana y, debido al ya abierto conflicto de los Países
Bajos, la ruta lanera se interrumpió, lo que produjo una recesión en la
economía castellana en 1575. Como consecuencia, en ese mismo año se produjo una segunda suspensión de pagos al declararse la segunda bancarrota. En 1577
se llegó un acuerdo con banqueros genoveses para seguir adelantando
dinero a la Corona, pero a un precio muy alto para Castilla, que agravó
su recesión. Esto se conoce como El Remedio General de 1577,
que consistió en una consolidación de la deuda a largo plazo, pudiendo
llegar a 70 u 80 años. Se entregaron así juros (bonos) a los acreedores
como compromiso de la Corona de la devolución del dinero con un interés
del 7%. Dicho dinero se iría devolviendo a medida que se volviera a
tener de nuevo liquidez y con el aval de los metales americanos.
Paralelamente, entre 1576 y 1588, Felipe usó la intermediación
financiera de Simón Ruiz, que le facilitaba pagos, cobros y préstamos a través de letras de cambio.


Anteriormente a Felipe II ya existían diversos impuestos: La alcabala, impuesto de aduanas; la cruzada impuesto eclesiástico; el subsidio, impuesto sobre rentas y tierras; y las tercias reales, impuestos a órdenes militares. Felipe II además de subir estos durante su reinado, implantó otros, entre ellos el excusado en 1567,
impuestos sobre parroquias. De la Iglesia Felipe II consiguió recaudar
hasta el 20% de la riqueza de la Corona, lo que supuso la crítica de
algunos eclesiásticos.


En 1590 se aprueban en las Cortes los millones,
consistentes en ocho millones de ducados al año para los seis
siguientes años, los cuales se dedicaron en la construcción de una nueva
Armada y para la sangrante política militar. Esto terminó por arruinar a
las ciudades castellanas y fulminar con los ya débiles intentos de
industrialización que quedaban. En 1597 se produjo una nueva suspensión de pagos al declararse la tercera bancarrota, recurriéndose a un nuevo Remedio General.
Esto provocó ya un endeudamiento de la Corona gigantesco y
desproporcionado, pero permitió la continuación de la política exterior.


Tras la ya malparada situación económica en Castilla que recibió de
Carlos I, Felipe II dejó España al borde de la crisis. La vida de los
españoles del tiempo era dura; la población soportaba una inflación
brutal, por ejemplo, el precio del grano subió un 50% en los últimos
cuatro años del siglo; la carga fiscal, tanto en productores como en
consumidores, era excesiva. Debido a la inflación y la carga fiscal,
cada vez existían menos negocios, mercaderes y empresarios dejaban sus
negocios en cuanto podían adquirir un título nobiliario, con su baja
carga fiscal. En las últimas Cortes, los diputados protestaron
efusivamente ante otra demanda de más dinero por parte del rey, urgiendo
por una retirada de los ejércitos de Flandes, buscar la paz con Francia
e Inglaterra y concentrar su formidable poder militar y marítimo en la
defensa de España y su imperio. En 1598,
Felipe II firmó la paz con Francia; con Flandes no consiguió un acuerdo
e Inglaterra no ponía las cosas fáciles con su constante piratería y
hostilidad hacia España. La situación se agravaría con Felipe III debido
a la reducción de ingresos procedentes de América y se comenzarían a
oír aún más voces acerca de que Castilla no podía seguir soportando la
carga de tantas guerras y de que el resto de miembros debían también
contribuir al bien común.


La presión fiscal en Aragón, sin ser tan brutal a la de Castilla, no
era mucho menor. Pero en este caso, la mayor parte de lo recaudado no
iba a formar parte de la Corona española sino que, gracias a la
protección de los fueros, pasaban a formar parte de la riqueza de la
oligarquía y de la nobleza de esos reinos. El comercio en el
Mediterráneo para Aragón, especialmente Cataluña, seguía muy dañado por
el dominio turco y la competencia de genoveses y venecianos.


Los ingresos procedentes de otras partes del imperio —Países Bajos,
Nápoles, Milán, Sicilia— se gastaban en sus propias necesidades. La
anexión de Portugal fue económicamente un gran esfuerzo para Castilla,
pues pasó a costear la defensa marítima de su extenso imperio sin
aportar Portugal nada al conjunto.


La mayoría de historiadores coincide en subrayar que la situación de
pobreza que sumió al país al final de su reinado está directamente
relacionada por la carga del Imperio y su papel de defensor de la
cristiandad. Durante el reinado de Felipe II apenas hubo un respiro en
el esfuerzo militar. Hubo de compaginar dos durante la mayor parte de su
reino: el Mediterráneo contra el poder turco y los Países Bajos contra
los rebeldes. Al final de su reinado contaba con tres frentes
simultáneos: los Países Bajos, Inglaterra y Francia. La única potencia
capaz de soportar esta carga en el siglo XVI era España, pero con unos
beneficios discutibles y a un precio muy alto para sus habitantes.


Política exterior

Caracterizada por sus guerras contra: Francia, los Países Bajos, el Imperio turco e Inglaterra.


Guerras con Francia


Sitio de Gravelinas, donde se produjo la Batalla de Gravelinas, victoria del rey Felipe II sobre las tropas francesas que obligó al rey francés a firmar la Paz de Cateau-Cambrésis y desistir de su invasión a Italia.
Felipe II mantuvo las guerras con Francia, por el apoyo francés a los rebeldes flamencos, obteniendo una gran victoria en la Batalla de San Quintín, librada el 10 de agosto de 1557, festividad de San Lorenzo, en recuerdo de la cual hizo edificar el Monasterio de El Escorial, edificio con planta en forma de parrilla que simboliza el martirio del santo (15631584). En este monumental y sobrio palacio, el más grande de su tiempo —ya llamado entonces la octava maravilla del mundo—, concretamente en la Cripta Real
están enterrados desde entonces casi todos los reyes españoles y sus
miembros familiares más cercanos. A esta victoria contra los franceses
se sumó un decisivo triunfo posterior en la Batalla de Gravelinas, en 1558.


Como consecuencia de estos fulminantes éxitos españoles se firmó la Paz de Cateau-Cambrésis de 1559,
tratado en el que Francia reconoció la supremacía hispánica, los
intereses españoles en Italia se vieron favorecidos y se pactó el
matrimonio con Isabel de Valois, reina de España. Empero, en Flandes, los problemas continuaron a partir de 1568 por el apoyo a los rebeldes flamencos de los hugonotes franceses.


Al término de las guerras italianas en 1559, la Casa de Austria había conseguido asentarse como la primera potencia mundial, en detrimento de Francia. Los estados de Italia, que durante la Edad Media y el Renacimiento
habían acumulado un poder desproporcionado a su pequeño tamaño, vieron
reducido su peso político y militar al de potencias secundarias,
desapareciendo algunos de ellos.


En 1582 Álvaro de Bazán, el mejor marinero de la época, derrotó a una escuadra de Corsarios franceses en la Batalla de la Isla Terceira,
en la que se emplearon por primera vez en la historia fuerzas de
infantería de tierra para la ocupación de playa, barcos y terreno, lo
que se considera como «el nacimiento de la Infantería de Marina»


En 1590, aprovechando la muerte del cardenal de Borbón, rey de Francia por la Liga Católica, Felipe II intervino en las Guerras de religión de Francia contra Enrique IV. En los Estados Generales de 1593 convocados por el Duque de Mayene, como Lugarteniente General rival a Enrique IV, denegaron reconocer a Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, como reina de Francia, lo que aprovechó Enrique IV para convertirse al catolicismo.18 La posición y esperanzas de Felipe II se desvanecieron hasta llegar a la Paz de Vervins (1598), en la que se restablecía la paz de Cateau-Cambrésis.


Conflictos con los Países Bajos


Esquema del puente de Alejandro Farnesio sobre el Escalda, construido durante el Asedio de Amberes en 1585.
Este asedio, que mantuvo en vilo a toda Europa a la espera del
vencedor, representó un derroche de medios e ingenio por ambas partes
durante los trece meses que fueron necesarios para forzar la rendición
de la que probablemente era la ciudad más rica y más populosa de Europa y
cuya toma representaba la determinación de la corona española en
recuperar los territorios perdidos y en el mantenimiento de la Iglesia. Después de esta capitulación, se rindieron consecutivamente otras importantes plazas en manos de las Provincias Unidas.
Felipe II había recibido como herencia de su padre, Carlos I, los
Países Bajos en unión del Franco Condado, para que España, en aquel
entonces la nación más poderosa del mundo, defendiera al Imperio frente a
Francia. Por esta razón, era un punto a la vez estratégico y de
debilidad para Felipe II. Estratégico pues a mediados del siglo XVI Amberes
era el puerto más importante de Europa del norte, que servía como base
de operaciones a la armada española, y un centro donde se comerciaba con
bienes de toda Europa y se vendía la lana castellana. Lana, de oveja
merina, procesada en los Países Bajos que, vendida a precios razonables,
llegaría manufacturada a España, con el correspondiente valor añadido,
pero menor que si hubiera sido manufacturada en la península puesto que
allí la mano de obra era más barata. España era un foco de inflación
para los Países Bajos debido al oro llegado de América favoreciendo los
altos salarios.


Una debilidad, pues para los Países Bajos no sólo supuso un cambio de
rey sino también un cambio de «dueño», pasaron de formar parte de un
imperio a formar parte del reino más poderoso de la época. A diferencia
de Castilla, Aragón y Nápoles, los Países Bajos no eran parte de la
herencia de los Reyes Católicos, y veían a España como un país
extranjero. Así lo sentían los propios ciudadanos de los Países Bajos,
pues veían, a diferencia de Carlos I a un rey extranjero (nacido en Valladolid,
con la Corte en Madrid, nunca vivía en aquellos territorios y delegaba
su gobierno). A esto hay que añadir el choque religioso que se estaba
gestando dentro de Flandes, y que sería azuzado por la posición de
Felipe II en el plano religioso, las guerras de religión volvían al
corazón de Europa después de la Guerra de los Treinta Años.


Gobernados por su hermana Margarita de Parma desde 1559,
se encaró a los nobles rebeldes que pedían una mayor autonomía y a los
protestantes que exigían el respeto a su religión dando inicio a la Guerra de los Ochenta Años. Sin embargo, Felipe II era de otra opinión. El rey quería aplicar los acuerdos tridentinos, como había exigido a Catalina de Médicis en Francia contra la nobleza hugonota francesa.


Al conocer en los Países Bajos la decisión de aplicar los acuerdos
tridentinos, las mismas autoridades civiles se mostraron reacias a
aplicar las penas dictadas por los inquisidores y, fruto de un gran
malestar, comenzó un ambiente de revolución. La baja nobleza se
concentró en Bruselas el 5 de abril de 1566 en el palacio de la gobernadora, siendo despreciada como mendigos,
adjetivo que tomarían los siguientes nobles en sus reivindicaciones,
vistiéndose como tales. Los miembros del compromiso de Breda mandaron a
Madrid a Floris de Montmorency, Barón de Montigny, y luego al Marqués de Berghes, que ya no volverían.


Tras aumentar la tensión y los conflictos en Amberes, la gobernadora pidió al Guillermo de Orange que pusiera orden, aceptando éste de mala gana pero pacificando la ciudad. El Príncipe de Orange, el Conde de Egmont y el Conde de Horn
volvieron a pedir a Margarita de Parma más libertad. Ella se lo hizo
saber a su hermano, pero Felipe II no cambiaba de opinión y avisaba de
sus intenciones al Papa:


[...] podéis asegurar a Su Santidad que antes de sufrir la menor cosa
en perjuicio de la religión o del servicio de Dios, perdería todos mis
Estados y cien vidas que tuviese, pues no pienso, ni quiero ser señor de
herejes [...]


Antes de que llegaran estas noticias, el 14 de agosto
un grupo de incontrolados calvinistas asaltó la principal iglesia de
Saint-Omer. Le siguió una rebelión generalizada en Ypres, Courtrai,
Valenciennes, Tournai y Amberes.


Felipe II recibió a Montigny y le prometió convocar al Consejo de Estado de España. El 29 de octubre de 1566,
el rey convocó a los consejeros más allegados: Éboli, Alba, Feria, el
Cardenal Espinosa, don Juan Manrique y el conde de Chinchón, junto con
los secretarios de Estado Antonio Pérez y Gabriel Zayas. El acuerdo fue
proceder de manera urgente, y, pese a las diferencias en la forma, el
monarca optó por la fuerza. Así se acordó mandar al III Duque de Alba a
sofocar las rebeliones. Este hecho propició un enfrentamiento entre el
Príncipe Don Carlos y el Duque de Alba, puesto que el heredero se veía
desplazado de sus asuntos.


El 28 de agosto
el Duque de Alba llegó a Bruselas. El Duque de Alba —al frente del
ejército— efectuó rápidamente una durísima represión ajusticiando a los
nobles rebeldes, lo que propició la dimisión de Margarita de Parma como
gobernadora de los Países Bajos, dimisión al punto aceptada por su
hermano el Rey. Además, el 9 de septiembre, Egmont y Horn fueron prendidos, y degollados el 5 de junio de 1568.


Felipe II buscó soluciones con los nombramientos de Luis de Requesens,
Juan de Austria (fallecido en 1578) y Alejandro Farnesio que consiguió
el sometimiento de las provincias católicas del sur en la Unión de Arras. Ante esto los protestantes formaron la Unión de Utrecht. El 26 de julio de 1581, las provincias de Brabante, Güeldres, Zutphen, Holanda, Zelanda, Frisia, Malinas y Utrech19 anularon en los Estados Generales, su vinculación con el Rey de España, por el Acta de abjuración, y eligieron como soberano a Francisco de Anjou.
Pero Felipe II no renunció a esos territorios, y el gobernador de los
Países Bajos Alejandro Farnesio inició la contraofensiva y recuperó a la
obediencia del rey de España de gran parte del territorio,
especialmente tras el asedio de Amberes, pero parte de ellos se
volvieron a perder tras la campaña de Mauricio de Nassau.
Antes de la muerte del Rey de España, el territorio de los Países
Bajos, en teoría las diecisiete provincias, pasó conjuntamente a su hija
Isabel Clara Eugenia y su yerno el archiduque Alberto de Austria por el Acta de Cesión de 6 de mayo de 1598.20 21


Problemas con Inglaterra

Felipe II luchó contra la corona inglesa por motivos religiosos, por
el apoyo que ofrecían a los rebeldes flamencos y por los problemas que
suponían los corsarios ingleses que robaban la mercancía americana a los
galeones españoles en la zona del Caribe a partir de 1560.22 Así pues, los principales escenarios de los combates serían el Atlántico y el Caribe.



La batalla entre la Grande y Felicísima Armada y la flota inglesa.
Se ha mostrado en varias obras literarias y especialmente en películas el agobio causado por la continua piratería
inglesa y francesa contra sus barcos en el Atlántico y la consecuente
disminución de los ingresos del oro de las Indias. Sin embargo,
investigaciones más profundas23
indican que esta piratería realmente consistía en varias decenas de
barcos y varios cientos de piratas, siendo los primeros de escaso
tonelaje, por lo que no podían enfrentarse con los galeones españoles, teniéndose que conformar con pequeños barcos o los que pudieran apartarse de la flota.


En segundo lugar está el dato según el cual, durante el siglo XVI,
ningún pirata ni corsario logró hundir galeón alguno; además de unas 600
flotas fletadas por España (dos por año durante unos 300 años) sólo dos
cayeron en manos enemigas y ambas por marinas de guerra no por piratas
ni corsarios.24


La ejecución de la reina católica de Escocia, María Estuardo, le decidió a enviar la llamada Grande y Felicísima Armada (en la Leyenda Negra, Armada Invencible) en 1588,
la cual fracasó. El fracaso posibilitó una mayor libertad al comercio
inglés y holandés, un mayor número de ataques a los puertos españoles
—como el de Cádiz que fue incendiado por una flota inglesa en 1596— y, asimismo, la colonización inglesa de Norteamérica.
A partir de estos hechos y hasta el final de la guerra, España e
Inglaterra consiguieron victorias a la par en los combates navales
librados por ambos reinos, tanto en la mar como en tierra. Con lo que la
guerra se mantuvo en un empate de pérdidas de recursos para los países
hasta el final. Mientras los ingleses saqueaban las posesiones españolas
y no consiguieron nunca el objetivo de capturar una flota de Indias, la
Armada española se preparó sin mucho éxito para invadir Inglaterra,
repelió algún ataque inglés y los corsarios españoles capturaban
toneladas de mercancías de barcos ingleses. Los ataques ingleses (y de
piratas o corsarios a sueldo suyo) solían acabar en fracasos con
pérdidas nada desdeñables, entre los que destacó el fracaso de la Armada Inglesa o Contraarmada. La situación se equilibró, hasta que Felipe III firmó el Tratado de Londres en 1604, con Jacobo I, sucesor de Isabel I. En algunas de las expediciones bajo su mando, se llegó a desembarcar en el sur de Inglaterra o en Irlanda (Batalla de Cornualles:Carlos de Amésquita desembarcó en 1595 en el sur de Inglaterra).


Felipe II refuerza urgentemente su escuadra, encarga doce nuevos
galeones y para 1591, la reconstituida columna vertebral de su armada ya
dispone de diecinueve de estos buques, entre los que encontramos tres
nuevos, dos capturados a los ingleses, y cuatro veteranos supervivientes
de Portugal [...] Alonso de Bazán, hermano del fallecido Álvaro de
Bazán, procede contra Thomas Howard con una flota de 55 velas, logrando
atrapar a los ingleses entre Punta Delgada y Punta Negra [...] Los
ingleses huyen , pero el galeón Revenge [...] es abordado y
apresado. [...] En 1595 (los ingleses) preparan la definitiva toma e
instalación de una base en Panamá [...] con una flota de 28 barcos. Pero
las cosas no fueron bien para los piratas [...] Al mando de Drake,
marchan a Panamá, y es allí donde concluye su existencia sir Francis
[...] Después de diversas vicisitudes, tan sólo ocho barcos de la
expedición lograron regresar a la patria. Tras la contraofensiva inglesa
Carlos de Amezquita desembarca en las costas de Cornwall [...] Siembra
el Pánico en Pezance y otras localidades cercanas y se retira. [...]


Víctor San Juan. La batalla naval de las Dunas. 2007. (págs. 66 y 67)
Además, un sistema sofisticado de escolta y de inteligencia frustraron la mayoría de los ataques corsarios a la Flota de Indias a partir de la década de 1590: las expediciones bucaneras de Francis Drake, Martin Frobisher y John Hawkins en el comienzo de dicha década fueron derrotadas.


Guerras con el Imperio Otomano


El Imperio otomano, que ya había sido contrincante de Carlos I de España, se volvió a enfrentar al Imperio español. En 1560, la flota turca -que era una potencia de primer orden- había derrotado a los cristianos en la Batalla de Los Gelves. El Sitio de Malta, en 1565,
empero, fue fallido y además considerado como uno de los asedios más
importantes de la historia militar y desde el punto de vista de los
defensores, el más exitoso.



La batalla de Lepanto fue una importante victoria naval de la Liga Santa contra los turcos otomanos. Obra de Paolo Veronese.
En 1570, después de unos años de tranquilidad, los turcos iniciaron una expansión atacando varios puertos venecianos del Mediterráneo Oriental y conquistaron Chipre a Venecia25 con 300 naves y ponen sitio a Nicosia. Venecia pidió ayuda a las potencias cristianas, pero sólo el papa Pío V
le respondió. El Papa consiguió convencer al rey de España para que
también ayude, y se formó una armada para enfrentarse a los turcos. Esta
armada se reunió en el puerto de Suda, en la isla de Candia, en Creta. Esta coalición, conocida como Liga Santa, se enfrentó a la flota turca en el golfo de Lepanto, el 7 de octubre de 1571, librándose la Batalla de Lepanto («la más alta ocasión que vieron los siglos»,j ) que acabó en una gran victoria de los aliados católicos. Así la describe el Marqués de Lozoya:


Durante dos horas se peleó con ardor por ambas partes, y por dos
veces fueron rechazados los españoles del puente de la galera real
turca; pero en un tercera embestida aniquilaron a los jenízaros que la
defendían y, herido el almirante de un arcabuzazo, un remero cristiano
le cortó la cabeza. Al izarse un pabellón cristiano en la galera turca
arreciaron el ataque las naves cristianas contra las capitanas turcas
que no se rendían; pero al fin la flota central turca fue aniquilada.


Después de este combate, los turcos rehicieron su flota de modo que,
otra vez aliada con los piratas berberiscos, seguía siendo la más
potente del Mediterráneo.k Durante casi dos años la flota otomana evitó el combate y no fue hasta después de la toma de Túnez y La Goleta por Don Juan de Austria, en 1573, cuando Selim II, sucesor de Solimán el Magnífico,
envió una fuerza de 250 y 300 naves de guerra y un contingente de unos
100 000 hombres para reconquistar ambas plazas, labor en la que
perecieron cerca de 30 000 hombres, aunque con resultado satisfactorio.
Fue la última gran batalla en el Mediterráneo.


Sin embargo, lo que no habían resuelto las batallas y los combates,
lo resolvieron la diplomacia y las negociaciones internacionales, para
beneficio de ambos imperios. Felipe II veía como se agravaba la guerra
en Flandes, y Selim II tenía que hacer frente a la guerra con Persia.
Ambos se encontraban librando campañas militares en otras fronteras, y
ninguno se sentía con la fuerza suficiente para continuar el conflicto.
Convencidos de la distinta situación que ambos imperios vivían,
decidieron firmar una serie de treguas que terminaron por alejar
definitivamente la guerra en el Mediterráneo durante unos cuantos años.l


Expansión por el Atlántico y el Pacífico

Ptolomeo.png
Aunque el reinado de Felipe II se haya distinguido por la expansión
de sus dominios en los océanos Pacífico y Atlántico, ciertamente tal
hazaña no habría podido llevarse a cabo si no fuera por la producción de
conocimiento. Durante los siglos XV y XVI, la recuperación del discurso
en la Geographia de Ptolomeo fue uno de los factores que más influirían dentro de la expansión del poderío Occidental, que más que un hecho histórico per se, más bien responde a un discurso historiográfico.26


La recuperación de la Geographia se llevó a cabo por los
pueblos que tenían contacto con el mar Mediterráneo, principalmente esto
comenzó en Florencia, que aunado a la invención de la imprenta, provocó
una mayor difusión de la obra de Ptolomeo.27 Una de las más reconocidas es la edición hecha por Miguel Servet. Es de notar que el estudio de Ptolomeo se hacía en las universidades y el mejor ejemplo de ello es Cristóbal Colón, quien estudió en Salamanca, además de que tanto él como Fernando de Magallanes estuvieron al servicio de los monarcas de ambos reinos.28


Por otro lado, estos pueblos que generan conocimiento geográfico
también desarrollan el arte de construir naves, el cual alcanzó una gran
perfección y para finales del siglo XIV los reinos de Castilla y
Portugal comenzaban a imponer su hegemonía en el ámbito marítimo.28
Esto se vio favorecido por la posición geográfica de ambos reinos, pues
la península Ibérica se encuentra en el extremo occidental del mar
Mediterráneo, además de que el control que ejercía el reino de Castilla
sobre el Estrecho de Gibraltar, permitió dejar atrás a sus competidores
en la industria trasatlántica.


Desde la gestión de su padre: Carlos I,
en España comienza a consolidarse el absolutismo, cosa que benefició la
influencia del rey Felipe pues en su reinado se ve el asentamiento de
ésta característica dela monarquía hispánica.Sin embargo a diferencia de
su padre, la expansión de los territorios ya no se dará por la
conquista sino por la colonización, pues de acuerdo con las Reales
Cédulas expedidas por él, se menciona que la apropiación de nuevos
territorios no se dé por medio de la guerra sino por medios pacíficos.29


Tras las exploraciones de hechas por Ruy López de Villalobos
-quien bautizó a las islas Filipinas en honor del rey- en nombre la
monarquía hispánica, los gobiernos establecidos en ultramar, sobre todo
en el Virreinato de la Nueva España
comenzaron a considerar que podían ofrecer un servicio a su rey y a su
vez extender los dominios de la monarquía, la cual desde tiempos de
Carlos I, ya empezaba a concebirse como universal.


Sin embargo, para esto debían consolidar los órganos de gobierno
apenas establecidos, en el caso de la Nueva España, en la provincia de
Nueva Galicia, no se encontraba una Audiencia sólida para representar la
autoridad Real. Para lograr este cometido, Felipe II confió esto a don Luis de Velasco.
“Como habéis sabido, nos mandamos poner una Audiencia Real de cuatro
oidores en la provincia de Jalisco de la Nueva España. Y porque la
necesidad de visitar la tierra es grande […]. Y así llevais nuestra
provisión real para dichos oidores, que dos de ellos puedan despachar
todos los negocios que en dicha Audiencia ocurrieren.”30


Ciertamente, las medidas que aplicó Felipe II con respecto a sus
territorios ultramarinos resultaron bastante atinadas para la
realización de la empresa y esto aunado a los hechos que ocurrían en la
península, dotaron a España de la suficiente potencia como para poder
emprender viajes, y exploraciones de tal envergadura, pues para 1562 –a
cuatro años de comenzado el reinado de Felipe- el tonelaje de los barcos
aumentó al 238 por 100.31


Con afán de obtener una ruta para establecer relaciones comerciales con el oriente, el virrey Luis de Velasco designa a Miguel López de Legazpi como capitán de la expedición e insistió para que Andrés de Urdaneta
participase en la misma empresa. A diferencia de lo que la
historiografía difunde, ésta expedición partió del puerto de Navidad en
Jalisco -hoy Barra de Navidad-32 y no de Acapulco, no obstante fue Urdaneta quien descubriese la ruta de regreso.


Empero, aunque tal cosa se hubiese planteada, España no tenía la
potencia como para ejercer una incursión militar para ganar China,
además de que con la plata hallada en el Nuevo Mundo, la monarquía
obtuvo en cierto modo el acceso a la riqueza de oriente. Por otro lado,
las guerras emprendidas en Europa por Felipe II y anteriormente por
Carlos V, no permitían que España se embarcase en otro conflicto bélico.


A diferencia de las primeras empresas de expansión de la monarquía
hispánica, que fueron hechas por particulares como las realizadas por Hernán Cortés33 y Francisco Pizarro,
en el caso del reinado de Felipe II, ya hay una intervención directa de
la autoridad Real o mejor dicho de sus representantes, la razón
principal es porque ya se cuenta con un órgano efectivo que ejerza el
poder en nombre del rey.


Durante el gobierno de Felipe II se continuó con la expansión en
tierras americanas e incluso se agregaron a la Corona las islas Filipinas, conquistadas por Miguel López de Legazpi, (15651569). La colonización española de las islas codiciadas también por ingleses, holandeses y portugueses no se aseguró hasta 1565 cuando Miguel López de Legazpi, enviado por el Virrey de Nueva España construyó el primer asentamiento español en Cebú. La ciudad de Manila, capital del archipiélago, se fundó por el propio Legazpi en 1571.
Una vez descubierto el circuito de corrientes oceánicas y vientos
favorables para la navegación entre América y Filipinas, se estableció
la ruta regular de flotas entre Manila y Acapulco, México, conocida como el Galeón de Manila.Florida fue colonizada en 1565 por Pedro Menéndez de Avilés al fundar San Agustín y al derrotar rápidamente un intento ilegal del capitán francés Jean Ribault
y 150 hombres de establecer un puesto de aprovisionamiento en el
territorio español. San Agustín se convirtió rápidamente en una base
estratégica de defensa para los barcos españoles llenos de oro y plata
que regresaban desde los dominios de las Indias.


En el Pacífico sur, frente a las costas del actual Chile, Juan Fernández descubrió una serie de islas entre los años y 1563 y 1574.m Le puso su propio nombre a ese archipiélago, quedando finalmente conocidas como Archipiélago Juan Fernández. Los primeros europeos en llegar a las islas que hoy son Nueva Zelanda lo hicieron en el probable viaje de Juan Jufré y del marino Juan Fernández a Oceanía, ocasión en la cual habrían descubierto Nueva Zelanda para España, a finales de 1576;
éste suceso se basó en un documento que se presentó a Felipe II y en
vestigios arqueológicos (cascos estilo español) encontrados en cuevas en
el extremo superior de la Isla Norte.34


Se meditó incluso la conquista de China
para el imperio Español durante su reinado. Como demuestra una carta
del gobernador y el arzobispo de Filipinas en la que ambos le comentaban
que si les enviaba 5000 hombres y 30 buques podrían hacer con China lo
que Hernán Cortés había hecho en México. Sin embargo, Felipe II nunca llegó a responder a esa carta.35


Se ampliaron los dominios en África. Mazagán, incorporada al imperio por que era una colonia portuguesa, al igual que Casablanca, Tánger, Ceuta e Isla de Perejil. Se reconquistó a los árabes el Peñón de Vélez de la Gomera, en una operación a cargo de García Álvarez de Toledo y Osorio, marqués de Villafranca del Bierzo y Virrey de Cataluña. Además, debido a la anexión de Portugal, también se añadieron las colonias que este territorio poseía en Asia: Macao, Nagasaki y Malaca.


Motivos de la expansión

A menudo se señala que la principal razón por la que las monarquías
del occidente de Europa –dónde resalta más el caso español- es la de
conseguir riqueza del oriente, cosa que no es una interpretación errada
pero resulta parcial.


No es coincidencia que la religión cristiana congeniara tan bien con
la tradición clásica. El Cristianismo se caracteriza por ser una
religión proselitista, por lo que el hecho de que el monarca resultase
profundamente católico explica el hecho de la expansión.


Por otro lado, hasta el siglo XVI el mundo se encontraba en una etapa
de contingencia, es decir, con procesos que se llevan a cabo de una
manera independiente, pero de alguna manera se encuentran vinculados,
sin embargo, no quiere decir que haya algunos hechos que escapen a la
voluntad humana y afecten dichos procesos.26


El hecho de que la concepción axiológica que los chinos construyeron
acerca de la plata para otorgarle un valor superior en relación con
algún otro metal precioso, hizo que la monarquía hispánica obtuviera
recursos que le permitieran imponerse sobre las otras monarquías
europeas, eso sin contar lo ventajoso de su posición geográfica.


Con la consolidación del absolutismo como atributo de la monarquía,
también se vio afectado el proceso. Es conveniente señalar que a
diferencia de lo que se refiere en la historiografía tradicional, el
absolutismo sólo concierne a la manera en la que el monarca hace
política. En el caso de Felipe II, él podía mantenerse ocupado en los
asuntos europeos mientras que la burocracia administraba los territorios
en ultramar, por lo que las decisiones de los aparatos de gobierno
resultaron fundamentales en la extensión del poderío español


El proceso de expansión de la monarquía hispánica, vio su cúspide en
el reinado de Felipe II, sin embargo, tal hecho es producto del
desarrollo de la industria marítima, de accidentes históricos, de
influencia religiosa y lo más notable, una manera de reinterpretar el
mundo.


Familia

Matrimonios e hijos


Felipe II y su segunda esposa María I Tudor, reyes de Inglaterra.

Amantes

Semblanza


En 1554, según el observador escocés John Elder, Felipe II era de estatura media, más bien pequeña, y continúa:


...de rostro es bien parecido, con frente ancha y ojos grises, de
nariz recta y de talante varonil. Desde la frente a la punta de la
barbilla su rostro se empequeñece; su modo de andar es digno de un
príncipe, y su porte tan derecho y recto que no pierde una pulgada de
altura; con la cabeza y la barba amarillas. y así, para concluir, es tan
bien proporcionado de cuerpo, brazo y pierna, y lo mismo todos los
demás miembros, que la naturaleza no puede labrar un modelo más
perfecto.


Desde el annus horribilis de 1568, el monarca renacentista acentuó su severidad, y con el tiempo se fue asimilando al estereotipo de la leyenda negra,
tan grave de gesto como de palabra. Era de carácter taciturno,
prudente, sosegado, constante y considerado, y muy religioso, aunque sin
caer en el fanatismo del que le acusaban sus enemigos. En 1577 se lo describe así:


...de estatura mediocre, pero muy bien proporcionado; sus rubios
cabellos empiezan a blanquear; su rostro es bello y agradable; su humor
es melancólico (...) Se ocupa de los asuntos sin descanso y en ello se
toma un trabajo extremado porque quiere saberlo todo y verlo todo. Se
levanta muy temprano y trabaja o escribe hasta el mediodía. Come
entonces, siempre a la misma hora y casi siempre de la misma calidad y
la misma cantidad de platos. Bebe en un vaso de cristal de tamaño
mediocre y lo vacía dos veces y media. (...) Sufre algunas veces de
debilidad de estómago, pero poco o nada de la gota. Una media hora
después de la comida despacha todos los documentos en los que debe poner
su firma. Hecho esto, tres o cuatro veces por semana va en carroza al
campo para cazar con ballesta el ciervo o el conejo.


Su carácter psicológico era reservado y ocultó su timidez e
inseguridad bajo una seriedad que le valió una imagen de frialdad e
insensibilidad. No tuvo muchos amigos, y ninguno gozó completamente de
su confianza, pero no fue el personaje oscuro y amargado que se ha
transmitido en la historia a través de la leyenda negra.


Fue un hombre considerado como inteligente, muy culto y formado,
aficionado a los libros, la pintura y el coleccionismo de obras de arte,
relojes, armas, curiosidades, rarezas y muy especialmente a la
arquitectura. Era un gran aficionado a la caza y la pesca.


La mayor parte de su vida su salud fue delicada. Padeció numerosas
enfermedades y durante sus diez últimos años de vida la gota le tuvo
postrado. Llegó a perder la movilidad de la mano derecha, sin poder
firmar los documentos. Comulgó por última vez el 8 de septiembre, ya que los médicos se lo prohibieron a partir de ese momento, por miedo a ahogarse al tragar la hostia. A las cinco de la madrugada del domingo 13 de septiembre de 1598 fallecía en el Monasterio de El Escorial el monarca más poderoso de la tierra en aquel momento, en cuyos dominios nunca se ponía el Sol. Tenía 71 años y su agonía duró 53 días, en los que sufrió varias enfermedades: gota, artrosis, fiebres tercianas, accesos e hidropesía entre otras. Fue sepultado en el Monasterio del Escorial, que él había ordenado construir.


Antecesores

Potestades




Predecesor:

Carlos de Austria
Príncipe de Asturias

1528-1556
Sucesor:

Carlos de Austria
Predecesor:

María I
Coat of Arms of England (1554-1558).svg

Rey de Inglaterra e Irlanda

(Junto a María I)

1554-1558
Sucesor:

Isabel I
Predecesor:

Dominio imperial directo

(duque precedente: Francisco II Sforza)
Duque de Milán

1540n -1598
Sucesor:

Felipe III de España
Predecesor:

Carlos I de España
Rey de Nápoles

1554-1598
Escudo de Armas de Felipe II a Carlos II.svg

Rey de España, Sicilia y Cerdeña

1556-1598
Predecesor:

Enrique I
Royal Arms of Portugal.svg

Rey de Portugal

1580o -1598
Predecesor:

Carlos II de Borgoña
Soberano de los Países Bajosa

1555-1598
Sucesor:

Isabel Clara Eugenia

y Alberto de Austria
Conde de Borgoñaa

1556-1598
Conde de Charolaisa

1558-1598

Cine

Año Película Director Actor
2010 La princesa de Éboli (2010) Belén Macías Eduard Fernández
2008 La conjura de El Escorial Antonio del Real Juanjo Puigcorbé
2007 Elizabeth: la edad de oro Shekhar Kapur Jordi Mollà
2005 Cineastas contra magnates Carlos Benpar Antonio Regueiro
1998 Elizabeth36 Shekhar Kapur George Yiasoumi
1991 Don Juan en los infiernos Gonzalo Suárez Iñaki Aierra
1966 El Greco Luciano Salce Fernando Rey
1962 Il dominatore dei sette mari Rudolph Maté y Primo Zeglio Umberto Raho
1955 La princesa de Eboli (That Lady) Terence Young Paul Scofield
1946 Monsieur Beaucaire George Marshall Howard Freeman
1940 The Sea Hawk (El halcón del mar) Michael Curtiz Montagu Love
1937 Fire Over England William K. Howard Raymond Massey
1934 Willem van Oranje Jan Teunissen Cruys Voorbergh
1923 En el palacio del rey (In the Palace of the King) Emmett J. Flynn Sam De Grasse

Libros

Libro Autor Género Año
Antonio Pérez y Felipe II, drama histórico original en cinco actos en prosa y verso José Muñoz Maldonado Teatro 1837
Felipe el prudente: drama en cinco actos Pedro Calvo Asensio Teatro 1853
El sueño de Felipe II Edgar Mass Novela 1954
La parrilla invertida (El corazón de Felipe II) Mariano Rivera Cross Novela 2008
La leyenda negra: un invento contra España Philip Wayne Powell Historia 2008
La casa de los siete pecados Mari Pau Domínguez Novela 2009
Las mujeres de Felipe II: Obligación, amistad y pasión en la casa del rey Maria Pilar Queralt Del Hierro Novela 2011
Rey tiniebla Antonio Enrique Novela 2012

Véase también

Notas y referencias


  • El título de duque de Borgoña comprendía al conglomerado de territorios heredados del Estado borgoñón.

    1. Fue
      proclamado rey el 12 de septiembre de 1580, y el 16 de abril de 1581
      fue reconocido rey en las Cortes de Tomar (Frederick Charles Danvers
      (2003), Portuguese in India: being a history of the rise and and decline of their eastern empire, vol.1, Asian Educational Services, p.38)

    Referencias


    Bibliografía

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    • FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, Manuel. La España del Emperador Carlos V. Hª de España dirigida por Menéndez Pidal, tomo XVIII, Madrid, 1966.
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    • MIRANDA, José, España y Nueva España en la época de Felipe II, México, 1962
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    • PARKER, Geoffrey. La gran estrategia de Felipe II, Alianza Editorial, S.A. 1998 ISBN 84-206-2902-2
    • PARKER, Geoffrey. Felipe II: La biografía definitiva, Editorial Planeta, S.A. 2010 ISBN 978-84-08-09484-5
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    • PIZANO Y SAUCEDO, Carlos, Jalisco en la conquista de las Filipinas, Guadalajara, México, Unidad Editorial, 1985.
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    • VICENS VIVES, J. Historia económica de España, Barcelona, 1960
    • ZAVALA, Silvio, Los intereses particulares de la conquista de la Nueva España, México, 1964.

    Enlaces externos

    Menú de navegación


  • Con la Pragmática Sanción de 1549 los territorios de las 17 provincias de los Países Bajos constituyeron una unión política indivisible bajo el mismo soberano.—Werner Thomas, Robert A. Verdonk (2000), Encuentros en Flandes: relaciones e intercambios hispanoflamencos a inicios de la Edad Moderna, Leuven University Press, pág.21Alphonse Rousset (1854), Dictionnaire géographique, historique et statistique des communes de la Franche-Comté, tomo II, Bintot, pág.430F. Ragon (1843), Histoire
    générale des temps modernes, depuis la prise de Constantinople par les
    Turcs (1453), jusqu'a la fin de la guerre d'Am℗erique (1783)
    , volumen 2, Louis Colas, pág.28
    —.


  • En
    el acta de cesión de 1598, Felipe II renunció a los territorios de los
    Países Bajos y de Borgoña, y a los correspondientes títulos, pero
    mantuvo para sí y sus descendientes el título de duque de Borgoña como
    soberanos de la Orden del Toisón de Oro (Patrice F. de Nény (1784), Mémoires historiques et politiques des Pays-Bas Autrichiens, Fauche, Favre & compagnie, pág.240), y por tanto Felipe III de España podría ser el duque Felipe VI de Borgoña. Previamente, en 1581, por el Acta de abjuración, los territorios de los Países Bajos de Brabante, Güeldres y Zutphen, Holanda, Zelanda, Frisia, Malinas y Utrecht se declararon independientes y eligieron como soberano a Francisco de Anjou.


  • Traducción del latín: «Ni por esperanza ni por miedo».


  • Como divisa personal desde su juventud.


  • Traducción del latín: «El mundo no basta».


  • Empleado tras su acceso al trono portugués en 1580.


  • La titulación variaba de unos territorios a otros, desde 1585 comprendía en su totalidad:

    Rey de Castilla y de León —como Felipe II—, de Aragón, de Portugal, de las dos Sicilias (Nápoles y Sicilia) —como Felipe I—, de Navarra —como Felipe IV—, de Jerusalén, de Hungría, de Dalmacia, de Croacia, de Granada, de Valencia, de Toledo, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las islas Canarias, de las Indias orientales y occidentales, de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña —como Felipe V—, de Brabante y Lotaringia, Limburgo, Luxemburgo, Güeldres, Milán, Atenas y Neopatria, Conde de Habsburgo, de Flandes, de Artois, Palatino de Borgoña, de Tirol, de Henao, de Holanda, de Zelanda, de Namur, de Zutphen, de Barcelona, de Rosellón y de Cerdaña, Príncipe de Suabia, Margrave del Sacro Imperio Romano, Marqués de Oristán y Conde de Gociano, Señor de Vizcaya y de Molina, de Frisia, Salins, Malinas, y de las ciudades, pueblos y tierras de Utrech, Overijssel y Groninga. Dominador en Asia y África


  • Excepto durante la Guerra Civil de 1936-39, cuando desde noviembre de 1936 hasta enero de 1939, el Gobierno de la 2ª República se trasladó primero a Valencia y luego a Barcelona


  • En célebres palabras del inmortal Miguel de Cervantes.


  • El
    avance turco encontró el primer obstáculo en las murallas de Viena
    (1529). Por otra parte el sultán se hizo dueño del Mediterráneo, aunque
    no pudo dominar la resistencia de Malta. Selim II (1566-74) conquistó
    Chipre y muchas islas jónicas, pero la batalla de Lepanto, en octubre de
    1571, mostró a Europa que los turcos no eran en realidad invencibles.
    La decadencia del imperio era visible en todas partes en la época de los
    tres sultanes débiles, Murad II, Mohamed III y Ahmed I, especialmente
    en Persia y Hungría. "Expansión musulmana: El imperio turco"


  • Prueba de ello es que habría que esperar hasta 1612
    para encontrar otro ataque turco de envergadura; fue un nuevo intento
    de sitiar Malta (una sombra del ataque acaecido en 1565), que quedó
    abortado.


  • Oficialmente se dio como fecha de su descubrimiento el 22 de noviembre de 1574.


  • La investidura nominal data de 1540 y de 1546, pero se mantuvo secreta.[1] El traspaso de poder se llevó a cabo en 1554 con motivo de su boda con María Tudor de Inglaterra [2][3]


  • Geoffrey Parker. Felipe II. La biografía definitiva (2010) (pág.63)


  • Geoffrey Parker. Felipe II. La biografía definitiva (2010) (lám. 48)


  • «Heráldica». Enciclopedia moderna: diccionario universal de literatura, ciencias, artes, agricultura, industria y comercio 22. Establecimiento Tipográfico de Mellado. 1853. p. 791.


  • Checa Cremades, Fernando (1998). Felipe II: un príncipe del Renacimiento: un monarca y su época. Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V. p. 692.


  • Menéndez-Pidal De Navascués, Faustino; El escudo; Menéndez Pidal y Navascués, Faustino; O´Donnell, Hugo; Lolo, Begoña. Símbolos de España. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1999. ISBN 84-259-1074-9, p. 193.


  • Francisco Olmos, José María de (2005). «Las primeras acuñaciones del príncipe Felipe de España (1554-1556): Soberano de Milán Nápoles e Inglaterra. The First Coins of Prince Felipe of Spain (1554-1556): Sovereign of Milan, Naples and England». Documenta & Instrumenta (Universidad Complutense de Madrid) (3): 183-184. ISSN 1697-4328.


  • Para el mote:López, Sagrario (2011). ««Nec Spe Nec Metu» y otras empresas o divisas de Felipe II» [«Nec Spe Nec Metu» and other mottoes of Philip II of Spain]. http://www.bidiso.es (en spanish). Univesidade da Coruña. pp. P.445. Consultado el 2 de agosto de 2014.


  • Geoffrey Parker. Felipe II. La biografía definitiva (2010) (pág. 125).


  • Geoffrey Parker. Felipe II. La biografía definitiva (2010) (pág. 126).


  • Geoffrey Parker. Felipe II. La biografía definitiva (2010) (pág. 129).


  • Geoffrey Parker. Felipe II. La biografía definitiva (2010) (pág. 127).


  • Geoffrey Parker. Felipe II. La biografía definitiva (2010) (pág. 310).


  • Théodore Juste (1855), Les Pays-Bas sous Philippe II, volumen 1, Méline, Cans et compagnie, pág.25


  • François Joseph Ferdinand Marchal (1836), Histoire politique du règne de l'empereur Charles Quint, H. Tarlier, pág.724)


  • M.Gachard (1854), Retraite et mort de Charles-Quint au monastère de Yuste: lettres inédites, volumen 3, C. Muquardt, pág.117


  • Alexandre Henne (1860), Histoire du règne de Charles-Quint en Belgique, volumen 10, É. Flatau, pág.286


  • Lynch, John: Monarquía e imperio: El reinado de Carlos V, P. 274. Ed. El País S.L. / Centro Editor PDA S.L. (2007). ISBN 978-84-9815-756-7.


  • Alfredo Floristán Imízcoz (2004), Historia de España en la Edad Moderna, Editorial Ariel, pág.219


  • Transcipción del Acta de Abjuración y traducción párrafo a párrafo en inglés.


  • Historia general de España, Juan de Mariana (1820)


  • Boletín de la Real Academia de la Historia, julio de 1906


  • Reclamación de España a Inglaterra sobre robos hechos por corsarios ingleses en las Indias (1575).


  • J. Díez Zubieta, Recensión sobre el libro de Ramiro Feijoo Corsarios berberiscos, nº 61 de La aventura de la Historia, Arlanza Ediciones, Madrid, noviembre de 2003


  • Mariano González Arnao, «A prueba de piratas», nº 61 de La aventura de la Historia, Arlanza Ediciones, noviembre de 2003


  • The Reinaissance at War p. 132


  • Marks, Robert (2007). Los orígenes del mundo moderno. México: Siglo XXI.


  • Rica, Agustín Hernando (2006). «La reforma de la mirada: logos y retórica en la geographia de Ptolomeo (1535)». Ería.


  • Pereyra, Carlos (1959). México, ed. La conquista de las rutas océnicas. Nacional. p. 72.


  • Altamira y Crevea, Rafael (1997). Ensayo sobre Felipe II, hombre de estado : su psicologia general y su individualidad humana. Alicante.


  • de la Torre Villar, Ernesto (1991). «Instrucción al virrey don Luis de Velasco». Instrucciones y memorias de los virreyes novohispanos.


  • Lynch, Jonh (1993). Los Austrias (1516-1598): Historia de España. Barcelona: Crítica-Barcelona. p. 212.


  • Pizano y Saucedo, Carlos (1985). Jalisco en la conquista de las Filipinas. Unidad Editorial. p. 25-26.


  • Zavala, Silvio (1964). Los intereses particulares de la conquista de la Nueva España. UNAM.


  • Se basó en un documento que presentó a Felipe II el licenciado Juan Luis de Arias, alrededor del año 1615.
    Proponiendo conquistar las tierras que
    había descubierto el piloto Juan Fernández, luego de haber navegado
    durante un mes desde las costas de Chile hacia el oeste, habiendo sido
    el mismo que antes había reducido a sólo 30 días de viaje la navegación
    entre Lima y la costa central de Chile.








  • http://www.elcultural.es/noticias/LETRAS/1119/Hugh_Thomas-_Carlos_V_murio_con_la_sensacion_de_haber_fracasado
    En la parte final de la entrevista sobre el libro de Carlos V, donde
    dicen el final del periodo que este libro de Carlos V abarca, aparece
    esta curiosa historia


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