Eduardo VIII del Reino Unido
Eduardo VIII del Reino Unido | ||
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Rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y emperador de la India | ||
Información personal | ||
Nombre secular | Edward Albert Christian George Andrew Patrick David | |
Otros títulos | Duque de Windsor (1937-1972) |
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Reinado | 20 de enero de 1936 - 11 de diciembre de 1936 (325 días) |
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Nacimiento | 23 de junio de 1894 Londres, Inglaterra, Reino Unido |
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Fallecimiento | 28 de mayo de 1972 (77 años) París, Francia |
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Entierro | Cementerio Real de Frogmore, Berkshire, Reino Unido |
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Himno real | God Save the King | |
Predecesor | Jorge V | |
Sucesor | Jorge VI | |
Familia | ||
Casa real | Casa de Windsor | |
Padre | Jorge V | |
Madre | María de Teck | |
Cónyuge | Wallis Simpson (1937 - 1972) Post-abdicación |
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Firma | ||
Escudo de Eduardo VIII del Reino Unido |
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Antes de su ascenso al trono, Eduardo ostentó sucesivamente los
títulos de príncipe Eduardo de York, príncipe Eduardo de Cornualles y
York, duque de Cornualles y Rothesay, y príncipe de Gales. En su juventud sirvió en la Primera Guerra Mundial, realizó varias giras por el extranjero en representación de su padre, Jorge V, y fue asociado con una sucesión de mujeres casadas de mayor edad que la suya.
A sólo unos meses de iniciar su reinado, Eduardo causó una crisis constitucional cuando le propuso matrimonio a la celebridad estadounidense y dos veces divorciada Wallis Simpson.
Los primeros ministros del Reino Unido y los dominios se opusieron al
matrimonio, argumentando que el pueblo nunca la aceptaría como reina.
Eduardo sabía que el gobierno encabezado por el primer ministro británico Stanley Baldwin
renunciaría si los planes de matrimonio seguían adelante, lo que
obligaría a convocar nuevas elecciones generales y podría arruinar
irremediablemente su condición de monarca constitucional, políticamente neutral. En lugar de renunciar a su amor por la señora Simpson, Eduardo decidió abdicar. Fue sucedido por su hermano menor, Alberto, que eligió usar el nombre de Jorge VI.
Con un reinado de sólo 325 días, Eduardo fue uno de los monarcas de más
corta duración en el trono en la historia del Reino Unido y nunca llegó
a ser coronado.
Después de su abdicación fue nombrado duque de Windsor y, en 1937, recorrió la Alemania nazi. Durante la Segunda Guerra Mundial fue destinado en un primer momento con la Misión militar británica a Francia, pero, después de acusaciones privadas de que mantenía simpatías pronazis, fue enviado a las Bahamas como gobernador. Después de la guerra, nunca se le dio otro cargo oficial y pasó el resto de su vida en el retiro.
Índice
Biografía
Primeros años
Eduardo VIII nació el 23 de junio de 1894 en White Lodge, en el distrito de Richmond en Surrey, Inglaterra.1 Fue el hijo mayor de los duques de York (más tarde los reyes Jorge V del Reino Unido y María). Su padre era el segundo hijo del príncipe de Gales (más tarde rey Eduardo VII) y de Alejandra, princesa de Gales. Su madre era la hija mayor del duque Francisco de Teck y su esposa, la duquesa de Teck (antes princesa María Adelaida de Cambridge). Como bisnieto de la reina Victoria, en la línea masculina, Eduardo recibió desde su nacimiento el tratamiento de Su Alteza y el título de príncipe Eduardo de York.Fue bautizado en la Sala Verde de Dibujo de White Lodge el 16 de julio de 1894, por Edward White Benson, arzobispo de Canterbury.N 1 2 Los nombres fueron elegidos en honor a su difunto tío, que era conocido por su familia como Eddy o Eduardo, y su bisabuelo el rey Cristián IX de Dinamarca. El nombre de Alberto fue incluido a petición de la reina Victoria, y sus últimos cuatro nombres: Jorge, Andrés, Patricio y David, provinieron de los santos patronos de Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales. Su familia y amigos cercanos lo llamaron siempre por su último nombre, David.
estuvieron apartados de la crianza de sus hijos, al igual que otros
padres ingleses de clase alta de la época. Eduardo y sus hermanos
menores fueron criados por niñeras. Una de sus primeras niñeras abusaba
de Eduardo con pellizcos antes de que fuera presentado a sus padres. Su
llanto y sus gemidos llevaban al duque y la duquesa a pedir a la nana
que se lo llevara.3 Cuando los padres se enteraron despidieron a la niñera.
El padre de Eduardo, aunque ejercía una dura disciplina,4 acostumbraba demostrar su afecto,5
y su madre solía mostrar un lado divertido con sus hijos que
contraponía a su imagen pública austera y les animaba a confiar en ella.6 7
Educación
Los primeros estudios de Eduardo fueron realizados en casa y tutelados por Helen Bricka. Cuando sus padres recorrieron el Imperio británico durante casi nueve meses, después de la muerte de la reina Victoria en 1901, el joven Eduardo y sus hermanos se quedaron en Gran Bretañacon sus abuelos, la reina Alejandra y el rey Eduardo VII, que
acostumbraban a colmar de afecto a sus nietos. Al regreso de sus padres,
Eduardo fue puesto bajo el cuidado de dos hombres, Frederick Finch y Hansell Henry, que prácticamente criaron a Eduardo y sus hermanos el resto de su infancia.8
Eduardo estuvo bajo la estricta tutela de Hansell hasta cerca de los
13 años; Hansell quería que Eduardo entrara en la escuela desde una edad
más temprana, pero su padre no estuvo de acuerdo. Eduardo presentó el
examen para entrar al Osborne Naval College, y comenzó sus estudios allí en 1907.9 Tras dos años en el instituto educativo de Osborne, los cuales no disfrutó, Eduardo se cambió al Real Colegio Naval de Dartmouth. Se planeó que tomara ahí un curso de dos años, seguido por su entrada en la Marina Real, sin embargo, Eduardo se convirtió automáticamente en duque de Cornualles y duque de Rothesay cuando su padre, Jorge V, ascendió al trono el 6 de mayo de 1910, tras la muerte de Eduardo VII. Eduardo fue designado príncipe de Gales, un mes después de cumplir 16 años, el 23 de junio de 1910,
y comenzaron a prepararlo seriamente para sus futuras funciones como
rey. Se retiró de la carrera naval antes de su graduación formal, sirvió
como guardiamarina durante tres meses a bordo del acorazado HMS Hindustan; a continuación, entró en el Magdalen College de la Universidad de Oxford,
por lo que, en opinión de sus biógrafos, recibió una baja preparación
intelectual. Salió de Oxford después de ocho trimestres sin recibir
ningún tipo de credenciales académicas.10
Príncipe de Gales
Lloyd George ideó una ceremonia bastante extravagante al estilo de las
festividades galesas y preparó a Eduardo para que hablara unas pocas
palabras en galés.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Eduardo había alcanzado la edad mínima para el servicio activo y estaba dispuesto a participar.13 Se había unido a los Grenadier Guards en junio de 1914, y aunque estaba dispuesto a servir en la primera línea, el secretario de Estado para la Guerra, Lord Kitchener se negó a permitirlo, citando el inmenso daño que se produciría si el heredero al trono fuera capturado por el enemigo.14
A pesar de esto, Eduardo fue testigo de la guerra de primera mano y
trató de visitar la línea del frente tan a menudo como pudo, por lo que
fue condecorado con la Cruz Militar en 1916. Su papel en la guerra, aunque limitado, le volvió popular entre los veteranos del conflicto.15 Eduardo emprendió su primer vuelo militar en 1918 y más tarde obtuvo su licencia de piloto.16
A lo largo de la década de 1920,
Eduardo, como príncipe de Gales, representó a su padre, el rey Jorge V,
en el país y en el extranjero en muchas ocasiones, realizando unos 16
viajes a diversas partes del Imperio entre 1919 y 1935 (en el proceso
adquirió la finca Bedingfield, cerca de Pekisko, Canadá).17
No obstante, no en todos sus viajes se comportó bien, existen registros
de sus desapegos al protocolo y negativa a conocer a personalidades
importantes en la India.18 Dentro de Gran Bretaña se interesó por las zonas afectadas por la crisis económica.19
Su rango, viajes, buena apariencia y soltería lo convirtieron en una
figura sumamente popular: casi tanto como una estrella de cine, que
recién estaban surgiendo. A diferencia de su padre, al que nunca se le
veía sonreír, él mostraba jovialidad con respecto al resto de la
realeza. En el apogeo de su popularidad, se convirtió en la celebridad
más fotografiada de su tiempo y establecía la moda masculina.20 En 1924, donó el Trofeo Príncipe de Gales a la Liga Nacional de Hockey.21
Sus actitudes hacia muchos de los súbditos del imperio y varios
pueblos extranjeros, tanto durante su etapa como príncipe de Gales y más
tarde como duque de Windsor, fueron poco comentadas en su momento, pero
posteriormente deterioraron su reputación.22 Sobre los indígenas australianos
dijo: «¡Son la forma más repugnante de seres vivos que he visto! ¡Son
la forma más baja conocida de seres humanos y son lo más parecido a los
monos!».23
Romances
conductas imprudentes durante los años 1920 y 1930, preocupaban al
primer ministro Baldwin, al rey Jorge V y a las personas cercanas al
príncipe. Alan Lascelles,
secretario privado de Eduardo por ocho años, durante este período,
creía que, «por alguna razón hereditaria o fisiológica su desarrollo
mental normal se detuvo en seco al llegar a la adolescencia».24
Jorge V estaba decepcionado por el fracaso de Eduardo para establecerse
en la vida y disgustado por sus muchos romances con mujeres casadas. El
rey se mostraba reacio a ver a Eduardo heredar la Corona, y fue citado
diciendo acerca de Eduardo: «Después de mi muerte, el chico se arruinará
en 12 meses».25
En 1929, la revista Time informó que Eduardo embromaba a su nueva cuñada, Isabel, la esposa de su hermano Alberto,
llamándola «reina Isabel». La revista preguntaba si «ella no se
cuestionaría cuánto de verdad habría en la historia de que [Eduardo] una
vez dijo que renunciaría a sus derechos tras la muerte de Jorge V —lo
que haría que su apodo se convirtiera en realidad—».26 Pasaron los años y Eduardo permaneció soltero, pero su hermano y cuñada, tuvieron dos hijas. La mayor de ellas era la princesa Isabel.
El rey Jorge V dijo de su hijo Alberto («Bertie») y su nieta Isabel
(«Lilibet»): «Ruego a Dios que mi hijo mayor [Eduardo] nunca se case y
tenga hijos, y que nada se interponga entre Bertie y Lilibet y el
trono».27
En 1930, el rey le dio a Eduardo una casa, Fort Belvedere, cerca de Sunningdale, Inglaterra.28
Eduardo mantuvo ahí relaciones con una serie de mujeres casadas como la
mitad británica y mitad estadounidense heredera de empresas textiles Freda Dudley Ward, y Lady Furness, una estadounidense, que presentó al príncipe a su amiga estadounidense Wallis Simpson. La señora Simpson se había divorciado de su primer marido en 1927 y posteriormente se había casado con Ernest Simpson,
un hombre de negocios mitad británico y mitad estadounidense. Se acepta
por lo general, que la señora Simpson y el príncipe de Gales, se
convirtieron en amantes mientras que Lady Furness viajaba por el
extranjero, aunque Eduardo insistió firmemente ante su padre, el rey, en
que no había intimado con ella y que no era apropiado describirla como
su amante.29
La relación de Eduardo con la señora Simpson debilitó aún más la mala
relación que este mantenía con su padre. Aunque el rey y la reina
conocieron a la señora Simpson en el palacio de Buckingham en 1935,30 más tarde se negaron a recibirla.31 Sin embargo, Eduardo se había enamorado de Wallis y la pareja se hizo cada vez más cercana.
El romance de Eduardo con la divorciada estadounidense causó una
preocupación tan grave, que la pareja fue seguida por los miembros de la
Sección Especial de la Policía Metropolitana, que examinó en secreto la
naturaleza de su relación. Un informe sin fecha detalla la visita de la
pareja a una tienda de antigüedades, donde el propietario señalaría:
«Que la dama parecía tener al PDG [Príncipe de Gales] completamente bajo
su mano».32
La posibilidad de que una divorciada estadounidense con un pasado
cuestionable tuviera tal influencia sobre el heredero condujo a la
ansiedad entre las figuras del gobierno y el establishment.
Reinado
y Eduardo subió al trono como el rey Eduardo VIII. Al día siguiente,
rompió el protocolo real al ver la proclamación de su ascenso al trono
desde una ventana del palacio de St. James, en compañía de Wallis, que a la sazón permanecía casada.33 Eduardo VIII se convirtió en el primer monarca de los reinos de la Mancomunidad en volar en un avión cuando se dirigía de Sandringham a Londres para su Consejo de adhesión.34
Eduardo causó malestar en los círculos de gobierno con acciones que
fueron interpretadas como una interferencia en asuntos políticos. Cuando
visitó los pueblos afectados por las minas de carbón en el sur de Gales, su observación «hay que hacer algo»34
para los mineros desocupados se consideró directamente como una crítica
al Gobierno, aunque nunca quedó claro si Eduardo tenía algo en
particular en mente. Los ministros del gobierno se mostraron renuentes a
enviar los documentos confidenciales y los documentos de estado a Fort
Belvedere, porque estaba claro que Eduardo les estaba prestando poca
atención y porque percibían el peligro de que la señora Simpson u otros
invitados de la casa pudieran verlos.35
En las relaciones exteriores también comenzó a intervenir, manteniendo conversaciones con el embajador alemán en Londres, Leopold von Hoesch,
consideradas indebidas constitucionalmente. Hasta le llegó a confesar a
von Hoesch que amenazó al primer ministro Baldwin con la abdicación si
Inglaterra entraba en guerra con Alemania. Esto convenció a Hitler de
que los británicos no intervendrían ante la ocupación de Renania.36
El enfoque poco ortodoxo de Eduardo sobre su función se extendió
también a la moneda que llevaba su imagen. Rompió con la tradición de
que en las sucesivas monedas de cada monarca la imagen miraba en la
dirección opuesta a la de su predecesor. Eduardo insistió en que la cara
mirara hacia la izquierda (como había hecho su padre),37 para mostrar la raya que efectuaba en su peinado.38
Sólo un puñado de monedas fueron acuñadas antes de la abdicación y
cuando lo sucedió Jorge VI, su imagen también miraba hacia la izquierda,
para mantener la tradición sugiriendo que había alguna cantidad de
monedas acuñadas con el retrato de Eduardo mirando hacia la derecha.39
descontento, Jerome Brannigan (también conocido como George Andrew
McMahon), sacó un revólver cargado cuando el rey montaba a caballo por Constitution Hill, cerca del palacio de Buckingham.
La policía vio el arma, se abalanzó sobre él y lo detuvo rápidamente.
En el juicio, Brannigan alegó que «una potencia extranjera» se le había
acercado para que matara a Eduardo y que había informado al MI5
del plan, y que él no estaba en el sitio más que meramente como un
observador y para ayudar al MI5 en la captura de los verdaderos
culpables. El tribunal rechazó los alegatos y lo envió a la cárcel por
un año. Ahora se piensa que Brannigan había estado en contacto con el
MI5, pero la veracidad del resto de sus afirmaciones permanece en duda.40
En agosto y septiembre, Eduardo y la señora Simpson recorrieron el Mediterráneo oriental en el yate de vapor Nahlin.
En octubre quedó claro que el nuevo rey planeaba casarse con la señora
Simpson, sobre todo cuando el proceso de divorcio entre el señor y la
señora Simpson fue llevado a la Corte de la Corona en Ipswich.41
Se hicieron los preparativos para todas las contingencias, incluida la
perspectiva de la coronación del rey Eduardo y la reina Wallis. Debido a
las implicaciones religiosas de cualquier matrimonio, se hicieron
planes para celebrar una ceremonia de coronación secular fuera de la
tradicional ubicación religiosa, la abadía de Westminster, en el Banqueting House en el palacio de Whitehall.42
Abdicación
El 16 de noviembre de 1936, Eduardo invitó al primer ministro Stanley Baldwin al palacio de Buckinghamy le expresó su deseo de casarse con Wallis Simpson, cuando esta
estuviera en condiciones de volver a casarse. Baldwin informó al rey de
que sus súbditos consideraban el posible matrimonio como moralmente
inaceptable, en gran parte debido a que volverse a casar después del
divorcio era opuesto a los principios de la iglesia de Inglaterra, y el pueblo no toleraría a Wallis como reina.43 Como rey, Eduardo ocupaba el puesto de Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra, y el clero esperaba que apoyara las enseñanzas de la Iglesia.
según el cual podría mantenerse como rey, pero Wallis no se convertiría
en reina. A Wallis se le otorgaría un título menor en su lugar y los
hijos que tuvieran no heredarían el trono. Esto también fue rechazado
por el gabinete británico,44 así como otros gobiernos de los Dominios,45 cuyas opiniones se solicitaron de conformidad con el Estatuto de Westminster de 1931, que prevé, en parte, que «cualquier alteración en la ley que afecte la sucesión al trono
o los títulos o tratamientos reales en lo sucesivo, requerirá del
consentimiento de los Parlamentos de todos los dominios, así como del Parlamento del Reino Unido».46 Los primeros ministros de Australia, Canadá y África del Sur dejaron clara su oposición al matrimonio del rey con una divorciada,47 el primer ministro irlandés expresó su indiferencia y desapego, mientras que el primer ministro de Nueva Zelanda, que nunca antes había oído hablar de la señora Simpson, vaciló con incredulidad.48
Frente a esta oposición, Eduardo en un primer momento respondió que «no
había mucha gente en Australia» y que su opinión no importaba.49
El rey informó a Baldwin que iba a renunciar si no podía casarse con
la señora Simpson. Baldwin le presentó después a Eduardo tres opciones:
renunciar a la idea del matrimonio, casarse en contra de los deseos de
sus ministros o abdicar.50
Era evidente que Eduardo no estaba dispuesto a renunciar a la señora
Simpson, y sabía que si se casaba contra el consejo de sus ministros
causaría que el gobierno dimitiera, lo que provocaría una crisis constitucional.51 Eduardo escogió abdicar.52
El 10 de diciembre de 1936, Eduardo firmó debidamente los instrumentos de abdicación en Fort Belvedere,N 2 en presencia de sus tres hermanos varones sobrevivientes, el duque de York, el duque de Gloucester y el duque de Kent (el hermano menor, el príncipe Juan, había muerto en 1919).53 Al día siguiente, el último acto de su reinado fue la aprobación real del Acta de la Declaración de Abdicación de Su Majestad de 1936. Según lo dispuesto por el Estatuto de Westminster, todos los dominios consintieron a la abdicación del rey,54 aunque el Estado Libre Irlandés no aprobó el Acta de Relaciones Exteriores, que incluía la abdicación en su lista, hasta el 12 de diciembre.
La noche del 11 de diciembre de 1936, Eduardo, que ahora tenía
nuevamente el título de príncipe, dio un discurso a la nación y al
Imperio, para explicar su decisión de abdicar. Fue entonces cuando dijo
la famosa frase: «[...] me ha resultado imposible soportar la pesada
carga de responsabilidad y desempeñar mis funciones como rey, en la
forma en que desearía hacerlo, sin la ayuda y el apoyo de la mujer que
amo».55
Después de la emisión, Eduardo partió del Reino Unido para dirigirse a
Austria, aunque no pudo reunirse con la señora Simpson hasta que su
divorcio fue efectivo, varios meses después.56 Su hermano, el príncipe Alberto, duque de York, accedió al trono como Jorge VI. La hija mayor de Jorge, la princesa Isabel, ocupó el primer lugar en la línea de sucesión, convirtiéndose en la heredera al trono.
Duque de Windsor
El 12 de diciembre de 1936, en la reunión de adhesión del Consejo Privado del Reino Unido, Jorge VI anunció que iba a convertir a su hermano en «Su Alteza Real el duque de Windsor».57Quería que este fuera el primer acto de su reinado, aunque los
documentos formales no se firmaron hasta el 8 de marzo del año
siguiente. Mientras tanto, Eduardo fue conocido universalmente como el
duque de Windsor. La decisión del rey de designar a Eduardo duque real
aseguró que no podía presentarse a las elecciones de la Cámara de los Comunes ni hablar sobre temas políticos en la Cámara de los Lores.58
Sin embargo, la patente de letras del día 27 de mayo de 1937,
que reconfiere al duque de Windsor, «el título, estilo, o atributo de
Alteza Real», declaraba expresamente que «su esposa y sus descendientes,
si los hubiere, no podrían recibir dicho título o atributo». Algunos
ministros británicos afirmaban que Eduardo no tenía necesidad de que se
le otorgara el tratamiento, porque no lo había perdido, y, además, que
la señora Simpson automáticamente obtenía el rango de esposa de un
príncipe con el tratamiento de Su Alteza Real; mientras que otros
sostenían que había perdido todo rango real y ya no debería llevar
ningún título o tratamiento real, como rey que abdicó. El 14 de abril de
1937, el procurador general Sir Donald Somervell presentó al ministro
del Interior, Sir John Simon, un memorando que resumía las opiniones del
Lord Abogado T. M. Cooper, el asesor parlamentario Sir Granville Ram y
él mismo:
- Nos inclinamos a opinar que debido a su abdicación, el duque de
Windsor no podía haber reivindicado el derecho a ser descrito como
Alteza Real. En otras palabras, ninguna objeción razonable podría
haberse esgrimido si el rey hubiera decidido que su exclusión de la
línea de sucesión, lo excluía del derecho a este título que le confiere
la patente vigente. - El asunto, sin embargo, tiene que considerarse sobre la base del
hecho que, por razones que son fácilmente comprensibles, con la
aprobación expresa de Su Majestad disfruta de este título y se le
menciona como Alteza Real en una ocasión formal y en los documentos
oficiales. A la luz de los precedentes, parece claro que la esposa de un
Alteza Real cuenta con el mismo título a menos que se lleve a cabo
algún paso expreso para privarla de ello. - Hemos llegado a la conclusión de que la esposa no podía reclamar
este derecho sobre ninguna base legal. El derecho a usar este
tratamiento o título, bajo nuestro punto de vista, reside en la
prerrogativa de Su Majestad y él tiene el poder de regularlo en
Patentes, de forma general o en circunstancias particulares.59
cambiado su nombre por el de Wallis Warfield, en una ceremonia privada
el 3 de junio de 1937, en el castillo de Candé, cerca de Tours, Francia. Cuando la Iglesia de Inglaterra se negó a autorizar la unión, un clérigo del condado de Durham, el reverendo Robert Anderson Jardine (vicario de San Pablo, Darlington),
se ofreció a realizar la ceremonia y el duque aceptó. El nuevo rey,
Jorge VI, prohibió a los miembros de la familia real que asistieran a la
ceremonia.60 Eduardo en particular, quería que sus hermanos los duques de Gloucester y Kent y su primo segundo Luis Mountbatten estuvieran allí; estas actitudes continuaron durante muchos años y amargaron la vida del duque y de la duquesa de Windsor.61
A la duquesa de Windsor se le negó el tratamiento de Su Alteza Real,
lo que causó conflictos, al igual que los asuntos financieros el
gobierno se negó a incluir al duque o la duquesa en la Lista Civil y el
rey pagó personalmente el subsidio del duque. Pero el duque había
deteriorado su relación con el rey al ocultarle el valor de sus
finanzas, cuando se acordó de manera informal la cantidad que el rey
tendría que pagar. Eduardo había acumulado una riqueza procedente de las
rentas que el ducado de Cornualles le pagaba como príncipe de Gales que normalmente estaban a disposición del futuro rey. El nuevo rey y la reina también le pagaron por Sandringham House y por el castillo de Balmoral.
Estas posesiones eran propiedad personal de Eduardo, heredadas de su
padre el rey Jorge V, y por lo tanto no pasaban automáticamente a Jorge
VI con su ascenso al trono.62
Las relaciones entre el duque de Windsor y el resto de la familia real
fueron tensas durante décadas. Eduardo se resintió con su madre, le
escribió en 1939: «[tu última carta]N 3
destruyó el último vestigio de sentimientos que tenía para ti [...] [y
ha] hecho que una posterior correspondencia normal entre nosotros sea
imposible».63
En los primeros días del reinado de Jorge VI, el duque llamó por
teléfono todos los días, importunando por dinero e insistiendo en que a
la duquesa se le concediera el tratamiento de Alteza Real, hasta que el
acosado rey ordenó que no le pasaran las llamadas.64
El duque había asumido que iba a instalarse en Gran Bretaña
después de uno o dos años de exilio en Francia. Sin embargo, el rey
Jorge VI (con el apoyo de su madre, la reina María y su esposa la reina Isabel) amenazó con cortar el apoyo económico en caso de que regresaran a Gran Bretaña sin invitación.62
Segunda Guerra Mundial
Hitler consideraba que Eduardo se mostraba amistoso con la Alemania
nazi y pensaba que las relaciones angloalemanas podrían haber mejorado a
través de Eduardo, de no haber sido por la abdicación. Albert Speer,
arquitecto jefe y miembro del círculo cercano de Hitler, lo cita
directamente: «Estoy seguro de que a través de él se podrían haber
logrado relaciones permanentes de amistad. Si se hubiera quedado, todo
habría sido diferente. Su abdicación fue una grave pérdida para
nosotros».68
El duque y la duquesa se establecieron en Francia. Después del estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, Lord Mountbatten los llevó de vuelta a Gran Bretaña a bordo del HMS Kelly,
y el duque, a pesar de ser mariscal de campo honorario, fue nombrado
mayor general adscrito a la misión militar británica en Francia.34 En febrero de 1940, el ministro alemán en La Haya, el conde Julius von Zac-Burkersroda, afirmó que el duque había filtrado los planes de guerra de los aliados para la defensa de Bélgica.69 Cuando Alemania invadió el norte de Francia en mayo de 1940, los Windsor huyeron hacia el sur, primero a Biarritz y luego en junio a España. En julio la pareja se mudó a Lisboa, Portugal, donde se alojaron en la casa de Ricardo de Espírito Santo, un banquero portugués con contactos británicos y alemanes.70
Durante la ocupación de Francia, el duque pidió a las fuerzas alemanas
que pusieran guardias en sus casas de París y de la Costa Azul y los
alemanes lo hicieron.71
El duque otorgó una entrevista en tono «derrotista» que se distribuyó
ampliamente y que fue el colmo para el gobierno británico. El primer ministro, Winston Churchill, amenazó al duque con someterlo a una corte marcial si no regresaba a suelo británico.72 En agosto, un buque de guerra británico transportó a la pareja a las Bahamas, desde donde, en opinión de Churchill, el duque podía hacer menos daño al esfuerzo de guerra británico.
El duque de Windsor fue instalado como gobernador de las Bahamas,
posición que no le gustó, y se refería a las islas como «una colonia
británica de tercera clase».73
El ministerio de Relaciones Exteriores británico se opuso enérgicamente
cuando la pareja planeó un recorrido a bordo de un yate que pertenecía
al magnate sueco Axel Wenner-Gren, a quien la inteligencia estadounidense consideraba erróneamente como amigo cercano de Hermann Göring, comandante de la Luftwaffe.74
En una entrevista en la revista Liberty dijo que «si Hitler
fuese derrocado sería verdaderamente trágico para el mundo. Hitler es el
líder adecuado y lógico para el pueblo alemán, es un gran hombre.
Dígale al sr. Roosevelt que si propone una oferta de intervención por la
paz, el duque de Windsor promulgará inmediatamente un alegato
apoyándola, y con ello comenzará una Revolución en Inglaterra que
obligará al gobierno a alcanzar la paz». El artículo fue severamente
censurado en Gran Bretaña.75
Sin embargo, el duque fue elogiado por sus esfuerzos para combatir la
pobreza en las islas, a pesar de despreciar a sus pobladores como le
sucedía con la mayoría de los pueblos no blancos del Imperio. De Étienne Dupuch, el editor del diario Nassau Daily Tribune,
dijo: «Hay que recordar que Dupuch es más de la mitad negro y, debido a
la peculiar mentalidad de esta raza, [los negros] parecen incapaces de
destacar sin perder su equilibrio».22 Fue elogiado, incluso por Dupuch, por resolver los conflictos civiles causados por los bajos salarios en Nassau en 1942, a pesar de que culpó de los problemas a «problemáticos comunistas» y a «los hombres de ascendencia judía de Europa Central».76 Renunció al cargo el 16 de marzo de 1945.34
Muchos historiadores han sugerido que Hitler estaba dispuesto a
reintegrar a Eduardo como rey con la esperanza de establecer un régimen
fascista en Gran Bretaña.77
Era una creencia ampliamente extendida, que el duque y la duquesa
simpatizaban con el fascismo antes y durante la Segunda Guerra Mundial y
que fueron trasladados a las Bahamas para reducir al mínimo sus
posibilidades de actuar en ese sentido. En 1940, Eduardo dijo: «En los
últimos 10 años Alemania ha reorganizado totalmente el orden de su
sociedad [...] Los países que no estaban dispuestos a aceptar tal
reorganización de la sociedad y los sacrificios concomitantes deben
dirigir sus políticas en consecuencia».78 Lord Caldecote
le escribió a Winston Churchill justo antes de que la pareja fuera
enviada a las Bahamas, «[el duque] es bien conocido por ser pronazi y
puede convertirse en el centro de la intriga».79 Esta última parte de la evaluación, pero no la primera, se corroboró por las operaciones alemanas diseñadas para utilizar al duque. Los aliados se preocuparon por los complots alemanes lo suficiente para que el presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt ordenara la vigilancia discreta del duque y la duquesa cuando visitaron Palm Beach, Florida, en abril de 1941. El duque Carlos Alejandro de Wurtemberg (que en ese entonces era monje en un monasterio estadounidense) había convencido al Buró Federal de Investigación (FBI) de que la duquesa, que se había acostado con el embajador alemán en Londres, Joachim von Ribbentrop, se había mantenido en contacto permanente con él y le había seguido filtrando secretos.80
Algunos autores han afirmado que Anthony Blunt, un agente del MI5 que actuaba por orden de la familia real británica, hizo hacia el final de la guerra, un exitoso viaje secreto a Schloss Friedrichshof en Alemania, para recuperar cartas de la correspondencia entre el duque de Windsor y Adolfo Hitler y otros líderes nazis.81 Lo que es seguro es que Jorge VI envió al bibliotecario real,
Owen Morshead, acompañado de Blunt, que entonces trabajaba a tiempo
parcial en la Biblioteca Real así como para la inteligencia británica, a
Friedrichshof en marzo de 1945, para asegurar documentos relacionados
con la emperatriz alemana Victoria, hija de la reina Victoria.
Los saqueadores robaron parte del archivo del castillo, incluyendo
cartas sobrevivientes entre hija y madre, así como otros objetos de
valor, algunos de los cuales fueron recuperados más tarde, después de la
guerra, en Chicago. Los documentos rescatados por Morshead y Blunt
fueron devueltos por las autoridades estadounidenses y depositados en el
Archivo Real.82
Después de la guerra, el duque admitió en sus memorias que admiraba a
los alemanes, pero negó ser pronazi. De Hitler escribió: «[El] Führer
me pareció una figura un tanto ridícula, con sus posturas teatrales y
sus pretensiones grandilocuentes».83 Sin embargo, durante la década de 1960, dijo en privado a su amigo Patrick Balfour, tercer barón Kinross: «Nunca pensé que Hitler fuera un mal tipo».84
Vida posterior
Después de la guerra, los duques regresaron a Franciay pasaron el resto de su vida retirados, ya que Eduardo no volvió a
desempeñar ninguna otra función oficial después de gobernar las Bahamas. La asignación del duque se complementó con favores del gobierno y el comercio ilegal de divisas.34 85 86 La ciudad de París le otorgó al duque, por un alquiler simbólico, una casa en el número 4 de rue du Champ d'Entraînement, en Neuilly-sur-Seine del Bois de Boulogne.87 El gobierno francés le eximió de pagar impuestos sobre la renta85 88 y la pareja podía comprar productos libres de impuestos a través de la embajada británica y la comisaría militar.88 En 1951, el duque publicó su autobiografía redactada por un escritor fantasma, A King's Story, en la que mostraba su desacuerdo con la política liberal.12 Las regalías del libro resultaron otra fuente de ingresos.85 Nueve años más tarde, escribió un libro relativamente desconocido, A Family Album,
que trata principalmente acerca de la moda y las costumbres de la
familia real durante el transcurso de toda su vida, desde la época de la
reina Victoria y a través de los reinados de su abuelo y su padre, además de describir sus propios gustos.
El duque y la duquesa desempeñaban el papel de celebridades menores y eran considerados parte de la café society de los años 1950 y 1960.
Organizaban fiestas e iban y venían entre París y Nueva York; muchos de
los que se reunieron socialmente con los Windsor, incluyendo a Gore Vidal, dieron cuenta de la vacuidad de la conversación del duque.89 La pareja sentía un gran cariño por sus perros pug.90
En junio de 1953, en lugar de asistir a la coronación de la reina Isabel II en Londres,
el duque y la duquesa vieron la ceremonia por televisión en París. El
duque dijo que iba contra de los precedentes que un soberano o
exsoberano asistiera a la coronación de otro. Al duque se le pagó por
escribir artículos sobre la ceremonia para el Sunday Express y para el Women's Home Companion, así como un libro corto, The Crown and the People, 1902–1953.91 En 1955, visitó al presidente Dwight D. Eisenhower en la Casa Blanca. En 1956, la pareja apareció en el programa de entrevistas por televisión de Edward R. Murrow, Person to Person,92 y en una entrevista de 50 minutos para BBC en 1970. Ese año, fueron invitados por el presidente Richard Nixon a una cena en la Casa Blanca como huéspedes de honor.93
La familia real nunca aceptó a la duquesa. La reina María se negó a recibirla formalmente. Sin embargo, el duque se reunió ocasionalmente con su madre y su hermano, el rey Jorge VI,
y también asistió al funeral de Jorge. La reina María mantuvo su rabia
contra Eduardo y su indignación por su matrimonio con Wallis; decía:
«Renunciar a todo esto por qué».94 En 1965, los Windsor regresaron a Londres y fueron visitados por la reina, la princesa Marina, duquesa de Kent, y por María, princesa real y condesa de Harewood.
Una semana más tarde, la princesa real murió y la pareja asistió a su
funeral. En 1967, se unieron a la familia real para el centenario del
nacimiento de la reina María. La última ceremonia real a la que el duque
asistió fue el funeral de la princesa Marina en 1968.95 Declinó una invitación de la reina para asistir a la investidura del príncipe de Gales en 1969, alegando que el príncipe Carlos no quería allí a su «viejo tío abuelo».96
A partir de la década de 1960, la salud del duque comenzó a deteriorarse. En diciembre de 1964, el doctor Michael DeBakey lo operó en la ciudad de Houston, Texas, de un aneurisma de la aorta abdominal, y en febrero de 1965, Sir Stewart Duke-Elder le trató un desprendimiento de retina en el ojo izquierdo. El duque fumó desde una edad muy temprana y a finales de 1971 se le diagnosticó cáncer de garganta y fue sometido a una terapia de cobalto.
La reina Isabel II visitó a los Windsor en 1972, durante una visita de
Estado a Francia; sin embargo, sólo la duquesa se unió a la comitiva
real para una sesión fotográfica. El duque murió en su casa de París el 28 de mayo de 1972, a la edad de 77 años. Su cuerpo fue enviado a Gran Bretaña, para ser velado en la capilla de St. George, en el castillo de Windsor.
El servicio funeral se celebró en la capilla el 5 de junio en presencia
de la reina, la familia real y la duquesa de Windsor. Fue sepultado en
el cementerio real en Frogmore, detrás del Mausoleo Real de la reina Victoria y el príncipe Alberto. Durante la visita, la duquesa se quedó en el palacio de Buckingham.97 Hasta que llegaron a un acuerdo con Isabel II en 1965, los duques tenían planeado que su entierro se realizara en una parcela del Green Mount Cemetery en Baltimore, lugar donde fue sepultado el padre de Wallis.98
Frágil y cada vez más afectada por la demencia senil, la duquesa murió
14 años más tarde y fue enterrada junto a su marido simplemente como
«Wallis, duquesa de Windsor».99
Títulos, tratamientos, honores y armas
Títulos y tratamientos
- 14 de diciembre de 1895 – 28 de mayo de 1898: Su Alteza príncipe Eduardo de York
- 28 de mayo de 1898 – 22 de enero de 1901: Su Alteza Real príncipe Eduardo de York
- 22 de enero de 1901 – 9 de noviembre de 1901: Su Alteza Real príncipe Eduardo de Cornualles y York
- 9 de noviembre de 1901 – 6 de mayo de 1910: Su Alteza Real príncipe Eduardo de Gales
- 6 de mayo de 1910 – 23 de junio de 1910: Su Alteza Real el duque de Cornualles
- 23 de junio de 1910 – 20 de enero de 1936: Su Alteza Real el príncipe de Gales
- en Escocia: 1910 – 1936: Su Alteza Real el príncipe Eduardo, duque de Rothesay
- 20 de enero de 1936 – 11 de diciembre de 1936: Su Majestad el rey
- en India: Su Majestad Imperial el rey-emperador
- 11 de diciembre de 1936 – 8 de marzo de 1937: Su Alteza Real el príncipe Eduardo
- 8 de marzo de 1937 – 28 de mayo de 1972: Su Alteza Real el duque de Windsor
Honores
Armas
Como príncipe de Gales, las armas de Eduardo eran el escudo de armas del Reino Unido, diferenciado con un lambel argén de tres pendientes y con un escudo con las armas reales de Gales surmontado por la corona del heredero (idéntica a la utilizada por Carlos, príncipe de Gales).Como soberano usó el escudo de armas real sin ninguna diferencia y
después de su abdicación lo utilizó otra vez diferenciado, pero esta vez
con un lambel que llevaba en el pendiente central una corona imperial.100
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Ancestros
Eduardo VIII en la literatura
En 2013, Juan Vilches en la novela Te prometo un imperiocrea una trama policíaca y de espionaje en torno a la visita que
realizó el duque de Windsor, junto con su esposa Wallis Simpson, a
España en 1940.
Véase también
Notas
- La
reina María le había pedido a Alexander Hardinge, segundo barón
Hardinge de Penshurst, escribirle al duque explicándole que no podrían
ser invitados al homenaje en honor de su padre.
Referencias
- Prothero, David (24 de septiembre de 2002), Flags of the Royal Family, United Kingdom (en inglés), archivado desde el original el 28 de noviembre de 2015, consultado el 4 de junio de 2011
Bibliografía
- Bloch, Michael (1982). The Duke of Windsor's War. Londres: Weidenfeld and Nicolson. ISBN 0-297-77947-8.
- Bradford, Sarah (1989). King George VI. Londres: Weidenfeld and Nicolson. ISBN 0-297-79667-4.
- Donaldson, Frances (1974). Edward VIII. Londres: Weidenfeld and Nicolson. ISBN 0-297-76787-9.
- Godfrey, Rupert (editor) (1998). Letters From a Prince: Edward to Mrs Freda Dudley Ward 1918–1921. Little, Brown & Co. ISBN 0-7515-2590-1.
- Parker, John (1988). King of Fools. Nueva York: St. Martin's Press. ISBN 0-312-02598-X.
- Platt, Owen (2003). The Royal Governor and the Duchess: The Duke and Duchess of Windsor in The Bahamas 1940-1945. Lincoln: iUniverse Inc. ISBN 0-595-28783-2.
- Roberts, Andrew; editado por Antonia Fraser (2000). The House of Windsor. Londres: Cassell and Co. ISBN 0-304-35406-6.
- Williams, Susan (2003). The People's King: The True Story of the Abdication. Londres: Allen Lane. ISBN 978-0-7139-9573-2.
- Windsor, HRH The Duke of (1951). A King's Story. Londres: Cassell and Co.
- Ziegler, Philip (1991). King Edward VIII: The official biography. Nueva York: Alfred A. Knopf. ISBN 0-394-57730-2.
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Eduardo VIII del Reino Unido.
- BBC: La abdicación de Eduardo VIII fue resultado de una conspiración
Predecesor: Príncipe Jorge, Duque de Cornualles y York |
Príncipe de Gales 1910 – 1936 |
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- Casa de Windsor
- Emperadores de la India
- Reyes de Reino Unido
- Príncipes de Gales
- Alumnado del Magdalen College (Oxford)
- Sepultados en el Cementerio Real de Frogmore
- Doctores honoris causa por la Universidad de Alberta
Otros proyectos
BBC One, 14 de octibre de 2007. «Banqueting House staff discovered
plans for the coronation, including a hand-drawn scheme for the
decoration of the hall».
General al Secretario del Interior (14 de abril de 1937) Archivos
Nacionales, archivo HO 144/22945 citado en Velde, François (6 de febrero
de 2006) The drafting of the letters patent of 1937. Heraldica, consultado el 22 de diciembre de 2011
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