domingo, 15 de enero de 2017

ATRAPADO ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

ATRAPADO ENTRE LA ESPADA Y LA PARED













ATRAPADO ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

“Ninguno Puede Servir A Dos
Señores…” Mateo 6:24(a)

En el capítulo 26 del libro de los Hechos encontramos al apóstol Pablo
defendiéndose ante el Rey Agripa. Y para identificar apropiadamente a este rey
en particular, Herodes Agripa II, necesitamos entender que el era biznieto de
Herodes el Grande, aquel que gobernaba sobre Judea en el tiempo del nacimiento
de Jesucristo. Su padre, Herodes Agripa I, fue el responsable de matar a
Santiago y de encarcelar a Pedro. También es importante notar que se cree que su
malvado “árbol genealógico” era idumeo, haciéndolos descendientes de Esaú— ¡el
“profano” (Hebreos 12:16) hijo de Isaac quien vendió su derecho de
primogenitura por un plato de lentejas!

Este rey era tan malvado como sus antecesores. Su mujer, Berenice, era su
hermana y su relación incestuosa era el chisme de moda en Roma. Ella antes
había sido la amante del Emperador Vespasiano y después de su hijo Tito, pero
ella siempre regresaba donde su hermano ¡Tremenda pareja!, ¿verdad?

Pablo aquí enfrentaba una dura tarea tratando de convencer a esta
despreciable excusa de hombre, que el era inocente de las acusaciones que los
judíos habían formulado en su contra. Y al ejercer su
derecho como ciudadano romano apelando directamente a César, y de esa forma
evitando cualquier fallo posible del rey, parece que Agripa pudo haber sido
irritado por esa decisión e insistió en oír lo que el quería decir.

Los detalles de la defensa de Pablo comienzan en Hechos capítulo 25
versículo 13:

“Pasados
algunos días, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesarea
para saludar a Festo. 14Y como estuvieron
allí muchos días, Festo expuso al rey la causa de
Pablo, diciendo: Un hombre ha sido dejado preso por Félix, 15respecto
al cual, cuando fui a Jerusalén, se me presentaron los principales sacerdotes y
los ancianos de los judíos, pidiendo condenación contra él. 16A éstos respondí que no es costumbre de los romanos entregar
alguno a la muerte antes que el acusado tenga delante a sus acusadores, y pueda
defenderse de la acusación. 17Así que, habiendo venido ellos juntos
acá, sin ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el tribunal, mandé
traer al hombre. 18Y estando presentes los acusadores, ningún cargo presentaron
de los que yo sospechaba, 19sino que tenían contra él ciertas
cuestiones acerca de su religión, y de un cierto Jesús, ya muerto, el que Pablo
afirmaba estar vivo. 20Yo, dudando en cuestión semejante, le
pregunté si quería ir a Jerusalén y allá ser juzgado de estas cosas. 21Mas
como Pablo apeló para que se le reservase para el conocimiento de Augusto,
mandé que le custodiasen hasta que le enviara yo a César. 22Entonces
Agripa dijo a Festo: Yo también quisiera oír a ese
hombre. Y él le dijo: Mañana le oirás.
23Al otro día, viniendo Agripa y Berenice con mucha pompa,
y entrando en la audiencia con los tribunos y principales hombres de la ciudad,
por mandato de Festo fue traído Pablo. 24Entonces
Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones que
estáis aquí juntos con nosotros, aquí tenéis a este hombre, respecto del cual
toda la multitud de los judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces
que no debe vivir más. 25Pero yo, hallando que ninguna cosa digna de
muerte ha hecho, y como él mismo apeló a Augusto, he determinado enviarle a él.
26Como no tengo cosa cierta que escribir a mi señor, le he traído
ante vosotros, y mayormente ante ti, oh rey Agripa, para que después de
examinarle, tenga yo qué escribir. 27Porque me parece fuera de razón
enviar un preso, y no informar de los cargos que haya en su contra.” Hechos
25:13-27

Aunque bajo la ley romana una resolución por parte de Agripa era un asunto
muerto en ese momento, yo no se si Pablo tuvo otra opción sino de presentar su
caso ante el. Y lo hizo de la forma más interesante—especialmente en vista de
que el sabía que el rey no lo declararía inocente evitándole el tener que
comparecer ante César ¿Entonces por qué el llegó tan lejos tratando de probar
su caso cuando podía decirse que era una pérdida de tiempo?

Debemos recordar que Pablo fue encomendado específicamente por el Señor
resucitado para llevar el mensaje del Evangelio a los gentiles. Y el
definitivamente estaba camino a Roma, el corazón del mundo gentil, pero ya que
un gran número de judíos estaban reunidos para atender esta sesión, ¡ese
predicador celoso se aprovechó completamente de su “audiencia cautiva!” 

Entonces en los versículos del 1 al 11 del capítulo 26, Pablo le cuenta al
rey sobre su vida cuando joven y el hecho de que el había sido un Fariseo quien
literalmente perseguía el “camino” (algo que el le dijo a la muchedumbre judía
cuando fue arrestado):

“Perseguía yo
este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y
mujeres”. Hechos 22:4

Luego Pablo dijo esto sobre su repentino cambio de parecer y sus acciones
subsecuentes:

“Cuando a
mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el
resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo.
14Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que
me hablaba, y decía en lengua hebrea:
Saulo, Saulo,
¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
15Yo entonces dije: ¿Quién
eres, Señor?
Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien
tú persigues. 16Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para
esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que
has visto, y de aquellas en que me apareceré a ti, 17librándote de
tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, 18para que
abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la
potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de
pecados y herencia entre los santificados.
19Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión
celestial, 20sino que anuncié primeramente a los que están en
Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se
arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de
arrepentimiento. 21Por causa de esto los judíos, prendiéndome en el
templo, intentaron matarme. 22Pero habiendo obtenido auxilio de
Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes,
no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que
habían de suceder: 23Que el Cristo había de padecer, y ser el
primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los
gentiles.”
Hechos 26:13-26


En este momento Poncio Festo, el gobernador de Judea, ¡interrumpió la
sesión y acusó a Pablo de estar loco! El se alarmó de que
un erudito como Pablo profesase creer en una resurrección literal de los
muertos—un concepto que no consideraría ningún romano inteligente, y mucho
menos aceptarlo:

Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras
te vuelven loco. 25Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura.
26Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda
confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues no se ha hecho
esto en algún rincón
. Hechos 26:24-26

Y en un resumen magistral que haría que un “equipo ideal” de abogados se
sintiera orgulloso, ¡el apóstol Pablo concluye su caso poniendo a Agripa entre la
espada y la pared!

Los hechos concernientes a la muerte, sepultura  y resurrección de Jesucristo eran de
conocimiento público por toda Jerusalén y el área circundante porque nada de
eso ocurrió secretamente o en un “rincón.” Los soldados romanos que custodiaban
la tumba habían presenciado eventos sobrenaturales que les dio el susto de sus
vidas. Y para empeorar mucho más las cosas, ellos sabían que serían
sentenciados a muerte por sus superiores porque el cuerpo había desaparecido.
Así que, en vez de entrar en un estado frenético de desesperación ellos
acudieron al liderazgo judío buscando ayuda.

¿Por qué supone usted que esos soldados endurecidos apelarían a los mismos
quienes desde un principio habían insistido en que se pusiese una piedra en la
tumba? Los judíos odiaban a los romanos, por lo que la única explicación
aceptable es obvia—ellos sabían con un alto grado de certeza que la
evidencia era tan abrumadora que su historia sería aceptada como legítima
. Y
cuando todo terminase, no solo les iban a dar una suma considerable de dinero
para que guardasen silencio sobre lo sucedido (Mateo 28:11-14), sino que
también se reaseguraron que aún si el gobernador se enterase, ellos (los
principales sacerdotes) intercederían por ellos para que no fuesen castigados ¿Tiene
algún sentido que los sacerdotes hubiesen actuado en esa manera si hubiese
habido duda alguna en sus mentes?

¿Cuál era la evidencia que era tan poderosa que no podría ser refutada?
Simplemente que el sudario del entierro (los lienzos de lino en los cuales
había sido envuelto el cuerpo del Señor) era una especie de “cocuyo” vacío y
¡solo una resurrección sobrenatural pudo haberlos dejado inalterados!

Y ya para cuando los soldados se habían reunido con el liderazgo judío, un
sinnúmero de personas—junto con los discípulos del Señor—habían presenciado la
evidencia y el reclamo del soldado de que el cuerpo había sido robado no
hubiese sido tomado en serio. Por eso es que el versículo 15 de Mateo 28 nos
dice que el acontecimiento se había vuelo “el tema más popular” en el tiempo en
que fe escrita la epístola.

Y por ese conocimiento público, Pablo le tendió esta trampa a Agripa.

“¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. 28Entonces
Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano
. 29Y
Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino
también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto
estas cadenas!
30Cuando había dicho estas cosas, se
levantó el rey, y el gobernador, y Berenice, y los que se habían sentado con
ellos; 31y cuando se retiraron aparte, hablaban entre sí, diciendo:
Ninguna cosa digna ni de muerte ni de prisión ha hecho este hombre. 32Y
Agripa dijo a Festo: Podía este hombre ser puesto en
libertad, si no hubiera apelado a César.” Hechos 26:27-32

Al insistir que Agripa creía en las Escrituras del Antiguo Testamento y por
lo tanto aceptaba lo que ellas proclamaban sobre el Mesías, Pablo astutamente
puso al rey en una situación política insostenible ¡Porque si el decía que no
creía a los profetas el encendería la ira de sus súbditos judíos y si el
admitía que si creía sus amigos romanos pensarían que el era tonto! Pero
siendo el político consumado que era, Agripa pudo repeler los comentarios de
Pablo rechazando a Jesucristo
.

Por supuesto, su respuesta complació a los judíos presentes y al mismo tiempo
no le hizo daño alguno a su reputación con los romanos. Pero aunque el Rey
Agripa era moralmente reprensible y había cometido muchos errores graves en su
vida, su intento de “curarse en salud” 
fue por mucho el peor de todos porque selló su suerte ante un Dios santo.

¿Es posible que usted este a punto de cometer el mismo error?
Si usted ha aceptado a Jesucristo como su
Salvador personal, pero ha sido muy tibio en su caminar espiritual con Él,
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Esperamos que haya sido bendecido por este
ministerio, que busca educar y advertir a las personas, de modo que puedan
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Finalmente, nos encantaría saber de usted.
Puede enviarnos un E-Mail a 

Dios le bendiga.




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