sábado, 5 de noviembre de 2016

Parte 1 | Jabad

Parte 1 | Jabad




Parte 1



1. Los Hijos de Noaj tienen como
mandamiento el establecer cortes de ley que velen por la justicia y
mantengan tanto la rectitud como la moralidad humanas en conformidad con
las Siete Leyes Universales
. [1] Un sistema judicial (o
sistema de cortes) que pervierte la justicia al establecer leyes o
reglamentos en conflicto con las Siete Leyes Universales es un
instrumento para alejar del mundo las bendiciones de Dios. Quien
falla en establecer un sistema judicial, esto es, alguien que vive en
una ciudad o comunidad en que no hay cortes y que no hace nada para
corregir la situación, amerita la pena capital
. Aquel que
establece o mantiene cortes de ley que operan contrarias a las Siete
Leyes Universales es culpable de manera similar.


En el libro de Génesis (34:25), se relata que dos de los hijos de
Jacob, Simón y Leví, mataron a todos los varones de la ciudad de Shejem.
El príncipe de la ciudad, Shejem hijo de Jamor, había violado a Diná,
hija de Iakov, y la ciudad transgredió al no llevar ante la justicia a
Shejem. La ciudad (entera) era por tanto culpable de transgredir la
Séptima Ley, y todos sus habitantes ameritaban castigo.


2. El mandamiento de establecer cortes de ley, aun cuando se presenta como un mandamiento positivo,
[2] se considera una prohibición. En efecto, el mandamiento de
establecer cortes de justicia prohibe fallar en su cumplimiento; porque,
cuando no se establecen cortes apropiadas, se inhibe el desempeño de la
justicia en las naciones. [3]


3. El único castigo que puede ser establecido por las cortes de ley Noájidas en casos criminales es la pena capital. [4]


4. Una persona acusada de transgredir las Siete Leyes
Universales y que es llevada a juicio (en una corte Noájida) puede ser
declarado convicto sólo si se encuentra que es mentalmente competente.



5. Toda persona debe (sin remedio) aceptar una decisión legal que ha recibido. Está
prohibido que un individuo establezca por sí mismo un dictamen o juicio
(justicia vigilante) sin acudir a las cortes de ley. [5]


6. En asuntos civiles, esto es, casos entre partes
individuales, autoridades (más bien) recientes se cuestionan si los
Noájidas deben seguir los mismos principios de la ley y cortes Judías o
si han de seguir lineamientos – reglamentos establecidos por sus propias
cortes y leyes.


Aun cuando las cortes Noájidas son responsables por sólo las Siete
Leyes Universales (no los 613 mandamientos de la Torá), hay una opinión
respecto a que cada decisión de una corte Noájida debería seguir su
contraparte en la Ley Judía. La opinión aceptada, sin embargo, es que
los jueces y cortes de ley Noájidas deberán establecer decisiones
legales de acuerdo a sus propias leyes y principios.


7. Es deseable utilizar medios para alcanzar un
acuerdo – compromiso amistoso como el arbitraje y la mediación para
evitar un juicio en las cortes y, más aun, es un mandamiento buscar tal
acuerdo – compromiso.


8. En las cortes de ley Noájidas es admisible evidencia circunstancial.


9. Los Hijos de Noaj tienen la
responsabilidad de alcanzar el conocimiento de las Siete Leyes
Universales y, por tanto, uno no necesita advertencia alguna
(de que está cometiendo una transgresión) para ser acusado ante una corte. [6]


10. Está prohibido que una corte tenga compasión de un asesino, diciendo
(por ejemplo) que, “puesto que una persona ya recibió muerte, ¿que
propósito podría haber en dar muerte a otra?”. Y la corte no deberá
demorar la ejecución debido a compasión. [7]


11. De forma similar, en litigios financieros, la corte no podría tener misericordia de una persona pobre,
tomando la actitud de que “un demandante rico tiene obligación de
mantener al pobre” decidiendo entonces a favor del pobre de manera que
éste sea provisto con medios para ganarse la vida de manera honorable.


12. Asimismo, está prohibido rendir respeto prejudicial a una gran persona.
Si dos litigantes se presentan ante la corte, el uno un gran hombre
sabio y el otro una persona simple, el juez no podría preguntar sobre el
bienestar del grande ni expresar placer alguno por estar en su
presencia, ni rendirle honor alguno. Caso contrario, los argumentos del
litigante simple serían ahogados: el podría pensar, “¿Qué voy a
conseguir con todo esto?”. El juez no deberá favorecer a alguna de las
partes hasta que el juicio haya concluido. Y los sabios advierten que un
juez no debe pensar que, puesto que uno de los litigantes es tan
notable, es impropio (o indecoroso) comprometerlo (o “ponerlo en
problemas” o “hacerle pasar verguenza”.


13. Si dos litigantes se presentan ante la corte y es el caso que uno
de ellos es una persona justa mientras que el otro es una persona
malvada, el juez no debe prejuzgar que el malvado no va a decir la
verdad ni que jamás a de cambiar su conducta y que, por tanto, la
decisión irá en contra del malvado. [8]


14. Uno no debe juzgar injustamente, absolviendo al culpable y condenando al inocente. Y
un juez que demora el juicio, alargando el tiempo de testimonio o de
análisis de información cruzada, con el propósito de causarle a uno de
los litigantes sufrimiento, cae en la categoría de establecer dictámenes
injustos. [9]


15. Aquel que juzga altivamente, sin dar el
peso que le corresponde a su responsabilidad y sin una apropiada
deliberación, para entonces llegar a una apresurada decisión (sin que se
haya tomado el tiempo para considerar prolíjamente el caso), es
considerado estúpido, malvado y groseramente egoísta.
[10]


16. Las cortes no deben establecer un juicio
estándar mediante el cual numerosos casos pudieran ser juzgados de
acuerdo con un sistema de precedentes; sino, por el contrario, deberán
considerar cada caso individualmente bajo sus propias características.
[11]


Nota.- Los precedentes en casos legales podrían, sin embargo, ser seguidos como lineamientos o guias.


17. Un caso que concierne a una gran suma de dinero y
un caso concerniente a una pequeña suma de dinero deberán ser tratados
por igual y bajo consideración individual. [12]


18. Es un mandamiento positivo despachar un juicio justo, tratando a los dos litigantes como iguales en cada aspecto.
El juez no podría permitirle a uno de ellos extenderse en su
argumentación y decirle al otro que sea breve (en su argumentación). Ni
deberí a el juez ser amable con el uno y tosco con el otro. [13]


19. Está prohibido que un juez reciba algún tipo de soborno. Un juez que recibe un soborno está obligado a devolver el soborno si el `dador’ lo requiere. [14]


20. Está igualmente prohibido ofrecer un soborno a un juez. [15] La definición de soborno no se limita a dinero, sino que incluye todo tipo de regalo o favor. [16]


21. Todo juez que toma lugar para presidir un juicio e
intenta magnificar su (propia) importancia, aun con el propósito de
aumentar los sueldos de sus alguaciles o de los funcionarios de la
corte, entra en la categoría de quien se presta para artimañas (o malas
acciones).



En una ocasión un juez (respetable) estaba abordando un bote para
cruzar un rio. Una persona que tenía un caso bajo litigio y en
consideración de dicho juez estaba en el bote y extendió su mano para
ayudar al juez en su embarque. El juez le dijo, “Mira que estoy
descalificado para juzgar tu caso”.


* * * *


Nota.- La meta de la justicia es funcionar tan recta y justamente (valga
la redundancia) como le sea posible, esforzándose por la excelencia. Lo
que viene a continuación (en esta parte) es una descripción de algunos
de los detalles de lo que es estándar en una corte religiosa Judía, un
Beit Din. Las cortes Noájidas no están obligadas a seguir esta
reglamentación, pero deberían estar al tanto de ésta como un marco
referencial.


22. Dos litigantes se presentan delante de un juez.
Uno está vestido muy elegantemente con ropa costosa y el otro lleva un
vesturio pobre. El juez debería decirle al que está vestido
elegantemente, “Tu deberías vestir a tu par tan elegantemente como tu lo
estás, o tu mismo deberías vestirte de manera que tu apariencia sea
como la de tu par, y entonces los dos podrán venir a juicio”. [17]


23. Ambos litigantes deberían permanecer sentados o
(los dos) parados; es impropio que uno permanezca sentado y el otro
parado. Si el juez así lo desea puede disponer que ambos tomen asiento.
Si se sientan (los dos litigantes), deberían verse a la par: ninguno más
alto que el otro, y esta es la única manera en que podrían tomar
asiento durante el tiempo en que el juez escucha el caso. Pero cuando se
está anunciando el fallo, ambos litigantes deberían permanecer de pie.
La decisión es el anuncio del juez fallando a favor del acusado en
contra del demandante o, a favor del demandante en contra del acusado.
Los testigos de ambos lados deberían permanecer siempre de pie durante
el testimonio. [18]


24. Si el juez tiene muchos casos a su haber, el
caso de un huérfano debería preceder al de una viuda, el de una viuda
debería preceder al de un erudito (de la Torá), y el de un erudito al de
un neófito. Y el caso de una mujer debería preceder al de un hombre,
porque la “verguenza” de la mujer es mayor. [19]


25. Está prohibido que el juez escuche los argumentos de uno de los litigantes hasta que el otro esté también presente.
Escuchar lo más mínimo del caso (en sí) está prohibido. Y debe
advertirse al litigante para que no permita que sus palabras sean
escuchadas antes de que arribe el otro litigante. [20]


26. El juez no podría escuchar un testimonio a
través de un intérprete o traductor, puesto que la verdad es únicamente
alcanzada al escuchar las palabras de los propios litigantes. El juez
deberá (sin remedio) entender el lenguaje de los litigantes y escuchar
sus testimonios y pruebas. Si el juez no habla tal lengua de manera
fluida, podría usar un intérprete para responder a los litigantes al
informarles sobre el juicio y las razones que encontró para optar por
una u otra manera. [21]


27. El juez deberá (sin remedio) escuchar los
argumentos de los litigantes y, entonces, revisar los argumentos en
presencia de ellos para asegurarse de que entendió claramente tales
argumentaciones. Luego deberá decidir con justicia (sobre el caso) en su
corazón para posteriormente establecer la decisión final. [22]


28. El juez no debería defender las palabras de un
litigante: debería permanecer en silencio en tanto que cada uno de los
litigantes dice lo que piensa que debe ser dicho. Y el juez no debería
instruir a ninguno de los litigantes en el momento de la presentación de
algún argumento. [23]


29. Si el juez mira un punto favorable en el caso de
alguno de los litigantes y el litigante no sabe como presentar el
punto, o se enoja y confunde al punto de ser incapaz de presentar su
caso de manera clara, el juez podría acudir sutilmente en su ayuda y
encaminarlo para que pase el lapsus, empezando de nuevo su
argumentación. Pero el juez necesariamente habrá de ser muy cuidadoso al
hacer esto para evitar sugerir al litigante sobre cómo debería
presentar el caso porque, si así aconteciera, estaría pervirtiendo la
justicia. [24]


30. Previo a que el juez escuche el caso, si éste se
siente personalmente amenazado por alguno de los litigantes, podría
rehusarse a tomar asiento para encabezar el juicio. Pero si ya escuchó
las palabras de los litigantes y sabe de qué manera el juicio se está
inclinando, no es propio que el juez se rehuse a pasar el veredicto por
temor a uno de los litigantes. [25]


31. Si hay más de un juez en un caso, está prohibido
para todos y cada uno de ellos decir después del juicio, “Yo fallé a tu
favor, pero mis colegas lo hicieron en tu contra y, puesto que ellos
fueron la mayoría, ¿qué podía hacer?”. [26]


32. Un juez tiene prohibido tomar asiento para escuchar un
caso cuando conoce que uno de sus colegas (jueces) es un ladrón o una
persona malvada.
No debería tomar asiento hasta que sepa con
quien se está sentando. Y nadie debería firmar un contrato hasta que
sepa con quien lo está firmando. [27]


33. Un juez tiene prohibido juzgar el caso de alguien a quien ama, aun cuando tal amor no sea para nada duradero.
Ni puede juzgar a alguien a quien odia, aun si la persona no llega a
ser su enemigo. Lo ideal es que los litigantes sean iguales ante los
ojos y corazón del juez. Si no conoce para nada a los litigantes ni sus
acciones, puede rendir juicio de lo más honesto posible. [28]


34. Hombres de entendimiento quienes se desprecian entre sí no deberían juzgar juntos un caso.
El (sano) juicio se vería afectado pues las divergencias harían que uno
se incline de manera de contradecir las opiniones del otro. [29]


35. Un juez debería imaginarse a sí mismo
como si tuviera una espada en su cuello y el Abismo abierto en su
delante. Y debería saber Quien es el Juez, delante de Quien él (a su
vez) juzga, y Quien le retribuirá si se aparta de la verdad.
[30]


36. Si un juez siente profundamente en su corazón que uno de los
litigantes está en lo justo y no hay pruebas que (realmente) lo avalen, o
si el juez siente que hay engaño y argucias por parte de uno de los
litigantes (o uno de sus testigos) y no hay pruebas que (realmente) lo
avalen, o si siente que no puede confiar en las palabras de los testigos
(aun si no está en capacidad de descalificarlos), o si otra situación
similar se presenta, entonces este juez debe descalificarse a sí mismo
(respecto al caso) y deberá ser reemplazado por alguien que pueda juzgar
con amplio corazón sobre la materia. Pero si el juez tiene por seguro
que uno de los testigos está mintiendo, no debería desvincularse a sí
mismo del caso sino que, por el contrario, deberá juzgar el asunto
conforme a su entendimiento de la verdad. Y todas estas cosas son
materia del corazón. [31]


37. Si un juez yerra en su decisión respecto a un asunto
financiero, debería retractarse de su decisión y restaurar a su estatus
original, y retomar el caso.
Si esto no es posible, debido a
que por ejemplo uno de los litigantes salió del pais y llevó consigo el
dinero producto del fallo previo, entonces se considera que el juez no
tiene culpa ni tiene que restituir el dinero. Está claro que no tuvo
intensión de causar daño. [32]


38. Todo juez debería poseer los siguientes siete atributos:

Sabiduría,

Humildad,

Temor al Cielo,

Temor a pecar,

Desprecio\translationnote{O, desdén.} por el dinero,

Amor a la verdad,

Ser estimado por sus conciudadanos,

Una buena reputación.
[33]


39. ¿Cuando se puede decir que uno es estimado por sus pares? Cuando
mira las cosas bajo una luz favorable y es humilde, y es agradable al
conducir sus negocios y al hablar. Debería ser meticuloso en el
cumplimiento de los mandamientos de Dios y debería haber conquistado su
tendencia hacia el mal al punto de que no tenga mancha alguna. Su nombre
debería servir como un modelo sobresaliente para la generación. Debería
tener coraje con el propósito de aplicar un fallo justo en contra de
malechores contumaces. El dinero no debería resultarle algo `precioso’
de manera que no vaya en pos de él. [34] No debería tener necesidad de
ser (cada vez) exhortado para que se esfuerce en pos de la verdad sino
que, por el contrario, debería perseguir la verdad motivado por su
propio anhelo (de verdad). Deberá (sin remedio) amar la verdad y
despreciar cualquier cosa que se oponga a la verdad. Y deberá
necesariamente apartarse de todas las formas de transgresión.


40. Si no se puede hallar un juez con todos estos buenos
atributos, entonces uno debe esforzarse por encontrar alguien que reuna
tantos de estos requisitos como sea posible.




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