sábado, 5 de noviembre de 2016

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Mana diarioParasháDonaciónDoctrina TrinidadAudio
Parashá 28 Metsorá
Levítico 14:1 – 15:33
Por Dr. K. Blad ©
Segunda edicion 2013-14 (5774
Prohibida toda reproduccion lucrativa 
Aliyás de la Torá:
  1. 14:1-12
  2. 14:13-20
  3. 14:21-32
  4. 14:33-53
  5. 14:54 – 15:15
  6. 15:16-28
  7. 15:29-33
  8. Maftir: 15:31-33
Haftará: 2 Reyes 7:3-20
Los Escritos Mesiánicos: Mateo 13:1 – 15:39
Metsorá
Significa “el que tiene tsaráat”.
Comentarios 
HaShem
ha puesto su morada entre los hijos de Israel. Su presencia santa
requiere que los hijos de Israel vivan una vida santa. El santuario
terrenal puede ser contaminado por medio de las impurezas rituales de
los hijos de Israel, y para evitarlo, ellos necesitan conocer todas las
normas acerca de lo que produce impureza y cómo ser libres de ella. Por
esta razón, en los capítulos 11 hasta 15 de Levítico, la Torá va
desarrollando una enseñanza profunda en cuanto a la impureza ritual. Por
medio del cumplimiento de estas reglas el pueblo podrá vivir en un
campamento donde mora la presencia divina. El capítulo 11 habla de la
prohibición de comer animales impuros. El tipo de impureza que es
producida por medio de eso no puede ser eliminado por medio de ritos de
purificación y es más grave que el resto. Al tocar los cadáveres de los
animales impuros se produce la impureza ritual en los hombres, pero esta
impureza puede ser eliminada por medio de actos de purificación. El
capítulo 12 habla de la impureza producida en la mujer por un parto. El
capítulo 13 habla de la impureza producida por la plaga de tsaráat, traducida como “lepra”. En el capítulo 14 se habla de la purificación de tsaráat
en una persona y cómo tratar con esa plaga en una casa. En el capítulo
15 se encuentra la enseñanza de la impureza ritual producida por flujos
que vienen de los aparatos reproductores del hombre y de la mujer.
Todas
estas instrucciones han sido dadas con el fin de evitar que el
tabernáculo sea contaminado y el pueblo dañado por la presencia divina
que está en medio de ellos, tanto en el desierto como luego en la tierra
prometida. Las reglas en cuanto a la impureza ritual tienen que ver con
la santidad en relación con la presencia física de HaShem dentro el
pueblo de Israel, en el tabernáculo y en el templo. Algunas de estas
reglas son aplicables solamente cuando hay un santuario, como por
ejemplo las que requieren sacrificios. Pero otras de estas reglas son
aplicables aún en la ausencia del santuario, como las del cashrut y de nidá.
Mientras que no tenemos templo, no podemos guardar las leyes que tienen
que ver con los sacrificios, pero sí podemos guardar las reglas de no
comer animales inmundos y la purificación de nuestros cuerpos por medio
de una mikvé. El pueblo judío
sigue guardando las instrucciones en cuanto a la pureza ritual que son
aplicables sin el santuario, porque sigue siendo un pueblo santo.
Las reglas de tsaráat
sólo son aplicables dentro de la tierra de Israel cuando hay templo,
así que no aplicarán hasta que el tercer templo sea construido.
En la parashá
pasada vimos como el Talmud menciona que el nombre del Mesías es “el
estudioso leproso”. Por lo tanto las leyes de la purificación de tsaráat están íntimamente relacionadas con él, y más concretamente con su muerte y resurrección, como veremos a continuación.
Primera aliyá, 14:1-12
14:2  Esta será la ley del leproso en los días de su purificación. Será llevado al sacerdote” (LBLA) – Según mi conocimiento, antes de venir Yeshúa no había habido ningún caso de tsaráat
en la historia de Israel, que haya podido cumplir este mandamiento de
la Torá en cuanto a mostrarse ante el sacerdote y presentar la ofrenda
después de haber sido sanado, excepto el caso de Miryam, la hermana de
Moshé. Ella fue golpeada con esta plaga y seguramente cumplió con este
mandamiento, cf. Números 12. Naamán, el siervo sirio, fue limpiado de su
tsaráat cuando se sumergió
en el río Yardén por mandato del profeta Elishá. Pero como él no era
israelita, no fue aplicado sobre él el mandamiento de ir al sacerdote y
presentar ofrendas. ¿Entonces por qué la Torá ha dado estas
instrucciones, si no han sido necesarias a lo largo de la historia de
Israel? Como una respuesta a esta inquietud surgió la idea de que cuando
venga el Mesías, una de las cosas que él hará es limpiar a los hombres
de la tsaráat. Esa será una de las señales del verdadero Mashíaj. Por esto está escrito en Lucas 7:18-23:
Entonces
los discípulos de Yojanán le informaron de todas estas cosas. Y
llamando Yojanán a dos de sus discípulos, los envió al Señor, diciendo:
¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro? Cuando los hombres
llegaron a él, dijeron: Yojanán HaMatbil nos ha enviado a ti, diciendo:
"¿Eres tú el que ha de venir, o esperamos a otro?" En esa misma hora
curó a muchos de enfermedades y aflicciones, y malos espíritus, y a
muchos ciegos les dio la vista. Y respondiendo él, les dijo: Id y contad
a Yojanán lo que habéis visto y oído: los CIEGOS RECIBEN LA VISTA, los
cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los
muertos son resucitados y a los POBRES SE LES ANUNCIA LA BUENA NUEVA. Y
dichoso es el que no se escandaliza de mí.” (LBLA revisada)
La expresión “el que viene” es una expresión mesiánica. El Mesías es “el que viene”, en hebreo habá.
La respuesta que Yeshúa da a los discípulos de Yojanán nos enseña que
el hecho de que los “leprosos” son limpiados es una de las señales que
el pueblo esperaba para saber quién era el verdadero Mesías, cf. Isaías
29:18; 35:5-6.
En Mateo 8:3-4 está escrito:
Y
extendiendo la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al
instante quedó limpio de su lepra. Entonces Yeshúa le dice: Mira, no se
lo digas a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda
que ordenó Moshé, para que les sirva de testimonio a ellos.” (LBLA
revisada)
¿Cuál
fue el testimonio que los sacerdotes iban a recibir? El testimonio de
que el Mesías ya había venido. Por medio de este milagro, todos los
sacerdotes en el templo podrían saber que el Mesías ya estaba presente.
Seguramente esta es una de las razones por las que muchos de los
sacerdotes luego creyeron en Yeshúa, como está escrito en Hechos 6:7:
Y
la palabra de Dios crecía, y el número de los discípulos se
multiplicaba en gran manera en Jerusalén, y muchos de los sacerdotes
obedecían a la fe.” (LBLA)
14:3  y el sacerdote saldrá fuera del campamento. El sacerdote lo examinará, y si la afección ha sido sanada en el leproso (LBLA) – Aquí vemos que aparece la palabra “sanado” en relación con la plaga de tsaráat.
Como hemos dicho antes, las Escrituras hablan más de ser limpiado de
esta plaga que de ser sanado. Pero este texto nos enseña que es obvio
que hace falta un acto de sanidad para que una persona pueda ser
limpiada de esta plaga.
14:4  el
sacerdote mandará tomar dos avecillas vivas y limpias, madera de cedro,
lana carmesí e hisopo para el que ha de ser purificado.” (LBLA)
– Los rabinos reconocen que no conocen a fondo el significado del por qué se usan estos ingredientes para la purificación del metsorá. Rashí y el Midrash[1] asocian las aves con las palabras sueltas de lashón hará que el metsorá habló para traer sobre sí la plaga de tsaráat.
También asocian el cedro con la soberbia y el hisopo con la humildad.
Como la soberbia es una de las razones por las que vino esta plaga sobre
el hombre, ahora tendrá que ser purificado por medio de dos elementos
que hablan de la soberbia y la humildad.
Por
otro lado las Escrituras nos enseñan que las aves representan al
hombre. Una de estas dos aves morirá y la otra será soltada libre. Esto
puede representar dos cosas. En primer lugar representa al que tenía la
plaga de tsaráat y que estaba
como muerto, sin poder tener relación con nadie, expulsado fuera del
campamento de Israel. Así el ave que tiene que morir, simboliza la
muerte del metsorá. El ave viva que es soltada representa al metsorá que ahora es liberado de esta plaga mortal que le ataba.
En
segundo lugar, y ante todo, las dos aves representan al Mesías, y
específicamente su muerte y resurrección. El ave que muere anuncia la
muerte del Mesías y el ave que es soltada anuncia la resurrección del
Mesías. Todo el proceso de purificación de tsaráat
está relacionado con el Mesías. Por eso podemos encontrar en este
contexto también un trozo de madera que indica que la muerte del Mesías
tiene que ocurrir sobre un madero. Como aquí se usa madera de cedro, es
posible que la viga horizontal, donde fue colgado Yeshúa, haya sido de
cedro.
En
Números 19 el cedro, el hisopo y la lana carmesí también están
mencionados como medios de purificación por medio de las ascuas de la
vaca roja, como está escrito en el versículo 6:
Y el sacerdote tomará madera de cedro, e hisopo y lana carmesí, y los echará en medio del fuego en que arde la novilla.” (LBLA)
El
cedro es uno de árboles más altos. La madera de cedro fue la madera más
cara y apreciada, cf. 2 Samuel 7:2, 7; 1 Reyes 6:9, 18.
La
lana carmesí simboliza la sangre y el ministerio sacerdotal. La lana
viene de la oveja y fue teñida en un color rojo. Esto nos habla también
de la muerte del Mesías. El Mesías está representado por “el hilo rojo”
que atraviesa toda la Escritura, cf. Josué 2:18, 21.
Mientras
que el cedro es uno de los árboles más altos, el hisopo es una de las
plantas más bajas. Por esta razón el rey Shelomó toma estas dos plantas
como dos extremos, como está escrito en 1 Reyes 4:33a:
Disertó sobre los árboles, desde el cedro que está en el Levanón hasta el hisopo que crece en la pared.” (LBLA revisada)
Parte
del hisopo puede ser usado para absorber líquidos. Con el hisopo
pudieron pintar los dos postes y el dintel en las casas en Egipto y
también salpicar agua y sangre sobre el pueblo en el desierto, cf. Éxodo
12:22; Hebreos 9:19. El hisopo es mencionado por primera vez en
relación con la redención de Egipto por medio de la sangre del cordero.
También está incluido en la ceremonia de la purificación por medio de
las aguas purificadoras producidas por medio de las ascuas de la vaca
roja, como está escrito en Números 19:18:
Y
una persona limpia tomará hisopo y lo mojará en el agua, y lo rociará
sobre la tienda y sobre todos los muebles, y sobre las personas que
estuvieron allí y sobre aquel que tocó el hueso, o al muerto, o al que
moría por causas naturales, o la tumba.” (LBLA)
En el Salmo 51:7 está escrito:
Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.” (LBLA)
No cabe duda de que la purificación de la plaga de tsaráat
es la base para la oración del rey David en este Salmo. Después de su
pecado con la mujer de Urías, él pide ser purificado con hisopo, para
así ser libre de la “lepra” del pecado. Ser más blanco que la nieve
implica tener un estado de pureza superior al que tiene un hombre que
está cubierto enteramente con la plaga de tsaráat de manera que se haya vuelto totalmente blanco, como está escrito en Levítico 13:13:
entonces
el sacerdote mirará, y he aquí, si la lepra ha cubierto todo su cuerpo,
declarará limpio al que tenía la afección; se ha vuelto toda blanca y
él es limpio.” (LBLA)
En Juan 19:29 está escrito:
Había
allí una vasija llena de vinagre; colocaron, pues, una esponja empapada
del vinagre en una rama de hisopo, y se la acercaron a la boca.” (LBLA)
Es
muy significativo que el hisopo vuelve a la escena en relación con la
muerte de Yeshúa. Esto nos enseña que la muerte del Mesías está
relacionada con el acto de purificación de la tsaráat
.
14:5 “Después el sacerdote mandará degollar una de las avecillas en una vasija de barro sobre agua corriente.” (LBLA)
– La vasija de barro representa al cuerpo humano, que fue sacado de la
tierra, cf. 2 Corintios 4:7. El agua corriente puede representar la Torá
o el Espíritu del Altísimo. El agua también podrá simbolizar la muerte,
cf. 2 Samuel 14:14; Juan 19:34.
14:6  En
cuanto a la avecilla viva, la tomará junto con la madera de cedro, el
cordón escarlata y el hisopo, y los mojará junto con la avecilla viva en
la sangre del ave muerta sobre el agua corriente.” (LBLA)

– La avecilla viva que está juntada con madera de cedro representa al
Mesías que fue colgado sobre madera para así limpiar al hombre de la
lepra del pecado. La avecilla viva es sumergida en la sangre del ave
muerta. Esto representa el momento de la muerte de Yeshúa. El ave viva
no es dejada en la sangre en el agua hasta que muera, sino es sacada de
allí. Esto simboliza la muerte y resurrección del Mesías.
Las dos aves también podrían representar las dos inclinaciones dentro del hombre, el yetser hará y el yetser hatov,
la mala inclinación y la buena inclinación. La primera de estas tiene
que morir y la otra podrá vivir. Esto también es un resultado de la obra
redentora del Mesías Yeshúa.
14:7  Después
rociará siete veces al que ha de ser purificado de la lepra, lo
declarará limpio, y soltará al ave viva en campo abierto.” (LBLA)

– El ave soltada simboliza la libertad del que es purificado y también
de la vida de resurrección del hombre cuando finalmente será liberado
del pecado y de la muerte. Esto también es un resultado de la muerte y
resurrección del Mesías Yeshúa.
14:10 “En
el octavo día tomará dos corderos sin defecto, una cordera de un año
sin defecto, tres décimas de una efá de flor de harina mezclada con
aceite como ofrenda de cereal y un log de aceite
(LBLA)
– La purificación finalmente se llevó a cabo en el octavo día. El
octavo día anuncia dos cosas: el día de la resurrección del Mesías, (el
día después de una semana entera), que es la base para la liberación del
hombre que ha sido infectado con la lepra del pecado. El octavo día
también habla del octavo milenio después de Adam, cuando todos los
hombres sobrevivientes, que no participaron de la primera resurrección,
finalmente serán liberados del pecado. Durante el milenio estarán
presentes los que sobrevivieron la última guerra contra Yerushalayim,
cf. Zacarías 14; Revelación 19. Durante el reinado mesiánico habrá dos
clases de hombres, los redimidos y los sobrevivientes. Los que antes
habían puesto su fe en el Mesías Yeshúa serán resucitados y/o
transformados para obtener cuerpos glorificados. Ellos son los
redimidos. Ellos participarán de la primera resurrección.
Sin
embargo, no todos los hombres serán transformados con la segunda venida
del Mesías. Según entiendo, los que no son matados durante el
resplandor de su venida, tendrán sus cuerpos mortales y vivirán en paz
bajo el reinado mesiánico. Ellos son los sobrevivientes. Estos hombres
mortales tendrán la oportunidad de pasar al siglo siguiente, en el
octavo milenio después de Adam, pero bajo otras condiciones que los
redimidos que participaron de la primera resurrección. Ellos también
serán liberados del pecado, que todavía tenían durante el reino
mesiánico, porque está escrito en 2 Pedro 3:13:
Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.” (LBLA)
En
esos nuevos cielos y nueva tierra, que vendrán después del reino
milenial mesiánico, sólo morará la justicia. Así que el pecado habrá
sido totalmente eliminado. El octavo milenio después de Adam, es decir,
en la era que vendrá después del reinado mesiánico, no habrá pecado, y
la lepra del pecado del hombre será finalmente eliminada. Esto también
es un resultado de la muerte y resurrección del Mesías Yeshúa.
Segunda aliyá, 14:13-20
14:14 “Entonces
el sacerdote tomará de la sangre de la ofrenda por la culpa, y la
pondrá el sacerdote sobre el cartílago de la oreja derecha del que ha de
ser purificado, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de
su pie derecho.” (LBLA revisada)

– Es posible que este versículo muestra que el que es purificado
necesitará la sangre sobre tres lugares que representan aquel pecado que
le llevó a recibir la tsaráat. Si su oreja estuchó lashón hará, si metió la mano donde no debía y si puso su pie donde no le correspondía, fue golpeado con tsaráat. Por eso su purificación es aplicada sobre estos tres lugares de su cuerpo.
Este rito es muy similar al rito de la instalación de los sacerdotes en el tabernáculo, como está escrito en Éxodo 29:20:
Y
matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el
cartílago de la oreja derecha de Aharón, y sobre el cartílago de la
oreja derecha de sus hijos, y sobre el pulgar de su mano derecha, y
sobre el pulgar de su pie derecho, y rociarás el resto de la sangre en
el altar por todos los lados.” (LBLA revisada)
¿Cómo vamos a entender esto? Tanto los sacerdotes como el que es purificado de tsaráat es objeto del mismo rito. Por un lado podríamos entenderlo como que el que había tenido tsaráat
ahora tiene el derecho para acercarse al tabernáculo. En ese sentido se
asemeja al ministerio del sacerdote que tiene el derecho de estar cerca
de HaShem.
Sin
embargo, por el otro lado hay algo más profundo aquí. Como el Mesías
está asociado con un hombre “leproso”, llamado en el Talmud “el
estudioso leproso”, todo este proceso de purificación del metsorá
está hablando de lo que el Mesías tenía que pasar para poder entrar en
su gloria. Como él no tenía propio pecado, pudo cargar sobre sí el
pecado de todo el mundo. De esta manera la lepra del pecado del hombre
fue cargada sobre él, como está escrito en Isaías 53:4-6:
Ciertamente
él llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con todo,
nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. Mas él
fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades.
El castigo, por nuestra paz, cayó sobre él, y por sus heridas hemos
sido sanados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos
cada cual por su camino; pero HaShem hizo que cayera sobre él la
iniquidad de todos nosotros.” (LBLA revisada)
Después
de la resurrección Yeshúa fue limpiado de la impureza que había
obtenido por medio de la lepra del pecado, como está escrito en Zacarías
3:2b-5:
¿No
es éste un tizón arrebatado del fuego? Y Yehoshúa estaba vestido de
ropas sucias, en pie delante del ángel. Y éste habló, y dijo a los que
estaban delante de él: Quitadle las ropas sucias. Y a él le dijo: Mira,
he quitado de ti tu iniquidad y te vestiré de ropas de gala. Después
dijo: Que le pongan un gorro limpio en la cabeza. Y le pusieron un gorro
limpio en la cabeza y le vistieron con ropas de gala; y el ángel de
HaShem estaba allí.” (LBLA revisada)
Mediante
este acto de purificación Yeshúa fue introducido en el ministerio
sacerdotal según el orden de Malki-Tsedek. Por eso hay una semejanza
entre el rito de purificación del metsorá y la instalación en el ministerio sacerdotal, cf. Éxodo 29:7, 20-21; Levítico 14:14, 17-18.
Tercera aliyá, 14:21-32
14:21 “Pero
si es pobre y no tiene suficientes recursos, entonces tomará un cordero
como ofrenda por la culpa, como ofrenda mecida, a fin de hacer
expiación por él, y una décima de una efá de flor de harina mezclada con
aceite para ofrenda de cereal, y un log de aceite
(LBLA revisada)
– Aunque el hombre sea pobre no hay rebaja en cuanto al animal que se
tenía que dar como ofrenda por la culpa. Tanto el rico como el pobre
tenían que dar un cordero por la culpa. Esto nos enseña que el precio
para liberar al hombre no puede rebajarse, es el mismo para el rico como
para el pobre. El precio es la muerte del Cordero de Dios. Por medio de
la muerte del Cordero tanto el rico como el pobre podrán ser libres del
pecado y purificados para poder entrar en el santuario celestial y
estar cerca de HaShem y servir en el ministerio de Malki-Tsedek.
Cuarta aliyá, 14:33-53
14:34 “Cuando
entréis en la tierra de Kenáan, que os doy en posesión, y ponga yo una
marca de lepra sobre una casa en la tierra de vuestra posesión
(LBLA revisada)
– Esta ley sólo se aplica sobre las casas en la tierra de Israel. Sin
embargo, las casas que están en la ciudad de Jerusalén nunca podrán ser
declaradas impuras. Además las casas tenían que ser de una manera
especial para que esta ley aplicara sobre ellas. Sólo las casas que
tenían piedra, madera y tierra en las paredes podían ser declaradas tamé, cf. 14:45.
14:45 “Derribará,
pues, la casa, sus piedras, sus maderas y todo el emplaste de la casa, y
los llevará fuera de la ciudad a un lugar impuro.” (LBLA)

– El mundo es una casa. HaShem ha enviado sus ángeles para inspeccionar
si la casa está libre de contaminación. Pero aunque fue raspada una vez
por medio del diluvio, volvió a aparecer la maldad y se está
extendiendo. Por lo tanto no queda más remedio que derribar la casa.
Este mundo será destruido después del milenio del reino mesiánico, como
está escrito en 2 Pedro 3:10-13:
Pero
el día del Señor vendrá como ladrón, en el cual los cielos pasarán con
gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la
tierra y las obras que hay en ella serán quemadas. Puesto que todas
estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¡qué clase de personas
no debéis ser vosotros en santa conducta y en piedad, esperando y
apresurando la venida del día de Dios, en el cual los cielos serán
destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor! P
ero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.” (LBLA)
Quinta aliyá, 14:54 – 15:15
15:2  Hablad a los hijos de Israel y decidles: "Cuando cualquier hombre tenga flujo de su cuerpo, su flujo es impuro.” (LBLA) – La palabra hebrea que ha sido traducida como flujo es zav,[2]
y significa “emisión”, “flujo”, “corriente”, “emanación”. Aquí no se
refiere a la emisión de semen, sino de otro tipo de flujo. Como la
palabra flujo se repite dos veces, se deduce que la impureza ritual
empieza a partir de la segunda emisión de flujo. Este tipo de impureza
es más severo que la impureza producida por la emisión del semen y
requiere sacrificios para su purificación, cf. v. 14-15.
15:4  Toda cama sobre la cual se acueste la persona con flujo quedará impura, y todo sobre lo que se siente quedará impuro.” (LBLA)
– Rashí destaca que los verbos “se acueste” y “se siente” están
escritos de manera que no puede referirse a objetos que están designados
para otra función que la de recostarse o sentarse. Con otras palabras,
sólo se refiere a camas y sillas.
15:5  Además, cualquiera que toque su cama lavará su ropa, se bañará en agua y quedará impuro hasta el atardecer(LBLA) – Una cama que ha sido tocada por el zav, el que padece flujo, se ha convertido en una fuente primaria de impureza, en hebreo av hatumá y por eso tiene la capacidad para transmitir impureza a las personas. La persona que ha tocado una cama tocada por un zav transmite incluso impureza a sus propias ropas. Por eso tendrá que pasar tanto su ropa como todo su cuerpo por una mikvé para poder ser tahor, ritualmente puro. La purificación se hace efectiva a la caída del sol.
Si el zav toca otros objetos, no se convierten en fuente primaria de impureza, sino en resultado de impureza, en hebreo velad hatumá, y sólo pueden transmitir impureza ritual a alimentos y bebidas.
El hecho de que la persona que se ha sumergido en una mikvé
no obtiene pureza ritual hasta la tarde es una indicación de que lo que
finalmente hace efectiva la purificación es la muerte del Mesías, que
ocurrió por la tarde.
15:9  Y toda montura sobre la cual cabalgue la persona con el flujo quedará impura.” (LBLA) – Una montura queda impura pero no con el mismo grado de impureza que las camas y las sillas que han estado debajo del zav. Esto significa que el que toque una montura donde ha cabalgado un zav, no necesita sumergir su ropa en una mikvé,
sino sólo su cuerpo. Según Rashí, esto sólo se refiere a las partes de
la montura que no son el mismo asiento. En asiento obtiene el mismo
nivel de impureza que una silla.
15:13 “Cuando
el hombre con el flujo quede limpio de su flujo, contará para sí siete
días para su purificación; entonces lavará su ropa, bañará su cuerpo en
agua corriente y quedará limpio.” (LBLA revisada)
– La palabra hebrea que ha sido traducida como “corriente” es jai,[3]  que
significa “vivo”, “crudo”, “fresco”. Esto nos enseña que sólo el agua
viva, de manantial, es capaz de purificar un cuerpo que tiene impureza
ritual. Por lo tanto, para que una mikvé pueda purificar, tendrá que tener aguas que hayan sido introducidas en la mikvé
de manera natural, no por medio de la intervención del hombre. Con
otras palabras, una piscina a la cual el agua haya sido llevada por la
fuerza del hombre, por una bomba de agua, o por tuberías de metal (que
pueden llegar a ser impuras), no es apta para la purificación. El agua
tiene que llegar a esa mikvé de manera natural.
Sexta aliyá, 15:16-28
15:16 “Y si un hombre tiene emisión de semen, bañará todo su cuerpo en agua y quedará impuro hasta el atardecer.” (LBLA) – Los versículos 2-15 tratan del caso de un hombre zav,
que es impuro por el flujo que sale desde su miembro viril, sin que
tenga emisión de semen. A partir del versículo 16 la Torá da
instrucciones acerca del que tiene emisión seminal. La emisión de semen
produce un estado de tamé en el hombre, pero en un nivel inferior al del zav.
La Torá dice que el hombre que tiene emisión de semen tendrá que
“bañar” todo su cuerpo en agua para poder ser purificado a la caída del
sol. La palabra hebrea que ha sido traducida como “bañará” es rajats,
[4] que significa “lavar”, “bañar”, “limpiar”, “hacer abluciones”, “purificar con agua”, cf. 2 Reyes 5:10, 14.
Ahora, si él usa cualquier agua para lavarse, no será purificado, puesto que el agua quedaría impura al tocar al que es tamé. Hemos visto en Levítico 11:36 que la única agua que no puede volverse impura es la que está en una mikvé
compuesta por una fuente natural y un hoyo. Por lo tanto, la única agua
que sirve para lavarse de la impureza es el agua de una mikvé con esas características. Muchos ríos y lagos son aptos para la purificación, cf. Juan 3:22-23.
Este
versículo dice que todo el cuerpo, literalmente “toda su carne”, tiene
que ser bañado en el agua. Levítico 11:32 enseña que los objetos que son
introducidos en el agua de una mikvé son purificados. De esto deducimos que es necesario que el que se purifique se sumerja
en el agua. Además tiene que estar sin ropa y sin objetos que obstruyan
el contacto directo con el agua, con otras palabras, tiene que estar
totalmente desnudo para que su purificación sea válida.
De este versículo también deducimos que el tamaño de la mikvé tiene que ser suficientemente grande como para que un hombre pueda introducir todo su cuerpo en ella. El Talmud afirma[5] que tiene que ser de 40 seá, lo cual corresponde a unos 700 litros (unos 25 pies cúbicos).
15:18 “Si
un hombre se acuesta con una mujer y hay emisión de semen, ambos se
bañarán en agua y quedarán impuros hasta el atardecer.” (LBLA)

– El único lugar donde el semen no causa impureza es dentro de la
mujer, puesto que sólo causa impureza ritual cuando toca las partes
exteriores de un cuerpo. Así que la mujer no queda impura por su
contacto interior con el semen en la relación íntima. Antes fue dicho
que el hombre que emite semen queda impuro por ello, pero ¿por qué la
mujer queda impura por tener una relación con su marido? Rashí dice que
es por un decreto del Soberano. Con otras palabras, no hay una
explicación lógica por la que una mujer quede impura por tener una
relación cuando haya emisión de semen en su interior.
Después
de tres días el semen está muerto y ya no tiene la capacidad para
procrear. Por lo tanto no produce impureza a partir del cuarto día.
Parece que el estado de tamé,
impureza ritual, es producido en el hombre por tener algún tipo de
contacto con la muerte. El cuerpo humano muerto es la fuente principal
de impureza ritual. Por lo tanto, la relación sexual tiene que ver con
la muerte, puesto que millones de espermatozoides mueren sin producir
vida humana. El mismo pensamiento está detrás de la menstruación de la
mujer. Por no haberse quedado embarazada, ese óvulo que era un niño en
potencia, es expulsado sin que se haya formado una vida nueva. Esto es,
en cierto modo, un contacto con la muerte y por esto produce impureza
ritual en la mujer.
Las
enfermedades que afectan el sistema reproductora en el hombre y en la
mujer producen impureza ritual, porque atentan contra la procreación de
la vida humana.
El
Dios de Israel es el Dios vivo y el Dios de los vivos. Por eso es
necesario eliminar todo contacto con la muerte en relación con el culto a
él en el tabernáculo.
15:19 “Cuando
una mujer tenga flujo, si el flujo en su cuerpo es sangre, ella
permanecerá en su estado impureza menstrual por siete días; y cualquiera
que la toque quedará impuro hasta el atardecer.” (LBLA)

– En los versículos 19-24 se encuentran las instrucciones en cuanto a
la mujer durante su estado de separación mensual, en hebreo nidá. Este versículo dice que el tiempo de nidá es de siete días.
El
primer día es contado cuando ella empieza a manchar con sangre.
Independientemente de la hora del día cuando esto ocurra, ese día se
cuenta como el primer día, incluso si sólo quedaran unos minutos hasta
la caída del sol. Así que el día en que empieza el flujo de sangre es
contado como un día entero. Luego ella va contando los días hasta llegar
al final del séptimo día, poco antes de la caída del sol. Entonces ella
se sumerge en una mikvé para
purificarse y, a la caída del sol, queda ritualmente purificada y podrá
unirse con su marido de nuevo durante la noche del octavo día. Esto es
lo que enseña la Torá. Además de esto, los rabinos han hecho una cerca
de protección alrededor de este mandamiento y añadido siete días después
del último día de flujo.
La persona que toca una mujer nidá
queda ritualmente impura y no podría entrar en el templo ni comer de
las cosas consagradas o de los sacrificios durante ese día.
15:24 “Y
si un hombre se acuesta con ella y su impureza menstrual lo mancha,
quedará impuro por siete días, y toda cama sobre la que él se acueste
quedará impura.” (LBLA)
– La Torá prohíbe que los judíos tengan relaciones maritales durante el tiempo de la nidá, como está escrito en Levítico 18:19:
Y no te acercarás a una mujer para descubrir su desnudez durante su impureza menstrual (nidá).” (LBLA)
En Levítico 20:18 está escrito:
Si
alguno se acuesta con mujer menstruosa y descubre su desnudez, ha
descubierto su flujo, y ella ha puesto al descubierto el flujo de su
sangre; por tanto, ambos serán cortados de entre su pueblo.” (LBLA)
En Ezequiel 18:5-6 está escrito:
Pero
el hombre que es justo, y practica el derecho y la justicia, y no come
en los santuarios de los montes ni levanta sus ojos a los ídolos de la
casa de Israel, ni amancilla a la mujer de su prójimo, ni se acerca a
una mujer durante su menstruación
” (LBLA)
En Ezequiel 22:10 está escrito:
En ti se ha descubierto la desnudez del padre, en ti han humillado a la que estaba impura por su menstruación.” (LBLA)
¿Cómo
es posible que en Levítico 15:24 se habla de que un hombre pueda
acostarse con una mujer de manera que su impureza menstrual lo manche si
está prohibido tener relaciones durante los siete días de nidá de la mujer? La explicación lógica es que aquí no se trata de que el hombre se acueste con su esposa durante la semana de nidá,
sino justo al comenzar esa semana. Sin darse cuenta tuvieron una
relación, por equivocación, justo cuando su flujo empezó. En ese caso el
varón queda impuro durante una semana, al igual que la mujer. En el
otro caso, ambos son castigados por la pena de caret, corte de la persona de su raíz divina y muerte espiritual.
15:25 “Si
una mujer tiene un flujo de sangre por muchos días fuera del período de
su impureza menstrual, o si tiene un flujo después de ese período,
todos los días de su flujo impuro continuará como en los días de su
impureza menstrual; es impura.” (LBLA)
– Ahora la Torá trata de la zavá, que es un caso diferente a la menstruación normal. Se trata de tener flujo de sangre fuera de los siete días de nidá. En el caso de que la mujer sangre uno o dos días más, es decir, en total ocho o nueve días, ella no pasa al estado de zavá,
porque está escrito “por muchos días fuera del periodo de separación”.
Necesita haber, por lo menos, tres días de flujo, fuera del periodo
menstrual, para que sean considerados como “muchos días”. Cuando este
flujo de sangre anormal se limita a uno o dos días, ella puede bañarse
el día siguiente al flujo y esperar hasta la tarde. Si no hay flujo por
la tarde, ella se vuelve pura y podrá unirse otra vez con su marido.
Podría
ser que el flujo de la menstruación se alargue tres días fuera de los
siete días o podría ser que haya flujo, durante tres días o más, en el
período de los primeros once días después de los siete días de nidá. En estos casos ella entrará en el estado de zavá
y necesitará tener un periodo de siete días limpios para poder llegar a
ser ritualmente pura. Al final de los siete días limpios ella se
sumerge en la mikvé y a la
caída del sol queda pura. En el octavo día necesitará presentar
sacrificios en el templo para su expiación, al igual que el varón cuando
es purificado de su estado de zav, como ya hemos visto en Levítico 15:2-15.
Los rabinos han unificado las leyes de los dos casos de nidá y zavá
por razones de protección del pueblo. Han hecho una cerca de protección
alrededor de la Torá por causa de los peligros de confusión en la
aplicación de estas prescripciones y por el rigor de la pena de caret en el caso de su violación. El rabí Yaakov Ben Asher escribe:
[6]
“Cuando
aumentaron las dificultades del exilio, cuando las tribulaciones se
multiplicaron y los corazones se volvieron a afligir, los Sabios
temieron que pudieran producirse errores en el cómputo de los días
considerados como puros, mientras que en realidad eran impuros. Ahora
bien, como cualquier error en este aspecto puede conllevar un “isur caret”,
la pena de cercenamiento, decretaron de una manera general, que la
menor pérdida de sangre impura exige, para volver al estado de pureza,
que se cumpla con un período de siete días puros, previos a la
inmersión.”
Esto
significa que hoy en día la halajá estipula que después de la última
mancha de sangre que se produce en un paño que se usa para hacer la
inspección, hay que contar siete días limpios, llamados “la semana
blanca”. Además la Guemará dice
[7]
que las hijas de Israel tomaron esta regla sobre sí mismas lo cual
implica que la aceptaron como obligatoria. Al final de esos siete días
la mujer se sumerge en la mikvé
para luego unirse con su marido después de la caída del sol. Estas
reglas hacen que el período de separación sea más largo que lo que
prescribe la Torá. El resultado de un periodo más largo de abstinencia y
espera resulta en una renovación mensual de las emociones sexuales. El
Talmud
[8] cita las palabras del rabí Meír diciendo:
“¿Por
qué ordena la Torá que la impureza de la menstruación continúe durante
siete días? Porque cuando (el marido) está en contacto constante con su
esposa podrá desarrollar una desgana hacia ella. La Torá, por lo tanto,
ordena: Que sea impura durante siete días para que sea amada por su
esposo como el momento en que ella entró en el lecho nupcial.”
La orden de “una semana blanca” después del flujo normal de menstruación está basada en las reglas de la zavá. Sin embargo, los resultados de un periodo más largo de espera, después del tiempo de nidá, son beneficiosos para el matrimonio.
Las
reglas de purificación por tocar una persona impura o un objeto impuro
no se aplican hoy en día en el mundo judío por no haber templo. Sin
embargo, las regulaciones en cuanto a relaciones íntimas sí son
aplicadas por los judíos, incluyendo la “semana blanca”. Pero no son
obligatorias para los hijos de Noaj. Existen otras reglas para los
judíos de no tocarse entre hombres y mujeres y entre esposos durante el
tiempo de la nidá, pero no son por motivos de pureza ritual sino por motivos de pureza moral y castidad, cf. Levítico 18:19.
Entonces ¿qué deben hacer los justos de las naciones en relación con estas reglas?
La
naturaleza nos enseña que no es sano tener relaciones íntimas durante
los días cuando la esposa esté sangrando. Por eso, aunque no está
prohibido por la Torá, los hijos de Noaj hacen bien en abstenerse
durante ese tiempo, que podrá durar entre 3-7 días. Además considero que
los que desean vivir en un nivel más alto de santidad y tener un
matrimonio más sano deben guardar siete días después del inicio de la
menstruación, de la misma manera cómo la Torá estipula para los judíos.
Sin embargo, no necesitan alargar el periodo con una “semana blanca”,
excepto que haya un mutuo acuerdo en alargar el período para poder
dedicarse a la oración, cf. 1 Corintios  7:5.
Además
es bueno que también los hombres y las mujeres justos de las naciones
no te toquen, como está escrito en 1 Corintios 7:1b:
bueno es para el hombre no tocar mujer.” (LBLA)
En esta parashá aparecen los mandamientos 173-183 de los 613.
  1. Precepto
    de que la purificación de la afección de tsaráat deberá ser hecha
    mediante ciertos componentes específicos, Levítico 14:2.
  2. Precepto del individuo que tuvo tsaráat (el metsorá) de rasurarse todo el cuerpo en el séptimo día de su purificación, Levítico 14:9.
  3. Precepto de sumergirse en una mikvé cuando un individuo está en estado de impureza, Levítico 14:9.
  4. Precepto al individuo que tuvo afección de tsaráat (el metsorá) de ofrecer una ofrenda cuando completa su purificación, Levítico 14:10.
  5. Precepto de declarar como impura a una casa afectada por tsaráat, Levítico 14:35.
  6. Precepto de que el hombre con una emisión de su órgano sexual (zav) es impuro, Levítico 15:2-3.
  7. Precepto para el hombre que tuvo una emisión de su órgano sexual (zav) de traer una ofrenda después de haberse curado, Levítico 15:13-14.
  8. Precepto de que un hombre con emisión seminal es impuro, Levítico 15:16.
  9. Precepto de que una mujer con flujo menstrual es impura, Levítico 15:19.
  10. Precepto de que una mujer con flujo (zavá) es impura, Levítico 15:25.
  11. Precepto para una mujer con flujo (zavá) de ofrecer una ofrenda después de curarse de su flujo, Levítico 15:28-29.

[1]       Arajín 16a-b.
[2]       Strong H2100, zûb, zoob, A primitive root; to flow freely (as water), that is, (specifically) to have a (sexual) flux; figuratively to waste away; also to overflow: - flow, gush out, have a (running) issue, pine away, run.
[3]       Strong H2416 chay, khah'ee From H2421; alive; hence raw (flesh); fresh (plant, water, year), strong; also (as noun, especially in the feminine singular and masculine plural) life (or living thing), whether literally or figuratively: -  +
age, alive, appetite, (wild) beast, company, congregation, life
(-time), live (-ly), living (creature, thing), maintenance, + merry,
multitude, + (be) old, quick, raw, running, springing, troop.
[4]       Strong H7364 râchats, raw-khats', A primitive root; to lave (the whole or a part of the thing): - bathe (self), wash (self).
[5]       Eruvin 4b; Yomá 31a.
[6]       Túr Yoré De´ah, 183.
[7]       Nidá 66a.
[8]       Nidá 31b.
 
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