sábado, 5 de noviembre de 2016

Primera Guerra Judeo-Romana - Wikipedia, la enciclopedia libre

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Primera Guerra Judeo-Romana



Primera Guerra Judeo-Romana
las Guerras judeo-romanas
First century Iudaea province.gif

La provincia romana de Judea en el siglo I d. C.

Fecha 66-73 d. C.
Lugar Judea
Resultado Victoria del Imperio romano
Beligerantes

Vexilloid of the Roman Empire.svg Imperio romano Menora Titus.png Judíos de Judea
Comandantes

Cestio Galo, Vespasiano, Tito, Lucilio Baso, Lucio Flavio Silva Eleazar ben Simón, Simón bar Giora, Juan de Giscala, Eleazar ben Yair, Yosef ben Mattityahu
Fuerzas en combate

60 000-80 000 (?) 300 000 (?)
Bajas

Desconocido 1 100 000 aprox.
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La Primera Guerra Judeo-Romana, también llamada Gran Revuelta Judía (en hebreo המרד הגדול, ha-Mered Ha-Gadol), fue la primera de las tres principales rebeliones de los judíos de la provincia de Judea contra el Imperio romano (guerras judeo-romanas), y tuvo lugar entre los años 66 y 73 d. C. —la segunda fue la Guerra de Kitos (115-117) y la tercera la Rebelión de Bar Kojba (132-135)—. Comenzó en el año 66, a causa de las tensiones religiosas entre griegos y judíos.1 Terminó cuando las legiones romanas, comandadas por Tito, en el año 70 asediaron y destruyeron Jerusalén, donde saquearon e incendiaron el Templo de Jerusalén, demolieron las principales fortalezas judías, especialmente Masada, en el año 73, y esclavizaron o masacraron a gran parte de la población judía.



Índice

Contexto

En el año 6, Judea, que hasta entonces había sido un Estado cliente de Roma
con su propio gobernante, fue incorporada como provincia al Imperio
romano. Pasó a ser regida por un procurador, responsable del
mantenimiento de la paz y de la recaudación de los impuestos. En este
último aspecto, eran comunes los abusos, lo cual causaba hondas
molestias a la población judía, que debía soportar una doble carga
impositiva, ya que también era obligatorio ofrecer tributo al Templo de Jerusalén.
Por otro lado, la presencia de la autoridad romana fue también fuente
de tensiones religiosas: desde el comienzo de la administración, los
romanos se arrogaron el derecho a nombrar al Sumo Sacerdote. Otro conflicto de tipo religioso, que estuvo a punto de desembocar en una revuelta, se produjo cuando el emperador Calígula tomó la decisión de ubicar una estatua suya en el interior del Templo. El asesinato de Calígula en el año 41 impidió que su propósito se llevase finalmente a cabo.


Desde la muerte del rey Herodes el Grande,
antes incluso de que la dominación romana empezara a ejercerse de forma
directa, había surgido entre los judíos un movimiento revolucionario de
orientación teocrática, cuya finalidad era la expulsión de la presencia
romana en Judea: los zelotes. Generalmente se considera como el iniciador de este movimiento a Judas el Galileo.
Este grupo permanecería activo durante seis décadas y sería uno de los
principales motores de la revuelta en el año 66. El movimiento fue
radicalizándose a medida que los sucesivos incidentes iban acentuando el
antagonismo entre judíos y romanos.


La revuelta

El comienzo

La revuelta se inició en el año 66 en Cesarea, cuando, tras ganar una disputa legal frente a los judíos, los griegos perpetraron un pogromo contra el barrio en el que la guarnición romana no intervino.2 La ira de los judíos se acrecentó cuando se supo que el procurador Gesio Floro había robado dinero del tesoro del Templo. Así, en un acto desafiante, el hijo del Sumo Sacerdote, Eleazar ben Ananías,
cesó las oraciones y los sacrificios en el Templo en honor al emperador
romano y mandó atacar a la guarnición romana que estaba en Jerusalén.
El tetrarca de Galilea y gobernador de Judea, Herodes Agripa II, y su hermana Berenice huyeron mientras Cestio Galo, legado romano en Siria, reunía una importante fuerza en Acre para marchar a Jerusalén y sofocar la rebelión.


El asedio y la caída de Jerusalén


Detalle del Arco de Tito
que muestra los tesoros robados del Templo de Jerusalén (el Candelabro
de los Siete Brazos, la Mano de los Panes de Proposición, los rollos de
la ley y el velo del Sancta Sanctorum.3 )
Los judíos lograron repeler las fuerzas de Cestio Galo en Bet Horón y le obligaron a retirarse, matando 6000 legionarios de la Legio XII Fulminata en la emboscada. Seguidamente, el emperador Nerón encargó la campaña al general Vespasiano, de los más experimentados de Roma, que concentró cuatro legiones, la V Macedonica, la X Fretensis, la XII Fulminata y la XV Apollinaris; 60 000 hombres aproximadamente 4 en Judea y logró en el 68 aplastar la resistencia judía en el norte. Así, el líder zelote del norte, Juan de Giscala, y el sicario Simón bar Giora consiguieron escapar a Jerusalén. En el año 69 Vespasiano fue nombrado emperador de Roma, dejando a su hijo Tito, de veintinueve años, al cargo del asedio y la toma de Jerusalén, capital de la provincia de Judea.


El asedio de Jerusalén fue más duro de lo que Tito esperaba. Al no
poder romper la defensa de la ciudad en un solo asalto, el ejército
romano se vio obligado a sitiarla, estableciendo un campamento en las
afueras. La cercada Jerusalén carecía de agua y alimentos suficientes
para todos los sitiados, tomando en cuenta que muchos centenares de
peregrinos habían llegado en meses pasados para celebrar la Pascua
judía, pero ahora los romanos les impedían por la fuerza salir de la
ciudad, con el fin que estos peregrinos causaran mayor presión sobre la
menguada existencia de provisiones.


Dentro de Jerusalén la gente moría por millares, de enfermedad y de
hambre. Pero los revolucionarios judíos no estaban dispuestos a rendirse
y arrojaban por encima de las murallas a aquellos pacifistas que les
parecían sospechosos.5 Los defensores de la ciudad contaban con cerca de 25 000 combatientes divididos en zelotes, al mando de Eleazar ben Simón (ocupaban la fortaleza Antonia y el Templo), sicarios, al mando de Simón bar Giora (dominando la ciudad alta), idumeos y otros, a las órdenes de Juan de Giscala.6



Antigua moneda romana. La leyenda del reverso reza IVDEA CAPTA (Judea conquistada).
Tito también recurrió a la guerra psicológica.
Antes de atacar las murallas de Jerusalén, ofreció a los sitiados un
espectáculo: el ejército romano en su totalidad se desplegó a la vista
de los asediados, para impresionarlos con su enorme poderío. Apeló
asimismo a los servicios del ex prisionero judío Flavio Josefo
exhortándole a que arengara a sus compatriotas a que se rindieran. Así
lo hizo Josefo: «Que se salven ellos y el pueblo, que salven a su patria
y al templo» (Guerra de los judíos V, 362); «Dios, que hace pasar el imperio de una nación a otra, está ahora con Italia» (Guerra
V, 367); «Nuestro pueblo no ha recibido nunca el don de las armas, y
para él hacer la guerra acarreará forzosamente ser vencido en ella» (Guerra V, 399); «¿Creéis que Dios permanece aún entre los suyos convertidos en perversos?» (Guerra
V, 413). Lo que Josefo quería demostrarles a los zelotes sublevados es
que Dios ya no estaba con ellos y por tanto su lucha no sería exitosa.7 Pero Josefo no logró convencer a sus compatriotas sitiados, sino que por el contrario suscitó una reacción de rechazo.


En el verano del año 70
los romanos, tras romper las murallas de Jerusalén, entraron y
saquearon la ciudad. Atacaron en primer lugar la fortaleza Antonia y
seguidamente ocuparon el Templo, que fue incendiado y destruido el día 9 del mes judío de Av del mismo año; al mes siguiente cayó la ciudadela de Herodes.



Vista general de Masada.

El asedio y la caída de Masada

Conquistada Jerusalén, en la primavera del año 71 Tito parte hacia Roma, habiendo encargado la tarea de terminar las operaciones militares en Judea a la Legio X Fretensis bajo las órdenes del nuevo gobernador de Judea, Lucilio Baso. Debido a una enfermedad, Baso no completa la misión, por lo que es sustituido por Lucio Flavio Silva. Así, Silva marcha hacia la última fortaleza judía que quedaba en pie, Masada, en el otoño del año 72. De acuerdo con Josefo, cuando los romanos finalmente lograron entrar en Masada (año 73), descubrieron que 953 defensores, bajo el liderazgo del sicario Eleazar ben Yair, habían preferido suicidarse en masa antes que rendirse.8


Consecuencias


Judíos en el suelo (señal de duelo) rezando en Tisha b'Av.
Tras la revuelta, toda Judea se convirtió en una provincia en ruinas,
con una Jerusalén reducida a escombros y el Templo destruido. Según el
autor judeorromano Flavio Josefo, aproximadamente 1 100 000 judíos murieron y 97 000 fueron capturados y esclavizados;9 los cálculos actuales estiman el número de muertos entre 600 000 y 1 300 000 judíos.10 Desde el punto de vista histórico, la derrota de los judíos fue una de las causas de la Diáspora
—numerosos judíos se dispersaron tras perder su Estado y algunos de
ellos fueron vendidos como esclavos en diferentes lugares del Imperio
romano—, y una de las mayores catástrofes de la historia judía,11 que acabó con la historia del Estado judío en la antigüedad.12
Por otro lado, desde el punto de vista religioso, la destrucción del
Templo de Jerusalén supuso la pérdida espiritual más importante de los
judíos,13 que todavía hoy recuerdan en el día de duelo de Tisha b'Av.


Véase también

Notas


  • Flavio Josefo, Guerra de los judíos II.8.11, II.13.7, II.14.4, II.14.5.

    1. Séfer HaTodaá, Eliahu Kitov.

    Bibliografía

    Fuentes

    • Flavio Josefo: La guerra de los judíos. Madrid: Gredos, 2001 (2 vols.).

    Obras modernas

    • Johnson, Paul (2006). La historia de los judíos. Madrid: Zeta Bolsillo.
    • Sánchez Sanz, Arturo (2013). Judea Capta. La primera guerra judeo-romana (66-73 d. C.). Zaragoza: HRM Ediciones. ISBN 978-84-941099-6-6
    • Suárez, Luis (2005). Los judíos. Barcelona: Ariel.

    Enlaces externos

    Menú de navegación


  • Paul Johnson, La historia de los judíos, Zeta Bolsillo, p. 203.


  • Jacob Al-Kubba, Los judíos, Bruguera, p.47.


  • Paul Johnson, op.cit. p. 205.


  • Max I. Dimont: Los judíos, Dios y la historia, Menorah, p. 121.


  • Paul Johnson, op.cit. p. 202.


  • Mireille Hadas-Lebel: Flavio Josefo, el judío de Roma, Herder, pp. 152-162.


  • The Masada Myth, Nachman Ben-Yehuda, Hebrew University.


  • Flavio Josefo, op.cit. VI.9.3.


  • La Historia de Israel y Palestina Tomo I. Editorial Ercilla, Santiago de Chile, 2009, Christian Stüdemann (editor), pp. 48.


  • Solomon Zeitlin: The Rise and Fall of the Judean State, vol. 3.


  • Paul Johnson, op.cit. p. 213.


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