martes, 10 de enero de 2017

Los fariseos

Los fariseos



Los
fariseos
Introducción.
    A. Mat.  5:20 dice,
“Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Conviene, pues, saber algo
de estos judíos y su “justicia”.
    B. Cuando Jesús
estuvo en la tierra, sus peores enemigos eran los fariseos, una secta de los
judíos. Al leer los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan vemos el conflicto
entre ellos y Jesús.
    C. En este estudio
examinamos el carácter y práctica de éstos para entender por qué aborrecían a
Jesús. ¿Qué clase de personas eran? ¿por qué se le oponían tanto a Jesús? ¿por
qué les reprendió tan severamente Jesús? ¿por qué advirtió tanto a sus
discípulos que se cuidaran de la enseñanza de los fariseos?
    D. Frecuentemente a
nosotros -- los miembros de la iglesia fiel de Cristo -- que hacemos todo lo
posible por enseñar la verdad de Dios y condenar el error, se nos acusa de ser
fariseos. ¿Será cierto esto? ¿Cuál era el mal principal de los fariseos? ¿Qué
tenemos que ser y hacer para ser semejante a ellos? (La verdad es que nos llaman
fariseos -- o “antis” -- simplemente para insultarnos, porque exponemos errores
religiosos).
    E. Es necesario
recordar que no todos los fariseos mencionados en la Biblia eran hombres
condenables.
        1. Juan 3:1 nos
dice que Nicodemo era fariseo.
        2. Pablo dice
(Hechos 23:6), “you soy fariseo, hijo de fariseo”, y no estaba pidiendo
disculpas ni confesando pecados. Con orgullo lo dijo.
    F. Tampoco se puede
decir que toda la enseñanza de los fariseos era mala. Jesús dice en Mat. 16:6,
12, “Mirad, guardaos de la levadura (doctrina) de los fariseos”, pero Lucas nos
dice (Hech., 23:8) que “los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel,
ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas”. Además, Jesús dice, “En la
cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.  Así que, todo lo que
os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras,
porque dicen, y no hacen” (Mat. 23:2, 3).
    G. A veces alguna
persona le llama “fariseo” a otro por no saber lo que había de mal en los
fariseos. En este estudio veremos primeramente algunas cosas que Jesús no
condenó en ellos. Estas cosas se mencionan por causa de la confusión de algunos
que las incluyen en la lista de cosas condenables.
Parte primera: Los
fariseos no se condenaron por las siguientes cosas:
I. No se condenaron por
tener convicciones fuertes.
    A. Si alguna persona
aprende la verdad, la cree (tiene convicción fuerte), y la defiende, es muy
posible que alguien le tilde de fariseo. A muchas personas no les gusta que alguien
tenga convicciones fuertes. Esto les molesta, pues prefieren todos sean
tolerantes de los demás, diciendo que todos pueden creer lo que les convenga.
    B. Los que tienen
convicciones fuertes se condena como dogmáticos, pero la palabra “dogmatismo”
viene de dogma, una enseñanza de hombres que carece de base bíblica; por
ejemplo, los dogmas de cierta iglesia. El que es dogmático es el que afirma
alguna doctrina sin probarla con la Biblia. No puede probarla porque es un
dogma, opinión o enseñanza de los hombres.
    C. Pero no hay
virtud alguna en la fe débil. No hay piedad en las dudas. Un indicio seguro del
modernismo es la incertidumbre; si algún predicador no está seguro de nada --
si todo es vago y no hay nada definido o cierto -- téngalo por seguro que el
tal es un maestro peligroso. Estos quieren dejar la impresión que son muy
humildes, pero al contrario, el problema es que son rebeldes por no aceptar y
afirmar con convicción fuerte lo que la Biblia enseña. Compárese Mat. 21:24-27,
¿por qué no pudieron contestar los líderes de los judíos? ¿Por qué dijeron, “no
sabemos”? Así son los modernistas; no saben porque no quieren saber. Dice Efes.
3:3, 4 que podemos entender la doctrina.
    D. Es muy popular
tolerar toda doctrina religiosa, pero el Señor dice, “Conoceréis la verdad y la
verdad os libertará” (Jn. 8:32). El apóstol Pablo dice, “Examinadlo todo;
retened lo bueno” (1 Tes. 5:21). El apóstol Juan dice, “Amados, no creáis a
todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas
han salido por el mundo” (1 Jn. 4:1). Y en esta misma carta él dice, “sabemos”
(o alguna forma de la palabra) trece veces, dándonos a saber que el cristiano
sí debe tener seguridad, confianza y convicciones con respecto a la verdad y su
propia salvación.
    E. Obsérvese la
convicción fuerte de los escritores del NT en los siguientes textos: Luc.
1:1-4; 2 Tim. 2:12; 3:14, 15; 1 Jn. 4:6; Judas 3, “contendáis ardientemente por
la fe que ha sido una vez dada  a los santos”. Recuérdese también que los fariseos
no hablaron así.
II. No se condenaron los
fariseos por obedecer los mandamientos del Señor.
    A. La
persona que trata de guardar los mandamientos de Cristo no es un fariseo. El
hermano que es estricto en esto no es un fariseo. ¿Guardaron los fariseos la
ley de Dios? Véanse Mat. 5:18-20; 23:24; Mar. 7:9. Dijo Pablo, “conforme a la
más rigurosa secta de nuestra religión, viví fariseo” (Hech. 26:5), pero muchos
fariseos eran estrictos en imponer las tradiciones humanas (Mat. 15:1-9; 23:4).
        1. Hay personas
que critican a los que quieren “guardar todas las reglas”, pero los fariseos
nunca fueron condenados por “guardar trodas las reglas de Dios”. Por el
contrario, fueron condenados por no guardarlos. Dice Cristo, “Así que, todo lo
que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus
obras, porque dicen, y no hacen” (Mat. 23:3).
        2. El obedecer
los mandamientos de Cristo muestra el amor por El, Jn. 14:15, 21; 15:15; Luc.
6:46; Mat. 7:21; 12:50; Apoc. 22:14.
        3. Jesús nació y
vivió bajo la ley de Moisés y El insistió enfáticamente en que esa ley fuera
guardada por los israelitas: “De manera que cualquiera que quebrante uno de
estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será
llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe,
éste será llamado grande en el reino de los cielos” (Mat. 5:19).
        4. Los fariseos
diezmaban “la menta y el eneldo y el comino”. ¿Hicieron mal en esto? ¿Les
condenó Jesús por hacerlo? No, por el contrario, les dijo que “esto era
necesario hacer” (Mat. 23:23).
        5. Cuando
enseñamos, pues, que se debe guardar toda la ley de Cristo, recuérdese que
Jesús no condenó a los fariseos por guardar la ley de Dios (la ley de Moisés).
V. Los fariseos no se
condenaron por sujetarse a la ley.
Por el contrario, se
condenaron por no sujetarse a la ley de Moisés (Mat. 5:20).
    A. Aquí está la
esencia del problema: se nos dice que somos fariseos y legalistas porque
enseñamos que estamos bajo la ley de Cristo y que debemos guardar sus
mandamientos.
    B. El texto favorito
de los evangélicos y otros calvinistas es Rom. 6:14, “no estamos bajo la ley,
sino bajo la gracia”. Se cita este texto para probar que no estamos bajo
ninguna ley y que no estamos bajo ley en ningún sentido.
    C. Si no estamos
bajo ninguna ley, entonces, ¿qué hay de mal en ser fariseo? Si no estamos bajo
ley en ningún sentido, entonces nadie es pecador, porque “el pecado es
infracción de la ley” (1 Jn. 3:4).
    D. Pablo habla
claramente en sus cartas a los romanos, a los gálatas y a otros acerca de la
ley de Moisés, la ley del Antiguo Testamento.
        1. Pablo no
dice, “no estáis bajo ninguna ley”, sino que “no estáis bajo la ley”, es decir,
la ley de Moisés (véanse Rom. 3:19, 24; 7:4, 7, etc.)
        2. El Nuevo
Testamento habla con toda claridad de la ley de Cristo: en esta misma carta
(Rom. 8:2), como también en 1 Cor. 9:21 (“no estando yo sin ley, sino bajo la
ley de Cristo”); en Gál. 6:3 (en contraste con la ley de Moisés, 3:21-24); y en
Sant. 1:25; 2:8.
        3. Por esta
causa insistimos en que se respete el patrón revelado en el Nuevo Testamento (2
Tim. 1:13, 14), aunque los evangélicos y también los hermanos liberales nos
llamen fariseos.
    E. Si alguien quiere
hablar de legalista, tendrá que acusar a Jesús, el más famoso legalista del
mundo:
        1. Jesús dijo,
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino
el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mat. 7:21); dice
que el hombre que oye sus palabras y no las hace es como el hombre insensato
que edificó su casa sobre la arena (Mat. 7:24-27); que “todo aquel que hace la
voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y
madre” (Mat. 12:50). Obsérvese la palabra hace en estos textos.
        2. Si no somos
legalistas, ¿qué somos? ¿Ilegalistas? ¿Es mejor ser ilegal que legal? La
palabra legalista se ha inventado y se usa exactamente como la palabra fariseo
o la palabra anti, pues se usan estos términos para insultar a los que se
esfuerzan por ser estrictos y por guardar correctamente los mandamientos del
Señor.
    F. Los que enseñan
que la obediencia a los mandamientos del Jesús y sus apóstoles no tiene nada
que ver con la justificación son falsos maestros, porque Jesús dice que si no
guardamos sus mandamientos, no entraremos en el reino de los cielos, expresión
que sin lugar a dudas quiere decir la salvación.
    G. Recuérdese, pues,
que los fariseos no se condenaron por sujetarse a la ley de Moisés, y los
cristianos que se sujetan a la ley de Cristo no tienen nada en común con los
fariseos.
IV. Los fariseos no se
condenaron por hacer prosélitos.
    A.
Trabajamos para convertir almas a la verdad, aunque sean personas religiosas
(miembros de iglesias humanas), y por esto algunos nos llaman fariseos.
        1. Jesús dijo a
los fariseos, 5  ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque
recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos
veces más hijo del infierno que vosotros” (Mat. 23:15). No era malo hacer
prosélitos. Lo malo era que los fariseos hicieron prosélitos (conversos) que
eran peores que ellos.
        2. Es importante
entender que no era pecado hacer prosélitos. Todo judío fiel quería hacer
prosélitos y Jesús no condenó esa práctica.
    B. Lo que es aun más
importante y lo que corresponde a nosotros es que Jesús dijo a sus apóstoles:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mat. 28:19). Los apóstoles
convirtieron a mucha gente religiosa; p. ej., predicaron primero a los judíos,
un pueblo religioso, pueblo que ya creía en Dios y practicaba su religión.
    C. Lo que ofende a
los otros grupos religiosos (católicos, evangélicos, otros protestantes) es que
nosotros trabajamos pública y privadamente, enseñando y convirtiendo a muchas
personas que son miembros de alguna iglesia. Se nos acusa, pues, de robar
ovejas, y nos dicen, “vayan a los que no tienen iglesia”.
    D. Pero los tales
son muy inconsecuentes, porque ellos mismos hacen todo lo posible por convertir
a otros grupos que profesan ser cristianos. Los evangélicos quieren convertir a
los católicos, mormones, testigos y adventistas y todos estos quieren convertir
a aquellos.
    E. La Biblia no
enseña que algunos errores son aceptables y otros no. No hay error que se pueda
tolerar. Los cristianos atravesaban el Imperio Romano para ganar almas de entre
todas las religiones, comenzando con la religión de los judíos.
        1. Aquila y
Priscila enseñaron “más exactamente el camino de Dios” a Apolos, pero Lucas no
dice que ellos querían robar ovejas.
        2. Pablo volvió
a bautizar a doce hombres que no se bautizaron correctamente. ¿No se debe
bautizar a los que fueron “bautizados” en la infancia? ¿a los que son
“bautizados” en alguna secta humana? Lo que importa es la salvación del alma, y
la salvación requiere la obediencia correcta. El bautismo válido es el bautismo
bíblico. El “bautizo” de infantes no es bautismo bíblico. El bautismo de los
que creen que ya fueron salvos por la fe sola antes de bautizarse no es un
bautismo bíblico.
    F. Recuérdese, pues,
que los fariseos no fueron reprendidos por Jesús por tener fuertes
convicciones, ni por ser estrictos en guardar los mandamientos de Dios, ni por
vivir bajo ley, ni por hacer prosélitos. Cuando alguien nos llama fariseos por
estas razones, revela su ignorancia de lo que la Biblia enseña acerca de los
fariseos.
Parte segunda: ¿Qué es,
pues, el fariseísmo que se condena?
I. “Os justificáis a
vosotros mismos”.
    A.
“Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres;
mas Dios conoce vuestros corazones” (Luc. 16:15).
    B. No querían ser
justificados por Dios. Esta justificación -- la única justificación -- requiere
la humildad, la confesión de pecados, la sujeción a Dios, y la obediencia a sus
mandamientos. Los fariseos condenados por Jesús no tenían humildad, no
confesaron sus pecados, no se sujetaron a Dios. No eran obedientes a la ley de
Dios.
    C. Fabricaron su
propio plan de salvación, su propio sistema de “justificación”, el cual resultó
solamente en la “justificación” de sí mismos y la justificación ante los ojos
de los hombres. Véanse Mat. 5:20; Rom. 10:3; Pablo no quería esta clase de
“justificación” (Fil. 3:9-11).
    D. Es indispensable
que se aprenda que los fariseos no querían justificarse por medio de guardar la
ley de Dios (la ley de Moisés bajo la cual vivían). No hay ningún texto que
indique tal cosa. Querían justificarse a sí mismos por sus propias tradiciones
(Mat. 15:8, 9).
II. “Menospreciaban a
los otros”.
    A. Luc. 18:9-14, “A
unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo
también esta parábola:  10  Dos hombres subieron al templo a orar: uno era
fariseo, y el otro publicano.  11  El fariseo, puesto en pie, oraba consigo
mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros
hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;  12  ayuno
dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.  13  Mas el publicano,
estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba
el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.  14  Os digo que éste
descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se
enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido”.
    B. Los fariseos no
obedecieron la ley de Dios (p. ej., no hurtar, no adulterar) con el propósito
de obtener el favor de Dios, sino que, siendo hipócritas, buscaban la gloria de
los hombres (Jn. 5:40, 41). Su “obediencia” no era obediencia aceptable.
    C. Jesús comía con
los publicanos y pecadores (Luc. 15:2), y los fariseos murmuraban contra El por
ello. La actitud de los fariseos era mala y condenable. Tanto ellos como los
demás eran pecadores. Les convenía ser “pobres en espíritu” (Mat. 5:3) al igual
que el publicano pero no querían humillarse.
    D. Ahora bien, los
que nos llaman fariseos dicen que nosotros también menospreciamos a otros
porque decimos que hay solamente una iglesia, que es necesario ser bautizado
(sumergido) en agua para el perdón de pecados, y dicen que somos intolerantes
de otros grupos religiosos, como lo eran los fariseos.
        1. Si la
doctrina que enseñamos fuera “nuestra” doctrina (mandamientos de los hombres”,
Mat. 15:8, 9), entonces la acusación tendría mérito.
        2. Sin embargo, cuando
citamos Mar. 16:16, “El que creyere y fuere bautizado será salvo”, no nosotros
sino el Señor está juzgando. Asimismo el Señor -- y no nosotros -- dice que el
cuerpo es la iglesia y que hay sólo un cuerpo (Efes. 1:22, 23; 4:4)). “Mi
iglesia”, dice Cristo en Mat. 16:18. Si uno afirma que hay solamente una
iglesia, no es por esto un fariseo, sino un creyente en Cristo y su palabra.
        3. No queremos
menospreciar a nadie; queremos que todos se salven. Queremos que todos lleguen
al conocimiento de la verdad y, por lo tanto, predicamos, publicamos estas
lecciones y andamos enseñando de casa en casa rogando que todos estudien y que
obedezcan al Señor.
III. La obediencia
incompleta.
    A. “¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el
comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la
fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mat. 23:23).
    B. Los fariseos sí
obedecieron ciertos mandamientos, pero omitieron otros mandamientos. Su
obediencia no era completa (como tampoco sincera).
    C. Si yo “obedezco”
a Dios solamente cuando me convenga o cuando sus mandamientos me gustan o
cuando coincidan con mis opiniones, no estoy obedeciendo a Dios. Esta clase de
religión no es de convicción, sino de conveniencia.
    D. En una ocasión
(Jn. 8:5) los judíos citaron la ley de Moisés, como si ellos fueran seguidores
fieles de Moisés, pero citaron a Moisés solamente cuando les convenía, y no le
hicieron caso cuando no les convencía. Jesús dijo (Jn. 5:45, 46), “No penséis
que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien
tenéis vuestra esperanza.  46  Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí,
porque de mí escribió él”.
    E. Su obediencia
incompleta se ve también en Luc. 7:30, “Mas los fariseos y los intérpretes de
la ley desecharon los designios de Dios respecto de sí mismos, no siendo
bautizados por Juan”.
    F. ¿Quiénes son,
pues, los fariseos hoy en día? ¿Quiénes son los que desechan el bautismo,
diciendo que no es necesario para la salvación? ¿Quiénes rehúsan el patrón
bíblico en cuanto al culto y la organización de la iglesia? Los tales se
identifican con los fariseos. ¿Quiénes dejan de tomar la cena del Señor el
primer día de la semana como lo hacían los discípulos del Señor en el primer
siglo? (Hech. 20:7).
    G. Pablo dice (Hech.
20:20, 27), “cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros,
públicamente y por las casas ... porque no he rehuido anunciaros todo el
consejo de Dios”. Cualquier maestro que no enseña todo el consejo de Dios no
está imitando a Pablo, sino a los fariseos.
IV. El enseñar las
tradiciones humanas (enseñanzas orales) es fariseísmo.
    A. Había un
conflicto grande entre Jesús y los fariseos por causa de la enseñanza y práctica
de éstos de las tradiciones humanas; p. ej., preguntaron, “¿Por qué tus
discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las
manos cuando comen pan” (Mat. 15:2). Esta enseñanza y práctica no eran de Dios
sino de ellos mismos. Con tales leyes humanas ellos se justificaban a sí mismos
e ignoraron la justicia de Dios (Rom. 10:1-3).
    B. Jesús les
contestó, “¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por
vuestra tradición” (Mat. 15:3). Les citó el caso del quinto mandamiento de la
ley (honrar a los padres), que ellos con su tradición quebrantaron, diciendo,
“Es Corbán (es decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte”
(Mar. 7:11). Con esta enseñanza diabólica invalidaban la ley de Dios y menospreciaban
a sus propios padres.
    C. Con razón Jesús
dijo (Mat. 16:12) que sus discípulos deberían cuidarse de la doctrina de los
fariseos. (Sin embargo, recuérdese -- como ya hemos visto -- que no toda
enseñanza de ellos era mala. Ya citamos Mat. 23:2, 3, “En la cátedra de Moisés
se sientan los escribas y los fariseos.  Así que, todo lo que os digan que
guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque
dicen, y no hacen”; recuérdese también lo que Lucas dice en Hech. 23:8, “Porque
los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los
fariseos afirman estas cosas”. Por eso hay que recordar que no toda la
enseñanza de ellos era mala).
    D. Cuando Jesús
denunció sus tradiciones, ellos “se ofendieron” (Mat. 15:12). La reacción de
Jesús a esto fue que “Toda planta que no plantó mi Padre celestial será
desarraigada” (Mat. 15:13). Y luego les dijo: “Dejadlos; son ciegos guías de
ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mat. 15:14).
¿Por qué dijo “ciegos guías”? Porque las leyes y tradiciones humanas no pueden
salvar. “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de
hombres” (Mat. 15:9).
    E. Otra vez
preguntamos, ¿quiénes son los verdaderos fariseos hoy en día? Los que enseñan
las doctrinas de hombres, doctrinas que no se hallan en las Escrituras. Y hay
muchas: el “bautizo” de infantes, la aspersión (en lugar de la sepultura en
agua, Rom. 6:4; Col. 2:12), el uso de instrumentos de música en el culto,
nombres religiosos que no aparecen en las Escrituras (1 Ped. 4:11, “Si alguno
habla, hable conforme a las palabras de Dios”), la práctica de dejar predicar a
la mujer (cosa prohibida por Pablo, 1 Tim. 2:11, 12; 1 Cor. 14:33, 34). Como
Jesús dice (Mar., 7:8), “y hacéis otras muchas cosas semejantes”.
    F. ¿Son fariseos los
que usan la “espada del Espíritu” (la palabra de Dios, Efes. 6:17) para
combatir la tradición humana? Claro que no. Lo curioso es que la misma gente
que nos acusa de ser fariseos son los que practican el error de los fariseos:
“os aferráis a la tradición de los hombres” (Mar. 7:8).
    G. ¿Somos fariseos
cuando hablamos de la inferencia necesaria? Algunos piensan que sí. Dicen que
la “inferencia necesaria” es razonamiento humano y, por lo tanto, pura
tradición humana, pero la verdad de Mat. 22:31, 32 (y muchos otros textos) se
aprende sólo por medio de la inferencia necesaria. Jesús no expresó su
enseñanza en este texto en tantas y cuantas palabras, sino que entregó una
enseñanza por implicación, y la gente tuvo que sacar la conclusión lógica. Por
lo tanto, la inferencia necesaria no es enseñanza humana, pues la Biblia enseña
tanto implícita como explícitamente, y el hombre tiene que emplear la
inteligencia que Dios le da para inferir la verdad.
V. La avaricia, Luc.
16:14; Mat. 23:14.
VI. La hipocresía, Luc.
12:1; 16:15; Mat. 23:5, 14, 23-31.
    A. La palabra que da
el resumen de lo que es el fariseísmo es la palabra “hipócrita” y Jesús es El
que la pronuncia.
    B. Lucas 12:1,
“Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
    C. Después de
requerir Jesús que sus discípulos guardaran la ley de Moisés enseñada por los
fariseos, les da esta advertencia: mas no hagáis conforme a sus obras, porque
dicen, y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las
ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas” (Mat. 23:, 3, 4).
    D. Luego siguen los
siete ayes sobre ellos y siete veces son denunciadas como hipócritas.
        -- ver. 13, “3 
Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino
de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis
entrar a los que están entrando”. Véase también Luc. 11:52, “¡Ay de vosotros,
intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros
mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis”. Siendo maestros,
no enseñaron la verdad para salvar sus propias almas y por enseñar el error, la
tradición humana, etc., causaron la caída de aquellos que les escuchaban. ¿Qué
indica esto para los que enseñan error hoy en día?
        -- ver. 14, “¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las
viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones”. Siendo líderes gozaban de la
confianza de la gente, y abusaban de ella.
        -- ver. 15. Ya
hablamos acerca de los prosélitos (conversos). Aunque no había mal en convertir
a otros, sí había mal en lo que los fariseos hacían, porque “una vez hecho, le
hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros”. ¡Ahí está el mal!
        -- vers. 16 -
22. Jesús les condena por jurar a la ligera, jurar sin intención alguna de
cumplir su palabra; por esto también les llamó hipócritas.
        -- vers. 23, 24.
Ya se mencionó la práctica de diezmar las semillas más pequeñas y luego
descuidar los asuntos muy importantes de la ley (“la justicia, la misericordia
y la fe”). Por eso, les dijo, “Coláis el mosquito y tragáis el camello”.
        -- vers. 25-31.
Ponían todo el énfasis sobre las cosas externas, mientras que por dentro eran
hombres corruptos.
Conclusión. La
consecuencia ineludible para ellos era la destrucción, Mat. 23:37-39; 24:1, 2.
    A. Jesús
concluye su discurso con gran tristeza. No le dio gusto ver tal hipocresía:
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son
enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus
polluelos debajo de las alas, y no quisiste!  38  He aquí vuestra casa os es
dejada desierta” (Mat. 23:37, 38). Luego sigue la profecía de la destrucción de
Jerusalén.
    B. Entonces, ¿qué
diremos? Evitemos la levadura de los fariseos, su enseñanza y su hipocresía,
porque ineludiblemente lleva a la ruina.
    C. Estudiemos bien
este tema para saber lo condenable que había en los fariseos. Conviene hacer
una distinción clara entre lo que es el fariseísmo y lo que no es el
fariseísmo.
Wayne
Partain


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