Batalla de Salamina
Batalla de Salamina | ||||
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Guerras Médicas | ||||
La batalla de Salamina, óleo sobre tela pintado en 1868 por Wilhelm von Kaulbach |
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Fecha | Septiembre del 480 a. C. | |||
Lugar | Estrechos de la isla griega de Salamina | |||
Coordenadas | 37°57′05″N 23°34′00″ECoordenadas: 37°57′05″N 23°34′00″E (mapa) | |||
Casus belli | Invasión persa de Grecia | |||
Resultado | Victoria decisiva griega | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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Para frenar el avance persa, los griegos bloquearon el paso de las Termópilas con una pequeña fuerza mientras una armada aliada, formada esencialmente por atenienses, se enfrentaba a la flota persa en los cercanos estrechos de Artemisio. En la batalla de las Termópilas fue aniquilada la retaguardia de la fuerza griega, mientras que en la batalla de Artemisio
los helenos sufrieron grandes pérdidas y se retiraron al tener noticia
de la derrota en las Termópilas, lo que permitió a los persas conquistar
Beocia y el Ática. Los aliados prepararon la defensa del istmo de Corinto al tiempo que su flota se replegaba hasta la cercana isla de Salamina.
Aunque muy inferiores en número, el ateniense Temístocles
convenció a los aliados griegos para combatir de nuevo a la flota persa
con la esperanza de que una victoria decisiva impidiera las operaciones
navales de los medos contra el Peloponeso. El rey persa Jerjes I
deseaba un combate definitivo, por lo que su fuerza naval se internó en
los estrechos de Salamina y trató de bloquear ambos, pero la estrechez
de los mismos resultó un obstáculo, pues dificultó sus maniobras y los
desorganizó. Aprovechando esta oportunidad, la flota helena se formó en
línea, atacó y logró una victoria decisiva gracias al hundimiento o
captura de al menos 300 navíos persas.
Jerjes se tuvo que retirar hacia Asia junto con gran parte de su ejército, pero dejó a su general Mardonio
y a sus mejores tropas para intentar completar la conquista de Grecia.
Sin embargo, al año siguiente lo que restaba del ejército medo fue
derrotado en la batalla de Platea y la armada persa en la batalla de Mícala.
Tras estos reveses los persas no volvieron a intentar la conquista del
mundo heleno. Las batallas de Salamina y Platea marcaron un punto de
inflexión en el curso de las Guerras Médicas,
pues en adelante las polis griegas tomaron la iniciativa y pasaron a la
ofensiva. Algunos historiadores creen que una victoria persa en
Salamina hubiera alterado profundamente la evolución de la antigua Grecia,
y por extensión de todo el mundo occidental, motivo por el que la
batalla de Salamina es considerada uno de los combates más importantes
de la historia de la humanidad.2
Índice
Fuentes
Véase también: Heródoto
entre el 440-430 a. C. con la intención de averiguar los orígenes de
las guerras greco-persas, que entonces eran historia reciente (el
conflicto finalizó en el 449 a. C.).4 Su enfoque fue tan novedoso que, en lo que a occidente se refiere, fundó la historiografía tal como la conocemos.4
Como el historiador Tom Holland ha dicho: «Por primera vez un cronista
se dedicó a rastrear los orígenes de un conflicto, pero no en un pasado
lejano plagado de fábulas, caprichos y deseos de dioses, por petición
del pueblo o por un destino manifiesto, sino con explicaciones que podía
verificar él mismo.»4
Algunos historiadores posteriores, a pesar de seguir sus pasos, criticaron a Heródoto. El primero fue Tucídides,5 6
a pesar de lo cual decidió comenzar su Historia donde la dejó Heródoto,
en el asedio de Sestos, por lo que parece evidente que estaba de
acuerdo con lo que había escrito Heródoto y no necesitaba ser rescrito.6 Plutarco criticó a Heródoto en su ensayo «Sobre la malicia de Heródoto», en el que lo describía como «Philobarbaros»
(«amante de los bárbaros») por no ser lo suficientemente progriego. Sin
embargo, esta crítica sugiere que Heródoto pudo hacer un trabajo
razonablemente imparcial.7 La visión negativa de Heródoto llegó hasta el Renacimiento europeo, aunque siguió siendo muy leído.8
Fue a partir del siglo XIX cuando su reputación fue plenamente
restablecida por diversos hallazgos arqueológicos que confirmaron
repetidamente la veracidad de sus datos.9 En la actualidad se considera que Heródoto hizo un gran trabajo en sus Historias, pero que algunos detalles específicos, como número de tropas y fechas, deben ser contemplados con escepticismo.9
El historiador siciliano Diodoro Sículo escribió en el siglo I d. C. su Biblioteca histórica, donde también se habla de las Guerras Médicas por influencia de los escritos de Éforo de Cime. Este relato es bastante consecuente con el de Heródoto.10 La batalla también es descrita, aunque con menor detalle, por diversos escritores de la antigüedad como Plutarco y Ctesias, y aludida por otros autores como el dramaturgo Esquilo. Las evidencias arqueológicas, como la Columna de las Serpientes, también confirman algunas de las afirmaciones de Heródoto.11
Contexto histórico
Véanse también: Guerras Médicas, Segunda Guerra Médica, Batalla de las Termópilas y Batalla de Artemisio.
La revuelta jonia amenazó la integridad de sus dominios, por lo que el
rey persa prometió castigar a todos los involucrados en ella y
especialmente a los poderes foráneos que la apoyaron.14 15 Al tiempo, Darío vio la oportunidad de expandir su imperio a costa del fragmentado mundo de la antigua Grecia.15
Con esa intención envió una primera expedición militar al mando de su
general Mardonio en el 492 a. C., asegurando las tierras próximas a
Grecia gracias a la reconquista de Tracia y a la subyugación del Reino de Macedonia, que pasó a ser vasallo de Persia.16
En el 491 Darío envió emisarios a todas las polis griegas exigiendo «tierra y agua» como gesto de sumisión.17
Habiendo tenido una demostración de su poder el año anterior, la
mayoría de ciudades griegas se vieron obligadas a aceptar. En Atenas,
sin embargo, los embajadores medos fueron llevados a juicio y
ejecutados, mientras que en Esparta simplemente fueron arrojados a un
pozo.17 Ello significó que Esparta estaba, de hecho, en guerra con Persia.17
Darío reunió en el 490 una fuerza anfibia de ataque que puso bajo mando de Datis y Artafernes y que atacó Naxos, con lo que consiguió la sumisión del resto de islas Cícladas. Esta fuerza se trasladó después a la ciudad de Eretria, que fue asediada y arrasada.18 Finalmente, se dirigió a Atenas, para lo que desembarcó en la bahía de Maratón, donde fue enfrentada por un numeroso ejército ateniense. En la resultante batalla de Maratón los atenienses lograron una sonada victoria que obligó a los persas a retirarse a Asia.19
El rey Darío comenzó a crear un nuevo y enorme ejército con la
intención de subyugar toda Grecia, pero en el 486 a. C. sus súbditos
egipcios se alzaron y obligaron a posponer indefinidamente la invasión
del mundo heleno.13 Darío falleció durante la preparación de la marcha a Egipto, y el trono de Persia pasó a su hijo Jerjes I,20 quien aplastó la revuelta egipcia y rápidamente retomó los preparativos para la invasión de Grecia.21
Debido a que iba a ser una invasión a gran escala, requirió mucho
tiempo de planificación, aprovisionamiento y reclutamiento de tropas.21 Jerjes decidió crear unos pontones en el estrecho del Helesponto para que su ejército cruzara a Europa, y también que se debía cavar un canal a través del istmo del monte Athos para rodear un promontorio en el que había sido destruida una flota persa en el 492.22 Estas eran dos hazañas de excepcional ambición solo al alcance de un gran imperio.22
A comienzos del 480 los preparativos se habían completado y el ejército
que Jerjes había reunido en Sardes comenzó a marchar hacia Europa
cruzando el Helesponto a través de dos puentes de pontones.23
persas desde mediados de la década del 480, y en el 482 tomaron la
decisión, bajo guía del político ateniense Temístocles, de construir una enorme flota de trirremes para combatir contra los medos.24
Sin embargo, los atenienses no tenían hombres suficientes para luchar
en tierra y mar, por lo que la lucha contra los persas requeriría una
alianza de polis griegas. En el 481 a. C. Jerjes envió embajadores por
toda Grecia exigiendo de nuevo «tierra y agua», pero omitió
deliberadamente a Atenas y Esparta,25 polis que comenzaron a aglutinar a apoyos. Se reunió un congreso de polis en Corinto hacia finales del otoño del 481 del que salió una alianza confederada de polis,26
con el poder de enviar emisarios para pedir ayuda y destacar tropas de
las ciudades miembros en puntos defensivos tras realizar consultas. Esto
era un hecho sin precedentes en el desunido mundo griego, especialmente
si tenemos en cuenta que algunas de las polis estaban técnicamente en
guerra entre ellas.27
Inicialmente el congreso estuvo de acuerdo en defender el estrecho del valle de Tempe, en la frontera de Tesalia, para bloquear allí el ejército de Jerjes.28 Sin embargo, una vez que llegaron al lugar fueron advertidos por Alejandro I de Macedonia
de que el valle podía ser atravesado por otro paso, y que el ejército
de Jerjes era abrumador, por lo que los griegos se retiraron.29
Poco después, recibieron la noticia de que los persas habían cruzado el
Helesponto, por lo que los aliados adoptaron una segunda táctica. La
ruta hacia el sur de Grecia (Beocia, el Ática y el Peloponeso) llevaría
al ejército de Jerjes a atravesar el estrecho paso de las Termópilas, que podría ser fácilmente bloqueado por las falanges de hoplitas
griegos a pesar de la enorme superioridad numérica del enemigo. Por
otra parte, y para evitar que los persas saltaran las Termópilas por
mar, los atenienses y sus aliados cerrarían los estrechos de Artemisio.
El congreso adoptó esta estrategia dual.30 Sin embargo, las ciudades del Peloponeso hicieron planes de repliegue para defender el istmo de Corinto si fuera necesario, al tiempo que las mujeres y los niños de Atenas fueron evacuados en masa a la ciudad peloponesia de Trecén.31
En una batalla legendaria, un pequeño ejército griego detuvo durante
tres días en el paso de las Termópilas a la abrumadoramente superior
fuerza persa, hasta que fueron traicionados y flanqueados por un paso de montaña.
La mayoría del ejército heleno pudo retirarse, pero la retaguardia,
compuesta por espartanos y tespios, fue rodeada y aniquilada.32 En la simultánea batalla naval de Artemisio se llegó a un punto muerto,33
pero cuando llegaron las noticias de lo acaecido en las Termópilas, la
armada aliada también se retiró, puesto que la defensa de los estrechos
de Artemisio ya no tenía sentido.34
Preludio
ayudar en la evacuación final de Atenas. Estando en ruta, Temístocles
dejó inscripciones dirigidas a los tripulantes griegos jonios
de la flota persa en todas las fuentes de agua en que tendrían que
parar, pidiéndoles que desertaran por la causa aliada. Tras su victoria
en las Termópilas, el ejército persa procedió a quemar y saquear las
ciudades de Beocia que no se habían rendido, Platea y Tespias, antes de marchar hacia la ya evacuada Atenas.35
Los aliados, esencialmente peloponesios, se prepararon para defender el
istmo de Corinto destruyendo el único camino que lo cruzaba y
construyendo un muro.36
Sin embargo, esta estrategia era errónea a menos que la flota aliada
fuera capaz de impedir a la flota persa el transporte de tropas a través
del golfo Sarónico. En un consejo de guerra convocado tras la
evacuación de Atenas, el comandante naval corintio, Adimanto, defendió que la flota debía reunirse frente a la costa del istmo para elaborar un bloqueo.37
Sin embargo, Temístocles se mostró partidario de una estrategia
ofensiva con la finalidad de destruir la superioridad naval persa. Para
ello se basó en las lecciones aprendidas en Artemisio, señalando que
«una batalla a corta distancia nos beneficia».37 Su opinión prevaleció y la armada aliada permaneció frente a las costas de Salamina.38
El momento exacto de la batalla de Salamina es difícil de definir.39
Heródoto presenta la batalla como si se hubiera producido
inmediatamente después de la captura de Atenas, pero en ningún momento
lo dice explícitamente. Si las Termópilas y Artemisio ocurrieron en
septiembre, pudo ser así, pero es más probable que los persas emplearan
dos o tres semanas tomando Atenas, reparando su flota y
reabasteciéndose.39
Sí sabemos que en algún momento tras la captura de Atenas, Jerjes
celebró un consejo de guerra con la flota persa, algo que según Heródoto
sucedió en el puerto de Falero.40 Artemisia, reina de Halicarnaso
y comandante de su escuadrón naval dentro de la flota de Jerjes, trató
de convencer al rey persa para que esperara a que los aliados se
rindieran, pues creía que combatir en Salamina era un riesgo
innecesario.40 El rey Jerjes y su asesor jefe, Mardonio, decidieron atacar de todos modos.41
librara la batalla, asumiendo que ninguna de las partes atacó sin
premeditación.39
Está claro que en algún momento antes de la batalla le comenzaron a
llegar a Jerjes noticias de las desavenencias en el bando aliado, pues
los peloponesios querían evacuar Salamina mientras todavía hubiera
tiempo.42 Esta supuesta división entre los aliados pudo ser simplemente un ardid para forzar a los medos a combatir.43
Por otra parte, este cambio de actitud entre los aliados (que habían
esperado pacientemente frente a Salamina al menos una semana mientras
Atenas era saqueada) podía ser una respuesta a las maniobras ofensivas
persas.39 Posiblemente, un ejército persa había sido enviado a marchar contra el istmo para probar el nervio de la flota.39 43
Sea como fuere, cuando Jerjes recibió las noticias ordenó a su flota
salir a patrullar frente a las costas de Salamina y bloquear la salida
sur.43 Luego, al atardecer, ordenó que se retiraran, seguramente para tentar a los aliados a emprender una evacuación apresurada.43
Esa noche Temístocles intentó lo que hoy nos parece un éxito
espectacular del uso de la desinformación. Envió a Jerjes un sirviente,
Sicinos, con un mensaje proclamando que Temístocles estaba «del lado del
rey, y prefería que prevaleciera su causa a la de los helenos».44
Temístocles decía que el mando aliado estaba enfrentado, que los
peloponesios planeaban evacuar esa misma noche y que, para conseguir la
victoria, todo lo que los persas tenían que hacer era bloquear los
estrechos.44
Y eso era exactamente lo que Jerjes quería oír, que los atenienses
podrían estar dispuestos a someterse a él y que sería capaz de destruir
al resto de la flota aliada.43 Jerjes mordió el anzuelo y la flota persa fue enviada esa misma noche para iniciar el bloqueo.45
El rey persa ordenó que se dispusiera un trono en las laderas del monte
Aigaleo, con vistas al estrecho, para presenciar la batalla de manera
inmejorable y anotar los nombres de los comandantes que mejor se
desempeñaran.46
De acuerdo con Heródoto, los aliados pasaron la noche discutiendo acaloradamente el curso de las acciones.47 Los peloponesios querían evacuar,48 y fue en ese punto cuando Temístocles intentó su truco con Jerjes.44 No fue hasta que apareció Arístides,
general ateniense exiliado que llegó esa noche seguido por algunos
desertores de los persas, con noticias sobre el despliegue de la flota
persa,49 50 que los peloponesios aceptaron que no tenían escapatoria y debían luchar.51
Sin embargo, se ha sugerido con razón que los peloponesios tomaron
parte en el ardid de Temístocles y que aceptaron serenamente que tenían
que luchar en Salamina.52
La armada aliada pudo así prepararse adecuadamente para la inminente
batalla, mientras que los persas pasaron la noche en el mar, buscando
sin éxito la supuesta evacuación griega. La mañana siguiente los persas
navegaron a los estrechos para atacar a la flota helena. No está claro
cuándo, cómo ni por qué se tomó esta decisión, pero sí es evidente que
buscaron el combate con los aliados.46
Las fuerzas enfrentadas
La flota griega
Ciudad | Número de barcos |
Ciudad | Número de barcos |
Ciudad | Número de barcos |
---|---|---|---|---|---|
Atenas53 | 180 | Corinto54 55 | 40 | Egina56 | 30 |
Calcis56 54 | 20 | Megara54 57 | 20 | Esparta55 | 16 |
Sición55 | 15 | Epidauro55 | 10 | Eretria56 | 7 |
Ambracia57 | 7 | Trecén55 | 5 | Naxos56 | 4 |
Léucade57 | 3 | Hermíone55 | 3 | Estira56 | 2 |
Citnos56 | 1 (1) | Ceos56 | 2 | Milo58 56 | (2) |
Sifnos58 56 | (1) | Serifos58 56 | (1) | Crotona59 | 1 |
Total | 366 o 37858 (5) | ||||
Los números entre paréntesis indican pentecónteros (galeras de cincuenta remeros) |
Sin embargo, la suma de los contingentes de cada ciudad arroja el
número de 366. El historiador no especifica que los 378 navíos
combatieran en Salamina («Todos vinieron a la guerra aportando
trirremes… El número total de barcos… era de trescientos setenta y
ocho»),58
y además afirma que los eginetas «tenían otras naves tripuladas, pero
protegían su propia tierra con ellas y lucharon en Salamina con las
treinta que estaban en condiciones de navegar».56 Por lo tanto, se ha supuesto que la diferencia entre los números obedece a que se dejó una guarnición de doce naves en Egina.61
Siempre según Heródoto, otros dos barcos desertaron de la flota persa
para unirse a la griega, uno antes de Artemisio y otro antes de
Salamina, por lo que la fuerza helena total en Salamina habría sido de
368 navíos (o 380).62
Según el dramaturgo ateniense Esquilo, que luchó en Salamina, la flota griega contaba con 310 trirremes (la diferencia está en el número de naves atenienses).63 Ctesias dice que la armada ateniense solo tenía 110 trirremes, lo que coincide con los números de Esquilo,64 y el político Hipérides sostiene que la flota aliada tenía solo 220 barcos.65 La flota aliada estaba de hecho bajo mando del ateniense Temístocles, aunque nominalmente la dirigía el general espartano Euribíades según se había acordado en el congreso del 481 a. C.27
Aunque Temístocles había intentado ostentar el liderazgo de la flota,
el resto de polis se opusieron y Esparta, ciudad sin tradición naval,
recibió el compromiso de mandar la armada.27 _gracias _a los <<persas>>la gente*solia*
La flota persa
Heródoto nos dice que en principio la flota persa estaba compuesta por 1207 trirremes,66 pero reconoce que los medos perdieron aproximadamente un tercio de esos navíos en una tormenta frente a la costa de Magnesia,67 doscientos más en otra tormenta frente a Eubea68 y al menos cincuenta en el combate de Artemisio contra los aliados.68 69 Heródoto afirma que esas pérdidas fueron repuestas en su totalidad,70 pero solo menciona como refuerzo los 120 barcos de los griegos de Tracia y las islas cercanas.71 El dramaturgo Esquilo, que combatió en Salamina, también dice que encararon a 1207 barcos de guerra persas, de los cuales 207 eran «barcos rápidos».72 Diodoro Sículo73 y Lisias74afirman por separado que había 1200 barcos en la flota persa reunida en
Doriskos en la primavera del 480 a. C. El número de 1207 también es
aportado por Éforo de Cime,75 mientras que su maestro Isócrates sostiene que había 1300 naves en Doriskos y 1200 en Salamina.76 77 Ctesias da otro número, 1000 naves,64 mientras que Platón, hablando en términos generales, refiere la presencia de al menos 1000 barcos persas.78
El número de 1207 naves aparece muy pronto en el registro histórico,
en el 472 a. C., y los griegos parecen unánimemente convencidos de
haberse enfrentado a un elevado número de barcos medos. Debido a la
relativa concordancia de las fuentes antiguas sobre este particular,
muchos historiadores actuales se han inclinado por aceptar la cifra de
1207 como el tamaño inicial de la flota persa.79 80 Otros estudiosos rechazan estos números y ven 1207 más como una referencia el tamaño de la flota combinada griega de la Ilíada, y afirman que los persas podrían haber lanzado al mar Egeo no más de 600 navíos.80 81 82 Muchos historiadores parecen aceptar el número de 600-800 barcos persas en Salamina,83 84 85
aproximación que se elabora sumando los cerca de 550 barcos que los
persas tenían tras Artemisio con los 120 navíos de refuerzo
cuantificados por Heródoto.71
Consideraciones estratégicas y tácticas
La estrategia global de los persas para la invasión del 480 a. C. fueabrumar a los griegos con una masiva fuerza e intentar completar la
conquista de Grecia en una sola campaña.86
Por el contrario, los griegos buscaron hacer el mejor uso posible de su
reducido número con la defensa de enclaves concretos para así mantener a
los persas en campaña el mayor tiempo posible. Jerjes obviamente no
había previsto esa resistencia, pues de ser así habría iniciado la
campaña bastante antes (y tampoco habría esperado cuatro días en las
Termópilas dando tiempo a los helenos para dispersarse).87
El tiempo era entonces esencial para los persas, pues la enorme fuerza
invasora no podía ser mantenida indefinidamente ni Jerjes quería estar
tanto tiempo fuera de su imperio.88
Las Termópilas demostraron que era inútil un asalto frontal contra las
bien defendidas posiciones griegas, y con los helenos ya atrincherados
en el istmo de Corinto, había pocas posibilidades de conquistar el resto
de Grecia por tierra.89
Sin embargo, como también se demostró en las Termópilas, si los griegos
podían ser flanqueados, su reducido número de tropas podía ser
aniquilado.90
Un movimiento envolvente en el istmo requería del uso de la flota
persa, y por tanto de la destrucción de la flota griega. En resumen, si
Jerjes destruía la flota aliada estaría en una posición inmejorable para
forzar la rendición de los griegos, y ello parecía la única esperanza
de lograr concluir la guerra en esa campaña.88
Por el contrario, evitando la destrucción o, como Temístocles esperaba,
paralizando a la flota persa, los griegos podían evitar ser
conquistados.91
Sin embargo, no era estratégicamente necesario para los persas luchar en Salamina.90
De acuerdo con Heródoto, la reina Artemisia de Caria se lo señaló a
Jerjes en el preludio de Salamina, afirmando que luchar en el mar era un
riesgo innecesario, y recomendando en su lugar:
Si no se apresura a combatir en el mar y mantiene sus barcos aquí yLa flota persa todavía era lo suficientemente grande como para
cerca de tierra, o incluso avanza al Peloponeso, entonces, mi señor,
logrará cumplir fácilmente lo que tenía en mente cuando vino aquí. Los
helenos no serán capaces de resistir contra usted durante mucho tiempo,
los dispersará y cada uno huirá a su ciudad.92
bloquear a la armada aliada en los estrechos y hacer desembarcar tropas
en el Peloponeso.90
Sin embargo, a fin de cuentas ambos bandos estaban preparados para
arriesgarlo todo en una batalla naval, con la esperanza de alterar
decisivamente el curso de la guerra.91
por su número muy superior, sino porque tenían mejores barcos.93 Lo de mejores barcos que menciona Heródoto era debido probablemente a la superior marinería de sus tripulantes,93 pues la mayoría de los barcos atenienses eran de nueva construcción y estaban tripulados por hombres inexpertos.94
La táctica naval más común en el Mediterráneo era embestir con los
espolones con que estaban equipados los trirremes y abordar la nave
enemiga con la infantería, lo que venía a ser una batalla terrestre
sobre la cubierta de los barcos.95 En esa época los persas y los griegos asiáticos habían comenzado a emplear una técnica conocida como diekplous,
que no está claro qué era, pero probablemente implicaba que una nave
penetrara entre otras dos enemigas y las embistiera en sus bandas.95
Esta maniobra requeriría una considerable maestría en la navegación a
vela y es más probable que la emplearan los persas. Los aliados, sin
embargo, desarrollaron tácticas para contrarrestarla.95
Se ha debatido mucho sobre la naturaleza de la flota aliada en
comparación con la persa, especialmente sobre la afirmación de Heródoto
de que los barcos aliados eran más pesados y, por ende, menos
maniobrables.96 La causa de este mayor desplazamiento
no se conoce, pues los barcos aliados podían ser más voluminosos, o
estar anegados debido a que no se habían secado durante el invierno,
pero no hay evidencia para ninguna de estas sugerencias.95 Se ha especulado también con que el mayor desplazamiento de las naves griegas se debiera al peso del equipamiento de los hoplitas (veinte hoplitas con sus armaduras podían pesar más de dos toneladas).95 Este peso extra, cualquiera que fuera su causa, reduciría todavía más la posibilidad de emplear el diekplous.95
Por tanto, si sus barcos eran menos maniobrables es probable que los
aliados hubieran embarcado infantería extra, puesto que el abordaje era
su táctica principal, y ello a pesar de que hiciera más pesadas sus
naves.95 De hecho, Heródoto afirma que los griegos capturaron barcos en Artemisio, en lugar de hundirlos.69
También se ha propuesto que el peso de los barcos helenos pudo hacerlos
más estables al viento que soplaba frente a las costas de Salamina y
más resistentes ante las embestidas de los espolones de los barcos
persas.97
Tácticamente hablando entonces, una batalla en mar abierto hubiera beneficiado a los persas por su superior marinería y número.46
Para los griegos, la única esperanza real de lograr una victoria
definitiva era atraer a los persas a un lugar estrecho, donde su número
no sería tan decisivo.37
En la batalla en Artemisio habían intentado minimizar la ventaja
numérica persa, pero al final los griegos se dieron cuenta que
necesitaban un paso aún más estrecho para derrotarlos.98
Por lo tanto, internándose en los canales de Salamina para atacar a los
helenos, los persas estaban jugando en el terreno que quería su
enemigo. Está claro que los persas no habrían hecho eso de no estar
seguros de su victoria, por lo que es evidente que el ardid de
Temístocles desempeñó un papel clave para inclinar la balanza a favor de
los griegos.46 Salamina fue, para los persas, una batalla innecesaria y un error estratégico.90
La batalla
El desarrollo de la batalla de Salamina no es muy bien descrito porlas fuentes antiguas, y es poco probable que ninguno de los que
estuviera implicado en ella, a excepción de Jerjes desde su privilegiado
trono, tuviera una idea clara de lo que estaba sucediendo en todo lo
ancho de los estrechos.43 99 Lo que sigue es más una reconstrucción perfectamente discutible que un relato definitivo del combate naval.
Disposiciones
derecha probablemente los espartanos (aunque Diodoro dice que allí
estaban los barcos de Megara y Egea) y en el centro el resto de aliados.100 101 La flota aliada probablemente formó en dos líneas, ya que los estrechos no tienen anchura para una única línea de navíos.102
Heródoto habla de una flota helena alineada de norte a sur,
probablemente con el flanco norte frente a la costa de la actual islote
de Agios Georgios, y el flanco sur junto a la costa del cabo Vavari,
parte de Salamina.103
Diodoro sugiere que la flota helena estaba alineada de este a oeste,
atravesando los estrechos entre Salamina y el monte Aigaleos, pero ello
es poco probable porque los aliados tendrían de este modo uno de sus
flancos muy cerca de un territorio ocupado por los persas.103
Parece seguro que la flota meda fue enviada a bloquear la salida de
los estrechos la tarde antes de la batalla. Heródoto creyó que la flota
persa en realidad entró en los estrechos al caer la noche con la
intención de capturar a los aliados que huían.104
Sin embargo, y aunque algunos creen el relato de Heródoto, los
historiadores actuales han discutido largamente este punto en
consideración de las grandes dificultades para maniobrar en un espacio
tan confinado en la oscuridad.105 106
Así pues, hay dos posibilidades: que durante la noche los persas
simplemente bloquearon la salida de los estrechos y entraron en ellos al
amanecer, o que entraron en los estrechos y se desplegaron para la
batalla durante la noche.105 106
Independientemente de cuándo lo intentaron, parece evidente que los
persas viraron su flota frente a la punta del cabo Vavari, por lo que a
partir de una alineación inicial este-oeste (bloqueando la salida)
acabaron en una disposición norte-sur (ver mapa).107 Parece que la flota persa se desplegó en tres líneas, según Esquilo,43
con la poderosa flota fenicia en su flanco derecho junto al monte
Aigaleos, el contingente jonio en el flanco izquierdo y el resto en el
centro.100
Diodoro dice que la flota egipcia fue enviada a circunnavegar Salamina por el sur y bloquear la salida norte de los estrechos.108
Si Jerjes quería atrapar completamente a los aliados, esta maniobra
tendría sentido (especialmente si esperaba que los aliados no lucharan).43 Sin embargo, Heródoto no menciona esto, lo que ha llevado a algunos historiadores modernos a desestimar este detalle.107 Jerjes también había desplegado unos 400 soldados en la isla llamada Psitalea,
en el centro de la salida de los estrechos, con la orden de matar o
capturar a cualquier griego que pusiera pie en ella como consecuencia de
un naufragio o un encallamiento.46
Fase inicial
Independientemente del momento en el que penetraran en el estrecho,los navíos persas no iniciaron el ataque hasta el amanecer. Puesto que,
después de todo, no tenían previsto huir, los aliados pasaron la noche
preparándose para la batalla y, tras un discurso de Temístocles, la
infantería embarcó, lista para navegar.51 Heródoto afirma que esto sucedió de madrugada y que «como los aliados pretendían salir al mar, los bárbaros los atacaron».51 109
Si los persas no entraron en los estrechos hasta el amanecer, los
aliados tuvieron tiempo de tomar posiciones de una forma más ordenada.105
que puede indicar que no estaban en los estrechos al amanecer) pudieron
oír a los griegos cantando su himno de batalla (peán) incluso antes de ver a la armada aliada:105
- Ὦ παῖδες Ἑλλήνων ἴτε,
- ἐλευθεροῦτε πατρίδ', ἐλευθεροῦτε δὲ
- παῖδας, γυναῖκας, θεῶν τέ πατρῴων ἕδη,
- θήκας τε προγόνων:
- νῦν ὑπὲρ πάντων ἁγών.
- Adelante, hijos de los griegos,
- liberad la patria,
- liberad a vuestros hijos, a vuestras mujeres,
- los altares de los dioses de vuestros padres,
- y las tumbas de vuestros antepasados:
- es hora de luchar por todo.
batalla los corintios izaron sus velas y comenzaron a alejarse en
dirección norte.110 Sin embargo, el historiador también dice que otros griegos desmienten esto.110
Si esto ocurrió realmente, se puede interpretar que esos barcos habían
sido enviados a reconocer la salida norte de los estrechos, por donde
debía llegar el destacamento egipcio para rodear a los aliados (si es
que esto también sucedió).105
Otra posibilidad, que no excluye a la anterior, es que la partida de
los corintios provocara la aproximación final de los persas, quienes
pudieron interpretar que la armada aliada se estaba desintegrando.105 En cualquier caso, si los corintios llegaron a partir, también es cierto que regresaron enseguida a la batalla.110
Mientras se aproximaban a los aliados en los angostos estrechos, los persas al parecer se desorganizaron y hacinaron.101 105 Por otra parte, también es evidente que, lejos de dividirse, la flota griega estaba alineada y lista para atacar.102 105 A pesar de ello no atacaron inmediatamente y dieron impresión de mantenerse alejados por temor al enemigo.109 Según Plutarco, trataban de obtener una mejor posición y ganar tiempo hasta la llegada del viento matutino.111
Heródoto narra una leyenda que dice que, en vista del repliegue de la
flota helena, una mujer se les apareció y les dijo «Locos, ¿cuánto
tiempo vais a permanecer replegados?».112
Sin embargo, sugiere más acertadamente que, mientras los aliados
esperaban en el fondo del estrecho, una única nave se adelantó para
embestir al barco persa más cercano. Los atenienses afirmaron que este
barco pertenecía al también ateniense Ameinias de Palene, mientras que los de Egina dijeron que era uno de los suyos.109 A continuación toda la flota griega hizo lo mismo y se lanzó contra la desorganizada línea de batalla persa.113
Combate
Los detalles del resto de la batalla son generalmente superficiales,pues ninguno de los implicados pudo tener una visión general de lo que
estaba ocurriendo.105
Los trirremes contaban, por lo general, con un gran espolón con forma
de carnero en la proa con el que podían embestir y hundir naves
enemigas, o al menos inutilizar los remos de una de sus bandas.95
Si la embestida inicial no era exitosa, se producía un abordaje de la
infantería y combates cuerpo a cuerpo similares a los de las batallas en
tierra.95 Por ello, ambos bandos llevaban soldados embarcados, en el caso de los griegos los temibles hoplitas105 y en el de los persas infantería iraní con armamento y protecciones más ligeras.114
Una vez que la primera línea de barcos persas fue embestida por los
helenos, esta obstaculizó las acciones de la segunda y tercera línea.115 En el flanco izquierdo de los griegos el almirante persa Ariamenes, hermano de Jerjes, cayó muerto muy pronto.115
Sin liderazgo y desorganizados, los escuadrones fenicios fueron
empujados hacia la costa, donde muchos de sus barcos quedaron varados.105 En el centro, los barcos aliados hicieron cuña a través de las naves persas y dividieron a la armada meda en dos.105
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contingente de Caria, fue perseguida por el barco de Ameinias de Palene.
En su empeño de escapar, ella embistió y atacó a otro barco persa, lo
que hizo creer al ateniense que era una aliada y desistió de
perseguirla.117
Sin embargo, Jerjes, viendo la acción, pensó que la reina había atacado
con éxito a un barco aliado, y comparando con el pobre desempeño de sus
otros comandantes, comentó que «Mis hombres se han convertido en
mujeres, y mis mujeres en hombres».118
La flota persa comenzó a retroceder hacia Falero, pero según
Heródoto, fue emboscada por los eginetas cuando trataban de salir de los
estrechos.119 Los restantes barcos persas llegaron como pudieron al puerto de Falero junto al resto del ejército persa.120 Entonces el general ateniense Arístides lideró un destacamento de soldados hasta el islote de Psitalea para aniquilar a la guarnición que Jerjes había dejado allí.121
Heródoto no menciona el número exacto de bajas persas en la batalla,
pero dice que al año siguiente la flota meda contaba con 300 trirremes.122
El número de bajas entonces depende de la cifra de naves que iniciaron
el combate, por lo que unas 200-300 parecen unas cantidades razonables,
siempre sobre la base del tamaño estimado de la fuerza invasora.
Heródoto asegura que los persas sufrieron muchas más bajas que los
aliados, en parte porque la mayoría de asiáticos no sabía nadar.115 Jerjes, sentado en su trono del monte Aigaleos, fue testigo de la masacre de su armada.123
Algunos capitanes de los barcos fenicios naufragados trataron de culpar
a los jonios por su cobardía ante el final de la batalla.123
Jerjes, visiblemente enfadado y habiendo sido testigo de cómo los
jonios apresaban una nave de Egina, ordenó decapitar a los fenicios por
intentar calumniar a «hombres más nobles».123
Consecuencias
construir un puente de pontones a través de los estrechos con la
finalidad de hacer atravesar a su ejército para atacar a los atenienses.
Sin embargo, con la flota aliada ya patrullando el estrecho, este
empeño resultó inútil.87 Heródoto nos narra que el rey persa celebró un consejo de guerra en el que su general Mardonio trató de aclarar la derrota:
No tenéis, señor, por qué apesadumbraros por la desgracia que acabaTemiendo que los griegos pudieran atacar los pontones tendidos en el
de sucedernos, ni darlo todo ya por perdido, como si fuera esta una
derrota decisiva; que no depende todo del fracaso de cuatro maderos,
sino del valor de los infantes y caballos. Es esto en tanto grado
verdad, que de todos esos que se lisonjean de haberos dado un golpe
mortal, ni uno solo habrá que saltando de sus buques se atreva a haceros
frente, ni os la hará nadie de todo ese continente ya que los que tal
nos intentaron, pagaron bien su temeridad. Digo, pues, que si a bien lo
tenéis, nos echemos desde luego contra el Peloponeso; y si tenéis por
mejor el dejarlo de hacer, en vuestra mano está dejarlo. Lo que importa
es el no caer de ánimo; pues claro está que no les queda a los griegos
escape alguno para no venir a ser esclavos vuestros, pagándoos con eso
el castigo de lo que acaban de hacer ahora y de lo que antes hicieron:
soy, pues, de opinión que así lo verifiquéis. Si estáis con todo
resuelto a retiraros con el ejército, otra idea se me ofrece en este
caso. Soy de parecer que no lo hagáis con nosotros de manera que esos
griegos se burlen y rían de los persas. Nada se ha malogrado, señor, por
parte de los persas, ni podéis decir en qué acción no hayan cumplido
todo su deber, pues en verdad no tienen ellos la culpa de tal
desventura. Esos fenicios, esos egipcios, esos chipriotas, esos
cilicios, son y han mostrado ser unos cobardes. Supuesto, pues, que no
son culpables los persas, si no queréis quedaros aquí, volveos en hora
buena a vuestra casa y corte, llevando en vuestra compañía el grueso del
ejército; que a mi cuenta quedará el sujetar la Grecia entera a vuestro
dominio, escogiendo para ello 300.000 hombres de vuestro ejército.124
Helesponto, atrapando así a Jerjes en Europa, el rey persa decidió
marcharse con gran parte de su ejército.125
Mardonio eligió a dedo algunas tropas para que se quedaran con él en
Grecia, las unidades de élite de la infantería y la caballería, para
intentar completar la conquista del mundo heleno.87
Sin embargo, todas las fuerzas persas abandonaron el Ática e invernaron
en Beocia y Tesalia, con lo que los atenienses pudieron retornar a su
ciudad arrasada para pasar el invierno.87
Al año siguiente, 479 a. C., Mardonio recapturó Atenas y el ejército
aliado permaneció protegiendo el istmo de Corinto. A pesar de ello, los
helenos, bajo liderazgo espartano, intentaron finalmente forzar a
Mardonio a combatir y marcharon hacia el Ática.126
El general persa retrocedió hasta Beocia para atraer a los aliados a un
terreno abierto y ambos bandos acabaron por encontrarse cerca de la
ciudad de Platea, que había sido arrasada el año anterior.126 Allí, en la batalla de Platea,
el ejército griego consiguió una victoria decisiva, aniquilando a gran
parte del ejército medo y poniendo fin a la invasión persa de Grecia.
Mientras, en la casi simultánea batalla naval de Mícala la armada aliada acabó con lo que quedaba de la flota persa.126
Significación
La batalla de Salamina marcó un punto de inflexión en las Guerras Médicas.89Tras este combate naval, el Peloponeso, y por extensión Grecia como una
entidad, se salvaron de la invasión. Los persas, por su parte,
sufrieron un duro golpe a su prestigio y moral, además de grandes
pérdidas materiales y humanas.127
Tras las posteriores batallas de Platea y Mícala desapareció para los
griegos la amenaza de invasión, y los aliados pudieron pasar a la
contraofensiva.128 La victoria helena permitió que Macedonia se rebelara contra el dominio persa, y en las tres décadas siguientes, Tracia, las islas del Egeo y, finalmente, Jonia, fueron liberadas del dominio del imperio aqueménida por los aliados o por la Liga de Delos.129
Salamina inició un giro decisivo en el balance de fuerzas a favor de
los griegos que culminó en su victoria final y en una reducción
considerable del poder persa en el mar Egeo.130
convertido en una «leyenda» (a diferencia de la todavía más decisiva batalla de Platea), quizás debido a las desesperadas circunstancias y las posibilidades improbables.4 Muchos historiadores sitúan Salamina como uno de los combates más decisivos de la historia de la humanidad, al igual que el combate de Maratón.2 84 97 99
Más aún, algunos estudiosos argumentan que si los griegos hubieran sido
derrotados en Salamina, la consiguiente conquista persa de Grecia
habría acabado con el desarrollo de la «civilización occidental» tal y
como la conocemos.131
Este punto de vista se basa en la premisa de que muchos pilares de la
sociedad occidental actual, como la filosofía, la ciencia, las
libertades personales o la democracia, tienen sus raíces en el legado de
la Antigua Grecia.4
Por lo tanto, esta escuela de pensamiento sostiene que, dado el dominio
del mundo occidental en la historia moderna, la conquista persa del
mundo heleno habría cambiado el curso de la Historia.2
Sin embargo, también es posible argumentar lo contrario, pues los
jonios, sometidos al poder persa, conservaron su propia cultura,132
aunque no tenían democracia y carecían de numerosas características por
las que es celebrada la cultura ateniense, como las libertades
personales y la democracia. También vale la pena mencionar que el
florecimiento de la admirada e influyente cultura ateniense se produjo
solo después de la victoria sobre los persas.133 134 135
Militarmente es difícil extraer lecciones de Salamina, sobre todo por
la incertidumbre de conocer lo que realmente sucedió. Una vez más los
aliados eligieron el escenario a fin de minimizar el peso de la
superioridad numérica del enemigo, pero esta vez, y a diferencia de las
Termópilas, tuvo que producirse el innecesario ataque persa a su
posición para que fuera efectivo.90
Por ello, la lección militar más destacada fue el uso de la
desinformación y el engaño por parte de Temístocles para provocar la
deseada respuesta del enemigo.90
Véase también
Referencias
- «The Persian War in ancient Greece» (en inglés). Essortment.com. Consultado el 25 de abril de 2012.
Bibliografía
Fuentes antiguas
- Heródoto, Historias. Los nueve libros de la Historia
- Esquilo, Los persas
- Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso
- Ctesias, Pérsica
- Diodoro Sículo, Biblioteca histórica
- Plutarco, Temístocles
- Éforo de Cime, Historia Universal
Fuentes modernas
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- Davis Hanson, Victor (2002). Carnage and culture: landmark battles in the rise of Western power (en inglés). Anchor. ISBN 9780385720380. Consultado el 23 de abril de 2012.
- Fehling, Detlev (1989). Herodotus and his sources: citation, invention and narrative art. Francis Cairns. ISBN 9780905205700. Consultado el 27 de marzo de 2012.
- Fuller, J.F.C. (1979). Batallas decisivas del mundo occidental y su influencia en la historia. Ediciones Ejército. ISBN 9788450032475.
- Garoufalis N. Demetrius, Η ναυμαχία της Σαλαμίνας, η σύγκρουση που άλλαξε τον ρού της ιστορίας (La batalla de Salamina, el conflicto que cambió el curso de la historia), Στρατιωτική Ιστορία (revista Historia militar), 24 edición, agosto de 1998.
- Green, Peter (1996). The Greco-Persian wars (en inglés). University of California Press. ISBN 9780520203136. Consultado el 27 de marzo de 2012.
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- Heródoto (2001). Los nueve libros de la historia (5ª edición). EDAF. ISBN 9788476403518. Consultado el 27 de marzo de 2012.
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- Tucídides (1989). Luis M. Macía Aparicio, ed. Historia de la Guerra Del Peloponeso. AKAL. ISBN 9788476003565. Consultado el 23 de abril de 2012.
Enlaces externos
- Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Batalla de Salamina.
- Los nueve libros de la Historia, texto íntegro de la obra de Heródoto.
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