domingo, 11 de septiembre de 2016

Historia de la Diáspora Judia Las Persecuciones y Castigos a Judios

Historia de la Diáspora Judia Las Persecuciones y Castigos a Judios








Historia de la Diáspora Judia Las Persecuciones y Castigos a Judios












Haz Clic y Mueve El Mouse:Error:Dos Veces -el-


Los hebreos dirigidos por Moisés se marcharon de Egipto en el siglo XIII a.C. y se asentaron en las Tierras de Canaán
(Palestina actual), lugar en donde estaban asentados los filisteos. Los
enfrentamientos empezaron enseguida y los hebreos se unieron en un
reino monárquico, inicialmente bajo el poder de Seúl, luego de David y
finalmente de Salomón (931 a.C.), hasta su muerte, para luego dividirse
en dos reinos uno al norte con capital en Samaria y otro Judá , al sur
con capital en Jerusalén.
Dispersión
o diáspora son nombres sinónimos, aunque el segundo de origen griego,
usados para referirse a la emigración de los judíos y la presencia de
minorías suyas diseminadas fuera de Israel.
La
primera diáspora se remonta al año 722 a.C. cuando las diez tribus del
reino del norte fueron deportadas a Asiria, donde acabaron por ser
asimiladas. En 586 a.C. los babilonios asaltaron y saquearon Jerusalén, y
el Templo fue destruido e incendiado, deportando a Babilonia los judíos
mas destacados de sus sociedad, como intelectuales, banqueros,
funcionarios.
Fue
durante este exilio donde la religión hebrea antigua fue cambiando a la
religión judía actual. Por allá, en 521 a.C, los persas somete a los
babilonios y el rey Ciro permite el retorno de los judíos a sus tierra
natal, 50.000 judíos emprendieron el Primer Retorno a la Tierra de
Israel, y iniciaron la reconstrucción del segundo Templo, en el mismo
lugar que se encontraba emplazado el anterior.
Tras
la muerte de Salomón, acaecida en el 935 a.C, Israel atravesó una etapa
de decadencia. El reino se dividió en dos mitades: al norte Israel y al
sur Judea, con capital en Jerusalén. Los asirios arrasaron Israel en el
722 a.C, y esclavizaron a sus habitantes. Judea se mantuvo hasta el 587
a.C, fecha en que el ejército babilonio destruyó el templo y obligó a
los supervivientes a marchar al exilio. A partir de este momento podemos
hablar de los «judíos», la nación definida por la religión que
transmitieron los antiguos hebreos de Israel y Judea.
Cuando Palestina se encontraba bajo el dominio de los seléucidas,
algunos judíos adoptaron costumbres helenísticas, pero pertenecían a
una minoría de las clases altas, en las que no confiaba el pueblo, que
se aferraba a sus tradiciones sin ponerlas jamás en entredicho. En el
siglo II a.C. los judíos se rebelaron contra la «helenización» y a
partir de entonces los reyes seléucidas empezaron a tratarlos con suma
precaución.
Al
finalizar el dominio seléucida, en el año 143 a.C, se inició un período
de independencia que duró unos 80 años, y después Roma conquistó Judea.
Transcurrirían 2.000 años hasta que resurgiera un estado judío
independiente en el Oriente Medio. Sin embargo, en la época de Augusto
vivían menos judíos en Judea que en el resto del imperio romano.
Tras
el éxodo, y gracias a la libertad de movimientos y de comercio que
ofrecieron primero los estados helenísticos y después Roma, los judíos
se dispersaron por las costas del Mediterráneo y llegaron a los puertos
del mar Negro y Mesopotamia. Fue la llamada «diáspora». Algunos se
establecieron incluso en los puertos del oeste de la India (alrededor
del 175 a.C).
En
diversas ciudades romanas vivía un elevadísimo número de judíos; en
Roma había probablemente unos 50.000, y en Alejandría también existía
una importante comunidad. Su número aumentó gracias a la conversión de
los gentiles, que se sentían atraídos hacia esta religión por su código
moral, por las ceremonias que se centraban en la lectura de las
escrituras sin necesidad de santuarios ni sacerdotes y sobre todo porque
prometía la salvación. La visión judía de la historia era muy clara y
alentadora: se consideraban el pueblo elegido por Dios, que se
purificaría en el fuego para el Día del Juicio, pero que después se
reuniría y alcanzaría la salvación.



Durante la dominación romana
de Palestina la incomprensión de los romanos hacia el exclusivismo
judío desembocó en dos sangrientas rebeliones que fueron aplastadas sin
piedad por los romanos. La primera, en el año 70 d.C., vio la
destrucción del Templo de Jerusalén a manos de Tito y cómo medio millón
de hebreos morían en esta guerra y 100.000 eran reducidos a la
esclavitud. Los supervivientes que abandonaron Palestina fueron a
engrosar las comunidades de la diáspora.
La segunda rebelión, bajo el emperador Adriano,
terminó con una estrepitosa derrota en 135 d.C., tras una guerra larga,
cruenta y terrible. Los judíos que no murieron fueron dispersados y
enviados a llenar los mercados de esclavos del imperio. Jerusalén se
convirtió en una ciudad romana, Aelia Capitolina, a la que no se
permitía entrar a los judíos. Mediante decretos imperiales fue prohibida
bajo pena de muerte la observancia de las leyes sagradas: Más tarde
durante el imperio romano, los judíos superaron la hostilidad inicial y
consiguieron la plena ciudadanía con el edicto de Caracalla, en 212.
Pero
un siglo después, cuando Constantino se convirtió al cristianismo, dio
comienzo la sistemática, constante y creciente persecución a los judíos.
Durante el Concilio de Nicea en el año 325, el mismo emperador pone fin
a la controversia sobre la naturaleza de Cristo (se lo decreta divino y
no un simple profeta) y continúa sus esfuerzos para separar al
cristianismo del judaísmo declarando que la pascua cristiana no sería
determinada por el pesaj o pascua judía. Declara: “Porque es
insoportablemente irrespetuoso que en la más sagrada fiesta estemos
siguiendo las costumbres de los judíos. De aquí en adelante no tengamos
nada en común con esta odiosa gente…”.

También en plena Edad Antigua, numerosos santos (San Hilario, San
Crisóstomo, San Efraín, etcétera) escriben en contra de los judíos.
Algunos apelativos que reciben los semitas de parte de estos santos,
nada compasivos por cierto, son: “Pérfidos asesinos de Cristo”, “Raza de víboras” y “compañeros del diablo”.







ODIO HACIA LOS JUDÍOS EN LA EDAD MEDIA
A partir del Siglo IV se
le prohíbe la construcción de nuevos templos, y los en pie eran
quemados por los cristianos.  Se los expulsa de algunas ciudades al
menos que se conviertan al cristianismo, aunque después se desconfía de
su fe, y siguen siendo perseguidos.  Se incita a la violencia para que
sean atacados y marginados. Hacia finales del siglo VI se prohíbe a los
cristianos tener amistades judías y consultar médicos de ese mismo
origen.
Siglo V,
se dictan leyes que se les prohíbe tener tierras, sirvientes, aparecer
públicamente en la fiesta de Pascua. No puede acceder a ningún cargo
público o tener autoridad sobre un cristiano.

Pueden convertirse y bautizarse, de lo contrario son expulsados, o bien tratados brutalmente al extremos de sacarles los ojos.
Siglo VIII:
La situación sigue agravándose y los judío no pueden tener casi
contacto con los cristianos. Se castiga toda relación, como la amistad
hasta el diálogo.  San Agobard, arzobispo de Lyon, escribe en sus Epístolas que los judíos nacieron esclavos y que tienen el hábito de robar niños cristianos para vendérselos a los árabes.
Hacia el Siglo XI
, en 1012, cuando los musulmanes atacan el Santo Sepulcro de Jerusalén,
comienza un ataque sistemático en Francia hacia todo judío acusándolos
de responsables. En 1081 son obligados a pagar altos impuestos para
mantener la Iglesia a cambio de permitir su estadía en esa ciudad.
Durante las sucesivas cruzadas, muchos soldados de Cristo asesinan sin
piedad a miles de judíos e incendian sus templos. Algunas voces de la
Iglesia se levantan contra eso y tratan de calmar los ánimos declarado
que los judíos pueden ser tolerados y que la furia cristiana se debe
dirigir hacia los musulmanes.
En el Siglo XII,
aparece una nueva acusación, ahora son acusados de realizar rituales
morbosos con asesinatos y consecuentemente son atacados y torturados
hasta la muerte o quemados en la hoguera. Frecuentes pestes que asolaban
a Europa por aquella etapa , y también se los culpaban de ser
responsables por envenenar las aguas.

Siglo XIII,
una resolución en el 4° Concilio de Letrán los obliga a distinguirse
del resto de la sociedad, y para ello deben llevar un símbolo en su
vestido, como una estrella o sombrero de color fuerte. Se inicia de esta
manera en Europa un sistema de diferenciación a través de la
vestimenta.



En 1267 se agudiza la ley, y ahora deben colocarse un sombrero raro de dos punta, llamado pileteum comutum, pues se afirma que son hijos del diablo y llevan cuernos. Mediante ese sombrero debían esconderlos.

Pasa
los años y la presión cristiana continua, cerrando e incendiando sus
templo, lastimando y torturándolos por impíos. Grupos de judíos son
asesinados en las calles por la gente que se los cruza.



Siguen
las acusaciones y ahora también por profanación de hostias, que es un
delito cuya pena es la muerte, pues es un sacrilegio o ataque frontal
directo al cuerpo de Cristo. Mucha gente se mofan de se asesinos de
judío y hasta les gusta llevar un sobrenombre relacionado con su actitud
asesina. Los encargados de las torturas o inquisidores queman los
libros religiosos como el Talmud.

Llega el Siglo XIV
con él, una peste que pasará a la historia por lo cruenta y desastrosa
en cuanto a los estragos que hizo en la población. Ahora son culpados de
planear una conspiración mundial para el dominio de los reinos.
Las
persecuciones y violencia se incrementan y muchos se suicidan antes de
ser castigados, torturados o quemados en hogueras. Se promulgan diversas
bulas que prohíben a los capitanes de navío el transporte de judíos a
Tierra Santa y que les impide asistir a la universidad.

En una bula papal, conocida como Cun nimis absurdum
se asegura que los judíos, verdaderos asesinos de Jesús, han nacido
esclavos y deben ser tratados con tales, y nace la modalidad que mas
tarde utilizará Hitler para marginar a los judío, mediante la
construcción de un pequeño predio, con una entrada en donde se hacinaba a
todos los judío. Se lo llamó “guetto”.
A la vez fueron obligados a vender sus propiedades a los cristianos a precios verdaderamente irrisorios. El ghetto fue instalado en la orilla derecha del Tíber, frecuentemente anegado y, por ello, extremadamente insalubre.

Desde
aquellas primeras normas del siglo IV, podemos decir que fueron siempre
marginados de todas las actividades sociales, comerciales y culturales.
En
lo religioso y según el ánimo del obispo de turno podía llegar a poseer
solo una sinagoga, pero ante cualquier problema que afectara a la
sociedad medieval podían ser atacados y quemados vivos adentro del mismo
templo.
Sólo
se le permitía hablar en latín, no podían asistir a médicos cristianos,
no podían tener amigos cristianos y menos aun alguna autoridad sobre
ellos. Hasta los mas humildes y pordioseros no podía tratarlos bien, ni
siquiera llamarlos “Señor”
El guetto
era un lugar asilado, con solo una entrada y salida de unos 500 m. de
lado, en donde se aislaba y obligaba a vivir a grupos de miles de
judíos. Debido a la concentración de gente, debieron intentar hacer
viviendas en planta altas, de dos o mas pisos, pero al no contar con
buenos materiales y herramientas adecuadas, los derrumbes estaban a la
orden del día, y las muertes por accidentes también. Los materiales
usados como la madera eran sumamente combustibles y cualquier error con
el fuego de la cocción de los alimentos o para calefacción generaban
verdaderas catástrofes humanas y materiales. También la higiene era un
verdadero problema por la escasez de agua, situación que abonaba el
antiguo mito que los judíos tenían un degradable olor corporal.
En 1559, Pablo IV moría. Sin embargo, su bula había instaurado y legitimado una pauta de conducta que duraría tres siglos.


OTROS TEMAS EN ESTE SITIO




Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *





No hay comentarios:

Publicar un comentario