jueves, 11 de agosto de 2016

La Biblia y sus traducciones 5

La Biblia y sus traducciones 5
Mar
30
La Biblia y sus traducciones 5





La palabra de Dios en dinámica acción
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” Marcos 16:15
Los testigos de Jehova


“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, y las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquél a quien tenemos que dar cuenta “(Hebreos 4:12-13)
Introducción:
La secta que tiene este nombre es contraria al cristianismo. Dice obedecer la Biblia y en realidad la pervierte y mutila sus enseñanzas. Es anticristiana, porque además de negar la divinidad de Cristo, niega también las doctrinas básicas del Cristianismo.
Ellos son una especie de malabarismo exegético, porque usan a las palabras o expresiones que no son necesarias para el sentido de la frase, pero que añaden valores expresivos de su interés. Y usan la Biblia para atraer a sus incautos, pero tienen su “biblia particular” de una traducción adaptada a sus propias doctrinas y conceptos, en la cual tuercen la Palabra de Dios.
Su traducción se denomina “La traducción del Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras” que felizmente no tiene el nombre de Biblia, la cual esta arreglada a las doctrinas que predican.
Afirman ser la única iglesia que está en lo cierto, y que todas las demás están erradas y que son obra de Satanás. No son evangélicos como muchos piensan, y el único grupo que tiene una semejanza con ellos, es el de los adventistas, de donde salió Russel, su fundador.
Acostumbrar a andar de dos, y prefieren las casas de los evangélicos, donde se presentan por lo común como’ miembros de una sociedad de estudio de la Biblia’, para iniciar el proselitismo.
Su programa de ‘adoctrinamiento’ comienza con la introducción de su revista ‘Despertad’. Para una segunda visita traen otros libros, y para una a posterior invitación para asistir al ‘Salón del Reino’. Luego vienen las reuniones de trabajo, donde se entrega propaganda y otros folletos, para luego llegar al bautismo de su nueva presa. Su estrategia es confundir al ‘prosélito’ con verdades y mentiras creando en el tal confusión, para luego pretende sacarlo de esa confusión con una a ‘interpretación cierta’
En cambio los creyentes evangélicos se reúnen en la Iglesia para leer y aprender la Biblia que es la Palabra de Dios.
Charles Taze Russell , que con el paso de los años sería el fundador de la "Watchtower" nació en 1852, en Pittsburgh, Estados Unidos, en el seno de una familia presbiteriana.
Trabajó desde los catorce años, dedicándose al comercio junto con su padre. A los diecisiete años, cuando se debatía en medio de serias dudas de fe, se reencontró con la fe en la inspiración divina de las Escrituras a través de un sermón adventista.
A partir de entonces comenzó a estudiar fervorosamente la Biblia, llegando a la conclusión de que la creencia en el infierno no está fundada en el texto bíblico y que el fin del mundo está próximo.
Consecuentemente comenzará a sostener también que los hombres, al interpretar las Escrituras hemos falseado el sentido de la Palabra de Dios.
Inmediatamente comenzó a predicar sus convicciones, consiguiendo a partir de esto reunir algunos discípulos con los que se asoció a un grupo adventista de Rochester dirigido por Nelson Barbour, con quien publicará un libro y una revista. Pero finalmente se separó de Barbour en 1878, consagrándose a partir de ese momento de manera total a la misión de Pastor.
De Barbour, Russell adquirió la convicción (propia del adventismo) de que Cristo ya ha venido por segunda vez en 1874, aunque de modo espiritual o invisible.
En 1879 se casó con Mary Frances Ackley. En 1880 fundó la revista que originalmente se denominó "Zion's Watch Tower", la que a partir de 1939 se llamó "The Watchtower Announcing Jehovah's Kingdom", más conocida entre nosotros en su versión española: "Atalaya"

En 1881 Russell lanzó una serie de folletos que recogían sus enseñanzas, para difundir los cuales se sirvió de algunos voluntarios a los que llamó "pioneros".
El crecimiento y desarrollo de la actividad editorial y de ventas determinó que en 1884 constituyera en sociedad con su padre, la "Zion's Watch Tower Tract Society" incorporada en el estado de Pennsylvania, cuya denominación será a partir de 1896 y hasta el día de hoy "Watch Tower Bible and Tract Society". En 1909 trasladó su central a Brooklyn, fundando una nueva sociedad legal en el estado de Nueva York. En 1914 constituyó en Inglaterra, adonde había llegado en ya 1891, y fundó la asociación internacional de estudiantes de la biblia En ese momento recorrió otros países de Europa, realizando paralelamente congresos, lo que acompañó con la publicación de artículos en algunos periódicos; incluso se dice que él mismo preparó un ‘melodrama’ dé la creación en ese tiempo. En 1888 ya tenía 50 pioneros organizados que trabajaban puerta a puerta y que recibían el nombre de "vendedores ambulantes".

Fundó además dos compañías gestoras o holding: la "United States Investment Company" y la "United Cemeteries Company".
Su matrimonio con Mary Frances Ackley duró 18 años. En 1897 su esposa lo abandonó, solicitando la separación legal en 1903 alegando injurias graves, la cual le fue acordada en abril de 1906, quedando probados durante el proceso reiterados actos de adulterio. En 1908 la señora Russell fue favorecida por el tribunal con una pensión vitalicia, la cual comenzará a cobrar recién en 1909, después de requerir reiteradas intervenciones de la justicia, un embargo, e incluso una orden de captura contra Russell que no llegó a efectivizarse. Fue después de estos sucesos que Russell trasladó el cuartel general de la Sociedad a Brooklyn.
El fundador de los Testigos de Jehová debió afrontar también un proceso por difamación contra el pastor Ross, en el transcurso del cual incurrió repetidamente en perjurio al afirmar saber griego, latín, hebreo, filosofía y teología, afirmaciones de las cuales debió desdecirse en el desarrollo del mismo interrogatorio. También mintió al pretender negar la historia de su divorcio y la pensión vitalicia que debía a su esposa. Llegó incluso a afirmar que había sido ordenado pastor, debiendo confesar lo contrario ante la defensa.

Charles Taze Russell murió el 31 de octubre de 1916, durante uno de sus viajes de conferencias, a los sesenta y cuatro años de edad.
12. Continuando con las averiguaciones para encontrar una legítima y propia traducción ahora incursionamos en esta secta muy peligrosa para demostrarte algunas de sus falsedades y como han distorsionado las Escrituras, con la ayuda de un buen estudio elaborado por el Centro de información sobre sectas, religiones de Méjico.

a) Si lees en la traducción de La Biblia de Reina Valera puedes leer los versos que a continuación te refiero para demostrarte algo relevante acerca de Dios Jehová del AT y Jesús en el NT:
¿Quién decía ser Jesús? ¿Pensaba de la misma manera o sería un error de los apóstoles, o una falsa apreciación?

Bueno en primer lugar, Jesús había dejado que lo adoraren y en Juan 9:35-38 lo explica bien. Pero en Juan 8:24 leemos una declaración tajante de Jesús:
“Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.”
Y yo soy es el nombre que Dios dice ser a moisés durante su llamamiento en Éxodo 3:1 4:
“Yo soy el que Soy”. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros”.
Yo soy se había revelado a moisés y ahora Jesús lo afirmaba en Juan 8:24 que el que no creyera que El era Yo soy en sus pecados moriría.
Y Jesús no solo lo dice aquí sino también en otras oportunidades como:
1. Yo soy el que habla contigo Juan 4:26
2. Yo soy el pan de vida Juan 6:35
3. Yo soy la luz del mundo Juan 7:12
4. Yo soy el que da testimonio Juan8:18
5. Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre entonces conoceréis que yo soy. Juan8:28
6. Yo soy la puerta Juan10:9
7. Yo soy el buen pastor Juan 10:11
8. Yo soy la resurrección y la vida Juan 11:25
9. Yo soy el camino, y la verdad y la vida Juan14:10. Yo soy la vid verdadera Juan 15:1
Y por último la declaración de Jesús en su igualdad con Dios Jehová se lee en el dialogo con Tomas en Juan 14:1-14 pero en el verso 10: “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mi?
Pero anteriormente en Juan 10: 30 Jesús le afirma a los judíos que buscaban destruir a Jesús: Yo y el Padre uno somos.

¿Y sabes cómo traducen los Testigos de Jehová Éxodo 3:14?
Pues ellos lo traducen de esta manera:
Ante esto, Dios le dijo a Moisés: “YO RESULTARE SER LO QUE RESULTARE SER. Y añadió: Esto es lo que has de decir a los hijos de Israel: YO RESULTARE SER me ha enviado a ustedes.”
El glorioso Yo soy esta sustituido por aquel feo y mal sonante, Yo resultare ser.
Además, nadie puede ser capaz de conectar ambos pasajes, y tampoco nadie con la versión del Nuevo Mundo podría descubrir que Jesús es la encarnación del Yo soy que se manifestó a Moisés.

13. Pasajes Claves Alterados

La siguiente es sólo una pequeña muestra de los cientos de pasajes importantes alterados a propósito en la Traducción de los Testigos de Jehová.

Traducción de los Testigos

Biblia Reina Valera
"Ahora bien resultaba que la tierra se
hallaba sin forma y desierta y había
oscuridad sobre la superficie de (la)
profundidad acuosa y la fuerza activa
de Dios se movía de un lado a otro
sobre la superficie de las aguas".
Génesis 1:2

"Y la tierra estaba desordenada y vacía
y las tinieblas estaban sobre la faz del
abismo, y el Espíritu de Dios se movía
sobre la faz de las aguas"
Génesis 1:2

"En (el) principio la Palabra era, y la
Palabra estaba con Dios, y la Palabra
era un dios"
Juan 1:1

"En el principio era el Verbo, y el Verbo
era con Dios, y el Verbo era Dios".
Juan 1:1
"Pero nosotros sabemos que el Hijo de
Dios ha venido, y nos ha dado
capacidad intelectual para que
adquiramos el conocimiento del
verdadero y estamos en unión con el
verdadero por medio de su Hijo
Jesucristo. Este es el Dios verdadero y
vida eterna".
1 Juan 5:20


"Pero sabemos que el Hijo de Dios ha
venido y nos ha dado entendimiento
para conocer al que es verdadero; y
estamos en el verdadero, en su Hijo
Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y
la vida eterna".
1 Juan 5:20
"Pero cuando introduce de nuevo a su
Primogénito en la tierra habitada
dice: "Y que todos los ángeles de Dios
le rindan homenaje".
Hebreos 1:6


"Y otra vez cuando introduce al
primogénito en el mundo dice: Adórenle
todos los ángeles de Dios".
Hebreos 1:6
"Mientras aguardamos la feliz
esperanza y la gloriosa manifestación
del gran Dios y de (l) Salvador
nuestro, Cristo Jesús".
Tito 2:13


"Aguardando la esperanza
bienaventurada y la manifestación
gloriosa de nuestro gran Dios y
Salvador Jesucristo".
Tito 2:13
"A quienes pertenecen los antepasados
y de quienes provino el Cristo según la
carne: Dios, que está sobre todos,
(sea) bendito para siempre. Amén".
Romanos 9:5


"De quienes son los patriarcas, y de los
cuales, vino Cristo, el cual es Dios sobre
todas las cosas, bendito por los siglos.
Amén".
Romanos 9:5

* El subrayado es de los Editores


Análisis Comparativo:


Al comparar la versión de los Testigos con una de las traducciones clásicas al español como es la Biblia Reina Valera versión 1960 que se ha mantenido por cerca de 500 años como la preferida de los eruditos expertos en griego y hebreo, o con cualquier otra versión seria, las alteraciones saltan a la vista.
No se trata de un asunto de estilo literario o sinónimos. Por el contrario, son perversiones de fondo tanto en el significado de los textos originales, como en la manipulación del lenguaje, pues se trata de que la traducción de los Testigos respalde las doctrinas del iniciador de la secta: Carlos T. Russell. Esto se puede comprobar muy fácilmente al mirar la tabla comparativa anterior. Cinco de los textos alterados tienen el objetivo de negar la divinidad de Jesucristo y degradarlo de Creador a simple creación.
Esto demuestra que hay un esfuerzo sistemático para cambiar las Escrituras en aquellas partes en que no se ajusta a las ideas de su fundador. Esto no es obra de la casualidad o un detalle de traducción, máxime cuando es de todos conocidos que una doctrina básica de la secta es precisamente negar la encarnación de Dios en Cristo.

El otro enfoque de la tabla comparativa es Génesis 1:2; en él los Testigos niegan la personalidad del Espíritu Santo reduciéndolo a una fuerza impersonal, activa.
Si añadimos a esto que la Biblia de los Testigos se refiere al Espíritu Santo como "espíritu" (con minúscula), robándole el artículo "el" que se aplica a personas, y que una de las herejías clásicas de los Testigos es negar la enseñanza de que Dios se ha dado a conocer en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. De esta manera comprobamos que sus alteraciones son sistemáticas, dolosas y perversas pues saben que la mayoría de las personas no compararán su Biblia alterada con otras versiones al actuar de buena fe. Mucho menos tienen acceso a copias de los originales en griego o hebreo para verificarla.
Para Russell y los líderes de la sociedad Watch Tower el Espíritu Santo no es Dios, sino "una fuerza". No es alguien sino "algo".
Sin embargo en su propia Biblia se han olvidado de alterar un pasaje que contradice sus ideas. Se trata de 2 Corintios 3:17 que en su versión dice: “Ahora bien, Jehová es el Espíritu;..."

Esto debería ser suficiente prueba para cualquier Testigo de Jehová de que el Espíritu Santo es Dios, y no una "energía"

Olvidos y Cambios Mágicos:


No es extraño que los traductores hayan olvidado cambiar un pasaje; la Escritura consta de más de 31,000 versículos y es una tarea descomunal el alterarla toda de un solo golpe. Lo mismo les sucedió con Hebreos 1:6. Durante un tiempo en su misma traducción del año 1961 decía, hablando de Cristo "que todos los ángeles de Dios le adoren", pero de pronto, como por arte de magia, en la versión 1987 el mismo pasaje aparece diciendo: "Y que todos los ángeles de Dios le rindan homenaje" (Itálicas de los autores).

Claro que hay una gran diferencia entre homenajear a una persona y adorarla, especialmente cuando la palabra griega que están mal traduciendo es proskuneo que por excelencia significa "adoración" en el Nuevo Testamento. La misma se usa en el
pasaje de Juan 4:23 y 24 en donde se explica que el Padre busca adoradores "que le adoren (proskuneo) en espíritu y en verdad". Qué extraño que aplicada a Cristo, sin ninguna explicación se altere y falsee su significado.

Es evidente que para aquellos cuyo fin no es servir a Dios sino meter prosélitos a su secta, todo se vale con tal de aumentar sus ingresos económicos mientras engañan a la gente, pues las Biblias de los Testigos no suelen regalarse. Al contrario, se venden por miles a buen precio, reportando jugosas ganancias económicas a sus directivos de los cuarteles generales en Brooklyn, Nueva York.
14. ¿Traducción Confiable o Fraude Espiritual?

A continuación enumeramos porque la llamada Biblia de los Testigos de Jehová o "Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras" no puede ser considerada una traducción legítima sino más bien un descarado fraude espiritual con fines proselitistas.

1. La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras no fue realizada por ningún académico serio sino por un oscuro "comité" del cual no se proporcionan ni nombres ni curriculum. 1 No hay eruditos reconocidos que se responsabilicen por esta traducción.

2. Ninguno de los miembros del "comité de traductores" era experto en griego o hebreo lo cual es un requisito indispensable para hacer una traducción de los originales a cualquier idioma 2

3. Los Testigos de Jehová declaran que la suya es la única versión confiable de la Biblia y que todas las demás son erróneas. Sin embargo los mismos Testigos utilizaron la traducción inglesa King James, y otras más durante más de ochenta años para enseñar a sus seguidores 3.

4. Las revistas de los Testigos enseñan que la religión Católica Romana es la gran prostituta espiritual de Apocalipsis 17 y 18 y que no puede ser confiable en ningún asunto espiritual,4 pero al mismo tiempo siguen a la Iglesia Católica al basar parte de su traducción de la Biblia en las versiones de dos sacerdotes jesuitas. 5

5. La organización de los Testigos de Jehová tiene una larga historia de engaños y falsedades para intentar atraer prosélitos. No solo su fundador Carlos T. Russell fue condenado judicialmente por engañar a la gente con la venta de un supuesto "trigo milagroso."6 Sino que además esta organización ha hecho por lo menos 10 predicciones acerca del fin del mundo en un período que va de 1889 a 1975. Obviamente ninguna de las predicciones se cumplió y jamás hubo una disculpa pública por los engaños.


Una Organización Deshonesta:


Una organización con estos antecedentes y que además nunca ha tenido la decencia de pedir una disculpa pública a la sociedad, y ni siquiera a sus propios adeptos, difícilmente se puede considerar capacitada éticamente para producir una traducción confiable de la Biblia. La Sociedad Watch Tower carece totalmente de la autoridad moral necesaria para una tarea tan delicada y de hecho queda descalificada por las palabras del mismo Señor Jesucristo que dijo en Mateo 7:18:

"No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos".

El significado es claro: Así como no podemos esperar que un árbol malo produzca un fruto bueno, es ilógico pensar que una organización deshonesta y corrupta produzca una traducción veraz y objetiva de la Biblia.


Conclusión

En base a todo lo anterior podemos concluir con confianza que cualquier persona que posea un ejemplar de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras o Biblia de los Testigos de Jehová no tiene en sus manos una traducción confiable de la Palabra de Dios. Lo que estará leyendo no será lo que Dios habló por medio de sus Apóstoles y Profetas sino una manipulación engañosa diseñada por una secta deshonesta con el fin, no de ayudarle espiritualmente, sino para traerlo a los pies de esta nueva religión americana, por medio de doctrinas heréticas disfrazadas.

Lo mejor que puede hacer una persona que se encuentre en esta situación es deshacerse de la Biblia de los Testigos y apartarse de la influencia de esta organización. Al mismo tiempo puede adquirir una traducción confiable de las Sagradas Escrituras como la versión Reina Valera 1960 o alguna otra que sea reconocida, a nivel mundial por su apego a los originales.

Puntos para recordar.

• La Biblia de los Testigos es una traducción relativamente nueva que está alterada a propósito.

• Suele tener una presentación atractiva.

• Aunque no dice ser de los Testigos puede ser reconocida fácilmente por estas características:

• Su título, que es: "Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras".

• En la hoja de datos dice Sociedad Watch Tower o Watch Tower Bible and Tract Society,
Brooklyn, New York.

• La venden y distribuyen Testigos de Jehová o simpatizantes de su organización.

• No es la palabra de Dios sino una perversión de la misma, convertida en un instrumento sectario
para adoctrinarle a usted en los principios de la organización y ganar prosélitos.

.



Centro de Investigaciones del Instituto Cristiano de México.


NOTAS:

Watch Tower Bible and Tract Society, Traducción del Nuevo Mundo de las
Santas Escrituras. Brooklyn, New York. 1987, Pág. 5.
Nelson, Don. That Hideous Strength: The Watch Tower Society. Publicado por
Christian Research. Institute Newsletter. San Juan Capistrano, California.
Volumen IV, Núm. 2, Marzo/Abril, 1991. Págs. 1 y 2.
The Kingdon Interlineal Translation Of The Greek Scriptures. Watch Tower Bible
and Tract Society, Inc. Brooklyn, New York. 1985. Págs. 7-12.
Revista La Atalaya. "Un Misterio: ¿Quién es Babilonia la Grande?" Abril de 1989.
Grupo Editorial. Ultramar S.A. de C.V., México, D.F.
Además del texto de Westcott y Hort de 1881, se utiliza la versión del sacerdote
Jesuita Español José María Bover (1943) y la del Padre Agustinus Merck,
provincial Jesuita tal como la publicó en Roma, Italia en 1948. Estos datos vienen
en las páginas 8 y 9 de la Traducción Interlineal del Reino de las Escrituras
Griegas al idioma inglés y se pueden encontrar en la edición de 1985, publicada
por la Watch Tower.
Martin, Walter. Los Testigos de Jehová. Editorial Betania. Minneapolis, U.S.A.
Edición de 1987. Pág. 12 y 13.
"¿Cien Años de Dirección Divina?", Artículo, Instituto Cristiano de
Investigaciones. San Juan Capistrano, California. U.S.A., Traducción al Español.


CIICM © Todos los Derechos Reservados. Apartado Postal 136, Boulevares, Edo. de
México. C.P. 53141.
Centro de información sobre sectas, religiones





Con afecto,


Rubén Marzo 2012 Visita mi blog:
remembransasycuentos.blogspot.
Publicado 30th March 2012 por Ruben Vernal
El Gran Mandamiento por Ruben Vernal Llevarte la palabra de Dios a tu corazon, como dice la Biblia

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Aug
8
Visión para Vivir 13


El poder de un nombre
“Yo y el Padre uno somos” Juan 10:30



Visión para Vivir 13
Charles R. Swindoll y Carlos A. Zazueta
Resucitando la Escritura:
El descubrimiento de los rollos del Mar Muerto
Nuestro guía señaló un área rocosa en una colina distante.
"Esta caminata definitivamente es opcional", nos previno, "pero vale la pena".
Algunos de nosotros, sintiéndonos valientes, le seguimos pero debo admitir que por primera vez en mi vida, deseé haber tenido cuatro piernas. Ese medio kilómetro entre el autobús y las colinas se convirtió en una de las caminatas más difíciles que he realizado en Israel. El camino estaba lleno de piedras sueltas, grandes, calientes y puntiagudas. Cada paso lo daba con mucho cuidado y eso no me permitía disfrutar el paisaje. Nuestro guía caminaba sin ningún problema y se detuvo a la mitad de la colina, cerca de una grieta en las rocas que había señalado antes. Volteó su vista hacia nosotros, cruzó sus brazos y nos esperó. Pasaron varios minutos antes que llegara donde él estaba pero finalmente lo hice.
"Aquí está", nos dijo radiante.
Yo, que todavía seguía jadeando, entré a una cueva que no era más grande que un cuarto de huéspedes pero con un gran significado. El contraste entre la crudeza de la cueva y su profundidad en la historia sigue impresionándome hasta la fecha.
En 1947, el mismo año cuando las Naciones Unidas votaron para establecer un estado judío en Palestina, un pastor beduino lanzó una piedra a esta cueva, supuestamente buscando una oveja perdida. Cómo o por qué una oveja vagaría por aquí no tiene sentido. Nuestro guía nos dijo que era más probable que el chico beduino era un ladrón que fabricó toda la historia para legitimar su descubrimiento. Sin embargo, lo que encontró en esa cueva se convirtió en un factor importante de la historia bíblica. . . o más bien dicho la confirmó.
Me di vuelta y miré fuera de la cueva al Mar Muerto. Esta área llamada Qumran, al sur de donde Jesús fue bautizado era el lugar donde una pequeña comunidad hacía copias de las escrituras y otros textos en el primer siglo. Ellos sellaron esos rollos en vasijas de barro y los escondieron en unas cuevas, cerca de las orillas del Mar Muerto. Por esa razón esos rollos tan famosos reciben este nombre.
Yo me encontraba en la "Cueva 1", la cual se le llama así porque fue la primera que encontraron.
El significado de los rollos
Antes del descubrimiento de los rollos del Mar Muerto, las copias más antiguas de la Biblia eran del siglo 10 d.C. Hasta ese momento, los eruditos no tenían manuscritos hebreos anteriores a ese siglo. Sin embargo, los manuscritos encontrados en Qumran fueron escritos entre el siglo 3 a.C. y el año 70 d.C. En esos rollos se incluían copias de todos los libros del Antiguo Testamento, excepto Ester. En otras palabras, este descubrimiento retrocedió nuestra comprensión del texto de la Biblia hebrea ¡como por unos mil años! Al compararse los rollos bíblicos con el texto masorético hebreo, se ha podido demostrar la precisión tan notable en la reproducción de las Escrituras. En otras palabras, el Antiguo Testamento hebreo que leemos en la actualidad es el mismo que Jesús leyó.
Once cuevas en Qumran han producido literalmente miles de fragmentos y cientos de rollos de varias obras literarias. Gracias a esos escritos extrabíblicos podemos comprender mejor la cultura en la cual Jesús vivía, incluyendo sus costumbres, tradiciones, teología y conceptos del Mesías. Ambos, los escritos bíblicos y extrabíblicos encontrados en las cuevas de Qumran desde 1947, continúan proveyéndoles a los historiadores aspectos coloridos de lo que antes era una escena gris en la vida religiosa del siglo primero.

A la luz de la Palabra de Dios
En Jerusalén actualmente se encuentra el Mausoleo del Libro, un museo donde podemos hallar muchos de los rollos del Mar Muerto. El gran techo blanco del mausoleo tiene la misma forma que la tapa de una de las vasijas de barro en la cual se encontraban los rollos. A un lado también se encuentra un muro negro de granito. Esos colores representan los "hijos de la luz" y “los hijos de las tinieblas" para simbolizar un principio: la Palabra de Dios representa la diferencia entre la luz y las tinieblas (ver Salmos 119:105; 2 Pedro 1:19).
Jesús dijo que se necesita más que tener la Palabra de Dios para caminar en la luz. Se necesita creer y obedecer Su Palabra aun cuando en los momentos más oscuros sintamos la tentación de dudar. Y esos momentos vendrán.
En un libro publicado antes de ese descubrimiento, Frederic G Kenyon desesperadamente escribió:
“Ciertamente no hay probabilidad de alguna vez encontrar manuscritos del texto hebreo que sean de un periodo anterior a la formación del texto que conocemos como el texto masorético. Sólo podemos obtener una idea de ello estudiando las traducciones más antiguas que tenemos”.
Solo ocho años después, sin embargo, se descubrieron los rollos del Mar Muerto.
¿No es así como también nosotros vemos la vida muchas veces? Todo parece sin esperanza, y súbitamente Dios aparece. Cualquiera de nosotros pudo haber escrito algo similar a las palabras de Kenyon en lo que respecta a cualquier situación. Las condiciones con frecuencia parecerán desesperantes. Cuando los resultados y las actitudes no parecen cambiar, la exigencia parece hacer dudar de la Palabra de Dios.
Dios puede verificar la confiabilidad de la Escritura y ofrecer esperanza utilizando diversos medios, ya sea resucitando manuscritos antiguos de las cuevas de Qumran. . . o resucitando a Su Hijo de aquella cueva que fue Su tumba.
Señales que su Marido Puede Estar Involucrado con la Pornografía de la Internet
1. Dinero perdido o cobros inexplicables en sus cuentas. Cobros telefónicos de números 1-900 (en E USA y cobros de la tarjeta de crédito para sitios de la Internet.
2. Mentiras y engaño. Ausencias inexplicables y excusas extrañas que parecen mentirosas. Clandestinidad.
3. Tiempo "a solas" con la computadora. Archivos de historia borrados después de largos períodos en la Internet.
4. Manipulación y pensamientos en si mismo. Problemas graves justificados como la culpa de otro. Defensivo cuando confrontado.
5. Obsesión sexual demostrado por su absorción en la Internet o las películas. Demandas sexuales en la casa, especialmente conductas que pueden ser incómodas para usted.
6. Distancia emocional. Falta de intimidad en su relación.


Sobrepasando Barreras para Sentirse Perdonado
Introducción
El ministro puritano Richard Baxter advirtió acerca del efecto emocional de cargar culpabilidad innecesaria: “Ese pesar, aun por el pecado, puede ser demasiado. Ese pesar demasiado se lo tragó.”¹ En su maravilloso inglés antiguo, el reverendo Baxter capturó los sentimientos de las personas que no han experimentado el perdón. Pesadumbre sobre pecados pasados los lleva a una tristeza profunda. La culpabilidad se los traga, y ellos se sienten como si se estuvieran ahogando.
Como creyentes, muchos de nosotros comprendemos intelectualmente lo que significa ser perdonados. Sabemos que la muerte de Cristo hace expiación por nuestros pecados. Poniendo nuestra fe en Él, somos salvos a una relación eternal con nuestro Señor que nunca cambia. Aunque todavía podemos pecar después de volvernos cristianos, sabemos que cuando vamos al Señor con un corazón arrepentido, confesándole nuestro pecado, Él nos lava de nuestro pecado. La primera carta de Juan nos dice que cuando confesamos nuestro pecado, Dios “es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Pero algunas veces las personas descubren que no pueden encontrar ese sentido de reconciliación con Dios. No importa cuantas veces confiesan y después de hacer todo lo que pueden por reparar el daño de su pecado, todavía se sienten que no pueden ser perdonados. Puede parecer que sus pecados, tales cosas como el divorcio, el aborto, el adulterio, van más allá del perdón de Dios. Ellos continúan cargando el peso de su culpabilidad con ellos día tras día, agobiados por un sentido de distancia permanente en su relación con el Señor. Quizás las aguas de la culpabilidad han pasado sobre usted, y usted siente que se está hundiendo en pesar y remordimiento. ¿Qué puede estar previniéndole que se mueva más allá de su pasado y se sienta perdonado?
Yo he observado cinco maneras de pensar erróneas que son comunes entre aquellos que batallan con pecados pasados. Atravesar esa “barreras” de pensamiento es el primer paso en el camino a sentirse perdonado. . . y libre.
Barrera #1: “Lo que yo he hecho es demasiado malo. Yo sé que Dios perdona, pero yo no puedo ser perdonado por esto.”
Esta barrera atrapa a muchos creyentes sinceros porque da una apariencia muy fuerte de tristeza sobre el pecado. Se siente como una respuesta justa; no queremos menospreciar la gravedad de nuestro pecado.
Sin embargo, una mirada sincera a la frase anterior nos muestra que en realidad no es humilde ni es cierta. De hecho, implica que la muerte de Cristo no fue suficiente para pagar por todo pecado. Es como si estuviéramos diciendo, “Quizás su expiación cubre los pecados del resto del mundo. Pero la muerte de Jesús no puede cubrir esto.” Hemos hecho que nuestro pecado en particular sea singularmente malo y que el pago de Jesús sea inadecuado.
¡Qué lejos está eso de la verdad! Si nuestro pecado es una excepción al perdón de Dios, entonces las Escrituras mienten porque declaran que “Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo”, (Romanos 10:13). ¡Sin excepción!
La verdad es que nuestro pecado no es peor (ni mejor) que los del resto de la humanidad. Todo pecado es maldad a los ojos del Señor. Pero la muerte de Cristo es suficiente (vea Col. 1:20-21, Heb. 7:24-25). Es más que suficiente, muchas, muchas veces más, para cubrir todo lo malo que jamás hemos hecho y que podamos hacer. Ningún pecado está por encima del perdón de Dios.
Barrera #2: “Yo necesito castigarme a mí mismo por mis pecados para poder ser perdonado.”
Tenemos un deseo natural de pagar por nuestros pecados. Lógicamente, comprendemos que las malas acciones merecen un castigo, y podemos sentir una rara satisfacción en ser castigados (¡o castigarnos nosotros mismos!) por nuestros pecados. Nuestro sentido de culpabilidad y de rechazo se vuelve la penitencia por nuestros pecados para ganar el favor de Dios de nuevo.
Es cierto que nuestros pecados merecen un castigo terrible, el cual Cristo sufrió por nosotros. No es cierto que debemos añadir nuestro propio castigo al de Cristo. El dolor personal no añade valor de expiación al sacrificio de Cristo. Nuestro perdón vino a un costo muy alto para nuestro Señor, y este costo es más que suficiente para pagar por lo que hemos hecho. Aunque debemos hacer reparación cuando le hemos hecho daño a otra persona, no debemos torturarnos continuamente cuando el Señor ya nos ha perdonado. Jesús ha pagado nuestro castigo. No podemos añadir al sacrificio de Cristo por nuestros pecados.
Barrera #3: “Yo sé que Dios me ha perdonado, pero eso no importa. Yo no me puedo perdonar a mí mismo.”
De nuevo, esta parece ser una respuesta muy justa. Parece frívolo aceptar sencillamente el perdón de Dios y “descartar” nuestro pecado. Intelectualmente, podemos saber que la muerte de Cristo es suficiente para pagar por nuestros pecados, pero eso no importa. Sabemos qué tan equivocados estábamos; demasiado equivocados para salir del aprieto tan fácilmente.
Pero cuando observamos detenidamente esta barrera de pensamiento, nos damos cuenta que esta respuesta no es justa. Al contrario. Al decir que no nos podemos perdonar a nosotros mismos, elevamos nuestro juicio por encima del juicio del Señor. Pensamos que sabemos mejor que Él; Él pudiera perdonar rápidamente, pero nosotros no somos tan sencillos. Pero ¿qué derecho tenemos de retener algo que Dios ha liberado? ¿Pensamos que Él no sabe todos los detalles sucios de cada pecado? ¿Somos más sabios que Él? Si Él lo ha olvidado, ¿por qué pensaríamos que es más honorable retenerlo?
Desde este punto de vista, la locura de esta barrera es mucho más clara. Las Escrituras nunca nos dicen que nos perdonemos a nosotros mismos. Cuando tratamos de “perdonarnos” a nosotros mismos, estamos tratando de hacer lo imposible. El perdón asume que un partícipe inocente ha sido agraviado, y es la labor de la persona que ha sido agraviada perdonar. El partícipe ofensor es el que recibe el perdón.
Nosotros somos los ofensores; Dios es el que ha sido agraviado, ya que el pecado es rebelión contra Él. Al concentrarnos en perdonarnos a nosotros mismos, hemos quitado el enfoque de Dios y lo hemos puesto en nosotros, ¡haciéndolo doblemente difícil de soltar nuestro pecado!. Él nos ha perdonado. Debemos sencillamente recibir ese perdón y descansar en eso. Esto significa liberar esos pecados que queremos retener, rehusando visitarlos de nuevo en nuestras mentes, y permitiendo que la verdad de nuestro perdón nos cubra con Su paz. La absolución del Señor es mucho más poderosa que la absolución de nosotros mismos.
Barrera #4: “Como aún estoy sufriendo los efectos de mi pecado, Dios no me debe haber perdonado todavía.”
Es difícil confundir las consecuencias naturales con el castigo de Dios, sin embargo, son diferentes. Si usted salta de un lugar elevado, se puede torcer un tobillo. Dios no causó que su tobillo se torciera para castigarlo. La gravedad lo llevó a tierra (¡y rápidamente!). Su dolor es sencillamente una consecuencia de su acción.
De la misma manera, los pecados por los cuales hemos sido perdonados hace tiempo pueden aún tener consecuencias en nuestras vidas. Puede ser difícil llevarnos bien con una ex esposa. Podemos entristecernos cuando llegue la fecha en que un bebé que fue abortado debería haber nacido. Podemos sufrir heridas del accidente que ocurrió cuando estábamos bebiendo. Pero ninguno de esos problemas representan el castigo de Dios. De acuerdo a Romanos 5:9-10, Dios nos salva de su ira:
Habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida.
Nuestro castigo ha sido pagado en Cristo. Como creyentes, somos perdonados de nuestras acciones y preciados por el Señor, aun cuando las consecuencias de esas acciones permanezcan en nuestras vidas.
Barrera #5: “Dios ha permitido demasiado sufrimiento en mi vida; Yo no puedo perdonar a Dios por lo que él ha hecho.”
La persona batallando con esta última barrera normalmente ha sufrido muchísimo.. El dolor de las pérdidas en la vida puede sentirse abrumador, y la respuesta instintiva puede ser arremeter contra el Dios Soberano por no detenerlo.
Pero cuando estamos enojados con el Señor, nos separamos de Aquel que verdaderamente puede sanar nuestras heridas. El salmista ha dicho, “Nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place” (Salmo 115:3). El Señor tiene el derecho de permitir dificultades en nuestras vidas. En su sabiduría Él ha elegido esperar antes de eliminar todo el dolor de la tierra. Como resultado todavía sufrimos de las consecuencias de vivir en un mundo caído, de los pecados de otros, y de nuestro propio pecado. Sabemos que al final la justicia de Dios prevalecerá. Mientras tanto, podemos experimentar sufrimiento.
Algunos consejeros bien intencionados pudieran decir que usted necesita “perdonar a Dios” por las cosas que usted ha sufrido. Sin embargo, nunca en las Escrituras se nos pide perdonar a Dios. Dios no nos ha hecho ningún mal. En última instancia, Dios es el único partícipe verdaderamente agraviado, y Él es el único que es realmente inocente. Somos nosotros los que hemos pecado contra Él. En su gracia, Él ha elegido pagar el castigo por nuestros pecados por sí mismo y salvarnos. Si usted está guardando enojo contra el Señor, permita que Su gracia derrita su amargura. Solamente sometiéndose a Él encontrará paz.
Así que, ¿qué hacemos con la culpabilidad?
Después que sobrepasamos estas barreras de pensamiento, el siguiente paso es comprender la culpabilidad desde la perspectiva de Dios. ¿Qué se supone que ocurre cuando pecamos?
Cuando hacemos algo malo, ¡nos debemos sentir mal! Ese es el propósito de la conciencia que Dios nos da. Pero las Escrituras hablan de dos clases de culpabilidad o tristeza sobre el pecado, una que debemos perseguir, y una que debemos evitar.
Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte. (2 Cor. 7:10)
Tristeza conforme a la voluntad de Dios y tristeza del mundo. La primera nos lleva a la vida, pero la segunda nos empuja a una tumba espiritual. La tristeza del mundo solamente se lamenta de haber sido atrapada o llora por lo que se ha perdido. Nunca se aflige por el daño cometido. La tristeza conforme a la voluntad de Dios produce resultados diferentes. Cuando experimentamos tristeza conforme a la voluntad de Dios, estamos profundamente afligidos por el daño que cometimos. Deseamos pedir perdón, reparar el daño, hacer reparación por el mal que hemos hecho; no sencillamente para protegernos del dolor o ganar de nuevo lo que no queríamos perder. En pocas palabras, nos arrepentimos.
El arrepentimiento es apartarse del pecado y regresar a Dios. La verdadera culpabilidad nos pone de pie y nos motiva a hacer lo correcto. Pero note la parte central del pasaje anterior, porque es fácil de pasar por alto. “La tristeza que es conforme a la voluntad de Dios. . . sin dejar pesar.” No debemos ser como un disco rayado, regresándonos a un pecado pasado una y otra vez, sino que debemos movernos adelante con el Señor. Imagínese si Pablo hubiera revivido constantemente su terrible pasado: ¡Él perseguía y aprisionaba a los cristianos! Si él se hubiera aferrado a sus pecados, seguramente no hubiera sido el ministro poderoso que encontramos en las Escrituras.(vea 1 Tim. 1:12-16).
Hay descanso en dar la vuelta y arrepentirse.
En nuestra batalla a través de las heridas y los dolores de la vida, debemos aferrarnos con todo nuestro corazón a las enseñanzas de las Escrituras respecto al perdón. El verdadero perdón está disponible para todas las personas; un perdón que satisface nuestra ansiedad más profunda de ser limpio por dentro y por fuera. A través de Cristo, todos nuestros pecados han sido pagados. El plan de Dios es que nuestra tristeza, o culpabilidad, acerca de nuestro pecado regrese nuestro corazón a Él. Él desea que nos apartemos de ese pecado, pidamos perdón, tanto a Él como a aquellos que hemos herido, hacer reparación cuando sea posible, y entonces seguir adelante con Él. Necesitamos soltar ese pecado, sin dejar remordimiento mientras continuamos adelante con nuestro Señor.
El camino de la paz es fácil de encontrar. Como el profeta Isaías exhorta a Israel,
En arrepentimiento y en reposo seréis salvos;
en quietud y confianza está vuestro poder. (Isaías 30:15a)
Encuentre usted hoy la fortaleza y la paz del Señor a través de la realidad al igual que de la experiencia de Su perdón.
Puntos de aplicación
1. Vaya ante el Señor diariamente en oración. Pídale que le revele cualquier pecado que necesita ser confesado. Entonces pídale a Él perdón. Trate de no mantener cuentas pendientes con el Señor.


Te Amo
Hay algo especial en el mes de febrero. Se trata del día de los enamorados, con sus corazones y flores. Un fresco y necesario recordatorio de que existe un vacío en forma de corazón en el pecho del ser humano, que sólo las dos palabras más maravillosas del español pueden llenar.
“Nosotros le amamos a Él,” nos recuerda Juan, “porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19). De hecho, durante la última cena, “habiendo Jesús amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1). En otras palabras, los amó “al máximo; procuró el mayor bien para ellos.” Eso es asombroso, ¿verdad?
En aquel salón iluminado por las antorchas, Jesús se hallaba reclinado a la mesa con sus discípulos, que no se habían lavado antes de cenar (lavado los pies, es decir). Nótese que, sin anunciarlo, Jesús se levantó, se puso una toalla a la cintura, preparó agua, y empezó a lavarles los pies a los discípulos. ¿Sabe de qué habían estado hablando justo antes de oír que se vaciaba el agua? ¿Cuál de ellos sería el mayor en el reino? ¿Qué le parece eso para hombres que habían pasado los últimos tres años andando junto al Salvador? Con las fuertes palabras de sus espíritus competitivos aún en sus labios, vieron a Jesús preparar agua, arrodillarse y emprender la humilde tarea de un siervo.
“¿Saben lo que he hecho con ustedes?” les preguntó Jesús. Silencio. “Les he puesto el ejemplo. Así como yo les he lavado los pies, así también ustedes deben lavarse los pies unos a otros” (en lugar de ponerse a pelear sobre quién será el mayor). Luego vino la flecha directa: “Un mandamiento nuevo les doy” (Juan 13:34). ¿Un nuevo mandamiento, Jesús? Todos sabían el viejo mandamiento: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deuteronomio 6:5). Pero Jesús les dio un nuevo mandamiento: “Ámense los unos a los otros, así como yo los he amado.” ¿Cómo les había amado Jesús? Juan lo dice de la mejor manera cuando más tarde repite el mandamiento de Jesús: “no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3:18).
¿Está listo para una sugerencia práctica? Dígale a su esposa e hijos: “Te amo.” No le diga simplemente, “Ah, de paso, te quiero.” Hay una diferencia. Si no está casado, o si no tiene hijos, llame a algún amigo íntimo y dígale esas dos palabras poderosas con sinceridad. Usted se asombrará por los efectos que estas dos palabras sencillas ejercerán.
El apóstol Pedro lo dijo de esta manera: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1 Pedro 1:22, énfasis añadido). ¿Por qué Pedro les dice a los creyentes que ya se aman unos a otros que se amen unos a otros? Debido a que a una clase de amor, debemos añadir otra.
El primer “amor” viene de un término griego que habla de un sentimiento agradable hacia otra persona. Es la palabra filadelfia, o sea un amor fraternal. Es el amor que nos impulsa a almorzar con alguien. Es el amor que nos lleva a conversar con el vecino junto a la cerca. Es el amor basado enteramente en el sentimiento agradable de estar con alguien. Y todo eso está perfectamente bien; pero en sí mismo, es como estar parado en una pierna. No dura mucho.
Un amor que se basa sólo en sentimientos puede rápidamente convertirse en egoísmo y amor condicional cuando el placer se acaba. Es voluble. De hecho, yo diría que la vasta mayoría de relaciones personales, tanto de creyentes como de no creyentes, se centra en esta clase de amor, por esa razón la gente alega que “se enamora y que después deja de querer.” Los sentimientos cambian. Éstos nunca han tenido el propósito de ser la base de relaciones personales profundas, duraderas.
Así que Pedro escribe que al amor filadelfia debemos añadir otra clase de amor: agapao (que es el verbo del sustantivo griego agape). Este amor halla sus raíces, no en cómo sentimos hacia otra persona, sino en el valor genuino de esa otra persona. En tanto que filadelfia empieza y termina con los sentimientos, agapao empieza y termina con la voluntad. Dicho en palabras sencillas, Dios nos ordena que vayamos más allá de sentir amor unos por otros a mostrarnos amor unos a otros.
Con este amor, ninguna dificultad puede separarnos. Ninguna prueba puede aplastarnos. Ningún desastre puede poner fin a nuestra familia. El amor no se acaba porque haya una crisis financiera. El amor sacrificial, desprendido, es el pegamento que mantiene unidas las vidas. Nos hace continuar perdonándonos unos a otros los fracasos y tolerándonos unos a otros las torpezas. Nos hace quedarnos cuando nos dan ganas de abandonarlo todo.
Esta clase de amor va más allá de una docena de rosas rojas. Quiere decir mucho más que los versos sentimentalistas de una tarjeta de saludo. Para algunos de nosotros, tal vez quiera decir cambiar nuestros horarios; o archivar en un anaquel un pasatiempo por unos pocos años, o tal vez cambiar de empleo, o, por lo menos, cambiar de actitud.
Te amo. . . . No hay palabras más poderosas. Pero cuando el amor va más allá de nuestros sentimientos a nuestra voluntad, el amor se vuelve sobrenatural. Se vuelve como el amor de Dios en Cristo, que nos mostró el pleno alcance de su amor.

Tiempo con Dios
Mis padres me inculcaron la importancia de un “tiempo de quietud.” Para sorpresa de muchos, el concepto no lo originó el finado Dawson Trotman, fundador de Los Navegantes, sino el Señor mismo.
Las Sagradas Escrituras están repletas de referencias al valor de esperar al Señor y pasar tiempo con él. Cuando lo hacemos, la basura que hemos recogido durante las horas apuradas, atareadas del día, se filtran, de manera parecida al cieno que se asienta cuando el río se hace más ancho. Con la basura fuera del camino, podemos ver las cosas más claramente y entender los acicates de Dios con mayor sensibilidad.
David con frecuencia subrayó los beneficios de pasar tiempo a solas. Estoy seguro de que él se familiarizó con esta disciplina al apacentar las ovejas de su padre. Más tarde, durante los años tumultuosos cuando el rey Saúl estaba al borde de la locura y lo perseguía por envidia, David halló que su tiempo con Dios no sólo era un refugio necesario sino también su medio de sobrevivir.
Cuando escribió: “Aguarda a Jehová; /Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; /Sí, espera a Jehová” (Salmo 27:14), conocía de manera íntima lo que quería decir. Cuando admitió: “Pacientemente esperé a Jehová, /Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor” (40:1), no lo dijo partiendo de una teoría nada realista. El hombre sufría, con gran aflicción. Y cuando escribió: “Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; /He confiado asimismo en Jehová sin titubear. /Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; /Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón” (26:1-2), no estaba simplemente esgrimiendo unos cuantos pensamientos emocionales para dejar boquiabierto al lector. Esas palabras brotaban de lo más profundo de su alma afligida, como el rompiente de agua salada estalla cuando una ola se estrella contra la roca.
¿Tiempo con Dios? ¿Quién experimentó más su valor que Job después de perderlo todo? En adoración escribió:
“Desnudo salí del vientre de mi madre,
y desnudo volveré allá. Jehová dio,
y Jehová quitó;
sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21).
Y su confianza tranquila no se agotó; el hombre continuó buscando la comunión con su Dios. ¿Recuerda su confesión? Lo que la destaca más es que él la dijo mientras lo rodeaban los que lo acusaban:
“Mas él conoce mi camino;
Me probará, y saldré como oro.
Mis pies han seguido sus pisadas;
Guardé su camino, y no me aparté.
Del mandamiento de sus labios nunca me separé;
Guardé las palabras de su boca más que mi comida” (23:10–12).
¡Eso es! Eso es exactamente lo que ocurre cuando nos salimos del carril de alta velocidad y mantenemos nuestra cita con el que nos hizo. Sus palabras adquieren mayor significado que una buena comida. ¡Y qué grandiosos pensamientos tiene Él para nosotros, qué nociones, qué consuelo, qué seguridad!
La mejor parte de todo es que esas divinas irrupciones vienen de manera muy inesperada. Aunque usted y yo tal vez nos hayamos reunido a solas con Dios mañana tras mañana, de repente sucede que un día, como ningún otro, Él nos revela su plan . . . y nos deja sorprendidos.
Le sucedió a Moisés. A solas con su rebaño de Jetro, en algún lugar del desierto, tal vez después de que el ulular de los vientos nocturnos del desierto se habían calmado y los candentes rayos del sol de Sinaí empezaban a dejarse ver por encima de los impresionantes riscos de Horeb, Dios le habló desde un matorral que ardía de manera extraña.
Y, ¿qué fue lo que Dios le dijo? ¿Qué fue lo que oyó este pastor de ochenta años de edad, ya de bajada? “¡Dirige el éxodo!”
¿Quién jamás hubiera imaginado que un amanecer de otra manera ordinario hallaría al viejo batallando con la incredulidad? Menos que nadie, Moisés.
Entiendan que esos momentos fenomenales son la excepción, y no la regla. Si Dios nos hablara de esa manera todos los días, zarzas ardientes serían tan comunes como los semáforos o teléfonos que timbran. La verdad es que nunca jamás en toda la historia del mundo se ha vuelto a oír la voz de Dios desde una zarza que se negaba a consumirse por las llamas. Como ven, Dios siempre se dedica a hacer obras originales, y no a duplicar grabaciones.
Pero jamás lo dude: Él todavía anhela hablarles a corazones que esperan. . . corazones que saben quedarse quietos ante Él.

Un Árbol que Da Sombra
Poco antes de su muerte el poeta inglés Samuel Taylor Coleridge escribió Youth and Age [Juventud y Vejez] en donde reflexiona sobre su pasado y la fuerza de años pasados.
Para mí, la línea más conmovedora en esta pintoresca obra es la declaración: “La amistad es un árbol que da sombra. . . .”.
¡Cuán cierto . . . cuán terriblemente cierto! Cuando los rayos candentes del sol de la adversidad penetran ardiendo en nuestros días, no hay nada como un árbol que da sombra, un verdadero amigo, que nos da alivio bajo su sombra fresca. Su tronco masivo de comprensión da seguridad mientras que su espeso follaje de amor nos limpia la cara y nos seca la frente. ¡Bajo sus ramas más de un alma desalentada ha hallado descanso!
Permítanme nombrar unos pocos. Elías estaba listo para darse por vencido. Deprimido y amenazado, devolvió su placa de profeta y redactó su renuncia. Dios rehusó aceptarlas. Le dio descanso, buena comida y un “árbol” llamado Eliseo que “le servía” (1 Reyes 19:19-21). Usando la analogía de Coleridge, Elías descansó bajo el “árbol que daba sombra” llamado Eliseo.
Pablo tuvo una experiencia similar. De hecho, los árboles en su vida le sostuvieron significativamente. Hubo un Bernabé que estuvo a su lado cuando todos los demás le huían (Hechos 9:26-27; 11:25-26). Allí estuvo Silas, su compañero de viaje en muchos kilómetros de otra manera solitarios (15:40-41). Cuando se añade el doctor Lucas, y Timoteo, y Onesíforo, y Epafrodito, y Aquila y Priscila, se halla un verdadero bosque de árboles de refugio. Incluso Jesús disfrutó de la compañía de Lázaro, Marta y María. Incluso Él recibió refrigerio bajo estas ramas de refugio en Betania (Juan 11:5).
Pero de todos los árboles que Dios puso junto a sus siervos escogidos, un roble humano se yergue como el más grande, a mi juicio. David se hallaba perseguido y acosado por Saúl enloquecido. Entre Saúl y David, sin embargo, estuvo un árbol de sombra llamado Jonatán. Leal y confiable, Jonatán le aseguró a David: “Lo que deseare tu alma, haré por ti“(1 Samuel 20:4). Sin límites, ni condiciones, ni regateos, ni reservas. Lo mejor de todo, cuando las cosas llegaron a su peor punto, él “vino a David . . . y fortaleció su mano en Dios” (23:16). ¿Por qué? Porque estaba comprometido a los principios básicos de la amistad. Porque le amaba como se amaba a sí mismo (18:1). Fue la clase de amor que hace que los hombres pongan su vida por sus amigos, como Jesús lo dijo (Juan 15:13). No existe mayor amor en este globo.
¿Debajo de las ramas de quién halla usted refrigerio, querido lector? O, me atrevería a preguntar, ¿quién descansa bajo las suyas? Ocasionalmente encuentro a un alma independiente que rehúye de la idea de que necesita tal refugio, pensando que los árboles son para los inmaduros, los nenes espirituales, porque no han aprendido a confiar sólo en el Señor. Es esa la persona que más compadezco, porque sus contactos horizontales son invariablemente superficiales. Lo peor de todo, sus años finales en la tierra los pasará en el punto más solitario imaginable: un desierto candente, y sin árboles.
Así que, entonces, ocupémonos en la tarea de regar, y podar, y cultivar nuestros árboles, ¿lo haremos? ¿Sería más preciso si añadiera sembrar unos pocos? Esperar que crezcan lleva tiempo, como sabe, y a lo mejor usted en realidad necesitará unos pocos cuando el calor suba y los vientos empiecen a soplar.

Un Equipo de Trabajo Genuino
Soy un gran admirador del presidente Abraham Lincoln y por eso he leído varias biografías acerca de él. Una de las mejores que he leído se titula Team of Rivals (Equipo de rivales). Es un volumen que muestra una de sus acciones políticas más brillantes. Me refiero a la decisión de agregar a su gabinete varios de los hombres que competían contra él. En otras palabras, Lincoln se rodeó de un equipo que no creía en la viabilidad de la enmienda decimotercera, la cual abolió la esclavitud en los Estados Unidos. Además, recibió la presión de su propio partido político que deseaba que transigiera con el Sur para que la guerra acabara más pronto. Sin embargo, él se mantuvo firme. Desafió a sus contemporáneos y les invitó a dejar atrás sus dudas y actuar con el objetivo unísono de acabar con la esclavitud de los Estados Unidos mientras luchaba contra la oposición. Al final, las convicciones de Lincoln prevalecieron. Contra todas las probabilidades, y aferrándose a la esperanza, logró que su equipo de rivales lograra vencer la esclavitud.
Se le pidió a un hombre de negocios muy reconocido en la ciudad de Dallas, Texas, que diese una opinión breve sobre lo que él consideraba vital para desarrollar un buen equipo. Su respuesta fue clara y concisa: “Hay que encontrar personas que son capaces, que logran resultados en sus campos de trabajo… y que sean personas en las que se puede confiar. Una vez que los haya encontrado, usted tendrá un equipo para toda la vida”. 1
Uno de los mejores ejemplos de ello es el equipo evangelista de Billy Graham. Todos ellos ahora son toda una leyenda. En una época donde las personas saltan de un trabajo a otro y la mentalidad es individualista, es refrescante recordar aquel círculo de personas capaces y dotadas, cada uno diferente y distinguido, envejeciendo juntos pero aún son un equipo sólido.
No me malentienda. La lealtad de un grupo no significa una alianza ciega o respaldar la incompetencia. Tampoco significa tener un prejuicio nepotista que conlleva la idea de que todos los demás están equivocados excepto nuestro grupo. Y mucho menos convertirse en un grupo cerrado y secreto. Al contrario, un buen equipo debe ofrecer libertad para desarrollarse, innovar, cometer errores y aprender de ellos mientras se convive en un ambiente de amor, apoyo y afirmación. A ese contexto se le denomina: “administración con base en la amistad”. En vez de sospechas y actitudes denigrantes, existe la confianza que edifica a los miembros del equipo. Los niveles de tensión siempre son mínimos porque el amor fluye y la risa siempre tiene un espacio para expresarse. ¿Quién no puede desarrollarse en un ambiente tan seguro como ese?
En otra biografía exitosa, American Caesar, (El César estadounidense), el autor les presenta a sus lectores a Douglas Mac Arthur, un general estadounidense de cinco estrellas. El autor nos ayuda a ver la personalidad firme del general mientras muestra las muchas características magnéticas así como sus peculiaridades. La biografía analiza la lealtad notable del coronel MacArthur enfatizada por sus tropas durante la Primera Guerra Mundial. ¿Cómo lo hizo? La siguiente cita lo resume: “Su edad se acercaba más a la de sus soldados que a la de sus oficiales de alto rango; por tanto conocía los peligros y las dificultades que los soldados enfrentaban y por eso ellos le tenía una gran reverencia.” 2
Muchos sabían sobre el egocentrismo y las distorsiones emocionales del general. No obstante, MacArthur poseía una gran virtud que eclipsaba sus defectos ante sus hombres al grado de impulsarles su valentía: se preocupaba profunda y genuinamente por sus soldados.
No hay nada, absolutamente nada, que fortalezca la lealtad en un equipo como el amor. El amor acaba con la competencia interna; calla el chisme; desarrolla la moral al promover una sensación de pertenencia, actitudes desinteresadas, un deseo por dar lo mejor de sí y confianza mutua.
Por ejemplo, los discípulos de Jesús no eran la imagen viva del éxito cuando comenzaron a seguirle. Si hablamos de un “equipo de rivales”, esa definición refería muy bien quiénes eran ellos. Uno tendería a preguntarse por qué el Señor los eligió. Y aunque Su decisión no parecía obvia al principio, al final del siglo primero, todos entendían por qué lo hizo. Con excepción del traidor, todos ellos eran personas decididas que probaron ser excelentes en sus áreas y se convirtieron en personas confiables. Al final, ellos fueron responsables de poner al mundo de cabeza… o quizás debiéramos decir, pusieron al mundo de pie. Hasta la fecha, ningún otro grupo en la historia ha sido más efectivo que ese equipo de evangelistas.
Quizás usted está en el proceso de comenzar un equipo, un grupo de personas que logren objetivos significativos. Quisiera darle el siguiente consejo: en vez de buscar personas famosas para su equipo, busque personas capaces, personas que saben llegar a una meta y que sean verdaderamente confiables. Ámelos incondicionalmente y cultive una amistad a largo plazo. Una vez que haya hecho eso, mire cómo Dios hace la obra. Un equipo unido por medio del amor y sostenido por la gracia tendrá un fundamento fuerte. De hecho, creo que a eso podríamos llamarle, envejeciendo gallardamente.


Una Espiral Descendente
Cuando empieza el libro de Jueces el pueblo de Israel acababa de obtener una gran victoria: habían conquistado la tierra de Canaán y habían repartido el territorio entre las tribus. Cuando murió su dirigente Josué, sin embargo, nadie ocupó su lugar. Esto era el plan de Dios, para gobernar Su reino desde el cielo, con Su pueblo viviendo en humilde sumisión y dependencia de Su provisión.
El libro de Jueces nos muestra los perturbadores resultados de este arreglo: el pueblo ignoró al Señor como su rey, e hizo lo que le parecía bien a sus propios ojos (Jueces 17:6). Y el pueblo no hizo esto simplemente una vez, sino vez tras vez, tras vez. El ciclo de miseria se repitió muchas veces en un lapso de trescientos años, siempre hacia abajo, dejando al pueblo de Dios en una desesperación cada vez mayor, con dirigentes que hacían acomodos cada vez más serios en el curso de este período. El espiral descendente llegó a su punto más bajo en el capítulo 19, cuando los hombres de Benjamín brutalizaron a una mujer indefensa, y el pueblo de Israel contraatacó cobrando una sangrienta venganza en los perpetradores (Jueces 20). El tiempo de gran unidad y victoria en la conquista de la tierra había dado lugar a la guerra civil y derrota conforme se establecían en la tierra. Jueces nos muestra que la depravación humana tiene la mano de ganar entre el pueblo de Dios. También revela lo dispuesto que Dios estaba para bendecir a Su pueblo si ellos tan sólo se arrepentían y andaban en obediencia.

Una Invitación para Tocar la Piel del Dios Infinito
El alumbramiento es algo que ningún hombre puede apreciar por completo. Podemos asombrarnos como observadores —e impotentes en eso— pero no podemos experimentarlo como una mujer. Mi esposa me dice: “No puedo describir por completo lo que sentí cuando el médico levantó a nuestro primer hijo, cortó el cordón umbilical, y lo puso acostado precisamente sobre mi barriga. Cuando el niño se estiró, yo alargué la mano y lo palpé, y pensé: ¡Qué increíble! ¡Esta pequeña vida vino de nosotros!”
El nacimiento de un niño ya es suficiente milagro por derecho propio, pero la temporada de Navidad le añade una dimensión completamente nueva. Hace muchos años en un lugar tranquilo, rústico, en donde dormían los animales, María extendió su mano y palpó la Vida de su cuerpo; alargó la mano y palpó la piel suave, humana del Dios infinito.
La humanidad de esta escena apropiadamente nos atrae para dar un vistazo más de cerca. Podemos identificarnos con la confusión de José, el asombro de María o la ironía de la tranquila llegada de Dios a un mundo tan inhospitalario . . . y todos estos pensamientos son imponentes para meditar. Pero no podemos detenernos allí. Es apenas una entrada a maravillas mucho más hondas, mucho más significativas. Justo debajo de la piel suave de ese recién nacido en este bello relato está la carne y hueso de una verdad teológica que es más vieja que la creación, puesto que el plan ya estaba en su lugar mucho antes de que empezara el tiempo.
La encarnación, Dios haciéndose carne, es una doctrina fundamental a todo lo que creemos como cristianos. Los eruditos más conservadores ven con vista 20/20 el indicio del nacimiento de Cristo ya en Génesis 3:15. Hablándole a la serpiente en el huerto del Edén, Dios dijo:
“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.”
Mucho más tarde, el profeta Isaías escribió estas palabras, siglos antes de que Dios se hiciera hombre:
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14).
Al relatar la encarnación de Dios, el discípulo Mateo nos dice esto:
“Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mateo 1:20-23).
Cuando el primer hombre hundió a toda la humanidad en el pecado con su desobediencia en el huerto del Edén, el mal entró en el torrente de la humanidad, contaminando a todos los que viven en él. Cada uno de nosotros ha ratificado la trágica decisión de Adán al añadir nuestro pecado al de él. El resultado es un mundo sujeto a dolor de toda clase concebible: hambre, sed, tristeza, aflicción, tentación, enfermedad, perjuicio, dolor . . . la lista sería interminable si no acabara con el mal culminante: la muerte.
Muchos luchan con la idea de Dios porque luchan contra “el problema del dolor”: ¿Cómo puede un Dios bueno permitir que continúe el mal? La respuesta sorprendente: porque nos ama. Él podía haber acabado todo mal antes de que el fruto del árbol prohibido fuera digerido en el estómago de Adán. No olvidemos que el mal al que quisiéramos que Dios le hubiera puesto fin, nos incluye a usted y a mí. Nosotros trajimos, y continuamos trayendo, el mal sobre nosotros mismos y el mundo, y Dios estaría justificado por entero al condenarnos a sufrir el enrevesado caos que nosotros hemos hecho de su creación. Pero . . . Él nos ama.
Qué terrible predicamento. Dios debe castigar el pecado. La pena del pecado es la muerte eterna. Pero si aplica la sentencia, Dios pierde a las mismas personas que ama. Así como un hombre llevó a toda la humanidad a la rebelión, otro debe reconciliarnos. Pero, ¿quién? ¿Quién entre nosotros no merece la pena del pecado? Y si se pudiera encontrar a una persona sin pecado, ¿cuál mero mortal tendría el poder para morir la muerte que usted y yo merecemos, y sin embargo sobrevivir al proceso para poder continuar representándonos? ¡Sólo un humano que también es Dios podía hacer eso!
Hace dos milenios Dios contestó el angustiado clamor de la humanidad al apropiarse del “problema del mal.” Dios Todopoderoso se convirtió en Emanuel, “Dios con nosotros.” Vivió como nosotros vivimos, sufrió como nosotros sufrimos, murió como nosotros morimos, y sin embargo sin pecado. Y Él, al ser el Dios-hombre, venció el poder de la muerte para darnos vida eterna.
El plan está completo. ¿Recuerda las palabras de Jesús en la cruz? “¡Consumado es!” (Juan 19:30). Misión cumplida. No queda nada para que Dios haga, excepto permitirle a su creación tiempo para responder. Él espera con paciencia . . . pero el tiempo se está acabando. Él no va a esperar para siempre. Un día cerrará la puerta de la oportunidad, bien sea por su propia muerte física o al llevar a toda la historia terrenal a su fin.
Al meditar en la humanidad de la primera Navidad, recuerde que es una invitación para reducir la marcha y pensar más hondo. Le invito a tocar la piel infante del Dios-hombre con su imaginación. Le invito a asombrarse como los pastores y a adorar como los sabios. Le invito a permitir que el Dios-hombre, Jesús, tome su propio “problema del dolor” y lo haga suyo. Si usted acepta esta invitación, recibirá el mejor regalo de toda la tierra: la dádiva indescriptible de Dios.

Una Razón Para Sonreír
La alegría hace que la gente se pregunte cuál es su secreto. Sin embargo la alegría no es un secreto para el creyente que confía. Cuando escogemos acercarnos más a Dios, apoyándonos en Su carácter y provisión, el gozo se derrama en nuestras vidas de modo que otros no pueden dejar de notarlo.
¿Quiere usted ser una persona gozosa? Hasta la pregunta sobra, ¿verdad? Nos encantaría vivir por encima de nuestras circunstancias, o tener una gran actitud, o reírnos en abundancia. Pero el gozo va más allá de estas cosas. Aprendamos en la Palabra de Dios las encantadoras facetas del gozo:
1. El gozo es fruto del Espíritu de Dios.
Más que una actitud estupenda o un espíritu resuelto, el gozo viene de Dios (Gálatas 5:22). Nuestro gozo aumenta en proporción directa a nuestra intimidad con Cristo. Y cuando el pecado nos estorba en esa relación, también nos priva de nuestro gozo (Salmo 51:8, 12).
2. El gozo no depende de las circunstancias.
Pablo escribió en Filipenses —carta que a menudo se le llama “el libro del gozo”— desde la celda de una cárcel. Lo criticaron, estaba cansado y malentendido. Pero en vez de permitir que sus horribles circunstancias asfixiaran la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios (como Marcos 4:19 describe que a menudo pueden hacerlo), Pablo escogió concentrarse en el gozo de conocer a Cristo (Filipenses 2:17). La próxima vez que usted lea Filipenses, imagínese la celda de Pablo . . . y su cara.
3. El gozo es una decisión.
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Santiago 1:2). Esta es la realidad, lea eso prestando toda atención. Las pruebas dolorosas de la vida no son alegres en sí mismas, pero cuando las atravesamos debemos estar llenos de gozo. ¿Por qué? Debido al bien que Dios está desarrollando en nosotros y en esa situación. Cuando llenamos nuestra mente y nuestro corazón con la verdad de Dios podemos conocer gozo real incluso estando en las tempestades más aterradoras.
El gozo se vuelve una transacción entre usted y Dios que otros no pueden dejar de notar. Es la vida divina desbordándose de su vida y tocando la vida de otros. Cuando usted le confía a Cristo los detalles de su vida, usted disfruta de la vida de Cristo en exceso maravilloso y eso no puede darle a usted otra cosa que una razón para sonreír.

Usted No Está Sola
Colleen Swindoll Thompson
Al despertarme hoy quise decirle que usted no está sola en su peregrinaje por la vida. Tantas veces me he sentido sola. Incluso después de años de recordatorios oportunos, a menudo todavía me pregunto si hay en alguna parte alguien que entiende los retos de criar un hijo con necesidades especiales. Sé que no soy la única que lucha por sentir en el corazón lo que sé en mi cabeza que es verdad.
La aflicción, confusión, duda espiritual y sentimientos de estar sola —el sentimiento de estar completa y desesperadamente sola— cuelgan sobre muchas de nosotras cuando enfrentamos las ásperas realidades de la vida. El divorcio, traiciones, diagnósticos terminales, padres queridos a quienes el Alzheimer lentamente se está llevando, todo esto y mucho más puede envolvernos, haciendo que nos sintamos encerradas y hundiéndonos, sin que no haya nadie cerca que nos extienda una mano de ayuda.
Usted tal vez se sienta sola, pero no lo está. Usted no está sola con sus preguntas, en sus luchas, en sus circunstancias que parecen sin esperanza. Quiero que sepa que alguien está pensando en usted. Quiero que sepa que usted no está sola.
La verdad bíblica repetidas veces nos hace acuerdo de la presencia permanente, interminable y todo abarcadora de Dios.
• Cuando se sienta sola, busque Salmos 139:5, 7–10:
Detrás y delante me rodeaste,
Y sobre mí pusiste tu mano. . . .
¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Si subiere a los cielos, allí estás tú;
Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
Si tomare las alas del alba
Y habitare en el extremo del mar,
Aun allí me guiará tu mano,
Y me asirá tu diestra.
• Cuando se sienta agobiada por la preocupación, busque Isaías 26:3–4:
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera;
porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová
el Señor está la fortaleza de los siglos.
• Cuando se vea apabullada por circunstancias que no puede cambiar, busque Job 23:10:
Mas él conoce mi camino;
Me probará, y saldré como oro.
• Cuando se sienta traicionada o atrapada, busque Salmos 91:1–2:
El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.
Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;
Mi Dios, en quien confiaré.
• Cuando éste afligida y sufriendo, busque Lamentaciones 3:22–23:
Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos,
porque nunca decayeron sus misericordias.
Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.
Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.
• Y mi pasaje favorito . . . Cuando le hayan partido el corazón, busque Salmos 34:18:
Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón;
Y salva a los contritos de espíritu.
La fe es la certeza de lo que se espera, cosas que no vemos al presente. Cuando el sentimiento de soledad arrastre su alma, escoja creer y descansar en lo que Dios le promete. Y, por favor, permítanos ayudarle. Permitamos permítanos recordarle que, dondequiera que usted se halle, o por profunda que parezca la oscuridad, usted no está sola; Aquel que es la Luz verdadera siempre está con usted.

Usted Puede Hacer Una Diferencia
Las probabilidades abrumadoras pueden acobardarnos a todos.
Debido a que hay tanto por hacer, fácilmente podemos desalentarnos y no hacer nada. Debido a que hay tantos por alcanzar, es fácil olvidar que Dios quiere usarnos para tocar a unos pocos dentro de nuestra esfera de responsabilidad.
Recuerdo la primera ocasión en que me sentí abrumado respecto al ministerio en una arena vasta. Mi vida había sido tranquila y manejable. De mi lugar de nacimiento en un pueblito en el sur de Texas nos mudamos a Houston, en donde vivimos mientras yo estudiaba la secundaria. Nuestra casa era pequeña y segura. Después de casarme, un período en el cuerpo de la marina, y el seminario, Cynthia y yo participamos en ministerios como los de nuestro pasado: pequeños, agradables y satisfactorios. Nuestros hijos eran pequeños, nuestras vidas eran tranquilas y bastante sencillas, y nuestra visión de la obra de Dios era bastante cómoda.
El llamado a Fullerton, California, en 1971 cambió todo eso. De hecho, cuando el avión descendía sobre Los Ángeles adonde veníamos como candidatos al pastorado me llenó un sentimiento abrumador. Miré por la ventanilla y contemplé como kilómetro tras kilómetro de casas, y autopistas, y edificios, pasaban debajo de nosotros. Traté de imaginarme el ministerio en esta creciente metrópolis de humanidad interminable. Pensé: ¿Cómo puedo posiblemente poner mis brazos alrededor de esta tarea monstruosa? ¿Qué puedo hacer para alcanzar a los múltiples millones del sur de California?
De repente, Dios bondadosamente me recordó, como todavía lo hace: Yo nunca lograré alcanzarlos a todos; eso es humanamente imposible. Pero soy responsable por aquellos con quienes entro en contacto, y con la ayuda de Dios, marcaré una diferencia en sus vidas.
Dejé de prestar atención a la enormidad de lo imposible y empecé a dedicar mi tiempo y energía a lo posible: las personas y el lugar al que Dios me había llamado, y a mi familia. Llame limitada mi visión, si le parece, pero eso determinó toda la diferencia en mi paz mental. Yo no puedo hacerlo todo; no puedo abarcar en mis brazos las amplias fronteras de nuestra región (¡nadie puede!), pero sí puedo tocar a los que entran al alcance de mi “pantalla de radar.” La paz mental viene al saber que por lo menos en sus vidas, mi toque puede determinar una diferencia, aunque sea sólo uno aquí y otro allá.
Esta manera de pensar quedó ilustrada vívidamente en un relato que leí hace poco. Un hombre de negocios y su esposa estaban atareados casi hasta el agotamiento. Estaban dedicados el uno al otro, a su familia, su iglesia, su trabajo y sus amigos.
Necesitando un descanso, se escaparon para unos pocos días de relajación en un hotel en la playa. Una noche una violenta tempestad se desató en esa playa y envió gigantescas olas tronando contra la orilla. El hombre se quedó en su cama escuchando y pensando en su propia vida tormentosa de demandas y presiones interminables.
El viento finalmente amainó y poco después del amanecer el hombre se levantó de su cama y se fue a caminar por la playa para ver el daño que se había producido. Mientras caminaba, vio la playa cubierta de estrellas de mar que las olas habían sido lanzadas a la orilla y que habían quedado atascadas. Una vez que el sol de la mañana apareció por entre las nubes, las estrellas de mar empezaron a secarse y a morir.
De repente el hombre vio algo interesante. Un muchachito que también había notado la suerte de las estrellas de mar estaba recogiéndolas, una por una, y lanzándolas de nuevo al océano.
“¿Por qué haces eso?” le preguntó el hombre cuando se acercó lo suficiente. “¿No puedes ver que una persona nunca determinará gran diferencia? Nunca lograrías devolver todas esas estrellas de mar al agua. Simplemente son demasiadas.”
“Sí, es verdad,” suspiró el muchachito mientras se agachaba y recogía otra estrella de mar para lanzarla al agua. Luego, al verla hundirse, miró al hombre, sonrió, y dijo: “Pero con certeza fui la diferencia para esa.”
Una persona no puede vencer las probabilidades. Siempre habrá más por alcanzar que el tiempo, la energía o la dedicación pueden lograr. Pero la verdad es que cada uno de nosotros puede tocar a unos cuantos. Qué errados estaríamos si dejáramos de ayudar a alguien simplemente porque no podemos ayudar a todos.
No se deje ganar por el pánico. Puede contar con que el Señor honrará y multiplicará incluso sus esfuerzos más pequeños. Hasta donde yo sepa, Él todavía recompensa la fidelidad.

Verdad Terrible
Tratando con Hábitos Pornográficos del Internet de su Marido
¿Ha tenido el deseo de vivir su propio cuento de hadas y casarse con su príncipe azul y vivir feliz por siempre? Es un sueño hermoso lleno del sonido de las campanas de la iglesia y de las canciones románticas del amor. Pero, cuando usted descubrió el problema de su marido con pornografía, sus sueños se destrozaron. ¡Era como descubrir que su príncipe azul se había enamorado con la bruja malvada y la había traído al castillo para vivir con él! Con este conocimiento viene un diluvio de emociones, abrumadoras y confusas.
¿Cómo puede usted comenzar a entender la inundación de las emociones que están rabiando dentro de usted? ¿Dónde encuentra usted paz en el medio de esta tormenta?
La Decepción Se Descubre — ¡No puedo Creer que esto es Verdad!
La primera sensación asfixiante que agarra el corazón de una mujer después de aprender del pecado de su marido es incredulidad. Esto pudo haber venido cuando su marido le confesó. Más frecuente, ocurre cuando usted lo coge de repente viendo pornografía del Internet, descubre gastos inexplicados en el estado de cuenta de su tarjeta de crédito, o encuentra una película pornográfica escondida en la parte posterior del armario. ¿Cómo puede ser que el hombre que usted conoce -el hombre que por afuera aparece piadoso – esté involucrado en un pecado tan secreto? Pero cuando la verdad penetra su corazón, así también entra una sensación repugnante de traición. Cristo nos dice que los pensamientos lujuriosos son del corazón-equivalentes del adulterio (Mateo 5:28). La adicción de un marido a la pornografía introduce un burdel lleno de mujeres adúlteras en su relación de una sola carne. Le da asco en su estómago solo pensar en eso.
La Desconfianza Comienza— ¿Soy yo la culpable?
Usted comienza a preguntarse lo que usted pudo haber hecho diferente. Quizá usted se siente como una tonta por ser tan confiada. A lo mejor usted se echa la culpa a sí misma, pensando que si tan solo hubiera cedido a la exigencias cada vez más degradantes de su esposo en cuanto a tener relaciones sexuales, tal vez él no se habría sentido "empujado" a buscar otra salida.
Sin embargo, usted no es responsable por el pecado de su marido. Santiago 1:14-15 nos dice:
Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte. (NVI)
Santiago está diciendo que el pecado sale de adentro de nosotros. Él está repitiendo la enseñanza de Jesús donde dice, "Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Estas son las cosas que contaminan a la persona..."(Mateo 15:19-20a). La Escritura enseña claramente que cada uno de nosotros somos responsables ante el Señor por nuestro propio pecado (Deutero-nomio 24:16; Jeremías 31:29-30; Ezequiel 18:19-20). Mientras que usted es responsable por cualquier pecado que usted haya cometido contra su marido, usted nunca es culpable por el pecado de su marido. No es su culpa que su marido ha cometido pecado.
El Furor Comienza— ¿Cómo pudo él haber hecho esto?
En esta inundación de emoción, la ira es muchas veces la próxima sensación que se presenta. Un sentido inicial de traición y los pensamientos de culpabilidad pueden ayudarle a evitar la ira temporalmente. Mientras que la ira comienza, usted puede tener ganas de pagarle por las maneras en que él la ha lastimado a usted y su matrimonio. Usted puede estar considerando decirles a sus hijos que su padre es un pervertido, o tal vez usted está pensando de abandonar la relación matrimonial.
Es fácil permanecer enojada porque la ira es una emoción fuerte y poderosa; la ira se siente segura. Pero la ira no siempre es provechosa, especialmente cuando su deseo es lastimar o dañar a otros.
Pablo nos advierte del daño que la ira desenfrenada hace a las relaciones (Efesios 4:26, 31; Proverbios 29:11; Santiago 1:19-20). Mientras que la indignación justa es apropiada, debemos tener cuidado. Su marido ha pecado grandemente contra usted y contra el Señor Jesucristo, pero su ira no tiene la habilidad o el poder de cambiar a su marido y llevarlo al camino correcto. Deje que su ira encienda una pasión para luchar por su matrimonio, pero recuerde que la ira nunca en sí mismo puede lograr hacer un cambio en el corazón en su marido.
Llegar a Un Lugar de Reposo—Me Da Tristeza de lo que ha Pasado
En el medio de un dolor tan profundo hay un lugar de reposo. Usted siente tristeza por lo que ha sucedido y profunda angustia por la traición de su marido. Pero un corazón triste puede al mismo tiempo ser un corazón quieto. La paz fluye de un corazón que permanece en Cristo. Ruéguele a Dios por su matrimonio. Invierta su tiempo en revestir su corazón de la verdad de la Palabra de Dios. Pues cuando la inundación de la rabia se desploma, de la tristeza florecerá una esperanza de restauración.
Una Palabra de Esperanza
La pornografía no tiene que ser la "bruja malvada" que arruina su matrimonio. Nuestro Dios es un Dios de rescate, rescate personal y rescate de relaciones. Cada uno de nosotros somos una criatura caída, lejos de los estándares de Dios de la Santidad. Pero Él nos ha cambiado y continúa haciéndolo. Él ama a su marido más que usted. Él valora su matrimonio más que usted. Usted puede confiar en Él por su marido y su matrimonio.
Pasos de Acción
1. Comience un diario de emociones. Registre sus pensamientos de enojo, de tristeza, y temor, y pida que el Señor ministre a su corazón mientras usted le vierte sus emociones.
2. Reúnase regularmente con una compañera de oración. Busque a una buena amiga que pueda escuchar sus preocupaciones y apoyarla con la restauración de su matrimonio y marido.
3. Reúnase con una consejera. Para contestar algunas de sus preguntas más profundas sobre usted misma y sobre su matrimonio, usted puede encontrar una consulta con una piadosa consejera cristiana.

Viendo el Panorama General . . . y Hallando Esperanza
Si usted sabe unas cuantas cosas en cuanto al nacimiento de Jesús, tal vez sería mejor que se olvide de eso y empiece desde el principio.
El relato de la Navidad ha sido tan esterilizado y romantizado con el correr de los siglos que ni siquiera Hollywood logra captar el crudo patetismo que rodeó la llegada de Jesús. A decir verdad, incluso algunas iglesias idealizan anualmente el nacimiento del Salvador. Y sin embargo fue cualquier cosa, excepto ideal.
Sin lugar a dudas, el año 6 a. C. era un tiempo pésimo para vivir en Judea. Herodes el grande se había apoderado del trono de Israel mediante intriga sanguinaria y con el respaldo político de Roma. Entonces, una vez en el poder, protegió su título robado de “rey de los judíos” tan implacablemente que incluso hizo asesinar a sus propios hijos cuando le pareció que alguno de ellos representaba una amenaza política significativa. Macrobio, escritor del siglo quinto, anotó: “Cuando [César Augusto] oyó que Herodes rey de los judíos había ordenado que mataran a los niños de Siria menores de dos años y que el hijo del rey estaba entre los muertos, dijo: ‘¡Preferiría ser el cerdo de Herodes que el hijo de Herodes!’”¹
El comentario de César ilustra la triste ironía de la condición de Israel. Herodes, aunque no era realmente judío, pretendió ser un buen judío religioso eliminando el cerdo de su dieta, pero fue indulgente en su insaciable apetito de poder. Construyó un imponente templo para el Dios de Israel y entregó su administración a un sumo sacerdote corrupto tras otro. Les cobraba a los judíos impuestos mediante el templo de acuerdo a la ley de Antiguo Testamento, y luego usaba los ingresos para quebrantar el primer mandamiento, construyendo ciudades y templos en honor al emperador y a su panteón de deidades romanas.
El imperio romano amplio, limitado al oeste por el Atlántico . . . al oriente por el Éufrates . . . al norte por el Rin y el Danubio . . . y al sur por el desierto del Sahara, era tan vasto como cruel. La intriga política, la tensión racial, la creciente inmoralidad y el enorme poder militar dominaban la atención y conversación de todo individuo. Judea existía bajo la opresión de la pesada bota de Roma. Fue un tiempo de avance económico y político sin precedentes para los ricos, y un tiempo de horrorosa opresión para todos los demás. Para el siglo primero d. C. una nube oscura había caído sobre Israel, bloqueando todo rayo de esperanza.
En la primera Navidad todos los ojos estaban en Augusto, el descreído César que exigió un censo para determinar una medida para subir incluso más los impuestos. En ese tiempo, ¿quién iba a interesarse en una joven pareja haciendo un viaje de unos 120 kilómetros al sur de Nazaret? ¿Qué podía ser posiblemente más importante que las decisiones de César en Roma . . . o los edictos de su títere Herodes en Judea? ¿A quién le importaba algo un bebé judío nacido en una pesebrera en Belén?
Le importaba a Dios. Como el Nuevo Testamento nos recuerda:
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Gálatas 4:4–5
Sin darse cuenta, el poderoso Augusto fue simplemente un mandadero para el inicio del “cumplimiento del tiempo.” Fue un peón en la mano de Dios . . . una mera pelusa en las páginas de la profecía. Mientras Roma estaba atareada haciendo historia, Dios llegó. Armó su tienda de carne en silencio en paja . . . en un establo . . . bajo una estrella. El mundo ni siquiera lo notó. Entusiasmado siguiendo la huella de Alejandro Magno . . . Herodes el grande . . . y Augusto el grande, el mundo pasó por alto a Jesús el bebé.
Todavía lo pasa por alto.
Tal como lo fueron en los días de Jesús, nuestros tiempos son desesperados. Todavía más, a menudo son una distracción del cuadro panorámico. Tal como la crisis política, económica y espiritual del primer siglo pusieron el escenario para que tuviera lugar “el cumplimiento del tiempo” . . . así hoy, en nuestros tiempos salvajes, nuestro Dios está entretejiendo su tapiz soberano para lograr su divina voluntad. Los tiempos son difíciles, en verdad; pero eso nunca es sorpresa para Dios. Él sigue siendo soberano. Él sigue en el trono. Como el salmista nos recuerda: “Nuestro Dios está en los cielos; / Todo lo que quiso ha hecho” (Salmo 115:3).
En mis más de 50 años de ministerio nunca he estado más comprometido que hoy a llevar a nuestra generación a la Palabra de Dios. Sigue siendo la única fuente de fortaleza y dirección divina durante estos días difíciles. Siempre que puedo les presento a los pastores y líderes en el ministerio el reto de comprometerse de nuevo a la predicación y enseñanza práctica y expositiva de la Biblia. Con la misma urgencia, le animo a que ponga en práctica la verdad de la Palabra de Dios ante su familia y vecinos mediante la evangelización, el estudio bíblico y la memorización de la Palabra de Dios.
¿Se siente con ansia por estos días difíciles? Lo entiendo, y Jesús también. Los tiempos no fueron diferentes cuando Jesús nació. Debido a que tantas vidas han sido trastornadas este año por una razón u otra, permítame animarle a que reflexione, tal como María lo hizo, en lo que Dios está haciendo en su vida. La Navidad es un buen tiempo para hacernos nosotros mismos esta pregunta: ¿Voy a enfocarme en Cristo como el centro de mi vida y aferrarme a Él sean cuales sean las circunstancias que enfrente?
Confusión política . . . acomodos religiosos . . . crisis económicas; esto siempre estará en primera plana. Pero debemos recordar que nuestro Dios está en el trono. Él promete usar nuestros tiempos desesperados para llevar a cabo sus propósitos más grandes y mejores en nuestro mundo . . .
Voluntad de Dios Para Mi Vida
Estoy completamente confundido... No puedo enumerarlas veces, a través de los años, que he escuchado esta pregunta.
Probablemente pudiera hacer una lista de por lo menos diez maneras de cómo Dios guía a sus hijos hoy, pero me limitaré a cuatro que pienso que son los métodos más importantes en cuanto a la dirección de Dios.
Dios nos guía a través de su Palabra escrita.
Como bien dijera el salmista:
«Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» (Salmo 119.105).
Siempre que usted vea la frase bíblica «es la voluntad de Dios», tenga por seguro que esa es su voluntad. Usted también sabe que desobedecer es pisotear su Palabra. Los preceptos y principios que contienen las Escrituras son también indicaciones claras de su dirección.
Los preceptos son declaraciones precisas tales como: «Apartaos de la inmoralidad sexual.» Es como decir: «Límite de velocidad 55 km por hora.» ¿Qué es exceso de velocidad? Todo lo que sea más de 55 kilómetros por hora. Ese es un precepto.
Luego están los principios de las Escrituras; estos son pautas generales que requieren discernimiento y madurez si queremos comprenderlos. Pablo escribe acerca de «la paz de Dios» que guarda y dirige nuestras mentes y corazones (Filipenses 4.7). Es como el aviso que dice: «Conduzca con cuidado.» Esto puede significar 65 Km por hora en una autopista despejada, o bien 15Km por hora en una curva cubierta de hielo. Pero siempre significa que debemos estar alertas y conscientes de las condiciones; siempre significa que tenemos que tener discernimiento. No hay un aviso lo suficientemente grande que enumere todas las opciones que usted tiene cuando está detrás del volante. Por lo tanto, usted debe conocer las reglas del tránsito, obedecer las señales que hay, y utilizar toda su pericia junto con su discernimiento.

Dios nos guía a través del impulso interior del Espíritu Santo.
Lea las siguiente palabras con sumo cuidado:
«De modo que, amados míos, así como habéis obedecido siempre, no sólo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor. Porque Dios es el que produce en vosotros tanto el querer como el hacer, para cumplir su buena voluntad» (Filipenses2. 12, 13).

El impulso interior del Espíritu Santo nos da una sensación de la guía de Dios, aunque esa guía no es siempre lo que pudiéramos llamar una «experiencia grata.» En cuanto a mí y como antes mencioné, la decisión de aceptar el rectorado del seminario de Dallas no fue fácil. Finalmente, fue una decisión en paz, pero no fue lo que yo habría querido o escogido. Yo encontré todas las maneras de ofrecer resistencia cuando me fue ofrecido el cargo. ¿Se acuerda de esa carta de dos páginas, con todo bien pensado y justificado, llena de la Palabra de Dios? Ella habría convencido a cualquiera de que yo no era la persona adecuada para el cargo. Solo que Dios se estaba ocupando de convencerlos a ellos, y después a mí, de que yo era la persona adecuada. Aunque eso iba contra mis deseos en ese tiempo, no pude resistir el impulso soberano y todopoderoso del Espíritu Santo.
De manera parecida, yo también sentí la necesidad de reconsiderar la invitación que me había hecho el seminario de Dallas. Por eso puedo testificar, por mi experiencia personal, que usted puede creer que conoce realmente la voluntad de Dios, y a pesar de ello estar absolutamente equivocado. Pero, si lo está, el acicate del Espíritu Santo lo estará inquietando interiormente. «El corazón del hombre traza su camino, pero Jehovah dirige sus pasos» (Proverbios 16.9).
Es fácil conducir un automóvil que está en movimiento y llevarlo a la estación de gasolina para aprovisionarse de combustible. Pero es difícil que avance cuando se ha detenido en seco. Así, pues, si usted está dedicado a algo, haciendo sus planes y pensando bien el asunto, solo permanezca comunicativo. Al hacerlo, el Espíritu de Dios en nuestro interior es el que nos está guiando.
Ese impulso interior es crucial, porque con frecuencia no entendemos.
«De Jehovah son los pasos del hombre; ¿cómo podrá el hombre, por sí solo, entender su camino?» (Proverbios 20.24).
(¡Me encanta eso!) Al final de todo, usted dirá: «Francamente, no lo entendía. Debió haber sido Dios.» ¡Eso sí que es misterioso! Mientras más años tengo de vida cristiana, menos sé por qué Él nos guía como lo hace. Pero lo que sí sé es que Él nos guía.
Dios nos guía es a través del consejo de personas sabias, calificadas y confiables.
Con esto no me estoy refiriendo a un guía en el Tíbet ni a un extraño de aspecto grave en la parada del autobús. Se trata de una persona que ha demostrado ser sabia y confiable y que, por consiguiente, está calificada para dar su consejo en un determinado asunto. Por lo general, tales personas son de más edad y más maduras que nosotros. Además, son personas que no tienen nada que ganar o perder con nuestra decisión. Esto significa también que muchas veces no forman parte de nuestra familia cercana. (Los miembros de la familia cercana por lo general no quieren que hagamos algo que nos aleje de ellos, o que sea causa de inquietud o preocupación para ellos o para nosotros.)
En los momentos críticos de mi vida he buscado el consejo de personas experimentadas, y rara vez se han equivocado. Esa ha sido mi experiencia. Pero usted debe buscar a sus consejeros muy cuidadosamente. Y así como nuestros mejores consejeros no son nuestros parientes, muchas veces tampoco son nuestros mejores amigos. Las personas sabias y confiables son aquellas que quieren para usted solo lo que Dios quiere. Estas personas serán siempre objetivas, escucharán con atención y responderán sin apresuramiento, y muchas veces no le darán una respuesta en el momento que usted la pide. Quieren primero consultarla con la almohada; quieren pensarla bien.
Dios nos guía a su voluntad dándonos una seguridad interna de paz.
«Y la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones», escribió Pablo a los colosenses, «pues a ella fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos» (Colosenses 3.15).
La seguridad interna de paz será como un árbitro en su corazón.
Aunque la paz es una emoción, he descubierto que ella es maravillosamente tranquilizadora cuando he tenido que luchar con la voluntad del Señor. La paz que procede de Dios se hace presente a pesar de los obstáculos o de las contingencias, no importa los riesgos o los peligros. Es casi como si Dios estuviera diciendo: «Yo estoy en esta decisión... Pon tu confianza en mí durante todo el proceso.»
La voluntad de Dios para nuestras vidas no es una suerte de teoría altisonante, Sino una realidad. Ya hemos discutido algunas de las condiciones y requerimientos necesarios para obedecer la voluntad de Dios, y también hemos visto algunas de las maneras como Dios nos guía para que hagamos su voluntad. Ahora viene el corolario de todo esto: Tenemos que obedecer su voluntad en el mundo real.
Hebreos 11.6 nos dice que «sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que es galardonador de los que le buscan.» Obedecer la voluntad de Dios significa que debemos creer que Dios es quién dice que es, y que El hará lo que dice que hará.

Yo Anduve Donde Él se Paró
No se necesita tener un doctorado para adivinar el país donde se hallan las siguientes ciudades, aunque los nombres pueda ser difíciles de pronunciar:
Offenbach Wurzburg
Darmstadt Bad Kissingen
Mannheim Aschaffenburg
Heidelberg Schweinfurt
Worms Bischofsheim
Ludwigshafen Coburg
La tierra de jarros de cerveza, col agria, paté de hígado, y barbas negras; maceteros en ventanas rebosando de flores, relojes de cuclillo, ríos anchos y sinuosos; bosques profundamente verdes; casas de piedra gris con tejas de losetas; impresionantes castillos en las colinas; imponentes monumentos de bronce; trenes silenciosos y eficientes. Huertos de vegetales en los pueblos pequeños, que cuidan ancianas con pañoletas envueltas sobre la cabeza, y medias negras y gruesas cubriendo sus piernas; y ciertamente la música más preciosa jamás compuesta. La tierra que amaron Bach, Mendelssohn, Haydn, Handel, Beethoven, Wagner, y otra media docena de genios cuyas obras maestras han vivido siglos más que ellos. La encantadora y querida nación que un desquiciado enamoró y luego violó, y que bombas aliadas dejaron casi en ruinas en la década de los cuarenta, todavía se levanta como un mudo recordatorio de que Dios no quería que sea una tierra asolada en el olvido. Algo había allí que Él quería que se preservara.
Un pedazo de tierra apenas del tamaño de Perú, Alemania no es una reliquia empolvada del pasado. Ni en sueños. Moderna, eficiente, computarizada, y líder incuestionable del Mercado Común Europeo, sus ciudades vibran con gente en movimiento, con aquella determinación antigua como los siglos, y que nunca muere. Un vistazo a sus rascacielos hace que uno recuerde Santiago, Chile; Caracas, Venezuela; o Bogotá, Colombia. Atrasada, no lo es. En bancarrota, ni en sueños. Gracias a la caída del muro, es una nación unificada de nuevo y orgullosa de serlo.
No muy a menudo se recuerda en esta tierra altiva y de existencia de alta tecnología, que fue allí que halló su origen una sección principal de lo que fue la raíz del protestantismo. Fue allí en donde se libraron algunas de las batallas más severas, y sin embargo más esenciales por la fe bíblica. Fue allí que la cadena que ataba a la Biblia a ornamentados púlpitos de religión espiritualmente muerta se rompió. Fue allí que sus verdades fueron libertadas del lenguaje secreto de un clero corrupto y puesta en las manos de las personas del pueblo. Fue allí que a esas mismas personas se les dio el primer himnario con el cual podían entonar melodías de su fe. Piénselo . . . en lugar de ignorancia bíblica y esclavitud a un sistema que jamás podía darles luz, a los creyentes de Alemania se les dio una Biblia en su lengua, con sus grandiosos temas puestos en música. En lugar de recitar rezos repetitivos, agazapándose por el temor, podían acercarse al trono de Dios con confianza y personalmente alabarle como su escudo y gran defensor. Entre los mejores: “Castillo fuerte es nuestro Dios.” Su valentía creció conforme las dudas se desvanecían, todo debido a un monje alemán del siglo dieciséis estuvo dispuesto a levantarse contra todas las probabilidades. Sí, nunca lo dude . . . contra todas las probabilidades
Fue en su diminuta celda en penumbra en el convento agustiniano de Erfurt, a solas con una copia en latín de la Palabra de Dios, que Martín Lutero decidió creer en Dios, permitir que la Escritura signifique lo que dice, y luego pararse firme sobre ella, fueran las que fueran las consecuencias. Es esa última parte que tendemos a minimizar. El que se lo tildara oficialmente como hereje no lo contuvo. La excomunión, reprensión y denigración públicas, simplemente atizaron su fuego. Con ilimitada energía y ferocidad sin restricción, arremetió contra la iglesia como buldog humano y se negó a soltar la presa. Desde aquellas noventa y cinco tesis que clavó en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg hasta el día en que se paró en Worms ante el más impresionante conjunto de prelados de la iglesia y autoridades políticas jamás reunido en toda su vida, el hombre permaneció como la incorporación de valentía auténtica. Tenía apenas 37 años a la fecha. No siempre con diplomacia pero siempre sincero, arremetió contra los delitos religiosos como meteoro ardiente envuelto en una sotana. Aunque no con mucha salud física, Lutero con todo mantuvo un agotador horario de predicación, publicación y arremetida por el resto de sus días. Resumió su razón en una sola frase sucinta: “Aquí estoy; no puedo hacer otra cosa.” Su vida, con más vueltas y giros que el Río Rin, mantuvo un curso firme. La chispa que él encendió hizo que la Reforma estallara en llamarada.
Yo caminé donde él se paró firme. No es el ruido de la mofa, sino monumentos, placas y pinturas que marcan su peregrinaje. En lugar de humillarlo como hereje, ahora se le honra como héroe. El tiempo tiene su manera de corregir las perspectivas defectuosas. Durante mi visita por esos lugares, me senté y pensé en el salón del castillo en Coburg, en donde él una vez se sentó y escribió. Vi las mismas estructuras, muros y colinas que una vez él vio en Heidelberg. Reviví algunos de los sentimientos que él tuvo una vez en Worms. Me conmovió hasta el alma, y soy un mejor hombre debido a la experiencia. Necesitaba esa visita a su tierra nativa de Sajonia. Tenía que oír esos sonidos guturales que una vez él habló y tocar las piedras que él tocó en su momento. Me hallé viendo más allá de las cosas temporales tales como jarros y col agria, rascacielos y huertos. Oí la voz de Lutero en la artesanía de madera, y sentí su fuego en el bronce y hierro. Fue más poderoso de lo que mis frases posiblemente pueden describir, haciéndome apreciar de nuevo las palabras elocuentes del texto sagrado “y muerto, aún habla por ella” (Hebreos 11:4).
Y así es con todos los modelos de justicia ya desaparecidos. Como sombras silenciosas, estos héroes pasan a nuestro lado y nos señalan el camino hacia arriba, susurrándonos palabras de estímulo. Nos paramos sobre sus hombros, adquiriendo un punto de ventaja estratégico. La memoria de su ejemplo pone el acero necesario en nuestro espíritu, impulsándonos a seguir hacia adelante, siempre hacia adelante. El legado de su poderosa presencia y penetrantes páginas añaden profundidad a nuestra existencia, de otra manera superficial. Debido a que sus convicciones siguen viviendo en las palabras que son un reto al pensamiento superficial, no podemos —no nos atrevemos—a seguir siendo los mismos.
El Autor.

Con afecto,
Ruben Agosto Agosto 2016






Publicado 3 days ago por Ruben Vernal
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Aug
8
Visión para Vivir 12


El poder de un nombre
“Yo y el Padre uno somos” Juan 10:30



Visión para Vivir 12
Charles R. Swindoll y Carlos A. Zazueta
No se Preocupe. . . ¡Ha Resucitado!
El día en que Jesús fue crucificado, una siniestra tiniebla oscureció el sol y cubrió a Jerusalén con una cubierta de mal. Cualquiera que viera estos acontecimientos con ojos carnales pensaría que la oscuridad, el diablo y la muerte habían derrotado al Hijo de Dios de una vez por todas.
Admito que esas tres cosas son la raíz de casi todas mis preocupaciones. Me preocupo por la muerte; en particular por la muerte de mis seres queridos. Me preocupo por la oscuridad, tanto literal como figurada. Me preocupa lo que el diablo anda tramando.
Demonios, oscuridad y muerte . . . todo eso trabajó diligentemente durante el ministerio de Jesús hasta llegar a este largo y angustioso día. Pero lo que nadie pudo ver es que la muerte del Mesías penetraría la misma esencia del mal.
Tres días después de que Jesús fue puesto en la tumba, un domingo por la mañana María Magdalena y un grupo de mujeres llegaron a la tumba. Al acercarse vieron que la piedra gigantesca había sido puesta a un lado. María Magdalena de inmediato corrió a decirles a Pedro y a Juan: “¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!” (Juan 20:2).
Mientras tanto las otras mujeres miraron más de cerca. La tumba estaba completamente abierta. Los lienzos estaban allí, todavía envueltos e intactos, pero vacíos. El cuerpo había desaparecido. Se quedaron estupefactas por varios momentos, hasta que se dieron cuenta de que dos ángeles se les habían aparecido. Uno estaba sentado en la piedra en tanto que el otro estaba cerca. “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí. ¡Ha resucitado!” (Lucas 24:5-6).
Al salir corriendo de la tumba vacía, encontraron a alguien que calmó sus temores: “Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Salve! . . . No teman. Vayan y den la noticia a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allí me verán»” (Mateo 28:9–10).
Cuando las mujeres contaron lo que había sucedido, los discípulos pensaron que lo que decían era una locura, o simplemente una exageración. Mientras tanto María Magdalena halló a Pedro y a Juan. Al principio ellos también no le quisieron creer, pero la curiosidad a la larga les ganó y ellos también se fueron corriendo a la tumba.
Cuando Juan llegó, se detuvo a la entrada y miró adentro. Sin detenerse Pedro entró corriendo a la tumba y quedó perplejo por lo que vio. Uniéndose a Pedro dentro de la tumba, pienso que Juan le dijo al oído: “¡Él está vivo!”
Conforme la palabra se difundía, una multitud empezó a reunirse en una casa en Jerusalén. Con las puertas cerradas, una voz familiar se dejó oír en medio de ellos: “«La paz sea con ustedes.» Y mientras les decía esto, [Jesús] les mostró sus manos y su costado” (Juan 20:19–20); y ellos creyeron.
Lamentablemente, Tomás, uno de los doce, no estaba allí. Cuando llegó, todos le contaron la experiencia. Tomás no quería creer lo que le decían. “Si yo no veo en sus manos la señal de los clavos, ni meto mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré” (20:25). Ocho días más tarde, Tomás se hallaba dentro de la misma casa, con las puertas más cerradas que antes. “La paz sea con ustedes” (20:26). Jesús, de nuevo se puso en medio de ellos. “Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (20:27). Tomás no se movió. No levantó ni un dedo. Respondió como sólo un genuino seguidor de Jesús puede responder: “¡Señor mío, y Dios mío!” (20:28).
Las respuestas de los que conocían a Jesús este domingo por la mañana son paralelas a las respuestas que encuentro todos los días como portador actual de estas buenas noticias.
Algunos creyeron de inmediato. Se les dio más información, recordaron lo que Jesús había predicho durante su ministerio, y aceptaron su resurrección como genuina.
Algunos creyeron cuando vieron la evidencia indirecta. Inicialmente dudaron de la noción, pero al recibir más información, tal como ver la tumba vacía, sabían que Cristo había resucitado.
Algunos creyeron con evidencia directa. Creyeron que Jesús había resucitado sólo cuando le vieron con sus propios ojos.
Los demonios, la oscuridad y la muerte han sido expulsados, y sin embargo continúan disipando un odio implacable contra toda la creación de Dios. Pero no se preocupe. . . Cristo está vivo con un nuevo tipo de vida que anhela darle a cualquiera y a todos los que creen en Él. ¿Forma usted parte de este grupo? O, ¿Ya se ha dado cuenta que necesita un Salvador? ¡Qué bien! El diablo, la oscuridad y la muerte pueden atacar y vanagloriarse, los aguijonazos de la vida aún pueden lastimarle por un tiempo, pero las fuerzas del mal están acercándose a su último aliento. Así que no hay por qué preocuparse. . . ¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente, ha resucitado!
Nuestro Pedacito de Cielo
“Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos; primicias de los que durmieron.” (1 Corintios 15:20)
MUERTE. Nadie se le puede escapar. Usted no puede tener la salud suficiente como para que ella no lo toque. Usted morirá. Yo moriré. Si una de cada una persona muere, todos estamos en esas estadísticas. Entonces, ¿Qué va a hacer? No me diga que esa profecía está reservada simplemente para unos cuantos teólogos de ojos desorbitados o predicadores ambulantes. Esta es nuestra esperanza, amigos y amigas. Esta es la razón por la que podemos enterrar a un querido padre o a una amada madre con gran confianza. ¿Por qué? Porque es un momento de triunfo. Es un tiempo de celebración.
En un funeral donde el evangelista Billy Graham participó, entonaron el coro “Aleluya.”. Después del coro sus primeras palabras fueron: “Este no es un funeral. Este es un día de celebración.” ¿Cómo pudo él decir eso? Se debe a que él tiene su esperanza en algo que va más allá de la tumba.
La resurrección es real. Sabemos que es real porque Cristo ha resucitado. Y, según el Nuevo Testamento, Él es “la primicia.” Esa es una expresión que significa “muestra de que habrá más.”
Cuando yo regresaba de la escuela mi madre a menudo tenía en la mesa un postre recién hecho. “Después de la cena” eran las instrucciones que usualmente recibía. Así que yo me quedaba allí, y el aroma llenaba toda la casa, especialmente el aroma de vainilla y azúcar caramelizada. La boca se me hace agua de tan solo recordarlo. Era grandioso. Todo lo que yo quería era un pedacito. De vez en cuando ella cedía y cortaba una pequeña tajadita y la ponía en un plato desechable. Entonces me decía: “Toma, cariño. Tendrás más después de la cena.”
Ella me daba las “primicias” del postre. Me daba una muestra de lo que habría más, más adelante.
Cristo es esa primera porción. Y si usted quiere saber más acerca de cómo será la vida en un cuerpo resucitado, estudie el cuerpo resucitado de Jesús. Y si quiere saber más acerca del tipo de comunión que podrá tener con el Padre celestial, estudie a Cristo y su relación con el Padre celestial. Él es la primicia.

Operación Llegada
Por mucho tiempo no entendía cómo funcionaba la industria de fabricación de automóviles. Pensaba que cuando alguien quería un coche nuevo, se iba a la distribuidora local, le daba unas cuantas patadas a unas pocas llantas, daba unos cuantos portazos, traveseaba con radios, cubiertas de motor y portamaletas. Entonces regateaba con el vendedor, discutía precios, escogía su color favorito, y lo ordenaba. Me figuraba que cuando la fábrica recibía los detalles de la orden, se dedicaban frenéticamente a buscar en su inventario la rueda correcta del volante, el motor apropiado, los cromados, y las tapas de las ruedas, y luego se aseguraban de que todo se instalara de forma correcta antes de embarcarlo. Es decir, algo así como dar los últimos toques a la comida con algo que haya en la cocina.
Pero no es así para nada. Para mi sorpresa, descubrí que una tarjeta de computador pone en movimiento docenas de contactos por todo el país. Una fábrica sólo hace motores. Otra los vidrios y partes de plástico. Alguna otra fábrica hace las ruedas del volante, y otra más la alfombra y tapizados. Cuando alguien ordena un coche, eso desata acción en todas estas áreas relacionadas. Y, se espera, que justo en el momento preciso las cosas especiales lleguen a la planta de ensamblaje en donde todo se arma; todo, desde los pernos de los guardachoques hasta las plumas del parabrisas. Y en un período de tiempo relativamente breve, un coche nuevo y reluciente rueda saliendo de la línea de ensamblaje, se le embarca en un camión de transporte, y se le envía a su destino apropiado.
¡Qué ingenioso y asombroso arreglo han diseñado los fabricantes! ¡Y hace doscientos años eso ni siquiera se soñaba!
Ahora bien, si el ser humano pudo concebir un plan tan complejo y organizado como todo eso, piense en cuánto más eficiente fue el arreglo de Dios . . . hace más de dos mil años. Me refiero a los acontecimientos perfectamente sincronizados que rodearon al nacimiento del Salvador. Con toda certeza, no fue una ocurrencia de sopetón. Las Escrituras nos aseguran que cuando llegó el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo (Gálatas 4:4).
¡Declaración fantástica!
En el momento preciso, precisamente tal como Dios lo arregló, siguiendo un plan que pudiéramos haber denominado “Operación Llegada,” llegó el Mesías.
Miqueas dijo que sería en Belén, de Judá. Lo fue. Pero, ¿acaso José y María no vivían en Nazaret, Galilea? Allí vivían. ¿No están esos lugares a muchos kilómetros de distancia? Lo están, y en esos días eran días de camino a pie. Entonces, . . . ¿cómo? Pues bien, como ve, eso es apenas una pequeña parte del plan, y sin embargo asombroso. Especialmente cuando se considera que María estaba en los últimos días de su embarazo. El que ellos viajaran al sur a tiempo exigiría caminos bastante buenos; de los cuales ni se sabía antes de la conquista romana. Y con toda certeza, era preciso que se vieran obligados a viajar . . . y de aquí la exigencia del censo de parte de César Augusto (Lucas 2:1) que obligaba a José a inscribirse en persona en la ciudad de sus raíces familiares, Belén (2:4).
Pero antes de que pudiera nacer un Salvador, también se necesitaba algún medio natural de comunicación común: una lengua familiar que esparciría rápidamente las noticias. No hay problema. Gracias a Alejandro Magno, el padre del griego koiné, esa lengua estaba madura y gracias a la pluma de los evangelistas y apóstoles esa lengua estaba lista para la diseminación rápida del mensaje del evangelio.
Gracias a los buenos caminos, una decisión en Roma, y un fastidioso censo, todo sucedió en el lugar preciso. En el tiempo preciso . . . con un lenguaje articulado como el perfecto vehículo verbal. Un Bebé que el mundo casi ni notó que llegó. Roma estaba demasiado atareada edificando y conquistando. Augusto pensó que era el gran mandamás brincando por el palacio exigiendo el censo. En realidad no era más que una pizca de polvo en la página profética . . . un peón en las manos del Comandante de “Operación Llegada.”
Las cosas que Dios realizó para que llegara su Hijo a tiempo hace veintiún siglos, harían que el orgullo del ingenio de los fabricantes de automóviles pareciera un pensamiento organizacional tardío en comparación.

¿Para Qué Memorizar la Escritura?
No hay otra práctica más gratificante en la vida cristiana que la memorización de la Escritura. Así es, no hay otra disciplina más útil y más valiosa que ésta. No hay otro ejercicio que pague más dividendos espirituales. Su vida de oración será fortalecida. Su testimonio será más real y mucho más efectivo. Su consejo tendrá mucha demanda. Sus actitudes y perspectivas en la vida empezarán a cambiar. Su mente será más observadora y perspicaz. Su confianza y seguridad aumentarán. Su fe será solidificada y aún sus preocupaciones disminuirán.
La Palabra de Dios está llena de exhortaciones para implantar su verdad en nuestros corazones. David escribe que un joven puede guardar puro su camino, atesorando la Palabra de Dios en su corazón (Salmo 37:31; 119:9-11). Salomón se refiere a esto en Proverbios 4:4:
“Retenga tu corazón mis palabras,
guarda mis mandamientos y vivirás.”
La palabra “retenga” viene del término hebreo que significa: “agarrar, entender, capturar”. La memorización de la Escritura le da una comprensión firme de la Palabra de Dios, y permite que la Palabra le cautive. Salomón también menciona escribir la palabra “en la tabla de tu corazón” (Proverbios 7:3) y tener la Escritura escrita dentro de nosotros para que éstas “estén listas en nuestros labios” (Proverbios 22:18).
Ahora, sabemos que ha sido retado a hacer esto antes. Nuestra pregunta para usted es esta: ¿lo está haciendo? Tal vez esté postergándolo porque tiene bloqueos mentales en contra de la memorización de la Escritura.
Por esa razón, hemos diseñado el programa de tarjetas de memorización de Visión Para Vivir para que sea diferente. Escrituras para la Práctica de la Vida Cristiana es eso—práctico. Hay cuarenta versículos grabados en un CD que han sido cuidadosamente seleccionados para enfatizar el comportamiento y las creencias básicas de la vida cristiana. Acompañando este CD hay un juego de tarjetas atractivas que hace aprenderlos más conveniente. El memorizar y aplicar estos versículos fortalecerá su vida de fe.
Aquí hay algunos consejos prácticos que hemos encontrado útil para memorizar Escritura. Úselos al aprenderse estos versículos, al igual otros que usted descubrirá por usted mismo:
Escoja un tiempo cuando su mente esté libre de distracciones. . .como temprano en la mañana al acabarse de levantar.
Aprenda la referencia repitiéndola cada vez que mencione el versículo. Los números son más difíciles de recordar que las palabras.
Memorice tres versículos (o un pequeño párrafo) de la Escritura que tiene un lugar especial en su corazón.
Lea cada versículo varias veces; tanto en silencio como en voz alta. Escucharse decir las palabras le ayudará a cimentarlas en su mente.
Escriba el versículo que escogió en una ficha bibliográfica y péguela en el espejo de su baño o en su escritorio. Lea estos versículos (en voz alta) cada vez que los vea.
Divida el pasaje de acuerdo a sus frases naturales. Aprenda la referencia y después la siguiente frase. Después repita la referencia y la primera frase, al repetir la segunda frase. Y así continúe añadiendo frases una por una.
Aprenda un poco con perfección, en lugar de mucho deficientemente. No se apresure al siguiente versículo hasta que pueda decir el versículo anterior perfectamente, sin ver su Biblia.
Resuma los versículos inmediatamente después de hacer este proceso. Después de veinte o treinta minutos repita lo que ha memorizado. Antes de que el día termine, afirme los versículos en su mente repasándolos quince o veinte veces. (Usted puede hacer esto al conducir o al hacer sus deberes).
Use el versículo prácticamente lo antes posible. Después de todo, el propósito de memorizar la Escritura es práctico, no académico. Use los versículos en conversaciones, en cartas, en enseñanzas, en oraciones, en consejerías, en cada oportunidad diaria. Relacione lo que ha aprendido con su situación diaria. Le encantarán los resultados.
Una vez que haya aprendido sus versículos, pídale a un amigo(a) que sepa caligrafía (escritura elegante) que los escriba para usted. Si tiene un poco de dinero extra, enmarque esta pieza para recordar este evento importante en su vida: el día en el que aprendió un pasaje entero de la Palabra de Dios.
¿Está listo para comenzar a invertir en algo que le garantiza beneficios espirituales? ¿Está listo para fortalecer su vida de oración y tener un testimonio agudo? Si lo está, abra su Biblia a su pasaje favorito y comience a memorizar ese pasaje. Otra opción puede ser comenzar a memorarizarse los versículos destacados en el recurso de este mes, Escrituras para la Práctica de la Vida Cristiana, que le enviaremos en agradecimiento por su donativo al ministerio. Nunca se arrepentirá de esta inversión. . .beneficios eternos son garantizados.
Para empezar, aquí hay algunos pasajes que enfatizan la importancia de memorizar Escritura: Salmo 37:30-31; Salmo 119:9-16; y Mateo 4:1-10.


¿Por qué Debemos Esperar Hasta que nos Casemos para Tener Sexo?
Pregunta: Mi novio y yo vivimos lejos el uno del otro, y cuando nos reunimos los fines de semana, él se queda en mi apartamento o yo en el suyo. Hasta ahora, no hemos tenido sexo, sino que hemos llegado muy cerca. Ambos somos cristianos, y deseamos hacer lo correcto, pero el esperar está llegando a ser más difícil. Realmente nos amamos y lo más probable es que vamos a casarnos. ¿Es tan importante esperar para tener sexo?
Respuesta: La intimidad sexual es un regalo maravilloso del Señor, y Él tiene mucho que decir en su Palabra acerca de cómo debemos utilizar este regalo para experimentar el gozo máximo que Él ha pensado para nosotros.
Un principio consistentemente claro en las Escrituras es que el sexo es para las parejas casadas. Tener relaciones sexuales fuera del enlace del matrimonio se refiere como la fornicación, la inmoralidad sexual, y adulterio (véase Hebreos 13:4; Gálatas 5:19; 1 Tesalonicenses 4:3-7). Su plan para usted y su novio es que ustedes esperen hasta que se casen para tener sexo.
“La voluntad de Dios es vuestra santificación: que os
apartéis de fornicación” (1 Tesalonicenses 4:3).
Dios no nos da reglas sin razones. Para que ustedes resistan la tentación de tener sexo, ustedes necesitan entender porqué Dios quiere que ustedes permanezcan puros. Por lo menos, dos propósitos importantes existen para que ustedes esperen. Primero, esperar edifica un fundamento fuerte para un matrimonio feliz. No importa que robusta una casa parezca exteriormente, se derrumbará si el fundamento es débil. Para que un matrimonio sobreviva las presiones de la vida diaria, debe estar edificado sobre un fundamento firme del compromiso.
El tiempo de noviazgo y de espera es la época cuando usted y su novio pueden poner el fundamento firme para un matrimonio sólido, fuerte y sano. Es el tiempo cuando ustedes aprenden a ser buenos amigos, resuelven conflictos, comunican sentimientos, demuestran respecto, dan incondicionalmente, se relacionan en un nivel espiritual, y se divierten juntos. Todas estas acciones son características de una relación sólida y duradera.
Las parejas que tienen dificultades en una de estas áreas, por ejemplo, en resolver conflictos, a veces utilizan la pasión física para remendar cosas y para convencerse de que la relación es sólida cuando realmente no lo es. El sexo, entonces, se convierte en una droga que la pareja toma para entumecer el miedo y el dolor de una relación débil en vez de la champaña que celebra el gozo de un matrimonio de compromiso.
Cuando ustedes están juntos los fines de semana, parece y se sienten que están casados. ¡No es una sorpresa que su deseo de tener sexo está aumentando! Pero el arreglo de vivir juntos es como las joyas de fantasía-no es la cosa verdadera. Ustedes comparten el mismo departamento, talvez la misma cama, pero no han hecho ningún pacto matrimonial -o un compromiso matrimonial permanente. Su novio puede decir que él ha puesto su confianza en usted, pero hasta que él ponga ese aro dorado matrimonial en su dedo, su compromiso solamente son palabras vacías.
No importa cuanto ustedes se amen el uno al otro, entregarse totalmente fuera de la seguridad del pacto matrimonial es imposible. Eso es lo que significa el sexo, ¿no? Lo bello del sexo se encuentra en entregarse el uno al otro en amor sin ningún miedo o reservación. Un hombre que está dispuesto a esperar el sexo hasta la boda comunica a su novia que ella es más importante para él que sus propios deseos. Él sabe que ella realmente no podrá entregarse a él hasta que él diga, “me comprometo” totalmente. Entonces, él está tan dispuesto a esperar porque él la ama y él desea tener la mejor relación sexual posible con ella, si ella en realidad llega a ser su esposa-una relación sin culpabilidad, sin remordimiento, y sin una pena emocional.
Tener sexo antes del matrimonio agrega una enorme presión para que ustedes permanezcan juntos aunque su amor disminuye. Ustedes han invertido tanto de si mismos el uno al otro que retroceder es difícil. ¿Y qué pasa si ustedes se separan permanentemente? El trauma emocional es más severo si ustedes han tenido sexo. Agregando a la pena de una relación quebrada es la realización dolorosa que su virginidad se ha perdido. Su virginidad es un regalo que se puede dar solamente una vez. Entregar ese regalo a la persona quién la ama suficiente para comprometerse a usted en un matrimonio es mucho más significativo.
¿El amor de ustedes es del tipo de lo cual se hace un buen matrimonio? ¿Sobre que fundamento están edificando su relación? La intimidad sexual es tierra inestable, arena. Si su amor es verdadero, esperará y crecerá más fuerte en el proceso de esperar.
El segundo propósito de mantenerse puros sexualmente hasta casarse es para crecer en nuestro amor para con Dios. Podemos discutir pragmáticamente sobre los méritos y los contras del sexo fuera del matrimonio, pero todas las discusiones cesan cuando cambiamos del nivel pragmático al nivel espiritual. Dios es el más grande de todos los amadores. Él entregó su vida para el beneficio de su querido pueblo. De las profundidades de su corazón, él desea tener una relación íntima con nosotros. Sin embargo, no podemos abrazar el pecado y a Dios al mismo tiempo.
¿Por qué ustedes deben mantenerse puros? La razón más poderosa está debido a su amor hacia Dios. El amor para con Dios es la motivación principal para resistir la tentación. La salvación, por supuesto, depende de su fe en Jesucristo como su sacrificio personal. La intimidad con Dios, sin embargo, depende de la dedicación y de la pureza. Y la cosa maravillosa es ésta: al crecer su relación con Dios, igualmente su relación el uno con el otro crece. ¡Una relación enriquece la otra!
¿Cómo pueden ustedes resistir la tentación de tener sexo? ¡Una solución para su problema es casarse! Pero si ustedes no están listos todavía, entonces deben fijar los límites de su intimidad física, y deben comprometerse el uno con el otro a no dormir juntos hasta la noche de la boda. Ustedes no pueden esperar evitar la tentación y seguir viviendo juntos los fines de semana. Ustedes deben hacer otros arreglos cuando están juntos los fines de semana, visitando el uno al otro.
Sus cuerpos no saben que no son casados. Los deseos sexuales son una parte normal de nuestro diseño físico, y esos impulsos son particularmente fuertes si ustedes ya han probado los placeres de la intimidad sexual. Para controlar sus impulsos sexuales, determinen de antemano hasta que punto ustedes llegarán cuando están juntos y solos. Como ustedes saben, el proceso de hacer el amor comienza mucho antes del coito. Un tacto cariñoso, un abrazo apasionado, un beso breve-cada expresión del amor aumenta las pasiones y conduce a la intimidad sexual. La mayoría de las parejas tienen un punto de no regreso después de lo cual llega a ser aún más difícil parar el proceso. Ustedes deben descubrir ese punto y deben comprometerse el uno al otro que van a parar antes de llegar a ese punto. Y necesitamos agregar esta precaución: si ustedes están bebiendo alcohol cuando están juntos, deben parar, porque el alcohol baja sus inhibiciones y hace resistir la tentación mucho más difícil. La regla: ¡No alcohol!
También, la animamos a que eviten las situaciones en las cuales están tentados más fácilmente. Algunas parejas no pueden acariciarse juntos o ver un vídeo a solas en un apartamento sin terminar en la cama. Otras parejas no tienen ningún problema en estar solos. Ustedes deben decidir qué tipo de situaciones los ponen en la zona peligrosa, y deben planear sus tiempos juntos sabiamente.
Nuestra sociedad tiene una vista tan torcida de relaciones. Invierten tiempo como pareja leyendo libros cristianos sobre el noviazgo y el matrimonio.
Nuestra oración es que el Señor les dé la sabiduría que ustedes necesitan como pareja para aprovechar de su amor el uno para el otro. Dios es la fuente de todo amor-y ustedes pueden depender de Él para dirigirlos a una relación maravillosa.

Por qué los hombres no lideran
Muchas iglesias y hogares cristianos tienen hombres pasivos pero pocas veces hablamos de ello de manera directa. ¿Por qué algunos hombres, en vez de dirigir, se han alejado y enmudecido frente a sus esposas, sus familias y sus iglesias?
Las siguientes son algunas de las posibilidades:
Falta de confianza en sí mismos. Algunos hombres nunca han tenido una buena autoestima. Fueron criados por padres que no los afirmaron o les amaron incondicionalmente. En otras palabras, nada de lo que hacían era suficiente.
Mientras que algunos hombres tratan de compensar esto y se convierten en personas agresivas, otros simplemente caen en la pasividad. Tienen miedo de tomar malas decisiones y por lo tanto prefieren evitarlas. Otros hombres, que tal vez antes fueron líderes con buena autoestima, experimentaron algo durante su matrimonio, su iglesia o su vocación que les afectó internamente. Ahora constantemente les cuesta tomar decisiones; se sienten desubicados e inseguros.
Sueños rotos. Siempre llega un momento en la vida de los hombres cuando al considerar diferentes aspectos de sus vidas piensan que la vida ha sido excelente y que nada podría superar ese momento en sus vidas. Quizás se encuentran en el escalón más alto de su trabajo y sus opciones para ascender son limitadas. Para otros, el sueño del éxito nunca se materializó. De hecho, sufrieron un gran fracaso, fueron despedidos o cayeron en bancarrota. Su salud, que antes era excepcionalmente buena, ahora está por debajo del promedio. La vida que soñaron se ha convertido en una existencia monótona.
Abrumados. Parte del liderazgo es la capacidad para tomar decisiones. Un hombre puede sentirse muy abrumado por el número de demandas diarias y decisiones que le acosan. En esos casos, la parálisis de la pasividad toma prioridad ya que parece ser mejor que no hacer nada. Utilizan la táctica de la evasión y piensan que con ello la situación va a cambiar sin que sea necesario tomar una decisión o esperan que alguien más la tome por ellos.
La oposición. Algunos hombres cuando intentan liderar sus hogares encuentran oposición por parte de sus esposas. Cuando tratan de iniciar algo, sus esposas se sienten obligadas a hacer un comentario, controlar, criticar o hacer una comparación. Desde la perspectiva de esa mujer, ella está intentando ayudar. Desde la perspectiva de ese hombre es más fácil seguirle la corriente, al menos exteriormente. Para ellos es preferible tener una paz relativa en el hogar y ser acusado de ser un mal líder que tener un conflicto constante con ella cada vez que él intenta liderar. Simplemente, no vale la pena. De manera irónica, si en respuesta a la oposición que recibe por parte de su esposa él comienza a tomar el control y actuar como el líder de la familia, siente que es él quien sigue el liderazgo de ella. Y si por el contrario él se niega a liderar, será visto como un hombre pasivo y obstinado.
Una palabra a los esposos
La Escritura le habla a los esposos y a las esposas sobre el liderazgo del hombre.
Efesios 5:23 dice: "Porque el esposo es cabeza de la mujer así como Cristo es cabeza de la iglesia…" Ser cabeza significa tener un liderazgo amoroso. Este es un mandamiento para todos los esposos, incluyendo los pasivos. Pero sólo puede lograrse por medio del poder del Espíritu Santo (5:18). Solamente por medio del Espíritu se puede reconocer y vencer ese comportamiento pasivo. Es al confesar esa pasividad y dársela al Espíritu Santo que recibiremos la habilidad para liderar.
Reciba el ánimo que necesita para tener confianza en sí mismo y para dar el primer paso.
Reconozca el propósito del Espíritu en su vida para que pueda tener nuevos sueños para Él.
Experimente una paz mental de tal forma que no le abrumen las complejidades de la vida.
Responda a su esposa de una manera sabia mientras busca mostrar ese liderazgo amoroso que usted y Dios desean. Deje de reaccionar ante ella y responsabilícese por ser el líder que ella necesita.
Una palabra para las esposas
Efesios 5:33 dice: "La esposa debe respetar su marido". Los siguientes consejos pueden ayudarle a mostrar ese respeto.
Ore por él. Alguien dijo sabiamente: "Cambie las cosas que usted puede cambiar y ore acerca de las cosas que no puede cambiar". Las personas son una de esas cosas que usted no puede cambiar. Sólo Dios puede cambiar las personas, incluyendo su esposo.

Elógielo. El hombre necesita sentirse apreciado. En vez de pensar que las cosas que él hace son su obligación, exprésele su gratitud. Quizás la reacción de su marido sea muy simple pero él necesita sentirse apreciado y con el tiempo aprenderá a aceptar sus elogios.

Escúchelo. Muchas esposas necesitan escuchar más y hablar menos. Eso significa poner atención para comprender lo que dice y lo que no dice. Ya que su esposo no está acostumbrado hacerlo, tendrá que esperar a que él hable primero. No lo presione. Cuando él sepa que usted está dispuesta a escucharle de verdad y no va a discutir o presionarle, él se abrirá a usted.
En resumen: sea una persona compasiva, amorosa, humilde y solidaria. Eso es para ambos, sin excepción. No busque la venganza ni el sarcasmo. Al contrario, bendiga a su cónyuge. Su trabajo es bendecirle (1 Pedro 3:8-9).


Por qué Tenemos Confianza en la Biblia
¿Cuál es la autoridad final en su vida? Quiero decir, cuando usted se ve acorralado, cuando en realidad está con la espalda contra la pared, cuando se ve obligado a enfrentar la realidad, ¿en qué se apoya?
Antes de que responda demasiado aprisa, piense al respecto por unos momentos. Cuando se trata de establecer una normativa de moralidad, ¿qué es su guía? Cuando necesita una brújula ética para hallar el camino para salir de la selva ética, ¿dónde está el norte? Cuando está en un mar tormentoso y agitado de emociones, ¿qué faro le muestra donde hallar la orilla?
No puede haber autoridad más confiable en la tierra que la palabra de Dios, la Biblia. Esta fuente eterna, confiable, de verdad tiene la clave para abrir los misterios de la vida. Sólo ella nos provee el refugio que necesitamos en las tormentas.
Pero necesitamos entender por qué. ¿Por qué la Biblia califica como nuestra autoridad final?
La Palabra de Dios es Verdad
“Tu palabra es verdad,” dijo Jesús a orar al Padre (Juan 17:17). Verdad, verdad real, verdad en la que se puede confiar, verdad que nunca se marchita ni se agría, verdad que nunca es tiro por la culata ni hará que uno se desvíe, esa es la verdad de la Biblia. De eso es de lo que se trata la Biblia. Por eso la Biblia nos provee el respaldo constante y necesario.
El Libro de Dios Es la Voz de Dios
La Biblia es “el mensaje de Dios.” Es, de hecho, “la palabra de Dios.” El apóstol Pablo testificó claramente esa verdad en su Primera Carta a los Tesalonicenses:
Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes. (1 Tesalonicenses 2:13)
Piénselo de esta manera: el Libro de Dios es, por así decirlo, la voz de Dios. Si nuestro Señor se hiciera visible y volviera a esta tierra, y hablara su mensaje, estaría en línea con la Biblia. Su mensaje de verdad encajaría exactamente en lo que uno ve en las Escrituras: su opinión, su consejo, sus mandamientos, sus deseos, sus advertencias, su mismo corazón, su misma mente. Cuando uno descansa en la voz de Dios —su mismo mensaje— uno tiene un cimiento seguro; tiene verdad en la que puede confiar; tiene poder que imparte nueva vida y deja en libertad la gracia por la cual uno puede crecer en fe y dedicación.
La Palabra de Dios Perdurará
¿Se da cuenta usted de que sólo hay dos cosas eternas en la tierra en la actualidad? Sólo dos: las personas y la Palabra de Dios. Todo lo demás finalmente será quemado; todo lo demás. Eso como que pone las prioridades en orden, ¿verdad? Las cosas que ponemos en los anaqueles, aquello que enmarcamos, los trofeos y otros cachivaches que pulimos y nos encanta mostrar, las cosas de las que estamos tan orgullosos, todo está destinado a la hoguera final (2 Pedro 3:7, 10-12). ¡Pero no el Libro de Dios! Pedro nos recuerda que la verdad “permanece para siempre” (1 Pedro 1:25). La hierba crece y se seca; las flores florecen y después se mueren. Pero el mensaje escrito de Dios, la verdad, permanecerá para siempre. Todas sus promesas se cumplirán. Su verdad redentora no puede ser anulada ni cambiada. Su palabra poderosa realizará todos sus deseos y logrará el propósito para la que fue enviada (Isaías 55:10-11). ¡Su palabra perdurará!
La Palabra de Dios Es Inspirada
Pero espere. ¿Acaso toda esta charla en cuanto a la Biblia no conduce a una pregunta importante que hay que hacer? La pregunta es como esta: ¿Cómo puede alguien entusiasmarse tanto acerca de algo que fue escrito por hombres? No tenemos problemas con el Dador de la verdad. Él la dio . . . pero, ¿acaso la verdad no se corrompió cuando Él la envió a la tierra por las manos y mentes de hombres pecadores?
Este es el momento perfecto para que usted se familiarice con tres términos doctrinales: revelación, inspiración e iluminación. La revelación tuvo lugar cuando Dios dio su verdad. Inspiración tuvo lugar cuando los escritores de las Escrituras recibieron y anotaron la verdad de Dios. Hoy, cuando comprendemos y aplicamos la verdad de Dios, eso es iluminación.
El asunto crítico, su confianza en la Biblia, se relaciona directamente con su confianza en su inspiración. ¿Cómo podemos estar seguros de que la Palabra de Dios está libre de error, es absolutamente verdad y, por consiguiente, merece nuestra confianza completa? Pablo provee gran ayuda para responder a esta pregunta:
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16-17)
Cuando Dios reveló su verdad para que escritores humanos la anotaran, Él “exhaló” su palabra. Cuando le dictamos una carta a alguien, “exhalamos" un mensaje y otra persona mecanografía lo que hemos dicho. Pero, ¿acaso los escritores de las Escrituras simplemente tomaron dictado?
Cuando uno sabe lo suficiente en cuanto a la Biblia, se da cuenta de que fue escrita por muchas personas diferentes, con personalidades diferentes. Pedro no suena como Juan; Juan no suena como David. De alguna manera la personalidad de cada escritor fue preservada sin corromper el texto con debilidad y error humano. Eso descarta la idea del dictado.
Así que, ¿cómo hizo Dios que esto suceda? Segunda de Pedro 1:21 nos da otro indicio: “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.”
La expresión “siendo inspirados” es traducción de un término náutico griego antiguo (fero) que describe barcos en el mar. Cuando un barco estaba a merced de los vientos, las olas, y las corrientes del mar, era “inspirado” por un poder aparte del propio. Esa es la palabra que se usa aquí. Ellos izaron, por así decirlo, sus velas, y dejaron que el Espíritu Santo las llenara y así los deseos del Espíritu Santo “los inspiró.”
La Palabra de Dios lo Sostendrá
Así que nuestra conclusión es esta: En la Biblia tenemos la preservación de un texto completamente confiable, autoritativo e inspirado. La pregunta que cada uno de nosotros debe hacerse a sí mismo es ésta: ¿Puedo confiar en ella, especialmente cuando atravieso experiencias caóticas en mi vida? Mi respuesta, y en oración espero que sea la suya también, es ¡absolutamente y sin reservas! Lo maravilloso de apoyarse en el Libro de Dios es que le da a uno estabilidad. Le da ese profundo sentido de propósito y significado. Ningún otro consejo lo llevará a usted a largo plazo. Ninguna otra verdad le ayudará a mantenerse firme en las tormentas de la duda e incertidumbre. Ninguna otra realidad le dará fortaleza para cada día y profunda esperanza para el mañana. Ninguna otra instrucción tiene el poder de darle nuevo significado a su vida.

¿Puedo Confiar en la Biblia?
Introducción
«La Biblia es demasiado irrelevante desde un punto de vista cultural para tomarla en serio.»
«La Biblia contiene una buena moralidad, pero nadie cree que las historias verdaderamente ocurrieron.»
«La Biblia no es diferente a otros libros religiosos. Todos ellos nos llevan a Dios.»
«¿Cómo puede un solo libro como la Biblia contener verdad para todo el mundo? Hoy en día las personas deciden por sí mismas lo que es verdad. Es un asunto personal.»
¿Ha escuchado usted frases como estas? Ya bien sean comunicadas directamente o como actitudes sutiles, están presentes en las corrientes de pensamientos que fluyen a través de nuestro mundo. Programas de entrevistas por televisión, aulas de escuelas públicas, revistas de noticias, aun algunas de nuestras iglesias se han vuelto canales para estas ideas.
Estando expuestos a esa constante negatividad, es comprensible que las dudas acerca de la Biblia puedan comenzar a erosionar nuestra fe. “¿Cómo sé yo que este libro revela el único camino a Dios?” “¿Pudieran estas historias ser solamente una serie de mitos religiosos?”
En el centro de nuestras dudas está la siguiente pregunta “¿Puedo verdaderamente confiar en la Biblia?” La respuesta a esa pregunta toca tres cuestiones relacionadas pero separadas. La primera es una cuestión textual. ¿Cómo sabemos que nuestras Biblias hoy en día representan con exactitud lo que los autores escribieron originalmente? La segunda es una cuestión histórica. ¿Cómo sabemos que los autores escribieron la verdad? La tercera es una cuestión teológica. ¿Cómo sabemos que lo que los autores escribieron proviene realmente de Dios?
¿Representan las Biblias modernas lo que escribieron los autores originales?
La cuestión textual. La Biblia en realidad es una colección de libros escritos a través de un período de 1.500 años por alrededor de 40 autores en diversos lugares. El Antiguo Testamento fue escrito en hebreo y arameo; el Nuevo Testamento fue escrito en griego. Tomando en cuenta el número de autores y la variedad de escenarios, culturas, idiomas, y tiempos, pensaríamos que la Biblia sería un revoltijo de ideas y estaría llena de contradicciones. Sin embargo, la Biblia tiene una unidad increíble en su mensaje, lo cual es un argumento poderoso a favor de su naturaleza divina.
La Biblia es un libro antiguo, y ninguno de los manuscritos originales existe hoy en día; solamente permanecen copias. Cuando leemos nuestras Biblias modernas, estamos leyendo una traducción de un texto que ha sido recopilado a través de un proceso complejo de comparar manuscritos. Más de 24.000 manuscritos y fragmentos están relacionados con el Nuevo Testamento solamente, y algunos de ellos datan del año 130 A.D., solo décadas después de los acontecimientos reales. Interesantemente, a causa de la gran cantidad de manuscritos, hay más evidencia a favor de la autenticidad de la Biblia que de la mayoría de los otros textos antiguos. Por ejemplo, solamente existen 49 copias manuscritas de las escrituras de Aristóteles hoy en día, y su fecha más antigua es del año 1100 A.D., siglos después que Aristóteles escribió el texto original.
Cuando comparamos los textos bíblicos de diferentes períodos, encontramos semejanzas extraordinarias. Por ejemplo, hasta el descubrimiento de los Manuscritos del Mar Muerto, los mejores manuscritos hebreos datan no más temprano de la Edad Media. Los Manuscritos del Mar Muerto contienen textos bíblicos copiados durante la época de Jesús, lo cual lo hacen más antiguos que los otros manuscritos por mil años. Cuando los eruditos compararon los manuscritos, se asombraron de las semejanzas. Los Manuscritos del Mar Muerto son prácticamente idénticos a los manuscritos de la Edad Media, ¡aunque fueron copiados con mil años de diferencia!
Sin embargo, los manuscritos bíblicos contienen algunas discrepancias, un resultado natural de los procedimientos de copiar antes que se inventara la prensa. Y, una vez que un error fue cometido, todas las copias hechas de ese manuscrito también contendrían el error. Comprenda, sin embargo, que estamos hablando de pocas discrepancias de menor importancia, y es asombroso que no hay más.
También es importante darse cuenta que ninguno de los errores de transmisión afectan ninguna doctrina fundamental. Las discrepancias normalmente son variaciones de deletreo letras transpuestas, o adiciones para clarificar algo. A causa de estas discrepancias, algunas veces no estamos seguros que algunas (de nuevo, relativamente pocas) de las palabras en las traducciones al español son exactamente lo que los autores escribieron. Por lo tanto, en un esfuerzo de ser rigurosamente exactos, decimos que las Escrituras son libres de error en los manuscritos originales, no en las traducciones que tenemos hoy en día.
Gracias a la devoción de los antiguos copiadores y, finalmente, a la mano soberana de Dios, en preservar el texto bíblico, podemos tener confianza que la Biblia que tenemos hoy en día representa confiablemente lo que los autores escribieron originalmente. ¿Pero cómo sabemos que lo que los autores escribieron es exacto? ¿Cómo sabemos que ellos no inventaron estas historias?
¿Escribieron los autores la verdad?
La cuestión histórica. Bueno, no podemos probar científicamente que lo que ellos dijeron es cierto recreando los acontecimientos en un laboratorio. Tampoco podemos regresar en el tiempo y verificar las historias personalmente. Así que ¿cómo sabemos lo que en realidad ocurrió? De hecho, ¿cómo sabemos que cualquier acontecimiento en la historia realmente ocurrió? Decimos que George Washington fue el primer presidente de los Estados Unidos, pero quizás alguien inventó esa historia y la pasó a nosotros como un hecho. ¿Cómo sabemos?
La única forma de saber la verdad acerca de cualquier acontecimiento en la historia es observando la evidencia. La evidencia se puede dividir en tres categorías: informes de testigos oculares, testimonio escrito, y artefactos físicos. Tenemos suficientes testigos oculares, testimonio escrito, y artefactos físicos acerca de George Washington para probar sin duda razonable que él fue el primer presidente de los Estados Unidos. Utilizando el mismo método, existe suficiente evidencia para tener argumentos convincentes de que los acontecimientos bíblicos ocurrieron exactamente como fueron escritos.
Podemos estar seguros que algunas de las historias son ciertas porque los autores de la Biblia eran testigos oculares, y su público consistía de testigos oculares que hubieran denunciado a los autores como fraudes si estuvieran falsificando los hechos. Y si los autores no estuvieron presentes en los acontecimientos que ellos documentaron, ellos entrevistaron a testigos oculares para obtener la historia exacta (vea Lucas 1:1-4). El apóstol Juan confirma que él escribió lo que él experimentó personalmente.
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo de vida (pues la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros… (1 Juan 1:1-3a)
Los autores de las Escrituras documentaron acontecimientos reales que ellos habían visto. Pero ¿qué hace a la Biblia un libro divino?
¿Cómo sabemos que lo que escribieron los autores es realmente de Dios?
La cuestión teológica. Quizás la mayor evidencia confirmando la verdad de las historias bíblicas es el hecho de que Dios es el verdadero autor. Lea lo que la Biblia dice acerca de sí misma:
Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16-17 NVI)
También vea 2 Pedro 1:20-21:
Ante todo, tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie. Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo. (NVI)
El mensaje de la Biblia se originó en la mente de Dios mismo. Como resultado, podemos tener confianza que está libre de errores en todo lo que afirma. El Salmo 119 expresa tres afirmaciones que reflejan la convicción de todos los escritores bíblicos acerca de las Escrituras: “tu ley es la verdad” (v. 142), “todos tus mandamientos son verdad” (v. 151), y “La suma de tus palabras es la verdad” (v. 160 NVI).
Jesús corroboró este sentimiento con su afirmación franca e inequívoca, “Tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Jesús demostró su convicción acerca de la verdad de la Palabra de Dios en sus enseñanzas. No solamente dependió Él de la Palabra para vencer las poderosas tentaciones de Satanás y para refutar las ideas religiosas distorsionadas de sus adversarios, sino que también puso el peso de sus argumentos sobre detalles históricos como la creación del primer hombre y la primera mujer (Mateo 19:4-5), la historia de Noé y el arca (Mateo 24:37-38), y aun la historia de Jonás y el gran pez (Mateo 12:39-41).
Debemos preguntarnos, si Jesús mostró tal tipo de confianza incondicional en la Palabra de Dios (como Él la expresó de Nuevo en Mateo 5:17-19 y en Juan 10:35), ¿debemos ser nosotros diferentes? ¿No debemos más bien imitarlo a Él en todas las cosas, especialmente en su confianza en la Biblia?
La razón principal para creer lo que dice la Biblia
Por muchos años los profesores de historia y arqueología han debatido la exactitud de las historias bíblicas, y continuarán discutiendo acerca de ellas por muchos años más. El punto principal no es si podemos probar que los hebreos gritando hicieron que los muros de Jericó se cayeran, sino si podemos confiar en Dios. Si Dios es confiable (y Él lo es) entonces su Palabra inspirada también es confiable.
¿Se ha usted preguntado por qué Dios dio su Palabra al mundo a través de autores humanos? Quiero decir, la Biblia hubiera sido más fácil de confiar si hubiera sido escrita por la mano de Dios en tinta sobrenatural y entregada por ángeles a cada persona en la tierra. ¡Entonces sabríamos que la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios! Pero Dios no opera de esa manera. Él elige utilizar a seres humanos falibles para comunicar su mensaje infalible. Este hecho por sí solo nos lleva a apreciar la Biblia aun más. La Biblia misma es un testimonio de la gracia de Dios, un ejemplo asombroso de cómo Dios desciende del cielo y mora en su pueblo para producir algo de valor eterno.
La participación de Dios en el desarrollo de las Escrituras nos lleva a hacer una pregunta penetrante: ¿Fue aun posible que los autores bíblicos adornaran los hechos? No. Aunque los autores eran seres humanos normales y corrientes propensos a cometer errores, el Dios Todopoderoso todavía estaba a cargo del proyecto. Si los autores hubieran falsificado sus documentos, ellos hubieran frustrado el plan de Dios para que nosotros conociéramos la verdad. ¿Puede ocurrir eso? ¿Puede Dios verdaderamente fracasar en su deseo de comunicarse? ¡Yo no me puedo imaginar a Dios retorciéndose las manos y mordiéndose sus uñas en el cielo, preocupado de que Moisés, o los profetas, o Juan, o Pablo iban a añadir mentiras a su Palabra!
Finalmente, creemos en la confiabilidad de la Biblia porque creemos en la confiabilidad de Dios. La confianza en la Biblia comienza con confianza en Dios. Los argumentos de los apologistas como Josh McDowell y Norman Geisler afirman nuestra fe, pero ellos no forman la sustancia de nuestra fe. Nuestra fe descansa en Dios. Y la sustancia de nuestra esperanza está puesta en una Persona real, Jesucristo, que nos amó lo suficiente para morir en la cruz por nosotros. A través de las palabras de la Biblia, experimentamos a nuestro Señor como Él era esperado en el Antiguo Testamento y revelado en el Nuevo Testamento. A causa de que la Biblia nos guía a Jesús, podemos estar seguros que es una guía confiable.

Puntos de Charla Acerca del Libro de Apocalipsis
¿Por qué debo estudiar el libro de Apocalipsis? ¿Es en realidad pertinente para mi vida?
Primero, la Palabra de Dios es un mapa confiable y sin errores. Sin importar lo difícil que sea captar las aturdidoras visiones que se presentan en Apocalipsis, no debemos olvidar que es parte de la Palabra de Dios. Como tal, incluye una bendición inherente el simplemente leer, oír y guardar las cosas que sí entendemos. Si captamos por lo menos el cuadro en grande del libro y su verdad, no necesitamos perturbarnos o confundirnos por los detalles.
Segundo, el plan soberano de Dios da esperanza en lugar del temor. Hay personas por todo el mundo que viven bajo la superstición, el temor a lo desconocido, aprehensión por el futuro, y un abrumador sentimiento de que todo el mundo está fuera de control. Las guerras, hambrunas, enfermedades, desastres naturales, todas estas tragedias parece ser evidencia de que el caos reina. Sin embargo, Apocalipsis nos muestra que Dios está ejecutando su plan soberano, que un día el mal será destruido, ¡y que al final es Dios quien gana! El conocimiento de esta verdad fundamental reemplaza el temor y nos da esperanza y confianza.
Tercero, el Hijo glorioso de Dios es digno de adoración. Como seres humanos, escogemos confiar en muchas cosas y ponemos confianza en varias personas. Apocalipsis nos dice que sólo hay Uno digno de ser objeto de nuestra fe completa e indivisible: el Hijo encarnado de Dios, Jesucristo. Él es el centro de nuestra adoración, el enfoque de nuestra obediencia, y fuente de nuestra bendición, tanto ahora como para el futuro.
Tomado de Revelation—Unveiling the End, Act 1: The Heavenly Stage Bible Companion (Plano, Tex.: IFL Publishing House, 2006), 4.
P. Me intimida el libro de Apocalipsis. ¿Cómo puedo empezar a enfrentarlo?
R. Como remate de la Palabra revelada de Dios, es importante que estudiemos el libro de Apocalipsis con humildad, balanceando una interpretación sobria con una aplicación práctica de sus verdades inmutables. Antes de embarcarnos en una búsqueda que compite con cualquier otra que se nos ofrece en la literatura o en las películas, necesitamos unos pocos recordatorios prácticos para guardarnos en contra de los extremos.
Primero, debemos esperar lo inusual. El libro de Apocalipsis es diferente a los demás libros de la Biblia. Aunque algunos libros, como Ezequiel, Zacarías y Daniel, tienen elementos simbólicos y visionarios similares, nada se compara a lo que hallamos en Apocalipsis. Se nos bombardea con vocabulario y símbolos en un estilo que a menudo nos desorienta. No se preocupe; ¡está bien! Cuando llegue a cosas que no tienen sentido al principio, usted está en buena compañía.
Segundo, debemos refrenar nuestra imaginación. Apocalipsis tiene mucho que es simbólico, y algunos quieren imponer algún tipo de interpretación en cada detalle del libro. Debemos abrazar las cosas que se nos interpretan con claridad, bien sea en Apocalipsis mismo, o en otras partes de la Biblia, y contentarnos con la indecisión o incertidumbre respecto a símbolos que no son claros. No nos corresponde tomar el lenguaje figurado que el Espíritu Santo inspiró e interpretarlo como se nos antoje (2 Pedro 1:20). La Biblia se interpreta a sí misma conforme comparamos pasaje bíblico con pasaje bíblico. Dado este método de interpretación, incluso el lenguaje figurado se debe tratar en forma literal. Es decir, una vez que entendemos lo que representa el lenguaje figurado, debemos entender su significado en forma literal. De otra manera, el propósito entero de la literatura apocalíptica permanece impráctico.
Tercero, debemos seguir los métodos normales de estudio bíblico de observación (“¿Qué dice?”), interpretación (“¿Qué quiere decir?”), correlación (“¿Cómo encaja?”), y aplicación (“¿Cómo funciona?”). Cuando se trata de Apocalipsis, a veces tenemos que reprimir nuestra curiosidad y quedarnos satisfechos con: “¿Qué dice?” Ciertos elementos de las visiones de Juan fueron incomprensibles incluso para su propia mente (Apocalipsis 7:13-14). Muchas veces podemos comprender lo que un pasaje quiere decir basándonos en el contexto, una comparación con otros pasajes bíblicos, y una interpretación dentro del mismo libro de Apocalipsis. Una vez que entendemos el significado apropiado, podemos aplicar su verdad a nuestra situación. A veces la aplicación será muy concreta y personal. Otras veces será más teológica y general. De cualquier manera, debemos estar listos para que las visiones de Apocalipsis nos cambien; y no simplemente comprenderlas.
Así que, ¿cómo debo responder al libro de Apocalipsis y a la profecía en general?
R. Cuando captamos el poder de la verdad profética, eso cambia la perspectiva de nuestra vida diaria. Cuando estaba en el salón del trono de Dios, Juan no se preocupaba por su próxima comida, por las tareas que había dejado inconclusas en su iglesia en Éfeso, o las pruebas y tribulaciones de la persecución que había atravesado. No se preocupaba si dejó la plancha encendida, si sus acciones estaban ganando intereses, y ni siquiera si sus hijos algún día volverían al Señor Jesús. Su respuesta nos conduce a tres verdades eternas que nos ayudan a poner la vida en perspectiva a la luz de la eternidad.
Primero, no ignore el futuro. Hay sucesos venideros que deben tener lugar (Apocalipsis 4:1). Si Dios tiene en su mano el tiempo y los resultados de los tiempos del fin, entonces Él también controla todo los sucesos que conducen a ellos. Como “el principio y el fin,” Él también tiene completa autoridad sobre todo entre un punto y otro. Nos movemos continuamente hacia el futuro, y si escogemos ignorar el impacto del plan divino en nuestras vidas, eso nos conduce a la frustración y al desencanto.
Segundo, no simplifique demasiado sus expectativas del cielo. Todo cuadro del cielo, toda pintura e imagen popular, y todo ícono antiguo distan mucho de la realidad. La visión que Juan tuvo del cielo, con sus símbolos y encuentros indecibles, nos presenta una visión breve pero abrumadora del cielo.
Tercero, no se concentre en usted mismo. Qué fácil es contagiarse de “la fiebre de los tiempos del fin,” y enredarse en las trompetas y copas. A menudo somos como niños que todavía no han captado el concepto de señalar algo. Nuestro padre y madre señalan algo espectacular, y nosotros nos quedamos abismados contemplando el dedo. Apocalipsis nos señala a Dios. Si nos concentramos en el libro de Apocalipsis a la luz de nuestros propios intereses, preferencias y deseos, nos perderemos el objeto de la existencia tanto celestial como terrenal: la gloria de Dios.


Qué le Pasó a la Fidelidad?
En ocasiones he tenido el honor de ministrar a oficiales de alto rango en las fuerzas armadas, en la capital de los Estados Unidos de América, y soy un mejor hombre debido a eso. ¿Una mejor manera de decirlo? Estos líderes son modelos de una fuerte dedicación cristiana, frecuentemente poniendo su fe en la raya. Eso no les gana más puntos ante sus superiores, pero con todo ellos se destacan.
Durante una conversación afloró el tema de la pureza moral. Esto condujo a un importante intercambio sobre el carácter. Les pregunté si en sus filas una falta en las cualidades de carácter era muy significativa. De inmediato respondieron: “¡Por supuesto!” Su consagración mutua a la integridad personal me impresionó porque la expresaron de manera espontánea y sincera. Les dije que ellos serían muy buenos pastores.
De repente el grupo se quedó incómodamente en silencio. Uno de ellos finalmente rompió el silencio. Dijo que la conversación tocó un nervio en vivo puesto que la mayoría de oficiales asistían a la misma iglesia . . . “ una iglesia con larga historia de fuerte predicación bíblica, maravilloso compañerismo, y un testimonio saludable en la comunidad hasta que . . .”
Se me retorció el estómago. Ni siquiera quise pensar en lo que iba a decir de seguido, aunque pudiera haberlo adivinado. Él continuó: “. . . hasta que nuestro pastor se enredó con una mujer, y ambos dejaron a sus cónyuges e hijos. Ahora viven juntos, y a nosotros se nos ha dejado para que recojamos el destrozo.” Lágrimas, vergüenza y lento menear de las cabezas reveló su aturdimiento y profundo desencanto. Su dolor me pesó fuertemente. Yo también me sentí abochornado.
La iglesia fue un testimonio evangélico paladín en el área metropolitana de la capital, “hasta que . . .” Fue humillante pensar que una norma de alto carácter moral es de primordial importancia entre los oficiales militares, pero dentro de las filas de los ministros, mis colegas, ruge una epidemia de impureza moral. Para complicar el asunto, algunos vuelven al ministerio reclamando perdón y gracia.
En tanto que el perdón es el centro del ministerio orientado a la gracia, una dedicación a la santidad y pureza moral sigue siendo absolutamente vital. Quisiera poder decirlo bien claro. La cuestión fundamental no es la falta de perdón; es el pensamiento defectuoso de muchos creyentes de que el perdón es sinónimo del retorno a todos los derechos y privilegios. Me temo que somos demasiados blandos para hacer a un lado el daño hecho por el pecado. Nos apresuramos al proceso del perdón, reduciendo las consecuencias del pecado.
¿Demasiado fuerte? Pregúnteselo a ese rebaño víctima en la capital del país, y a otra docena de congregaciones que apenas en el mes pasado o algo así, han tenido que recoger los destrozos que dejó un pastor que parecía dulce, y que se rindió a la lujuria de lobo. O pregúnteselo a la engañada esposa del pastor, que debe soportar la humillante odisea sola.
Amigos míos, este no es el momento o tema para escatimar palabras. Concuerdo con Pedro cuando nos insta a hacer todo esfuerzo para añadir bondad a nuestra fe (2 Pedro 1:5). Preste atención para ser fiel, sin que importe en donde usted está sirviendo. Sea en las fuerzas armadas, en el ministerio, en el mercado de trabajo, o en su casa, sea fiel.
El Autor.

Con afecto, Agosto 2016

Rubén
Publicado 3 days ago por Ruben Vernal
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Aug
8
Visión para Vivir 11


El poder de un nombre
“Yo y el Padre uno somos” Juan 10:30


Visión para Vivir 11
Charles R. Swindoll y Carlos A. Zazueta
La Tribulación
La tierra será totalmente arrasada y completamente saqueada, porque el SEÑOR ha dicho esta palabra. De duelo y marchitada está la tierra, el mundo languidece y se marchita, languidecen los grandes del pueblo de la tierra. También la tierra es profanada por sus habitantes, porque traspasaron las leyes, violaron los estatutos, quebrantaron el pacto eterno (Isaías 24:3-5).
Después del rapto de la iglesia, los que quedan en la tierra confrontarán un período que la Biblia describe como el más terrible en toda la historia humana. Tan gráfico es el vocabulario y tan fantásticas son las visiones proféticas, que muchos eruditos se niegan a creer que tales eventos en realidad tendrán lugar. Pero este terrible tiempo conocido como la tribulación vendrá con toda certeza. De acuerdo a Daniel 9:27 la tribulación durará “una semana” (que quiere decir siete años); y será un período dividido en dos mitades iguales de tres años y medio cada una. La segunda mitad es lo que se llama la gran tribulación.
En el rapto millones y millones de creyentes de repente desaparecerán. El instante en que el reloj empiece a marcar el tiempo en la tribulación, reinará la anarquía. Miles de personas morirán o quedarán lesionadas cuando los aviones caigan, y los automóviles queden sin control. Las instituciones financieras colapsarán, y el saqueo y los crímenes violentos serán una epidemia. Gobiernos por todo el mundo quedarán en caos, impotentes de detener la avalancha de iniquidad y caos. Todos anhelarán que alguien tome las riendas y ponga orden en el desorden; y del polvo que esta civilización que se derrumba, surgirá uno que afirmará el liderazgo mundial: el Anticristo.
La Biblia describe al Anticristo como la bestia que sale “del mar”, lo que indica que será de una nación no judía. Crecerá en poder como un cuerno crece en la cabeza de un animal.
Una de las primeras cosas que hará es “firmar un pacto” con Israel “por una semana”; es decir siete años. El tratado de paz permitirá que Israel vuelva a construir el templo y empiece a ofrecer sacrificios, de acuerdo a las costumbres del Antiguo Testamento señaladas en Levítico.
Satanás es el poder real detrás del Anticristo, y debido a que Satanás no sabe la hora del rapto, siempre debe tener preparado a alguien para cumplir tal función. Esto ha llevado a muchos a especular quién es el hombre detrás de la marca que menciona Apocalipsis 13:18. Asignando números a las letras de un nombre, cualquier persona con una calculadora y algo de creatividad puede “identificar” al portador del perverso “666.” A través de la historia algunos han propuesto seriamente a los siguientes como el villano de los tiempos del fin:

César Nerón
Mahoma
Diversos papas
Martín Lutero
Napoleón Bonaparte
Adolfo Hitler
John F. Kennedy
Saddam Hussein
A decir verdad, ninguno de estos hombres ha cumplido por completo la descripción de trabajo del futuro Anticristo. Pero eso no quiere decir que se trate de algún fantasma en algún futuro distante. El Anticristo será un individuo muy real; simplemente no podemos saber quién es sino cuando ya haya asumido, y sido despojado, del poder.
Los creyentes que estén vivos serán llevados en el rapto y no pasarán la tribulación. Sin embargo, puesto que Dios desea que nadie perezca sino que todos vengan a la salvación, el cómo vivimos nuestras vidas hoy importa para los que quedarán detrás. Inicialmente, para los que entran en la tribulación el único testimonio de la verdad del evangelio será el recuerdo de nuestras vidas y nuestras palabras; así como también la Palabra de Dios.

La Última Pascua
14 de Nisán, año 30 d.C. Jerusalén Alto, Israel.
Esta noche fue diferente de las demás porque nadie pensó que vendría. Por supuesto, era la Pascua. Tal como el año pasado, y el año antepasado, y tal como lo ha sido por casi 1500 años. Sin embargo, aquí estaba una “noche diferente de todas las demás.” ¿Qué podía posiblemente hacer de esta Pascua diferentes a todas las demás? La noche procedía normalmente; se seguían todas las costumbres usuales: se mató un cordero, se comió la cena, se hizo una pregunta, y se dio una respuesta.
Se sacrificó un cordero. Esa tarde casi un cuarto de millón de corderos machos de un año fueron llevados al templo y sacrificados en preparación para la cena pascual. Esa noche, diferente de todas las demás, un Cordero fue llevado fuera de la ciudad y sacrificado por los pecados del mundo entero.
Se comió una cena. Es noche los discípulos se reunieron en un cuarto en la parte alta de Jerusalén y comieron juntos la comida pascual: cordero asado, hierbas amargas, legumbres, fruta y pan sin levadura. Después de la comida tomaron la primera copa de vino, y empezó la recitación de la historia: “Yo soy el SEÑOR, y os sacaré de debajo de las cargas de los egipcios. . . .” Luego la segunda copa de vino: “y os libraré de su esclavitud. . . .” Una tercera copa: “y os redimiré con brazo extendido y con juicios grandes. . . .” La cuarta copa y final: “Y os tomaré por pueblo mío, y yo seré vuestro Dios; y sabréis que yo soy el SEÑOR vuestro Dios, que os sacó de debajo de las cargas de los egipcios” (Éxodo 6:6–7). Esa noche, diferente de todas las demás, Jesús dijo: “esto es mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí” (Luc. 22:19). “Olvídense del Éxodo,” dice Jesús. “De ahora en adelante, esta comida en memoria de MÍ. Yo soy el cordero sacrificial. Mi sangre los librará de la muerte. Yo soy su libertador.”
Se hizo una pregunta. Usted sabe la pregunta, por supuesto. “¿Por qué es esta noche diferente de las otras noches?” Pero ¿qué hace de esta pregunta tan importante? Sin la pregunta la comida, la celebración se vuelve nada más que otra celebración, y la tradición queda sólo en eso: una tradición, sin significado; nada más que una de esas cosas que hacemos porque siempre las hemos hecho. La pregunta elimina la inutilidad, porque separa esta noche de todas las demás. Esta noche es especial, una noche santa.
Se dio una respuesta. Por 1500 años la respuesta había sido la misma: “Esta es la noche en que Dios nos protegió de la muerte y nos libró de la esclavitud. Esta es la noche de redención. Siempre recuerda la noche de redención.” Jesús sin duda repitió la respuesta tradicional a sus discípulos, pero 30 años más tarde el apóstol Pablo le dio a la noche un nuevo nombre. En lugar de “la noche de redención,” Pablo la llamó “la noche en que [nuestro Señor Jesús] fue entregado (1 Cor. 11:23). ¿Por qué la llamó así? El precio que los líderes religiosos pagaron para que Jesús les sea entregado fue de treinta monedas de plata. Treinta monedas de plata era la cantidad que la ley fijaba como precio de un esclavo. Pablo estaba diciendo, en efecto: “Esta es la noche de la traición; la noche en que Jesús fue vendido como esclavo; la noche en que él entró en la esclavitud para que nosotros pudiéramos ser librados de la esclavitud. Esta es la noche de redención. Siempre recuerden la noche de redención.”
Esta Pascua fue diferente porque fue la noche final de redención. En el huerto la traición que sufrió Jesús nos enseña que se hizo esclavo para librarnos a nosotros de la esclavitud. En la cruz su muerte nos enseña que él se hizo el Cordero sacrificado de Dios para rescatarnos de la muerte. Hoy, cuando celebramos la Cena del Señor recordamos la noche en que fue entregado porque su esclavitud significa nuestra libertad, y proclamamos la muerte del Señor hasta que él venga, porque su muerte significa nuestra vida. Todo tiene que ver con la redención. Siempre recuerde la noche de redención.

Las Bienaventuranzas: Tres Observaciones
La introducción al Sermón del Monte que pronunció Jesús es sin duda la sección más familiar de Su mensaje (Mateo 5:1-12). Conocida comúnmente como “las bienaventuranzas,” esta sección es la imagen verbal más descriptiva del siervo jamás anotada. Volvamos a leer lentamente estas palabras inmortales:
“Dios bendice a los que son pobres en espíritu y se dan cuenta de la necesidad que tienen de él, porque el reino del cielo les pertenece. Dios bendice a los que lloran, porque serán consolados.Dios bendice a los que son humildes, porque heredarán toda la tierra. Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.Dios bendice a los compasivos, porque serán tratados con compasión. Dios bendice a los que tienen corazón puro, porque ellos verán a Dios, Dios bendice a los que procuran la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Dios bendice a los que son perseguidos por hacer lo correcto, porque el reino del cielo les pertenece. “Dios los bendice a ustedes cuando la gente les hace burla y los persigue y miente acerca de ustedes y dice toda clase de cosas malas en su contra porque son mis seguidores. ¡Alégrense! ¡Estén contentos, porque les espera una gran recompensa en el cielo! Y recuerden que a los antiguos profetas los persiguieron de la misma manera.” (Mateo 5:3–12)
Permítanme sugerir tres observaciones generales. Primero, estos son ocho rasgos de carácter que identifican la actitud servidora verdadera. Cuando se combinan todas las ocho en una vida, surge el equilibrio. Es útil darnos cuenta de que no es una lista de “selección múltiple” en donde tenemos libertad para escoger y seleccionar nuestros favoritos. Nuestro Salvador ha dicho muy claramente las cualidades que conducen a un estilo de vida diferente que le agrada a Él. Un examen atento de cada una, por consiguiente, es esencial.
Segundo, estos rasgos de carácter abren la puerta a la felicidad interior. Aquí tenemos las actitudes fundamentales que, cuando se las cultiva y pone en práctica, dan gran satisfacción. Jesús ofrece aquí realización como nada más en la tierra. Estudie como empieza cada una: “Dios bendice a . . .” Esta es la única ocasión en que nuestro Señor repite las mismas palabras ocho veces consecutivamente. Los que entran en estas actitudes hallan felicidad duradera.
Tercero, adjunta a cada rasgo de carácter hay una promesa correspondiente. ¿Lo notó? “Dios bendice a . . . (el rasgo de carácter) porque . . . (la promesa).” Cristo expresa un beneficio particular para cada cualidad en particular. ¡Y qué grandes promesas son! Con razón cuando termina el sermón leemos:
“Cuando Jesús terminó de decir esas cosas, las multitudes quedaron asombradas de su enseñanza, porque lo hacía con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacían los maestros de la ley religiosa.” (7:28–29)
Nunca antes Su público había oído verdades tan maravillosas presentadas de una manera tan interesante y significativa. Anhelaban tener esas promesas encarnadas en sus vidas.
También nosotros.


Las Bienaventuranzas: Tres Observaciones
La introducción al Sermón del Monte que pronunció Jesús es sin duda la sección más familiar de Su mensaje (Mateo 5:1-12). Conocida comúnmente como “las bienaventuranzas,” esta sección es la imagen verbal más descriptiva del siervo jamás anotada. Volvamos a leer lentamente estas palabras inmortales:
“Dios bendice a los que son pobres en espíritu y se dan cuenta de la necesidad que tienen de él, porque el reino del cielo les pertenece. Dios bendice a los que lloran, porque serán consolados.Dios bendice a los que son humildes, porque heredarán toda la tierra. Dios bendice a los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.Dios bendice a los compasivos, porque serán tratados con compasión. Dios bendice a los que tienen corazón puro, porque ellos verán a Dios, Dios bendice a los que procuran la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Dios bendice a los que son perseguidos por hacer lo correcto, porque el reino del cielo les pertenece. “Dios los bendice a ustedes cuando la gente les hace burla y los persigue y miente acerca de ustedes y dice toda clase de cosas malas en su contra porque son mis seguidores. ¡Alégrense! ¡Estén contentos, porque les espera una gran recompensa en el cielo! Y recuerden que a los antiguos profetas los persiguieron de la misma manera.” (Mateo 5:3–12)
Permítanme sugerir tres observaciones generales. Primero, estos son ocho rasgos de carácter que identifican la actitud servidora verdadera. Cuando se combinan todas las ocho en una vida, surge el equilibrio. Es útil darnos cuenta de que no es una lista de “selección múltiple” en donde tenemos libertad para escoger y seleccionar nuestros favoritos. Nuestro Salvador ha dicho muy claramente las cualidades que conducen a un estilo de vida diferente que le agrada a Él. Un examen atento de cada una, por consiguiente, es esencial.
Segundo, estos rasgos de carácter abren la puerta a la felicidad interior. Aquí tenemos las actitudes fundamentales que, cuando se las cultiva y pone en práctica, dan gran satisfacción. Jesús ofrece aquí realización como nada más en la tierra. Estudie como empieza cada una: “Dios bendice a . . .” Esta es la única ocasión en que nuestro Señor repite las mismas palabras ocho veces consecutivamente. Los que entran en estas actitudes hallan felicidad duradera.
Tercero, adjunta a cada rasgo de carácter hay una promesa correspondiente. ¿Lo notó? “Dios bendice a . . . (el rasgo de carácter) porque . . . (la promesa).” Cristo expresa un beneficio particular para cada cualidad en particular. ¡Y qué grandes promesas son! Con razón cuando termina el sermón leemos:
“Cuando Jesús terminó de decir esas cosas, las multitudes quedaron asombradas de su enseñanza, porque lo hacía con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacían los maestros de la ley religiosa.” (7:28–29)
Nunca antes Su público había oído verdades tan maravillosas presentadas de una manera tan interesante y significativa. Anhelaban tener esas promesas encarnadas en sus vidas.
También nosotros.
Lo que Dios desea de usted
El año acaba de empezar, no obstante, las presiones de la vida ya regresaron. Horarios de trabajo de sesenta horas a la semana; una cuenta de banco muy limitada; niños o nietos demandantes con una fuente inagotable de energía, etc. ¿Le suena familiar?
Al mirar las páginas de la Biblia, casi al final del Antiguo Testamento, descubrimos tres cualidades que nos guían durante estos días de tanta presión. El profeta Miqueas nos enseña que Dios desea que Su pueblo haga tres cosas: practicar la justicia, amar la misericordia y andar humildemente ante Él (Miqueas 6:8).
Si lo analiza, se dará cuenta que la mayoría de las personas más reconocidas de la Escritura demostraban poderosamente estas cualidades aun en medio de una vida llena de prisas y presiones. Observemos tres de ellas para poder obtener ánimo e inspiración.
Practicar la justicia como Pablo
Considere al apóstol Pablo. Aun cuando se encontraba encadenado a dos guardas romanos; aun cuando sabía que había sido acusado falsamente y conocía la falta de carácter moral de sus jueces, Pablo tomó la determinación de hacer lo correcto y hablar la verdad de manera gentil y sensible. No ocultó nada ante sus interrogadores del palacio y les habló de su historial sangriento sin tratar de excusar su pasado. Todos podían ver el retrato realista de su vida.
Sin embargo, Pablo no solo expuso su pasado sino que agraciadamente habló de la visión que recibió del Cristo resucitado y de cómo encontró una nueva vida.
Pablo quien fuese una vez enemigo del Evangelio, ahora vivía proclamándolo (Hechos 26:12–16). Y eso exactamente fue lo que hizo. Pablo se apropió fuertemente de la directriz de Miqueas para hacer lo correcto en medio de una audiencia hostil.
Amar la misericordia como José
De todos los comienzos difíciles que se relatan en la Biblia, el de José pudo haber sido uno de los peores. Sus hermanos, hartos de sus sueños de grandeza, lo lanzaron a un pozo, lo vendieron como esclavo y le dijeron a su padre que su hijo favorito había sido asesinado (Génesis 37). ¿Usted consideraría eso una familia con problemas?
Los próximos años le trajeron a José buenos y malos ratos. Momentos tales como pasar de ser un esclavo en Egipto a ser el siervo principal de un hogar prominente o de una prisión sucia a ser el segundo al mando de todo Egipto (Génesis 39–41).
Y cuando los hermanos de José fueron a Egipto en busca de alimento debido a la hambruna, su posición le dio la oportunidad de vengarse por lo que le habían hecho. Sin embargo, José hizo lo opuesto. No solo los perdonó sino que les dio alimento y hasta los mudó a las mejores tierras de Egipto. José comprendió que Dios lo había envidado a Egipto con el propósito de mantener a su familia y por eso los trató con misericordia (Génesis 45:5–8; 50:20). Eso es amar con gentileza.
Ser humilde como David
Quizá David aprendió a ser humilde desde pequeño por ser el más joven de una familia de pastores. O quizá la aprendió cuando tuvo que depender del Señor para que lo liberara del gigante Goliat. Tal vez aprendió a andar en humildad durante los muchos años huyendo del rey Saúl o tal vez al darse cuenta que sus victorias militares seguían invencibles gracias a la obra de Dios en su vida. Pero, no lo olvide, la humildad genuina requería más de David.
En el Salmo 51, vemos a un hombre contrito y quebrantado. David descubrió, durante un fracaso cataclísmico, que las circunstancias debían volverse en su contra antes de aprender la lección de la humildad. Cuando cayó delante de Dios y los hombres, se dio cuenta lo mucho que necesitaba la gracia, la restauración y la renovación de Dios en su vida. David aprendió por las malas a andar humildemente ante Dios.
Las vidas de estos hombres conmueven nuestros corazones y nos impulsan a actuar. Hay muchos más como ellos. Moisés le pidió a Dios que tuviera misericordia de Su pueblo. Job se apoyó en la soberanía de Dios durante su sufrimiento. Nehemías hizo lo correcto en medio de una oposición continua.
Los principios detrás de las palabras de Miqueas permearon las vidas de estos santos del pasado y a pesar de su antigüedad, esos ejemplos poderosos siguen dándonos una perspectiva práctica hasta el día de hoy.
El año continuará manteniéndonos ocupados. Pero cuando las presiones abrumadoras de la vida nos acosen, extraigamos sabiduría de estos principios prácticos y aprendamos de la vida de estos hombres de Dios, en tanto que practicamos la justicia, amamos la misericordia y andamos humildemente ante Dios.


Lo que la Biblia Dice Acerca de la Lujuria
La Palabra de Dios habla a las profundidades de nuestro deseo sensual. La verdad de la inconmovible norma divina de santidad se opone a todo acomodo moral. La Biblia ofrece palabras sabias e instructivas, incitándonos a confiar en Dios para librarnos de los deseos mundanos. Los pasajes siguientes revelan el poder destructivo de la lujuria descontrolada y nos señalan hacia la libertad provista por el Señor.
El Pecado de la Lujuria
La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo* de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios. 1 Tesalonicenses 4:3–5 NVI
Pues ya basta con el tiempo que han desperdiciado haciendo lo que agrada a los incrédulos,* entregados al desenfreno, a las pasiones, a las borracheras, a las orgías, a las parrandas y a las idolatrías abominables. 1 Pedro 4:3 NVI
Ustedes han oído que se dijo: 'No cometas adulterio.' Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón. Mateo 5:27–28 NVI
Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Gálatas 5:19–21 NVI
El Origen de la Lujuria
No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él, porque nada de lo que hay en el mundo--los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida--proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. 1 Juan 2:15–17 RVA95
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne, porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisierais. Gálatas 5:16–17 RVA95
Y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Romanos 8:8 RVA95
Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Romanos 8:13 RVA95
Los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. El ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz, por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la Ley de Dios, ni tampoco pueden. Romanos 8:5–7 RVA95
Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y libertinaje, no en contiendas y envidia Al contrario, vestíos del Señor Jesucristo y no satisfagáis los deseos de la carne. Romanos 13:13–14 RVA95
Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie. Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Santiago 1:13–14 LBLA
El Poder Destructivo de la Lujuria
Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte. Santiago 1:15 LBLA
Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros... Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, él a su vez los entregó a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer. Romanos 1:24, 28 NVI
¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. 1 Corintios 6:9–10 NVI
Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas son puestas como escarmiento, al sufrir el castigo de un fuego eterno, por haber practicado, como aquéllos, inmoralidad sexual y vicios contra la naturaleza. Judas 7 NVI
Pero en esta carta quiero aclararles que no deben relacionarse con nadie que, llamándose hermano, sea inmoral o avaro, idólatra, calumniador, borracho o estafador. Con tal persona ni siquiera deben juntarse para comer.
1 Corintios 5:11 NVI
¿Por qué, entonces, despreciaste la palabra del Señor haciendo lo que me desagrada? ¡Asesinaste a Urías el hitita para apoderarte de su esposa! ¡Lo mataste con la espada de los amonitas! Por eso la espada jamás se apartará de tu familia, pues me despreciaste al tomar la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer. 2 Samuel 12:9–10 NVI
¡No, hermano mío! No me humilles, que esto no se hace en Israel. ¡No cometas esta infamia! ¿A dónde iría yo con mi vergüenza? ¿Y qué sería de ti? ¡Serías visto en Israel como un depravado! Yo te ruego que hables con el rey; con toda seguridad, no se opondrá a que yo sea tu esposa. Pero Amnón no le hizo caso sino que, aprovechándose de su fuerza, se acostó on ella y la violó. 2 Samuel 13:12–14 NVI
Consejos Sabios acerca de la Lujuria
Hijo mío, pon atención a mi sabiduría y presta oído a mi buen juicio, 2 para que al hablar mantengas la discreción y retengas el conocimiento. Proverbios 5:1–2 NVI
Bebe el agua de tu propio pozo, el agua que fluye de tu propio manantial.
Proverbios 5:15 NVI
Al malvado lo atrapan sus malas obras; las cuerdas de su pecado lo aprisionan. Morirá por su falta de disciplina; perecerá por su gran insensatez. Proverbios 5:22–23 NVI
No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes cautivar por sus ojos, pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la adúltera va tras el hombre que vale. ¿Puede alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena puede tocarla y quedar impune.
Proverbios 6:25–29 NVI
Pero al que comete adulterio le faltan sesos; el que así actúa se destruye a sí mismo. Proverbios 6:32 NVI
Con palabras persuasivas lo convenció; con lisonjas de sus labios lo sedujo. Y él en seguida fue tras ella, como el buey que va camino al matadero; como el ciervo que cae en la trampa, hasta que una flecha le abre las entrañas; como el ave que se lanza contra la red, sin saber que en ello le va la vida. Proverbios 7:21–23 NVI
Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por el camino del discernimiento. Proverbios 9:6 NVI
Quien se conduce con integridad, anda seguro; quien anda en malos pasos será descubierto. Proverbios 10:9 NVI
El necio se divierte con su mala conducta, pero el sabio se recrea con la sabiduría. Proverbios 10:23 NVI
El Señor aborrece a los de corazón perverso, pero se complace en los que viven con rectitud. Proverbios 11:20 NVI
Maneras de Tratar la Lujuria
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu Romanos 8:1 RVA95
Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir. 1 Corintios 10:13 NVI
Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre. Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les dirige: "Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo. Hebreos 12:1–6 NVI
Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes los inconstantes, purifiquen su corazón! Reconozcan sus miserias, lloren y laméntense. Que su risa se convierta en llanto, y su alegría en tristeza. Humíllense delante del Señor, y él los exaltará. Santiago 4:7–10 NVI
Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos. 1 Pedro 5:8–9 NVI
No sigas la senda de los perversos ni vayas por el camino de los malvados. ¡Evita ese camino! ¡No pases por él! ¡Aléjate de allí, y sigue de largo! Proverbios 4:14–15 NVI
El camino del hombre recto evita el mal; el que quiere salvar su vida, se fija por dónde va. Proverbios 16:17 NVI
Sométanlo todo a prueba, aférrense a lo bueno, eviten toda clase de mal. Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser --espíritu, alma y cuerpo-- irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 1 Tesalonicenses 5:21–23 NVI
Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios. 1 Corintios 6:18–20 NVI
Huye de las malas pasiones de la juventud, y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio. 2 Timoteo 2:22 NVI
Pase lo que pase, compórtense de una manera digna del evangelio de Cristo. De este modo, ya sea que vaya a verlos o que, estando ausente, sólo tenga noticias de ustedes, sabré que siguen firmes en un mismo propósito, luchando unánimes por la fe del evangelio. Filipenses 1:27 NVI
La lujuria mantiene poder sobre nosotros cuando sometemos a su autoridad mundana. Permitir que cualquier tipo de pecado se siente sobre el trono de nuestra vida trae desgracia y destrucción. En cambio, Cristo reina sobre nuestras vidas y el Espíritu Santo nos da el poder para vencer las tentaciones. Cuando "corremos con perseverancia la carrera", Dios dirige nuestro camino a través de los peligros de la vida y aun más allá de la carga del pecado sexual.

Los Gozos de la Generosidad
Cuando nos damos cuenta de lo vasto de nuestros recursos divinos, cuando reconocemos que las riquezas eternas del cielo son la dádiva de Dios para nosotros, no seremos mezquinos con las cosas que tenemos. Por el contrario, nos sentiremos bien dispuestos y en libertad para compartir. En breve, conoceremos el gozo de la generosidad. Una generosidad que se arraiga en el contentamiento santo tiene también algunos beneficios invaluables. Cuatro vienen a la mente al considerar las palabras de Pablo en 1 Timoteo 6.
Primero, no nos aferraremos a las cosas temporales. Pablo escribió: “porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar” (1 Timoteo 6:7). Puesto que entramos a este mundo sin traer nada, ni vestir nada, ni poseer nada, y puesto que saldremos de la misma manera, ¿por qué peregrina razón nos aferramos a los bienes terrenales? La generosidad arraigada en el contentamiento nos permite decir con Job: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá” (Job 1:21).
Segundo, mantendremos al mínimo nuestras necesidades esenciales. Como el apóstol declaró: “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto” (1 Timoteo 6:8). Si somos francos, admitiremos que las necesidades genuinas de la vida son pocas: comida . . . agua . . . ropa . . . un techo para protegernos de los elementos. Las cosas esenciales son una lista muy corta. Del otro lado de la moneda, el estilo de vida de “el que muere con más juguetes gana” jamás satisface. Cuando mezclamos los lujos con las cosas esenciales, el gozo nos elude.
Tercero, resistiremos la seductora atracción de la codicia. Pablo advirtió:
Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres
en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe,
y fueron traspasados de muchos dolores (6:9–10).
El brillo de la plata y el oro atrae a la gente a la destrucción como un foco encendido atrae a los insectos. La fuerza hipnótica de la codicia deja a su paso los escombros de promesas y relaciones personales destrozadas (6:10). Por favor, comprenda que el dinero en sí mismo no es el problema . . . el problema es nuestra infatuación con el mismo.
Cuarto, y finalmente, cultivamos un estilo de vida verdaderamente agradecido y gozoso. ¿Qué de los que ya son ricos? Pablo se dirigió a ellos en 1 Timoteo 6:17:
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios
vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
En otras palabras, no mire con desdén a los que tienen menos . . . y no ponga sus esperanzas en la seguridad falsa. Más bien, mire sus posesiones como artículos que Dios le ha prestado para gloria de Él y para que usted las disfrute. Sí, para nuestro disfrute. Dios no es un aguafiestas sino un Dios que provee placer y que actúa siempre con gracia. Él quiere que nos demos cuenta de que una ausencia de arrogancia además de la presencia de seguridad equivaldrá a gozo verdadero, duradero.
El contentamiento es fundamental para un espíritu generoso. Cuando no nos aferramos a las cosas temporales, mantenemos las cosas esenciales al mínimo, resistimos la seducción de la codicia, y cultivamos un estilo de vida agradecido y gozoso, la codicia no tiene donde echar raíz. Una generosidad gozosa que brota del contentamiento nos ayudará a mantenernos enfocados en lo que en realidad es necesario para nosotros mismos; y lo que es necesario para otros.

Lucha por la Integridad
Debo decirles que me siento preocupado respecto a cómo se ven las cosas en nuestro mundo y dentro de la familia de Dios. Mi principal batalla tiene que ver con una palabra, un concepto. Mi batalla tiene que ver con la integridad.
En nuestra nación, y en la iglesia cristiana, ha habido una caída, un desmoronamiento y una concesión de la integridad. Titulares recientes nos han enseñado que el apogeo de la década de los 90 se levantó sobre un cimiento desprovisto de integridad. Pero estas concesiones no están limitadas a los jefes que codiciosamente vendieron a sus empleados o a los políticos interesados únicamente por comprar votos. Muy a menudo hallamos negligencia moral en las bancas de nuestras iglesias o, incluso peor, en el púlpito.
Permítanme definir lo que quiero decir con integridad. El Diccionario Webster en inglés nos dice que integridad significa “una condición intachable.”1 Quiere decirse fiable. La palabra hebrea que se traduce integridad es tom, y también significa ser completo o sólido.
Y él los pastoreó según la integridad de su corazón, y los guió con la destreza de sus manos[a]. (Salmo 78:72, LBLA)
La integridad es rectitud u honestidad. Uno tiene integridad si termina un trabajo aun cuando nadie esté mirando. Uno tiene integridad si guarda su palabra aun cuando nadie lo verifique. Uno tiene integridad si cumple sus promesas. Integridad significa ausencia de duplicidad y es lo opuesto de hipocresía. Si usted es una persona de integridad hará lo que dice. Lo que usted declara ser, hará lo mejor que pueda para serlo. La integridad también incluye responsabilidad financiera, confiabilidad personal y pureza privada. Una persona de integridad no manipula a otras. No se inclina a la arrogancia o alabanza propia. La integridad incluso invita la crítica constructiva y la cree necesaria porque aplaude la exigencia de cuentas. Es fiable. Es sólida. Es completa.
La integridad es como una roca. No se resquebraja cuando está por sí sola, ni se desmorona aunque la presión aumente. La integridad hace que uno no tema ser examinado con luz blanca y resiste sin doblegarse las exigentes demandas del escrutinio riguroso. Es honradez a todo costo.
Las palabras del autor americano Louis Adamic parecen apropiadas: “Hay una cierta combinación de valentía, integridad, carácter y principio que no tiene un nombre satisfactorio en el diccionario, pero que se le ha llamado de diferentes maneras, en diferentes ocasiones, y en diferentes países. En los Estados Unidos de América decimos que son ‘agallas’.”2
Me gusta eso. Integridad es tener las agallas de decir la verdad, aunque hacerlo tal vez duela. Integridad es tener agallas para ser honrado, aunque hacer trampa podría resultar en una mejor calificación. Integridad es tener las agallas de citar las fuentes en lugar de plagiar.
Pero hay algunas cosas que la integridad no es. No es perfección impecable. Una persona de integridad no vive una vida absolutamente libre de pecado. Nadie la vive. Pero la persona con integridad rápidamente reconoce su fracaso y no oculta los errores.
Ahora bien, al tratar esta característica crucial del carácter, podría parecer que pretendo ser perfecto y sin mancha; pero ustedes me conocen mejor. Yo fallo como cualquier otro. Mientras más pronto recuerde usted eso, mejor nos llevaremos. Pero respecto a la cuestión de la integridad, le doy mi palabra. Usted sabrá que si yo he fallado, o que si Visión Para Vivir ha fallado de alguna manera, se lo diré. No voy hacerle creer que algo es verdad cuando no lo es. Eso es lo menos que puedo hacer como ministro del Evangelio.
La integridad es esencial en la iglesia, en el mercado laboral, y especialmente en el hogar. Cuando usted camina en integridad, la deja como legado para los hijos (Proverbios 20:7). Es lo que yo llamo la huella digital del padre. Bienaventurado es usted si tuvo un padre de integridad y una madre con agallas.
Cuando usted trabaja con integridad, honra al Señor Jesucristo. Sin importar cuál sea su profesión, su carácter y conducta son los métodos de ministerio. Hace más de 50 años el autor y teólogo Elton Trueblood escribió:
“Es difícil pensar que algún trabajo carezca del elemento moral. La destreza del dentista es totalmente irrelevante si él no tiene principios y es irresponsable. Hay muy poco, en ese caso, que le impida extraer dientes de forma innecesaria, ya que el paciente suele estar en una situación de desamparo. Es fácil ver el daño que puede hacer un abogado sin principios. De hecho, un hombre así es mucho más peligroso si está capacitado que si no lo está.3
¿Instala usted alambres en las paredes? ¿Repara usted automóviles? ¿Trabaja usted con números? ¿Vende usted ropa? Tal vez ejerce leyes o medicina. Lo importante no es el trabajo que hace, sino si hace su trabajo con integridad. Tal vez usted trabaje detrás de bastidores, y el único agradecimiento es la satisfacción interna de un trabajo bien hecho. ¿Hace trampa usted en los exámenes? ¿Está engañando a su cónyuge? Algunos tienen la audacia de hacer esas cosas y se llaman cristianos. ¡Con razón el mundo está confundido!
¿Quiere usted sorprender al mundo? Empiece aquí . . . demostrando agallas para hacer lo correcto cuando nadie está mirando. Exige agallas reales mantenerse firme con integridad en una cultura debilitada por la hipocresía. Empiece hoy.

Mi Señor y Mi Dios!
Esta temporada del año no es gozosa para todos. De hecho, honestamente, a muchos les inquieta. Y al encontrarse plagados con memorias melancólicas de días dolorosos, se les hace difícil cantar el villancico de "Noche de Paz".
Ahora, antes de que me llame "Aguafiestas", le sugiero que regrese al primer siglo para conocer a un discípulo de Cristo quien encaja en esta categoría. Este discípulo fue un hombre que siempre vio el vaso medio vacío. Cuando Jesús invitó a los doce a venir con Él a Betania, en dónde Él planeaba resucitar a Su amigo Lázaro, para que ellos creyeran, esta alma abatida se encogió de hombros y dijo, "Vamos nosotros también para morir con Él" (Juan 11:14–16). Más tarde, cuando Jesús habló de Su plan para dejar la tierra, regresar a la gloria y "preparar un lugar" para Sus seguidores antes de regresar por ellos, el mismo triste individuo no pudo entender lo que Jesús decía. Así que dijo en un tono sarcástico: "Señor, si no sabemos adónde vas, ¿Cómo vamos a conocer el camino?" (14:5).
¿Su nombre? Como usted probablemente ya lo adivinó, es Tomás. Mientras que sus colegas estaban al borde de sus asientos, recibiendo las palabras de Jesús, Tomás se recostaba, frunciendo el ceño. Meras palabras no lo movían. Su naturaleza reflexiva no bajaba su resistencia. ¿Y qué cree? La misma tarde después de que Jesús resucitó y se paró delante de ellos, para traerles palabras de paz y de tranquilidad, ¡Tomás se perdió de la visita! Poco después cuando los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!” Tomás no les creyó. Más bien, dijo: "sino veo en sus manos la señal de los clavos, y meto el dedo en el lugar de los clavos, y pongo la mano en su costado, no creeré" (20:25).
Jesús no se apresuró para convencer al hombre. Por ocho días, el Señor esperó pacientemente. ¿Quién sabe cuántas veces los otros trataron de persuadir a Tomás? Probablemente la alegría de los otros solo cimentó más sus dudas. Hasta que de repente un día, de imprevisto, Jesús regresó, y caminó a través de puertas cerradas, parándose directamente en frente de Tomás. Sin una palabra de reproche o de vergüenza, Él simplemente le mostró sus palmas y movió su túnica para invitar gentilmente al enmarañado individuo a tocar las cicatrices dejadas por los clavos y la lanza, instándolo a creer.
¡Eso fue todo!
Sin vacilación, Tomás se inclinó y exclamó, "¡Mi Señor y mi Dios!" (20:27–28). La historia no termina allí. Continúa en esta época navideña. ¿Por qué diría yo eso? Por la manera en la que Jesús le contestó a Tomás cuando finalmente él creyó: "¿Porque me has visto, has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron" (20:29).
Hay muchos que consideran casi imposible creer en Cristo el Señor. Otros creen en Él, pero aún como cristianos, se identifican con aquel melancólico y reflexivo discípulo —y batallan para creer lo que Jesús ha prometido claramente.
¿Le suena familiar? ¿Está luchando con las palabras de los villancicos que anuncian gran alegría? ¿Le causan las navidades un peso sobrecogedor en lugar de proveerle de un tiempo de descanso, reflexión y regocijo?
¡Tome aliento, mi amigo! Considere con ojos de fe la innegable evidencia. Lea otra vez la inspirada historia del nacimiento del Salvador. Recuerde que igual que como Jesús vino—en respuesta a una promesa—Él también ha prometido regresar por nosotros. Él regresará por aquellos que no le han visto, y sin embargo le han declarado "¡Mi Señor y mi Dios!"

Ministerio Auténtico: Una Lección de la Vida de Pablo
El ministerio de Pablo estaba saturado de la palabra de Dios. Quince veces en los capítulos 13 y 14 de Hechos se mencionan las frases “palabra de Dios,” “la palabra de verdad,” la “enseñanza del Señor,” “la ley y los profetas,” y “las buenas nuevas” (13:5, 7, 12, 15, 32, 44, 46, 48, 49; 14:3, 7, 15, 21, 25).
En ese primer viaje Pablo llevó consigo apenas lo suficiente para vivir, ropa suficiente para cubrir su cuerpo, un corazón lleno de esperanza y la verdad de Dios, y una confianza en que Dios le mantendría fiel. Eso es lo que le hizo seguir avanzando. Eso fue lo que lo fortaleció contra las fauces opresoras del maltrato en el ministerio
¿Podría ser que usted se ha ablandado algo en los pasados meses en su dedicación a pasar tiempo en las Escrituras Sagradas? Puede ser que a usted le suceda lo que me sucede a mí de cuando en cuando. Por favor, preste atención a esta advertencia gentil: Si usted está preparándose para graduarse de los estudios, o preparándose para asumir nuevas responsabilidades en el ministerio, o preparándose para iniciar una nueva fase en su carrera, no lo haga sin establecer primero un tiempo regular para encontrarse a solas con el Señor, preparándose para el nuevo reto invirtiendo tiempo en la Palabra de Dios. Su futuro espiritual depende de ello. Sin esa dedicación a saturar su vida con la Palabra de Dios, usted pisa el futuro desconocido librado a sus propios recursos. Le insto a que pase suficiente tiempo con el Señor a fin de que pueda fortalecerse por dentro. Puede empezar con tan poco como quince minutos al día.
Algunos están pensando: ¡No tengo quince minutos al día! Trate de abreviar su almuerzo a fin de que tenga tiempo para pasarlo leyendo un Salmo o dos, o digiriendo una de las cartas del Nuevo Testamento.
Si Pablo pudo saturar su vida en la Palabra de Dios, usted y yo también podemos. Usted está tocando a personas en su esfera de influencia que probablemente nadie más tocará. Que se lo conozca por su consagración a la Biblia, su conversación con base bíblica. Que se le conozca por el consejo bíblico que da. Que se le aprecie por su posición bíblica en valores morales. Todo empieza con su inversión de tiempo en la Biblia. Acuda a ella. Satúrese de la Palabra de Dios. Eso en sí mismo le llevará larga distancia en el camino para establecer un ministerio auténtico.
Modestia y Autenticidad
Lea Ester 2:12-14.
Ester demostró modestia y autenticidad sin egoísmo. Piénselo: no tenía trabajo, ni responsabilidades, no tenía que cocinar, ni limpiar, ni lavar, ni planchar, ni ir de compras, ni que vigilar un presupuesto, ni ninguna cortapisa en nada. ¡Imagínese! Mimada y protegida, en este harén egocéntrico de Persia, todo el énfasis estaba en que ella fuera una mujer cada vez más bella físicamente. Joyas, ropas, perfumes, cosméticos, lo que sea que se le antojara, desde peinados hasta hacerse la uñas, estaban a su mandar. Lo único que estaba en la mente de todas era ganar esa competencia: agradar al rey y ganarse su favor.
Recuerde, que a esas alturas Ester tendría unos veinte años, o tal vez incluso menos. Esta era una oportunidad única en la vida para obtener lo que fuera que quisiera. Más bien, Ester permaneció fiel a lo que Mardoqueo le había enseñado y aceptó su consejo, convencida de que él sabía lo que era mejor para ella. Ester no sucumbe a la tentación que le rodea: la superficialidad, el egoísmo, la seducción, el egocentrismo. Ella demuestra una modestia sin egoísmo, autenticidad, en medio de extravagancia sin paralelo.
Por irónico que pudiera sonar, pienso que la mayoría de mujeres creyentes no usan cosméticos para parecer falsas, o dar la impresión de ser algo diferente de lo que son. Las mujeres que admiramos usan cosméticos para mejorar sutilmente la belleza natural que ya está allí. Estoy seguro de que eso fue cierto en Ester.
A decir verdad, estoy convencido de que Ester se presentó ante el rey sin temor porque ella no tenía una ambición frenética para ser la reina. Su vida no giraba alrededor de su apariencia física ni en contentar al rey. Estaba allí por una razón: porque sabía que la mano de Dios estaba en su vida, y mediante las circunstancias y la sabiduría de Mardoqueo, había llegado a ese lugar por una razón. Para usar una de mis expresiones favoritas, ella las tenía todas consigo. Sabía de dónde venía. Sabía quién era. Sabía lo que creía. Y sabía que la mano de Dios estaba en su vida. Si Dios se complacía en que ella estuviera allí, y si todo era parte de su plan, entonces ella lo aceptaría de buen grado. Si no, ella igualmente de buen grado lo dejaría todo. Fue modesta en cuanto a su propia persona, y fue auténtica.
¿Puede usted decir lo mismo respecto a usted mismo? Después de todo, la mano de Dios también está sobre su vida.

No Es Tiempo para Guardar Silencio
Los malos entendidos, errores y falsas enseñanzas crecen grandemente dentro y fuera de nuestras iglesias. Siempre ha sido así. Los escépticos y apóstatas niegan las afirmaciones de Cristo y tratan de usar verdades falsificadas para hacer errar a las personas. Por eso Judas hace sonar la alarma: “he sentido la necesidad de escribiros exhortándoos a contender ardientemente por la fe” (Judas 1:3). La palabra contender se refiere a “una lucha vigorosa, intensa, determinada para derrotar la oposición.”1 Debemos procurar luchar valientemente por la fe. Pedro da un mandamiento similar: “santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15). En otras palabras, los creyentes deben “defender la Biblia contra . . . las acusaciones falsas presentando una defensa verbal de ella, refutando las afirmaciones del crítico destructivo.”2
Nunca debemos buscar una pelea, pero no nos atrevamos a guardar silencio cuando las afirmaciones de Cristo sufren ataque. Como señala la carta de Judas, hay cuatro razones por las que debemos pelear por la fe. Primero, el escéptico enfrenta la ruina certera (Judas 1:5-7). El cínico que rechaza la autoridad de Jesús se encamina al juicio y castigo eterno. Lo mismo es cierto de aquellos que se dejan influir por el cínico.
Segundo, el que no cree blasfema las cosas de Dios (1:8-10). Hablan de cosas dignas y reverentes pero con grotesca indignidad e irreverencia.
Tercero, el cínico está vacío espiritualmente (1:11-13). Son, como Jesús dijo: “sepulcros blanqueados, . . . llenos de huesos de muertos” (Mateo 23:27).
Cuarto, el escéptico es impío (Judas 1:14-16). Se dedica a obras y palabras que no honran al Señor. Como Judas observó: “Éstos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho” (1:16).
Allí lo tiene: cuatro razones por las que debemos luchar por las verdades de la fe. Pero antes de que usted se entusiasme y acometa, hay unas pocas cosas que tener presente, para ayudarle a mantener el equilibrio. Muchos creyentes no hacen sino pelear. Sin embargo, otros creyentes bien sea permanecen sin darse cuenta de que alrededor de ellos ruge una batalla, o se niegan a levantarse firmes. Ningún extremo es correcto. En algún punto en el medio está el equilibrio, y allí es donde queremos llegar.
El equilibrio se logra en cuatro aspectos. Número uno: Sepa dónde se encuentra. Uno no puede darse el lujo de ignorar o estar mal informado cuando se trata de la verdad y fe bíblicas. Así que edúquese en los aspectos comunes que vienen bajo ataque: la Biblia, la Trinidad, la persona y obra de Cristo y los medios de salvación.
Número dos: Sepa dónde está el enemigo. Aprenda los métodos de aquellos que se oponen a la verdad. Satanás es astuto y es además retorcido y deshonesto.
Número tres: Estudie consistentemente las Escrituras. La Biblia es la única arma tangible, ofensiva que el Señor nos ha dado en nuestra batalla contra la falsedad; el apóstol Pablo llamó a la Palabra de Dios “la espada del Espíritu” (Efesios 6:17). Aprenda a esgrimirla con pericia y sabiduría.
Número cuatro: Levántese solo si es necesario. Necesitamos más hombres y mujeres como Ester, que arriesgó su vida para salvar una nación; como Daniel, que rehusó corromper sus principios; y como Pablo, quien, aunque condenado a muerte, miró frente a frente a los ojos de un loco y predicó el evangelio.
Pero no hay nada de risible en cuanto a la batalla por los corazones y mentes de las personas. Debemos servir a Cristo al proteger la sólida verdad bíblica. Si los enemigos se infiltran en nuestras filas con doctrina destructiva, si atacan la fe de nuestros hermanos y hermanas más débiles con sus mentiras, y si continúan guiando a otros por la senda sutil de la destrucción, entonces nosotros que somos más fuertes debemos pelear. Y vaya que debemos pelear, para impedir que otros vayan al infierno.
El Autor.

Con afecto,
Rubén Agosto 2016-08-08








Publicado 3 days ago por Ruben Vernal
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Aug
8
Visión para Vivir 10


El poder de un nombre
“Yo y el Padre uno somos” Juan 10:30
Visión para Vivir 10
Charles R. Swindoll y Carlos A. Zazueta
Guarda tu Corazón
La vida es una jungla.
¿Quién no ha estado hasta el cuello en las arenas movedizas de los plazos y las demandas? ¿Quién no ha librado batallas en contra de irritaciones semejantes a un cocodrilo en el fango del exceso de compromisos, del incumplimiento de potenciales y de la saturación? Encima de todo eso están aquellas emboscadas de la crítica que se lanzan sobre nosotros como leones hambrientos y que, como garras de pantera, nos despedazan. Sólo los más fuertes sobreviven. Y entre aquellos que lo hacen, los que perciben el peligro y conocen las técnicas de autodefensa llegan en las mejores condiciones.
Jay Rathman es uno de estos hombres. Mientras estaba cazando ciervos en el norte de California, trepó a un saliente de la pendiente de un rocoso desfiladero. Al levantar la cabeza para mirar más allá del saliente, sintió un movimiento cerca de su cara. Una serpiente cascabel enroscada atacó con velocidad relampagueante, zumbando junto a la oreja derecha.
Los colmillos de la serpiente se engancharon en el cuello del suéter de lana de Rathman y la fuerza del lanzamiento hizo que la serpiente cayera sobre su hombro izquierdo. De inmediato se enroscó alrededor de su cuello.
La agarró detrás de la cabeza con la mano izquierda y pudo sentir como bajaba el veneno caliente por la piel de su cuello mientras los cascabeles hacían un ruido furioso.
Cayó de espaldas y se deslizó cabeza abajo por la empinada pendiente entre arbustos y rocas de lava, acompañado por los rebotes de su rifle y de sus binoculares.
“La suerte quiso que terminara atascado entre las piedras con los pies hacia arriba. Apenas podía moverme,” dijo al describirle el incidente a un oficial del Departamento de Caza y Pesca.
Levantó el rifle con la mano derecha y lo usó para desenganchar los colmillos de su suéter, pero la víbora ahora tenía la suficiente movilidad como para volver a atacar.
“Se lanzó unas ocho veces y logró pegarme con su nariz justo debajo de mi ojo como cuatro veces. Mantuve la cara volteada para que los colmillos no tuvieran un buen ángulo, pero estuvo muy cerca. Esta tipa y yo estuvimos cara a cara y descubrí que las víboras no parpadean. Tenía colmillos como agujas. . . Tuve que estrangularla hasta matarla. Era la única salida. Tenía miedo de que toda la sangre que se me estaba acumulando en el cerebro me hiciera desmayar.
Cuando trató de tirar el cuerpo de la víbora, no podía soltarla —“Tuve que forzar los dedos asidos al cuello del animal para separarlos”.
Rathman, de cuarenta y cinco años, que trabaja para el Departamento de Defensa en San José, estima que su encuentro con la serpiente duró unos veinte minutos.
El guardabosques Dave Smith describe de esta manera su encuentro con Rathman: “Caminó hacia mí blandiendo un manojo de cascabeles y con una sonrisa me dijo: ‘Me gustaría asentar una queja acerca de su fauna’.”
Cuando leí por primera vez este espeluznante relato pensé cuánto se asemeja la lucha de Rathman a la vida diaria. En el momento menos pensado somos atacados. Con traicionera fuerza estos ofídicos ataques nos hacen perder el equilibrio al enroscársenos. Expuestos y vulnerables, podemos ser presa fácil de estos ataques. Son frecuentes y variados: dolor físico, trauma emocional, estrés relacional, dudas espirituales, conflictos matrimoniales, tentaciones carnales, reveses económicos, asaltos demoníacos, desilusiones. . . paf-paf, paf, paf, ¡PAF!
Luchamos sin cesar por la supervivencia, sabiendo que cualquiera de esos golpes puede dar en el blanco y propagar veneno que inmoviliza y paraliza, dejándonos impotentes. ¿Y cuál es exactamente ese blanco? El corazón. Así es cómo la Biblia lo llama. Nuestra persona interior. Allí, muy en lo profundo, donde nace la esperanza, donde se toman las decisiones, donde toma fuerzas el compromiso, donde se guarda la verdad, donde se forma el carácter (aquello que nos da profundidad y nos hace sabios).
Con razón el antiguo sabio hace la siguiente advertencia:
Oye, hijo mío, y sé sabio,
Y endereza tu corazón al camino
(Proverbios 23:19).
La búsqueda del carácter maduro requiere que ciertas cosas sean guardadas dentro del corazón mientras que otras deben permanecer fuera de él. Un corazón descuidado invita al desastre. Un corazón bien guardado significa supervivencia. Si tú quieres sobrevivir en la jungla, superando cada ataque traicionero, tendrás que guardar tu corazón.

¿Hay Escrituras “perdidas”?

Algunos teorizantes de conspiración, escritores de ficción, productores de películas e historiadores revisionistas quieren hacernos creer que los libros que tenemos en nuestro Nuevo Testamento fueron seleccionados por dirigentes de la iglesia prejuiciados o ignorantes, de entre cientos de Evangelios, cartas y otros escritos cristianos contundentes que eran representaciones del cristianismo igual de buenas, si acaso no mejores. Estos individuos a menudo aducen que los libros bíblicos fueron seleccionados para respaldar la teología de un grupo, y que si se hubieran escogido otros libros, el cristianismo actual sería completamente diferente; más diverso y más tolerante. Sin embargo, la verdad es que los primeros cristianos supieron cuales escritos del Nuevo Testamento fueron escritos tempranos auténticos, de la pluma de los apóstoles o sus seguidores, conteniendo verdaderos relatos o doctrina de la fe cristiana.
¿Qué, entonces, podemos decir de los llamados “libros perdidos,” cómo los escritos gnósticos Nag Jamadi? Todos estos son libros posteriores escritos por sectas heréticas o maestros falsos, a menudo atribuidos fraudulenta y falsamente a los apóstoles que ya habían muerto mucho tiempo atrás a la fecha en que los libros se escribieron. Incluso los eruditos no cristianos admiten que los libros del Nuevo Testamento que tenemos en la Biblia son los escritos cristianos más tempranos y más auténticos disponibles, y que todos los llamados “Escritos Perdidas” son escritos posteriores, inauténticos, que presentan doctrinas en contraposición a la noción bíblica de Jesús. Los relatos extraños —incluso estrafalarios— contenidos en estos escritos ciertamente caen en la categoría de “fábulas artificiosas,” como Pedro las llama en 2 Pedro 1:16. Si usted toma un ejemplar de estos “escritos perdidos,” al instante podría reconocer que los relatos están decorados con mitos y leyendas imaginarios.

Hay que Tener Entusiasmo!
Lograr que el trabajo se haga exige entusiasmo.
No es esencial tener un alto cociente de inteligencia. Tampoco se necesita tener cierta edad; ni poseer un temperamento en particular. Ni siquiera se necesita tener el respaldo de la mayoría. Los libros de historia están llenos de relatos increíbles de hombres y mujeres que lograron hazañas asombrosas frente a probabilidades increíbles.
Los libros de récords también incluyen lo opuesto, por supuesto: posibilidades poderosas que no lograron su pleno potencial debido a que se perdió el “entusiasmo.”
Napoleón viene a la mente. A principios de 1812 gobernaba casi toda Europa. Había derrotado a todo ejército que se le opuso. No sólo que había provocado la renuncia del último emperador del Sacro Imperio Romano, sino que inclusive se había casado con la hija de aquel hombre. Excepto por tres "detalles" finales: Bretaña, España y Rusia, el césar francés tenía todo lo que quería. Así que ese año decidió invadir Rusia.
Habiendo reunido su ejército, Napoleón cayó sobre Rusia en un par de batallas serias. Aunque el ejército ruso hizo un último esfuerzo galante, Moscú cayó. Para octubre de 1812 Napoleón estaba sentado en Moscú, rodeado por sus tropas invencibles. Nada en el horizonte parecía imposible.
Pero algo pasó que cambió todo eso.
Aunque parece que nadie sabe cómo empezó, estalló un incendio en Moscú. Quemó gran parte de la ciudad, dejando al ejército de Napoleón sin suficiente comida, provisiones y alojamiento apropiado para el invierno.
Napoleón se vio obligado a abandonar la ciudad. Se dirigió hacia el occidente en pleno invierno ruso cruel, con las tropas del zar pisándole los talones. Todo eso demostró ser demasiado para el ejército de Napoleón, en un tiempo invencible.
En menos de dos meses de su mayor victoria, el ejército de Napoleón virtualmente había dejado de existir. Luchó por otros dos años, pero después de Moscú era un hombre derrotado. Interesantemente, la razón no fue una pérdida en el campo de batalla . . . fue la pérdida del ánimo. Brillante y visionario como lo era, no pudo mantener vivas sus tropas.
Cuando Moscú quedó en cenizas, Waterloo fue inevitable. ¿Por qué? Porque las tropas desanimadas no pueden luchar.
Hace poco, al leer el emocionante relato de Nehemías, se me hizo recordar de nuevo este principio. Usted recordará a Nehemías, el dirigente judío cuya pasión por Jerusalén le impulsó a dejar la seguridad de su casa y trabajo en Persia para dirigir la construcción de un muro protector alrededor de Sion. ¡Qué proyecto! ¡Y qué obstáculos se le interpusieron! Pero él logró que el trabajo se hiciera en tiempo récord. ¿Por qué? ¿Por qué toda persona de cerca y de lejos pensó que el proyecto del muro era una idea magnífica? ¿Acaso tuvo miles de obreros diestros a quienes les encantaba trabajar con ladrillos? Sea serio. Nehemías indicó la razón en esta entrada en su diario: “porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar” (Nehemías 4:6).
El término hebreo que se traduce “ánimo” en este versículo, también significa corazón. Otra palabra podría ser valor. En realidad, están relacionadas.
En la edición de 1828 del Diccionario Webster (del inglés) el autor indica que la palabra valor tiene su raíz en la palabra del francés para el corazón: “El valor es la cualidad que lo capacita a uno para enfrentar con firmeza la dificultad y el peligro, sin temor o depresión.” Luego, como Webster, que también era creyente nacido de nuevo, a menudo lo hizo en esos días, concluyó su definición con una referencia bíblica: Deuteronomio 31. Ese capítulo incluye el discurso final de Moisés a los hijos de Israel, poco antes de su muerte, y Josué tomando la antorcha de liderazgo.
Tengan valor y firmeza; no tengan miedo ni se asusten cuando se enfrenten con ellas, porque el Señor su Dios está con ustedes y no los dejará ni los abandonará.”
Después llamó Moisés a Josué, y le dijo en presencia de todo Israel:
“Ten valor y firmeza, porque tú tienes que llevar esta gente al país que el Señor juró a los antepasados de ustedes que les daría, y tú serás quien los haga tomar posesión. El Señor mismo irá delante de ti, y estará contigo; no te abandonará ni te desamparará; por lo tanto, no tengas miedo ni te acobardes.” (Deuteronomio 31:6-8, VP).
A los 120 años de edad, Moisés les dice: “¡Hay que tener entusiasmo!”
No siendo pueblo de gran valentía (habían sido esclavos en Egipto por más de cuatrocientos años), Moisés sabía lo fácil que era que Josué y sus tropas se desanimen.
No estoy sugiriendo que todos debemos ser Nehemías o Josué. A veces eso será necesario. Pero he observado a través de los años que algunas de las mayores demostraciones de valentía ocurren en lugares privados. En casa al lidiar con el desplante desafiante de un hijo, o la rebelión de un adolescente, o enfrentar el propio egoísmo de uno, o en una reunión de junta cuando uno está en la minoría. A veces simplemente perseverar en algo a largo plazo, mantener la visión año tras año, es prueba imponente de un corazón valiente. Entiendo que la construcción de la abadía de Westminster llevó cientos de años, bajo la dirección de numerosos arquitectos sucesivos. Sin embargo, debido a que cada arquitecto se mantuvo fiel al diseño original, la estructura permaneció como una verdadera representación del período de su diseño. Fiel, consistente, diligentemente cada arquitecto mostró valentía callada.
Usted tal vez sea líder, o tal vez no. Tal vez sea guiado, o tal vez no, a realizar algún proyecto grande de construcción de muros. Tal vez tenga que administrar el personal de alguna oficina, o tal vez no. Tal vez esté interviniendo en modelar las vidas de varios hijos en casa. Pero lo más probable es que usted influye en otros en alguna medida. No se limite a ver que las cosas pasan. Plántese allí con ambos pies. Arriésguese, para cambiar. Levante algunas olas. Abra una nueva senda. Dejé de esperar al otro. ¡Haga que el trabajo se haga!
Un recordatorio: ¡tiene que tener entusiasmo!

Hombres Pasivos, Mujeres Salvajes
Hombres pasivos, mujeres salvajes. Esas palabras no son originalmente mías. Son de un psiquiatra que vive en el condado Marin, del estado de California, y de nombre Pierre Mornell, que escribió un libro con este título. El asunto que más le preocupa al doctor Mornell se halla en matrimonios de creyentes tanto como en los de no creyentes.
Es el problema de un esposo que es “inactivo, inarticulado, aletargado, y retraído en casa. En su relación con su esposa es pasivo; y su la enloquece.” No que él sea necesariamente incompetente y aburrido. En el trabajo tal vez tenga gran éxito y es muy articulado. Y ella no es necesariamente rebelde o súper activa. Tal vez sea una buena madre, talentosa y sus amigas la respetan muy bien.
En casa, sin embargo, el esposo dice, de una docena de maneras diferentes: “Estoy cansado; simplemente déjame tranquilo.” Ella le pide algo, y él lo ignora. Ella alza la voz; él se retrae más. Ella añade presión, él se sumerge en un silencio hosco. Al final él se aleja; ella “pierde los estribos.”
Hay numerosas razones, a menudo complejas, detrás de tales impases, pero sobresalen un par de factores de extrema importancia.
En primer lugar, los hombres y las mujeres son diferentes, y esas diferencias ni disminuyen ni desaparecen cuando se casan. (¡He descubierto que más bien aumentan su impulso!). Es de gran ayuda tratar de ponerse en los zapatos del cónyuge (aunque es extremadamente difícil hacerlo), y darse cuenta de las necesidades y puntos de vista del otro. Si no se hace eso, se acaba enfurruñado en el sofá.
En segundo lugar, el compañerismo armonioso es resultado de trabajo arduo; eso nunca “simplemente sucede.” No sé de nada que ayude más a este proceso que la comunicación profunda, sincera y regular. Lea de nuevo esas últimas cuatro palabras, por favor. Esto no es simplemente hablar; sino también escuchar. Y no es simplemente escuchar, sino también oír. Y no simplemente oír, sino también responder, con calma y bondad.
El “arduo trabajo” también incluye dar tanto como recibir, modelar lo que uno espera, perdonar con igual presteza que confrontar, poner en el matrimonio más que lo que jamás se espera sacar de él. Sí, más. En breve, quiere decir ser no egoísta.
Pocas cosas son mejores para romper el síndrome de pasivo y desenfrenado que tomarse un par de días juntos como pareja; sin los hijos, sin el maletín de trabajo, sin una agenda.
Esto irá gran distancia para mantenerlo a usted fuera del sofá del psiquiatra; o, de paso, de su propio sofá.
En una escala de 1 a 10, ¿cuán bien se comunican usted y su cónyuge?

Injusticia
El profeta Habacuc escribió palabras relevantes de verdad cuando dijo en el primer capítulo de su profecía:
Destrucción y violencia están delante de mí,
y pleito y contienda se levantan.
Por lo cual la ley es debilitada,
y el juicio no sale según la verdad;
por cuanto el impío asedia al justo,
por eso sale torcida la justicia. (Habacuc 1:3-4)
El escritor de esas palabras murió hace siglos, pero, ah, ¡cómo sus palabras siguen vivas! Si usted tiene incluso el más ligero conocimiento de lo que está sucediendo en el mundo que nos rodea, usted sabe lo actuales que son estas palabras en realidad.
¿Alguna vez se ha quedado asombrado por la forma en que se tergiversan y alteran las leyes? ¿Alguna vez ha visto tal perversión de la justicia como en la última década?
El criminal es ahora el héroe, tristemente malentendido y maltratado. La víctima es el sádico egocéntrico que decide entablar pleito judicial porque piensa que derecho le asiste, es arrogante o está confundido. Los hechos crudos y fríos se suavizan e inclinan gracias al ingenio semántico de astutos peones políticos. Las cortes ahora se parecen a escenarios en donde hay actores que se pelean por papeles de protagonistas, en lugar de ser una cámara digna de ley y orden. A jueces y jurados se puede comprar, sobornar, inclinar o seducir, si se les da suficiente tiempo en la olla de presión de la legislación. Los miembros del jurado, que en un tiempo solían ser anónimos y escudados en el nombre de la justicia y objetividad, ahora aparecen en programas de entrevistas.
¿Recuerda el encantador cuento infantil de Caperucita Roja? Pues bien, si ese escenario tuviera lugar hoy, esto es lo que probablemente sucedería:
Después de que el heroico leñador rescató a Caperucita Roja matando al lobo, que ya se había almorzado a la abuela y luego trató de matar a Caperucita Roja, hubo una investigación. Con eso, ciertos “hechos” emergieron. Primero, al lobo, antes de su ejecución, no se le había informado de sus derechos legales. Entonces una organización de libertades civiles entra en el cuadro, manteniendo que, “aunque el hecho de matar y comerse a la vieja pudiera haber sido de mal gusto,” en realidad el lobo hambriento y necesitado estaba meramente “haciendo lo suyo” y por consiguiente no merecía la muerte.
En base a esto, el juez decidiría que no hay base legal para acusar al lobo; por consiguiente, el leñador sería culpable de ataque injustificado con arma mortal. Entonces lo arrestarían, le seguirían juicio, lo declararían culpable, y lo sentenciarían a 99 años de cárcel sin apelación.
Un año después de la fecha del incidente de la abuela, su casa sería dedicada como santuario para el lobo que se había desangrado y muerto allí. Colocarían coronas de flores en memoria del valiente lobo que murió como mártir, llevadas incluso por la misma Caperucita Roja, que explicaría que aunque estaba agradecida por la intervención de leñador, en retrospectiva ella se daba cuenta de que él había reaccionado con exageración. No habría ni un solo ojo seco en todo el bosque.
Si esto no fuera un cuadro tan trágico y verdadero, sería divertido. Pero, francamente, no me estoy riendo. La injusticia no es nada de cómico.

Jesus y Janucá
Fue durante la celebración de Janucá (la fiesta de las luces), que Jesús hizo una de las promesas más poderosas sobre la seguridad de nuestra salvación, al decir que el Padre y Él eran uno, demostrando con ello que Él era Dios encarnado.
Jesús dijo:
Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen. Les doy vida eterna, y nunca perecerán. Nadie puede quitármelas, porque mi Padre me las ha dado, y él es más poderoso que todos. Nadie puede quitarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno. (Juan 10:27-30, NTV)
Las nueve ramas del Menorá Janucá
No todos las menoras son iguales. La menorá del Tora, el candelabro de siete ramas, es la menorá bíblica que se menciona en Éxodo 25:31-40.

La menorá de nueve ramas tiene dos ramas adicionales que simbolizan dos conceptos místicos que no son bíblicos. A este menorá se le considera como la menorá secular y se utiliza durante las celebraciones actuales de Janucá.
Janucá conmemora la liberación de los judíos de la opresión greco-siria durante el período intertestamentario antes de Cristo. La tradición dice que cuando los patriotas judíos lograron restaurar el templo que había sido profanado, pudieron encontrar aceite suficiente para mantener los candelabros encendidos solo por un día. De manera milagrosa, el aceite duró ocho días y ocho noches y con ello los candelabros siguieron encendidos. Janucá celebra el triunfo de este pequeño grupo de fieles judíos que lucharon contra ejércitos formidables y conmemora la provisión de Dios con el aceite.
La menorá de siete ramas: La luz de Dios para Su pueblo
Siglos antes que Jesucristo morara con Su pueblo (Juan 1:14), Dios le dio instrucciones a Moisés y al pueblo sobre cómo edificar Su tabernáculo, ese lugar donde Él moraría con Su pueblo. Les dio instrucciones específicas sobre las dimensiones y el mobiliario del tabernáculo ya que simbolizaban Su gloria y la relación que tendría con Su pueblo (Éxodo 25).
El candelabro de siete ramas era la pieza del mobilario más adornada en el tabernáculo. Sus tazas con flores decoradas conformaban una sola pieza de oro, y pesaba aproximadamente un talento (setenta y cinco libras). Cada rama sostenía una lámpara que daba luz hacia el Lugar Santísimo y servía como testimonio constante a los sacerdotes de que no debían caminar bajo la sabiduría del ser humano sino cumplir su servicio andando bajo la luz de Dios.
De la misma forma en que un candelabro le daba luz a los sacerdotes, Cristo es “la luz del mundo” (Juan 8:12) al revelar el camino a Dios (Juan 14:6,9).

La evangelista del Cementerio
Cuando yo era niño, nuestra familia vivía en Houston. Vivíamos al frente de una pareja que se habían casado tarde en la vida. La Srta. Katy conoció y se casó con el Sr. Roberto después de que ella había dejado ya atrás la edad en que podía tener hijos, así que los dos disfrutaron de una perenne luna de miel hasta bien entrada su jubilación. Él era un muy buen esposo, cariñoso, que la quería profundamente, y ella había hallado gran alegría en el hombre de sus sueños. El Sr. Roberto no era solamente la luz de su vida; le daba a esa vida mucho de su significado. Entonces, un repentino ataque cardíaco se lo llevó. La aflicción de ella no tenía límites.
En las semanas que siguieron al funeral, mi madre observaba a la Sra. Katy salir de la casa todos los días para visitar la tumba. Como muchos a menudo lo hacen, ella pasaba largas horas allí, hablando, llorando, buscando algún tipo de conexión con su alma gemela fallecida. Todos los días al salir de la casa solitaria e irse al cementerio, su desesperanza empeoraba. Debe saber que nuestra vecina era una muy buena mujer, de gran moralidad, pero no tenía una relación personal con Cristo. A través de los años, mi madre había intentado hablarle del evangelio, pero la Sra. Katy nunca se mostró particularmente abierta. Y debido a que no tenía esperanza en Jesucristo, no tenía esperanza en su resurrección, ni ninguna esperanza de felicidad que no acabara trágicamente de nuevo, y por cierto, ninguna esperanza del cielo.
Nunca olvidaré el día en que mi madre me dijo: “Charles: Quiero que ores para que el corazón de la Sra. Katy se abra a lo que tengo que decirle.” A los pocos minutos mi madre cruzaba la calle llevando una bandeja de pan dulce y una jarra de café. Esa misma tarde la Sra. Katy abrazó la verdad. Debido a que Jesús resucitó de los muertos, la muerte no podía reclamar la victoria final.
Deténgase un momento y piense en esto: ¿Qué tal si la resurrección de Jesús fuera un fraude, perpetrado por un grupito de fanáticos que trataban de empezar una nueva religión? ¿Qué, entonces, significan sus fugaces setenta años en la tierra? Mientras la Sra. Katy miraba hacia atrás a los años encantadores con su esposo —años que acabaron tan repentinamente, tan absurdamente para ella— ella no tenía respuesta. Sus esfuerzos inútiles junto a la tumba para reconectarse sólo lograban confundirla más y profundizar su desesperanza.
Digámoslo tal como es. Si Jesús no se levantó en esa primera mañana de resurrección, poniendo a un lado sus lienzos sepulcrales, y saliendo de la tumba para andar entre los que lo amaban, en realidad nada más importa. Permítame decirlo de otra manera. Si Jesús no resucitó de los muertos, o si su resurrección fue una patraña, entonces nada, absolutamente nada, tiene algún significado para nada. Toda bendición de que usted disfruta llegará a un fin repentino, que le partirá el corazón. Toda buena obra que logremos, bien sea declinará, o rápidamente se volverá obsoleta. Cuando nuestra vida haya pasado: un mero abrir y cerrar de ojos comparado con los períodos de antes y después de usted, todo impacto que dejemos quedará borrado como huellas en la arena de la playa que las olas borran. Es más, desperdiciamos nuestro tiempo confiando en un dios extraño, y muerto.
El apóstol Pablo lo escribió de esta manera en su carta a la iglesia de Corinto:
Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres (1 Corintios 15:14-19).
¡Qué insulsa es nuestra creencia en un señor muerto! ¡Qué fútil confiar en un dios que miente! ¡Qué fugaz es toda felicidad, y todo futuro, y toda esperanza que simplemente se acaba con la muerte!
Por otro lado, debido a que Cristo en verdad ha resucitado, tenemos toda razón para vivir rectamente, adorar a Dios, y saborear las bendiciones de que disfrutamos hoy porque sólo son apenas un bocado de prueba de lo mucho más que vendrá. La resurrección de Jesucristo es nuestra promesa de que la vida que llevamos no es en vano. Tenemos significación tanto temporal como eternamente. Nuestras vidas tienen un propósito más allá de los setenta y tantos años que pasamos aquí en la tierra, porque el Dios viviente nos ha prometido que nuestras inversiones en la eternidad no volverán vacías. Debido a que Jesús conquistó la muerte, y debido a nuestra fe en Él, ahora esperamos la victoria sobre la tumba. Ese triunfo nos da la valentía para aguantar todas las tragedias temporales, y la sabiduría para disfrutar de todo deleite terrenal. La victoria de Jesús sobre el mal final, la muerte, nos asegura que nadie está demasiado muerto como para que Él lo reviva. Así que, cualesquiera que sean nuestras circunstancias, podemos tener la confianza de que vienen mejores días.
La Sra. Katy abrazó esta verdad el día en que mi madre volvió a casa con la jarra vacía y un corazón lleno. Pero las idas de la Sra. Katy al cementerio no se acabaron. En sus muchas visitas a la tumba, ella había notado que otros lloraban y hablaban con las frías piedras, tratando en vano de conectarse con los muertos, esperando recuperar algo de las relaciones personales que en un tiempo disfrutaron. Así que ella entendía su desesperanza . . . pero ahora ella tenía una verdad que los otros desesperadamente necesitaban oír y creer.
Y así es como la Sra. Katy se convirtió en la única evangelista de cementerio que he conocido. Con su Nuevo Testamento en la mano, y unas pocas palabras bien escogidas, esta señora transformada consolaba a los deudos que lloraban, y les ofrecía la misma esperanza que le había dado a ella significado y vida eterna: ¡Jesucristo vive!

La fe que se demuestra
La generosidad debería ser una muestra de una fe que reboza más que un exceso de riqueza. La tacañería, por el contrario es una muestra clara que la persona confía en lo material en vez de Dios. No lo olvide, servimos a quien confiamos.
Mi hermano mayor, Orville, nunca fue un hombre adinerado, sin embargo era maravillosamente generoso con lo que tenía. Nunca se contuvo de dar para el Señor y eso sigue siendo cierto todavía. Su excesiva abundancia de fe lo llevó al campo misionero por más de treinta años en Buenos Aires, Argentina. Antes de eso, sirvió poco tiempo como misionero en México para después recoger a su esposa e hijos y juntos viajar a los confines de América del Sur.
Antes de irse, visitaron a nuestros padres en Houston. Ahora bien, mi padre era la epítome de la responsabilidad. Para él solo las personas que no hacían planes tomaban riesgos. Una persona responsable no dejaba nada a la suerte. Desde su punto de vista, la fe era algo que se utilizaba solo cuando los tres planes de emergencia fallaban y no había más opciones. Mi padre era creyente pero nunca comprendió lo que era vivir por fe.
Mi hermano, por otro lado, vivía motivado por la fe. Toda su vida adulta la vivió en fe. Para él, la vida no es emocionante a menos que Dios y solo Dios nos desafiara. Imagínese cómo eso volvía loco a nuestro padre.
Orville, llegó a la casa en su viejo Chevy de cuatro puertas y con las llantas más gastadas que haya visto en mi vida. Mi padre siempre inspeccionaba las llantas cuando veníamos a visitarlo. Me pregunté cuanto tardaría mi padre en hacer un comentario sobre las llantas. Estoy seguro que lo mismo se preguntó Orville.
Después de una cena deliciosa, mi madre y mis hermanas se fueron a la cocina, dejándonos a mi padre, mi hermano y yo en la mesa. Allí comenzó el diálogo.
“Hijo, ¿cuánto dinero tienes para el viaje?”
“No te preocupes, papá. Todo marcha bien.”
Antes que Orville pudiera cambiar el tema, mi padre le dijo:
“Dime. ¿Cuánto dinero tienes en tu billetera?”
Orville sonrió y encogiendo los hombros le respondió:
“En mi billetera no tengo dinero.”
Me quedé sentado sin decir ni una palabra mientras mi padre y mi hermano se enfrascaban en un juego de tenis verbal.
“¿Nada? ¿Cuánto dinero tienes? Vas a ir a América del Sur. ¿Cuánto dinero tienes?”
Mi hermano entonces sonrió, se metió la mano en el bolsillo y sacó una monedad de veinticinco centavos; la puso en la mesa y desde allí la hizo rodar hasta donde estaba sentado mi padre. Éste la vio y dijo: ¿Veinticinco centavos? ¿Eso es todo lo que tienes?
Orville con una sonrisa más amplia dijo: ¡Sí! ¡Que emocionante! ¿No te parece?
A mi padre eso no le pareció gracioso. Después de un suspiro hizo una pausa y dijo: Orville, no logro entenderte.
Mi hermano que ahora miraba seriamente a mi padre, le dijo: No, papá. Nunca lo has hecho.
No sé cómo mi hermano logró hacer su viaje o cómo Erma Jean se encargó de la familia, pero ellos nunca pasaron hambre. Ellos sirvieron en Buenos Aires y viajaron a otras partes del mundo por más de tres décadas.
Mi padre creció durante la Gran Depresión, temiendo la pobreza toda su vida. Eso causó que pocas veces tomara riesgos y que nunca experimentara el gozo de confiar en Dios tal como mi hermano lo hizo.
Jesús nunca dijo que tener cosas es malo. Bajo su elección divina, Él decide que algunos sean tan pobres como Él y Sus discípulos lo fueron mientras que otros tengan dinero extra y bienes materiales que pueden compartir en abundancia. Para Jesús, el asunto del dinero no es importante. A Él le interesa nuestro bienestar y que nos volvamos a Él en busca de protección. Ya sea que tengamos o no cosas materiales, Él quiere asegurarse que ninguna de esas cosas nos controla.
La generosidad no es una muestra clara de la fe pero con seguridad es un factor de estímulo en el creyente. Tan pronto como algo comienza a sentirse demasiado crucial para traernos felicidad, debemos tomar las riendas y deshacernos de ello.

La sal de la tierra
¿Alguna vez ha percibido el hedor de carne vieja, podrida?
¿Recuerda haberse olvidado por varias semanas algo que puso en el refrigerador? Hay una pestilencia que acompaña a la descomposición como ninguna otra. En Houston, Texas, que es donde me crié, estábamos apenas a unos ochenta kilómetros del puerto marítimo de Galveston. Teníamos disponibles mariscos deliciosos y frescos en numerosos restaurantes en esa región; y todavía los hay. Pero había otras maneras en que usábamos los mariscos, especialmente los camarones.
Cuando un amigo se casaba, uno de nuestros trucos favoritos era sacar a escondidas los tapacubos de las ruedas del automóvil en que se irían a su luna de miel y llenarlos de camarones. ¡Era grandioso! Los camarones no hacían ningún ruido mientras giraban hora tras hora en el calor del sur de Texas. Pero el resultado era irreal. Después de dos o tres días de conducir, estacionándose bajo el sol, en el tráfico de pare y siga, la flamante esposa (bondadosa y tímida) lentamente empezaba a deslizarse hacia la puerta. Empezaba a preguntarse si tal vez su amado flamante esposo se había olvidado de aplicarse desodorante. Conforme el día avanzaba, ¡él empezaba a pensar lo mismo en cuanto a ella! Mientras tanto, los camarones seguían haciendo lo suyo en cada rueda. Finalmente, (¡y a veces no descubrían el truco sino después de una semana!), el joven Don Juan retiraba uno de los tapacubos, . . . y no tengo que relatarle el resultado. Los camarones podridos dentro de un tapacubos candente por una semana hacían que el chorro disparado por un zorrillo pareciera perfume de lujo. ¡Era grotesco! Para conservar camarones, hay que preservarlos. Si no, se pudren. Años atrás se usaba la sal como preservativo. Hoy, usamos hielo.
Ahora piense de esta tierra como camarones al leer las palabras de Jesús: “Ustedes son la sal de la tierra. Pero ¿para qué sirve la sal si ha perdido su sabor? ¿Pueden lograr que vuelva a ser salada? La descartarán y la pisotearán como algo que no tiene ningún valor.” (Mateo 5:13).
Una sociedad que se caracteriza por violencia salvaje y tinieblas de depravación y engaño, y sin nada que la preserve, se deteriorará . . . y, a la larga, se destruirá a sí misma. Debido a que los siervos de Cristo son como sal en la sociedad, nuestra influencia es esencial para la supervivencia de la sociedad.
¿Está usted siendo sal?
Jesús dijo que los creyentes son “la sal de este mundo” (Mateo 5:13, DHH). Nuestra presencia detiene la corrupción . . . y preserva a la sociedad.
La sal también es un agente sanador. También produce sed. Añade sabor, aumentando el delicioso sabor de la mayoría de alimentos. La sal es asombrosamente benéfica . . . “pero.” No se pierda esa pequeña palabra en el versículo 13. Jesús añade: “¿para qué sirve la sal si ha perdido su sabor?” (lo que quiere decir “si la sal pierde su salinidad, su singularidad”), “no tiene ningún valor” (5:13). Jesús introduce, no una advertencia imaginaria, sino una real. Quítese la contribución cristiana distintiva, y no queda nada digno de valor. No servimos “más para nada,” como el Señor lo dijo (5:13).
Debemos hacer la obra de preservación . . . o perderemos nuestra influencia y nos volveremos tan insignificantes como una capa de polvo en las calles de la ciudad. ¡Siervo, preste atención!
Piense en estos tres aspectos prácticos, positivos, de la sal. Primero, la sal se salpica y rocía . . . no se la vierte a chorros. Hay que esparcirla. Demasiada sal arruina la comida. Es un buen recordatorio para que los cristianos nos esparzamos en lugar de mantenernos juntos aglomerados. Segundo, la sal añade sabor . . . pero es oscura. Nadie jamás comenta: “¡Qué sal tan deliciosa!” Sin embargo, frecuentemente decimos: “Este plato es realmente sabroso.” Los siervos añaden sabor a la vida, un sabor que es imposible lograr sin ellos. Tercero, la sal es diferente a toda otra sazón. Su diferencia, sin embargo, es su fuerza. No se puede duplicar, y para que sea útil hay que aplicarla. ¡La sal en el salero no sirve de nada a nadie!
Quiero ser muy directo. El pensamiento secular ha cobrado un costo trágico en lo distintivo del siervo de Dios. Esto ha empezado a influir en la iglesia de Jesucristo. Muchos creyentes han sometido su mente al sistema del mundo. La mentalidad singularmente cristiana, por consiguiente, es rara de hallar. El humanismo, secularismo, intelectualismo y materialismo han invadido nuestro pensamiento a un grado tan marcado que nuestra sal ha quedado diluida; en algunos casos, inexistente.
Influidos e impresionados por la prensa, por nuestros sistemas secularizados de educación, expectativas sociales superficiales, y las cuasi omnipotentes fuerzas de la conformidad a la presión de iguales (para no mencionar el impacto de la televisión y las películas), los siervos cristianos fácilmente pueden caer en la trampa. Podemos literalmente dejar de pensar bíblicamente y dejar de esparcir sal.

La Seducción del Romance Cibernético: La Mujer y el Sexo a través del Internet
Las estadísticas demuestran que las mujeres luchan con la adicción sexual igual que los hombres, aunque satisfacen su adicción en diferentes maneras. Mientras que los hombres pueden caer entrapados a las revistas pornográficas como Playboy, las adicciones sexuales de las mujeres emergen a través de una serie de relaciones sexuales, conversaciones de sexo a través de la Internet, o fantasías apasionadas a través de las tele-novelas o películas románticas de la televisión. ¿Cree usted que ésas son indulgencias inofensivas?
Considere a Juana, una ama de casa quien dejó a su marido después de 17 años de matrimonio y tres niños para juntarse con el amante que ella conoció a través de la Internet. O Rut, de 26 años, quien, en los últimos diez años ha saltado de una relación a otra, necesitando el sexo como un tranquilizante – verdaderamente buscando el amor en todos los lugares incorrectos. O Laura, una soltera de 52 años quién pasa las noches y los fines de semana pegada a la pantalla de su computadora y enterrada en la última novela romántica de Danielle Steele.
Quizás usted se identifica con estas mujeres. Pero usted todavía protesta, "¡yo no soy ninguna adicto al sexo!" La autora y consejera americana, Marnie Ferree, que se especializa en ayudar a las mujeres que luchan con adicción al sexo escribe,
“Muchas preferirían llamarse adictas al amor o a las relaciones, lo que suena mucho más agradable. . . . Creo que el término adicción sexual es más exacto, como el alcoholismo es descriptivo no importa la bebida preferida.”¹
Lo atractivo de la Internet – el anonimato, el precio asequible, la accesibilidad- atiende a las mujeres que buscan el placer o un escape en la Internet.² Según la consejera americana Ferree, las mujeres son más aptas a visitar un cuarto de Chat que ver la pornografía y el 80% son más probables de verse en persona con su enamorado conocido en la Internet que los varones.³
¿Qué alarma hace sonar esta información? Cuando las mujeres buscan intimidad a través de su sexualidad, su búsqueda para el amor casi siempre las lleva al vacío, a hogares destruidos, a enfermedad, y a la soledad. Les falta el cumplimiento de sus necesidades que solamente Jesucristo puede proveerles. Muchas mujeres atrapadas en la red del sexo de la Internet desean estar libres, pero las palabras y las imágenes las mantienen atrapadas allí. Quizás usted ha luchado para librarse pero sin éxito. ¿Cómo puede resistir la tentación, especialmente en esos momentos cuando usted se siente más sola y vulnerable? La Biblia declara firmemente que hay un poder mayor que nuestra tentación:
Ustedes saben que no fueron redimidos (rescatados) de su vana manera de vivir heredada de sus padres con cosas perecederas como oro o plata, 19 sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha: la sangre de Cristo… 21 Por medio de Él son creyentes en Dios, que Lo resucitó de entre los muertos y Le dio gloria, de manera que la fe y esperanza de ustedes sean en Dios. (1 Pedro 1:18–19, 21 énfasis añadido)
Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. (Romanos 6:4)
Según estos versos, cuando confiábamos en Cristo para la salvación, Él nos redimió del vacío que una vida de pecado trae. El sacrificio de Jesús logró nuestra redención. Y tenemos aún más buenas nuevas: podemos apropiarnos del mismo poder que resucitó el cuerpo físico de Cristo de entre los muertos mientras nos esforzamos en vivir vidas santas y justas. Las Escrituras nos dice que el Espíritu de Dios nos da su poder para conquistar la adicción sexual (Gálatas 5:16, 2 Pedro 1:3-4).
Claves para Vencer la Tentación Sexual
La tentación multiplica el impulso sexual lo más pensamos en ella. La manera de prevenir un hecho pecaminoso es poner sus frenos mentales el momento que la tentación entra su mente.
Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. 15 Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte. (Santiago 1:14–15)
¿Usted permite que la tentación la lleve a pensamientos o comportamientos pecaminosos? ¿Cuáles son algunas maneras que usted puede rechazar la tentación el momento en que se presenta?
Por cada tentación que el mundo tira en su camino, su Padre celestial le provee un desvío. En el momento de la tentación, pida que el Señor le demuestre el desvío, y siga el camino que Él le enseñe para huir el pecado.
No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres. Fiel es Dios, que no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que puedan resistirla. (1 Corintios 10:13)
¿Qué maneras de salida Dios le provee cuando la tentación la impulsa al pecado sexual? ¿Cómo puede usted buscar esas salidas?
Salvaguardas para Protegerle de Repetir Pecados de su Pasado
Busque consejos. La adicción sexual en mujeres muchas veces resulta de abuso sexual de la niñez. Haga una serie de citas con una consejera cristiana piadosa, que puede ayudarla a encontrar sanidad para sus heridas del pasado.
Manténgase bajo supervisión de una persona confiable. Busque un grupo de ayuda para mujeres y rinda cuentas a esa persona de su actividad en la Internet y de cualquier otra actividad que presente la tentación.


La Segunda Venida: ¿Qué Esperamos?
La segunda venida: ¿qué esperamos? El mayor cataclismo de la historia mundial. Los profetas hablan de las malas noticias del retorno de Dios a la tierra en la persona de Jesús con una frase que se menciona varias veces en este libro. La frase hebrea se traduce: “el día del Señor” o “el día de Jehová.” Los profetas tropezaban entre sí tratando de hallar lenguaje adecuado para describir el horror de ese día.
Busque hacia el final del Antiguo Testamento el breve libro de Sofonías. Sofonías, junto a Joel y muchos otros profetas de Dios menciona una frase que es de horror absoluto. Se trata del gran día del Señor.
Sofonías, en 1:14-16 escribe que el gran día del Señor está cerca y se apresura. El ruido del día de Jehová es amargo. Hombres poderosos gritan. Es un día de ira, un día de aflicción y angustia, devastación y desolación, oscuridad y lobreguez, nubes y oscuridad espesa. Veo todo esos pares de palabras, y veo a un hombre rebuscando en un diccionario, si hubiera uno disponible, tratando de hallar términos adecuados para describir la calamidad del día del retorno de Cristo a la tierra, porque cuando Él vuelva será el peor juicio en la historia del mundo.
¿Cómo puede ser eso? ¿Cómo puede ser eso si Génesis 6 al 9 describe la muerte de todo ser viviente mediante el gran diluvio? ¿Cómo puede ser eso, dado el sufrimiento que hemos sufrido incluso en nuestra propia vida, como las calamitosas inundaciones en lugares como Honduras, huracanes, tsunamis, horribles terremotos, ciclones, y todos los llamados actos de la naturaleza? ¿Cómo puede ser algo peor que todas esas cosas?
Pienso que lo que hace la segunda venida peor en juicio es que todas esas cosas Dios las hizo con mediación, es decir, mediante la creación, la naturaleza en caos, la naturaleza trastornada. Pero en la segunda venida realizará el juicio, no por agua, ni por diluvio, ni por fuego, ni por tempestades, sino con su propia mano. ¿Oyó usted eso?
Conocemos bien el relato de las diez plagas. ¿Conocemos bien el fraseo de Éxodo 11? Busque el pasaje donde se anuncia la décima plaga. La última plaga que Dios usó para liberar a Israel de Egipto es la más horrenda de la lista. Hubo otras que fueron horrorosas, el Nilo convertido en sangre, la oscuridad de un eclipse que duró por días y fue específico sobre los egipcios y no sobre el pueblo de Israel. Vaya que fue un eclipse. Enfermedades del ganado, úlceras, piojos, moscas, cosas horrorosas, pero ninguna de las plagas es como la décima. Porque en la décima plaga se nos dice que desde la casa del faraón, hasta la del más humilde campesino de la tierra, e incluso extendiéndose a los establos, el primogénito de Egipto morirá. No morirán, sin embargo, como dicen algunas lecciones de escuela dominical por el “ángel de la muerte,” sino por la mano de Dios.
Busque Éxodo 11:1: “Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto.” Dice: “Yo voy a hacer esto.” Versículo 4: “Jehová ha dicho así: A la medianoche yo saldré por en medio de Egipto.” ¿Ve usted lo que hemos hecho? Hemos ablandado esto porque es casi intolerable. Es algo que casi ni podemos aguantar. ¿Dios? No, nos gusta que lo haga un ángel. ¿Dios? No, nos gustaría que lo hiciera algún demonio. ¿Dios? No, nos gustaría que lo hiciera alguna tempestad o enfermedad, pero Dios dice: “Yo voy a hacer esto.” Y lo hizo.
Pase al capítulo 12 y vea el sumario en el versículo 29: “Y aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo primogénito.” No un ángel, ni un serafín, ni un mensajero, sino el Señor.
Yo celebro Servicios de Pascua de Resurrección. Los rabinos algunas veces hacen bien las cosas, y esta es una de ellas. En el servicio de la Pascua, la liturgia para ese maravilloso culto de alabanza a Dios por la liberación de Egipto, hay una homilía sobre estas palabras del capítulo 11, en donde Dios dice: “Yo saldré por en medio de Egipto.” Escuchen lo que dice: “El Señor, Jehová, nos sacó de Egipto, no por medio de un ángel, ni por medio de un serafín, ni por medio de un mensajero, sino el Santísimo. Bendito sea Él en su gloria. Como dice: ‘Yo pasaré por la tierra de Egipto esta noche, y heriré al primogénito de la tierra de Egipto, tanto de hombre como de bestia, y sobre todos los dioses de Egipto yo ejecutaré mi juicio.’ Yo, Jehová, pasaré por la tierra de Egipto, y yo, yo mismo, y no un ángel. Heriré a todo primogénito, yo, yo mismo y no un serafín. Y sobre todos los dioses de Egipto ejecutaré mi juicio, y yo, yo mismo, y no un mensajero. Yo, Jehová, yo soy, y no hay otro.” Y así fue. Cuando el acto final de liberación se hizo, fue Dios quien lo hizo. Y eso fue lo que sacó de Egipto a su pueblo. Y cuando ellos llegaron a la masa de agua, y el ejército estaba detrás de ellos, y el Mar de Cañas, o Mar Rojo estaba por delante, fue Dios de nuevo quien actuó en su propia persona, no por un ángel, ni un serafín, ni un mensajero, sino en su propia gloria.
Pase a Éxodo 15. Este salmo, el primero en la Biblia, es la celebración de la liberación de Israel, de Egipto, y los judíos la celebran todos los años por todo el mundo. Los judíos que siguen su propia jagadá saben esto mejor que los cristianos, porque lo repiten todos los años. Cuando Dios sacó de Egipto a Israel, no sólo fue Él, y sólo Él, el que mató a los primogénitos, sino que fue Él, y sólo Él, quien luchó contra sus enemigos y los destruyó. Y cuando entonaron este canto, el versículo 3 dice: “Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre.” Jehová es un hombre de guerra. Jehová es su nombre. Y en esas palabras estamos celebrando el hecho de que fue Dios, y sólo Dios, el que los libró. Adonai ish milcjamaj, Adonai shemó. Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre.
Eso es lo que hemos pintado en cuanto al dulce Rey Jesús en Apocalipsis 19. Jesús, cuando venga, es un hombre de guerra. Mire las palabras del versículo 11: “Con justicia juzga y pelea.” Miré las palabras del versículo 15: “De su boca sale una espada aguda.” El punto es que Él es el que lucha directa y personalmente.
La segunda venida de Jesús: ¿qué esperamos? La mayor calamidad de toda la historia humana.
La gente del mundo no entiende esto. Usan la palabra Armagedón, que es nuestra palabra, una palabra bíblica. Pero usan Armagedón para describir un holocausto nuclear, nación contra nación. Cuando existía la Unión Soviética había tal amenaza del fin del mundo, pensábamos, con una nación lanzando proyectiles contra otra y pensábamos que eso era Armagedón; pero no lo es. Eso será horroroso, será una guerra mundial, pero no Armagedón. Armagedón consiste en las naciones reunidas al fin del período de la tribulación para oponerse a que Dios Padre ponga a su Hijo Jesucristo en el trono de David en Jerusalén. De eso es de lo que habla el Salmo 2. De eso es de lo que habla el Salmo 110.
En el Salmo 2 las naciones se reúnen contra el Señor, y contra su Mesías, su Ungido. El que está en el cielo se ríe de ellos como diciendo: “Yo pongo a mi Rey en mi monte santo, Sión.” ¿Piensa usted que las naciones pueden resistir el poder de Dios? Por eso hay el mayor cataclismo de toda la historia. Lo que lo hace peor es que no es agua, ni fuego, ni enfermedad, sino que es el Señor mismo que viene a juzgar.

La Soberanía de Dios y la Maldad
La soberanía de Dios
Dios reina sobre el mundo
Porque Dios es Rey de toda la tierra…
Dios reina sobre las naciones;
sentado está Dios en su santo trono. (Salmo 47:7-8)
Él domina con su poder para siempre;
sus ojos velan sobre las naciones;
no se enaltezcan los rebeldes. (Salmo 66:7)
Dios está en control de las naciones
“Él es quien cambia los tiempos y las edades;
quita reyes y pone reyes;
da sabiduría a los sabios,
y conocimiento a los entendidos.” (Daniel 2:21)
Dios es soberano sobre nuestras vidas
“Porque su dominio es un dominio eterno,
y su reino permanece de generación en generación.
Y todos los habitantes de la tierra son considerados como nada,
mas Él actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo
y entre los habitantes de la tierra;
nadie puede detener su mano,
ni decirle: «¿Qué has hecho?»” (Daniel 4:34b-35)
Porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito. (Filipenses 2:13)
Los caminos de Dios van más allá de nuestro entendimiento
Por el SEÑOR son ordenados los pasos del hombre,
¿cómo puede, pues, el hombre entender su camino? (Proverbios 20:24)
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos,
ni vuestros caminos mis caminos”, declara el SEÑOR.
”Porque como los cielos son más altos que la tierra,
así mis caminos son más altos que vuestros caminos,
y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.” (Isaías 55:8-9)
¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Pues, ¿quién ha conocido la mente del Señor?, ¿o quién llegó a ser su consejero?, ¿o quién le ha dado a Él primero para que se le tenga que recompensar? Porque de Él, por Él, y para Él son todas las cosas. A Él sea la Gloria para siempre. Amén. (Romanos 11:33-36)
La naturaleza de Dios
Dios no practica la injusticia
Él es la Roca, sus obras son perfectas, y todos sus caminos son justos. Dios es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo. (Deuteronomio 32:4 NVI)
“Escúchenme, hombres entendidos: ¡Es inconcebible que Dios haga lo malo, que el Todopoderoso cometa injusticias!” (Job 34:10 NVI)
Que nadie, al ser tentado, diga: “Es Dios quien me tienta.” Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie. (Santiago 1:13 NVI)
Dios nos muestra amor
Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es tu amor por todos los que te invocan. (Salmo 86:5 NVI)
El SEÑOR es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor. . . . El SEÑOR es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus obras. (Salmo 145:8, 17 NVI)
Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
(Romanos 5:8)
La soberanía de Dios y la maldad
La maldad proviene del diablo
El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo. (1 Juan 3:8)
Dios permite la maldad pero la restringe
En las generaciones pasadas permitió que todas las naciones siguieran sus propios caminos. (Hechos 14:16)
Es cierto que el misterio de la maldad ya está ejerciendo su poder; pero falta que sea quitado de en medio el que ahora lo detiene.
(2 Tesalonicenses 2:7 NVI)
Dios juzga y juzgará a aquellos que practican la maldad
La ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad. (Romanos 1:18 NVI)
Porque el que procede con injusticia sufrirá las consecuencias del mal que ha cometido, y eso, sin acepción de personas. (Colosenses 3:25)
La respuesta de Dios a la maldad es Jesús
Así que, por cuanto los hijos participan de carne y sangre, Él igualmente participó también de lo mismo, para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo. (Hebreos 2:14)
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?. . . Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquél que nos amó. (Romanos 8:35, 37)
Confiando en Dios
Podemos confiar en Dios que es nuestra fortaleza
Dios es nuestro refugio y fortaleza,
nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios,
y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares. (Salmo 46:1-2)
“Estad quietos y sabed que yo soy Dios;
exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.”
Es SEÑOR de los ejércitos está con nosotros;
nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Salmo 46:10-11)
Al de firme propósito guardarás en perfecta paz,
porque en ti confía. (Isaías 26:3)
Podemos confiar en Dios que siempre está con nosotros
“No temas, porque yo estoy contigo;
no te desalientes, porque yo soy tu Dios.
Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré,
sí, te sostendré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10)
“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo,
y si por los ríos, no te anegarán. . .
Porque yo soy el SEÑOR tu Dios,
el Santo de Israel, tu Salvador. . .


La Sorpresa de la Victoria en Cristo
Victoria en Cristo. Eso es lo que muchos creyentes quieren. Es lo que Cristo mismo nos ha prometido. Pero varias preguntas vienen a mi mente; preguntas como: “¿Por qué no vemos más victoria en Cristo?”, o “¿Por qué yo mismo no tengo más victoria en Cristo?” El teólogo J. P. Moreland hizo una declaración que perturba: “Es probable que el noventa y cinco por ciento de creyentes de cualquier generación tengan un concepto fundamentalmente defectuoso de lo que es el cristianismo”. Por ejemplo, si hubiéramos vivido durante las Cruzadas, la mayoría de “buenos cristianos” hubieran tenido una certeza casi completa de que podían ganarse admisión al cielo yendo a pelear por libertar a la Tierra Santa.
Todo esto para decir que a veces es difícil hacer una separación clara entre lo que Dios nos ha dicho que es verdad y lo que simplemente damos por sentado que es verdad porque todos los que nos rodean dicen o piensan que es.
Hubo un tiempo en que daba por sentado que “victoria en Cristo,” es decir, vivir una vida cristiana victoriosa en este mundo pecador y torcido, quería decir tener victoria en mi propia vida, según yo la definía. Debido a mi cultura, pensaba que tener victoria en Cristo quería decir que había llegado a ser cada vez más suficiente por mí mismo. A los estadounidenses se nos conoce por nuestra independencia, confianza propia, y actitud de “marchar con nuestros propios pies.” Estas cualidades son tremendamente útiles al salir a colonizar territorio virgen, o para inventar la desmotadora de algodón, o incluso para empezar un negocio, pero no son recursos grandiosos al tratar de hallar victoria verdadera en Cristo. A mí, este espíritu independiente en realidad me mantuvo en una especie de estancamiento espiritual.
En 1 Juan 5:3-4 leemos: “Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” Así que pienso que para llegar a ser victorioso, necesito crecer en mi amor y obediencia a Cristo. Quiero ser como él; y él no es una isla. Él no fue un explorador que hacía lo que se le antojara. En Juan 8:28 Jesús dijo:
Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo.
Jesús vivió en total dependencia de Dios. Escogió vivir dependiendo de la bondad de otros, y dependió de los discípulos para esparcir su mensaje después de que se había ido. Eso es abundante dependencia. Me doy cuenta de que necesito ser cada vez más dependiente de Dios, y lo que ahora estoy aprendiendo es que necesito también ser más dependiente de los creyentes que me rodean. Si permito que mi vida se entrecruce con la de ellos, si les permito que conozcan mis puntos débiles y fracasos, mis luchas y esperanzas, y entiendo lo que les pasa a ellos, estoy siguiendo el ejemplo de Jesús, y Él recibirá el honor. Al hacer esto, crezco. Mis amigos creyentes me dicen cosas que yo no podría hallar por mí mismo. Algunas son bochornosas, y algunas duelen. Pero a veces mi alma recibe estímulo y refrigerio de manera que no hallaría de otra manera.
El responder bien a estas bendiciones, las que duelen y las que refrescan, es parte de cómo es la “victoria en Cristo.” Esto brota sólo de un esfuerzo expreso de dependencia. Pero aun cuando esta idea sea contradictoria a mi cultura y a mí propios instintos a veces, buscar esta victoria en Cristo es más sorprendente y maravilloso de lo que he esperado.
El Autor.

Con afecto,
Rubén Agosto 2016
Publicado 3 days ago por Ruben Vernal
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Visión para Vivir 9


El poder de un nombre
“Yo y el Padre uno somos” Juan 10:30
Visión para Vivir 9
Charles R. Swindoll y Carlos A. Zazueta
Elija el Gozo
Lea el Salmo 100:1-2. Este salmo no pierde el tiempo con acciones preliminares. En vez de tratar de convencer al lector para que alabe a Dios por su bondad y por sus muchas bendiciones, el compositor presenta tres acciones imperativas, comenzando con el primer versículo.
Los Preceptos
Canten alegres al SEÑOR (v. 1). ¡Qué manera de empezar un salmo! El idioma hebreo va al punto. De hecho, el término “alegre” no aparece en el original hebreo. Más bien, el texto se lee literalmente “canten al Señor”. La palabra “canten” viene de una palabra hebrea que significa hacer ruido o dar un gran sonido (como de una trompeta). El compositor está hablando de esa clase de canto que sale de una persona llena de gozo y que no puede contener sus emociones, muy similar a la alegría que sienten los fanáticos del deporte cuando su equipo o sus atletas favoritos hacen algo impresionante. El salmista nos está diciendo que cantemos con emoción a nuestro Dios.
Es difícil pensar en esa clase de emoción con respecto al Señor, ¿no es cierto? Admitámoslo. ¿Cuándo fue la última vez que gritó de emoción por algo que leyó en la Escritura? ¿Cuándo alzó sus manos y saltó después de un sermón acerca de los atributos de Dios? “No le estoy sugiriendo que practique un estilo de adoración distinto a lo que acostumbra, pero definitivamente, según el salmista, deberíamos sentir algo de emoción, al menos un poquito de gozo”. Algunas veces, el Señor hace cosas que desafían cualquier explicación natural, algo que va más allá de nuestras capacidades. Cuando él le rescata, no se quede en silencio. Cántele. Eleve su voz en alabanza. Al hacerlo, estará contrarrestando ese afán de ingratitud que fácilmente puede adherirse a nuestro ser.
Sirvan al SEÑOR con alegría (v. 2). Una buena señal de una vida agradecida es el servicio. Son pocas las decisiones que son más eficaces para deshacerse del afán diario y de la ingratitud que servir a los demás. Al hacer la obra de Dios, lo servimos. No lo estamos haciendo para la iglesia, para el superintendente de algún departamento, para el pastor o para alguna junta. Estamos sirviendo al Señor mismo. A Él es a quien adoramos y a quien servimos, no a las personas. Y observe también que ese servicio no es motivado por la culpabilidad o la obligación, se nos invita a servir “con alegría”. El término hebreo de esta frase se utilizaba para describir cosas placenteras que daban felicidad.
Ahora, seamos realistas por un momento. No todo el tiempo uno siente el deseo de servir. No obstante, esperar hasta sentirse agradecido para hacerlo no es un buen plan, porque entonces nunca lo hará (lo digo por experiencia propia). El salmo no implica que solo debemos servir cuando nuestro corazón esté lleno de gozo. Al contrario, debemos servir todo el tiempo, porque el gozo surgirá después. De hecho, cuando comienzo a sentir lástima de mí mismo o cuando mi actitud comienza a volverse cínica, sé que es hora de servir a alguien que está peor que yo. No pasa mucho tiempo antes que el gozo aleje el negativismo de mi corazón,
Vengan ante su presencia con regocijo (v. 2). Hemos considerado la idea de cantar en varias ocasiones, así que no hay necesidad de agregar nada a mis propios comentarios. Permítame sencillamente enfatizar la palabra “regocijo”. El texto nos da a entender que Dios quiere que seamos personas gozosas que se regocijan en su presencia.
¿Es usted una persona gozosa? ¿Su rostro muestra una sonrisa frecuente? ¿Sus ojos reflejan una actitud interna de gozo? Por ejemplo, cuando canta en la iglesia, ¿lo hace con gozo? La próxima vez que pueda, observe a la persona que está en el automóvil al lado del suyo. No hay sonrisa en su rostro. O alguna persona que esté en el supermercado. No hay sonrisa, no hay gozo.
¿Se considera usted una persona gozosa? ¿De qué forma su temperamento afecta su actitud? Si el gozo es una decisión, ¿qué está haciendo para cultivar una actitud de gozo? Según los versículos 1 y 2, adorar al lado de otros creyentes y servir a los demás es un buen lugar para comenzar. Quizás sea el momento para comenzar a cambiar.

En el Umbral de Una Puerta Abierta
En mi niñez y juventud nunca aprendí a decir palabrotas, ni a tomar bebidas alcohólicas, ni supe lo que era el divorcio, o lo que la gente por lo general llama "la vida loca." Y aunque usted no lo crea, en ese entonces yo no sabía que el resto del mundo era diferente. Hoy muchos piensan que crecer en un medio ambiente así de protegido, libre de los peligros del mundo, no tiene otra cosa sino ventajas; pero también tiene su desventaja. Ese tipo de aislamiento puede adormecernos y privarnos de la pasión por el Evangelio.
¿Cómo es posible?
Mientras uno no salga por la puerta del cómodo entorno evangélico, y vea la cruda depravación del mundo, uno no puede entender cuán desesperadamente el ser humano necesita el evangelio que cambia la vida. Sé que la tentación para quedarnos dentro del claustro evangélico es grande. Por eso algunos de nosotros necesitamos sacudir la mentalidad del "club cristiano." Mi experiencia en el Cuerpo de Marina me permitió darme cuenta de las profundidades de la depravación del pecado . . . al igual que obtener una pasión por el poder transformador del evangelio.
Antes de poner en el suelo mi mochila en el cuartel de Okinawa, recuerdo haber pensado: Antes de que arregle mi ropa en este armario diminuto, tengo que decidir si voy a caminar con Cristo o no. ¿Iba yo a ser su testigo allí, en ese lugar que parecía "lo último de la tierra" (Hechos 1:8), o simplemente iba a mantener la boca cerrada y seguir la corriente?
Una Puerta Abierta para la Evangelización
El silencio siempre parece ser lo más fácil, ¿verdad? ¿Alguna vez se ha sentido incómodo en su asiento del avión, preguntándose si debería traer a colación las cosas espirituales al conversar con el pasajero sentado a su lado? ¿Conoce el sentimiento de estar frente a la puerta del vecino, con palmas sudadas, y el corazón saliéndosele del pecho, luchando por decidir si simplemente darle la bienvenida a la colonia o aprovechar la oportunidad para invitarle a la iglesia?
Necesitamos ser valientes para salir de la seguridad del invernadero del cristianismo y pasar por la puerta abierta de la evangelización. Es arriesgado. No es fácil. Pero, ¿sabe qué? Nunca ha sido fácil. En realidad, en ocasiones ha sido hasta mortal.
Retrocedamos muchos siglos a una iglesia fiel pero tímida, en Filadelfia, una ciudad de Asia Menor (Turquía en días modernos). Mientras la iglesia resistía la persecución, luchaban por predicar el evangelio y esperaba con anhelo que el Señor regresara. Filadelfia se encontraba situada en una transitada carretera, un desfile continuo de personas de todo el imperio llegaba a su umbral. ¡Qué puerta abierta para la evangelización!
Por eso Cristo les recordó: "He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar" (Apocalipsis 3:8). Tal vez esa congregación, aturdida por la persecución y concentrada intensamente en su fidelidad a Cristo, había perdido de vista la puerta abierta de la oportunidad que tenían delante. Tal vez el mundo siempre cambiante de los no creyentes que pasaba por sus ventanas los paralizaba con el temor o la indecisión. O tal vez simplemente decidieron dejar la evangelización hasta que todo se tranquilizara y una oportunidad ideal se presentara.
Obstáculos abrumadores pueden acobardarnos a todos. Difícilmente podemos culpar a los fieles creyentes de Filadelfia por paralizarse al sentirse ineptos. Incluso hoy, cumplir el mandato de Cristo a la evangelización puede parecer abrumador. Algunos comentarios sarcásticos de los críticos, un comentario insultante de un ateo, o una crónica negativa de un periodista pueden desinflar nuestra pasión por la evangelización. Fácilmente podemos desanimarnos al concentrarnos en la abrumadora tarea que tenemos por delante, que decidimos quedarnos sentados y quietos en lugar de "hacer ruido."
¿El resultado? Perdemos la oportunidad de alcanzar a esas preciosas almas con nuestro toque personal; esas almas perdidas que pasan por los umbrales de nuestras puertas abiertas.
Atravesando el Umbral
Al igual que los antiguos creyentes de Filadelfia, cada uno de nosotros se halla hoy en el umbral de "una puerta abierta, que nadie puede cerrar." Las almas perdidas están cerca de nosotros, literalmente a nuestro alcance. Pero si esperamos el momento preciso, o esperamos obtener una motivación fresca, nos quedaremos parados en la puerta despidiendo a las almas perdidas en lugar de darles la bienvenida al reino de Dios.
La timidez, el temor y la indecisión, como un trío de ladrones, son respuestas que nos privarán de la pasión por el evangelio, adormeciéndonos ante las necesidades del mundo. Resístalas. Ignore las abrumadoras posibilidades en contra. Olvídese de los "qué tal si" del rechazo y el sarcasmo. Más bien, piense en lo que puede suceder si usted no proclama el evangelio. Aunque no pueda hacerlo todo, puede hacer algo. Tal vez sea solo una persona, pero con todo puede marcar la diferencia. Así que, por favor, ¡determine hacer la diferencia! Dios le ha abierto una puerta. Está abierta ahora mismo. Búsquela, pase por ella; no titubee.
A menudo vuelvo a ese momento crítico hace tantos años en Okinawa. Fue un reto a mis nociones en cuanto a los seres humanos, en cuanto a la evangelización, y en cuanto a mi necesidad de pasar por las puertas de la oportunidad que Dios ponía delante de mí. Debido a que decidí dar ese paso en el mundo caído como embajador de Cristo, tuve el privilegio de conducir a siete, y tal vez a ocho, de los marinos de nuestro pelotón, al Señor Jesucristo. Eso tal vez no le parezca un "gran despertamiento"; pero, créame; siete u ocho almas de cuarenta y ocho marinos fue un gran despertamiento.
Aunque siempre he estado agradecido por los cimientos morales que recibí en mi niñez, sólo cuando di ese primer paso, arriesgado, en el mundo del pecado, fue que mi pasión por el evangelio y la evangelización encendió en mí un fuego que ha estado ardiendo desde entonces.
¿Tomará usted la misma decisión hoy? ¿Cruzará valientemente el umbral de esa puerta abierta? Le animo a que pase. No titubee. ¡Determine hacer la diferencia!

En Realidad, ¿Murió Jesús?
Tres Teorías
¿Murió Jesús físicamente? Nos atrevemos a hacer esta pregunta, y sin embargo tiene enorme significación para nosotros. Si Jesús en realidad no murió en la cruz por nuestros pecados, entonces la Biblia sería un mito. Sin embargo, si Jesús en efecto murió por nosotros, entonces su sacrificio de amor exige una respuesta personal.
Por la evidencia bíblica, tanto como fuera de la Biblia, podemos tener la certeza de que Jesús murió en la cruz. Sin embargo, los eruditos han forjado varias teorías para refutar la muerte literal de Jesús y su resurrección corporal. Hablaremos de varias de estas teorías y ofreceremos sólida evidencia bíblica, científica y médica para refutar lo que tales teorías afirman.
En primer lugar, la teoría del “desmayo” sugiere que Jesús en realidad no murió en la cruz, sino que “se desmayó” en un coma debido al agotamiento, el dolor y la pérdida de sangre. Sin embargo, los endurecidos soldados romanos eran expertos en su trabajo. Si algún preso de alguna manera sobrevivía o escapaba, los mismos soldados serían ejecutados. Así que se cercioraban de que cada preso estaba bien muerto antes de bajarlo de la cruz. Dieron por sentado que Jesús ya estaba muerto, pero le perforaron el costado simplemente para asegurarse.
El apóstol Juan atestigua en su Evangelio que cuando clavaron la lanza en el costado de Jesús, salió sangre y agua (véase Juan 19:34). Las autoridades médicas concuerdan en que después de que una persona muerte, los corpúsculos rojo oscuro empiezan a separarse del suero más tenue y blanquecino de la sangre. El testimonio de Juan de que este líquido ya se había separado provee fuerte evidencia de que Jesús ya había muerto. Además, el centurión romano y sus soldados habían oído a Jesús exclamar sus últimas palabras, y lanzar su último aliento, así que estaban convencidos de que estaba muerto (véase Marcos 15:39).
Después de la muerte de Jesús, José de Arimatea y Nicodemo colocaron su cuerpo en la tumba, ungiéndolo con unas cien libras de especias, y envolviéndolo apretadamente en capas de franjas de lino. Si Jesús simplemente se hubiera “desmayado,” este proceso de embalsamarlo y envolverlo habría terminado con su vida con certeza.
En segundo lugar, la teoría del “secuestro” aduce que Jesús en efecto murió en la cruz, pero que en plena noche sus discípulos vinieron a su tumba y se robaron su cuerpo, afirmando que había resucitado de los muertos. Según algunos eruditos, otros líderes religiosos pueden haber planeado conservar el cadáver escondido en un lugar secreto para presentarlo más tarde como prueba de que Jesús había muerto y que no había resucitado de los muertos.
En la ocasión Pilato ordenó que se asegurara la tumba colocando en ella el sello del césar (véase Mateo 27:62-66). Romper ese sello significaba muerte cierta. ¡Nadie jamás se hubiera arriesgado! La enorme y pesada piedra que cubría la entrada a la tumba hubiera exigido más de dos o tres hombres para moverla, y ningún grupo hubiera podido mover la piedra sin que los vea la guardia romana.
En tercer lugar, la teoría de la “alucinación” se basa en la teoría del secuestro, añadiendo que los que vieron al Cristo resucitado simplemente “se alucinaron.” Esta teoría sugiere que esas personas simplemente pensaron que estaban viendo a Jesús, pero que en realidad sus múltiples apariciones fueron nada más que invenciones de sus imaginaciones desenfrenadas.
Otra teoría relacionada, a la que pudiéramos llamar la teoría del “fantasma,” sugiere que los que vieron a Jesús después de su resurrección en realidad lo que vieron fue un fantasma del Cristo muerto.
Las teorías de la alucinación y del fantasma se pueden demostrar fácilmente como falsas si se considera que más de quinientas personas observaron al Cristo resucitado en forma corporal. Muchos de estos no había profesado previamente fe en Cristo, y no esperaban que resucitara de los muertos. Por consiguiente, no tenían absolutamente ninguna razón para falsificar una afirmación de que vieron a Jesús en forma resucitada. Además, incluso los discípulos estaba confundidos respecto a las enseñanzas de Jesús en cuanto a la resurrección y se quedaron estupefactos al verle resucitado de los muertos.
Después de la resurrección, los discípulos de Jesús y otros comieron con él, anduvieron con él, y hablaron con él. En el camino a Emaús dos hombres conversaron con Jesús y no notaron nada fuera de lo usual en su apariencia física. Claramente él no se apareció en una forma fantasmagórica o espectral al andar, hablar, explicar las Escrituras y sentarse con ellos para comer. Ellos también notaron que sus corazones “ardían en su pecho” cuando Jesús andaba con ellos y les enseñaba las Escrituras (véase Lucas 24:30–32).
Por todas estas razones podemos saber con confianza que Jesús verdaderamente murió en la cruz por nuestros pecados. Debido a la muerte literal sustitucionaria, sepultura y resurrección de Jesucristo, sabemos que la Biblia es la palabra de Dios, fuente viva y vital de la verdad. Hebreos 4:12 nos dice que:
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón.
La Biblia atestigua de la muerte, sepultura y resurrección literal de Jesucristo, y también la respalda con sólida evidencia, de modo que podemos creer el mensaje con esperanza y

Entendiendo la Profecía
Probablemente el asunto más importante para entender la profecía es si se debe o no entender literalmente. Una presuposición ampliamente extendida es que en tanto que las Escrituras ordinarias se pueden interpretar de una manera literal, con los términos reteniendo su significado natural, las porciones proféticas de la Biblia se deben tratar como caso especial, en el que el significado literal o natural ya no es aplicable.
Durante los primeros dos siglos la iglesia primitiva se inclinó a interpretar la profecía en forma literal. Así que esperaban que Cristo vuelva a la tierra para establecer su reino y reine por mil años, después de los cuales establecería los nuevos cielos y la nueva tierra. Una escuela de teología que brotó en Alejandría, Egipto, alrededor del año 190 d.C., intentó combinar la interpretación bíblica con el idealismo del filósofo griego Platón. Esto resultó en que eso líderes tomaron la Biblia como una alegoría extensa y no literalmente.
Rechazando esta posición, la iglesia primitiva pudo restaurar a la iglesia como un todo y regresar a la interpretación normal, gramatical, histórica y literal de la Biblia. Sin embargo, en cuanto a la profecía esto fue más difícil, puesto que habían profecías que todavía no se habían cumplido, y así que la iglesia no logró por completo derrotar la interpretación no literal de la profecía.
La iglesia primitiva titubeó hasta cierto punto en la manera de enfocar la profecía y su interpretación. Esto se cristalizó hasta cierto punto con las enseñanzas de Agustín (354-430). Él sostenía que en tanto que la Biblia se debe interpretar en un sentido normal o literal en la mayoría de aspectos, en lo que se refiere a la profecía no se la debía tomar literalmente. Esta noción fue entonces adoptada por la iglesia Católica romana, y desdichadamente los reformadores protestantes también echaron mano de la noción de Agustín en lugar de acogerse a las nociones de la iglesia primitiva.
Sin embargo, muchos de estos mismos dirigentes teológicos dijeron que algunos eventos proféticos se cumplirían literalmente. Por ejemplo, la iglesia Católica romana cree en un infierno literal, una segunda venida literal, y juicios divinos literales, pero niega un futuro reino milenial literal. Tal vez se debe a que en el reino milenial Israel será un factor importante. Y puesto que la iglesia consiste principalmente de gentiles, ha habido una resistencia inconsciente a la idea de que los judíos tengan un futuro importante. El problema de negar un cumplimiento literal de la profecía, y especialmente un reino milenial literal, todavía persiste en muchas iglesias hoy en día.
Si alguien no interpreta literalmente las claras afirmaciones de la profecía, no hay regla por la cual se pueda establecer algún consenso de significado; la existencia de una amplia diversidad de interpretaciones muestra el fracaso de este enfoque. Unas cincuenta interpretaciones diferentes se pueden presentar para un solo pasaje de Apocalipsis, que fácilmente se puede entender si se lo interpreta de su manera natural.

¿Es la Biblia la Palabra de Dios?
La Biblia es el libro de más vendido en toda la historia pero también el que ha enfrentado la mayor controversia. Los escépticos modernos tratan de desacreditarla o acabar con ella. Hace unos años, varios eruditos liberales del Seminario de Jesús votaron sobre cuales palabras de Jesús en el Nuevo Testamento eran auténticas. Libros, éxitos de librería y películas de Hollywood minimizan los valores bíblicos. Las sectas proponen sus propios libros sagrados o tuercen el significado de la Escritura, causando que la gente dude si la Biblia es la Palabra de Dios. ¿Puede la Biblia enfrentar tal escrutinio? ¿Cómo podemos confiar que un libro escrito por hombres falibles sea confiable y verdadero?
Antes que usted comience a dialogar con otras personas sobre este tema, asegúrese que usted está convencido de manera personal sobre el origen bíblico de la Biblia. Su pasión y ese viaje de descubrimiento pueden inspirar a los demás. Al mismo tiempo, usted no tiene que responder a todas las preguntas que le hagan. Sencillamente, dígale a su amigo que las preguntas que le hace son buenas, utilice respuestas bíblicas y razonables que puedan inspirar a pensar, señálele recursos sólidos e invítele a que busque la verdad por sí mismo. La Biblia aguantará cualquier escrutinio honesto.
Si un escéptico presenta una objeción general con respecto a las inexactitudes bíblicas, pídale que le dé un ejemplo específico de alguna de ellas. Algunas son inconsistencias de transmisión, pero pueden explicarse. De hecho, una comparación meticulosa de miles de manuscritos tales como los rollos del Mar Muerto, papiros antiguos, traducciones griegas y latinas, ¡revelan que la Biblia tiene una exactitud del 99. 9 por ciento de transmisión! Y en ninguno de esos lugares que representan ese 0. 1 por ciento de inexactitud, las doctrinas cristianas fundamentales son contradichas.

Respuestas razonables
Comparando la literatura antigua
La historia del mundo se basa en unas pocas copias que han quedado de los manuscritos de esos historiadores antiguos. En contraste, tenemos miles de copias confiables del Nuevo Testamento; que han sido ratificados mejor que cualquier otro manuscrito antiguo. Los rollos del Mar Muerto revelan la exactitud con la que los escribas del Antiguo Testamento copiaban la Escritura.
Descubriendo la verdad
Los descubrimientos arqueológicos son parte de la evidencia que apoya la exactitud de la Escritura.
La Escritura indomable
Por siglos, escépticos y hasta tiranos han intentado destruir la Biblia. En vez de esto, la gente muere. . . pero la Biblia continúa.
El impacto de la Escritura
La Biblia ha sido leída por más personas y ha influido en más seres humanos que cualquier otro libro de la historia. ¿Puede tal libro ser de origen humano nada más?
Respuestas bíblicas
2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:20-21
Los autores bíblicos no escribieron las Escrituras usando sus propias mentes. Tampoco lo hicieron como un dictado, sino que el Espíritu Santo les guió en el proceso. La Biblia es inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16).
Génesis 1:1- Apocalipsis 22:21
La Biblia contiene sesenta y seis libros de cuarenta autores que escribieron por más de mil quinientos años en tres idiomas y en tres continentes diferentes, sin embargo, la Biblia mantiene el mismo mensaje de salvación por gracia a través de la persona y la obra de Jesucristo. Sólo un libro inspirado puede tener tal unidad en medio de su diversidad.
Isaías 7:14; 52:13- 53:12; Mateo 1:22-23; 27- 28; y muchos otros más
Se han cumplido profecías en el Antiguo y el Nuevo Testamento que confirman la inspiración y la veracidad de la Escritura. Jesucristo, en particular, cumplió profecías específicas que demuestran que la Biblia es más que un libro escrito por seres humanos.

Especie en Peligro de Extinción
¿Recuerda usted cuando los hombres eran hombres? ¿Recuerda usted cuando uno podía decirlo simplemente al verlos? ¿Recuerda usted cuando los hombres sabían lo que eran, les gustaba lo que eran, y no querían ser otra cosa que lo que eran?
¿Recuerda cuando eran los hombres los que boxeaban, luchaban, y se jactaban de cuántos kilos de pesas podían levantar?
¿Recuerda usted cuando eran las mujeres las que llevaba maquillaje, aretes y bikinis?
¿Recuerda usted cuando eran los hombres los que iniciaban el contacto, y tomaban la iniciativa en una relación personal, y se comprometían de por vida, y modelaban una masculinidad cimentada en seguridad y estabilidad?
Estoy hablando de hombres que saben discernir, que son decisivos, que tienen un corazón fuerte, que saben a dónde van, y tienen suficiente confianza en sí mismos (y en su Dios) para llegar allá. Hombres que no tienen miedo de tomar la iniciativa, de pararse firmes, fuertes en sus principios, aunque las cosas se pongan color de hormigas.
Tales cualidades no sólo inspiran el respeto de las mujeres, sino que también engendran una admiración saludable en los jóvenes y muchachos que anhelan hallar héroes. Necesitamos hombres que sepan pensar con claridad, trabajar duro, hablar sin rodeos, mientras que a la vez son tiernos, sensatos, y cariñosos, y no piensan que hay necesidad de pedir permiso para tomar las riendas.
En las últimas tres décadas hemos visto un ataque serio a la masculinidad. Los resultados están bien representados en las artes, los medios de comunicación, el mundo de la moda, y en los que llegan a ser los héroes de los jóvenes.
Apenas terminada la sangrienta Guerra Civil de los Estados Unidos de América, el poeta y novelista norteamericano, Josiah Holland, escribió una apasionada oración a favor del país. Empieza: “Dios: danos hombres. . . ." Pero la verdad es que Dios no le da a una nación hombres; nos da muchachos. Niños, adolescentes, muchachos impresionables, que necesitan saber lo que significa convertirse en hombre. El plan de Dios todavía sigue como fue diseñado en la creación; y empieza en casa.
Hombres: ¿están ustedes modelando hombría según la palabra de Dios? Mamás y papás: ¿están ustedes criando a sus hijos para que sean auténticamente masculinos? Si no, ¿por qué no? ¡Piénselo!

Este Debería Ser Yo
Michael J. Svigel

El balido de las ovejas y las pisadas de los presentes llenaban el templo. Con tres toques de trompeta los sacerdotes anunciaron el comienzo de los sacrificios de la Pascua. Los presentes respondieron a los salmos de los sacerdotes con “Aleluyas,” conforme cada hombre ofrecía a Dios el sacrificio por su familia. Cuando el discípulo Juan puso el cuchillo sobre el cuello del cordero que había traído, pensó: “Este debería ser yo.” Como un rápido movimiento de la mano, el balido del cordero cesó, y Juan contempló cómo la sangre caía en el tazón que sostenía el sacerdote. El sacerdote vació el tazón en la base del altar, aumentando el olor de sangre que ya flotaba en el aire.
La Pascua Final de Cristo
¿Por qué había que sacrificar un cordero en la Pascua? El festival judío tenía el propósito de recordar y contar de nuevo la experiencia del éxodo de Israel de Egipto. El cordero sacrificado esa tarde habría de ser el plato principal para la cena pascual, representando el precio pagado por la protección de Israel y su redención de Egipto. Dios había pasado por encima de los hogares de aquellos hebreos que habían aplicado a los dinteles y umbrales de sus puertas la sangre del cordero (Éxodo 12:12-27). Con el cordero, los judíos también comían pan sin levadura y hierbas amargas, recordando la agonía de la esclavitud en Egipto, y los alimentos que Dios había provisto para ellos durante el éxodo (12:39). Al participar del Cordero sacrificado, los hebreos no sólo recordaban, sino también repetían a otros el relato de la Pascua.
Sin embargo, la noche en que Juan participó del cordero pascual con Jesús y los demás discípulos, las cosas cambiaron. Aunque la costumbre judía prohibía que se comiera algo después de la comida pascual, Jesús se separó claramente de la tradición. Tomó el pan, dio gracias, y les dijo a los discípulos: “Tomen y coman. Esto es mi cuerpo” (véase Marcos 14:22). Juan participó junto con los demás, y luego Jesús tomó la tercera de las cuatro copas de vino que tradicionalmente se utilizaban durante la Pascua, la “copa de la redención.” Para sorpresa de Juan, su Rabí dijo: “Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada” (14:24). La cuarta copa tradicional, la “copa de consumación”, quedó sin tocarse. Jesús explicó: “No beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios” (14:25).
Al recordar y repetir la Pascua hebrea, Cristo cumplió lo requerido por la ley, pero transformó y completó el significado del cordero, el pan y el vino. Sin embargo, una cosa siguió siendo la misma: La necesidad de un sustituto como sacrificio en lugar del pecador culpable.
Cristo Nuestra Pascua
Al día siguiente, maltrataron a Jesús y lo ejecutaron en una cruz. Para los que contemplaban el episodio, el asesinato no tenía ningún sentido, pero desde la perspectiva de Dios, ese sacrificio pagaba por completo el costo de la redención. Isaías había profetizado que, como cordero llevado al matadero, el Mesías sería traspasado por nuestras transgresiones, y el castigo que nos merecíamos caería sobre Él (Isaías 53:5-7). Pablo dijo que Cristo mismo es el Cordero pascual, sacrificado por nuestros pecados (1 Corintios 5:7). Todo el que considera los sufrimientos de Cristo debería sentir el acoso de estas palabras: “Este debería ser yo.”
La Biblia dice que todos hemos pecado y merecemos un solo castigo: la muerte. La sangre, hedor y balidos de los sacrificios de animales recordaban a los israelitas del Antiguo Testamento a diario la paga del pecado y el costo de la redención. Pero Pablo nos dice las buenas noticias que vienen por medio de Cristo, el Cordero de sacrificio pascual que murió para perdonar todos nuestros pecados: "Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 6:23, NTV).
Haga de Cristo su Pascua
En el Antiguo Testamento recordar quería decir mucho más que simplemente pensar; significaba responder con acciones específicas. Durante esta temporada de Pascua, ¿cómo va usted a recordar y a contar de nuevo el relato de la Pascua de Cristo?
Tal vez su iglesia celebre un culto especial de recordación, participando de la Cena del Señor, o volviendo a narrar lo que sucedió el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección mediante música o drama. Tal vez ustedes tengan una tradición familiar especial que gira alrededor de Cristo y su pago final del pecado como Cordero inmaculado de Dios. Hay muchas grandiosas oportunidades para que usted recuerde y vuelva a contar el episodio mediante pasajes bíblicos y conversaciones específicas durante la Semana Santa.
Como los hebreos durante la Pascua, su propia expresión tangible de recordación y narración alejará su corazón de vestidos nuevos y golosinas o comidas especiales, y lo dirigirá hacia la sangre limpiadora del Cordero, “porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:7, RVR60). Este año concentre sus pensamientos y acciones en el verdadero significado de la Pascua, aplicando la sangre de Cristo a los postes y umbrales de su vida con la actitud apropiada: “Este debería ser yo”.

Extrañamente Envuelto, Entregado en Silencio
Desde la primera celebración de Navidad, pienso que una palabra ha salido de los labios de toda persona más que cualquier otra. No es la palabra alegría, ni villancico, ni árbol, ni comida. Es la palabra regalo. Los regalos están tan inseparablemente ligados y entrelazados con la Navidad que difícilmente podemos pensar en uno sin el otro. Sin embargo, necesitamos establecer una prioridad. Con todo esto de dar y recibir que tiene lugar en la Navidad, parece apropiado que pensemos primero en el don de Dios para nosotros.
¿Cuál fue ese regalo? Por supuesto, fue Su Hijo, Jesús, y con Él, la salvación que ofrece a toda la humanidad. Nunca me canso de repetir el versículo más grande de la Biblia: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
Cuando Dios vino a nosotros esa primera noche, puso en marcha un plan que había establecido desde antes de la fundación del mundo. Y, ¿cuál fue ese plan? Darnos el mejor don posible: la vida eterna. Proveyó este presente por Su Hijo, Jesús, que vino a nosotros porque nosotros no podíamos llegar a Dios. Por más que tratáramos, ni siquiera podíamos acercarnos a Él; nuestro pecado nos mantenía lejos. Ahora, debido a Jesús, tenemos acceso a Dios mismo. El don de Dios nos invita a acercarnos más. Con razón el apóstol Pablo anunció: “¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2 Corintios 9:15).
A pesar de la gran magnitud de Su don, Dios lo entregó calladamente y de manera personal, anunciando “buenas nuevas de gran gozo” a unos pocos oscuros pastores en una colina en las afueras de Belén (Lucas 2:10). Dios escogió anunciar Su regalo a hombres comunes, pastores anónimos, porque Jesús vino para atender la condición común de la humanidad: nuestra desesperada necesidad de un Salvador.
Jesús vino “para qué [usted] tenga vida,” dice Juan 10:10, y que la tenga “en abundancia.” ¿Conoce usted esta vida abundante? ¿Se ha abierto la paz que Él ofrece camino a su corazón? Les escribo esto a ustedes que todavía no conocen a nuestro Salvador, y también a los que ya lo conocen pero que se están perdiendo el gozo de esta temporada. En medio de los días ajetreados y apurados que a menudo acompañas estos días festivos, dedique tiempo para desempacar el don de Dios. No le cuesta nada; es un regalo, recuerde; usted sólo tiene que recibir lo que Él ha hecho por usted.
El regalo de Dios le espera esta Navidad. Él lo entrega al umbral de su corazón; calladamente, mientras usted espera en Él, y personalmente, al responder a sus necesidades específicas. Sea cuál sea su necesidad en este tiempo del año, confíe en que Dios le dará lo que es más abundante; entregado calladamente y sin embargo con gran gozo.

Fariseísmo
Jesús se metió en una camisa de once balas el día en que predicó su Sermón del Monte. No quedó ni un solo fariseo al alcance del oído que no hubiera dado hasta su último denario para verlo colgado en una horca antes del atardecer. ¡Vaya que lo aborrecían! Lo aborrecían porque Él no les dejó que se salieran con su fingido babeo religioso y su supuración súper espiritual que contaminaba al público.
El Mesías desenvainó su afilada espada de verdad el día en que ascendió a ese monte. Cuando descendió esa noche, la espada chorreaba con la sangre de los hipócritas. Si alguna vez un individuo dejó al descubierto el orgullo, Jesús lo hizo ese día. Sus palabras penetraron en el pellejo de ellos como arpones en la grasa de una ballena. Jamás en su notoria y petulante carrera ellos habían sentido un aguijonazo de precisión tan mortal. Como bestias hinchadas de lo profundo quedaron flotando en la superficie para que todos los vean.
Si había algo que Jesús detestaba, era precisamente eso en lo que los fariseos se especializaron en el seminario: fanfarronear, o, para decirlo en forma algo más suave, justicia propia. Eran los santurrones de Palestina, los primeros en reclutar a ingenuos en la Orden Real de los que Acuchillan por la Espalda. Eran expertos en la práctica de hacer oraciones para denigrar a otros, y pasar sus días esforzándose por impresionar a otros con sus expresiones sombrías y canturreos monótonos y lastimeros. Peor que eso, al sembrar las semillas de las espinas legalistas y cultivarlas en las vides prohibidas de intolerancia religiosa, los fariseos impedían que los buscadores honestos se acercaran a Dios.
Incluso hoy, la mordida del legalismo extiende un veneno paralizante en el cuerpo de Cristo. Su veneno ciega nuestros ojos, embota nuestro filo, y estimula el orgullo en nuestros corazones. Pronto nuestro amor se eclipsa al convertirse en un tablero mental de anotaciones con una larga lista de verificación, un espeso filtro que exige que otros alcancen cierto nivel antes de que nosotros avancemos. La alegría de la amistad queda fracturada por una actitud de juicio y una mirada crítica. A mí me parece tonto que el compañerismo se limite a las estrechas filas de personalidades predecibles vestidas de ropa “aceptable.” Cabello bien recortado, bien afeitado, traje sastre a la moda (con chaleco y corbata combinada, por supuesto) parece esencial en muchos círculos. Simplemente porque yo prefiero un cierto vestido o estilo no quiere decir que es lo mejor, o que es para todos. Tampoco quiere decir que lo opuesto agrada menos a Dios.
Nuestro problema es una grosera intolerancia de los que no encaja en nuestro molde: una actitud que se revela en la mirada estoica del comentario cáustico. Tales relaciones legalistas y prejuiciadas reducirán las filas de la iglesia local más rápido que un incendio en el templo o gripe en la banca. Si usted duda de eso, dé un serio vistazo a la carta a los Gálatas. La pluma de Pablo fluye con tinta candente al reprenderlos por “haberse alejado” de Cristo (Gálatas 1:6), anulando “la gracia de Dios” (2:21), habiéndose dejado “fascinar” por el legalismo (3:1), y deseando “volver a esclavizarse” a esta paralizante enfermedad (4:9).
Con certeza hay límites a nuestra libertad. La gracia no condona una actitud licenciosa. El amor tiene sus restricciones bíblicas. Lo opuesto del legalismo no es “Haz lo que se te antoje.” Pero, ¡escuche! Las limitaciones son mucho más amplias de lo que la mayoría nos damos cuenta. No puedo creer, por ejemplo, que la única música a la que Dios sonríe son cantos solemnes o himnos. ¿Por qué no música folclórica también? Tampoco pienso que el vestido necesario para entrar en la iglesia sea traje y corbata. ¿Por qué no pantalones del diario y camisetas? ¿Le parece extraño? Recordemos quién se pone nervioso por la apariencia externa. ¡Con certeza, no Dios!
“Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
Y, ¿quién puede probar que la única voz que Dios bendice es la del ministro ordenado, el domingo? ¿Qué tal la del vendedor el martes por la tarde, o la de la maestra de secundaria el viernes de mañana?
Es útil recordar que nuestro Señor reservó su sermón más fuerte y más largo, no a pecadores que luchaban, ni a discípulos desalentados, y ni siquiera a personas prósperas, sino a los hipócritas, a los sedientos de gloria, los legalistas; los fariseos de hoy.
El mensaje del monte predicado hace siglos retumba con eco en los cañones del tiempo con prístina fuera y claridad.
Mire Mateo 6:1:
“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos.”
En otras palabras, ¡deje de alardear! Deje de mirar por sobre la nariz a los que no encajan en su molde preconcebido. Deje de fanfarronear por su propia bondad. Deje de llamar la atención a su propia justicia Deje de anhelar que lo noten. Implicado en esto va la advertencia a cuidarse de los que rehúsan dejar tal comportamiento. Luego, para imprimir al fuego esa advertencia en su memoria, pasa a darles tres ejemplos específicos de cómo la gente hacía desplante de su propia justicia de modo que otros lanzaran exclamaciones de asombro por ellos.
Mateo 6:2 habla de dar limosnas a los pobres, o sea, participar en acciones de benevolencia para ayudar a los necesitados. Jesús dice que no hay que “tocar trompeta” cuando se hace esto. Manténgalo en silencio, incluso “en secreto” (6:4). No alardee para llamar la atención como Tarzán columpiándose en la selva. Quédese fuera del cuadro, permanezca anónimo. No espere que su nombre aparezca en letreros por todas partes. A los fariseos les encanta plantillar sus dones ante otros. Les encanta que se les reconozca. Les encanta recordarles a otros quién hizo esto, o eso, o quién dio esto, y esto otro, a Fulano y a Mengano. Jesús dice: No fanfarronees cuando usas tu dinero para ayudar a alguien.
Mateo 6:5 habla de qué hacer “cuando oras.” Advierte en contra de ser petulantes suplicantes a quienes les encanta pararse en lugares prominentes y vocear verborrea insulsa para que los vean y oigan. A los fariseos les encantan las palabras almibaradas y perogrulladas acarameladas. Saben cómo sonar elevados y santos. Todo lo que dicen en sus oraciones hace que los que los oyen piensen que esta alma santa reside en el cielo, y se educó a los pies de arcángel Miguel y de Cipriano de Valera. Uno casi tiene la certeza de que no han tenido ni el más leve pensamiento sucio en los pasados dieciocho años . . . pero también uno queda calladamente consciente de que hay un gigantesco abismo entre lo que sale de esa boca fanfarrona y dónde está la cabeza de uno allí mismo. Jesús dice: No fanfarronees cuando hablas con tu Padre celestial.
Mateo 6:16 habla de que hacer “cuando ayunas.” Ahora bien, ese es el momento cuando el desplante realmente se acelera. Trabaja a sobretiempo tratando parecer humilde y triste, esperando que se le vea con hambre y agotado como algún osado que acaba de cruzar el desierto de Egipto esa tarde. “¡No seas como los hipócritas!” ordena Cristo. Más bien, debemos tener un aspecto fresco, limpio y completamente natural. ¿Por qué? Porque eso es lo real, lo genuino; eso es lo que Él promete que recibirá recompensa. Jesús dice: No fanfarronees cuando te saltas dos o tres comidas.
Digámoslo tal como es. Jesús pronuncia palabras cáusticas, rigurosas, respecto a los fariseos. Cuando se trata del legalismo estrecho, o fanfarroneo de justicia propia, el Señor no escatima palabras. Halló que esa era la única manera de lidiar con aquellos que frecuentaban el lugar de adoración desdeñando y despreciando a otros. No menos de siete veces pronuncia: “¡Ay de ustedes!”; porque es el único lenguaje que el fariseo entiende, desdichadamente.
Dos comentarios finales:
Primero, si usted se inclina al fariseísmo en alguna forma, ¡déjelo! Si usted es del tipo de persona que trata de pisar a otros, o desdeñar a otros (mientras que a la vez piensa cuánto Dios debe estar impresionado por tenerlo a usted en su equipo) usted es un fariseo del siglo veintiuno. Francamente, eso incluye a algunos que llevan el pelo largo y prefieren la guitarra antes que un órgano de tubos. Los fariseos también pueden deleitarse en parecerse “en onda.”
Segundo, si un fariseo del día moderno trata de controlar su vida, ¡deténgalo! Recuérdele al impostor religioso que la paja que usted tiene en su ojo es asunto entre usted y su Señor, y que él debe prestar atención al tronco que tiene en el suyo propio. Lo más probable, sin embargo, es que una vez que un individuo está infectado, seguirá adelante por el resto de su vida superficial dedicado a minuciosidades o alabarse a sí mismo, asfixiado por las espinas de su propia petulancia. Los fariseos, recuerden, hallan muy difícil escuchar.

Fe o Familia
Hebreos 11:8-10
Hace más de cincuenta años mis padres no estaban convencidos de que Cynthia fuera la mejor compañera para mí. Ellos eran sinceros, pero en ese asunto, se equivocaban. Si yo les hubiera escuchado, no me hubiera casado con la mujer con que debía casarme.
Hace poco celebramos nuestras bodas de oro.
Ahora bien, si los padres son creyentes y están caminando con el Señor Jesucristo, por lo general son buenos consejeros en la mayoría de cosas. Pero ellos no pueden caminar sobre agua. A veces los padres pueden ser de vista corta y egoístas. Esto es también cierto de otros familiares, y a veces la familia inmediata representa la parte más difícil para obedecer la voluntad de Dios. Incluso pueden resentirse o enojarse cuando discrepan con las decisiones que usted toma. Pero cuando ocurre una crisis de creencia, la fe y la obediencia deben prevalecer. Será preciso soltar algo y correr riesgos. Primero y primordialmente debemos hacer la voluntad de Dios. ¡Eso es el curso básico en obediencia!
La fe, y no la vista, es lo que funciona aquí. Simplemente entréguele al Señor Jesús sus decisiones, apóyese en la confianza de que el Señor está realizando su plan para su vida, y Él arreglará las cosas con su familia.
¡Aquel a quien debemos ser fieles inventó la familia!

Fuerza y Dignidad
Ester exhibió un encanto lleno de gracia y elegancia. En Ester 2:9, la traducción literal del lenguaje original dice: “Ella alzó gracia ante la cara de él.” ¿No es ésa una expresión hermosa? Aunque fue traída al harén y participó de esas cosas de manera obligada, Ester no exhibió una actitud amargada. Estoy convencido de que ella percibió la mano de Dios en su situación. Ester modeló gracia ante el influyente criado del rey, Hegai. Qué diferencia entre Ester y todas las otras mujeres que la rodeaban. Sus cualidades internas no pudieron ser soslayadas. En verdad captaron la atención del criado del rey.
Ester exhibió un control y dominio nada usual. No le dijo a nadie que era judía. ¿Por qué? Porque esas fueron las instrucciones de Mardoqueo. Ni siquiera las alturas enloquecedoras como del Himalaya, del harén, pudieron tentarla a que rompiera su pacto con Mardoqueo.
Dios les ha dado a las mujeres un aire de misterio. Esto es algo, francamente, que los hombres no tienen. Nosotros somos una manada bastante predecible. Sin embargo, muy a menudo he oído a algún hombre decir: “Simplemente no sé cómo entenderla. Simplemente no la entiendo.” Por ejemplo, una mujer dirá: “Lo que necesito es echarme a llorar con ganas.” Amigo mío, en toda mi vida yo nunca he experimentado eso de “echarme a llorar con ganas.” Mi esposa sí. Otras mujeres en nuestra familia lo saben. Pero es un misterio para los hombres. Soy franco, y nunca he podido figurarme cómo uno puede sentirse bien después de llorar con ganas.
Hay un aire inexplicable de misterio en una mujer, algo impredecible que los hombres hallan intrigante. La capacidad de Ester para contenerse sólo aumenta el misterio; especialmente su dominio verbal. Ella sabía mucho más que lo que dijo. Pudo guardar un secreto.
La prudencia verbal está llegando rápidamente a ser una virtud olvidada. Gracias a los tabloides sin cortapisas y a programas de entrevistas por televisión que no ocultan nada, nada se contiene. ¿Cuándo fue la última vez en que alguien se sonrojó en los medios de comunicación? Sin embargo, el dominio y control siempre funciona a favor de uno. Aprenda a guardar en confidencia lo confidencial. ¡Qué se le conozca como que sabe guardar secretos! Es parte de tener carácter que se caracteriza por fuerza y dignidad.
Entonces, tal vez, usted también puede alzar gracia ante el rostro del Señor.

Grietas Insensatas
“No hay excepciones a la regla de que a todos les gusta ser la excepción a la regla.”
Este dicho parece ser especialmente cierto en individuos excepcionales. Tómese a Salomón, por ejemplo. Dios le dijo: “he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú” (1 Reyes 3:12). ¡Hablando de alguien excepcional! Y sin embargo Salomón se convirtió en la excepción a su propia sabiduría.
“Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras;” . . . Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón. . . . Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, . . . Así hizo para todas sus mujeres extranjeras”. (1 Reyes 11:1, 3, 7-8)
Difícil de creerlo, ¿verdad? Salomón literalmente escribió el libro sobre sabiduría y pureza sexual, y sin embargo se comportó de manera tan insensata en cuanto a permanecer puro. ¿Cómo pudo alguien tan sabio permitirse llegar a ser tan corrupto? ¿Cómo pudo alguien que adoraba a Dios dejarse seducir por la idolatría? Empezó con dos pequeños compromisos:
“Salomón hizo parentesco con Faraón rey de Egipto, . . . Mas Salomón amó a Jehová, andando en los estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos”. (1 Reyes 3:1, 3)
“Salomón amó a Jehová,” se nos dice, “solamente . . .” Deténgase allí. Solamente ¿qué? “Solamente sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.” Los canaanitas sacrificaban en los lugares altos porque pensaban que los “lugares altos” les llevarían más cerca a sus dioses. Los israelitas adoptaron esta práctica para sacrificar al Señor, aunque la ley de Dios la prohibía. Además, el matrimonio de Salomón a una no creyente trajo seguridad nacional al precio de una boda; o por lo menos así pensó él. Pequeños compromisos, por cierto, pero abrieron una grieta en el corazón de Salomón que a la larga lo dividió.
Debía haber visto que se acercaba. La poesía de Salomón repetidas veces reveló la sabiduría de lidiar con el pecado cuando es pequeño (Proverbios 17:14; 24:33-34; Eclesiastés 10:18; Cantares 2:15). En otras palabras, él debería haber visto de antemano los peligros de los pecados pequeños: una esposa egipcia y lugares altos, que inevitablemente crecerían más allá de lo que incluso Salomón podía controlar. Incluso la sabiduría no puede pensar en todas las consecuencias de las componendas. La grieta que dividió el corazón de Salomón a la larga dividiría a su nación, destruiría el templo de Dios, y deportaría a los judíos de su tierra; y todo empezó con pecados pequeños que se ignoraron.
Ahora póngase usted mismo en el relato. Si la Biblia registrara su andar con Dios, ¿qué excepciones revelaría?
Roberto amaba al Señor, solamente que en ocasiones daba rienda suelta a su fantasía por otras mujeres. Juana andaba con Cristo todos los días, excepto que nunca se casó con el hombre con quien vive.
Salomón nunca empezó construyendo santuarios paganos. Sin embargo, el hecho de que no atendió las pequeñas grietas en su corazón produjo una vida de futilidad y devastación espiritual. Seríamos insensatos al dar por sentado que corremos menos peligro, y nos engañamos nosotros mismos cuando pensamos que podemos tener un andar saludable con Dios y a la vez guardar a un lado nuestros pecados ocultos y preferidos. Muchos andan por este camino, pero Dios quiere más de nosotros que el ciclo incesante de confesión y fracaso. Él quiere que vivamos más allá de la futilidad que busca el mundo. Él nos llama al arrepentimiento; al cambio.
“Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más”. (1 Tesalonicenses 4:1)
Estos creyentes conocían las Escrituras y andaban con Dios. Pero Pablo vivió una grieta en sus corazones: algo que les impedía crecer a su potencial. Así que indicó con claridad el obstáculo:
“Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios”. (1 Tesalonicenses 4:3-5)
Así que, ¿cómo podemos empezar a cerrar las grietas de un corazón dividido? Para empezar, debemos reconocer que lo que buscamos en realidad en el placer ilícito tiene más que ver con relaciones personales que físicas. El propósito de Dios es que estos anhelos hallen su satisfacción en el matrimonio. Pero incluso una relación saludable con un cónyuge es insuficiente aparte de una relación personal deliberada con Cristo y que crece.
Esto quiere decir más que su experiencia de salvación. Significa hacer de su relación personal con el Dios viviente, y no sólo la lectura de la Biblia, la prioridad de su vida. Tomás de Aquino dijo: “Nadie puede vivir sin deleite, y por es el hombre privado de gozo espiritual se dedica a los placeres carnales.” A Salomón le llevó toda una vida descubrir esta sencilla verdad (Eclesiastés 11:9; 12:13).
El proceso de transformación que Dios desea viene al escoger diariamente presentar nuestros cuerpos como “sacrificio vivo, santo” (Romanos 12:1), rehusar obstinadamente seguir los acicates del pecado (6:14), y apoyarnos en la fuerza que provee el Espíritu de Dios (8:2, 6). Después de perder a su esposa, un creyente dijo que oraba en respuesta a su deseo de intimidad sexual: “Señor, te entrego mi sexualidad. Esperaré hasta que tú proveas satisfacción para estos deseos en tu tiempo, y a tu manera. Ayúdame a mantenerme puro.”
Podemos tener la sabiduría de Salomón y con todo tener grietas en el corazón. La vida de Salomón revela que el pecado que se tolera se convierte un ídolo que se abraza. Si no buscamos a Dios como el objeto de nuestro deleite máximo, con certeza lo sustituiremos con placeres de este mundo; y a la larga les sacrificaremos nuestra pureza. Pero Dios nos ha llamado a cambiar los placeres momentáneos de los pecados pequeños por algo mucho mejor. Y es un canje que vale la pena, porque la pureza moral es en realidad un producto colateral de un beneficio incluso mayor que Dios nos ofrece: Él mismo.
El Autor
Con afecto,
Rubén



Publicado 3 days ago por Ruben Vernal
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Visión para Vivir 8


El poder de un nombre
“Yo y el Padre uno somos” Juan 10:30

Visión para Vivir 8
Charles R. Swindoll y Carlos A. Zazueta
El Carácter de Dios
Salmo 100:5
Después de haber llamado a todo el mundo a que cantara con él el salmista declara la razón por la cual Dios merece el agradecimiento y la alabanza universal. El salmista opina que esa celebración mundial se basa en tres hechos con respecto al carácter de Señor.
Razones de los preceptos
Hecho 1: El Señor es bueno. El versículo 3 nos dice que el Señor “Dios”, el único Creador soberano del universo; este versículo final nos dice que el Señor es “bueno”. El versículo 3 habla de su posición y su función; el versículo 5 describe la cualidad de su carácter. El término hebreo tōv significa placentero, delicioso, bueno. Es muy diferente del concepto que muchas personas tienen de Dios en la actualidad. Dios no es un tirano irritable que camina por el cielo buscando razones para castigar nuestras vidas o acabar con nuestra felicidad como si fuera un matón celestial con un palo en su mano. ¡No! Dios es bueno. Sus mandamientos son para nuestro propio bien. El amor es lo que motiva cada palabra y cada obra suya.
Hecho 2: Para siempre es su misericordia. La palabra “misericordia” viene del hebreo chesed y aunque es una traducción correcta, la palabra “misericordia” es un tanto inadecuada. Chesed es tal vez la palabra más importante de todo el Antiguo Testamento porque resume efectivamente el carácter de Dios. Esa palabra colorida está tan impregnada en la cultura y la teología hebrea que no tiene equivalente en otros idiomas. Eso explica por qué chesed se traduce de diferentes maneras. A veces se dice misericordia, a veces bondad, a veces benevolencia, etc. Chesed describe el pacto de amor de Dios con su pueblo, una bondad apasionada, misericordiosa y continua que pasa por alto la habilidad de su pueblo para pagarle o amarlo de la misma forma.
La Biblia está llena de relatos conmovedores y maravillosos que muestran chesed en acción. Pienso en la lealtad extraordinaria de Rut con su suegra Noemí (Rut 1:16, 17). Pienso en Jonatán, el hijo del rey Saúl, y su amistad con David a pesar del costo personal, ya que con ello cedía el derecho de suceder a Saúl como rey (1 Samuel 18:1). Y cuando David llegó a ser rey, la muestra de misericordia extraordinaria con Mefiboset, el hijo de Jonatán (2 Samuel 9:7). Y claro, no hay mayor ejemplo de bondad que Dios mismo, que demostró su amor encarnándose en la persona de Jesucristo. Dios nos ama y nos acepta como somos, sabiendo que no tenemos forma de pagar la deuda de su bondad extraordinaria. Su amor incomparable y su aceptación se encuentran detrás de cada mandato. Además, no hay nada que pueda cancelar o acabar su amor chesed por nosotros; su amor dura para siempre.
Hecho 3: Su fidelidad por todas las generaciones. El Señor no es parcial. Dios ha sido justo y fiel con todas las generaciones. Él no hizo una oferta de tiempo limitado a una sola generación. Él no tiene favoritismos. Sus mandamientos y sus promesas son para todos y para todo el tiempo porque Dios nunca cambia. Dios se mantiene constantemente fiel.
Nota que el salmista no dice que esta reacción gozosa ante Dios sencillamente nuestra parte de la transacción. Nosotros no alabamos y adoramos al Señor esperando algo a cambio. El salmista nos invita a adorar como una respuesta natural de nuestra experiencia personal con el carácter de Dios.
El Diablo Aprende la Biblia de Memoria: ¿La Aprende Usted?
Hubo una mujer cuyo esposo la dejó por otra y después entabló el divorcio.
Cuando ella lo confrontó con pasajes bíblicos respecto a su adulterio y divorcio, él respondió citando pasajes bíblicos para justificar sus acciones. Mencionó el episodio de la mujer sorprendida en adulterio, diciendo: “Jesús no le dijo que dejara la relación en que estaba,” aun cuando Jesús claramente le dice “Vete y no peques más.”
Por un lado, el hecho de que él sepa algo de la Biblia es digno de encomio; pero el hecho de que la tergiverse para ajustarla a sus propias acciones pervertidas es deplorable.
Usar la Palabra de Dios para fines de pecado no es nada nuevo. ¿Le sorprendería saber que nuestro enemigo, Satanás, ha aprendido de memoria pasajes bíblicos y los usa para tentarnos a pecar? Al principio de Génesis Satanás sabe lo que Dios le había ordenado a Adán (2:16, 17), y tienta a la primera pareja humana diciendo una versión tergiversada de las palabras de Dios en forma de pregunta (3:1). De manera interesante, al intentar Eva responder a Satanás con lo que Dios realmente dijo, sólo ofrece una paráfrasis floja, omitiendo verdades significativas.
Satanás utiliza la Palabra de Dios cuando confronta a Jesús en el desierto (Mateo 4:1-8; cf. Lucas 4:1-13). En el proceso de tratar de tentar a Jesús para que peque, y por ello hacerle caer como Mesías y Redentor, Satanás repite las palabras de Dios del Salmo 91:11-12. Dice: “Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: / A sus ángeles mandará acerca de ti, / y, / En sus manos te sostendrán, / Para que no tropieces con tu pie en piedra.”
El pensamiento inicial a leer este relato es: “¡Vaya! Eso está bastante bien. ¿Me pregunto cuántos de nosotros podríamos usar de esa manera las Escrituras?” Pero entonces recapacito. Muchos de nosotros en efecto usamos de esa manera la Biblia; regularmente. Lamentablemente, lo hacemos tal como Satanás lo hace, y ese es el problema.
Lo que hace Satanás en realidad aquí es usar las Escrituras para sus propios propósitos engañosos, malévolos. Tratar de hacer que Jesús se aferre a una promesa de Dios de una manera que no era su propósito. Jesús acababa de afirmar su fe y dependencia en el Padre negándose a convertir las piedras en pan. Así que Satanás trata una táctica opuesta y en efecto dice: “Está bien, así que quieres demostrar que dependes del Padre. ¡Salta y haz que Él te proteja! La Palabra de Dios dice que puedes.”
El diablo a propósito pone un pasaje bíblico contra otro. Recalca un pasaje y desprecia otros que deben ir junto con ese. Satanás trata de usar la autoridad de las Escrituras para sugerir que Jesús sería justificado al arriesgar su vida arbitrariamente y luego esperar que Dios lo proteja.
Muchos hacemos lo mismo, aunque tal vez sin intención. Simplemente no conocemos lo suficiente las Escrituras. He estado entre creyentes en donde se discute de la Biblia y rara vez se oye que se citen los versículos con precisión y en su contexto. Más bien, (y yo también he sido culpable de esto) oigo una profunda vaguedad cuando dicen: “¿Acaso no dice la Biblia en alguna parte algo así como . . .?” Fragmentos de versículos fuera de contexto se parafrasean y se enlazan como cuentas en un collar para respaldar presuposiciones que contradicen lo que la Biblia dice que en vocabulario muy claro en otras partes.
Jesús no cayó en el engaño de Satanás. Él sabía que un texto fuera de su contexto se vuelve un pretexto, y que torciendo las Escrituras uno puede hacer que la Biblia diga cualquier cosa que uno quiere. Él sabía que arrojarse para demostrarle algo a Satanás, o a los judíos, no habría sido la voluntad de Dios. Esperar protección cuando se es desobediente es tentar a Dios; algo que Él dice que es malo.
Al tratar con el diablo de la manera en que lo hace, el Señor nos muestra un gran principio de toda la verdadera interpretación bíblica: las Escrituras debe explicarse comparándolas con otros pasajes bíblicos. Jesús usó la Palabra de Dios que tenía en su corazón, aprendida de memoria y entendida con precisión, para defenderse de la seducción de Satanás a pecar. Jesús no trató de abrirse camino con razonamientos para evadir la trampa de Satanás. Simplemente afirmó la verdad que Dios ya ha dado en su Palabra.
La ignorancia de la Palabra de Dios, y no tenerla en el corazón nos hace presa fácil en la galería de tiro al blanco de Satanás. Eva se dejó engañar cuando no recordó con precisión lo que Dios había dicho. El hombre al que me referí al principio sigue en pecado, habiendo justificado sus acciones mediante la distorsión de la Palabra de Dios.
El diablo sabe y ha memorizado la Biblia pero la usa con engaño. Jesús nos mostró cómo el poder de la Palabra de Dios, aprendida de memoria con precisión y recordada fielmente, nos capacita para resistir eficientemente las tentaciones y darnos cuenta de las tergiversaciones de las Escrituras. Y eso es algo que no debemos atrevernos a olvidar.

El Dinero: ¿Empuñar o Soltar?
¡Ahora esa sí que es una pregunta apropiada! Especialmente en un día cuando nuestras cuentas de cheques necesitan renacer cada mes para sobrevivir los aturdidores déficits y deudas gubernamentales. A diferencia de que los que reciben salarios increíbles por jugar algún deporte, hacer películas o cantar canciones, la mayoría nos vemos obligados a enfrentar el hecho de que la única manera de ver la luz del nuevo día es trabajando de vela en vela. Aún entonces nos sentimos nada más que como miembros del club de la deuda. Así que cuando alguien menciona que hay una manera de fortalecer nuestro control del dinero, escuchamos.
No me malentienda. No me interesa promover la codicia. En nuestro trabajo todos los días tenemos suficiente de esa pelea salvaje mercenaria. Encima de eso, todas las noches se atiza de nuevo la llama del materialismo, gracias a estruendosas cuñas comerciales que se abren paso retumbando en nuestras cabezas. Pero aunque tal vez nos fastidie ese repicar, nadie puede negar que el dinero juega un papel enorme en todas nuestras vidas . . . aun cuando mantengamos nuestra perspectiva y nos alejamos de la avaricia. Como se ha dicho a menudo, el dinero no puede dar la felicidad, pero ciertamente pone a nuestros acreedores en una mejor disposición.
Concuerdo con el finado campeón de box, Joe Louis: “No me gusta el dinero, en realidad, pero me calma los nervios.”
Para sorpresa de muchos, la Biblia dice mucho en cuanto al dinero. Habla en cuanto a ganarlo, y gastarlo, ahorrarlo y darlo, invertirlo e incluso acerca de desperdiciar nuestro dinero. Pero nada de esto jamás sugiere que el dinero es la seguridad máxima. Me encanta el proverbio que pinta esto tan vívidamente:
No te afanes acumulando riquezas;
no te obsesiones con ellas.
¿Acaso has podido verlas? ¡No existen!
Es como si les salieran alas,
pues se van volando como las águilas. (Proverbios 23:4–5, NVI).
¿Puede imaginarse la escena? ¡ZAS! . . y todo ha desaparecido para siempre.
Esto no es decir que el dinero sea malo, o que los que lo tienen sean perversos. Quitemos de nuestra mente de una vez por todas el antiguo dicho: “Dios ama a los pobres y a detesta los ricos.” En ninguna parte Dios condena a los ricos por ser ricos. Con certeza, detesta la ganancia fraudulenta, motivos incorrectos para enriquecerse, y la falta de generosidad compasiva entre los ricos. Pero algunas de las personas más consagradas en la Biblia fueron extremadamente prósperas, incluso por los estándares de hoy: Job, Abraham, José, David, Salomón, Josías, Bernabé, Filemón y Lidia, para mencionar unos pocos.
Por lo que he observado, tanto los ricos como los pobres deben librar batallas similares: envidia y codicia. La Biblia clara y frecuentemente condena ambas actitudes. Esto trae a colación una sección particular de la Biblia que habla de varias actitudes que frecuentemente acompañan al dinero.
En 1 Timoteo, carta escrita a un joven que era pastor en Éfeso, el escritor (Pablo) habla del tema del dinero y lleva sus pensamientos a una conclusión. Al animar a Timoteo a persistir a pesar de las probabilidades en su contra, Pablo expone algunas de las características de los farsantes religiosos en el capítulo 6, versículos 4 y 5:
está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia (1 Timoteo 6:4–5 LBLA).
Aquí Pablo, de mente ágil, suena la señal de alarma y usa esto como plataforma para dar una de las explicaciones más útiles en toda la Biblia en cuanto al dinero. Lea con todo cuidado las palabras que siguen:
Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. . . .
A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna (1 Timoteo 6:6–10, 17–19).
La primera serie de pensamientos es un recordatorio a los que no tienen mucho dinero. La segunda sección es una advertencia a todos los que tienen hambre de riquezas. La tercera parte que es instrucción a los ricos.
Podría resumir estas tres secciones así:
A los que luchan para que el dinero dure hasta el fin del mes: Guárdense de envidiar a los ricos y esfuércense por estar contentos con la vida tal como es.
A los que admitirían que la búsqueda de más dinero es un impulso apasionado: Oigan la advertencia de nuevo: si no se enfrentan a ustedes mismos, es sólo cuestión de tiempo para que se hallen atrapados y miserables. En el proceso, perderán precisamente lo que piensan que el dinero comprará: paz, felicidad, amor y satisfacción.
¿Y para los ricos? Pongan a un lado el envanecimiento, dejen de buscar la máxima seguridad en el dinero, y cultiven la generosidad . . . echen mano de la “vida verdadera.”
Palabras directas, pero eso es lo que se necesita para fortalecer nuestro control del dinero. Ahora, ¿empuña usted su dinero, o su dinero lo tiene empuñado a usted?

El Impostor Insensato
Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?
¿Quién morará en tu monte santo?
El que anda en integridad y hace justicia,
Y habla verdad en su corazón. (Salmo 15:1-2)
Lea 1 Reyes 11:1-6.
Mark Twain dijo: “Toda persona es una luna y tiene un lado oscuro que nunca se lo muestra a nadie.”1 Una vida de impostura puede suceder en su casa, o en la mía, o en cualquier casa, o incluso en la casa presidencial. Como el escenario de un programa de televisión, detrás de bastidores, a donde la cámara no va, la vida puede ser una armazón caótica de plástico, metal y madera; una fachada endeble, sostenida en su lugar por material barato.
Primero Reyes 11 cuenta la caída del rey Salomón, un hombre a quien Dios colmó de sabiduría, éxito y riqueza fabulosa. Aunque era rico, dejó que su relación personal con el Señor se hundiera, y empezó a vivir como un reprobó.
Muchos dirían que el éxito puede arruinar a un hombre. Yo digo que el éxito revela lo que el hombre era todo el tiempo. El éxito no destruye el carácter; deja expuesto el carácter.
Durante los cuarenta años del reinado de Salomón, la riqueza de la nación continuó creciendo.
David había ganado la paz con una agresiva campaña militar, y las doce tribus de la nación estaban unidas contra las amenazas. Los reinos que la rodeaban tenían a Israel en alta estima debido al poderío militar de David y sabia diplomacia de Salomón.
Sin que sea sorpresa, la amenaza al reino de Salomón vino desde adentro. Como su padre David, Salomón se casó con más de una mujer. Esas esposas a la larga le llevaron a edificar santuarios a falsos dioses y luego lo sedujeron para que participara con ellas en la idolatría.
El Señor había establecido la dinastía de David para que sea testigo a las naciones paganas que los rodeaban, y sin embargo, para el tiempo en que su nieto, Roboam, subió al trono, la Tierra Prometida se había convertido en un reino dividido.
El hombre público, Roboam, como el lado que ve el público en un escenario de televisión, parecía genuino. Una mirada detrás de bastidores revelaba un impostor insensato. Roboam había sido eso todo el tiempo, usted comprende. Lo crió su madre, Naama, “amonita,” para que fuera idólatra, y adorara a Milcom y a Moloc. Su padre, Salomón, consintió a la práctica de la idolatría edificando templos a los dioses falsos.
En 2 Crónicas 11:18-23 tenemos otro ángulo de la cámara. Detrás de bastidores Roboam hizo como su padre y abuelo, formando un harén, mientras que mantenía una percepción pública de que se mantenía firme en su devoción al Señor. Cultivó una imagen pública mientras les pasaba a sus hijos un legado oscuro. Roboam pulió su imagen dando la apariencia de que buscaba el consejo sabio al formular su política doméstica. Pero tan pronto como se sintió seguro, irrumpió el real Roboam. Roboam rechazó el consejo de los ancianos a favor del consejo de sus iguales. No buscaba consejo; buscaba justificación.
En la etapa final de su vida la fachada de Roboam se derrumbó para revelar la hipocresía que apuntalaba su imagen pública. Cuando Egipto saqueó la riqueza de su reino debido a su apostasía, Roboam reemplazó los escudos de oro por escudos de bronce, pulidos para que brillaran como oro, pero sin valor alguno en comparación. El rey, preocupado por su imagen, los escondió en secreto para que nadie supiera la verdad; un sustituto de tercera clase después de una trastada de primera clase.
En todo el Antiguo Testamento vemos que “de tal palo tal astilla”; la lujuria produce hijos con lujuria en su corazón. Y dentro de una generación o dos, una diminuta semilla de componenda crece a ser rebelión desvergonzada a todo dar. Yo lo llamo el efecto dominó. Las componendas de David debilitaron a Salomón. El pecado de Salomón impactó en Roboam. Al final, el pecado que mamá amó y papá permitió enredaron al hijo. La hipocresía, antes que un amor por la verdad, definió la vida de Roboam.
Ahora, esta es la pregunta dura: ¿qué ve su familia? ¿Se ha engañado a sí mismo para pensar que puede controlar las consecuencias del pecado? ¿Ha considerado el efecto de su pecado en las personas en quienes usted influye; en particular, sus hijos? Si pusiéramos las cámaras detrás de bastidores de su vida, ¿qué veríamos?

El Lado Olvidado del Éxito
Somos una sociedad saturada por el éxito. Las señales indicadoras se ven por todas partes. Cada año docenas de libros y revistas, y otras tantas de productos en audio y video, así como cientos de seminarios y conferencias, ofrecen ideas, motivación, técnicas y promesas de prosperidad.
Curiosamente, sin embargo, muy pocos consideran lo que la mayoría de personas quieren (pero rara vez hallan) en su búsqueda del éxito: contentamiento, satisfacción, realización y alivio. Por el contrario, los caminos que se suponen que conducen al éxito no sólo son escabrosos; son enloquecedores.
Y, ¿qué es eso? Trabaje más horas, ábrase paso, no deje que nada estorbe su búsqueda: ni su matrimonio o familia, ni sus convicciones o conciencia, ni su salud o amigos. Sea agresivo, si es necesario sea malo, al subir a la cumbre. Tiene que ser listo, ingenioso, y astuto si el éxito es la cuestión de fondo en su agenda. Es el mismo renglón trillado de fortuna-fama-poder-placer que se nos ha embutido por décadas.
A riesgo de sonar ultra simplista, quisiera ofrecer un consejo que se levanta en dirección de 180 grados en contraste a todo lo que antecede. Mis sugerencias jamás aparecerán en el periódico de la Bolsa de Valores o como parte del programa de estudio de la facultad de administración de negocios de alguna universidad, pero representan la filosofía que respaldan las Sagradas Escrituras:
Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque:
Dios resiste a los soberbios,
Y da gracia a los humildes.
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros
(1 Pedro 5:5-7).
Estos versículos consideran tres ámbitos cruciales relativos al verdadero éxito: autoridad, actitud y ansiedad. Lo mejor de todo es esto: Seguir las direcciones de Dios producirán un beneficio que no se halla en las promesas vacías del mundo: una profunda satisfacción duradera. Es lo que pudiéramos llamar el lado olvidado del éxito.
Primero, sométase a los sabios. Escuche su consejo, rinda cuentas y ábrase a sus reprensiones, acepte sus sugerencias, respete sus años de experiencia, siga su modelo.
Segundo, humíllese bajo la poderosa mano de Dios. En el Antiguo Testamento la mano de Dios simbolizaba dos cosas: su disciplina y su liberación. Cuando nos humillamos bajo su mano, queriendo que nos conceda éxito en su tiempo y a su manera, de buen grado aceptamos su disciplina como siendo para nuestro bien y para su gloria, y con gratitud reconocemos su liberación por el medio que Él escoja. En otras palabras, nos negamos a manipular las circunstancias o a las personas, o a acicalar nuestra propia imagen mediante algún esquema promocional. Dejamos que Dios sea Dios.
Tercero, entréguese a la misericordia y cuidado de Dios. Las ansiedades vendrán, ¡téngalo por seguro! Las dificultades y desilusiones, temores y preocupaciones lo dejaran agotado y deprimido. Así que, ¡entrégueselas al Señor! Eche sus cargas, sus ansiedades, sobre Dios.
Este plan de juego bíblico es lo inverso de la propaganda actual de promoverse uno mismo. Pero cuando Dios tiene las riendas, tanto la ocasión como el alcance de cualquiera que sea el éxito que Él tenga en mente para uno serán asombrosos. Esto no quiere decir que no hay lugar para planear, o fijar metas, o actuar con diligencia; simplemente quiere decir que nos negamos a convertir el éxito en una capilla privada. Cuando Dios está en el asunto, nos asombramos por lo que sucede en lugar de en engreírnos al respecto.
En lugar de gastar todas esas horas empujando y promocionando, usted acabará con más tiempo para su familia y amigos. Y el Señor incluso le concederá más tiempo para usted mismo, más unas pocas horas adicionales para hacer lo que usted desea. Parece casi demasiado bueno para ser verdad, ¿verdad? No lo es.

El Problema con la Oración
Para muchos parece haber un problema con la oración. “Es una conversación con uno mismo.” “Parece que no sirve.” “Dios se demora demasiado para contestar.” “Dios hace lo que quiere, de todas maneras.”
Agobiados bajo el teje y maneje de la vida, es fácil pensar que hay un problema serio con la oración: Dios. Cuando Dios no responde conforme a nuestra voluntad, nos sentimos frustrados. Podemos pensar que nuestras oraciones simplemente andan flotando por la galaxia, demasiado insignificantes como para captar la atención del Creador. En medio de esta desilusión, a menudo somos muy lentos para aceptar que el problema con la oración no es Dios, sino nosotros.
El Problema de Una Comprensión Errada de la Oración
Solía pensar que la vida sería mucho más fácil si Dios respondiera a unas pocas oraciones estratégicas más; apenas un par de peticiones clave para recordarnos que Él está oyendo. Estaba convencido de que una sanidad profunda aquí y allá añadiría emoción a la vida de la iglesia.
Entonces Dios sanó a Karen.
Una clase de escuela dominical se reunió para orar de manera desesperada la noche antes de la operación que removería un tumor del cerebro de Karen. La cirugía probablemente la dejaría sin poder hablar por mucho tiempo. Dirigiendo la oración, le pedí a Dios que consuele a su esposo, hija, y familia en ese momento de crisis, que ayudara a los cirujanos, que acelerara su recuperación, y, si esa era su voluntad, que la sanara milagrosamente.
Por supuesto, esa última parte era solamente fanfarronada. Aunque yo creía que Dios podía sanar a Karen, estaba seguro de que Él usaría medios menos gloriosos. Al conducir a casa, incluso le dije a mi esposa: “Karen probablemente nunca volverá a ser la misma.”
A la mañana siguiente, el tumor había desaparecido.
Yo di por sentado que la respuesta de Karen sería probablemente tan profunda como la respuesta de Dios a la oración. Después de todo, cuando una persona experimenta la intervención asombrosa del Dios Todopoderoso, deberíamos esperar un avivamiento explosivo, ¿verdad?
Antes de que pasara un año, Karen dejó la iglesia y se divorció de su esposo.
Siempre había pensado que la oración fortalecería la fe y atizaría el agradecimiento. Desilusionado por la respuesta de Karen, me vino a la mente que incluso los israelitas rezongaron y se revelaron en medio de las respuestas poderosas a sus peticiones (Números 11 — 14).
Como ve, el problema con la oración no es Dios, sino nosotros.
El Problema del Abuso de la Oración
A poco de haberme convertido a Cristo, erróneamente seguí el llamado “evangelio de la prosperidad,” aquella teología de “menciónalo y reclámalo” que abrumaba los programas cristianos de televisión y las librerías; y continúa abrumándonos hoy. “No hagas confesiones negativas,” se me dijo. "Si estás enfermo, ¡confiesa que has sido sanado!”
En cierta ocasión le mencioné a una mujer que se consideraba “profetisa” que me estaba quedando calvo. Al instante ella me puso la mano sobre la cabeza y gritó: “No, no es así; ¡en el nombre de Jesús!” Aquella “profetisa” trataba a la oración como si fuera una tarjeta de crédito que podía mostrar en cualquier tiempo para compras importantes.
Tal vez nosotros no vayamos a los extremos de aquella mujer, pero todos podemos caer en la trampa de abusar de la oración. Aun cuando a lo mejor insertemos un “hágase tu voluntad” entre dientes, muy adentro pensamos: “¡No! ¡Hágase mi voluntad!” Sí, Cristo dijo: “Pidan, y Dios les dará” (Mateo 7:7, VP), pero su hermano Jacobo nos recuerda: “cuando le piden a Dios no reciben nada porque la razón por la que piden es mala” (Santiago 4:3, PDT).
De nuevo, el problema con la oración no es Dios, sino nosotros.
Corrigiendo el Problema con la Oración
Después de una docena de años en la universidad, seminario, y estudios de doctorado, había esperado finalmente tener un buen dominio de la oración. No es así. En verdad, mientras más oro, menos entiendo sus profundos misterios. He llegado a varias conclusiones que pueden ayudarnos a corregir lo que percibimos como problemas con la oración.
En primer lugar, necesitamos entender que el propósito de la oración no es que Dios nos complazca, sino que Dios nos cambie. Si un padre cede constantemente a los caprichos de su hijo pequeño, lo consideraremos como un mal padre. ¿Por qué, entonces, algunos piensan que Dios es un Dios obstinado cuando no nos da todo lo que queremos? Necesitamos confiar que Dios es sabio y poderoso lo suficiente para contestar de manera correcta, y justo a tiempo. Primera de Juan 5:14 dice: “Y ésta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.” Es decir, Dios no salta ante toda confesión de labios para afuera. La oración que se eleva con verdadera fe se somete a su voluntad, nuestra santificación (1 Tesalonicenses 4:3). La voluntad de Dios es cambiarnos, no complacernos.
Segundo, necesitamos aceptar que el poder de la oración se percibe incluso en la respuesta más pequeña. Estoy convencido de que los seres humanos no captan completamente lo poco que merecemos el amor y la gracia de Dios. Hay que considerar que lo que pensamos como “migajas” de oración contestada en realidad pueden ser festines abundantes cuando nos damos cuenta de que Dios no nos debe nada (Génesis 32:9-10; Lucas 7:6-9). Cuando ajustamos nuestra actitud en cuanto a nuestra propia indignidad para recibir el favor de Dios, jamás consideraremos la respuestas “pequeñas” a la oración como insignificantes.
Finalmente, necesitamos reconocer que el proceso de la oración no es tan importante como la actitud de la oración. Cuando Dios en su soberanía escogió sanar a Karen, lo hizo aunque ninguno de nosotros lo esperaba. Nuestra débil oración fue un acto sencillo de fe: entregar al cuidado de Dios nuestras preocupaciones (Filipenses 4:6; 1 Pedro 5:6-7). Los creyentes pueden atascarse en un método, preocupados de no haber dicho las palabras precisas, o elevado la oración con suficiente fervor o suficiente frecuencia, o no haber creído lo suficiente. Eso es palabrería, no oración (Mateo 6:5-8). Si usted se preocupa por no decir las palabras precisas en la oración, o las cosas debidas, aprenda de memoria Romanos 8:26: ¡el Espíritu de Dios ayudó incluso a Pablo a orar!
Por supuesto, esos recordatorios son fáciles de leer, pero no son fáciles de poner en práctica. En nuestras mentes humanas finitas, siempre percibiremos “problemas” con la oración. ¿Está usted batallando en su vida de oración, sin ver resultados, preguntándose si Dios le está oyendo? Tal vez sea tiempo de un cambio de actitud. Tal vez sea tiempo de finalmente aceptar que el problema con la oración no es Dios, sino nosotros.


El Reflejo de las Bienaventuranzas

En la zona norte del mar de Galilea se encuentra una colina desde donde se puede observar el movimiento de sus azules aguas. Desde esta colina se devela un panorama que nos recuerda los inicios del ministerio de Jesús, sanando en Capernaún, llamando a sus primeros discípulos y expresando una enseñanza simple, pero a la vez profunda, que continúa cambiando las vidas hasta el día de hoy.
Hace dos mil años, una gran multitud se acercó a esa colina esperando recibir sanidad de parte de un joven rabino que todavía no era muy conocido (Mateo 4:23- 5:1). Sin embargo, lo que encontraron fue un maestro muy diferente a todos los demás que habían escuchado antes. La Biblia dice que se “maravillaron” por su enseñanza (7:28 -29).
Aun hoy, muchas personas todavía llegan a escuchar las palabras de Jesús de Mateo 5. Durante un recorrido reciente a Israel, mi esposa y yo fuimos a esa colina a escuchar la conocida frase, “Bienaventurados sois” en un mensaje predicado por el pastor Charles Swindoll. Justamente allí, en el Monte de las Bienaventuranzas, fue lo que vi, más que lo que oí, lo que realmente me demostró el poder de esas palabras de Jesús.
Era una mañana brillante. El sol se reflejaba esplendorosamente en el lago. Los árboles, como si hubieran despertado de su sueño nocturno, abrían sus ramas hacia los rayos cálidos. Mientras el sol marchaba con el tiempo, así también su temperatura aumentaba.
Llegamos a la colina y nos sentamos en un anfiteatro que nos protegía de los rayos solares. Cuando el pastor Swindoll comenzó a predicar, una anciana que se encontraba en la parte de atrás, capturó mi atención. Quizás por su edad, o por razones que aún no conozco, ella no pudo bajar los escalones para resguardarse bajo la sombra, así que decidió sentarse en pleno sol. Mientras la observaba, escuché al pastor Swindoll repetir las palabras de Mateo 5:3 "Bienaventurados los pobres en espíritu". Él nos explicaba que una persona que era pobre en espíritu “no tenía arrogancia ni orgullo; era una persona que no se impresionaba consigo misma.” Fue en ese momento que vi a un señor levantarse de su asiento, tomar unos letreros, caminar hacia la anciana y hacerle sombra con los carteles.
El pastor Swindoll siguió leyendo: "Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados" (Mateo 5:4). Mientras oíamos hablar del dolor y de la pérdida, esta ancianita comenzó a llorar. El hombre que estaba a su lado, buscó entre sus cosas un pañuelo y se lo dio a ella. Lo hizo gentilmente, lo hizo sin aspavientos.
Cuando el pastor Swindoll leyó las palabras: "Bienaventurados los humildes", "Bienaventurados los misericordiosos” (Mateo 5:5, 7), noté cómo el sudor caía por la frente del amable caballero. Fue allí que me di cuenta que una demostración práctica de las palabras de Jesús allí estaba ocurriendo.
El pastor Swindoll nos había dicho que nuestro tiempo en el Monte de las Bienaventuranzas sería un momento inolvidable en nuestras vidas. Tenía mucha razón. Estar allí, donde esas enseñanzas fueron expresadas por primera vez y luego verlas con mis ojos mediante gestos tan sencillos y a la vez maravillosos, crearon un buen reflejo de las bienaventuranzas que me acompañará el resto de mi vida.

El Testigo Encantador
Recuerdo una noche de juegos y diversión alrededor de la mesa de la cena en nuestra casa. Fue de locos. Para empezar, uno de los chicos apenas pudo contener la risita durante la oración (lo cual no era raro) y eso hizo caer la primera ficha de dominó. Luego alguien contó algo cómico ocurrido en la escuela, y eso, aparte de la forma en que lo dijo, desató el caos alrededor de la mesa. Ese fue el comienzo de veinte o treinta minutos de la risa más fuerte, más estruendosa, y más divertida que uno puede imaginarse. En cierto punto observé a mi hijo mayor literalmente caerse de la silla desternillándose de risa, a mi hijo menor encorvándose sobre su silla al punto en que su cara terminó en el plato, con porciones de comidas pegadas a las mejillas . . . y mis dos hijas apoyadas contra el espaldar, ausentes y preocupadas con la terapia más benéfica y hermosa que Dios jamás le concedió a la humanidad: la risa.
Fue tan asombroso que todo pareció menos serio y pesado. La irritabilidad e impaciencia quedaron marginadas como invitadas no deseadas. Por ejemplo, durante la comida el pequeño Chuck derramó el refresco dos veces . . . e incluso eso hizo que todos estallaran en risa. Si recuerdo correctamente, con esa eran seis veces ese mismo día en que él había derramado accidentalmente su refresco, pero nadie se molestó por llevar la cuenta.
Recuerdo haberme sentido lleno y entusiasmado con los recuerdos más agradables que un padre puede disfrutar: una familia saludable, feliz, que se ríe. ¡Qué tesoro! La carga que a menudo pesaba fuertemente sobre mis hombros a esas alturas cada semana pareció ligera e insignificante. La risa, la amiga necesitada, había pagado otro dividendo.
Si me lo pregunta, pienso a menudo que es tan sagrado reírse como orar . . . o predicar . . . o dar testimonio. Pero igualmente, la risa es un testimonio de muchas maneras. Nos hemos dejado guiar por una mentalidad tergiversada, desequilibrada, y hemos llegado a pensar que la risa y la diversión es carnal, e incluso cuestionable. Éste es uno de los dardos más penetrantes de Satanás, y por el aspecto y rayas profundas en nuestras caras, parece que a algunos de nosotros se nos ha perforado demasiadas veces. Patético en verdad es el creyente severo, sombrío, que ha cultivado el aspecto de un sabueso viejo gracias a largas horas de práctica de humor restringido y risas reprimidas.
Caras largas y severas no son nada nuevo. La fraternidad ceñuda de amargados empezó en el primer siglo. Sus miembros constituyentes fueron un grupo de religiosos ceñudos y almidonados llamados fariseos. Casi ni tengo que recordarles que las palabras más severas de Jesús estuvieron dirigidas contra ellos. Su forma de vida súper seria, ritualmente rígida, le daba náuseas a nuestro Señor. Esto me lleva a un punto relacionado de contención que tengo con los artistas que pintan a Jesús perpetuamente sombrío, a menudo deprimido. Nadie puede simplemente convencerme de que durante 33 años como carpintero y discipulador de los Doce Jesús nunca disfrutó de una risa larga y tendida. ¿No sería refrescante ver unos cuantos cuadros de Jesús desternillándose con sus compañeros, disfrutando a mandíbula batiente de unos pocos minutos de diversión con ellos? ¡Con certeza que eso no es herejía!
Imagínese mentalmente a Martín Lutero, el reformador. ¿Qué es lo que ve? ¿Una cara severa, con mandíbula de acero, luchador ceñudo con su puño alemán crispado y levantado contra el mal? ¡Ni en sueños!
Varios de sus biógrafos nos informan que él rebosaba de sinceridad sin cortapisas, transparente . . . franqueza clara y agradable . . . humor y alegría juguetona. Con razón atraía a los oprimidos y desvalidos de su día, como moscas a la miel. El reformador, como ve, no tenía miedo de reírse. En una palabra, por sorprendente que pudiera parecer, Lutero era encantador.
Probemos otro nombre famoso: Charles Haddon Spurgeon, el gran predicador de Londres. ¿Qué ve? ¿Un pastor sombrío, de hombros caídos, arrastrando todo el peso del pecado de Inglaterra de una cuerda atada al cuello? ¡Pruébelo de nuevo!
Spurgeon era todo un personaje. Su estilo era tan informal que vez tras vez se le criticó por rayar en la frivolidad en el púlpito del Tabernáculo. Unos cuantos clérigos enfurecidos despotricaron contra su hábito de introducir humor en sus sermones. Con un guiño en el ojo, una vez respondió:
Si tan sólo supieran cuánto me contengo, me elogiarían. . . . Este predicador piensa que es menos crimen provocar una risa momentánea que media hora de modorra profunda.
Spurgeon amaba la vida. Su ruido favorito era la risa; y con frecuencia se sostenía del púlpito y se reía ruidosamente por algo que le parecía divertido. Infectaba a las personas con gérmenes alegres. Los que se contagiaban de la enfermedad hallaban su carga más ligera y su cristianismo más brillante. Como Lutero, Spurgeon era encantador.
Encanto. Esa cualidad útil, que apela, ultra magnética . . . ese carisma . . . esa capacidad de provocar gozo y placer genuino cuando todo se ve sombrío. Cuando un maestro lo tiene, los estudiantes forman fila para sus clases. Cuando un dentista o médico lo tiene, sus consultorios siempre están llenos. Cuando un vendedor lo tiene, sus dedos se le entumen escribiendo órdenes. Cuando un ujier lo tiene, a la iglesia se la considera amistosa. Cuando un entrenador lo tiene, el equipo lo muestra. Cuando los padres lo tienen, los hijos lo muestran.
El encanto motiva. Afloja la garra extraña de la brega diaria. Le quita el aguijón a la realidad. El encanto simplifica. Las cosas de repente parecen menos complicadas . . . menos severas . . . menos agobiantes. El agujero al final del túnel se vuelve mucho más significativo que el pasaje oscuro que conduce al mismo. El encanto estimula. Sin ignorar el mal, el encanto enfoca los beneficios, las esperanzas, las respuestas. Incluso cuando se tiene que lidiar con el desencanto hiriente, o negativos ineludibles, el encanto se levanta fuerte y rehúsa pasar la noche en tales moradas.
El humor encantador es un bien inapreciable en la vida del misionero. En verdad, es una de las deficiencias más serias si el misionero carece de capacidad para hallar algo por qué sonreír en situaciones diversas y difíciles. Leí de alguien a quien los amigos le instaban que abandonara la idea de volver a la India como misionero porque era tan caliente allí. “Viejo,” le exhortaron, “¡las temperaturas allí suben a más de 50 °C a la sombra!” “Pues bien,” replicó el otro con desdén noble, “no siempre tenemos que quedarnos a la sombra, ¿verdad?”
Algún alma ceñuda, neurótica, está leyendo estoy diciendo: “Pues bien, alguien tiene que hacer el trabajo. La vida es más que un carrusel. La risa está bien para niñas de escuela, pero los adultos, especialmente los cristianos adultos, tienen una tarea que es mortalmente seria.” Está bien, amigo o amiga, así que es serio. Así que no todo es chiste. Nadie va a discutir que la vida tiene sus demandas y que el hecho de ser maduro incluye tanto disciplina como responsabilidad. Pero, ¿quién dice que tenemos que hacernos una úlcera y arrearnos nosotros mismos (y unos a otros) a la distracción en el proceso de cumplir el papel que Dios nos ha dado?
Nadie es menos eficiente o incompetente que el individuo al borde del quebrantamiento nervioso, que ha dejado de divertirse, o que se ha convertido en peón en las manos brutales de las responsabilidades implacables, que ha perdido la capacidad de relajarse y reírse y “dar rienda suelta” sin sentirse culpable. Nuestros hospitales están llenos, literalmente atiborrados, de víctimas de aquella filosofía de la vida que dice “descartemos toda diversión.” Y hoy, francamente, en realidad no son gran contribución a la sociedad, ni a la causa de Cristo. Esto no es una crítica; es realidad.
Por un sentido del humor no me estoy refiriendo ni a las burlas de mal gusto, inapropiadas y vulgares, ni a charla necia e insensata a mal tiempo, ofensiva o sin tacto. Me refiero a ese ingrediente necesario de humor, expresiones o pensamientos agradables, encantadores, que elevan nuestros espíritus y aligeran nuestro día.
¿Cómo se cultiva, y se comunica, ese encanto en nuestros hogares y con nuestros otros contactos? ¿Qué pasos prácticos se pueden dar para sacarnos de nuestra rutina? Sugiero tres proyectos específicos:
1. Empiece cada día con palabras agradables. Su familia será la primera en beneficiarse (será mejor que prepare las tabletas de glicerina). No tiene que andar bailando o brincando como payaso, ni embutir chistes en los oídos de su cónyuge medio dormido. Simplemente sea agradable en sus comentarios, alegre en sus saludos. Al saltar de la cama, agradézcale a Dios por su amor . . . sus recordatorios tranquilos, frescos, de que este nuevo día está bajo su control. En voz baja repita la verdad estimulante: Dios me ama.
2. Sonría más a menudo. No puedo pensar en muchas ocasiones cuando una sonrisa esté fuera de lugar. Cultive un aspecto alegre. Una cara fruncida repele. Una sonrisa se extiende y atrae. Dios le dio este don que irradia estímulo. No lo cerque . . . suéltelo, rompa la máscara de cemento; sonría.
3. Exprese por lo menos un comentario sincero de aprecio o de estímulo a cada persona con quien tiene contacto durante el día. Como creyente, usted quiere proclamar el amor de Cristo. Usted quiere aliviar corazones doblegados. Busque puntos fuertes, y dígalos. Obstinadamente decline atascarse en los puntos débiles de otros. Pídale al Señor que le haga interesarse genuinamente en otros en lugar de ocuparse demasiado consigo mismo. Pídale que le permita arriesgarse y alcanzar a otros. Pídale que Él sea encantador por medio de usted.
A pesar del entorno lúgubre y serio que nos rodea, firmemente pienso que necesitamos otra buena dosis del consejo de Salomón. Escuche al hijo más sabio de David:
El corazón alegre hermosea el rostro;
Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate.
Todos los días del afligido son difíciles;
Mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.
(Proverbios 15:13, 15).
El corazón alegre constituye buen remedio; [el hebreo dice: “. . . causa buena sanidad”],
Mas el espíritu triste seca los huesos
(Proverbios 17:22).
Honestamente ahora, ¿cómo le va a su sentido de humor? ¿Están los tiempos en que vivimos empezando a reflejarse en usted, su actitud, su cara, su perspectiva? Si no está seguro, pregúnteselo a los que viven bajo su techo; ¡ellos se lo dirán! Salomón habla sin rodeos, también. Él (bajo la dirección del Espíritu Santo) dice que ocurrirán tres cosas en las vidas de los que han perdido su capacidad de disfrutar de la vida: (1) un espíritu quebrantado, (2) una falta de sanidad interna, y (3) huesos secos. ¡Qué retrato más estéril de un creyente!
¿Ha empezado usted a derivar en un creyente amargado, impaciente, criticón? ¿Está su familia empezando a parecerse a empleados de la funeraria local? El Señor señala un mejor camino: el camino del encanto gozoso. “Un corazón alegre” es lo que necesitamos . . . y si alguna vez lo necesitamos, es ahora.

Elija el Gozo
Lea el Salmo 100:1-2. Este salmo no pierde el tiempo con acciones preliminares. En vez de tratar de convencer al lector para que alabe a Dios por su bondad y por sus muchas bendiciones, el compositor presenta tres acciones imperativas, comenzando con el primer versículo.
Los Preceptos
Canten alegres al SEÑOR (v. 1). ¡Qué manera de empezar un salmo! El idioma hebreo va al punto. De hecho, el término “alegre” no aparece en el original hebreo. Más bien, el texto se lee literalmente “canten al Señor”. La palabra “canten” viene de una palabra hebrea que significa hacer ruido o dar un gran sonido (como de una trompeta). El compositor está hablando de esa clase de canto que sale de una persona llena de gozo y que no puede contener sus emociones, muy similar a la alegría que sienten los fanáticos del deporte cuando su equipo o sus atletas favoritos hacen algo impresionante. El salmista nos está diciendo que cantemos con emoción a nuestro Dios.
Es difícil pensar en esa clase de emoción con respecto al Señor, ¿no es cierto? Admitámoslo. ¿Cuándo fue la última vez que gritó de emoción por algo que leyó en la Escritura? ¿Cuándo alzó sus manos y saltó después de un sermón acerca de los atributos de Dios? “No le estoy sugiriendo que practique un estilo de adoración distinto a lo que acostumbra, pero definitivamente, según el salmista, deberíamos sentir algo de emoción, al menos un poquito de gozo”. Algunas veces, el Señor hace cosas que desafían cualquier explicación natural, algo que va más allá de nuestras capacidades. Cuando él le rescata, no se quede en silencio. Cántele. Eleve su voz en alabanza. Al hacerlo, estará contrarrestando ese afán de ingratitud que fácilmente puede adherirse a nuestro ser.
Sirvan al SEÑOR con alegría (v. 2). Una buena señal de una vida agradecida es el servicio. Son pocas las decisiones que son más eficaces para deshacerse del afán diario y de la ingratitud que servir a los demás. Al hacer la obra de Dios, lo servimos. No lo estamos haciendo para la iglesia, para el superintendente de algún departamento, para el pastor o para alguna junta. Estamos sirviendo al Señor mismo. A Él es a quien adoramos y a quien servimos, no a las personas. Y observe también que ese servicio no es motivado por la culpabilidad o la obligación, se nos invita a servir “con alegría”. El término hebreo de esta frase se utilizaba para describir cosas placenteras que daban felicidad.
Ahora, seamos realistas por un momento. No todo el tiempo uno siente el deseo de servir. No obstante, esperar hasta sentirse agradecido para hacerlo no es un buen plan, porque entonces nunca lo hará (lo digo por experiencia propia). El salmo no implica que solo debemos servir cuando nuestro corazón esté lleno de gozo. Al contrario, debemos servir todo el tiempo, porque el gozo surgirá después. De hecho, cuando comienzo a sentir lástima de mí mismo o cuando mi actitud comienza a volverse cínica, sé que es hora de servir a alguien que está peor que yo. No pasa mucho tiempo antes que el gozo aleje el negativismo de mi corazón,
Vengan ante su presencia con regocijo (v. 2). Hemos considerado la idea de cantar en varias ocasiones, así que no hay necesidad de agregar nada a mis propios comentarios. Permítame sencillamente enfatizar la palabra “regocijo”. El texto nos da a entender que Dios quiere que seamos personas gozosas que se regocijan en su presencia.
¿Es usted una persona gozosa? ¿Su rostro muestra una sonrisa frecuente? ¿Sus ojos reflejan una actitud interna de gozo? Por ejemplo, cuando canta en la iglesia, ¿lo hace con gozo? La próxima vez que pueda, observe a la persona que está en el automóvil al lado del suyo. No hay sonrisa en su rostro. O alguna persona que esté en el supermercado. No hay sonrisa, no hay gozo.
¿Se considera usted una persona gozosa? ¿De qué forma su temperamento afecta su actitud? Si el gozo es una decisión, ¿qué está haciendo para cultivar una actitud de gozo? Según los versículos 1 y 2, adorar al lado de otros creyentes y servir a los demás es un buen lugar para comenzar. Quizás sea e l momento para comenzar a cambiar.
El Autor.
Con afecto,
Rubén Agosto 2016






Publicado 3 days ago por Ruben Vernal
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Aug
8
Visión para Vivir 7



El poder de un nombre

“Yo y el Padre uno somos” Juan 10:30



Visión para Vivir 7
Charles R. Swindoll y Carlos A. Zazueta
Cuatro Razones para Amar
La cultura actual nos ofrece abundantes opciones. De hecho, quedan muy pocas instituciones en las cuales no tenemos parte en escoger o elegir los miembros que queremos incluir. Pero por lo menos todavía existe una entidad en la cual las encuestas de popularidad no cuentan: la iglesia.
Podemos escoger a nuestros amigos y a nuestro cónyuge, pero no tenemos la oportunidad de elegir a nuestra familia cristiana. Dios la elige. Él nos da un grupo diverso de hermanos y hermanas en Cristo, ¡y luego espera que los amemos! Lamentablemente, a veces nos frustramos tanto con otros creyentes que nos dan ganas de irnos ¡y no volver jamás!
Los siguientes cuatro principios de 1 Pedro 1:23–2:3 nos ayudarán a mantener la unidad dentro del cuerpo de Cristo, aun cuando enfrentemos conflictos difíciles con otros creyentes.
1. Recuerde que somos hijos del mismo Padre (1 Pedro 1:23). Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Nadie entra en la familia de Dios excepto poniendo su fe en Jesucristo. Cada persona que está en la familia de Dios pertenece a ella igual que usted y yo. Incluso las personas “irritables” con quienes lidiamos son hijos o hijas Dios, y Él les ama. Debemos orar pidiendo la capacidad de verlos desde la perspectiva de Dios.
2. Recuerde que todos recibimos nuestra instrucción de la misma fuente (1 Pedro 1:23–25). Nuestra fuente es “la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” No somos llamados sólo a oír la Palabra de Dios, sino también a ponerla en práctica y a seguir sus mandamientos. ¡Eso exige arduo trabajo y sacrificio! Cada uno de nosotros debe aprender a mirar expresamente a la Palabra de Dios, recordar lo que revela y poner en práctica ese conocimiento.
3. Recuerde que todos luchamos en el mismo campo (1 Pedro 2:1). Pedro menciona cinco barreras específicas al amor y respaldo mutuo dentro del cuerpo de Cristo: malicia, engaño, hipocresía, envidias y calumnias. Piense en alguna relación difícil que tal vez tenga con otro creyente. ¿Se manifiesta alguno de estos pecados en sus relaciones con esa persona? Si es así, confiésele a Dios sus actitudes equivocadas, y si es apropiado, pídale perdón a la otra persona.
4. Recuerde que debemos concentrar nuestra atención en el mismo objetivo (1 Pedro 2:2–3). ¿Cuál es el objetivo? Madurez, de la cual Cristo es nuestro modelo máximo. ¿Como se vería la madurez en su vida? Bondad, compasión, atención por las almas de los demás. Madurez quiere decir que la salud del cuerpo entero bien vale la pena que nos traguemos nuestro orgullo, que dejemos a un lado nuestra agenda personal, y que amemos a otros con corazón puro, tal como Cristo los ama.

Cuidado con los Farsantes!
Una noche un amigo mío comió comida para perros. No, él no estaba en una fiesta de iniciación de alguna fraternidad ni entre vagabundos; en realidad estaba en una elegante recepción estudiantil en la casa de un médico cerca de Miami. Le sirvieron la comida para perros en delicadas galletitas de sal, con una rebanada de queso importado, trocitos de tocino, una aceituna y una tajada de pimiento encima. Tal como lo oyen, amigos; eran bocadillos a la comida para perro.
¡La anfitriona es una comediante de primera clase! Hay que conocerla para apreciar el relato. Ella acababa de graduarse de un curso de cocina gourmet, así que decidió que era tiempo de poner sus habilidades a la prueba máxima. ¡Vaya que lo consiguió! Después de preparar esos desdichados bocaditos y ponerlos en un par de bandejas de plata, con una gran sonrisa pícara veía cómo desaparecían. Mi amigo no podía comerse lo suficiente. Continuó volviendo por más. No recuerdo exactamente cómo se lo dijeron; pero cuando él descubrió la verdad, probablemente ladró y fue a morderle la pierna.
Desde que oí este relato, y sucedió en realidad, he pensado en lo perfecto que ilustra algo que transpira a diario en otro ámbito. Me refiero a los farsantes religiosos, charlatanes profesionales, fraudes, creyentes falsificados que venden sus artículos en brillantes bandejas decoradas con persuasión sabrosa y presencia impresionante. Siendo maestros del engaño, sirven deliciosos platos camuflados con frases que suenan lógicas.
¡Eso es ser inteligente! Si se quiere falsificar un billete, no se va a usar cartulina amarilla, cortarla en triángulo, poner un retrato del Llanero Solitario en el centro, y estampar un número “3” en cada esquina. Eso no engaña a nadie. El engaño viene en forma convincente, llevando la vestimenta de la autenticidad, respaldado por credenciales de inteligencia, popularidad, incluso un toque de clase. Por millones, los glotones incautos se tragan las mentiras, pensando todo el tiempo que están ingiriendo la verdad. La falsificación se alimenta con leña del infierno. Eso es lo que Dios nos dice.
Porque los tales son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz. Por tanto, no es de sorprender que sus servidores también se disfracen como servidores de justicia. . . (2 Corintios 11:13–15, LBLA)
Un vistazo a la bandeja de plata y todos se ven deliciosos: “apóstoles de Cristo . . . ángeles de luz . . . servidores de justicia.” Mediante el genio del disfraz, no sólo se ven bien, se sienten bien al tocarlo, y huelen bien. Los medios de comunicación nos los sirven bajo nuestras narices.
¡Los testimonios abundan! Escuchen algunos:
“Esto es nuevo . . . ¡esto cambió mi vida!”
Otros dicen: “Yo hice lo que él dijo . . . y ahora Dios me habla directamente. Veo visiones. Puedo sentir a Dios.”
Más de dos millones gritan a grito pelado: “La eternidad es ahora . . . el materialismo es santo. Enriquecerse es señal de espiritualidad.”
Un nutrido grupo de seguidores declara: “Nada es nuestro. Todo le pertenece al gurú.”
Se los halla por todas partes: en las esquinas con revistas, mostrándose muy dedicados a Dios. Contemplando las estrellas, descubriendo el futuro. Sentados en grupos pequeños en las colinas, comiendo alimentos de canario, rehusando afeitarse o bañarse para no interrumpir lo que llaman “su comunión con Dios.” ¡La bandeja está llena de variedad! Se los halla asistiendo a espectáculos religiosos dirigidos por las atractivas porristas en trajes costosos anaranjados y zapatos adornados con diamantes. En el extremo opuesto, hay soñadores místicos que prefieren la reclusión donde se sientan en cuclillas y en silencio.
Tal vez tengan una presencia “nueva,” y tienen el sabor y apariencia de lo real; pero no lo son. Tal como Escrutopo citó a su sobrino Orugario el verso de su padre:
Error viejo en vestido nuevo,
Es siempre un error desde luego.
. . . que es otra manera de decir: “la comida para perros es comida para perros; sin que importe cómo se sirva.” O, como Pablo lo dice tan contundentemente: “Son falsos . . . fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo.” Tal vez no lo parezcan, pero son tan farsantes como un billete amarillo con el retrato del Llanero Solitario.
Lamentablemente, en tanto y en cuanto haya manos para que tomen lo que hay en la bandeja, siempre habrá disponibles bocaditos de muy buena apariencia y muy. Pero algún día, algún horroroso día, el Juez final determinará y declarará la verdad del error. Entonces habrá mucho atragantarse y arcadas. . . y ya no sabrá bien.
Nada sabe bien en el infierno.

Dando lo Inesperado
Hay varias maneras de describirlo: Volver la otra mejilla . . . ir la milla extra . . . hacer bien a los que nos aborrecen . . . amar a nuestros enemigos . . . acumular brasas sobre la cabeza de otro. Podemos decirlo de maneras diferentes, pero las acciones resultan lo mismo. Al hacer lo inesperado, conseguimos dos objetivos importantes: (1) ponemos fin a la amargura, y (2) demostramos la verdad de un antiguo axioma: el amor conquista abrumadoramente.
¿Recuerda las palabras de Salomón?
“Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová,
Aun a sus enemigos hace estar en paz con él” (Proverbios 16:7).
Es verdad. Lo he visto sucederse vez tras vez. También he visto ocasiones cuando podía haber funcionado, pero ninguna de las partes estaba dispuesta a probarlo.
¿Por qué vacilamos tanto? ¿Qué nos impide hacer lo inesperado para quien no se lo merece y así poder observar a Dios realizando lo increíble? Va en contra de nuestra naturaleza humana. No se nos crió así. Todavía más, es un riesgo serio. Sin lugar a dudas, es un riesgo. Por supuesto, allí es donde la fe desempeña un papel principal. Creer en el Señor contra todas las probabilidades y obedecerle —incluso aun cuando nos salga el tiro por la culata— le hace sonreír. Pero algunos que están leyendo esto ya tienen el ceño fruncido, pensando: Cómo no, eso suena muy lindo, pero nadie puede hacer que resulte.
José lo hizo. Después de sufrir años de consecuencias como resultado del maltrato del enojo de sus hermanos, vivió para ver el día cuando las mesas se voltearon. Vulnerables, necesitados, y a merced de él, todos esos culpables se presentaron ante él sin una palabra de defensa. Y cuando descubrieron que era José —su largamente perdido hermano menor a quien deliberadamente habían tratado mal— quedaron abrumados por la ansiedad. Sabían que él los tenía completamente arrinconados. José era el respetado primer ministro: poderoso, rico, rodeado de guardaespaldas, el modelo máximo de autoridad. Y ¿ellos? Débiles, en bancarrota, sin protección, culpables hasta los huesos. Era el momento de José. Ahora era el momento de desatar su cólera y torturar a cada uno hasta el fin de su vida. Y, ¿por qué no? Se lo merecían . . . ¡por baldes! Más bien, José hizo lo inesperado, lo que aturdió a sus hermanos hasta la misma suela de sus gastadas sandalias. Ningún rencor. Nada de desquitarse. Nada de atacar en pago. Ni siquiera un buen sermoneo. Esos seres humanos que se merecían aborrecimiento recibieron tratamiento sobrenatural. La gracia ganó el día. José los perdonó . . . y el resto es una historia hermosa.
Ya puedo vislumbrar a algún descreído encogiéndose de hombros: Pues bien, eso fue entonces; ahora es ahora. Hoy, nadie toma la basura de alguien y mentalmente la recicla para convertirla en tesoro. Cuánto se equivocan.
El rabino Michael Weisser lo hizo. Sucedió en Nebraska, EEUU (según los noticieros). Por más de tres años, Larry Trapp, un declarado nazi y miembro del Ku Klux Klan, esparció un mensaje de odio por correspondencia y llamadas telefónicas descomedidas. Promovía la supremacía caucásica, el antisemitismo y otros mensajes de prejuicio desde su apartamento, que declaró sede estatal del KKK . . . y él mismo, el gran dragón.
El rabino se convirtió en uno de los blancos de Larry, recibiendo numerosas cartas de odio desde el momento en que él y su esposa se mudaron a la ciudad. A la correspondencia siguieron llamadas telefónicas ofensivas. Al principio, la familia Weisser tenían tanto miedo que cerraban con llave sus puertas, y se preocupaban hasta enfermarse por su seguridad, especialmente por la seguridad de sus hijos adolescentes. El acoso de los insultos raciales y comentarios obscenos intimidaron a la familia, mientras Larry, de 42 años, clínicamente ciego, y con doble amputación, vomitaba su veneno lleno de odio contra ellos.
Un día el rabino Weisser se dio cuenta de que su temor ya había durado demasiado. Decidió hacer lo inesperado. Dejó su mensaje en la contestadora telefónica de Larry. El rabino hizo llamada tras llamada, todas sin recibir contestación, hablándole a Larry del otro lado de la vida . . . una vida libre de odio y racismo. “Yo diría cosas como: ‘Larry: Hay mucho amor allá afuera. Usted no está recibiendo nada de eso. ¿No le gustaría recibir algo?’ Y colgaba.”
Un día el rabino llamó y Larry contestó: “[el rabino] dijo: ‘He sabido que usted está discapacitado. Pensé que a lo mejor necesitaba que lo lleven a comprar víveres.’” Larry quedó aturdido. Desarmado por la bondad y cortesía, empezó a pensar.
El hombre amargado lentamente empezó ablandarse. Llamó a la familia Weisser una noche y dijo, según el rabino Weisser lo contaba: “Quiero escapar de lo que estoy haciendo y no sé cómo.” 1 El rabino y su esposa se fueron al departamento de Larry esa noche y hablaron con él por horas. Antes de que pasara mucho tiempo hicieron un canje: por el amor de ellos, Larry les dio sus anillos de la esvástica, sus folletos de odio y los vestidos y capuchas del clan. Ese mismo día Larry abandonó su trabajo como reclutador y echó a la basura todo el resto de su propaganda. Con el tiempo el hogar de la familia Weisser llegó a ser el alojamiento para Larry. Se mudó a uno de sus dormitorios cuando su salud declinó . . . y la familia lo cuidó hasta su muerte.
La Navidad ya se acerca. ¿Pudiera ser que el mejor regalo que usted pudiera dar no puede envolverse en papel de colores para dárselo a algún ser querido? ¿Qué tal dar el regalo del perdón? ¿Qué tal llenar un vaso con bondad? ¿Qué tal hacer esa llamada telefónica de gracia a alguien que jamás lo esperaría . . . sin condiciones? Una auténtica extensión de amor a alguien que no se lo merece. Ahora bien, esa es una idea nueva para un regalo de Navidad que jamás se olvidará.
Sí, es un riesgo . . . pero usted no será el primero en probarlo. En caso de que necesite un acicate adicional para impulsarlo a la acción, retroceda a Belén y halle el don de Dios para nosotros envuelto en pañales de amor, acostado en una pesebrera de gracia.

Dejando un Legado: Preparando las Piedras
“Abuelo, abuelo,” llamaba el niño señalando un montón de piedras, mientras jalaba la túnica de su abuelo. “¿Qué quieren decir esas piedras?”
“Ah, Jacob, voy a contarte cómo la mano del Señor nos libró . . . .”
Después de cuarenta años de armar y desarmar carpas y de cavar tumbas, los hijos de Israel finalmente cruzaron el río Jordán a la Tierra Prometida. Antes de que Dios los dejara en libertad para reemplazar el maná por uvas y agua tibia por leche y miel, les ordenó que construyeran un curioso monumento con doce piedras:
Cuando todo el pueblo terminó de cruzar el río Jordán, el Señor le dijo a Josué: «Elijan a un hombre de cada una de las doce tribus de Israel, y ordénenles que tomen doce piedras del cauce, exactamente del lugar donde los sacerdotes permanecieron de pie. Díganles que las coloquen en el lugar donde hoy pasarán la noche.» (Josué 4:1-3)
Una vez que los hombres acarrearon las piedras del río al punto designado, Dios continuó:
y servirán como señal entre ustedes. En el futuro, cuando sus hijos les pregunten: “¿Por qué están estas piedras aquí?”, ustedes les responderán: “El día en que el arca del pacto del Señor cruzó el Jordán, las aguas del río se dividieron frente a ella. Para nosotros los israelitas, estas piedras que están aquí son un recuerdo permanente de aquella gran hazaña.” » (Josué 4:6-7)
Puede creerme, ningún niño trató este montón de piedras como un juego. Formaban un memorial visible de la firme fidelidad de Dios. Eran piedras de legado. Parados en las orillas del río Jordán ese día, los israelitas aprendieron una lección objetiva sobre cómo dejar un legado. Piense por un momento, ¿en dónde están los recordatorios físicos suyos del legado de Dios en su vida?
Este pasaje en Josué me llevó a pensar en tres palabras. Primero, haga. Dios quiere que nos tomemos la molestia de establecer marcadores históricos. Note que dije: “tomarse la molestia.” Producir recordatorios de un legado no es fácil. Estas eran piedras grandes. Había que escogerlas, acarrearlas, amontonarlas, y luego mantenerlas como un recordatorio duradero de la fidelidad de Dios.
Ahora bien, sus marcadores históricos tal vez no sean piedras. Tal vez usted hizo una placa con una declaración en cuanto al carácter de Dios, o empezó un diario de oración con las respuestas divinas permanentemente anotadas en tinta, o puso en marco una copia escrita con su puño y letra de su experiencia de salvación. Pero, sea lo que sea que decida, exigirá pensamiento creativo seguido de acción intencional y deliberada.
Segundo, recuerde. Dios se interesa en que le recordemos a Él y lo que Él ha hecho. La memoria es una cosa maravillosa, pero se desvanece con el paso del tiempo. Envejecemos demasiado rápido. Recuerdo haber oído a mi amigo James Dobson decir: “Para cuando la cara queda limpia, la mente se nubla.”
¿Alguna vez se ha encontrado usted participando sin quererlo en el juego de los nombres? Mi esposa y yo pasamos tiempo diciendo: “Recuerdas a, . . . a, . . . a.” Y ella dice: “Sí. Se llamaba María.” Y yo digo: “Exacto.” Entonces yo digo: “Recuerdo que ella . . .”; y mi esposa dice: “Así era; ella hacía esto y lo otro.” Uno de los muchos beneficios de vivir con el cónyuge de uno un tiempo largo, es que el otro puede terminar por uno las frases.
Pero Dios no quiere que nos olvidemos de lo que Él ha hecho, o quién es Él. Lamentablemente, recordamos nuestros fracasos mucho más que la fidelidad de Dios. Recordamos las tragedias y nos olvidamos los triunfos. Los recordatorios físicos de Su provisión nos ayudan a reenfocar nuestros pensamientos en Él cuando perdemos un empleo, o atravesamos reveses económicos. Los monumentos de la misericordia divina nos consuelan cuando nuestros hijos se rebelan. La reflexión en el carácter de Dios nos da valor para el futuro.
Número tres, imparta. Dios se interesa que nuestros hijos le recuerden a Él y lo que Él ha hecho. El hogar es el lugar en donde la vida toma sus determinaciones, en donde la vida subraya sus impresiones. Dios se preocupa profundamente porque la próxima generación aprenda en cuanto a Él. Eso sucede mejor por medio de nosotros.
Antes de salir en viajes largos o de vacaciones con la familia, mi esposa y yo por lo general solíamos orar en el coche con los hijos. Llegó a convertirse en una práctica tan esperada que si salíamos de prisa, uno de nuestros hijos reclamaba: “¡Nos olvidamos de orar!” De inmediato nos deteníamos y resolvíamos del asunto. Por supuesto, justo cuando acabábamos de decir: “Amén,” uno de los cuatro reclamaría: “¿Ya llegamos?”
Los hijos aprenden por repetición. No sé cuántas veces nuestros hijos adultos, ahora con hijos propios, dicen: “¿Cuántas veces tuvieron que decirnos lo mismo para que lo captáramos?” Mi respuesta siempre es la misma: “Más de lo que querían.” Uno tiene que hacerlo vez tras vez, hasta que sea hábito. Si una imagen vale más que mil palabras, un legado duradero vale un millón.
Haga. Recuerde. Imparta. ¿Tiene ya algunas piedras de legado en su vida? Si no, es tiempo de preparar unas cuantas.

Desarrollando una vida agradecida
Barbara Peil

Yo tengo más bendiciones que problemas.
Las mujeres más agradables y atractivas que uno puede conocer son aquellas que se sienten agradecidas por la vida que Dios les ha dado. De hecho, les gusta hablar de ello. No quiere decir que no tengan problemas o que su pasado sea perfecto. Lo que sucede es que ellas sencillamente han elegido ser agradecidas. Y por ello, el Señor las mantiene ocupadas con “alegría” en sus corazones (Eclesiastés 5:20, LBLA).
Esa clase de mentalidad no se da fácilmente. La vida en general va en contra de esa actitud de agradecimiento especialmente al envejecer ya que podemos caer en la tentación de volvernos cínicas, negativas, amargadas, quejumbrosas y egoístas. La ingratitud es una batalla interna con la que luchamos en silencio y en secreto. Una mujer que desarrolla la gratitud tiene la capacidad de atacar ese enemigo de manera intencional.
Una mujer agradecida conoce sus bendiciones. Ella “nunca olvida todas las cosas buenas que [Dios] hace” (Salmo 103:2, NTV). Ella reconoce que Dios la rodea de misericordia; que la protege y la restaura; que satisface sus necesidades todo el día. Ella sabe que Dios está en el trono. Durante su tiempo devocional se da cuenta que Dios está dentro de mi corazón y me está guiando en Su camino. Esa verdad la llena de reverencia ante Dios y le da el gozo para vivir. ¿Cómo se elige esa clase de actitud? ¿Cómo se combate la tendencia natural hacia la ingratitud?
Hay que practicar la gratitud. Ponga en práctica esa actitud de agradecimiento cada día. Intente esto: Por unos minutos comprométase a registrar cinco cosas por las que está agradecida con Dios. Conviértalo en un hábito diario, a la misma hora y en el mismo lugar. Con el tiempo, verá que la gratitud se convierte en una reacción natural en su vida. Algunos días serán mejores que otros, pero cada vez que el tanque de agradecimiento comience a vaciarse, lea nuevamente las listas diarias de sus bendiciones. Página tras página. Ejemplo tras ejemplo. Usted encontrará razones tangibles al ver cómo la mano bondadosa de Dios sostiene su vida. Usted está garantizada tener más bendiciones que problemas cualquier día.


Descubriendo la "Joya Faltante" de la Iglesia
Adoración . . . pensemos en la adoración. ¿Cuándo fue la última vez cuando usted decidió dejar de jugar a la “iglesia” y en realidad empezó a adorar?
Si la verdad se dijera, muchos creyentes no tienen ni la menor idea de lo que es la adoración. Nos preguntamos:
¿Quiere decir adorar que tengo que levantar las manos cuando canto y oro, como hacen algunos?
¿Quiere decir adorar que tengo que cerrar los ojos e imaginarme algo celestial, a fin de no distraerme por algo terrenal?
¿Quiere decir adorar que es preciso que sienta algo como éxtasis, casi rayando en lo sobrenatural?
¿Qué mismo es adorar? y, ¿es en verdad así de raro? En 1961, mientras hablaba a los pastores de las Iglesias Evangélicas Asociadas de Canadá, el finado A. W. Tozer dijo que la adoración “es la joya faltante en el mundo evangélico moderno.” Pienso que fue un profeta adelantado a su tiempo.
Permítame preguntarle: ¿adora usted cuando va a la iglesia? “Sí,” dice usted, “me encanta la enseñanza bíblica en nuestra iglesia.” Esa no es mi pregunta. “Ah, sí, la música es maravillosa.” Esa tampoco es mi pregunta. Sé que usted ama la Biblia. Usted no respaldaría este ministerio si no lo hiciera. Probablemente también le encantan los cantos. No le estoy preguntando eso. Le estoy preguntando: ¿adora usted?
Mi gran preocupación es que tendemos a jugar “a la iglesia.” Aprendemos cómo vestirnos, cómo sentarnos, y cómo vernos. Aprendemos las palabras de los cantos. Pero, ¿qué es nuestro enfoque cuando los entonamos? Mientras estamos cantando: “Castillo fuerte es nuestro Dios,” estamos pensando: ¿En qué estaba pensando ella para ponerse semejante vestido? “Defensa y buen escudo.” ¿Apagué las luces del coche? Podemos hacer todo eso y ni siquiera cambiar nuestra expresión facial. Eso no es adoración; eso es jugar a la iglesia. Cuando en realidad me dejo llevar por el asombro, el amor y la alabanza, tengo que decirles, que hay ocasiones en que ni siquiera me acuerdo de mi nombre.
He estado en reuniones en donde la adoración ha sido tan, por falta de una mejor palabra, densa, tan densa con la presencia de Dios, que me faltan los medios para preocuparme por alguna otra cosa o alguien más, incluyéndome yo mismo. Me ha capturado por completo la alabanza de mi Dios.
Esto no tiene que ver con que uno vaya a una iglesia carismática o no carismática. No importa si es denominacional o no denominacional. No importa si es urbana o rural, grande o pequeña. Uno puede tener música contemporánea o cantar los signos más tradicionales y con todo perderse la maravilla de la adoración. La adoración no está ligada a una denominación ni depende de cierto estilo. ¡Es muchísimo más que todo eso!
¿Qué es, entonces, adoración? El Dr. Ron Allen, compañero mío en el seminario y ahora profesor del Seminario Teológico de Dallas, excava hondo cuando escribe:
“La adoración es una respuesta activa a Dios por la cual declaramos su dignidad.
La adoración no es pasiva; sino participativa. La adoración no es simplemente una emoción; es una respuesta.
La adoración no es simplemente un sentimiento; es una declaración. . . .
En inglés la palabra adoración expresa de manera hermosa el acto que describe. El término significa “atribuir valía
o dignidad” a algo o a alguien.”
El profesor Allen continúa explicando que usamos la palabra de manera demasiado suelta cuando decimos que “él adora su coche” o “ella adora a sus hijos.” A menos que el coche tenga valía suprema en la vida de ese hombre, o que los hijos de ella sean el valor más alto para ella, entonces no estamos usando el término de manera apropiada.
Esa es la joya faltante; adorar a Dios adscribiéndole suprema dignidad, porque sólo Él es digno. Note que no digo: “Adorarle con cantos . . . adorarle con enseñanza.” Le adscribimos dignidad en nuestra enseñanza, en nuestros cantos, y en nuestras oraciones. Sólo Él es asombroso. Esa es otra palabra que nosotros hemos abaratado asignándola a objetos hechos por manos humanas. Un coche no es asombroso. Ninguna película es asombrosa. Sólo Dios es asombroso. Él extrae de mí el asombro, lo que me impulsa a buscar maneras para expresar la dignidad de Dios.
Desdichadamente, la mayoría de nosotros alabamos al predicador más de lo que alabamos a nuestro Dios. Sólo Dios es el tema de nuestra alabanza y objeto de nuestra adoración. Hemos perdido eso. Lo perdemos cuando nuestro enfoque horizontal se más fija en las personas y las cosas, antes que en lo vertical, en Dios. Con razón estamos llegando a ser gente llena de preocupaciones antes que de adoración.
Se ha vuelto demasiado común para los estadounidense entregar todo lo que son a su trabajo . . . pero no sacrificar nada para adorar a Aquel que dio su vida para salvar la nuestra. Deténgase y piense. ¿Es así usted?
¡Qué generación más extraña! Gente que juega a la adoración. Eso debe afligir el corazón de nuestro Dios. Usted está oyéndolo de un hombre al que le encanta jugar y reírse. Pero pienso que hay ocasiones cuando hay que dejar a un lado el juego y la risa, y en adoración concentrarnos completamente en Dios. Tales ocasiones nos permiten redescubrir la “joya faltante.”
Inicio
Descubriendo las Puertas del Hades
Era el más horrible de todos los dioses de la mitología griega, con cuernos de cabra en la cabeza, cascos de cabra en lugar de pies, y con el cuerpo recubierto de pelambre de cabra. Pero este medio hombre, medio dios y medio chivo, Pan, era alegre, y andaba brincando por los matorrales y montañas, tocando su flauta de caña. Fue entre los árboles y riscos escabrosos de Cesarea de Filipo que se levantó el templo a Pan. En la base de este templo había una cueva larga que los que lo adoraban pensaban que era la puerta al más allá. Los adoradores arrojaban cabras desde el precipicio a la boca de la cueva con la esperanza de que su sacrificio fuera aceptable a Pan.
Fue en las cercanías de esta gruta, la supuesta entrada al Hades, que Jesús prometió: “edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” (Mateo 16:18). Empezando con un pequeño grupo de marginados judíos en Jerusalén hace dos mil años, Cristo edificó su iglesia para que llegara incluso a las partes más remotas del mundo. Y desde ese día hasta hoy, Satanás ha intentado destruir a la iglesia de Cristo; y sin embargo ella persiste. A pesar de controversias, guerras y divisiones denominacionales, la iglesia continúa como el medio por el cual Dios anuncia a un mundo oscuro y moribundo que la luz de la vida ha venido en la persona de su Hijo, Jesucristo.
Tomado de Derrick G. Jeter, “Discovering the Gates of Hades,” en The Church Awakening: An Urgent Call for Renewal Bible Companion (Plano, Tex.: IFL Publishing House, 2010), 9. Copyright © 2010 por Insight for Living. Reservados mundialmente todos los derechos.

Día del Juicio
Hebreos 9:27; Apocalipsis 20
El “libro de la vida” es un concepto del Nuevo Testamento que tiene raíces profundas en el Antiguo Testamento (Éxodo 32:32-33; Daniel 12:12; Malaquías 3:16). Los creyentes durante los tiempos del Antiguo Testamento eran salvados por gracia, por fe, al honrar el antiguo pacto. Cuando Jesús inició el nuevo pacto les dijo a los discípulos: “regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10:20). Pablo animó a los creyentes con un recordatorio de que sus nombres estaban escritos en el libro de la vida junto con los de otros siervos fieles de Jesús (Filipenses 4:3), y el autor de Hebreos declaró que la iglesia se compone de los “que están inscritos en los cielos” (Hebreos 12:23).
A fin de que el nombre de alguien conste en el libro de la vida, ese individuo debe rechazar la noción de que su propia justicia bastará. Como el apóstol Pablo escribió: “el hombre [o mujer] no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” (Gálatas 2:16). Los creyentes, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida, nunca son juzgados por sus obras ni estarán presentes en el juicio ante el gran trono blanco.
Apocalipsis 20:12 nos dice que hay otro conjunto de libros que registran las obras buenas y malas de toda persona.
Al fin del tiempo como tiempo, cada persona será juzgada por el contenido, bien sea del libro de la vida o del conjunto de libros que registraron sus obras. Toda persona tiene la opción de rechazar el libro de la vida y con eso hacer que su vida sea juzgada por las obras anotadas en los otros libros. Si todo lo que tiene allí son buenas obras, sin que haya absolutamente ningún pecado, esa persona será digna del cielo. Sin embargo, el estándar de Dios es completa perfección moral. Si Dios halla apenas un pecado registrado allí, por pequeño que sea, la sentencia será una eternidad de sufrimiento en el lago de fuego. Nadie, excepto el Hijo de Dios, jamás ha vivido sin pecar (2 Corintios 5:21). Y debido a que todos somos seres humanos con naturaleza depravadas, viviendo en un mundo caído, nadie jamás lo logrará (Romanos 3:23).
Felizmente tenemos la oportunidad hoy de escoger cuál historial se usará al fin del tiempo. Sin embargo, cuando morimos, ya será demasiado tarde. Cuando los seres humanos comparezcan delante de Dios, los creyentes para recibir recompensas y los no creyentes en el juicio ante el gran trono blanco para recibir castigo, Dios simplemente estará extendiendo las consecuencias de la decisión que tomamos mientras estábamos en la tierra.
¿Cómo recibimos la vida eterna? Una palabra: Cristo.
Y, ¿cuándo debemos tomar esa decisión? De nuevo, una palabra: Ahora.
El propósito de Juan al describir el juicio ante el gran trono blanco es claro. Con escalofriante sencillez y candor revela las consecuencias eternas de rechazar la dádiva divina de salvación por gracia y por fe en Jesucristo. Esta decisión no hay que posponerla, porque la vida de cualquiera puede terminar antes de que salga el sol mañana. En el momento de la muerte del individuo, la decisión que ha tomado quedará sellada para siempre.
Escoja sabiamente
Dios es Dueño de Todo
Oscar Wilde, dramaturgo y autor irlandés de años idos, escribió en El retrato de Dorian Gray: “Los jóvenes, en estos días, se imaginan que el dinero lo es todo . . . ¡y cuando envejecen lo saben!”1 Mi declaración favorita en cuanto al dinero la dijo una comediante hablando de las necesidades de una mujer: “Del nacimiento a los dieciocho años una mujer necesita buenos padres; de los dieciocho a los treinta y cinco necesita una buena figura; de los treinta y cinco a los cincuenta y cinco necesita una buena personalidad; y de los cincuenta y cinco en adelante, ¡necesita dinero!”2
Por importante que pueda ser el dinero, todos nos damos cuenta de que hay cosas que no puede comprar. Considere estos ejemplos:
El dinero puede comprar medicina, pero no salud.
El dinero puede comprar una casa, pero no un hogar.
El dinero puede comprar compañeros, pero no amigos.
El dinero puede comprar diversiones, pero no alegría
El dinero puede comprar alimentos, pero no apetito.
El dinero puede comprar una cama, pero no descanso.
El dinero puede comprar un crucifijo, pero no un Salvador.
El dinero puede comprar la vida buena, pero no la vida eterna.
Cuando se trata de dinero y posesiones materiales, demasiados de nosotros, para ser completamente sinceros, dejamos que las cosas que poseemos nos posean. Somos esclavos que sirven a un implacable capataz, gastamos toda la vida ganando dinero a fin de comprar cosas que envejecen, o se dañan, o necesitan reparación. Y entonces tenemos que tener más dinero para reemplazar o reparar todas esas cosas. Pero permítame darle cinco palabras sencillas que le darán libertad, libertad financiera real. Estas palabras no son mías originalmente, y para serle sincero, no suenan muy profundas, pero nunca he encontrado en todos mis estudios otras cinco palabras que puedan libertarnos mejor de la esclavitud financiera. Son éstas: Dios es dueño de todo.
Mire con atención estos versículos.
Éxodo 19:5: “Mía es toda la tierra.”
Deuteronomio 10:14: “He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella.”
Job 41:11: “Todo lo que hay debajo del cielo es mío.”
Salmo 24:1: “De Jehová es la tierra y su plenitud; / El mundo, y los que en él habitan.”
1 Corintios 6:19: “¿No saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios les ha dado, y que el Espíritu Santo vive en ustedes? Ustedes no son sus propios dueños” (VP).
1 Corintios 7:23: “Ustedes han sido comprados por un precio” (RVC).
1 Timoteo 6:7: “Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.”
Sin nuestro Dios, seríamos cadáveres en bancarrota. Todo lo que tenemos es de Él. Nacemos en este mundo con nuestras manos vacías, y nos vamos de este mundo no sólo con manos vacías sino vistiendo ropa sin bolsillos. Cuando uno se detiene a pensarlo, nuestras almas tampoco tienen bolsillos. No nos llevamos nada. Dios es dueño de todo.
El teólogo Juan Wesley lo dijo de esta manera: “Cuando el Dueño del cielo y de la tierra te dio el ser, y te puso en este mundo, te puso aquí no como propietario, sino como mayordomo.”4
Mayordomía es administrar los tesoros de Dios a la manera de Dios, para los propósitos de Dios y siempre para la gloria de Dios. Empezamos la vida con nuestras manos abiertas de par en par y nada en ellas. Conforme maduramos, por la gracia de Dios, Él permite que ciertas cosas sean puestas en nuestra posesión, pero ninguna de ellas de propiedad nuestra. Recuerde, Él es dueño de todo en el cielo y en la tierra. Todo es de Él.
Así que, para agradarle, hay que vivir nuestras vidas con manos abiertas. Aceptando lo que Él nos confía sólo como mayordomos, nunca como dueños. Sin atrevernos a empuñar las cosas que Él nos confía. Sosteniendo todo flojamente. Manteniendo simplemente los tesoros que Él nos confía, invirtiéndolos sabiamente nunca olvidando que en cualquier momento Él puede quitarnos lo que Él quiera, pues ese es su derecho soberano. Ese tiempo puede ser en la mitad de nuestras vidas cuando nos sentimos lo más prósperos. Puede ser temprano en nuestra vida, cuando pensamos que nos hemos ganado el derecho de ganar mucho y gastar mucho. Puede ser tarde en la vida cuando todos los ahorros se han gastado y tenemos poco que esperar excepto un nido vacío.
Volvemos a lo que dijimos al empezar: Dios es dueño de todo. Usted nunca estará en problemas financieros si recuerda esas cinco palabras. Ellas revolucionarán su manera de pensar en cuanto a finanzas. Quisiera que la frase, “Dios es dueño de todo” apareciera en toda chequera, en todo bolsillo, en toda declaración de impuestos, en toda transacción de acciones, en toda tarjeta de crédito, en toda hipoteca, en todo título de vehículo, en todo contrato de bienes raíces y en toda transacción de negocios. Quisiera que todo lo que tuviéramos en nuestros hogares, tuviera estampado este recordatorio en gordas letras de molde.
Richard Foster en un excelente libro sobre la vida disciplinada escribió:
Cuando Jesús usó el término arameo mamón para referirse a la riqueza, estaba dándole un carácter personal y espiritual. Cuando declara: “Ustedes no pueden servir a Dios y a mamón” (Mateo 6:24), está personificando a mamón como un dios rival. . . . Mamón es el poder que trata de dominarnos.”5
Me encanta la manera en que Foster lo expresa: el dinero es un “dios rival” que “trata de dominarnos”; igual que el sexo o la fama. Deténgase y piénselo por un momento. ¿En realidad vive usted su vida con las manos abiertas? O, ¿se halla luchando con la codicia, aferrándose a las cosas, al dinero, a las inversiones, a la influencia?
La poetisa Martha Snell Nicholson lo dice mejor de lo que yo pudiera decirlo:
Una por una me quitó,
Todas las cosas que yo valoraba más,
Hasta que quedé con las manos vacías;
Todo juguete reluciente se perdió.
Y recorrí los caminos de la tierra, afligida,
En mis harapos y pobreza.
Hasta que oí su voz invitándome:
“¡Alza a mí esas manos vacías!”
Así que alcé mis manos al cielo,
Y Él las llenó con un almacén
De sus propias riquezas trascendentes
Hasta que no pudieron contener más.
Y al fin comprendí
Con mi mente necia y embotada,
¡Que Dios no PODÍA verter sus riquezas
En mis manos ya llenas!6
Confíe en Él. Déjelo. A usted se le ha dado una tarea principal: ser buen mayordomo de lo que Él le ha confiado; nada menos; nada más. Dios es dueño de todo.
El Autor

Con afecto,
Rubén Agosto 2016





Publicado 3 days ago por Ruben Vernal
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Aug
8
Visión para Vivir 6



El poder de un nombre

“Yo y el Padre uno somos” Juan 10:30



Visión para Vivir 6
Charles R. Swindoll y Carlos A. Zazueta

¿Cómo Puedo Encontrar Libertad Sobre la Culpa del Pecado Sexual?
Pregunta: Yo tenía 19 años y estaba embarazada cuando me casé con mi primer esposo. Estuvimos juntos por casi dos años antes que él me dejara por otra. Mi segundo esposo era un alcohólico, y nos divorciamos hace cinco años. Acepté a Cristo poco después del divorcio, e hice un compromiso firme de seguir a Cristo. Me enamoré de un señor Cristiano, y pensaba que él me amaba. Me presionó a tener relaciones sexuales y nos acostamos juntos algunas veces, y después me dejó. Después de esto, me sentía tan avergonzada que comencé a tomar y acostarme con otros hombres que conocía en los bares. Me siento tan sucia y usada. Me siento adormecida por dentro; me siento como que si he perdido mi alma. Estoy desesperada por regresar a Dios, pero me siento tan desconectada de su presencia. ¿Qué hago?
Respuesta: Nos duele mucho por el dolor que usted está pasando y la desesperación que usted siente. Sus palabras están emocionalmente intensas—sucia, perdida, desconectada. Está cargada de una carga pesada a causa de su pecado. Tal vez está enojada con si misma, también por confiar en un hombre que decía ser un cristiano. Su sentir adormecido, mucho como un golpe emocional, es la manera su mente se confronta con el dolor. Ha apagado la mayoría de sus sentimientos, incluyendo su sentir cerca de Dios—lo cual meramente refuerza su conclusión que Dios la condena.
Entienda, por favor, que su fracaso moral no corta su relación con Dios. Dolor por el pecado debe conducirse al arrepentimiento y perdón-y una vez perdonado de su pecado, el pecado y la vergüenza se va. La Biblia promete que si confesamos nuestro pecado al Señor Jesucristo, "Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). Confiese su pecado este momento, y aprópiese del perdón de Cristo.
Repasando sus pecados, usted menosprecia la gracia que Dios le da en Jesucristo. Es como si usted le está diciendo que su pecado es tan grande que la gracia de Dios no es suficiente para cubrirla. Pero eso no es verdad, según la Palabra de Dios:
“Y Él ha dicho a mí, Bástate mi gracia, porque mi poder se
perfecciona en la debilidad." (2 Corintios 12:9)
Cristo murió para perdonarla de cada fracaso-ninguno de los cuales son una sorpresa para Dios. Dios, quien la creó, que sabe todos sus pensamientos y todos sus días no está sorprendido por sus faltas. Él la eligió y la llamó y la salvó, todo este tiempo sabiendo que usted lucharía con pecado sexual. Encontramos esto tan duro de entender porque nosotros no somos tan dispuestos a perdonar así. Rechazaríamos probablemente a alguien que ha hecho las mismas cosas-y porque otros la han rechazado, tal vez usted misma teme que Dios mismo actúa de la misma manera. Pero Dios jamás la rechazará. Él la ama, a pesar de todo.
Si usted desea saber cómo es el amor de Dios, lee la descripción bíblica del amor verdadero en 1 Corintios 13, y substituya la palabra “amor” con la palabra “Dios”. Dios es amor (1 Juan 4:8), así que lo que es verdad del amor verdadero es verdad de Dios mismo.
"Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). ¡Este versículo se aplica a usted! Ninguna condenación la espera, no importa lo qué usted ha hecho. Usted es salvada y preciosa al Señor, y nada puede romper su relación con Él (Romanos 8:38-39).
Castigarse por lo que usted ha hecho podría parecerse la cosa correcta de hacer. Sin embargo, los sentimientos de culpabilidad tienen la tendencia de cancelar sus sentimientos de la cercanía a Dios, que es su recurso más grande al conquistar el futuro pecado sexual. Según Gálatas 5:16, si usted "vive por el Espíritu, no seguirá los deseos de la naturaleza pecaminosa."(NVI). Como creyente, usted tiene el Espíritu de Dios, y usted desea hacer lo justo ante su Señor. Usted todavía tiene la carne, sin embargo, que significa usted todavía lucha con la tentación. La única manera de encontrar la victoria sobre estos pecados es confiar en el poder del Espíritu Santo dentro de usted. Para hacer esto, usted debe mantener su comunión con Dios. Vaya a Él cuando usted se sienta avergonzada, cuando usted haya fallado, cuando usted se encuentre triste. Ruéguele a Él, clame a Él, y consuélese en su amor por usted.
Usted está bien consciente de la profundidad de nuestra corrupción y cómo inmerecidos somos de la gracia de Dios. Ahora agréguele sabiduría a ese conocimiento, llevándola a Dios a través de Cristo en vez de llevándola lejos de Dios por los sentimientos de culpabilidad. Sepa que Él la ama, Él la perdona, Él la limpia, y Él nunca la dejará o abandonará (Hebreos 13:5).
Después, intente entender porqué usted se encuentra tan débil en esta área. ¿Usted asocia ser amada con tener sexo? Esto sucede a veces cuando, durante nuestro desarrollo como adolescentes (un período cuando todos somos muy inseguros), llegamos a la intimidad sexual con el sexo opuesto y lo utilizamos como nuestra manera de sentirnos seguros. Siendo amado se equivale con la atracción sexual, y tener sexo nos hace sentir seguros. El problema es, por supuesto, que como creyentes, nos encontramos con más angustia en las cosas que pensábamos nos traerían consuelo. Aun así pues, la lucha puede ser bien fuerte.
Así como usted busca respuestas, busque a alguien que pueda ayudarla. El ponerse en contacto con nosotros fue su primer paso. Ahora invite a alguien en quien usted pueda confiar a ayudarle a trabajar con este asunto, quizás a una consejera femenina. Esta persona puede ser alguien en la iglesia o ella puede ser una consejera cristiana profesional. Pero el tiempo ha llegado a permitir que la luz sanadora de Dios brille en este secreto profundo que anda buscando a destruirla.
El pecado comienza a perder su control sobre nosotros cuando rompemos el sello del secreto y permitimos que otros caminen con nosotros y que nos mantengan responsables. Siendo vulnerable en una relación segura con un amigo también le enseñará sobre la intimidad sana. La intimidad sexual ha sido su atajo a sentirse segura. La intimidad verdadera se desarrolla entre dos personas en una relación de confianza y de compromiso. Si usted puede comenzar a desarrollar este tipo de amistades con otras mujeres, esas habilidades transferirán a sus relaciones futuras con los hombres. Esto podría ser una cosa asustadiza para usted porque implica el revelar un secreto profundo, pero este paso es importante para conquistar la tentación.
Mantenga sus ojos bien enfocados en la meta bíblica de una relación matrimonial íntima de compromiso que esté edificada sobre los principios divinos. Los hombres que usted ha conocido en el pasado no son los que usted desea en un marido. No son obedientes a Dios, no son sexualmente puros, ni van a querer protegerla y sacrificarse por usted, así como Dios llama a los maridos hacer en Efesios 5:25-28:
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviera mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa y sin mancha, Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.”
Saber esto debe ayudarla a soltarse de ellos, porque finalmente ellos no pueden darle lo que usted está buscando. Espere al hombre que esté comprometido con el Señor y que sacrifique su deseo de mantenerse puros el uno al otro delante de Dios. Nunca baje su meta para tener a alguien que no demuestre este compromiso con el Señor y con usted; al final, una relación que le falta este compromiso, no satisfará.
Mientras que usted comienza a hacerse frente a estas cosas, determine de llenar su mente y su corazón de "todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad" (Filipenses 4:8).
Esta disciplina implica dos cosas. Primero, permanezca lejos de las cosas que son impuras, incorrectas, y de buen nombre. Esto significa permanecer lejos de bares y no ver ciertas películas o la TV que glamoriza esta forma de vida. Esto significa permanecer lejos de la gente o las cosas que le tientan al pecado. En segundo lugar, llene su vida de buenas cosas. Fije las metas para mejorar su situación. Siga escuchando Visión Para Vivir, invierta el tiempo en oración, lea su Biblia, tenga diversión sana con los amigos, e involúcrese bien en una iglesia sana.
Esto será difícil de cambiar, pero usted puede hacerlo, en el poder de Cristo. La Palabra de Dios nos dice:
“No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla” (1 Corintios 10:13 NVI).
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:13).
“El quién le llama es fiel y él lo hará” (1 Tesalonicenses 5:24 NVI).
Estos versículos acentúan la fidelidad de Dios. Usted puede depender de Él y de su amor leal para guardarla y dirigirla mientras que usted se mueve adelante en Su gracia.

Cómo Reconocer una Iglesia Saludable
Está usted en el proceso de buscar una iglesia? Eso puede ser un reto, ¿no es así? Muchos de nosotros tendemos a basarnos en cuatro factores para hacer nuestra elección: denominación, estilo de música, tamaño, y ubicación. Pero esos por sí solos no pueden decirle lo más importante: ¿es una iglesia saludable?¿Cómo encuentra usted una iglesia saludable? Este artículo le dará a usted algunas ideas. Pero primero, y más importantemente, ore. Pídale al Señor que lo guíe en su búsqueda. Entonces, a medida que usted sigue Su dirección, manténgase sensitivo a las siguientes seis cualidades esenciales de una iglesia saludable.
#1: Dios obtiene la gloria
Los edificios pueden ser preciosos, los pastores pueden ser dotados, y la música puede ser maravillosa, pero lo más importante es que su corazón y su mente sean dirigidos hacia el Señor. Glorificar a Dios significa magnificarlo y exaltarlo; llamar atención a Su grandeza, a Su amor, a Su gracia. El salmista cristaliza esta verdad en su oración al Señor:
No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad. (Salmo 115:1)
Por alguna razón, es sorprendentemente fácil para nosotros atraer la atención hacia nosotros, ¿no es así? Magnificamos la personalidad de un pastor y exaltamos la brillantez de su sermón, y al hacer eso, nos volvemos un público ansioso que ha venido a ver a su estrella favorita actuar. Tristemente, Dios se vuelve un personaje de fondo en la actuación de alguien más. Eso no es lo que Su iglesia está destinada a ser.La iglesia es el lugar donde las personas van a aprender acerca de la naturaleza de Dios y Su voluntad, para ser formados por Él a ser Su pueblo, y para profundizar su relación de amor con Él. Así que en una iglesia saludable, Dios es la “estrella”, y la música y la predicación dirigen el centro de atención hacia Él.
#2: Jesucristo, el Hijo de Dios, es el centro
Sin Jesucristo y Su evangelio, no habría iglesia, porque no habría cristianismo. Glorificar a Dios también significa glorificar a Su Hijo, Jesucristo, que es “es el resplandor de su Gloria y la expresión exacta de su naturaleza” (Hebreos 1:3). Entonces, una iglesia saludable es una iglesia centrada en Cristo. El evangelio de Jesucristo será preeminente, llevando al pueblo de Dios a regocijarse en la salvación de Cristo, descansar en Su perdón, seguir Su ejemplo, y obedecer Su enseñanza. Como el Padre ha “exaltado hasta lo sumo” a Su Hijo, así también debemos hacerlo nosotros (vea Filipenses 2:9-11).
#3: Dios es verdaderamente adorado
¿Ha usted visitado alguna vez una iglesia donde se leían las Escrituras, se cantaban cantos, y se predicaba un sermón, pero de alguna manera la adoración no estaba presente? Lo deja a usted sintiéndose como si estuviera vacío y desconectado del Señor, ¿no es así?La adoración no puede ocurrir a no ser que el corazón esté envuelto. Una iglesia saludable adorará desde el corazón, buscando ser sensitiva a la impresionante presencia del Señor (vea el Salmo 95).
En una iglesia saludable, una que se reconoce con gratitud como “las ovejas de Su mano”, usted debe poder sentir
una reverencia respecto a la Palabra del Señor,
alabanza sincera en la música tocada y cantada,
y deleite en el Señor y amor por Su pueblo en las palabras del sermón.
En una iglesia saludable, el amor por el Señor estará detrás de todo lo que se hace (vea 1 Corintios 13), atrayendo los corazones de las personas para que ellas puedan venir ante el Señor como una comunidad adoradora.
#4: La Palabra de Dios no es solo enseñada sino también aplicada
Una iglesia floreciente también se distingue por su devoción a aprender y vivir la Palabra de Dios. ¡Qué privilegio es para nosotros tener la Biblia! La propia revelación del Señor “inspirada por Dios” de Su naturaleza, Su corazón, Sus acciones, y Su voluntad (vea 2 Timoteo 3:16 NVI). Es emocionante entrar a su presencia a través de Su Palabra; o debe serlo. La oración del salmista puede hacer mucho para moldear nuestras expectativas: “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18).
No es suficiente, sin embargo, contemplar Su Palabra y mantenerla guardada en nuestras mentes. Debemos vivirla, obedecerla, tener nuestras vidas moldeadas por ella. Jesús mismo enfatizó la importancia de aplicar Su enseñanza:
“Cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca.” (Mateo 7:24-25)
El Señor nos ha dado Su Palabra para (1) enseñarnos sobre Sí Mismo, (2) mostrarnos el camino de la salvación y de la vida, (3) ayudarnos a crecer en sabiduría y hacernos maduros, (4) estabilizar nuestra fe en tiempos de pruebas, y (5) poder detectar y enfrentar el error, solo para nombrar algunas cosas.
Así que es crucial que la enseñanza de un pastor
esté basada en las Escrituras, no en libros populares o en sus propias opiniones o motivos de enfado,
sea personal en lugar de teórica, lo cual pudiera crear indiferencia,
sea relevante, mostrando cómo la verdad de Dios es tan aplicable para hoy en día,
sea balanceada con humildad, amor, y gracia, para evitar intolerancia y orgullo, y
ser solamente el medio para conseguir un fin: conocer y adorar a Su autor, no a la Biblia misma.
#5: El amor de Dios puede ser visto y sentido
Compasivo… bondadoso… humilde… manso… paciente… perdonador… amoroso. Estas son las cualidades por las cuales Dios quiere que Su pueblo sea conocido, porque estas cualidades reflejan quién es Él (vea Colosenses 3:12-14). ¿Recuerda usted la última conversación de Jesús con sus discípulos en el aposento alto? Después de lavar sus pies con humildad y mansedumbre, Jesús les dijo, “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; así como yo os he amado … En esto conocerán todos que sois mis discípulos” (Juan 13: 34a, 35a).
Entonces, una iglesia saludable será distinguida por la atención y la empatía de sus miembros unos por otros. Se sentirá como una familia en lugar de una corporación. Y rebozará un cálido espíritu de bienvenida que libremente comparte el regalo de la gracia de Dios.
#6: Las buenas nuevas de Dios les serán expresadas a otros
La iglesia del Señor no es un club campestre exclusivo que disfruta en un resplandor de gloria privada, sino es “una ciudad situada sobre un monte” y “la luz del mundo” que llama a las personas “de las tinieblas a su luz admirable” (Mateo 5:14; 1 Pedro 2:9). Al igual que Jesús vino “a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10), así es nuestro llamado ahora de buscar a los perdidos y decirles del Salvador.
Así que una iglesia saludable estará activamente preocupada por el mundo fuera de sus paredes. Orará por aquellos que no conocen el amor de Dios o se han alejado de Él. Alentará y entrenará a su gente (sin presionar) a expresar su fe a otros; ya bien sea en su trabajo cotidiano u ofreciendo ayuda a los necesitados en su comunidad. Y les enseñará a tratar a los incrédulos con respeto, manteniendo su dignidad y permitiendo que el Espíritu Santo obre en ellos a Su manera y en Su tiempo.
Cuando usted encuentra una iglesia con estas seis cualidades, ¡usted ha avanzado mucho para encontrar una iglesia saludable! Para mayor guía espiritual en su búsqueda, por favor lea los pasajes a continuación. Y Dios lo bendiga en su búsqueda para encontrar su iglesia.
Véase:
Salmo 29
2 Corintios 1:3-4
Salmo 105
Efesios 1:22-23; 4:1-6, 11-16
Salmo 119:9-16, 97-104
Filipenses 2:1-11
Juan 4:23-24
1 Tesalonicenses 2:3-13
Hechos 2:43-47
Hebreos 13:15-17
Romanos 12
Apocalipsis 2-3

Cómo Resistir la Tentación
Se conocía a Marco Antonio como el orador de pico de oro de Roma. Fue un brillante estadista, estupendo guerrero, dirigente valiente y fuerte. Tenía todas las cualidades necesarias para llegar a ser gobernante del mundo. Sin embargo, también tenía una falta fatal de debilidad moral; tanto que su tutor personal en una ocasión le gritó en la cara: “Oh Marco, oh niño colosal, capaz de conquistar el mundo pero incapaz de resistir la tentación.”
Todos enfrentamos tentaciones, el deseo de desobedecer a Dios para hacer cosas a nuestra manera. La tentación cuelga el tentador fruto del placer, prestigio y poder frente a nuestros ojos y nos susurra al oído que está allí para que lo tomemos. No pensamos en las consecuencias. Nunca pensamos en el alto precio del pecado, y la culpa y el daño que siempre resulta.
¿Cómo puede uno resistir la tentación cuando aparece? ¿Qué nociones nos ofrece la Biblia en cuanto a la tentación para armarnos para la batalla?
La Tentación Es Inevitable
La tentación es más peligrosa cuando nos sorprende con la guardia baja. Así que no permita que lo pesque desprevenido. Recuerde que nadie, ni siquiera el creyente más maduro, está libre de la tentación. El primer principio es este: la tentación es inevitable. Santiago empieza su consejo sobre la tentación con una afirmación de certeza: “Que nadie diga cuando es tentado: . . .” (Santiago 1:13a, énfasis añadido). Nótese que Santiago no dice “si,” sino “cuando.”
La Tentación Nunca Viene de Dios
La segunda noción tiene que ver con la fuente de la tentación. Sigamos con el pensamiento de Santiago en el versículo 13:
Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque
Dios no puede ser tentado por el mal y Él mismo no tienta a nadie.
(Santiago 1:13)
Al principio de la Guerra Civil en los Estados Unidos los soldados a menudo estaban confusos como lados opuestos porque ambos ejércitos llevaban uniformes azules. Rápidamente, los Confederados hicieron sus uniformes más distintivos: los hicieron grises para que sus soldados pudiera reconocer a amigo o enemigo.
Saber contra quien se pelea es un requisito previo para cualquier batalla; de otra manera uno puede accidentalmente disparar contra sus amigos. Su Padre celestial nunca lo tienta. Puede permitir las pruebas, pero nunca le pide que haga el mal. Recuerde cuando es tentado que el Señor no es el enemigo.
La Tentación Sigue un Patrón Consistente
Si el Señor no es el autor de la tentación, entonces ¿quién es? Para hallar la respuesta, según Santiago, no hay que mirar más allá de su propio corazón:
Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su
propia pasión. Después, cuando la pasión ha concebido, da a luz el
pecado; y cuando el pecado es consumado, engendra la muerte.
(Santiago 1:1415)
Dentro de su corazón residen deseos degenerados que, una vez estimulados, sigue un patrón consistente. Darse cuenta del ciclo de tentación, deseo, pecado y muerte puede ayudarle a detenerse antes de que sea demasiado tarde.
Le ponen la carnada enfrente de usted. Satanás es un enemigo astuto. Lo conoce demasiado bien como para que usted baje la guardia. Sabe sus debilidades y secretos, y sus deseos (de pecado). Aunque Satanás no puede leer el pensamiento, sí conoce a las personas. Ha tenido mucha práctica. Cuando usted es tentado, puede dar por sentado que Satanás está aprovechando la mejor oportunidad para descarriarlo, ofreciéndole algo que usted anhela intensamente.
El deseo de pecado entra en acción. Tristemente Satanás no es su único enemigo. Desde la caída toda persona tiene una naturaleza caída, que se inclina al mal. Una parte de su corazón desea pecar. Usted entra en la zona de peligro cuando se queda en el pensamiento del pecado, saboreando el placer que podría recibir.
Usted cede al pecado. En una batalla el enemigo intentará engañar al ejército oponente. Si lo logra, el comandante enemigo llevará sus tropas a una trampa. Usted caerá en una trampa si escoge seguir lo que sabe que está mal.
La destrucción sigue. Así como el ejército que cae en la trampa del enemigo es diezmado, así también el pecado acarrea terribles consecuencias. Como la ley física de la gravedad, la ley espiritual del pecado y muerte siempre está en operación. El pecado produce destrucción en su vida y en la vida de otros. Las consecuencias pueden ser inmediatas, tal como el impacto en su matrimonio de un enredo amoroso; o pueden ser menos inmediatas, tal como perder su trabajo debido a la falta de honradez. Culpa, ansiedad, distancia en su relación con Dios, e incluso enfermedad a veces pueden ser resultados de su pecado (véase 1 Corintios 11:2330).
La Tentación Huye Frente a la Verdad
En la médula de toda tentación está una mentira. Usted tal vez recuerde la mentira insidiosa de Satanás a Eva cuando la tentó a desobedecer a Dios comiendo el fruto prohibido. Le dijo: “Ciertamente no moriréis” (Génesis 3:4). Trágicamente, ella le creyó y comió del fruto.
Jesús, en contraste, usó la verdad para luchar contra tentaciones del diablo. Cuando Satanás le ofreció el mundo si simplemente se postraba, Jesús replicó con la verdad: “AL SEÑOR TU DIOS ADORARÁS, Y SOLO A ÉL SERVIRÁS” (Mateo 4:10). El arma más efectiva que tenemos en nuestro arsenal contra tentación es la Palabra de Dios. Cuando usted oiga a la tentación susurrándole mentiras al oído, esgrima la espada de la verdad, ¡y vea cómo la tentación retrocede!
Consejo para Soldados
Los soldados efectivos están bien preparados para la batalla. Emplee estos recordatorios para ayudarle a preparar una buena defensa contra tentación.
Conozca a su líder. Sin una relación personal con Cristo usted tiene escasa posibilidad de resistir la tentación. Su Espíritu Santo le advierte del pecado y le da fuerza para resistir. Sin Cristo, usted es un soldado solitario, luchando sin ningún arma.
Siga a su líder. Las disciplinas necesarias del tiempo devocional, oración, estudio bíblico y meditación lo fortalecen y lo establecen en la fe. Los que son débiles en la fe caen fácilmente en la trampa de la seducción del pecado. Los soldados no marchan de la poltrona a la batalla; primero deben entrenarse. Sus músculos espirituales deben estar en forma para resistir los ataques del enemigo. Usted debe andar con el Señor íntimamente todos los días, y esto le armará para la batalla.
Confíe en sus compañeros soldados. Rendirle cuentas a otra persona es una táctica maravillosa para capacitarle para resistir la tentación. Para muchos, esa persona es su cónyuge. ¿Tiene usted una persona a quien le rinde cuentas: un hombre o mujer maduros que le ayudan a mantenerse enfocado en la batalla y que le hace preguntas serias en cuanto a su vida, pensamientos, hábitos y prácticas? Si usted sabe que alguien le va a hacer preguntas serias, eso puede disuadirle de que participe en alguna práctica de pecado. Con otros soldados firmes a su lado en la batalla, usted verá que el poder de la tentación se desvanece.
Niéguese a caer en los trucos del enemigo. Cuando sea tentado, sea sabio.
No se deje engañar por lo que parece ser un pecado “seguro.” Es verdad, a lo mejor nadie lo pesca. Sin embargo, nadie puede esconderlo de los ojos del Señor.
No se engañe por la persuasión de la carne. Su enemigo y sus propios deseos le restarán importancia al pecado diciendo que no hace daño. La verdad es que el pecado siempre está lleno de destrucción.
No trate con mano de seda a sus emociones. Niéguese a procurar satisfacerse pensando que usted “necesita” eso, o que no tiene nada de malo considerarlo. Rechace esas nociones acudiendo a la verdad de Dios. .
No se deje confundir por los resultados inmediatos. El pecado puede ser dulce a los labios, pero a la larga pudre los huesos. Inversamente, hacer lo correcto puede no ser agradable al principio. Puede exigir que usted rechace a un amante, que diga que no a una oportunidad, o que deje pasar un placer. Sin embargo, a la larga, el Señor siempre recompensa la obediencia. No deje que los resultados inmediatos le desvíen de su meta última de agradar a su Padre celestial.
Finalmente, no se quiere merodeando las situaciones de tentación. “Huye, pues, de las pasiones juveniles,” le aconseja Pablo al joven Timoteo (2 Timoteo 2:22a). El otro lado de la moneda de “huir” es seguir: “sigue la justicia, la fe, el amor y la paz” (v. 22b).
Mediante un andar cerca a su Padre celestial, un darse cuenta de las tácticas del enemigo, responsabilidad en su vida, y dedicación a la verdad de Dios, usted puede vencer la tentación.

Confiando en Dios en las Pruebas
Introducción
Cristina maneja torpemente sus llaves, abre la puerta, y se derriba llorando en su apartamento. “¿Por qué, Señor? Hoy de todos los días”, clama ella. La pérdida de su empleo llega como el golpe final de una larga serie de decepciones que comenzaron con su divorcio dos años atrás. Entonces vino la muerte de su padre el año pasado. Solo hace una semana ella recibió llamadas acerca de su hijo abandonando la secundaria y su mamá regresando al hospital batallando contra el cáncer. Y ahora esto. ¿Cómo puede estar ocurriendo esto?
Preguntas en medio de lágrimas llenan sus oraciones esa noche. “¿Por qué es que yo hago lo correcto, pero no hay alivio? ¿Cómo puedes permitir que eso me suceda? ¿Dónde estás, Dios?”
Algunas veces se siente como que estamos golpeando las puertas del cielo, pero nos preguntamos aun si hay alguien del otro lado. Gracias a Dios, encontramos esta misma expresión franca en los Salmos, donde hombres devotos también cuestionaron al Señor. En el Salmo 42 el salmista se lamenta, “¿Por qué me has olvidado?” (v. 9). Y en el Salmo 43 él clama, “¿Por qué me has rechazado?” (v. 2).
En el Salmo 22, David cuestiona a Dios en un momento de total desesperación.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Lejos estás para salvarme,
lejos de mis palabras de lamento.
Dios mío, clamo de día y no me respondes;
clamo de noche y no hallo reposo. (Salmo 22:1-2 NVI)
Se siente como si Dios ha abandonado a David, lo ha dejado en la miseria, lo ha rechazado. ¿Se ha sentido usted tan acongojado y solo que usted solamente susurra gemidos y quejas de angustia? ¿Dónde está Dios? ¿Lo ha abandonado a usted? Las palabras fluyen en torrentes de dolor y emoción, algunas veces agitadas por el enojo y llenas del dolor que sentimos.
Pero el salmo 22 continúa. Envuelto en una batalla entre su corazón y su mente, David dice,
Pero tú eres santo, tú eres rey,
¡tú eres la alabanza de Israel! (v. 3 NVI)
La batalla entre conocer y sentir el amor de Dios es una a la cual todos nos enfrentamos. Sabemos que Dios non tiene exactamente donde Él nos quiere, ¡pero nos sentimos aplastados por las circunstancias! Perdemos a un ser querido, una carrera, un matrimonio, un sueño. Y clamamos, “¿Cómo puedo continuar confiando en Dios?”
En este salmo, David recuerda quién es Dios y lo que Él ha hecho en el pasado. Estos dos principios de guía importantes nos pueden sacar del borde de la duda que se desmorona y guiarnos a la tierra sólida de la fe.
Recordando el corazón de Dios
Primeramente, la naturaleza fundamental de Dios es buena. Él es un Dios confiable, que libera, salva, y redime. En nuestra noche oscura de desesperación, el único lugar a donde podemos voltear es Aquel al que David volteó para clamar sinceramente al Señor, buscando en Él refugio. Nuestra esperanza se basa en recordar quién es Dios. Él es el “Santo”, dice el salmista (Salmo 22:3 NVI). Él es “compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia” (Salmo 103:8). Y a través de Jesús, tenemos acceso directo a este Rey celestial lleno de gracia.
Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna. (Hebreos 4:14-16)
La esperanza para Cristina y para todos nosotros frente a una dificultad económica, a un dolor emocional, y al aguijón de la muerte reside en conocer el carácter de Dios. La Biblia nos recuerda que Su naturaleza intrínseca es buena, no mala. Compasiva, no insensible. Fiel. Amable. Confiable.
No solamente eso, en Jesús tenemos un Salvador que ha soportado la misma punzante angustia que atraviesa nuestra alma. Isaías nos dice, “Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción” (Isaías 53:3). En la cruz Él clamó las mismas palabras que David expresó muchos años antes: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mateo 27:46). Jesús mismo sabe lo que es sentirse abandonado.
Recordando la obra de Dios
No solo encontramos esperanza en Dios porque su naturaleza fundamental es buena, sino también encontramos esperanza al recordar lo que Dios ha hecho. En el Salmo 22, David recuerda cómo Dios rescató a sus antepasados; las muchas formas en que Él liberó a la nación de Israel.
En ti confiaron nuestros padres;
confiaron, y tú los libraste;
a ti clamaron, y tú los salvaste;
se apoyaron en ti, y no los defraudaste. (vv. 4-5 NVI)
Él también recordó la bondad de Dios hacia Él personalmente:
Pero tú me sacaste del vientre materno;
me hiciste reposar confiado
en el regazo de mi madre.
Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer;
desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú. (Salmo 22:9-10 NVI)
Dependemos de Él porque Él se ha mostrado fiel en el pasado. Recordando su bondad hacia nosotros en el pasado nos ayuda a seguir adelante durante los tiempos de duda y de preguntas.
Conclusión
En su dolor, Cristina solo podía sentir la angustia de perder su empleo y la frustración de todas sus batallas. Como un Padre amoroso, Dios quiere que llevemos esas cargas a Él, que vertamos nuestros temores y nuestros dolores ante Él. Pero en medio de todo eso, Él nos ofrece la estabilidad de su carácter y los alentadores recuerdos de bendiciones pasadas. Como el maravilloso himno antiguo Gracia Admirable proclama: “La gracia me libró de perdición, Y me llevará al hogar.”
¿Qué ha hecho Dios por usted? ¿Puede usted recordar la obra de Dios en su vida?
Comience un diario. Escriba versículos que le enseñan específicamente acerca del corazón de Dios y de Su carácter.
Mantenga “Piedras de Dios” a la vista, recordatorios del cuidado de Dios, alrededor de su casa, en su coche, o en la oficina. Estas pueden ser fotografías, cuadros, flores; cualquier cosa que le recuerde la obra anterior de Dios en su vida. Como los israelitas en Josué 4, necesitamos recordatorios tangibles del impacto de Dios en nuestras vidas.
Visite lugares significativos que Dios ha utilizado a través de su vida. Exprésele a un amigo lo que Él hizo y cómo lo afectó a usted.
Vea sus pruebas como una oportunidad para acercarse más a Dios a través de la oración y la lectura de la Biblia. Decida no permitir que las dificultades causen una separación entre usted y el Señor.
Extraiga fortaleza de la familia de su iglesia uniéndose a un grupo de creyentes afectuosos que puedan apoyarlo y orar por usted mientras usted pasa a través de este valle oscuro.
Consejos sabios de una vida bien vivida
¿Qué espera Dios de usted?
Muchos no hemos pensado la respuesta a esa pregunta, aunque todos debiéramos. La respuesta determina si vivimos una buena vida o vivimos una mala vida.
El profeta Miqueas reflexionó en lo que Dios esperaba. La simplicidad de la divinamente inspirada respuesta de Miqueas impactó a la próspera sociedad de la antigua Judá. Usted también puede ser impactado.
Oh pueblo, el Señor te ha dicho lo que es bueno,
y lo que él exige de ti:
que hagas lo que es correcto, que ames la compasión
y que camines humildemente con tu Dios. (Miqueas 6:8, NTV)
Las tres frases finales de Miqueas nos dan un bosquejo para perseguir una vida bien vivida.
Hacer lo que es correcto. Para hacer lo que es correcto, necesitamos primeramente determinar lo que es correcto pasando tiempo con Dios en oración, en Su Palabra y con Su pueblo. Al descubrir el camino adecuado, debemos esperar resistencia. Pero en medio de esta resistencia, siempre debemos recordar que Dios va a supervisar Su plan y llevarlo a cabo.
Amar lo que es compasivo. Muy rara vez encontramos que el mundo es compasivo, pero nosotros podemos cultivar la compasión al reconocer que Dios es el juez, que Su mano soberana controla todas las situaciones, y al aceptar nuestras circunstancias como una bendición de Dios.
Modelar lo que es humilde. La humildad no lleva cuentas. Pero sí la acepta la responsabilidad al hacer el mal. Además, es amable y descansa en el control soberano de Dios.
Una vida bien vivida honra al Señor, inspira a otros y produce recompensas para el que la vive. Hay seis recompensas que valen la pena mencionar:
El cultivo constante de un carácter ejemplar
El alivio continuo de una conciencia clara
El deleite personal de intimidad con el Todopoderoso
El alto privilegio de ser un mentor
La recompensa suprema de terminar bien
Un legado incalculable para los que amamos
¡Eso es una vida bien vivida!

Consultemos con el Arquitecto
Uno de los planos más hermosos jamás diseñados ha sido el plan de Dios para el matrimonio. Establecido antes de que haya ningún pecado en el mundo, el matrimonio ilustra el diseño de Dios perfecto para las relaciones personales.
Consultemos al Arquitecto en cuanto a tres maneras de vivir en este maravilloso establecimiento llamado matrimonio. Usaremos Proverbios 24:3-4 como nuestra base:
Con sabiduría se edificará la casa,
Y con prudencia se afirmará;
Y con ciencia se llenarán las cámaras
De todo bien preciado y agradable.
El plan de Dios para el matrimonio es sencillo: sabiduría, comprensión y conocimiento.
“Con sabiduría se edificará la casa . . .”
Primero, pongamos el cimiento. La palabra edificar viene de una palabra hebrea que significa "restaurar." Es la misma palabra que Dios usa cuando tomó una costilla de Adán y la reconstruyó como una mujer. Dios dice que requiere sabiduría edificar ese tipo de casa. Sabiduría esencialmente quiere decir "ver con discernimiento." Es la idea de ver el cuadro en grande de algo. Cuando se escoge mirar el cuadro en grande antes que los detalles minuciosos, se edifica un fuerte cimiento.
“Y con prudencia se afirmará . . .”
Afirmar viene de una palabra hebrea que significa poner orden en algo que está atiborrado, o levantar y poner vertical algo que ha caído. Si sabiduría es ver con discernimiento, entonces esta segunda parte es responder a lo que uno ve con perspectiva. ¿Cómo se hace eso? Con prudencia. Otra manera de traducir este vocablo es "comprensión."
En otras palabras, una irritación que normalmente yo la tomaría en forma personal, ya no la tomo en forma personal. Un conflicto que interrumpe mis planes no me irrita si tengo sabiduría y comprensión. Lo veo como Dios lo ve, como bueno y necesario para mí en ese momento.
“Y con ciencia se llenarán las cámaras
De todo bien preciado y agradable.”
Aquí ciencia o conocimiento implica “percepción.” Lleva consigo una simpatía que brota del aprendizaje. Conforme crezco en el conocimiento respecto a mi esposa, aumenta mi percepción de ella. Lo digo con mis acciones: escucho, aprendo, me abro. El conocimiento, cuando se lo combina con sabiduría y comprensión, dice Proverbios, llena la casa de uno de todo bien preciado y agradable. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que la relación personal estará llena de cosas que no se queman si un incendio azota.
¡El hombre ha trastornado todo esto! Muchos se embrujan para pensar: "Todo lo que necesitamos, cariño, es más cosas." Pero la desdicha simplemente aumenta mientras nuestros cuartos estén vacíos de las riquezas de Dios. Dios dice: "Con sabiduría eso se puede restaurar. Con comprensión se lo puede poner en orden. Con conocimiento esos cuartos pueden tener las cualidades que nunca se queman."
Antes de que usted le dé este artículo a su cónyuge con las instrucciones: "Toma, corazón, lee cómo debes cambiar," recuerde que el lugar para empezar a remodelar su matrimonio es en usted. He hallado que una persona puede hallar satisfacción incluso en las circunstancias más difíciles si tiene sabiduría, comprensión y conocimiento, o está esforzándose para tenerlos. Pero también he hallado individuos que tienen una oportunidad integral, perfecta, para un hogar feliz, pero carecen de sabiduría, conocimiento y comprensión, y son muy desdichados. Es asombroso. Pídale al Arquitecto que ponga en usted un corazón de sabiduría, conocimiento y comprensión por su cónyuge.

Cuando Él no está Dirigiendo
Los días de los juegos de la infancia ya están en el distante pasado, y sin embargo las palabras del juego todavía resuenan en nuestros oídos: "¡Salgan, salgan, donde quiera que estén!" ¿Por qué el liderazgo en casa a veces parece como el juego de las escondidas? ¿Qué se puede hacer cuando un esposo no está dirigiendo?
La senda de sabiduría es seguir el plano del diseño original de Dios para el hogar. Las que siguen son cuatro pautas prácticas:
Propóngase hablar con Dios, no con otros. Como esposas, a menudo nos vemos tentadas a usar nuestras palabras para dar a conocer nuestros puntos. Un desencanto o una expectación no satisfecha nos lleva a lamentarnos en cuanto a "cómo deberían ser las cosas." El dolor aumenta, atiborrando el corazón y no dejando espacio para la gracia o el perdón. Incluso anhelos no expresados hacen eco en nuestros pensamientos. Sin embargo las Escrituras nos dan dirección clara; palabras hirientes o acción decisiva no es la respuesta. Nehemías nos muestra un camino mejor. Él vertió sus deseos sólo ante el Señor por cuatro meses antes de pronunciar la primera palabra ante el rey en cuanto a su petición de reconstruir los muros de Jerusalén (Nehemías 1:1-2:4). Es nuestra comunión con el Señor, y no nuestras palabras, lo que determina una diferencia para atraer a los líderes de nuestras familias (1 Pedro 3:12).
Libérelo de la expectación. En la médula del corazón de todo esposo hay un deseo de satisfacer las expectaciones de su esposa. En la realidad, el pedestal en que lo colocamos es demasiado alto. Ningún hombre puede ser posiblemente el Gran Conversador, Ávido Abrazador, Papá Azucarado, Gigante Espiritual, y Hombre de Familia, todo envuelto en uno. Su relación personal respirará aire fresco de la gracia cuando se abandonan las expectaciones.
Espere la obra del Espíritu Santo. ¿Quién es aquí el Espíritu Santo, después de todo? Es posible que usted haya asumido un papel que Dios nunca propuso que tuviera. Es tarea de Dios convencer y guiar a la verdad (Juan 16:8-15). Dios hizo que el matrimonio sea un compañerismo de hombre y mujer, cada uno con sus propias brechas; que se necesitan el uno al otro. Recuerde que el amor “Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:7). ¿Qué cree usted que Dios puede hacer en el corazón de su esposo?
Dé paso a las acciones alentadoras. ¿Qué conducta consagrada ve usted en su esposo? ¿Es él atento? ¿Protector? ¿Le encanta la paz? Busque los momentos cuando usted ve a Cristo resplandeciendo en su esposo, y use sus palabras para elogiarlo. Su respaldo y estímulo en cuanto a la forma en que él ejemplifica a Cristo hará honor a Dios y también a su esposo.
La meta de Dios en el matrimonio es una propuesta asombrosa. Él concibe la manera de hacer que los dos sean uno. Él declaró que un matrimonio consagrado simboliza la relación de Cristo con su esposa, la iglesia (Efesios 5:32). El buscar el deseo de Dios para su familia incluye dejar a un lado su determinación de resolver las cosas; y su mejor medio de influencia es la oración.

Cuatro Maneras en que Puede Manejar la Verdad
Piense en una mañana típica. Después de saltar de la cama, probablemente sólo pasan pocos minutos para que usted esté mirándose en el espejo. Si a usted le pasa lo mismo que a mí, casi todos los días su pelo parecerá una explosión de una fábrica de colchones, su cara parecerá la de algunos de los siete enanos, y su aliento. . . pues bien, simplemente alegrémonos de que los espejos no reflejan los olores.
Digamos que usted observa todo esto . . . pero no hace nada. Usted ignora todo el revoltijo y simplemente sale de casa para empezar su día. ¡Inconcebible! Para la mayoría de nosotros, tal escenario sería una crisis. En realidad, ¡todos nos ponemos frente al espejo con un propósito! Observamos detalladamente esa franca y dolorosa imagen con el propósito de hacer algo al respecto. Buscamos qué tenemos que corregir y no salimos de la casa hasta que cambiemos aquello que necesita cambio. De otra manera, ¿para qué mirarnos en el espejo?
Lo mismo es cierto con la Palabra de Dios. Es un espejo divino que no refleja nuestro exterior, sino nuestro interior. Sin embargo, ¿cuán a menudo leemos la Biblia, de hecho: “Necesitas prestar atención a este aspecto”? ¿Después cerramos el libro y nos vamos sin cambiar? El apóstol Santiago usa esta exacta analogía para martillar su punto: “No sólo escuchen la palabra de Dios, tienen que ponerla en práctica. De lo contrario, solamente se engañan a sí mismos” (Santiago 1:22, NTV).
Así que, ¿cómo hacemos los cambios necesarios? ¿Cómo podemos reflejar la verdad?
He descubierto una parte principal de las respuestas en los antiguos escritos del escriba Esdras. En el libro que lleva su nombre, leemos: “Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras 7:10, RVR).
Extraigo en este versículo cuatro maneras en que podemos reflejar la verdad.
Comprométase personalmente.
De acuerdo a este versículo, “Esdras había preparado su corazón” o, “había decidido.” Nunca he visto a nadie hacer una diferencia para Cristo, que no haya comenzado con una determinación en su mente. Le animo a que empiece allí. Es decisión suya encontrarse con el Señor y tomar en serio su andar con Cristo. Nadie en su familia o en la iglesia puede hacerlo por usted. La verdad nunca penetrará si usted no determina de corazón andar con Dios. Allí es donde se empieza.
Conviértase en un estudiante fiel de la Biblia.
Esdras se comprometió “para inquirir la ley de Jehová.” Como escriba, Esdras conocía la Ley. Sin embargo siguió siendo un concienzudo estudiante de la Biblia. Usted debe disciplinarse en su propio tiempo, y a su propia manera, para estudiar la Palabra de Dios en busca de dirección; tal como lo hace frente al espejo. Usted lo hace a propósito. Ese es el segundo secreto. Pero no se detenga allí.
Ponga la verdad en acción.
Vuelva al versículo 10: “Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla” (énfasis añadido). Si usted quiere reflejar la verdad, tiene que ponerla en
práctica . . . debe poner la verdad en acción. La obediencia no es inclinación sino demostración.
Cuando Esdras dispuso su corazón para hacer lo que había aprendido, con certeza tuvo que hacer frente a cuestiones de carácter, como la honradez, bondad y pureza. Nunca basta con simplemente saber la verdad. Hay que poner la verdad en acción a fin de que penetre. Pero hay un paso más.
Comparta esta verdad con otra persona.
Esdras se “había preparado . . . para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras 7:10). ¿Sabe quién aprende más en el salón de clases? El maestro. ¿Adivine quién aprende más del sermón del domingo por la mañana? El pastor. Usted aprenderá más de las Escrituras de lo que jamás se imaginó si se compromete a contarle a alguna otra persona la verdad que acaba de descubrir.
Deténgase y piense. ¡Lo más probable es que usted sabe de la Biblia más de lo que la mayoría de personas jamás aprenderán en sus vidas! Qué tremendo privilegio tiene usted. Usted ha aprendido suficiente verdad como para cambiar la atmósfera de su hogar con su actitud . . . para hacer impacto en sus círculos sociales con amor . . . para ser testigo de Cristo en su lugar de trabajo por su integridad. Usted tiene toda la verdad que necesita ahora mismo si simplemente edifica sobre ella. ¡Qué diferencia determinará eso!
Le animo a que vea su verdadero reflejo en la Biblia. Entonces comprométase personalmente a convertirse en un leal estudiante de ella. Luego ponga la verdad en acción. Rehúse dejarla en teoría. Una vez que usted acepta ese reto y decide ser una persona diferente, usted empezará a proclamar lo que Dios le está enseñando.
Es asombroso cuánto beneficio hallará en la verdad que usted ha empezado a poner en práctica en su vida.
El Autor
Con afecto,
Rubén Agosto 2016


Publicado 3 days ago por Ruben Vernal
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Aug
8
Visión para Vivir 5



El poder de un nombre

“Yo y el Padre uno somos” Juan 10:30



Visión para Vivir 5
Charles R. Swindoll y Carlos A. Zazueta
Cómo Confiar Cuando Uno Está Angustiado
Algunos tal vez enfrenten lo que fácilmente se podía llamar un problema insoluble. Es a ustedes a quienes espero animar hoy. A menudo las situaciones que no tienen respuestas humanas forman la base para que Dios haga su mejor obra.
Esto se ilustra de manera hermosa en la vida de Job, que, a mi juicio, es un ejemplo vivo de problemas insolubles. La biografía de Job incluye todo un pizarrón lleno de preguntas en cuanto al sufrimiento.
¿Es Dios justo? ¿Es esta situación justa? ¿Qué debe aprender una persona que atraviesa las aguas profundas del sufrimiento?
En Job tenemos un vistazo singular y raro dentro del velo del cielo y detrás de bastidores en la tierra.
Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella. 8 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? (Job 1:7-8).
¿Que diría Dios de usted si Él estuviera hablando con Satanás acerca de su vida? “¿No has considerado a ____________ ?” y entonces mencionara su nombre. Al describirlo a usted, ¿qué diría Dios? Con alguno de ustedes, a lo mejor sería algo muy similar a lo que dijo de Job: “perfecto y recto.”
La vida de Job era un modelo maravilloso de vida valiente. Job confió en Dios en las buenas. Ahora la escena estaba preparada para determinar si Job confiaría en Dios en situaciones humanamente imposibles.
El siguiente capítulo en la vida de Job es oscuro. Soportó pérdidas como pocos han conocido. Su casa, destruida; su familia, muerta; su salud, en ruinas; sus finanzas, eliminadas. Sus amigos cuestionaban su reputación santa.
En el largo proceso de resolver sus preguntas y luchas, Job finalmente resolvió confiar en Dios—costara lo que costara. Había adorado. Se había humillado. Se había sentado en silencio. Finalmente respondió a su esposa: “Recibo lo que Dios ha enviado. He recibido lo bueno; ahora recibo la adversidad.” Vuelva a leer eso. Es el secreto de la estabilidad.
Hallo tres razones reales por las cuales Job pudo responder de esa manera. Primero, miró hacia arriba y halló consuelo en la soberanía de Dios. Vio mucho más que las acciones de Dios; vio el corazón de Dios. Aceptó lo que Dios dio y lo que Dios quitó. Vio el amor soberano de Dios, y le dijo a su esposa: “Acaso no deberíamos recibir lo uno y lo otro sin cuestionarlo?”
Job también miró hacia adelante y recordó la promesa de Dios. En el capítulo 19 Job dijo:
“Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo” (19:25).
Job recordó la promesa de Dios de que al fin todo se resolverá. Mirando hacia adelante, sintió ánimo.
Finalmente, Job miró hacia adentro y se dejó moldear por la instrucción de Dios. Job 42:6 dice que Job miró su vida, y se arrepintió “en polvo y ceniza.” Vio que Dios le había instruido en el sufrimiento y enfermedad como de ninguna otra manera. Dijo, en efecto: “Señor, por primera vez honradamente puedo decir: ‘Me entrego a ti como nunca antes.’”
Exige valentía que el creyente se entregue a un Dios soberano al enfrentar situaciones imposibles. Tal vez eso es exactamente lo que usted necesita hacer en este mismo momento. Me viene a la mente la oración que elevó una vez una persona sabia y consagrada:
"Señor: Estoy dispuesto a recibir lo que Tú das. Estoy dispuesto a privarme de lo que Tú no das. Estoy dispuesto a aflojar lo que Tú quieres tomar. Estoy dispuesto a sufrir lo que Tú infliges. Estoy dispuesto a ser lo que Tú quieres que sea. Señor, estoy dispuesto."
Amigo y amiga, si sus días han sido difíciles y sus noches han sido como un túnel oscuro y largo, halle su consuelo en el control soberano y amor eterno de Dios. Su Salvador sabe su punto de aguante. Los golpes, destrozos y adversidad que usted está soportando están diseñados para moldearlo; no para arruinarlo. Su fuerza y valentía aumenta conforme Dios tiene su mano sobre usted. Recordar el secreto de Job puede determinar toda la diferencia.

Como Estudiar La Biblia
La Biblia contiene las mismas palabras y sabiduría de Dios. ¡Qué pensamiento tan increíble!
Su esplendorosa Gloria. Su carácter confiable. Sus poderosas obras. Todos estos aspectos de Dios están descritos en Su libro.
Ahí usted encontrará le historia de la redención de la humanidad por Dios. Y usted descubrirá sabiduría práctica para la vida cotidiana y esperanza para la vida por venir.
¿Pero cómo descubre usted los preciosos principios de las Escrituras? Quizás usted nunca ha estudiado la Biblia antes. ¿Dónde comienza usted?
Dentro de la Biblia
Cuando usted abre su Biblia en el índice, lo primero que nota es que la Biblia es una recopilación de muchos libros. Hay sesenta y seis libros individuales divididos en dos secciones principales: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
Podemos agrupar los libros de la Biblia en categorías por tópicos. Vea usted cómo los libros están organizados:
El Antiguo Testamento
Legales (Génesis a Deuteronomio): Estos primeros cinco libros describen la creación y la caída de la humanidad, el plan de Dios para redimir al mundo a través de la descendencia de Abraham, y la expresión de Su carácter santo, el cual se ve más claramente en la Ley Mosaica.
Históricos (Josué a Ester): Los siguientes doce libros siguen el desarrollo, la desobediencia, la caída, y la liberación del pueblo de Dios, la nación de Israel.
Poéticos (Job a Cantar de los Cantares): Comenzando con los lamentos de Job, nos movemos a la alabanza de los salmistas a las palabras de sabiduría de Salomón.
Proféticos (Isaías a Malaquías): Los profetas llamaron al pueblo de Dios a una vida justa y predijeron Su sentencia sobre aquellos que voltearan sus espaldas a Él.
El Nuevo Testamento
Biográficos (Mateo a Juan): Los cuatro evangelios, cada uno escrito a un público diferente, describen la vida, la muerte, y la resurrección de nuestro Salvador.
Histórico (Hechos): El libro de los Hechos es un narrativo de cómo las buenas nuevas acerca de Jesús se diseminaron al mundo a través de la iglesia creciente.
Doctrinales (Romanos a Judas): Estas Epístolas, o cartas, son ensayos, en cierto sentido, que aplican el evangelio a la vida cotidiana.
Profético (Apocalipsis): A través de la visión santa de Juan, el libro de Apocalipsis nos transporta a los tiempos finales, cuando Cristo regresará a la tierra en gloria, sentencia, y poder.
Desarrolle un plan de lectura
El terreno de la Biblia está lleno de verdades espirituales, pero no es como ningún otro libro que usted ha estudiado. Sin un plan, usted se puede sentir como que está volteando paladas de tierra vacía. Usted tiene que saber dónde escarbar, al igual de qué está usted buscando.
Un buen lugar para comenzar a leer es en el Nuevo Testamento, quizás en el libro de Juan. Después ir a través de la historia del comienzo de la iglesia en el libro de los Hechos. Pase algún tiempo en el libro doctrinal de Romanos para tener una buena base de su fe.
Un consejo: estudie Apocalipsis después que usted tenga un entendimiento del resto de las Escrituras. Usted pudiera ver Apocalipsis como el último acto de una obra de teatro. Para apreciarlo, usted necesita comprender todo lo que vino antes.
¡Y no olvide el antiguo Testamento! Ahí están las raíces del Nuevo Testamento y las bases temáticas de la vida de Cristo.
Siga la historia de la relación de Dios con la nación judía desde sus comienzos en Génesis, hasta su cúspide es 1 y 2 Samuel, y su caída en 1 y 2 Reyes.
Para un balance apropiado, intercale uno de los libros poéticos, como los Salmos, e incluya un libro profético de vez en cuando para sentir el palpitar de Dios hacia Su pueblo elegido y hacia el mundo.
Comprendiendo y aplicando la Biblia
Una vez que usted ha decidido dónde escarbar, usted necesita saber cómo escarbar. Lea a través de su pasaje varias veces en oración y hágase tres preguntas acerca de cada versículo.
¿Qué dice? Esto es observación. Asegúrese de comprender el contexto de las palabras. Trate de descubrir el quién, qué, cuándo, dónde, por qué, y cómo del pasaje.
¿Quiénes son el autor y el público? ¿Cuáles son la materia y el fondo histórico? ¿Cuándo fue escrito el libro? ¿Dónde estaba el autor cuando lo escribió? ¿Por qué lo escribió? Y ¿cómo se expresó: en la forma de una historia, una parábola, o una narración?
¿Qué significa? Esto es interpretación. Profundice acerca de los pensamientos y la enseñanza del autor. ¿Qué le quería decir a su público original? ¿Cómo hubieran ellos comprendido la enseñanza en su mundo?
¿Qué significa para mí? Esto es aplicación. Para entonces, usted debe comenzar a ver un principio surgiendo de su estudio. Un principio es una declaración de verdad que puede aplicar a todos los creyentes en todos los tiempos.
Por ejemplo, la historia de la victoria de David sobre Goliat en 1 Samuel 17:41-49 enseña este principio: Cuando nos enfrentamos a un problema abrumador, podemos confiar en que Dios actúe a través de nosotros. El punto principal nos lleva a aplicaciones específicas en la vida. ¿Cuáles son algunos problemas específicos del tamaño de gigantes en su vida? ¿Y cómo puede usted depender del poder de Dios cuando se enfrenta a ellos?
Acentuando el enfoque
Para acentuar la aplicación, trate de utilizar un método de estudio bíblico sencillo creado por el pastor y maestro Ray E. Baughman. Él sugiere utilizar el PPEMO espiritual cuando estudie las Escrituras.
Las letras del acróstico, PPEMO, representan preguntas para guiar sus pensamientos mientras lee las Escrituras. Mientras usted medita acerca de un pasaje, pregúntese, hay algunos
¿Pecados que abandonar?
¿Promesas que afirmar?
¿Ejemplos que seguir?
¿Mandamientos que obedecer?
¿Obstáculos o errores que evitar?
Estas preguntas pueden abrir sus ojos a los ricos tesoros de aplicación en los versículos.
Sea consistente
Trate de hacer que el estudio bíblico sea una actividad diaria, como comer. No llenamos nuestros cuerpos con una enorme comida y después nos pasamos una o dos semanas sin comer. No es saludable. Lo que es cierto para nosotros físicamente es cierto espiritualmente. La regularidad y la consistencia son cruciales para una buena salud espiritual. He aquí algunas ideas que pueden ayudar.
Elija un tiempo cuando sea menos probable que sea interrumpido. Entonces, disciplínese a mantener ese horario.
Estudie en el mismo lugar. Esto ayudará a su mente a adaptarse más rápidamente a un modo de estudio bíblico.
Mantenga a la mano todo lo que necesite. Su Biblia, libros de estudio, libros de devociones, pluma, y papel deben estar a su alcance.
Pídale a Dios que le dé entendimiento. El Espíritu Santo es el maestro máximo, y Él lo guiará a los tesoros que usted busca. (vea Mateo 7:7, Juan 16:13, 1 Corintios 2:9-16).

Sugerencias adicionales. Los arqueólogos mantienen libretas de notas detalladas sobre sus descubrimientos. De manera similar, usted pudiera desear mantener una libreta de notas de sus descubrimientos espirituales. A medida que su libreta crece, así mismo crecerá su entendimiento y su visión. Usted se asombrará de su colección de tesoros bíblicos… gemas espirituales del corazón de Dios.
Recursos útiles para el estudio bíblico
1. Biblia de estudio
Inluye el texto bíblico con gráficas y notas.
2. Concordancia
Contiene lista de palabras con referencias a versículos para estudio de las palabras.
3. Diccionario bíblico
Define conceptos bíblicos.
4. Comentario
Proporciona una interpretación de cada versículo por un erudito bíblico.



¡Cómo han caído los valientes!
El estridente timbre del teléfono rompió el silencio en mi oficina. El mensaje del que llamaba me partió el corazón. Otro colega ministro había caído moralmente. Un soldado de la cruz que alguna vez se destacó, que había armado a su congregación con la verdad y la había animado a ser firme contra el adversario, por su pecado desertó avergonzado de las filas y le ha dado la victoria al enemigo. Incluso antes de colgar el teléfono, las lágrimas llenaron mis ojos.
Una escena antigua relampagueó por mi mente. Una escena que enferma. Un campo de batalla en Israel llamado Monte Gilboa, sembrado de cadáveres de soldados hebreos después de un día trágico de combate contra los filisteos. Entre los muertos yace un hombre alto, veterano guerrero, llamado el rey Saúl. ¡Cómo deben haberse jactado los paganos de Filistea por su victoria sobre el ejército de Dios!
Aunque Saúl había hecho de la vida de David una pesadilla por más de doce años, David lamentó la muerte del rey con palabras que expresaban su angustia: “Cómo han caído los valientes en batalla.”
Sentado allí solo en mi oficina, me pregunté si ese pensamiento habría vuelto para atormentar a David veinte años más tarde. “Cómo han caído los valientes.” Con el paso de dos décadas David había cumplido ya cincuenta años; años de prosperidad y favor. A estas alturas no solo había llegado a ser el sucesor de Saúl, sino que había llevado a Israel a nuevas alturas. Ni una sola vez David había sufrido derrota en el campo de batalla. Algunos calculan que sus brillantes campañas militares y su visionario y sabio liderazgo ampliaron el territorio de Israel en más de diez veces su tamaño original. Los ejércitos rivales temblaban tan solo al pensar en invadir Israel. David le dio a la nación una bandera para enarbolar: la estrella de David que flameaba sobre el país mientras los hebreos rebosaban de orgullo nacional. El comercio de Israel prosperaba conforme las rutas de las caravanas se ampliaban a nuevas regiones, trayendo enorme riqueza al tesoro. La crema de esta impresionante prosperidad llenó la copa de David, de modo que cuando cumplió los cincuenta años, disfrutaba de los lujos de un flamante palacio de residencia llamado “El Palacio del Rey.” Entre tanto, él reunió dinero y materiales para construir un templo en honor a su Dios.
El nombre de David había llegado a ser palabra familiar en todo Israel. Los reyes de otras tierras envidiaban su éxito y fama. En esos días, todos habían oído de David.
El autor G. Frederick Owen escribió:
Los arameos y amalecitas fueron conquistados. Se abrieron caminos de comercio y llegó mercancía, cultura y prosperidad desde Fenicia, Damasco, Asiria, Arabia, Egipto y otras tierras más distantes. Para su pueblo David era rey, juez y general, pero para las naciones que los rodeaban, él era la primera potencia en todo el mundo del Cercano Oriente, el monarca más poderoso del día.1
Ningún líder se levantaba más alto que David, “El Valiente.”
Entonces llegó el día cuando él vio a Betsabé. Dios preservó en 2 Samuel 11:1-5 el relato del colapso moral de este buen hombre, para beneficio de todos los que vendrían después de él. Pero antes de empezar a hablar de su fracaso, antes de empezar la autopsia de la caída moral de David, permítame ofrecerle una palabra de advertencia. Este capítulo no es meramente un recuento del fracaso de un hombre. No es una ocasión para hacer chasquear la lengua y menear nuestras cabezas. Este es un mensaje para todos nosotros. En la Primera carta a los Corintios 10:12 dice: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.”
Cómo Obtuvimos el Antiguo Testamento
(El Contenido y Extensión del Canon del Antiguo Testamento)
Wayne Stiles
Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.—El apóstol Pablo (1 Corintios 10:11)
El uso que la iglesia cristiana ha hecho de las Escrituras del Antiguo Testamento ha sido cuestión de debate desde el tiempo de los primeros padres de la iglesia hasta el presente. El debate primordialmente tiene que ver con la cuestión de cuáles escritos son verdaderamente el canon de las Escrituras del Antiguo Testamento. La palabra canon procede de una palabra griega que quiere decir “regla” o “standard”; en la iglesia cristiana del siglo segundo llegó a entenderse como “verdad revelada”.1 Sin embargo, para algunos cristianos la verdad representó un número diferente de libros que para otros cristianos. Por ejemplo:
[Agustín] consideró que la iglesia era custodio de las Escrituras, y por consiguiente puede haber fácilmente concluido que en cuestiones de la extensión del canon la iglesia tenía la autoridad para decidir . . . Agustín parecía considerar que la recepción de las Escrituras por parte de la iglesia era suficiente garantía para autoridad canónica; así que él presentó esto como razón para aceptar los libros de Macabeos como canónicos.2
Algunos consideraron que el canon se extendía para abarcar todos los libros que se leían en la iglesia para edificación, lo que incluyó la Apócrifa y a veces la Pseudepígrafa (una colección de escritos anónimos, apocalípticos). Otros opinaban que el canon representaba simplemente la Biblia judía, que corresponde a las Biblias protestantes de hoy.3
No fue sino en la época de la Reforma protestante que el debate empezó a rugir. En 1546, cuando el Concilio de Trento hizo una declaración formal de que se condenaba a los que no aceptaban ciertos escritos apócrifos selectos, los protestantes respondieron con una voz igualmente resuelta. Incluso hoy la cuestión de la canonicidad sigue siendo completamente válida. Si hay disputas en cuanto a lo que es Escritura, la legitimidad de la fe misma está en juego. Como el teólogo Roger Beckwith muy bien lo dice: “si no hay canon, no hay Biblia.”4
El Concepto del Canon del Antiguo Testamento
Es irónico que los evangélicos de hoy basen sus creencias solamente en las Escrituras, y sin embargo las Escrituras fueron reconocidas por la tradición. La forma en que se consideró el canon en la historia desempeñó un papel integral en el reconocimiento del canon. La tradición y autoridad del pueblo de Dios en toda la historia ha atestiguado que hubo un grupo de escritos, divinamente inspirados, que fueron reconocidos como tales. La evidencia interna del Antiguo Testamento mismo afirma su origen divino. El mismo Deuteronomio “también reafirma en Israel la idea de un ‘canon,’ colección de materiales escritos por los cuales se debía administrar la vida de la nación.”5 Deuteronomio 31:24-26 dice:
Y cuando acabó Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse, dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová, diciendo: Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti.
Los creyentes que vivieron en la época entre los dos Testamentos sostuvieron que había un cuerpo conocido de Escrituras, porque en sus escritos a menudo se refieren al mismo con frases autoritativas tales como, “como está escrito,” o “según las Escrituras,” o “está escrito.” De hecho, hay referencias a casi todos los libros del Antiguo Testamento considerados como Escritura de parte de los que vivieron en las eras intertestamentaria y del Nuevo Testamento. Beckwith dice de este período que
Con la excepción de los tres breves libros de Rut, Cantar de los Cantares y Ester, se atestigua la canonicidad de todo libro de la Biblia hebrea, la mayoría de ellos varias veces . . . Es asombroso que, en un período que va desde el segundo siglo a.C. (a más tardar) al primer siglo d.C., tantos escritores, y de tantas clases (semíticos, helenos, farisaicos, esenios, cristianos), muestran tal acuerdo en cuanto al canon.6
Además, hay por lo menos veintiocho títulos separados y documentados para el canon del Antiguo Testamento, demostrando que los libros individuales habían llegado a ser una colección suficiente como para garantizar varios títulos para el grupo (canon) como un todo.7
La historia de la iglesia cristiana consideró firmemente que Jesús y los escritores del Nuevo Testamento pensaban en el Antiguo Testamento al determinar canonicidad. El número de referencias al Antiguo Testamento por parte de los escritores del Nuevo Testamento es abundante, y eso atestigua del hecho de que había un canon establecido al tiempo cuando ellos escribieron.
Probablemente la evidencia secular más completa (en escritos seculares) respecto al concepto del canon reside en la obra de Josefo. Josefo no sólo entendió que existía un canon, sino que también mencionó lo que él pensaba que era el canon (Contra Apio1:7f., ó 1:37-43). Esta lista es idéntica al canon judío y cristiano con la excepción de que omite bien sea Cantar de los Cantares o Eclesiastés.8 Josefo mencionó que había copias de las Escrituras en el mismo templo, y antes de su destrucción en el año 70 d.C. contenía una colección de libros. La comunidad judía consideró que esta colección era canónica, porque “la principal prueba de la recepción canónica de un libro debe haber sido si era o no uno de los que habían sido puestos en el templo.”9 Esta evidencia revela el hecho de que el concepto de un canon en verdad existió antes de que empezara la era cristiana.
La Construcción del Canon del Antiguo Testamento
No sólo que la literatura testifica la existencia del concepto de un canon, sino que revela la construcción de ese canon como constando de tres partes: La Ley, los Profetas y la Hagiógrafa (que quiere decir “Escritos sagrados”). Este método de arreglar los varios libros surgió de numerosas fuentes fuera del Antiguo Testamento mismo.
La evidencia más temprana del arreglo brota del prólogo del libro de Eclesiástico, que menciona específicamente en tres ocasiones las tres partes del canon. El autor dice: “Muchas e importantes lecciones se nos han transmitido por la Ley, los Profetas y los otros que les han seguido, . . . mi abuelo Jesús, después de haberse dado intensamente a la lectura de la Ley, los Profetas y los otros libros de los antepasados.” Aquí el autor claramente indica que el canon contiene tres partes reconocidas; y estas partes, teniendo títulos y secciones, muestran que para el tiempo del escritor (alrededor de 180 a. C.), el canon ya se consideraba cerrado.
Jesús mismo, el testigo más autoritativo para el cristiano, menciona en Lucas 24:44 las tres secciones del Antiguo Testamento como “la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.” “Salmos” sin duda quiere decir toda la Hagiógrafa, porque Cristo a menudo se refirió a Daniel (que era una parte de esa tercera sección), así como también al mismo libro de los Salmos. Filón, un judío egipcio del primer siglo después de Cristo, y el escritor árabe del siglo décimo al-Masudi también se refieren a la Hagiógrafa como los “Salmos.”10
Debido a que los judíos ponían el libro de Crónicas en la Hagiógrafa, otra declaración de Jesús alude a las tres secciones del canon completo. En Lucas 11:50-51 (y también en Mateo 23:35) dijo: “para que se demande de esta generación la sangre de todos los profetas que se ha derramado desde la fundación del mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta generación.” Jesús con certeza se refería al Zacarías de 2 Crónicas 24:21. Esto es significativo, porque su declaración se extiende desde la primera de las tres secciones (tal como Abel en Génesis) a la última de las tres secciones (Zacarías en Crónicas), implicando la inclusión de la segunda también. Cristo recalca el mismo punto al mencionar a los profetas, porque la profecía virtualmente había terminado con la composición de 2 Crónicas, escrito alrededor de 400 a.C.
Judas macabeo y sus asociados compilaron una lista de los profetas y la Hagiógrafa en 164 a.C., por lo menos 250 años antes de la fecha en que generalmente se da por sentado el cierre del canon (90 d.C., en el concilio de Jamnia). El libro histórico de Segundo Macabeos 2:14f lo describe de esta manera: “De igual modo Judas (macabeo) reunió todos los libros dispersos a causa de la guerra que sufrimos, los cuales están en nuestras manos. Por tanto, si tenéis necesidad de ellos, enviad a quienes os los lleven.”
Beckwith dice:
Judas sabía que el don profético había cesado mucho tiempo antes (1 Mac. 9:27; cp. también 4:46; 14:41), así que es más probable que, al reunir las Escrituras dispersas, él y sus compañeros, los jasidim, clasificaron la colección ahora completa de la manera que desde ese tiempo se volvió tradicional . . . La forma en que Judas macabeo hizo esta obra fue presumiblemente compilando una lista, y no combinando libros en rollos grandes . . . Si Judas le dio tal estructura al canon, debe haber tenido una colección definida de escritos con que trabajar.11
Los libros del Antiguo Testamento, agrupados en el canon, tuvieron un orden reconocido. Aunque el orden era diferente para pueblos diferentes, el hecho de que los libros tenían orden, cualquiera que sea tal arreglo, revela que se les reconocía como canónicos, y que el canon estaba cerrado en el tiempo de su ordenamiento.
El número de libros también desempeñó un papel vital. La evidencia muestra que el número de los libros canónicos siempre se consideró ser veintidós o veinticuatro. Los mismos libros estaban en ambos grupos, simplemente agrupados de manera diferente. “En los primeros días combinaban Rut con Jueces, y Lamentaciones con Jeremías, y así hacían veintidós libros, equivalentes a las veintidós letras del alfabeto hebreo.”12 Es “difícil concebir que se contaran así esos libros, y que el número fuera generalmente aceptado y bien conocido, si el canon seguía abierto y la cantidad de los libros era incierta . . . El acuerdo en cuanto a su número implica acuerdo en cuanto a su identidad.”13
El Contenido del Canon del Antiguo Testamento
Los Libros Canónicos
Tiene sentido que al quedar completo un libro del Antiguo Testamento tal libro fuera canónico. Teóricamente eso debe ser así, pero en verdad, un libro de las Escrituras se consideró como tal en virtud de la autoridad del autor humano. Así que, en tanto que el Pentateuco quedó completo con la muerte de Moisés, y los profetas y Hagiógrafa con la de sus autores, el reconocimiento de la canonicidad estos libros puede haber tenido lugar siglos después de su terminación en sí.
En consecuencia, puesto que las opiniones diferían, hubo alguna disputa; en su mayor parte en cuanto a cinco libros del Antiguo Testamento, a veces llamada la “antilegómenos” o “libros contra los cuales se habló.” Fueron: Ezequiel, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares y Ester. Los motivos seculares en estos libros, así como también lo que parece ser contradicciones con otros libros canónicos indisputables, fueron la causa principal de preocupación para algunos eruditos. Pero las disputas mismas implican que los libros en cuestión se consideraban canónicos, porque en textos no inspirados las contradicciones se hubieran dado por sentado, y por consiguiente, no existentes.
Algunos eruditos dan por sentado que la presencia de la disputa demuestra que el canon todavía estaba abierto y no quedó establecido sino en el concilio de Jamnia en el año 90 d.C. La motivación detrás de tal afirmación brota del deseo de canonizar algunos libros apócrifos así como también algunos de la Pseudepígrafa; libros de autores anónimos. Beckwith ofrece un argumento contundente de que no se debatió Ezequiel.14 Dice que ese libro fue parte de los profetas ya cerrados y no de la Hagiógrafa, que fue el tema del debate en Jamnia. En particular sólo se debatió Cantar de los Cantares y Eclesiastés. En verdad, sólo Eclesiastés se debatió de acuerdo al rabino Akiba, Green cita al rabino Akiba del Talmud respecto a la opinión judía de la inspiración de Cantar de los cantares de Salomón:
“¡Silencio y paz! Nadie en Israel jamás ha dudado que Cantares de Salomón profana las manos [i.e. es Escritura]. Porque ningún día en la historia del mundo vale la pena el día cuando Cantar de los Cantares fue dado a Israel. Porque toda la Hagiógrafa es santa, pero Cantar de los Cantares es un santísimo. Si ha habido alguna disputa, se refería sólo a Eclesiastés. . . . Así que debatieron y decidieron.”15
¿Y qué decidieron? “ ‘Los sabios decidieron retirar (ganaz) el libro de Eclesiastés porque su lenguaje a menudo se contradice a sí mismo, y contradice los enunciados de David. ¿Por qué no lo retiraron? Porque el principio y el fin del mismo consiste de palabras de la ley.’ Sabat 30b.”16 El libro de Segundo Esdras muestra que Esdras volvió a publicar los veinticuatro libros de la ley inspirada. “¿Cómo puede hacerse tal aseveración si se sabía que cinco de los veinticuatro libros habían sido añadidos al canon como en el año 90 d.C., apenas unos diez años antes?”17 Al final, la Hagiógrafa triunfó. Dos factores ayudaron, según Pfeiffer:
La primera fue mera supervivencia. En tiempos antiguos, cuando los libros debían copiarse laboriosamente a mano en papiro o pergamino, ninguna obra literaria podría sobrevivir por unos pocos siglos a menos que hubiera obtenido considerable circulación. . . . Podemos maravillarnos, por ejemplo, por qué Ester debería haber sobrevivido entre los judíos, en tanto que Judit pereció, puesto que la apelación de ambos fue principalmente patriótica.18
Los Libros No Canónicos
Los libros que se reconocieron como no canónicos, primordialmente los libros de las Pseudepígrafa y Apócrifa, no se pudieron incluir en el canon por una razón: su fecha es muy posterior a la fecha que previamente se atestiguó como el cierre del canon reconocido por Judas macabeo en 164 a.C. La confusión brota porque muchos de los libros en cuestión son fuentes históricas impecables y son verdad en lo que dicen. Pero la verdad no necesariamente constituye un lugar en el canon. Los libros tales como Primero Macabeos, Judith, Sabiduría de Salomón y Eclesiástico contienen gran valor histórico, pero valor no basta para garantizar canonicidad. Incluso en el valioso libro de Eclesiástico hay prejuicios personales que la Sagradas Escrituras no elogiaría. El autor, Jesús hijo de Sirac, revela mucho de su carácter personal puesto que “no sólo expresa sus puntos de vista con amplia franqueza sobre una variedad de temas, y deja en secreto, por ejemplo, su intensa aversión por el bello sexo ‘más débil’ (9:8; 23:22-27. . .).”19
Incluso Agustín creía en la inspiración de algunos de los apócrifos.
Con todo, en el fragor de la discusión, Agustín limita su Antiguo Testamento al canon judío cuando escribe en su tratado sobre “Fe en lo que no se ve” apelando a las Escrituras como sigue: “A menos que desdichados hombres no creyentes juzguen las cosas que han escrito los cristianos, a fin de que esas cosas que ya se creen pudieran tener mayor peso de autoridad si se pensara que habían sido prometidas antes de que vinieran. Si sospechan esto, que examinen cuidadosamente los códices de nuestros enemigos los judíos. Allí que lean esas cosas de las cuales hemos hecho mención.”20
Harris dice, “Filón . . . evidentemente aceptó los veintidós libros hebreos, porque cita de muchos de ellos y sólo de ellos, como autoritativos.”21 San Jerónimo, así como también Rufino, fueron claros como el cristal respecto al asunto [de no considerarlos canónicos] pero su reacción a la presión ejercida sobre ellos indica que muchos líderes pensaban que había libros adicionales que se debían reconocer como inspirados. . . . Jerónimo cedió a la petición popular al proveer una traducción para la iglesia en general pero nunca permitió que sus convicciones eruditas cedan al punto de reconocer tales libros como canónicos.22
El canon esenio contenía algunos de los pseudepígrafos que aducían ser divinos. Pero la mayoría de estos escritos eran midrash (comentarios) sobre libros canonizados y lógicamente no serían Escritura. Porque si los pseudepígrafos contenían una copia de un libro canónico así como también un comentario sobre el mismo, ¿por qué negaría eso el libro canónico original, porque la Pseudepígrafa con su comentario inspirado sería mucho más valiosa? Además, “si estaban conscientes de que eran inspirados, ¿por qué no tuvieron la confianza para usar sus propios nombres?”23 Incluso la cita en Judas 14 de Primero Enoc 1:9 no requiere que Primero Enoc sea Escritura. Citar en las Escritura algo que es cierto es diferente a decir que lo que se cita es Escritura. Incluso Pablo citó a un poeta pagano en Hechos 17:28, pero con certeza no lo consideró como Escritura sino simplemente como verdad. Los fariseos, saduceos y esenios también reconocían un canon cerrado y generalmente veían que la profecía había cesado antes de que se escribieran los pseudepígrafos y apócrifos. Ninguno de los pseudepígrafos ni apócrifos estuvieron en el canon de los judíos, y fue a este canon que Jesús mismo y los apóstoles apelaron.
Implicaciones y Conclusiones
Las implicaciones de tal estudio son dobles. Para los que creen que escritos aparte del Antiguo Testamento judío y protestante son inspirados, es necesario que hagan una seria reconsideración. Jesús mismo implicó que el último profeta fue Zacarías en el libro de Crónicas. El valor incuestionable de los apócrifos y pseudepígrafos no es la cuestión; la cuestión es si fueron alguna vez candidatos a canonicidad.
Para los que creen en el Antiguo Testamento judío y protestante, hay el valor del consuelo y seguridad. El estudio de la canonicidad debe despertar una devoción más profunda a las Escrituras que Dios ha considerado apropiado no sólo revelarnos sino también sostener y confirmar mediante muchos agentes diferentes.
La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo. Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.
(Isaías 40:7-8)

Cómo Orar
Oración. La palabra trae a la mente una variedad de imágenes. Un hombre con un chal cubriendo su cabeza canturrea oraciones hebreas de un libro destrozado. Un ministro en un traje hecho a la medida levanta sus manos y grita sus oraciones ante su congregación. Una niña pequeña se arrodilla junto a su cama, recitando una oración antes de dormir.
Cualquiera que sea su percepción de la oración, un elemento en común se mantiene cierto. La oración es hablar con Dios.
Parece sencillo, ¿no es así? Sin embargo, la oración no siempre se nos hace tan natural. Nos podemos sentir incómodos hablándole a alguien que no podemos ver ni escuchar. ¿Cómo nos dirigimos a Dios? ¿Qué decimos? Y de todos modos, ¿de qué sirve? ¿Realmente se logra algo con la oración?
Estas son preguntas importantes. Para responderlas, vamos primero a analizar más profundamente la naturaleza de la oración.
¿Qué es la oración?
La oración es hacer contacto deliberado con Dios en palabra o pensamiento. Es la voz de la fe, cuyo susurro puede sentirse al otro lado de la calle o al otro lado del mundo. Es lo que nos saca de nuestros asientos como espectadores y nos pone como participantes activos con Dios. La oración se expresa en muchas maneras:
una efusión de alabanza
una confesión de algo malo
una petición de ayuda
una declaración de necesidad
una expresión de gratitud
intercesión por otros
¿Qué dice la Biblia acerca de la oración?
A través de la oración, nos acercamos con confianza a Dios (Hebreos 4:16); pedimos, buscamos, y llamamos a la puerta de Su generosidad (Mateo 7:7-8); eliminamos ansiedad (Filipenses 4:6-7); y obtenemos sabiduría (Santiago 1:5). La oración es la disciplina mental que siempre es apropiada para nuestras necesidades (Efesios 6:18). Y es la manera en que nos alineamos con el Señor para ver lo que Él ve y desear lo que Él desea.
De hecho, la oración es una disciplina tan valiosa que somos alentados a “orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Esto no significa oración oral continua; significa una actitud de oración. Como un estudiante de las Escrituras lo expresó, “Significa más bien vivir con Cristo de tal manera que usted puede hablar con Él, o escucharlo en cualquier momento.”¹ No debe haber nada entre su alma y el Salvador. Orar sin cesar es vivir cada momento conscientemente en la presencia de Cristo.
¿Por qué es importante la oración?
Primero, la oración es importante porque reenfoca nuestra perspectiva. Sin la oración, solamente vemos lo visible; con la oración, Dios nos muestra las dimensiones ocultas de la vida.
Segundo, tranquiliza nuestros temores y calma nuestros nervios. Podemos ir a la oración temerosos y ansiosos, pero cuando le damos nuestras preocupaciones al Señor, salimos calmados y seguros (Filipenses 4:6-7).
Tercero, la oración transfiere nuestras cargas. Toma la gran carga que hemos estado llevando y la mueve a los hombros que pueden soportar su peso (Mateo 11:28-29; 1 Pedro 5:7).
Cuarto, la oración levanta a otros que están en necesidad. Es la manera en que ayudamos a llevar los unos las cargas de los otros y elevarlas a Aquel que sabe mejor.
¿Cómo oro?
Es obvio que Jesús, que es nuestro guía espiritual, es el maestro de la oración. “Señor, enséñanos a orar”, le pidieron los discípulos una vez cuando Él regresaba de Sus oraciones (Lucas 11:1). Jesús les enseñó utilizando una oración como modelo… ha sido llamada el Padre Nuestro. En realidad, podría ser llamada la Oración de los Discípulos, porque estaba destinada como una herramienta de enseñanza para aprendices como nosotros.
Ore al Padre celestial. Y Él les dijo: “Cuando oréis, decid: ‘Padre…’ ” (v. 2). Jesús no nos dice que llamemos a Dios “Amigo”, como si fuéramos iguales a Él. O “Rey”, como si fuéramos uno de las masas. Nuestra relación es una de hijo a padre.
Ore con una actitud reverente. “Padre, santificado sea tu nombre” (v. 2). Cuando nos acercamos a nuestro Padre celestial, nos estamos acercando a una Persona santificada. Debemos tener en mente a quién le estamos hablando: el Padre, sí, pero también el Soberano santo del universo, que tiene un plan glorioso para Su creación.
Ore con un corazón sumiso. “Venga Tu reino” (v. 2). Aquí reconocemos que Su plan para el mundo y para nuestras vidas sobrepasa nuestros propios planes. Llegamos glorificando Su nombre y sometiéndonos a Su orden del día, no exigiendo la nuestra.
Ore por sus necesidades diarias. “Danos hoy el pan nuestro de cada día” (v. 3). Jesús nos da permiso a ser prácticos. Él nos invita a orar por nuestras necesidades físicas: comida, ropa, alojamiento. El Padre desea que dependamos de Él cada día para las necesidades esenciales de la vida.
Ore por limpieza espiritual. “Y perdónanos nuestros pecados” (v. 3). Lo que la comida es para el cuerpo, el perdón es para el alma. Para recibir limpieza de pecados, sencillamente pídalo.
Ore por pureza. “Y no nos metas en tentación” (v. 4). Jesús no está implicando que Dios nos tienta. Esta es una oración para la protección de Dios de las trampas insidiosas de Satanás. Cada día, Jesús está diciendo, ore que el Señor le recuerde sus áreas vulnerables, proteja sus ojos, guíe sus pensamientos, y lo mantenga puro.
¿Funciona la oración?
¿Realmente causa la oración una diferencia? Si Dios está en control de todos los acontecimientos del mundo, ¿importa si oramos?
Las Escrituras nos enseñan consistentemente que la oración funciona. “La oración eficaz del justo puede lograr mucho”, escribe Santiago (Santiago 5:16b). La oración cambia las cosas, ¡verdaderamente nos cambia a nosotros!
La oración es una herramienta que Dios utiliza para llevar a cabo Su voluntad en la tierra. Tiene significado porque Dios le da significado; no porque nuestros esfuerzos la hacen funcionar. Dios no necesita nuestras oraciones para llevar a cabo su voluntad. Sin embargo Él elige obrar a través de nuestras oraciones para llevar a cabo su voluntad, lo cual suscita la pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué Dios, que tiene poder absoluto sobre Su creación, elige obrar a través de nuestras oraciones?
La razón principal de la oración es relación. A medida que oramos, llegamos a conocer a Dios de una manera que no hubiera sido posible de otro modo. A través de la oración, ponemos nuestra mano en la mano de Dios mientras Él mueve montañas. Desde luego, Él pudiera haber movido esas montañas sin nosotros, pero Él desea que tengamos un sentido de alianza con Él. ¡Y ese “compañerismo con Dios a través de la oración” cambiará su vida!
Sugerencias adicionales. Para comenzar, separe unos minutos cada día para un tiempo enfocado en la oración. Escriba sus oraciones en un diario, donde usted puede seguir las respuestas de Dios. Reúnase con otro creyente regularmente para orar. Y sea sensitivo a la instigación del Espíritu de Dios. Cuando Él le trae a la mente alguien en necesidad, ore por esa persona.
Para más ejemplos de oraciones en las Escrituras, por favor lea los pasajes a continuación. Y Dios lo bendiga en su deseo de acercarse más a Él en oración.
Adoración Salmos 92:5
Confesión Salmos 51:1-4
Dedicación 2 Crónicas 6:40-42
Intercesión 1 Timoteo 2:1-8
Guerra espiritual Efesios 6:12, 18
Ayuno Hechos 14:23
Acción de gracias Filipenses 4:6
Sanidad Santiago 5: 13-15
El Autor.
Con afecto,
Rubén




Publicado 3 days ago por Ruben Vernal
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“Yo y el Padre uno somos” Juan 10:30



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Charles R. Swindoll y Carlos A. Zazueta
A Solas: Un Factor Vital Para Acercarse Más a Dios

Sonrío a menudo cuando leo el Evangelio de Marcos. A este escritor le encantaba la palabra “inmediatamente.” Aparece vez tras vez. Marcos nos recuerda que la vida de Jesús estaba repleta de personas y presiones, de un modo que ni usted ni yo jamás hemos conocido. Pero también anota que “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35).
¿Por qué lo hizo? ¿Le gustaba madrugar? No necesariamente. La madrugada era el único tiempo en que Él podía estar a solas. Los siguientes versículos dice que lo buscaron incluso allí, y cuando le hallaron le dijeron: “Todos te buscan” (1:36–37).
Una paráfrasis diría: “Jesús: no puedes quedarte aquí a solas. Vamos, ¡se te necesita allá!”; pero Jesús necesitaba estar a solas temprano en la madrugada para hablar con Su Padre a fin de filtrar las cosas; y, amigos y amigas, también nosotros.
Un tiempo a solas es bueno para nosotros. Nuestra tendencia natural es siempre estar rodeados de otras personas, siempre tener algo en marcha, pero, permítame ser cándido: Nunca he aprendido nada que sea verdaderamente significativo al estar con una multitud. Me encanta estar con otras personas, pero estar a solas ayuda a filtrar las cosas esenciales y a descartar lo que no es esencial. La vida de cierta manera cobra sentido cuando se está a solas.
A decir verdad, algunos de ustedes viven en el mismo frente de acción porque continuamente tienen que lidiar con gente, demandas, expectativas, hijos que se aferran a las piernas de uno, amigos, horarios, y planes. Uno ni siquiera puede recordar la última vez en que pasó un tiempo absolutamente a solas. . . . Lo sé, y por lo tanto sé de lo que hablo.
Para mí, a veces es un paseo en motocicleta. A veces es una larga caminata. Pero, tengo que decirles, que cada vez que eso sucede, es deliberado. Nadie jamás me ha dicho: “Necesitas apartarte a solas por un tiempo.” No; esta es una decisión que todos tenemos que tomar.
Casi puedo oír que alguien pregunta: “¿Y qué hago cuando estoy a solas?”
He hallado que una de las mejores maneras de usar mi tiempo cuando estoy a solas es llevar un diario. Un diccionario define un diario como “notas de experiencias, ideas, o reflexiones, que se lleva de modo regular para uso privado.” Quiero que usted considere empezar un diario. Hallará que eso le impide que se pierda las mejores cosas que capta al estar a solas, y eso es lo que le acerca más al corazón de Dios.
Permítame un pensamiento final: El tomar la decisión de observar deliberadamente un tiempo a solas usted se lo debe a Dios, se lo debe a usted mismo, y se lo debe a las personas que más quiere. Exigirá un ajuste en su calendario, pero determinará una diferencia significativa en su vida.
Abandonando Nuestras Ruedas de Aprendizaje
El otoño con frecuencia me recuerda el día cuando una de mis hijas aprendió a montar su bicicleta sin las ruedas de aprendizaje. (El otoño era ocasión apropiada para este evento, por la caída de las hojas).
Al precipitarse ella cuesta abajo hacia una zanja gigantesca, vi escrito sobre toda su cara el mensaje: “¡No puedo controlar la bicicleta!” Así que al pasar ella junto a mí a toda velocidad, estiré los brazos, la agarré como pude y la saqué de la bicicleta, evitando que vaya dar en la quebrada, pero haciéndole caer. Mientras la bicicleta caía por el precipicio, ¡mi hija rescatada se puso de pie más furiosa que un avispón!
“¡¿Por qué hiciste eso, papá?!” Como toda respuesta, señalé el abismo sin fondo del que la había rescatado . . . pero ella todavía no podía creer que yo la había hecho caer.
Años más tarde, me puse a pensar cómo nosotros podemos llevar esta actitud a nuestra relación con Dios. Las palabras de una mujer lo dicen con toda claridad:
“Me crié en una iglesia de teología conservadora, en donde se nos enseñó a buscar la dirección de Dios. ¡Pero he concluido que toda esta enseñanza es un fraude! ¿Dónde estaba Dios cuando yo lo necesitaba? ¿Por qué no me dio Él una mejor familia? ¿Por qué no hizo que me casara con hombres mejores? Dios sabía lo que me iba a suceder. Él podía haberlo impedido. Pero en lugar de eso, me ha dejado revolcándome en mi infortunio. No es justo.”
La vida cristiana debería traer cosas buenas a la vida, ¿verdad? El amor poderoso de Dios debería protegernos para que no tengamos familias horrorosas, para que no tengamos matrimonios desdichados, que no perdamos nuestros empleos, que no perdamos un hijo, o que no tengamos accidentes que sólo “otros” tienen. Así que, cuando la realidad nos golpea, Dios se vuelve el chivo expiatorio, porque Él podía haberlo impedido.
“¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?” (Salmo 13:1). La oración sincera del rey David refleja nuestros propios clamores, ¿verdad? Nada duele tanto como lo que parecer ser apatía de Dios.
Nuestra cultura señala nuestro dolor como prueba de que Dios no existe; pero el diablo usa nuestro dolor para convencernos de que a Dios no le importa. (Haga una pausa y lea eso de nuevo). Y si Satanás puede lograr que dudemos de la bondad de Dios, podemos estar al borde de una vida que usa la cólera para justificar el pecado.
Pero, note: David no sólo expresó sus sentimientos de abandono, sino que afirmó su fe en la bondad de Dios; aunque no podía verla: “Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu salvación” (v. 5). Aun dentro de la niebla de lo que parecía ser traición, David se aferraba al carácter bueno de Dios.
Como padres, todos podemos entender por qué yo saqué como pude a mi hija de su bicicleta. Pero como niña, ella no tenía la capacidad de entender mis acciones como brotando de un corazón de amor. Ella no podía ver más allá de su dolor, a la razón por la que yo lo permití; e incluso lo causé. Como hijos de Dios, a menudo nos falta esa perspectiva.
Si reconocemos la bondad de nuestro Padre celestial sólo en las cosas agradables que Él permite, nos rendimos a una naturaleza infantil que pierde de vista una parte impresionante del amor de Dios. Perdemos el crecimiento maravilloso que podemos experimentar al alabar a un Dios bueno que utiliza incluso nuestro dolor para nuestro provecho.
Analfabetismo Bíblico
Durante los días que serví como pastor en Nueva Inglaterra, escuché de un maestro quien le pasó a un grupo de estudiantes de secundaria una prueba de la Biblia. Esta prueba precedía a un curso llamado: La Biblia Como Literatura; el cual planeaba enseñar en una secundaria que era considerada una de las mejores secundarias de la nación. Algunas de las respuestas más asombrosas de estos estudiantes fueron las siguientes:
Sodoma y Gomorra fueron amantes.
Jezabel fue el asno de Acab.
Algunos estudiantes pensaron que los cuatro jinetes aparecían en la Acrópolis, que los evangelios del Nuevo Testamento fueron escritos por Mateo, Marcos, Lutero, y Juan. . .que Eva fue creada de una manzana y que Jesús fue bautizado por Moisés. ¡En serio! La respuesta que se ganó el premio mayor fue una dada por un chico que era parte del cinco por ciento que tenían el promedio más alto de los que se graduaban.
La pregunta: ¿Qué fue el Gólgota?
La respuesta: Gólgota fue el nombre del gigante que mató al apóstol David.
Si no fuera tan triste, sería muy chistoso. ¿No es asombrosa la falta de educación que tiene el ciudadano común y corriente de la palabra escrita de Dios? En una tierra llena de iglesias y capillas, templos y tabernáculos, sólo hay un insignificante puño de estudiantes con conocimiento del Libro de libros. Tenemos la Escritura con tapa dura, en edición rústica, en tela, y en piel. . .versiones y paráfrasis demasiado numerosas para contar. . .ediciones con letra roja, con letra grande, grandes como diccionarios y pequeñas como microchips. . .y aun así, al pasar de los años una generación tras otra le hereda a la que le sigue su analfabetismo bíblico.
El conocimiento técnico y pericia científica de nuestra nación eclipsan horriblemente nuestro conocimiento básico de la Biblia; ocasionando que nos adentremos a un era similar a la de la edad prehistórica cuando las copias de la Escritura eran encadenadas al púlpito en latín—el idioma privado del clero. . . cuando se le mantenía al público completamente ignorante de las enseñanzas de la verdad transformadora. Pero veo una gran diferencia: en aquella época, la ignorancia bíblica era forzada. . .en nuestro día es voluntaria. Ahí está el detalle más triste de todo.
¿Quién tiene la culpa? ¿Quién merece tener el dedo acusador señalándole? Algunos dirían que la culpa cae sobre los seminarios del mundo. Verdaderamente una parte del problema sí descansa allí. Hoy en día, en nuestro mundo, encontramos que algunos profesores de seminarios ya no se afianzan a ciertas verdades fundamentales como son la deidad de Jesús, Su muerte en sustitución por la nuestra, o Su segunda venida. Y aunque esto nos moleste, estamos agradecidos por seminarios que continúan poniendo su enfoque en el lugar indicado…enseñando y predicando toda la Palabra de Dios.
Otros escogen culpar a los púlpitos de nuestra tierra. La predicación débil puede dañar mucho a una congregación. He dicho durante años que un poco de bruma en el púlpito causa invariablemente una neblina en la congregación. Demasiados predicadores se están especializando en un estilo de predicación vacía, con mucho sazón y condimento, pero sin ninguna proteína o sustancia. Nuestros predicadores deben volver a su responsabilidad primaria: proclamar la Escritura a las personas de Dios y dirigir el camino a la reconciliación con Él.
Aun otros culpan a este sistema satánico y presurizados que llamamos mundo; esta sociedad, con sus súplicas persuasivas y argumentos académicos que nos acusan de tener una “creencia fanática e insensata de la Biblia”. Los cuales nos dicen que si abrazamos las verdades bíblicas, cometemos un suicidio intelectual. Pero los sepultureros que promueven esta mentira no tienen nada que ofrecer en lugar de la Biblia más que una tumba. . .un hoyo frío en el suelo.
Pero a fin de cuentas, la ignorancia bíblica es una elección personal—su elección. Se necesita de su labor para ocasionar un cambio…así es, se necesita de su acción inmediata.

Aniversarios
Celebré mis bodas de oro matrimoniales, es decir, cincuenta años de casado, hace poco. Sí, lo leyó bien: ¡eso es más de medio siglo! Recuerdo que miraba a los que celebraban sus bodas de plata, es decir veinticinco años de casados, como individuos que estaban a un paso de una silla de ruedas. Y aquí estamos, Cynthia y yo, habiendo estado casados más de 50 años. ¡Cómo vuela el tiempo! Para cuando la cara queda libre de espinillas, la mente empieza a fallar; o por lo menos, se vuelve algo nublada. ¿Por qué?
RECUERDOS. Tienen su manera de aflorar a la mente, como el oleaje en la playa, cuando vienen los aniversarios. Recuerdos divertidos. Otros dolorosos. Todos destilando nostalgia. Como nuestra luna de miel: una colosal comedia de errores. Y nuestros dieciocho meses de separación forzosa, gracias a las fuerzas armadas. Qué tiempos de soledad. Pero esenciales para que crezcamos y enfrentemos la realidad. Mi cambio de carreras sobre la marcha; volviendo a los estudios, un diminuto departamento, y largas horas disciplinadas de estudio. El nacimiento de nuestros cuatro hijos (más la pérdida de dos que nunca llegamos a ver) y esos años que agotaban la energía, llenos de pañales, y hasta el jardín de infantes. Cuánto aprendimos; cuán profundamente penetraron nuestras raíces; cuán escabrosas fueron algunas de las sendas que recorrimos.
Un aniversario hace que uno recuerde: "No te olvides nunca de tus recuerdos. Son imperecederos."
CAMBIOS. Uno no vive medio siglo con la misma persona sin experimentar un cambio completo en varios aspectos de la vida. Supongo que el cambio más significativo que me ha ocurrido a mí es en el ámbito de la sensibilidad. He aprendido a leer entre líneas, a oír sentimientos que nunca se dicen en palabras, a ver angustia o cólera, alegría o celos, o confusión, o compasión, en caras que comunican lo que la lengua tal vez no diga. ¡Qué autoridad me creía hace cincuenta años! ¡Y qué diferencia determinan una esposa y una manada de chiquillos! ¡Y diez nietos! Dios los ha utilizado a todos ellos para moderar mi intensidad. El cambio de un dogmático terco a un aprendiz con mente abierta fue significativo. Ese proceso, de paso, todavía está teniendo lugar.
Un aniversario hace que uno recuerde: "Da gracias por los cambios. Son importantes."
DEPENDENCIA. Mi matrimonio me ha enseñado que no soy todo suficiente ni autosuficiente. Necesito a mi esposa. Necesito su respaldo, perspectiva, discernimiento, consejo, amor, presencia y eficiencia. Ella no es una muleta para mí; sino que es la compañera que Dios me dio, siempre consciente de mi talante y mis necesidades. Ella oye mis secretos y los guarda bien. Ella conoce mis defectos y a menudo los perdona. A ella le duelen mis fracasos y aprehensiones, y me anima cuando me suceden. Por años Cynthia no se percató del hecho de que yo la necesitaba. Yo avanzaba por la vida como un ferrocarril: impositivo, intimidante y egoísta. Finalmente las grietas empezaron a dejarse ver. Ya no pude esconderlas más. El Señor me mostró el valor de hablar de mis heridas y admitir mis temores; de decir cosas tales como: "Me equivoqué; en realidad lo lamento." E incluso hablar a las claras con mi esposa y declarar cuánto dependo de ella para que me ayude a perseverar.
Un aniversario le hace a uno recordar: "No tienes que salir adelante sólo con tus propias fuerzas. Tu cónyuge es irremplazable."
SUEÑOS. Los sueños son lo que uno anhela como pareja, y luego observa que Dios los hace realidad. A veces son cosas pequeñas, como trabajar juntos en el jardín, echar en la tierra unas pocas semillas y ver los brotes, y después el fruto. U orar juntos por uno de los hijos, pidiéndole a Dios que se apodere de ese corazón y ablande el espíritu. Conforme ese sueño se vuelve realidad, uno sonríe con el otro. Ocasionalmente el sueño es algo grande; y exige oración persistente por el retorno de un hijo pródigo, o por resistencia en una larga enfermedad, o la muerte de un hijo. En ocasiones el sueño exige sacrificios sostenidos, compartidos; como persistir hasta terminar los estudios; o librarse de deudas. Cuando la realidad finalmente tiene lugar, no hay palabras que puedan describir el placer de ese largo abrazo, ese beso de profundo logro.
Un aniversario le recuerda a uno: "Piensa en los sueños que han atravesado juntos. Son logros íntimos."
Los aniversarios son una hermosa combinación de recuerdos, cambios, dependencia y sueños. Nuestras salidas se remontan al 18 de junio de 1955, cuando un par de chiquillos dijeron: "sí," y se comprometieron el uno al otro por toda la vida; no teniendo ni idea de las amenazadoras tormentas que nos esperaban, y que indecibles alegrías nos unirían en uno.
Soy un esposo agradecido. Alabado sea Dios por el plan del matrimonio, y la emoción de celebrarlo anualmente con la mujer que amo.

Tiempo con Dios
Mis padres me inculcaron la importancia de un “tiempo de quietud.” Para sorpresa de muchos, el concepto no lo originó el finado Dawson Trotman, fundador de Los Navegantes, sino el Señor mismo.
Las Sagradas Escrituras están repletas de referencias al valor de esperar al Señor y pasar tiempo con él. Cuando lo hacemos, la basura que hemos recogido durante las horas apuradas, atareadas del día, se filtran, de manera parecida al cieno que se asienta cuando el río se hace más ancho. Con la basura fuera del camino, podemos ver las cosas más claramente y entender los acicates de Dios con mayor sensibilidad.
David con frecuencia subrayó los beneficios de pasar tiempo a solas. Estoy seguro de que él se familiarizó con esta disciplina al apacentar las ovejas de su padre. Más tarde, durante los años tumultuosos cuando el rey Saúl estaba al borde de la locura y lo perseguía por envidia, David halló que su tiempo con Dios no sólo era un refugio necesario sino también su medio de sobrevivir.
Cuando escribió: “Aguarda a Jehová; /Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; /Sí, espera a Jehová” (Salmo 27:14), conocía de manera íntima lo que quería decir. Cuando admitió: “Pacientemente esperé a Jehová, /Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor” (40:1), no lo dijo partiendo de una teoría nada realista. El hombre sufría, con gran aflicción. Y cuando escribió: “Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; /He confiado asimismo en Jehová sin titubear. /Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; /Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón” (26:1-2), no estaba simplemente esgrimiendo unos cuantos pensamientos emocionales para dejar boquiabierto al lector. Esas palabras brotaban de lo más profundo de su alma afligida, como el rompiente de agua salada estalla cuando una ola se estrella contra la roca.
¿Tiempo con Dios? ¿Quién experimentó más su valor que Job después de perderlo todo? En adoración escribió:
“Desnudo salí del vientre de mi madre,
y desnudo volveré allá. Jehová dio,
y Jehová quitó;
sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21).
Y su confianza tranquila no se agotó; el hombre continuó buscando la comunión con su Dios. ¿Recuerda su confesión? Lo que la destaca más es que él la dijo mientras lo rodeaban los que lo acusaban:
“Mas él conoce mi camino;
Me probará, y saldré como oro.
Mis pies han seguido sus pisadas;
Guardé su camino, y no me aparté.
Del mandamiento de sus labios nunca me separé;
Guardé las palabras de su boca más que mi comida” (23:10–12).
¡Eso es! Eso es exactamente lo que ocurre cuando nos salimos del carril de alta velocidad y mantenemos nuestra cita con el que nos hizo. Sus palabras adquieren mayor significado que una buena comida. ¡Y qué grandiosos pensamientos tiene Él para nosotros, qué nociones, qué consuelo, qué seguridad!
La mejor parte de todo es que esas divinas irrupciones vienen de manera muy inesperada. Aunque usted y yo tal vez nos hayamos reunido a solas con Dios mañana tras mañana, de repente sucede que un día, como ningún otro, Él nos revela su plan . . . y nos deja sorprendidos.
Le sucedió a Moisés. A solas con su rebaño de Jetro, en algún lugar del desierto, tal vez después de que el ulular de los vientos nocturnos del desierto se habían calmado y los candentes rayos del sol de Sinaí empezaban a dejarse ver por encima de los impresionantes riscos de Horeb, Dios le habló desde un matorral que ardía de manera extraña.
Y, ¿qué fue lo que Dios le dijo? ¿Qué fue lo que oyó este pastor de ochenta años de edad, ya de bajada? “¡Dirige el éxodo!”
¿Quién jamás hubiera imaginado que un amanecer de otra manera ordinario hallaría al viejo batallando con la incredulidad? Menos que nadie, Moisés.
Entiendan que esos momentos fenomenales son la excepción, y no la regla. Si Dios nos hablara de esa manera todos los días, zarzas ardientes serían tan comunes como los semáforos o teléfonos que timbran. La verdad es que nunca jamás en toda la historia del mundo se ha vuelto a oír la voz de Dios desde una zarza que se negaba a consumirse por las llamas. Como ven, Dios siempre se dedica a hacer obras originales, y no a duplicar grabaciones.
Pero jamás lo dude: Él todavía anhela hablarles a corazones que esperan. . . corazones que saben quedarse quietos ante Él.

Batallando con la Soledad de los Días Festivos
Es verdad, para mucha gente los días festivos traen dolorosos recuerdos. Heridas de la infancia ó pérdidas de seres queridos, pegan fuerte a muchas personas durante ésta época sentimental. Mientras que muchos celebran las alegrías de la época Navideña, muchos otros sufren la soledad que la época trae.
Durante uno de los momentos más desesperantes en la vida de David, el ungido y futuro rey de Israel se encontró huyendo de dos diferentes enemigos –no era precisamente un tiempo para celebrar. Con los filisteos al oeste y el Rey Saúl al este, un David angustiado encontró refugio en la cueva de Adulam (1 Samuel 22:1-2). Desde la perspectiva humana, David estaba solo. Él mismo expresó la manera en que se sintió por medio de una oración:
Nadie me tiende la mano…por mí nadie se preocupa. (Salmo 142:4)
Pero David también dijo,
Cuando ya no me queda aliento, Tú me muestras el camino. (142:3)
En Hebreo, la palabra tú, denota un tono enfático, dando a entender que sólo Dios verdaderamente entendió el dolor de David. Desde la profundidad de esa cueva, David exclamó en voz alta, “Tú eres mi refugio” (142:5).
Las palabras de David ilustraron la tensión que hubo entre su afligida alma y su dependencia en Dios. La soledad extrema a menudo se asemeja a una prisión –como lo experimentó David. Consiguientemente, pensamientos y actos desahuciados emergen. Pero cuando nos sentimos abrumados y solos, podemos recordar que el Señor está presente, y Él está “íntimamente familiarizado con todos nuestros caminos” (139:3). A pesar de la manera en que nos podamos sentir, la Palabra de Dios nos promete que esto es verdad.
Él no nos ha dejado solos.
David, en su ejemplo de vida nos enseña que las épocas de soledad son los momentos en que debemos buscar refugio en Dios a través de la oración. No son momentos de buscar las soluciones del mundo. El Señor constantemente nos enseña esto durante las pruebas, despojándonos de todo, excepto de Él –una verdad que David afirmó: “eres todo lo que quiero en la vida” (142:5 NTV).
Así es que cuando nos sintamos solos –y quiero decir, verdaderamente solos –necesitamos aferrarnos a las promesas de Dios, las cuales nos dicen que Él nunca nos abandonará…nunca nos fallará…y nunca nos dejará (Deuteronomio 31:8, Mateo 28:20, Juan 14:18).
La soledad es un llamado de Dios para acercarnos a Él.

Carácter: un atributo que no hay que desenterrar
Considere las palabras de Salomón: “Las personas con integridad caminan seguras, pero las que toman caminos torcidos serán descubiertas.” (Proverbios 10:9). Antes de que continúe, me gustaría pedirle que vuelva a leer este versículo.
Job, después de haber sacado adelante a una familia, de haberse establecido en el mundo de los negocios y a una edad ya madura, “Era un hombre intachable, de absoluta integridad, que tenía temor de Dios y se mantenía apartado del mal” (Job 1:1).
José llegó a ser el sirviente personal de Potifar y luego fue encargado de las propiedades de su amo (Génesis 39:5). Sin importar la circunstancia, ya sea con los demás trabajadores, administrando grandes sumas de dinero, sirviendo a los invitados o a solas con la esposa de Potifar, José era una persona confiable.
Daniel también es digno de recordar. Luego de que lo promovieron al cargo como el primer ministro, los que lo envidiaban “buscaron un motivo para acusar a Daniel” (Daniel 6:4), pero no lo lograron. Por más que lo intentaron, “pero no encontraron nada que pudieran criticar o condenar” (6:4). Al igual que Job y José, Daniel caminaba seguro en su integridad. Él nunca tuvo temor de que le descubrieran algo.
¿Qué era lo que ellos tenían en común? ¿Eran perfectos? No, cada uno de ellos tenía sus imperfecciones. ¿Su vida era fácil? Lo dudo mucho. Un análisis detallado revela dificultades y dolores de cabeza que nos harían desfallecer. ¿Qué tal una presencia carismática, cuidadosamente orquestada por un departamento de relaciones públicas? Eso sería absurdo. ¿Una elocuencia impresionante? No lo creo. Podemos pensar en otras opciones pero todas serían igual de erradas que las mencionadas anteriormente.
Su común denominador era el carácter. Cada uno de estos hombres que he seleccionado de las Escrituras tenía un carácter moral muy bien definido. Es fácil pasar por alto ese ingrediente esencial entre los líderes actuales. . . especialmente durante un año electoral.
Desafortunadamente, nos hemos acostumbrado a pasar por alto el estilo de vida engañoso o secreto. Con frecuencia escuchamos que no es posible encontrar personas que valoran la honestidad y modelan la responsabilidad, quienes promueven la justicia, la lealtad y respeto por otros, o que tengan convicciones firmes, y eso nos hace pensar que no es posible tener esas cualidades. Recientemente escuché que alguien dijo: “Estamos votando para elegir un presidente, no un papa”. A esta analogía yo digo “¡Qué tontería!”.
Tal vez piense que soy anticuado o idealista pero desearía que desenterráramos y restaurásemos la importancia del carácter. Por mucho tiempo ha estado enterrado. El carácter debe ocupar el primer lugar cuando se buscan empleados en un ambiente laboral. Debe ser un aspecto que no se negocia entre aquellos que ocupan un lugar de liderazgo en nuestras escuelas, ciudades, estados y por sobre todo en las iglesias y en la nación. Es lo que los padres desean inculcar en sus hijos. Es lo que una gran madre o un gran padre espera ver en las novias o novios de sus hijos. Es la cualidad fundamental que esperamos de aquellos que trabajan con nosotros. Tal vez no lo digamos en voz alta, pero internamente, todos deseamos tener carácter. Cuando nos hace falta nos damos cuenta de ello, resentimos no tenerlo. Se puede decir que el carácter es la médula espinal de la grandeza.
Si eso es así, ¿por qué no se habla de ello con frecuencia? Quizá porque la mayoría de nosotros hemos llegado a creer que no tenemos el derecho de exigirlo. Después de todo, como dice el dicho, “nadie es perfecto”.
Repito, requerimos carácter, no perfección. Desde los comienzos de la nación, cuando aquellos grandes hombres y mujeres que no eran perfectos ocupaban posiciones de liderazgo, la sociedad podía notar en ellos lo que era tener una virtud genuina, dignidad, dominio propio, resolución, determinación, fuerza de voluntad, pureza moral, integridad personal y patriotismo sacrificial. Ellos fueron seleccionados y elegidos porque eran ejemplos en el liderazgo público y en su vida privada. El hecho que algunos no vivieran a la medida de esos parámetros, no significa que el ideal debería cambiar.
Salomón tenía razón. Aquellos que tienen integridad caminan seguros, sin temor que les descubran una falta. Si hombres como Job, José y Daniel pudieron demostrar carácter en los tiempos más difíciles, nosotros también podemos hacerlo--hoy.
Y ya que podemos, debemos hacerlo.

Cinco Preguntas sobre Eclesiastés
¿Quién lo escribió? Puesto que el autor no nos dio su nombre, sino que se refirió a sí mismo sólo como “el maestro” o “predicador,” no podemos estar seguros. Sin embargo, la mayoría de la evidencia apunta a que el rey Salomón fue el autor. Podemos concluir esto porque el escritor se identifica como hijo de David y rey de Jerusalén (Eclesiastés 1:1, 12). También dijo que fue la persona más sabia que gobernó Jerusalén (1:16), construyó grandes proyectos (2:4-6), y tuvo gran riqueza (2:7-8).
¿Qué es? Eclesiastés probablemente se entiende mejor como un “diario” de las reflexiones de Salomón sobre el significado y propósito desde la limitada perspectiva del mundo. Es su presentación de evidencia y conclusiones basadas en las observaciones y experiencias para los que no tienen ni el tiempo ni los recursos para hacer por sí mismos la jornada.
¿Dónde fue escrito? Salomón dijo repetidas veces que fue rey en Jerusalén, en Israel (1:01, 12), y este libro probablemente fue escrito allí.
¿Cuándo fue escrito? Eclesiastés probablemente fue escrito alrededor del año 925 a.C., hacia el fin de la vida de Salomón. En su vejez, Salomón sabiamente reflexionó sobre su jornada por la vida, incluyendo su alejamiento y vuelta a Dios.
¿Por qué se escribió? Mientras que afirma una noción alta de la soberanía de Dios y la total dependencia de la humanidad en él (Eclesiastés 3:4), Eclesiastés fue escrito para mostrar que la vida aparte de Dios es vacía y sin significado. Eclesiastés 2:11 dice: “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.” Y sin embargo Salomón acabó diciendo: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos” (12:13). En tanto que la vida aparte de Dios es frustrante, la vida con Dios y disfrutando de sus dones con agradecimiento puede ser abundante, independientemente de nuestras circunstancias diarias.

Cómo Confiar Cuando Uno Está Angustiado
Algunos tal vez enfrenten lo que fácilmente se podía llamar un problema insoluble. Es a ustedes a quienes espero animar hoy. A menudo las situaciones que no tienen respuestas humanas forman la base para que Dios haga su mejor obra.
Esto se ilustra de manera hermosa en la vida de Job, que, a mi juicio, es un ejemplo vivo de problemas insolubles. La biografía de Job incluye todo un pizarrón lleno de preguntas en cuanto al sufrimiento.
¿Es Dios justo? ¿Es esta situación justa? ¿Qué debe aprender una persona que atraviesa las aguas profundas del sufrimiento?
En Job tenemos un vistazo singular y raro dentro del velo del cielo y detrás de bastidores en la tierra.
Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella. 8 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? (Job 1:7-8).
¿Que diría Dios de usted si Él estuviera hablando con Satanás acerca de su vida? “¿No has considerado a ____________ ?” y entonces mencionara su nombre. Al describirlo a usted, ¿qué diría Dios? Con alguno de ustedes, a lo mejor sería algo muy similar a lo que dijo de Job: “perfecto y recto.”
La vida de Job era un modelo maravilloso de vida valiente. Job confió en Dios en las buenas. Ahora la escena estaba preparada para determinar si Job confiaría en Dios en situaciones humanamente imposibles.
El siguiente capítulo en la vida de Job es oscuro. Soportó pérdidas como pocos han conocido. Su casa, destruida; su familia, muerta; su salud, en ruinas; sus finanzas, eliminadas. Sus amigos cuestionaban su reputación santa.
En el largo proceso de resolver sus preguntas y luchas, Job finalmente resolvió confiar en Dios—costara lo que costara. Había adorado. Se había humillado. Se había sentado en silencio. Finalmente respondió a su esposa: “Recibo lo que Dios ha enviado. He recibido lo bueno; ahora recibo la adversidad.” Vuelva a leer eso. Es el secreto de la estabilidad.
Hallo tres razones reales por las cuales Job pudo responder de esa manera. Primero, miró hacia arriba y halló consuelo en la soberanía de Dios. Vio mucho más que las acciones de Dios; vio el corazón de Dios. Aceptó lo que Dios dio y lo que Dios quitó. Vio el amor soberano de Dios, y le dijo a su esposa: “Acaso no deberíamos recibir lo uno y lo otro sin cuestionarlo?”
Job también miró hacia adelante y recordó la promesa de Dios. En el capítulo 19 Job dijo:
“Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo” (19:25).
Job recordó la promesa de Dios de que al fin todo se resolverá. Mirando hacia adelante, sintió ánimo.
Finalmente, Job miró hacia adentro y se dejó moldear por la instrucción de Dios. Job 42:6 dice que Job miró su vida, y se arrepintió “en polvo y ceniza.” Vio que Dios le había instruido en el sufrimiento y enfermedad como de ninguna otra manera. Dijo, en efecto: “Señor, por primera vez honradamente puedo decir: ‘Me entrego a ti como nunca antes.’”
Exige valentía que el creyente se entregue a un Dios soberano al enfrentar situaciones imposibles. Tal vez eso es exactamente lo que usted necesita hacer en este mismo momento. Me viene a la mente la oración que elevó una vez una persona sabia y consagrada:
"Señor: Estoy dispuesto a recibir lo que Tú das. Estoy dispuesto a privarme de lo que Tú no das. Estoy dispuesto a aflojar lo que Tú quieres tomar. Estoy dispuesto a sufrir lo que Tú infliges. Estoy dispuesto a ser lo que Tú quieres que sea. Señor, estoy dispuesto."
Amigo y amiga, si sus días han sido difíciles y sus noches han sido como un túnel oscuro y largo, halle su consuelo en el control soberano y amor eterno de Dios. Su Salvador sabe su punto de aguante. Los golpes, destrozos y adversidad que usted está soportando están diseñados para moldearlo; no para arruinarlo. Su fuerza y valentía aumenta conforme Dios tiene su mano sobre usted. Recordar el secreto de Job puede determinar toda la diferencia.
El autor.
Con afecto,
Rubén Agosto 2016






Publicado 3 days ago por Ruben Vernal
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