• Kabala, conceptos y visión sobre la vida y filosofía judia

    kabala




    La vision de la Kabala sobre los distintos aspectos 
    de la vida y la filosofía Judía.
    Los artículos de Kabala en Masuah son obra del Rab Jaim D.Zukerwar z”l 


    Estos escritos están basados en la Tradición Kabalistica del Rabino y
    Sabio Kabalista Itzjak Luria Ashkenazi que recibimos a través de
    nuestro Maestro el Rabino y Sabio Kabalista Mordejai Shainberguer quien
    la recibió a su vez de su Maestro el Rabino y Sabio Kabalista Iehuda
    Tzvi Brandwain discípulo directo del Sabio y Rabino Kabalista Rabeinu
    Iehuda Leib haLevi Ashlag


    Introducción     Una nueva y original forma de percibir la realidad    De acuerdo a Sus actos Lo conoceré       Si lo conociera sería El     Leyes espirituales


    Estímulos exteriores – estímulos interiores  El impulso interior      Un sendero que trasciende las barreras del tiempo   Del hombre al hombre, del hombre al Kadósh Barúj Hú


    La armonía universal El objetivo Las mitzvót
    El bien y el mal El camino del hombre Mitzvót ben adam la Makom – ben adam lejavero
    Mitzvót asé, mitzvót lo taasé  El proceso educativo Kedushá, tumá y brajá

    Brit milá Bar y Bat mitzvá Jupá  Muerte



    ¿Cómo se genera nuestra realidad? Las sefirót Diez nombres Conductos espirituales Categorías y configuraciones de las sefirot
    INTRODUCCIÓN


    El capítulo Pirkei Avót de la Mishná nos relata que:
     “Moshé Kibél Torá MiSinai Umsará leIehoshúa … ” : “Moshé recibió la
    Torá desde Sinaí transmitiéndosela luego a Iehoshúa . . . “.

    El  vocablo  kibél / recibió se refiere a la Kabalá / recepción.


    Todos los Patriarcas, Profetas y  Sabios del pueblo de Israel fueron y
    son Mekubalím/Kabalistas, receptores y transmisores de la Sabiduría
    Interior de la Torá, la Kabalá.


    La Kabalá, nos permite a través de su estudio, forjar los
    instrumentos para lograr una lectura profunda, lúcida y objetiva de la
    Torá escrita/Torá shevijtáv y oral/Torá shevealpé.


    El conocimiento de esta Sabiduría nos introduce al trabajo espiritual
    conciente a partir del estudio de las leyes que rigen los diversos
    planos de la realidad.  Dichas leyes están codificadas en los diversos
    textos de la espiritualidad de Israel:  la Torá, el Séfer Ietzirá, el
    Talmúd, el libro del Zóhar, el Etz Jaím, el Shulján Arúj, el Sidur, etc.






    Para comprender el pensamiento de Israel debemos aprehender
    determinados principios generales que nos facilitarán introducirnos en
    la percepción judía de la realidad y comprender los objetivos de la
    Kabalá y la educación de acuerdo a los parámetros que nos transmite la Torá.






    1. Tres formas generales
    La Torá, en el libro de Bereshít – Génesis
    2:4, nos transmite que el mundo fue creado para la acción. Por ello
    observamos que toda sabiduría, filosofía y corriente de pensamiento
    finalmente se materializa en actos concretos y en una forma de vida a
    través de tres formas generales:
    a) Cuando el pensamiento y la emoción concluyen en
    justificar  y finalmente concretizar nuestros deseos sin considerar las
    consecuencias que estos generen.

    b) Cuando la pasividad e inercia generan Tespacios vacíost que en última
    instancia son llenados por pensamientos, emociones y actos
    inconcientes.

    c) Cuando discernimos en nuestros pensamientos y emociones esforzándonos en prever la consecuencia de nuestros actos.


    El item c) senala el propósito de la Kabalá y de la educación judía:
    el altrusimo. Por ello el lugar insustituible que ocupa el estudio como
    medio para que el hombre agudice cada vez más su discernimiento pués, de
    lo contrario, corremos el riesgo de hacer del estudio un fin en sí
    mismo: saber por saber.

    El estudio debe llevar a la comprensión y ésta a la práctica
    transformando así la actitud humana, de forma tal que tomemos conciencia
    si nuestras acciones conducen al bien colectivo.

    Sólo entonces podremos prevenir que surja el egoísmo consecuencia de la
    autojustificación y la percepción subjetiva de la realidad.
    Amarás a tu prójimo como a ti mismo

    Levítico 19:18
    No hagas al prójimo lo que no quieras que te hagan a ti

    Talmúd Babli, Shabat 31


    El pueblo de Israel ha perpetuado esta forma de percibir la vida basado en las mitzvót1,
    las cuales le brindan al hombre parámetros concretos con el fin de
    evaluar la realidad y nos muestran un camino seguro para lograr su
    plenitud.

    Así el mensaje judío se transmitió de generación en generación llegando
    su esencia universal vigente e intacta hasta nuestros días.
             2. Una nueva y original forma de percibir la realidad


    Hace aproximadamente 4000 anos Abraham Avinu
    inicia una nueva y original forma de percibir la realidad basada en el
    altruismo, tal como fue expuesto en el item 1 apartado c).

    Abraham Avinu comprendió la dificultad y las debilidades del hombre en su camino espiritual; siendo aún un nino destruyó las estatuas de Téraj, su padre, quien se encontraba inmerso en la idolatría reinante.
    La representación de imágenes fija la realidad en un
    momento histórico a una estética, a una percepción determinada de la
    realidad.

    La imagen parcializa y proclama la independencia de lo particular y
    pasajero en vez de elevar e integrar la individualidad a lo universal.

    El impedimento de darle forma material a la realidad espiritual nos
    exige sobreponernos a las propias limitaciones mentales y emocionales y
    así des-cubrir lo universal.
    Abraham Avinu


    des-cubre que la aparente multiplicidad de seres y aspectos que
    conforman la realidad, tanto de orden material-sensorial como
    espiritual, son diversos grados de una misma y única Realidad Infinita,
    denominada en el lenguaje interior de la Torá: Ein – Sof. Dicha Realidad esgenerada por la Esencia Creadora la cual es llamada en el lenguaje espiritual judío: Kadósh Barúj Hú, HaShém, Atzmút, etc.


    3. De acuerdo a Sus actos Lo conoceré



    Del Kadósh Barúj Hú no tenemos aprehensión ni percepción en
    absoluto. Los cinco sentidos humanos sumados a lo máximo que nuestra
    imaginación pueda transmitirnos es, en el mejor de los casos, la
    manifestación del efecto de las actividades de la esencia, pero nada
    pueden ofrecernos acerca de la esencia en sí misma.

    De acuerdo al judaísmo la esencia es incognoscible y no posee nombre ya
    que todo nombre es un límite, una definición y aquí nos estamos
    refiriendo al principio generador de toda la realidad el cual es
    atemporal y aespacial.

    Debemos recordar constantemente que en todos los textos tradicionales
    judíos nunca se define a la esencia sino que los nombres y
    denominaciones que allí se mencionan se refieren a las diferentes formas
    y actividades en que nosotros la percibimos.
               4. Si lo conociera sería El


    Solamente en el Kadósh Barúj Hú “somos”.

    Conocer nuestro Yo y conocer la Esencia es lo mismo.

    El Kadósh Barúj Hú es la máxima identidad de toda la realidad en “donde” todos “somos Uno”.

    En el ámbito espiritual conocimiento es fusión, en hebreo dvekút. Dvekút es la unión que unifica el conocedor con el conocimiento y lo conocido.

    Así como el agua contenida en un recipiente al ser devuelta al océano se
    funde con el mar, así cada alma es parte inmanente de la realidad
    infinita.
              5. Leyes espirituales


    Cuando el hombre des-cubre una ley accede a un código que
    le proporciona los elementos y el orden de cómo definir y reproducir un
    fenómeno.

    Lo mismo sucede en el ámbito emocional, mental y espiritual. Sin las
    condiciones necesarias no se creará el Tespacio apropiadot para que se
    manifieste el amor, la comprensión, el aprendizaje, el conocimiento,
    etc.

    Las leyes que rigen todos los ámbitos de la realidad son objetivas ya
    que no dependen de lo que sintamos, pensemos, ni de cómo  percibimos la
    realidad.
    La auténtica educación judía debe forjar en el hombre
    instrumentos de discernimiento que le permitan percibir la realidad en
    base a parámetros objetivos.

    Por ello la Torá nos transmite principios concretos: las mitzvót,
    que al ser realizadas concientemente, como será explicado más adelante,
    logran activar todas las potencialidades del hombre expandiéndo
    permanentemente su visión de la realidad.


    La realización de las mitzvót nos compromete intencionalmente con las necesidades del prójimo y la sociedad. De esa forma el hombre actúa como el Kadósh Barúj Hú, da de sí, y al hacerlo comienza a conocer-Lo y ser en El, como fue explicado en el item 4 ? Si lo conociera sería El ?.
      6. Estímulos exteriores – estímulos interiores


    El hombre vive generalmente reaccionando ante estímulos exteriores:
    Qué opinan de mi, qué poseo, etc.


    El egoísmo, la imagen superficial y lo perecedero absorben la gran parte de las energías humanas.

    La realidad material-sensorial acapara la existencia haciendo que el
    hombre olvide su verdadera identidad y el objetivo de su existencia.

    Cuando esto sucede la conciencia comienza a recorrer un laberinto en
    torno a lo inmediato, a la apariencia, olvidando Tquién est y el por qué
    de su vida. La vida se transforma en un permanente reaccionar ante lo
    superfluo y así se crea una sociedad en la cual  sus integrantes no se
    conocen y no conocen a su prójimo ya que toda relación se basa en la
    imágen y en estímulos exteriores. Los verdaderas objetivos quedan
    opacados y la fuerza interior se diluye perdiendo el hombre la
    conciencia de su identidad y propósito.
            7. El impulso interior


    Las mitzvót, el fundamento de la percepción judía
    de la realidad, nos brinda la oportunidad de superar la dependencia que
     impone la realidad material-sensorial cuando se transforma en un fin en
    sí mismo.


    Shabat, por ejemplo, establece un entrenamiento espiritual semanal:

    La mujer enciende las velas, llega la luz al hogar.

    Luego en la sinagoga cada individuo en forma personal y la comunidad colectivamente a través de la tefilá, cánticos y alegría unen sus voluntades a la voluntad del Kadósh Barúj Hú.

    Cada familia en su respectivo hogar, generalmente recibiendo huéspedes (lo cual incluye varias mitzvót), realizan el kidush, etc. etc.


    Todo ello crea un espacio en el tiempo en el cual podemos des-cubrir un nuevo ámbito de la realidad: el altruismo.

    Cada acto que me identifica con el Shabat, como cada una de las mitzvót, activa 4 componentes básicos:


    a) Concreto: La realización del acto en sí.


    b) Emocional: El entusiasmo y la actitud positiva.


    c) Mental: La intención conciente. El conocimiento de los diferentes mecanismos que se activan al realizar la mitzvá.


    d) Espiritual: El altruismo que expande permanente la percepción de la realidad.
    La realización del acto concreto (a), la emoción positiva
    (b), sumadas a la comprensión superior (c), expanden la conciencia
    humana (d).

    La experiencia del rito, en su índole interior, nos da acceso a una forma de conocimiento que fusiona, en hebreo devekút, al individuo con sus semejantes y con su máxima identidad: el Kadósh Barúj Hú.
    Lo mental nos brinda cierta noción de la realidad pero
    también la limita.  Por ello la experiencia y aprehensión interior de
    los símbolos y ritos, asociados al estudio conciente, nos ayudan a
    trascender las formas puramente intelectuales.

    De esa forma el hombre comienza a percibir lo interior y a superar la vida basada tan solo en estímulos exteriores.

    Pero el comienzo, como todo comienzo, exige un desafío:

    El esfuerzo en superar la influencias del mundo material-sensorial lo
    cual genera en las primeras etapas  inseguridad. Debemos destruir los
    ídolos, como lo hizo Abraham Avinu ver item 2 ? Una nueva y original forma de percibir la realidad ?.
    Quien vivió pendiente de estímulos exteriores deberá
    activar su voluntad para salir de la inercia y “cambiar el rumbo”.  Ese
    es un momento muy importante ya que aparece la oportunidad de comenzar a
    conocernos des-cubriendo ¿quién realmente soy?


    Cuando hacemos una pausa con respecto a la realidad material-sensorial creamos un espacio en el tiempo: Shabat.
    La auténtica vida de Torá y mitzvót deben desarrollar la percepción de la realidad, no solo en función de las

    necesidades propias sino que, basados en la necesidad del semejante y la
    sociedad. Así logramos transformar el espacio que nos distancia de los
    hombres  en un espacio de encuentro donde nos asociamos desarrollando
    proyectos para el bien colectivo. Siendo así cada individuo logra
    des-cubrirse como parte inherente de una misma y única realidad infinita
    e indivisible: el Kadósh Barúj Hú.
           8. Un sendero que trasciende las barreras del tiempo


    La percepción de la realidad iniciada por Abraham Avinu tendrá continuidad a través de su descendencia, primero con su hijo Itzják y luego a través de su nieto Iaacov, etc. Varias generaciones después, cuando el pueblo de Israel se consolida como nación y Moshé Rabeinu recibe y transmite la ley escrita y oral, la Torá, esta forma de pensamiento adquiere un carácter nacional y universal.

    El Tanáj, la Mishná, el Talmúd, la Kabalá, la Halajá, la Jasidút, el Musár,
    etc. sumado a las miles de explicaciones y comentarios que de estas
    fuentes surgieron, nos transmiten por miles de anos una línea de
    pensamiento, una identidad, y principalmente una forma de vida basada en
    la unidad armónica de todos los aspectos de la realidad.


    9. Del hombre al hombre, del hombre al Kadósh Barúj Hú
    Dicha forma de aprehender la vida como un todo se traduce
    en el modo en el cual el judaísmo percibe la relación del hombre con su
    semejante y la relación del hombre con la fuerza generadora y máxima
    identidad de toda la realidad: el Kadósh Barúj Hú.
    En el judaísmo estos dos aspectos son complementarios y
    se refuerzan constantemente. De esta forma el hombre tiene la
    posibilidad de desarrollarse en base a parámetros concretos y  evaluar
    la realidad en todos los aspectos en los cuales la vida se manifiesta.
    Como fue explicado en el item 1 toda filosofía y/o forma
    de pensamiento desemboca finalmente en un modo de vida y, por lo tanto,
    en una escala de valores. Es por ello que la educación judía y el
    estudio de la Kabalá se concentra en el fortalecimiento de la voluntad
    altruista ya que es justamente el egoísmo la fuente del mal. Pero, como
    hemos expuesto y desarrollaremos en más profundidad en el correr del
    curso, debe ser realizado en base a principios universales – objetivos y
    no solamente en base a nuestro sentir momentáneo.

    Dichos principios, como vimos, son las mitzvót que transmite la Torá,
    ya que a través del desafío constante en su aplicación nos confrontamos
    concientemente a nuestros deseos evaluando objetivamente si nuestro
    comportamiento es altruista o egoísta.


    Las mitzvót son los principios universales que rigen la
    armonía entre los hombres y los diversos planos de la realidad:
    material-sensorial, emocional, mental y espiritual. Como ya explicamos
    son objetivas, de la misma forma que lo son las leyes que controlan los
    fenómenos físicos que el hombre no inventa sino que des-cubre, ya que no
    dependen de lo que sintamos, pensemos, ni de nuestra intelectualización
    de la realidad.
    El hincapié en transformar el egoísmo en altruismo es el
    objetivo central de la educación judía, ya que el egoísmo nos hace
    perder objetividad al alejarnos de nuestra verdadera esencia.
    De este modo el hombre tiene la posibilidad de aprender a
    identificar el bien y elegir por su propia voluntad. Entonces logramos
    expandir y armonizar gradualmente nuestros limitados deseos con la
    voluntad del Kadósh Barúj Hú siendo ésta, en última instancia, nuestro verdadero anhelo, máxima aspiración e identidad.


    El dominio de una sabiduría se basa en el conocimiento de los códigos que
    nos conducen a la comprensión de los fenómenos a los cuales dicha sabiduría
    se dedica.
    En nuestra época en la cual la información circula vertiginosamente
    influenciando a la opinión publica sin ningún tipo de discernimiento
    previo, textos y manuscritos antiguos son masivamente publicados. En la
    mayoría de los casos dichos textos se hallan despropósitos del conocimiento
    de los códigos y objetivos por los cuales fueron escritos llegando al
    publico en traducciones e interpretaciones subjetivas. Esto da lugar a
    diversos malentendidos acerca de la índole, significado y propósito de los
    mismos, creando así una corriente de lectores aficionados a diversas formas
    del llamado “misticismo” “ocultismo”, “esoterismo”, etc. Estos “ismos”
    que manejan retazos incompletos de lenguajes y códigos han contribuido a
    aumentar la confusión y la desinformación en lo que respecta a los
    objetivos del trabajo espiritual judío.
    Por eso nos enseñan nuestros Sabios que es fundamental aprender el
    lenguaje, la terminología y los objetivos de la Kabala de un verdadero
    iniciado en esta Sabiduría. De este modo evitamos interpretar dichos
    términos fuera del contexto de la Tora lo cual desemboca en sincretismos,
    pseudo – espiritualidad y mística.
    Ha llegado el momento de discernir en donde impera la confusión.
    Es fundamental explicar en forma sistemática el lenguaje y los códigos de
    la Sabiduría de la Kabala: “Sfat HaAnafim” /el Lenguaje de las
    Ramificaciones, señalando con exactitud la dirección y el objetivo de cada
    uno de sus conceptos.



    Clase numero dos





    10. La armonía universal




    El Talmúd de Babilonia en el tratado Brajót página 17a  nos dice en nombre de los Sabios de Iavne:


    Yo soy una creación y mi prójimo también. Mi trabajo está en la
    ciudad y el suyo en el campo. Yo me levanto temprano para hacer mi labor
    y él para hacer la suya. Así como él no presume de realizar mis tareas,
    tampoco yo presumo de realizar las suyas. Ya que se nos ha enseñado:
    Aquél que produce más y aquel que produce menos son iguales en tanto sus
    corazones estén dirigidos hacia el cielo.



    La humanidad es análoga a un gran cuerpo compuesto por distintos
    órganos, cada uno con diferentes funciones pero con el objetivo común de
    servir al bienestar del hombre. El hombre está sano cuando cada célula
    de cada órgano trabaja para que éste pueda servir al cuerpo.

    En cambio, si una célula se desliga de su función y responsabilidad con
    respecto al órgano al cual pertenece y trabaja para sí descuidando su
    relación con el resto del cuerpo, ello afectará a todo el sistema
    debilitando a la propia célula que generó dicho desequilibrio.


    Toda cultura y civilización cumple una función en el contexto del
    gran cuerpo de la humanidad. Cada individuo tiene una función
    irreemplazable dentro del «órgano» al cual pertenece.

    La guerra entre diferentes pueblos y civilizaciones es similar a un
    cuerpo enfermo. Cuando el deseo de recibir egoísta induce a un individuo
    o a un grupo a pretender que el «órgano» al cual pertenece sea el único
    válido está actuando en contra de la ecología espiritual, o sea de las
    leyes con las cuales el Kadósh Barúj Hú manifestó la Creación. En
    cambio, cuando todos los pueblos se unen con la intención de beneficiar
    al gran cuerpo que conforma la humanidad todos reciben por igual:  uno
    produce materia prima, otro la desarrolla, etc.

    Cada ser, comunidad, etc. aporta de acuerdo a su verdadera naturaleza y
    vocación y de esa forma comparte todo y se unifica bajo el objetivo
    común: el bienestar del hombre. Es así como cada ser humano,
    comunidad, cultura y civilización, logra expresar su potencial en forma
    constructiva de acuerdo a su índole y característica. Sólo así podrá
    surgir el bien que conduce a la armonía universal.



    11. El bien y el mal




    Amarás a tu prójimo como a ti mismo


    Levítico 19:18



    No hagas al prójimo lo que no quieras que te hagan a ti

     Talmúd Babli, Shabat 31


    Hasta no definir nuestro objetivo el bien y el mal son relativos y todo queda aparentemente abierto ante nosotros.

    En cuanto definimos conciente o inconcientemente nuestro objetivo, el bien y el mal adquieren definición.


    El bien es todo aquello que nos acerca al objetivo mientras el mal es
    lo que nos aleja de él. Sin embargo, aún estamos dentro del ámbito de
    lo relativo, ya que si el objetivo que nos propusimos no es real
    estaremos invirtiendo nuestro esfuerzo en vano. Asimismo, si el objetivo
    de un malvado es hacer daño todo lo que lo ayude a lograrlo para él
    será «el bien» ya que lo acerca a «su» objetivo.


    Los diferentes estratos de comprensión de la Torá, como la Halajá, el Midrash y, principalmente la Kabalá que incluye a todos los niveles de la Torá
    nos transmiten la sabiduría interior de la vida a través de la cual el
    hombre puede tomar conciencia de los verdaderos objetivos y de cómo
    alcanzarlos. Así superamos el ámbito caótico y de cambio constante que
    resulta al vivir reaccionando a nuestro sentir momentáneo. Esto sucede
    cuando logramos definir objetivamente dónde reside el bien y dónde el
    mal. Entonces, surge la comprensión del objetivo de bien por el cual el Kadósh Barúj Hú manifestó la Creación y así comenzamos a definir qué es realmente el bien y qué es el mal.

    Sólo entonces el bien será «verdadero» y podrá acercarnos al objetivo.
    12. El objetivo


    Nos transmite el libro del Zóhar que el objetivo de la Creación del hombre es la plenitud y completitud absoluta. La cual surje solamente cuando creamos el «espacio apropiado», tal como fue descripto en el item 5 “Leyes espirituales”.


    La Creación, como el cuerpo, es completa y perfecta cuando todos sus
    componentes actúan armónicamente.  Recordemos que el cuerpo está sano
    cuando cada célula de su repectivo órgano trabaja para el bien del
    cuerpo. Análogamente, cuando cada individuo tranforma su egoísmo en
    altruismo actuando en pos del bien colectivo surge el espacio para la
    plenitud.


    Así como el cuerpo es perfecto en su conjunto y no en sus partes aisladas, la Creación es también completa en su totalidad.

    La perfección es el logro de la armonía entre las partes siendo que cada
    individuo necesita de su prójimo y de la sociedad para realizarse. Por
    ello, y solamente, cuando cada individuo canaliza su energía en pos del
    bien colectivo surge la perfección.


    La vida basada en la satisfacción momentánea nos desvía de dicho objetivo. En cambio las mitzvót
    nos ayudan a armonizar nuestros actos presentes en pos del objetivo que
    incluye a todo y a todos, ver item 1 ³Tres formas generales². Por dicha
    razón un gran principio general (mitzvá) y original de la Torá, como lo expresó Rabí Akiva es: Amarás al prójimo como a ti mismo.
    Todo acto que nos desvía de dicho objetivo retrasa la manifestación del
    bien absoluto, dado que a través del amor y el compromiso con el
    prójimo logramos la fusión (dvekút) con nuestra máxima identidad donde todos los conflictos encuentran su resolución: el Kadósh Barúj Hú.
    13. El camino del hombre


    El camino del hombre puede realizarse por 2 vías:


    a) Inconcientemente (y finalmente) sufriendo y reaccionando sin dirección objetiva a causa de su         ignorancia (item 1a y 1b).


    b) Concientemente al definir, a través del estudio interior de la Torá y la práctica intencionada de las  mitzvót los límites entre el bien y el mal, lo real y lo imaginario (ver item 1c).
    14. Las mitzvót




    Las mitzvót ayudan a trascender el egocentrismo,
    ya que a través de su práctica el hombre comienza a comprender que el
    mundo no comienza ni termina en él.


    Las mitzvót nos brindan parámetros para medir nuestro grado de
    altruismo y egoísmo, son coordenadas espaciales y temporales de
    expansión y contención de nuestros deseos.


    Las  mitzvót tienen una y única fuente: el Kadósh Barúj Hú.

    Para nuestro mejor discernimiento nuestros Sabios z”l las ordenaron en dos grupos generales:


    (I)



    a) Mitzvót que ayudan al hombre a discernir si su relación con el prójimo es altruista o egoísta (ben adám la javeró).


    b) Mitzvót que orientan al hombre en pos de la energía de vidas que nutre toda la Creación y su máxima identidad: el Kadósh Barúj Hú (ben adám laMakóm).


    (II)



    a) Mitzvót de expansión de la voluntad (asé).


    b) Mitzvót de contención del deseo (lo taasé).
    15. (Ia) Mitzvót ben adám la javeró,

    (Ib) Mitzvót ben adám laMakóm





    Ia) Las mitzvót que relacionan al hombre con su prójimo (ben adám la javeró)
    nos ayudan a comprender que las necesidades de los otros son tan
    importantes como las propias y cuando no están resueltas nos afectan a
    todos por igual. Así el hombre puede lograr incorporar la noción de
    unidad dentro de la aparente multiplicidad de la realidad, ya que cuando
    el objetivo de los hombres es similar se unen en pos de él y «la unión
    hace la fuerza».  El bien colectivo es el objetivo que nos une y
    responsabiliza mutuamente, primero hacia nuestro entorno, familia,
    amigos, luego hacia la comunidad y el mundo todo.


    Ib) Las mitzvót que relacionan al hombre con el Kadósh Barúj Hú (ben adám laMakóm) nos transmiten «el ritmo» de recepción de la plenitud de Su Luz Infinita y así fusionarnos, devekút, en El, ver item 4 “Si lo conociera sería El”.


    ¿Cómo el hombre puede fusionarse con el KadóshBarúj Hú?



    La comprensión de este concepto requiere una introducción para acceder a
    los fundamentos de la espiritualidad judía y por ende a sus mecanismos
    educativos.


    Así como los objetos materiales se separan o dividen cortándolos, las
    existencias espirituales se separan cuando poseen objetivos disímiles.
    Cuanto mayor es la diferencia en el objetivo mayor será la distancia espiritual.
    Como ya lo explicamos, un ejemplo de ésto es el cuerpo humano:  nuestro
    cuerpo está compuesto por distintos órganos, cada uno con diferentes
    funciones, pero con un y único objetivo:  servir al bienestar del
    hombre. El hombre está sano cuando cada órgano trabaja para este
    cometido. En cambio, si cada órgano trabaja para sí descuidando su
    relación con el resto del cuerpo, éste se resentirá y finalmente el
    propio órgano se verá afectado.


    Ello significa que cada célula y cada órgano estarán en armoníacon el
    cuerpo y entre ellos mientras su objetivo sea común. Lo mismo sucede
    con las almas humanas a pesar de estar revestidas en diferentes cuerpos
    cuando su objetivo es similar, el bien colectivo, entonces nos
    unificamos y somos uno con la Fuente Infinita.


    La orientación de nuestra energía hacia el bien colectivo no surge
    instantáneamente sino que requiere una elaboración, un proceso
    educativo.


    Como ya expresamos en otros textos en el ámbito espiritual, a
    diferencia del material, el acto de dar y recibir no son simultáneos.
    Cuando alguien nos da un objeto tenemos la posibilidad de recibirlo
    inmediatamente. En lo espiritual no es necesariamente igual, el acto de
    dar y recibir no son simultáneos. Quien enseña una sabiduría no tiene
    garantía alguna de que ésta sea recibida sino que el alumno tendrá que
    esforzarse con el fin de aprehenderla.


    La Torá nos transmite que el Kadóh Barúj Hú «demoró» 6 días en crear el Mundo y 40 en dar la Torá a Moshé en Sinái.

    Eso nos enseña que no es suficiente con dar sino que debemos enseñar
    cómo recibir correctamente el conocimiento. En hebreo, el verbo recibir
    proviene del vocablo Kabalá (recepción).

    Kabalá es la sabiduría que nos enseña cómo recibir los diferentes grados de la sabiduría que nos transmite la Torá.


    La Torá, a través de sus sabios, nos enseña cuál es el modo de
    aprehender la sabiduría, pero será cada individuo de acuerdo a sus
    características espirituales quien des-cubra «su forma» de lograrlo.
    Decimos «su forma» ya que cada individuo tiene una función
    irreemplazable en el logro de la armonía y cuando la alcanza se completa
    una nueva parte del gran «puzzle universal».


    Cuando encontramos nuestro «lugar» (makóm) revelamos la fuerza altruista que está latente en nuestro interior aguardando el momento para manifestarse.


    Cuando cambiamos el lugar de una pieza de cualquier mecanismo todo el
    sistema dejará de funcionar correctamente y la pieza dejará de dar su
    potencialidad a dicho sistema. Lo mismo sucede con el hombre, cuando no
    «está en su lugar» (makóm) surge el egoísmo ya que al no encontar cómo manifestar armónicamente su energía la expresará negativamente.


    Cuando des-cubrimos «nuestra forma» de dar, de ser útil a la familia y
    a la sociedad, no sentimos falta por ser ni por poseer lo del otro
    sino, por el contario, buscamos ayudar al prójimo a des-cubrir su
    vocación, a formar su familia, etc., a encontrar «su lugar».



    16. (IIa,b) Mitzvót asé, mitzvót lo taasé




    La Torá no es determinante sino que nos ayuda a encontrar los parámetros de lo posible y necesario para cada etapa y momento. Las mitzvót de expansión (asé) y de contención (lo taasé) nos indican cuándo actuar y cuándo posponer nuestros deseos limitándolos en pos de una futura expansión.

    Cuando deseo algo me detengo, discierno y de esa forma puedo prever las consecuencias a corto y largo plazo (ver item 1c).


    La Kabalá define «el mal» como un aspecto con el cual aún no
    estamos preparados para relacionarnos pero que, llegado el momento,
    también allí se revelará el bien.


    El Kadósh Barúj Hú todo lo hizo para bien y queda en nosotros, discerniendo en las leyes de la Torá, des-cubrir la forma y el momento para extraer el bien oculto en cada ser y aspecto de la realidad.

    La misma energía que destruye puede construir cuando la aplicamos en la forma adecuada.


    Nos expresa el libro de Kohélet ³Todo tiene su tiempo …².

    La Creación es el «gran proyecto» y como todo plan tiene sus principios y fases de desarrollo.


    La Halajá le enseña al hombre el ritmo y la forma de relacionarse con dichos principios.

    La Kabalá nos ayuda a comprender el plan a través del cual haShem beneficia a las creaturas en forma infinita.

    A partir de dichas bases logramos edificar una sociedad en la cual cada
    individuo toma responsabilidad por su prójimo lo que nos conduce a
    percibirnos como diferentes partes de una misma unidad (ver item 10 “La
    armonía universal”).


    Al tomar conciencia de la realidad a partir de dichos parámetros, comenzamos a vivenciar la mitzvá
    de ³Amarás al prójimo como a ti mismo² ya no en base a nuestro parecer y
    sentir momentáneo, sino que des-cubrimos que «amar al prójimo como a ti
    mismo» es una ley objetiva como lo son las leyes físicas en el ámbito
    material. Entonces podemos percibir el orden de causas y consecuencias a
    nivel de nuestros deseos, emociones y pensamientos de la misma forma
    que sucede con los fenómenos físicos.

    Así, el bien se torna objetivo ya que comprendemos que el principio
    ³Amarás al prójimo como a ti mismo² como el resto de las las mitzvót contenidas en la Torá
    trascienden la índole humana adquiriendo una dimensión de leyes
    universales, únicas capaces de combatir la raíz del mal: el deseo
    egoísta de recibir.
    17.  El proceso educativo






    Un bebé no está preparado para alimentarse de la misma
    forma que un adulto. Está desprovisto de dientes, su aparato digestivo
    aún no está desarrollado y por lo tanto aún no puede digerir ciertos
    alimentos.

    Su relación hacia el mundo exterior es pasiva dado que recibe lo que le
    dan sus padres. Los adultos disciernen y deciden por él siendo que él
    aún es incapaz de diferenciar entre lo que le hace bien y lo que puede
    dañarlo.


    En los mundos espirituales, como en el vientre materno, el alma no
    posee conciencia de su deseo ya que sus necesidades son saciadas aún
    antes de manifestarse.

    Cuando «llega a este mundo» surge el deseo en forma general y los padres
    alimentan, le brindan amor y toda su experiencia al nuevo ser. Es el
    comienzo de la manifestación de la deseo, aún inconciente, ya que no
    sabe con qué ni cómo satisfacerse, sólo desea saciarse.


    A medida que el hombre desarrolla su deseo comienza a intensificarse y
    expandirse cada vez más sobre todos los ámbitos de la realidad,
    instintos, emociones y pensamientos. Por ello el hombre procura su
    vocación, su pareja, «su lugar».


    La Torá nos brinda un sistema educativo con el fin de saber
    cómo relacionarnos con el deseo en cada etapa de la vida.  Por el
    contrario, cuando ignoramos el orden y el ritmo de aprehensión de la
    realidad atraemos sobre nosotros, nuestros hijos y la sociedad
    situaciones para las cuales aún no estamos preparados, y será como darle
    a un bebé alimento para adultos.

    Ello es lo que la Torá define como kedushá y tumá.


    18.  Kedushá, tumá y brajá





    Kedushá


    y tumá representan dos formas de aprehender la realidad.

    Kedushá nos indica la energía que estamos aptos para recibir y emplear positivamente.

    Tumá, en cambio, es la energía que aún no estamos capacitados para utilizar.

    Tumá señala la forma de recepción que finalmente genera destrucción a nivel individual y colectivo.

    Tumá es producto del placer momentáneo y egoísta sin evaluar sus futuras consecuencias.


    Ejemplo:

    El cuerpo debe ingerir la cantidad y calidad de alimento que le provea
    la energía para funcionar correctamente. Si comemos en exceso
    generaremos un desequilibrio y finalmente enfermedades, ya que
    sobrecargamos al cuerpo con energía que no puede asimilar. También
    debemos poner cuidado en el tipo de alimento, si no es balanceado el
    cuerpo generará colesterol, o azúcar, etc.


    Análogamente sucede con nuestra energía instintiva, emocional, mental
    y espiritual. Cuando atraemos instintos, emociones, pensamientos y
    energías que aún no sabemos manejar generaremos graves desequilibrios en
    la ecología espiritual del individuo y la sociedad.


    La forma de relacionarnos con la kedushá es la brajá.

    Brajá se traduce comunmente como bendición.

    Brajá es la reflexión mental, emocional y verbal que antecede la relación del hombre con el mundo de la kedushá.

    La brajá es el discernimiento dentro del ámbito de la kedushá..

    Previo al acto de acercarme a la kedushá – energía que estamos
    aptos para recibir y emplear positivamente -discierno y tomo conciencia a
    través del pensamiento, el sentimiento y la palabra del origen de mi
    deseo y de la forma en que éste se expande hacia todos los ámbitos de la
    realidad.


    Cuando la vida está basada en la kedushá y la brajá
    surge la conciencia superior ya que el hombre ahora se relaciona hacia
    el prójimo y todos los ámbitos de la realidad concientemente, previendo
    la consecuencia de sus actos y ya no en forma mecánica e instintiva, tal
    como fue expicado en el item 1 “Tres formas generales”.


    Clase numero tres


    19. La iniciación, el proceso educativo que atraviesa el deseo de la Neshamá



    Para que el Hombre logre transformar sus ansias de recibir – egoísmo –
    en altruismo, deberá pasar por cuatro etapas generales en la educación
    del deseo y el fortalecimiento de la voluntad:


    Brít Milá

    Bar y Bat mitzvá

    Jupá

    Muerte


    Cuando decimos el Hombre nos referimos al concepto hebreo Adám, el cual fue creado masculino y femenino, Bereshít 1:27.

    La Kabalá nos transmite que en los «mundos superiores» el alma se encuentra en estado de unidad y cuando

    «llega a este mundo» se divide en dos aspectos.

    A partir de Adám surgen Adám y Javá, Caín y Abel, etc., etc. hasta desembocar en nuestro mundo actual.


    El desarrollo que comienza en la unidad y posteriormente desemboca en
    la multiplicidad de aspectos y seres es impulsado por la energía más
    poderosa de la Creación:  el deseo del alma de recibir la plenitud Infinita.


    La concretización armónica de este proceso no sucede automáticamente
    sino que le exige al hombre activar lo más interior y profundo de su
    ser. Hasta no orientar nuestra vida concientemente hacia dicho objetivo,
    que debe abarcar a todos los seres y ámbitos de la realidad (como fue
    explicado en el item 10 La armonía universal), el mal surgirá cada vez
    con más intensidad  como la «fuerza policial» necesaria mientras el
    hombre

    no respete las leyes espirituales consecuencia de la ignorancia y el egoísmo.


    Cuando tomamos conciencia de nuestra verdadera naturaleza y de la unidad de todos los seres, ver item 4 Si lo conociera sería El, nuestro deseo insaciable de recibir se transformaen voluntad de dar y beneficiar al prójimo.  Sólo entonces estaremos preparados para recibir realmente la Torá y poner en práctica las mitzvót en su índole interior.


    La mujer y el hombre son dos mitades siendo el casamiento, la
    educación de los hijos y la influencia positiva a la sociedad los
    componentes imprescindibles para la realización espiritual.

    La Torá nos transmite instrucciones precisas, mitzvót, las cuales concientemente aplicadas nos conducen al objetivo.




    20. Brit milá



    Es la etapa preliminar para la formación de la voluntad espiritual. Mediante la realización del brit milá le damos la posibilidad a nuestros hijos de sobreponersea las influencias más burdas del deseo.

    La fuerza de los instintos es insaciable; en cambio, cuando la ubicamos
    en su justo lugar nos proporciona la energía para traer luz y plenitud a
    todos los ámbitos de la vida.


    El brit milá es una iniciación. No obstante, para que el
    camino espiritual judío se concretice debemos darle continuidad a través
    de una educación que fortalezca constantemente la voluntad altruista.
     Por ello observamos que las mitzvót actúan directamente en los
    deseos del hombre manteniéndolo alerta contra el mayor de sus enemigos:
    el egoísmo en todas sus manifestaciones.


    21. Bar y Bat mitzvá



    Cuando el niño y la niña llegan a la adolescencia surge la fuerza de la energía creadora, fuente de vida y plenitud.

    Como toda energía requiere sumo cuidado ya que con ella podemos
    construir y recibir inmenso placer o, si la empleamos incorrectamente,
    puede ser la fuente de los mayores sufrimientos.



    A modo de ejemplo:

    Previo a la adolescencia el niño es como una persona que posee diez monedas.. ¿Cuánto bien o mal puede hacer con dicha suma?

    En cambio, el adolescente es como un gran financista. Cuando se posee
    millones se requiere de criterio para emplear el dinero correctamente.
     Ahora son necesarios abogados, contadores, cajas fuertes, guardias,
    computadoras, etc.


    En el momento en que surge en el adolescente la energía creadora es
    deber de los padres, educadores, brindarle los principios para que sepa
    utilizar su energía en forma correcta.

    En dicha etapa la Torá nos indica que llegó el momento de iniciar a los jóvenes en las leyes de manifestación y contención del deseo, mitzvót asé y lo taasé, ver item 16. (IIa,b) Mitzvót asé, mitzvót lo taasé.
    De esa forma colaboramos en la creación de una sociedad altruista
    basada en principios universales y no simplemente en el sentir
    momentáneo.


    22.  Jupá



    De acuerdo a la Torá el hombre y la mujer deben encauzar
    positivamente sus energías en pos de la continuidad de la vida.  Por
    dicha razón el ideal judío es la familia ya que nos brinda el marco
    propicio para que el hombre y la mujer se realicen plenamente
    manifestando sus instintos, emociones y pensamientos en forma armónica.
    En familia aprendemos a compartir y asumir la responsabilidad por
    nuestros hijos y a entender a nuestros semejantes y a la sociedad.


    El casamiento es el estado que permite a cada uno de los integrantes
    de la pareja pasar del período pasivo y receptivo que prevaleció  hasta
    entonces a una etapa en la cual el centro es el dar y el comprender:  a
    su pareja, a sus hijos y a la sociedad.


    En esta etapa el hombre (adám) comienza realmente el
    conocimiento espiritual, la conciencia comienza a trascender los límites
    de sí mismo. Comprometiéndose ante las necesidades del prójimo se
    expande a nuevos aspectos de la realidad. Ahora actúa como su origen,
    como el Kadósh Barúj Hú. Es el comienzo del altruismo.


    23.  Muerte



    Las tres etapas mencionadas Brit milá, Bar y Bat mitzvá y Jupá
    son tres niveles de iniciación que, como fue explicado, están
    destinadas a la transformación del deseo egoísta inconciente en
    conciencia altruista. De esa forma el hombre logra la fusión con el
    origen de toda la realidad y su máxima identidad: el Kadósh Barúj Hú.


    Generalmente estas tres etapas no son suficientes para la gran
    mayoría de los hombres permaneciendo su deseo, aún después de la muerte,
    atraído hacia el plano material-sensorial como un fin en sí mismo.

    La «experiencia» de la muerte ayuda a la desidentificación con el plano corpóreo.  Dicha experiencia es «vivida» por cada neshamá en forma diferente de acuerdo a la conciencia espiritual que alcanzara en su vida.


    El alma se dirige siempre hacia donde su atracción la impulsa y lo
    que no fue resuelto en el plano material-sensorial volverá a él para
    completar la transformación del egoísmo en altruismo. A este proceso se
    lo denomina guilgul, o sea el mecanismo que hace que el deseo del
    alma rote por los diferentes estratos de la realidad, tanto material
    como espiritual, hasta que supera concientemente todas las formas que el
    egoísmo adquiere.


    El hombre «está» donde «está» su deseo.


    La educación judía, cuando es aplicada correctamente, nos brinda la
    comprensión delos principios espirituales para sobreponernos a los
    estados inferiores-egoístas de la realidad que desembocan en el caos
    personal y colectivo.

    A través del altruismo logramos despertar nuestra conciencia superior de la realidad donde todo es Luz y armonía infinita.

    1a.Dijeron nuestros sabios z’l:

    No existe hierba alguna en este mundo que no esté regida por un ángel que le ordena crecer.


    ¿Cómo se genera nuestra realidad?




    Todo lo que sucede en nuestra realidad es el resultado de
    una serie de encadenamientos de causas y consecuencias espirituales
    generadas desde la causa primera: la voluntad del Kadósh Barúj Hú de dar plenitud y completitud a todo lo creado denominado en el lenguaje de la Kabalá: Infinito en hebreo Ein – Sof.


    Cuando decimos espiritual nos referimos al ámbito de la vida que nos
    posibilita el acceso a las causas, en tanto que material son las
    consecuencias generadas por dichas causas.

    Cuando observamos un objeto, un libro por ejemplo, tenemos ante nosotros
    el resultado de la elaboración intencionada de alguien que sintió deseo
    de expresar ciertas ideas; por lo tanto pensó, escribió y finalmente
    publicó el libro.


    Lo mismo sucede con todos los procesos, desde el detalle más pequeño
    hasta la Creación en su totalidad. Todo obedece a causas
    interiores-espirituales que posteriormente se manifiestan en la realidad
    material.

    Pregunta y responde el rey Shlomó en el libro de Proverbios (Mishlei):

    ¿Quién es sabio? Quien prevee lo que va a nacer, o sea, quien conoce las causas, lo espiritual, y por lo tanto puede prever la concretización de las consecuencias, lo material, que cada pensamiento, sentimiento y acto van a generar.
    La comprensión de estos conceptos en su profundidad exige
    una amplia y exahaustiva explicación ya que los sabios siempre
    revelaron la sabiduría poniendo cuidado en no exponerla a aquel que no
    esté apto para recibirla.

    Como ya hemos explicado en varios de nuestros escritos el trabajo
    espiritual del pueblo de Israel consiste en transformar el egoísmo en
    altruismo para lograr así la fusión con el Uno sin segundo el Kadósh Barúj Hú
    y, por ende cuando el hombre no está preparado aún para emprender dicha
    labor corre el riesgo de distorsionar la sabiduría de la Kabalá.  Esto
    sucedió muchas veces a lo largo de la historia lo cual generó muchos
    malentendidos sobre el propósito de esta sabiduría y el trabajo
    espiritual de Israel.


    Nuestros sabios nos enseñan que los aspectos más profundos de la
    sabiduría siempre fueron expresados en un lenguaje alegórico por lo cual
    es imprescindible haber sido iniciado en dichos códigos para comprender
    su real significado y objetivo. Por dicha razón nos indicaron que no se
    traen relatos alegóricos, agadót y midrashím, como fuente halájico-jurídicas ya que éstas son herméticas para el no iniciado.


    En la redacción del libro del Zóhar, Rabí Shimón encomendó a
    Rabí Aba que él sea quien escriba las explicaciones más profundas de la
    sabiduría dado que sabía como exponerlas en forma alegórica.

    Nos relata nuestra tradición en cada detalle de sabiduría kabalística
    que revelaba, Rabi Shimón expresaba: Ay de mi si revelo y ay de mi si no
    revelo! Si no revelo se ha de perder la sabiduría ya que ésta no
    llegara a mis alumnos, y si revelo, sabrán como utilizarla?


    El dilema no era simple ya que de no revelarla, la sabiduría tampoco
    llegaría a los alumnos verdaderos, y revelándola, fracasarían en su
    aplicación aquellos que no estuviesen espiritualmente preparados. Es así
    que Rabí Shimón eligió emplear una forma particular de transmisión a
    través de Rabi Aba, quien era experto en la escritura alegórica de modo
    tal que la sabiduría esté suficientemente revelada para los capaces de
    acceder a ella y oculta para los que aún no están preparados. Sin
    embargo, en el Zóhar se nos asegura que en un futuro la sabiduría
    se ha de revelar generación tras generación en su totalidad, y al
    hacerlo el pueblo de Israel pondrá fin a su exilio que es
    primordialmente de carácter espiritual.
    2a. Las sefirót




    La Kabalá nos «describe», a través de las sefirót,
    los estados que atraviesa la conciencia en su aprehensión de la
    realidad. Este proceso es el resultado de un orden preciso de causas y
    consecuencias espirituales generadoras de los diferentes ámbitos de la
    existencia. Dicho estudio des-cubre ante nosotros el objetivo de la
    Creación y la forma de alcanzarlo armonizando así el ser con el saber,
    el hombre con su semejante y con su origen infinito y máxima identidad:
    el Kadósh Barúj Hú.
    Las sefirót se denominan: Kéter, Jojmá, Biná, Jésed, Gvurá, Tiféret, Nétzaj, Hod, Iesód y Maljút  y se

    presentan en varias categorías y configuraciones indicándonos así las
    diferentes formas de recepción y transmisión de la realidad: la Luz
    Infinita, en hebreo Or Ein – Sof.


    A pesar de que en muchas situaciones las sefirót son
    denominadas en los textos kabalísticos con los mismos nombres, debemos
    saber que de acuerdo al lugar que ocupan en el encadenamiento de los
    mundos, estás ponen de manifiesto diferentes aspectos de la Luz
    Infinita. Por dicha razón cuando profundizamos en el estudio de la
    sabiduría de la Kabalá es imprescindible poseer un entendimiento previo
    que nos de la experiencia y la imagen interior de las mismas, para así
    poder entender la diferencia entre cada una de las categorías y
    configuraciones de sefirót.

    A lo largo de nuestro texto expondremos y explicaremos en forma general y
    a veces particular algunas de estas categorías y configuraciones.
    3a. Diez nombres


    Los diez nombres que la Torá utiliza al referirse a
    la Energía Creadora representan diez formas generales en que la Esencia
    del Creador se manifiesta ante nuestra percepción. Dichas formas en que
    recibimos la realidad espiritual son expresadas y articuladas mediante
    las diez sefirót. Lassefirótson las envolturas que cubren la plenitud de la Luz que se expande desde la Esencia del Creador, en hebreo Atzmút, con el objeto de que recibamos la plenitud de Su Luz. Cadasefirámanifiesta un grado general, un atributo de la Luz Infinita.


    Esto es similar a la luz del sol que es imposible mirar sin los
    lentes apropiados.  Ante el esplendor del sol la luz de una vela se hace
    imperceptible, pero cuando el sol se oculta y anochece, la luz de la
    vela se hace visible.  De la misma forma cada sefirá nos revela diferentes grados de la Luz Infinita y, grado a grado, sefirátras sefirá, el hombre se acerca a la plenitud de la Luz.


    Sin las sefirótnos sería imposible recibir la plenitud de la Luz que se expande desde el Kadósh Barúj Hú,
    ya que no tendríamos existencia ni conciencia sino que sería todo
    Infinito, sin posibilidad de discernimiento conciente por parte del
    deseo de la Neshamá.
    4a. Conductos espirituales


    Las sefirót, de acuerdo al lenguaje de la Kabalá,
    son los conductos y recipientes espirituales que transmiten y revelan
    la Luz del Infinito, energía de vida que llena todos los mundos y seres.

    Todo ser, fenómeno, grado y manifestación de la realidad, está
    conformado por esta escala y gradación de «recipientes» de la Luz.  Este
    sistema de transmisión-recepción de la Luz Infinita, que también se
    manifiesta en el mundo físico y el cuerpo, tiene su origen en los mundos
    espirituales. Allí las sefirót no están revestidas por materia
    física o corporal alguna, sino que manifiestan tendencias sutiles de la
    voluntad, es decir, direcciones del fluido de la Luz.  Estas
    características de los movimientos de la voluntad se revelan tanto al
    emitirse la Luz desde el Infinito hacia los mundos, como en la labor
    espiritual del hombre al elevar su voluntad y proyectar esa misma Luz en
    su dirección original, o sea tomando conciencia y fusionándose a la
    plenitud de la Luz Infinita emitida desde la raíz y origen de la
    Creación, el Kadósh Barúj Hú.


    El libro del Zóhar define estos movimientos con los términos
    «de arriba hacia abajo» para la proyección de la Luz superior, es decir
    la manifestación del proceso creativo desde la unidad primigenia a la
    multiplicidad del mundo material. En este caso los textos lo denominan
    diez sefirót de or iashar. En cambio cuando el Zóhar
    expresa «de abajo hacia arriba» se refiere a nuestro trabajo
    espiritual, a la transformación de nuestro deseo de recibir en actos
    altruistas a través de la toma de conciencia de nuestra función en el
    «Programa de la Creación». En esta otra situación son denominadas diez sefirót de or jozer.


    Los mismos «conductos» son los que transmiten la Luz en ambas
    direcciones, siendo la voluntad la que rige este pasaje. Esto es lo que
    va a definir, como ya fue explicado, las diferentes categorías,
    configuraciones y nombres que las sefirót adquieren en los textos kabalísticos.  La Luz, en su índole de or iashar, siempre está presente, mas para nosotros sólo se revela al revestirse en nuestros actos concretos or jozermitzvót.
    Ello sucede, como constantemente recalcamos, cuando comenzamos nuestra
    labor espiritual concientemente al ir transformando nuestro deseo de
    recibir egoísta en altruismo ya que de esa forma nos acercamos
    paulatinamente a nuestra voluntad superior, al Kadósh Barúj Hú, que es la fuente infinita del altrusimo.
    5a. Categorías y configuraciones de sefirót




    En la Creación todo obedece a las relaciones entre la Luz y sus recipientes (or y klí), es decir en la forma en que recibimos la vida: altruismo oegoísmo, siendo la vida el or y nuestro cuerpo, el deseo de recibir, el kli.


    Dichas relaciones generan variadas influencias y configuraciones de las diez sefirót generando así los distintos grados de revelación del or dentro del kli.
    A partir de la codificación de las mencionadas relaciones, influencias y
    configuraciones surje el lenguaje de la Kabalá a través del cual los
    sabios logran articular y transmitir la sabidurá.


    El Ari z’l nos dice en su escrito ³Drush haDáat² que, en realidad las diez sefirót se pueden clasificar en cinco categorías denominadas: Kéter, Jojmá, Biná, Zair Anpín1 y Maljút, siendo que Zair Anpín incluye en si las seis sefirót Jésed, Gvurá, Tiféret, Nétzaj, Hod, Iesód.

    Estos principios son explicados extensamente en el libro Etz Jaim,
    Árbol de las Vidas, el cual muchas veces es malentendido por el lector
    no iniciado al interpretar textual y materialmente los conceptos
    espirituales expuestos allí alegóricamente. A medida que avancemos en
    nuestro estudio iremos aclarando estos conceptos, con mayor profundidad.
    Otro de los inconvenientes que se le plantean al no iniciado en el
    estudio del libro Etz Jaim es el hecho de que el Ari z¹l
    no expuso el texto en un orden de dificultad progresiva, de modo tal que
    se hace imposible su comprensión para principiantes. Esto se debe a que
    el Ari z¹l disertaba unicamente ante sus alumnos quienes eran todos sabios iniciados y experimentados en la sabiduría de la Kabalá.


    Es asi que no encontramos texto alguno en esta disciplina que no requiera importantes conocimien

    tos previos para tener una cabal comprensión de la misma, razón por la cual muchos son los que desistieron en el intento.





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