domingo, 14 de agosto de 2016

El Blog de GHNB: historia

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lunes, agosto 08, 2016






85 años del matrimonio de mis abuelos


"Pavita: Muchas noches, sentando en estos parques, he evocado tu
carísimo recuerdo y he visto tu blanquísima silueta que se acercaba a
hacerme compañía. Me la harás realmente algún día? Pedro."
Así le escribía mi abuelo Pedro Antonio Niño a su novia Paulina desde
Ibagué, en agosto 4 de 1929. Mi abuelo se refería a la hermosa Plaza de
Bolivar de Ibagué, donde se sentaba a pensar en Paulina Rodríguez, su
novia que vivía en la lejana población de Oiba, Santander.
Como he relatado en este blog, mi abuelo había llegado a Ibagué en 1925
desde Oiba contratado por los Padres Salesianos para dirigir su Escuela
de Artes y Oficios. Vivía en una pequeña casa contigua al Palacio
Arzobispal, marcada en esta fotografía con el numero 1. Había dejado
atrás a su prima Paulina, pero la nostalgia lo consumía y le escribía
frecuentemente. Aquí les comparto una de las postales que le escribía a
mi abuela:
La Plaza de Bolivar era parte importantísima del centro de la ciudad. En
esos años se dio el gran paso de iluminarla de noche, cortesía de la
"Luz Laserna" y el fotógrafo Camacho inmortalizó el gran paso en una
hermosa postal.
A finales de julio de 1931, mi abuelo no soportó más su soledad y
decidió que ya era hora de dar el gran paso del matrimonio. Había
recibido varias ofertas para independizarse en Ibagué y pensó que lo
mejor era iniciar una nueva etapa con su novia de tantos años. El abuelo
invitó a su novia Paulina y a su hermana Luisa a hacer el viaje desde
Oiba a Bogotá, para concretar las cosas. Allí en Bogotá, por telegrama,
mi abuelo pidió la mano de Paulina. Fue necesario un telegrama al Obispo
de San Gil para pedir la dispensa matrimonial por ser los contrayentes
primos hermanos.
Mis abuelos Pedro Antonio Niño y Paulina Rodríguez se casaron en la
Catedral de Ibagué, el sábado 8 de agosto de 1931, hoy hace 85 años.
Después del matrimonio,  celebraron con un desayuno en casa de Rosita de
Polanco, conocida de mi abuelo Pedro en Ibagué. Cuando regresaron de su
luna de miel, se instalaron de nuevo en la casa contigua al Palacio
Arzobispal. Allí nació mi padre, el 23 de noviembre de 1933. 
Una tarde de diciembre de 1933 llegó a visitarlos el obispo de Ibagué,
Monseñor Pedro María Rodriguez. Quería comprarles la casa, para iniciar
un colegio. A pesar que los jóvenes esposos estaban muy contentos en su
espaciosa casa, aceptaron venderla para bien de la comunidad tolimense.
Los jóvenes esposos y el pequeño recién buscaron otra residencia, para
dar paso al Colegio Tolimense, que inició labores en febrero de 1934.
25 años más tarde, en agosto de 1956, mis abuelos habían formado una
gran familia, orgullosamente ibaguereña. Para sus bodas de plata se
tomaron esta hermosa foto, rodeados de sus 6 hijos: Humberto, Pedro
Antonio, Oliva, Martha y Marina, parados, junto a Paulina, Pedro Antonio
y Hernando. Hoy hace 60 años posaron para la foto, en la sala de su
casa de la carrera tercera con calle 10A. Tres días después, se casaban
mis papás en Bogotá.
Hermosos recuerdos de los abuelos, que vale la pena conservar. Con la
llegada de Juan Ignacio Niño Cobo en abril de 2016, nació su primer
tataranieto, que continuará con la tradición centenaria de la familia
Niño en Colombia.

lunes, julio 25, 2016






Juan Mario Laserna


La lamentable muerte de Juan Mario Laserna trae a mi memoria una
anécdota del año 1967 con mi papá, Humberto Niño, médico pediatra en
Ibagué. Una noche de septiembre de 1967, hacia las 4 de la mañana, me
despertó mi papá y me dijo: "camina me acompañas a hacer una consulta y
de paso conoces a un gran colombiano" Yo tenía 10 años.
Salimos de Ibagué, tomamos la vía hacia Buenos Aires y cerca de las 5 de
la mañana llegamos a una gran finca. Un señor varios años mayor que mi
papá nos salió a recibir, muy preocupado pues su pequeño bebé recién
nacido estaba enfermo. Mi papá atendió al bebé, le recetó algún remedio y
calmó al asustado padre. Luego, mi papá y el señor charlaron un rato,
principalmente del gobierno de Carlos Lleras y del hospital que mi papá y
otras personas querían hacer en Ibagué para recordar la memoria del
abuelo del presidente, Federico Lleras Acosta.
La gran finca era la Hacienda La Palma, histórica propiedad en la meseta
de Ibagué. El señor asustado era Mario Laserna Pinzón, fundador de la
Universidad de Los Andes. El pequeño bebé enfermo era Juan Mario
Laserna, muerto hoy a 5 minutos de aquella hermosa finca.
Juan Mario Laserna pertenecía a una familia vinculada al Tolima por más
de 100 años. El primer Laserna llegó de Rionegro, Antioquia y se radicó
en Ibagué apenas terminada la Guerra de los Mil Días.  En 1908 don
Francisco Laserna, don Telésforo Jiménez, don Gabriel y don Manuel
Mejía, y don Julio Rubio, todos ellos de origen antioqueño, menos el
último, obtuvieron licencia del Concejo para tomar agua del río Combeima
y llevarla llano abajo hasta la finca llamada La Palma, que había
comprado el señor Laserna. Así comenzaba la irrigación de la meseta de
Ibagué, hoy en día una de las tierras más fértiles del mundo entero, por
cuenta de la visión de don Francisco Laserna. Durante más de 10 años
estuvo solo, pues ningún otro propietario quería contribuir
económicamente. En los años 20s, la Hacienda La Palma era ya una hermosa
realidad y Francisco Laserna Bravo uno de los hombres más ricos del
Tolima.
En 1917 Francisco Laserna compró a Hernando Villa la empresa de
alumbrado público de Ibagué. El alumbrado se había inaugurado el 20 de
julio de 1908, pero funcionaba muy mal. El primero de marzo de 1917
traspasó Villa la empresa a los señores Laserna y Compañía. La concesión
estaba vigente por 60 años, así que durante varias décadas los
tolimenses tuvimos que ver con la "Luz Laserna".
En 1923 Francisco Laserna, entonces de 57 años y su esposa Elena Pinzón
viajaron a Paris, donde nació el último de sus 7 hijos, Mario Laserna
Pinzón. Mario fue uno de los intelectuales más valiosos de Colombia y
fundó la Universidad de Los Andes en 1948. Mario, graduado en
matemáticas, física y humanidades de la Universidad de Columbia (Estados
Unidos), magíster en filosofía de la Universidad de Princeton (EU) y
doctor en filosofía de la Universidad Libre de Berlín (Alemania) fundó
la Universidad cuando tenía 24 años de edad.
Gracias a su persistencia logró además para la Universidad, un Consejo
Consultivo formado por personalidades mundiales como Thornton Wilder,
escritor estadounidense; John Von Neumann, matemático
húngaro-estadounidense; y Albert Einstein, físico estadounidense – suizo
de origen alemán.  Luego de la fundación de la Universidad viajó a
Estados Unidos para estudiar una maestría en filosofía, que terminó en
1952. Un año después, fue nombrado rector de la Universidad de los
Andes, cargo que ocupó hasta 1954.
En 1963 obtuvo un doctorado en filosofía en la Universidad Libre de
Berlín (Alemania) y regresó a Colombia. Posteriormente, fue de nuevo
rector de Los Andes, esta vez en calidad de encargado; así como concejal
de Bogotá y de Ibagué, director del diario La República y embajador de
Colombia en Francia y Austria. En esos años fue que mi papá y Mario
Laserna se reunieron en mi presencia en La Palma.
En 1991 fue elegido senador de la República y, posteriormente a su
período en el Congreso, volvió a Estados Unidos como investigador del
Instituto Santa Fe en Nuevo México. En 2003, el presidente Álvaro Uribe
Vélez le entregó la Gran Cruz de Boyacá por sus aportes al país desde la
educación, la diplomacia y la política. Murió en Ibagué, el 16 de julio
de 2013.
Juan Mario, su único hijo varón, era fruto del matrimonio de Mario
Laserna con Liliana Jaramillo. Cuando recién cumplía sus 23 años, Juan
Mario recibió el título de economista en Yale; a los 29 años logró un
MBA de Stanford University. Fue consultor del BID (2003), director de
Crédito Público, viceministro de Hacienda y ministro encargado varias
veces, asesor de dos jefes de Estado: César Gaviria y Andrés Pastrana;
asesoró también al expresidente César Gaviria en 1994 cuando fue elegido
como secretario General de la OEA; y después fue uno de los siete
miembros de la junta directiva del Banco de la República. 
Esta fue la intervención en el entierro de su padre en la Catedral de Ibagué, el 17 de julio de 2013:




Mañana 26 de julio de 2016, tres años después de esta despedida a su
padre, los tolimenses volveremos a reunirnos en la Catedral de Ibagué,
esta vez a dar el último adiós a una gran promesa del país, a un digno
descendiente de la tradición centenaria de la familia Laserna en el
Tolima.

domingo, julio 03, 2016






Knox Martín, el primer aviador que llegó Bogotá e Ibagué


Día de navidad de 1920. Los habitantes de Bogotá son sorprendidos a las 5
de la tarde por el ruido de un aeroplano que llega desde el occidente
de la Sabana. Muchos de ellos entienden que por fin se ha cumplido la
promesa de regresar del aviador William Knox Martin, que había sido el
primero en volar sobre Bogotá 16 meses antes. Saludan con entusiasmo a
Knox, desde calles, balcones y azoteas. El avión se dirige hacia la
Plaza de Bolívar, donde hace atrevidas maniobras y arroja cientos de
hojas con el siguiente saludo:
“El aviador William Knox Martin, en su nuevo tipo de avión,
especialmente escogido en Estados Unidos para batir el record de la
altiplanicie, saluda de la manera más efusiva a la culta sociedad
bogotana y experimenta la mayor complacencia al sentirse de nuevo en el
seno de ella, por la cual ha sentido siempre un inmenso aprecio”
Se cumplía un sueño y a la vez una venganza para Knox Martín. Había
salido de Bogotá con sentimientos agridulces 15 meses antes y ahora
regresaba en un potente avión, callando a los críticos que había dejado
en su primera visita. El viaje de 65 minutos que acababa de hacer desde
Honda, Tolima, lo reivindicaba para la historia.
QUIÉN ERA WILLIAM KNOX MARTÍN
William Knox Martin había nacido en Salem, Virginia, el 30 de octubre de
1894. Desde muy joven se había entusiasmado con el nuevo invento de la
aviación. El 3 de septiembre de 1913, a las 9 de la mañana, hizo su
primer vuelo oficial en la feria de Norwich, con apenas 18 años. 
Ante 3000 espectadores, el joven Knox Martin hizo un vuelo sobre el
campo de la feria y luego se dirigió a la ciudad, volando a una altura
de 2000 pies. A las 2 de la tarde repitió su vuelo, esta vez
dirigiéndose hacia su ciudad natal de Salem, alcanzando alturas hasta
los 5000 pies.  A las 3 de la tarde intentó su vuelo final, volando
hacia el sur del campo de la feria. Cuando intentaba regresar, el motor
del avión falló y Martin comprendió que debía aterrizar donde fuera
posible. Divisó el Mapplewood Cemetery y hacia allí se dirigió. Cuando
ya estaba aterrizando, se encontró de frente con un árbol e intentó una
brusca maniobra, que lo arrojó del avión pocos metros antes de tocar
tierra. Milagrosamente, solo recibió unos pocos raspones, mientras el
avión se destruía totalmente en su caída. A las 3:45 llegó caminando a
la feria, saludando feliz a los espectadores que lo aplaudían y
animaban. Hacia su entrada en la aviación una leyenda que recorrería
literamente el mundo entero.
8 días más tarde, el joven Martin tuvo su segundo accidente en la feria
de Greensburg, Pennsylvania. Esta vez, en su caída se encontró de frente
con un perro, al que mató instantáneamente. Tampoco tuvo heridas de
consideración. Los 2 accidentes en poco más de una semana no
desalentaron al joven aviador, que decidió consagrarse de lleno a esta
profesión.



Durante los siguientes 5 años William Knox Martin tuvo una vida
comparable a la de Indiana Jones. Participó en una expedición aérea al
Orinoco, llena de obstáculos y grandes aventuras. Fue contratado como
aviador por Pancho Villa, para bombardear posiciones enemigas,
aprendiendo español en pocos meses. Viajó al lejano oriente, formando
parte del ejercito revolucionario de Sun Yat-Sen.  En la Primera Guerra
Mundial, entrenó pilotos canadienses en Inglaterra y luego fue piloto de
la aviación de Estados Unidos. Al terminar la guerra en 1918, comenzó a
trabajar con la Boeing y posteriormente con Glen Curtiss.



EL VIAJE A COLOMBIA
En los hangares de la Curtiss se encontraba trabajando Martin a
comienzos de 1919, cuando fue llamado por Glen Curtiss para que
atendiera a dos empresarios bogotanos que querían comprar una maquina
para iniciar la aviación en Colombia. Martin conversó en español con
Carlos Obregón y Ulpiano Valenzuela y les vendió un biplano Curtiss
Standard J-1, construido en madera y tela, con un motor de 150 caballos.
Pero al entender lo que podía hacer en Colombia, un país muy extenso
con pocas vías de comunicación, decidió tomar el mismo la oportunidad y
viajar con su propio avión, aprovechando las muchas unidades disponibles
por el fin de la guerra.
Martin compró un biplano Curtiss de 2 asientos, con ocho cilindros y 200
caballos de fuerza, lo adornó al costado del fuselaje con grandes
letras W. KNOX MARTIN, lo embaló en cajas y tomó el primer barco hacia
Puerto Colombia, donde llegó a comienzos de mayo de 1919. Se alojó en la
Pensión Inglesa de Barranquilla y comenzó a buscar posibles socios.
Rápidamente conoció en el Club Barranquilla a 3 entusiastas jóvenes, a
quienes convenció de ser sus socios en la aventura. Eran Mario
Santodomingo, Ernesto Cortissoz y Arturo de Castro. De acuerdo con
varias fuentes, ellos pagaron 2000 dólares para poder ser socios del
aviador gringo.





Apenas llegó el avión, lo ensambló en compañía de improvisados mecánicos
colombianos y lo exhibió ante asombrados espectadores en el Teatro
Municipal de Barranquilla, que pagaron 10 centavos por las plateas.
Anunció el primer vuelo para el domingo 15 de junio, cobrando por las
entradas como se hacía en las ferias de Estados Unidos. En este primer
vuelo al nivel del mar, Martin se lució ante los asombrados
barranquilleros, haciendo toda clase de piruetas, las que culminó con un
looping the loop y un paso entre las dos torres de la Iglesia de San
Nicolás en Barranquilla. El publico deliraba y los nuevos socios estaban
muy entusiasmados.
El miércoles 18 de junio de 1919, Martin decidió hacer historia. Anunció
que viajaría con un pasajero, llevando un envío postal hacia Puerto
Colombia. En la Plaza 11 de noviembre de Barranquilla, repleta de
espectadores, no salía ningún voluntario. Finalmente, ante la
insistencia de Martin, el joven Mario Santodomingo se animó y se subió
al Curtiss. Luego de 10 minutos de vuelo, arrojaron un paquete que
contenía 164 cartas en la Plaza de Puerto Colombia. Nacía el correo
aéreo en nuestro país.



EL VIAJE AL INTERIOR DEL PAÍS
Pronto se conocieron estas noticias en el interior del país. Los
bogotanos no estaban muy contentos con que los barranquilleros se
hubieran adelantado, pero comprendieron que debían sumarse a la nueva
situación. Los hermanos Di Doménico, dueños de varios teatros en Bogotá,
visualizaron la oportunidad. Aprovechando los grandes festejos que se
celebrarían en Bogotá por el centenario de la Batalla de Boyacá,
contactaron a Martin y le propusieron que montara un espectáculo en el
altiplano en agosto de 1919. Una vez lograron la aprobación de Martín,
llegaron a un acuerdo con la Junta Oficial de Festejos, a cargo de la
organización de las grandes festividades que iban a llevar a cabo.
El contrato entre William Knox Martin, Di Doménico Hermanos & Co y
la Junta Oficial de Festejos incluía 2 vuelos oficiales, uno el martes 5
de agosto sobre la ciudad de Bogotá, donde se lanzarían proclamas
patrióticas sobre diversos puntos de la capital, mientras que el 7 de
agosto se pensaba hacer un vuelo histórico: Martin saldría de Bogotá
junto con el doctor Alfonso Villegas Restrepo (hermano de Lorencita
Villegas de Santos) hacia el Puente de Boyacá, donde arrojaría coronas
de laurel en presencia del presidente Marco Fidel Suárez. Luego
aterrizaría en Tunja y más tarde volvería a Bogotá. Por todo ello,
Martin recibiría 3000 pesos.





Martin desarmó el avión, lo embaló para llevarlo por el rio Magdalena
hacia el interior y salió hacia Girardot, donde esperaba llegar a fines
de julio de 1919, a tiempo para las festividades del Centenario. Sin
embargo, varios retrasos en el camino impidieron que se cumpliera esta
meta. Martin terminó llegando a Bogotá en el tren de Girardot al
atardecer del lunes 4 de agosto, mientras que el avión se quedaba en
Girardot, a cargo del mecánico señor Fogarti, donde la compañía inglesa
que operaba el Ferrocarril de la Sabana ponía toda clase de obstáculos
para demorar el envío de la máquina.



Al día siguiente, martes 5 de agosto, no se pudo cumplir con el primer
vuelo contratado. El avión terminó llegando el 6 de agosto a Bogotá.
Martin, entretanto, había localizado un lote que podría servir como base
de operaciones, en la población de Fontibón, en el kilometro 7 de la
ruta del Ferrocarril de la Sabana. Anunció que necesitaba un par de días
para ensamblar el avión y uno más para probarlo, por lo que tampoco
podría cumplir con el compromiso del segundo vuelo del 7 de agosto. Los
miembros de la Junta de Festejos trinaban de la indignación y los
hermanos Di Doménico no sabían donde esconderse.



LOS VUELOS SOBRE BOGOTÁ
Con una presión muy grande, Martin hizo un vuelo de prueba el sábado 9,
que levantó nuevamente el entusiasmo. Los Di Doménico planearon un gran
espectáculo para el domingo 10 de agosto de 1919, último día de las
festividades del Centenario. Contrataron 2 trenes expresos para llevar
al público hasta Fontibón, donde montaron el aeródromo. Cobraban $1.00
por la entrada al campo, incluyendo el viaje en tren ida y vuelta, $2.00
para la gente que llegara en coche y $4.00 por cada carro. Se vendían
boletas en la sede de la empresa, Carrera 7 No 547 y en la Estación de
la Sabana. Hubo lleno total en los trenes expresos que salieron a la 1 y
2 de la tarde.



Hacia las 3 de la tarde del domingo 10 de agosto, Martin despegó y tomó
la ruta de la Avenida de la República hacia el centro de la ciudad.
Cuando llegó a la Plaza de Bolívar hizo una maniobra arriesgadísima, la
llamada “Falling Leaf”, apagando el motor y acercándose hasta 25 pies de
la estatua de Bolívar en la Plaza, arrojando una corona de laurel, lo
que causó grandes vítores entre la multitud. De vuelta a Fontibón,
realizó diversas maniobras en el aeródromo, complaciendo al público que
había pagado su boleta. Las reseñas del espectáculo fueron muy
favorables. Era el primer vuelo en la historia sobre la ciudad de
Bogotá.



No obstante lo anterior, los problemas continuaban. Martin se había dado
cuenta de varias cosas durante este primer vuelo: 1) era muy distinto
volar a 2600 metros que a nivel del mar 2) Varias maniobras, incluido el
looping the loop, eran imposibles a esa altitud 3) No podía llevar
pasajeros 4) el viaje a Tunja era muy arriesgado y totalmente
impredecible. Así se lo comunicó en carta a Villegas Restrepo, que
seguía muy molesto por el cambio de reglas de juego. Algunas fuentes
señalan que Knox Martin tuvo varios incidentes callejeros con bogotanos
que le reclamaban por sus incumplimientos.
El día sábado 16 de agosto de 1919, Martin realizó un segundo vuelo,
saliendo de Fontibón hacia el Hipódromo de La Merced, entre Bogotá y
Chapinero. Sobrevoló Bogotá y luego realizó varias maniobras sobre el
Hipódromo, donde se había reunido una gran concurrencia, que había
pagado para asistir al espectáculo. Nuevamente Martin sintió que su
aparato apenas podía sostenerlo a él, cosa que le hizo saber a Villegas
Restrepo en una nueva carta. En cuanto al vuelo a Tunja, indicó que solo
lo haría si la Junta de Festejos respondía por la totalidad del costo
del avión si llegara a tener algún siniestro. Obviamente, eso era
imposible para un ente oficial en aquellos días, más cuando la
impopularidad del Presidente Suárez era muy grande.



Las negociaciones entre Martin, los Di Doménico y la Junta no
prosperaron. Martin ofrecía reemplazar el vuelo de Tunja por un raid
Fontibón – Facatativá – Zipaquirá – Bogotá – Fontibón, pero la Junta no
accedió. Los Di Doménico, que ya le habían adelantado una gran cantidad a
Martin, fueron los principales perjudicados. Martin permaneció en
Bogotá, con el avión, buscando nuevos negocios y nuevas oportunidades.
Se hizo muy amigo de Carlos Padilla, un joven aviador que ya había hecho
2 cortos vuelos sobre el Puente del Común en junio de 1916.



El domingo 14 de septiembre de 1919, Martin hizo una tercera exhibición
aérea en Bogotá, cediendo parte de los ingresos a favor de Padilla,
quien quería comprar un avión. Esta vez el sitio escogido fue el
“Paradero del Olarte” en el kilometro 11 de la vía del Ferrocarril del
Sur, cerca del actual Cementerio El Apogeo en el sur de Bogotá. Se
contrataron 3 trenes expresos desde Bogotá, que salieron a la 1:00PM,
1:45PM y 2:30PM hacia El Olarte, cobrando $1.20 para los pasajeros de
primera clase y $0.60 para los pasajeros de segunda clase. Para los que
ingresaban en carro se cobró una tarifa de $1.00. El programa incluía
toda clase de arriesgadas maniobras, incluidas el “Cart Wheeling”, el
“Wing Overs”, el “Immelmann Turn”, la “Falling Leaf”, entre otras.



Después de esa última exhibición, William Knox Martín desarmó el avión,
lo embaló hacia Girardot y salió de Bogotá con Carlos Padilla, jurando
que volvería como un triunfador a esa ciudad. Pensaba montar en Girardot
una escuela de entrenamiento, así como hacer varias exhibiciones y
vuelos cortos de recreación con pasajeros que quisieran vivir la
experiencia de montarse en un biplano, ya sin el inconveniente que
representaba la altura.


EL VUELO A IBAGUÉ
A finales de septiembre, Martin y Padilla llegaron a Girardot y
encontraron que el punto ideal para hacer sus exhibiciones estaba en
Flandes, en el costado tolimense del Rio Magdalena. Cuando comenzaron a
ensamblar nuevamente el avión, se dieron cuenta que algo se había dañado
en el embalaje en Bogotá y que el avión no funcionaba. Más de un mes
estuvieron arreglando la máquina. Todo estaba listo para el sábado
primero de noviembre de 1919, con un programa que incluía vuelos de
exhibición, maniobras aéreas y el plato fuerte, el primer viaje por
avión a la ciudad de Ibagué. Sin embargo, algún detalle pasó y no se
pudo realizar la exhibición ese día.





Finalmente, el lunes 3 de noviembre de 1919 Martin pudo enderezar las
cosas. A primera hora hizo un vuelo de ensayo, en medio del entusiasmo
de las gentes de Flandes y Girardot. Inmediatamente, hizo 2 vuelos con
pasajeros, cobrando 50 dólares a cada viajero. Cenón Espinosa y
Francisco Clement fueron los afortunados clientes. Martin y Padilla
volvieron a Girardot y esa misma tarde Martin decidió volar a Ibagué,
donde un grupo de personas le había pedido realizar un vuelo.



A las 3:30 de la tarde del 3 de noviembre de 1919, William Knox Martin y
Carlos Padilla salieron hacia Ibagué, acompañados de un pequeño
tigrillo que había comprado Martin en Girardot. Llamaron por teléfono a
sus amigos en Ibagué y les pidieron preparar grandes fogatas y armar una
pista de aterrizaje en el campo de Belén. Llevaban como provisiones
varias botellas de cerveza Maltina, latas de sardinas y cajas de
galletas. Padilla preparó una bella crónica para El Tiempo de Bogotá, de
las cual extraemos los siguientes apuntes:
En el
carreteo, Martín le pasa el tigrecito a Padilla, quien apenas lo puede
contener. La multitud está a lado y lado de la pista. Al comenzar a
volar, el animal le clava los colmillos y uñas a Padilla, brotando
charcos de sangre. Padilla lo coge por el pescuezo, lo tira al fondo del
aeroplano y le echa encima la maleta de viaje.
En el
aire, a 800 metros de altura, Padilla ve atrás las curvas del Magdalena.
Enfrente, ve la hermosa llanura del Tolima, la vía en construcción del
tren hacia Ibagué, el camino de herradura entre Girardot y El Espinal.
Al fondo, entre una tenue neblina azul, se alcanza a divisar la hermosa
ciudad de Ibagué.
Un poco
más adelante, Padilla reconoce la población de Coello, llena de puntos
blancos que corresponden a habitantes que contemplan por primera vez en
la vida un avión. Aparece el rio Coello, encajonado entre grandes peñas,
reflejando en sus aguas purísimas el azul del cielo.
Absorto
en la próxima llegada a la meseta de Ibagué, Padilla ha olvidado al
tigrecito, que salta sobre él para morderlo nuevamente. Padilla le
grita, el animal se refugia al lado de Martin y vuelve al fondo del
avión.
Padilla
decide organizar el lunch, a 2000 metros de altura. Abre las sardinas y
las galletas, organiza unos sándwiches,  destapa las Maltinas y
almuerzan rápidamente, mientras pasan por Gualanday y entran en la
meseta. 
Siguen
la ruta del tren hasta Sesteadero. Vuelan sobre esa estación y enfilan
hacia Ibagué, llevando en ese momento 25 minutos de vuelo. Ya divisan el
llano de Belén y las fogatas de la pista de aterrizaje. Van planeando,
entre los techos rojos y oscuros de la ciudad.
Aterrizan
en la pista de 200 metros, entre una multitud de espectadores locos de
entusiasmo, 30 minutos después de haber salido de Flandes.
Así culminó un viaje histórico, el primero entre dos ciudades
colombianas. Martin y Padilla se tomaron una foto a su llegada, junto
con el tigrecito y varios espectadores. Durmieron en un hotel en el
centro de Ibagué y regresaron al día siguiente a Girardot, después de
hacer historia.



1920 Y EL PRIMER VUELO EN SOLITARIO SOBRE LOS ANDES COLOMBIANOS
En 1920 Martin permaneció en Girardot, realizando vuelos particulares,
dando lecciones y recuperando su inversión. Entretanto, la fiebre de la
aviación ya había prendido motores en Colombia y se habían organizado
varias compañías aéreas, en Barranquilla, Medellín y Bogotá. Sus amigos
de Barranquilla habían tomado camino propio y habían invertido en
SCADTA, una compañía colombo alemana que dominó la aviación durante 20
años en nuestro país. 
A mediados de 1920, sus amigos de Bogotá lo contactaron para revivir el
proyecto de hacer un vuelo sobre los Andes, desde el rio Magdalena. Con
las lecciones de 1919 aprendidas, Martin les sugirió comprar el mejor
avión posible y planear un vuelo desde Honda. Ellos aceptaron y a
comienzos de diciembre de 1920 el nuevo avión llegó a la ciudad de los
puentes. Todo llegó bien, menos la brújula, que no fue embalada desde
Estados Unidos. Martín recorrió Honda entera y logró improvisar una
brújula de juguete, que le costó 75 centavos de aquel tiempo.



Entretanto, los aviadores de SCADTA habían logrado llegar a Bogotá desde
Girardot. Con algo de frustración, pero sabiendo que su vuelo en
solitario era más importante, Knox siguió preparándose. Hizo una
exhibición en Honda el 24 de diciembre, para probar los últimos detalles
y recolectar fondos para cubrir sus gastos.



El día de navidad, sábado 25 de diciembre de 1920, William Knox Martín
partió de Honda a las 4:05PM, rumbo a Bogotá. Dio varias vueltas sobre
Honda y con ayuda de la diminuta brújula enfiló hacia la cordillera y
localizó la población de Guaduas, cuando volaba a una altura de 1000
metros. Pero repentinamente se produjo una gran neblina y Martin quedó
sin ayuda.
Lleno de recursos técnicos en su larga carrera, Martin decidió subir
hasta 7000 metros. Esta altura estaba prohibida en aquel entonces sin
máscara de oxigeno y guantes para el hielo, que no tenía consigo Martin.
A esa altura, buscando desesperadamente un punto de orientación, el
aviador notó que el motor trabajaba con dificultad y los cordajes se
llenaban de hielo. Martin dedujo que la gasolina también debería estar
coagulándose. 
Cuando estaba a punto de desfallecer, entre las nubes Martin pudo
divisar a Facatativá.  Rápidamente descendió a 1000 metros y siguió la
ruta de la carrilera de tren, llegando a Bogotá hacia las 5 de la tarde.
Cuando el avión apareció, los bogotanos supieron que William Knox
Martin cumplía su promesa de regresar. Su aterrizaje en el Hipódromo de
La Merced, lleno a reventar, fue la culminación de una impresionante
carrera de 7 años, a la que mucho le debe Colombia.



Allí en el Hipódromo lo esperaban los socios de la Compañía Bogotana de
Aviación, que habían pagado el avión y los honorarios del piloto. Eran
Ulpiano Valenzuela, Rafael Reyes Angulo, José María Obregón, Mario
Rocha, Alfredo Valenzuela, Harry Koppel, Julio Holguín, Carlos Dávila,
Nemesio Camacho, Enrique Reyes, Federico de Castro y Enrique Alford. A
ellos se sumaba Alfonso Villegas Restrepo, el frustrado pasajero del
fallido vuelo a Tunja en 1919.





LOS ULTIMOS AÑOS
Con todo cumplido como aviador, Knox Martin regresó a Barranquilla. Allí
lo esperaba Isabel Vieco, una linda barranquillera que había conocido
en 1919 y con quien sostenía un noviazgo por carta. El 7 de diciembre de
1921 se casaron en la Iglesia Bautista de la Zona del Canal de Panamá.
El 12 de enero de 1923 nació su primer hijo, William Jr. Knox Martin,
hoy en día un famoso muralista. Martin tuvo tres hijos y se trasladó a
vivir a Estados Unidos hacia finales de 1923. 
En julio de 1927, Martin sufrió un grave accidente automovilístico en
Watertown, en el estado de New York. Se rompió la espalda y murió 2 días
después, rodeado de su familia. Tenía apenas 32 años. Fue enterrado en
el East Hill Cemetery de Salem. 
En 1994 el servicio postal colombiano sacó una estampilla relativa a los
75 años de aquel famoso vuelo con Mario Santo Domingo sobre Puerto
Colombia.





En el año 2005 William Knox Martin fue elegido al Virginia Aviation Hall
of Fame por su contribución al progreso de la aviación en el mundo.





Su hijo mayor, muy famoso en Estados Unidos como muralista, ha estado en
varios homenajes en Barranquilla a su memoria, allí se creó un museo
donde está la réplica de aquel histórico avión, el mismo que llegó por
primera vez a Ibagué y Bogotá.



DISTORSIONES HISTÓRICAS
Lamentablemente, la historia de la vida de William Knox Martin y en
especial su vuelo a Bogotá ha sido distorsionada enormemente. A esa
distorsión ha contribuido mucho un libro llamado LA HISTORIA DE LA
AVIACIÓN EN COLOMBIA, del Coronel José Ignacio Forero, escrito en los
años sesenta, cuando seguramente los recuerdos del autor, quien dice
haber conocido a Knox Martin, ya no eran muy fidedignos. 
Forero tiene la siguiente versión de la historia, que es contradictoria
totalmente con las fuentes que yo tengo, que corresponden a periódicos
de la época, tanto de Colombia como de Estados Unidos. Un resumen de lo
que dice:
Knox
envió el avión desde Barranquilla a Honda, donde llegó el 10 de agosto
de 1919. FALSO: Ese domingo 10 el avión ya estaba en Bogotá, fue el día
en que realizó el primer vuelo.
9 días
más tarde, el 19 de agosto de 1919 a las 11 de la mañana, Knox voló
desde Honda hasta Bogotá. FALSO: El 19 de agosto Knox estaba en Bogotá,
enfrascado en una disputa con la Junta de Festejos, por incumplimiento
de su contrato para un vuelo a Tunja.
Knox
efectuó numerosos vuelos sobre Bogotá, con pasajeros, a los que les
cobraba 200 pesos en cada viaje. FALSO: Knox Martin se dio cuenta desde
el primer vuelo que no podría llevar pasajeros y por ello tuvo una larga
disputa con Alfonso Villegas Restrepo. Ni a Villegas, ni a ningún otro
pasajero pudo cobrarle Martin un solo peso en Bogotá.
Martin
volaba desde el Hipódromo de la Magdalena hasta los Campos de Muzú y la
gente corría entre uno y otro sitio para verlo salir y luego aterrizar.
FALSO: se trataba del Hipódromo de la Merced, que fue sitio de
aterrizaje y no de salida. Cuando Forero habla del Campo de Muzú,
seguramente se refiere al Paradero del Olarte, sitio de donde salió el
tercer vuelo de Martin en Bogotá. Ni hoy, ni en aquellos días, alguien
podría correr entre la calle 40 de Bogotá y el Cementerio El Apogeo en
menos de una hora.
Martin
tuvo un problema haciendo un looping the loop en Bogotá, pero lo pudo
controlar regresando al campo de Muzú. FALSO: Martin se dio cuenta desde
el primer vuelo que con su avión no podría hacer esa maniobra tan
arriesgada, a la altura de Bogotá.
Martin
rechazó 150 pesos que le ofrecía el Coronel Forero para pagar un vuelo
sobre Bogotá, insistiendo en que la tarifa eran 200 pesos. FALSO: Como
ya quedó claro, Martin no hizo este tipo de viajes en Bogotá. Forero de
pronto confunde sus recuerdos con los cobros que hacía Martin en
Flandes, donde si vivió varios meses de cobrar 50 dólares a los
pasajeros que querían dar una vuelta en su aparato.



Este libro LA HISTORIA DE LA AVIACIÓN EN COLOMBIA, es la fuente
distorsionada que han utilizado desde el Banco de la República hasta
varios novelistas e investigadores, modificando en mucho la historia de
William Knox Martin. Espero con esta crónica poder corregir en algo
estos graves errores históricos, para poder apreciar adecuadamente la
vida y obra de este gran personaje.

miércoles, enero 06, 2016






La foto de Olaya Herrera


Ayer publicó mi buen amigo FP (Álvaro Negrillo) una muy buena foto en el
Foro de Fotografías Antiguas del Tolima, que llamó inmediatamente mi
atención. Se trata de la famosa fotografía de Olaya Herrera por la Calle
Real de Bogotá, que a mi modo de ver es el documento gráfico que mejor
resume el espíritu de triunfo de los primeros días de la República
Liberal en Colombia.
Me llamó poderosamente la atención la descripción de la foto que hizo
FP, ya que situaba la fotografía como tomada el día 11 de agosto de
1934, fecha que figuraba en la parte trasera de la misma. Mi curiosidad
se debía a que esta foto ha sido reproducida muchísimas veces como
tomada el 7 de agosto de 1930, día de la posesión de Olaya Herrera. La
fecha de 1930 figura en publicaciones del Banco de la República,
Colartes, libros, biografías, etc. La fuente de FP es la siguiente:
Según FP, la fotografía fue tomada el día de la inauguración
presidencial de López Pumarejo, tal y como lo dice este texto del
anverso. A mi no me convenció el texto en inglés y me lancé a buscar la
foto en antiguas publicaciones, sin éxito. Me ayudó muchísimo un
comentario del señor John Jaramillo Ramírez, quien publicó que "la foto
es de la manifestación en honor de Olaya Herrera cuando iba a entregar
el poder. Doña María Teresa va de abrigo y falda larga, y María Olaya
Londoño ( ya se había casado Lucía) de blanco y zorros al brazo." Con
esos datos, fue fácil conseguir la fecha exacta y la publicación de
prensa de la época.
En resumen, esta buena foto, donde marchan por la Calle Real de Bogotá
los 3 presidentes elegidos en desarrollo de la República Liberal, fue
tomada el domingo 5 de agosto de 1934, cuando los bogotanos se lanzaron a
rendir un homenaje a uno de los presidentes más queridos que haya
tenido Colombia. Según el anverso de la foto 50.000 colombianos
participaron en la marcha. Según El Tiempo, en el muy belicoso estilo de
la época, 100.000 liberales eran los manifestantes. La verdad, la cifra
más aproximada debe ser la del observador extranjero, pues Bogotá
apenas tenía 300.000 habitantes en total en aquellos días.
La foto de FP, de altísima calidad, muestra a unos personajes que
pasaron a la historia de Colombia. En la primera fila figuran de
izquierda a derecha:
Jaime Jaramillo Arango: Manizalita, era ministro de educación desde
hacía 3 meses. Nacido en enero de 1897, tenía 37 años en esta foto.
Médico, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional,
embajador de Colombia en la Alemania Nazi, vicepresidente de la Unesco y
finalmente rector de la Universidad Nacional. Murió de un infarto en
julio de 1962.
María Olaya Londoño: De blanco, con zorros en el brazo, tenía 21 años en
esta foto, pues había nacido en Santiago de Chile en diciembre de 1912.
La inquieta hija del presidente Olaya Herrera, acompañaba a su padre
por todo el país. Fue, junto con su madre, la primera familiar de
presidente con oficina en Palacio. María Emperatriz era inteligente y
bonita, educada en Estados Unidos, fue un gran apoyo para la popularidad
de su padre. Se casó con el periodista Jorge Cárdenas Nuñez, en
ceremonia celebrada en la Catedral San Patricio de Nueva York, en
noviembre de 1943. En esta foto de diciembre 15 de 1930, María aparece
con sombrero negro, sentada a la derecha de su padre, almorzando en
Flandes (Tolima), en los hangares de SCADTA.



Alfonso López Pumarejo: Esta foto fue tomada 2 días antes de su posesión
como presidente de Colombia, tenía 48 años. En su primer mandato
impulsó muchas reformas, que colectivamente fueron conocidas como "la
revolución en marcha". Su segundo periodo, entre 1942 y 1946, fue mucho
más accidentado y cedió el poder primero a Darío Echandía y luego a
Alberto Lleras. Hondano, nacido el 31 de enero de 1886, hace ya 130
años. Murió en Londres en noviembre de 1959.
María Teresa Londoño de Olaya: La primera mujer que ejerció
efectivamente como primera dama, una mujer de mucho empuje, que impulsó
muchísimo la carrera de su esposo. Nacida en 1882, tenía 52 años en esta
foto. Bogotana, sus influencias familiares le ayudaron mucho a Olaya
Herrera, con quien se casó en 1911. Murió en Bogotá en mayo de 1962.
Esta foto de FP es de 1924, durante los 8 años que su esposo fue
embajador de Colombia en Estados Unidos.
Enrique Olaya Herrera: Nacido en Guateque en noviembre de 1880, Olaya
Herrera tenía 53 años en esta fotografía. Es probablemente el presidente
con mayor índice de popularidad al entregar su mandato. Olaya Herrera
fue ministro y embajador de muchos gobiernos conservadores y su bajo
perfil ayudó a que pudiera ser elegido en medio de 2 candidatos
conservadores. Fue nombrado como embajador ante la Santa Sede después de
su periodo presidencial. Murió inesperadamente en Roma el 18 de febrero
de 1937, a los 56 años, cuando se perfilaba para un segundo mandato
presidencial. Yo escribí una crónica sobre su largo entierro, que duró 3
meses. VER CRÓNICA
Esteban Jaramillo: El más conocido de los ministros de Hacienda de
Colombia se ve pequeño al lado del gigante presidente Olaya Herrera.
Jaramillo tenía ya 60 años en esta foto y había sido ministro de
Gobierno del presidente José Manuel Marroquín en 1903, de Agricultura y
Comercio del presidente Marco Fidel Suárez, entre 1918 y 1919, de Obras
Públicas del presidente Carlos Holguín, entre 1919 y 1921, de Hacienda
en los mandatos de Miguel Abadía Méndez entre 1927 y 1929 y de Enrique
Olaya Herrera, entre 1931 y 1934. Uno de los más grandes economistas
colombianos, graduado en la Sorbona de París. Murió en 1947.
Eduardo Santos: El dueño y director del periódico El Tiempo tenía 45
años en esta foto. Nacido en Tunja, se casó con Lorencita Villegas y
creó un imperio editorial que aún hoy se conserva. Presidente entre 1934
y 1938. Sin hijos, murió en Bogotá en noviembre de 1974.
En la fila de atrás están:
Alberto Pumarejo: Mirando hacia la derecha, situado entre López Pumarejo
y doña Maria Teresa de Olaya. Acababa de pasar 3 años como Ministro de
Comunicaciones y desde mayo de 1934 era Ministro de Guerra. Joven
ministro, tenía 41 años en esta foto. Construyó un puente en
Barranquilla muy famoso, que con los años se convirtió en el llamado
"Puente Pumarejo" en su honor. Murió en agosto de 1970.
Alfonso Araujo: Mirando muy serio al frente, está situado entre los
esposos Olaya. Era en ese momento Ministro de Obras Públicas, cargo que
ocupaba desde 1931. También muy joven, tenía 32 años en esta foto.
Araújo Gaviria fue varias veces ministro y embajador. Murió en febrero
de 1961.
Francisco José Chaux: Tapado por el sombrero de Olaya Herrera. El
político caucano era Ministro de Industrias desde el 7 de agosto de
1930. Nacido en 1889, tenía 45 años en esta foto. Según sus paisanos, a
Chaux le quedaron debiendo la Presidencia, pues tenía sobrados méritos
para alcanzarla. Murió en 1976.
Sinforoso Ocampo: Ocampo aparece con gesto adusto, detrás de Esteban
Jaramillo. Era un ministro recién nombrado, estaba en la cartera de
agricultura desde mayo de 1934. Manizalita, empresario, fue una figura
muy importante en el Viejo Caldas.
Como se aprecia, esta es una foto muy importante de la historia
colombiana, es difícil encontrar a 3 presidentes reunidos en una misma
foto callejera, más si se juntan la cantidad de ministros, y embajadores
que figuran en ella. La presencia de 2 elegantes damas le da más realce
a esta buena fotografía. Fue tomada por un fotógrafo del periódico El
Tiempo y publicada en primera plana, en la edición del lunes 6 de agosto
de 1934. Gracias a FP por haber suministrado una copia de tan alta
calidad. Lo siguiente que debe hacerse es informar al Banco de la
República y a otros sitios, para que corrijan la fecha en que fue tomada
esta histórica foto.

sábado, marzo 21, 2015






Como funcionaba el correo aéreo hace 90 años


Un buen amigo ibaguereño, residente en Estados Unidos, es uno de los más
reputados filatelistas colombianos, contando con valiosas piezas en su
colección. Igualmente posee una de las colecciones más importantes de
fotos antiguas de Ibagué y el Tolima, que generosamente ha puesto a
disposición de sus paisanos. 
Hace unos días me hizo una consulta sobre la veracidad de ciertas
estampillas de correo aéreo de los años 20s, emitidas por la oficina de
SCADTA en Honda. De acuerdo a sus investigaciones, SCADTA prestaba el
servicio entre Barranquilla y Girardot y dudaba de la existencia de una
oficina en Honda. Me pidió ayuda y este post es el resultado de mis
investigaciones.
FUNDACIÓN Y PRIMEROS VUELOS
Los detalles de la fundación de SCADTA son bastante conocidos y no son
el objeto de este post, pero vale la pena hacer un breve resumen para
comprender el posterior desarrollo de la empresa. La compañía nació como
sociedad anónima el 6 de diciembre de 1919, con un capital pagado de
$100.000. El primer presidente de la compañía fue el banquero
barranquillero Ernesto Cortissoz, de familia judío sefardita. La
compañía adquirió Junkers F13 alemanes, los primeros aviones metálicos
en la historia. Se decidió hacer una ruta basada en el Rio Magdalena,
que tradicionalmente había sido la ruta ideal entre la Costa Atlántica y
el interior.
El primer avión llegó a Barranquilla a mediados de 1920. El primer vuelo
se hizo hacia la población de Puerto Berrio, el 8 de septiembre de
1920. El avión recorrió el primer día 434 km entre Barranquilla y El
Banco, el segundo día otros 404 km entre El Banco y Puerto Berrio. Se
llevaron 3000 cartas en ese primer vuelo. En noviembre de ese año
llegaron los primeros Junkers a Bogotá. 
Ya para 1925 SCDATA había organizado un completo plan de itinerarios,
tarifas y condiciones para prestar el servicio entre Barranquilla y el
interior del país. Ese plan era el siguiente:
VUELOS DE BAJADA (Desde el interior hacia la Costa)
Había dos itinerarios, el martes saliendo desde Girardot y el viernes
saliendo desde Neiva. Para facilidad y comprensión mostraremos el
itinerario completo desde Neiva, donde el agente era Arturo Zuleta.
1. Los hidroaviones salían desde Neiva el viernes en la mañana y hacían
una parada larga en Girardot, donde SCADTA tenía aeropuerto y una gran
agencia a cargo de Isaacs Hermanos. Allí se recibía el correo de Bogotá,
Zipaquirá y Tunja, que llegaba por ferrocarril. Igualmente llegaba por
ferrocarril el correo de Ibagué y Armenia. La oficina de Bogotá era
administrada directamente por SCADTA, mientras que la agencia de Ibagué
estaba a cargo de Josué Isaacs Diago, uno de los fundadores de la Cámara
de Comercio de Ibagué.
2. El hidroavión salía de Girardot hacia Honda, donde hacía escala para
recoger el correo de esa ciudad y los de Manizales (por cable aéreo),
Pereira y Cali. El agente en Honda era J.E. Largacha.
3. De Honda salía el hidroavión a comienzos de la tarde hacía Puerto
Berrio, donde pernoctaba. Allí recogía el correo proveniente por
ferrocarril desde Medellín. En Puerto Berrio el ferrocarril de Antioquia
había construido el Hotel Magdalena, para atender a los viajeros que
llegaban a ese importante puerto. El pasaje Girardot - Puerto Berrio
costaba $100. El agente de SCADTA era Eduardo L. Gerlein y Cía.
4. Al día siguiente, los hidroaviones salían hacia Barranquilla, el
pasaje por este trayecto valía $150. La primera escala era en
Barrancabermeja, donde el agente era Emilia Gómez V. El viaje continuaba
con una segunda escala en El Banco, donde el agente era Jose A.
Robledo. Se hacia en uno de los 2 viajes una tercera escala en Calamar,
donde el agente era Teododio Moreno, para recoger correo que llegaba de
Cartagena vía ferrocarril. Finalmente el vuelo llegaba a Barranquilla en
horas de la tarde.
En Barranquilla SCADTA ofrecía enlaces con el exterior a través de Panamá y Nueva York.
RESUMEN DE ITINERARIOS
El vuelo de bajada (desde el interior hasta la Costa) se hacía en 2
días. El vuelo de subida (desde la Costa hasta el interior) se hacía en
un solo día.
Lunes: El avión A tenía base en Girardot. El avión B tenía base en Barranquilla. 
Martes: El avión A hacía el la primera etapa del viaje de bajada de
Girardot a Puerto Berrio. El avión B hacia el viaje de subida de
Barranquilla directo a Neiva.
Miércoles: El avión A viajaba de Puerto Berrio a Barranquilla. El B descansaba en Neiva.
Jueves: El avión A descansaba en Barranquilla. El avión B descansaba en Neiva.
Viernes: El avión B hacía la primera etapa del viaje de bajada desde
Neiva a Puerto Berrio. El avión A hacía el viaje de subida directo desde
Barranquilla hasta Girardot.
Sábado: El avión B viajaba de Puerto Berrio a Barranquilla. El avión A descansaba en Girardot.
Domingo: El avión B descansaba en Barranquilla. El avión A descansaba en Girardot.
La conclusión es que si existió una agencia de SCADTA en Honda y que el
correo aéreo de SCADTA funcionó de manera acertada durante los años 20s y
30s, hasta convertirse en lo que hoy es Avianca
ÑAPA
Les dejo esta carta enviada por correo aéreo desde Ibagué hasta New
York, en octubre de 1927. Los señores del Banco de Bogotá en Ibagué
enviaban una carta a corresponsales en New York, a través de la ruta
Ibagué - Girardot - Puerto Berrio - Barranquilla - New York, como ya
quedó claro en esta crónica.

martes, febrero 10, 2015






Funerales de Olaya Herrera pasaron por Ibagué en mayo de 1937


Hoy encontré una foto de Mauricio Vila Mejía en el Foro de Fotos
Antiguas del Tolima, que muestra el cadáver de Olaya Herrera pasando por
la población de Cajamarca. No había leído nunca sobre el tema y
encontré algo que hoy parece asombroso: Olaya Herrera murió en Roma el
18 de febrero de 1937 y fue enterrado en Bogotá en mayo 20 de 1937. Tres
meses duró su entierro, que incluyó el traslado de Roma hasta Nueva
York por barco, luego fue traído a Panamá, atravesó el Canal hasta
Buenaventura y luego recorrió la ruta Buenaventura - Cali - Armenia -
Ibagué - Bogotá, para finalmente ser enterrado en la capital. La viuda y
las hijas tuvieron que atender múltiples sepelios, largas caminatas,
recibir millares de saludos de pésame, en un entierro que no creo que
tenga muchos paralelos en la historia.
El traslado en Colombia fue filmado casi en su totalidad por los
hermanos Acevedo e incluye algunos segundos del Ibagué de 1937, que
incluyo en este post.
Olaya Herrera era una inmensa figura popular al momento de su muerte.
Primer presidente liberal después de una larga hegemonía conservadora,
tenía apenas 56 años a su fallecimiento. Víctima de una trombosis, se
había debatido una semana entre la vida y la muerte, hasta que falleció
en la mañana del jueves 18 de febrero de 1937, cuando ocupaba la
Embajada de Colombia en Roma. Los periódicos colombianos anunciaron la
muerte con grandes titulares.
Se anunció ese mismo día que el cadáver sería embalsamado y enviado a
Colombia. Olaya Herrera, minutos antes de su muerte, había expresado que
quería ser enterrado en Bogotá. Se anunció por parte de la Embajada que
habría capilla ardiente y posteriormente exequias en la Iglesia Romana
de Santa María de Los Angeles, el sábado 20 de febrero de 1937, a las 10
de la mañana.
Al sepelio en Roma asistió todo el Cuerpo Diplomático, cientos de
colombianos y muchos curiosos. Simultáneamente se realizaron ceremonias
en Bogotá y otras ciudades colombianas. El cadáver, envuelto en la
bandera colombiana, fue enterrado temporalmente en el cementerio romano
de Campoverano. 40000 personas, prácticamente Bogotá entera, estuvo
presente en la ceremonia de homenaje a Olaya Herrera. Se anunciaba que
en pocos días el cadáver sería trasladado a Bogotá.
La hija soltera de Olaya Herrera, María Olaya Londoño, se encontraba en
Nueva York en el momento de la muerte de su padre. Ella pidió
trasladarse a Roma en transatlántico, para acompañar a su madre en el
proceso de traída de los restos de su padre a Colombia. El 28 de febrero
se anunció que el abogado tolimense Dario Echandía, que era Ministro en
ese momento, ocuparía la Embajada ante la Santa Sede, reemplazando al
fallecido Olaya Herrera. 
Con este nombramiento, el viaje de la hija del presidente y otros
acontecimientos, se decidió tomar las cosas con calma. Echandía pidió
que lo esperaran en Roma, para poder dar un homenaje en esa ciudad a
Olaya Herrera. Pero demoró su viaje hasta que se definió la candidatura
liberal a la presidencia, pues un sector del liberalismo quería que el
tolimense fuera presidente. Cuando fue elegido Santos, Echandía salió
para Roma, el 6 de abril de 1937, por la vía Bogotá - Barranquilla -
Nueva York - Nápoles - Roma. Allí llegó y se posesionó de su cargo y
despidió el cadáver de Olaya Herrera.
Solo hasta finales de abril se trasladó el cadáver desde Roma hasta
Nueva York, donde llegó el 8 de mayo. El día 9 el cadáver estuvo en
capilla ardiente en Nueva York, preparando su traslado a Colombia.
El jueves 13 de mayo llegó el féretro a Balboa, a bordo del vapor de la
Grace Line "Santa María". Allí lo esperaba el Vapor "Santa Lucía", que
sería escoltado por el buque escuela "Cúcuta" y el destroyer "Caldas",
en el trayecto hasta Buenaventura. A bordo del "Santa Lucía" viajaban la
viuda y las hijas de Olaya Herrera, junto a dignatarios colombianos.
Mientras tanto, el trimotor presidencial 625 viajaba a Buenaventura con
el Ministro de Guerra Alberto Pumarejo, el tolimense Antonio Rocha,
presidente de la Corte Suprema de Justicia y otros miembros del
gobierno.
La llegada al puerto de Buenaventura en la madrugada del 15 de mayo fue
impresionante. El Vapor "Santa Lucía", el buque escuela "Cúcuta", los
destroyer "Caldas" "Carabobo", todos con las banderas colombianas a
media asta, más 10 aviones Falcon y los dos aviones presidenciales 621 y
65, pasando por encima del barco que conducía los restos del
presidente, recibieron en territorio colombiano a Enrique Olaya Herrera.
A bordo, doña Teresa Londoño de Olaya, Lucía Olaya de Aya y María Olaya
Londoño comenzaban a recibir a los dignatarios que subían a bordo del
"Santa Lucía". La Escuela Naval de Cadetes recibió en formación al
féretro presidencial, mientras sonaban 58 cañonazos. La banda del
regimiento Junín ejecutó el himno nacional mientras descendían el
féretro del barco.
En la misma mañana del sábado 15 la gran comitiva formada por el
gobierno emprendió el viaje a Cali por tren, donde se efectuaron
exequias en la iglesia de San Francisco en horas de la tarde. Una
revista aérea de 15 aviones acompañó el desfile por las principales
calles de Cali. El domingo 16 hubo necesidad de hacer otro funeral en
Cali, ante la insistencia popular. Solo en la tarde del lunes 17 pudo
salir el tren expreso hacia Armenia, donde fue recibido a las 8:30 de la
noche, pues en cada estación de tren del Valle del Cauca se le hizo un
homenaje al cadáver. 40000 personas esperaban a Olaya Herrera en
Armenia, pues había llegado gente de Pereira, Manizales y otras
poblaciones de Caldas.
El martes 18 de mayo el féretro salió de Armenia hacia Ibagué, en un
camión cargado con cinco quintales de flores. Cientos de carros formaban
el cortejo fúnebre. Mauricio Vila ha publicado una hermosa fotografía
del paso del cortejo por la población de Cajamarca, que aquí reproduzco:
Ecos del Combeima transmitió todo el desplazamiento de la caravana
mortuoria al estilo de como se haría 25 años más tarde en las Vueltas a
Colombia. En el tren de Bogotá llegaron dos toneladas de flores, que se
vendieron enseguida. Más de 200 coronas esperaban al cortejo en la
Catedral. Todos los edificios públicos de la ciudad y muchísimas casas
particulares de Ibagué tenían banderas con crespones negros. El cadáver
llegó a Ibagué a las 3: 45 de la tarde del martes 18 de mayo de 1937.
Más de 100 automóviles de la ciudad habían esperado al cortejo en
Coello. El desfile lo encabezaba el carro con las hijas del presidente
Olaya Herrera, seguido por el catafalco, los dignatarios nacionales,
representantes del gobierno departamental, así como de gremios y
asociaciones de la ciudad. A la catedral llegaron más de 200 vehículos.
El ataúd fue conducido al interior de la catedral en hombros de marinos
que venían acompañando al cadáver desde Buenaventura. A las 6 de la
tarde la carrera tercera estaba totalmente colmada de público que quería
ingresar a la catedral. La multitud se desplazaba también hacia el
Hotel Europa, donde estaba alojada la familia presidencial. Ibagué no
durmió aquella noche, velando los restos del gran presidente.
El miércoles 19 la ciudad se levantó temprano, pues el oficio fúnebre
arrancó a las 8:30 de la mañana. La orquesta y las masas corales del
Conservatorio del Tolima ofrecieron un solemne y sentido concierto, el
más impactante de todos los que se habían dado a lo largo del homenaje
colectivo que Colombia le hacía a Olaya Herrera.
Se inició entonces un desfile carrera tercera abajo, hasta la estación
del tren. Las multitudes a lo largo de nuestra calle principal eran
impresionantes. La Estación del tren también estaba colmada de gente.
Ibagué cumplía con un gran homenaje a la memoria del patricio boyacense.




El paso del sepelio de Olaya Herrera fue registrado por los hermanos
Acevedo, aquí les anexo un link a los 25 segundos de filme que se captan
de ese acontecimiento histórico:
El cádaver llegó esa noche a la estación de La Esperanza. Al día
siguiente, 20 de mayo de 1937, se le hizo un impresionante homenaje en
la Plaza de Bolivar y Catedral de Bogotá.
La esposa y las hijas de Enrique Olaya Herrera, junto a Lorencita Villegas de Santos
Otros tiempos, donde se rendía un homenaje popular de este tamaño a
políticos que cambiaron la historia de nuestro país. Creo que esta
historia merecía ser contada.
ENTIERRO DE ALBERTO CASTILLA
Tres semanas después de estos acontecimientos, Ibagué vivía otro gran
sepelio, esta vez de alguien muy cercano y entrañable. A los 54 años de
edad y también de un derrame fulminante, moría el Maestro Alberto
Castilla, el jueves 10 de junio de 1937, a las 7:30 de la noche.
Castilla se encontraba cenando en casa de Emma de Melo, cuando comenzó a
sentir fuertes dolores. Se llamaron de emergencia a los doctores Medina
Ordóñez y Plinio Rengifo, que lo encontraron ya muy mal. Murió en
minutos, creando gran consternación en la ciudad. 
Sus exequias se celebraron el sábado 12 de junio, también con asistencia
multitudinaria. Encabezados por el gobernador saliente Juan e. Largacha
y por el entrante Jose María Barrios, los tolimenses dieron el último
adiós a uno de sus más grandes hombres. 300 damas de la sociedad
ibaguereña hicieron calle de honor, vestidas de riguroso luto. El obispo
Jose María Rodríguez presidió la celebración en la Catedral, colmada
otra vez de coronas de flores. 
Las masas corales del Conservatorio volvieron a brindar un majestuoso
concierto, esta vez en honor de su admirado Maestro. El féretro fue
cargado por alumnos del Conservatorio, que se turnaban de vez en cuando
en el camino hacia el cementerio de Ibagué. A las 12 del día de ese
sábado llegó el cadáver al cementerio, donde la oración principal estuvo
a cargo de Manuel Antonio Bonilla. 
Aquí hay una foto del momento de otra oración fúnebre, que pronunció en
nombre del gobierno departamental Alberto Camacho Angarita, publicada en
el Foro de Fotografías Antiguas del Tolima por María Victoria Bonilla
Varón. Justo al lado del orador, con cabeza blanca, está el Maestro
Manuel Antonio Bonilla.
ÑAPA
Aunque es claro que echando de para atrás uno termina siendo pariente de
todo el mundo, no dejan de sorprenderme los descubrimientos que hace
uno con los buenos programas de genealogía que hay en Internet. Yo uso
Geni para hacer investigaciones, que casi siempre resultan inesperadas.
Sabiendo que Olaya Herrera era boyacense, lo mismo que mis ancestros
Niño, tiré un anzuelo a ver que pescaba. Encontré lo siguiente:
Domingo Rodríguez de Lago fue un gallego, que nació en Ferrol en el año
1684. Vino a América en 1702 y se instaló en Tunja en 1705. Fue Teniente
de Navío, Corregidor y Juez de Sogamoso. Se casó en Tunja con Juana
María Vargas Guzmán, la hija del Alcalde de la ciudad. Tres de los hijos
de ese matrimonio tienen importancia para la investigación que realicé:
1. Angela María Rodríguez del Lago y Vargas, se casó con Juan Manuel
Muelle. Tuvieron una hija, María Catarina Muelle Lago, que a su vez se
casó con Juan Agustín Niño Alvarez. Su hijo Juan Nepomuceno Niño Muelle
es mi antepasado más ilustre en la ciudad de Tunja, habiendo sido
presidente del Estado Soberano de Boyacá. Fue fusilado por Pablo Morillo
en noviembre de 1816.
2. Rosa María Rodríguez del Lago y Vargas, se casó con Francisco Camacho
Solórzano. De ese matrimonio nació Maria Teresa Camacho y Lago. Maria
Teresa se casó con su pariente Juan Nepomuceno Niño Muelle, mártir de la
independencia. De ese matrimonio descendemos los Niño de Oiba, como lo
he relatado en otras crónicas.
3. Jose Manuel Rodríguez del Lago y Vargas, se casó con Josefa Vélez
Ladrón de Guevara. El tataranieto de ese matrimonio fue Emeterio Lorenzo
Olaya Ricaurte, que se casó con Emperatriz Herrera Medina. Emeterio y
Emperatriz son los padres de Enrique Olaya Herrera.
Resumen: Olaya Herrera viene a ser primo quinto de mi bisabuelo Jesús
Niño Pacheco. Una razón más para contar la increíble historia de su
viaje final.









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