domingo, 11 de septiembre de 2016

Lucas 3 - Serafín Ausejo (Nuevo Testamento)

Lucas 3 - Serafín Ausejo (Nuevo Testamento)





















Lucas 3

1.
Era el año quince del reinado del emperador Tiberio. Poncio Pilato era
gobernador de Judea, Herodes gobernaba en Galilea, su hermano Filipo en
Iturea y Traconítide, y Lisanias en Abilene;"
2.
Anás y Caifás eran los jefes de los sacerdotes. En este tiempo la
palabra de Dios le fue dirigida a Juan, hijo de Zacarías, que estaba en
el desierto.
3.
Juan empezó a recorrer toda la región del río Jordán, predicando bautismo y conversión, para obtener el perdón de los pecados.
4.
Esto ya estaba escrito en el libro del profeta Isaías: Oigan ese grito
en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos.
5.
Las quebradas serán rellenadas y los montes y cerros allanados. Lo
torcido será enderezado, y serán suavizadas las asperezas de los
caminos.
6.
Todo mortal entonces verá la salvación de Dios.
7.
Juan decía a las muchedumbres que venían a él de todas partes para que
las bautizara: "Raza de víboras, ¿cómo van a pensar que escaparán del
castigo que se acerca?"
8.
Produzcan los frutos de una sincera conversión, pues no es el momento de
decir: "Nosotros somos hijos de Abrahán". Yo les aseguro que Dios puede
sacar hijos de Abrahán también de estas piedras.
9.
El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
10.
La gente le preguntaba: "¿Qué debemos hacer?"
11.
El les contestaba: "El que tenga dos capas, que dé una al que no tiene, y el que tenga de comer, haga lo mismo.
12.
Vinieron también cobradores de impuestos para que Juan los bautizara. Le dijeron: "Maestro, ¿qué tenemos que hacer?"
13.
Respondió Juan: "No cobren más de lo establecido.
14.
A su vez, unos soldados le preguntaron: "Y nosotros, ¿qué debemos
hacer?" Juan les contestó: "No abusen de la gente, no hagan denuncias
falsas y conténtense con su sueldo.
15.
El pueblo estaba en la duda, y todos se preguntaban interiormente si Juan no sería el Mesías,
16.
por lo que Juan hizo a todos esta declaración: "Yo les bautizo con agua,
pero está para llegar uno con más poder que yo, y yo no soy digno de
desatar las correas de su sandalia. El los bautizará con el Espíritu
Santo y el fuego.
17.
Tiene la pala en sus manos para separar el trigo de la paja. Guardará el
trigo en sus graneros, mientras que la paja la quemará en el fuego que
no se apaga.
18.
Con estas instrucciones y muchas otras, Juan anunciaba la Buena Nueva al pueblo.
19.
Pero como reprochara al virrey Herodes que estuviera viviendo con
Herodías, esposa de su hermano, y también por todo el mal que cometía,
Herodes
20.
no dudó en apresar a Juan, con lo que añadió otro crimen más a todos los anteriores.
21.
Un día fue bautizado también Jesús entre el pueblo que venía a recibir
el bautismo. Y mientras estaba en oración, se abrieron los cielos:
22.
el Espíritu Santo bajó sobre él y se manifestó exteriormente en forma de
paloma, y del cielo vino una voz: "Tú eres mi Hijo, hoy te he dado a la
vida.
23.
Jesús ya había pasado los treinta años de edad cuando comenzó. Para todos era el hijo de José, hijo de Helí,
24.
hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melquí, hijo de Janaí, hijo de José,
25.
hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahúm, hijo de Eslí, hijo de Nagai,
26.
hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semeí, hijo de José, hijo de Judá,
27.
hijo de Joanán, hijo de Resí, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Nerib,
28.
hijo de Melquí, hijo de Adí, hijo de Koram, hijo de Elmada, hijo de Er,
29.
hijo de Jesús, hijo de Eliecer, hijo de Jarim, hijo de Matat, hijo de Leví,
30.
hijo de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonán, hijo de Eliaquim,
31.
hijo de Milea, hijo de Mená, hijo de Matatá, hijo de Natán,
32.
hijo de David, hijo de Jesé, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Salomón, hijo de Najasón,
33.
hijo de Aminadab, hijo de Admín, hijo de Arní, hijo de Esrón, hijo de Farés, hijo de Judá,
34.
hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abrahán, hijo de Tara, hijo de Najor,
35.
hijo de Seruc, hijo de Ragau, hijo de Falec, hijo de Eber, hijo de Sala,
36.
hijo de Cainam, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lamec,
37.
hijo de Matusalén, hijo de Henoc, hijo de Jared, hijo de Malaleel, hijo de Cainam,
38.
hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, que venía de Dios.

Serafín Ausejo (Nuevo Testamento)

Lucas 3

CAPÍTULO 03
III. PREPARACIÓN A LA ACTIVIDAD PUBLICA DE JESÚS (3,1-4,13)
Una vez más se ven contrapuestos Juan y Jesús. Juan lleva a cabo su
misión (3,1-20); se muestra la preparación de Jesús para su obra
(3,21-4,13); Jesús es hijo de Dios, nuevo Adán, que opta decididamente
por la voluntad de Dios.
Aquí, como en la historia de la infancia, se muestra que Jesús sobrepuja
a Juan, pero ahora se añade algo nuevo. Juan lleva a cabo la última
preparación para el tiempo de la salud, que está en puertas, pero él no
pertenece todavía a este tiempo. Jesús está equipado para realizar el
tiempo de la salud. Juan concluye su obra, Jesús comienza la suya. La
actividad de Juan se cierra según la exposición de Lucas antes del
relato del bautismo de Jesús, con el que comienza la actividad pública
de Jesús. Lucas preferirá volver una vez más sobre lo narrado, antes que
ligar la actividad de Jesús y la de su precursor. Con Juan termina el
tiempo del preanuncio y de la promesa, y con Jesús comienza el tiempo
del cumplimiento.
1. EL BAUTlSTA (3,1-20).
a) El comienzo (Lc/03/01-06).
En una hora bien determinada de la historia del mundo, en una situación
que reclama liberación, en una zona del gran imperio romano (3,1-2),
comienza la preparación para el tiempo de la salud por Juan (3,3-6).
1 En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo Poncio
Pilato procurador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea, su hermano
Filipo tetrarca de Iturea y de la Traconítide, y Lisanias tetrarca de
Abilene, 2a durante el sumo sacerdocio de Anás y de Caifás...
La historia de la salvación transcurre dentro del ámbito y del acontecer
de este mundo, pero sin identificarse con lo que nosotros llamamos
historia del mundo o historia universal. La aparición y actuación de
Juan es el preludio inmediato del acontecimiento salvífico que se inicia
con la venida del Mesías. Las indicaciones cronológicas se hacen en el
estilo de la Biblia. Ahora comienza historia sagrada. Análogamente
indica Oseas el tiempo en que recibió la palabra del Señor: «Palabra de
Yahveh dirigida a Oseas, hijo de Beri, en tiempos de Ozías...» (Hos
1:1).
El tiempo de la salvación comienza el año 15 del reinado del emperador
romano Tiberio (14-37 d.C.), es decir, el año 28/29 de nuestra era.
Entonces era Poncio Pilato procurador de Judea (26-36); Herodes Antipas,
tetrarca de Galilea (4 a.C. 39 d.C.); su hermano Elipo, tetrarca de
Iturea y de la Traconítide, que están situadas al norte y al este del
lago de Genesaret (4 a.C. 34 d.C.). Lisanias era tetrarca de Abilene al
noroeste de Damasco, en el Antilíbano (Lisanias murió entre el 28 y el
37 d.C.). Las indicaciones de Lucas se han visto confirmadas por
inscripciones y por historiadores antiguos. Además de las autoridades
civiles se indican también las religiosas: el sumo sacerdote en
funciones José Caifás (18-36 d.C.), junto al que gozaba de gran
prestigio su suegro Anás, que le había precedido en el cargo.
Si Lucas hubiese querido únicamente fijar el tiempo, un dato hubiera
sido más que suficiente. El primero, que es el más claro y más
determinado. ¿Por qué, pues, añade los otros? Con ellos se trata de
presentar las condiciones políticas y religiosas, el ambiente espiritual
en que se cumplen las promesas de Dios. Palestina está bajo dominio
extranjero. El soberano del país es el emperador Tiberio, del que los
historiadores romanos trazaron -con razón o sin ella- el retrato de un
soberano desconfiado, cruel, amigo del placer (Cf. TÁCITO, Anales Vl,
51). La parte meridional del país, Judea y Samaria, es desde el año 6
a.C. provincia romana. El gobierno del procurador Poncio Pilato era,
según el parecer de los judíos, inflexible y sin consideraciones; se le
achaca venalidad, violencia, rapiña, malos tratos, vejaciones,
continuadas ejecuciones sin sentencia judicial y una crueldad sin
limites e intolerable (FLAVIO JOSEFO, Bellum Iudaicum II, 169-177;
FILON, Leg. ad Gaium 299-305). Los soberanos de la casa de Herodes eran
idumeos, soberanos por la gracia de Roma. Los dos sumos sacerdotes se
dieron maña para conservar largos años su posición mediante ardides
diplomáticos. Se comprende que se suspire por el rey de la casa de
David. También Zacarías aguardaba la liberación de las manos de todos
los que nos odian (1,71).
El ámbito geográfico que delimita Lucas con sus indicaciones es el campo
de acción de Jesús. En éste se desarrolla la historia sagrada: en
Galilea y en Judea, al norte del lago de Genesaret. El imperio romano se
había anexionado más o menos rigurosamente estas regiones. Por su
parte, Jesús no traspasará sino muy raras veces los límites de
Palestina, pero su mensaje conquistará toda la gran extensión sujeta a
la soberanía del emperador romano Tiberio. Los Hechos de los apóstoles
describen la carrera victoriosa de la palabra de Dios que había
comenzado en Palestina.
2b...la palabra de Dios fue dirigida a Juan, hijo de Zacarías, que
estaba en el desierto. 3 Y él fue por toda la región del Jordán,
predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados.
La palabra de Dios fue dirigida a Juan, como sucedía a los profetas del
Antiguo Testamento. El Bautista reanuda la acción de los grandes
enviados de Dios del tiempo anterior y enlaza con la tradición
profética, no con la literatura apocalíptica soñadora y fantástica, con
la sabiduría humanística, con los rigorismos legalistas farisaicos, con
tradiciones teológicas rabínicas ni con esperanzas de reinados propias
de ambientes zelotas. La palabra de Dios lo llama, le confiere su
ministerio y es la fuerza que domina su vida. «Llegóme la palabra de
Yahveh, que decía: Antes que te formara en las entrañas maternas te
conocía... irás a donde yo te envíe y dirás lo que yo te mande... Mira
que pongo en tu boca mis palabras. Hoy te doy sobre pueblos y reinos
poder de destruir, arrancar, arruinar y asolar; de levantar, edificar y
plantar» (Jer 1:4-10).
El campo de acción del Bautista es toda la zona del Jordán, la región de
la depresión meridional del Jordán. En esta región es predicador
itinerante. Su campo de acción es reducido; Jesús, en cambio, actuará en
toda la región de Palestina. Los apóstoles llevarán más allá de este
espacio, al mundo entero, la palabra de Dios. El ámbito de la palabra
crece; ésta tiende a llenarlo todo...
Juan es pregonero; va por delante de su Señor y anuncia lo que va a
suceder. El mensaje que él anuncia es el bautismo de conversión y perdón
de los pecados. La conversión es el prerrequisito; con ella se vuelve
el hombre hacia Dios, reconoce su realidad y su voluntad, se aparta de
sus pecados y los reprueba; en esto consiste esencialmente la conversión
y el arrepentimiento.
El bautismo, la inmersión en el Jordán, acompañada de una confesión de
los pecados (Mar 1:5), sellará esta voluntad de conversión y al mismo
tiempo otorgará el perdón de los pecados por Dios. Al que se convierte
le da la certeza de que su conversión es valedera y es reconocida por
Dios y consiguientemente tiene capacidad para salvar del juicio
venidero. El que ha recibido el bautismo se halla pertrechado y
preparado para formar parte del nuevo pueblo de Dios de los últimos
tiempos. Desde luego, una cosa se requiere: que la conversión sea
sincera y vaya acompañada de un cambio de vida. Lo que así anuncia Juan
es algo nuevo y grande. Va a iniciarse lo que tanto se había esperado:
Dios cumple sus promesas.
4 Como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz
del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, haced rectas
sus sendas. 5 Todo barranco será rellenado, y todo montículo y colina
serán rebajados; los caminos tortuosos se enderezarán y los escabrosos
se nivelarán. 6 Porque toda carne ha de ver la salvación de Dios.
El profeta Isaías ve en una visión una espléndida procesión a través del
desierto. Dios, el Señor, va en cabeza de su pueblo, que retorna en
caravana de Babilonia a la patria. Una voz se levanta en el desierto por
el que avanza la comitiva e invita a preparar un camino real. Esta
palabra dirigida a los que regresan a la patria se entiende ahora en
forma nueva. La voz del que clama en el desierto es Juan. El Señor -el
Mesías- viene, y con él su pueblo. La preparación del camino se entiende
en sentido religioso-moral; se llama a penitencia, conversión y retorno
a Dios, bautismo de penitencia para el perdón de los pecados. Obra
verdaderamente gigantesca: trazar un camino por el desierto; transformar
los corazones. Toda carne ha de ver la salvación de Dios. El tiempo de
la salvación está alboreando. Dios lo prepara para «toda carne», para
todos los hombres. Va a cumplirse el anuncio profético de Simeón: Una
«luz para iluminar las naciones» (Mar 2:32). El predicador de penitencia
y conversión, el precursor Juan tiene una misión para todos los
tiempos. Hay que preparar con penitencia un camino a la salvación del
Señor.
b) Predicación del Bautista (Lc/03/07-17)
Juan predica. Como predicador de penitencia exhorta a la conversión (Mar
3:7-9): como predicador moral invita apremiantemente a la renovación de
la vida (Mar 3:10-14), y como profeta anuncia al que va a venir (Mar
3:15-17). Su mensaje echa mano de los temas de los profetas: la
conversión, la amenaza con la cólera de Dios, la urgencia de hacer obras
y de llevar frutos de penitencia, la exhortación al comportamiento
social, la destrucción de la seguridad de la salvación de Israel como
pueblo y como nación, el anuncio del Mesías.
Predicación de penitencia (3,7-9).
7 Decía, pues, a las muchedumbres que acudían para que las bautizara:
Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir del inminente castigo? 8a A
ver si dais frutos propios de conversión.
Al hombre se le hace difícil cambiar verdaderamente de vida. Para poder
evitarlo recurre a ritos y ceremonias sagradas, se pone bajo la
protección de una comunidad que pasa por santa, difiriendo la conversión
para más tarde. A todas estas posibilidades cierra Juan la puerta. ¿Qué
quedará, pues?
El recurso a ritos sagrados. Las gentes se dirigen en masa al desierto,
quieren bautizarse, se dejan sumergir en las aguas, pero la cosa no pasa
de ahí. Nada de pensar en cambiar de vida. Juan los increpa: ¡Raza de
víboras, engendro del demonio! Su vida pone al descubierto que hacen las
obras del demonio, el pecado; como le imitan, son sus hijos, su
engendro.
Cosa buena es el bautismo, pero debe inducir a reformar la vida. Juan
formula normas conocidas, fáciles de entender, pero difíciles de reducir
a la práctica: «No puede pasar por justo el que encubre la obstinación
de su vida y, siendo hijo de las tinieblas, (sólo) mira hacia el camino
de la luz», como se dice en Qumrán (1QS III, 3). «La conversión y las
buenas obras son como un escudo que protege de los castigos», dicen los
rabinos (Aboth IV, 11).
Nadie puede escapar a la sentencia de condenación. «Es como quien
huyendo del león diera con el oso; como quien al refugiarse en casa y
poner su mano sobre la pared fuera mordido por la serpiente» (Amo 5:19).
Lo único que salva es la reforma de la vida, la nueva vida con nuevas
obras.
8b No comencéis a decir en vuestro interior: Tenemos por pudre a
Abraham. Os aseguro que poderoso es Dios para sacar de estas piedras
hijos de Abraham.
Refugiarse en la seguridad nacional de la salvación, «en la santa
comunidad de los elegidos»... El judío rehuye la reforma personal de la
vida, fiándose de su descendencia de Abraham. Dice: «Un circunciso no va
al infierno.» Aunque sea pecador, incrédulo y rebelde contra los
mandamientos de Dios, se le dará el reino eterno, porque tiene por padre
a Abraham. Al fin y al cabo, Dios no puede dejar de cumplir sus
promesas a Abraham y a su descendencia... Cierto que Dios es fiel a sus
promesas, pero ahora surge una nueva filiación de Abraham, que no
depende de la comunidad de sangre, sino que es suscitada y creada por
Dios. Dios puede sacar de las piedras del desierto hijos de Abraham.
Estos tendrán los sentimientos que se esperan de los hijos de Abraham,
éstos harán las obras que quiere Dios.
9 Ya está aplicada el hacha a la raíz de los árboles. Y todo árbol que
no da fruto bueno será cortado y arrojado al fuego.
¡La conversión para más tarde! El tiempo apremia. La conversión no sufre
dilación. El hacha ya está aplicada a la raíz del árbol, que va a ser
cortado. De un momento a otro se levanta en el aire, se deja caer de
golpe y... el árbol se derrumba. Juan anuncia que ya son inminentes la
venida del Señor y el juicio.
El juicio es tiempo de recolección. En la recolección se recogen los
frutos. El tiempo de recolección es tiempo de decisión. El árbol que no
da frutos buenos se corta y se echa al fuego. El próximo juicio de Dios
recogerá los frutos de la vida. El que no pueda aportar nada, incurrirá
en sentencia de condenación, caerá en el fuego del infierno.
Predicación a las diferentes clases sociales (3,10-14).
10 Entonces la gente le preguntaba: Pues ¿qué tenemos que hacer? 11 él
les respondía: El que tenga dos túnicas dé una al que no la tiene; y el
que tenga alimentos, haga otro tanto.
La verdadera conversión mueve siempre a hacer esta pregunta: Pues ¿qué
tenemos que hacer? La predicación de san Pedro tocó los corazones de los
oyentes, que decían: «¿Qué tenemos que hacer, hermanos?» (Act 2:37). La
pregunta por las obras es la que pone el sello al valor de la
conversión.
Las obras en que se manifiesta la reforma de vida y la verdad de la
conversión son las obras de sincero amor al prójimo, la partición con
los demás de lo que se tiene. «El que tiene dos túnicas dé una al que no
la tiene...» Juan no exige que se dé la única que se tiene. No exige a
las multitudes que realicen sublimes actos de heroísmo, sino
misericordia y amor al prójimo con obras, sentimientos sociales.
12 Llegaron también unos publicanos para bautizarse y le preguntaron:
Maestro, ¿qué tenemos que hacer? 13 él les contestó: No exijáis más de
lo que tenéis señalado.
Los publicanos (*) encarnan codicia y avidez de poseer, falta de
honradez, traición al propio pueblo, estando como estaban con frecuencia
al servicio de un régimen extranjero. Tampoco ellos están excluidos del
camino de la salvación, no están borrados. Toman en serio la invitación
a la penitencia y están dispuestos a cambiar de vida. Con esto se ha
logrado lo principal.
Juan no les exige que renuncien a la profesión de publicanos. Deben
renunciar a enriquecerse fraudulentamente. El derecho les permite exigir
un determinado suplemento sobre el tipo de impuestos prescrito por el
Estado. Por eso les dice Juan: «No exijáis más de lo que tenéis
señalado.» Jesús procederá más tarde de manera análoga con el publicano
Zaqueo. A pesar de las murmuraciones de los judíos entró en casa de éste
rico jefe de publicanos. Zaqueo mismo quiere restituir lo que ha
adquirido con fraude y quiere repartir sus bienes con los pobres. Jesús
le dice: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa; pues también éste es
hijo de Abraham» (Act 19:1-10).
...............
* Los publicanos o cobradores de tributos, pero no eran funcionarios del
Estado, sino simples particulares a quienes se cedía en arrendamiento
este servicio o empleados de éstos. Nota del traductor.
...............
14 También unos soldados le preguntaron: Y nosotros, ¿qué tenemos que
hacer? Y les respondió: No hagáis extorsión a nadie ni lo denunciéis
falsamente; sino contentaos con vuestra paga.
Los soldados son probablemente mercenarios del ejército de Herodes
Antipas. A los judíos les estaba prohibido el servicio militar. Por eso
estos mercenarios serían gentiles. La eficacia de la predicación del
Precursor va más allá de los límites del judaísmo... La pregunta de los
soldados presupone extrañeza. Y nosotros ¿qué...? Pero toda estrechez se
ha superado. «Toda carne ha de ver la salvación de Dios.»
Los pecados propios de la profesión de los soldados son robo con
violencia, extorsión con falsas denuncias, abuso de la fuerza. La raíz
de tal proceder está en la codicia. Hay que dar de mano a los excesos.
En lugar del ansia de enriquecerse hay que contentarse con la paga.
A pesar de la inminencia del severo juicio, no se exige nada
extraordinario. No hay que cambiar la profesión: ni siquiera la
profesión de soldado o de publicano. También Pablo proclama a pesar de
la proximidad del tiempo final: «Por lo demás, que cada uno viva según
la condición que el Señor le asignó, cada cual como era cuando Dios le
llamó. Esto es lo que prescribo en todas las Iglesias» (1Co 7:17).
Tampoco se exigen especiales prácticas ascéticas: no se exige entrar en
la secta de Qumrán, ni formar parte de la comunidad de los fariseos, ni
adoptar la rigurosa ascética del Bautista (Mar 1:6). Juan sigue la
predicación profética: «¿Con qué me presentaré yo ante Yahveh y me
postraré ante el Dios de lo alto? ¿Vendré a él con holocaustos, con
becerros primales? ¿Se agradará Yahveh de los miles de carneros y de las
miríadas de arroyos de aceite? ¿Daré mis primogénitos por mis
prevaricaciones, y el fruto de mis entrañas por los pecados de mi alma?
¡Oh hombre! Bien te ha sido declarado lo que es bueno y lo que de ti
pide Yahveh: hacer justicia, amar el bien, humillarte en la presencia de
tu Dios» (Mic 6:6-8).
Proclamación mesiánica (Mic 3:15-17).
15 Como el pueblo estaba en expectación, porque todos pensaban en su
corazón acerca de Juan si no sería el Mesías...
La predicación del Bautista hace crecer en el pueblo la expectación de
la próxima venida del Mesías. Se va extendiendo la idea de si Juan será
el Mesías. En ciertos ambientes se presentaba al Bautista como el
salvador enviado por Dios (Cf. Joh 1:6-8.15.19 ss). La historia de la
infancia ha puesto ya deliberadamente a Juan y a Jesús en la debida
relación querida por Dios. Juan es grande, pero Jesús es el mayor, Juan
es profeta y preparador del camino, pero Jesús es el Hijo de Dios y el
que reina en el trono de David para siempre.
16 Juan declaró ante todos: Yo os bautizo con agua; pero viene el que es
más fuerte que yo, a quien ni siquiera soy digno de desatarle la correa
de las sandalias; él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
Jesús es el más fuerte. Juan se reconoce indigno de prestar a Jesús el
más humilde servicio de esclavos. Los esclavos debían soltar al amo las
correas de las sandalias; una persona libre tenía esto por indigno de su
condición. ¿Quién es Juan al lado de Jesús? El gran Bautista reconoce
la grandeza de Jesús.
La fuerza de Jesús se manifiesta en su obra. Juan bautiza sólo con agua;
Jesús, en cambio, con Espíritu Santo y fuego. El Mesías da el Espíritu
Santo prometido para los últimos tiempos, y lo da con la mayor profusión
a los que están prontos a convertirse; en cambio, a los que no quieren
convertirse les aporta el fuego, el fuego del juicio. Jesús ejecuta la
sentencia de salvación o de condenación.
Juan bautiza solamente con agua. Su obra es preparación para los
acontecimientos escatológicos; ella misma no es acontecimiento
escatológico.
17 Tiene el bieldo en la mano para limpiar su era y para recoger el
trigo en su granero; pero la paja la quemará en fuego que no se apaga.
Jesús es el juez del fin de los tiempos. El labrador de Palestina lanza
con una pala contra el viento el trigo que después de trillado está
mezclado con la paja en la era. El grano, que pesa más, cae al suelo,
mientras que la paja es llevada por el viento. Así limpia la era,
separando el trigo de la paja para recogerlo después en el granero. La
paja se quema. El Mesías viene a juzgar, separa a los buenos y a los
malos, lleva los buenos al reino de Dios y entrega los malos al fuego
inextinguible de la condenación. Tiene ya el bieldo en la mano. Este
«ahora» del tiempo final hace que el anuncio de Juan descuelle por
encima de todos los anuncios de los profetas.
c) Fin del Bautista (Lc/03/18-20)
18 Con estas y otras exhortaciones anunciaba el Evangelio al pueblo.
El relato de la actividad de Juan contiene sólo una parte de ésta. Las
exhortaciones de Juan son buena nueva, Evangelio. Juan es mensajero de
gozo, que anuncia la suspirada salvación de los últimos tiempos. Por
esto es su mensaje de gozo. Lo que Jesús anuncia y trae no es perdición,
sino salvación. También la predicación de penitencia de Juan está al
servicio de la salvación, y por esto es Evangelio, buena nueva. La
historia de Juan es comienzo del Evangelio (Cf. Mar 1:1; Act 10:36 s).
19 Pero Herodes, el tetrarca, a quien Juan reprendía por lo de Herodías,
la mujer de su hermano, y por todas las maldades que había cometido, 20
a todas ellas añadió también ésta: que encerró a Juan en la cárcel.
Juan no silenció la palabra de juicio de Dios ni siquiera ante el
poderoso señor de la región. Herodes Antigas no observa las leyes del
matrimonio, comete crímenes y es asesino de profetas (cf. Mar 6:17 s).
El Bautista recapitula en su obra y en su suerte lo que hicieron y
sufrieron los profetas, y lo sobrepasa. Está situado en la inmediata
proximidad del gran día del juicio y de la salvación.
Con su cautiverio queda suspendida la acción del Bautista. La voz que
clama en el desierto enmudece en la fortaleza de Maqueronte. La época de
las predicciones y de las promesas llega a su fin, y comienza la época
de la realización. Entre el Bautista y Jesús hay una profunda fisura en
la historia de la salvación: «La ley y los profetas llegan hasta Juan;
desde entonces se anuncia el Evangelio del reino de Dios» (Mar 16:16).
«Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu
Santo» (Act 1:5; Act 11:16). En la Iglesia no debe enmudecer la voz de
Juan, puesto que prepara la venida de Jesús, que todavía ha de
manifestarse al fin de los tiempos.
2. PREPARACIÓN DE JESÚS PARA SU MISIÓN (,13).
a) Bautismo de Jesús (Lc/03/21-22)
21 Mientras se bautizaba todo el pueblo y Jesús, ya bautizado, estaba en
oración, se abrió el cielo, 22 y el Espíritu Santo descendió sobre él
en forma corporal, como una paloma, y vino una voz del cielo: Tú eres mi
hijo; hoy te he engendrado (*).
...............
* En Lc es doble la tradición del texto de la voz del cielo; 1) como en
Mc y Mt: «Tú eres mi Hijo amado; en ti me he complacido»; o bien: «Este
es mi Hijo amado, en quien me he complacido» (Mat 3:17; cf. Isa 42:1);
2) v. supra, conforme a Psa 2:7. Parece ser que se ha acomodado el texto
de Lc a Mt-Mc.
...............
El bautismo de Jesús sólo se menciona de paso; se halla en segundo
término. La proclamación divina que glorifica a Jesús ocupa el primer
plano del relato. Dios se manifiesta después del bautismo, pero este
hecho va precedido de una triple humillación. Jesús es uno del pueblo,
uno de tantos que acude a bautizarse; se ha convertido en uno
cualquiera. Jesús recibe el bautismo de conversión y penitencia para el
perdón de los pecados como uno de tantos pecadores. Ora como oran los
hombres que tienen necesidad de ayuda. El bautismo de penitencia y la
plegaria preparan para la recepción del Espíritu. Pedro dice:
«Convertíos, y que cada uno de vosotros se bautice en el nombre de
Jesucristo para remisión de vuestros pecados, y recibiréis el don del
Espíritu Santo» (Act 2:38). El padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que se lo pidan (Luk 11:13). El Espíritu Santo es enviado y opera
mientras se ora.
La triple humillación va seguida de una triple exaltación. El cielo se
abre sobre Jesús. Se espera que en el tiempo final se abra el cielo que
hasta ahora estaba cerrado: «¡Oh si rasgaras los cielos y bajaras,
haciendo estremecer las montañas!» (Isa 64:1). Jesús es, el Mesías. En
él viene Dios. él mismo es el lugar de la manifestación de Dios en la
tierra, el Betel neotestamentario (cf. Joh 50:51), donde se abrió la
puerta del cielo y Dios se hizo presente a Jacob (Gen 28:17).
El Espíritu Santo descendió sobre Jesús. Vino en forma corporal, en
forma de paloma. Según Lucas, el acontecimiento del Jordán es un hecho
que se puede observar. La paloma desempeña gran papel en el pensamiento
religioso. El Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas cuando comenzó
la obra de la creación. La imagen de esta representación la ofrecía la
paloma que se posa sobre sus crías. La voz de Dios se comparaba con el
arrullo de la paloma. Si se buscaba un símbolo del alma, elemento
vivificante del hombre, se recurría a la imagen de la paloma,
considerada también como símbolo de la sabiduría. De ahora en adelante,
el Espíritu de Dios hace en Jesús la obra mesiánica, que causa nueva
creación, revelación, vida y sabiduría.
Jesús, como engendrado por el Espíritu, posee el Espíritu (1,35). Lo
recibirá del Padre cuando sea elevado a la diestra de Dios (Act 2:33), y
ahora lo recibe también. El Espíritu no se da a Jesús gradualmente,
pero las diferentes etapas de su vida desarrollan cada vez más la
posesión del Espíritu. Dios es quien determina este desarrollo.
La voz de Dios declara a Jesús, Hijo de Dios. Como es engendrado por
Dios, por eso es ya su Hijo (Act 1:32.35). Después de su resurrección se
le proclama solemnemente como tal: «Dios ha resucitado a Jesús, como ya
estaba escrito en el salmo segundo: Hijo mío eres tú; hoy te he
engendrado» (Act 13:33). La voz del cielo clama aplicando a Jesús este
mismo salmo que canta al Mesías como rey y sacerdote. En el «hoy» de la
hora de la salvación lo da Dios a la humanidad como rey y sacerdote
mesiánico. A esta hora miraban los tiempos pasados, a ella volvemos
nosotros los ojos.
b) El nuevo Adán (Lc/03/23-28)
23 Tenía Jesús, al comenzar, como unos treinta años y era, según se
creía, hijo de José...
Jesús estaba equipado mesiánicamente desde lo alto, pero también desde
abajo estaba pertrechado con todo lo que humanamente lo capacitaba para
su misión. Al comienzo de su actividad pública tenía unos treinta años. A
los treinta años estaba el sacerdote capacitado para el ministerio (Num
4:3); a esa edad fue elegido José en Egipto para su alta misión (Gen
41:46); David fue elevado al trono (2Sa 5:4), Ezequiel recibió la
vocación profética (Eze 1:1). Cuando comenzó Jesús su ministerio, que
abarca la realeza, el sacerdocio y el profetismo, había alcanzado la
plenitud de la edad requerida. Había pasado ya el tiempo del crecimiento
y del fortalecimiento.
Para el alto ministerio que asume Jesús se requiere un origen legítimo y
un auténtico árbol genealógico. Esto lo recibe de José, su padre legal.
José no es el padre natural, sino que como tal era tenido por la
opinión pública. El misterio de la concepción virginal permanecía
oculto. Dios da a Jesús todo lo que necesita para que los hombres no
puedan hallar en él motivo justificado de escándalo.
24 ...hijo de Elí, hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melquí, hijo de
Janay, hijo de José, 25 hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Naúm,
hijo de Eslí, hijo de Nagay, 26 hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de
Seméin, hijo de Josec, hijo de Yodá. 27 hijo de Joanán, hijo de Resá,
hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Nerí, 28 hijo de Melquí,
hijo de Adí, hijo de Cosam, hijo de Elmadam, hijo de Er, hijo de Jesús,
hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat, hijo de Leví, 30 hijo de
Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonam, hijo de Eliaquím, 31
hijo de Meltá, hijo de Mená, hijo de Matatá, hijo de Natam, hijo de
David, 32 hijo de Jesé, hijo de Jobed, hijo de Booz, hijo de Sala, hijo
de Naasón, 33 hijo de Aminabad, hijo de Admín, hijo de Arní, hijo de
Esrom, hijo de Farés, hijo de Judá, 34 hijo de Jacob, hijo de Isaac,
hijo de Abraham, hijo de Taré, hijo de Nacor, 35 hijo de Seruc, hijo de
Ragáu, hijo de Falek, hijo de éber, hijo de Sala, 36 hijo de Cainam,
hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lam 100:37 hijo de
Matusalém, hijo de Henoc, hijo de Jéret, hijo de Maleleel, hijo de
Cainam, 38 hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.
Lucas no dio la clave para la mejor inteligencia de la tabla
genealógica, como lo había hecho Mateo con su observación de las tres
series de catorce generaciones cada una (1,16), pero él también la
utiliza para formular aserciones soteriológicas sobre Cristo. El árbol
genealógico de Lucas no se remonta sólo hasta Abraham, como en Mateo,
sino que continúa hasta Adán y su creaci6n por Dios. Jesús es el Mesías
de los judíos, pero también el Salvador del mundo. Está en relación, no
sólo con David y Abraham, sino también con Adán. Por él se cumplen las
promesas hechas a Abraham y a David; en él son bendecidos todos los
pueblos. él es el rey Mesías, cuyo reino no tiene fin, pero también el
padre y patriarca de la nueva humanidad (Cf. Rom 5:14-21; 1Co
15:22.45-49).
El árbol genealógico de Lucas es incompleto, como lo es también el de
Mateo. Ahora bien, ¿por qué se hizo precisamente esta selección que se
registra en el árbol genealógico? La tabla genealógica de Lucas contiene
once veces siete miembros: tres veces siete van de Jesús a Zorobabel;
tres veces siete, de Salatiel a David; dos veces siete, de David a
Isaac, y tres veces siete, de Abraham hasta Adán. Los períodos están
separados por etapas importantes de la historia de la salvación: la
cautividad de Babilonia, la monarquía, la elección, la creación. Jesús
es cumplimiento y meta de la historia de nuestra salud.
Los jefes de los once grupos son: Dios, Henoc, Sala, Abraham, Admin,
David, José, Jesús, Salatiel, Matatías, José. Según el esquema del
apocalipsis de las «doce semanas» (*), el tiempo final comienza con la
duodécima semana del mundo. Jesús comienza el tiempo final. Aunque estas
explicaciones puedan parecernos a nosotros un juego ocioso, los
antiguos veían expresadas en ellas verdades profundas. A nosotros nos
importa el enunciado de la verdad no el camino por el que se llegó a él.
...............
* Desde el siglo II a.C. se comenzó en algunos ambientes a calcular el
«fin», es decir, la fecha del comienzo de la época mesiánica. A este
objeto algunos dividieron en períodos el curso de la historia. 4Esd (que
fue escrito después de la destrucción de Jerusalén el año 70): «EI
mundo ha perdido ciertamente su juventud; los tiempos se aproximan a la
vejez. La historia del mundo esta ciertamente dividida en doce partes;
ha llegado hasta la décima y hasta la mitad de esta décima. Quedan
todavía dos después de la mitad de esta décima parte».








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Comentarios de la Version Serafin Ausejo Copyright © Serafín de Ausejo 1975.
















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