martes, 16 de agosto de 2016

Los Líos de la Corte

Los Líos de la Corte












































jueves, 28 de mayo de 2015



Catherine Howard, "No other will but his" (Parte 12)




Tamzin Merchant como Catherine Howard en la serie The Tudors (2009-2010)


32) El humor del rey "peligra"



A finales de
febrero 1541 Enrique VIII sufrió un gran ataque de fiebre. Una de las
úlceras seguía abierta, agravando su estado de salud, para "gran alarma"
del rey. Marillac, el embajador francés, informaba de que sus cambios
de ánimo eran extraordinarios y salvajes.  Se llegó a pensar durante
unos días que el soberano podría morirse. El dolor en sí ya era una
razón obvia que provocaba esos arrebatos de cólera, pero su humor se
percibía aún peor debido al hecho que el monarca estuviera refunfuñando
sobre la ejecución de Thomas Cromwell (según él, "el servidor más fiel
que tuvo nunca"), ocasionada por sus ministros "con vanos pretextos, con
falsas acusaciones". En la mente de rey, según Marillac, surgían
pensamientos amenazadores sobre algunos de sus principales hombres
durante la enfermedad. Tampoco los súbditos de Enrique VIII eran
tratados con menos dureza. "Él tenía que gobernar a un pueblo infeliz",
gritaba, a quienes "dentro de poco haría tan pobres que no tendrían ni
la osadía ni el poder para oponérsele". El dolor intenso reflejó
claramente las dos cualidades menos atractivas del soberano inglés: su
autocompasión, todo era culpa del otro, y su obstinación, nadie debía
oponérsele en nada en ningún momento. Los cortesanos estaban en un
sinvivir, al acecho de lo peor. 
Keith Michell interpretó a Enrique VIII en la serie Henry VIII and his six wives (1972)
Su
sufrimiento era tan grande que no quería ni siquiera escuchar música y
permanecía cerrado en sus aposentos. La vida en la corte se detuvo y
muchos miembros de la casa fueron enviados fuera del palacio a sus
domicilios. La corte se asemejaba "más a una familia privada que el
séquito de un rey". Además, Enrique estuvo al menos durante diez o doce
días de marzo de 1541 sin ver a Catherine. La bella y joven reina no
estaba entre quienes lo atendían en su lecho de enfermo por deseo del
propio rey. Es comprensible ya que verlo en aquél estado podría
ensombrecer el encantamiento del los primeros meses de matrimonio. El
monarca no deseaba por nada en el mundo que su nueva esposa lo
vislumbrase en un estado lamentable y que sintiese por él pena o incluso
asco por su pierna tumefacta que supuraba. No sería de extrañar que en
aquél momento la reina comenzara a sentirse frustrada. La corte
seguramente estaría aburrida y los días parecerían eternos. 






Catherine no
paraba de preguntarse lo que había hecho para disgustar tanto a rey. La
respuesta era nada, pero no sirvió de consuelo para su mente. 
La falta de contacto entre los esposos dio lugar a habladurías en el sentido de que había un distanciamiento entre ellos. Tan
deprimido estaba Enrique VIII que pasó toda la Festividad de Carnaval
enojado en su tienda de campaña sin bailar y sin compañía, y Catherine
por lo tanto estaba obligada a permanecer los pocos últimos días antes
de la Cuaresma inmersa en una atmósfera sombría, la cual estaba poco
habituada. 











33) Una ilusión



Como después
de la tormenta llega la calma, en época de Pascua la pierna de Enrique
había mejorado y su depresión comenzaba a disiparse. Tras recuperarse de
su enfermedad el rey decidió llevar a su joven esposa consigo a una
importante expedición: ese recorrido por el norte que hasta entonces
nunca había hecho, ya que el embarazo de Jane Seymour lo había llevado a
posponerlo. Cuando regresaron del viaje empezó a circular
un
rumor de lo más jugoso. Según nos cuenta Marillac en una carta del 10
de abril, "se cree que la reina está embarazada, lo cual sería una gran
alegría para este rey, que, al parecer, cree que lo está y piensa, si
resulta cierto, hacerla coronar en Pentecostés. Los jóvenes lores y
caballeros de esta corte practican diariamente para las justas y los
torneos que se celebrarán en tal caso." Se decía además que había
bordadoras trabajando en muebles y tapicerías, utilizando copas y
ornamentos arrebatados a las iglesias. 
Cuando
el monarca se llevó sus más elaborados tapices, vajilla y trajes
consigo al norte, Marillac parecía sugestionado a creer que la razón de
tanta pomposidad era la futura coronación de "esta reina", que en
general se esperaba que fuera en York, así como la gente de York
esperaba "un duque".






Continuará...





Bibliografía: 



Fraser, Antonia: Las seis esposas de Enrique VIII, Ediciones Web, Barcelona, 2007.



Loades, David, Catherine Howard: The Adulterous Wife of Henry VIII, Amberley Publishing, 2012.




Weir, Alison: Enrique VIII el rey y la corte, Círculo de Lectores, Barcelona, 2004

miércoles, 22 de abril de 2015



Catalina de Médici y la trágica premonición (II)




Catalina de Médici




Aquel tercer
día de torneos, el 30 de junio de 1559, el rey Enrique II salió del
palacio de Les Tournelles ataviado, como siempre, de blanco y negro y
luciendo la media luna, el emblema de Diana de Poitiers. Catalina de
Médici aún no se había recuperado desde el nacimiento y muerte de sus
gemelas en junio de 1556 y el intenso calor de junio le molestaba.
Catalina y Diana vislumbraron al monarca entrar en la liza, montado en
su magnífico corcel turco llamado, Le Malheur, que para colmo
significaba "Desgracia". El caballo era un obsequio del duque de Saboya,
quien en unos pocos días se convertiría en cuñado del rey. La reina no
pudo evitar sentirse angustiada, era de muy mal augurio que el palafrén
haya recibido el apelativo de "Desgracia". Eso no podría traer nada
bueno. 

La suerte
favorecía a Enrique. Seis lanzas rompió con gran
éxito en medio de las aclamaciones del pueblo e incluso de parte
Catalina de Médici y Diana
de Poitiers. Chorreando sudor y el cabello y la barba alborotados, con
el casco y un trozo de lanza en la mano derecha, Enrique ll regresó
por sexta vez al borde de la palestra montando a Malheur. El condestable
Montmorency y el mariscal de Vieilleville le suplicaron que no
combatiera de nuevo
para complacer a la soberana que había tenido un mal sueño. El monarca
se rió y contestó que todavía quería "romper una lanza" contra Gabriel
Montgomery, conde de Lorge y noble capitán de la guardia escocesa, quien
con veintinueve años, lo había descabalgado en los días anteriores.
Según el rey, “Ese diablo estuvo ayer a punto de
derribarme”. 




Volvamos
con la premonición de Nostradamus. No deja de ser notoria su visión
cuando se refirió a los dos leones. El león era signo astrológico de
Francia y de su rey. Por otro lado, Montgomery combatía por el león
heráldico de Escocia. Demasiadas coincidencias que comenzaron a
atormentar a la reina.














Escudo de Escocia de 1558 a 1559, usado por María de Escocia siendo
ya reina de esa nación y también delfina de Francia por su matrimonio
con el futuro Francisco II. 



Catalina,
que estaba cada vez más nerviosa, envió al rey un mensaje a través del
duque de Nemours. Le rogaba que no cabalgase más "por el amor que le
tenía". Y ante las súplicas de la reina, éste le transmitió una ambigua
respuesta que pasaría a la posteridad:“Nuestro señor está decidido a
combatir. Os manda decir que no combatirá
precisamente, sino por el amor a vuestra majestad." 
Enrique II de Francia, de François Clouet


Gabriel de Montgomery era un hombre alto y robusto. Tan alto y robusto como
el rey, su amo, su armadura reluciente de grandes hombreras y su yelmo cuadrado
desprovisto de abertura y moldeado en una sola pieza le daban un aspecto aterrador.
Montaba un caballo negro cuyo pesado arnés no parecía frenar su ímpetu. 




Gabriel de Montgomery, conde de Lorge (1530-1574)
El
caballerizo mayor advirtió a Enrique II de algo sumamente importante: no
llevaba la visera bien cerrada. En aquella ocasión, haciendo oídos
sordos a los ruegos de su esposa y de sus sirvientes, incitó a su corcel
y cargó contra Montgomery. Su embestida fue espléndida, sin embargo
concluyó sin que ningún contendiente pudiera derribar al otro.
Contrariado por este segundo empate y, contra las leyes de la
caballería, sin apenas pararse, el monarca francés retó a su valiente
capitán, once años menor que él, "a romper con él una nueva
lanza." Montgomery, que sintió una punzada al respirar, intentó negarse,
pero su rey, riéndose y lleno de júbilo, le ordenó que continuara. 

Continuará...





Bibliografía:



Kent, Princesa Michael: Diana de Poitiers y Catalina Medicis, rivales por el amor de un rey del Renacimiento, La Esfera de los Libros, Madrid, 2005.


González Quevedo, Oscar, O Poder da Mente Humana: A Face oculta da Mente, Volumen 5, Ediçoes Loyola, Sao Paulo, Brasil, 1968.



jueves, 9 de abril de 2015



Catalina de Médici y la trágica premonición (I)


Enrique II de Francia y su reina consorte, Catalina de Médici, François Clouet, 1559


A
raíz del tratado de Chateau-Cambresis (fijado el 2 de abril de 1559),
que puso punto final a la guerra entre España y Francia, se organizaron
casi a la vez dos bodas en París y grandes festejos por todo lo alto.

Como fruto de esa alianza se concertaron dos matrimonios:

-Manuel Filiberto, duque de Saboya, con Margarita, duquesa de Berry, hermana de Enrique II.





-Felipe II de España con Isabel de Valois, hija de Enrique II y Catalina de Médici. La paz consolidó la hegemonía española.


El enlace
por poderes, en nombre del rey de España con Isabel de Valois tuvo lugar
en Nôtre Dame el 22 de junio de 1559 en presencia de toda la corte
francesa. Las celebraciones incluyeron banquetes, bailes y  bailes de
máscaras, que se celebraron en los tres palacios parisinos: Les
Tournelles, residencia de Enrique II, el Louvre y el Palais de la Cité. 

El
compromiso oficial de Margarita de Valois, hermana de Enrique II, con el
duque de Saboya, se produjo el 28 de junio. El matrimonio quedó fijado
para el 2 de julio. Por lo tanto, durante los nueve días que separaban
las dos bodas, se celebrarían, durante cinco días, justas y torneos. Era
la diversión predilecta del rey Enrique, quien mostraba una habilidad
excepcional sobre la liza. Aquellos días su intención era participar en
las justas y divertirse. 


Margarita de Valois, futura duquesa de Saboya y hermana de Enrique II de Francia 

El recinto
de los torneos preparado en la rue Saint-Antoine jamás había tenido un
aspecto tan deslumbrante, con los escudos reales de Francia, España y
Saboya colgado de los maderos de las gradas. 
En
los extremos de la calle se erigieron arcos triunfales adornados con
los símbolos de la paz y de la guerra. En ambos costados, se prepararon
gradas para acoger a los espectadores. 

A pesar de
todo, la reina Catalina de Médici se encontraba inquieta aquellos días
de júbilo. La primera jornada de torneos, esposa del monarca francés
sorprendió a su esposo pidiéndole audiencia a primera hora. El día se
avecinaba soleado y grandioso y Enrique estaba inquieto y entusiasmado
ante la perspectiva de sobresalir por encima de los demás ante Diana de
Poitiers y ante un público numeroso compuesto de muchos visitantes
extranjeros ilustres. Catalina dijo a su marido que había tenido un
sueño. En él, había visto el rostro de Enrique cubierto de sangre. La
soberana siempre había sido propensa a creer a todo tipo de
supersticiones. Aquellos días su pánico se agrandó cuando su propio
astrólogo, Cosmo Ruggieri, le advirtió del que el rey moriría en un
duelo. 










Megan Follows y Alan Van Sprang como Catalina de Médici y Enrique II en la serie Reign, 2014. 







Afligida, la
reina había mandado llamar al gran Nostradamus, quien había confirmado
la premonición y predicho la muerte de Enrique II en sus Centurias. Esa
controvertida Cuarteta de la Centuria I, 35, publicada en 1555,
pregonaba lo siguiente:




"El león joven vencerá al viejo
En un campo de batalla o en un duelo singular;
Perforará sus ojos a través de una jaula dorada
Dos heridas en una, y tendrá una muerte cruel."

"Le lyon jeune le vieux surmontera
en champ bellique par singullier duelle,
dans cage d'or les yeux lui crévera.
Deux clases: une. Puis mourir, mort cruelle."









Años antes,
Simeoni, uno de los astrólogos italianos de Catalina, le había
notificado de que no debía permitir que Enrique compitiera jamás en un
recinto de torneos. De hacerlo, el monarca francés acabaría muerto sobre
la arena, con los ojos perforados. 



Otro astrólogo más, Luca Guarico,  en su "ante eventum" de 1552 había
vaticinado que Enrique de Valois debía evitar todo
combate en campo cerrado, especialmente a los cuarenta y un años porque
en
esta época parece estar amenazado de recibir una grave herida en la
cabeza. Y curiosamente, el rey se acercaba mucho a esa edad pues acababa
de cumplir cuarenta años...El celebre Guarico incluso envió una carta a
Enrique para repetir todos los detalles de su presagio, pero al final
no pudo disuadirlo. El rey se mostró incrédulo y creyó que aquello era
inverosímil.


El miedo de
Catalina era sincero. Su marido la intentó calmar diciéndole que no se
trataba más que de un torneo, de una justa, no de un duelo. Al fin y al
cabo, en las justas, el objetivo desmontar al contrincante, no herirlo.
Aparte, ¿cuantas veces el rey había participado en torneos?, ¿acaso
alguna vez le había pasado algo? Enrique no creía en las premoniciones,
para él casi nunca acertaban. A pesar de todo, su esposa no se dio por
vencida y cada mañana le rogaba que no participase en los combates.
Enrique respondía con una sonrisa. Les dijo a Catalina y a Diana de
Poitiers que tenía planeado competir en un recinto cerrado para instruir
a los caballeros jóvenes a combatir con valor.




Continuará...


Bibliografía:



Kent, Princesa Michael: Diana de Poitiers y Catalina Medicis, rivales por el amor de un rey del Renacimiento, La Esfera de los Libros, Madrid, 2005.



González Quevedo, Oscar, O Poder da Mente Humana: A Face oculta da Mente, Volumen 5, Ediçoes Loyola, Sao Paulo, Brasil, 1968.



http://hugomantilla.org/yahoo_site_admin/assets/docs/La_muerte_de_Enrique_II_de_Francia.1890708.pdf



http://es.wikipedia.org/wiki/Paz_de_Cateau-Cambr%C3%A9sis



http://www.esoterismo10.es/nostradamus-muerte-de-enrique-ii/



http://en.wikipedia.org/wiki/Luca_Gaurico

domingo, 21 de diciembre de 2014



"Los Últimos Días de Ana Bolena", ¡Gratis del 22 al 24 de Diciembre!




Queridos cortesanos,



En
medio de estas entrañables fiestas, en las que no faltan reuniones
familiares y reencuentros con los amigos, también es una época para
ponernos en día con la lectura y relajarnos de la tensiones de todo el
año. Estos días si navegáis por la tienda de Amazon tenéis disponible para descargar gratis del 22 al 24 de diciembre "Los Últimos Días de Ana Bolena"
. Les recuerdo igualmente que en breve volveré a la carga con una nueva
casa real y un concurso especial para todos vosotros ¡¡Estad atentos!! 




¡Mis "ilustres invitados reales" les desean Felices Fiestas y un Excelente 2015! 
Un fuerte abrazo de Lady Caroline



jueves, 13 de noviembre de 2014



Catherine Howard, "No other will but his" (Parte 11)


Lynne Frederick  como Catherine Howard en la película "Henry VIII and His Six Wives" de 1972.


30) Disputa con María Tudor



En el
invierno de 1540-41, en una misiva escrita por el embajador imperial
Chapuys a María, reina de Hungría y regente de los Países Bajos, se
hacía mención de una disputa relativa a los sirvientes de María Tudor.
Cuando la hija de Catalina de Aragón se enteró que la corona estaba
intentando quitarle a dos de sus doncellas, María debió de preguntar a
Chapuys para que averiguase el porqué de aquella decisión. El
diplomático escuchó que la nueva reina estaba ofendida debido a que
María la había tratado con menos respeto que sus predecesoras y por ello
se había iniciado el proceso de destitución de sus dos doncellas. Si
Chapuys tenía razón sobre la implicación de Catherine Howard en aquel
conflicto continua siendo un misterio pues el embajador acostumbraba
citar rumores no demostrados como hechos.
Sarah Bolger como María Tudor en la serie The Tudors (Showtime, escena cuarta temporada, 2010)




Sin embargo,
en dos de sus cartas enviadas también a la regente de los Países Bajos,
fechadas en enero de 1541, supuestamente contradicen la información
proporcionada en la correspondencia de diciembre. En enero, Chapuys
reveló que María aún no había visitado a Catherine, aunque sí le había
enviado a su madrastra un regalo de Año Nuevo que la había complacido
enormemente. Aparentemente la ofensa de María podría únicamente haberse
debido a la falta de atención de ella hacía la nueva consorte de su
padre, pero mas bien era que sin una orden de comparecencia real no se
le estaba autorizado acudir a la corte. En febrero, Chapuys relató que
la hija de Catalina de Aragón se encontraba bien a pesar de la pena que
le había causado la muerte de una de sus doncellas, la cual era una de
las dos que Enrique VIII había ordenado despedir. Se desconoce si dicha
sirvienta era una de las dos que el embajador mencionó en su misiva de
diciembre, si bien que no culpó a Catherine Howard por el incidente. 
31)  El Patrimonio de la joven Howard



El
patrimonio de la reina Catherine no se acordó hasta el 12 de enero de
1541. Ella obtendría las posesiones de Jane Seymour así como las tierras
de nobles caídos en desgracia pertenecientes a Henry Courtenay, primer
marqués de Exeter; Lords Essex y Hungerford; y Margaret, condesa de
Salisbury. Además, el hogar real de Catherine, mencionado al detalle en
el capítulo anterior, le costaba al monarca alrededor de 4600 libras
anuales. 




Asimismo,
poseía también una barcaza real con veintiséis remeros y pleno acceso a
las joyas reales. Como obsequio de Año Nuevo, Enrique VIII le confirió
entre otras gemas, un collar compuesto de dieciséis diamantes y sesenta
rubíes bordeado con perlas. También le regaló una cadena que contenía
nada más nada menos que doscientas perlas. Dichas joyas pertenecían a la
corona y se devolverían a los cofres reales cuando se quedase viuda. 



Según el
historiador del XIX, Henry William Herbert, durante la primera mitad de
1541 la pareja real llevó una vida casi privada, en medio de pacífico
retiro del campo y los verdes jardines que rodeaban Hampton Court y el
Castillo de Windsor, una atmósfera, como se percibe, de lo más
agradable. El rey estimaba cada día más a su bella y joven esposa,
poseedora de una incuestionable aura de pureza y lealtad, nadie por lo
tanto podría cuestionar que dicha dama no era merecedora de su amor. 




Bibliografía:



Herbert, Henry William: Memoirs of Henry the Eight of England with the Fortunes, Fates and Caracters of his Six Wives, 1856. 
Warnicke, Retha M.Wicked Women of Tudor England (Queenship and Power)Palgrave Macmillan, Kindle Edition, 2012. 

domingo, 9 de noviembre de 2014



Catherine Howard, "No other will but his" (Décima Parte)




29) Su hogar real



Enrique VIII
benefició a varios parientes de Catherine Howard. En octubre de 1540,
Sir Richard Rich informó a su cuñado, Arundell, que el rey había
concedido a Charles, el hermano de Catherine, 100 libras anuales; a
George, también hermano de la nueva reina, 100 marcos; y a su media
hermana, Lady Baynton  y sus sobrinos otros 100 marcos. Si el padre de
Catherine, Lord Edmund, hubiese sobrevivido para contemplar el triunfo
de su hija, probablemente podría haber recaudado muchos fondos para
solventar sus deudas. Su cuñado, Sir Edward Baynton, también le fue
entregue el solar de Semleigh, mientras que varias de las mujeres de su
familia ocuparon puestos importantes a servicio de la reina.




El hogar
real de Catherine era encabezado por el conde de Rutland como Gran Lord
Chambelán, Sir Thomas Dennys como Secretario, y Sir John Dudley como
Maestro de Caballería. Dentro de grupo de las damas ilustres del reino
figuraban su prima Mary Howard, duquesa de Richmond, su media hermana
Isabel Baynton que se convertiría en jefa de la cámara privada junto a
su prima (por matrimonio) Lady Jane Rochford, mientras que Margaret
Arundell, una de las tías de Catherine, y Lady Dennys, la prima de la
reina, ejercieron como sus damas. Otras damas importantes de la nobleza
que estaban a su servicio eran  Lady Margaret Douglas, Lady Frances
Brandon y la condesa de Rutland. La joven reina también decidió promover
varias muchachas que había conocido en la infancia mientras vivía en el
hogar de la duquesa viuda de Norfolk, entre ellas Katherine Tylney y
Margaret Morton que ocuparon los puesto de camareras de sus aposentos. 




El motivo
por el cual Catherine había decidido nombrar a mujeres que conocían su
controvertido pasado en Lamberth es bastante obvio. Probablemente la
nueva reina creyó conveniente favorecer a los que la acompañaron durante
aquellos turbulentos años de entre 1536 y 1539 en caso de que algunos
de ellos llegasen a "hablar demasiado". Por si acaso y para evitar
cualquier mal entendido era mejor tenerlos cerca y vigilar su
comportamiento. 






 Con relación a Joan Bulmer, de la cual hemos hablado en el Capítulo V, aparentemente
se cree que Catherine se rehusó a aceptarla entre sus damas. Muchos
historiadores han supuesto que la reina accedió a la súplicas de su
amiga y le otorgó un puesto en su séquito, sin embargo no aparece en la
lista de los miembros de su corte. Únicamente se nombran a cuatro
camareras de la cámara privada: Katherine Tylney, Margaret Morton y las
señoras Friswith y Loffkyn. Por lo tanto, Bulmer supuestamente nunca
estuvo al servicio de Catherine Howard, ni como camarera ni ocupando
cualquier otra posición. 


La joven
Howard ascendió al trono básicamente sin la experiencia de como era
vivir en la corte. Enrique VIII había decidido desposarla solo algunos
meses después de su primer encuentro. Como ya se ha mencionado,
Catherine Howard había servido a Anne de Cleves desde el invierno de
1539-40 y en el momento de su enlace con el rey, en julio de 1540, la
nueva reina tenía en su historial apenas siete u ocho meses de vida
cortesana. Rodeada de sabias y educadas damas, de las cuales la mayoría
tenía varios años más que ella, se entiende que quizás Catherine se
sintiera algo desubicada en su rol como reina de Inglaterra. Debemos
resaltar que aunque no fuese altamente cultivada, Catherine sabía leer y
escribir como se muestra en su carta a Thomas Culpeper.
Puede que le gustase más verse rodeada de bellos vestidos y valiosas
joyas, pero no era estúpida y su nivel de educación podría compararse al
que poseía Jane Seymour.




Continuará...



Bibliografía: 
Byrne, Conor: Katherine Howard: A New History, MadeGlobal Publishing, Kindle Edition, 2014.



Ridgway, Claire: The Anne Boleyn Collection: The Real Truth About the Tudors, CreateSpace Independent Publishing Platform, Kindle Edition, 2012.


Warnicke, Retha M.: Wicked Women of Tudor England (Queenship and Power), Palgrave Macmillan, Kindle Edition, 2012. 

martes, 21 de octubre de 2014



Catherine Howard, "No other will but his" (Novena Parte)


                                          Bryony Roberts como Catherine Howard  (2010)





26) Un buen comienzo



Como ya
hemos comentado en el capítulo 3, según el historiador David Starkey,
Catherine poseía mucha iniciativa y cualidades de liderazgo. Starkey
menciona el hecho de que la reina fuera rápida en forzar una buena
relación con el arzobispo Thomas Cranmer, mostrándole su inteligencia.
Fue muy gentil con su predecesora, Anne de Cleves, cuando ésta hizo una
visita a la corte y fue amable, cariñosa y bondadosa con ella. Puede que
no tuviera la astucia o la inquebrantable fe de las anteriores
consortes de Enrique VIII , pero parece ser que fue una chica agradable
que logró ser leal a los que se criaron a su lado y fueron sus amigos.
Además, Starkey vuelve a resaltar que no fue una mártir aunque tampoco
una persona cruel y que varios rasgos de su carácter merecen ser
admirados. En vez de considerarla un fracaso como reina, Starkey cree
que la joven Howard en realidad tuvo un buen comienzo en su papel de
consorte y alega que fue astuta en combinar el carácter sumiso de Jane
Seymour con el estilo de Ana Bolena. 
27) Una belleza moderada


Un mes
después de sus esponsales, Enrique y Catherine partieron rumbo al
habitual viaje de verano. En Ampthill, en septiembre de 1540, Marillac,
el embajador francés, vio a la nueva reina por primera vez. La describió
como pequeña, delgada y únicamente poseedora de una belleza moderada.
Según su relato, ella y sus damas estaban ataviadas a la moda francesa y
el rey como ya se ha mencionado en varios artículos de esta saga, la
acariciaba en público como jamás lo había hecho con sus anteriores
esposas. Por otro lado, contrario a la percepción de Marillac, William
Thomas, un cortesano de los de inferior posición en 1540, la consideraba
"una dama muy bella". Como es sabido, la belleza es algo subjetivo y a
gustos colores. Ya en octubre de 1540, Marillac escribió al reino
francés que había pocas novedades: Enrique y su corte iban de caza, y
Catherine estaba disfrutando de los banquetes que se celebraban en su
honor. Después, Marillac expuso que la joven Howard en su opinión había
cautivado completamente al rey y que Anne de Cleves dejó de ser
mencionada como si ya estuviese muerta.








Lynne Frederick  como Catherine Howard en la película "Henry VIII and His Six Wives" de 1972.


28) Amor por la moda



En la Chronicle of King Henry VIII of England (Chronica del Rey Enrico Octtavo de Inglaterra), más conocida como The Spanish Chronicle (la
Crónica Española) probablemente escrita antes de 1552 por el mercader
español residente en Londres Antonio de Guaras, nacido en Tarazona,
provincia de Zaragoza, considerada por los historiadores como llena de
inexactitudes y con tendencia al sensacionalismo, es a pesar de sus
supuestos errores una fuente que nos proporciona un visión interesante
sobre el amor de Catherine Howard por la moda y sugiere que su amor por
la misma era conocida más allá de los confines de la corte. El autor de
la crónica nos cuenta que: "El rey no tuvo ninguna esposa que le hiciera
gastar tanto dinero en vestidos y joyas como ella, quien cada día tenía
un nuevo capricho". 




Como hemos
constatado, a Catherine le encantaba arreglarse con los mejores tejidos y
las joyas más deslumbrantes, sin embargo también estaba dispuesta a
compartir su amor por la moda con otros. Si nos adentramos en su
historia nos damos cuenta que era una chica de buen corazón que quería
que sus allegados amasen la moda de la misma manera que ella lo hacía.
La joven reina otorgó a sus dos hijastras, Mary de veintiún años y
Elizabeth de siete, joyas como prueba de su afecto que incluían un pomo
perfumado adornado con oro, rubíes y perlas. Hasta la propia Anne de
Cleves, la anterior reina, recibió de parte de la joven una anillo de
regalo. Incluso sus damas Lady Carew, Lady Rutland, Lady Surrey y Lady
Margaret Douglas fueron obsequiadas con abalorios.






Continuará... 



Bibliografía:



Byrne, Conor: Katherine Howard: A New History, MadeGlobal Publishing, Kindle Edition, 2014.



Ridgway, Claire:
The Anne Boleyn Collection: The Real Truth About the Tudors, CreateSpace Independent Publishing Platform, Kindle Edition, 2012.



Warnicke, Retha M.: Wicked Women of Tudor England (Queenship and Power)Palgrave Macmillan, Kindle Edition, 2012. 










No hay comentarios:

Publicar un comentario