miércoles, 3 de agosto de 2016

España y Portugal expulsan a los infieles judíos en el siglo XV | érase una vez Niels H. Abel y Evariste Galois

España y Portugal expulsan a los infieles judíos en el siglo XV | érase una vez Niels H. Abel y Evariste Galois








España y Portugal expulsan a los infieles judíos en el siglo XV

Tres judíos contemplan el asedio del ejército de Israel sobre la indefensa ciudad de Gaza (año 2009). Fuente original imágenes (The New York Times)
Nosotros ordenamos además en
este edicto que los Judíos y Judías de cualquier edad que residan en
nuestros dominios o territorios que partan con sus hijos e hijas,
sirvientes y familiares pequeños o grandes de todas las edades al fin de
Julio de este año y que no se atrevan a regresar a nuestras tierras y
que no tomen un paso adelante a traspasar, de manera que si algún Judío
que no acepte este edicto si acaso es encontrado en estos dominios o
regresa será culpado a muerte y confiscación de sus bienes.



Y hemos ordenado que ninguna persona en
nuestro reinado sin importar su estado social incluyendo nobles que
escondan o guarden o defiendan a un Judío o Judía ya sea públicamente o
secretamente desde fines de Julio y meses subsiguientes en sus hogares o
en otro sitio en nuestra región con riesgos de perder como castigo
todos sus feudos y fortificaciones, privilegios y bienes hereditarios.



Hágase que los Judíos puedan
deshacerse de sus hogares y todas sus pertenencias en el plazo
estipulado por lo tanto nosotros proveemos nuestro compromiso de la
protección y la seguridad de modo que al final del mes de Julio ellos
puedan vender e intercambiar sus propiedades y muebles y cualquier otro
artículo y disponer de ellos libremente a su criterio que durante este
plazo nadie debe hacerles ningún daño, herirlos o injusticias a estas
personas o a sus bienes lo cual seria injustificado y el que
transgrediese esto incurrirá en el castigo los que violen nuestra
seguridad Real.



Damos y otorgamos permiso a
los anteriormente referidos Judíos y Judías a llevar consigo fuera de
nuestras regiones sus bienes y pertenencias por mar o por tierra
exceptuando oro y plata, o moneda acuñada u otro articulo prohibido por
las leyes del reinado.



De modo que ordenamos a todos los
concejales, magistrados, caballeros, guardias, oficiales, buenos hombres
de la ciudad de Burgos y otras ciudades y villas de nuestro reino y
dominios, y a todos nuestros vasallos y personas, que respeten y
obedezcan con esta carta y con todo lo que contiene en ella, y que den
la clase de asistencia y ayuda necesaria para su ejecución, sujeta a
castigo por nuestra gracia soberana y por la confiscación de todos los
bienes y propiedades para nuestra casa real y que esta sea notificada a
todos y que ninguno pretenda ignorarla, ordenamos que este edicto sea
proclamado en todas las plazas y los sitios de reunión de todas las
ciudades y en las ciudades principales y villas de las diócesis, y sea
hecho por el heraldo en presencia de el escribano público, y que ninguno
o nadie haga lo contrario de lo que ha sido definido, sujeto al castigo
de nuestra gracia soberana y la anulación de sus cargos y confiscación
de sus bienes al que haga lo contrario.



Y ordenamos que se evidencie y pruebe a
la corte con un testimonio firmado especificando la manera en que el
edicto fue llevado a cabo.




Granada, 31 de marzo del año de nuestro señor Jesucristo de 1492.


Firmado Yo, el Rey Fernando II de Aragón; Yo la Reina Isabel I de Castilla, y Juan de la Colonia secretario del Rey y la Reina quien lo ha escrito por orden de sus Majestades.


Así
terminaba el edicto de expulsión de los Judíos de Castilla-Aragón
(“España”). En el edicto se exponían las razones aducidas por los “Reyes
Católicos” para justificar tan drástica medida:



Bien es sabido que en nuestros dominios,
existen algunos malos cristianos que han judaizado y han cometido
apostasía contra la santa fe Católica, siendo causa la mayoría por las
relaciones entre judíos y cristianos. Por lo tanto en el año de 1480
ordenamos que los judíos fueran separados de las ciudades y provincias
de nuestros dominios y que les fueran adjudicados sectores separados,
esperando que con esta separación la situación existente sería
remediada, y nosotros ordenamos que se estableciera la Inquisición en
estos dominios; y en el término de 12 años ha funcionado y la
Inquisición ha encontrado muchas personas culpables además, estamos
informados por la Inquisición y otros el gran daño que persiste a los
cristianos al relacionarse con los judíos, y a su vez estos judíos
tratan de todas maneras a subvertir la Santa Fe Católica y están
tratando de obstaculizar cristianos creyentes de acercarse a sus
creencias.
Estos Judíos han instruido a
esos cristianos en las ceremonias y creencias de sus leyes,
circuncidando a sus hijos y dándoles libros para sus rezos y declarando a
ellos los días de ayuno y reuniéndoles para enseñarles las historias de
sus leyes, informándoles cuando son las festividades de Pascua y como
seguirla dándoles el pan sin levadura y las carnes preparadas
ceremonialmente y dando instrucción de las cosas que deben abstenerse
con relación a alimentos y otras cosas requiriendo el seguimiento de las
leyes de Moisés, haciéndoles saber a pleno conocimiento que no existe
otra ley o verdad fuera de esta. Y así lo hace claro basados en sus
confesiones de estos judíos lo mismo a los cuales han pervertido que ha
sido resultado en un gran daño y detrimento a la santa fe Católica y
como nosotros conocíamos el verdadero remedio de estos daños y las
dificultades yacían en el interferir de toda comunicación entre los
mencionados Judíos y los Cristianos y enviándolos fuera de todos
nuestros dominios, nosotros nos contentamos en ordenar si ya dichos
Judíos de todas las ciudades y villas y lugares de Andalucía donde
aparentemente ellos habían efectuado el mayor daño, y creyendo que esto
sería suficiente de modo que en esos y otras ciudades y villas y lugares
en nuestros reinos y nuestras posesiones sería efectivo y cesarían a
cometer lo mencionado. Y porque hemos sido informados que nada de esto,
ni es el caso ni las justicias hechas para algunos de los mencionados
judíos encontrándolos muy culpables por lo por los susodichos crímenes y
transgresiones contra la santa fe Católica han sido un remedio completo
obviar y corregir estos delitos y ofensas. Y a la fe Cristiana y
religión cada día parece que los Judíos incrementan en continuar su
maldad y daño objetivo a donde residan y conversen; y porque no existe
lugar donde ofender de mas a nuestra santa creencia, como a los cuales
Dios ha protegido hasta el día de hoy y a aquellos que han sido
influenciados, deber de la Santa Madre Iglesia reparar y reducir esta
situación al estado anterior, debido a lo frágil del ser humano, pudiese
ocurrir que podemos sucumbir a la diabólica tentación que continuamente
combate contra nosotros, de modo que, si siendo la causa principal los
llamados judíos si no son convertidos deberán ser expulsados de el
Reino.



Debido a que cuando un
crimen detestable y poderoso es cometido por algunos miembros de algún
grupo es razonable el grupo debe ser absuelto o aniquilado y los menores
por los mayores serán castigados uno por el otro y aquellos que
permiten a los buenos y honestos en las ciudades y en las villas y por
su contacto puedan perjudicar a otros deberán ser expulsados del grupo
de gentes y a pesar de menores razones serán perjudiciales a la
República y los más por la mayoría de sus crímenes sería peligroso y
contagioso de modo que el Consejo de hombres eminentes y caballeros de
nuestro reinado y de otras personas de conciencia y conocimiento de
nuestro supremo concejo y después de muchísima deliberación se acordó en
dictar que todos los Judíos y Judías deben abandonar nuestros reinados y
que no sea permitido nunca regresar.
Tomado de Edicto de expulsión de los judíos (1492)





Finalmente, en 1499 ‘la cuestión judía’
había quedado resuelta. El punto final lo puso un decreto por el que se
determinó que cualquier judío que, en adelante, fuese capturado en los
reinos peninsulares sería condenado a muerte.





El pueblo judío en la península Ibérica, desde que se tiene constancia hasta su expulsión, disfrutó y padeció distintas suertes.

La llegada y asentamiento de los judíos en
la península es difícil de precisar, aunque se supone que la primera
comunidad establecida como tal data de la época de la
Destrucción del Templo de Jerusalén por el emperador romanoTito.


Los judíos de la España romana debieron
ser simples trabajadores o incluso esclavos y fueron medrando poco a
poco en las ricas ciudades comerciales de la costa mediterránea.



La importancia de las comunidades judías debía ser tal en
el siglo IV que el Concilio de Elvira, Granada, se pronuncia en algunos
de sus cánones contra ellos, prohibiendo los matrimonios mixtos entre
cristianas e infieles judíos
, o la
convivencia con ellos y celebración de fiestas. Es la primera vez que la
Iglesia se preocupa por el peligro que los judíos representan para los
nuevos cristianos que, con la convivencia, se pueden judaizar.





Con la invasión de España por los visigodos
se produce una época de tolerancia del poder hacia los judíos. La
monarquía arriana, pese a su inestabilidad política, será complaciente
con sus súbditos judíos. Durante esta etapa, judíos y cristianos no se
diferenciaban más que por su religión. Los judíos eran pequeños
propietarios y se dedicaban al comercio, contando con la tolerancia de
los visigodos. Pero la conversión de Recaredo en el III Concilio de
Toledo supone el comienzo de las persecuciones bajo la monarquía
católica: Sisebuto expulsa a los judíos del reino, Egica los persigue y
separa de los cristianos y Chintilla obliga a los judíos de Toledo a
abjurar de los ritos y prácticas de su fe. Los niños judíos eran
separados de sus padres para ser educados como Cristianos.



No es de extrañar, por tanto, que los judíos se pusieran del lado de los éjercitos musulmanes que a partir del año 710 cruzaban el Estrecho a las órdenes de Tariq b. Ziyad, lugarteniente del gobernador de Ifriqiya, Musa b. Nusayr. Así lo recogen cronistas e historiadores de la conquista musulmana.
Durante los años que siguen, hasta el 756, los ejércitos completan su
penetración hacia el Norte en medio de constantes rivalidades internas,
llegando el Islam a establecerse en la práctica totalidad de la
Península y en el SE de la Galia.



Los judíos se dedican a profesiones de
lo más diversas: médicos, comerciantes, cobradores de tributo,
traductores, artesanos de las labores agrícolas. Disfrutaban de una
autonomía jurídica relativa, con sus propios tribunales.


En el plano intelectual y jurídico, durante
los siglos VIII y IX los judíos españoles dependen de los grandes
centros del saber de oriente, aunque desarrollan paulatinamente una
tradición local de estudio de la Biblia y el talmud. Es el período en
que florecieron las comunidades judías en todo al-Andalus.



Hasta la caída del Califato son pocas
las comunidades judías en los reinos cristianos. La salida de judíos de
Al-Andalus se incrementa durante los siglos X y XI y el papa Alejandro
II aconseja a los obispos que sea respetada la vida de los judíos.



Las convulsiones que sufren los Reinos Taifas empujan
a los judíos hacia los reinos cristianos del norte. Es una época
insegura. Los judíos son propiedad del rey y los impuestos que pagan
revierten en la Corona. A fines del siglo XII, se producen saqueos y
matanzas en algunas juderías como las de Toledo y León.





En el IV Concilio de Letrán
se impone a los hebreos el uso de distintivos especiales en la ropa que
los distinguieran de los cristianos, pero Fernando III consiguió que
quedase sin efecto. Los reyes cristianos del siglo XIII fueron
generalmente favorables a los judíos, pero la presión de la Iglesia, que
pretendía su conversión, fue tal que en 1232 se estableció en Aragón el
Tribunal de la Inquisición.



A
principios del siglo XIV, en el año1313, el Sínodo de Zamora impuso la
opinión de los sectores más radicales de la Iglesia resucitando las
prescripciones del concilio de Letrán y prohibiendo a los judíos ser
médicos de cristianos. En 1348 los estragos de la Peste Negra fomentan
el odio antisemita y los judíos son acusados falsamente de su
propagación. Por último, la victoria de Enrique de Trastámara sobre su
hermano Pedro I trajo graves consecuencias para los judíos castellanos y
aumentó la presión sobre ellos, avivada por un ambiente de hostilidad
que desembocó en las matanzas del año 1391.





Vicente Ferrer, dominico valenciano que viajó por toda Castilla entre los años 1411 y 1412 predicando
contra los judíos, tuvo mucho que ver en el deterioro entre ambas
comunidades. Vicente Ferrer presentó un plan completo para terminar con
la comunidad judía : en los lugares que él visitó, los judíos fueron
expulsados de los lugares que habitaban.



El 2 de enero de 1412 se promulgó en
Valladolid una legislación relativa a los judíos. Prohibió todo contacto
entre ambas comunidades, obligándoles a vivir en barrios separados, a
diferenciarse en el vestir, así como a utilizar el pelo largo y a
dejarse la barba. El camino estaba ya abonado para lo que sería el
principio del fin de la convivencia en la península. A medida que
transcurre el siglo XV, la situación de los judíos se irá deteriorando
progresivamente, hasta llegar al edicto de expulsión en el año 1492.



Los
judíos, antes de marchar, debían vender sus bienes inmuebles y los
muebles que no podían transportar. Podían sacar los judíos cuanto
pudieran llevar consigo, menos aquellos artículos que prohibían sacar
del país las leyes aduaneras. Así pues, debían dejar aquí sus caballos
(con lo que el viaje se hacía más difícil) y también el oro, la plata y
la moneda acuñada.



Sólo había un medio para conservar los
bienes: entregar a los banqueros los dineros y metales preciosos,
recibiendo de ellos los justificantes pertinentes, es decir, letras de
cambio que podrían hacer efectivas una vez que se encontrasen fuera de
España. Los banqueros italianos, en especial los genoveses, se prestaron
a llevar a cabo estas operaciones gravándolas con fortísimos intereses.



Según los cálculos más objetivos, de los
200.000 individuos que formaban la comunidad judía de Aragón y
Castilla, más de 150.000 eligieron el destierro.



Hubo otros muchos grupos, en especial
aragoneses, que embarcaron en los puertos del Mediterráneo y se
establecieron en Génova, Nápoles, Turquía, los Balcanes, Grecia, y
tierras del Próximo y Medio Oriente. Parte llegaron también a Francia,
Inglaterra, los Países Bajos y Alemania.



A lo largo del siglo XVI fueron extendiéndose por ambas orillas del Mediterráneo, radicándose la mayoría en el Imperio Otomano, donde conocerían días de gloria. Estos expulsados y sus descendientes son los sefardíes, que a través de los siglos mantendrían una unidad entre sí gracias a su lengua de raíz hispánica.


La
mayor parte de los judíos de Castilla intentaron pasar a Portugal. En
Portugal no fue mejor el trato que recibieron. Se fijaron cuatro puntos
de entrada a lo largo de la frontera. Cada persona debía pagar ‘ocho
cruzados’ para obtener un permiso de residencia de ocho meses,
transcurridos los cuales deberían pasar a África en naves portuguesas,
pagando el pasaje que se les fijara. Los que no tuvieron dinero para
pagar aquel arancel o el pasaje, así como los que penetraron en el país
clandestinamente, fueron vendidos como esclavos o enviados a las islas
de Los Lagartos.



El trato que recibieron en Portugal hizo clamar al obispo de Silves, Jerónimo Osorio.
Desde Portugal, muchos salieron hacia las costas de África, donde se
unieron a los que habían llegado directamente de España. Los que
quedaron en Portugal fueron expulsados, finalmente, en 1496. Sería
dictada su expulsión a petición de Isabel, la hija mayor de
los Reyes Católicos, que puso esa condición para casarse con el rey Manuel de Portugal.


El 19 de marzo de 1497, los padres judíos recibieron la orden de
llevar a sus hijos, de edades comprendidas entre los cuatro y 14 años, a
Lisboa. A su llegada los padres fueron informados que sus hijos iban a
ser adoptados y que debían entregarlos a las familias católicas para ser
criados como buenos católicos. Los niños fueron literalmente arrancados
de sus padres, otros fueron escondidos y algunos padres optaron matar
por sí mismos a sus hijos en lugar de vivir separados.


Fueron malos tiempos para los judíos portugueses: la matanza de alrededor de 5.000 de ellos en Lisboa en el año 1506, o la deportación forzosa a Santo Tomé y Príncipe, donde todavía hoy en día hay una gran presencia judía. Mención especial merece el Holocausto judío en el siglo XX, ampliamente documentado.
Fuente:

Situación de los Judíos en la Hispania tardoantigua
, José María Blázquez Martínez


Y especialmente escalofriante, resulta comprobar que este mismo pueblo judío en el siglo XXI exhiba sin pudor técnicas de exterminio con el pueblo palestino.




Sutil, letal y demoledor el confinamiento al que son sometidos los palestinos en los “Territorios Ocupados” de Gaza y Cisjordania, eufemismo para referirnos a las tierras que los judíos les dejan habitar.




Los judíos fortalecidos en sus argumentos sobre el uso de la violencia contra población civil indefensa gracias a la pasividad de la comunidad internacional han provocado más de 1000 muertes de hombres, mujeres y niños, durante los 20 días de ataques indiscriminados sobre Gaza.


The Real News NetWork: Gaza


Documental: La Guerra de los Seis Días o Guerra de Junio de 1967


1982: Israel invade Líbano


Guerra demográfica Palestina-Israel


El asedio de Gaza


Amnesia histórica y Gaza


GAZA: diciembre 2008,enero 2009…


War on Gaza, Al Jazeera.net









Acerca de nieves
Nací
en Bustiello (Santa Cruz de Mieres), un pueblecito asturiano a la
orilla del río Aller. Actualmente vivo en Santiago de Compostela e
intento enseñar matemáticas en centros públicos de Galicia.




One Response to España y Portugal expulsan a los infieles judíos en el siglo XV


  1. lampuzo dice:
    Como siempre mezclando judíos con
    sionismo, sionismo con israelitas e israelitas con semitas.Cuando
    empezaremos a leer historia con criterio y no según nuestros
    sentimientos ó intereses.


    Desde los tiempos de la primera cruzada, los occidentales han deseado
    tener un cabeza de puente en el imperio musulmán con mejor ó peor
    suerte. Los israelitas – que hay judíos, pero también cristianos,
    musulmanes,judíos, agnósticos, etc. – no son mas que la consecuencia de
    esa misma política occidental que ha utilizado la necesidad, en
    principio de los judíos, de tener un tierra propia, para sus propios
    fines. Ahora no achaquemos, esa misma defensa, a la inpudicia de los
    judíos, cuando nos interesa, por cuestiones afectivas simplistas ó
    morales partidarias.


    Israel es un producto occidental, Hamas es un producto de Israel y
    los palestinos son rehenes de Hamas y de Israel. Aquí lo que está en
    juego es la supervivencia de Israel como “cabeza de puente” dentro de un
    Islam radicalizado por esas mismas maniobras imperialistas de los
    países occidentales, Rusia y los mismos intereses internos árabes.


    Por otro lado, la respuesta israelí, desmesurada, y que es hija del
    cambio de poder en la Casa Blanca y permitida desde Washington, porque,
    como todo el mundo sabe, nada se mueve en Israel sin el permiso de los
    americanos.


    Verás que cuando llegue el nuevo presidente Obama al poder, se acaban las hostilidades.


    Saludos,


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