domingo, 24 de julio de 2016

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Reino de Macedonia



Μακεδονία / Makedonía
Reino de Macedonia


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siglo VIII a. C.-168 a. C.
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Sol de Vergina


Bandera



Ubicación de
Capital Pella
Idioma oficial Antiguo idioma macedonio
Otros idiomas Griego antiguo, peonio
Religión Griega
Gobierno Monarquía
Período histórico Edad del Hierro
 • Establecido siglo VIII a. C.
El Reino de Macedonia fue un Estado griego de la antigüedad clásica, en el norte de la actual Grecia, bordeada por el Reino de Epiro en el oeste y la región de Tracia en el este. Este reino se consolidó durante el siglo V a. C. y experimentó un importante ascenso de su poder durante el siglo IV a. C. con el gobierno de Filipo II, que convirtió Macedonia en la principal potencia de Grecia. Su hijo Alejandro Magno conquistó la mayor parte del mundo conocido, inaugurando el Período Helenístico de la historia griega.


Macedonia se divide tradicionalmente en dos grandes regiones, la Alta
y la Baja Macedonia. Era un país de trigo y pastos, de aldeanos y
jinetes, y con una costa marítima reducida. Los historiadores creen que
sus habitantes eran griegos de dialecto dórico, al igual que los de la región de Epiro, Rodas y el Peloponeso, y que hablaban un dialecto griego muy cercano al de estas regiones (véase Antiguo idioma macedonio).



Índice

Historia

Según los investigadores e historiadores, es muy complejo llegar a
saber con toda exactitud el origen de estos pueblos asentados en esta
zona geográfica. Los antiguos los llamaban bárbaros, usando como
en tantas ocasiones un criterio cultural. Su procedencia es incierta y
de gran complejidad. Se sabe que se agrupaban en ciudades-estado y cada
una tenía su propio rey. El grueso de la población eran pastores que
cuidaban el ganado de los nobles. Estos últimos eran además grandes
cazadores y buenos guerreros.


El historiador griego Tucídides (c. 460-400 a. C.)
describe a estos pobladores como gente que constituía un conjunto de
pueblos dispersos, en cada uno de los cuales se había implantado una
monarquía y que desarrollaban un intenso movimiento de masas. Luchaban y
competían entre sí, de manera que la historia de su consolidación está
llena de alianzas y conflictos entre los diversos grupos y reyes
aspirantes a la hegemonía. En algún momento de la Historia se elaboró
una leyenda, según la cual, los macedonios proceden de un hijo del dios Zeus llamado Macedón. De esta manera, el gran Alejandro sería descendiente de los Eácidas y de Heracles, orígenes plenamente helénicos.


La arqueología también tiene su palabra sobre este pueblo macedonio. Han salido a la luz tumbas reales que datan de finales del siglo VI a. C.,
llenas de ricos ajuares y valiosas obras de arte de tradición griega.
Según Tucídides, el solar de los macedonios sería la zona más montañosa
al oeste de la Alta Macedonia, Elimea, Oréstide y Lincestis, donde se
establecieron en el siglo VIII a. C.


Orígenes

Los macedonios comenzaron a expandirse, a partir del 730 a. C., hacia las llanuras costeras, quizás debido a la presión demográfica que afectó a todo el norte de los Balcanes, ejercida por los cimerios sobre los tracios al este, y por los ilirios
al oeste. En su avance, ocuparon primero Pieria y ganaron una salida al
mar por el Golfo Termaico. Seguidamente avanzaron hacia Ematia y
desplazaron a los botieos. La conquista de la llanura de Ematia convirtió a parte de la etnia
macedonia de ganadera en agricultora. Allí fundaron su capital, Egas y,
a partir del siglo V a. C., Pella. Después conquistaron las regiones de
Almopia1 y Eordea. Más tarde cruzaron el Axio y sometieron la región entre este río y el Estrimón (Migdonia) y la ciudad de Antemunte, y las regiones de Crestonia y Bisaltia. La expansión de los macedonios había concluido a finales del siglo VI a. C. y el reino emergió a principios del siglo V a. C. ya plenamente constituido, aunque con una estructura arcaica y laxa.


Macedonia dispuso, entonces, de un territorio que casi duplicaba al de Tesalia, unos 30 000 km² frente a 15 000; la densidad de población
no era muy alta y tampoco era muy elevado el número de habitantes.
Parte de los pueblos conquistados por los macedonios fueron expulsados o
exterminados, pero otra parte permaneció y se asimiló a los macedonios.
La comunidad de los pueblos macedonios reunía a todos los territorios
que reconocían la autoridad del rey. Macedonia era un reino dotado de
una estructura muy poco centralizada y se componía de dos partes
esenciales:


  • por un lado, la arché del rey de Macedonia de la dinastía
    argéada, es decir, la Baja Macedonia y la Migdonia, que estaban
    sometidas al control directo del soberano
  • por otro, los pueblos de la Alta Macedonia que conservaban cada uno su propio rey o dinasta; como los lincestas.2
    Aliados y sometidos al rey, no formaban parte de su arché y el rey no
    ejercía una autoridad directa sobre ellos. Cuando la autoridad real era
    débil, los príncipes de la Alta Macedonia tendían a convertirse
    prácticamente en monarcas independientes, a desarrollar una política
    propia y contraria a los Argéadas, y establecer vínculos de solidaridad
    con sus vecinos ilirios al oeste del Pindo.
Los objetivos básicos del rey de Macedonia eran asegurar, en primer
lugar, la estabilidad dinástica; en segundo lugar, controlar a los
dinastas dependientes de la Alta Macedonia, y por último, consolidar las
fronteras del reino ante ilirios, tracios y calcídicos y, en menor medida, epirotas y peonios.


Culminación

Durante el siglo V a. C., los reyes de Macedonia completaron la
conquista de Pieria con la ciudad de Negotino, que nunca había sido
dominada totalmente y se hicieron con el control de las minas de plata
del monte Disoro, al norte de Bisaltia, en el Estrimón, que rendían un talento diario.


Fue entonces cuando se creó la leyenda que vinculaba a los reyes de
Macedonia con Heracles y Argos. Se difundió asimismo la cultura griega
con la presencia de Heródoto y Helánico de Lesbos en Macedonia, la participación en los Juegos Olímpicos, la vinculación con los santuarios de Olimpia y Delfos, etc.


A pesar de todos los conflictos dinásticos, los reyes consiguieron
controlar las tendencias separatistas de la Alta Macedonia (Lincestis), y
mantener la independencia frente a las amenazas bárbaras (persas,
ilirias), las apetencias atenienses y calcídicas y las presiones
espartanas.


El ascenso de Macedonia


Extensión del reino de Macedonia a la muerte de Filipo.



Ciudad (fecha de ocupación) Ciudad (fecha de ocupación)

Guarnición macedonia Guarnición macedonia

Batallas importantes Batallas importantes      Reino de Macedonia      Territorios dependientes      Territorios de los molosos      Tesalia      Miembros de la liga de Corinto      Estados neutrales      Imperio persa
Cuando llegó al poder Filipo II,
su empeño en expandir Macedonia y su capacidad militar pronto lo
llevaron a lograr grandes éxitos. Inmediatamente asentó el poder de la
monarquía macedonia tanto dentro como fuera de sus fronteras. En el
interior, acabó con los pretendientes que lo veían como un usurpador y
dominó a los príncipes de las regiones altas (Lincestia, Eilimia y
Orestis). En el exterior, venció a una coalición de peonios e ilirios en 358 a. C., con lo que Filipo amplió sus dominios tierra adentro hasta el lago Ócrida.


Luego aprovechó la Guerra Social (o Guerra de los Aliados) de 357-355 a. C. para expandirse. En 357 a. C. tomó la colonia ateniense de Anfípolis, que controlaba las minas de oro del monte Pangeo, reteniéndola a pesar de las promesas de devolvérsela a los atenienses. Ese mismo año, Filipo se casó con la princesa Olimpia de Epiro, hija del rey de Molosia. En el 356 a. C. conquistó Pidna y a continuación Potidea, ciudad que entregó a la Liga Calcídica en contra de los intereses de Atenas. Tras derrotar a una nueva coalición de tracios,
ilirios y peonios, apoyada por Atenas, Filipo se sintió lo
suficientemente fuerte como para postergar a su sobrino, dejarse de
ficciones y proclamarse rey de Macedonia, con el nombre de Filipo II.


En el mismo 355 a. C. se apoderó de la ciudad de Crenidas (a la que bautizó con su nombre llamándola Filipos o Filípolis) cerca de la costa del mar Egeo, a orillas del río Hebro y al otro lado de la zona minera del monte Pangeo. Desde esta ciudad podía tener el control absoluto de la producción de oro y a partir de ese momento, Filipo pudo acuñar en este metal y dejar de lado la plata que patrocinaban otras ciudades.


También atacó Abdera y Maronea, en la costa de Tracia, ciudad que antes había pertenecido a Atenas. Con la conquista de Metone, en la que Filipo perdió el ojo derecho, finalizó la primera fase de expansión por la costa (354 a. C.). Aliado con los Aleuadas de Larisa, intervino en Tesalia, desgarrada por la Tercera Guerra Sagrada, siendo derrotado por Onomarco en dos ocasiones (353 a. C.). Sin embargo, en la llamada batalla del Campo de Azafrán,
en 352 a. C., Filipo aniquiló por completo a las huestes de Onomarco,
el cual fue crucificado. Tres mil prisioneros fueron arrojados al mar, y
como consecuencia de la derrota, el tirano Licofrón fue expulsado definitivamente de Feras.


Sin embargo, no pudo penetrar en la Grecia central, al estar bloqueadas las Termópilas por los focidios de Failo,
apoyados por atenienses y espartanos. Entonces, reorganizó Tesalia bajo
su hegemonía y se retiró hacia Epiro primero, y hacia el noreste
después, extendiendo sus dominios y sometiendo las ciudades costeras
griegas del Mar Negro hasta el río Hebro (352-351 a. C.).


Su siguiente ataque lo lanzó en 350 a. C. sobre la península Calcídica, con la que hasta entonces había mantenido relaciones amistosas. Sincronizó la campaña con una revuelta que instigó en Eubea para impedir la intervención ateniense. Ese mismo año conquistó Estagira, y en el 348 a. C. destruyó su principal ciudad, Olinto,
con lo que la Calcídica quedó sometida al dominio macedonio. Con
Macedonia y las regiones adyacentes consolidadas, Filipo celebró unos juegos olímpicos en Díon. En el 347 a. C. avanzó para conquistar los territorios orientales del Hebro y obligó a someterse al príncipe Cersobleptes de Odrisios.


Estos hechos provocaron que en Atenas
se empezara a hablar de paz, aunque todavía predominara la tendencia
favorable a la guerra, por lo que Filipo esperó a la primera ocasión
favorable. Esta se dio en el 347 a. C., con ocasión del final de la Tercera Guerra Sagrada: los beocios
llamaron en su auxilio al poderoso Filipo, quien acudió inmediatamente.
En consecuencia, los focidios apelaron nuevamente a Atenas y a Esparta. Sin embargo, aprovechando las disensiones internas de los focidios, Filipo llegó a un acuerdo con su jefe Faleco,
el hijo de Onomarco, que se había apostado en las Termópilas con un
ejército mercenario. Faleco dejó pasar a Filipo y se retiró al Peloponeso. Filipo penetró en la Grecia central (346 a. C.), derrotando a los focidios en la batalla de la llanura de Crocus. Esta batalla lo convirtió en el gobernador (tagus) de Tesalia, en donde reclamó también el control de Magnesia, que tenía el importante puerto del Golfo de Pagasae. Focea fue expulsada de la Anfictionía de Delfos,
y sus votos pasaron a Filipo, que fue admitido en la misma (aunque no
de muy buen grado), con lo que adquirió una sólida posición de poder y
prestigio en el mundo griego. Filipo aprovechó su posición en la
Anfictionía para dominar los asuntos de Grecia y tener el control del Oráculo de Delfos, de suma importancia para cualquier decisión militar o política que hubiera que tomar.


A Atenas no le quedó otra solución que la paz, que solicitó al monarca macedonio a través de Filócrates.
En ella se garantizaba a cada parte sus territorios conquistados, y se
establecía una alianza defensiva, lo que dio ocasión al orador Isócrates
para exhortar a Filipo a dirigir sus ejércitos contra los persas. Con
las principales ciudades estado griegas sometidas, Filipo se dirigió
contra Esparta y les envió un mensaje:


Se os avisa para que os sometáis sin mayor dilación, pues enviaré a
mi ejército a vuestras tierras y destruiré vuestras granjas, mataré a
vuestra gente y arrasaré vuestra ciudad.


Su respuesta fue afirmativa, siempre y cuando Filipo los dejase
tranquilos. Otros interprentan la respuesta de Esparta de manera más
sencilla tan solo;


Si


Esto debido a su costumbre de usar el laconismo en su forma de comunicación. (Ni Filipo ni su hijo Alejandro intentaron invadir Esparta)



Demóstenes.
A pesar de las advertencias de Demóstenes, los atenienses dejaron hacer a Filipo, que consolidó su influencia en Grecia y reconoció la independencia de Mesenia y Arcadia. Al mismo tiempo, asentó sus dominios en Iliria, reorganizó de nuevo Tesalia (343-342 a. C.), intervino en Epiro, expulsando a Arribas y entronizando a Alejandro de Epiro, y firmó un tratado con el Gran Rey de los persas, Artajerjes III
(343 a. C.), lo que le permitió extender sus posesiones en el
territorio tracio, dirigiendo una gran expedición militar que conquistó
la ciudad fortificada de Eumolpia, renombrándola Philippoupolis (hoy Plovdiv). En 342 a. C., negoció un acuerdo secreto con Hermias, tirano de Atarneo, asistido por Aristóteles, con el objeto de tener una cabeza de puente en caso de invadir Asia.


Demóstenes ansiaba la guerra contra los macedonios, considerados unos
bárbaros, y con sus discursos solivianta y prolonga la enemistad de
Atenas con Macedonia: son las famosas Filípicas. La expansión
macedonia en la región de los Estrechos alarmó a los atenienses, que,
conducidos por Demóstenes, declararon la guerra a Filipo (340 a. C.). Este comenzó los asedios de Perinto (340 a. C.) y Bizancio (339 a. C.),
fracasados por su carencia de fuerzas navales, y vio temporalmente
comprometida su influencia en toda Grecia. Sin embargo, aprovechó la Cuarta Guerra Sagrada para decidir el conflicto en tierra. Nombrado hegemon de la Anfictionía, Filipo penetró en Grecia central y venció en la Batalla de Queronea
(338 a. C.) a los tebanos y atenienses aliados. En esta batalla, su
hijo Alejandro, de 18 años de edad, llevó a cabo su primera acción
militar al mando de 1800 jinetes. Tras la victoria Filipo erigió un león
de mármol en memoria del Batallón Sagrado de Tebas por su valentía en la batalla.


Después de esta gran victoria, Filipo demostró una gran sabiduría
política al no humillar a los vencidos. El macedonio instauró su
hegemonía sobre Grecia, constituyendo la Liga de Corinto (337 a. C.),
que incluía a todos los estados griegos, a excepción de Esparta. La
Liga garantizaba la paz general, la autonomía interna de cada miembro,
salvo para reprimir revoluciones, y una alianza perpetua bajo el mando
de Filipo, a quien la Liga concedió el mando de la guerra contra Persia.


Mientras se realizaban los preparativos de la expedición, con el envío de un ejército a Asia Menor bajo el mando de Parmenión y Átalo, Filipo fue asesinado.


El Imperio


Extensión del Imperio de Macedonia durante el gobierno de Alejandro Magno, incluyendo ruta de conquista.
Su hijo Alejandro Magno
continuó la labor. Las ciudades griegas, encabezadas por Atenas y
Tebas, se volvieron a alzar contra Macedonia, y Alejandro dio
resueltamente pruebas de su fuerza militar: atravesó Tesalia, sometiéndola (ya había sido conquistada por Filipo),3 y venció a los griegos tomando y destruyendo Tebas.4 Atenas se vio obligada así a acatar su poder.5 Se hizo nombrar Hegemon, título que ya había ostentado su padre y que lo situaba como gobernador de toda Grecia.6


Consolidada así la hegemonía macedónica, Alejandro se dispuso a cumplir el último proyecto de su padre Filipo II, conquistar el Imperio persa. Y efectivamente, Alejandro conquistó el Imperio persa, incluyendo Anatolia, Siria, Fenicia, Judea, Gaza, Egipto, Bactriana y Mesopotamia, y amplió las fronteras de su propio imperio hasta la región del Punjab. Antes de su muerte, Alejandro había hecho planes para girar hacia el oeste y conquistar Europa. También quería continuar la marcha hacia oriente para encontrar el fin del mundo, ya que su tutor durante su niñez, Aristóteles,
le había contado historias sobre el lugar donde la Tierra acababa y
empezaba el Gran Mar Exterior. Alejandro integró extranjeros7
en su ejército y administración, lo que ha sido definido por algunos
historiadores como una «política de fusión». Favoreció el matrimonio
entre miembros de su ejército y extranjeras, y lo practicó él mismo.
Tras doce años de campañas militares continuas, Alejandro murió,
posiblemente de malaria, fiebre tifoidea o encefalitis vírica.


Con ello, su dinastía, encarnada en individuos incapaces o de corta
edad, llegó a su fin, y su imperio fue repartido entre sus generales,
los llamados diádocos (sucesores), pero sus conquistas resultaron en siglos de dominio y colonización griegas sobre áreas lejanas, conocido como período helenístico, una combinación de las culturas griega y mesoriental.


Los generales del ejército macedonio los llamados diádocos
(διαδοχος) o sucesores o herederos, eran treinta y cuatro en total;
cinco de ellos se repartieron los territorios conquistados por Alejandro
que se fueron convirtiendo en pequeños reinos y no dejaron nunca de
luchar entre ellos. Se sabe que Alejandro había dicho en una ocasión:
«Mis generales me harán funerales sangrientos». Después de los viejos
generales, gobernaron los llamados epígonos (επιγονος), los
nacidos después o sucesores. La lucha entre ellos para obtener el poder y
la hegemonía duró casi cincuenta años, hasta el 281 a. C. en que murió el último de los diádocos, Seleuco.


Los protagonistas de los primeros tiempos fueron los comandantes Pérdicas y Meleagro, con sus intrigas y maniobras. También el gran general Antígono, Antípatro (o Antípater) el último general que quedaba de la época de Filipo II, y más tarde los hijos de ambos Demetrio y Casandro.


Decadencia

Durante los siguientes veinte años no hubo más que peleas entre
ellos. En un principio se contentaron con llamarse gobernadores, esto
fue en espera de la mayoría de edad del hijo de Alejandro, pero ya en el
306 a. C. tomaron el título de rey. Se repartieron el imperio de la siguiente manera:


Antígono pretendió desde un principio ser el único y soñó con la gran
unidad del imperio de Alejandro. Pero los generales Ptolomeo, Lisímaco y
Seleuco no se lo consintieron y le declararon la guerra. Antígono fue
vencido y muerto en la Batalla de Ipso (en Frigia, centro de Asia Menor) en el 301 a. C.


Los epígonos (o nacidos después, o sucesores de los generales) continuaron con las luchas internas y externas por conseguir el poder.


En el año 281 a. C. el gran imperio estaba dividido en tres grandes estados:


  • Macedonia (Dinastía antigónida).
  • Asia (Dinastía seléucida).
  • Egipto (Dinastía ptolemaica).

Las guerras macedónicas


Macedonia durante el reinado de Filipo V.
A finales del siglo III a. C., Macedonia era aún la gran potencia dominante en el Mediterráneo Oriental. Su ejército, descendiente directo del de Alejandro Magno,
aún era temido, al igual que su estilo de combate, que enfatizaba las
armas combinadas pero cargaba mucha mayor responsabilidad sobre el poder
de la falange
que nunca hiciera (o hubiera hecho) Alejandro. Mientras otras naciones
como Roma preferían la movilidad y la flexibilidad, la falange macedonia
se caracterizó por ser la más rígida de las formaciones militares.


Primera guerra macedónica

Durante la Segunda Guerra Púnica, el rey Filipo V se alió con Cartago. Aunque este acuerdo no supuso ninguna batalla campal
entre Roma y Macedonia, fue conocido históricamente como primera guerra
macedónica. Tras escaramuzas de pequeña importancia, se negoció una paz
inestable que permitía a Roma concentrar sus energías en la guerra
contra Cartago. Según Livio, Filipo envió una legión al mando de Sópatro a África para reforzar a Aníbal en Zama.


Segunda guerra macedónica

En el año 200 a. C., siendo ya Roma la potencia dominante de Italia y el Mediterráneo Occidental, Rodas y Pérgamo le pidieron ayuda contra las continuas agresiones macedónicas en los Dardanelos y Egipto. La atención de Roma se volvió hacia el Egeo y sus antiguas rencillas con Filipo V de Macedonia.


Roma exigió a Macedonia su retirada completa de Grecia. Filipo accedió en parte, pero quiso mantener el control sobre las ciudades de Demetrio I de Macedonia, en Tesalia; Calcis, en Eubea; y Corinto, en Acaya; a las que el rey conocía como «Grilletes de Grecia».


Una delegación griega fue enviada a Roma, para dar al Senado
una lección de geografía helena. Las negociaciones terminaron en un
callejón sin salida. Sin embargo, como resultado, el Senado envió al cónsul Tito Quincio Flaminino, al mando de dos legiones más 6000 infantes y 300 jinetes aliados para expulsar a Filipo de Grecia. Comenzaba la segunda guerra macedónica.


Tras una serie de combates en todo el territorio griego, los ejércitos de Filipo y Flaminino se encontraron en la batalla de Cinoscéfalos (197 a. C.). El rey macedonio
fue derrotado, debiendo firmar un tratado de paz por el que abandonaba
sus pretensiones sobre Grecia. Al mismo tiempo, un segundo ejército macedonio era derrotado por Átalo I, rey de Pérgamo, en Asia Menor.


Tercera guerra macedónica


Filipo V mantenía la tradición macedonia de enseñoreamiento sobre los griegos, heredada de Filipo II y Alejandro Magno.
Aunque los romanos en la guerra anterior lo habían derrotado y separado
políticamente de Grecia, nunca renunció a la idea de deshacerse de la
influencia de Roma sobre su «patio trasero».


Por ello, una vez que logró poner las cosas en orden en su país, elaboró una estrategia para mantener a los romanos ocupados mientras él se apoderaba nuevamente de Grecia. Esta estrategia consistía en conquistar los territorios al sur del Danubio y concertar tratados de alianza con las tribus bárbaras transdanubianas, con el fin de lanzar a estas contra Italia. Esta última parte no pudo realizarla, pues murió en el 179 a. C.


Su hijo y heredero al trono, Perseo, no continuó la política de su padre, quien veía a los griegos como poco más que esclavos. Al contrario, Perseo buscó la alianza y la amistad de muchas ciudades estado griegas y reinos helenísticos, logrando como resultado que Prusias II de Bitinia, Seleuco IV de Siria (su suegro), Rodas, Bastarnia, Iliria, Etolia
y otros más fuesen sus amigos. En los 20 años posteriores a la segunda
guerra macedónica, el odio hacia Roma en Grecia se había incrementado
notablemente, pues el dominio que los romanos imponían indirectamente a
través de la oligarquía reinante había dado como resultado un
empobrecimiento generalizado de la población.


Aprovechando esto, Perseo inició una política demagógica, invitando a
quienes fueran perseguidos por política o por deudas a refugiarse en
Macedonia, donde les serían reconocidos sus derechos y bienes. Pero el
resultado de ello fue contraproducente, pues las clases poseedoras, al
ver sus intereses en peligro, volvieron sus ojos a Roma con el fin de
conseguir ayuda para deshacerse de Perseo.


Eumenes II de Pérgamo
fue uno de los más ardientes impulsores de la guerra: logró llegar al
senado y presentar muchas quejas contra Perseo; como resultado, Roma
declaró la guerra a Macedonia. Sin embargo, las operaciones militares no
se iniciaron de inmediato, pues los romanos no estaban preparados para
la guerra. De regreso a Pérgamo, Eumenes II fue víctima de un atentado
en la isla de Delfos, organizado por Perseo.


Perseo, por su parte, aun sabiendo que Roma estaba oficialmente en
guerra con él, pero no lo había atacado aún, asumió una postura
defensiva. Decidió no ocupar con sus tropas los puntos estratégicos más
importantes de Grecia, lo que le habría dado una sustancial ventaja
inicial, y así los romanos tuvieron el tiempo suficiente para preparar
cuidadosamente la guerra.


Sin embargo, no todo era ventaja para los romanos.
Aunque por la estrategia de Perseo la mayor parte de sus amigos y
aliados se habían alejado de él al considerarlo cobarde, al iniciarse
las operaciones militares (171 a. C.), los macedonios lograron derrotar en Tesalia
a la caballería e infantería ligera romanas. Esto provocó que los
antiguos amigos y aliados reafirmaran su apoyo, pero Perseo, temeroso de
la reacción romana, evacuó sus fuerzas de Grecia y se retiró a
Macedonia, renunciando a una guerra ofensiva.



Falange macedónica.
Durante los dos años siguientes la guerra fue pasivamente conducida por Roma
y por Macedonia; sin embargo, esta última desplegó una gran actividad
diplomática que brindó algunos resultados por el resurgimiento de la
flota macedonia en el mar Egeo y por la aparente incapacidad de Roma de dar fin a la guerra. Esto generó entre los rodios
el deseo de actuar como intermediarios para finalizar la guerra, dado
que su comercio estaba fuertemente contraído a causa de esta. Sin
embargo, notando el Senado romano la actitud de los griegos hacia Roma, y viendo el peligro que esto representaba, decidió poner fin a la guerra victoriosamente al precio que fuese.


En el 169 a. C., se nombró cónsul a un noble sin fortuna, Lucio Emilio Paulo, hijo del cónsul del mismo nombre muerto en Cannas durante la Segunda Guerra Púnica, padre biológico de Publio Cornelio Escipión Emiliano. Emilio Paulo contaba con muchos años de experiencia militar adquirida en las guerras de Liguria y Hispania,
poseía fama en Roma de intachable honestidad. Llegado al teatro de
operaciones, rápidamente restauró la disciplina que se había relajado y
logró penetrar en Macedonia hasta la ciudad de Pidna, donde estaba Perseo y su ejército. Allí se desarrollaría la famosa batalla de Pidna, cuyo resultado fue la derrota definitiva de Macedonia y el derrocamiento de la monarquía macedonia.


El primer choque entre romanos y macedonios fue tan fuerte que las
vanguardias romanas fueron destrozadas y las legiones se empezaron a
retirar a las alturas boscosas que rodeaban el campamento romano.
Inmediatamente las falanges macedonias
abrieron sus filas para dar persecución a los romanos. Emilio Paulo se
aprovechó de esta circunstancia, y lanzó sus reservas a los
desprotegidos flancos y la retaguardia de las falanges, terminando por
romper totalmente su formación, y los legionarios perseguidos dieron la
vuelta y cercaron a los macedonios. La caballería macedonia, al ver la derrota de la infantería, optó por retirarse del campo de batalla.


Todo el enfrentamiento terminó en menos de una hora, con el resultado
de 20 000 macedonios muertos y 11 000 prisioneros. Las pérdidas romanas
fueron muy inferiores. Perseo, al ver su derrota, huyó del campo de
batalla llevando su tesoro consigo (unos 6000 talentos) dirigiéndose a Samotracia, en cuyo santuario
confiaba en encontrar un refugio seguro. Pero los romanos, lo obligaron
a rendirse con sus tesoros y sus dos hijos, y fue confinado en Italia,
donde murió algunos años después. Su hijo mayor, Filipo (y técnicamente
heredero del trono de Macedonia) murió dos años después que el padre,
mientras que el más joven se convirtió en escribano.


Como resultado de la guerra, Macedonia fue dividida en cuatro
repúblicas nominalmente independientes, cuyos habitantes no podían tener
relaciones diplomáticas, comerciales ni matrimoniales entre ellos.
Macedonia tenía prohibido comerciar con madera, materiales de
construcción, metales preciosos ni sal con quien fuese. Las fortalezas
fueron desmanteladas y la población desarmada. La monarquía macedónica
fue destruida para siempre.


El empobrecimiento resultante y el recuerdo de la libertad y antigua
gloria de Macedonia hizo que 20 años después, al presentarse un impostor
que se hacía pasar por el fallecido hijo de Perseo, Filipo, los macedonios se rebelaran contra Roma, conflicto cuyo resultado final fue el sofocamiento de la rebelión y la transformación de Macedonia en una provincia romana.


Organización social

La organización política del Reino de Macedonia formaba una pirámide
de tres estratos: arriba estaban el rey y la nación, abajo, las
organizaciones cívicas (ciudades y éthnē), y entre ambos, los distritos. El estudio de las diferentes instituciones se ha renovado considerablemente gracias a la epigrafía, que ha dado la posibilidad de releer las indicaciones que dejaron los autores clásicos, como Livio y Polibio.
Estos muestran que las instituciones macedonias se parecían a las de
las alianzas de las ciudades-estado griegas, como por ejemplo la Liga Etolia o la Liga Aquea, cuya unidad, ente caso, era reforzada por la presencia de un rey.


El rey

El rey (Βασιλεύς) llevaba la administración central del reino. Gobernaba desde la capital del reino (que fue primero Egas, y luego, desde el reinado de Arquelao I en adelante, Pella)
y en su palacio real se conservaba el archivo del estado. El secretario
real (βασιλικὸς γραμματεύς) le ayudaba en el gobierno, por lo que era
de vital importancia, así como el Consejo.


El rey era el jefe del ejército,
cabeza de la religión macedonia y el encargado de las relaciones
diplomáticas con otros reinos. Por ello, sólo él podía establecer tratados y, hasta el reinado de Filipo V, ordenar la acuñación de monedas.


El número de funcionarios civiles era limitado: el rey dirigía su
reino de una forma casi indirecta, apoyándose en los magistrados locales
con los que mantenía frecuente contacto.


La sucesión

La sucesión real en Macedonia era hereditaria y patrilineal, y generalmente respetaba el principio de primogenitura,
pasando la corona al primer hijo varón del rey. También había un
elemento electivo: cuando el rey moría, su heredero, que sería
generalmente pero no siempre su hijo mayor, tenía que ser aceptado
primero por el Consejo y posteriormente presentado ante la Asamblea
general para ser aclamado rey y hacer el juramento de fidelidad.


Como puede verse, la sucesión estaba lejos de ser automática,
considerando que muchos reyes macedonios murieron de forma violenta, sin
haber decido quién les sucedería, o sin haber asegurado que sus
sucesores serían respetados. Es el caso de Pérdicas III, asesinado cruelmente por los ilirios, Filipo II, asesinado por Pausanias de Orestis, Alejandro Magno, que murió de una repentina enfermedad, etc. Las crisis por la sucesión eran frecuentes, especialmente a partir del siglo IV a. C.,
en el que las familias prominentes del norte de Macedonia aún tenían la
ambición de derrocar a la dinastía argéada y ascender al trono.


Las finanzas públicas

El rey era simplemente el guardián y administrador del tesoro de
Macedonia y del suyo propio (βασιλικά), pues realmente este pertenecía a
los macedonios, y los tributos
que pagaban los pueblos derrotados también iban para el pueblo
macedonio. Incluso si el rey no llevaba la administración de las sumas
del reino, se sentía responsable de defenderlas: Arriano cuenta que durante el motín de los soldados de Alejandro en Opis (324 a. C.), este detalló las posesiones que su padre tenía cuando murió para probar que no había hecho un uso abusivo de las mismas.


Se sabe por Livio y Polibio que el basiliká tenía ingresos de las siguientes actividades económicas:



Moneda de Filipo II.
  • Las minas de oro y plata (por ejemplo, las del Pangeo), que pertenecían exclusivamente al rey, y que le permitían acuñar moneda, un privilegio también único del rey hasta el reinado de Filipo V, quien concedió a las ciudades y distritos el derecho a acuñar monedas de menor valor, por ejemplo, de bronce.
  • Los bosques, cuya madera fue muy apreciada por las polis griegas que la usaban para construir sus barcos. De hecho, se sabe que Atenas hizo tratados comerciales con Macedonia en el siglo V a. C. para importar la madera necesaria para la construcción y el mantenimiento de su flota de guerra.
  • Las tierras conquistadas, que se anexionaban al reino y que el rey explotaba directamente, en particular a través de esclavos que obtenían de los prisioneros de guerra, o indirectamente a través de un sistema de arrendamiento.
  • Aduanas en el comercio (impuestos de importación y exportación).
La forma más común de explotar estas fuentes de riqueza era por arrendamiento: Aristóteles, en su "Económica", cuenta que Amintas III (o quizá Filipo II) dobló las aduanas con la ayuda de Calístrato, que se había refugiado en Macedonia, y que rentaban de 20 a 40 talentos
cada año. Para conseguir esto, todos los años se elegía como oferta
para la explotación privada de las aduanas la más alta. También se sabe
por Livio que las minas y los bosques se arrendaban por una suma
acordada durante el reinado de Filipo V, y parece ser que lo mismo
ocurrió bajo la dinastía argéada: puede que el sistema de arrendamiento
del Egipto ptolemaico tenga aquí su origen.


Excepto las propiedades del rey, la tierra de Macedonia era libre:
los macedonios eran hombres libres y no pagaban impuestos por terrenos
privados. Incluso los tributos extraordinarios que pagaban los
atenienses en tiempos de guerra no existían. Hasta en épocas de crisis
económica, como la de Alejandro en el 334 a. C. o la de Perseo en el 168 a. C.,
la monarquía no gravaba con impuestos a sus súbditos sino que recaudaba
fondos a través de préstamos, que sus compañeros reales tenían que dar,
o aumentaban el coste de los arrendamientos.


El rey podía conceder el atelíē (ἀτελίη), cuyo poseedor se veía
exento de pagar impuestos. Alejandro se lo concedió a aquellas familias
que tuvieron muertos durante la batalla del Gránico en mayo del 334 a. C., por lo que no tuvieron que pagar tributos de arrendamiento ni tasas comerciales.


Se obtenían ingresos extraordinarios gracias al pillaje, y el botín
de guerra se repartía entre el rey y sus hombres. En tiempos de Filipo
II y Alejandro el pillaje proporcionaba grandes sumas de dinero. Una
parte considerable de los objetos de oro y plata obtenidos en las
campañas de Europa y Asia se fundieron en lingotes y fueron enviados
para acuñar monedas a Pella y Anfípolis,
las cecas más activas del reino en aquella época: se estima que durante
el reinado de Alejandro, Anfípolis acuñó cerca de 13 millones de tetradracmas de plata.


La asamblea

Todos los ciudadanos/soldados se reunían en una asamblea popular al
menos dos veces al año, en primavera y en otoño, al principio y al final
de la temporada militar.


Esta asamblea (koinê ekklesia o koinon makedonôn), en
la que acudía el ejército en tiempos de guerra, y el pueblo en tiempos
de paz, la convocaba el rey y tenía un importante papel en el
nombramiento de nuevos monarcas y en juicios importantes; podía ser
consultada (sin ningún tipo de obligación) para asuntos exteriores
(declaraciones de guerra, tratados) y para ascender a altos oficiales
del estado. En la mayoría de estas ocasiones, la Asamblea no hacía más
que ratificar las propuestas de un órgano menor, el Consejo. Fue abolida
por los romanos cuando reorganizaron Macedonia en el 167 a. C., para prevenir, según Tito Livio, que un demagogo hiciera uso de ella para rebelarse contra su autoridad.


El consejo (synedrion)


Restos arqueológicos de Pella.
El Consejo era un grupo restringido de personalidades importantes del
reino, elegidas y reunidas por el rey para secundarle en el gobierno.
No era una asamblea representativa, sino que era ampliado en ciertas
ocasiones con representantes de las ciudades y unidades cívicas del
reino.


Los miembros del Consejo (synedroi) pertenecían a tres categorías:


  • Los sômatophylaques
    (en griego antiguo, literalmente «los guardias de corps») eran los
    nobles macedonios elegidos por el rey, que eran siete en el reinado de
    Alejandro Magno, y le servían como guardia de corps honorífica, pero
    sobre todo como consejeros. Era un título, aunque honorífico,
    particularmente prestigioso.
  • Los Amigos (philoi) o los Compañeros reales (basilikoi hétairoi) eran nombrados en vida por el rey entre la alta nobleza macedonia.
  • Los principales generales del ejército (hégémones tôn taxéôn) también nombrados por el rey.
El rey tenía menos libertad de lo que podríamos pensar para elegir la
composición del Consejo, puesto que muchos miembros de la alta
aristocracia del reino eran miembros de derechos ex officio.


El Consejo ejercía esencialmente una función probouléutica con
respecto a la Asamblea: elaboraba y proponía las decisiones que esta
debía luego debatir y votar, en numerosos dominios, tales como la
designación de los reyes y regentes, pero también de los grandes
administradores, y las declaraciones de guerra. El Consejo estaba
encargado de la instrucción judicial de los procesos capitales. Era
también la primera y la última instancia para todos los casos que no
entrañaban la pena capital.


El Consejo se reunía a menudo y constituía el principal órgano de
gobierno. Cualquier decisión importante del rey era primero objeto de
una deliberación.


En el interior del Consejo reinaban los principios democráticos de isegoria (igualdad de palabra) y de parresía (libertad de uso de la palabra), a los cuales el rey se sometía como los otros miembros.


Después de la destrucción de la monarquía antigónida por los romanos en el 167 a. C., es posible que el synedrion subsistiera, al contrario que la asamblea, y quedara como la única instancia federal de Macedonia dividida en cuatro mérides.


Distritos regionales (merides)

La creación de un escalón administrativo territorial intermediario
entre el poder central y las ciudades debe probablemente ser atribuida a
Filipo II: esta reforma corresponde a la necesidad de adaptar las
instituciones políticas a la considerable extensión del reino bajo su
reinado. No era posible entonces reunir fácilmente al conjunto de los
macedonios en una sola asamblea primaria, y la creación de cuatro
distritos regionales, cada uno provisto de una asamblea era la respuesta
aportada a este problema. No se trataba de divisiones territoriales que
recortaran los grupos tribales, sino de un recorte administrativo
artificial. Sin embargo, hace falta subrayar que la existencia de estos
distritos no está en realidad atestiguada realmente (por la numismática) más que a partir del comienzo del siglo II a. C.


Los distritos eran los siguientes en la época antigónida, donde su número de orden es suministrado por la numismática :


  • Primera méris: Anfípolis o la Parastrimonia y Paroria. El distrito debe su nombre a la única ciudad en hacer una contribución al levantamiento nacional macedonio a finales del siglo V a. C. Sus habitantes no helenizados eran reclutados en unidades distintas, llamadas bisaltias, mientras que los reclutados de Anfípolis, Filipos y Oesymé integraban la falange.
    La política de los reyes macedonios era no mezclar a los soldados
    heleno hablantes con los macedonios en el seno de las unidades.
  • Segunda méris: Anfajítida. Su frontera era el río Axio el oeste y el Estrimón al este; la capital era Tesalónica.
  • Tercera méris: Botiea Correspondía a Pieria y Emacia, en el corazón del histórico reino macedonio, así como la región litoral comprendida entre el Axiós y el Peneo; la capital era Pella.
  • Cuarta méris: Alta Macedonia.
    Reunía a Lincestis, Tinfea y Atintania. La Oréstida salió muy pronto
    del reino propiamente dicho. En la época romana, la capital estaba en
    Pelagonia.
La primera función de estos distritos era la de servir de base territorial de reclutamiento para el ejército.


La existencia de una moneda propia en estos distritos suponía una
autonomía financiera e instituciones políticas propias (mal conocidas).
Según las inscripciones, puede pensarse que cada méris disponía de una asamblea primaria que reunía a todos los macedonios de la región, y elegía anualmente un strategos, magistrado epónimo, cuya doble función era representar a la asamblea y al poder central, especialmente en materia militar.


Estas asambleas continuaron existiendo en época romana, y se
convirtieron en las principales asambleas primarias de Macedonia,
después de la supresión de la Asamblea común.


Costumbres

  • Los jóvenes tenían una obligación iniciática que era la de matar un jabalí. Aquel que no lo hubiera hecho no merecía sentarse con los demás en los banquetes.
  • Cuando, por las circunstancias que fueran, un hombre no había matado
    aún a un enemigo, tenía la obligación de llevar una cuerda atada al
    cuerpo.

Regiones


Mapa del Reino de Macedonia.
En el siglo V a. C., el reino se dividía en tres grandes regiones:8


  • La Alta Macedonia o Macedónide, que se extendía al este del monte Pindo, desde el lago Ocrida, hasta las fuentes del río Haliacmón. Comprendía una serie de «comarcas» que se identificaban con determinados ethne:
    • La Elimea, en el sureste, en el bucle del río Haliacmón y los confines de la Perrebea (habitada por periecos telalios).
    • La Oréstide, en el oeste, hacia el nacimiento del Haliacmón y el sur del lago Ocrida, fronteriza con las tribus ilirias.
    • La Eordea, que se extendía al norte del Haliacmón hasta el lago Vegorítida.
    • La Lincéstide o Lincestis, que estaba situada al noroeste del lago Ocrida y que limitaba la norte con Peonia.
  • La Baja Macedonia se extendía desde las laderas meridionales del Olimpo hasta el río Axio. Era el área más rica y urbanizada y constituía el verdadero corazón del reino. La Baja Macedonia incluía a:
    • Pieria, que se comprendía el área desde el sur del Haliacmón, en la costa, hasta Tesalia.
    • La llanura de Ematia.
    • Botiea (o Botia), situada al sur de Ematia, llegaba hasta el Golfo Termaico.
  • Migdonia era una región que ocupaba el territorio entre el Axio y el Estrimón.

Véase también

Referencias


  • Región situada al oeste del río Axiós y al norte de Eordia.

  • Bibliografía

    • Borza, E.N., In the shadow of Olympus. The emergence of Macedon, Princeton/N.J., 1990.
    • Barr-Sharrar, B. & Borza, E.N. (Edd.), Macedonia and Greece in Late Classical and Early Hellenistic Times, Washington D.C., 1982.
    • Hammond, N.G.L., The Macedonian State. The Origins, Institutions and History, Oxford, 1989.
    • Seignobos, Ch. Historia Universal Oriente y Grecia, Editorial Daniel Jorro, Madrid, 1930.
    • Levi, Peter, Grecia cuna de Occidente, Ediciones Folio S.A., ISBN 84-226-2616-0
    • Hatzopoulos, M.B.:
      • Macedonian institutions under the kings I. A historical and epigraphic study, Atenas, 1996.
      • Macedonian institutions under the kings II. Epigraphic appendix, Atenas, 1996.
    • Wirth, G., Philipp II (Geschichte Makedoniens 1), Stuttgart, 1985.

    Enlaces externos


  • Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso iv,83,1.


  • Plutarco: Vida de Alejandro, XI


  • Plutarco XI / Arriano I: 7, 8 y 9


  • Plutarco XIII, Arriano I, X


  • Plutarco: Vida de Alejandro, XIV


  • El que los macedonios de tiempos de Alejandro y anteriores fueran o no helenos (griegos) es tema de discusión para muchos historiadores. La cuestión depende enormemente de la clasificación que se haga del antiguo idioma macedonio. La separación entre macedonios y griegos en esta y otras frases no implica tomar partido en dicha discusión.


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