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Judaísmo – una alternativa al sionismo
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Con la ayuda de Dios; Por la gracia
y favor de Dios, el Todopoderoso – Mis queridos invitados
y delegados, que las bendiciones del Creador sean sobre esta asamblea
y que Su sabiduría informe a todas sus acciones.
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Abraham, el antepasado mutuo de los judíos y de sus primos
arábigos, esta descrito por Efrón en la Biblia como
“un príncipe de Dios entre nosotros (Génesis
23:5)”. Por cuanto que la persona no vive en aislamiento,
una de las metas de la persona verdaderamente religiosa es llegar
a un grado de devoción capaz de evocar la alabanza de todos
los hombres y su deseo a imitar su piedad.
Desde los días de Abraham, esta ha sido la única
misión del pueblo judío. La revelación en el
monte Sinai puso una tremenda carga sobre nuestra gente. Nosotros
fuimos llamados a ser “un reinado de sacerdotes y una nación
santa (Éxodo 19:6)”.
Durante todas las épocas, los judíos vivieron una
humilde, santa existencia , en paz con todos los hombres y sirvieron
como ciudadanos leales y cooperativos en las naciones en donde habitaban.
Hace cien años, un judío, alejado de su fe y en total
ignorancia de sus creencias básicas, comenzó el movimiento
ahora conocido como sionismo. Sus más tempranos seguidores
fueron reclutados de las filas de judíos que previamente
habían abandonado su fe.
El tiempo no nos permite catalogar en detalle los efectos malignos
que tuvo esta ideología sobre los mismos judíos y
cómo los llevó a abandonar las creencias y las prácticas
de la Torá. Sino, para el propósito de esta conferencia,
nosotros, si Dios quiere, explicaremos por qué el sionismo
es un rechazo del judaísmo y cómo su abandono es el
único camino a la verdadera paz.
Toda la humanidad se encuentra horrorizada ante el terrible sufrimiento
en el Medio Oriente. Inocentes de ambos lados están siendo
barridos en un espiral de al parecer interminable derramamiento
de sangre. El mundo busca una solución.
Nuestra perspectiva es representativa del punto de vista de la
Torá, sostenida por cientos de miles de judíos a nivel
mundial, que ofrece alternativa real al actual atolladero.
Nuestra posición es la del Talmud y del Midrash que explícitamente
prohíbe intentos prematuros para acabar con el exilio. Realmente,
nos es dicho que es metafísicamente imposible de que haya
un real cese de hostilidades mientras que los judíos se encuentren
violando los términos del exilio.
*
Con esta introducción completa, vamos ahora a dirigirnos
a los detalles del dilema que se encuentra delante de nosotros.
¿Cuál es la creencia tradicional de la Torá
acerca de la Tierra Santa?
La Tierra Santa es un regalo Divino condicional. Es un lugar apartado
para la veneración de Dios. Pero fue dada condicionalmente.
La Biblia profetizó que si “los hijos de Israel”
fallaran su misión espiritual, serían desterrados
de su tierra y mandados al exilio. Este castigo del exilio duraría
hasta que el Señor en Su misericordia, vea conveniente acabar
la historia como la conocemos, anunciando la era Mesiánica
– un tiempo de fraternidad y paz universal. Este utópico
futuro incluirá la veneración de Dios por toda la
humanidad, centrada en la Tierra Santa y la ciudad de Jerusalén.
En el Servicio Adicional recitado cada Festividad judía
encontramos el siguiente rezo, “Y a causa de nuestros pecados
fuimos exiliados de nuestra tierra y desterrados de nuestro suelo
y no podemos subir y postrarnos delante de Ti”.
Estos rezos no representaron nada nuevo en la doctrina de quienes
las instituyeron y las recitaron. Desde la destrucción del
Templo y durante toda la historia judía nuestro pueblo consideró
su exilio como un castigo Divino. Realmente, ninguno de los judíos
se atrevió a sugerir que los romanos habían destruido
el Templo a causa de la falta de preparación militar o de
recursos de parte de los judíos. Sino, que el Templo fue
perdido físicamente por la falla del pueblo judío
de no vivir de acuerdo a sus obligaciones espirituales hacia Dios.
Realmente, a pesar de miles de años de exilio, frecuentes
exclusiones y persecuciones, ningún judío sugirió
que la tierra Santa debe de ser retomada por la fuerza de las armas.
El exilio fue, realmente, un estado físico. Sin embargo,
fue totalmente causado y perpetuado por fuerzas espirituales. Entonces,
los únicos medios de acabar el exilio y de llegar a la prometida
era de paz y fraternidad universal fueron y son espirituales. Consisten
en las prácticas esenciales de nuestra fe – arrepentimiento,
rezo, estudio de Torá y buenas acciones.
En las palabras de Rabi Samson Rafael Hirsch (líder judeo-alemán
1808 – 1888), “Durante el reinado de Adrián cuando
la rebelión de Bar Cojba resultó un desastroso error,
se volvió esencial que los judíos sean recordados
por todas las generaciones de un importante, esencial hecho, específicamente,
que (el pueblo de) Israel nunca deben de intentar de restaurar su
independencia nacional por medio de su propio poder; sino que debiera
solamente confiar su futuro como nación únicamente
a la Providencia Divina.” (Hirsch Siddur, 1969: 703)
Nuevamente, Rabí Hirsch escribe: “Nosotros nos enlutamos
por eso que trajo esa destrucción (del Templo), tomamos a
nuestro corazón la dureza que encontramos en nuestros años
de vagar como el castigo de un padre, impuesto sobre nosotros para
que mejoremos, y nosotros lamentamos la pérdida de la observancia
de la Torá que esta ruina ha traído... Esta destrucción
nos obliga a permitir nuestro deseo por la lejana tierra para expresarse
ella misma sólo en luto, en desear y en esperar; y solamente
por medio del cumplimiento honesto de todas las obligaciones judías
podemos esperar la realización de esta esperanza. Pero nos
prohíbe luchar por la reunión o por la posesión
de la tierra excepto por medios espirituales.” (Horeb, 1981:
461)
El intento de explicar el exilio en términos de este mundo
no es simplemente un error de doctrina o una distorsión de
la historia judía. Esto es algo que golpea en el centro de
la fe judía. De hecho, el Maharal de Praga (Rabino checoslovaco
y fundamental líder judío medieval 1525 – 1609)
escribe que un judío debe de dar su vida antes de tratar
de terminar el exilio por medio de conquistar la Tierra Santa. (Netzaj
Yisroel, 24)
¿Porqué? ¿Porqué esto fue visto como
tan básico para nuestras creencias?
En términos simples – si uno ve el exilio como el
resultado de causas y efectos militares, entonces el mismo corazón
y alma son desgarrados de su destino judío y guía
Divina. Acertando nuestro derecho de alterar el plan Divino de exilio
como un castigo, arrepentimiento, expiación y regreso milagroso,
acertamos que la esencia del destino judío es fundamentalmente
capaz de ser alterado por algo más que fuerzas espirituales.
Dios es entonces exiliado del drama y de la final resolución
de las esperanzas de la humanidad.
*
Por supuesto, exilio es mucho más que un mero castigo. El
pueblo judío fue mandado entre las naciones para proclamar
con palabras y hechos las verdades de la existencia de Dios y Su
reveladora orden para todo hombre.
En las palabras de Rabeinu Bajia (comentar bíblico de Zaragoza
del siglo 12) “Los judíos deben de dispersarse entre
las naciones para que esas naciones aprendan de ellos fe en la existencia
de Dios y el flujo de la Providencia Divina acerca de las particularidades
de los hombres.”
*
Trágicamente, dos eventos colisionaron para nublar las anteriores,
alguna vez universalmente reconocidas verdades entre el pueblo judío.
Primero, el exilio se prolongó por cientos y eventualmente
por miles de años. Segundo, en el resultado del Iluminismo,
muchos judíos abandonaron una fe basada en la Torá.
Entonces, esos judíos que ya no vieron el exilio en términos
Divinos, trataron de explicarlo como nada más que el resultado
del poderío de este mundo.
En su frustración a causa de la largura del exilio ellos
demonizaron a todas las naciones. Según su punto de vista
todos los Gentiles siempre odiarían al pueblo judío.
Entonces, ellos razonaron, debemos de inmediatamente acabar el exilio
por medios políticos y, de ser necesario, por medios militares.
De esta forma, nació la religión del Sionismo.
Esto requirió ignorar a los habitantes palestinos del lugar.
Cuando esta estrategia se volvió imposible, el movimiento
sionista y después estado Israelí buscó caracterizarlos
como enemigos irracionales para quienes la conquista militar era
solamente su único destino.
Entonces, ambas misiones exílicas (arrepentimiento y servir
como una “luz para las naciones”) fueron dañadas
por la ideología del Sionismo.
*
Nosotros estamos siendo llamados por el Sionismo para ver a todas
las naciones árabes como nuestros enemigos. Estamos siempre
siendo exhortados a insistir en anti – Semitismo, real e imaginado,
para justificar la creación del estado y sus subsecuentes
agresiones. Esta obsesión con guerras, terror y contra terror,
la subyugación de los palestinos, reparaciones y reclamos
sobre todas las naciones y siempre más salvajes cargos de
anti – Semitismo, proveen una tentativa religión substituta
para muchos judíos. Esta herejía fue particularmente
tentativa para judíos ignorantes de la Torá y a causa
de fuerzas históricas y culturales, alejados de su fe.
El costo de todo esto en términos de nuestras verdaderas
tareas exílicas es enorme. En lugar de cumplir nuestro silencioso
rol de “luz para las naciones”, estamos siendo siempre
arrastrados a un conflicto sanguinario con el pueblo Palestino.
Miles de inocentes en ambos lados continuamente sufren. Los judíos
del mundo tiene poco tiempo o paciencia para su principal tarea
– la veneración a Dios y su consecuente beneficio –
la santificación de Su Nombre.
No hay necesidad para los judíos de ser vistos como los
enemigos del mundo islámico. No hay necesidad para los judíos
de estar siempre acusando a Papas y gobiernos de haberse disculpado
insuficientemente por culpas pasadas – reales e imaginarias.
No hay necesidad para el judaísmo en basar sus estrategias
políticas colectivas en América o en Europa sobre
un fundamento de “¿Es bueno para Israel?”, alienando
y enojando a sus amigos ciudadanos.
Más allá de estos factores, queda el hecho trágico
de que gran parte de la humanidad ve al estado Israelí como
el representante del pueblo judío. Entonces, el estado que
ha rechazado o, en el mejor de los casos, ignorado a Dios, transmite
el mensaje a la humanidad que la esencia del judaísmo es
un nacionalismo secular.
Más aún, el reclamo de Israel de representar a los
judíos del mundo vincula a todo nuestro pueblo a los actos
de violencia del estado en contra del pueblo Palestino. Esta es
una frustrante y vergonzosa mentira. Nada puede estar más
alejado de la realidad. Muchos judíos en la Tierra Santa
y alrededor del mundo están terriblemente adoloridos y preocupados
por el sufrimiento y persecución del pueblo Palestino. Claro,
nuestros corazones sangran cuando judíos inocentes sufren.
Pero, esto no necesita cegar a un pueblo moral a los sufrimientos
similares del otro. Este es precisamente el punto --- el Sionismo
es una receta para el sufrimiento interminable entre los judíos
y los Palestinos.
En las palabras del Gran Rabino, Rabí Yoel Teitelbaum zt’l
(de bendecida memoria, originario de Hungría, que vivió
en Nueva York después de la segunda guerra mundial, 1888
– 1980), “En suma, el odio hacia la comunidad judía
es por que está dicho que aquellos que no son observantes
de la Torá, que son herejes, son los líderes de los
judíos. Las naciones del mundo son mal guiadas por ellos
y adquieren odio hacia los judíos. Uno de los más
grandes mandamientos que hay, que debe de ser observado con un tremendo
auto – sacrificio, es el hacer saber a las naciones del mundo
que ellos (los Sionistas y líderes irreligiosos) no son los
representantes de la comunidad judía. (Y decirles a ellas)
que los judíos observantes no tienen conexión con
ellos.” (Dibros Kodesh, 1986: 210-11)
La gran mayoría de los judíos rechazaron el Sionismo
cuando comenzó. En la parte temprana del siglo, el Rabino
Principal de Jerusalén (que no sea confundido con los Rabinos
Principales del Estado de Israel), Rabí Yosef Jaim Zonnenfeld
negoció con el Rey Jusein para ayudar a la comunidad ortodoxa
a escapar de las maquinaciones Sionistas. Esto resultó en
el asesinato por los operativos de la Haganá en 1924 del
consejero del Rabí, Dr. Yacob Israel de Haan. En 1948 Rabí
Yosef Zví Dujinsky de Jerusalén mandó una petición
urgente a las Naciones Unidas, pidiendo que la comunidad ortodoxa
en la Tierra Santa sea exentada del gobierno Sionista. Estos no
son incidentes aislados. Por más de un siglo, el Sionismo
ha sido opuesto por grandes segmentos de los judíos ortodoxos
en Jerusalén, la Tierra Santa y alrededor del mundo. Muchos
continúan haciéndolo hoy en día. De hecho,
ellos rechazan cualquier forma de reconocimiento o de cooperación
con el estado. Ellos frecuentemente pagan por su oposición
al estado siendo arrestados, golpeados, y, a veces, asesinados.
Sus voces son generalmente ignoradas por la prensa Israelí
y a través del mundo.
Las afirmaciones Sionistas de haber resuelto la “cuestión
judía” por medio de “acabar el exilio”
han probado ser un total fiasco. En cualquier caso, la afirmación
de los Sionistas de haber creado un refugio seguro para los judíos
es obviamente falso. La verdad es que Israel hoy, sea gobernado
por “palomas” o por “halcones” es el lugar
más peligroso en el mundo para los judíos. Esto es
lo que debía de esperarse, siendo la creación de Israel
un acto de desafío en contra de las instrucciones del Creador.
Nuestra posición es la única ofreciendo una alternativa
real para el actual estado de cosas. Judíos Anti –
Sionistas creen que el único camino para la paz en el Medio
Oriente, el único medio para los judíos de cumplir
su papel en el exilio y el único camino para demostrar justicia
y bondad a los Palestinos, es una desmantelación total del
estado Israelí. Solamente entonces, con la soberanía
transferida totalmente al gobierno Palestino, una verdadera paz
va a ser obtenida.
*
Después de 53 años de tener nuestra sangre vertida
en el altar de un colonialismo del siglo 19, nacionalismo, mal aplicado
al pueblo judío, habiendo derramado un mar de sangre de otros
pueblos, es un tiempo muy propicio para que los judíos del
mundo pongan las primeras suposiciones del Sionismo en tela de juicio.
¿Qué se ha logrado con vincular el destino de nuestro
pueblo con la del estado?
De raíz, el Sionismo ha tenido éxito en cambiar
la definición de los judíos de un pueblo de fe, que
intenta lograr cercanía al Creador en este mundo, a una estéril
secular, identidad étnica. Ha fomentado sentimientos anti
– judíos alrededor del mundo.
Concierne a esos judíos con Torá que han sabido,
desde el nacimiento del Sionismo, que sólo mal puede venir
de sus sueños, insistir a los judíos del mundo que
acepten la única alternativa conveniente.
Esta alternativa no demandaría gobierno político
judío sobre la Montaña del Templo o Jerusalén.
La “no negociación de Jerusalén” no es
un concepto de la Torá. Realmente, el verdadero concepto
de la Torá es rechazar las nociones del Sionismo y abandonar,
en una forma pacífica, la actual soberanía judía
sobre la tierra.
Esto no necesita deprimir a ningún judío. Es mucho
mejor abandonar el poder político que fracasar en nuestra
tarea política / religiosa como la nación de la Torá.
Es mucho mejor practicar bondad y justicia hacia todos los hombres
como es dictado por la Torá, que el ser arrastrados a una
batalla sin fin con los Palestinos, el mundo islámico, todo
el Tercer Mundo y cada vez más las naciones y las gentes
de Europa y Norte América. Nosotros los judíos tenemos
una tarea, pero no es ser despojadores y agresores.
*
La alternativa seria al Sionismo es la fe del Judaísmo.
En la poderosa descripción de Rab Hirsch:
“Imagina a cada hijo de Israel siendo un respetuoso e influyente
sacerdote de justicia y amor, diseminando entre las naciones no
Judaísmo específico – por cuanto que el proselitismo
es prohibido – sino pura humanidad... Que impresionante, que
sublime sería si viviera un pueblo... que sostiene en posesiones
materiales sólo los medios para practicar justicia y amor
hacia todos, un pueblo que sus mentes están imbuidas con
la sabiduría y verdad de la Ley, manteniendo simples, directos
puntos de vista, y los enfatizaran para ellos y para otros en expresivos,
vividos actos simbólicos.” (Diecinueve Cartas, 1960:
108-9)
A los Palestinos y a otros pueblos aquí representados:
ustedes no tienen pelea con el pueblo judío. Nosotros no
somos sus enemigos. Nuestro mensaje es simple. Dediquémonos
a vivir en paz y en un verdadero respeto mutuo.
A nuestros amigos judíos les pedimos que abracen la fe
de nuestros ancestros como fue revelada en Sinai; que ustedes traten
justa y bondadosamente a todos los hombres y que todos trabajemos
hacia la hermandad final y redención de la humanidad.
Nuestro rezo a Dios es que el estado Israelí sea pronta
y rápidamente desmantelado sin ningún derramamiento
de sangre Judía o Palestina y que seamos merecedores de ver
la revelación completa de la gloria de Dios en el mundo,
Amén.
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