sábado, 13 de agosto de 2016

Los apaches, un pueblo originario casi olvidado en México

Los apaches, un pueblo originario casi olvidado en México









Los apaches, un pueblo originario casi olvidado en México




Dra.
Martha Delfín Guillaumin


Abril
de 2011





 
Hace algunos años,
cuando inicié la lectura del libro de Víctor Orozco, Las guerras indias en la
historia de Chihuahua. Primeras fases
, me causó bastante asombro e inquietud
que el autor eligiera  como punto de arranque las siguientes palabras de
Gerónimo:
 
Yo mismo maté a muchos mexicanos.
No sé cuántos exactamente, porque muchas veces no los contaba. Algunos no valía
la pena contarlos, ésa es la verdad. Ha pasado mucho tiempo, pero sigo sin
querer a los mexicanos. Conmigo siempre se han mostrado desleales y criminales.
Estoy viejo ahora, y nunca más volveré a tomar el sendero de la guerra, pero si
fuera joven y pudiera tomar el sendero de la guerra, me iría derecho hasta
México.
[1]
 
Digo que me provocó esa extrañeza
porque yo siempre había supuesto que el odio de los apaches debería de estar
dirigido hacia los estadounidenses ya que ellos fueron quienes, durante la
segunda mitad del siglo XIX, los metieron en reservas o los deportaron a lugares
bastante alejados de su territorio original. De esta forma, decidí leer
directamente la biografía de Gerónimo
[2],
entonces constaté esa cita
[3]
y medité acerca de las historias y sucesos relatados al intérprete del gobierno
estadounidense, Stephen Melvil Barrett, por Gerónimo en 1905-1906 mientras éste
se encontraba en calidad de prisionero de guerra en la reserva militar de Fort
Sill, Oklahoma. Es un bello y apasionante relato que incluye la visión que este
jefe guerrero tenía sobre la vida y la cultura de su pueblo, se siente la
nostalgia que impregna el escrito, particularmente cuando describe el territorio
apache o sus juegos de niño. En la segunda parte de esta obra, en el capítulo I,
Gerónimo narra las experiencias negativas y traumáticas que tuvo con los
mexicanos. En particular se refiere a la masacre de Kas-ki-yeh.

 
Según cuenta el  propio Gerónimo,
en el verano de 1858 los apaches se hallaban en paz con los mexicanos y con los
grupos indios vecinos, así que fueron al sur, a México, para comerciar. Toda la
parcialidad de Gerónimo, los apaches Bedonkohe, del grupo Chiricahua, se
dirigían hacia Casa Grande
[4],
pero hicieron un alto en este pueblo mexicano que Gerónimo identifica como Kas-ki-yeh
que es como, según él, lo nombraban los indios.
[5]
Allí estuvieron por varios días, acampando en las afueras del poblado. Cada día
iban a Kas-ki-yeh para comerciar y dejaban su campamento protegido por  una
guardia pequeña, es decir, quedaban bajo su protección las armas, pertrechos,
mujeres y niños. Una tarde, cuando regresaban del pueblo, un pequeño grupo de
mujeres y niños les avisaron que tropas mexicanas “de algún otro pueblo” habían
atacado su campamento. Luego de dar muerte a todos los guerreros de la guardia,
habían capturado a sus caballos, secuestrado sus armas, destrozado sus
pertrechos y matado a muchas de sus mujeres y niños. Turner explica este tipo de
situaciones por la forma en que se daban las relaciones entre los chiricahuas y
los mexicanos: “cuando una parte actuaba en paz, la otra actuaba con traición.
Aquí nosotros evidenciamos el clásico truco mexicano de comerciar mientras se
prepara un ataque sorpresa. Muchos de los hombres Chiricahuas eran seducidos con
la bebida y luego lo mismo ejecutados que esclavizados para usarlos en el norte
de México o en las plantaciones de chicle de Yucatán” (p. 77). Volviendo a la
historia, Gerónimo reconoció entre los cadáveres al de su madre, su esposa,
Alope, y sus tres hijitos. Como él mismo dice, “lo había perdido todo” y eso
ocasionó que buscara vengarse de los mexicanos.
 
 
Mapache
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  Territorio apache[6]




No es de
extrañar que Gerónimo se enfrentara a esta situación tan dolorosa para su gente
y para él. Según Salcedo Alfaro, los gobiernos de los Estados de Chihuahua y
Sonora “pusieron precio a las cabelleras de los apaches y les declararon de
manera formal la guerra” en 1833 y 1835 respectivamente. Los cazadores de
cabelleras, quienes aparecieron en esos años, “reunieron con engaños a los
indios desarmados para masacrarlos por sus pistoleros y el Ministro de Guerra
comunicó a la Comandancia General de Chihuahua sobre los excesos cometidos por
Santiago Kirker, uno de los cazadores, durante la guerra contra los apaches.”
[7]
Luego de la Guerra de 1846-1847 entre México y los Estados Unidos, era muy
frecuente encontrar en los diarios noticias como ésta:
Los apaches, tribu
aunque menos fuerte y numerosa que los comanches, son en extremo sagaces, tienen
un conocimiento asombroso del país y habitan dentro del mismo estado diseminados
en parcialidades o familias, mudando sus aduares de unas a otras sierras o
aguajes en los lugares desiertos desde donde acechan a los transeúntes y a las
haciendas y lugares cortos, acometiendo con rapidez asombrosa.
En cuanto a reducir a estas tribus a sociedad me
parece cosa sino imposible en extremo difícil. El gobierno español lo procuró
con muy buenos elementos y no hay ejemplo de que jamás pudiera lograrlo, lo más
que ha podido conseguir en los tiempos más felices de esta guerra es que después
de bien castigados, los indios hayan pedido la paz, que no han sido mas que
treguas, pero a condición de sustentarlos a ellos y a sus familias, de modo que
sólo bajaban a los presidios a recibir sus raciones, embriagarse con licores
fuertes de que gustan mucho y en seguida se marchaban a sus rancherías en donde
vivían de la caza y de la rapiña. En mi juicio estos salvajes no pueden
civilizarse, lo único que pudiera intentarse sería, para bien de la humanidad,
exterminar a los indios de armas, coger prisioneros a las mujeres y niños y
educarlos diseminándolos en el centro de la república, y aún así hay mil
ejemplos de que han vuelto a tomar sus costumbres salvajes, aún después de haber
conocido los goces de la sociedad.
Convendría pues, aumentar el número de
los presidios habiendo fondos con que sostenerlos, pero para ubicarlos
debidamente sería necesario visitar el estado, particularmente en sus fronteras,
para decir con acierto que otros puntos debieran cubrirse, mientas tanto, me
ocurre observar que al poniente de este estado deberían establecerse otras dos o
tres compañías presidiales, una de ellas en Namiquipa, antiguo presidio, otra en
Santo Tomás y otra en Yapomera, puntos todos que hostilizan con mucha frecuencia
los bárbaros y que se hallan indefensos y muy avanzados en la frontera.
[8]
 
Cuando Gerónimo
narra cómo se planeó la venganza en contra de los mexicanos en el verano de
1859, incluye las palabras que dirigió a los Apaches Chokonen (Chiricahua) que
en ese entonces eran liderados por el gran jefe Cochise:
 
Hermanos, ustedes
han escuchado lo que los mexicanos nos han hecho recientemente sin motivo.
Ustedes son mis parientes –tíos, primos, hermanos-. Nosotros somos hombres igual
que los mexicanos lo son –nosotros les podemos hacer a ellos lo que ellos nos
han hecho a nosotros-. Vayamos tras ellos –yo los guiaré a su ciudad-, nosotros
los atacaremos en sus casas. Yo voy a luchar en el frente de batalla, yo sólo
les pido que me sigan para vengar este daño hecho por los mexicanos, ¿vendrán?
Está bien, todos ustedes vendrán.
Recuerden la regla en la guerra,
los hombres es posible que regresen o que sean eliminados. Si cualquiera de
estos hombres jóvenes son asesinados, yo no quiero que sus parientes me culpen,
porque ellos mismos habrían elegido ir. Si yo soy muerto nadie necesita
lamentarse por mí. Toda mi gente fue asesinada en ese país, y yo, también, voy a
morir si así es necesario que sea.
[9]
 
Si se pudiera equiparar el
contenido de las palabras citadas cualquiera recordaría a un soldado espartano
cuando era despedido por su madre antes de la batalla: “Vuelve con tu escudo al
frente o sobre tu escudo”. La Batalla de las Termópilas es un buen ejemplo de
ello. O las palabras que Gramsci dirigió a su madre desde la cárcel de Turi en
agosto de 1931: “Yo no hablo nunca del aspecto negativo de mi vida, en primer
lugar porque no quiero ser compadecido: fui un combatiente que no ha tenido
suerte en la lucha inmediata y los combatientes no pueden ni deben ser
compadecidos cuando han luchado no por obligación sino porque lo han querido
conscientemente.”
[10]
 
Turner
asegura que Gerónimo era un “War shaman”, un chaman guerrero:
 
Fue tan exitoso en las
incursiones y guerras que él puede ser descrito dentro de la cultura chiricahua
más bien como un chaman guerrero. En la cultura chiricahua el chamanismo abunda
y la posesión de una ceremonia, grande o pequeña, hace a una persona un chaman,
pero en tiempos de  conflicto el hombre que conoce las ceremonias para
enfrentarse de manera efectiva con los enemigos podría ser particularmente
importante. Está claro que, para los chiricahuas, el conflicto era un modo de
vida, pero con los hombres blancos estadounidenses presionándolos a lo largo de
las décadas de 1860 y 1870 la tensión y el conflicto alcanzaron nuevos niveles,
y así pasó con Gerónimo. Con la amenaza del modo de vida de los chiricahuas como
nunca se había dado, este hombre fue hacia adelante a una  posición de liderazgo
al menos igual a la de un jefe hereditario, el cual él no lo era.
[11]
 
En este sentido,
vale la pena incluir las palabras del anciano lakota Dan: “
En
el pasado, cuando necesitábamos un guerrero, hacíamos de un guerrero nuestro
líder. Pero cuando la guerra terminaba y necesitábamos un curandero que nos
guiara, él se convertía en nuestro líder. O quizás necesitábamos un gran orador,
o un pensador profundo.”
[12]
Gerónimo reunía varios de estos elementos.
 
Las parcialidades de los apaches
confederados eran las de los Bedonkohe liderados por Mangas Coloradas, los
Chokonen por Cochise, y los Nedni bajo el mando de Whoa (Juh). Iban por el
Sendero de la Guerra (warpath),
[13]
sus rostros pintados, las cintas de guerra atadas a su cabeza y sus cuchillos
listos para escalpar a sus enemigos. Bastante odio había en sus corazones, en
ese entonces el Gobierno mexicano ofrecía de recompensa 100 dólares por el cuero
cabelludo de guerrero apache, 50 dólares por el de mujer (squaw) y 25 dólares
por el de niño. Los indios se adentraron en territorio mexicano por Sonora y,
según relata Gerónimo, siguiendo el rumbo del río y la cordillera para no ser
sentidos, pasaron Quitaro, Nacozari y otros asentamientos pequeños hasta llegar
a las afueras de Arizpe. Allí acamparon, entonces 8 personas del pueblo se
aproximaron para conferenciar. Ellos fueron capturados, asesinados y escalpados.
Además, los apaches capturaron un tren con provisiones y pertrechos, así se
hicieron de más armas. Al día siguiente a eso de las 10 de la mañana las fuerzas
mexicanas se enfrentaron  con los apaches. Eran 2 compañías de caballería y dos
de infantería. Gerónimo reconoció entre los soldados a aquéllos que habían
asesinado a su familia en Kaskiyeh. Él se los comunicó a los caciques y éstos le
dijeron que él debía conducir la batalla
[14]:
 
Yo no era jefe y
nunca lo había sido, pero como yo había sido más profundamente agraviado que los
otros, este honor fue conferido a mi persona y yo resolví probar ser digno de
esa confianza (...) Todavía cubierto de la sangre de mis enemigos, todavía
sosteniendo mi arma de conquista, todavía acalorado con la alegría de la
batalla, victoria y venganza, fui rodeado por los bravos apaches y hecho jefe
guerrero de todos los apaches. Después di la orden de que escalparan a los
muertos.
No podía hacer volver a mis seres
queridos, no podía traer de vuelta a los apaches muertos, pero yo podía
regocijarme en la venganza. Los apaches habían vengado la masacre de Kas-ki-yeh.
[15]
 
Ahora bien, en realidad el
verdadero nombre de Gerónimo era Go khlä yeh, pero los mexicanos lo empezaron a
llamar Gerónimo luego de la batalla de Arizpe. Desde entonces él fue conocido de
esa manera.
[16]
El nombre apache no es el que originalmente se daban a sí mismos los miembros de
este grupo. La voz apache o

apachu

viene del zuñi y significa

“enemigos de los campos cultivados”. Los apaches se llaman a sí mismos como los
dines, “el pueblo”.
[17]
Gerónimo menciona las parcialidades de los apaches
[18]:
Be-don-ko-he, Chi-hen-ne, White Mountain, Chi-e-a-hen, Cho-kon-en (Chiricahua) y
los Ned-ni.
[19]
Aclara la ubicación espacial de cada una de ellas. En particular me interesa
destacar la de los Ned-ni ya que el territorio que ésta ocupaba se extendía en
parte por el antiguo México (Old Mexico) y en parte por Arizona, Estados Unidos.
[20]
Entonces nos encontramos ante otro aspecto de esta guerra contra el apache, los
límites territoriales entre ambas naciones y los convenios en relación con los
indios indómitos, salvajes, como se les solía llamar en ese entonces. En
el artículo XI del Tratado de Guadalupe Hidalgo se especificaba que los Estados
Unidos se comprometían a evitar las incursiones de los indios rebeldes, de
cualquier manera esto prácticamente no se cumplió y más adelante, en 1853, ese
artículo fue derogado.
[21]
Con todo, los convenios entre ambos países para tratar de resolver en conjunto
el “problema apache” no terminaron, más adelante veremos cómo se establecieron
acuerdos para permitir el cruce de los respectivos ejércitos nacionales al
perseguir indios indómitos. Según refieren Carlos González y Ricardo León en su
obra Civilizar o exterminar. Tarahumaras y apaches en Chihuahua, siglo XIX,
a partir de 1882, los gobiernos federales intercambiaron información para
mantenerse al tanto de la situación y comportamiento de los indígenas rebeldes y
pusieron en marcha ciertas acciones comunes. Así, el 29 de julio de 1882 se
firmó simultáneamente en Washington y en la Ciudad de México un convenio que
autorizaba a las tropas el cruce de la línea divisoria internacional, sólo en el
caso de que fueran fuerzas militares regulares y se encontraran en persecución
efectiva de “indios salvajes”, concluyen los autores.
[22]
En el Diario de los Debates de la 13° Legislatura Constitucional de la Unión,
Tomo 3, páginas 15-21, del 16 de septiembre de 1887, aparecen citadas las
siguientes palabras dirigidas a José Ives Limantour:
 
Los conflictos, por cierto
inevitables, que puedan surgir en la frontera, en razón de las condiciones
especiales de aquella región, no podrán turbar esta era de cordialidad, si, como
es de esperarse, el Gobierno de la República vecina se inspira siempre a buscar
las soluciones, en los sentimientos de amistad, justicia y reciprocidad que
anima al pueblo mexicano.
La ejecución del tratado para reponer los monumentos
limítrofes entre los dos territorios, la renovación del convenio que autorice
el paso recíproco de tropas del uno al otro lado de la frontera en persecución
de los indios rebeldes, y la modificación que reclaman varios artículos del
tratado de extradición vigente, de los principios modernos del Derecho
Internacional y de la conveniencia bien entendida de ambos países
, serán
otros tantos pasos dados hacia la extinción de las causas más frecuentes que
originan los expresados conflictos.
[23]
 
De todas maneras, González y
León mencionan que militares estadounidenses inescrupulosos como el general
Crook practicaban un doble juego ya que éste en particular mientras
supuestamente obligaba a los indios a rendirse, les permitía que siguieran
realizando sus incursiones sobre el territorio mexicano. En particular es
interesante revisar como este suceso es narrado por Turner y las diferencias en
cuanto a opinión con estos autores. Primero veamos como lo narran González y
León:
 
En 1886, el embajador mexicano en Washington, Matías
Romero, hizo más que evidente esta incómoda disyuntiva,
[24]
en un comunicado a la Secretaría de Relaciones Exteriores. A manos de Romero
llegó un parte oficial del capitán Rafferty, miembro del sexto cuerpo de
caballería, que se encontraba bajo el mando del general Crook cuando se verificó
el enfrentamiento mencionado con una partida de chiricahuas en Silver Creek,
Arizona, en mayo de 1883. Rafferty señalaba que la mayoría de los guerreros –se
mencionan 79-, se habían rendido ante Crook, pero éste no los había tomado
prisioneros, sino que les hizo prometer que se entregarían en fecha no
determinada; pues bien, esa fecha se cumplió ¡cinco meses después! Durante los
cuales viajaron a México y en diferentes ataques sorpresa realizados en Sonora y
Chihuahua, lograron un botín que parecería un fondo de retiro. La parte
escandalosa del asunto estuvo en el hecho de que los chiricahuas lo hicieron con
el consentimiento del general Crook.
[25]
 
Por su parte Gerónimo narra
estos sucesos desde su punto de vista:
 
Las tropas /estadounidenses/ no
nos siguieron más, entonces, nosotros fuimos hacia el sur, casi en Casa Grande,
y acampamos en la Sierra de Sahuaripa. Nos establecimos en las montañas del
antiguo México por cerca de un año, luego regresamos a /la reserva de/ San
Carlos, llevando con nosotros una manada de ganado y caballos.
Enseguida que llegamos a San Carlos el oficial en
mando, General Crook, nos quitó los caballos y el ganado. Yo le dije que ese
ganado no era de los blancos, que nos pertenecía porque lo habíamos tomado de
los mexicanos durante nuestra guerra.
También le dije que no teníamos
intención de matar a esos animales, que los queríamos conservar y criar ese
ganado en nuestro territorio. Él no me escuchó y tomó nuestro ganado. Me fui
cerca del Fuerte Apache y el General Crook ordenó a los oficiales, soldados y
exploradores asegurarse de que yo fuera arrestado; ellos tenían instrucciones de
matarme si yo ofrecía resistencia.
[26]
 
Turner, a
su vez, al referirse a este episodio, señala que:
 
A finales de mayo de 1883, Crook
y su fuerza orillaron a la gente de Gerónimo y consiguieron que ellos acordaran
regresar a San Carlos, sin embargo, él les dio un período de gracia de dos meses
para reunir a los dispersos en los peñascos.
Fue casi un año después  cuando Gerónimo apareció en
la frontera, y él anunció su llegada con una nube de polvo de una milla de
altura alzándose de abajo de las pezuñas del ganado y caballos que él había
robado a los mexicanos durante esos meses. Si los blancos valoraban mucho tal
riqueza, él por lo menos regresaría a su mundo bien surtido con éstos. ¡Ay de
mí!, todos ellos le fueron quitados en San Carlos.
[27] 
 
También es importante considerar
el contraste en la forma de narrar las derrotas apaches:
 
PERSECUCION
DE JU Y SU BANDA, 1882
“Derrota de apaches. Esta
terrible tribu salvaje ha recibido una nueva y sangrienta derrota que se
comunica en este telegrama a la secretaría de Guerra:[...] ‘Ciudadano Secretario
de Guerra: El 26 a la madrugada fue batida la banda de ‘Ju’ En el bosque de San
Diego. Habiendo muerto 36 indios y tomado 10 prisioneros. Se les quitaron 50
bestias. El resto de la banda se dispersó por la Sierra Madre y ya se les
persigue tenazmente. O. Fuero’ [...]
Vemos con gusto que ha habido
perseverancia en la persecución a los bárbaros y exitamos (sic) al
general Fuero a no desmayar y al gobierno a proveerlo de todo género de
recursos, a fin de poner fin a esas horribles depredaciones que impiden la
colonización y explotación de nuestros ricos estados de la frontera.”
El Monitor Republicano,
7 de junio de 1882.
[28]
 
Por su parte Gerónimo le dedica un espacio de su
biografía a la narración de las derrotas apaches y lo hace con mucha tristeza
[29]:
 
Después de la traición y masacre de Casa Grande,[30]
no nos reunimos por largo tiempo, y cuando lo hicimos, regresamos a Arizona.
Permanecimos en Arizona por algún tiempo viviendo en la reservación de San
Carlos, en un lugar que ahora se llama Gerónimo. En 1883 fuimos otra vez para
México. Permanecimos en las montañas  de México por cerca de 14 meses  y durante
ese tiempo tuvimos muchas escaramuzas con las tropas mexicanas. En 1884
regresamos a Arizona para conseguir otros apaches que vinieran con nosotros a
México. Los mexicanos estaban reuniendo tropas en las montañas en donde nosotros
habíamos estado habitando, y su número era mucho mayor que el nuestro que no
podíamos esperanzarnos en luchar contra ellos exitosamente, y nosotros estábamos
cansados de ser perseguidos de sitio en sitio... Con nuestro reducido número
acampamos en las montañas al norte de Arizpe. Nuestros exploradores vieron a las
tropas mexicanas en diversas direcciones. Las tropas estadounidenses bajaban del
norte. Nosotros estábamos bien armados con armas de fuego y pertrechados con
municiones, pero nosotros no nos cuidamos de ser rodeados por las tropas de dos
gobiernos, así que empezamos a mudar nuestro campamento hacia el sur.
[31]
 
Según Katz, 1884 “fue el año en que el jefe apache
Jerónimo fue capturado por los norteamericanos, lo que marca el fin virtual de
los asaltos apaches contra la frontera norte de México. Se abrió la primera
línea de ferrocarril entre México y Estados Unidos y se inició un período de
crecimiento económico extremadamente rápido” en México (esto hace sospechar el
porqué no se dirimían en el campo diplomático los asuntos fronterizos en que los
estadounidenses cometían actos desleales hacia el gobierno mexicano); asimismo,
este autor señala que aunque Gerónimo escapó a sus captores, fue aprehendido de
nuevo en Sonora en 1886. “Sin embargo, la mayor parte de sus fuerzas fueron
aplastadas en 1884.”
[32]
 
Gerónimo, Naiche
(el hijo de Cochise) y otros muchos apaches fueron deportados a Florida
inmediatamente después de su última rendición en  septiembre de 1886. Fueron
enviados en tren, Turner comenta el terrible espectáculo que brindaban los
animales abandonados: sus caballos y perros, éstos últimos siguieron al tren
unas 20 millas.
[33]
Los chiricahuas nunca regresarían a su tierra. Luego de su prisión en Florida y
Alabama, en donde más de un cuarto de ellos, asevera Turner, murieron de
tuberculosis, malaria y desesperación, los apaches restantes fueron enviados a
la reserva militar de Fort Sill, Oklahoma. Llegaron allí en el otoño de 1894.
Gerónimo nunca dejó de solicitar ser regresados a Arizona, de hecho, el aceptar
otorgar las entrevistas a Barrett para que éste escribiera su biografía, hace
pensar a Turner que sería un intento más por hacer llegar sus súplicas al
presidente estadounidense. Gerónimo fue llevado a distintas ferias para ser
mostrado al público asistente, como la de St. Louis World’s Fair en 1904, allí
escribía su nombre a los curiosos por algo de dinero. Gerónimo describe sus
experiencia en esa Feria y muestra su admiración por los turcos que formaban
parte del espectáculo ya que eran muy diestros en el uso de las armas, o también
comenta la presencia de unas personas pequeñas y morenas que las tropas de los
Estados Unidos habían capturado “recientemente en algunas islas lejos de aquí”,
y que según la nota aclaratoria de Barrett ¡eran igorrotes de las Filipinas! El
imperialismo en toda su espectacularidad. Gerónimo era obligado a participar de
un espectáculo del viejo oeste (wild west show), específicamente en el concurso
de lazo frente a la audiencia.
[34]
 
Es preciso mencionar que
Gerónimo no fue, según estudiosos como Dan Thrapp
[35],
el estratega guerrero más importante de los apaches, pero sí el que pasaría a la
historia por haberse enfrentado a los ejércitos estadounidense y mexicano en la
última fase de la guerra apache. Su nombre, asegura Turner, se ha venido
utilizando en formas de lo más extraña y diversa: Durante la Segunda Guerra
Mundial los paracaidistas estadounidenses al arrojarse de los aviones gritaban
“¡Geronimo!” igual que hasta la fecha lo hacen los niños al lanzarse de un
trampolín en los balnearios de los Estados Unidos. En las películas
holliwoodenses su nombre es sinónimo de salvaje, aunque lleguen a
reflejar algún dejo de simpatía por la causa india.
[36]
Además, concluye Turner, el nombre del pueblo Apache ha cruzado el Océano
Atlántico y se ha incorporado a la lengua francesa en donde se usa como sinónimo
de maleante en París.
[37] 
En Buenos Aires, Argentina, “Fuerte Apache” es el nombre de un barrio marginal
de donde es oriundo el famoso jugador de futbol, Carlos Tevez, quien lleva ese
apodo.
 
Para finalizar este
escrito quisiera incluir estas palabras de Gerónimo que me resultan muy
estremecedoras:
 
Nosotros estamos
desapareciendo de la tierra, todavía no puedo pensar que seamos inútiles o Usen
no nos habría creado. Él creó a todas las tribus de hombres y ciertamente tiene
un justo propósito en crear a cada una.
Por cada tribu de
hombres que Usen creó, Él también hizo un hogar. En la tierra creada para cada
tribu en particular, Él colocó todo aquello que pudiera ser lo mejor para el
bienestar de cada tribu.
Cuando Usen creó a
los apaches, Él también creó sus hogares en el Oeste. Él les dio a ellos los
granos, frutos y animales de presa que ellos necesitaran para comer. Para
restaurar su salud cuando la enfermedad los atacara, Él hizo crecer muchas
plantas diversas. Él les enseñó dónde encontrar esas plantas y cómo prepararlas
para medicina. Él les dio un clima agradable y todo lo que necesitaban para
arroparse y protegerse estaba a mano.
Así fue en el principio: Los
apaches y sus hogares, cada uno creado para el otro por el propio Usen. Cuando
ellos son sacados de estas casas, ellos enferman y mueren. ¿Cuánto tiempo pasará
hasta que se diga que ya no hay apaches?
[38]
 
img219
Gerónimo,
1886
[39]
 




[1]


El indio Jerónimo, Memorias
,
La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1982, p. 116, citado por Víctor
Orozco en Las guerras indias en la historia de Chihuahua. Primeras fases,
México, CONACULTA, 1992, p. 11. En este ensayo escribiré el nombre de
Gerónimo con G para respetar la grafía original.



[2]


Para este particular utilicé el texto Geronimo, His Own Story. The
Autobiograpy of a Great Patriot Warrior As Told to S.M. Barret
, con un
estudio introductorio y notas de Frederick Turner, Estados Unidos, Meridian,
1996. Las citas que se hagan de este texto serán traducidas al castellano
por la autora de este escrito.



[3]

“I have killed many Mexicans; I do not know how many, for frequently I did
not count them. Some of them were not worth counting. It has been a long
time since then, but still I have no love for the Mexicans. With me they
were always treacherous and malicious. I am old now and shall never go on
the warpath again, but if I were young, and followed the warpath, it would
lead into Old Mexico.”, Geronimo, His Own Story..., Ibid., p. 110.



[4]

Casa Grande se ubica entre Phoenix y Tucson, Arizona. No confundir con Casas
Grandes, Sonora o Nuevo Casas Grandes, Chihuahua. Es probable que Gerónimo
se refiera a Casas Grandes, Chihuahua.



[5]


Según Paul R. Machula, se trata de Janos, Chihuahua. Este poblado se
encuentra en el noroeste de esa entidad. En Historia de Arizona este
central
,

http://www.geocities.com/~zybt/spanish.htm
, (consulta 18 de abril de
2011).



[6]

Mapa que muestra el territorio apache. En Alejandro Montiel Coello, Los
apaches
,


http://members.tripod.com/~mitlan/mapache.htm
,
(consulta 18 de abril de 2011).



[7]

Manifiesto de relaciones exteriores e interiores, AGN, GD 118,
Justicia, vol. 248, expediente 45, foja 356, 1840 apud Adriana
Salcedo Alfaro, “La región apache: levantamientos chiricahuas en la frontera
norte de México (1848-1862)”, tesis de Etnohistoria, México, ENAH, 2010, p.
157.



[8]

El Faro, periódico del Gobierno del Estado Libre de Chihuahua, 23 de
diciembre de 1848. Noticia localizada por la Dra. Ana Lilia Nieto Camacho y
compartida con la autora de este escrito. Lo señalado en negrita es mío.



[9]

Geronimo, His Own Story
...,
Op. Cit., p. 79.



[10]


Citado por Juan Carlos Portantiero en Los usos de Gramsci, México,
Folios Ediciones, 1981, p. 67.



[11]

Geronimo, His Own Story...,
Op.

Cit., p. 23.



[12]

“Neither Wolf nor Dog.

On forgotten Roads with an Indian Elder”, por Kent Nerburn, New World
Library, 1994.

Resumen y traducción de Cheryl Harleston.




http://www.elexion.com/lakota/wisdom/texto41.htm#top
,
(consulta 18
de abril de 2011)



[13]

Según refiere Stephen Melvil Barrett, la guerra para el apache tenía todo un
significado religioso, las palabras adquirían un sentido sagrado, como
“sendero de la guerra”, “caballo de guerra”, “Bravo”, “proyectil de muerte”
(en vez de flecha). Turner identifica alrededor de 100 términos especiales
para la guerra entre los apache chiricahuas. Geronimo, His Own Story...,
Ibid., p. 83.



[14]

Ibid., pp. 81-82.



[15]

Ibid., pp. 82-83.



[16]

Nota de S.M. Barrett en Geronimo, His Own Story, Op. Cit., p. 83.



[17]
Philippe
Jacquin, Los indios de Norteamérica. Una explicación para comprender. Un
ensayo para reflexionar
, México, Siglo XXI Editores, 2005, p. 17
y p. 31.



[18]

En vez de nación apache usaré el término pueblo, en lugar de bandas
emplearé la voz parcialidades.



[19]

Geronimo, His Own Story.
..,
Op.
Cit., pp. 54-56.
Por su parte,

Philippe Jacquin menciona que los apaches se “subdividen en siete tribus:
chiricahua, jicarilla, kiowa, apache lipan, mescalero, comanches, navajo.”,
Op. Cit., p. 31.  



[20]

Obviamente hay que considerar, como el propio Barrett señala, que las
fronteras del territorio indio no coincidían con los límites geopolíticos
entre México y los Estados Unidos, y que, según él, los indios, de alguna
manera, tomaban ventaja de esta situación.

Geronimo, His Own Story
,
Op. Cit., p. 56.

Luego de los Tratados de Guadalupe Hidalgo de 1848 y la venta de La Mesilla
en 1853, la frontera norte de México sufrió cambios muy importantes que
obviamente dejaron una parte del territorio indio apache fuera de los
límites de la recién cercenada nación mexicana. Si se considera que Gerónimo
nació en Arizona, según algunas fuentes, o en Nuevo México, según otras,
hacia 1823, habría que reflexionar que cuando nació esos territorios
pertenecían a México, entonces, Gerónimo podría ser visto como mexicano; sin
embargo, los apaches fueron deportados por ser considerados extranjeros en
México, de esta manera, fueron enviados a las reservas del lado
estadounidense cuando acabó la guerra apache en la década de 1880.



[21]

Sobre este particular véase: Marcela Terrazas y Basante, Inversiones,
especulación y diplomacia. Las relaciones entre México y los Estados Unidos
durante la dictadura sanatannista
, México, UNAM, 2000,  p. 35 y
ss.; y Josefina Zoraida Vázquez (coordinadora), De la rebelión de Texas a
la guerra del
47, México, Nueva Imagen, 1997, p. 33



[22]

Carlos González H. Y Ricardo León G., Civilizar o exterminar. Tarahumaras
y apaches en Chihuahua, siglo XIX
, Colección Historia de los pueblos
indígenas de México, México, CIESAS-INI, 2000, p. 199.



[23]

Lázaro Cárdenas Batel, Debate legislativo y pueblos indígenas. México,
1821-
1894, tesis inédita de Licenciatura en Etnohistoria, México, ENAH,
2001, Catálogo, Segunda parte, p. 1022. Lo señalado en negrita es mío.



[24]

Según señalan los autores, por razones de Estado no se hacían públicos en
México -ni se realizaban reclamos formales al Gobierno de los Estados
Unidos-, estos actos deshonestos cometidos por civiles y militares
estadounidenses quienes fomentaban las incursiones apaches en territorio
mexicano.



[25]

Carlos González H. Y Ricardo León G., Op.

Cit., pp.
202-203.



[26]

Geronimo, His Own Story...,
Op.

Cit., pp. 128-129.

Lo señalado en negrita es mío.



[27]

Geronimo, His Own Story
...,
Ibid.., pp. 27-28.



[28]

Citado por Carlos González H. Y Ricardo León G., Op. Cit., p. 197.



[29]

Entre las múltiples historias que cuenta destaca la de la muerte de Mangas
Coloradas en manos de soldados estadounidenses quienes lo asesinaron de
forma brutal en medio de lo que se suponía un tratado de paz hacia 1863 en
Apache Tejo. A esto Gerónimo lo considera “el peor error” cometido contra
los Indios.

L.C. Hughes del diario Star
de Tucson, Arizona, escribió acerca del asesinato de Mangas Coloradas, entre
otras cosas destaca que “Su cabeza fue separada de su cuerpo por una cirugía
y el cerebro extraído y pesado. Su cabeza era más larga que la de Daniel
Webster, y el cerebro tenía un peso similar. El cráneo fue enviado a
Washington y se encuentra ahora en exhibición en el Instituto Smithsoniano”.
Citado por Barrett en Geronimo, His Own Story..., Op. Cit., p
p.
118-121.



[30]

En 1880c se suponía que los apaches estaban celebrando un convenio de
paz con los mexicanos de Casa Grande, pero éstos les dieron mezcal y los
embriagaron, entonces los atacaron dos compañías de tropas mexicanas “de
otro pueblo” que mataron 20 indios y capturaron a muchos más.

Gerónimo logró
huir. Geronimo, His Own Story..., Op. Cit., p. 106.



[31]
Geronimo,
His Own Story
...,
Ibid.., pp. 107-108.




[32]

Friedrich Katz, “Las rebeliones rurales a partir de 1810”, en Revuelta,
rebelión y revolución. La lucha rural en México del siglo XVI al siglo XX
,
pp. 177-178 y p. 254 (nota 1, capítulo 17), F. Katz, compilador, México
Ediciones Era, 1999, tomo 2, pp. 177-213.



[33]

Una milla terrestre equivale a 1609 metros.



[34]

Geronimo, His Own Story...,
Op.

Cit., pp. 31-33, pp. 155-156 y p. 160.



[35]
Citado
por Paul R. Machula en Historia de Arizona este central,  “Apache
Warriors”, Op.

Cit.: “It ought to remembered,
as Dan Thrapp cautions, that Geronimo was never of the military capacity as
some of Geronimo’s other Apache allies. He never was of the stature of
Mangas Coloradas, Delgadito, Cochise, Victorio, or Juh. Nevertheless,
Geronimo was a brave warrior and true to his cause.

His name is
justly remembered by history.”



[36]

Si se comparan las series televisivas “The High Chaparral” (“El Gran
Chaparral”) de la década de 1960 con la “Doctor Quinn, Medicine Woman”
(“Doctora Quinn, la mujer que cura”) de la década de 1990, el cambio es
notorio, este último programa se supone que no es tan tendencioso pero, de
cualquier modo, los indios siguen siendo vistos como algo extraño.



[37]

Geronimo, His Own Story
...,
Op. Cit., pp. 33-34.



[38]

Geronimo, His Own Story
...,
Ibid., p. 57.



[39]


Ibid., p. II.

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