Los apaches, un pueblo originario casi olvidado en México
Dra.
Martha Delfín Guillaumin
Abril
de 2011
Hace algunos años, cuando inicié la lectura del libro de Víctor Orozco, Las guerras indias en la historia de Chihuahua. Primeras fases, me causó bastante asombro e inquietud que el autor eligiera como punto de arranque las siguientes palabras de Gerónimo: Yo mismo maté a muchos mexicanos. No sé cuántos exactamente, porque muchas veces no los contaba. Algunos no valía la pena contarlos, ésa es la verdad. Ha pasado mucho tiempo, pero sigo sin querer a los mexicanos. Conmigo siempre se han mostrado desleales y criminales. Estoy viejo ahora, y nunca más volveré a tomar el sendero de la guerra, pero si fuera joven y pudiera tomar el sendero de la guerra, me iría derecho hasta México.[1] Digo que me provocó esa extrañeza porque yo siempre había supuesto que el odio de los apaches debería de estar dirigido hacia los estadounidenses ya que ellos fueron quienes, durante la segunda mitad del siglo XIX, los metieron en reservas o los deportaron a lugares bastante alejados de su territorio original. De esta forma, decidí leer directamente la biografía de Gerónimo[2], entonces constaté esa cita[3] y medité acerca de las historias y sucesos relatados al intérprete del gobierno estadounidense, Stephen Melvil Barrett, por Gerónimo en 1905-1906 mientras éste se encontraba en calidad de prisionero de guerra en la reserva militar de Fort Sill, Oklahoma. Es un bello y apasionante relato que incluye la visión que este jefe guerrero tenía sobre la vida y la cultura de su pueblo, se siente la nostalgia que impregna el escrito, particularmente cuando describe el territorio apache o sus juegos de niño. En la segunda parte de esta obra, en el capítulo I, Gerónimo narra las experiencias negativas y traumáticas que tuvo con los mexicanos. En particular se refiere a la masacre de Kas-ki-yeh. Según cuenta el propio Gerónimo, en el verano de 1858 los apaches se hallaban en paz con los mexicanos y con los grupos indios vecinos, así que fueron al sur, a México, para comerciar. Toda la parcialidad de Gerónimo, los apaches Bedonkohe, del grupo Chiricahua, se dirigían hacia Casa Grande[4], pero hicieron un alto en este pueblo mexicano que Gerónimo identifica como Kas-ki-yeh que es como, según él, lo nombraban los indios.[5] Allí estuvieron por varios días, acampando en las afueras del poblado. Cada día iban a Kas-ki-yeh para comerciar y dejaban su campamento protegido por una guardia pequeña, es decir, quedaban bajo su protección las armas, pertrechos, mujeres y niños. Una tarde, cuando regresaban del pueblo, un pequeño grupo de mujeres y niños les avisaron que tropas mexicanas “de algún otro pueblo” habían atacado su campamento. Luego de dar muerte a todos los guerreros de la guardia, habían capturado a sus caballos, secuestrado sus armas, destrozado sus pertrechos y matado a muchas de sus mujeres y niños. Turner explica este tipo de situaciones por la forma en que se daban las relaciones entre los chiricahuas y los mexicanos: “cuando una parte actuaba en paz, la otra actuaba con traición. Aquí nosotros evidenciamos el clásico truco mexicano de comerciar mientras se prepara un ataque sorpresa. Muchos de los hombres Chiricahuas eran seducidos con la bebida y luego lo mismo ejecutados que esclavizados para usarlos en el norte de México o en las plantaciones de chicle de Yucatán” (p. 77). Volviendo a la historia, Gerónimo reconoció entre los cadáveres al de su madre, su esposa, Alope, y sus tres hijitos. Como él mismo dice, “lo había perdido todo” y eso ocasionó que buscara vengarse de los mexicanos. Territorio apache[6] No es de extrañar que Gerónimo se enfrentara a esta situación tan dolorosa para su gente y para él. Según Salcedo Alfaro, los gobiernos de los Estados de Chihuahua y Sonora “pusieron precio a las cabelleras de los apaches y les declararon de manera formal la guerra” en 1833 y 1835 respectivamente. Los cazadores de cabelleras, quienes aparecieron en esos años, “reunieron con engaños a los indios desarmados para masacrarlos por sus pistoleros y el Ministro de Guerra comunicó a la Comandancia General de Chihuahua sobre los excesos cometidos por Santiago Kirker, uno de los cazadores, durante la guerra contra los apaches.”[7] Luego de la Guerra de 1846-1847 entre México y los Estados Unidos, era muy frecuente encontrar en los diarios noticias como ésta: Los apaches, tribu aunque menos fuerte y numerosa que los comanches, son en extremo sagaces, tienen un conocimiento asombroso del país y habitan dentro del mismo estado diseminados en parcialidades o familias, mudando sus aduares de unas a otras sierras o aguajes en los lugares desiertos desde donde acechan a los transeúntes y a las haciendas y lugares cortos, acometiendo con rapidez asombrosa. En cuanto a reducir a estas tribus a sociedad me parece cosa sino imposible en extremo difícil. El gobierno español lo procuró con muy buenos elementos y no hay ejemplo de que jamás pudiera lograrlo, lo más que ha podido conseguir en los tiempos más felices de esta guerra es que después de bien castigados, los indios hayan pedido la paz, que no han sido mas que treguas, pero a condición de sustentarlos a ellos y a sus familias, de modo que sólo bajaban a los presidios a recibir sus raciones, embriagarse con licores fuertes de que gustan mucho y en seguida se marchaban a sus rancherías en donde vivían de la caza y de la rapiña. En mi juicio estos salvajes no pueden civilizarse, lo único que pudiera intentarse sería, para bien de la humanidad, exterminar a los indios de armas, coger prisioneros a las mujeres y niños y educarlos diseminándolos en el centro de la república, y aún así hay mil ejemplos de que han vuelto a tomar sus costumbres salvajes, aún después de haber conocido los goces de la sociedad. Convendría pues, aumentar el número de los presidios habiendo fondos con que sostenerlos, pero para ubicarlos debidamente sería necesario visitar el estado, particularmente en sus fronteras, para decir con acierto que otros puntos debieran cubrirse, mientas tanto, me ocurre observar que al poniente de este estado deberían establecerse otras dos o tres compañías presidiales, una de ellas en Namiquipa, antiguo presidio, otra en Santo Tomás y otra en Yapomera, puntos todos que hostilizan con mucha frecuencia los bárbaros y que se hallan indefensos y muy avanzados en la frontera.[8] Cuando Gerónimo narra cómo se planeó la venganza en contra de los mexicanos en el verano de 1859, incluye las palabras que dirigió a los Apaches Chokonen (Chiricahua) que en ese entonces eran liderados por el gran jefe Cochise: Hermanos, ustedes han escuchado lo que los mexicanos nos han hecho recientemente sin motivo. Ustedes son mis parientes –tíos, primos, hermanos-. Nosotros somos hombres igual que los mexicanos lo son –nosotros les podemos hacer a ellos lo que ellos nos han hecho a nosotros-. Vayamos tras ellos –yo los guiaré a su ciudad-, nosotros los atacaremos en sus casas. Yo voy a luchar en el frente de batalla, yo sólo les pido que me sigan para vengar este daño hecho por los mexicanos, ¿vendrán? Está bien, todos ustedes vendrán. Recuerden la regla en la guerra, los hombres es posible que regresen o que sean eliminados. Si cualquiera de estos hombres jóvenes son asesinados, yo no quiero que sus parientes me culpen, porque ellos mismos habrían elegido ir. Si yo soy muerto nadie necesita lamentarse por mí. Toda mi gente fue asesinada en ese país, y yo, también, voy a morir si así es necesario que sea.[9] Si se pudiera equiparar el contenido de las palabras citadas cualquiera recordaría a un soldado espartano cuando era despedido por su madre antes de la batalla: “Vuelve con tu escudo al frente o sobre tu escudo”. La Batalla de las Termópilas es un buen ejemplo de ello. O las palabras que Gramsci dirigió a su madre desde la cárcel de Turi en agosto de 1931: “Yo no hablo nunca del aspecto negativo de mi vida, en primer lugar porque no quiero ser compadecido: fui un combatiente que no ha tenido suerte en la lucha inmediata y los combatientes no pueden ni deben ser compadecidos cuando han luchado no por obligación sino porque lo han querido conscientemente.”[10] Turner asegura que Gerónimo era un “War shaman”, un chaman guerrero: Fue tan exitoso en las incursiones y guerras que él puede ser descrito dentro de la cultura chiricahua más bien como un chaman guerrero. En la cultura chiricahua el chamanismo abunda y la posesión de una ceremonia, grande o pequeña, hace a una persona un chaman, pero en tiempos de conflicto el hombre que conoce las ceremonias para enfrentarse de manera efectiva con los enemigos podría ser particularmente importante. Está claro que, para los chiricahuas, el conflicto era un modo de vida, pero con los hombres blancos estadounidenses presionándolos a lo largo de las décadas de 1860 y 1870 la tensión y el conflicto alcanzaron nuevos niveles, y así pasó con Gerónimo. Con la amenaza del modo de vida de los chiricahuas como nunca se había dado, este hombre fue hacia adelante a una posición de liderazgo al menos igual a la de un jefe hereditario, el cual él no lo era.[11] En este sentido, vale la pena incluir las palabras del anciano lakota Dan: “En el pasado, cuando necesitábamos un guerrero, hacíamos de un guerrero nuestro líder. Pero cuando la guerra terminaba y necesitábamos un curandero que nos guiara, él se convertía en nuestro líder. O quizás necesitábamos un gran orador, o un pensador profundo.”[12] Gerónimo reunía varios de estos elementos. Las parcialidades de los apaches confederados eran las de los Bedonkohe liderados por Mangas Coloradas, los Chokonen por Cochise, y los Nedni bajo el mando de Whoa (Juh). Iban por el Sendero de la Guerra (warpath),[13] sus rostros pintados, las cintas de guerra atadas a su cabeza y sus cuchillos listos para escalpar a sus enemigos. Bastante odio había en sus corazones, en ese entonces el Gobierno mexicano ofrecía de recompensa 100 dólares por el cuero cabelludo de guerrero apache, 50 dólares por el de mujer (squaw) y 25 dólares por el de niño. Los indios se adentraron en territorio mexicano por Sonora y, según relata Gerónimo, siguiendo el rumbo del río y la cordillera para no ser sentidos, pasaron Quitaro, Nacozari y otros asentamientos pequeños hasta llegar a las afueras de Arizpe. Allí acamparon, entonces 8 personas del pueblo se aproximaron para conferenciar. Ellos fueron capturados, asesinados y escalpados. Además, los apaches capturaron un tren con provisiones y pertrechos, así se hicieron de más armas. Al día siguiente a eso de las 10 de la mañana las fuerzas mexicanas se enfrentaron con los apaches. Eran 2 compañías de caballería y dos de infantería. Gerónimo reconoció entre los soldados a aquéllos que habían asesinado a su familia en Kaskiyeh. Él se los comunicó a los caciques y éstos le dijeron que él debía conducir la batalla[14]: Yo no era jefe y nunca lo había sido, pero como yo había sido más profundamente agraviado que los otros, este honor fue conferido a mi persona y yo resolví probar ser digno de esa confianza (...) Todavía cubierto de la sangre de mis enemigos, todavía sosteniendo mi arma de conquista, todavía acalorado con la alegría de la batalla, victoria y venganza, fui rodeado por los bravos apaches y hecho jefe guerrero de todos los apaches. Después di la orden de que escalparan a los muertos. No podía hacer volver a mis seres queridos, no podía traer de vuelta a los apaches muertos, pero yo podía regocijarme en la venganza. Los apaches habían vengado la masacre de Kas-ki-yeh.[15] Ahora bien, en realidad el verdadero nombre de Gerónimo era Go khlä yeh, pero los mexicanos lo empezaron a llamar Gerónimo luego de la batalla de Arizpe. Desde entonces él fue conocido de esa manera.[16] El nombre apache no es el que originalmente se daban a sí mismos los miembros de este grupo. La voz apache o apachu viene del zuñi y significa “enemigos de los campos cultivados”. Los apaches se llaman a sí mismos como los dines, “el pueblo”.[17] Gerónimo menciona las parcialidades de los apaches[18]: Be-don-ko-he, Chi-hen-ne, White Mountain, Chi-e-a-hen, Cho-kon-en (Chiricahua) y los Ned-ni.[19] Aclara la ubicación espacial de cada una de ellas. En particular me interesa destacar la de los Ned-ni ya que el territorio que ésta ocupaba se extendía en parte por el antiguo México (Old Mexico) y en parte por Arizona, Estados Unidos.[20] Entonces nos encontramos ante otro aspecto de esta guerra contra el apache, los límites territoriales entre ambas naciones y los convenios en relación con los indios indómitos, salvajes, como se les solía llamar en ese entonces. En el artículo XI del Tratado de Guadalupe Hidalgo se especificaba que los Estados Unidos se comprometían a evitar las incursiones de los indios rebeldes, de cualquier manera esto prácticamente no se cumplió y más adelante, en 1853, ese artículo fue derogado.[21] Con todo, los convenios entre ambos países para tratar de resolver en conjunto el “problema apache” no terminaron, más adelante veremos cómo se establecieron acuerdos para permitir el cruce de los respectivos ejércitos nacionales al perseguir indios indómitos. Según refieren Carlos González y Ricardo León en su obra Civilizar o exterminar. Tarahumaras y apaches en Chihuahua, siglo XIX, a partir de 1882, los gobiernos federales intercambiaron información para mantenerse al tanto de la situación y comportamiento de los indígenas rebeldes y pusieron en marcha ciertas acciones comunes. Así, el 29 de julio de 1882 se firmó simultáneamente en Washington y en la Ciudad de México un convenio que autorizaba a las tropas el cruce de la línea divisoria internacional, sólo en el caso de que fueran fuerzas militares regulares y se encontraran en persecución efectiva de “indios salvajes”, concluyen los autores.[22] En el Diario de los Debates de la 13° Legislatura Constitucional de la Unión, Tomo 3, páginas 15-21, del 16 de septiembre de 1887, aparecen citadas las siguientes palabras dirigidas a José Ives Limantour: Los conflictos, por cierto inevitables, que puedan surgir en la frontera, en razón de las condiciones especiales de aquella región, no podrán turbar esta era de cordialidad, si, como es de esperarse, el Gobierno de la República vecina se inspira siempre a buscar las soluciones, en los sentimientos de amistad, justicia y reciprocidad que anima al pueblo mexicano. La ejecución del tratado para reponer los monumentos limítrofes entre los dos territorios, la renovación del convenio que autorice el paso recíproco de tropas del uno al otro lado de la frontera en persecución de los indios rebeldes, y la modificación que reclaman varios artículos del tratado de extradición vigente, de los principios modernos del Derecho Internacional y de la conveniencia bien entendida de ambos países, serán otros tantos pasos dados hacia la extinción de las causas más frecuentes que originan los expresados conflictos.[23] De todas maneras, González y León mencionan que militares estadounidenses inescrupulosos como el general Crook practicaban un doble juego ya que éste en particular mientras supuestamente obligaba a los indios a rendirse, les permitía que siguieran realizando sus incursiones sobre el territorio mexicano. En particular es interesante revisar como este suceso es narrado por Turner y las diferencias en cuanto a opinión con estos autores. Primero veamos como lo narran González y León: En 1886, el embajador mexicano en Washington, Matías Romero, hizo más que evidente esta incómoda disyuntiva,[24] en un comunicado a la Secretaría de Relaciones Exteriores. A manos de Romero llegó un parte oficial del capitán Rafferty, miembro del sexto cuerpo de caballería, que se encontraba bajo el mando del general Crook cuando se verificó el enfrentamiento mencionado con una partida de chiricahuas en Silver Creek, Arizona, en mayo de 1883. Rafferty señalaba que la mayoría de los guerreros –se mencionan 79-, se habían rendido ante Crook, pero éste no los había tomado prisioneros, sino que les hizo prometer que se entregarían en fecha no determinada; pues bien, esa fecha se cumplió ¡cinco meses después! Durante los cuales viajaron a México y en diferentes ataques sorpresa realizados en Sonora y Chihuahua, lograron un botín que parecería un fondo de retiro. La parte escandalosa del asunto estuvo en el hecho de que los chiricahuas lo hicieron con el consentimiento del general Crook.[25] Por su parte Gerónimo narra estos sucesos desde su punto de vista: Las tropas /estadounidenses/ no nos siguieron más, entonces, nosotros fuimos hacia el sur, casi en Casa Grande, y acampamos en la Sierra de Sahuaripa. Nos establecimos en las montañas del antiguo México por cerca de un año, luego regresamos a /la reserva de/ San Carlos, llevando con nosotros una manada de ganado y caballos. Enseguida que llegamos a San Carlos el oficial en mando, General Crook, nos quitó los caballos y el ganado. Yo le dije que ese ganado no era de los blancos, que nos pertenecía porque lo habíamos tomado de los mexicanos durante nuestra guerra. También le dije que no teníamos intención de matar a esos animales, que los queríamos conservar y criar ese ganado en nuestro territorio. Él no me escuchó y tomó nuestro ganado. Me fui cerca del Fuerte Apache y el General Crook ordenó a los oficiales, soldados y exploradores asegurarse de que yo fuera arrestado; ellos tenían instrucciones de matarme si yo ofrecía resistencia.[26] Turner, a su vez, al referirse a este episodio, señala que: A finales de mayo de 1883, Crook y su fuerza orillaron a la gente de Gerónimo y consiguieron que ellos acordaran regresar a San Carlos, sin embargo, él les dio un período de gracia de dos meses para reunir a los dispersos en los peñascos. Fue casi un año después cuando Gerónimo apareció en la frontera, y él anunció su llegada con una nube de polvo de una milla de altura alzándose de abajo de las pezuñas del ganado y caballos que él había robado a los mexicanos durante esos meses. Si los blancos valoraban mucho tal riqueza, él por lo menos regresaría a su mundo bien surtido con éstos. ¡Ay de mí!, todos ellos le fueron quitados en San Carlos.[27] También es importante considerar el contraste en la forma de narrar las derrotas apaches: PERSECUCION DE JU Y SU BANDA, 1882 “Derrota de apaches. Esta terrible tribu salvaje ha recibido una nueva y sangrienta derrota que se comunica en este telegrama a la secretaría de Guerra:[...] ‘Ciudadano Secretario de Guerra: El 26 a la madrugada fue batida la banda de ‘Ju’ En el bosque de San Diego. Habiendo muerto 36 indios y tomado 10 prisioneros. Se les quitaron 50 bestias. El resto de la banda se dispersó por la Sierra Madre y ya se les persigue tenazmente. O. Fuero’ [...] Vemos con gusto que ha habido perseverancia en la persecución a los bárbaros y exitamos (sic) al general Fuero a no desmayar y al gobierno a proveerlo de todo género de recursos, a fin de poner fin a esas horribles depredaciones que impiden la colonización y explotación de nuestros ricos estados de la frontera.” Por su parte Gerónimo le dedica un espacio de su biografía a la narración de las derrotas apaches y lo hace con mucha tristeza[29]: Después de la traición y masacre de Casa Grande,[30] no nos reunimos por largo tiempo, y cuando lo hicimos, regresamos a Arizona. Permanecimos en Arizona por algún tiempo viviendo en la reservación de San Carlos, en un lugar que ahora se llama Gerónimo. En 1883 fuimos otra vez para México. Permanecimos en las montañas de México por cerca de 14 meses y durante ese tiempo tuvimos muchas escaramuzas con las tropas mexicanas. En 1884 regresamos a Arizona para conseguir otros apaches que vinieran con nosotros a México. Los mexicanos estaban reuniendo tropas en las montañas en donde nosotros habíamos estado habitando, y su número era mucho mayor que el nuestro que no podíamos esperanzarnos en luchar contra ellos exitosamente, y nosotros estábamos cansados de ser perseguidos de sitio en sitio... Con nuestro reducido número acampamos en las montañas al norte de Arizpe. Nuestros exploradores vieron a las tropas mexicanas en diversas direcciones. Las tropas estadounidenses bajaban del norte. Nosotros estábamos bien armados con armas de fuego y pertrechados con municiones, pero nosotros no nos cuidamos de ser rodeados por las tropas de dos gobiernos, así que empezamos a mudar nuestro campamento hacia el sur.[31] Según Katz, 1884 “fue el año en que el jefe apache Jerónimo fue capturado por los norteamericanos, lo que marca el fin virtual de los asaltos apaches contra la frontera norte de México. Se abrió la primera línea de ferrocarril entre México y Estados Unidos y se inició un período de crecimiento económico extremadamente rápido” en México (esto hace sospechar el porqué no se dirimían en el campo diplomático los asuntos fronterizos en que los estadounidenses cometían actos desleales hacia el gobierno mexicano); asimismo, este autor señala que aunque Gerónimo escapó a sus captores, fue aprehendido de nuevo en Sonora en 1886. “Sin embargo, la mayor parte de sus fuerzas fueron aplastadas en 1884.”[32] Gerónimo, Naiche (el hijo de Cochise) y otros muchos apaches fueron deportados a Florida inmediatamente después de su última rendición en septiembre de 1886. Fueron enviados en tren, Turner comenta el terrible espectáculo que brindaban los animales abandonados: sus caballos y perros, éstos últimos siguieron al tren unas 20 millas.[33] Los chiricahuas nunca regresarían a su tierra. Luego de su prisión en Florida y Alabama, en donde más de un cuarto de ellos, asevera Turner, murieron de tuberculosis, malaria y desesperación, los apaches restantes fueron enviados a la reserva militar de Fort Sill, Oklahoma. Llegaron allí en el otoño de 1894. Gerónimo nunca dejó de solicitar ser regresados a Arizona, de hecho, el aceptar otorgar las entrevistas a Barrett para que éste escribiera su biografía, hace pensar a Turner que sería un intento más por hacer llegar sus súplicas al presidente estadounidense. Gerónimo fue llevado a distintas ferias para ser mostrado al público asistente, como la de St. Louis World’s Fair en 1904, allí escribía su nombre a los curiosos por algo de dinero. Gerónimo describe sus experiencia en esa Feria y muestra su admiración por los turcos que formaban parte del espectáculo ya que eran muy diestros en el uso de las armas, o también comenta la presencia de unas personas pequeñas y morenas que las tropas de los Estados Unidos habían capturado “recientemente en algunas islas lejos de aquí”, y que según la nota aclaratoria de Barrett ¡eran igorrotes de las Filipinas! El imperialismo en toda su espectacularidad. Gerónimo era obligado a participar de un espectáculo del viejo oeste (wild west show), específicamente en el concurso de lazo frente a la audiencia.[34] Es preciso mencionar que Gerónimo no fue, según estudiosos como Dan Thrapp[35], el estratega guerrero más importante de los apaches, pero sí el que pasaría a la historia por haberse enfrentado a los ejércitos estadounidense y mexicano en la última fase de la guerra apache. Su nombre, asegura Turner, se ha venido utilizando en formas de lo más extraña y diversa: Durante la Segunda Guerra Mundial los paracaidistas estadounidenses al arrojarse de los aviones gritaban “¡Geronimo!” igual que hasta la fecha lo hacen los niños al lanzarse de un trampolín en los balnearios de los Estados Unidos. En las películas holliwoodenses su nombre es sinónimo de salvaje, aunque lleguen a reflejar algún dejo de simpatía por la causa india.[36] Además, concluye Turner, el nombre del pueblo Apache ha cruzado el Océano Atlántico y se ha incorporado a la lengua francesa en donde se usa como sinónimo de maleante en París.[37] En Buenos Aires, Argentina, “Fuerte Apache” es el nombre de un barrio marginal de donde es oriundo el famoso jugador de futbol, Carlos Tevez, quien lleva ese apodo. Para finalizar este escrito quisiera incluir estas palabras de Gerónimo que me resultan muy estremecedoras: Nosotros estamos desapareciendo de la tierra, todavía no puedo pensar que seamos inútiles o Usen no nos habría creado. Él creó a todas las tribus de hombres y ciertamente tiene un justo propósito en crear a cada una. Por cada tribu de hombres que Usen creó, Él también hizo un hogar. En la tierra creada para cada tribu en particular, Él colocó todo aquello que pudiera ser lo mejor para el bienestar de cada tribu. Cuando Usen creó a los apaches, Él también creó sus hogares en el Oeste. Él les dio a ellos los granos, frutos y animales de presa que ellos necesitaran para comer. Para restaurar su salud cuando la enfermedad los atacara, Él hizo crecer muchas plantas diversas. Él les enseñó dónde encontrar esas plantas y cómo prepararlas para medicina. Él les dio un clima agradable y todo lo que necesitaban para arroparse y protegerse estaba a mano. Así fue en el principio: Los apaches y sus hogares, cada uno creado para el otro por el propio Usen. Cuando ellos son sacados de estas casas, ellos enferman y mueren. ¿Cuánto tiempo pasará hasta que se diga que ya no hay apaches?[38] Gerónimo, 1886[39] [1] El indio Jerónimo, Memorias, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1982, p. 116, citado por Víctor Orozco en Las guerras indias en la historia de Chihuahua. Primeras fases, México, CONACULTA, 1992, p. 11. En este ensayo escribiré el nombre de Gerónimo con G para respetar la grafía original. [2] Para este particular utilicé el texto Geronimo, His Own Story. The Autobiograpy of a Great Patriot Warrior As Told to S.M. Barret, con un estudio introductorio y notas de Frederick Turner, Estados Unidos, Meridian, 1996. Las citas que se hagan de este texto serán traducidas al castellano por la autora de este escrito. [3] “I have killed many Mexicans; I do not know how many, for frequently I did not count them. Some of them were not worth counting. It has been a long time since then, but still I have no love for the Mexicans. With me they were always treacherous and malicious. I am old now and shall never go on the warpath again, but if I were young, and followed the warpath, it would lead into Old Mexico.”, Geronimo, His Own Story..., Ibid., p. 110. [4] Casa Grande se ubica entre Phoenix y Tucson, Arizona. No confundir con Casas Grandes, Sonora o Nuevo Casas Grandes, Chihuahua. Es probable que Gerónimo se refiera a Casas Grandes, Chihuahua. [5] Según Paul R. Machula, se trata de Janos, Chihuahua. Este poblado se encuentra en el noroeste de esa entidad. En Historia de Arizona este central, http://www.geocities.com/~zybt/spanish.htm, (consulta 18 de abril de 2011). [6] Mapa que muestra el territorio apache. En Alejandro Montiel Coello, Los apaches, http://members.tripod.com/~mitlan/mapache.htm, (consulta 18 de abril de 2011). [7] Manifiesto de relaciones exteriores e interiores, AGN, GD 118, Justicia, vol. 248, expediente 45, foja 356, 1840 apud Adriana Salcedo Alfaro, “La región apache: levantamientos chiricahuas en la frontera norte de México (1848-1862)”, tesis de Etnohistoria, México, ENAH, 2010, p. 157. [8] El Faro, periódico del Gobierno del Estado Libre de Chihuahua, 23 de diciembre de 1848. Noticia localizada por la Dra. Ana Lilia Nieto Camacho y compartida con la autora de este escrito. Lo señalado en negrita es mío. [9] Geronimo, His Own Story..., Op. Cit., p. 79. [10] Citado por Juan Carlos Portantiero en Los usos de Gramsci, México, Folios Ediciones, 1981, p. 67. [12] “Neither Wolf nor Dog. On forgotten Roads with an Indian Elder”, por Kent Nerburn, New World Library, 1994. Resumen y traducción de Cheryl Harleston. http://www.elexion.com/lakota/wisdom/texto41.htm#top, (consulta 18 de abril de 2011) [13] Según refiere Stephen Melvil Barrett, la guerra para el apache tenía todo un significado religioso, las palabras adquirían un sentido sagrado, como “sendero de la guerra”, “caballo de guerra”, “Bravo”, “proyectil de muerte” (en vez de flecha). Turner identifica alrededor de 100 términos especiales para la guerra entre los apache chiricahuas. Geronimo, His Own Story..., Ibid., p. 83. [14] Ibid., pp. 81-82. [15] Ibid., pp. 82-83. [16] Nota de S.M. Barrett en Geronimo, His Own Story, Op. Cit., p. 83. [17]Philippe Jacquin, Los indios de Norteamérica. Una explicación para comprender. Un ensayo para reflexionar, México, Siglo XXI Editores, 2005, p. 17 y p. 31. [18] En vez de nación apache usaré el término pueblo, en lugar de bandas emplearé la voz parcialidades. [19] Geronimo, His Own Story..., Op. Cit., pp. 54-56. Por su parte, Philippe Jacquin menciona que los apaches se “subdividen en siete tribus: chiricahua, jicarilla, kiowa, apache lipan, mescalero, comanches, navajo.”, Op. Cit., p. 31. [20] Obviamente hay que considerar, como el propio Barrett señala, que las fronteras del territorio indio no coincidían con los límites geopolíticos entre México y los Estados Unidos, y que, según él, los indios, de alguna manera, tomaban ventaja de esta situación. Geronimo, His Own Story, Op. Cit., p. 56. Luego de los Tratados de Guadalupe Hidalgo de 1848 y la venta de La Mesilla en 1853, la frontera norte de México sufrió cambios muy importantes que obviamente dejaron una parte del territorio indio apache fuera de los límites de la recién cercenada nación mexicana. Si se considera que Gerónimo nació en Arizona, según algunas fuentes, o en Nuevo México, según otras, hacia 1823, habría que reflexionar que cuando nació esos territorios pertenecían a México, entonces, Gerónimo podría ser visto como mexicano; sin embargo, los apaches fueron deportados por ser considerados extranjeros en México, de esta manera, fueron enviados a las reservas del lado estadounidense cuando acabó la guerra apache en la década de 1880. [21] Sobre este particular véase: Marcela Terrazas y Basante, Inversiones, especulación y diplomacia. Las relaciones entre México y los Estados Unidos durante la dictadura sanatannista, México, UNAM, 2000, p. 35 y ss.; y Josefina Zoraida Vázquez (coordinadora), De la rebelión de Texas a la guerra del 47, México, Nueva Imagen, 1997, p. 33 [22] Carlos González H. Y Ricardo León G., Civilizar o exterminar. Tarahumaras y apaches en Chihuahua, siglo XIX, Colección Historia de los pueblos indígenas de México, México, CIESAS-INI, 2000, p. 199. [23] Lázaro Cárdenas Batel, Debate legislativo y pueblos indígenas. México, 1821-1894, tesis inédita de Licenciatura en Etnohistoria, México, ENAH, 2001, Catálogo, Segunda parte, p. 1022. Lo señalado en negrita es mío. [24] Según señalan los autores, por razones de Estado no se hacían públicos en México -ni se realizaban reclamos formales al Gobierno de los Estados Unidos-, estos actos deshonestos cometidos por civiles y militares estadounidenses quienes fomentaban las incursiones apaches en territorio mexicano. [27] Geronimo, His Own Story..., Ibid.., pp. 27-28. [28] Citado por Carlos González H. Y Ricardo León G., Op. Cit., p. 197. [29] Entre las múltiples historias que cuenta destaca la de la muerte de Mangas Coloradas en manos de soldados estadounidenses quienes lo asesinaron de forma brutal en medio de lo que se suponía un tratado de paz hacia 1863 en Apache Tejo. A esto Gerónimo lo considera “el peor error” cometido contra los Indios. L.C. Hughes del diario Star de Tucson, Arizona, escribió acerca del asesinato de Mangas Coloradas, entre otras cosas destaca que “Su cabeza fue separada de su cuerpo por una cirugía y el cerebro extraído y pesado. Su cabeza era más larga que la de Daniel Webster, y el cerebro tenía un peso similar. El cráneo fue enviado a Washington y se encuentra ahora en exhibición en el Instituto Smithsoniano”. Citado por Barrett en Geronimo, His Own Story..., Op. Cit., pp. 118-121. [30] En 1880c se suponía que los apaches estaban celebrando un convenio de paz con los mexicanos de Casa Grande, pero éstos les dieron mezcal y los embriagaron, entonces los atacaron dos compañías de tropas mexicanas “de otro pueblo” que mataron 20 indios y capturaron a muchos más. Gerónimo logró huir. Geronimo, His Own Story..., Op. Cit., p. 106. [32] Friedrich Katz, “Las rebeliones rurales a partir de 1810”, en Revuelta, rebelión y revolución. La lucha rural en México del siglo XVI al siglo XX, pp. 177-178 y p. 254 (nota 1, capítulo 17), F. Katz, compilador, México Ediciones Era, 1999, tomo 2, pp. 177-213. [33] Una milla terrestre equivale a 1609 metros. [35]Citado por Paul R. Machula en Historia de Arizona este central, “Apache Warriors”, Op. Cit.: “It ought to remembered, as Dan Thrapp cautions, that Geronimo was never of the military capacity as some of Geronimo’s other Apache allies. He never was of the stature of Mangas Coloradas, Delgadito, Cochise, Victorio, or Juh. Nevertheless, Geronimo was a brave warrior and true to his cause. His name is justly remembered by history.” [36] Si se comparan las series televisivas “The High Chaparral” (“El Gran Chaparral”) de la década de 1960 con la “Doctor Quinn, Medicine Woman” (“Doctora Quinn, la mujer que cura”) de la década de 1990, el cambio es notorio, este último programa se supone que no es tan tendencioso pero, de cualquier modo, los indios siguen siendo vistos como algo extraño. [37] Geronimo, His Own Story..., Op. Cit., pp. 33-34. [38] Geronimo, His Own Story..., Ibid., p. 57. |
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