.JESÚS DE
NAZARET.
NAZARET.
Las guerras de 66 y 132: el fin de
Israel
Israel
Para una mejor comprensión de este capítulo os recomiendo ver mi web:
Con especial atención a los capítulos "LAS NUEVAS LEGIONES"
y "OBRAS".
y "OBRAS".
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Las primeras comunidades cristianas tuvieron que padecer las dos
revueltas de los judíos contra Roma. Dos guerras crueles hasta extremos inconcebibles y
cuyo previsible desenlace supuso la aniquilación del judaísmo en su propia tierra.
revueltas de los judíos contra Roma. Dos guerras crueles hasta extremos inconcebibles y
cuyo previsible desenlace supuso la aniquilación del judaísmo en su propia tierra.
El origen de la revuelta del año 66 d.C. es doble: la situación
político-social de los judíos, sus enfrentamientos internos y los clamorosos errores
provocados por el loco Nerón habían llegado a un punto en el que sólo cabía una
solución: que todo el país estallara como una bomba. Y estalló. Con la excusa de la
guerra contra la ocupación romana cada grupo religioso, bien surtido de fanáticos
sanguinarios y todos ellos creyéndose ser el "mesías", se dedicó a sacar el
mayor partido posible del caos sin comprender lo que realmente habían hecho: iniciar una
guerra contra Roma, la potencia militar más poderosa del mundo.
político-social de los judíos, sus enfrentamientos internos y los clamorosos errores
provocados por el loco Nerón habían llegado a un punto en el que sólo cabía una
solución: que todo el país estallara como una bomba. Y estalló. Con la excusa de la
guerra contra la ocupación romana cada grupo religioso, bien surtido de fanáticos
sanguinarios y todos ellos creyéndose ser el "mesías", se dedicó a sacar el
mayor partido posible del caos sin comprender lo que realmente habían hecho: iniciar una
guerra contra Roma, la potencia militar más poderosa del mundo.
Unos incidentes provocados por el incompetente prefecto Gesio Floro y
que costaron la vida de más de tres mil judíos sirvieron para que los zelotes, la secta
más extremista de todas, consiguiera apoderarse de la fortaleza de Masada y pasar a
cuchillo a la desprevenida guarnición auxiliar romana (en Israel no había destacadas
legiones romanas, sino tropas auxiliares sirias que servían en el ejército romano pero
que no eran ciudadanos romanos) para a continuación, hacerse con el control de
Jerusalén. Una Jerusalén ya repleta de judíos dispuestos ya a lo que hiciera falta y
que tomaron la fortaleza Antonia matando a toda la guarnición auxiliar romana y obligaron
a las tropas del palacio de Herodes a refugiarse en las torres hasta que sin víveres se
rindieron a cambio de la promesa de dejarles marchar. Pero todos fueron asesinados, y no
sólo los auxiliares romanos, sino centenares de judíos "sospechosos", entre
ellos el Sumo Sacerdote. Todo el odio contenido durante siglos salió a la superficie. Por
todo el Imperio Romano se sucedieron las matanzas de judíos y gentiles que se
acuchillaban en las calles en medio de una orgía de sangre en la que, pasado el primer
momento de sorpresa, siempre llevarían las de perder los judíos. Así, en Alejandría
los judíos, que atacaron a los egipcios con saña fueron después masacrados sin piedad
por la población que estuvo al borde de exterminarlos.
que costaron la vida de más de tres mil judíos sirvieron para que los zelotes, la secta
más extremista de todas, consiguiera apoderarse de la fortaleza de Masada y pasar a
cuchillo a la desprevenida guarnición auxiliar romana (en Israel no había destacadas
legiones romanas, sino tropas auxiliares sirias que servían en el ejército romano pero
que no eran ciudadanos romanos) para a continuación, hacerse con el control de
Jerusalén. Una Jerusalén ya repleta de judíos dispuestos ya a lo que hiciera falta y
que tomaron la fortaleza Antonia matando a toda la guarnición auxiliar romana y obligaron
a las tropas del palacio de Herodes a refugiarse en las torres hasta que sin víveres se
rindieron a cambio de la promesa de dejarles marchar. Pero todos fueron asesinados, y no
sólo los auxiliares romanos, sino centenares de judíos "sospechosos", entre
ellos el Sumo Sacerdote. Todo el odio contenido durante siglos salió a la superficie. Por
todo el Imperio Romano se sucedieron las matanzas de judíos y gentiles que se
acuchillaban en las calles en medio de una orgía de sangre en la que, pasado el primer
momento de sorpresa, siempre llevarían las de perder los judíos. Así, en Alejandría
los judíos, que atacaron a los egipcios con saña fueron después masacrados sin piedad
por la población que estuvo al borde de exterminarlos.
El legado propretor de Siria era Cestio Galo, un incompetente que bajó
hacia Jerusalén con un tercio de sus tropas pero tuvo que retirarse al no poder asegurar
sus suministros en el invierno del año 66. Este militar de opereta cometió los típicos
errores del incapaz y se aventuró con sus tropas por las colinas de Beth Horon. Los
romanos, que eran imbatibles en terreno despejado por su disposición táctica formando
tres líneas intercambiables, tenían un punto débil: si les atacaban en plena marcha no
podían formar las líneas y podían ser derrotados. Y eso fue precisamente lo que
ocurrió. Los romanos, haciendo uso de su soberbia disciplina, consiguieron reagruparse y
salir del atolladero, pero tuvieron que abandonar su caravana de provisiones y equipo
pesado que los judíos llevaron en triunfo a Jerusalén. Ebrios con su triunfo pero
sabiendo que Roma era imbatible en campo abierto, se dispusieron a resistir atrincherados
tras los muros de la Ciudad Santa sin comprender que los romanos, maestros absolutos del
arte del asedio, tenían todas las de ganar. En la primavera del año 67 el emperador
Nerón ordenó a su general Flavio Vespasiano que iniciara la reconquista de Israel.
Vespasiano tenía entonces 57 años y era el mejor soldado de Roma en aquellos momentos.
Veinte años antes, siendo legado (comandante en jefe) de la Legión Augusta se había
destacado heroicamente durante la conquista de Britania (Inglaterra) siendo emperador
Claudio. Era un militar nato, con una tremenda experiencia de décadas de servicio en las
legiones y un instinto guerrero ante el que los judíos nada podían oponer. Vespasiano
tenía con él a su hijo Tito, un oficial de 27 años que había heredado las virtudes
militares de su padre. Vespasiano tenía el mando de nueve legiones (cada legión se
componía de unos 5.000 hombres) y aproximadamente el mismo número de auxiliares. Como
los estados aliados estaban obligados a aportar sus tropas, el total de fuerzas a las
órdenes de Vespasiano era de unos 100.000 hombres, aunque sólo utilizó para invadir
Israel las legiones V, X y XV, unidades curtidas que nada tenían que ver con las tropas
auxiliares sirias a las que los judíos habían derrotado. La legión X estaba al mando
del legado español Trajano, el padre del futuro emperador.
hacia Jerusalén con un tercio de sus tropas pero tuvo que retirarse al no poder asegurar
sus suministros en el invierno del año 66. Este militar de opereta cometió los típicos
errores del incapaz y se aventuró con sus tropas por las colinas de Beth Horon. Los
romanos, que eran imbatibles en terreno despejado por su disposición táctica formando
tres líneas intercambiables, tenían un punto débil: si les atacaban en plena marcha no
podían formar las líneas y podían ser derrotados. Y eso fue precisamente lo que
ocurrió. Los romanos, haciendo uso de su soberbia disciplina, consiguieron reagruparse y
salir del atolladero, pero tuvieron que abandonar su caravana de provisiones y equipo
pesado que los judíos llevaron en triunfo a Jerusalén. Ebrios con su triunfo pero
sabiendo que Roma era imbatible en campo abierto, se dispusieron a resistir atrincherados
tras los muros de la Ciudad Santa sin comprender que los romanos, maestros absolutos del
arte del asedio, tenían todas las de ganar. En la primavera del año 67 el emperador
Nerón ordenó a su general Flavio Vespasiano que iniciara la reconquista de Israel.
Vespasiano tenía entonces 57 años y era el mejor soldado de Roma en aquellos momentos.
Veinte años antes, siendo legado (comandante en jefe) de la Legión Augusta se había
destacado heroicamente durante la conquista de Britania (Inglaterra) siendo emperador
Claudio. Era un militar nato, con una tremenda experiencia de décadas de servicio en las
legiones y un instinto guerrero ante el que los judíos nada podían oponer. Vespasiano
tenía con él a su hijo Tito, un oficial de 27 años que había heredado las virtudes
militares de su padre. Vespasiano tenía el mando de nueve legiones (cada legión se
componía de unos 5.000 hombres) y aproximadamente el mismo número de auxiliares. Como
los estados aliados estaban obligados a aportar sus tropas, el total de fuerzas a las
órdenes de Vespasiano era de unos 100.000 hombres, aunque sólo utilizó para invadir
Israel las legiones V, X y XV, unidades curtidas que nada tenían que ver con las tropas
auxiliares sirias a las que los judíos habían derrotado. La legión X estaba al mando
del legado español Trajano, el padre del futuro emperador.
Un legionario romano de las legiones de Vespasiano con su equipo de
combate, por Peter Connolly (Ed. Oxford
University Press). Lleva un yelmo de hierro de modelo gálico, una coraza
de cota de malla de anillos de hierro (la famosa lorica segmentata estaba en uso
entonces sólo en Occidente), un escudo (scutum) de capas de madera contrapeadas
y forrado de fieltro, una espada corta española (gladius hispaniensis), un
puñal español (pugio) y una jabalina pesada (pilum).
combate, por Peter Connolly (Ed. Oxford
University Press). Lleva un yelmo de hierro de modelo gálico, una coraza
de cota de malla de anillos de hierro (la famosa lorica segmentata estaba en uso
entonces sólo en Occidente), un escudo (scutum) de capas de madera contrapeadas
y forrado de fieltro, una espada corta española (gladius hispaniensis), un
puñal español (pugio) y una jabalina pesada (pilum).
Una legión romana formada en las tres líneas de combate y lista para
la lucha.
la lucha.
Su sofisticado equipo, su soberbia disciplina y su superioridad táctica
hacían de las legiones romanas unas auténticas máquinas de picar carne, pero aunque
algunos judíos elevaron sus voces sensatas pidiendo llegar a un acuerdo con Roma, fueron
acusados de traición y asesinados por los radicales que se habían hecho con el poder.
Mientras, Vespasiano conquistaba Galilea al modo romano: ciudades arrasadas, decenas de
miles de hombres ejecutados y mujeres y niños vendidos como esclavos. Con Roma no se
jugaba, pero ya era tarde para que los judíos lo descubrieran... Ante aquella respuesta,
el ejército judío que debía defender Galilea desertó aterrorizado ante el avance de
las legiones y sus jefes, liderados por un noble llamado José, se refugiaron en una cueva
donde decidieron suicidarse, pero José, que se las arregló para quedar el último,
decidió entregarse a los romanos. Llevado ante Vespasiano, José predijo que en menos de
un año el general sería emperador romano, lo que a Vespasiano le debió hacer gracia,
porque le perdonó la vida, influido también por el hecho de que José tenía influyentes
amistades en Roma y que siempre había manifestado su público rechazo a la guerra contra
Roma. Este tal José no es otro que el famoso historiador Flavio Josefo, que se
convertirá en el consejero judío de Tito y escribirá después la importantísima obra
"La Guerra de los Judíos" que es el documento más preciso que tenemos sobre
esta época y una auténtica maravilla historiográfica.
hacían de las legiones romanas unas auténticas máquinas de picar carne, pero aunque
algunos judíos elevaron sus voces sensatas pidiendo llegar a un acuerdo con Roma, fueron
acusados de traición y asesinados por los radicales que se habían hecho con el poder.
Mientras, Vespasiano conquistaba Galilea al modo romano: ciudades arrasadas, decenas de
miles de hombres ejecutados y mujeres y niños vendidos como esclavos. Con Roma no se
jugaba, pero ya era tarde para que los judíos lo descubrieran... Ante aquella respuesta,
el ejército judío que debía defender Galilea desertó aterrorizado ante el avance de
las legiones y sus jefes, liderados por un noble llamado José, se refugiaron en una cueva
donde decidieron suicidarse, pero José, que se las arregló para quedar el último,
decidió entregarse a los romanos. Llevado ante Vespasiano, José predijo que en menos de
un año el general sería emperador romano, lo que a Vespasiano le debió hacer gracia,
porque le perdonó la vida, influido también por el hecho de que José tenía influyentes
amistades en Roma y que siempre había manifestado su público rechazo a la guerra contra
Roma. Este tal José no es otro que el famoso historiador Flavio Josefo, que se
convertirá en el consejero judío de Tito y escribirá después la importantísima obra
"La Guerra de los Judíos" que es el documento más preciso que tenemos sobre
esta época y una auténtica maravilla historiográfica.
El modo de actuar de los romanos causó tal terror en las ciudades
judías que la mayoría se rindieron sin oponer resistencia mientras miles y miles de
judíos huían aterrorizados hacia Jerusalén. En la Ciudad Santa, el jefe de los zelotes,
Juan de Giscala, inició una purga de "sospechosos" en la que fueron asesinados
centenares de judíos. Los sacerdotes, apoyados por la mayoría del pueblo, les atacaron
en el Templo y quedaron asediados allí, pero en su ayuda llegaron los idumeos que les
liberaron y ambos grupos, zelotes e idumeos, se dedicaron a asesinar a centenares de
sacerdotes y "sospechosos". Jerusalén se tiñó de sangre. Los cristianos,
horrorizados ante las matanzas, huyeron hacia el sur mientras Vespasiano cerraba poco a
poco el cerco sobre la Ciudad Santa conquistando Samaria. En esos momentos de zozobra, los
esenios de Qumrán escondieron sus textos en la gruta en la que serían hallados 1.879
años más tarde. En otoño del año 68 llegó la noticia de la deposición y muerte del
loco Nerón y el nombramiento de Galba como emperador. Vespasiano envió a Tito a Roma
para presentarle sus respetos al nuevo César, pero en Grecia se enteró del asesinato de
Galba y regresó junto a su padre.
judías que la mayoría se rindieron sin oponer resistencia mientras miles y miles de
judíos huían aterrorizados hacia Jerusalén. En la Ciudad Santa, el jefe de los zelotes,
Juan de Giscala, inició una purga de "sospechosos" en la que fueron asesinados
centenares de judíos. Los sacerdotes, apoyados por la mayoría del pueblo, les atacaron
en el Templo y quedaron asediados allí, pero en su ayuda llegaron los idumeos que les
liberaron y ambos grupos, zelotes e idumeos, se dedicaron a asesinar a centenares de
sacerdotes y "sospechosos". Jerusalén se tiñó de sangre. Los cristianos,
horrorizados ante las matanzas, huyeron hacia el sur mientras Vespasiano cerraba poco a
poco el cerco sobre la Ciudad Santa conquistando Samaria. En esos momentos de zozobra, los
esenios de Qumrán escondieron sus textos en la gruta en la que serían hallados 1.879
años más tarde. En otoño del año 68 llegó la noticia de la deposición y muerte del
loco Nerón y el nombramiento de Galba como emperador. Vespasiano envió a Tito a Roma
para presentarle sus respetos al nuevo César, pero en Grecia se enteró del asesinato de
Galba y regresó junto a su padre.
Mientras tanto, otro iluminado sediento de sangre llamado Simón Bar
Giora, consiguió reunir una gran fuerza de judíos descontentos y atacó Idumea
devastándola en represalia por las matanzas de Jerusalén. En medio de la guerra contra
Roma, el pueblo de Israel se desangraba en inútiles guerras civiles. Cuando Simón Bar
Giora llegó a Jerusalén se enfrentó a Juan de Giscala en una horripilante matanza que
duró días y días y en la que murieron miles de judíos inocentes, atrapados entre los
dos bandos. Para entonces se habían sucedido en Roma Galba, Otón y Vitelio como
emperadores en un año y Vespasiano, harto del caos, se hizo proclamar emperador por sus
tropas y dejando la guerra al cuidado de su hijo partió para Roma no sin antes poner en
libertad a José, el que le había profetizado un año antes que sería emperador y al que
se otorgaría más tarde la ciudadanía romana tomando el nombre de Flavio Josefo en
agradecimiento a su salvador Flavio Vespasiano. Tito, magnífico general y un auténtico
lujo de persona, completó el cerco de Jerusalén con las legiones XII, V y X.
Giora, consiguió reunir una gran fuerza de judíos descontentos y atacó Idumea
devastándola en represalia por las matanzas de Jerusalén. En medio de la guerra contra
Roma, el pueblo de Israel se desangraba en inútiles guerras civiles. Cuando Simón Bar
Giora llegó a Jerusalén se enfrentó a Juan de Giscala en una horripilante matanza que
duró días y días y en la que murieron miles de judíos inocentes, atrapados entre los
dos bandos. Para entonces se habían sucedido en Roma Galba, Otón y Vitelio como
emperadores en un año y Vespasiano, harto del caos, se hizo proclamar emperador por sus
tropas y dejando la guerra al cuidado de su hijo partió para Roma no sin antes poner en
libertad a José, el que le había profetizado un año antes que sería emperador y al que
se otorgaría más tarde la ciudadanía romana tomando el nombre de Flavio Josefo en
agradecimiento a su salvador Flavio Vespasiano. Tito, magnífico general y un auténtico
lujo de persona, completó el cerco de Jerusalén con las legiones XII, V y X.
En Jerusalén, los zelotes andaban a espadazos entre sí divididos en
dos grupos que se dedicaban a quemarse las provisiones unos a otros. Esas provisiones que
hubieran podido ayudar a mantener alimentada a la enorme población refugiada y que ahora
veía como los romanos rodeaban la ciudad sin remedio... y sin alimentos. La conquista de
Jerusalén fue terrible. Los romanos avanzaron metro a metro sobre un terreno defendido
fanáticamente por los judíos en medio de un hambre atroz que mataba más judíos que los
propios romanos mientras los hombres de Juan de Giscala, enloquecidos por el hambre, se
dedicaban a torturar y asesinar a más y más judíos en medio de una sanguinaria orgía
que parecía no tener fin. Tras conquistar la Antonia, Tito ordenó el asalto del último
baluarte: el Templo. A pesar de las órdenes expresas de Tito para evitar su destrucción,
en medio de la lucha se incendió y quedó destruido. Todos los zelotes fueron ejecutados
salvo 700 que fueron enviados a Roma para figurar en el Triunfo de Tito en el que se
mostraron al pueblo de Roma los tesoros sagrados del Templo tomados como botín. Simón
Bar Giora fue ejecutado en Roma y Juan de Giscala condenado a cadena perpetua.
dos grupos que se dedicaban a quemarse las provisiones unos a otros. Esas provisiones que
hubieran podido ayudar a mantener alimentada a la enorme población refugiada y que ahora
veía como los romanos rodeaban la ciudad sin remedio... y sin alimentos. La conquista de
Jerusalén fue terrible. Los romanos avanzaron metro a metro sobre un terreno defendido
fanáticamente por los judíos en medio de un hambre atroz que mataba más judíos que los
propios romanos mientras los hombres de Juan de Giscala, enloquecidos por el hambre, se
dedicaban a torturar y asesinar a más y más judíos en medio de una sanguinaria orgía
que parecía no tener fin. Tras conquistar la Antonia, Tito ordenó el asalto del último
baluarte: el Templo. A pesar de las órdenes expresas de Tito para evitar su destrucción,
en medio de la lucha se incendió y quedó destruido. Todos los zelotes fueron ejecutados
salvo 700 que fueron enviados a Roma para figurar en el Triunfo de Tito en el que se
mostraron al pueblo de Roma los tesoros sagrados del Templo tomados como botín. Simón
Bar Giora fue ejecutado en Roma y Juan de Giscala condenado a cadena perpetua.
Ilustración de Peter
Connolly (Ed. Greenhill books). Connolly que muestra el Triunfo de Tito en
Roma. El desfile ha llegado a la subida al Capitolio atravesando el Foro por la Vía Sacra
por la que desfila el ejército de Tito, entre la imponente mole de la basílica Julia y
la tribuna de los Rostra, aclamado por el Pueblo Romano. En este punto Simón Bar
Giora (esquina inferior izquierda) es apartado para ser estrangulado ritualmente en el Tullianum.
Tras Bar Giora se halla el carro de oro con Tito revestido con la toga triumphalis
de púrpura y oro. En primer plano, iniciando la ascensión al Capitolio, los legionarios
que portan los tesoros sagrados del Templo y los carteles explicativos y los toros blancos
que van a ser sacrificados a Iupiter Optimus Maximus en ofrenda.
Connolly (Ed. Greenhill books). Connolly que muestra el Triunfo de Tito en
Roma. El desfile ha llegado a la subida al Capitolio atravesando el Foro por la Vía Sacra
por la que desfila el ejército de Tito, entre la imponente mole de la basílica Julia y
la tribuna de los Rostra, aclamado por el Pueblo Romano. En este punto Simón Bar
Giora (esquina inferior izquierda) es apartado para ser estrangulado ritualmente en el Tullianum.
Tras Bar Giora se halla el carro de oro con Tito revestido con la toga triumphalis
de púrpura y oro. En primer plano, iniciando la ascensión al Capitolio, los legionarios
que portan los tesoros sagrados del Templo y los carteles explicativos y los toros blancos
que van a ser sacrificados a Iupiter Optimus Maximus en ofrenda.
El resto de los sublevados fueron vendidos y acabaron muriendo en los
juegos de gladiadores. Jerusalén fue destruida. En el año 73 el legado Flavio Silva
conquistó la fortaleza de Masada acabando con la última resistencia de los 960 zelotes
que prefirieron suicidarse antes que ser capturados.
juegos de gladiadores. Jerusalén fue destruida. En el año 73 el legado Flavio Silva
conquistó la fortaleza de Masada acabando con la última resistencia de los 960 zelotes
que prefirieron suicidarse antes que ser capturados.
Los legionarios romanos construyen la rampa de Masada. Ilustración por
Peter Connolly (Ed. Oxford University Press).
En estas circunstancias siempre trabajaban con la coraza puesta y las armas a mano.
Peter Connolly (Ed. Oxford University Press).
En estas circunstancias siempre trabajaban con la coraza puesta y las armas a mano.
La guerra del 66 al 73 fue desastrosa para Israel: Jerusalén destruida,
la tierra de Israel bajo administración de guerra, todos los derechos del pueblo judío
anulados, la obligación de pagar un impuesto especial por el simple hecho de ser judíos
(el fiscus iudaicus), centenares de miles de muertos y un país completamente
arrasado que tuvo que volver a empezar desde las cenizas de la total destrucción. Con el
Templo destruido, el judaísmo pierde la referencia de culto que pasará a las sinagogas,
por lo que la secta de los saduceos desaparece y toma mayor importancia la de los fariseos
que, a partir de entonces, liderarán espiritualmente a los judíos. A partir de ese
momento, los fariseos excluirán definitivamente a los cristianos de su concepto de
nación. Los cristianos nacidos judíos ya no serán considerados sino como un pueblo
aparte. Este apartamiento se ve claramente en el evangelio de Juan escrito quince años
después de la toma de Jerusalén.
la tierra de Israel bajo administración de guerra, todos los derechos del pueblo judío
anulados, la obligación de pagar un impuesto especial por el simple hecho de ser judíos
(el fiscus iudaicus), centenares de miles de muertos y un país completamente
arrasado que tuvo que volver a empezar desde las cenizas de la total destrucción. Con el
Templo destruido, el judaísmo pierde la referencia de culto que pasará a las sinagogas,
por lo que la secta de los saduceos desaparece y toma mayor importancia la de los fariseos
que, a partir de entonces, liderarán espiritualmente a los judíos. A partir de ese
momento, los fariseos excluirán definitivamente a los cristianos de su concepto de
nación. Los cristianos nacidos judíos ya no serán considerados sino como un pueblo
aparte. Este apartamiento se ve claramente en el evangelio de Juan escrito quince años
después de la toma de Jerusalén.
A pesar de gestos como el de Nerva anulando el fiscus iudaicus,
la marea mesiánica se extendió por todas las comunidades de la diáspora causando una
revuelta entre los años 115-117 que Trajano reprimió con todo su poder. En Alejandría,
judíos y gentiles volvieron a masacrarse por las calles hasta que la intervención de
Roma devolvió la paz de la que salieron perjudicados, obviamente, los judíos. En Chipre
los judíos masacraron a la población gentil siendo reprimidos después por Roma con toda
severidad. Todo esto trajo consecuencias gravísimas para los judíos, ya que cada vez era
mayor el odio que se les tenía por todo el Imperio. En cada ciudad donde había una
comunidad judía sus habitantes, ciudadanos romanos o no, sentían cada vez mayor
desprecio y animadversión contra ellos sucediéndose los incidentes que presagiaban un
nuevo derramamiento de sangre. Adriano, harto de la situación, ordenó una serie de
medidas muy duras como la prohibición de la circuncisión. Otro iluminado mesiánico,
Simón Bar Kosiba ("el hijo de la estrella") también llamado Simón Bar Kochba,
se alza en armas contra Roma en el año 132 consiguiendo llevar tras él a la mayoría de
la población que se lanza a un a guerra desesperada y consigue frenar a los romanos hasta
que Adriano envía al experimentado general Julio Severo. Por todo el Mediterráneo los
judíos atacaron a los gentiles provocando de nuevo las consabidas matanzas. En 135 Severo
toma Jerusalén y se terminan con los últimos reductos aislados.
la marea mesiánica se extendió por todas las comunidades de la diáspora causando una
revuelta entre los años 115-117 que Trajano reprimió con todo su poder. En Alejandría,
judíos y gentiles volvieron a masacrarse por las calles hasta que la intervención de
Roma devolvió la paz de la que salieron perjudicados, obviamente, los judíos. En Chipre
los judíos masacraron a la población gentil siendo reprimidos después por Roma con toda
severidad. Todo esto trajo consecuencias gravísimas para los judíos, ya que cada vez era
mayor el odio que se les tenía por todo el Imperio. En cada ciudad donde había una
comunidad judía sus habitantes, ciudadanos romanos o no, sentían cada vez mayor
desprecio y animadversión contra ellos sucediéndose los incidentes que presagiaban un
nuevo derramamiento de sangre. Adriano, harto de la situación, ordenó una serie de
medidas muy duras como la prohibición de la circuncisión. Otro iluminado mesiánico,
Simón Bar Kosiba ("el hijo de la estrella") también llamado Simón Bar Kochba,
se alza en armas contra Roma en el año 132 consiguiendo llevar tras él a la mayoría de
la población que se lanza a un a guerra desesperada y consigue frenar a los romanos hasta
que Adriano envía al experimentado general Julio Severo. Por todo el Mediterráneo los
judíos atacaron a los gentiles provocando de nuevo las consabidas matanzas. En 135 Severo
toma Jerusalén y se terminan con los últimos reductos aislados.
El emperador Adriano no se anduvo con contemplaciones. Romanos y no
romanos pedían un escarmiento ejemplar y Adriano dictó las condiciones de la derrota.
Esta vez no les dejaría ni la tierra:
romanos pedían un escarmiento ejemplar y Adriano dictó las condiciones de la derrota.
Esta vez no les dejaría ni la tierra:
El judaísmo fue prohibido en la Tierra Prometida de Israel y el pueblo
judío dispersado en una diáspora que despobló Palestina. La religiosidad sacrificial
desapareció, con lo que los fariseos fortalecieron aún más el control absoluto y
exclusivo de la espiritualidad judía... Pero ya no en Israel, sino fuera de una Tierra
Prometida a la que no volverían hasta el siglo XX.
judío dispersado en una diáspora que despobló Palestina. La religiosidad sacrificial
desapareció, con lo que los fariseos fortalecieron aún más el control absoluto y
exclusivo de la espiritualidad judía... Pero ya no en Israel, sino fuera de una Tierra
Prometida a la que no volverían hasta el siglo XX.
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