Comunidad Cristiana Eben-Ezer: Estudios biblicos
"PERSPECTIVA EVANGÉLICA DEL MOVIMIENTO MESIÁNICO ACTUAL"
Ponencia del Pr. Joaquín Yebra Serrano presentada en:
* Departamento en Extensión del Seminario Teológico Bautista (Facultad
de Teología Protestante de España), Alcobendas, Madrid, 9-10 de
Junio, 2001.
* Mesa Redonda con los pastores Julián Mellado y Joaquín Yebra,
sobre "Judaísmo Mesiánico, ¿Una vuelta a los orígenes?",
organizada por la Asociación Libertad y la Comisión de Teología
de la Alianza Evangélica Española, en la Iglesia Evangélica
de Chamartín, Madrid, 9 de Noviembre de 2001.
* Introducción.* Preliminares de Interés.
* ¿Qué
es el Judaísmo Mesiánico?
*
¿Qué diferencia existe entre el Judaísmo Mesiánico
y el Judaísmo Rabínico?
*
¿En qué difiere el Judaísmo Mesiánico del Cristianismo
Tradicional?
* ¿Cuándo
comenzó el Judaísmo Mesiánico?
*
¿Cuándo desaparecieron los primeros Judíos Mesiánicos,
y por qué?
*
¿Cuándo comenzó el moderno movimiento Judío Mesiánico?
*
¿Cuál es la gran tarea del Judaísmo Mesiánico?
*
¿Cuál es la Confesión de Fe de los Judíos Mesiánicos?
*
Algunas precisiones teológicas importantes desde la perspectiva del Judaísmo
Mesiánico.
*
¿Cuál es la Apologética básica del Judaísmo
Mesiánico frente al Judaísmo Rabínico?
*
Actitud del Judaísmo Mesiánico respecto a la Tierra de Israel.
*
¿Por qué un Judaísmo Mesiánico en vez de la integración
de los Judíos Mesiánicos en las Iglesias Cristianas?
* Conclusión.
* Bibliografía.
Pr. Joaquín Yebra Serrano.
Introducción:
Estamos viviendo días muy señalados en la economía de la salvación. Y un indicio al respecto, entre muchos otros, es que cada
día son más los judíos que reconocen a "Yeshúa"
-latinizado "Jesús"- como su Mesías y Salvador personal.
Estos judíos, que no dejan de serlo por seguir a Jesús, son los
que prefieren denominarse "Judíos Mesiánicos". Reconocen
que de muy diversas procedencias hemos venido a los pies del Mesías -algunos
del ateísmo, o de las iglesias históricas y su cristianismo nominal,
y otros del judaísmo- pero por una sola sangre hemos sido lavados, y
por un solo Espíritu hemos sido regenerados, y por un solo sacrificio
hemos sido redimidos; por una sola resurrección hemos sido declarados
justos, y porque ahora reina Jesús a la diestra de Dios Padre, todos
los redimidos tendremos acceso por la fe en Jesús de Nazaret a la presencia
de Dios, en el poder del nombre de Jesús-en hebreo "Yeshúa"-
quien fue inmolado, resucitado y glorificado.
Vamos, pues, a iniciar esta ponencia sobre el Judaísmo Mesiánico
-también conocido en algunos círculos como Hebreo-Cristianismo,
según se enfaticen más los elementos judíos o los gentil-cristianos-
tratando de contestar a las preguntas más frecuentes al respecto, y vamos
a hacerlo, naturalmente, aproximando nuestra perspectiva evangélica a
las fuentes judeo-mesiánicas.
Preliminares de Interés:
Conviene deshacerse de los estereotipos generalizados. Todos los judíosno son ricos, intelectuales, ni tienen las mismas características físicas
-por cuanto no existe una "raza" judía- ni piensan de la misma
manera. La Comunidad Judía es muy variopinta y multiforme en todos los
planos y sentidos.
Ni mucho menos son religiosos todos los judíos. Aunque la inmensa mayoría
de ellos se identifican como judíos, más del sesenta por ciento
de los judíos no asisten a la sinagoga. En una nación como los
Estados Unidos de América, con un gran contingente de población
judía, sólo un treinta y nuevo por ciento de ellos afirman ser
miembros de una sinagoga, de los cuales el quince por ciento son Reformados,
otro quince por ciento son Conservadores y un diez por ciento son Ortodoxos.
Sólo un treinta y cinco por ciento manifiestan asistir a los cultos sinagogales
regularmente. Un treinta y tres por ciento manifiestan hacerlo sólo en
las grandes solemnidades, y un veintitrés por ciento lo hacer sólo
en ocasiones especiales, tales como bodas, circuncisiones o Bat Mitzvá.
Estos datos han sido tomados de la Encuesta de Población Nacional Judía
realizada en los Estados Unidos en el año 1990. ("Detroit Jewish
News", 25-2-1994).
Aproximadamente el cincuenta por ciento de los judíos se casan con personas
de otra religión, y la mayoría de ellos no educan a sus hijos
como judíos, produciéndose una enorme asimilación. La población
judía mundial es hoy la misma que al terminar la Segunda Guerra Mundial,
después de haber sido asesinados más de seis millones en Alemania
y en los territorios ocupados por el Tercer Reich.
Los orígenes de los judíos se conocen como Ashkenazíes
o Ashkenazitas: Los de origen europeo.
Los Sefardíes o Sefarditas: Los del Mediterráneo -principalmente
de la Península Ibérica- y países árabes. Los Falashas:
Los de piel negra, procedentes de Etiopía, donde existe una comunidad
judía que se remonta en la historia al tiempo del Rey Salomón
y la Reina de Seba.
* ¿Qué es el Judaísmo Mesiánico?
El Judaísmo Mesiánico es un movimiento del pueblo judíoque cree en Yeshúa como el Mesías y Salvador para Israel y para
el mundo. Los judíos mesiánicos no han dejado de ser judíos,
por consiguiente continúan su forma de vida de adoración como
hebreos, al igual que Jesús de Nazaret. El pueblo judío que ha
encontrado a su Mesías en Jesús no se han convertido a otra religión,
sino que se han realizado en su fe y herencia. El término "cristiano",
que originalmente significaba "seguidor o discípulo del Mesías
Jesús" es un magnífico término. El problema radica
en que con el paso de los años llegó a convertirse en "enemigo
de los judíos". Y si los gentiles desconocemos esa historia, los
judíos no, por cuanto les ha tocado vivirla y sufrirla en su propia carne.
Conviene aquí tener presente, como desarrollaremos más adelante,
que para la mayoría de los judíos de la actualidad la palabra
"cristiano" no significa "seguidor del judío Jesús",
sino simplemente "un gentil que asiste a la iglesia". De manera que
cuando un judío reconoce a Jesucristo como su Salvador y Señor
tiene la idea de que ha cambiado de religión, o que ya ha dejado de ser
judío.
Los judíos mesiánicos creen todo lo contrario. Afirman haber
encontrado al Mesías Judío en Jesús de Nazaret, y se consideran
ahora judíos completos. De ahí que prefieran denominarse "judíos
mesiánicos" frente a "cristianos". "Convertirse en
un judío mesiánico" expresa mucho mejor su experiencia con
el Señor que "convertirse al cristianismo". Por otra parte,
muchos manifiestan que "convertirse en un judío mesiánico"
es más fácil que ponerse a estudiar las características
diferenciales de los centenares de denominaciones e iglesias cristianas que
tristemente luchan por pretender ser la verdadera forma de cristianismo.
* ¿Qué diferencia existe entre el Judaísmo Mesiánico
y el Judaísmo Rabínico?
El Judaísmo Rabínico es el que se forma en torno a las enseñanzas de los sabios y rabinos de Israel. Su formación comenzó hace mil
novecientos años, cuando fue destruido el Segundo Templo y cesó
el sistema sacrificial del sacerdocio levítico. Anteriormente no puede
hablarse estrictamente de "Judaísmo", por cuanto la religión
de Israel estaba centrada en el Templo y en el sistema sacrificial, mientras
que el "judaísmo", con todo rigor, se centra en torno a la
sinagoga, principalmente en el ámbito de la diáspora. Después
de la destrucción del Templo los rabinos introdujeron muchas leyes y
normas como defensa contra la dispersión y la asimilación, como
es el caso del Talmud, el cual forma hoy el fundamento del Judaísmo Rabínico.
El Judaísmo Rabínico consiste de varias ramas, entre las cuales
las principales son: El Judaísmo Ortodoxo, el Jasídico, el Reformado,
el Conservador, y el Humanista.
El Judaísmo Ortodoxo viene de los fariseos. Creen y esperan a un Mesías
personal y en el "Mundo-por-venir". La mayoría de ellos creen
que el Talmud es igual a la Biblia en autoridad.
El Movimiento Jasídico forma parte, a efectos prácticos, de la
rama ortodoxa. Comenzó en la Europa Oriental a finales del siglo XVIII.
Con mucha frecuencia incluye un buen grado de reverencia al "Rebbe",
el Baal Shem Tov, su fundador. Su inclinación es totalmente mística.
En algunos de sus grupos se acepta abiertamente la reencarnación, y en
los últimos años muchos se han abierto a los principios místicos
de la Nueva Era (New Age). Su tendencia general es hacia el aislamiento, incluso
respecto a los propios judíos.
El Judaísmo Reformado es la rama que nació durante el período
de la Ilustración alemana, a principios del siglo XIX. Liberalizó
muchas leyes y tradiciones, particularmente lo referente a la observancia del
Shabat y las normas dietéticas de la cashrut. También quitaron
el énfasis en lo
sobrenatural. Fue una manera de procurar que el pueblo judío pudiera
encajar en la sociedad occidental en general, y en la alemana en particular,
reteniendo la moral y la ética judías. Niegan la existencia de
un Mesías personal, y tampoco creen en la existencia de un cielo y un
infierno, lo que les aproxima en este sentido a la postura protestante de la
"escatología realizada" de C.H. Dodd. Sin embargo, su liberalismo
no les salvó de la persecución nazi.
El Judaísmo Conservador fue, realmente, una reacción al Judaísmo
Reformado. Pudiera decirse que el movimiento conservador se puede ubicar entre
el Judaísmo Ortodoxo y el Reformado. Su característica es una
mayor libertad en cuanto al cambio de las leyes y tradiciones.
El Judaísmo Humanista podría definirse como un "judaísmo
sin Dios", con enfoque humanista, es decir, centrado en el hombre, y de
manera particular en el pueblo judío. Este Judaísmo-Humanista-Secular
está muy extendido por los Estados Unidos de América, y tiene
su "sede" en el Templo Birmingham, en Detroit, Michigan, EE.UU. de
América.
El Judaísmo Mesiánico difiere por cuanto acepta y confía
plenamente en las Sagradas Escrituras. "Nuestra fe es el Judaísmo
de la Biblia, y está centrado en torno al Mesías, y afirma que
no es necesario ir por medio de los sabios y rabinos para conocer a Dios, sino
que tenemos acceso al Señor por medio de la obra expiatoria del Mesías
Yeshúa, quien nos ha completado como judíos creyentes, y, por
lo tanto, ha completado nuestro judaísmo". ("The Messianic
Times, Sinagoga Shoresh David, Tampa, Florida, USA.).
* ¿En qué difiere el Judaísmo Mesiánico del Cristianismo
Tradicional?
El Judaísmo Mesiánico afirma ser uno en el Espíritu Santo con todos los verdaderos cristianos gentiles, nacidos de nuevo, pero se reserva
el derecho de su propia expresión de fe en el Mesías. El Judaísmo
Mesiánico mantiene que es judío creer en Yeshúa, y, al
mismo tiempo, observar las fiestas dadas por Dios a Israel (no "fiestas
judías", sino "fiestas solemnes del Señor"), mientras
afirma que el único camino para ser salvos y ser verdaderamente renacidos
del Espíritu Santo es por medio de la fe en la obra expiatoria del Mesías
Yeshúa.
El argumento del judaísmo mesiánico ante judíos y cristianos
por igual es que Yeshúa ha-Mashíaj, Jesucristo, vino para cumplir
la Ley y los Profetas, y que, por consiguiente, como pueblo judío, y
por creer en el Mesías judío para todas las naciones, no pueden
convertirse en la paradoja de "no ser judíos".
* ¿Cuándo comenzó el Judaísmo Mesiánico?
El Judaísmo Mesiánico nace con Jesús y sus discípulosy apóstoles, todos ellos judíos, como el propio Jesús,
quien se crió en un hogar judío, vivió como judío,
y murió como Rey de los judíos. Todos los escritores del Nuevo
Testamento eran judíos; Jesús ministró a los judíos
en la tierra judía; y bastantes historiadores afirman que en el siglo
primero más de un millón de judíos, tanto dentro de la
tierra de Israel como en la diáspora, profesaban su fe en Yeshúa
como Mesías de Israel y Salvador del mundo. (Hechos 2:37-42, 47; 4:4-6;
6:7; 9:31; 21:20). Muchas evidencias históricas muestran que durante
el primer siglo eran literalmente judíos mesiánicos la casi absoluta
totalidad de la Cristiandad. De modo que, desde esta perspectiva, los judíos
del primer siglo que rindieron sus vidas a Jesús no se "convirtieron"
al "cristianismo", como casi la totalidad de los teólogos cristianos
han afirmado y afirman, sino que la "iglesia primitiva" no es nada
más que un eufemismo para no reconocer que se trataba de la Comunidad
Judía Mesiánica.
Los acontecimientos del capítulo 10 de los Hechos de los Apóstoles
dan sobrada cuenta de que los judíos mesiánicos comprendieron
que el mensaje de Yeshúa era para todas las naciones (etnias), cumpliéndose
de ese modo la profecía bíblica: (Génesis 12:3; Isaías
49:6; 42:6).
Dios mostró milagrosamente a los judíos mesiánicos que
Él era el Mesías tanto de los hebreos como de los gentiles: Del
judío primeramente, y del gentil igualmente: (Romanos 1:16.).
Irónicamente, en el primer siglo la controversia no era si los judíos
podían creer en Yeshúa como Mesías, sino si los gentiles
podían creer en Yeshúa sin convertirse primeramente al judaísmo.
La respuesta de los apóstoles -todos ellos judíos- no puede ser
más clara, según se desprende de las conclusiones del Concilio
de Jerusalem, como leemos en el Libro de los Hechos de los Apóstoles
15: 7-20, 23-32.
Como resultado de la predicación del Evangelio, un gran contingente
de gentiles entraron en la fe de Yeshúa. Esto contribuyó notablemente
en el proceso de "desjudaización" de la fe mesiánica,
particularmente después de la muerte de los apóstoles, hasta alcanzar
su punto culminante en el sincretismo constantiniano. Aquí conviene tener
muy presente el hecho de que Constantino el Grande, fundador de la dinastía,
fue un adorador del dios solar Mitra, una deidad iraní estrechamente
relacionada con la astrología (de ahí que sus representaciones
contengan siempre animales a su alrededor, en representación de las constelaciones
zodiacales). El culto a Mitra había sido traído a Roma por algunos
soldados, entre quienes había llegado a ser una religión bastante
ligada a las fuerzas armadas imperiales. De manera que la conversión
del emperador Constantino (313 d.C.) no fue tanto al cristianismo, entendido
como fe mesiánica, sino más bien la aplicación de una careta
cristiana al mitraísmo, el cual quedó perfectamente disfrazado
dentro de la nueva religión oficial del Imperio Romano y sus pretensiones
de universalidad. De hecho, muchos de los sacerdotes de Mitra, también
llamado Tamuz, pasaron a las filas del "cristianismo constantiniano"
sin mucha dificultad. Cualquier observador medianamente instruido puede comprobar
cómo se conservan los rasgos del mitraísmo perfectamente presentes
en el solideo papal, en la forma redonda de la hostia -alusiva al disco solar-,
en el sagrario y su frecuente uso de los rayos solares como elemento decorativo,
en las vestiduras pontificales del alto clero romano, y en la adoración
de la santa cruz, símbolo de la inicial de Tamuz, introducida en el siglo
IV por medio de Helena, madre de Constantino el Grande, junto con las imágenes,
además de muchos otros detalles más o menos significativos. Entre
ellos cabría mencionar la adoración ceremoniosa-ritualística,
la oración por los difuntos, la veneración de las reliquias (huesos
y cabellos de los "santos"), los edificios y mobiliarios lujosos,
etc. En ese caldo de cultivo pronto aparecerían los elementos precisos
para llegar al triple culto de la latría, la dulía y la hiperdulía,
así como el purgatorio y el celibato forzoso, todo ello fruto del distanciamiento
de las raíces judías de la fe. De ahí también todos
los esfuerzos históricos por impedir, desde la iglesia estatal, que la
Biblia llegara a las lenguas de los pueblos... ¡Nada tan judío
como la Biblia!
Al reducirse el número de hebreos frente al cada día mayor contingente
de gentiles dentro del seno de las comunidades mesiánicas, las raíces
judías de la fe cristiana eventualmente se fueron debilitando hasta perderse
en gran manera. Poco a poco fue desarrollándose el rechazo y la deslegitimación
de la Iglesia hacia todo lo judío, especialmente por la influencia de
la patrística griega. El estudio de las obras de los llamados "padres
de la Iglesia" (Jerónimo, Eusebio, Cirilo, Orígenes, Crisóstomo,
Papías, Justino Mártir, Ambrosio, etc.) nos mostrará inequívocamente
su general talante anti-semita, e incluso, en algunos casos muy influyentes,
su furibundo anti-judaísmo. Notables anti-judíos fueron elevados
a los altares. Así se engendró la gran paradoja de la historia:
Comenzó a ser extraño lo judío a los ojos de los cristianos
gentiles, y se hizo extraño igualmente que un judío creyera en
Yeshúa como el Mesías. El Mesías Yeshúa no puede
ser reconocido como judío por la mayoría de los judíos
de nuestros días, y la mayoría de los cristianos gentiles desconocen
o minimizan la importancia de la judeidad de Jesucristo. Insistimos en que se
trata de una de las mayores paradojas de la historia, dentro de la cual personalmente
creemos que opera Satanás -¡Dios le reprenda!-, pues se trata,
a todas luces, de un proceso de satanización del pueblo hebreo. La prueba
la hallamos en la demonización de todo lo judío, su rechazo y
casi perenne asociación con todo lo legalista e intransigente.
* ¿Cuándo desaparecieron los primeros Judíos Mesiánicos
y por qué?
El Judaísmo Mesiánico continuó hasta el siglo séptimo de nuestra era, a pesar de las muchas presiones para que abandonaran sus costumbres
judías. Los rabinos presionaron para que abandonaran su fe en Yeshúa,
y los clérigos cristianos gentiles presionaron para que dejaran de vivir
como judíos. A esto hay que añadir la presión producida
por la poderosa expansión del Islam. Con el paso del tiempo, y poco después
del siglo séptimo, los judíos mesiánicos perdieron la batalla
por mantener su identidad judía, y fueron progresivamente absorbidos
por la Iglesia gentil.
* ¿Cuándo comenzó el moderno movimiento Judío
Mesiánico?
Aunque el Judaísmo Mesiánico como movimiento distintivo se desvaneció en el siglo séptimo, existen testimonios de que siempre ha habido judíos
que han creído en Yeshúa como Mesías y Salvador. Sabemos
por los archivos bíblicos e históricos que había sinagogas
mesiánicas por todo el Imperio Romano, y aun más allá,
tan temprano como el año 50 de nuestra era: (Santiago 1:1; 2:2; Hebreos
10:27). Estos mesiánicos del primer siglo permanecieron fieles a las
tradiciones de los padres y al amor a la tierra de Israel. De modo que en aquel
momento inicial del cristianismo no había ninguna contradicción
entre ser judío y ser discípulo de Yeshúa de Nazaret. De
hecho, la inmensa mayoría de los cristianos eran judíos. ¿Qué
más podían ser?
Este movimiento mesiánico del primer siglo se extendió notablemente.
En Hechos 21 se afirma que había decenas de miles de judíos que
creían en Jesús y eran celosos por la Torá. Hubo comunidades
mesiánicas por todo el Oriente Medio durante casi quinientos años.
Sin embargo, tenemos que esperar al siglo XVIII para ver cómo un creciente
número de judíos empezaron a creer en Yeshúa. En tiempos
modernos nos encontramos con Isaac Lichtenstein, Max Wertheimer, y Daniel Zion,
que fue Gran Rabino de Bulgaria durante la Segunda Guerra Mundial, quienes creían
en Yeshúa ha-Mashíaj.
Cuando los cristianos gentiles se preguntan por qué la mayoría
del pueblo judío no ha aceptado a Jesús como Mesías, debemos
recordar que Moisés y los profetas fueron igualmente rechazados por la
mayoría del pueblo: Números 14:1-10; Jeremías 25:4; 2º
Crónicas 36:14-16. Las Sagradas Escrituras dan testimonio de que la mayoría
del pueblo hebreo no reconocería al principio al Mesías: Isaías
53; Zacarías 12:10. De manera que el propio hecho de que la mayoría
no crea en Jesús es una prueba que se conforma a la Escritura para mostrar
que Jesús verdaderamente es el Mesías prometido. La Biblia afirma
rotundamente que dentro de la nación hebrea hubo siempre un remanente
fiel: Romanos 11:5.
Mientras que de parte gentil-cristiana se producía un creciente antijudaísmo,
de parte judía los rabinos se resistían a considerar la mesianidad
de Yeshúa. Se cumplió lo que dice el Salmo 118:22, que los dirigentes
de Israel rechazarían al Mesías.
En el siglo XIX aparecieron los primeros signos importantes del resurgimiento
del Judaísmo Mesiánico, cuando en Inglaterra, y con la formación
de las Sociedades Hebreo-Cristianas, comenzaron a reunirse los entonces escasísimos
judíos que afirmaban creer en Jesucristo como Mesías de Israel
y Salvador personal. Aquí conviene destacar que estos judíos se
habían convertido al cristianismo, olvidando sus raíces en distintos
grados, a diferencia del Judaísmo Mesiánico de nuestros días,
formado por judíos que se saben y se afirman como judíos. De aquellas
filas de judíos-cristianos salió Benjamín Disraeli, primer
y único Primer Ministro Británico en la historia del Reino Unido.
En aquellos días del siglo XIX se fundó en Inglaterra la "Sociedad
para la Difusión de las Sagradas Escrituras entre el Pueblo Judío".
Poco después se fundó la "Alianza Internacional Hebreo-Cristiana",
que después cambiaría su nombre por el de "Alianza Internacional
Judío Mesiánica".
Uno de los hombres destacados en este sentido es el judío alemán
Arnold Frank, de Hamburgo, Alemania, quien en 1876 aceptó la mesianidad
de Jesús de Nazaret a través del testimonio de un amigo cristiano
gentil. Después de su formación académica en Belfast, Irlanda,
para el ministerio pastoral, Arnold Frank regresó a Alemania donde se
dedicó a la distribución de literatura cristiana entre los numerosísimos
judíos de Rusia y Polonia que emigraron a Alemania en busca de trabajo,
muchos de ellos con miras a viajar a América. Arnold Frank organizó
centros de acogida donde les proporcionaba una comida caliente y atención
sanitaria. Después estableció la "Casa Misión Jerusalem"
donde acogió a muchos judíos que respondían al Evangelio.
En aquellos días fueron muchos los judíos que creyeron en Jesús,
aceptándole como Salvador personal. Cincuenta de ellos salieron para
servir al Señor como misioneros. Frank también publicó
una revista, "Zions Freund", en la cual aparecían artículos
de interés para judíos y cristianos. La circulación de
esta publicación pasó de unos cuantos centenares a cuarenta mil,
hasta que los nazis prohibieron su publicación a finales del año
1936. El Dr. Arnold Frank trabajó como misionero a los judíos
en la ciudad de Hamburgo hasta el año 1938, cuando, a la edad de 79 años,
fue obligado a escapar de los nazis e instalarse en Irlanda. El edificio de
la misión en Hamburgo fue confiscado, pero Arnold Frank continuó
trabajando en la obra del Señor en Irlanda durante otros 26 años
de su vida, hasta morir a la edad de 106 años. Aunque los nazis trataron
de destruir completamente el trabajo al que había dedicado toda su vida,
su legado ha continuado hasta nuestros días.
Uno de los jóvenes que abrazaron la fe de Jesús por medio del
testimonio de Arnold Frank fue John Düring, un joven judío que logró
escapar de la Alemania nazi para instalarse en Sudáfrica en el año
1938. En 1950, Düring, con la bendición y el apoyo de Arnold Frank,
estableció la Sociedad Misionera Buenas Nuevas" para la distribución
de literatura entre los judíos. También editó la revista
"Buenas Nuevas", tanto en inglés como en afrikaans, y relanzó
la publicación de la revista "Zions Freund". John Düring
sirvió fielmente al Señor, junto con su esposa Marie, durante
treinta años, estableciendo y manteniendo un firme testimonio para los
judíos mediante la excelente literatura producida por su sociedad misionera.
Después de la muerte de John Düring, en el año 1979, Sean
O'Sullivan fue invitado para continuar con la labor. En 1999 pudo extenderse
la obra hasta los Estados Unidos de América, donde se encuentra el mayor
contingente de judíos fuera de Israel, y Sean se instaló en Nueva
York. Invitó a Peter Cohen para fundir las obras de Sudáfrica
y de América en una sola organización bajo el nombre de "Las
Buenas Nuevas Mesiánicas".
El movimiento judío mesiánico comienza a tomar verdadero auge
a partir del año 1967, cuando Israel obtuvo la gran victoria de la Guerra
de los Seis Días, y Jerusalem volvió a estar bajo gobierno judío
por primera vez después de 2000 años. Muchos entendieron que se
cumplía la profecía y "Jerusalem dejaba de estar hollada
por los gentiles." Desde aquella fecha miles de judíos han creído
en Yeshúa como Salvador y Mesías. Actualmente, y tras el desarrollo
experimentado en la década de los 90, hay más de 200 Congregaciones
Mesiánicas en los Estados Unidos de América, 81 en la tierra de
Israel, y cientos de ellas en el resto del mundo: Inglaterra, Francia, Escocia,
Australia, Nueva Zelanda, Méjico, Brasil, Argentina y Canadá.
En ellas suele haber también algunos gentiles que han optado por expresar
su fe junto con sus hermanos judíos. Hoy son cientos de miles los judíos
mesiánicos, y las sinagogas o comunidades mesiánicas está
experimentando un crecimiento profético inimaginable. Paralelamente,
cada día son más numerosos también los cristianos gentiles
de todas las denominaciones que descubren las raíces judías de
la fe cristiana, y sus implicaciones. Y ello demuestra que el Mesianismo Judío
es un renacer de la fe de los primeros discípulos judíos de Yeshúa
en el primer siglo; una forma de cristianismo distanciado de las tradiciones
gentiles que se ha ido acumulando en el pensamiento cristiano en el curso de
los siglos.
Aunque no existen estadísticas exactas, las cifras más conservadoras
apuntan hacia 50.000 judíos mesiánicos en los Estados Unidos de
América. (La población judía de esta nación es de
5,5 millones). En la tierra de Israel son unos 3.000 los miembros de las sinagogas
mesiánicas. Celebran su fe mesiánica -"cristiana"- pero
siguen siendo judíos que cantan las canciones que siempre entonaron al
Señor, danzan sus bailes, celebran las fiestas solemnes del Señor,
usan el talít, y emplean la nomenclatura hebrea en lugar de la griega
que es común al resto de los cristianos.
En este sentido conviene reflexionar sobre el hecho de que muchas personas
tienen una dicotomía en sus mentes. Por una parte, contemplan el hecho
de los judíos y el judaísmo en un extremo de la balanza, y en
el otro contemplan a los cristianos y al cristianismo. O eres lo uno, o bien
eres lo otro. Pero esta simple dicotomía no es una simple dicotomía
en absoluto. Y la prueba está en que si nos trasladamos dos mil años
atrás, encontramos que nuestro Señor Jesucristo era un judío
que vivía en la nación judía, al igual que los apóstoles,
los primeros discípulos, los escritores del Nuevo Testamento y la Iglesia
naciente... El cambio se produce cuando Jerusalem es reemplazada por Roma y
por la filosofía aristotélico-platónica.
Paralelamente a este progreso, el Señor obraba en el pueblo hebreo mediante
la publicación de un libro sencillo, aparentemente insignificante, pero
que cambiaría la historia. Se trata de "El Estado Judío",
del periodista judío austriaco Theodoro Herzl, padre del Movimiento Sionista,
en el que se establecían los fundamentos para la nación de Israel.
* ¿Cuál es la gran tarea del Judaísmo Mesiánico?
En realidad, la gran tarea del movimiento que estudiamos no es el reconocimientode que Jesús fuera Yeshúa, es decir, el reconocimiento de la judeidad
de Jesucristo de Nazaret, pues eso es absolutamente innegable, sino, antes bien,
si Yeshúa es el verdadero Mesías prometido. Si lo es, entonces
lo más judío que todo judío puede hacer es creer en Él.
La única forma noble de responder a este gran interrogante es aproximándonos
a las Sagradas Escrituras, tal y como hicieron aquellos judíos de la
sinagoga de Berea, lo que contribuyó a que muchos de ellos creyeran en
el Señor, así como los griegos -probablemente prosélitos-
que estaban entre ellos: (Hechos 17:10-12.).
Efectivamente, el Judaísmo Mesiánico afirma que la respuesta
está en el estudio de las Escrituras en general, y en las profecías
respecto del Mesías en particular. Según ellas, el Mesías
ha de venir dos veces. La primera vez como Ebed Yavé, como Siervo Sufriente
-Redentor- para padecer y morir por los hombres, y la segunda vez como Rey de
la era mesiánica, para traer paz sobre la tierra.
La gran labor del Judaísmo Mesiánico consiste particularmente
en mostrar a los judíos que los rabinos de antaño no sólo
sabían que el Mesías iba a ser traspasado, sino que también
conocían que iba a morir: (Zacarías 12:10 e Isaías 53:4.).
La discusión rabínica está registrada en el Talmud Sukkah
52A, donde los rabinos reconocen que la causa del llanto y de la aflicción
de Zacarías 12:10 es el sufrimiento del Mesías, azotado por nuestros
pecados. Y el viejo Tárgum
rabínico -traducción aramea amplificada- explica que el lloro
de Zacarías es por el Mesías sufriente por nuestros pecados, y
respecto de Isaías 53 dice que se refiere "a mi sirviente, el Mesías,
en el cual yo me complazco."
El profeta Daniel profetizó que 483 años después del 14
de Marzo del año 445 a.C. el Mesías vendría. Si leemos
Daniel 9:25-26 notaremos que la palabra "sietes" - o semanas- es similar
a nuestro término "década", pero significa "siete
años". Así que al leer "siete sietes", esto equivale
a 49 años (7 X 7 = 49). Cuando se habla de "setenta y dos "sietes"
- o semanas- esto equivale a 434 años (62 X 7 = 434). Ahora, al añadir
49 + 434 obtenemos 483 años. Y pasados estos 483 años, después
del decreto de restauración y reconstrucción de Jerusalem - el
14 de Marzo de 445 a.C. - nos encontramos con Yeshúa (el Mesías)
caminando en la tierra de Israel. Luego, y tal y como Daniel lo había
profetizado, Jerusalem y el Templo serían destruidos en el año
70 de nuestra era.
El Talmud -tratado Yoma 39:b- dice que durante el Yom Kippur -Día de
Expiación- era costumbre amarrar una cinta de lana roja a la puerta del
Templo de Jerusalem. Después del sacrificio de expiación, y de
forma milagrosa, la cinta de lana roja se volvía blanca, como señal
de que los pecados del pueblo habían sido perdonados. Sin embargo, durante
los 40 años después de la muerte del Mesías, y antes de
la destrucción del Templo en el año 70, la cinta de lana permaneció
roja. Y los propios rabinos comprendieron que el Señor estaba diciendo
que Él no perdonaba. El comienzo de esos 40 años coincide con
la escritura que hallamos en Génesis 22:8 (Adonai Yir'eh, "Adonai
proveerá"). En otras palabras: Dios proveyó su propio Cordero,
perfecto y sin mancha, para ser sacrificado como expiación eterna por
nuestros pecados, pero sólo y únicamente si nosotros aceptamos
su plan de expiación.
Dios profetizó su Nuevo Pacto en la promesa de Jeremías 31:31-32.
Y los rabinos antiguos, comentando sobre este texto de Jeremías, en el
Midrash Tehelim 3:14, dicen: "Cuando el tiempo del advenimiento del Mesías
estuviera cerca, entonces Dios le dirá al Mesías: "Con Él
yo haré un Nuevo Pacto". Y este será tiempo en que le reconoceré
a Él como Hijo, diciendo: "Este día yo te engendré".
De modo que los rabinos antiguos de Israel vieron en esta Escritura que el Nuevo
Pacto sería presentado por el Mesías, quien sería Hijo
de Dios. Hay que esperar al año 1050 d.C. para encontrar la primera interpretación
judía del capítulo 53 de Isaías refiriéndose a la
nación judía, en lugar de a un Mesías personal. Y semejante
punto de vista no llegó a ser el predominante en círculos judíos
hasta el siglo XIX.
También en el comentario midráshico Talpiyot 58a leemos así:
"Él se sentaría y explicaría la Torá que daría
a través del Mesías."
Ahora bien, el Judaísmo Mesiánico manifiesta que según
las Escrituras del pueblo de Israel hay 8 elementos que identificarían
quién sería el Mesías:
1. Nacería en Belén (Casa de Pan): Miqueas 5:2.
2. Cuando nacería: Daniel 9:25.
3. Su forma de nacimiento: Isaías 7:14.
4. Sería traicionado: Zacarías 11:12-13.
5. La forma de su muerte: Zacarías 12:10.
6. Horadarían sus manos y sus pies: Salmo 22:16-18.
7. La gente se burlaría de Él: Salmo 22:7.
8. Su enterramiento: Isaías 53:9.
Matemáticamente, la probabilidad de que estos ocho puntos se cumplieran
en una sola persona es de 1 en 100.000.000.000.000.000. (1 en 10 a la potencia
de 17; es decir, 100 mil billones).
Otro importante aspecto de la tarea del Judaísmo Mesiánico consiste
en descubrir y resolver el tremendo error de la llamada "Teología
del Reemplazo". Se trata de la corriente teológica más generalizada,
según la cual el pueblo judío ya no es "pueblo de Dios",
debido a su pecado de no haber aceptado al Mesías, y que, por lo tanto,
la "Iglesia" es el "Israel espiritual" de Dios. Según
esta teología, todas las promesas y bendiciones para Israel han pasado
para cumplimiento a la Iglesia, y como consecuencia, no tenemos que prestar
atención a ningún acontecimiento, profético o bíblico,
respecto a Israel. Sin embargo, las Escrituras afirman que el Señor no
ha desechado al pueblo judío: (Romanos 11:1-2).
Las consecuencias de esta corriente de pensamiento, cuyas raíces en
el marcionismo explican tantos crímenes de los "cristianos"
contra los judíos en el curso de los tiempos, tales como las Cruzadas,
la Inquisición y el Holocausto, han sido verdaderamente desastrosas.
Y la prueba la hallamos en que los Cruzados creían hacer un favor a Dios
al matar a miles de judíos; los reinos que respaldaban a la Inquisición
confiscaron los bienes de las familias judías y asesinaron a muchos de
los que no aceptaban pasar a ser súbditos de la Iglesia. Lo mismo vemos
repetirse hace bien pocos años durante el mandato del cabo Hitler, quien,
como él mismo explicara al nuncio papal en Berlín, sólo
se atrevía a continuar lo que la Iglesia había acometido en el
pasado.
* ¿Cuál es la Confesión de Fe de los Judíos Mesiánicos?
Aunque existen varias confesiones de fe, todas ellas aceptan los siguientespuntos fundamentales:
Creemos en ambos el Tanaj (Antiguo Testamento) y el B'rit Hadashah (Nuevo Testamento),
la Biblia completa, como Palabra de Dios, inspirada, sola e infalible con autoridad
de Adonai.
Creemos que hay un solo Dios, que eternamente existe como Dios el Padre, Yeshúa
el Mesías, y Rúaj HaKodesh (Espíritu Santo).
Creemos en la deidad de nuestro Señor Yeshúa el Mesías,
en su nacimiento de una virgen, en su vida sin pecado, en sus milagros, en su
muerte redentora y representativa a través de su sangre derramada, en
su resurrección corporal, en su ascensión a la mano derecha del
Padre Dios, y en su pronto regreso en poder y gloria.
Creemos que Yeshúa es tanto el Mesías Ben Yosef ("Hijo de
José", "Siervo Sufriente") como el Mesías Ben David
("Hijo de David", el "Rey de Gloria" en su pronto regreso).
Creemos que para la salvación de cualquier persona, la regeneración
por el Rúaj HaKodesh (el Espíritu Santo) es absolutamente esencial.
Creemos en el ministerio presente del Rúaj HaKodesh, quien al vivir
en el creyente (judío o gentil) le permite vivir una vida piadosa.
Creemos en la resurrección de los muertos, ambos los salvados y los
perdidos. Los justificados
serán resucitados para vida eterna, mientras que los impíos lo
serán para eterna condenación.
Por consiguiente, los judíos mesiánicos afirman seis leyes espirituales
fundamentales:
Primeramente, que Dios ama y desea que todos los hombres experimenten una vida
llena de bendiciones, y que la fuente de esa clase de vida es el propio Dios:
Salmo 16:11; Isaías 44:10.
Segundo, que el hombre mismo se ha separado de Dios por el pecado. El hombre
es pecador tanto por sus acciones como por su naturaleza: Eclesiastés
7:20; Salmo 53:2-4; Salmo 130:3-4 Salmo 143:2; Isaías 64:6; Jeremías
17:9; Job 15:14-16.
Tercero, que el resultado del pecado es la separación de Dios y la muerte
eterna: Jeremías 31:30; Ezequiel 18:4; Isaías 59:2-3.
Cuarto, que el hombre es incapaz de reconciliarse con Dios por medio de sus
propios esfuerzos u obras buenas: Job 14:4; Salmo 49:7; Proverbios 20:9; Isaías
64:6; Jeremías 2:22.
Quinto, que Dios ha provisto el camino de la redención por el cual podemos
alcanzar la reconciliación con Dios: La barrera del pecado puede ser
removida creyendo en la Palabra de Dios y recibiendo la sangre de la expiación
del Mesías: Levítico 17:11; Salmo 49:15; Isaías 43:11,
25; Isaías 53:3-12. El sistema sacrificial del Antiguo Testamento nos
estaba preparado a nosotros para el sacrificio final del Mesías. La ofrenda
por el pecado era por un individuo, el cordero de la Pascua era para una familia,
el sacrificio de Yom Kipur (Día de la Expiación) era para toda
la nación de Israel, y el Mesías murió por toda la humanidad.
Sexto, debemos recibir al Mesías Jesús -Yeshúa ha-Mashíaj-
por la fe en nuestra vida, de manera personal, y someternos a Él como
Salvador y Señor, Redentor y Maestro: Génesis 15:6; Habacuc 2:4;
Juan 1:12; Apocalipsis 3:20.
* ¿Creen los Judíos Mesiánicos que deben guardar la Ley
de Moisés?
Desde la perspectiva del judío mesiánico, la respuesta no es fácil. Muy al estilo judío, hay que responder diciendo que "sí
y no". La Torá contiene 613 mitzvot (Ordenanzas)) dadas por el Señor
a Moisés. Estos mandamientos comprenden fiestas, sacrificios, leyes dietéticas,
principios éticos, normas judiciales, los Diez Mandamientos (Palabras)
y diversas enseñanzas puntuales. Los judíos mesiánicos
afirman que no pueden ser justificados y salvos por medio de la Ley, por cuanto
la única manera de salvarse mediante la Ley es guardando todos sus mandamientos,
ordenanzas y preceptos perfectamente. Y esto es imposible, no porque la Ley
se imperfecta, sino por la imperfección propia de nuestra naturaleza
pecadora: (Deuteronomio 27:26; Eclesiastés 7:20.). Dios envió
a su Hijo a derramar su preciosa sangre porque fuimos desobedientes a sus preceptos
e incapaces de una obediencia perfecta que nos justificara para tener vida eterna.
La Biblia afirma que "no hay justo, ni aun uno." (Romanos 3:10; Salmo
14:1-3; 53:1-3). Sólo Yeshúa es Justo. Pero el Mesías no
vino a abolir la Ley, sino a cumplirla: (Mateo 5:17-19). Y este verbo griego
"plerosoo" es "cumplir", "engrandecer", incluso
"preñar". De ahí que desde la perspectiva del Judaísmo
Mesiánico se entienda que "la Ley ("Torá") ha sido
preñada con el Santo Espíritu (Rúaj HaKodesh") por
medio de Jesús el Cristo ("Yeshúa HaMashíaj")".
Efectivamente, Jesús puso en claro todas las exigencias de la Ley, y
recibió la consecuencia de la desobediencia: El juicio y el castigo en
nuestro lugar.
Aquí conviene tener presente que cuando nosotros empleamos la palabra
"Ley" es inevitable que le atribuyamos un sentido legalista, nomístico,
olvidando que la Ley es un término, en este contexto, intercambiable
con las Sagradas Escrituras, es decir, con la Torá, los Profetas y los
Escritos; o sea, el Antiguo Testamento, empleando terminología cristiana-gentil.
Recordemos que el pecado por definición es la desobediencia a la Ley
de Dios: (1ª Juan 3:4). Por
consiguiente, habiendo sido justificados por el inmenso precio de la redención
por la sangre del Mesías, eso no nos da libertad de continuar pecando.
El regalo de Dios, jamás merecido por nuestra parte, es su gracia, la
cual es completa y lo abarca todo: (Efesios 2:8-10). De modo que después
de ser justificados por la fe, Dios nos da su Espíritu para que caminemos
en las obras buenas que Él ha puesto delante de nosotros, en nuestro
camino, para que no continuemos siendo desobedientes.
El Judaísmo Mesiánico ofrece el entendimiento del equilibrio
entre la Gracia, La Fe y la Ley mediante estas Escrituras: (Romanos 2:13; 3:31;
7:12; 7:16; Mateo 5:17-19; Hechos 22:3; 22:12; 23:1-5; 25:8; 26:5-8; 26:22;
28:17; Efesios 6:1-3.).
No nos podemos amparar en nuestra obediencia imperfecta para ser salvos. Es
más, cuando podemos obedecer, es fruto del Rúaj HaKodesh -El Santo
Espíritu- que nos ha sido dado:( 1ª Juan 5:2-3; Juan 14:15). De
ahí que en el Judaísmo Mesiánico se suela expresar el desarrollo
de la Ley de Dios como "el paso de la piedra al pergamino, y del pergamino
al corazón del hombre."
El Rabino Shaúl, -Saulo, que es Pablo- pone muy en claro que todos los
creyentes tienen libertad en el Mesías Yeshúa (Gálatas
5:2), lo que significa tanto libertad de la Ley, como libertad para observar
la Ley, con libertad. De ahí la fórmula de concordia que Pablo
da a los creyentes de Roma en el capítulo 14 de su Epístola, dirigida
a una congregación formada por gentiles y un numeroso contingente de
judíos. Por otra parte, Pablo hizo cuanto pudo por ensalzar la Ley del
Señor, como también los otros judíos mesiánicos,
bajo la dirección del Espíritu Santo: (Hechos 21:20; 28:17.).
En la práctica, y hasta donde conozco, el grado de cumplimiento de los
preceptos legales varía dentro de los diferentes grupos de Judíos
Mesiánicos, principalmente en función de su grado de relación
con cristianos gentiles.
* Algunas precisiones teológicas importantes desde la perspectiva del
Judaísmo Mesiánico:
Primeramente, que el "Remanente" es fundamentalmente aplicable a Israel, no a la Iglesia gentil, por cuanto los gentiles se encuentran en la
gran muchedumbre de salvados de todas las naciones: ( Apocalipsis 7:9; Esdras
9:8, 13; Isaías 10:21; 11:11; 28:5; 37:4; Jeremías 23:3; Sofonías
3:13; Zacarías 8:11-12; Romanos 9:27; 11:5.).
En segundo lugar, el Judaísmo Mesiánico afirma que el Nuevo Pacto
es para Israel y para la Iglesia: (Hebreos 8:8-10.).
En tercer lugar, el Judaísmo Mesiánico afirma que es tiempo de
que los gentiles entiendan que la salvación viene de los judíos:
(Juan 4:27); y de restaurar (Hechos 3:16) todas las cosas antes del regreso
de Yeshúa ha-Mashíaj (Jesús el Cristo).
En cuarto lugar, la Buenas Nuevas (El Evangelio) es que la muralla de separación
no existe más, y que los gentiles están invitados a ser parte
del pueblo de Israel, conciudadanos de los santos, edificados sobre el fundamento
de los emisarios y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Yeshúa
ha-Mashíaj.
La Iglesia es bendecida al reconocer sus raíces (Génesis 12:3),
y el Señor nos revela el misterio de Romanos 11:25. De lo contrario,
en vez de ser agradecidos, nos volveremos arrogantes.
Por consiguiente, los cristianos gentiles tenemos un llamamiento especial para
provocar a celos a Israel: Romanos 11:11. Al mismo tiempo, los cristianos gentiles
tenemos una deuda de gratitud para con Israel, por cuanto por medio de Israel
nos llegó la Palabra de Dios, el conocimiento del Dios único,
de las Alianzas y Pactos, los Profetas y el Mesías, quien ha abierto
el acceso a Dios para todos. No debemos olvidar nunca que los primeros predicadores
de las Buenas Nuevas de la salvación en Cristo Jesús fueron los
apóstoles judíos enviados a todas las naciones (etnias): Romanos
9:4-5; 15:27).
Dios promete ricas bendiciones para con todos aquellos que compartan las Buenas
Nuevas con el pueblo de Israel, por cuanto todos cuantos bendigan a los descendientes
de Abraham serán bendecidos, y aquellos que maldigan al pueblo de la
promesa serán maldecidos: Génesis 12:1-3. Del mismo modo serán
bendecidos cuantos oren por la paz de Jerusalem: Salmos 122:6.
Si el fracaso de Israel en reconocer al Mesías ha traído riqueza
espiritual indescriptible a los gentiles -las naciones-; si el rechazo de Jesús
por parte de Israel ha traído la reconciliación del mundo, ¡cuánto
más traerá para Israel y para el mundo la aceptación del
Mesías por parte de Israel! Es por esto que todos los hombres y mujeres
renacidos del Espíritu Santo, de simiente incorruptible, debemos renunciar
a todas las viejas enseñanzas corruptas de naturaleza antisemita en general,
y antijudía en particular, que en el pasado realizaron muchos dirigentes
nominalmente cristianos contra el pueblo y la familia de Jesús, las cuales
sirvieron de base para que muchos gobernantes justificaran el ridículo,
discriminación, persecución y homicidio de muchos hijos de Israel.
Si no entendemos esta realidad histórica, no podremos comprender muchas
otras realidades.
* ¿Cuál es la Apologética básica del Judaísmo
Mesiánico frente al Judaísmo Rabínico?
El Judaísmo Rabínico afirma: "Nosotros creemos en un solo Dios, no en tres Dioses. Además, Dios no puede hacerse hombre."
El Judaísmo Mesiánico afirma: "Creemos en un solo Dios.
Yeshúa mismo enseñó que la "Shemá" -Deuteronomio
6:4- es el mandamiento más importante: Marcos 12:28-30. Sin embargo,
las palabras hebreas para "Uno" son "Ejad" y "Yajid".
El término "Ejad", que es el empleado en el texto de la "Shemá"
para explicar la "Unidad" de Dios es una voz que implica "unidad
compuesta", como la unidad de un marido y su esposa "como una sola
carne": Génesis 2:24. Por el contrario, "Yajid", que no
es el término utilizado en la "Shemá", implica unidad
absoluta, como la de "un hijo único": Génesis 22:2.
Además, la palabra plural "Elohim" es el nombre más
común para Dios en el Antiguo Testamento, donde aparece más de
2.500 veces. La forma singular "Eloha" sólo aparece en unas
250 ocasiones.
Otras señales de esta maravillosa pluriunidad divina aparece en textos
tales como Génesis 1:26; 3:22; 11:7; Isaías 6:1-8; Salmo 45:8;
Salmo 110:1.
En Génesis 20:13 vemos a Elohim acompañado de los verbos en plural:
"Cuando Elohim (Dios) me hizo (hicieron) salir errante de la casa de mi
padre...".
En Génesis 35:7: "Porque allí Elohim (Dios) le había
(habían) aparecido."
En 2º Samuel 7:23: "Porque Elohim (Dios) fue (fueron) para rescatarlos."
Salmo 58:11: "Ciertamente hay Elohim (Dios) que juzga (juzgan) la tierra."
Los nombres plurales aparecen en la descripción del Dios Único
en los siguientes ejemplos:
Josué 24:19 ("Dioses santos"); Eclesiastés 12:1 ("Creadores");
Salmo 149:2 ("Hacedores"); Isaías 54:5 ("Hacedores").
Podemos afirmar que Dios siempre se ha manifestado como una unidad en una pluralidad.
En el Tanaj (Antiguo Testamento), el Señor es descrito como sentado en
su Trono en el cielo, mientras que al mismo tiempo estáen todas partes
por todo el universo. Ver Salmo 139:7-12. Al mismo tiempo el Rúaj ha-Kodesh,
el Espíritu Santo, se manifestaba especialmente en los profetas, y la
Shejiná (resplandor de la gloria del Señor, presencia interior,
el Espíritu, se manifestaba en el Templo. Ver 1º Reyes 8:27.
El Tanaj (Antiguo Testamento) testifica que Dios se hizo hombre. La manifestación
del Señor en forma humana la hallamos en Génesis 3:8; Génesis
18; Génesis 32:22-32; Éxodo 24:9-11. También se ha manifestado
como Ángel de Jehová en Génesis 16:7, 9, 11. Génesis
22:1-12; Éxodo 3:2-6; Jueces 2:1-4; 6:11-22; 13:3-21.
El Judaísmo Rabínico afirma que los judíos no necesitan
de un intermediario, pues pueden acercarse a Dios directamente.
El Judaísmo Mesiánico afirma también que no es necesario
un "sacerdote" ni un "santo" para acercarse a Dios, pero
sí hemos de hacerlo conforme a los propios términos divinos. Antes
del Judaísmo Rabínico, en la época del Antiguo Testamento,
el pueblo hebreo contaba con sacerdotes y levitas para presentarse ante Dios
dentro del sistema sacrificial: Números 18:1-5; Moisés: Éxodo
32:10-14, 30-32; Aarón: Números 16:41-50; Finees: Números
25:6-13. Todos estos aparecen como intermediarios, como mediadores. Esta es
la razón por la que sólo el Sumo Sacerdote podía acceder
directamente ante la presencia de Dios, y exclusivamente en Yom Kipur, el Día
de la Expiación, y con la sangre del sacrificio por sus propios pecados
y por los de todo el pueblo de Israel.
En este sentido, entre los oficios del Mesías está el de profeta
que, como Moisés instituyó el Pacto o Alianza, así Él
también instituye el Nuevo Pacto o Alianza Renovada, con la expiación
de todos nuestros pecados: Deuteronomio 18:15-19; Jeremías 31:31-34.
El capítulo 53 de Isaías describe también la muerte del
Mesías en relación con la expiación y la mediación:
vv. 5, 6 y 12.
Consecuentemente, el Judaísmo Rabínico afirma que no creen en
la necesidad del sacrificio humano, por cuanto ningún sacrificio humano
puede ser perfecto.
El Judaísmo Mesiánico está de acuerdo en que todo sacrificio
humano sería imperfecto delante de Dios por la sencilla razón
de que todos los humanos somos pecadores. Por esta misma argumentación,
y considerando el carácter inferior de las bestias respecto de los hombres,
tampoco el sacrificio de los animales, en la antigua dispensación, podía
ser suficiente para borrar completamente el pecado de los humanos. Era necesario,
pues, alguien superior a las bestias, a los hombres y a los ángeles para
redimir y expiar a la humanidad. Como Hijo de Dios, Yeshúa, Jesús,
fue de mayor valor que toda la humanidad. El sacrificio del Mesías fue
único y perfecto, por cuanto Yeshúa ha-Mashíaj, Jesús
el Cristo, es el único ser humano que haya existido sin pecado. Sólo
Él podía ofrecer un sacrificio eficaz y suficiente. De ahí
que en Isaías 53:10 se le describa como "ofrenda por el pecado".
El Judaísmo Rabínico no cree en el pecado original. Dicho de
otra manera: No cree en la depravación del hombre por su propia naturaleza
caída. Los rabinos enseñan que los seres humanos somos "buenos",
o cuando menos "neutrales". Lo explican hablando de dos corrientes
o tendencias en todo ser humano, que son el "yetser ha-ra", lo que
podríamos traducir como "mala inclinación" y el "yetser
ha-tov" o "buena inclinación".
Los Judíos Mesiánicos afirman que las Sagradas Escrituras enseñan
que la naturaleza del hombre ha sido afectada por la caída en el pecado,
y que, por consiguiente, todos los humanos somos pecadores: Génesis 8:21;
Salmo 51:5; Salmo 14:1-3; Proverbios 20:9; Isaías 53:6; 64:6;
1º Reyes 8:46; Eclesiastés 7:20. Las Escrituras enseñan que
si no tenemos una experiencia de salvación y recibimos la presencia del
Santo Espíritu de Dios en nuestras vidas, no seremos capaces de escoger
el bien, de hacer lo bueno, y de salvarnos. El Judaísmo Mesiánico
afirma que la Shoá, el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial, debería
ser suficientemente evidente como para mostrar la realidad de la naturaleza
caída del hombre.
El Judaísmo Rabínico suele preguntar y preguntarse por qué
permitió Dios que murieran seis millones de judíos -hombres, mujeres
y niños- durante el Holocausto nazi.
El Judaísmo Mesiánico responde invitando a recordar el principio
bíblico de que Dios es capaz de sacar lo bueno de lo malo. Ver Génesis
50:20. Los resultados del Holocausto han sido, primeramente, la comprensión
de que no hay lugar seguro para el pueblo judío entre las naciones gentiles.
Ciertamente, hubiera habido un Holocausto en cualquiera de los casos, pero incuestionablemente
no habría alcanzado las escalofriantes dimensiones que tuvo si el pueblo
judío hubiese contado con la existencia del Estado de Israel. En segundo
lugar, el Holocausto fue el precio -inmenso- para el pronto establecimiento
del nuevo Estado de Israel y la recuperación de antigua patria hebrea
y sus instituciones. En tercer lugar, el Holocausto mostró que Dios es
quien detiene el mal entre los humanos, como dice el rabino Shaúl, que
es el apóstol Pablo, en 2ª Tesalonicenses 2:7. Efectivamente, el
misterio de la iniquidad está en operación en el mundo, sólo
que hay quien lo detiene al presente, hasta que él a su vez sea quitado
de en medio. El Santo Espíritu de Dios es quien detiene la progresión
del mal, y mientras el Santo Consolador esté en nuestro medio, hasta
el Gran Día de Dios, el mal no podrá superar sus límites.
El diabólico plan del cabo Hitler -"cabo" es la máxima
graduación alcanzada por este personaje austriaco en su carrera militar
en el ejército alemán- no fue más allá. Dios le
puso fin. De lo contrario, la totalidad o la inmensa mayoría de los judíos
del mundo hubieran compartido el destino de los millones aniquilados. A pesar
de que muchos que hubieran podido hacer algo por detener primeramente los planes
y después la matanza de judíos, optaron por mirar hacia otro lado,
Dios no violó la libertad concedida al hombre para tomar decisiones y
elegir consecuentemente. Millones decidieron no ver lo que estaba ocurriendo.
Millones optaron por colaborar voluntariamente con aquella máquina infernal
de dolor y destrucción. Sin embargo, el Señor no dejará
sin juzgar en el día señalado: Salmo 37:7-11; Daniel 12:2. En
cuarto lugar, el Holocausto debe servir para que tengamos presente el principio
bíblico de la mayor responsabilidad ante Dios de parte de aquellos entre
quienes es mayor el conocimiento: Amós 3:2; Levístico 26; Deuteronomio
28; Hebreos 12:5-11. La Escritura afirma que el pueblo es vencido por sus enemigos
cuando se aparta de Dios. La destrucción de Jerusalem y del Templo en
el año 70 d.C., la larga diáspora de aproximadamente mil novecientos
años, las persecuciones y expulsiones, que culminan en el Holocausto,
son pruebas indudables de la necesidad de arrepentimiento, en el sentido más
literal, más hebreo, de "vuelta a Dios".
El Judaísmo Rabínico rechaza toda posibilidad de mesianidad en
Jesucristo por cuanto la historia de la Cristiandad es una larga sucesión
de actos cargados de odio, persecución y matanza de judíos. Por
consiguiente, de la misma manera que un buen árbol no puede dar un mal
fruto, Jesús no puede ser el Mesías.
El Judaísmo Mesiánico afirma que es menester hacer una clara
distinción entre los gentiles que son nominalmente cristianos y los que
han nacido de nuevo, del Espíritu Santo. El propio Señor Jesús
nos enseña en el Evangelio que siempre, hasta su Segunda Venida, habría
trigo y cizaña, y de ahí la necesidad de distinguir entre los
que sólo son o pretenden ser cristianos nominales; los que dice "Señor,
Señor", pero que no andan en los caminos del Mesías, y aquellos
que han nacido del Espíritu Santo y hacen la voluntad de Dios. Jesús
enseñó muy claramente que los suyos se distinguirían por
su amor los unos para con los otros, e incluso hacia sus enemigos, y, naturalmente,
para con el pueblo de Jesús, el pueblo de Israel: Romanos 11:11.
El Judaísmo Mesiánico afirma con las Sagradas Escrituras que
la bendición del Señor a Abraham tiene alcance universal para
todo el período de la historia: Génesis 12:3; Zacarías
1:18-21. La nación alemana fue vencida, asolada, conquistada y dividida.
Vivió en su propia carne una buena medida de la propia experiencia histórica
del pueblo de Israel. Una mirada a la historia universal nos mostrará
inequívocamente que el Señor ha humillado a cuantas naciones han
maltratado al pueblo judío. Los imperios egipcio, asirio y babilónico
no son casos excepcionales, sino que todos los demás, antiguos y modernos,
han corrido o están corriendo la misma suerte. Hoy podemos ver atisbos
de cambio. Es como si el Señor estuviera concediendo oportunidades de
arrepentimiento y restauración a los viejos pueblos que en su día
maltrataron al pueblo judío. Sin embargo, siguen sin faltarle enemigos
a Israel.
El Judaísmo Rabínico afirma que Jesús no ha podido ser
el Mesías por la sencilla razón de que cuando el Mesías
venga al mundo habrá paz, terminarán las guerras, la pobreza,
la enfermedad y todas las demás miserias humanas. El Mesías recogerá
a todo el pueblo hebreo de entre todas las naciones, reconstituirá el
Estado de Israel, reconstruirá el Templo de Jerusalem, y Jesús
no ha hecho ninguna de esas cosas. No se puede afirmar que con Él se
haya inaugurado la era mesiánica.
El Judaísmo Mesiánico afirma que en las Sagradas Escrituras hay
dos descripciones del Mesías que corresponden a dos venidas del Señor.
La primera de ellas es referente al Mesías "Siervo Sufriente",
que padecerá y morirá para la expiación de los pecados
de los hombres: Salmo 22; Isaías 53; Daniel 9: 24-27; Zacarías
9:9. La segunda de las descripciones mesiánicas apunta hacia un "Mesías
Triunfante" que vendrá para traer la justicia plena del Reino de
Dios: Isaías 9:6-7; Isaías 11; Jeremías 23:5-6. Los rabinos
saben muy bien que en su literatura se habla también de dos Mesías:
Ha-Mashíaj ben Yosef, el Mesías hijo de José, que será
el Siervo Sufriente, y Ha-Mashíaj ben David, el Mesías hijo de
David, que será el Mesías Trinfante. El Judaísmo Mesiánico,
junto con todos los cristianos conocedores de las Sagradas Escrituras, afirman
que no se trata de dos Mesías, sino del mismo que vendrá dos veces:
La primera para sufrir y morir por los pecados de toda la humanidad, expiar
nuestra maldad, derramar su Espíritu sobre sus redimidos, y dejar un
pueblo celoso de la justicia del Reino hasta el día de su Segunda Venida.
La segunda vez, sin relación ya con el pecado, para establecer su Reinado
glorioso en los nuevos cielos y la nueva tierra. Naturalmente, de esto se deduce
que si Jesús cumplió las profecías respecto a su primera
venida en carne, también cumplirá todas las demás profecías
relativas a su manifestación en poder y gloria.
El Judaísmo Rabínico asegura que las reivindicaciones cristianas
sobre el capítulo 53 de Isaías carecen de sentido, por cuanto
en ese texto no se habla de Jesús, sino del propio profeta y del pueblo
de Israel en la era mesiánica. La reivindicación del Judaísmo
Rabínico es que las referencias de este capítulo apuntan hacia
una personalidad corporativa: Isaías 42:1-7; 49:1-13. Veamos muy detenidamente
el texto de Isaías 49:6.
El Judaísmo Mesiánico afirma que las obras que realiza el Siervo
son efectuadas por un individuo, no por una entidad corporativa. Los sufrimientos
de Israel, indudables, no puede decirse que hayan producido lo que aquí
se atribuye al Siervo, es decir, justicia y sanidad a quienes le aceptan. Los
sufrimientos del pueblo judío no han traído beneficio a los gentiles,
sino, antes bien, juicio y castigo por el pecado del antijudaísmo. El
pueblo de Israel ha sufrido, efectivamente, por causa de los gentiles, nunca
a favor de ellos.
Hay una clarísima distinción en los pronombres y adjetivos posesivos
que se usan en este glorioso capítulo 53 de libro del profeta Isaías.
Cuando habla de sí mismo y de la nación, emplea los pronombres
"nosotros" y "nuestro". Sin embargo, cuando habla del "Siervo"
manifiesta que no se trata de sí mismo ni de la nación, y por
consiguiente emplea "él" y "su". En los versículos
8-10, 12 se declara la muerte vicaria, substitutoria, del Siervo. El "Siervo
fue muerto por la rebelión de mi pueblo". Ese pueblo, evidentemente,
es el pueblo del profeta, es decir, Israel. La distinción entre el "Siervo"
y el "pueblo" queda manifiesta. Además, todo el contexto apunta
hacia el hecho de la inocencia del "Siervo", quien muere, no por sus
propios pecados, sino por los del pueblo. Si los rabinos tuvieran razón,
eso significaría que el pueblo de Israel carecería de pecado,
lo cual es completamente contrario a la enseñanza de las Sagradas Escrituras:
Isaías 1:1-31; 64:5.
Lo que muchos judíos desconocen es que sólo a partir de la separación
de la sinagoga y la iglesia han ocultado los rabinos la realidad de que la inmensa
mayoría de los sabios de Israel siempre atribuyeron este capítulo
53 de Isaías a la persona del Mesías. Todos los rabinos de la
antigüedad afirmaron que Isaías hablaba aquí del Mesías.
Rashí, gran comentarista judío de las Escrituras, que vivió
hacia el año 1050 d.C., fue el primero de los estudiosos judíos
en enseñar que Isaías 53 se refería a la nación
de Israel sufriendo por los gentiles. Pero a pesar de la gran influencia de
Rashí en el pensamiento judío, este punto de vista no se convirtió
en el generalizado entre los rabinos hasta el siglo diecinueve.
El Judaísmo Rabínico manifiesta el rechazo de la afirmación
cristiana del nacimiento virginal de nuestro Señor Jesucristo. Los rabinos
afirman que no se puede creer que una virgen tenga un hijo.
El Judaísmo Mesiánico afirma, con las propias palabras de Myriam,
María, que "nada hay imposible para Dios." Lucas 1:37; Isaías
7:14. Además, es lógico pensar que el nacimiento del Mesías
tuviera características milagrosas. Por otra parte, las Escrituras dan
testimonio de otros nacimientos también milagrosos en algún grado,
como son los casos de Isaac, Samuel y Sansón.
* Actitud del Judaísmo Mesiánico respecto de la Tierra de Israel:
La casi totalidad de los Judíos Mesiánico son Sionistas. Es decir,afirman que el pueblo judío tiene un derecho especial respecto a la tierra
de Israel. La justificación bíblica se apoya en las siguientes
Escrituras:
a) La tierra de Israel pertenece al Dios de Israel: Levítico 25:23.
b) La tierra de Israel fue dada por Dios a los descendientes de Abraham, Isaac
y Jacob en perpetuidad: Génesis 12:7; 17:7-8.
c) La tierra de Israel no fue concedida a los descendientes de Ismael, ni a
ningún otro hijo de Abraham, sino exclusivamente a Isaac: Génesis
17:18-19; 25:5-6; Hebreos 11:18.
d) La tierra de Israel no fue concedida a Esaú, sino a los descendientes
de Jacob: Génesis 28:4, 13-15; 35:11-12.
e) El indiscutible pecado de infidelidad de Israel para con el Señor
nunca borraron su derecho a la tierra promisoria: Levítico 26:44-45;
Deuteronomio 30:1-5; Jeremías 16:15; 31:10; Isaías 43:5-7; Ezequiel
37:21-22.
f) El Pacto de la tierra es tan irrevocable como todos los demás Pactos
de Dios: Génesis 26:3; 50:24; Números 14:16; Deuteronomio 9:5
Salmo 105:8-11; Romanos 11:28. Dios no rompe jamás sus juramentos: Hebreos
6:16-18. Dios no ha reemplazado o abrogado jamás su Palabra. Ciertamente,
el mayor contingente de judíos no han reconocido todavía a su
Mesías, pero semejante dureza parcial no invalida los planes del Señor
para con su pueblo. Todos y en cada detalle se cumplirán.
Naturalmente, los Judíos Mesiánicos creen que los cristianos
gentiles deberíamos estar junto a Israel: Isaías 49:22-23. Desde
la perspectiva teológica del Judaísmo Mesiánico, los cristianos
deberíamos ser algo más que meros espectadores de los acontecimientos.
* ¿Por qué un Judaísmo Mesiánico en vez de la integración
de los judíos mesiánicos en las Iglesias Cristianas?
Aquí tenemos necesariamente que hacer algo de historia para aproximarnos a la comprensión de este fenómeno:
Primeramente, debemos reconocer que el antisemitismo no es sólo un problema
de nuestros días, sino un fenómeno que viene de antiguo. Sacerdotes
egipcios, como Maneto, muchos siglos antes de la venida del Mesías, ya
predicaba contra los judíos. También hemos de reconocer que el
antisemitismo ha penetrado también desde antiguo en la propia Iglesia,
y ésta ha cometido muchos actos espantosos a los judíos en el
curso de la historia. Poco después de la muerte de los apóstoles,
la dirección de las iglesias fue transferida a gentiles que no tenían
ningún respeto ni cariño hacia el pueblo judío. En lugar
de ver en ellos a hermanos mayores que necesitaban tener un encuentro personal
con Jesús, fueron contemplados como enemigos, cuando menos como sospechosos.
En lugar de reconocer la deuda de gratitud por haber recibido de ellos las Escrituras,
el Mesías, los apóstoles y los profetas del Antiguo Testamento,
les consideraron como réprobos, asesinos de Jesús, pueblo deicida,
sin derecho a la existencia. La falta de distinción entre el "pueblo
judío" y algunas "autoridades judías" de los días
de Jesús, vendidas al poder romano invasor, condujo a muchos dirigentes
de las iglesias cristianas post-apostólicas al malentendido de algunos
pasajes del Nuevo Testamento, proyectando su odio y resentimiento hacia todo
el pueblo judío. Así fue como muchos judíos mesiánicos
que expresaban su fe en Yeshúa dentro de un contexto judío, fueron
vistos como sospechosos, y como resultado fueron perseguidos. Cuando la Iglesia
de Roma y el Imperio Romano se unieron, hacia el año 400 de nuestra era,
muchos judíos perdieron su ciudadanía romana, siendo reducidos
a la condición de emigrantes, sin derechos, apenas tolerados. Fueron
progresivamente reducidos mediante severísimas sanciones económicas
y sociales, prohibiéndoseles establecer matrimonio con cristianos, así
como la práctica de sus costumbres y tradiciones judías. La Iglesia
de Roma les obligaba, al unirse a la fe de Jesucristo, a renunciar a todas sus
prácticas y costumbres judías, a celebrar sus fiestas, cantar
sus himnos y recitar sus oraciones y plegarias, obligándoseles a adoptar
la dieta gentil frente a la levítica. La siguiente declaración
ha sido tomada de la Iglesia de Constantinopla, la cual los judías debían
afirmar si pretendían pasar a formar parte de la Comunidad Cristiana:
"Renuncio a todas las costumbres, ritos, legalismos, pan sin levadura y
sacrificios de los hebreos, y todas las fiestas del pueblo hebreo, oraciones,
aspersiones, purificaciones, santificaciones y propiciaciones, y ayunos y nuevas
lunas, Shabats e himnos y cánticos y observancias y sinagogas, y alimentos
y bebida de los hebreos; en una palabra: Yo renuncio absolutamente a todo lo
que sea judío, toda ley, rito y costumbre."
En segundo lugar, durante la Edad Media continuó produciéndose
una importante legislación anti-judía, prohibiéndoseles
poseer tierras, e incluso tener sus casas entre los cristianos, con lo que se
crearon guetos y deportaciones. En el curso de esa larga historia de odio y
persecución, se les acusó de envenenar los pozos durante las grandes
plagas y epidemias de la Edad Media, como es el caso de la peste de 1384. Se
cuestionaba constantemente la sinceridad de la fe de los conversos, acusándoseles
de crímenes absurdos tales como la realización de sacrificios
de niños cristianos para mezclar sus sangre con la masa para la confección
de la matzá (pan ácimo pascual). Pueblos enteros fueron arrasados.
Las persecuciones de los judíos continuaron con los pogromos en Europa
Oriental y Rusia, habitualmente estimuladas por los clérigos, así
como por los reyes, emperadores y zares, quienes frecuentemente ostentaban también
la jefatura máxima de la iglesia estatal. Después, los Cruzados
asesinaron a miles de judíos en los territorios por donde pasaron camino
de los "Santos Lugares". En la conquista de Jerusalem, los cruzados
prendieron fuego a una sinagoga en la que se encontraban más de mil judíos
congregados. Todos murieron quemados vivos. Sólo en los años 1648
y 1649, decenas de miles de judíos fueron asesinados por los cosacos
de Chmielnicki, todos ellos cristianos nominales.
En tercer lugar, el protestantismo no se comportó mucho mejor con el
pueblo judío. Basta con leer el tratado del reformador Martín
Lutero "Sobre los Judíos y sus Mentiras", publicado en 1543,
para comprender que la insensibilidad para con el pueblo hebreo no conocía
fronteras.
Citaremos algunos párrafos del reformador: "¿Qué haremos
nosotros los cristianos con este pueblo rechazado y condenado? Les daré
mi sincero consejo: En primer lugar, quemar sus sinagogas... en honor de nuestro
Señor y de la Cristiandad, para que Dios vea que somos cristianos...
Aconsejo que sus casas también sean arrasadas y destruidas... Aconsejo
que sus libros de oración y textos talmúdicos sean tomados de
ellos para ser destruidos... Aconsejo que a sus rabinos se les prohíba
enseñar de ahora en adelante bajo pena de pérdida de la vida...".
Curiosamente, Martín Lutero comenzó tratando de ganarse el favor
de las comunidades judías de Alemania. No en vano, el reformador llegó
a ser un gran hebraísta por haber estudiado la lengua hebrea con maestros
judíos. Sin embargo, con el paso de los años llegó a ser
un tremendo anti-judío. Sin menoscabo de su gran labor reformadora, no
hemos por menos que ser honestos y recordar que el último sermón
predicado por Martín Lutero antes de su fallecimiento, el 14 de Febrero
de 1546, fue una venenosa diatriba anti-judía, exigiendo que todos los
judíos fueran expulsados como perros de Alemania, y que todas sus propiedades
fueran confiscadas.
Cuatro siglos después, el católico Adolfo Hitler ponía
en marcha un programa sistemáticamente planificado para llevar a efecto
lo que Lutero había predicado desde el púlpito. A los pocos meses
de llegar al poder, el cabo Hitler ordenaba se imprimiera este sermón
y la obra de Lutero titulada "Contra los Judíos y sus Mentiras"
en edición popular de bolsillo y se entregara a cada niño en el
sistema educativo alemán. De hecho, este material supuso la base teológico-ideológica
del Holocausto -aspecto del "problema judío" menos estudiado
en profundidad- que, naturalmente, incidió profundamente en las iglesias
de Alemania, y que no podemos olvidar ni menospreciar al considerar el silencio
de muchos sacerdotes católicos y pastores protestantes ante la muerte
por tortura, hambre o cámara de gas de seis millones de judíos,
además de muchos gitanos, pacifistas, enfermos mentales, deformes, y
políticos y sindicalistas contrarios al Reich. Honremos aquí la
memoria del pastor luterano Dietrich Bonhoeffer y la iglesia militante subterránea,
con todos los demás cristianos que no se dejaron arrastrar por las respectivas
jerarquías vendidas al poder imperante.
Todo esto culminó con el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Pero
aquella matanza de seis millones de judíos, hombres, mujeres y niños,
cuyo único delito era el de ser judíos, y que acontecía
en una nación cristiana, la más culta y desarrollada de occidente,
no era sino el resultado de las matanzas realizadas por los cruzados, las atrocidades
de la Edad Media, las dramáticas expulsiones del pueblo hebreo de España,
Portugal y otras naciones, las masacres de decenas de miles de judíos
a manos de los cosacos, las persecuciones, confiscaciones y asesinatos inquisitoriales,
y un larguísimo "etcétera" de barbaridades sin nombre.
Y lo más terrible del caso: Toda esa barbarie bajo la sombra de la cruz.
Desde la perspectiva del Judaísmo Mesiánico, cada vez que una
persona, por más creyente que se crea, dice que no le importa Israel,
está citando palabras textuales del enemigo -¡Dios le reprenda!-
en el Salmo 83:4. Personalmente, he comprobado que hasta el día de hoy
muchos cristianos -que se enfadarían si les denominásemos "anti-judíos"
o "anti-semitas"- siguen creyendo que "los judíos mataron
a Jesús". Conviene considerar algunas Escrituras: (Marcos 8:31 -los
principales, no el pueblo; Salmo 22:16 -una cuadrilla de malignos; Salmo 2:2
los reyes de la tierra; Lucas 18:31 -los gentiles; Juan 19:23-24, 32-34 -los
soldados romanos.).
Debemos entender que la muerte del Mesías fue planificada desde el comienzo,
que sería entregado por los dirigentes judíos, no por el pueblo,
y puesto en manos de los gentiles, de los romanos, autoridades y soldadesca,
para ser martirizado y muerto. Ambos, judíos y gentiles, participaron
en la muerte de Jesús. Pero en el curso de estos dos milenios toda la
culpa ha caído sobre los judíos. Y hasta nuestros días
llega este odio anti-semita, fundamentado en la ignorancia, y que olvida lo
que el propio Señor Jesús nos dice en Juan 10:17. (Ver también
Hechos 3:17-20).
La mayoría de los judíos han experimentado directamente alguna
clase de antisemitismo o antijudaísmo durante su vida. La historia no
facilita al judío hacer una distinción entre los cristianos reales
y los nominalmente cristianos. El Holocausto de la Segunda Guerra Mundial no
aconteció entre paganos tercermundistas, sino en la patria de Lutero,
entre occidentales educados en las escuela dominicales luteranas y en las catequesis
católicas. Los judíos saben que la mayoría de las llamadas
naciones "cristianas" estuvieron en contra del establecimiento de
un estado judío, o apoyando moralmente a los siete estados árabes
que en 1948 lanzaron una guerra contra Israel a las pocas horas de su constitución.
Los judíos recuerdan que muchos nominalmente "cristianos" estuvieron
junto a Nasser en 1967, cuando desmandadas muchedumbres juraban en todas las
capitales árabes del mundo que echarían a los judíos al
mar. En este contexto es importante tener presente que las palabras tienen poder.
Quizás nadie lo sepa tan bien como el pueblo judío. Por eso es
que la propia palabra "cruz", tan fácilmente empleada por nosotros,
los cristianos gentiles, represente un dilema especial para el judío
seguidor de Jesús. Para nosotros, el término está ligado
a la vida y el sacrificio del Señor, pero para quienes vienen de trasfondo
judío este término conlleva toda una larga serie de connotaciones
terribles, por cuanto a lo largo de la historia fueron muchos los malvados que
utilizaron la cruz como símbolo o insignia de persecución y muerte
de numerosísimos hijos e hijas de Israel. De ahí que los judíos
que creen en Jesús no quieran llamarse "cristianos", aunque
se sientan uno con todos los redimidos por la sangre del Mesías. Por
difícil que nos pueda parecer a nosotros, como cristianos gentiles, el
término "cristiano", que al principio era un sinónimo
en clave griega del hebreo "mesiánico", ha llegado a significar
algo muy diferente a "seguidor del Mesías". Para la inmensa,
arrolladora mayoría de los judíos, "cristiano" significa
un "no-judío" o "gentil", sin ninguna referencia
a que se trate de un persona nacida de nuevo. Para los judíos, un hombre
o una mujer que abraza la fe cristiana es alguien que deja de ser judío,
que renuncia a sus raíces, a su pueblo, a sus antepasados y a su herencia
hebrea. Por eso es que para el Judaísmo Mesiánico lo que ha sucedido
es totalmente opuesto. El judío mesiánico cree que ha encontrado
al Mesías, y ahora se considera un "judío completo".
De ahí también que la terminología del Judaísmo
Mesiánico sea hebrea en lugar de griega. Vamos a ver algunos ejemplos
básicos:
"Sinagoga" o "Comunidad", en lugar de "Iglesia"...
"Rabino Mesiánico", en vez de "Pastor"... "B'rit
Hadashah", en lugar de "Nuevo Testamento"... "Tanaj"
o "Escrituras Hebreas", en vez de "Antiguo Testamento" (Acrónimo
de "Torá" ("Enseñanza"), "Nevi'im"
("Profetas") y "Ketuvim" ("Escritos") (Ver Lucas
24:44)... "Mikvá" o" Tevilá", en lugar de
"Bautismo" ("Mikvá" es la piscina de agua para la
inmersión, y Tevilá es la ceremonia judía de purificación
mediante un baño.)... "Buenas Noticias", en lugar de "Evangelio"...
"Masháj", en lugar de "Cristianos", voz que tiene
la misma raíz, y que quiere decir "mesiánicos". El término
fue empleado por primera vez en Antioquía de Siria para denominar a los
"discípulos" (Ver Hechos 11:19-26). Como esta ciudad era de
lengua y cultura griegas, lógicamente usaron un vocablo de su propia
lengua para designar a los fieles seguidores de Jesús de Nazaret, el
Mesías. Así también nacería la propia palabra "iglesia",
del griego "ekklesía", y que, como sabemos, es "congregación"
o "asamblea". Esta es precisamente la voz utilizada en la Septuaginta,
la traducción de las Escrituras hebreas al griego común del primer
siglo, razón por la que fue adoptada por las congregaciones cristianas
de lengua griega. Y, naturalmente, "Yeshúa" en lugar de "Jesús",
que es la forma castellanizada de la voz helenizada y después latinizada
como "Iesus". Tengamos presente que "Yeshúa" significa
"Salvación". Jesucristo nunca escuchó el nombre "Jesús",
sino que siempre le llamaron "Yeshúa", un nombre propio muy
popular en sus días en la carne, de la misma raíz que "Josué"
e "Isaías". El título de "Mesías" es
igualmente la castellanización del hebreo "Mashíaj",
es decir, "Ungido", que fue traducido al griego por "Jristós",
y después fue latinizado como "Cristo".
* Conclusión:
El Judaísmo Rabínico enseña actualmente que "judíosólo es quien tiene madre judía." Esta definición
entienden los Judíos Mesiánicos que no es bíblicamente
correcta, por cuanto la definición según las Sagradas Escrituras
es que judío es quien desciende de Abraham por medio de Isaac y Jacob,
por herencia patri-lineal. Por ejemplo, Moisés tenía una esposa
gentil, y la bisabuela de David fue Rut, la Moabita, y por tanto, igualmente
gentil, pero sus hijos fueron considerados judíos. En Hechos 16:1-3 está
escrito que Pablo circuncidó a Timoteo porque éste era hijo de
madre judía mesiánica y padre gentil. Pablo consideró a
Timoteo como judío. Por tanto, las Escrituras muestran que si cualquiera
de los padres es judío, uno puede identificarse como judío.
En los tiempos del Segundo Templo existía una pared intermedia de separación
entre los judíos
y los gentiles. Los gentiles no podían pasar por encima de este punto,
y eran relegados al "Atrio de los Gentiles". Según las Escrituras
del Nuevo Pacto, esta "pared intermedia de separación" ha sido
derribada: (Efesios 2:14.). Los gentiles, por la sangre de Yeshúa, entramos
en la fe de Israel: (Romanos 11:24); somos espiritualmente circuncisos y pasamos
a formar parte de la ciudadanía de Israel: (Romanos 2:29; Efesios 2:12.).
Únicamente las personas que son judías y llegan a creer en Jesucristo
-Yeshúa HaMashíaj- pueden legítimamente definirse como
"Judíos Mesiánicos". Sin embargo, muchas de las Congregaciones
o Sinagogas Mesiánicas cuentan con una proporción más o
menos significativa de creyentes gentiles. Para ser miembro de una congregación
de Judíos Mesiánicos, siendo un cristiano gentil, uno debe tener
una carga muy especial de amor por el pueblo judío, comprender lo que
Dios está haciendo, y tener un llamamiento particular, parecido al de
Rut. De lo contrario, la práctica de la expresión judía,
cuando no se es judío, viene a ser un ejercicio religioso, y como tal,
interfiere con nuestra relación con Dios por la fe en Jesucristo. El
asunto es delicado y sutil, pero el apóstol Pablo lo expresa en Gálatas
5:2-4; 1ª Corintios 7:17-24; Romanos 14:3, 5, 13. Estos son muy oportunos
consejos de la Palabra de Dios, prácticos y actuales siempre.
Dios no quiere, ni pide, que cambiemos de etnia, sino que le dejemos a Él
cambiar nuestro corazón. El hecho de tomar sobre nosotros diferentes
costumbres y tradiciones no nos recomendará a Dios. Sólo agradan
a Dios verdaderamente las actitudes y cambios que su Espíritu obra en
el corazón del que rinde su vida al Mesías. Además, como
hemos podido tristemente comprobar en bastantes casos, la mera imitación
de las cosas exteriores, el cambio del léxico griego por el hebreo -si
bien es cierto que hemos de admitir un viejo antisemitismo lingüístico,
del que podríamos tratar en otra ocasión- así como el uso
de objetos inanimados -menorá, kipá, talit, velas, escudo de David,
etc.- y demás parafernalia hebraica, sólo suscita confusión
y nuevas formas de sectarismo entre aquellos para quienes tales elementos son
culturalmente ajenos. Y no porque tales objetos sean malos por si mismos, por
cuanto sólo se trata de "cosas" que no tienen capacidad de
sentir, pensar, ni razonar, sino en tanto en cuanto nuestro corazón -conciencia-
es engañoso, y fácilmente tendemos a caer en la trampa de la elaboración
de un sistema religioso que nos hace sentirnos mejores, más dignos o
más espirituales. El viejo corazón carnal nos conduce a dejarnos
seducir por el espíritu de posesión de la verdad exclusiva o excluyente
que nos repliega sobre nosotros mismos. Creemos que ese es el sentido en el
que para el apóstol Pablo la vuelta a las prácticas judaicas representaba
una esclavización reñida con el espíritu de libertad en
la gracia de Cristo. Este es el caso que detectamos entre aquellos hermanos
que pretenden ser judíos, sin serlo, y acometen su expresión de
fe en Jesús desde valores y planteamientos que no corresponden con su
cultura, y lo que es peor, descalificando a quienes no comparten sus criterios,
o bien clasificándolos como inferiores e indignos. También hemos
podido verificar personalmente que la pretensión de ser judío,
sin serlo, de parte de algunos hermanos cristianos gentiles, no facilita en
absoluto el diálogo interconfesional.
Personalmente, creo que el Judaísmo Mesiánico es una bendición
del Señor para el pueblo de Israel en estos días, y que, por consiguiente,
es parte de las señales de los tiempos. Sin embargo, creo también
que entre los que pretenden ser judíos, sin serlo, y seguir al mismo
tiempo al Señor Jesucristo, sus énfasis en prescripciones ceremoniales
-que por sí mismas nada pueden hacer para conducir a los hombres al encuentro
con el Señor en el ámbito de la gracia- reconducen a los hermanos
hacia barricadas de legalismos, supersticiones ritualistas y lingüísticas,
y temores que abaten con su carga el espíritu del hombre. En resumen,
creo que el peligro herético se halla en los imitadores que ignoran el
alcance de su pretensión: "Yo conozco -dice Jesús- la blasfemia
de los que se dicen ser judíos, y no lo son." (Apocalipsis 2:9).
Sin embargo, también creo que un cristiano gentil es libre de adoptar
voluntariamente las costumbres y tradiciones judías, pero me inquieta
que la adopción de semejante postura no resulte integradora, sino que,
antes bien, se vuelva separatista y exclusivista, e incluso llegue a producir
dolorosas divisiones que obstaculizan e impiden la extensión del Evangelio
entre los perdidos.
Recordemos:
"Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo." (Gálatas 5:14).
"De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis
otra vez sujetos al yugo de esclavitud." (Gálatas 4:31-5:1).
"Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la
ley." (Gálatas 5:18).
"Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la
verdad vinieron por medio de Jesucristo." (Juan 1:17).
"El perfecto amor echa fuera el temor." (1ª Juan 4:18).
"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie
viene al Padre, sino por mí." (Juan 14:6).
"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres."
(Juan 8:32).
Demos gracias al Señor bendito porque en nuestros días son muchos
los judíos que se identifican con el Mesías en su inmolación,
reconociendo que murió para redimirles, y quienes confían en
su resurrección para lograr justicia delante de Dios. Ellos están
descubriendo ahora el lugar que el Señor les ha preparado proféticamente,
tal y como el apóstol Pablo dijera: Que si la exclusión de los
judíos (de la vida del Mesías) era la reconciliación del
mundo, ¿qué será su admisión sino vida de entre
los muertos? (Romanos 11:15). Y más adelante, el Rabino Pablo profetiza
que
vendrá tiempo en que todo Israel será salvo (Romanos 11:26) por
cuanto habrá reconocido en Jesús de Nazaret a su Mesías
nacional y a su Salvador personal.
Demos gracias al Señor porque, con apenas excepciones, todos los judíos
mesiánicos se expresan en términos similares a los que manifiestan
los hermanos de la Sinagoga Mesíanica Shoresh David:
"Los creyentes gentiles son uno con nosotros porque el Espíritu
de Dios morando dentro de un creyente judío es el mismo Espíritu
dentro de un creyente gentil. Nuestra raza, herencia y
trasfondo pueden ser diferentes, pero Dios nos ha hecho uno en el Espíritu
Santo: (Juan 10:16.)." (The Messianic Times, Sinagoga Mesiánica
Shoresh David, Tampa, Florida, EE.UU. de América).
Muchas gracias por vuestra atención, y que el Señor os bendiga.
Pr. Joaquín Yebra Serrano.
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