jueves, 1 de septiembre de 2016

La oración de Elías

La oración de Elías


















Historias de la Biblia de DLTK para niños

La historia de la oración de Elías


1 Reyes capítulos 17 y 18   (Versión para niños)


por Sharla Guenther
Esta historia se trata de un profeta llamado Elías. 
Él era un hombre corriente que cometía errores, que tenía miedo a veces, pero
cuando se trataba de las cosas realmente importantes, confiaba en Dios. 
Elías hizo cosas maravillosas con la ayuda de Dios y éste hizo cosas importantes
por Elías.
Debes saber algunas cosas antes de que comencemos esta
historia, como que la tierra de Israel, a donde iba Elías, era malvada. 
Había un rey llamado Acab, quien creía en un dios llamado Baal (el dios de
la tormenta).  El rey y la mayoría de las personas adoraban a este dios
e hicieron muchas cosas que la Biblia dice que no debemos hacer.
El rey Acab también tenía una esposa llamada Jezabel. 
Tanto el rey como su esposa venían de diferentes familias malvadas. 
Juntos ayudaron a hacer de Israel un lugar que no le agradaba a Dios. 
Es por esto que Dios envió a Elías, para mostrarle a la gente que Dios era
más poderoso, y a quien debían adorar.
Todo comenzó cuando Dios le dijo a Elías que entregara
un mensaje al Rey Acab.  Elías fue donde Acab y le dijo, "Mi Dios me ha
dicho que no habrá lluvia y ni siquiera rocío en los próximos tres años,
hasta que yo así lo pida." Voy a adivinar que Acab no creyó que esto pasaría
porque él adoraba a Baal, que era el dios de la tormenta, y este debería
poder darle lluvia cuando la gente orara pidiéndola.
Ahora piensa por un segundo, si no hubiera lluvia,
nieve, o inclusive rocío por tres años; el tamaño de ríos y lagos se
reduciría mucho, o inclusive se secarían completamente.  Como de allí
obtenemos nuestra agua, probablemente ya no podríamos bañarnos ni descargar
las cisternas de los inodoros.  Tomar agua ya no sería tan fácil, y tal
vez solo se nos permitiría tomar un vaso de agua por día.
La historia de la oración de ElíasDespués
de que Elías le dijo al Rey Acab lo que pasaría, el Señor le dijo a Elías
que se marchara y se escondiera.  Y mientras que no había lluvia y no
muchos alimentos en la tierra, Dios se aseguró de que Elías tuviera lo que
necesitaba.  Se quedó cerca de un arroyo, donde había agua que podía
beber, y un tipo de ave llamada cuervo, le trajo pan y carne para el
desayuno y la cena todos los días.  Genial, ¿verdad?
Después de que había pasado un tiempo, el arroyo del
que había estado bebiendo Elías se secó, y no había más agua para tomar. 
Así que Dios le dijo a Elías que fuera a un lugar llamado Zarephath, donde
encontraría a una mujer que le daría comida y agua para beber.
Así que Elías confió en Dios e hizo lo que le había
pedido.  Cuando Elías llegó a la entrada del pueblo, vio a una mujer
que recogía leña.  Elías le dijo:  "¿podrías, por favor, traerme
un poco de agua para beber en una taza, y un pedazo pequeño de pan?"
Ella contestó, "Yo creo en Dios igual que tú, pero no
tengo pan para comer, solo un poco de harina en un tarro y un poco de aceite
en un jarro.  Estaba a punto de regresar a casa a preparar el resto de
la comida para mí y para mi hijo, y luego probablemente moriríamos, porque
ya no nos quedarían alimentos."
Elías le dijo, "¡No temas! Ve a casa y prepara la
comida para ti y para tu hijo, pero primero haz una hogaza pequeña de pan
para mí, y tráemela.  El Señor me ha dicho que si haces esto, tu tarro
de harina nunca estará vacío, y el jarro de aceite no se secará, hasta el
día en que el Señor envíe lluvia a la tierra."
Así que ella fue a casa e hizo lo que Elías le había
dicho, y todos los días había comida para Elías, la mujer y su hijo. 
Imagina que tratas de vaciar un vaso de agua, pero nunca se acaba. 
Este fue otro de los sorprendentes milagros de Dios.
Todo iba bien hasta que el hijo de la mujer enfermó y
murió.  Ella acudió a Elías para pedir su ayuda, pensaba que Dios la
estaba castigando por todos los errores que había cometido.  Así que
Elías se apresuró y fue a su casa y dijo:  "entrégame a tu hijo." Tomó
al muchacho en sus brazos y lo llevó a la habitación en el segundo piso,
donde se quedaba.  Luego imploró al Señor:  "¡Oh, mi Dios, por
favor permite que este muchacho viva nuevamente!"
Elías extendió sus manos sobre el muchacho e imploró a
Dios tres veces de esta manera.  El Señor escuchó sus suplicas y el
muchacho comenzó a respirar.  Elías lo alzó y lo llevo nuevamente al
primer piso donde estaba su madre y dijo:  "¡Mira, Dios contestó mi
plegaria, tu hijo está vivo!"
Mientras la mujer abrazaba y besaba a su hijo, dijo a
Elías, "¡Gracias! Sé que el Señor está contigo y lo que digas es verdad."
Si piensas que esta es una historia genial, ¡esa es
solo la mitad de la historia! Dios le tenía preparadas muchas más cosas a
Elías.  El aun debe mostrarle a la gente de Israel, al Rey Acab y a
Jezabel que Baal no es Dios.  Elías no sabe cómo va a hacerlo, pero
Dios tiene todo planeado.
Habían pasado más de tres años, sin que hubiera caído
una gota de agua del cielo.  Los animales comenzaban a morir, porque no
tenían agua ni comida.
También durante este tiempo, la malvada Jezabel estaba
tratando de deshacerse de todos los profetas de Dios como Elías (un profeta
es como un cartero, que entrega mensajes de Dios, para que sepamos lo que
Dios quiere que hagamos).  Lo que Jezabel no sabía es que uno de los
sirvientes del rey, de nombre Obadiah, y quien estaba a cargo del palacio,
escondía a los profetas del Señor en cuevas para mantenerlos a salvo.
Dios habló a Elías y le dijo:  "Ve donde Acab y
enviaré lluvia." Así que Elías fue a buscar a Acab.  Cuando Acab supo
que Elías quería verlo, dijo enfurecido:  "¿Eres tú Elías, el
alborotador de Israel?"
Elías respondió:  "No soy el alborotador. 
Primero fue tu padre, y ahora tú desobedeces a Dios una y otra vez. 
Dejaste de seguir sus mandamientos para seguir a Baal.  Ahora trae a la
gente de Israel a mi encuentro en el Monte Carmelo.  Trae todos los
profetas de Baal y los falsos profetas de Jezabel."
Ninguno de nosotros debería desobedecer a Dios, pero el
Señor estaba disgustado especialmente porque Acab y su padre eran reyes. 
Los reyes tenían mucha responsabilidad, como los presidentes y los primeros
ministros.  Ellos hacían leyes, y la gente los escuchaba, y cuando el
Rey y Jezabel gobernaban a Israel, no adoraban a Dios sino a Baal, y
desafortunadamente muchas personas se volvieron hacia Baal como ellos.
Toda la gente se reunió en el Monte Carmelo. 
Elías se presentó frente a ellos y dijo:  "¿Cuánto más seguirán
cambiando de opinión? Si el Señor es Dios, síganlo; pero si Baal es Dios,
síganlo." La multitud se quedó allí, sin decir palabra.
Luego Elías les dijo, "Esto es lo que haremos.  Yo
soy el único profeta que queda del Señor y Baal tiene más de cuatrocientos. 
Traigan dos toros, y déjenlos que escojan uno y yo tomaré el otro. 
Córtenlo en pedazos, pónganlo sobre la leña y no prendan fuego.  Yo
haré lo mismo.  Luego pídanle a Baal y yo pediré al Señor.  El
dios que escuche y prenda el fuego es el Dios verdadero."
Todos asintieron y estuvieron de acuerdo.  Así que
Elías dijo a los profetas de Baal, "adelántense y alisten su toro primero. 
Pídanle a Baal, pero no prendan fuego ustedes."
Así que escogieron al mejor toro y lo pusieron sobre la
leña.  Luego comenzaron a pedir a Baal que encendiera el fuego. 
Gritaban y bailaban alrededor del altar, pidiendo a Baal que encendiera el
fuego.  Gritaron y gritaron desde la mañana hasta el mediodía, sin
recibir respuesta.
Cerca del mediodía, Elías estaba aburrido pero dijo a
los profetas de Baal, "Tal vez no están gritando lo suficientemente fuerte. 
Tal vez su dios está ocupado o durmiendo y no los puede oír, mejor será que
griten más fuerte."
Así que algunos corrieron alrededor pidiendo a Baal,
otros se inclinaban y lloraban a Baal.  Nada parecía ser suficiente, y
no sucedió nada.
Quienes creían en Baal habían hecho esto todo el día y
estaban muy cansados.  Finalmente, Elías llamó a la gente hacia su
altar y comenzó a construirlo.  Tomó algunas piedras y las puso
alrededor de su altar.  Luego construyó una zanja alrededor de su altar
para contener aproximadamente media bañera llena de agua.  Luego Elías
hizo algo muy extraño. Le pidió a la gente que vertiera agua sobre su toro,
sobre la leña y suficiente agua para llenar las zanjas debajo del altar.
¿Cómo iba Dios a encender un fuego cuando todo el altar
estaba empapado?  La gente comenzó a burlarse, y pensaban que ahora si
con seguridad el Dios de Elías no iba a poder encender el fuego.
Después de que todo el altar estaba completamente
empapado, Elías se acercó y solo oró:  "Oh Señor, Dios de Abraham,
Isaac e Israel, muéstranos hoy que eres el Dios verdadero de Israel y que
todo lo que he hecho ha sido por obedecerte.  Contéstame Señor, para
que estas personas puedan creer en ti nuevamente."
Cuando Elías terminó su plegaria y todos observaban en
silencio, brotó fuego del altar y todo se cubrió de llamas.  Todo se
quemó hasta hacerse cenizas, y toda el agua se evaporó.
Cuando todos vieron esto, se sorprendieron y comenzaron
a caer de rodillas y a gritar, "¡el Señor, el es Dios!  El Señor, ¡es
el Dios verdadero!"
Luego todos los profetas de Baal fueron atrapados y
Elías dijo a Acab que observara porque ahora que la gente no adoraba más a
Baal, el Señor enviaría lluvia.
Luego Elías regresó al Monte Carmelo y oró a Dios para
que terminara la maldición y que llegaran las lluvias.  Mientras que
oraba le pidió a su sirviente que mirara hacia el mar para ver si había
nubes de lluvia.  El sirviente regresó y dijo, "No hay nada en el
cielo, Elías."
Elías le pidió siete veces que volviera a mirar, y la
séptima vez el sirviente regresó y dijo:  "Esta vez cuando fui a mirar
había una nube muy pequeña, tan pequeña como el puño de la mano, y se estaba
acercando."
Elijas dijo al sirviente:  "corre y dile a Acab
que si quiere llegar a su palacio en Jezreel, tendrá que salir ahora, porque
ya viene la lluvia."
Mientras tanto, la pequeña nube se hizo más y más
grande y el cielo se oscureció más y más.  El viento comenzó a soplar y
comenzó a llover, y a llover...  Y se acabó la sequía.














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