domingo, 18 de septiembre de 2016

Shabat | Keter le Israel | Página 11

Shabat | Keter le Israel | Página 11








SHABAT: Qué es una Melajá





El Concepto de Melajá



¿Qué es una melajá? la Torá comprende bajo este término, las
limitaciones a nuestra actividad del sábado para de esta manera traducir
el carácter sublime de aquello que está representado en la noción del
Shabbat – a la vida práctica de nuestra actividad corriente.
“Melajá” es la condición fundamental para todo aquello relacionado
con el observar del Shabbat: “No harás ningún tipo de trabajo…”


Sin, embargo, melajá y trabajo no son sinónimos. Esto lo podemos
demostrar con un ejemplo muy simple: si una persona decide levantar
objetos muy pesados dentro de su casa, por más esfuerzo que aplique y
cansancio que cause – esto no se denomina “melajá”; mientras que, al
transportar tan solo una cajita de fósforos desde su casa a la calle
puede llamarse melajá, o sea violar el Shabbat. Sería incorrecto afirmar
que Shabbát restringe todas las actividades diarias. ¿Cuál es,
entonces, el criterio que usamos para definir qué clase de actividades
están incluidas?


Estudiemos, ante todo, las fuentes originales de la ley. La Torá nos
enseña que melajá son aquellas labores que fueron necesarias para la
construcción del Mishkán (santuario), las cuales debían interrumpirse al
comenzar cada Shabbat. (Exodo 31:13)


He aquí el inventario de esas labores derivadas de la Mishná (Shabbat 7:2):


Arar

Sembrar

Cosechar

Unir

Gavillas trillar

Seleccionar

Airear

Tamizar

Moler

Amasar

Hornear

Esquilar

Emblanquecer

Peinar

Teñir

Hilar

Urdidura (tejeduria)

Ligamento (tejeduria)

Cortar el tejido (tejeduria)

Tejer

Atar

Desatar

Coser

Desgarrar

Cazar

Faenar

Desollar

Curtir

Raspar/allanar

Marcar

Cortar a medida

Escribir

Borrar

Construir

Demoler

Dar ultimo toque

Encender

Extinguir

Acarrear (transportar)



Al examinar esta lista detenidamente, veremos que se extiende
sobre toda la esfera de acción productiva e innovativa humana. No sería
muy objetivo considerarlo una mera casualidad. Las leyes del Shabbat
serían entonces simplemente una masa de prohibiciones sin orden alguno.
Mas, según la interpretación del Rav Samson R. Hirsch, obtendremos una
visión más clara y profunda de este tema.


El Shabbat, como lo expresáramos en el capítulo anterior, declara el
testimonio que D-s es el único Creador de este mundo y todo su
contenido. El hombre dedica su vida y tiempo con su esfuerzo mediante la
inteligencia, la energía y la destreza – en fin- todos los dones con
los cuales fue bendecido por D-s, para conquistar sus fines. En, este
proceso, el hombre – lamentablemente – tiende a olvidar cuál es la
fuente genuina de sus “habilidades” y “proezas”. En este mundo – tan
olvidadizo – le fue entregado al pueblo de Israel la tarea de recordar y
proclamar esta verdad fundamental, la procedencia del “poder humano” de
dominar la naturaleza. Al cesar sus actividades en sábado, el judío
reconoce y muestra que reconoce, que sus poderes proceden únicamente de
D-s.


La definición de Melajá es entonces:


“Una acción que muestra al hombre como dominante sobre el mundo, al emplear constructivamente su inteligencia y habilidad”


Habiendo iluminado y comprendido el vocablo “melajá”, podemos
comprobar qué insensatez representa la teoría – si es que merece
llamarse así – que “mover el interruptor de la luz eléctrica o escribir
una palabra no puede ser una transgresión porque no causan cansancio o
trabajo …” ¿acaso la electricidad no es una innovación humana? ¿Acaso –
porque sea tan simple – no es un poder creativo del hombre, el de
escribir? Todo movimiento nuestro, grande o pequeño, está controlado por
el Creador.


Avot Melajot


De la lista de actividades prohibidas enunciada anteriormente se
derivan muchas actividades de carácter y propósito similares a ella si –
cada una perteneciendo a una Melajá dentro del sistema de Melajot.
Éstas actividades derívadas se llaman “Toladot” y, en la práctica, no
hay diferencia entre las “(Avot) Melajot, y las “Toladot”.


Melejet Majshevet:


Mediante las aclaraciones anteriormente expuestas, podemos explicar
una regla del Talmud: “Col Hamekalkelim P-turim ” toda actividad
destructivo, deja a quien la concretó libre de castigo, por ej. si una
persona decidiera demoler una casa únicamente para destruirla, no
estaría cometiendo una Melajá (si bien no sería recomendable como
pasatiempo aparte de estar prohibido por un decreto rabínico), mientras
que, si causa el derrumbe al preparar el sitio para una construcción,
estaría profanando el Shabbat.


¿Por qué? Pues sólo en el segundo caso su actividad tiene como propósito un fin constructivo y creativo.


Transportar



Si contemplamos detenidamente la lista de actividades prohibidas en
Shabbat, observaremos que todas ellas están relacionadas con la
conquista del hombre sobre la naturaleza; todas – menos una.


Esta última se diferencia de las de las demás Melajot. No es
productivo ni innovativo transportar objetos de la casa a la calle, o
viceversa. ¿Por qué entonces, nos preguntamos, está incluida dentro de
las Melajot?


Tratemos de aclarar también esto. La casa, la calle, la ciudad, todos
éstos, no pertenecen al reino de la naturaleza, sino al dominio de la
sociedad humana. Mientras las otras Melajot nos muestran al hombre como
dueño de la naturaleza, esta melajá nos lo muestra en su rol de
constructor y forjador de la sociedad junto a sus semejantes – haciendo
circular sus bienes materiales de la casa a la calle y de la calle a la
casa, no sólo con intereses comerciales, sino también para lograr todos
sus objetivos sociales en general.


Al suspender las demás Melajot, coronamos a D-s como Creador y
Causante del mundo natural. Al cesar de transportar, reconocemos a D-s
como Dueño de la esfera de acción social y santificamos y dedicamos todo
nuestro movimiento humano para hacerle honra a Él.


Si bien, en su mayoría, las leyes relacionadas con las actividades
prohibidas en Iom Tov son idénticas a las leyes del Shabbat, la Torá
excluyó ciertas tareas relacionadas con la preparación de la comida y
con el transportar objetos entre los dominios. En todos los casos que se
permite algo en Iom Tov es para su uso en el mismo día y no como
preparativo para el día siguiente de Iom Tov, ni para los días hábiles
posteriores.
(Selección extraída del libro “Jemdat Iamim”, por Rabino Daniel Oppenheimer © Comunidad Ajdut Israel)
http://www.tora.org.ar/

SHABAT: La Inspiración de Encender las Velas





Al parecer hay algo especial sobre el acto de
encender las velas de Shabat. Es una imagen conmovedora: la mujer
inclinada sobre las llamas rezando, y un pañuelo cubriendo su cabeza.
Uno de los más fuertes símbolos del pueblo judío, el encendido de
velas envuelve lo que es central en el judaísmo: la casa judía.


Es un momento embebido de tradición, ya que uno puede recordar a su
propia madre encendiendo… o a su abuela… o a las mujeres judías que han
estado prendiendo velas cada viernes en la noche durante 4.000 años. Es
una conexión poderosa con los judíos de todas partes; una conexión que
hasta hace poco, seguía intacta en toda casa, en todo lugar.


Las costumbres varían, pero en una familia siempre hay al menos dos
velas prendidas: una por la esposa, y una por el marido – un símbolo de
shalom bait (paz en el hogar). Muchas mujeres agregan una vela por cada
hijo, ya que cada uno es una bendición adicional, una fuente de luz
nueva viniendo al mundo.


Encender las velas de Shabat es una de las mitzvot especiales para
las mujeres (aunque los hombres también están obligados a encender
cuando no hay una mujer en su casa).


¿Por qué esta importante mitzvá fue asignada a las mujeres? Porque es luz, y esa es la esencia de una mujer.


Es la mujer quien trae luz a la casa, proporcionando la atmósfera en
la cual ella, su marido, y sus hijos pueden vivir y prosperar. El tono,
el ambiente, el aspecto… es de ella. Cuando ella está feliz y positiva,
incluso el esposo más deprimido o el niño más cansado absorberán su
energía y se animarán.


Y, por el contrario, si ella es infeliz y la casa tiene una sensación
de negatividad, esto puede afectar a toda la familia. Ella es el núcleo
de la unidad familiar. Es el poder de la mujer judía, ya que es la
mujer quien santifica el espacio.


Históricamente, fueron las mujeres judías, y no los hombres, quienes
aceptaron en primer lugar recibir la Torá en el Monte Sinai. Y hoy, es
la mujer quien transmite la esencia de nuestra herencia judía a cada
casa.


Así es como comienza Shabat, con luz especial; entendimiento especial
sobre quiénes somos y por qué estamos acá. Ya que Shabat es nuestro
tiempo de conectarnos con Dios; cuando paramos de crear para reconocer
que hay un Creador. Toda la semana estamos atrapados en un ritmo
agitado, cuando es fácil pensar sólo en realizaciones personales y
éxitos individuales.


Sin embargo, una vez prendidas las velas, es tiempo para el amor de Dios; recordando que todo viene de Él.


Toma sólo unos segundos para hacerlo, pero es por mucho una de las
más profundas expresiones del alma judía: reconocer al Eterno y apreciar
este regalo especial que nos ha dado a todos – un regalo que llamamos
Shabat.


El “Amén” de la KGB



La siguiente historia es especialmente apropiada antes del encendido de velas:


Diciembre de 1980. La novena fiesta de Janucá de Natan (Anatoly)
Sharansky en una prisión Soviética. Sharansky esta sirviendo en un campo
de trabajo Siberiano como un prisionero de Sión. En sus continuos
esfuerzos por conservar su identidad judía bajo las más crueles
condiciones, el diseña una pequeña menorá de Januká de madera, para
prender en ella las velas. En la sexta noche de Jánuca, las autoridades
confiscaron la menorá. “Un campo no es una sinagoga. Nosotros no
permitimos a Sharansky rezar aquí”, dijeron.


Lo que sigue es el relato de Sharansky de su respuesta:


“Estaba sorprendido de la brusquedad del comentario, e inmediatamente
declaré una huelga de hambre. En una declaración al procurador general,
protesté en contra de la violación de mis derechos nacionales y
religiosos, y en contra de la interferencia de la KGB en mi vida
personal…


Fui convocado a la oficina del Comandante Osin dos días después, en
la tarde. Osin puso una benévola sonrisa en su rostro mientras trataba
de convencerme de dejar mi huelga de hambre… Osin me prometió encargarse
personalmente que nadie me dificultara rezar en el futuro, y que esto
no sería un asunto de incumbencia de la KGB.


“¿Entonces cuál es el problema?” dije. “Devuélvame mi menorá, ya que
hoy es la última noche de Jánuca. Déjeme celebrarla ahora, y tomando en
cuenta sus garantías sobre el futuro, yo terminaré la huelga de hambre”.


Pero un documento de confiscación de la menorá ya había sido
preparado, y Osin no podía ceder en frente de todo el campo. Mientras
miraba a éste depredador sentado en una mesa elegante y pulida con una
benévola sonrisa, una idea divertida se apoderó de mí.


“Escuche”, dije, “Estoy seguro que tiene la menorá en algún lugar. Es
muy importante para mí celebrar la última noche de Jánuca. ¡Por qué no
dejarme hacerlo acá y ahora con usted!”


Osin lo pensó y rápidamente apareció la menorá confiscada desde su
escritorio. Llamó a Gavrulik, quien estaba de servicio en la oficina,
para que trajera una vela grande.


“Necesito ocho velas,” dije. (De hecho, necesitaba nueve, pero en
rituales judíos yo todavía era un novato). Gavrulik sacó un cuchillo y
comenzó a cortar la vela haciendo varias velas pequeñas.


Yo ordené las velas y fui al perchero a buscar mi sombrero,
explicándole a Osin que durante el rezo él también debía estar de pie
con su cabeza cubierta y al final decir “Amén.” Se puso su sombrero de
comandante y se paró. Yo prendí las velas y recite mi propio rezo en
hebreo que fue algo así: “Bendito eres Tú, Dios, por permitirme
regocijarme en este día de Jánuca, la fiesta de nuestra liberación, la
fiesta de nuestro retorno al camino de nuestros antepasados. Bendito
eres Tú, Dios, por permitirme encender las velas. Permíteme encenderlas
muchas veces más en tu ciudad, Jerusalem, con mi esposa Avital, y mi
familia y amigos.”


Y agregué, “Y que llegue el día cuando todos nuestros enemigos,
quienes hoy planean nuestra destrucción, estén parados frente a nosotros
y escuchen nuestros rezos y digan Amén”.


“Amén,” respondió Osin.


De: Fear No Evil, por Natan Sharansky (New Cork: Random House, 1988, pp. 306-308.)



El Encendido de las Velas – Reflejos


Cuando yo era pequeña, mi madre nunca prendió velas. De hecho, nadie
que yo conocía prendía velas excepto por la abuela de una amiga, así que
supongo que yo relacionaba encender velas con gente vieja. Sin embargo
cuando me casé, un amigo me regaló unos hermosos y antiguos candelabros
de madera, y yo comencé a encender las velas cada viernes por la noche.


Me gusta hacerlo, y descubrí que al crecer mi familia, así creció mi
sentimiento por encender. Yo pienso que es porque ahora sé lo que
significa tener un hogar. Hoy, cuando enciendo, tomo un momento para
pedirle a Dios que bendiga nuestra casa con paz, con bendiciones
especiales para toda mi familia.


* * *

La primera vez que encendí velas de Shabat tenía miedo, ya que sentía la
importancia de todo aquello. Sin embargo, es un momento intenso, ya que
es cuando realmente siento que Dios está ahí; que Él está conmigo. Me
pone un poco nerviosa porque la brajá – la bendición- sale desde lo más
profundo de mí.


A mi pequeña hija le encanta encender las velas y lleva
encendiéndolas desde que tiene siete años. Ahora nos aseguramos de
prenderlas en la mesa de Shabat para que nuestra cena esté iluminada. Es
tan elegante.


* * *

Cuando era un pequeño niño creciendo en Rusia, no tenía idea de que la
gente realmente prendía velas y cuidaba Shabat. Cuando nos dejaron
irnos, fuimos a Israel, y ahí vi la película El Violinista en el Tejado.
En una escena la madre enciende velas en la víspera de Shabat.


Posteriormente me mudé a Canadá y comencé a interesarme en el Shabat.
Lentamente, empecé a cuidarlo a mi propia manera, al principio sin
trabajar, después sin viajar. Y, ya que no tenía una “mujer en la casa,”
deduje que yo debería ser quien encienda las velas de Shabat. Me gustó,
especialmente la espiritualidad de todo aquello. Siempre me tomaba unos
minutos y meditaba sobre las velas. Lo disfrute tanto que después de
casado, ¡no lo quería dejar!


* * *

Mi madre solía prender las velas en un plato dado vuelta, se ponía un
pañuelo sobre su cabeza, y decía una bendición. Pero para mi era extraño
porque eso no significaba nada. Tal vez es porque nunca me lo explicó.
No estoy segura. Pero sí me hacía sentir judía, y extrañamente
orgullosa.


Luego, cuando me casé, leí un poco sobre judaísmo y comencé a
estudiar en un centro de educación judía para adultos. Eso despertó algo
dentro de mí: una herencia, un deseo de saber de donde venimos y por
qué estamos acá.


Así que comencé a encender las velas de Shabat. Al principio se
sentía raro, pero bien. Ahora es más natural, y disfruto decir la
bendición y el rezo especial por mi hijo. A mi esposo le encanta, ya que
trae un sentido de familia y unión al hogar.


Con la sopa de pollo calentándose y las velas encendidas – es una
sensación tan linda, como si estuviésemos todos vinculados. Me encanta.


* * *

Ahí estaba yo, un soltero viviendo lejos de casa, estudiando para mi
master en una universidad fuera de la ciudad, y algo me llevó a prender
velas el viernes en la noche. Tal vez porque había estado estudiando
sobre judaísmo y parecía el momento indicado llevar a la práctica lo
aprendido. Me di cuenta que hacía muy especial la noche del viernes,
como una sensación de hogar y de paz. Hay algo en las velas… es luz, y
me hace pensar en Dios. Al crecer, parecía que el judaísmo estaba
siempre lleno de encendido de velas: Jánuca, yortzeits… hacía al
judaísmo muy vistoso.


* * *

Creo que mi mamá prendió velas cuando mi hermano hizo su bar mitzvá,
pero no duró mucho más. Sin embargo yo aprendí que las mujeres judías
prendían velas.


Cuando tenía 29 años, viaje a Jerusalem como periodista y comencé a darle una segunda mirada a esta cosa llamada judaísmo.


Un fin de semana una amiga y yo fuimos al Sinai y acampamos en la
playa. Cuando llegó la noche del viernes, decidí prender velas en la
carpa. Incluso hice kidush para todos.


Después de volver a Estados Unidos empecé a encender las velas
regularmente. Parecía una cosa simple de hacer, requiriendo muy poco
compromiso. ¿Por qué no hacer una mitzvá tan fácil?


* * *

Mi madre prendió velas hasta su divorcio. Yo tenia como ocho años
entonces, pero todavía la recuerdo cubriendo su cabeza y diciendo una
bendición especial por sobre las velas. Era tan lindo. Muchos años
después viajé a Israel con mi prometido y pasé un tiempo en la ciudad
vieja de Jerusalem con unos buenos amigos de la adolescencia. Ellos se
habían vuelto observantes y cuidaban Shabat en una manera muy hermosa.
Nosotros ya habíamos hecho planes de traer más judaísmo a nuestro nuevo
hogar, pero fue esta experiencia la que me hizo querer empezar el
proceso cuidando Shabat.


Hoy en día trato de encender mis velas cuando el bebé está tranquilo,
y considero éste como mi momento especial para hablar con Dios. Prendo
una vela por cada uno de nosotros, una por mi hermana, y una en memoria
de mi abuela, quien siempre encendió velas. Me hace sentir como si
estuviese ahí. Se siente bien saber que sigo con su tradición, porque
ella era muy, muy especial para mí.


Mi madre también se ha conmovido por mi nueva observancia y comenzó a prender velas nuevamente después de todos estos años.


* * *

A veces, cuando estoy relajada, prendo las velas, cubro mis ojos, y digo
plegarias especiales por amigas que están teniendo dificultad para
quedar embarazadas o por quienes están enfermos. Cuando saco mis manos
veo a mis hijos a mí alrededor con sus manos sobre sus ojos, copiándome.
Es un momento tan especial, y yo tengo que reprimir las lágrimas.


Adaptado de “Friday Night and Beyond” por Lori Palatnik (Jason Aronson Pub).

Havdalá: La Oración de Distinción


La finalización del Shabat requiere una declaración
especial (Havdalá – Distinción), que identifica el Shabat como un día
diferente a los demás dias de la semana. Esta declaración se formula dos
veces: una en la Amidá del Shabat de noche, y la otra sobre una copa de
vino. Los Sabios adjudican gran significación a la recitación de la
Havdalá una vez más sobre una copa de vino (Berajot 33a; Shabat 150b).
En Babilonia, donde el vino era escaso, la Havdalá,
al igual que el Kidush, se recitaba sobre el vino solamente en la
sinagoga, con el propósito de dar cumplimiento así a la obligación de
todos los presentes. La Havdalá se sigue diciendo en la sinagoga al
concluir el servicio de Maariv del Shabat de noche. Tal como el Kidush,
la Havdalá se ha convertido en una familiar ceremonia hogareña. Se dice
en el hogar para dar cumplimiento a la obligación de todos los que se
encuentran allí. Si bien el vino es la bebida preferida para la
ceremonia, la Havdalá puede decirse sobre otros “liquidos importantes”
(jamar mediná). Según muchas autoridades rabínicas, ello incluye
cerveza, leche, café, té, y jugo de frutas.
Si bien algunas autoridades rabinicas sustentan el
criterio de que la Havdalá, al igual que el Kidush, ha de decirse
sentado, por las mismas razones opina la mayoría que es preferible estar
de pie para la Havdalá. Del mismo modo que la cortesia exige que uno se
levante cuando un visitante importante se despide, asi también debemos
ponernos de pie cuando nos despedimos del Shabat. De hecho, ambas
prácticas son correctas y ambas tienen sus adherentes (Oraj jayim
296:6).
El ritual de la Havdalá comprende los siguientes componentes:

a. Versiculos de introducción.

b. Bendición sobre el vino.

c. Bendición sobre las especias.

d. Bendición sobre las luminarias.

e. Bendición de la Havdalá (distinción), que es la oración principal de este ritual.Los versículos de introducción
Se acostumbra recitar ciertos versiculos de Isaías, de los Salmos y
del Libro de Ester antes del ritual de Havdalá. Estos versículos no son
parte obligatoria de la Havdalá. En el siglo XVI Rabí Moshé Isserles
mencionaba sólo tres de los ocho versículos que recitamos actualmente
(Oraj jayim 296:1; Rabí Moshé Isserles). Todos estos versiculos expresan
confianza en Dios y esperanzas por los días venideros. La recitación de
estos versículos se considera un “buen signo” (Simán Tov). La
“salvación” que se menciona en estos versiculos es la salvación de
tribulaciones o peligros inmediatos. Los versiculos son los siguientes


:


He aquí que Dios es mi salvación; confiaré y no tendré

temor; porque mifortaleza y mi canción es Dios, el Señor, el

cual se ha hecho mi salvación.
(Isaías 12:2)
Y sacaréis agua con regocijo de las fuentes de salvación.(Isaías 12:3).
Del Señor es la salvación; sobre Tu pueblo (venga)

Tu bendición eternamente
. (Salmos 3:9)


El Señor de los Ejércitos está con nosotros;

nuestra fortaleza es el Dios de jacob, eternamente
. (Salmos 46:12)


¡Oh, Señor de los Ejércitos, bienaventurado el hombre que confía en Ti! (Salmos 84:13)


¡Señor, salva! ¡Oh, Rey, respóndenos el día que Te clamemos clamemos! (Salmos 20:10)


Para los judíos habia luz y regocijo, y alegría y honra. (Ester 8:16) Así sea con nosotros.



El caliz de salvación alzaré, y el Nombre del Señor invocaré. (Salmos 116:13)


La frase del Libro de Ester es el único lugar de todo
el libro de oraciones donde se utiliza el término yehudim (judíos) para
referirse al pueblo judío. En toda la Biblia y en el Sidur se utiliza
solamente el nombre de Ysrael (Israel). Se acostumbra que todos los
presentes digan en alta voz el versículo del Libro de Ester, y la
esperanza intercalada de que “Así sea con nosotros.”
La bendición sobre el vino


Los versiculos arriba mencionados sirven de introito a la bendición
sobre el vino, que es el obligado comienzo de la Havdalá. Se acostumbra
llenar la copa de Havdalá hasta que desborde. Un fundamento de esta
costumbre es el versículo bíblico de que Dios “bendecirá tu pan y tus
aguas” (Exodo 23:25). Una casa donde el vino corre como agua se
considera incluida en esta bendición Divina (Eruvin 65a). De aquí la
copa desbordante, que simboliza el bienestar y nuestra participación de
la bendición Divina.


Las bendiciones sobre las especias y las luminarias


El uso de especias aromáticas y de luz en el recitado de la Havdalá
comenzó alrededor del siglo II Antes de la Era Común. En aquel entonces
los Sabios acostumbraban prolongar su tercera comida shabática (Seudá
Shlishit), que suele tomarse el shabat por la tarde, hasta bien entrada
la noche. Al final de la comida se traía fuego (que no puede encenderse
en Shabat) e incienso (que no puede ser preparado en Shabat puesto que
hay que calentarlo). Estos dos elementos y las bendiciones asociadas a
su utilización se convirtieron con el tiempo en partes integrantes del
ritual de la Havdalá.


Las dos bendiciones son las siguientes:
Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey del mundo, que has creado especias aromáticas.


Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey del mundo, que has creado las luces del fuego.

La bendición sobre las especias es una bendición de disfrute (Bircat
Hanebeni-n) y por ende es de la misma categoría que las que se dicen por
la comida y la bebida. En toda ocasión que se disfrute de los aromas de
las especias se debe recitar esta bendición.


Una de las razones que se invocan para la utilización
de las especias aromáticas, es el hecho de que el judio se entristece
ante la partida del Shabat. Se supone que la elevación de espíritu que
brinda la fragancia de las especias, habrá de compensar en algo la
melancolía que produce la partida del Shabat. Los Sabios nos han
enseñado que “tres cosas restablecen el buen ánimo del hombre: sonidos,
vistas y aromas (gratos)” (Berajot 57b). La fragancia de las especias
sirve para refrescar y reanimar el espiritu (Maimónides, Hiljot Shabat
29:29).
Otra razón similar que se brinda, es la de compensar la partida de la
neshamá yeteirá (alma adicional) que todo judío observante del Shabat
adquiere con el advenimiento del mismo. Este alma adicional se define
como la sensación de tranquilidad y de satisfacción que embarga a la
persona en Shabat (Rashi, Beitzá 16a). A la partida del Shabat, la
pérdida de esta serenidad espiritual es cubierta, de cierto modo, por la
fragancia refrescante de las especias (Beitzá 33b, Tosafot sobre el
término ki). La compensación de la pérdida del “alma adicional” mediante
el aroma de las especias fue factible para los Rabies, porque ellos
consideraban el aroma agradable como un deleite del alma más que del
cuerpo (Berajot 43b). Y no olvidemos que en hebreo el verbo “respirar”
(nashom) y el sustantivo “alma” (neshamá) provienen de la misma raíz.


La bendición sobre las luces del fuego no es de la
misma categoría que la de las especias. No se la considera una bendición
de disfrute, razón por la cual no tenemos obligación de recitarla cada
vez que nos beneficiamos del fuego, ya sea en forma de la luz que nos
permite ver, o del calor que nos entibia el ambiente, o de la llama para
cocinar nuestros alimentos. Las Bircot Hanehenin fueron prescriptas
solamente para los beneficios o disfrutes que son absorbidos
directamente por el organismo (Pesajim 53b, Tosafot sobre el término
ein).
La bendición sobre las luminarias, en la noche, a la
conclusión del Shabat, está destinada a conmemorar el descubrimiento del
fuego por el hombre. El Talmud enseña que Dios proporcionó a Adán
inteligencia para tomar dos piedras y golpearlas a fin de producir así
el fuego (y las luminarias), y que este descubrimiento tuvo lugar en la
primera noche de conclusión del Shabat (Pesajim 54a). Además de ello,
dado que está prohibido encender fuego en Shabat, es como si el fuego
fuera renovado para nosotros después de la conclusión del Shabat, y por
lo tanto agradecemos a Dios por ello.
La leyenda talmúdica podría despertar alguna leve
reminiscencia de la antigua leyenda griega, de que el fuego fue dado a
los hombres por Prometeo, quien lo robó del cielo. Cuando Zeus, el rey
de los dioses, descubrió el robo, dispuso que Prometeo fuera encadenado y
torturado. Contrastando con esto, la leyenda judia nos dice que fue el
mismo Dios quien enseñó al hombre el modo de obtener el fuego. El Dios
judio es un Dios que desea ayudar al hombre a descubrir la senda del
progreso. La bendición por las luminarias expresa, pues, agradecimiento
por este don Divino. Los Sabios deliberadamente eligieron la expresión
en plural “meoré ha-esh” (las luces del fuego) para indicar que Dios ha
dado al hombre inteligencia para elaborar diversas formas de
iluminación. Con esta bendición reconocemos que Dios es la fuente de
todas las luminarias, inclusive las desarrolladas por mano del hombre.
Para la Havdalá se utiliza una vela trenzada de
varios pabilos, dado que se considera que una “antorcha”, que derrama
más luz, es la forma más adecuada para dar cumplimiento a esta mitzvá
(Pesajim 103b). Si no se dispone de una vela trenzada, se pueden
utilizar dos velas comunes que se sostienen juntas de modo que sus
llamas se fusionen, y ello se considera equivalente a una “antorcha”
(Oraj jayim 298:2, Rabi Moshé Isserles). A falta de velas, puede decirse
la bendición por la luz sobre dos fósforos unidos, e incluso a la luz
de una linterna eléctrica.
Al pronunciar la bendición se acostumbra extender una
o ambas manos hacia la llama y examinar rápidamente las palmas de las
manos o las uñas de los dedos. Ello se hace a fin de derivar alguna
utilidad de la luz sobre la cual se recita la bendición. Por lo general
la vela es sostenida por alguien de la familia, y se acostumbra asignar
esta función a los niños de la casa.

Al concluir una festividad que no coincide con Shabat, se recita
solamente la bendición sobre el vino y la bendición básica de Havdalá.
En este caso no se dicen los versiculos preliminares, ni las bendiciones
sobre las especias y sobre las luminarias. El simbolismo religioso de
estas dos bendiciones se refiere exclusivamente a la conclusión del
Shabat.
Si la conclusión del día de Shabat coincide con el comienzo de una
festividad, se prescinde de la bendición sobre las especias. La fiesta,
yom tov, tiene “aroma” más que suficiente para compensar la partida del
Shabat (Pesajim 102b, sobre el término rav).


La Bendición de Havdalá












Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey del mundo,-
que haces distinción entre lo sagrado y lo profano, entre la luz y las
tinieblas, entre Israel y los (demás) pueblos, entre el séptimo día y
los seis días de labor. Bendito eres Tú, Señor, que haces distinción
entre lo sagrado y lo profano.
El texto de la bendición de Havdalá que aparece en el Talmud (Pesajim
103b) se basa en diversas distinciones (havdalot) mencionadas en las
Escrituras:


“Entre lo sagrado y lo profano” procede de Levítico 10:10.

“Entre la luz y las tinieblas” deriva de Génesis 1:4.

“Entre Israel y las (demás) naciones “ proviene de Levítico 20:26.


Estas “distinciones” significan diferentes niveles de santidad
establecidos por el Santo, Bendito Sea. La Havdalá que se dice como
parte de un Kidush de fiesta distingue, además, la mayor santidad del
Shabat de la santidad de la festividad que comienza (Hulín 26b). Las
festividades son de menor grado de santidad, porque en esos días se
permite cocinar y hornear los alimentos para la fiesta.


Al hacer uso de todos nuestros sentidos: el del
tacto, al tocar la copa; el del gusto, al saborear el vino; el del
olfato, al oler el aroma de las especias; el de la vista, al contemplar
las luces; y el del oído, al escuchar las bendiciones; y además, al
aplicar la inteligencia que Dios nos dio para entender las distinciones
que menciona la Havdalá, podemos considerar que este ritual y sus
bendiciones representan la consagración a Dios de todos nuestros
sentidos y capacidades al comienzo de cada nueva semana de nuestra vida.

SHABAT SHALOM








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RELATOS DE SHABAT





El Shabat Pudo Más
Nací en Safro, Marruecos dónde asistí a la Ieshivá hasta los 16 años…
Por entonces tuve que aprender una profesión. Fui a la ciudad de Fez
dónde había más opciones. Decidí convertirme en dibujante y me anoté en
una escuela profesional.


Cuando estalló la Segunda Guerra se puso muy difícil encontrar empleo
– sobre todo en mi profesión, y más aún como judío. Las personas
aceptaban cualquier trabajo.


Un día, solicité trabajo en una fábrica de muebles y otros artículos
para el gobierno. La planta pertenecía a Francia y los obreros eran
árabes y judíos. Era tiempo de guerra, y la industria permanecía abierta
los siete días de la semana.


Antes de entrar, juré a mí mismo que nunca profanaría el Shabat. Me
presenté al supervisor, y después de una corta entrevista, fui
contratado.


Durante una semana entera trabajé muy diligentemente, recibiendo
alabanzas por ello. Pero se acercaba Shabat y no había resuelto el
problema.


En la mañana de Shabat, mis pies se dirigieron a la fábrica. Estaba
determinado a no hacer ningún trabajo prohibido, aunque me despidieran.
Agradecí a Di-s por cada momento que pasaba sin que el supervisor que lo
notara. Cuando se acercaba, yo pretendía estar resolviendo una
ecuación, pero podría asegurar que él sabía la verdad. No dije nada, y
él continuó con sus rondas. Respiré aliviado. Mi primer Shabat había
pasado en paz.


La segunda semana pasó como la primera. Trabajé diligentemente, pero
mi mente estaba en otra parte. Qué pasaría el próximo Shabat.


De nuevo me encontré en la misma situación. Estaba de pie en mi lugar
de trabajo, pero no toqué nada de la madera o maquinaria.
Desgraciadamente, ese día el supervisor se presentó temprano. Era
evidente que me estaba controlando.


Mi corazón empezó a golpear. “¿Por qué no está trabajando?” preguntó.
No contesté, y él repitió la pregunta. Después agregó: “Si no empieza a
trabajar, tendrá que encontrar un trabajo entre los judíos…”


Después de unos minutos el supervisor volvió, pero ya no estaba solo.
¡Caminaba junto al gerente de la fábrica! Mi cuerpo entero empezó a
temblar como nunca antes lo había hecho.


El gerente me era familiar, pero no estaba muy seguro. El gerente me
miró de la cabeza a los pies antes de susurrar algo al supervisor. La
única palabra que pude oír fue “dibujante.”


Todos sabían que el dibujante de la planta había dejado su puesto. A
la fábrica le faltaba un proyectista de jornada completa. Nunca se me
había ocurrido solicitar el puesto, pues era demasiado tímido.


De repente, el gerente dijo: “No estoy equivocado, yo firmé su diploma”.

En ese momento comprendí. “Sí” contesté.

“Ven a mi oficina mañana,” dijo.


Al otro día empecé mi carrera como dibujante oficial de la planta.
Estaba encantado por la promoción inesperada, pero preocupado por cuidar
el Shabat.

Llegó Shabat. Decidí tomar la iniciativa. Fui a la oficina del gerente y
anuncié, “No trabajo los sábados”. Empalideció. No dijo nada y asintió
ligeramente.


Trabajé allí durante muchos años. Pero nunca crucé ese umbral en Shabat.


Una vez, en un momento de candor, el gerente me confió: “Debes saber
que nunca me ganaron en una discusión. Eres la primera persona que tuvo
éxito, y consiguió que cediera. Un pequeño judío, consiguió lo mejor de
mí…”


Shalom Shabat



Mis amigos se sorprenden incluso se afligen, cuando les cuentos la
manera en que cumplo Shabat. Se sorprenden al escuchar que no escribo,
no toco la luz, no uso el teléfono, ni cocino o me comprometo en ninguna
actividad que hago usualmente durante la semana, durante veinticinco
horas, empezando el viernes cuando baja el sol, hasta el anochecer del
sábado


Después de ese pequeño intervalo regreso a la batalla, incorporándome
con los demás a ese ritmo vertiginoso de la vida empresarial. Nadie que
me vea en el torbellino de mi vida agitada creería que me tomo
semejante recreo todas las semanas. “¿Cómo puede permitirse ese lujo?”
preguntan. Cuando se enteran que mi observancia también evita las
compras, las salidas al cine y un gran abanico de actividades
recreativas, levantan una ceja y dicen, “¿Por qué querrías hacer eso?”


Esta reacción no es nada sorprendente. Viene de la suposición natural
de creer que cesar nuestras ocupaciones cotidianas no sólo es difícil,
sino imposible. Piense en los anuncios del hombre trajeado sentado en la
cima de la montaña, “logueándose” para chequear su mail en su laptop; o
la bañista en una isla remota que cierra un trato a último momento,
creyendo que está de vacaciones.


“Seis días trabajarás y harás toda tu tarea, pero el día séptimo es
Shabat, consagrado a Hashem, tu Elokim, no hagas ninguna tarea…” (Éxodo
20:9-10)


Todos parecemos tomar de este Cuarto Mandamiento bastante en serio la
parte que dice trabajar durante seis días. Pero el mandamiento entero
es pertinente: Shabat es significativo por los días de trabajo y los
días de trabajo son elevados por el Shabat.


La Cabalá enseña que Di-s se pasó seis días creando un escenario en
donde somos todos actores. Él hizo esto contrayendo Su energía y
“retirándose”, creando así un “vacío”, un espacio que llamamos “mundo”.
Di-s permanece oculto para permitirnos ejercer nuestra libertad y libre
albedrío. Él está esperando que elijamos Tikun Olam, perfeccionar el
mundo. Él está esperando que validemos Su plan pasándonos seis días cada
semana elevando este mundo, descubriendo la Divinidad inherente en toda
la materia y liberando las chispas de Energía Divina que dan vida a
todas las cosas.


Cuando nos sumergimos en nuestro trabajo, sin embargo, se vuelve una
lucha permanecer en la superficie. En el interminable conflicto entre lo
material y lo espiritual, el peso específico a menudo gana. Es fácil
olvidarse de nuestro origen, nuestra razón de ser, de nuestro punto de
salida en este viaje que llamamos “la vida”.


Shabat es un poderoso recordatorio que nos devuelve al principio. Es
una reunión con nuestra propia esencia. Es un retorno a la perfección
que existió después de los seis días de Creación, antes del pecado.


Que yo no cocine, haga compras o faxee nada en Shabat es una
declaración de principios tanto como un estilo de vida. En Shabat me
resisto a hacer uso de las energías y fuerzas del mundo. Suspendo mis
esfuerzos por dominar y transformar. Reflejando el modelo original de
Di-s -cesando después de seis días de invención e innovación- correré el
velo y estaré cara a cara conmigo misma y mi Di-s.


Eso es lo que experimento cada semana, el viernes cuando el sol está a
punto de ponerse, me desconecto de mis asuntos cotidianos. Enciendo las
velas de Shabat y algo cambia mientras “limpio” mi mente y tomo una
respiración profunda, sabiendo que estoy en un lugar dónde nunca hubiera
podido llegar sola.

SHABAT SHALOM











  • :)
  • PARA SHALOM BAIT (PAZ EN EL HOGAR)






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