sábado, 3 de septiembre de 2016

Referencias de 2 Reyes

Referencias de 2 Reyes


















    EL LIBRO bíblico de Segundo de los Reyes retoma la historia de Israel y Judá en el punto en que la deja el Primero de los Reyes. Narra la historia de veintinueve monarcas (doce del reino norteño de Israel y diecisiete del reino sureño de Judá), así como también la labor que realizaron los profetas Elías, Eliseo e Isaías. Aunque no sigue estrictamente un orden cronológico, incluye sucesos como la destrucción de Samaria y la de Jerusalén. El libro cubre un período de trescientos cuarenta años, desde el 920 al 580 antes de la era común (a.e.c.), año en que el profeta Jeremías termina de escribirlo. ¿Es útil para nosotros Segundo de los Reyes? ¿Qué nos enseña de la personalidad de Jehová y de su forma de tratar a la humanidad? ¿Qué lecciones extraemos del comportamiento de los reyes, profetas y demás personajes que aparecen en el libro? Veamos.
    El rey Ocozías de Israel sufre una caída en su casa y enferma. El profeta Elías le anuncia que no sobrevivirá. A su muerte, lo sucede su hermano Jehoram. Entretanto, Jehosafat es el rey de Judá. Elías es arrebatado en una tempestad de viento, y Eliseo, su siervo, ocupa su puesto de profeta. Durante los aproximadamente sesenta años que dura su ministerio, Eliseo efectúa muchos milagros (véase el recuadro “Los milagros de Eliseo”). El rey de Moab se subleva contra Israel. Por eso, Jehoram, Jehosafat y el rey de Edom aúnan sus fuerzas para enfrentarse a él en una batalla, de la cual salen airosos gracias a la fidelidad de Jehosafat. Posteriormente, Eliseo frustra los planes del rey de Siria de tender una emboscada a Israel. Enfurecido, el monarca envía “caballos y carros de guerra y una pesada fuerza militar” para apresar al profeta (2 Reyes 6:14). Entonces, Eliseo realiza dos milagros y hace que los sirios se marchen en paz. Más adelante, el rey sirio Ben-hadad sitia la ciudad de Samaria provocando una hambruna, pero Eliseo predice que el hambre acabará.
    Tiempo después, Eliseo va a Damasco. Como el rey Ben-hadad está enfermo, envía a Hazael para averiguar si se recuperará. Eliseo predice que morirá y que Hazael gobernará en su lugar. Al día siguiente, Hazael asfixia al rey con una “tela [mojada] en forma de malla” y se apodera del trono (2 Reyes 8:15, nota). En Judá, Jehoram, hijo de Jehosafat, llega a ser rey, y posteriormente le sucede su hijo Ocozías (véase “Reyes de Judá y de Israel”).

    Respuestas a preguntas bíblicas:
    2:11.
    ¿A qué “cielos” “fue ascendiendo [Elías] en la tempestad de viento”?

    No fue ni a alguna parte lejana del universo físico ni al lugar espiritual en que habitan Dios y sus hijos angélicos (Deuteronomio 4:19; Salmo 11:4; Mateo 6:9; 18:10). En realidad, Elías ascendió a la atmósfera inmediata de la Tierra, donde vuelan los pájaros y soplan los vientos (Salmo 78:26; Mateo 6:26). Parece ser que el carro de fuego lo transportó a través de la atmósfera a otro lugar de la Tierra, donde vivió algún tiempo. De hecho, años después, Elías escribió una carta a Jehoram, el rey de Judá (2 Crónicas 21:1, 12-15).
    El que Elías no ascendió a la morada espiritual de Jehová Dios lo confirmó posteriormente Jesucristo, al decir: “Ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre”. (Juan 3:13.) El camino a la vida celestial se abrió por primera vez después de la muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo. (Juan 14:2, 3; Hebreos 9:24; 10:19, 20.)
    2:12.
    ¿Cuántos padres tiene usted?

    ¿Por qué se le llama a algunas personas “padre” en la Biblia a pesar de no ser parientes, si Mateo 23:9 dice que: “no llamen padre de ustedes a nadie sobre la tierra”?
    La Biblia usa “padre” simplemente como término de respeto. El profeta Eliseo se dirigió al profeta Elías como “padre mío.” Dos reyes de Israel, a su vez, se dirigieron a Eliseo como “padre mío.” Los siervos del general sirio Naamán se dirigieron a su amo como “padre mío.”—2 Rey. 2:12; 6:21; 13:14; 5:13.
    Usted tiene su padre literal que lo engendró a usted. Jehová Dios y Jesucristo también pueden ser sus Padres, dependiendo de la fe y obras de usted. Y también el ministro cristiano que le trajo la verdad dadora de vida de Dios puede hablar de sí mismo como padre de usted por medio de las buenas nuevas. Pero no hay un solo hombre en la Tierra, ni siquiera aquel que le enseñó a usted la Palabra de Dios, a quien usted deba dirigirse con el título religioso “Padre.” (Mt. 6:9).
    3:11.
    Como si nos aguzara el hierro

    Por supuesto, la preparación espiritual lleva tiempo. El apóstol Pablo puso su experiencia y sus métodos docentes a disposición de Timoteo durante más de diez años (1 Corintios 4:17; 1 Timoteo 4:6, 16). La extensa formación de más de cuarenta años que Moisés le dio a Josué benefició a la nación de Israel por mucho tiempo (Josué 1:1, 2; 24:29, 31). Eliseo acompañó al profeta Elías posiblemente durante seis años, lo que le preparó muy bien para su propio ministerio, que había de durar unos sesenta años (1 Reyes 19:21; 2 Reyes 3:11). Los ancianos siguen el ejemplo de Pablo, Moisés y Elías cuando con paciencia preparan continuamente a los demás.
    3:15.
    ¿Para qué hizo Eliseo que se tocara un instrumento de cuerdas?

    La música cumplía otros propósitos en Israel. Por ejemplo, se utilizaba para preparar la mente y hacer a los profetas más receptivos a los asuntos espirituales. Por citar un caso, un día el profeta Eliseo recibió guía de parte de Dios justo después de escuchar el sonido de un instrumento de cuerda (2 Reyes 3:15).
    3:19.
    ¿Por qué debían de talar todo árbol bueno del reino de Moab?

    Cuando los israelitas invadieron la tierra de Canaán, no se les permitió destruir los árboles frutales al atacar las ciudades, aunque siglos más tarde Dios autorizó a los reyes de Judá e Israel a devastar los ‘árboles buenos’ del reino de Moab. Al parecer esto se debió a que Moab estaba fuera de la Tierra Prometida. Además, era una guerra punitiva contra los moabitas, y dicha acción reduciría el riesgo de que con el tiempo se sublevaran o se vengaran. (Dt 20:19, 20; 2Re 3:19, 25; compárese con Jer 6:6.)
    4:13.
    ¿En qué sentido se "restringió" por Eliseo la mujer de Sunem?

    Otra bella mujer vivió en Sunem. No sabemos nada de su apariencia física, pero ciertamente era hermosa de corazón. La Biblia dice que ‘se restringió’, es decir, pasó mucho trabajo, para alojar al profeta Eliseo y proporcionarle alimento con regularidad. (2 Reyes 4:8-13.)
    Podemos imaginarnos a Eliseo cuando, después de un viaje largo y agotador, regresaba agradecido a la pequeña cámara del techo que ella y su esposo le habían preparado. Es probable que haya visitado esta casa a menudo, pues su ministerio duró sesenta años. ¿Por qué insistió esta sunamita en que Eliseo se alojara en su casa cada vez que pasaba por esos alrededores? Porque valoraba la obra que él efectuaba. Este humilde y abnegado profeta sirvió de conciencia para la nación, pues recordó a reyes, sacerdotes y a la gente común su obligación de servir a Jehová.
    Es muy probable que la sunamita fuera una de las personas que Jesús tenía presentes cuando dijo: “El que reciba a un profeta porque es profeta, recibirá galardón de profeta”. (Mateo 10:41.) Jehová dio una extraordinaria recompensa a esta mujer piadosa. Aunque había sido estéril por muchos años, dio a luz un hijo. Años después, recibió ayuda divina de nuevo durante el hambre de siete años que azotó al país. Este relato conmovedor nos recuerda que el trato bondadoso que damos a los siervos de Dios nunca le pasa inadvertido a nuestro Padre celestial. (2 Reyes 4:13-37; 8:1-6; Hebreos 6:10.)
    4:23.
    ¿Por qué dijo el esposo de la sunamita que no era sábado para ir a buscar a Eliseo?

    El sábado se dedicaba habitualmente a adquirir conocimiento de Dios y a atender necesidades espirituales, como lo indica la respuesta del esposo de la mujer sunamita cuando ella le pidió permiso para ir a ver a Eliseo, el hombre de Dios: “¿Por qué vas a él hoy? No es luna nueva ni sábado”. (2Re 4:22, 23.) Los levitas que estaban esparcidos por todo el país sin duda aprovecharon el sábado para enseñar la Ley al pueblo de Israel. (Dt 33:8, 10; Le 10:11.)
    4:27.
    ¿Por qué actuó Guehazí de manera tan irreflexiva e imprudente?

    En el relato bíblico de Guehazí, el siervo de Eliseo, encontramos un ejemplo de un hombre que obró sin tacto. Una sunamita a quien se le acababa de morir su hijo en los brazos acudió a Eliseo en busca de consuelo. Cuando se le preguntó si todo iba bien, ella respondió: “Va bien”. Pero al llegar la mujer a donde estaba el profeta, “Guehazí se acercó para empujarla de allí”. En cambio, Eliseo le dijo: “Déjala, porque amargada está su alma dentro de ella” (2 Reyes 4:17-20, 25-27).
    ¿Por qué actuó Guehazí de manera tan irreflexiva e imprudente? Es verdad que la mujer no expresó sus sentimientos cuando se le preguntó, pero lo cierto es que la mayoría de la gente no revela lo que siente a cualquier persona. No obstante, sus sentimientos deben haber sido evidentes de alguna forma, pues parece ser que Eliseo los percibió. Su siervo, en cambio, no los percibió, u optó por pasarlos por alto. Este incidente ilustra bien una razón común por la que algunos demuestran falta de tacto. Cuando alguien concede excesiva importancia a su labor, es fácil que no perciba o no atienda las necesidades de quienes lo rodean. Es como un conductor de autobús que está tan preocupado por llegar a tiempo que olvida detenerse para recoger a los pasajeros.
    5:2.
    ¿Un nombre ante Jehová o los hombres?

    Hay centenares de personas mencionadas por nombre en la Biblia. Pero hay algunas cuyos nombres no se dan, y sin embargo sus buenos hechos están registrados allí. Cuando el profeta Elías pensó que solo él quedaba fiel a Dios, Jehová le dijo que había otros 7.000 fieles. (1 Rey. 19:18) También la jovencita israelita, cuyo nombre no se da, que dijo la verdad valerosamente mientras estuvo cautiva en Siria. (2 Rey. 5:2, 3) Estas personas tuvieron buen éxito, debido a su lealtad a Jehová. Recuerden los hechos de estos innominados, e imítenlos con lealtad a Dios, y “ustedes tendrán un nombre que Jehová mismo conozca y que recordará.”
    5:9-14.
    ¿Por qué es sabio ser humildes?

    A veces la sencillez misma de una recomendación hace que la gente dude de su valor. Pudiera ser que sencillamente no puedan ver que tenga sentido. Naamán fue un hombre que casi cayó en esa trampa. Había bajado a Israel con la esperanza de ser curado de lepra. Puesto que era un hombre prominente, esperaba que el profeta Eliseo lo tratara con consideración especial. Pero Eliseo ni siquiera lo vio en persona; simplemente dio a su siervo la instrucción de decirle a Naamán que se bañara siete veces en el río Jordán. Para Naamán era cosa que estaba por debajo de su dignidad el bañarse en el fangoso Jordán. Él había esperado una curación espectacular. Si Naamán no hubiera escuchado el consejo de sus siervos, hubiera vuelto a Damasco leproso como estaba. Pero cumplió con las instrucciones sencillas de Eliseo y fue sanado.—2 Rey. 5:9-14.
    5:15, 16.
    ¿Por qué no aceptó Eliseo el regalo de Naamán?

    Porque reconocía que la curación milagrosa de Naamán se debía al poder de Jehová, y no al suyo. Para él habría sido inadmisible beneficiarse del cargo que Dios le había dado. Hoy día, los auténticos siervos de Jehová tampoco buscan sacar provecho personal de su servicio. Se toman muy en serio la recomendación de Jesús: “Recibieron gratis; den gratis” (Mateo 10:8).
    Un estudio de la Biblia revela varias diferencias de importancia entre las curaciones de que informa la Biblia y las que informan los sanadores de hoy. Por ejemplo, Jesús y sus discípulos nunca cobraron por sus curas. Así, siguieron el ejemplo que dio Eliseo, quien rehusó un regalo de un hombre llamado Naamán, a quien Eliseo había sanado de lepra. (2 Reyes 5:1, 14-16.) Por lo tanto, cuando los sanadores de hoy cobran por sus servicios violan este precedente bíblico.
    5:15-19.
    ¿Por qué no juzgar por la mera apariencia?

    Las apariencias externas no son siempre los factores determinantes. Por ejemplo, Naamán el sirio se resolvió a ‘ya no ofrecer ofrenda quemada o sacrificio a ningún otro dios sino solo a Jehová.’ Sin embargo, en su puesto de siervo del rey de Asiria, parte del trabajo de Naamán consistía en entrar en el templo del dios falso Rimón con el rey y sostener al rey (que evidentemente estaba en condición de debilidad) mientras éste se inclinaba ante el ídolo. Parece que Naamán había ejecutado este servicio con alguna regularidad. Sin embargo, cuando expresó preocupación de conciencia por este asunto, Eliseo el profeta de Dios respondió: “Vete en paz.” (2 Rey. 5:15-19) Es verdad que un observador pudiera suponer, por lo que veía, que Naamán era adorador del dios falso Rimón. Pero si hablara con aquel hombre descubriría que no era así.
    5:18, 19.
    ¿Estaba pidiendo perdón Naamán por tener que participar en un acto religioso?

    Se ve que el débil estado de salud del anciano rey sirio lo obligaba a apoyarse en Naamán. Cuando el rey se inclinaba para adorar a Rimón, también lo hacía Naamán. Pero se trataba de una acción puramente mecánica, con el único objetivo de servir de apoyo al rey, no de rendir adoración. De modo que Naamán pidió perdón a Jehová por cumplir con este deber civil. Eliseo dio crédito a sus palabras y le dijo: “Vete en paz”.
    5:20-23.
    ¿Como considera Jehová a la persona que trata de obtener ganancia egoísta de los dones que él da?

    Aparentemente la avaricia de Guejazi dio resultado. Pero en realidad no fue así. Perdió el privilegio de seguir como servidor de Eliseo. Por su avaricia, por usar incorrectamente el nombre de su amo en busca de ganancia falta de honradez y por representar en falsos colores al profeta, Guejazi acarreó calamidad sobre sí y sobre su prole. Pronunciando el juicio de Dios, Eliseo le dijo a Guejazi: “La lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu prole hasta tiempo indefinido.” La ejecución de ese juicio no tardó. Continúa el relato: “Inmediatamente salió de delante de [Eliseo], leproso, blanco como la nieve.”—2 Rey. 5:27.
    Ciertamente Jehová Dios no considera a la ligera a los que tratan de obtener ganancia egoísta de los dones que él da. Esto incluiría el uso del puesto de responsabilidad de uno en la congregación cristiana con provecho egoísta. De hecho, un requisito para los individuos a los cuales se nombra a una asignación particular de servicio en la congregación es que ‘no sean ambiciosos de ganancia falta de honradez.’ (1 Tim. 3:8) A los ancianos se les exhorta: “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena voluntad; tampoco por amor a ganancia falta de honradez, sino con verdaderas ganas.”—1 Ped. 5:2.
    6:15-17.
    ¿Qué punto de vista dejan de tener presente los que participan en actos de mala conducta?

    En realidad, los cristianos que sucumben al ataque de Satanás han perdido la visión espiritual. Su falta de visión o vista espiritual puede compararse a la situación en la que se encontró el servidor de Eliseo. Recuerde lo que Eliseo oró a favor de él: “Oh Jehová, ábrele los ojos, por favor, para que vea”. Y el servidor vio, “y, ¡mire! la región montañosa estaba llena de caballos y carros de guerra de fuego todo alrededor de Eliseo” (2 Reyes 6:15-17). ¿Reconoce usted quién está mirándonos? Es Jehová, y también Cristo y los ángeles (Salmo 11:4; 34:7; Hebreos 1:14; Mateo 18:10). Estamos en un escenario teatral, por decirlo así. (Compare con 1 Corintios 4:9.) Si una persona mantiene este punto de vista bíblico, ¿cómo podría participar en actos de mala conducta sexual, sabiendo que hay quienes están observando sus mismísimas acciones desde arriba?
    Los ángeles están con nosotros mientras declaramos las buenas nuevas a los habitantes de la Tierra. (Revelación 14:6.) Y como personas que mantenemos integridad, tenemos la confianza de que ‘ningún arma que se forme contra nosotros tendrá éxito’. (Isaías 54:17.)
    6:24, 25.
    ¿Qué indicaba el precio de estos artículos?

    Cuando se narra el sitio al que el rey sirio Ben-hadad sometió a Samaria, se dice que el hambre fue tan severa que “la cabeza de un asno llegó a valer ochenta piezas de plata, y el cuarto de una medida de cab de estiércol de paloma valía cinco piezas de plata”. (2Re 6:24, 25.) Una cabeza de asno costaba alrededor de 176 dólares (E.U.A.), si las “piezas de plata” eran siclos, y el “cuarto de una medida de cab [0,3 l.] de estiércol de paloma” valía unos 11 dólares (E.U.A.). Este hecho indica que debido a la escasez de alimento, la cabeza huesuda de un asno, en la que apenas había carne, llegó a ser un artículo alimenticio caro (a pesar de que el asno era un animal inmundo según la ley mosaica), y hasta el estiércol de paloma era muy costoso. Se ha discutido mucho sobre si la expresión estiércol de paloma es literal y sobre el uso que podía darle el comprador.
    6:30.
    ¿Cómo considera usted las costumbres de duelo?

    Se entiende que el cristiano que haya perdido a un ser querido quizás se vista y actúe de manera más reservada por cierto tiempo. (Compárese con 2 Samuel 13:19; 2 Reyes 6:30.) Pero esto es muy diferente del llevar, por largo espacio de tiempo, ropa que en la mente de los de la comunidad esté relacionada con creencias no bíblicas respecto a los muertos. Cuando viudas cristianas han rehusado seguir tales costumbres, los parientes y vecinos a veces las han amenazado, afirmando que esto les ocasionará “mala suerte” o que el “espíritu” del esposo difunto se sentirá enfadado y les causará alguna calamidad. Tales personas supersticiosas quizás teman también que se vean privadas de la lluvia o que les falle la cosecha.
    9:8.
    ¿Qué quiere decir la expresión “cualquiera que orina contra una pared”?

    La expresión de desdén, “cualquiera que orina contra una pared” (1 Rey. 14:10; 21:21; 2 Rey. 9:8), es idiomática, refiriéndose únicamente a los varones, y por eso algunas traductores simplemente vierten la expresión “todo hijo de madre.”
    9:11.
    ¿Por qué pusieron de loco ciertos jefes al profeta de Jehová?

    Puesto que estaban completamente absortos en su misión y se dedicaban a ella con celo y valor, es posible que a los demás les pareciera extraño o hasta irracional su comportamiento, como pensaron de cierto profeta unos jefes militares cuando se ungió a Jehú. Sin embargo, una vez que se dieron cuenta de que aquel hombre era un profeta, los jefes tomaron muy en serio su mensaje. (2Re 9:1-13; compárese con Hch 26:24, 25.)
    9:16-27.
    ¿Es exacta la geografía de la Biblia?

    Cuando el rey Jehú cruzó el valle hasta la ciudad de Jezreel para ejecutar la sentencia de Jehová sobre Jezabel y la casa apóstata de Acab. En la atalaya de Jezreel debió ser fácil ver acercarse desde el este las tropas de Jehú a una distancia de 19 kilómetros. De modo que el rey Jehoram tuvo suficiente tiempo para enviar a un primer mensajero a caballo y luego a otro, y, finalmente, para que él y el rey Ocozías de Judá engancharan los caballos a sus carros y salieran al encuentro de Jehú antes de que este llegara a la ciudad de Jezreel. Jehú ejecutó enseguida a Jehoram. Ocozías huyó, pero fue herido más tarde y murió en Meguidó. (2 Reyes 9:16-27.) Con respecto a los campos de batalla como el supracitado, George Smith escribe: “Es impresionante que en ninguna de sus narraciones [...] haya una imposibilidad geográfica”.
    9:22.
    No recurra a la adivinación

    En ninguna parte de la Biblia recibe mención favorable ninguna forma de adivinación. Muchas veces en los mismos textos donde se condenan las prácticas espiritistas de la adivinación se les menciona junto con el adulterio y la fornicación. (2 Rey. 9:22; Nah. 3:4; Mal. 3:5; Gál. 5:19, 20; Rev. 9:21; 21:8; 22:15) A la vista de Dios la adivinación es comparable al pecado de rebelión. (1 Sam. 15:23) Por lo tanto no es bíblico hablar de la comunicación de Jehová con sus siervos como una manifestación de adivinación “buena.”
    9:30.
    ¿Qué deben tener presente las cristianas en cuanto al uso de joyas y maquillaje?

    La Biblia no prohíbe el uso de tales medios de embellecer la apariencia. (Éxodo 32:2, 3; Ester 2:7, 12, 15.) Pero se deben emplear con modestia. Fácilmente una mujer pudiera empezar a imitar los estilos mundanos en el uso exagerado de lápiz de labios, colorete o sombreador, como lo hizo Jezabel. (2 Reyes 9:30.) Hay que ejercer cuidado para no usar demasiado maquillaje, y para que las joyas que se usen no sean ostentosas.

    Lecciones para nosotros:
    1:13, 14.
    Aprender de lo que vemos y actuar con humildad salva vidas.
    2:2, 4, 6.
    Pese a que Eliseo había sido el ayudante de Elías durante tal vez seis años, no quiso abandonarlo. Sin duda, es un magnífico ejemplo de lealtad y amistad (Proverbios 18:24).
    2:23, 24.
    Parece que el principal motivo por el que unos muchachos se burlaron de Eliseo fue porque un hombre calvo llevaba la prenda de vestir oficial de Elías. Reconocieron que Eliseo era el representante de Jehová y simplemente no lo querían cerca. Le dijeron que subiera, quizás dando a entender que siguiera su camino a Betel o que fuera arrebatado, tal como le sucedió a Elías. Obviamente, reflejaron la misma actitud hostil de sus progenitores. De ello se desprende que es esencial que los padres enseñen a sus hijos a respetar a los representantes de Dios. Jehová considera responsables de sus actos a los jóvenes que muestran falta de respeto a los siervos fieles de él.
    Esta pauta sobre la santidad es también aplicable a los hijos de la familia cristiana. Es muy fácil para ellos llegar a casa de la escuela y empezar a imitar el habla rebelde e irrespetuosa de sus compañeros mundanos. Hijos, no imiten las actitudes de los jóvenes groseros que insultaron al profeta de Jehová y que tienen sus análogos malhablados y blasfemos en la actualidad. (2 Reyes 2:23, 24.) El lenguaje sucio de la calle, que emplean quienes son demasiado perezosos o desconsiderados para usar palabras decentes, no debe corromper su habla. Como cristianos, nuestra habla debe ser santa, agradable, edificante, amable y “sazonada con sal”. Debe distinguirnos como personas diferentes. (Colosenses 3:8-10; 4:6.)
    3:14, 18, 24.
    La palabra de Jehová siempre se cumple.
    3:22.
    Con el reflejo de la luz del alba, el agua daba la impresión de ser sangre, quizás porque el suelo de las zanjas recién formadas era de barro rojizo. Jehová puede optar por valerse de fenómenos naturales para realizar sus propósitos.
    4:8-11.
    Al darse cuenta de que Eliseo era “un santo hombre de Dios”, cierta mujer de Sunem fue hospitalaria con él. ¿Verdad que deberíamos hacer lo mismo nosotros con los siervos fieles de Jehová?
    5:3.
    Esta niña israelita tenía fe en el poder de Dios para efectuar milagros y la defendió con valor. Joven, ¿te esfuerzas por fortalecer tu fe en las promesas divinas y te armas de valor para hablar de la verdad a tus profesores y compañeros de clase?
    5:9-19.
    ¿No demuestra el ejemplo de Naamán que alguien orgulloso puede aprender a ser humilde? (1 Pedro 5:5.)
    5:20-27.
    ¡Qué precio tan alto por intentar vivir una mentira! Reflexionar sobre los sufrimientos y adversidades que resultan de llevar una doble vida impedirá que caigamos en ese proceder.
    Se unge a Jehú rey de Israel. Sin dilación, Jehú pone en marcha una campaña para aniquilar la casa de Acab y hábilmente extermina de Israel la adoración de Baal (2 Reyes 10:28). En cuanto Atalía, la madre de Ocozías, se entera de que Jehú ha matado a su hijo, ‘se levanta y destruye a toda la prole del reino’ de Judá y usurpa el trono (2 Reyes 11:1). Solamente se salva el hijo menor de Ocozías, Jehoás, quien, tras permanecer seis años oculto, es ungido rey de Judá. Gracias a la instrucción que recibe de Jehoiadá el sacerdote, Jehoás continúa haciendo lo que es recto a los ojos de Jehová. En cuanto a los reyes de Israel que suceden a Jehú, todos hacen lo que es malo a la vista de Jehová. Eliseo fallece de muerte natural en los días del nieto de Jehú. El cuarto rey de Judá después de Jehoás es Acaz, quien tampoco hace “lo que es recto a los ojos de Jehová” (2 Reyes 16:1, 2). En cambio, su heredero Ezequías llega a ser un rey que sigue “adhiriéndose a Jehová” (2 Reyes 17:20; 18:6). En el año 740, mientras Ezequías gobierna en Judá, y Hosea, en Israel, el monarca asirio Salmanasar ‘toma a Samaria y lleva a Israel al destierro en Asiria’ (2 Reyes 17:6). En consecuencia, pueblos extranjeros ocupan el territorio de Israel y surge la religión samaritana.
    De los siete reyes que suceden a Ezequías en Judá, solo Josías toma medidas para erradicar la adoración falsa. Finalmente, en el 607, los babilonios conquistan Jerusalén, y Judá se va “al destierro de sobre su suelo” (2 Reyes 25:21).

    Respuestas a preguntas bíblicas:
    10:15.
    ¿Quiénes son Jehú y Jehonadab en nuestro tiempo?

    Jehú es el equivalente de Jesucristo, a quien representa en la Tierra el “Israel de Dios”, los cristianos ungidos (Gálatas 6:16; Revelación 12:17). Tal como Jehonadab fue al encuentro de Jehú, una “gran muchedumbre” ha salido de las naciones para apoyar a los representantes terrestres de Jesús (Revelación 7:9, 10; 2 Reyes 10:15)
    10:30, 31.
    Jehová, un Dios que aprecia y cumple sus promesas

    Considere el caso del rey israelita Jehú. Jehová Dios lo designó específicamente para que ejecutara juicio en la casa real de Acab, que era culpable de homicidio. En aprecio por lo que Jehú hizo, Jehová Dios le prometió: “Por la razón de que has obrado bien haciendo lo que es recto a mis ojos, y conforme a todo lo que estaba en mi corazón se lo has hecho a la casa de Acab, hijos mismos hasta la cuarta generación se sentarán para ti sobre el trono de Israel.”—2 Reyes 10:30.
    Es digno de notarse que el registro de Jehú como rey no fue inmaculado. La Biblia informa lo siguiente: “Jehú mismo no puso cuidado en andar en la ley de Jehová el Dios de Israel con todo su corazón. No se apartó de los pecados de Jeroboán con que él hizo pecar a Israel.” (2 Reyes 10:31) En vez de quitar todos los centros de adoración falsa de su dominio, Jehú permitió que la adoración de becerros que inició el rey Jeroboán continuara. Además, según la profecía de Oseas, la casa de Jehú se hizo culpable de homicidio delante de Jehová. (Ose. 1:4) Sin embargo, a pesar del hecho de que la vida de Jehú no estuvo sin graves negligencias culpables, Jehová Dios cumplió su promesa. En cumplimiento de esa promesa, Joacaz, Joás, Jeroboán (II) y Zacarías —la prole de Jehú hasta la “cuarta generación”— ocuparon el trono del reino de diez tribus.
    11:4.
    “Guardia de Corps Caria”

    Cuerpo de soldados que colaboró con Jehoiadá en derrocar a Atalía y proclamar a Jehoás rey de Judá. (2 Reyes 11:4, 13-16, 19.)
    Muchos eruditos creen que la guardia de corps caria no era más que otro nombre que se daba a los Keretitas, que se dice que servían en las fuerzas militares de David y Salomón. También, según opinión de algunos eruditos, los keretitas constituían la guardia personal de estos reyes. (2Sa 8:18; 1Re 1:38; 1Cr 18:17.) Esta identificación de la guardia de corps caria con los keretitas se basa además en el texto masorético, que en 2 Samuel 20:23 emplea la expresión “guardia de corps caria” y en la nota marginal, tal como se hace en otros manuscritos hebreos, emplea la palabra “keretitas”.
    Al SO. de Asia Menor existía un antiguo distrito al que se denominaba Caria. El hecho de que en Ezequiel 25:16 y Sofonías 2:5 se relacione a los keretitas con los filisteos, y que además en la Versión de los Setenta griega se traduzcan estos textos por “cretenses” en vez de keretitas, ha llevado a algunos a la conclusión de que el distrito de Caria mencionado podría ser el lugar de donde procedieran los miembros de esta guardia de corps.
    “Guardia Pretoriana”
    11:12.
    ¿Que ilustraba el hecho de poner sobre el rey “el Testimonio”?

    “El Testimonio” era quizás un breve ademán simbólico, dado que el rey debía estudiar y aplicar la Ley de Dios durante toda la vida, puede haber ilustrado que ni siquiera él estaba por encima de la Ley, o Testimonio, de Jehová (Deu. 17:18-20).
    12:17, 18.
    ¿Qué les sucedió a Jehoás y su camarilla de malvados príncipes tras abandonar a Jehová?

    Mientras Jehoiadá vivió, Jehoás hizo lo correcto. Incluso se encargó de que el pueblo diera dinero para reparar el templo de Dios, que tanto su padre como su abuelo Jehoram habían descuidado. Entonces Jehoiadá el sumo sacerdote murió, para ese entonces, Jehoás tenía 40 años. Y en vez de hacerse amigo de personas que servían a Jehová, se juntó con gente que adoraba a dioses falsos. Zacarías, el hijo de Jehoiadá, era el sacerdote de Jehová en ese momento. Zacarías dijo al rey y a su mala asociación: “Porque ustedes han dejado a Jehová, él, a su vez, los dejará a ustedes”. Enfurecido, Jehoás mandó que lo apedrearan. Precisamente él, que había estado a punto de morir asesinado, ¡ahora hace matar a Zacarías! (2 Crónicas 24:1-3, 15-22.)
    Ahora, en el siglo IX a.E.C. una fuerza militar de Siria —solo “un número pequeño de hombres”— invadió Judá y “arruin[ó] de entre el pueblo a todos los príncipes”. Los invasores también obligaron al rey a entregarles tanto sus propios bienes como el oro y la plata del santuario. Aunque Jehoás sobrevivió, quedó enfermo y debilitado. Poco después, algunos de sus propios siervos conspiraron contra él y lo asesinaron (2 Crónicas 24:23-25; 2 Reyes 12:17, 18). Se probó así la veracidad de las palabras de Jehová a Israel: “Si no escuchas la voz de Jehová tu Dios, teniendo cuidado de poner por obra todos sus mandamientos y sus estatutos [...,] invocaciones de mal tienen que venir sobre ti y alcanzarte” (Deuteronomio 28:15).
    12:17, 18a.
    Lecciones prácticas de la Tierra Prometida

    Un incidente de esta índole tuvo lugar en el siglo IX a.E.C. Narra la Biblia que el rey sirio Hazael “procedió a subir y pelear contra Gat [probablemente en el límite de la Sefelá] y a tomarla, después de lo cual Hazael fijó el rostro en subir contra Jerusalén”. El rey Jehoás se las arregló para detener a Hazael sobornándolo con objetos de valor tomados del templo y el palacio. Como sea, el pasaje ilustra la importancia crucial que tenía la Sefelá para la seguridad de Jerusalén. (2 Reyes 12:17, 18.)
    Podemos extraer una lección práctica de este suceso. Hazael quiso conquistar Jerusalén, pero antes tuvo que atravesar la Sefelá. Así mismo, Satanás el Diablo ‘procura devorar’ a los siervos de Dios, pero muchas veces tiene que penetrar primero en una resistente zona parachoques, que consiste en la adhesión de los cristianos a los principios bíblicos, como los referentes a las malas compañías y el materialismo. (1 Pedro 5:8; 1 Corintios 15:33; 1 Timoteo 6:10.) Transigir en los principios bíblicos suele ser el primer paso hacia la comisión de pecados graves. Por consiguiente, mantengamos dicha zona bien guardada. Sigamos los principios de la Biblia hoy, y no quebrantaremos las leyes de Dios mañana.
    13:18, 19.
    ¿Qué nos enseña 2 Reyes 13:18, 19 sobre el cumplimiento de las tareas que Jehová nos ha asignado?

    Aunque Jehová nos fortalece las manos de muchas maneras, también espera que nos esforcemos vigorosamente. Por no esforzarse con celo, el rey Jehoás solamente tuvo un éxito limitado al luchar contra sus enemigos. El mismo principio es aplicable en nuestro caso. En vez de preocuparnos por las dificultades que afrontamos en nuestras asignaciones, debemos cumplirlas con celo y con todo el corazón confiando en la ayuda divina (Isa. 35:3, 4).
    13:20, 21.
    ¿Apoya este milagro la veneración de reliquias?

    No. En este versículo se relata el milagro que se produjo al caer un cadáver sobre los huesos del difunto Eliseo. Dado que en aquel momento, este profeta de Dios estaba muerto y no tenía “conciencia de nada en absoluto”, la resurrección debe atribuirse al poder de Jehová Dios, quien efectuó el milagro mediante su espíritu santo, o fuerza activa, como fue el caso de todos los portentos que el profeta realizó en vida (Ecl. 9:5, 10). Es importante destacar que las Escrituras no dicen que los huesos de Eliseo hayan sido venerados.
    Este milagro fue un claro testimonio o sello divino por parte de Dios, quien demostró que el fiel Eliseo había sido un profeta verdadero.
    15:1-6.
    ¿Por qué plagó Jehová con lepra a Azarías (Uzías 3)?

    La prenda de la humildad nos ayuda a aceptar la disciplina. Las personas humildes no son como el rey Uzías de Judá, “Tan pronto como [Uzías] se hizo fuerte, su corazón se hizo altivo [...], de modo que actuó infielmente contra Jehová su Dios y entró en el templo de Jehová para quemar incienso sobre el altar del incienso.” Cuando los sacerdotes “se plantaron contra Uzías” y le mandaron que “[saliera] del santuario”, él se enfureció con los sacerdotes y fue castigado con lepra (2 Crónicas 26:16-21; Proverbios 16:18), Qué precio pagó por no ser humilde!. Nunca sea como Uzías permitiendo que el orgullo le impida aceptar la disciplina que proviene de Dios mediante Su Palabra y Su organización.
    De igual manera el estar comprometidos, o estar preparándose para casarse, no es lo mismo que ya estar unidos en matrimonio, ¿verdad? Pues bien, considere: ¿Qué pensaría usted de un hombre que no hubiera sido nombrado superintendente en la congregación cristiana pero que estuviera tratando de asumir la posición de tal anciano? Sería presuntuoso. ¿Y qué les sucedió a ciertos individuos de la antigüedad que presuntuosamente se adelantaron y no esperaron a Jehová? ¿Se hicieron daño? Sí, a veces hasta el punto de morir, tarde o temprano. (1 Sam. 15:22, 23; 2 Sam. 6:6, 7; 2 Cró. 26:16-21) De seguro que ninguna persona que tema a Dios querrá obrar presuntuosamente por medio de participar en una relación física prohibida por Jehová, o por medio de participar en las intimidades que están asociadas con el matrimonio antes de haberse casado.—Efe. 5:3.
    16:1-4.
    ¿Qué hago si mis padres dan mal ejemplo?

    En lugar de preocuparte excesivamente por la condición de tus padres ante Dios, debes ‘seguir obrando tu propia salvación con temor y temblor’. (Filipenses 2:12.) Así lo hizo un joven príncipe de la antigüedad llamado Ezequías, que se hallaba en circunstancias parecidas. Su padre, el rey Acaz, aseguraba que rendía culto a Jehová. (Isaías 7:10-12.) Pero en realidad veneraba a dioses paganos, y llegó al punto de ofrecer en sacrificio a Baal a uno de sus propios hijos, probablemente algún hermano de Ezequías. Acaz nunca se arrepintió de sus pecados, ni siquiera el día de su muerte. (2 Reyes 16:1-4.) Imagínate el dolor que esta apostasía imperante debió de causar a Ezequías. El Salmo 119:28, que algunos atribuyen a la pluma de este joven príncipe, dice: “Mi alma se ha desvelado de desconsuelo. Levántame conforme a tu palabra”.
    Y así obró Jehová. Según Ezequías se aplicaba a la oración y al estudio de la Palabra de Dios, su espiritualidad crecía a pesar del entorno. (Salmo 119:97.) Además, vigiló sus amistades. (Salmo 119:63.)
    Ezequías permitió que la Palabra de Jehová dirigiera su vida. El Salmo 119:105 dice: “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda”. Sí, Ezequías tomó su propia decisión, la decisión correcta. ¿El resultado? Por encima del triste ejemplo de su padre hipócrita, Ezequías “siguió adhiriéndose a Jehová”. llegó a ser uno de los pocos grandes reyes que tuvo Judá, un hombre fiel, sabio y querido. “Jehová resultó estar con él.” (2 Reyes 18:3-7.) Tú también puedes hacer lo mismo. Tal vez uno de tus progenitores esté comportándose hipócritamente, pero tú no tienes por qué copiar su ejemplo. Sigue fiel a Jehová, y quizás tus apacibles actos de fidelidad hagan que cambie algún día. Un examen de siete reyes de Judá nos enseña una importante lección. En algunos casos, los peores reyes tuvieron a los mejores hijos, y viceversa, los mejores reyes tuvieron a los peores hijos (compárese con Eclesiastés 2:18-21).
    17:1-6.
    ¿Qué predicción se hizo sobre Samaria, y cómo se cumplió?

    Aunque Samaria era la capital del reino de diez tribus de Israel, en este pasaje dicho nombre probablemente designe el reino entero (1 Reyes 21:1). El rey asirio Salmanasar V sitió Samaria en 742 antes de nuestra era. Cuando la ciudad finalmente cayó en 740, después de haber existido por 257 años, muchos miembros de la clase dirigente fueron desterrados a Mesopotamia y Media. No se sabe con certeza si fue Salmanasar V quien capturó Samaria o si fue su sucesor, Sargón II (2 Reyes 17:1-6, 22, 23; 18:9-12). No obstante, las actas de Sargón hacen referencia a la deportación de 27.290 israelitas a lugares del alto Éufrates y Media.
    Los hallazgos arqueológicos apoyan firmemente el relato bíblico de 2 Reyes 17:6-18 sobre la destrucción del reino norteño de Israel por los asirios.
    17:17a.
    ¿Que significa Agüero?

    Cualquier cosa a la que se le atribuye alguna indicación sobre el futuro; una situación o acontecimiento que se cree que presagia algo bueno o malo. (Gé 30:27; Nú 24:1.) La ley que Dios le dio a Israel prohibía específicamente buscar agüeros como forma de adivinación (Le 19:26; Dt 18:10); pero los apóstatas, como el rey Manasés de Judá, pasaron por alto esta prohibición. (2Re 17:17; 21:6.) Ya que las Escrituras condenan esta práctica, está claro que lo que el fiel José dijo en cuanto al uso de su copa de plata para leer agüeros era tan solo parte de un ardid. (Gé 44:5, 15.) Con este comentario, José se representó a sí mismo como administrador de una tierra en la que imperaba la adoración falsa, no como alguien que tuviese fe en Jehová, y de ese modo no dejó entrever que tuviera algo en común con sus hermanos y les mantuvo oculta su verdadera identidad. (Véase ADIVINACIÓN.)
    17:40, 41.
    ¿A qué Dios adora usted?

    Muchos samaritanos fueron originalmente extranjeros introducidos por los asirios en Palestina para reemplazar a las diez tribus norteñas de Israel que fueron llevadas al exilio. Antes habían adorado a dioses paganos, pero después se esforzaron por conocer a Jehová, el Dios de Israel. Pero ¿abandonaron su religión anterior? No. La Biblia informa: “Era conforme a su religión anterior que estaban haciendo. Y estas naciones llegaron a ser temedoras de Jehová, pero fue a sus propias imágenes esculpidas a quienes resultaron estar sirviendo”. (2 Reyes 17:40, 41.) De modo que los samaritanos, aunque reconocían nominalmente a Jehová, todavía servían a sus dioses anteriores, y así practicaban una adoración que representaba una mezcla de religiones.
    Además, piense en lo que implicaban estas palabras de Jesús: “Nadie puede servir como esclavo a dos amos; porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro. No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas”. (Mateo 6:24.) ¿Conoce usted a alguien que sea miembro de alguna religión, pero cuyo interés principal en la vida sea ganar dinero? Entonces, ¿a quién sirve realmente esa persona?... ¿a Dios, o a las riquezas? ¿A cuántos incrédulos conoce usted que se hayan dado a la búsqueda frenética de dinero? Ciertamente ellos también son adoradores del dinero, y quizás hasta sean más celosos en ello que muchos creyentes.
    18:1-5.
    Confiemos en la palabra de Jehová

    Ezequías hijo se Acaz, quien posiblemente compuso el Salmo 119, escogió “el camino de la fidelidad”. Y lo hizo aunque había adoradores falsos del dios Mólek a su alrededor y quizás tuviera que soportar burlas de los miembros de la corte real. Es muy probable que su alma se haya “desvelado de desconsuelo” debido a aquella situación (Salmo 119:28). No obstante, cifró su confianza en Dios, fue un buen rey e hizo “lo que era recto a los ojos de Jehová” (2 Reyes 18:1-5), “Después de él resultó que no hubo nadie como él entre todos los reyes de Judá, aun los que habían sido antes de él”, dice la Biblia. Si confiamos en Dios, también nosotros aguantaremos las pruebas que nos sobrevengan y seremos íntegros (Santiago 1:5-8).
    18:4.
    El punto de vista cristiano de las imágenes

    El consejo de la Biblia contradice las teorías de los teólogos. Dios mostró claramente al Israel antiguo que él condenaba del todo la idolatría. (Éxodo 20:4, 5; Deuteronomio 4:15-19.) Es verdad que se permitieron algunas representaciones, como la serpiente de cobre que Moisés hizo. Sin embargo, se prohibía estrictamente inclinarse en adoración ante tales objetos. (Números 21:9; 2 Reyes 18:1, 4.) Los testigos de Jehová han ayudado a miles de personas a abandonar las prácticas idolátricas y a hacerse ‘la clase de adoradores que el Padre quiere’. Después de haber aprendido por la Biblia lo que Dios piensa de las imágenes, muchas personas han querido eliminar de sus hogares y de su forma de adoración las imágenes. (Compárese con Deuteronomio 7:25.) Es verdad que esto no siempre se les ha hecho fácil. Pero lo han hecho por un deseo sincero de adherirse estrictamente a la Palabra de Dios, la Biblia, que exhorta así a los verdaderos cristianos: “Hijos míos, guardaos de los ídolos”. (1 Juan 5:21, BJ.)
    18:13.
    ¿Qué dicen los anales de Senaquerib sobre este acontecimiento?

    Antes de sufrir una derrota humillante por mano de Dios en 732 a.E.C., Senaquerib atacó algunos lugares de Judá. Este rey dice en sus anales que capturó a 200.150 habitantes de los pueblos y ciudades fortificadas de Judá, si bien, a juzgar por el tono de su relato, el número debe ser exagerado. (2Re 18:13.)
    18:15.
    ¿Por qué no coinciden con la Biblia algunos detalles de la escritura de Senaquerib?

    Por ejemplo, el arqueólogo Alan Millard observa: “El hecho más sorprendente viene al final [de la crónica de Senaquerib]. Ezequías envió a su mensajero, con todo el tributo, a Senaquerib ‘más tarde, a Nínive’. El ejército asirio triunfante no se lo llevó de regreso a su país de la manera usual”. La Biblia dice que se pagó el tributo antes de que el rey de Asiria regresara a Nínive. (2 Reyes 18:15-17.) ¿A qué se debe la diferencia? ¿Y por qué no pudo jactarse Senaquerib de conquistar la capital de Judea, Jerusalén, tal como se jactó de la conquista de la fortaleza judea de Lakís? Tres escritores bíblicos dan la respuesta. Uno de ellos, un testigo presencial, escribió: “El ángel de Jehová procedió a salir y a derribar a ciento ochenta y cinco mil hombres en el campamento de los asirios. Cuando la gente se levantó muy de mañana, pues, allí estaban todos, cadáveres muertos. Por eso Senaquerib el rey de Asiria partió y se fue y regresó, y se puso a morar en Nínive”. (Isaías 37:36, 37; 2 Reyes 19:35; 2 Crónicas 32:21.)
    18:17.
    ¿Qué diferencia había entre el hebreo y el arameo en el siglo VIII a. E.C.?

    En el siglo VIII a. E.C., la diferencia entre el hebreo y el arameo había llegado a ser tan grande que se les considera idiomas separados. Un ejemplo de esto se observa cuando los delegados del rey Ezequías dijeron a los portavoces del rey asirio Senaquerib: “Sírvete hablar con tus siervos en el lenguaje siríaco [arameo], porque podemos escuchar; y no nos hables en el lenguaje de los judíos a oídos de la gente que está sobre el muro”. (2Re 18:17, 18, 26.) Si bien en aquella época el arameo era la lengua franca en el Oriente Medio y el idioma de la diplomacia internacional, la mayoría de los judíos no lo entendía. Los documentos extrabíblicos en lengua aramea más antiguos que se conocen datan, poco más o menos, del mismo período y confirman la diferencia que ya existía entre este idioma y el hebreo.
    18:19-21, 25.
    ¿Había entrado Ezequías en una alianza con Egipto?

    No. Las acusaciones que lanzó Rabsaqué eran falsas, al igual que la afirmación de que contaba con la “autorización de parte de Jehová”. El leal rey Ezequías confió únicamente en Jehová.
    18:31.
    ¿Qué hacían los israelitas a fin de disponer de agua durante la larga estación seca?

    En Israel, la temporada lluviosa se extiende desde octubre hasta abril, y a veces llegan a formarse torrentes caudalosos que corren por los valles. Pero durante la estación más calurosa, los torrentes se secan, y pueden pasar meses sin que caiga una sola gota. ¿Cómo se las arreglaban los israelitas de tiempos bíblicos para contar siempre con un buen suministro de agua?
    En primer lugar, labraban canales en las colinas para dirigir el agua de las lluvias invernales hasta depósitos subterráneos, o cisternas. Una ligera inclinación en los techos de las casas permitía que el agua fluyera hasta esos depósitos. De hecho, muchos hogares tenían su propia cisterna (2 Reyes 18:31; Jeremías 6:7).
    Los israelitas también obtenían agua de los manantiales. En las tierras altas, el agua se filtra por el terreno hasta alcanzar las capas de roca impermeables, entonces comienza a deslizarse y finalmente brota en forma de manantiales.
    Los nombres de pueblos como Ensemes, En-roguel y En-gued sugieren que estos se hallaban cerca de algún manantial, pues la palabra en significa “fuente” o “manantial” (Josué 15:7, 62). Para aprovechar las aguas de un manantial cercano, en Jerusalén se labró a través de la roca un túnel que servía de acueducto (2 Reyes 20:20).
    Por último, donde no contaban con manantiales, cavaban pozos (en hebreo, be’ér), como el que había en Beerseba (Génesis 26:32, 33). El erudito André Chouraqui señala que “incluso hoy las técnicas utilizadas por [los israelitas] son dignas de admiración”.
    19:25.
    ¿Por qué se dice que Jehová ‘forma’ o moldea su propósito?

    El hecho de que Jehová sea un Dios de propósito es fundamental para entender la cuestión de su influencia en los asuntos humanos. Este hecho está implícito en su mismo nombre. Jehová significa “Él Hace que Llegue a Ser”. Mediante una actuación progresiva, Jehová se convierte en el Cumplidor de todas sus promesas. Por ello, se dice que Jehová ‘forma’ o moldea su propósito en lo que respecta a acciones o sucesos futuros (2 Reyes 19:25; Isaías 46:11). Este término procede de la palabra hebrea ya-tsár, relacionada con otra que significa “alfarero” (Jeremías 18:4). Tal como un hábil alfarero puede dar forma a un pedazo de barro y convertirlo en una hermosa vasija, Jehová puede formar, o maniobrar, los asuntos para llevar a cabo su voluntad (Efesios 1:11).
    19:26.
    ¿Por qué se asemeja a personas con “vegetación del campo”?

    En Palestina, la vegetación se seca rápidamente durante la estación seca, cuando está sometida al ardiente calor del Sol o al abrasador viento del E. Por consiguiente, a las personas que están a punto de ser subyugadas por una conquista militar se las asemeja a la “vegetación del campo y tierna hierba verde, hierba de los techos, cuando hay un abrasamiento ante el viento del este”. (2Re 19:25, 26; Isa 37:26, 27.) De igual manera, cuando el salmista estuvo gravemente afligido, exclamó: “Mi corazón ha sido herido tal como vegetación, y está seco”. “Yo mismo estoy seco como simple vegetación.” (Sl 102:4, 11.)
    19:35.
    ¿Qué hechos sobre los ángeles, nos infunden confianza?

    Se puede apreciar el tremendo poder de estos ángeles cuando notamos que uno solo de ellos, en el tiempo del rey Ezequías de Judá, derribó a 185.000 hombres de la hueste asiria en una sola noche. (2 Rey. 19:35) Por medio de sus ángeles poderosos, Jesucristo puede proteger a sus discípulos de opositores malignos y encargarse de que su mandato de hacer discípulos se lleve a cabo a pesar de la peor oposición. El que se está usando a los ángeles para ayudar a la congregación se confirma por el hecho de que ni las proscripciones ni persecuciones terribles han detenido la obra de hacer discípulos. Los miembros de la congregación pueden decir: SÍ, a la pregunta que se plantea en Hebreos 1:14: “¿No son todos ellos espíritus para servicio público, enviados para servir a favor de los que van a heredar la salvación?”
    19:35, 36.
    Aunque los anales asirios no mencionan específicamente la aplastante derrota de Senaquerib, ¿por qué resultan igualmente interesantes?

    Los anales de Senaquerib, registrados tanto en el Prisma del Instituto Oriental como en el Prisma de Taylor, dicen: “En cuanto a Ezequías, el judío, él no se sometió a mi yugo, puse sitio a 46 de sus ciudades fuertes, fortines murados e innumerables aldehuelas de su vecindad, y [las] conquisté [...]. A él mismo lo hice prisionero en Jerusalén, su residencia real, como a un pájaro en una jaula”. Senaquerib declara que “el brillo inspirador de terror” de su señorío abrumó a Ezequías. Con todo, no dice que capturara a Ezequías ni que conquistara Jerusalén, como había dicho de las “ciudades fuertes” y “aldehuelas”. En realidad, al omitir este dato, está admitiendo tácitamente que no logró su objetivo y se confirma, por tanto, la exactitud del relato bíblico que narra la aniquilación de las tropas de élite de Senaquerib.
    19:36, 37.
    El valor relativo de las inscripciones

    Por ejemplo, el registro bíblico relata que Adramélec y Sarézer, hijos de Senaquerib, mataron a su padre, y que Esar-hadón, otro de sus hijos, le sucedió en el trono. (2Re 19:36, 37.) No obstante, una crónica de Babilonia decía que a Senaquerib lo había asesinado su hijo en una revuelta el día vigésimo de Tebet. Tanto Nabonido, rey babilonio del siglo VI a. E.C., como Beroso, sacerdote babilonio del siglo III a. E.C., presentan la misma versión en sus escritos, a saber, que Senaquerib murió a manos de uno solo de sus hijos. Sin embargo, en un fragmento del Prisma de Esar-hadón descubierto más tarde, este hijo de Senaquerib que le sucedió en el trono —el propio Esar-hadón— afirma con claridad que sus hermanos (plural) se rebelaron y mataron a su padre, después de lo cual huyeron. Al comentar sobre este asunto en Universal Jewish History (1948, vol. 1, pág. 27) Philip Biberfeld dice: “La Crónica de Babilonia, Nabonido y Beroso estaban equivocados; solo el registro bíblico demostró ser fidedigno. La inscripción de Esar-hadón lo confirmó hasta en los mínimos detalles, así que demostró ser más exacto en lo que respecta a este suceso de la historia asirobabilonia que las propias fuentes babilonias mismas. Este es un hecho de máxima importancia, incluso para la evaluación de fuentes contemporáneas que no estén en concordancia con la tradición bíblica”.
    20:1.
    El “derecho de morir”... ¿de quién es la decisión?

    El cristiano hallará provechoso reflexionar sobre los siguientes relatos bíblicos: Tanto Job como Ezequías aparentemente padecían de una enfermedad mortal, pero se recuperaron. (Job 7:5, 6; 42:16; 2 Reyes 20:1-11.) Por lo tanto, no se apresure a concluir que la persona está muriéndose. Sin embargo, el resultado fue diferente en el caso de Ben-hadad. (2 Reyes 8:7-15.) El escudero del rey Saúl rehusó prestarle ayuda cuando este le pidió que le ayudara a ‘morir con dignidad’; y David declaró culpable de sangre al que afirmó haber cometido tal acto de ‘muerte por misericordia’. (1 Samuel 31:4; 2 Samuel 1:6-16.) Por lo tanto, la Biblia no aprueba el acelerar la muerte de alguien.
    Estos ejemplos ilustran la necesidad de ejercer cuidado al tratar diferentes casos hoy día. Puesto que cada caso tiene sus propias peculiaridades, la decisión se debe tomar bajo oración, teniendo en cuenta el punto de vista de Dios sobre el valor de la vida. En cuanto a esto, tenemos un excelente ejemplo en el caso de Rebeca, quien, ansiosa por su vida, “se fue a inquirir de Jehová”. (Génesis 25:22.)
    20:2.
    ¿Cuáles son las cosas personales que podemos incluir en nuestras oraciones a Jehová?

    En verdad, cualquier cosa que haya de tener efecto en nuestra relación con Dios es tema propio para oración, incluso nuestra salud física, así como la crianza de los hijos. (2 Reyes 20:1-3; Sal. 41:3; Jueces 13:8) Sin embargo, no deberíamos esperar que Jehová nos cure milagrosamente, sino, más bien, orar para que se puedan tomar pasos prudentes para hacer frente a nuestro problema particular de salud.
    El apóstol Juan escribió: “No importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, él nos oye.” (1 Juan 5:14) Por eso, lo importante es que lo que pidamos esté en armonía con la voluntad de Dios. Esto significa que primero tenemos que aprender lo que es Su voluntad. (Proverbios 3:5, 6) Entonces, si tomamos en consideración la voluntad y el propósito de Dios cuando oramos, más bien que sencillamente estar ocupados con nuestros propios intereses personales, nuestras oraciones serán aceptables a Jehová. Es propio que demos gracias a Jehová todos los días por las cosas buenas que él provee.—Juan 6:11, 23; Hechos 14:16, 17.
    20:3.
    ¿Cómo contesta Dios las oraciones?

    A veces lo hace de manera rápida y obvia (2 Reyes 20:1-6). Pero en otras ocasiones tarda un poco más, y las respuestas no son tan evidentes. Como muestra la parábola de Jesús sobre la viuda que no se cansó de pedir justicia a un juez, quizás sea necesario suplicar con insistencia (Lucas 18:1-8). Sin embargo, mientras oremos en conformidad con la voluntad divina, podemos tener la certeza de que, a diferencia de aquel juez, Jehová nunca nos dirá: “Deja de causarme molestia” (Lucas 11:5-9).
    20:3a.
    ¿Cómo implica afecto por la cosa o persona recordada la palabra hebrea para “acordarse”?

    Una autoridad dice que la palabra hebrea que se traduce “acordarse” suele implicar “el afecto de la mente y la acción que acompaña al recuerdo”. La implicación del “afecto” en la expresión “acordarse” se manifiesta en la exclamación de la “muchedumbre mixta” en el desierto: “¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos de balde en Egipto!”. Tal como Job pidió que Dios lo recordara con favor, Ezequías, Nehemías, David y un salmista anónimo también suplicaron que Jehová los recordara con afecto en reconocimiento de su fidelidad. (Números 11:4, 5; 2 Reyes 20:3; Nehemías 5:19; 13:31; Salmo 25:7; 106:4.)
    De modo que podemos preguntarnos: ‘¿Nos acordamos de nuestro Creador con afecto y procuramos no hacer nada que lo hiera o le duela?’. Una joven comentó: “Mi madre me ayudó a entender que Jehová tiene sentimientos, y a una edad temprana fui consciente de que mis acciones le afectaban de alguna manera”. (Salmo 78:40-42.) Otra joven explicó: “Sabía que mis actos ayudarían o estorbarían a Jehová a la hora de responder al desafío de Satanás. Quería regocijar el corazón de Jehová, así que eso me ayudó y me sigue ayudando hoy”. (Proverbios 27:11.)
    20:20.
    ¿Fue el rey Ezequías quien construyó el túnel de Siloam en Jerusalén?

    Ezequías reinaba en Judá a finales del siglo VIII antes de nuestra era cuando se recrudeció el conflicto entre esta nación y la poderosa potencia asiria. La Biblia indica que, a fin de proteger Jerusalén y asegurar el suministro de agua, este rey realizó numerosas obras. Entre otras, Ezequías excavó un túnel desde el manantial de Guihón hasta el estanque de Siloam. El túnel tiene una altura promedio de 1,80 metros y mide 533 metros (1.749 pies) de largo, perforado en la roca que abastecía de agua a la ciudad. Todavía hoy, unos dos mil setecientos años después, los visitantes de Jerusalén pueden caminar por esta obra maestra de ingeniería, conocida comúnmente por el nombre de túnel de Ezequías. (2 Reyes 20:20; 2 Crónicas 32:1-7, 30).
    Dicho túnel —que hoy se conoce como túnel de Ezequías o túnel de Siloam— fue descubierto en el siglo XIX. En su interior se encontró una inscripción que describía las últimas fases de su construcción. Basándose en la forma y el tipo de letras empleadas, la mayoría de los expertos concordaron en que databa de tiempos de Ezequías. Pero hace una década empezaron a oírse voces que afirmaban que el túnel se construyó quinientos años después. En 2003, un grupo de científicos israelíes publicaron los resultados de su investigación para establecer la fecha exacta. ¿A qué conclusión llegaron?
    De acuerdo con el experto Amos Frumkin, doctor en Geografía de la Universidad Hebrea de Jerusalén, “las pruebas del carbono 14 realizadas con la materia orgánica encontrada en los muros del túnel de Siloam, así como el método del uranio-torio empleado para datar las estalactitas, dejan claro que el túnel fue construido en la época de Ezequías”. La revista científica Nature dice más: “Los tres diferentes métodos de verificación —la datación radiométrica, la paleografía y el registro histórico— lo sitúan en torno al año 700 antes de nuestra era. Hasta ahora, ninguna construcción bíblica de la Edad del Hierro está mejor datada que el túnel de Siloam”.
    Podemos sacar una lección práctica del empeño de Ezequías por proteger y aumentar el suministro de agua de Jerusalén. Jehová es “la fuente de agua viva”. (Jeremías 2:13.) Sus pensamientos, consignados en la Biblia, sustentan la vida, lo que hace indispensable el estudio personal de ella. Sin embargo, las oportunidades de estudiar, así como el conocimiento resultante, no nos vendrán automáticamente. Puede ser que tengamos que ‘excavar túneles’, quizás a través de nuestra apretada rutina diaria, para hacerles sitio. (Proverbios 2:1-5; Efesios 5:15, 16.) Una vez que hayamos comenzado, debemos ceñirnos a nuestro horario, dando prioridad al estudio personal. No dejemos que nada ni nadie nos prive de este valioso abastecimiento de agua. (Filipenses 1:9, 10.)
    21:6.
    ¿Le gustaría recuperar su privilegio de servicio?

    Tal vez usted perdió su privilegio debido a que cometió un pecado, y ahora se pregunta si Jehová y los hermanos alguna vez lo perdonarán y olvidarán lo sucedido. Recuerde el ejemplo de Manasés, uno de los reyes de Judá. Él “hizo en gran escala lo que era malo a los ojos de Jehová, para ofenderlo” (2 Rey. 21:6). Sin embargo, la Biblia indica que al momento de su muerte Dios lo consideró un rey fiel.
    Porque Manasés terminó por aceptar la disciplina que recibió. En un principio había pasado por alto las advertencias divinas, y Jehová había enviado contra él a los asirios, quienes lo encadenaron y lo llevaron al exilio en la lejana Babilonia. Pero una vez allí, Manasés “ablandó el rostro de Jehová su Dios, y siguió humillándose mucho a causa del Dios de sus antepasados. Y siguió orando a Él”. Así es: este rey se arrepintió sinceramente y lo demostró con su conducta, por lo que fue perdonado (2 Cró. 33:12, 13).
    21:6a.
    ¿Es prudente recurrir a prácticas espiritistas para enterarse de lo que encierra el futuro, o para asegurar el éxito de cierta empresa?

    Dichas prácticas espiritistas en realidad implicaban el recurrir a Satanás y sus demonios por ayuda. No es sorprendente que esto haya sido “malo a los ojos de Jehová”, y que Jehová castigara severamente a Manasés debido a ello. Pero cuando este se arrepintió y abandonó tales prácticas malas, recibió la bendición de Jehová.
    22:14.
    ¿En qué modo utilizó Jehová en varias ocasiones a mujeres para que lo representaran?

    Jehová utilizó a mujeres para que lo representaran o hablaran por él en varias ocasiones durante la historia de Israel. Respecto a la profetisa Débora, leemos: “Los hijos de Israel subían a ella para juicio”. (Jueces 4:5.) Después que Israel derrotó al rey cananeo Jabín, Débora tuvo un privilegio muy especial. Según parece, ella compuso, al menos en parte, la canción de victoria que con el tiempo llegó a formar parte de las Escrituras inspiradas. (Capítulo 5 de Jueces.) Siglos después, el rey Josías envió ante la profetisa Huldá una delegación, que incluía al sumo sacerdote, para inquirir de Jehová. Huldá pudo responder con autoridad: “Esto es lo que ha dicho Jehová el Dios de Israel”. (2 Reyes 22:11-15.) En esa ocasión el rey mandó una delegación a una profetisa, pero se hizo con el propósito de recibir dirección de Jehová. (Compárese con Malaquías 2:7.)
    Por lo tanto, lejos de hablar en tono desdeñoso de las mujeres, las Escrituras Hebreas presentan un cuadro equilibrado de su papel como siervas de Dios. Aunque Jehová no eximió a sus adoradoras del cumplimiento de Génesis 3:16, los hombres piadosos que seguían el ejemplo de Jehová y obedecían su Ley trataron a las mujeres con dignidad y respeto.
    22:20.
    Dado que Josías fue herido de muerte en una batalla, ¿se cumplió con exactitud la profecía de Huldá de que moriría “en paz”?

    Sí, murió en paz en el sentido de que falleció antes de que llegara la calamidad de 609-607 a.E.C., cuando los babilonios sitiaron y destruyeron Jerusalén.
    23:4, 5.
    ¿Astrología en las sinagogas?

    Luego el rey Josías, reformador celoso, eliminó estas prácticas falsas. “Y el rey pasó a mandar a Hilquías el sumo sacerdote y a los sacerdotes del segundo rango y a los guardas de la puerta que sacaran del templo de Jehová todos los utensilios hechos para Baal y para el poste sagrado y para todo el ejército de los cielos. Entonces los quemó fuera de Jerusalén, en los terraplenes de Cedrón, y trajo el polvo de ellos a Betel. Y a fuerza dejó sin negocio a los sacerdotes de dioses extranjeros, que los reyes de Judá habían colocado para que hicieran humo de sacrificio en los lugares altos de las ciudades de Judá y en los alrededores de Jerusalén, y también a los que hacían humo de sacrificio a Baal, al sol y a la luna y a las constelaciones del zodíaco y a todo el ejército de los cielos.” (2 Reyes 23:4, 5.)
    ¿Qué lecciones nos enseñan estos acontecimientos históricos? Primero, que no hay lugar para la astrología, los horóscopos ni otras prácticas espiritistas en la adoración del Dios verdadero, Jehová. Segundo, aprendemos que es muy fácil caer en estas prácticas si uno descuida su relación con Jehová y presta atención a la filosofía humana y a la llamada sabiduría. En tal caso sería fácil ‘venerar y rendir servicio sagrado a la creación más bien que a Aquel que creó’. La protección contra tales prácticas es “tener a Dios en conocimiento exacto”, realmente conocer al Señor Soberano del universo, Jehová, y a su Hijo, Cristo Jesús. (Romanos 1:20-25, 28; Juan 17:3.)
    24:1-4.
    ¿Por qué censuró Jehova posteriormente a Judá por el pecado de Manasés?

    La culpa por derramamiento homicida de sangre en la cual incurrió Manasés no fue cancelada cuando aquel rey pasó del escenario de los acontecimientos. Permaneció como una mancha sobre Israel. La justicia no había sido satisfecha de modo que aquella culpa pudiera removerse. Por lo tanto, Jehová envió a Nabucodonosor, el rey de Babilonia, como ejecutor Suyo contra Jerusalén. “Fue solo por orden de Jehová que esto tuvo lugar contra Judá, para quitarlo de su vista por los pecados de Manasés, conforme a todo lo que había hecho; y también por la sangre inocente que él había derramado, de manera que llenó a Jerusalén de sangre inocente, y Jehová no consintió en conceder perdón.”—2 Rey. 24:1-4.
    La correspondencia moderna de la Jerusalén sin fe es la cristiandad, en cuya esfera de operaciones brotaron las dos sangrientas guerras mundiales de nuestro siglo. Así la cristiandad, también, ha sacrificado incontables ‘hijos e hijas’ al dios de la guerra. (Jer. 7:31) ¡Cuánta culpa por derramamiento de sangre lleva la cristiandad, culpable de derramar la sangre de decenas de millones de almas! Si la culpa de sangre de Manasés no pudo ser perdonada, ¡cuánto menos la de la cristiandad! Las organizaciones religiosas que han apoyado la violencia de las dos guerras mundiales, y de otras guerras de este siglo, tienen que compartir esa culpa. La cristiandad forma gran parte de “Babilonia la Grande,” el imperio mundial de la religión falsa, y en la descripción del apóstol Juan se dice que ésta está “borracha con la sangre de los santos y con la sangre de los testigos de Jesús.” No es de extrañar que la “voz procedente del cielo” pregone a los amadores de justicia: “Sálganse de [Babilonia], pueblo mío, si no quieren participar con ella en sus pecados, y si no quieren recibir parte de sus plagas. Porque sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo, y Dios ha recordado sus actos de injusticia.”—Rev. 17:5, 6; 18:4, 5.
    24:17-20.
    ¿puede un cristiano decir en conciencia que ‘al servir a una revolución sirve a Dios’?

    Busquemos la respuesta en la historia bíblica. Hacia finales del siglo VII a. E.C., Dios había permitido que el imperio babilonio dominase a Israel. No obstante, después de ocho años de vasallaje, el rey Sedequías optó por librarse del yugo babilonio. Recurrió a Egipto en busca de ayuda. No iba a permitir por más tiempo que una potencia extranjera y, para colmo, pagana dominase al pueblo de Dios. Sus motivos parecían puros. Pero, ¿cómo consideró Dios aquella acción? ¿Se convertiría Sedequías en un “luchador por la libertad” con la aprobación divina? ¡En absoluto!, pues al rebelarse contra Babilonia, también se estaba rebelando contra Dios. Debido a esta sublevación, Jehová decretó que Sedequías muriera como cautivo en Babilonia. (2 Reyes 24:17-20; Ezequiel 17:15, 16.)
    El caso de Sedequías no es un caso aislado. La historia ha demostrado vez tras vez que la desobediencia civil, aunque sea con buenas intenciones, no puede producir soluciones duraderas a los problemas del hombre. En realidad, los levantamientos y las revoluciones suelen empeorar la situación. En muchos casos, después del éxito aparente de una revolución, los mismos “libertadores” se hacen finalmente culpables de tiranía y opresión. Con el tiempo, una nueva generación de personas oprimidas trata de sublevarse. Ese círculo vicioso es lo que se ha venido experimentando en muchos países. Por ejemplo: recientemente, un país de América del Sur vivió su golpe de estado número 189 en ¡los últimos ciento cincuenta y cuatro años!
    25:1,2.
    ¿Cuándo comenzó el sitio de Jerusalén? ¿cuánto tiempo duró?

    En 609 a.E.C. el año sabático terminó el noveno día del séptimo mes lunar (Tisri), el día antes del Día de Expiación. Después de eso, en el décimo día del décimo mes lunar (Tebet) de aquel mismo año, el emperador Nabucodonosor y sus fuerzas militares babilonias comenzaron el sitio de Jerusalén. (2 Rey. 25:1, 2) Dieciocho meses pasaron lentamente antes que Jerusalén cayera, es decir, el día noveno del cuarto mes lunar (Tamuz), en 607 a.E.C. En sus esfuerzos por escapar, y así frustrar la profecía de Jehová, el rey Sedequías solo pudo llegar hasta la ciudad de Jericó, y allí sus perseguidores babilonios lo atraparon. Entonces lo trajeron de vuelta para enfrentarse cara a cara con Nabucodonosor y para llevarlo al exilio desesperanzado en la idólatra Babilonia. (Jer. 34:2, 3) Al siguiente mes lunar, o el 7 de Ab de 607 a.E.C., Jerusalén fue saqueada y quemada. Su profanado templo de Jehová no la salvó. (2 Rey. 25:3-17) Verdaderamente la horrible destrucción de Jerusalén era algo que haría temblar a otras naciones ante el temor de recibir tratamiento semejante de manos de Babilonia.
    25:8.
    ¿Se contradicen 2 Reyes 25:8 ↔ Jeremías 52:12?

    Algunas veces la variación en los números puede deberse a que cada uno de ellos se refiere a un aspecto diferente de un suceso en particular. Este parece ser el caso en lo que tiene que ver con la entrada de Nabuzaradán a Jerusalén en 607 a.E.C. Segunda de Reyes 25:8 dice: “Y el mes quinto, al séptimo día del mes, . . . Nabuzaradán el jefe de la guardia de corps, el siervo del rey de Babilonia, vino a Jerusalén.” No obstante, Jeremías 52:12 nos dice que Nabuzaradán “entró en” Jerusalén en el día décimo del quinto mes.
    Comentando sobre esta diferencia de tres días, la obra The Soncino Books of the Bible (Volumen de Jeremías, pág. 353), en inglés, declara: “Se puede dar razón de este intervalo de tres días considerando que representa la diferencia entre la fecha de la llegada de Nabuzaradán a la escena y el comienzo de las operaciones.” Aparentemente Nabuzaradán llegó a Jerusalén en el séptimo día e hizo el reconocimiento de su campamento fuera de los muros de la ciudad. Finalmente en el décimo día realmente entró a la ciudad.
    25:8a.
    ¿Por qué decimos que 2 Reyes 25:8, 25, 26 señala con exactitud el comienzo de los setenta años que Jerusalén permanecería desolada?

    Jerusalén cayó ante Nabucodonosor en 607 a.E.C., después de un sitio de dieciocho meses. (2Re 25:1-4.) En esta ocasión se sacó de la ciudad a la mayor parte de sus habitantes. A algunos de los de condición humilde se les permitió permanecer “como viñadores y trabajadores bajo obligación”, con Guedalías como gobernador en Mizpá. (Jer. 52:16; 40:7-10; 2Re 25:22.) Los babilonios se llevaron cautivos, entre otros, a “algunos de los de condición humilde del pueblo y a los demás del pueblo que quedaban en la ciudad y a los desertores [...] y a los demás de los obreros maestros”. La expresión “que quedaban en la ciudad” parece dar a entender que muchos habían perecido debido al hambre, la enfermedad o el fuego, o que habían muerto en la guerra. (Jer. 52:15; 2Re 25:11.) A los hijos de Sedequías, los príncipes de Judá, los oficiales de la corte, ciertos sacerdotes y muchos otros ciudadanos importantes se les ejecutó por orden del rey de Babilonia. (2Re 25:7, 18-21; Jer. 52:10, 24-27.) Esto explicaría el número tan reducido de exiliados, ya que el total indicado ascendía únicamente a 832, probablemente los cabezas de sus casas, sin contar ni a sus esposas ni a sus hijos. (Jer. 52:29.)
    Unos dos meses más tarde, después del asesinato de Guedalías, el resto de los judíos que quedaban en Judá huyeron a Egipto, y se llevaron consigo a Jeremías y Baruc. (2Re 25:8-12, 25, 26; Jer. 43:5-7.) Es posible que algunos de los judíos también huyeran a otras naciones cercanas. Probablemente fue de entre estas naciones de donde Nabucodonosor se llevó a 745 cautivos, cabezas de sus casas, cinco años más tarde, cuando Jehová le usó como garrote simbólico para hacer pedazos a las naciones que lindaban con Judá. (Jer 51:20; 52:30.) Josefo dice que cinco años después de la caída de Jerusalén, Nabucodonosor invadió Ammón y Moab, y luego prosiguió hacia el S. y se vengó de Egipto. (Antigüedades Judías, libro X, cap. IX, sec. 7.)
    Jerusalén no sufrió la misma suerte que otras ciudades conquistadas, como, por ejemplo, Samaria, habitada de nuevo con cautivos procedentes de otras partes del Imperio asirio. A diferencia de la política habitual de los babilonios para con las ciudades que conquistaban, Jerusalén y sus alrededores fueron despoblados de habitantes y quedaron desolados, como Jehová había predicho. Algunos críticos de la Biblia ponen en duda el que la tierra de Judá, en un tiempo próspera, se convirtiese de repente en “un yermo desolado, sin habitante”, pero no hay pruebas históricas ni registros de este período que prueben lo contrario. (Jer 9:11; 32:43.) El arqueólogo G. Ernest Wright escribe: “La violencia que se abatió sobre Judá queda atestiguada [...] por los testimonios arqueológicos de que diversas ciudades fueron quedando una tras otra deshabitadas en esta época. Algunas no volverían a ser ocupadas nunca de nuevo”. (Arqueología bíblica, 1975, págs. 261, 262.) W. F. Albright concuerda con esta misma idea: “No conocemos ni un solo caso de que una ciudad de la Judea [Judá] propiamente dicha estuviera ocupada sin interrupción durante todo el período exílico”. (Arqueología de Palestina, 1962, pág. 144.)
    Jerusalén fue sitiada definitivamente en el noveno año de Sedequías (609 a.E.C.) y cayó en su undécimo año (607 a.E.C.), que corresponde con el decimonoveno año del reinado de Nabucodonosor (si contamos desde 625 a.E.C., su año de ascenso al trono; 2Re 25:1-8). En el quinto mes de 607 (el mes de Ab, que correspondía a parte de julio y agosto) la ciudad fue incendiada, los muros demolidos y la mayor parte de sus habitantes llevados al destierro. Sin embargo, se permitió que quedaran “algunos de condición humilde de la gente”, quienes al final huyeron a Egipto cuando Guedalías, el gobernador nombrado por Nabucodonosor, fue asesinado, dejando de ese modo la tierra de Judá desolada por completo. (2Re 25:9-12, 22-26.) Esto ocurrió en el séptimo mes, Etanim (o Tisri, que correspondía a parte de septiembre y octubre). Por consiguiente, la cuenta de los setenta años de desolación debió haber comenzado hacia el 1 de octubre de 607 a.E.C., para finalizar en 537 a.E.C. Fue en el séptimo mes de este último año cuando los primeros judíos repatriados llegaron a Judá, justo setenta años después del comienzo de la desolación completa de la tierra. (2Cr 36:21-23; Esd 3:1.)
    25:1-26.
    ¿Qué ejemplo amonestador tenemos en el resto de judíos que quedó atrás después de la desolación de Jerusalén?

    Tenemos un ejemplo amonestador contra el recurrir así a Egipto por ayuda a pesar de que esté destinado a la destrucción. La profecía de Ezequiel se dio en el undécimo año del cautiverio de éste, el mes tercero, el día primero. (Eze. 31:1) En el día nueve del cuarto mes (9 de Tamuz de 607 a.E.C.) el “déspota de las naciones” babilónico capturó a Jerusalén. Al mes siguiente la destruyeron, y deportaron a Babilonia a la mayoría de los sobrevivientes. En el séptimo mes (Tisri de 607 a.E.C.) el gobernador que había sido puesto sobre estos que quedaron atrás fue asesinado.
    Por temor de lo que los babilonios pudieran hacer ahora, este resto de judíos decidió abandonar la tierra de Judá y bajar huyendo a Egipto para refugiarse bajo el simbólico “cedro del Líbano.” El profeta Jeremías aconsejó contra esto. Advirtió que el rey de Babilonia vencería a Egipto y así los colocaría bajo su poder de todos modos. Desatendiendo la advertencia de Jeremías, el resto judío huyó a Egipto, llevándose consigo al profeta de Jehová. Pero Egipto les falló, pues unos años después el rey de Babilonia ciertamente anexó a su imperio la tierra de Egipto. De nuevo, como en el pasado, Egipto les falló a los judíos sin fe, pero la Palabra de Dios no falló.—2 Rey. 25:1-26; Eze. 29:17-20; Jer. 40:7-43:13.

    Lecciones para nosotros:
    9:7, 26.
    El severo juicio contra la casa de Acab demuestra que la adoración falsa y el derramamiento de sangre inocente son cosas detestables a los ojos de Jehová.
    9:7, 26.
    El severo juicio contra la casa de Acab demuestra que la adoración falsa y el derramamiento de sangre inocente son cosas detestables a los ojos de Jehová.
    9:20.
    La reputación que tenía Jehú de guiar su carruaje de forma impetuosa indica su celo por cumplir su cometido. ¿Se le conoce a usted por ser un celoso proclamador del Reino? (2 Timoteo 4:2.)
    9:36, 37; 10:17; 13:18, 19, 25; 14:25; 19:20, 32-36; 20:16, 17; 24:13.
    Podemos estar seguros de que ‘la palabra que sale de la boca de Jehová siempre tiene éxito seguro’ (Isaías 55:10, 11).
    10:15.
    Tal como Jehonadab aceptó de buena gana la invitación que le hizo Jehú de subir al carro, la “gran muchedumbre” apoya de buena gana a Jesucristo, el Jehú moderno, y a sus seguidores ungidos (Revelación [Apocalipsis] 7:9).
    10:30, 31.
    Aunque Jehú cometió errores, Jehová valoró cuanto había hecho. Y es que “Dios no es injusto para olvidar [nuestra] obra” (Hebreos 6:10).
    De los 19 reyes que reinaron en las 10 tribus de Israel, Jehú fue el mejor, pero ni siquiera él ‘anduvo en la ley de Jehová con todo su corazón’ (2 Reyes 10:30, 31). Sin embargo, en el reino de diez tribus hubo quienes se mantuvieron íntegros (1 Reyes 19:18). Tuvieron fe en Dios, y él estuvo con ellos.
    13:14-19.
    Dado que Jehoás, el nieto de Jehú, no se esforzó vigorosamente, sino que solo golpeó el suelo con las flechas tres veces, tuvo un éxito parcial al luchar contra los sirios. Jehová espera que nosotros cumplamos con nuestra labor asignada de todo corazón y con fervor.
    20:2-6.
    Jehová es el “Oidor de la oración” (Salmo 65:2).
    24:3, 4.
    Debido a la culpa de sangre en que había incurrido Manasés, Jehová “no consintió en conceder perdón” a Judá. Dios respeta la sangre de los inocentes. Podemos confiar en que Jehová vengará la sangre inocente destruyendo a los culpables (Salmo 37:9-11; 145:20).
    El libro de Segundo de los Reyes demuestra que Jehová es el Cumplidor de sus promesas. La deportación de los súbditos de ambos reinos, primero los de Israel y luego los de Judá, nos hace pensar inevitablemente en cómo se cumplió el juicio profético expuesto en Deuteronomio 28:1529:28. En Segundo de los Reyes se presenta a Eliseo como un profeta de gran celo por el nombre de Jehová y por la adoración verdadera, y a los reyes Ezequías y Josías se les muestra humildes y respetuosos con la Ley de Dios. Cuando reflexionamos sobre las actitudes y la conducta de los reyes, profetas y otros personajes que aparecen en este libro, ¿no es verdad que aprendemos lecciones valiosas sobre qué objetivos perseguir y qué cosas evitar? (Romanos 15:4; 1 Corintios 10:11.) Así es, “la palabra de Dios es viva, y ejerce poder” (Hebreos 4:12).



    EL LIBRO de Segundo de los Reyes sigue describiendo para nosotros el derrotero turbulento de los reinos de Israel y Judá. Eliseo tomó el manto de Elías y fue bendecido con dos partes del espíritu que había en Elías, pues efectuó 16 milagros, en comparación con los 8 de Elías. Continuó profetizando ruina para el Israel apóstata, donde solo Jehú suministró un breve destello de celo por Jehová. Los reyes de Israel se atollaron más y más en la iniquidad, hasta que finalmente el reino norteño se deshizo ante Asiria en 740 a.E.C. En el reino sureño de Judá unos cuantos reyes sobresalientes, principalmente Jehosafat, Jehoás, Ezequías y Josías, hicieron retroceder la oleada de apostasía por algún tiempo, pero Nabucodonosor por fin ejecutó el juicio de Jehová al devastar a Jerusalén, su templo y la tierra de Judá en 607 a.E.C. ¡Así se cumplieron las profecías de Jehová y quedó confirmada su palabra! 2 Puesto que Segundo de los Reyes se hallaba originalmente en el mismo rollo que Primero de los Reyes, lo que ya se ha dicho de que Jeremías fue el escritor de Primero de los Reyes aplica también a este libro, y lo mismo se puede decir de las pruebas de la canonicidad y autenticidad del libro. Se completó alrededor de 580 a.E.C. y abarca el período que empieza con el reinado de Ocozías de Israel (cerca de 920 a.E.C.) y concluye en el trigésimo séptimo año del destierro de Joaquín, en 580 a.E.C. (1:1; 25:27).
    3 Los hallazgos arqueológicos que apoyan el registro de Segundo de los Reyes también prueban que es genuino. Por ejemplo, tenemos la famosa Estela Moabita, cuya inscripción da la versión del rey moabita Mesá sobre la guerra entre Moab e Israel (3:4, 5). También está el obelisco de basalto negro del asirio Salmanasar III, que ahora se exhibe en el Museo Británico, en Londres, y que menciona por nombre al rey Jehú de Israel. Están, además, las inscripciones del rey asirio Tiglat-piléser III (Pul), que nombran a varios reyes de Israel y Judá, entre ellos a Menahem, Acaz y Péqah (15:19, 20; 16:5-8).
    4 Es prueba clara de la autenticidad del libro el candor absoluto con que describe la ejecución de los juicios de Jehová contra su propio pueblo. A medida que primero el reino de Israel y luego el reino de Judá caen arruinados, nos damos cuenta de la fuerza contundente del juicio profético de Jehová declarado en Deuteronomio 28:15-29:28. En la destrucción de aquellos reinos, “la cólera de Jehová se encendió contra aquella tierra y él trajo sobre ella la entera invocación de mal escrita en este libro”. (Deu. 29:27; 2 Rey. 17:18; 25:1, 9-11.) De otros sucesos que se mencionan en Segundo de los Reyes se comenta en otras partes de las Escrituras. En Lucas 4:24-27, después que Jesús hace referencia a Elías y la viuda de Sarepta, habla de Eliseo y Naamán para mostrar por qué no se le aceptaba a él como profeta en su propio territorio. Comprendemos, pues, que se ve tanto a Primero como a Segundo de los Reyes como parte integrante de las Santas Escrituras.
    5 Ocozías, rey de Israel (1:1-18). Tras sufrir una caída en su casa, este hijo de Acab enferma. Envía a preguntar a Baal-zebub, el dios de Eqrón, si va a recobrarse o no. Elías intercepta a los mensajeros y los envía de vuelta al rey, censurándolo por no inquirir del Dios verdadero y diciéndole que positivamente morirá porque no se volvió al Dios de Israel. Cuando el rey envía un jefe con 50 hombres para que apresen a Elías y lo lleven al rey, Elías hace bajar fuego del cielo que los devora. Lo mismo le sucede a un segundo jefe con sus 50. Se envía a un tercer jefe y sus 50, y esta vez Elías les perdona la vida por la súplica respetuosa del jefe. Elías va con ellos al rey y de nuevo pronuncia la sentencia de muerte contra Ocozías. El rey muere tal como Elías había predicho. Entonces Jehoram el hermano de Ocozías asciende al trono de Israel, pues Ocozías no tiene hijo que tome su lugar.
    6 Eliseo sucede a Elías (2:1-25). Llega el tiempo en que Elías va a ser llevado de allí. Eliseo se apega a él en su viaje de Guilgal a Betel, a Jericó, y finalmente a través del Jordán. Elías divide las aguas del Jordán golpeándolas con su prenda de vestir oficial. Mientras Eliseo ve que un carro de guerra de fuego y caballos de fuego se interponen entre él y Elías y que Elías sube en una tempestad de viento, recibe las prometidas dos partes del espíritu en Elías. Pronto muestra que “el espíritu de Elías” se ha posado sobre él (2:15). Después de tomar la prenda de vestir que ha caído de Elías, la utiliza para dividir de nuevo las aguas. Luego sana el agua mala de Jericó. En camino a Betel, unos niñitos empiezan a mofarse de él: “¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!” (2:23). Eliseo invoca a Jehová, y dos osas salen del bosque y matan a 42 de aquellos
    7 Jehoram, rey de Israel (3:1-27). Este rey sigue haciendo lo que es malo a los ojos de Jehová al adherirse a los pecados de Jeroboán. El rey de Moab ha estado pagando tributo a Israel, pero ahora se rebela, y Jehoram obtiene la ayuda del rey Jehosafat de Judá y el rey de Edom para enfrentarse con Moab. En camino al ataque, sus ejércitos llegan a un territorio sin agua y están a punto de perecer. Los tres reyes descienden a donde Eliseo para inquirir de Jehová su Dios. Debido al fiel Jehosafat, Jehová los rescata y les da la victoria sobre Moab.
    8 Otros milagros de Eliseo (4:1–8:15). La viuda de uno de los hijos de los profetas busca la ayuda de Eliseo cuando unos acreedores están por llevarse a los dos hijos de ella como esclavos. Él multiplica milagrosamente el pequeño suministro de aceite en la casa de ella, y ella logra vender suficiente para pagar sus deudas. Una sunamita reconoce a Eliseo como profeta del Dios verdadero, y ella y su esposo preparan una habitación para que Eliseo la use cuando esté en Sunem. Por la bondad de ella, Jehová la bendice con un hijo. Años más tarde el niño enferma y muere. De inmediato la mujer busca a Eliseo. Él la acompaña a su casa y, mediante el poder de Jehová, devuelve la vida al niño. Tras volver a donde los hijos de los profetas en Guilgal, Eliseo elimina milagrosamente la “muerte en la olla” haciendo innocuas unas calabazas venenosas. Luego alimenta a cien hombres con 20 panes de cebada, y sin embargo tienen “sobras” (4:40, 44).
    9 Naamán, el jefe del ejército sirio, es leproso. Una niña israelita cautiva le dice a la esposa de Naamán que en Samaria hay un profeta que puede curarlo. Naamán va a ver a Eliseo, pero este, en vez de atenderlo personalmente, simplemente le manda a decir que vaya y se lave siete veces en el río Jordán. Naamán se indigna por la aparente falta de respeto. ¿No son los ríos de Damasco mejores que las aguas de Israel? Pero se le persuade a obedecer a Eliseo, y se sana. Eliseo rehúsa aceptar un regalo como recompensa, pero más tarde su servidor Guehazí corre tras Naamán y pide un regalo en nombre de Eliseo. Cuando regresa y trata de engañar a Eliseo, Guehazí queda herido de lepra. Se efectúa un milagro más cuando Eliseo hace flotar la cabeza de un hacha.
    10 Cuando Eliseo le advierte al rey de Israel sobre un complot sirio para matarlo, el rey de Siria envía una fuerza militar a Dotán para capturar a Eliseo. Al ver la ciudad rodeada por los ejércitos de Siria, el servidor de Eliseo se atemoriza. Eliseo le infunde confianza: “No tengas miedo, porque hay más que están con nosotros que los que están con ellos”. Entonces ora a Jehová para que permita que su servidor vea la gran fuerza que está con Eliseo. ‘Y, ¡mire!, la región montañosa está llena de caballos y carros de guerra de fuego todo en derredor de Eliseo’ (6:16, 17). Cuando los sirios atacan, el profeta ora de nuevo a Jehová, y los sirios, heridos de ceguedad mental, entonces son llevados ante el rey de Israel. Pero Eliseo no permite que se les dé muerte; en vez de eso, le dice al rey que prepare un banquete para ellos y los envíe de regreso a su país.
    11 Más tarde, el rey Ben-hadad de Siria sitia a Samaria, y hay una gran hambre. El rey de Israel culpa a Eliseo, pero el profeta predice una abundancia de alimento para el día siguiente. Por la noche Jehová hace que los sirios oigan el sonido de un gran ejército, de modo que huyen y dejan atrás todas sus provisiones a los israelitas. Algún tiempo después Ben-hadad enferma. Al oír un informe de que Eliseo ha llegado a Damasco, envía a Hazael para preguntar si se recobrará. La respuesta de Eliseo indica que el rey morirá y que Hazael llegará a ser rey en lugar de él. Hazael se asegura de esto matando él mismo al rey y apoderándose del reino.
    12 Jehoram, rey de Judá (8:16-29). Mientras tanto, en Judá, Jehoram el hijo de Jehosafat es ahora rey. No resulta ser mejor que los reyes de Israel, pues hace lo malo a los ojos de Jehová. Su esposa es Atalía, hija de Acab, cuyo hermano —también llamado Jehoram— reina en Israel. Al morir Jehoram de Judá, su hijo Ocozías llega a ser rey en Jerusalén.
    13 Jehú, rey de Israel (9:1–10:36). Eliseo envía a uno de los hijos de los profetas a ungir a Jehú para que sea rey sobre Israel y darle la comisión de derribar la entera casa de Acab. Jehú no pierde tiempo. Sale a buscar a Jehoram, rey de Israel, que se está recuperando de heridas de guerra en Jezreel. El atalaya ve la oleada en masa de hombres que se acerca, y finalmente informa al rey: “El guiar se parece al guiar de Jehú el nieto de Nimsí, porque es con locura como guía” (9:20). Jehoram de Israel y Ocozías de Judá preguntan en cuanto a las intenciones de Jehú. Jehú responde con la pregunta: “¿Qué paz podría haber mientras haya las fornicaciones de Jezabel tu madre y sus muchas hechicerías?” (9:22). Al volverse Jehoram para huir, Jehú le dispara una flecha que le atraviesa el corazón. Su cuerpo es arrojado allí en el campo de Nabot, como pago adicional por la sangre inocente que Acab derramó. Más tarde Jehú y sus hombres persiguen a Ocozías y lo derriban, de modo que muere en Meguidó. Dos reyes mueren en la primera campaña relámpago de Jehú.
    14 ¡Ahora le llega el turno a Jezabel! Al entrar Jehú triunfalmente en Jezreel, Jezabel, arreglada del modo más encantador, se asoma por la ventana. Esto no impresiona a Jehú. “¡Déjenla caer!”, grita a unos servidores. Abajo viene ella, y su sangre salpica la pared y los caballos que la huellan. Cuando ellos van a enterrarla, solo pueden encontrar su cráneo, los pies y las palmas de las manos. En cumplimiento de la profecía de Elías, ‘los perros se la han comido, y ha llegado a ser como estiércol en la porción de terreno de Jezreel’. (2 Rey. 9:33, 36, 37; 1 Rey. 21:23.)
    15 Luego Jehú ordena que se mate a los 70 hijos de Acab, y amontona sus cabezas junto a la puerta de Jezreel. Se derriba a todos los subordinados serviles de Acab en Jezreel. ¡Ahora rumbo a la capital de Israel, Samaria! En el camino Jehú encuentra a los 42 hermanos de Ocozías, que van hacia Jezreel sin saber lo que ocurre. Jehú hace que se les aprese y mate. Pero ahora hay una clase de encuentro diferente. Jehonadab hijo de Recab sale a encontrarse con Jehú. A la pregunta de Jehú: “¿Es tu corazón recto conmigo, como mi propio corazón lo es con tu corazón?”, Jehonadab responde: “Lo es”. Jehú entonces hace que Jehonadab lo acompañe en su carro para que vea directamente que él ‘no tolera rivalidad respecto a Jehová’. (2 Rey. 10:15, 16.)
    16 Al llegar a Samaria, Jehú aniquila todo lo que ha quedado de Acab, según la palabra de Jehová a Elías. (1 Rey. 21:21, 22.) No obstante, ¿qué hay de la detestable religión de Baal? Declara Jehú: “Acab, por una parte, adoró a Baal un poco. Jehú, por otra parte, lo adorará muchísimo”. (2 Rey. 10:18.) Después de llamar a la casa de Baal a todos aquellos adoradores de demonios, él hace que se pongan unas prendas de vestir que los identifican y se asegura de que no haya entre ellos ningún adorador de Jehová. Entonces envía a sus hombres a derribarlos, sin permitir escape a ninguno. Se demuele la casa de Baal y se usa para excusados, los cuales permanecen hasta los días de Jeremías. ‘Así extermina Jehú a Baal de Israel’ (10:28).
    17 Pero aun el celoso Jehú falla. ¿Cómo? Porque sigue tras los becerros de oro que Jeroboán erigió en Betel y Dan. No ‘pone cuidado en andar en la ley de Jehová el Dios de Israel con todo su corazón’ (10:31). Pero, por la acción de Jehú contra la casa de Acab, Jehová promete que sus descendientes reinarán sobre Israel hasta la cuarta generación. En los días de Jehú, Jehová empieza a cortar la parte oriental del reino al traer a Hazael de Siria contra Israel. Jehú muere después de reinar por 28 años, y le sucede su hijo Jehoacaz.
    18 Jehoás, rey de Judá (11:1–12:21). La reina madre, Atalía, es hija de Jezabel en cuerpo y espíritu. Al oír de la muerte de su hijo Ocozías, ella ordena la ejecución de toda la familia real y toma posesión del trono. Solo el infante Jehoás, hijo de Ocozías, escapa de la muerte cuando se le esconde. En el séptimo año del reinado de Atalía, Jehoiadá el sacerdote hace que se unja por rey a Jehoás y que se dé muerte a Atalía. Jehoiadá dirige al pueblo en la adoración de Jehová, instruye al joven rey en sus deberes delante de Dios, y hace arreglos para que se repare la casa de Jehová. Mediante obsequios Jehoás evita un ataque de Hazael el rey de Siria. Después de haber gobernado por 40 años en Jerusalén, Jehoás es asesinado por sus siervos, y su hijo Amasías empieza a reinar en lugar de él.
    19 Jehoacaz y Jehoás, reyes de Israel (13:1-25). Jehoacaz, hijo de Jehú, continúa en la adoración de ídolos, e Israel cae bajo el poder de Siria, aunque no se destrona a Jehoacaz. Con el tiempo Jehová libra a los israelitas, pero ellos siguen adorando los becerros de Jeroboán. Al morir Jehoacaz, su hijo Jehoás toma su lugar como rey en Israel, mientras el otro Jehoás reina en Judá. Jehoás de Israel continúa en la adoración idolátrica de su padre. Cuando muere, su hijo Jeroboán sube al trono. Durante el reinado de Jehoás, Eliseo enferma y muere, después de hacer su última profecía, la de que Jehoás derribará a Siria tres veces, lo cual se cumple debidamente. El último milagro que se le acredita a Eliseo tiene lugar después de su muerte, cuando se arroja a un muerto en la misma sepultura y este se levanta con vida tan pronto como toca los huesos de Eliseo.
    20 Amasías, rey de Judá (14:1-22). Amasías hace lo que es recto a los ojos de Jehová, pero no destruye los lugares altos que se usan para la adoración. Jehoás de Israel lo derrota en guerra. Después de un reinado de 29 años, lo matan en una conspiración. Se hace rey en su lugar a su hijo Azarías.
    21 Jeroboán II, rey de Israel (14:23-29). El segundo Jeroboán que es rey de Israel continúa en la adoración falsa de su antepasado. Reina en Samaria por 41 años y logra reconquistar los territorios que Israel había perdido. Su hijo Zacarías le sucede en el trono.
    22 Azarías (Uzías), rey de Judá (15:1-7). Azarías gobierna por 52 años. Es recto delante de Jehová, pero no destruye los lugares altos. Más tarde Jehová lo plaga con lepra, y su hijo Jotán se encarga de los deberes reales y sube al puesto de rey al morir Azarías.
    23 Zacarías, Salum, Menahem, Peqahías y Péqah, reyes de Israel (15:8-31). Según la promesa de Jehová, el trono de Israel permanece en la casa de Jehú hasta la cuarta generación, Zacarías (10:30). Por consiguiente, él llega a ser rey en Samaria, y seis meses después un asesino lo derriba. Salum, el usurpador, dura solamente un mes. La adoración falsa, el asesinato y la intriga siguen plagando a Israel mientras los reyes Menahem, Peqahías y Péqah pasan en procesión. Durante el reinado de Péqah, Asiria se acerca para dar el golpe mortal. Hosea asesina a Péqah y llega a ser el último rey de Israel.
    24 Jotán y Acaz, reyes de Judá (15:32–16:20). Jotán practica la adoración pura, pero permite que continúen los lugares altos. Su hijo Acaz imita a los reyes del vecino Israel al practicar lo que es malo a los ojos de Jehová. Bajo el ataque de los reyes de Israel y Siria, procura la ayuda del rey de Asiria. Los asirios acuden en su ayuda y capturan a Damasco, y Acaz va allá para encontrarse con el rey de Asiria. Después de ver el altar de adoración de allá, Acaz hace que se erija uno en Jerusalén según el mismo modelo, y empieza a sacrificar sobre él en vez de en el altar de cobre del templo de Jehová. Su hijo Ezequías le sucede como rey de Judá.
    25 Hosea, último rey de Israel (17:1-41). Israel ahora queda bajo el poder de Asiria. Hosea se rebela y procura ayuda de Egipto, pero en el noveno año de su reinado Israel es conquistado por Asiria y llevado al cautiverio. Así termina el reino de diez tribus de Israel. ¿Por qué? “Porque los hijos de Israel habían pecado contra Jehová su Dios [...] Y continuaron sirviendo a ídolos estercolizos, acerca de los cuales Jehová les había dicho: ‘Ustedes no deben hacer esta cosa’; por lo tanto Jehová se enojó mucho contra Israel, de modo que los quitó de su vista” (17:7, 12, 18). Los asirios traen gente del oriente para poblar la tierra, y estos se hacen ‘temedores de Jehová,’ aunque continúan adorando a sus propios dioses (17:33).
    26 Ezequías, rey de Judá (18:1–20:21). Ezequías hace lo que es recto a los ojos de Jehová, según todo lo que había hecho David su antepasado. Desarraiga la adoración falsa y demuele los lugares altos; hasta destruye la serpiente de cobre que Moisés hizo, puesto que el pueblo la está adorando. Senaquerib, rey de Asiria, invade ahora a Judá y captura muchas ciudades fortificadas. Ezequías trata de librarse de él dándole un gran tributo, pero Senaquerib envía a su mensajero Rabsaqué, quien llega hasta los muros de Jerusalén, exige rendición y se mofa de Jehová a oídos de todo el pueblo. El profeta Isaías le imparte confianza al fiel Ezequías con un mensaje de ruina contra Senaquerib. “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘No tengas miedo’” (19:6). Mientras Senaquerib sigue amenazando, Ezequías implora a Jehová: “Y ahora, oh Jehová nuestro Dios, sálvanos, por favor, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que tú, oh Jehová, eres Dios, tú solo” (19:19).
    27 ¿Contesta Jehová aquella oración desinteresada? Primero, por medio de Isaías envía el mensaje de que “el mismísimo celo de Jehová de los ejércitos” hará retroceder al enemigo (19:31). Entonces, aquella misma noche, envía a su ángel para derribar a 185.000 en el campamento de los asirios. Por la mañana ‘todos son cadáveres muertos’ (19:35). Senaquerib regresa derrotado a Nínive y mora en ella. Allá su dios Nisroc le falla una vez más, porque mientras está inclinado en adoración sus propios hijos lo matan, en cumplimiento de la profecía de Isaías (19:7, 37).
    28 Ezequías enferma de muerte, pero Jehová presta atención de nuevo a su oración y le prolonga la vida otros 15 años. El rey de Babilonia envía mensajeros con regalos, y Ezequías presume al mostrarles toda su casa del tesoro. Isaías entonces profetiza que todo lo que hay en su casa será llevado un día a Babilonia. Ezequías muere entonces, célebre por su poderío y por el túnel que construyó para introducir en la ciudad el suministro de agua de Jerusalén.
    29 Manasés, Amón y Josías, reyes de Judá (21:1–23:30). Manasés sucede a su padre, Ezequías, reina 55 años y hace lo malo a los ojos de Jehová en gran escala. Restaura los lugares altos de la adoración falsa, erige altares a Baal, hace un poste sagrado como el que hizo Acab y convierte la casa de Jehová en un lugar de idolatría. Jehová predice que traerá calamidad sobre Jerusalén como lo ha hecho sobre Samaria, ‘limpiándola y volviéndola boca abajo’. Manasés también derrama sangre inocente “en grandísima cantidad” (21:13, 16). Le sucede su hijo Amón, quien sigue haciendo lo malo por dos años, hasta que lo derriban unos asesinos.
    30 El pueblo ahora hace rey a Josías hijo de Amón. Durante su reinado de 31 años él invierte brevemente el descenso de Judá hacia la destrucción “[al] andar en todo el camino de David su antepasado” (22:2). Empieza a reparar la casa de Jehová, y allí el sumo sacerdote encuentra el libro de la Ley. Este confirma que a la nación le vendrá destrucción por su desobediencia a Jehová, pero a Josías se le asegura que, por su fidelidad, la calamidad no vendrá en sus días. Josías limpia de la adoración demoníaca la casa de Jehová y todo el país, y extiende su destrucción de ídolos a Betel, donde destruye el altar de Jeroboán en cumplimiento de la profecía de 1 Reyes 13:1, 2. Vuelve a instituir la Pascua a Jehová. “No hubo rey como él antes de él que se volviera a Jehová con todo su corazón y con toda su alma y con toda su fuerza vital, conforme a toda la ley de Moisés” (23:25). Sin embargo, la ira de Jehová todavía arde por las ofensas de Manasés. Josías muere en un encuentro con el rey de Egipto en Meguidó.
    31 Jehoacaz, Jehoiaquim y Joaquín, reyes de Judá (23:31–24:17). Después que Jehoacaz hijo de Josías reina por tres meses, el rey de Egipto se lo lleva cautivo y coloca en el trono a su hermano Eliaquim, cuyo nombre cambia a Jehoiaquim. En 625 a.E.C., los caldeos y los egipcios libraron una batalla decisiva en Carquemis, cerca del Éufrates, a unos 600 kilómetros (370 millas) al norte de Jerusalén. El rey Nabucodonosor derrotó a los ejércitos del faraón Nekó, poniendo fin a la dominación egipcia en la zona (Jer. 46:2). Pasó a subyugar a Judá y obligó a Jehoiaquim a rendirle vasallaje. No obstante, a los tres años, este se rebeló (2 Rey. 24:1, 2)
    Al morir Jehoiaquim, su hijo Joaquín empieza a reinar. Nabucodonosor sitia a Jerusalén, la toma y se lleva los tesoros de la casa de Jehová a Babilonia, “tal como había hablado Jehová” mediante Isaías (24:13; 20:17). Joaquín y millares de sus súbditos son llevados al destierro en Babilonia.
    32 Sedequías, el último rey de Judá (24:18–25:30). Nabucodonosor hace rey a Matanías, tío de Joaquín, y le cambia el nombre a Sedequías. Este reina 11 años en Jerusalén y sigue haciendo lo malo a los ojos de Jehová. Se rebela contra Babilonia, de modo que en el noveno año de Sedequías, Nabucodonosor y todo su ejército vienen y levantan un muro de asedio alrededor de Jerusalén. Después de 18 meses el hambre reina en la ciudad. Se abre entonces una brecha en los muros, y Sedequías es capturado mientras trata de huir. Los babilonios matan a sus hijos delante de él, y a él lo ciegan. Durante el mes siguiente los babilonios queman todas las casas principales de la ciudad, incluso la casa de Jehová y la casa del rey, y demuelen los muros de la ciudad. A la mayoría de los sobrevivientes se les lleva cautivos a Babilonia. Guedalías es hecho gobernador sobre las pocas personas de humilde condición que quedan en los campos de Judá. Pero muere asesinado, y el pueblo huye a Egipto. Así, desde el séptimo mes de 607 a.E.C. el país queda totalmente desolado. Las últimas palabras de Segundo de los Reyes hablan del favor que el rey de Babilonia muestra a Joaquín en el trigésimo séptimo año de su cautiverio.
    33 Aunque este libro abarca la decadencia mortal de los reinos de Israel y Judá, en Segundo de los Reyes brillan muchos ejemplos de la bendición de Jehová sobre individuos que manifestaron amor a él y sus principios rectos. Al igual que la viuda de Sarepta antes de ella, la sunamita recibió una bendición abundante por la hospitalidad que le mostró al profeta de Dios (4:8-17, 32-37). El hecho de que Jehová siempre puede proveer lo necesario se demostró cuando Eliseo alimentó a cien hombres con 20 panes, algo que se parece a los milagros que Jesús efectuaría posteriormente. (2 Rey. 4:42-44; Mat. 14:16-21; Mar. 8:1-9.) Note que Jehonadab recibió una bendición cuando se le invitó a ir en el carro de Jehú para ver la destrucción de los adoradores de Baal. ¿Y por qué? Porque obró resueltamente al salir a saludar al celoso Jehú. (2 Rey. 10:15, 16.) Finalmente tenemos los ejemplos espléndidos de Ezequías y Josías, por su humildad y el respeto apropiado al nombre y la Ley de Jehová (19:14-19; 22:11-13). Estos son ejemplos espléndidos que debemos seguir.
    34 Jehová no tolera la falta de respeto a sus siervos oficiales. Cuando unos delincuentes se burlaron de Eliseo como profeta de Jehová, Él les dio su merecido sin pérdida de tiempo (2:23, 24). Además, Jehová respeta la sangre del inocente. Su juicio cayó pesadamente sobre la casa de Acab no solo por la adoración de Baal, sino también por el derramamiento de sangre que la acompañó. Así, a Jehú se le ungió para vengar “la sangre de todos los siervos de Jehová de la mano de Jezabel”. Cuando se ejecutó juicio contra Jehoram, Jehú recordó la declaración formal de Jehová de que esto se debía a “la sangre de Nabot y la sangre de sus hijos” (9:7, 26). De igual manera, fue la culpa de sangre de Manasés lo que finalmente selló la ruina de Judá. Además de su pecado por la adoración falsa, Manasés ‘llenó de sangre a Jerusalén de extremo a extremo’. Aunque Manasés después se arrepintió de su derrotero incorrecto, la culpa de sangre permaneció. (2 Cró. 33:12, 13.) Ni siquiera el reinado bueno de Josías, con su eliminación de toda idolatría, podría borrar la culpa de sangre que llevaba la comunidad desde el reinado de Manasés. Años más tarde, cuando Jehová empezó a traer sus ejecutores contra Jerusalén, declaró que se debía a que Manasés había “[llenado] a Jerusalén de sangre inocente, y Jehová no consintió en conceder perdón”. (2 Rey. 21:16; 24:4.) De igual manera, Jesús declaró que la Jerusalén del primer siglo E.C. tenía que perecer porque sus sacerdotes eran los hijos de los que habían derramado la sangre de los profetas, ‘para que viniera sobre todos ellos toda la sangre justa vertida sobre la tierra’. (Mat. 23:29-36.) Dios le advierte al mundo que él vengará la sangre inocente que se ha derramado, especialmente la sangre “de los que habían sido degollados a causa de la palabra de Dios”. (Rev. 6:9, 10.)
    35 La seguridad infalible con que Jehová hace que se cumplan sus juicios proféticos también se demuestra en Segundo de los Reyes. Se nos hace notar a tres profetas prominentes: Elías, Eliseo e Isaías. Se muestra que las profecías de cada uno de estos tienen cumplimientos impresionantes. (2 Rey. 9:36, 37; 10:10, 17; 3:14, 18, 24; 13:18, 19, 25; 19:20, 32-36; 20:16, 17; 24:13.) Otra confirmación de Elías como profeta verdadero es que haya aparecido con el profeta Moisés y el Gran Profeta, Jesucristo, en la transfiguración de Jesús sucedida en la montaña. (Mat. 17:1-5.) Refiriéndose a la magnificencia de aquella ocasión, Pedro dijo: “Por consiguiente, tenemos la palabra profética hecha más segura; y ustedes hacen bien en prestarle atención como a una lámpara que resplandece en un lugar oscuro, hasta que amanezca el día y el lucero se levante, en sus corazones”. (2 Ped. 1:19.)
    36 Los sucesos registrados en Segundo de los Reyes revelan claramente que el juicio de Jehová contra todos los practicantes de la religión falsa y todos los derramadores voluntariosos de sangre inocente es el exterminio. Sin embargo, Jehová mostró favor y misericordia a su pueblo “a causa de su pacto con Abrahán, Isaac y Jacob”. (2 Rey. 13:23.) Los conservó “por causa de David su siervo” (8:19). Mostrará igual misericordia a los que se vuelven a él en la actualidad. Mientras repasamos el registro y las promesas de la Biblia, ¡cuán profunda es la confianza con que esperamos el Reino del “hijo de David”, Jesucristo, la Descendencia prometida, bajo el cual no habrá más derramamiento de sangre ni iniquidad! (Mat. 1:1; Isa. 2:4; Sal. 145:20.)

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