domingo, 4 de septiembre de 2016

Art & History | Democraticemos la Historia. "Quien olvida su Historia está condenado a repetirla, con sus victorias y fracasos" | Página 6

Art & History | Democraticemos la Historia. "Quien olvida su Historia está condenado a repetirla, con sus victorias y fracasos" | Página 6






ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE WAGRAM – 5 de julio de 1809.




10313076_331266280363718_8264222958461240312_n


La Batalla de Wagram fue una
confrontación entre los ejércitos francés del Emperador Napoleón
Bonaparte y del Imperio de Austria al mando del Archiduque Karl von
Teschen.

De la misma forma se le ha llegado a considerar a este enfrentamiento
como la continuación de la Batalla de Aspern-Essling, acontecida entre
el 21 y 22 de mayo de 1809 con una victoria austriaca; por lo que los
franceses se replegaron hacia el norte de Austria, cerca la población de Wagram, donde conseguirían reagruparse para preparar una nueva ofensiva.

Para el 5 de julio del mismo año, los franceses contaban con un ejército
de 130,000 hombres; de la misma forma el ejército austriaco poseía una
cifra igualada.

A las 2:00pm el mariscal Masséna se posicionó en el flanco derecho
francés, el Príncipe Eugène de Beauharnais y el mariscal Bernadotte en
el centro, y finalmente a su derecha se colocaron el marical Davout y el
general Oudinot. Mientras detrás de sus líneas estaban Napoleón y el
mariscal Béssières junto con la Guardia Imperial.

Para las 6:00pm los franceses comenzaron un ataque con toda su
artillería sobre el pueblo de Wagram (centro del ejército austriaco). Al
mismo tiempo el mariscal Bernadotte realizó un avance con su infantería
de línea, granaderos, chasseurs, voltigeurs, entre otras unidades,
ataque que sería apoyado por el mariscal MacDondald.

El ataque francés se prolongaría durante la tarde y parte de la noche
sin haberse decidido resultado alguno, ambos ejércitos habían sufrido
grandes bajas y los austriacos del Archiduque Karl seguían mantenido sus
posiciones; por lo que la batalla continuaría al día siguiente.
Pintura de Joseph Louis Hyppolyte Bellange que representa el primer día de la Batalla de Wagram.
-Général Junot.
Como curiosidad
histórica: En esta batalla se dio un hecho muy peculiar: cuando el
Mariscal MacDonald ataco con su Cuerpo, lo hizo con un orden mixto
(linea al frente y columnas a los flancos, mas una reducida linea a
retaguardia) que fue de los mas grandes de todas las Guerras Napo
leonicas:
8000 hombres en 23 batallones. El resultado no fue bueno porque fue
diezmado por la artillería austriaca, pero muestra un poco
la evolución y el uso de las tácticas en el campo de batalla. 
En
esta batalla perdieron su Águila el 24° Ligero, y, anecdóticamente, el
4° de Linea, el mismo que perdió su Águila en Austerlitz siendo el
primero en sufrir semejante y terrible perdida.



24 de junio de 1808.




La Junta de Salvación nombrada el 24
de junio de 1808 en Zaragoza, arengando a los defensores del reducto de
la Puerta del Carmen o Juramento de los defensores de Zaragoza en la
plazuela del Carmen. RUIZ DE VALDIVIA, NICOLÁS (Almuñecar, Granada, ¿ –
Madrid, 1880.
1 2
180x280cm. Óleo sobre lienzo.
FIRMADO: N. Valdivia ft (sobre una piedra colocada en el centro) Fechado: Zaragoza, 1866.
DESCRIPCIÓN:
El Marqués de Lazán, hermano de Palafox,
toma juramento a los defensores de Zaragoza ante una bandera blanca con
una enseña central representando la Virgen del Pilar. La representación
es interesante por reflejar monumentos desaparecidos en los Sitios: la
torre del Pino, la antigua cúpula de la iglesia de san Ildefonso, y el
remate (el león rampante del escudo de Zaragoza) de la puerta del Carmen
(en la actualidad, desaparecido).
Obra de trabajo dibujístico más que de
colorido (predominan los ocres). Pintura de Historia típica tanto por
inspirarse en retratos de personajes conocidos (a la derecha se reconoce
a Mariano Cerezo, con sable y chistera, inspirado en el grabado de
Gálvez y Brambila), como por intentar emular la composición de cuadros
famosos: en este caso, Las Lanzas/La rendición de Breda de Velázquez, y
El Juramento del Juego de Pelota de Jacques Louis David.
LOCALIZACIÓN: Cortes de Aragón.
PROCEDENCIA: El Depósito de la Diputación Provincial de Zaragoza desde abril de 1992.
OTROS DATOS DE INTERÉS:
Limpiado en 1989 por Manuel de las Casas.
En el momento de la adquisición, documentada por J. Ignacio Calvo
Ruata, la Diputación correspondió a esta donación del autor con una
gratificación de 5000 reales aprobada en sesión plenaria del 23 de
noviembre de 1867.
Exposiciones:
  • Exposición Nacional de BBAA de 1866 (mención honorífica de tercera clase).
  • Exposición Hª Hispano-Francesa de los Sitios de Zaragoza (Palacio de la Aljafería, 1958).
  • Aragón a través del Arte (Ayuntamiento de Zaragoza, 1981)
  • Zaragoza y los Sitios (Museo Ibercaja Camón Aznar, 1982).
  • Los Fueros de Aragón (Paraninfo, Unizar, 1989).
  • Libertad e Independencia. Aragón en la Pintura de Historia (DPZ, Palacio de Sástago, 1989).
OTRAS CATALOGACIONES:
  • Calvo Ruata, nº 58 cat.
  • REYERO, nº 12 cat.
  • TORRALBA (1960), nº 11 cat.
BIBLIOGRAFÍA:
AZPEITIA/LORENTE, 1992, pp. 87 y 90.
BÉNEZIT, 1966, t. 6, p. 429.
CALVO RUATA, “Una lección de Historia”, Heraldo de Aragón (5.XI.1989)
Idem, 1991, pp. 87, 89 y 95.
Catálogo de la Exposición Histórica Hispano-Francesa de los Sitios de Zaragoza, 1958, p. 43.
Catálogo de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1866, 1867, p. 64.
CUENCA, 1923, p. 339.
DELGADO/CENTELLAS, 1989, p. 78.
GONZÁLEZ GARCÍA-MAYORGA (1958), p. 10.
MERCHÁN, 1992, t. IX, p. 333.
OSEIRA/GALLIGO/MAGGIONI (1990), p. 365.
OSSORIO, 1968, p. 604.
PANTORBA, 1948, p. 87.
PASQUAL DE QUINTO, 1986, p. 81.
REYERO (com. al III Coloquio de Arte Aragonés), Actas…, 1986, p. 340.
RINCÓN (coord.), Exposición Zaragoza y los Sitios. Zaragoza, 1982, pp. 22-23.
TORRALBA, Zaragoza (1963), p. 112
VV.AA., Enciclopedia ESPASA, 1966, t. 52, p. 779.



Imagen


22 de junio




22 de junio


Napoléon a abdiqué le 22 juin à Paris. Une date qui marquera la fin
de toute une époque. Les Prussiens qui l’ont poursuivi après la bataille
n’ont pas réussi à l’attraper.


Le journal Le Times relate que les Prussiens continuent à poursuivre
les soldats de la Grande Armée, les obligeant à trouver sans cesse de
nouvelles cachettes.


Pour savoir comment nos deux soldats Jules et Victor vivent
l’après-bataille de Waterloo, rendez-vous sur leurs profils respectifs :
https://www.facebook.com/Jules.Decoq?fref=ts et : https://www.facebook.com/Victor.Lamentin?fref=ts


Photo commentaire: Les Prussiens fouillent les bois. Nous devons sans
cesse changer de cachette pour éviter qu’ils ne nous trouvent. Leur
soif de vengeance semble impossible à étancher.





EL QUIJOTE COMO CONSUELO, MÁS QUE NECESARIO.




Etiquetas

, , ,

Cuando me
ganaba la vida como reportero dicharachero en lugares que no eran
precisamente Barrio Sésamo, había dolores que no se quitaban con
aspirinas. La solución, en tales casos, era abrir un libro, irme con él
al rincón más tranquilo posible, y con la luz de la que dispusiera en
ese momento -a veces una vela o una linterna-, sumergirme en sus páginas
hasta que el mundo se ajustase de nuevo y todo se tornara soportable.
Conservo ese hábito, y entre los analgésicos a los que con más
frecuencia recurro se cuentan Montaigne y Cervantes: los Ensayos y El
Quijote. Este último, sobre todo. Desde hace nueve años, la edición que
manejo es la del profesor Francisco Rico, cuyas páginas, incluidas las
de cortesía, tengo llenas de subrayados y anotaciones a lápiz, y en las
que unas veces busco pasajes concretos y otras me engolfo al azar,
abriéndola por cualquier sitio, seguro de que a las pocas líneas estaré
de nuevo atrapado por la magia deliciosa del texto, y que todos los
dolores reales o metafóricos se atenuarán, como de costumbre.
No les
sorprenderá, supongo, que en los últimos tiempos, casi a diario, después
de ver en el telediario o los periódicos el relato en tiempo real de
esta España desvergonzada y patética, en manos de la misma gentuza
infame que sin distinción de tiempos y nombres medra atornillada a
nuestra historia desde hace siglos, sienta a menudo la necesidad urgente de zambullirme en las páginas cervantinas,
a fin de que, como decía antes, el dolor y la amargura se diluyan hasta
hacerse tolerables. Hasta reconciliarme, en lo posible, con este lugar
desgraciado en el que a mí, como a ustedes, por nacimiento nos arrojó el
azar. Y no falla. Cada vez, entre el cañamazo de la genial parodia
cervantina, por los vericuetos serenos y originalísimos de su prosa,
aquel hombre lúcido y bueno, que fue soldado y conoció la guerra, el
cautiverio, la decepción, la soledad y el fracaso sin que nada quebrara
su bondad y su gallardo espíritu, me alivia el dolor con su mirada
agridulce, su serena sonrisa melancólica, su humor suave, resignado e
inteligente. Con la entrañable imagen del hidalgo, no loco, sino soñador
y cuerdo -«Yo sé quién soy»-, que encarna el valor sin recompensa,
perito en derrotas, blanco de las bromas pesadas de ese maléfico
encantador llamado destino o mala suerte.
Nunca fue
tan olvidado Cervantes, y nunca hizo tanta falta. Porque asómbrense: de
los catorce países de habla hispana que puedo comprobar, sólo en seis
-Uruguay, Venezuela, Costa Rica, El Salvador, Perú y Puerto Rico- la
lectura de El Quijote es obligatoria en el colegio. En México, que
presume de punta de lanza del español en América, dejó de serlo en 2006;
y en Argentina, para vergüenza de las sombras de Borges, Bioy y Roberto
Arlt, ni siquiera existe la materia Literatura Española. En cuanto a
esta España de aquí, la palabra no es ya vergüenza, sino prevaricación
que roza lo criminal: la lectura de El Quijote no sólo no es obligatoria
-obligar traumatiza, ya saben-, sino que ni siquiera figura entre las
recomendadas por el ministerio de Educación en secundaria o en
bachillerato.
Y sin embargo, insisto, pocas veces fue tan necesario Cervantes como refugio y consuelo; como analgésico que no elimina la causa del dolor pero ayuda a soportarlo; como
prueba de que, hasta en la peor hora, cuando toda certidumbre se
desmorona y el fracaso golpea, hay maneras de soportarlo casi todo. De
afrontar el embate con sonrisa serena; con lucidez, dignidad y
esperanza.
Puestos a recetar aspirinas, permítanme mencionar un ensayo escrito hace veintitrés años por el filósofo Julián Marías, padre del escritor Javier Marías. Se titula Cervantes, clave española;
y en la conferencia que le dio origen, don Julián cita un fragmento de
su propio prólogo al Persiles: Y se despide del lector, de la vida, con
estas aladas, entrañables palabras que no pueden leerse sin sentir que
aprisionan en sólo dos líneas el quién que fue Cervantes: « ¡Adiós
gracias, adiós donaires, adiós regocijados amigos; que yo me voy
muriendo, y deseando veros presto contentos en la otra vida!»…
Un
hombre que va a morir, que sabe que va a morir muy pronto y se despide
de la gracia, del donaire, del regocijo, de la amistad, de la palabra,
de la conversación. ¿No es esto España, que viaja con ilusión, con prisa
de la otra vida; cuya última palabra, después de tantos años de
infortunio, heridas, cárceles, cautiverio, pobreza y desdén, después de
tanto amor, tanta belleza, tanta ilusión fresca y marchita nunca, es
«contentos»? ¿No es esto España?
(TEXTO DEL AMIGO DON ARTURO PÉREZ-REVERTE). 



Vídeo


18 de junio de… ¡¡¡1815!!!: Batalla de Waterloo.







Así lo relata un amigo francés hoy en día doscientos años después:
Il y a
exactement aujourd’hui 199 ans, le 18 juin 1815, prenait fin, sur le
plateau du Mont Saint Jean, au sud de Bruxelles, l’une des plus grandes
épopées militaires…
Château-ferme
de Hougoumont, après la bataille de W……. (ce nom m’écorche la gueule).
Les paysans belges enterrent les morts près de ce qui fut l’une des
positions avancées de l’aile droite anglaise. C’est par cette ferme que
Napoléon déclencha son action le 18 juin vers 11h30. Ce qui ne devait
être au départ qu’une manœuvre de diversion devint le point le plus
violent de la bataille. Les assauts français y furent terribles. On s’y
battit férocement jusque vers 19 heures. Le verger et le jardin
changèrent sept fois de mains tandis que les bâtiments restèrent aux
mains des 1.500 soldats coalisés. 
(Lupus Nero el 18 de junio de 2014 a las 6:00h)
HISTORIA. BATALLA DE WATERLOO.
ANTECEDENTES DE LA BATALLA
Napoleón I Bonaparte, que había llevado a
Francia a ocupar una posición preeminente en Europa desde 1804 hasta
1813, se vio obligado a abdicar en 1814, presionado por una coalición
compuesta por las principales potencias, entre las que cabe destacar a
Prusia, Rusia, Gran Bretaña y Austria. Fue enviado al exilio en la isla
de Elba y Luis XVIII pasó a ser el nuevo gobernante de Francia. En
septiembre de 1814 se convocó el Congreso de Viena, al que acudieron
delegados de casi todas las naciones europeas para discutir los
problemas resultantes de la derrota de Francia. Sin embargo, el 26 de
febrero de 1815, mientras el Congreso celebraba una sesión, Napoleón
escapó de Elba y regresó a Francia. Muchos veteranos de sus anteriores
campañas se unieron en torno a su líder; Bonaparte llegó a París el 20
de marzo de 1815 y asumió el poder durante un breve periodo denominado
de los ‘Cien Días’. Los representantes del Congreso de Viena, alarmados
por el regreso de Napoleón, reaccionaron rápidamente ante esta crisis.
El 17 de marzo, Austria, Gran Bretaña, Prusia y Rusia acordaron aportar
cada una 150.000 hombres para formar un ejército conjunto que habría de
concentrarse en Bélgica, cerca de la frontera francesa. La mayoría de
las restantes potencias participantes en el Congreso se comprometieron a
enviar tropas para la invasión de Francia, que comenzaría el 1 de julio
de ese mismo año.
LA MOVILIZACIÓN Y LA ESTRATEGIA
Napoleón, instalado en París, tuvo
noticias de este plan y decidió atacar rápidamente a los aliados en su
propio terreno antes de que tuvieran tiempo de constituir su ejército.
Bonaparte, haciendo alarde de su energía y firmeza características,
movilizó a 360.000 soldados adiestrados en dos meses. Reservó la mitad
de sus tropas en Francia como guarnición de seguridad y agrupó a las
restantes en unidades de ataque. El 14 de junio de 1815, Napoleón
alcanzó la frontera franco-belga al frente de 124.000 hombres,
desplazándose con gran rapidez y en el más absoluto secreto. Otros
65.000 quedaron en posiciones de retaguardia.
Frente a él, al otro lado de la frontera
belga, se encontraban dos ejércitos aliados independientes. El mayor,
formado por 116.000 prusianos y sajones, comandado por el mariscal de
campo prusiano Gebhard Leberecht Blücher, estaba situado en la ciudad
flamenca de Namur. Otro contingente, compuesto por 93.000 soldados
británicos, holandeses y alemanes, se hallaba en Bruselas, en un puesto
avanzado establecido en la localidad de Quatre-Bras. El jefe de este
ejército, el general británico Arthur Wellesley, duque de Wellington,
era además el comandante general de las tropas aliadas. Napoleón decidió
atacar a ambos ejércitos para dividirlos y vencerlos con rapidez.
Intentaría entonces hacer frente a las fuerzas rusas y austriacas que se
aproximaban a Francia por el Este. Para llevar a cabo su plan,
distribuyó a sus hombres en dos líneas de ofensiva y un grupo de reserva
estratégica formado por veteranos leales, conocido como la ‘Vieja
Guardia’.
El 15 de junio de 1815, Napoleón atravesó
la frontera belga, lo que sorprendió al mando aliado. Después de cruzar
el río Sambre, los franceses derrotaron a la vanguardia prusiana en
Charleroi. A continuación, Bonaparte ordenó al mariscal Michel Ney, que
dirigía el ala izquierda de sus tropas, atacar a una brigada de la
caballería de Wellington en Quatre-Bras, 19 km al norte de Charleroi. El
siguiente paso fue mandar al ala derecha, comandada por el general
Emmanuel de Grouchy, atacar en el Este a una brigada prusiana destacada
en la ciudad de Gilly. Grouchy cumplió su misión y avanzó hasta un punto
cercano a la localidad de Fleurus, donde estaba concentrado un
regimiento de Blücher. El emperador francés había conseguido situar a su
ejército entre los elementos de avance de Wellington y Blücher,
mientras que el grueso de sus tropas estaba ubicado de tal forma que
podía dirigirse hacia el Oeste, contra las fuerzas anglo-holandesas, o
hacia el Este, para atacar a las tropas prusianas.
Bonaparte se trasladó con sus tropas de
reserva desde Charleroi hasta Fleurus el 16 de junio. Una vez allí,
asumió el mando del ejército de Grouchy y derrotó a los regimientos
prusianos. A continuación, se dirigió hacia el norte de Ligny para
enfrentarse a Blücher, que se había apresurado a situarse al oeste de
Namur con la esperanza de interceptar a los franceses.
LIGNY Y QUATRE-BRAS
La estrategia de Bonaparte en la acción
de Ligny era coordinar su ataque a Blücher con la ofensiva de Ney en
Quatre-Bras, contando con que sus fuerzas de reserva se desplazarían en
apoyo del ala que lo precisara; si todo se desarrollaba según lo
previsto, las reservas se dirigirían finalmente hacia el noroeste para
unirse a Ney en Quatre-Bras y avanzar hacia Bruselas a fin de dividir a
los dos ejércitos aliados.
Cuando Ney inició su ataque sobre
Quatre-Bras (16 de junio), Napoleón comenzó su ofensiva sobre las tropas
de Blücher. Tras una hora de sangrienta lucha en la que la batalla no
se decidía en favor de ningún bando, Bonaparte envió un mensaje urgente
al mariscal Ney, ordenándole enviar su primer destacamento al frente de
Ligny. El mensajero de Napoleón, en lugar de entregar la orden a través
del cuartel general del mariscal Ney, la entregó directamente al general
Jean Baptiste Drouet, conde D’Erlon, jefe del primer destacamento. Éste
se dirigió inmediatamente a Ligny. Sin embargo, cuando Ney tuvo noticia
de la partida de D’Erlon, le envió un mensaje para que regresara a
Quatre-Bras. Drouet recibió este comunicado en el momento en el que
llegaba al campo de batalla de Ligny y, de nuevo obedeció las
instrucciones, de manera que no tomó parte en ninguno de los dos
enfrentamientos. A pesar de ello, Napoleón consiguió derrotar a Blücher
tras un cruento combate que se prolongó durante tres horas. Los
prusianos se retiraron al anochecer; pese a sus numerosas bajas, el
grueso del ejército de Blücher permanecía en condiciones de combatir al
no haber intervenido D’Erlon en la lucha.
Mientras tanto, Ney, que se hallaba en
Quatre-Bras, había esperado inexplicablemente varias horas a que se
realizara el ataque sobre la posición anglo-holandesa; esta demora
permitió a Wellington recibir el refuerzo de varias divisiones de
caballería e infantería. Finalmente, Ney lanzó un ataque a las dos de la
tarde, pero fue bruscamente rechazado. Las sucesivas ofensivas sobre
las fuerzas anglo-holandesas resultaron igualmente infructuosas, debido a
la ausencia del regimiento de D’Erlon. Wellington contraatacó
enérgicamente hacia las siete de la tarde y obligó a Ney a replegarse
sobre la ciudad de Frasnes, situada varios kilómetros al sur de
Quatre-Bras. No obstante, D’Erlon se reunió con Ney en Frasnes a las
nueve de la noche.
MONT-SAINT-JEAN
A primeras horas de la mañana del 17 de
junio, un mensajero de Blücher alcanzó la posición de Wellington en
Quatre-Bras y le informó de la derrota sufrida por los prusianos en
Ligny. El general británico, al percatarse de la estrategia de Napoleón,
se apresuró a enviar un mensaje a Blücher sugiriéndole que se dirigiera
hacia el noroeste y se uniera al ejército anglo-holandés para
enfrentarse así a Napoleón conjuntamente en las proximidades de la
localidad de Mont-Saint-Jean, al sur de la ciudad de Waterloo.
Wellington se retiró de Quatre-Bras varias horas después, dejando allí
una brigada de caballería para confundir al mariscal Ney.
Esa misma mañana, Bonaparte, que se
encontraba en Ligny, ordenó a Grouchy perseguir al ejército de Blücher,
que se batía en retirada. A continuación, envió mensajes a Frasnes en
los que ordenaba a Ney atacar a Wellington inmediatamente. El mariscal
francés, que no conocía la retirada de Wellington, no obedeció estas
órdenes. Napoleón llegó a Frasnes esa tarde, asumió el mando de las
fuerzas de Ney, rechazó a la brigada que guardaba Quatre-Bras y partió
con su ejército en busca de Wellington. A primeras horas de la tarde,
Bonaparte divisó al ejército anglo-holandés atrincherado al sur de
Mont-Saint-Jean. Ambos ejércitos comenzaron a prepararse para la
batalla.
Durante este tiempo, Grouchy no había
conseguido alcanzar al ejército de Blücher. Hacia las diez de la noche
del 17 de junio, las tropas de reconocimiento de Grouchy le informaron
de que los prusianos, en lugar de retirarse hacia el este de Namur, se
habían dirigido al noroeste, con la supuesta intención de unirse a
Wellington. Grouchy mandó un mensaje para avisar a Napoleón de tal
circunstancia, y éste le envió la respuesta a las diez de la mañana del
18 de junio: debía intentar alcanzar a los prusianos, lo que el general
francés no logró.
El ejército francés y el ejército
anglo-holandés se encontraban en posición de ataque en la mañana del 18
de junio. La fuerza anglo-holandesa, orientada hacia el Sur, contaba con
67.000 efectivos y 156 cañones, y Blücher se había comprometido a
enviar a Wellington 70.000 hombres de refuerzo a lo largo del día. Así
pues, la estrategia de Wellington consistía en resistir la ofensiva de
Napoleón hasta que llegaran los soldados de Blücher, flanquear el ala
derecha de las tropas napoleónicas y después rebasar la línea francesa.
El ejército de Bonaparte, situado hacia el Norte, disponía de 74.000
hombres y 246 cañones. Su plan era tomar Mont-Saint-Jean y cortar la
ruta de retirada hacia Bruselas a la fuerza anglo-holandesa. De este
modo, podría destruir el ejército de Wellington sin ninguna dificultad.
LA DERROTA FINAL
La batalla comenzó a las 11.30 de la
mañana con una estratagema de Napoleón en el flanco derecho de las
tropas de Wellington. Tras esta maniobra, que no dio el resultado
esperado, los franceses abrieron fuego para debilitar el frente central
aliado. Hacia la una de la tarde, el emperador observó que las unidades
de avance del ejército de Blücher se aproximaban por el Este. Bonaparte
envió un nuevo mensaje a Grouchy para comunicarle la situación y le
ordenó atacar a los prusianos.
Mientras tanto, la caballería y la
infantería luchaban intensamente junto a la sierra que ocultaba al
grueso de las tropas de Wellington. A las cuatro de la tarde, las tropas
de avance de Blücher, que habían esperado el momento oportuno, entraron
en batalla y obligaron a los franceses a retroceder unos 800 m. Éstos
consiguieron retomar su posición tras un contraataque y los prusianos
tuvieron que replegarse hacia el noreste 1,6 km. Poco después de las
seis de la tarde, Ney avanzó hasta el centro de las fuerzas
anglo-holandesas y puso en peligro toda la línea de Wellington. Pese a
ello, el general británico logró rechazar a Ney.
Napoleón decidió realizar entonces una
ofensiva general como último recurso; envió al campo de batalla a todos
los batallones de la Vieja Guardia —salvo cinco de ellos— para lanzar un
ataque sobre el grueso de las fuerzas enemigas. La infantería aliada
causó graves pérdidas a los franceses y reprimió la ofensiva. Napoleón
reagrupó a sus fuerzas y atacó de nuevo, pero su situación era cada vez
más desesperada. Hacia las ocho de la tarde, los prusianos, que habían
tomado posiciones en el ala izquierda de la línea de Wellington,
atravesaron el flanco derecho de los franceses provocando el pánico
entre las tropas de Bonaparte. Éste consiguió escapar gracias tan sólo a
las valientes acciones de retaguardia emprendidas por los batallones de
la Vieja Guardia. Mientras las derrotadas fuerzas del emperador huían
por el camino de Charleroi, Wellington y Blücher se reunieron y
decidieron que las brigadas prusianas persiguieran a los franceses.
Durante la noche del 18 de junio, los prusianos atacaron al enemigo y le
obligaron a retroceder hasta la otra orilla del Sambre.
LAS CONDICIONES RESULTANTES DE LA GUERRA
Napoleón firmó su segunda abdicación el
22 de junio; Luis XVIII fue restaurado en el trono de Francia el 28 de
junio, con lo que concluyó la etapa de los Cien Días. Las autoridades
británicas aceptaron la rendición de Bonaparte el 15 de julio, y éste
fue enviado posteriormente al exilio en la remota isla de Santa Elena.
Cuando Napoleón hablaba sobre la batalla
de Waterloo, solía criticar duramente al general Grouchy por no haber
conseguido interceptar a los prusianos tras su retirada de Ligny. Ney
tampoco logró atacar a Wellington el 17 de junio y evitar la retirada de
Quatre-Bras; asimismo, se equivocó al ordenar a los regimientos de
D’Erlon que abandonaran Ligny el 16 de junio, lo que impidió a Napoleón
destruir al ejército de Blücher. Finalmente, el propio Bonaparte podría
haber reunido fácilmente más tropas frente a Charleroi empleando a las
fuerzas de reserva que se mantenían en la retaguardia.
BAJAS
La batalla de Waterloo fue una de las más
cruentas de la historia moderna. El número de bajas del 18 de junio fue
de 40.000 hombres en el bando francés, 15.000 en el ejército
anglo-holandés y 7.000 entre los prusianos.
Bibliografía:
Adkin, Mark. The Waterloo Companion, The complete guide to history’s most famous battle. ed. Aurum Press, London (2001)


Barbero, Alessandro, The Battle: A New History of Waterloo, Atlantic Books (2005)


Chandler, David. The campaings of Napoleón (1966). Traducción de Carlos Fernández-Vitorio y Francisco Fernández-Vitorio en, Las campañas de Napoleón, La esfera de libros S.L. (2005)


Hofschröer, Peter. Waterloo (2005). Traducción de Albert Sasot Mateus en ed. Ariel


Mercer, Alexander Cavalié. Journal of the Waterloo campaign / kept throughout the campaign of 1815 (Con una introducción de Michael Glover). Perter Davies. London (1969)


Wootten, Geoffrey. Waterloo 1815 birth of the modern Europe. Osprey. London (1992)
Zweig, Stefan. Momentos estelares de la humanidad. ed. Acantilado, Barcelona (2002).
Vídeos-documentales:
“RECORDAMOS
HECHOS HISTÓRICOS. SOMOS HISTORIADORES. QUEREMOS DAR A CONOCER LA
VERDADERA HISTORIA, NUESTRA HISTORIA, CON SUS VICTORIAS Y DERROTAS PERO
LA HISTORIA COMO FUE, A LOS DEMÁS PORQUE EL PUEBLO QUE OLVIDA SU
HISTORIA ESTÁ CONDENADO IRREMEDIABLEMENTE A REPETIRLA.
Yessica. 18 de junio de 2014 a las 10h. 



7 de Junio de 1921.




“Al amanecer del día 7 de junio, parten
del campamento general de Annual dos columnas integradas por fuerzas del
regimiento de Ceriñola, una batería de Artillería ligero y tropas de
Ingenieros, al mando del teniente coronel de dicho regimiento.
La segunda columna, formada de Policía indígena y de Regulares de
Melilla, mandadas por el brillante teniente coronel Sr. Núñez del Prado.

Bajo la experta dirección del general segundo jefe de la Comandancia
general de Melilla, barón de Casa-Davalillos, las columnas inician su
movimiento de avance a través de un terreno eriado de riscos y surcado
por hondas y sinuosas barrancas.

Las fuerzas indígenas despliegan por las alturas que se alzan a la
derecha de Kudia-Igueriben, Amsauro y Loma de los Árboles, en tanto que
las fuerzas peninsulares avanzan por la izquierda, para, una vez salvado
el río Annual, caer sobre Igueriben.

La operación se desenvuelve con precisión admirable, siendo alcanzados
los objetivos asignados a cada columna, sin más contratiempo que el
nutrido tiroteo que las tropas indígenas se ven obligadas a sostener con
las guardias enemigas y algunos grupos de kabileños que, percatados de
nuestro propósito, acuden a reforzarlas.

La operación, a pesar de su enorme importancia, sólo nos ha costado la baja de un soldado, perteneciente a la Policía indígena.

Apenas posesionados de la nueva posición, dan comienzo las obras de
defensa, trabajos que se llevan a cabo con la mayor rápidez para dar
tiempo a que las fuerzas efectúen el repliegue antes de que la noche se
les eche encima. Ímproba tarea, confiada al esfuerzo de aquella gente,
que, no obstante las fatigas de aquella dura marcha, lleva a feliz
término, levantando en poco tiempo un sólido parapeto […]”
                                   – Luis Casado y Escudero, teniente del regimiento de Ceriñola – 7 de junio de 1921.






Imagen


Presentación de un nuevo cuadro: EL CAMINO ESPAÑOL, POR AUGUSTO FERRER-DALMAU.




Etiquetas

, , ,

Presentación de un nuevo cuadro: EL CAMINO ESPAÑOL.


Augusto huye reflejar en su pintura la
“gloria imperial” para homenajear “al español” que “también recorre
Europa para buscarse la vida”.
‘El Camino Español’, cuadro del pintor catalán Augusto Ferrer-Dalmau, es el protagonista de la exposición ‘El Camino Español. Una cremallera en la piel de Europa’,
que repasará a lo largo de un viaje por distintas ciudades del viejo
continente la historia de esta vía militar que permitió conectar los
tercios españoles de Italia y Flandes durante los siglos XVI y XVII.
En concreto, el cuadro refleja el paso de
uno de esos tercios a lo largo del camino en su camino hacia Rocroi,
batalla disputada en 1643 que marcó el fin de la hegemonía hispánica en
Europa y el inicio de una nueva etapa de poderío militar francés. Así,
este cuadro muestra a las mismas tropas que en 2011 retrató en su lienzo
‘Rocroi, el último tercio’, aunque en este caso aparecen aún intactas y
rumbo al combate, mientras que en la pintura de 2011 se encuentran
diezmadas tras la pugna y a punto de ser derrotadas. En la imagen, los
soldados y su séquito aparecen de forma “dispersa, a su aire”, mientras
se encaminan a través de los campos de Europa hacia el frente, una
escena que coincide con la imagen que el artista tiene de los tercios,
según ha confirmado él mismo durante la presentación oficial del lienzo,
celebrada este miércoles en el Palacio Real de Valladolid. De esta
forma, en la pintura de Ferrer-Dalmau pueden verse algunos aspectos
costumbristas del día a día castrense, como los perros que merodean
junto a los caballos, los botijos, los pellejos de vino, las pequeñas
cantimploras de aguardiente holandesa o “caneco”, los resplandecientes
morriones y corazas de la tropa, o las elegantes plumas de los sombreros
de ala ancha de los generales y oficiales. Asimismo, los rostros de los
soldados muestran los rasgos físicos característicos del español del
siglo de oro, así como otros militares de aspecto noreuropeo, fruto de
la inclusión en los tercios de mercenarios de otras naciones. Al hilo de
esto, el autor ha bromeado con la presencia en la pintura de un joven
tamborilero rubio “hijo de madre holandesa y de medio tercio”. Ha sido
el periodista, escritor y académico de la Lengua Arturo Pérez Reverte,
quien en declaraciones recogidas por Europa Press ha contado esta
anécdota, ya que ha sido él el encargado de presentar este cuadro, en
cuya realización ha colaborado como asesor de los detalles históricos y
de la vestimenta militar. Homenaje al español “de siempre” Pérez Reverte
ha mostrado su admiración por Ferrer-Dalmau, con el que comparte
amistad, al tiempo que ha advertido de que el pintor no busca en esta
pintura homenajear a la “gloria imperial” y a la “bandera”, sino “al
español de siempre, el mismo que hoy se busca la vida con un ordenador y
una mochila al hombro en los mismos lugares donde entonces lo hacía con
un arcabuz y una alabarda”. “Son los mismos que siguen haciendo hoy el
camino español para buscarse la vida”, ha sentenciado el escritor, que
ha apuntado que “así” es como él entiende las pinturas del catalán.
Arturo Pérez Reverte ha destacado el papel jugado en este periodo por la
“sufrida infantería” española de aquella época y que suponía, a su
juicio, “la sangre del imperio”. “Si la palabra España fue temida y
odiada, muchas veces con motivo, fue gracias a estos tipos pequeños,
barbudos, morenos e indisciplinados que, sin embargo, nunca se
amotinaban antes del combate para que no se dudara de su valor”, ha
subrayado. Asimismo, ha recordado las difíciles condiciones en las que
se desarrollaba la vida en el frente flamenco y se ha preguntado “cómo
sería la vida” en España para que prefirieran alistarse e ir a la
guerra. “Eran hombres admirables, crueles, cainitas, valerosos y
complejos hijos de la gran puta”, ha aseverado. La exposición,
organizada por la Asociación Retógenes Amigos de la Historia Militar y
los Amigos del Camino Español de los Tercios con la colaboración de las
Fuerzas Armadas, de la que el cuadro de Ferrer-Dalmau forma parte, podrá
verse en Madrid del 21 al 31 de mayo; en Estrasburgo (Francia), del 21
al 29 de julio; Bruselas (Bélgica), del 5 al 12 de septiembre, y
Barcelona, en la segunda quincena de octubre. Todas estas paradas irán
acompañadas de conferencias sobre el Camino Español que también se
impartirán en las ciudades de Besanzón (Bélgica) —23 y 24 de julio— y
Breda (Países Bajos) —aún sin confirmar—. El Camino Español fue una ruta
terrestre creada en tiempos de Felipe II para trasladar dinero y tropas
españolas a los Países Bajos. La ruta marítima por el Cantábrico, más
rápida a priori, fue desechada a consecuencia del mal tiempo que reinaba
con frecuencia en el Canal de la Mancha y de la enemistad de Inglaterra
y Francia. Por ello, se buscó una vía alternativa, para lo que se
habilitó un corredor militar y logístico desde Milán hasta Bruselas a
través de territorios que estaban bajo su poder o el de sus aliados. La
ruta comenzaba en el Milanesado y, después de cruzar los Alpes por
Saboya, transcurría por el Franco Condado, Lorena, Luxemburgo, el
Obispado de Lieja y Flandes hasta llegar a Bruselas. Este camino fue el
utilizado por el duque de Alba en su viaje a los Países Bajos en 1567. A
partir de los primeros años del siglo XVII, como consecuencia de la
alianza defensiva entre Saboya y Francia, se comenzaron a utilizar otras
rutas que pasaban por los valles suizos de la Engandina y la Valtelina.
Tras sortear los Alpes, el camino bordeaba el sur de Alemania para
cruzar el Rin en Alsacia y continuar hacia los Páises Bajos. Ver más en:
http://www.20minutos.es/noticia/2138891/0/#xtor=AD-15&xts=467263
Además de ello, mi escritor estrella, es
decir, Don Arturo Pérez Reverte ha apadrinado dicho cuadro. Ha sido esta
mañana en Valladolid. Y que, en palabras de don Arturo constituye un
homenaje al español de a pie. El cuadro, que lleva por título “El Camino
Español”, “no es un homenaje a la parafernalia bélica y a la
gloria militar, sino al español de a pie, tanto al de ayer como al de
hoy, que a veces se cargaba al hombro un mosquete, una alabarda o una
pica como una manera de ganarse la vida”,
ha destacado Pérez Reverte.“¿Cómo sería la España de entonces para preferir alistarse en vez de quedarse en su tierra?”, ha añadido el autor de la serie literaria protagonizada por el capitán Alatriste, quien se ha referido a esos soldados como “admirables, crueles, violentos, cainitas, valerosos, geniales, complicados y complejos hijos de la gran puta”.Eran tipos “pequeños, morenos, barbudos, con mucha mala leche, temidos y odiados pero muy disciplinados bajo el fuego enemigo”, adornados también por el “orgullo y la crueldad propia de la raza”,
según Pérez-Reverte. Todos esos rasgos, en pinceladas impresionistas de
gran verismo, ha plasmado Augusto Ferrer-Dalmau, uno de los mejores
especialistas en pintura militar de toda la historia del arte español,
en su lienzo titulado “El Camino Español”, que refleja un instante de los soldados camino de la célebre derrota de Rocroi (1643, Francia), una de las más dolorosas de los tercios españoles.El
eco de los Tercios de Flandes, una unidad táctica creada por los Reyes
Católicos y que encontró su ocaso con Felipe II, trenza un itinerario
cultural y militar de la historia de España denominado el Camino
Español, motivo en el que se basa el cuadro presentado hoy.El
lienzo, de grandes proporciones y encargado por varias asociaciones de
ámbito cultural y castrense, cuenta con el patrocinio del Ejército de
Tierra y viajará por los principales jalones de esa ruta terrestre
habilitada por Felipe II para suministrar dinero y soldados a las tropas
españolas acantonadas en los Países Bajos.El
Camino Español fue una ruta logística y terrestre entre España y
Flandes, un corredor militar que tenía en el puerto de Barcelona uno de
sus hitos, camino de Génova y Milán, para llegar más tarde hasta
Bruselas, siempre por zonas aliadas y nunca por mar, para evitar
tormentas y la enemistad de Francia e Inglaterra, las dos orillas del
necesario y desechado paso por el Canal de la Mancha.
2014_5_14_fJMRgeC5uM4EPZSiBvsUY
😉🙂



Uniforme de Húsar de Nikolai Rostov (Guerra y la Paz, “War and Peace”, 2007)




Etiquetas

, , ,

Estudiando la uniformología húsar por mera curiosidad y por
-como sabéis  ser tan apasionada por la historia napoleónica y la
recreación de la misma, he ido recopilando una serie de artículos,
libros, películas, y muchísimas imágenes antiguas así como ediciones
in facsímil  que os iré mostrando poco a poco.


La entrada de hoy será exclusivamente en inglés -por ello que somos
cosmopolitas y por respeto a los seguidores y amigos del resto de Europa
que tiene este blog.🙂 For my friends and followers around the world!


Totally spiffy and dripping with gold braid, these just look so cool!
The problem, of course, is that I can look at a woman’s dress in a
movie and evaluate its historical accuracy, but with uniforms I have no
idea. In fact, if anyone has good sources for information I’d love to
know. I am sure there are people out there who really really know their
stuff when it comes to uniforms. From a totally ignorant but
aesthetically appreciative point of view, I have been particularly
admiring Nikolai Rostov in the 2005 War and Peace. Wow.


First he wears he puts on a shirt and pants (with braces). Look how high up those pants go.








Notice that he wears a black neckcloth with his uniform (and a really
spiffy collar on that white shirt). That is the kind of thing I would
never have anticipated. I wonder if it is actually accurate. For that
matter, I wonder what this whole uniform is based on.





Now there’s the dolman, his actual jacket. Look at the braid! Check out the buttons! And it has a cute little tail in the back.








Over that, a pelisse. You can see that when he is on
campaign in the cold (Russia in winter), he wears the pelisse over his
dolman and closes it. But in a much more spiffy and rakish fashion, he
usually wears it slung over his left shoulder. I love it!


Then there are the accessories, of course. I have no idea what’s going on with the sash, but I wish I did. The hat
is… wow. With the scales and the tassel and the rosette… I love it! And
he has a little satchel (apparently you call it a reticule… I’m having
trouble with all the overlap in women’s clothing and men’s uniform
terms: reticule, dolman, pelisse!).

And of course, I might prefer it in red. I’m not at all sure! Look at those boots, though. Beautiful gold tassles on Hessian boots. Does anyone know where to get Hessian boots?









LA ARTILLERÍA FRANCESA EN ESPAÑA




Esta entrada va a centrarse en los equipos de artilleros que se
pasearon con más o menos gloria por tierras españolas durante los años
de la contienda, 1.808 a 1.814.


Desde las guerras revolucionarias, el uniforme de los artilleros a pie fue
igual al de infantería: azul oscuro con distintivos escarlatas. Es a
principios de 1.807 cuando se adopta el chacó, primero con bandas de
galón rojo y galones laterales, y más tarde totalmente negro.
Posteriormente se añadió el barboquejo de latón con una granada en cada
roseta lateral. Tenía unos cordones, unas rosetas y una borla
escarlatas. Al parecer las fundas protectoras se utilizaron por primera
vez en la Guerra de Independencia, siendo oficialmente de hule negro.


Hubo distintos tipos de chalecos, algunos de ellos cruzados. Las
polainas negras o grises, y en verano se usaban blancas no
reglamentarias con el uniforme de gala.


En campaña se podían llevar pantalones de lino azules o blancos, que
más tarde fueron grises o marrones. El gorro de forraje era azul con un
ribete escarlata y la insignia de la granada. Los abrigos fueron
reglamentarios desde 1.807, inicialmente de cualquier color, y azules
desde 1.810.


Los uniformes de los oficiales eran iguales que los de la
tropa pero con botones y charreteras doradas y grandas, también doradas,
bordadas en las vueltas. El bicornio oficial tenía una presilla y
borlas doradas. Este se convirtió en tocado de calle cuando se adopta el
chacó en 1.807. El chacó tenía unos cordones, bandas de galón y unos
galones laterales dorados, una placa también dorada y un penacho como el
del bicornio. El barboquejo dorado se añadirá más tarde.


La espada con aplicaciones doradas se llevaba en una bandolera de
cuero blanco, aunque se solía preferir un cinturón de cuero blanco o
negro, y en campaña, los oficiales montados, llevaban un sable de
caballería ligera que colgaba de un cinturón.


La artillería montada llevaba uniformes del
mismo estilo que la caballería ligera. Desde 1.794 se utilizaba el
nuevo uniforme de húsar, que consistía en un dormán azul oscuro con
puños y ribetes escarlatas, un fajín azul oscuro con “canutillos” rojos,
un colbac negro con un “ala”, cordones y penacho escarlatas.
El dormán siguió siendo el uniforme oficial hasta 1.811, con una
chaqueta de cazador azul oscuro de largos faldones, llevaba un chaleco
azul oscuro. Los sobretodos azules de campaña tenían refuerzos de cuero
negro y ribete escarlata.


El sable era de húsar de An IV, con empuñadura de latón en forma de estribo y una vaina de cuero con accesorios de latón.


Los oficiales utilizaban el uniforme de húsar con galón
dorado y cinco hileras de botones dorados, y galones dorados que
indicaban su rango en los puños. El fajín eraazul con
“canutillos”dorados. Llevaban a menudo una pelliza azul con
galón dorado, y los pantalones de montar tenían adornos en forma de
dardos en los muslos. Las botas húsares tenían borlas y galón dorados y
ribete de piel gris o marrón.


Son muchas las referencias que en plástico escala 1:72 podemos
encontrar que recogen figuras de la artillería francesa de la época. En
esta ocasión podemos hacer referencia a la marca Revell con la
Artillería a caballo de la Guardia o a Italery con Artillería a caballo
de la Guardia, una posición de artillería francesa y tren de artillería.


Imagen


La artillería napoleónica fue la espina dorsal del ejército francés.
Los cañones franceses se usaban en baterías en masa para debilitar las
formaciones enemigas antes de que la infantería o la caballería se
lanzara al ataque.


En 1776 Jean-Baptiste Vaquette de Gribeauval logró que se aprobara su reforma de la artillería francesa:


Lo primero que hizo fue dividir la Artillería francesa en cuatro
categorías: de costa, de plaza, de asedio y de campaña. La Artillería de
campaña fue su objetivo principal en cuanto a mejoras se refieren,
estandarizando todo lo que tenía que ver con el Arma.


Redujo el número de cañones de campaña a sólo tres tipos: de 4, 8 y
12 libras. Los obuses, de tubo más corto, pensado para un tiro curvo,
fueron también simplificados en dos modelos: 6 y 8 libras.


Además, las cureñas se mejoraron, con gualderas (piezas laterales
verticales) sustancialmente aligeradas. Aún así, el cañón de campaña
francés de 12 libras pesaba, completo, unas dos toneladas. Las ruedas
aumentaron, pues, su diámetro para un mejor comportamiento en terreno
irregular y los avantrenes se simplificaron y aligeraron. Además, redujo
la longitud de las ánimas y el grosor de los tubos, ahorrando hasta la
mitad de peso; aprovechó para ello las nuevas técnicas que permitían
fundir los cañones como un bloque macizo en el que luego se vaciaba el
ánima mediante una perforadora rotatoria, en lugar del fundido en hueco
anterior.


Aunque en teoría esta medida reducía la carga de pólvora que podía
emplearse, y por tanto el alcance efectivo, Gribeauval consiguió en la
práctica aumentarlo mediante el empleo de balas perfectamente esféricas,
mejor acabadas y calibradas. Asimismo, impuso el empleo de cargas de
pólvora prefabricadas en cartuchos. Y sustituyó el sistema de cuñas por
alzas de tornillo elevador en las cureñas, para apuntar con más
precisión.


Gribeauval rediseñó, además, todos los vehículos indispensables en
campaña (cureñas, avantrenes, armones, forjas de campaña, etc.) de
acuerdo a un modelo básico, con sólo dos tamaños de ruedas
intercambiables para todos y un rígido principio de intercambiabilidad
de partes. El interior de los armones estaba compartimentado para los
diferentes tipos de munición, junto con mechas, picos y palas, palancas,
ruedas de repuesto, etcétera.


Hasta los últimos detalles fueron tenidos en cuenta para agilizar el
servicio de los cañones. Se instala, por ejemplo, un pequeño cofre en la
propia cureña, en el que cabían entre 9 y 18 cartuchos de bala para
empleo inmediato. Esto permitía iniciar el fuego de artillería
inmediatamente, sin esperar a que llegase el armón de municiones. Por
último, se cambiaron también los tiros de caballos con nuevos sistemas
de arneses que aumentaban el rendimiento pudiendo así reducir el número
de animales por pieza, normalmente 6 caballos para una de a 8 libras.


Es en 1.800 cuando se militariza el tren de artillería, con lo que se
independiza el tiro de los cañones del apoyo de civiles con los que
había que negociar constantemente. En España no se introdujo hasta abril
de 1813, ya hacia el final de la guerra contra Napoleón.


Las piezas de a 4 era el cañón más ligero de la potente artillería
francesa, de la que Napoleón, antiguo oficial de artillería, estaba
especialmente orgulloso. Esta pieza de 85mm de calibre, tenía una
escuadra de seis artilleros. Los servidores seguían un proceso exacto
para cargar, apuntar y disparar. Por esas fechas los cañones no tenían
sistemas de amortiguación y era necesario emplazarlos de nuevo en
batería después de cada disparo mediante cuerdas. Los pasos para
disparar un cañón eran los siguientes:


  • Un servidor introducía una baqueta mojada en el ánima para apagar las partículas incandescentes dejadas por el último disparo.
  • Después, se colocaba una nueva carga con el atacador, se introducía el saquete de pólvora.
  • Se cebaba.
  • Se verificaba la puntería.
  • Se acercaba el botafuego al oído del cañón y se disparaba.
La organización de la artillería era la más urgente del ejército
napoleónico, debido a que requería mucho más tiempo para estar lista que
todas las otras armas del ejército. Siempre es la artillería en todas
las guerras la que sostiene la formación del ejército.


Napoleón le dijo en una ocasión al mariscal Davoult, en mayo de 1811:“Usted
debe tener tanta artillería como su enemigo, sobre la base de cuatro
piezas por cada 1.000 infantes y jinetes. A mejor infantería, mayor la
necesidad de protegerla y apoyarla con buenas baterías. La mayor



parte de la artillería debe estar con las divisiones de
infantería y caballería, la porción más pequeña es la reserva. Cada
pieza debe tener 300 proyectiles, sin contar las cajas pequeñas.



Ese es el gasto normal para las batallas. He ordenado que sus
fuerzas de artillería destinadas en España se integren con 5 divisiones y
esta compuesta como sigue:



  • Dos baterías de reserva, servidas por la artillería del fuerte,
    comprendiendo cada una dos obuses de gran alcance y seis cañones de 12
    libras.
  • Cinco baterías de artillería a caballo (una por división), una de cada dos de obuses y 4 piezas de seis libras.
  • Cinco baterías de artillería de a pie, una de cada dos de obuses y seis piezas de 6 libras.
  • Dos baterías de artillería de a caballo por los coraceros.
Si usted tiene sólo seis piezas por cada división, eso no es
suficiente. Necesita una docena. Uno hace la guerra con artillería.
Nunca olvide que en la guerra toda la artillería debe de estar con el
ejército y no en el parque.”






La “Guerra de la Independencia” o “Guerra del francés” en Aragón.





El primer sitio de Zaragoza

La sublevación de Zaragoza contra
Napoleón, el 24 de mayo de 1808, implicó para la ciudad y Aragón un gran
esfuerzo bélico durante el primer año de guerra. Zaragoza soportó dos
largos asedios. El primer Sitio comenzó el 15 de junio, tras las
derrotas aragonesas en Tudela, Mallén y Alagón, y duró hasta el 15 de
agosto, por abandono de los franceses a causa de su derrota en Bailén
(Andalucía).

El segundo sitio de Zaragoza

El segundo Sitio, terrible y cruento, duró desde el 20 de diciembre hasta el 21 de febrero. El general Palafox,
enfermo y sin recursos, rindió la ciudad, asolada y exhausta, cuando en
sus calles había seis mil cadáveres sin enterrar. Durante el asedio,
hubo luchas que duraron días para conquistar un solo edificio,
habitación por habitación. Durante la heroica resistencia se forjaron
personajes de leyenda, como la famosaAgustina de Aragón, retratada por Goya en sus Desastres de la Guerra.
 795914_1
Agustina de Aragón
Goya vio en persona los efectos
devastadores de los bombardeos artilleros. La resistencia de Zaragoza se
hizo famosa en Europa y fue recordada por insignes escritores. Un
oficial francés, tras entrar en Zaragoza, dejó escrito: ¡Qué guerra! ¡La
victoria da miedo!.
El general Palafox

Ocupación de Aragón

En 1808, los franceses ocuparon
Tarazona, Daroca y Calatayud, pero no sus comarcas: los aragoneses
controlaron el resto de Aragón, excepto Zaragoza, y actuaron desde
Zuera, Leciñena y Alcubierre, en el N., y en la zona de Samper, en el S.
En enero de 1809 los franceses tomaron
Calatayud y se luchó en Leciñena, Samper y Alcañiz; en febrero cayó
Huesca y en marzo, Jaca. Entre mayo y junio, Blake intentó recuperar
Zaragoza, pero sufrió derrotas en María de Huerva, Belchite y Alcañiz.
Teruel y Albarracín cayeron en diciembre. Los franceses controlaron el
territorio y sus vías estratégicas desde las ciudades.

La guerra de guerrillas

Los aragoneses reorganizaron el ejército
en guerrillas y hostigaron al enemigo a la vez que conservaron amplias
comarcas en su poder la mayor parte del tiempo.
En 1810, Pedro Villacampa hostigó al
enemigo en Teruel y Calatayud. Perena se mantuvo en el río Cinca hasta
que, en mayo, fue apresado en Lérida. Mequinenza cayó en junio y los
guerrilleros (Borrás, Abián, Rambla) operaron por Beceite durante el
verano. En septiembre de 1811, Durán y Juan Martín “el Empecinado”
atacaron Calatayud. Espoz y Mina llegó desde Cinco Villas al río
Gállego, ocupó Ayerbe y, así, Zaragoza quedó aislada de Huesca. En 1812,
Villacampa recuperó Calatayud.

La guerra de liberación

1813 y 1814
fueron los años de la contraofensiva española: Zaragoza quedó libre en
julio de 1813; Daroca, en agosto; Mequinenza, Jaca y Monzón, en febrero
de 1814; y Benasque, en abril. La guerra había concluido.


















Seguir

Recibe cada nueva publicación en tu buzón de correo electrónico.
















:)

No hay comentarios:

Publicar un comentario