lunes, 10 de octubre de 2016

La verdad histórica en el Antiguo Testamento

La verdad histórica en el Antiguo Testamento



.JESÚS DE
NAZARET
.

La verdad histórica en el Antiguo
Testamento

Entramos en un capítulo que a los historiadores nos resulta fascinante
y al que hay que dedicar años de estudio para llegar a tener una comprensión global. Voy
a tratar de sintetizarlo de la manera más fácil posible. Aquí quiero señalar una cosa
importantísima. Cuando de Historia se trata no valen componendas: lo que es real es real
y lo que no lo es, no lo es. Así de claro. El mensaje bíblico no se desvirtúa ¡en
absoluto! porque se demuestre que algo que dice la Biblia no es real. Nuestra creencia en
Dios, en Jesucristo, no debe estar pendiente de algo tan banal como que un escritor hace
miles de años contara algo de una manera o de otra. Si bien consideramos el conjunto de
la Biblia inspirado por Dios, la Fe la tenemos en el Dios que la inspiró, no en ese
escritor en concreto que la transcribió. Precisamente hoy en día los más críticos con
los textos son los críticos cristianos, que son ¡precisamente! los más interesados en
delimitar fielmente el asunto. En las facultades de teología católicas de todo el mundo
hoy se aplica la más moderna crítica científico-histórica (y yo soy testigo de ello)
en el estudio de los textos, ya que hay que tener muy clara la diferencia entre la
interpretación teológica y la interpretación histórica, que no son ¡en absoluto!
contradictorias, sino complementarias.

Durante mucho tiempo, la Biblia fue tomada al pie de la letra y su
verdad era la única verdad: si la Biblia decía una cosa el ponerla en duda era herejía.
Después, la Biblia fue puesta en duda sistemáticamente hasta llegar al punto de negar lo
que contaba casi por completo. ¿Dónde está la verdad de este asunto? Pues como
casi siempre, en el punto medio: Ni todo lo que cuenta la Biblia es real ni todo lo que
cuenta la Biblia es irreal... Y me explico.
En las fechas en las que se escribieron los distintos libros del Antiguo
Testamento (AT) no existía la ciencia y mucho menos en la tierra de Israel. En los
tiempos en los que se comienzan a poner por escrito los capítulos del AT, sobre el
reinado de Salomón, la literatura estaba dominada por un género: el mito. El mito
consistía en contar algo muy complicado de la manera más fácil y entendible para el
auditorio, y los escritores judíos recurrieron al mito para explicar cosas como la
creación del mundo.

EL GÉNESIS
Los descubrimientos arqueológicos del último siglo han demostrado una
cosa: que los escritores del AT siguieron una tradición oral que se pierde en la noche de
los tiempos. Los escritores del AT nos hablan de Adán y Eva. Lo que nos cuentan,
evidentemente, no ocurrió así, pero ellos tienen que contarlo de forma que lo entiendan
todos los que lo oyen y además, hace 3.000 años nadie sabía cómo había comenzado la
vida en la Tierra, por lo que los autores escribieron lo que ellos pensaban que había
sucedido. Pero a pesar de ello hay información absolutamente verídica si sabemos dejar
de lado las florituras y leemos entre líneas: ¿Qué nos está diciendo el libro del
Génesis? Que la Civilización tiene su lugar de origen en Sumeria, que es allí donde se
inventa la escritura y donde se forman las primeras estructuras nacionales, donde nace la
administración y donde se da forma a la religión como parte fundamental de la estructura
de estado. El Génesis nos habla de la tierra comprendida entre el Tigris y el Eúfrates
como la tierra que ve nacer al hombre y a sus primeras obras y eso es completamente cierto
porque los autores del Génesis que escribieron alrededor del año 950 a.C. ¡hace 3.000!
años sabían, porque así se había ido transmitiendo de generación en generación, que
la civilización nació allí, en Sumeria, cosa que nosotros no supimos hasta hace un
siglo. Allí nacieron las primeras ciudades-estado y allí es donde los escritores sitúan
las primeras ciudades, ciudades como las Sodoma y Gomorra bíblicas, y allí es donde
sitúan la torre de Babel que no es otra cosa que el zigurat de Ur, que fue durante muchos
años la construcción humana más alta de la Tierra. Que lo adornan con escenas
peliculeras, ¡pues claro que lo adornan! pero la base histórica es completamente real y
así ha sido demostrado por la arqueología. Es sorprendente cómo de generación en
generación se consiguió mantener esa tradición oral del origen mismo de la
civilización.
Estas tradiciones orales que hoy no existen, porque afortunadamente
tenemos medios más fiables de transmitir datos, se sucedían de generación en
generación de manera que, a pesar del paso de los siglos, la gente conocía sus orígenes
remontándose hasta cientos y cientos e incluso miles y miles de años. Para ello no
servía la simple transmisión de fechas y datos. Había que entusiasmar al auditorio
componiendo una historia fácil de recordar y agradable de transmitir. Una historia que
llevara dentro el "código" que se deseaba transmitir pero adornada con todo
tipo de personajes y situaciones claramente ficticios que servían para decorar el relato
y hacerlo fácil de entender para gentes que eran pastores en su mayor parte.  
Por eso se inserta el relato de Caín y Abel, para explicar fácilmente el incremento de
la población que siguió al último período glacial y que trajo consigo la aparición de
la agricultura y consecuentemente las primeras ciudades. Pero como nadie en aquellos
tiempos sabía lo que era una glaciación ni cuáles son las causas por las que se
desarrollaron las ciudades, pues había que explicarlo de forma que todos lo entendieran.
Así tenemos también el relato de Túbal-Caín, el "padre de todos los forjadores de
metales", en el Génesis que se situaría aproximadamente (según la genealogía
bíblica) hacia el año 3.500 a.C. y que coincide con el desarrollo de la metalurgia en
Mesopotamia. Lo que nos demuestra que aunque el personaje sea probablemente una
invención, las gentes guardaban el recuerdo, transmitido de generación en generación,
de la época en la que se desarrolló el control de los metales por el hombre.
En el siglo V a.C. tras el regreso del destierro de Babilonia, una
escuela sacerdotal añadirá varios pasajes a lo escrito en tiempos de Salomón insertando
el poema de la Creación. Así pues, hay varias tradiciones escritas en el AT que se
complementan.
Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre la realidad de personajes
como Abraham, Isaac y Jacob. Puede que existieran realmente tal y como los presenta el AT
y puede que sean personificaciones de hazañas comunes. Por ejemplo, Abraham puede que
fuera un hombre o más probablemente puede ser la personificación de una migración de
miles de personas desde Mesopotamia hasta Canaán de la misma forma que Herakles
(Hércules) no es un personaje histórico, sino la personificación de la invasión de los
dorios. Hay muchas cosas que no están nada claro (lo cual nos alegra mucho a los
historiadores porque así podemos seguir dándole vueltas a la cabeza que es lo que más
nos gusta). Esta migración personificada en Abraham procedía de Mesopotamia y fue hacia
el año 1.850 a.C cuando llegó a palestina estableciéndose allí. Es de destacar que
Abraham y su gente son pastores nómadas, el nomadismo es una de las señas
características de la historia de Israel. Y destaca también la repulsa que en el
Génesis se respira contra las ciudades (recordemos en episodio de Sodoma y Gomorra) que
son vistas como la encarnación del mal. Esto es típico de las sociedades nómadas, por
lo que en una zona geográfica ya completamente estructurada en torno a ciudades-estado,
es lógico que los pastores nómadas se encontraran a disgusto y emigraran a tierras donde
no hubiera ni estados ni administración... y por ello, ni impuestos, claro. En el texto
aparecen referencias a usos y costumbres mesopotámicas antiquísimas (Abraham se rige por
los desarrollos del código de Hammurabi en uso en Oriente Medio en aquellos tiempos), lo
que demuestra que la tradición oral mantuvo esta historia viva durante siglos y siglos.
Además, hay varios episodios que demuestran que la nociones "legales" de
Abraham se inspiran en los códigos de derecho hurrita e hitita. Abraham adora a Dios bajo
el nombre EL SHADDAI, cuya traducción más adecuada es "el Dios de la
estepa" (y no "el Dios de la montaña").
Abrahám es el padre de la nación judía, una nación nómada que se
siente rabiosamente libre y que lucha por su independencia con toda su alma, aunque para
ello tengan que abandonar sus hogares para viajar a tierras desconocidas. Esta idea será
el eje central del pensamiento judío y tendrá enormes consecuencias en el desarrollo de
su historia. Sus descendientes, Isaac y Jacob, son también pastores nómadas. Jacob
tendrá doce hijos que darán nombre a las doce tribus de Israel. El relato de José
presenta tantos paralelismos con literatura extrabíblica que no parece real. Más bien
parece ser una pieza literaria de carácter moralista insertada. Según los autores del
texto, José, uno de los doce hijos de Jacob, es vendido por sus envidiosos hermanos como
esclavo. Llega a Egipto y allí se hace famoso y rico interpretando los sueños de
Faraón. Cuando sus hermanos llegan a Egipto para comprar trigo él les perdona y hace
venir a su anciano padre Jacob para que vivan con él en Egipto. Históricamente no hay
ninguna prueba y todo parece una invención novelada, pero el texto es muy bello y la
moraleja encantadora.
La verdad sobre todo esto: sabemos que existía un gran tráfico de
personas entrando y saliendo de Egipto. Lo que ocurrió (con toda probabilidad) es que
grupos de nómadas hebreos, acuciados por una hambruna que debió ser terrible, emigraron
a Egipto hacia el 1.700 a.C. Según la Biblia los hebreos permanecieron 400 años en
Egipto. En 1.470 a.C. Faraón ("Faraón" es nombre propio, por ello es
incorrecto decir "el faraón" como es incorrecto decir "el césar")
Tutmosis III inició su brillante serie de campañas militares y gran número de cautivos
llegaron a Egipto, entre ellos varias tribus hebreas conocidas con el nombre genérico de
"los habiru" (los hebreos).

EL ÉXODO
Sabemos que los hebreos (nombrados en los textos egipcios de
Tell-el-Amarna y en otros textos de naciones limítrofes como "los habiru")
reunidos en tribus independientes de carácter nómada se desplazaron a Egipto o fueron
deportados como prisioneros de guerra y que allí sufrieron esclavitud, que Faraón
Ramsés II les utilizó como mano de obra en sus construcciones y que les liberó hacia el
1.250 a.C. Hoy, gracias a los descubrimientos arqueológicos, sabemos que gran número de
hebreos fueron esclavos de los egipcios y que Ramsés II les utilizó para construir su
ciudad Pi-Ramsés, según consta en las estelas egipcias de Ramsés "el Grande".
El primer personaje histórico de la Biblia del que no se discute su
autenticidad es Moisés. Porque Moisés presenta una serie de características tan
llamativas que según los especialistas históricos es imposible que se trate de una
invención o de la mera personificación de la migración del pueblo hebreo desde Egipto a
la Tierra Prometida. El Éxodo es un acontecimiento real y en el AT está relatado con una
serie de claves completamente reales que nos dan claves sorprendentes de lo que fue la
vida de un pueblo en el desierto del Sinaí, algunas de ellas consideradas fantasías
hasta que hace pocos años se demostraron ciertas por los científicos que las han
estudiado in situ como la famosa columna de fuego que les guiaba (los torbellinos de arena
que se producen tan frecuentemente y que despiden al sol vívidos reflejos y destellos) o
la roca de la que manaba agua (los manantiales de las montañas que brotan de la misma
piedra) o las aves caídas del cielo (centenares de aves caen exhaustas en el desierto
durante sus vuelos migratorios), etc., etc., etc. Todos estos fenómenos naturales, tan
frecuentes en el Sinaí pero tan extraños para los que no son de allí) fueron vistos por
los confundidos hebreos como señales de Dios y así se reflejaron en los textos. Es algo
demostrado científicamente que el relato bíblico del Éxodo ha sido redactado por
escritores que siguen la tradición oral de gentes que vivieron en Egipto, que pasaron un
largo tiempo en el desierto del Sinaí y que llegaron a Palestina tiempo después. El
conocimiento que los escritores tienen de Egipto, su lengua oficial y popular, sus
costumbres, su administración pública y los paralelos literarios es sorprendente... y
sorprende aún más el conocimiento del Sinaí y de las condiciones de vida que sólo un
pueblo con miles de miembros y no una simple caravana de comerciantes tuvieron que
soportar en aquellas tierras. Lo que ya no podemos saber es si hechos como el episodio del
Becerro de oro fueron reales o no.
¿Qué ruta siguieron? hay varias tradiciones que se solapan unas a
otras mezclándose en la Biblia porque los autores (que escriben 400 años después de
ocurridos los hechos) no sabían a ciencia cierta cuál fue la verdadera. Las cuatro rutas
que hoy son objeto de debate entre los historiadores bíblicos son las siguientes:
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En color verde se muestra la ruta tradicional que siguen las
peregrinaciones, en color rojo la ruta de la tradición yahvista por el norte, en color
azul la ruta directa hacia Cades y el color malva la ruta a Asiongeber.
El enigma es ¿los que salieron de Egipto eran ya un pueblo unificado o
seguían siendo tribus independientes? la Biblia parece contarnos la historia de todo un
pueblo, aunque puede ser que sólo nos esté contando la de una tribu en concreto. Algunos
historiadores sostienen la teoría de los "dos éxodos" y otros la de la
migración dividida. Para no liarte más, querido lector, dejaré de momento las cosas
así.
Los detalles no históricos que adornan el Éxodo son recursos
literarios añadidos para complacer al auditorio. Por ejemplo, el paso del mar Rojo con
los carros de Ramsés tragados por las aguas: este episodio no sucedió tal y como lo
cuenta el libro del Éxodo, pero lo que en realidad el escritor necesita demostrar a su
auditorio que Dios es todopoderoso, ¿cómo lo hace? lo que el autor le está diciendo a
su pueblo es que Dios es tan poderoso que puede acabar con los carros de Faraón. Y es que
el escritor conoce que en ese momento la potencia mundial militar es Egipto y que su arma
más poderosa son los carros, los carros con los que Ramsés II combatió en Qadesh.
Aunque el episodio no sea real, al historiador le está diciendo que en ese momento Egipto
era la primera potencia militar y que su poder se basaba en los carros de guerra, lo que
para nosotros es un dato precioso. Por eso es tan importante leer entre líneas.
Moisés fue el verdadero fundador de la religiosidad yahvista. A partir
de entonces Dios será único y tendrá un sólo nombre: Yahvéh o YHVH en hebreo (la
lengua hebrea no tiene vocales). Como pueblo nómada que eran, los judíos tenían por
santuario una tienda en la que se realizaban los rituales religiosos y se guardaban los
objetos sagrados como el Arca de la Alianza, la Mesa de los panes, el Candelabro de siete
brazos, el Altar del incienso o el Altar de los holocaustos. Esta tienda es el antepasado
del Templo que Salomón construirá en Jerusalén.
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El Santuario del pueblo judío que aparece tan detalladamente descrito
en el Pentateuco.
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Los objetos sagrados. De izquierda a derecha: el Arca de la Alianza, la
Mesa de los panes, el candelabro de siete brazos, el Altar del incienso y el Altar de los
holocaustos.
El objeto más importante era el Arca de la Alianza: un arcón de madera
de acacia forrada con láminas de oro en el que se guardaba la Ley de Moisés. El Arca
medía aproximadamente 1,125 metros de largo; 67,5 centímetros de ancho y también 67,5
centímetros de alto. Tenía una tapa o propiciatorio en el que había dos querubines de
oro con las alas extendidas. Todos los objetos eran fácilmente transportables (estamos
hablando de un pueblo nómada): El Arca, la Mesa de los panes, el Altar del incienso y el
Altar de los holocaustos tenían varales para poder ser acarreados fácilmente y el
Candelabro, por su forma, era sencillo de acarrear.

LA CONQUISTA DE PALESTINA
Entre los años 1.220 y 1.200 los judíos al mando de Josué se
introdujeron en Palestina. Las trazas de esta penetración están demostradas por la
arqueología, poco antes había sucedido la gran hecatombe protagonizada por los Pueblos
del Mar que destruirán todas las civilizaciones del Oriente Próximo (ver mi web LA GUERRA DE TROYA) en una oleada de
destrucción sin precedentes en la Historia. Hacia el 1.200 Ramsés III consigue detener
la invasión de los Pueblos del Mar (Egipto es la única nación que consigue sobrevivir a
la destrucción) y uno de estos pueblos, los peleset que darán nombre a
Palestina, se asentarán en la franja costera de lo que hoy es Israel. Evidentemente, los
hebreos y los peleset o filisteos como los llama la Biblia, entran pronto en
conflicto. Los Pueblos del Mar introdujeron el hierro en el Mediterráneo a gran escala y
por ello fueron tan superiores militarmente a las naciones  que destruyeron.
En el AT se mencionan una serie de naciones que hasta hace poco
pensábamos eran invenciones de los escritores hebreos. Estas naciones son ¡nada más y
nada menos! que los filisteos, los hititas, los hurritas, etc. Pueblos de los que hasta
hace muy poco nada sabíamos y que hoy son completamente fundamentales en el estudio de la
Historia. Pues bien, estaban en el AT, pero nadie les hizo caso. El AT nos da una
detallada exposición de los filisteos que son los famosos y enigmáticos peleset
de los que hablan los egipcios, integrantes de los Pueblos del Mar (Sobre esta historia
fascinante de los Pueblos del Mar, el mayor enigma de toda la Historia, ver mi web LA GUERRA DE TROYA) que se asentaron
en Canaán y a los que los hebreos combatieron por la posesión de la Tierra Prometida. Si
confrontamos las fechas nos asombraremos al comprobar que las fechas del establecimiento
de los peleset en Canaán tras su sanguinario recorrido y la del relato del AT
son las mismas. El texto estará, obviamente, adornado con todo tipo de relatos más o
menos reales, pero el sustrato es completamente verídico y concuerda en líneas generales
con lo que la arqueología ¡bendita ciencia! nos muestra. Cuando los hebreos que volvían
de Egipto llegaron de nuevo ¡tras 400 años! a Palestina ya bajo el mano de Josué,
sucesor de Moisés, se encontraron con que toda la civilización del Oriente Próximo
había sido destruida y pudieron establecerse allí donde llegaron. Así, con este
establecimiento, el pueblo hebreo deja definitivamente de ser nómada en su gran mayoría
y se convierte en sedentario, pero aún no es una nación única, sino un conjunto de
tribus con una religión común que lejos de ayudarse en muchas ocasiones se dedican a
fastidiarse unas a otras en lo posible. Los inicios de la etapa sedentaria en su primer
momento estarán dominados por los sucesores de Josué, los llamados Jueces, que son
líderes político-religiosos, y que protagonizan un periodo de crisis permanente con
frecuentes secesiones de carácter tribal y religioso y peligros militares encarnados en
los filisteos que acaban convenciendo al pueblo de la necesidad de tener un rey como lo
tenían sus países vecinos: una sola cabeza que ejerza un mando único en lo militar y en
lo político.

LA MONARQUÍA
En realidad, lo que el pueblo demandaba era una organización estatal.
La gente no era tonta y se daba cuenta que con la desorganización imperante no tardarían
en ser engullidos por sus vecinos, así que Samuel, profeta y líder religioso de Israel
eligió hacia el año 1.030 a.C. rey a Saúl, un guerrero de gran prestigio. La monarquía
israelita es el paso lógico del sistema de gobierno típico de un pueblo nómada al de un
pueblo sedentario con aspiración a convertirse en una nación completamente estructurada
y centralizada militar, política y religiosamente, tal y como lo estaban sus vecinos.
Pero el nuevo rey no era un rey como nosotros lo concebimos, en realidad Saúl fue
proclamado naguid, o lo que es lo mismo: comandante supremo de los ejércitos, lo
que demuestra cuál era en esos momentos el principal problema para Israel. Saúl, monarca
militar por excelencia, tendrá que guerrear arriba y abajo para impedir la disgregación
de Israel y las amenazas externas pero acabará dominado por sus excesos y rechazado por
la cúpula religiosa que tras su derrota y muerte elige rey a David hacia el año 1.010
a.C. David es el monarca que inicia el largo camino hacia la unidad de Israel, el rey que
pone las bases de esa unidad que tardará aún siglos en llegar. De momento consigue
embarcar a las doce tribus en un proyecto común nacional con capital en Jerusalén, que
es conquistada hacia el año 1.000 a.C. Un proyecto que, sin embargo, no logra impedir
rebeliones políticas como la de Absalón y otras de carácter más geográfico ya que
Israel aún está bastante lejos de ser una nación unificada. A David le sucede su hijo
Salomón hacia el año 970 a.C. El famoso "rey sabio" sabe aprovechar un largo
periodo de paz para fortalecer su reino e iniciar un proceso diplomático que le
conseguirá la amistad de las ciudades fenicias y de Egipto (una de las hijas de Faraón
se casará con él). En esos momentos las ciudades fenicias inician sus aventuras
comerciales y Salomón, hombre de gran inteligencia, se dio cuenta pronto del potencial
que tendría la aventura comercial. Por ello llega a acuerdos políticos y comerciales con
Hiram, rey de Tiro, para que los fenicios puedan utilizar el puerto de Asiongeber. Es
durante su reinado, con Israel ya convertida en una nación sedentaria, cuando
probablemente comenzó a redactarse la Biblia partiendo de las tradiciones orales que
anteriormente hemos mencionado. Sin embargo, Salomón, que modernizó su reino al nivel de
sus vecinos de la época, no pudo evitar dos problemas que resultarían determinantes en
tiempos sucesivos: la pérdida de poder militar y el excesivo gasto. Parte de ese gasto se
invirtió en la construcción del Templo en Jerusalén que sería la morada definitiva del
Arca de la Alianza donde se guardaban los rollos de la Ley de Moisés y la concreción
geográfica y arquitectónica de la unidad centralizada de la religión de Israel.
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El Templo de Salomón según la acertada reconstrucción de T.A. Busink.
La obra es muy similar a las construcciones religiosas del mismo tipo en aquella área
geográfica, aunque para Israel, que prácticamente acababa de salir del nomadismo, fue
una obra de proporciones colosales.
Decenas de miles de israelitas fueron reclutados al estilo egipcio (el
trabajo en el templo como lo fue en las pirámides era obligatorio para todos como si
fuera un servicio militar, pero eso no significa que los que lo construyeran fueran
"esclavos" ni mucho menos). El Templo y el Palacio de Salomón resultaron ser
"obras faraónicas" en las que se invirtieron todos los recursos de Israel:
dinero, materiales, mano de obra... y que necesitaron de la ayuda de las ciudades
fenicias, sobre todo Tiro, que aportaron materiales como la madera de cedro y la gran
cantidad de bronce y oro empleados y el personal especializado para la construcción a
cambio de trigo y otros productos. El resultado podemos imaginárnoslo sin dificultad:
impuestos, impuestos y más impuestos para sufragar todas estas obras.
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Plano de Jerusalén en tiempos de Salomón con la ciudadela a la derecha
en la que destaca el recinto cuadrangular que encierra el Templo y el palacio. Nótese la
gran similitud de esta ciudadela con la micénica de Tirinto.
El sucesor de Salomón será Roboam quien se encontrará nada más subir
al trono con una secesión del reino que a partir del 931 a.C. se partirá en dos mitades:
el norte se llamará reino de Israel y el sur reino de Judá. En 722 a.C. el rey asirio
Salmanasar V invadirá el reino del norte (reino de Israel) convirtiéndolo en provincia
del Imperio asirio. Los anales asirios encontrados estiman en más de 27.000 personas
serán deportadas a tierras asirias: es toda la élite intelectual, religiosa y artesana
la que deja así su tierra en la que sólo quedan agricultores y pastores. Privados se sus
sacerdotes y de su élite intelectual, los judíos del norte pronto se vieron contaminados
en su religiosidad hasta aceptar el politeísmo: Yahvéh ya no era el único Dios, sino un
dios más en el panteón de dioses. Mientras tanto, en 701 a.C. Jerusalén, capital del
reino del sur se librará por los pelos de ser conquistada por los asirios, pero fue una
victoria que no pudo ocultar el terrible peligro que se cernía sobre el reino y el rey
Manasés firmará un tratado con Senaquerib de Asiria por el cual Judá queda como estado
tributario de Asira. Era humillante, sin duda, pero mejor eso que lo que les había
ocurrido a los del norte. En 612 cae el Imperio asirio y le sucede el Imperio babilonio
que conquista Jerusalén convirtiendo el reino del sur en una provincia suya. Tras un
intento fracasado de los del sur por sacudirse el yugo babilonio, Nabucodonosor destruye
el templo de Jerusalén, se queda con el tesoro y destruye todos los objetos sagrados y
deporta a Babilonia a más de 10.000 hebreos, de nuevo la élite intelectual, religiosa y
artesana, esta vez del sur. Otro grupo numeroso se autoexilió a Elefantina, en Egipto.
El destierro en Babilonia une a los judíos como una piña consiguiendo
que su religiosidad se multiplique. Incluso la tierra de Judá, privada de sus líderes,
se compromete a no seguir los pasos del norte y se encierra en su religión iniciando una
feroz lucha por preservarla de toda contaminación. Los documentos descubiertos en
Babilonia nos cuentan la versión babilónica y la Biblia la versión judía de este largo
exilio. Poco a poco, la tenacidad, el esfuerzo y el sacrificio habituales en la condición
judía consiguieron atenuar las duras condiciones de la deportación. Cuando el Imperio
babilonio caiga bajo el poder persa en 539 a.C. y Ciro les devuelva la libertad menos de
un año después, la prosperidad reinará en muchos de aquellos descendientes de los
primeros deportados que, no lo olvidemos, eran la crema de la crema del pueblo judío. La
vuelta de esta élite a su tierra fue vista con desconfianza por los que habían
permanecido en Judá: volvían ricos, llenos de oro y mirando a los que habían
permanecido allí por encima del hombro, pero eran la élite contra los agricultores y
pastores y terminaron imponiendo sus puntos de vista políticos y religiosos. En 530 a.C.
se concluyó el nuevo Templo de Jerusalén que había de sustituir al destruido por los
babilonios. En ese tiempo los judíos fueron liderados por líderes religiosos como Esdras
y Nehemías.
Alejandro Mango llega hasta Jerusalén camino de Egipto y la ciudad le
abre sus puertas mientras los judíos de Samaría, los samaritanos, le reciben a
flechazos, lo que provoca que Samaría sea castigada muy severamente. En 331 Alejandro se
había autoproclamado Faraón de Egipto y controlaba toda la costa del Mediterráneo
oriental. Tras la muerte del gran conquistador Palestina cayó bajo control de los
Ptolomeos, la dinastía Lágida fundada por Ptolomeo Lago, el general de Alejandro que se
quedó con la parte del león en el "reparto" que los generales de Alejandro,
los diadocos, hicieron de su imperio al morir el joven conquistador. Durante este periodo,
Israel se va "contaminando" de helenismo y la influencia de la cultura griega
comienza a aparecer en la tierra de Israel, aunque nunca supuso un peligro para su
religiosidad yahvista. En 201 a.C. el ambicioso Antioco III, rey de Siria conquista Israel
que apoya la invasión deseosos de sacudirse el yugo egipcio. Pero la luna de miel de
Israel con el reino sirio no duró mucho y empezaron los problemas de nuevo que
desembocaron en la rebelión de los macabeos en 165 a.C. y en la sangrienta guerra que la
siguió y que fue liderada por Judas hasta el 160 a.C. (los territorios que conquistó
aparecen en el mapa de abajo en color púrpura) y por Jonatán hasta el 142 a.C. (color
naranja) Su sucesor en 142 a.C. será Simón (color marrón) que conseguirá terminar con
la guerra en 143 a.C. al pactar la paz con el rey Demetrio II, con lo que Israel era de
nuevo libre e independiente. A partir de entonces, el nuevo reino de la dinastía Asmonea
crecerá multiplicando su territorio bajo Juan Hircano (134-104 a.C) que conquistará los
territorios al norte y al sur de Judea (color verde), Judas Aristóbulo I (104-103 a.C.)
que en ese corto periodo de tiempo conquistó Galilea, la patria de Jesús (color rosa), y
Alejandro Janeo (103-76 a.C.) que conquistará Gaza, Galaad y Moab (color amarillo),
dejando un reino extenso y rico pero muy inestable que no tardará en enzarzarse en luchas
civiles de las que Roma acabará beneficiándose. En verano de 63 a.C. Pompeyo toma
Jerusalén.
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El reino de los Asmoneos supuso el apogeo de Israel y su mayor
extensión geográfica.
Tras la muerte de César en 44 a.C. (Ver mi web LAS LEGIONES DE JULIO CÉSAR) y la
posterior venganza de sus partidarios sobre los magnicidas, Herodes el Grande, que con la
ayuda de Roma ha expulsado a los invasores partos, es confirmado como rey de Israel
sometido al poder de Roma.

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