miércoles, 30 de abril de 2014
NO LE DES A SATANÁS NI UNA PULGADA DE TERRENO
Jesús
le dijo a sus discípulos: “Viene el príncipe de este mundo, y él nada
tiene en mí” (Juan 14:30). Él estaba diciendo, en esencia: “Cuando
Satanás viene a Mí, él no puede hallar un lugar. Estoy bajo la autoridad
total de Mi Padre”.
De igual manera, Satanás no puede entrar en
el cuerpo o en el espíritu de algún creyente que cuya vida esté
completamente sometida a la Palabra de Dios. A él se le debe dar un
lugar para que pueda tener terreno. Y eso sólo sucede cuando una persona
sustrae del “precio de la heredad”. Déjame explicar.
En Hechos 5
una pareja llamada Ananías y Safira vendió una porción de su tierra y
dio las ganancias a la nueva iglesia en Jerusalén. Pero, cuando pusieron
la cantidad a los pies de Pedro, el apóstol se quedó perplejo. Él les
preguntó: “¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al
Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? (Hechos 5:3).
Tan pronto como Pedro dijo estas palabras, Ananías cayó muerto ahí mismo
y un minuto después, su esposa.
¿Cuál es la lección que Dios
quería enseñar a la iglesia a través de esto? No creo que tenga nada que
ver con el pedazo físico de terreno que pertenecía a Ananías y Safira.
Más bien, tenía que ver con el territorio interno en sus corazones.
Esta
pareja creía que podía ser 95 porciento obediente a Dios, pero
mantenerse desobediente en una pequeña área y sentirse seguros. Habían
escuchado la Palabra pura de Dios predicada, pero se rebelaron contra lo
que sabían que era cierto. Se convencieron así: “Podemos servir al
Señor y quedarnos con esto”. Esa era una mentira al Espíritu Santo.
Así,
que la parte del precio con la que se quedaron no tenía que ver con
dinero, sino con un pequeño terreno de codicia en sus corazones. Era una
pequeña área lo suficientemente grande para darle a Satanás una
fortaleza y con su propia y terca desobediencia, permitieron que el
enemigo llenara sus corazones.
Por eso Pablo advierte: “Ni deis
lugar al diablo” (Efesios 4:27). El ejemplo de Ananías y Safira es
claro: El precio de una vida vencedora no es poca cosa. Significa
sujetar nuestras vidas completamente a la Palabra de Dios, sin lugares
oscuros, deseos ocultos o rebeliones. No le des a Satanás ni una pulgada
de terreno. Eso es todo lo que él necesita para entrar y establecer una
base de poder.
le dijo a sus discípulos: “Viene el príncipe de este mundo, y él nada
tiene en mí” (Juan 14:30). Él estaba diciendo, en esencia: “Cuando
Satanás viene a Mí, él no puede hallar un lugar. Estoy bajo la autoridad
total de Mi Padre”.
De igual manera, Satanás no puede entrar en
el cuerpo o en el espíritu de algún creyente que cuya vida esté
completamente sometida a la Palabra de Dios. A él se le debe dar un
lugar para que pueda tener terreno. Y eso sólo sucede cuando una persona
sustrae del “precio de la heredad”. Déjame explicar.
En Hechos 5
una pareja llamada Ananías y Safira vendió una porción de su tierra y
dio las ganancias a la nueva iglesia en Jerusalén. Pero, cuando pusieron
la cantidad a los pies de Pedro, el apóstol se quedó perplejo. Él les
preguntó: “¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al
Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? (Hechos 5:3).
Tan pronto como Pedro dijo estas palabras, Ananías cayó muerto ahí mismo
y un minuto después, su esposa.
¿Cuál es la lección que Dios
quería enseñar a la iglesia a través de esto? No creo que tenga nada que
ver con el pedazo físico de terreno que pertenecía a Ananías y Safira.
Más bien, tenía que ver con el territorio interno en sus corazones.
Esta
pareja creía que podía ser 95 porciento obediente a Dios, pero
mantenerse desobediente en una pequeña área y sentirse seguros. Habían
escuchado la Palabra pura de Dios predicada, pero se rebelaron contra lo
que sabían que era cierto. Se convencieron así: “Podemos servir al
Señor y quedarnos con esto”. Esa era una mentira al Espíritu Santo.
Así,
que la parte del precio con la que se quedaron no tenía que ver con
dinero, sino con un pequeño terreno de codicia en sus corazones. Era una
pequeña área lo suficientemente grande para darle a Satanás una
fortaleza y con su propia y terca desobediencia, permitieron que el
enemigo llenara sus corazones.
Por eso Pablo advierte: “Ni deis
lugar al diablo” (Efesios 4:27). El ejemplo de Ananías y Safira es
claro: El precio de una vida vencedora no es poca cosa. Significa
sujetar nuestras vidas completamente a la Palabra de Dios, sin lugares
oscuros, deseos ocultos o rebeliones. No le des a Satanás ni una pulgada
de terreno. Eso es todo lo que él necesita para entrar y establecer una
base de poder.
martes, 29 de abril de 2014
UN PEQUEÑO TERRENO
Santiago
nos dice: “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro
corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta
sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal,
diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y
toda obra perversa” (Santiago 3:14-16).
Nota a quién Santiago se
dirige aquí. En el versículo 13 dice: “¿Quién es sabio y entendido
entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia
mansedumbre”. Él nos está diciendo: “Puedes tener gran sabiduría y
conocimiento espiritual. Pero si hay amargura en tu hogar, contienda en
tu corazón, envidia en tu trabajo, no pienses que eres espiritual de
ninguna manera. Estás bajo un fuerte engaño”.
Cuando Santiago
habla de contienda y amargura, él se refiere a disputas y críticas. Y él
dice que todo esto es diabólico, sensual, que son obras de maldad. En
resumen, cualquiera que guarda amargura causa disputas, y peor aún, abre
su corazón a la posesión satánica.
¿Conoces personas a quienes
la amargura las ha llevado a la posesión satánica? Con el tiempo, su ser
exterior comienza a manifestar las tinieblas que tienen dentro. Con el
tiempo su cuerpo comienza a decaer, enfermándose, marchitándose y sufren
desbalances mentales. Cuando se le entrega dicho terreno al diablo,
éste obra para la destrucción absoluta.
Así que, sigue adelante,
retén tu rencor. Quédate con tu amargura. Continúa buscando disputas.
Si lo haces, estarás en total rebelión contra Dios y Su Palabra y te
abrirás a Satanás. Te volverás ciego espiritualmente y endurecido de
corazón.
Por el otro lado, si eres espiritual y obedeces
voluntariamente la Palabra de Dios, entonces no importa cuán herido
estés, mostrarás la sabiduría apacible de la gentileza al perdonar.
En
un viaje a Jerusalén, observé un poderoso ejemplo de cómo Satanás puede
tomar una posición hasta en el terreno más pequeño. Mientras miraba la
Ciudad Santa desde el Monte de los Olivos, vi la tierra donde se asienta
el Domo musulmán de la Roca.
Ese pequeño pedazo de terreno es
quizás una fracción de un acre. Sin embargo, de alguna manera Satanás
puso sus manos sobre él y construyó un templo para sí mismo y ahora se
ha convertido en la abominación de la desolación, como se menciona en
las Escrituras. El diablo ha logrado enfocar sus poderes en el centro
mismo del pueblo una vez escogido por Dios, Israel. Y todo sucedió
porque él obtuvo sólo un pequeño terreno. Este es un retrato vivo de lo
que Satanás hace cuando toma ventaja del más pequeño pedazo de terreno.
nos dice: “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro
corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta
sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal,
diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y
toda obra perversa” (Santiago 3:14-16).
Nota a quién Santiago se
dirige aquí. En el versículo 13 dice: “¿Quién es sabio y entendido
entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia
mansedumbre”. Él nos está diciendo: “Puedes tener gran sabiduría y
conocimiento espiritual. Pero si hay amargura en tu hogar, contienda en
tu corazón, envidia en tu trabajo, no pienses que eres espiritual de
ninguna manera. Estás bajo un fuerte engaño”.
Cuando Santiago
habla de contienda y amargura, él se refiere a disputas y críticas. Y él
dice que todo esto es diabólico, sensual, que son obras de maldad. En
resumen, cualquiera que guarda amargura causa disputas, y peor aún, abre
su corazón a la posesión satánica.
¿Conoces personas a quienes
la amargura las ha llevado a la posesión satánica? Con el tiempo, su ser
exterior comienza a manifestar las tinieblas que tienen dentro. Con el
tiempo su cuerpo comienza a decaer, enfermándose, marchitándose y sufren
desbalances mentales. Cuando se le entrega dicho terreno al diablo,
éste obra para la destrucción absoluta.
Así que, sigue adelante,
retén tu rencor. Quédate con tu amargura. Continúa buscando disputas.
Si lo haces, estarás en total rebelión contra Dios y Su Palabra y te
abrirás a Satanás. Te volverás ciego espiritualmente y endurecido de
corazón.
Por el otro lado, si eres espiritual y obedeces
voluntariamente la Palabra de Dios, entonces no importa cuán herido
estés, mostrarás la sabiduría apacible de la gentileza al perdonar.
En
un viaje a Jerusalén, observé un poderoso ejemplo de cómo Satanás puede
tomar una posición hasta en el terreno más pequeño. Mientras miraba la
Ciudad Santa desde el Monte de los Olivos, vi la tierra donde se asienta
el Domo musulmán de la Roca.
Ese pequeño pedazo de terreno es
quizás una fracción de un acre. Sin embargo, de alguna manera Satanás
puso sus manos sobre él y construyó un templo para sí mismo y ahora se
ha convertido en la abominación de la desolación, como se menciona en
las Escrituras. El diablo ha logrado enfocar sus poderes en el centro
mismo del pueblo una vez escogido por Dios, Israel. Y todo sucedió
porque él obtuvo sólo un pequeño terreno. Este es un retrato vivo de lo
que Satanás hace cuando toma ventaja del más pequeño pedazo de terreno.
lunes, 28 de abril de 2014
IRÉ CONTIGO by Gary Wilkerson
Pablo
le dijo a Timoteo: “Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a
Macedonia” (1 Timoteo 1:3), pero Timoteo, que amaba a su mentor, dijo:
“Iré contigo”.
No sé por qué Timoteo quería ir con Pablo. Quizás
era porque simplemente amaba a Pablo o quizás porque se estaba empezando
a frustrar en Éfeso. Aparentemente, los efesios se habían enfocado en
ellos mismos, viviendo un estilo de vida de justicia propia y tratando
de verse bien. Cuando uno se llena de justicia propia, a menudo
significa que estás engañado y te vuelves angurriento, egoísta y
ambicioso.
En ese momento había una hambruna en Macedonia y
también en Jerusalén y las iglesias que se encontraban ahí enfrentaban
una pobreza extrema. Mientras sufrían en Macedonia, en Éfeso,
aparentemente, la economía seguía siendo buena y ellos tenían muchos
recursos que guardaban para ellos mismos.
Pablo le dice a Timoteo: “A
los ricos de este siglo [los efesios] manda que no sean altivos, ni
pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en
el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las
disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos,
generosos” (1 Timoteo 6:17-18).
En algunas traducciones, este
versículo dice: “Manda a aquellos que son ricos en el presente, que sean
generosos”. ¿Por qué diría Pablo algo que suena más bien ridículo? No
parece natural mandar a la gente a ser generosa y a no retener las cosas
sólo para ellos, sino a repartir este generoso don de Dios a los que
les rodean. ¿Por qué mandaría Pablo a dar?
Cuando Pablo le dijo a
Timoteo que “mande” a los efesios a dar, no era para hacer que ellos
sólo den, sino para que vieran que en sus vidas, les faltaba una parte
de la gracia.
La iglesia en Macedonia tenía lo que le faltaba a
la iglesia en Éfeso. Es cierto que la iglesia en Macedonia había sido
golpeada por la pobreza en lo natural, pero era increíblemente generosa,
ya que no tan sólo daba, sino que daba más allá de su capacidad (ver 2
Corintios 8:1-3). Leemos que los macedonios les pedían “con muchos
ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este
servicio para los santos” (2 Corintios 8:4).
La iglesia en Macedonia, obviamente entendía la gracia. Ellos andaban en la gracia y Timoteo quería verlo con sus propios ojos.
le dijo a Timoteo: “Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a
Macedonia” (1 Timoteo 1:3), pero Timoteo, que amaba a su mentor, dijo:
“Iré contigo”.
No sé por qué Timoteo quería ir con Pablo. Quizás
era porque simplemente amaba a Pablo o quizás porque se estaba empezando
a frustrar en Éfeso. Aparentemente, los efesios se habían enfocado en
ellos mismos, viviendo un estilo de vida de justicia propia y tratando
de verse bien. Cuando uno se llena de justicia propia, a menudo
significa que estás engañado y te vuelves angurriento, egoísta y
ambicioso.
En ese momento había una hambruna en Macedonia y
también en Jerusalén y las iglesias que se encontraban ahí enfrentaban
una pobreza extrema. Mientras sufrían en Macedonia, en Éfeso,
aparentemente, la economía seguía siendo buena y ellos tenían muchos
recursos que guardaban para ellos mismos.
Pablo le dice a Timoteo: “A
los ricos de este siglo [los efesios] manda que no sean altivos, ni
pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en
el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las
disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos,
generosos” (1 Timoteo 6:17-18).
En algunas traducciones, este
versículo dice: “Manda a aquellos que son ricos en el presente, que sean
generosos”. ¿Por qué diría Pablo algo que suena más bien ridículo? No
parece natural mandar a la gente a ser generosa y a no retener las cosas
sólo para ellos, sino a repartir este generoso don de Dios a los que
les rodean. ¿Por qué mandaría Pablo a dar?
Cuando Pablo le dijo a
Timoteo que “mande” a los efesios a dar, no era para hacer que ellos
sólo den, sino para que vieran que en sus vidas, les faltaba una parte
de la gracia.
La iglesia en Macedonia tenía lo que le faltaba a
la iglesia en Éfeso. Es cierto que la iglesia en Macedonia había sido
golpeada por la pobreza en lo natural, pero era increíblemente generosa,
ya que no tan sólo daba, sino que daba más allá de su capacidad (ver 2
Corintios 8:1-3). Leemos que los macedonios les pedían “con muchos
ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este
servicio para los santos” (2 Corintios 8:4).
La iglesia en Macedonia, obviamente entendía la gracia. Ellos andaban en la gracia y Timoteo quería verlo con sus propios ojos.
sábado, 26 de abril de 2014
TU PASADO NO TIENE FUTURO by Claude Houde
La
grandeza de Dios no tiene término, es infinita, inmensurable e
ilimitada. Cada amanecer irrumpe con Sus promesas, Su poder y Su perdón.
Cada nueva mañana anuncia la belleza de potenciales y nuevos comienzos,
llenos de palabras de vida y resurrección y de frases como: “comencemos
de nuevo juntos”, llamándonos a permitirle que escriba Su visión y plan
de esperanza en las tablas de nuestros corazones.
Nuestro Dios
de misericordia nos dice: “Te voy a sacar de la arena movediza del
fatalismo y resignación en la que te estás hundiendo peligrosamente. Te
daré una nueva perspectiva y confianza que vas a experimentar, vivir y
comunicar. De la abundancia de tu corazón resucitado, tu boca comenzará a
hablar de nuevo (Ver Lucas 6:45). Te daré una visión que vas a
compartir con sencillez y alegría, y que va a cambiar a la gente que te
rodea. Quiero escribir Mi plan en tu corazón: un destino para tu futuro,
tus hijos, tu matrimonio, tus estudios o tu carrera, y el florecer
sobrenatural de tu cosecha personal en Mí.”
Dios dice aun mas:
“Tengo una visión, de respirar en ti conocimiento y comprensión de las
muchas buenas obras que he preparado para ti en cada área de tu vida.
Habrá guerras y batallas, tanto con retrasos como con montañas que
parecen insuperables, ¡Pero mis hijos y mis hijas vivirán por la fe! Si
la promesa se retrasa, confía en fe por esa promesa durante tu
temporada de espera. ¡Mi pueblo vivirá por fe!”
Estimado amigo, estés donde estés en el mundo, y sea cual sea tu experiencia o historia de vida, este mensaje es para ti: ¡tu pasado no tiene futuro!
“No te aferres al pasado, no te permitas quedar paralizado hoy por lo
que pasó ayer. He aquí que yo hago algo nuevo. Es para ahora, para hoy,
dice el Señor. ¿Estás dispuesto a recibirlo y a creerme por su
cumplimiento?” (Ver Isaías 43:18-19)
__________
Claude
Houde es el pastor principal de la Iglesia de la Nueva Vida (Eglise
Nouvelle Vie) en Montreal, Canadá; y es un orador frecuente en
conferencias para pastores y líderes dirigidas por World Challenge en
todo el mundo. Bajo su liderazgo la Iglesia de la Nueva Vida se ha
incrementado de ser un puñado de personas, a más de 3500 miembros, en
una parte de Canadá donde pocas iglesias protestantes han alcanzado
éxito.
grandeza de Dios no tiene término, es infinita, inmensurable e
ilimitada. Cada amanecer irrumpe con Sus promesas, Su poder y Su perdón.
Cada nueva mañana anuncia la belleza de potenciales y nuevos comienzos,
llenos de palabras de vida y resurrección y de frases como: “comencemos
de nuevo juntos”, llamándonos a permitirle que escriba Su visión y plan
de esperanza en las tablas de nuestros corazones.
Nuestro Dios
de misericordia nos dice: “Te voy a sacar de la arena movediza del
fatalismo y resignación en la que te estás hundiendo peligrosamente. Te
daré una nueva perspectiva y confianza que vas a experimentar, vivir y
comunicar. De la abundancia de tu corazón resucitado, tu boca comenzará a
hablar de nuevo (Ver Lucas 6:45). Te daré una visión que vas a
compartir con sencillez y alegría, y que va a cambiar a la gente que te
rodea. Quiero escribir Mi plan en tu corazón: un destino para tu futuro,
tus hijos, tu matrimonio, tus estudios o tu carrera, y el florecer
sobrenatural de tu cosecha personal en Mí.”
Dios dice aun mas:
“Tengo una visión, de respirar en ti conocimiento y comprensión de las
muchas buenas obras que he preparado para ti en cada área de tu vida.
Habrá guerras y batallas, tanto con retrasos como con montañas que
parecen insuperables, ¡Pero mis hijos y mis hijas vivirán por la fe! Si
la promesa se retrasa, confía en fe por esa promesa durante tu
temporada de espera. ¡Mi pueblo vivirá por fe!”
Estimado amigo, estés donde estés en el mundo, y sea cual sea tu experiencia o historia de vida, este mensaje es para ti: ¡tu pasado no tiene futuro!
“No te aferres al pasado, no te permitas quedar paralizado hoy por lo
que pasó ayer. He aquí que yo hago algo nuevo. Es para ahora, para hoy,
dice el Señor. ¿Estás dispuesto a recibirlo y a creerme por su
cumplimiento?” (Ver Isaías 43:18-19)
__________
Claude
Houde es el pastor principal de la Iglesia de la Nueva Vida (Eglise
Nouvelle Vie) en Montreal, Canadá; y es un orador frecuente en
conferencias para pastores y líderes dirigidas por World Challenge en
todo el mundo. Bajo su liderazgo la Iglesia de la Nueva Vida se ha
incrementado de ser un puñado de personas, a más de 3500 miembros, en
una parte de Canadá donde pocas iglesias protestantes han alcanzado
éxito.
viernes, 25 de abril de 2014
LA VOZ DEL SEÑOR ES PODEROSA
La
clave para entender cómo opera Satanás contra la iglesia de Jesucristo
se encuentra en la palabra rebelión. En sencillas palabras, rebelión
significa ir contra las normas y autoridad de la Palabra de Dios. Cuando
Lucifer le declaró la guerra a Dios, se estaba rebelando contra la
palabra del Todopoderoso.
Debes comprender que la palabra de Dios
es Su poder. A través de ella, Él hizo el mundo. Y a través de ella, el
sol, la luna y las estrellas se mantienen en su lugar. Su Palabra hizo
todo lo que fue hecho y continúa produciendo vida. Y por su Palabra,
Dios quita reyes y levanta naciones. A través de ella, Él bendice y
salva, juzga y destruye. (Ver Salmos 29:3-9)
La meta de Satanás
es siempre tentar al pueblo de Dios a que se rebele contra Su Palabra.
Él sembró pensamientos de rebeldía en Adán y Eva, haciéndoles razonar:
“Yo sé lo que Dios dijo, pero voy a actuar de acuerdo a mi propia
voluntad.” Esos pensamientos causaron la caída de la humanidad.
Satanás
también tuvo éxito en sembrar semillas de rebeldía en la nación
escogida por Dios, Israel. El salmista dice que Israel era: “Generación
contumaz y rebelde; generación que no dispuso su corazón, ni fue fiel
para con Dios su espíritu.” (Salmo 78:8). Las Escrituras también dicen
de Israel: “Sin embargo, no quisisteis subir, antes fuisteis rebeldes al
mandato de Jehová vuestro Dios” (Deuteronomio 1:26).
Nótese que
Dios reveló su palabra claramente a todo este pueblo, y aún así se
rebelaron contra ella. ¿Por qué? Fueron seducidos por el maligno.
Satanás
también tratará de tentarte para que te rebeles contra la palabra de
Dios. Él sabe que no lo logrará con tentaciones claras, así que
inyectará seducciones sutiles en tu mente al inundar tu vida con dolor,
pruebas y luchas. Y tratará de bloquear la bendición de Dios en tu vida,
tal como estorbó a Pablo en su ministerio.
Muchos han caído como
presa a las seducciones sutiles de Satanás. El salmista dice que tales
creyentes: “moraban en tinieblas y sombra de muerte, aprisionados en
aflicción y en hierros, por cuanto fueron rebeldes a las palabras de
Jehová, y aborrecieron el consejo del Altísimo.” (Salmo 107:10-11).
clave para entender cómo opera Satanás contra la iglesia de Jesucristo
se encuentra en la palabra rebelión. En sencillas palabras, rebelión
significa ir contra las normas y autoridad de la Palabra de Dios. Cuando
Lucifer le declaró la guerra a Dios, se estaba rebelando contra la
palabra del Todopoderoso.
Debes comprender que la palabra de Dios
es Su poder. A través de ella, Él hizo el mundo. Y a través de ella, el
sol, la luna y las estrellas se mantienen en su lugar. Su Palabra hizo
todo lo que fue hecho y continúa produciendo vida. Y por su Palabra,
Dios quita reyes y levanta naciones. A través de ella, Él bendice y
salva, juzga y destruye. (Ver Salmos 29:3-9)
La meta de Satanás
es siempre tentar al pueblo de Dios a que se rebele contra Su Palabra.
Él sembró pensamientos de rebeldía en Adán y Eva, haciéndoles razonar:
“Yo sé lo que Dios dijo, pero voy a actuar de acuerdo a mi propia
voluntad.” Esos pensamientos causaron la caída de la humanidad.
Satanás
también tuvo éxito en sembrar semillas de rebeldía en la nación
escogida por Dios, Israel. El salmista dice que Israel era: “Generación
contumaz y rebelde; generación que no dispuso su corazón, ni fue fiel
para con Dios su espíritu.” (Salmo 78:8). Las Escrituras también dicen
de Israel: “Sin embargo, no quisisteis subir, antes fuisteis rebeldes al
mandato de Jehová vuestro Dios” (Deuteronomio 1:26).
Nótese que
Dios reveló su palabra claramente a todo este pueblo, y aún así se
rebelaron contra ella. ¿Por qué? Fueron seducidos por el maligno.
Satanás
también tratará de tentarte para que te rebeles contra la palabra de
Dios. Él sabe que no lo logrará con tentaciones claras, así que
inyectará seducciones sutiles en tu mente al inundar tu vida con dolor,
pruebas y luchas. Y tratará de bloquear la bendición de Dios en tu vida,
tal como estorbó a Pablo en su ministerio.
Muchos han caído como
presa a las seducciones sutiles de Satanás. El salmista dice que tales
creyentes: “moraban en tinieblas y sombra de muerte, aprisionados en
aflicción y en hierros, por cuanto fueron rebeldes a las palabras de
Jehová, y aborrecieron el consejo del Altísimo.” (Salmo 107:10-11).
jueves, 24 de abril de 2014
RESISTIENDO FIRMEMENTE EN LA FE
Si
eres miembro del cuerpo de Cristo, prepárate para enfrentar un diablo
enojado. Quizás no quieras pensarlo ni aceptarlo, pero si has
determinado seguir a Jesús con todo tu corazón, Satanás te ha marcado
para destrucción y va a inundar tu vida con toda clase de problemas.
El
apóstol Pedro advierte: “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed,
pues, sobrios, y velad en oración.” (1 Pedro 4:7). En otras palabras, él
está diciendo: “No hay tiempo para liviandad, tienes que estar sobrio
mentalmente en los asuntos espirituales, es cuestión de vida o muerte.”
¿Por
qué la necesidad de estar tan sobrio? El fin se acerca y nuestro
enemigo está subiendo la intensidad de la batalla. Nos está acechando
como león a la presa, escondiéndose en la hierba, esperando una
oportunidad para saltar. El quiere devorarnos, destruir absolutamente
nuestra fe en Cristo.
Algunos cristianos dicen que no debemos ni
siquiera hablar acerca del diablo, que lo mejor que haremos es
ignorarlo. Otros tratan de negar su existencia. Por ejemplo, teólogos
liberales argumentan que no hay diablo, ni infierno, ni cielo.
Pero
el enemigo de nuestras almas no va simplemente a desaparecer. Pocas
figuras bíblicas han sido identificadas tan clara y extensivamente. Es
descrito como Lucifer, Satanás, diablo, engañador, estorbador, maligno,
usurpador, impostor, acusador, devorador, dios de este mundo, gobernador
de las tinieblas, serpiente antigua.
Estas descripciones
enfáticas me dicen que el diablo es real, y sabemos por las Escrituras
que maneja un poder real. Ahora mismo está obrando en la tierra, en
nuestras naciones, ciudades, iglesias, hogares, y vidas individuales. Y
no te atrevas a ser ignorante de sus métodos y estrategias de guerra
contra nosotros.
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro
adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a
quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos
padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el
mundo.”(1 Pedro 5:8-9)
eres miembro del cuerpo de Cristo, prepárate para enfrentar un diablo
enojado. Quizás no quieras pensarlo ni aceptarlo, pero si has
determinado seguir a Jesús con todo tu corazón, Satanás te ha marcado
para destrucción y va a inundar tu vida con toda clase de problemas.
El
apóstol Pedro advierte: “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed,
pues, sobrios, y velad en oración.” (1 Pedro 4:7). En otras palabras, él
está diciendo: “No hay tiempo para liviandad, tienes que estar sobrio
mentalmente en los asuntos espirituales, es cuestión de vida o muerte.”
¿Por
qué la necesidad de estar tan sobrio? El fin se acerca y nuestro
enemigo está subiendo la intensidad de la batalla. Nos está acechando
como león a la presa, escondiéndose en la hierba, esperando una
oportunidad para saltar. El quiere devorarnos, destruir absolutamente
nuestra fe en Cristo.
Algunos cristianos dicen que no debemos ni
siquiera hablar acerca del diablo, que lo mejor que haremos es
ignorarlo. Otros tratan de negar su existencia. Por ejemplo, teólogos
liberales argumentan que no hay diablo, ni infierno, ni cielo.
Pero
el enemigo de nuestras almas no va simplemente a desaparecer. Pocas
figuras bíblicas han sido identificadas tan clara y extensivamente. Es
descrito como Lucifer, Satanás, diablo, engañador, estorbador, maligno,
usurpador, impostor, acusador, devorador, dios de este mundo, gobernador
de las tinieblas, serpiente antigua.
Estas descripciones
enfáticas me dicen que el diablo es real, y sabemos por las Escrituras
que maneja un poder real. Ahora mismo está obrando en la tierra, en
nuestras naciones, ciudades, iglesias, hogares, y vidas individuales. Y
no te atrevas a ser ignorante de sus métodos y estrategias de guerra
contra nosotros.
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro
adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a
quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos
padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el
mundo.”(1 Pedro 5:8-9)
miércoles, 23 de abril de 2014
DIOS QUIERE QUE NUESTRA VIDA SEA COMO UN LIBRO ABIERTO
Dios
desea que nuestra vida sea como un libro abierto. Por lo tanto, Él
anhela que quitemos de nuestra vida todo pecado oculto, toda
deshonestidad, engaños, mentiras, fraude. Por eso es que el Espíritu
Santo busca cada cosa en nosotros que no es semejante a Cristo, y si de
verdad queremos cambiar, estaremos dispuestos a que Él trate con
nosotros.
Hasta
que experimentes el cambio de Dios en cada una de estas áreas, te
puedes olvidar de recibir consejería, consultar programas de auto-ayuda,
o de restaurar relaciones. Pon todo a un lado por el momento, hasta que
estés listo a renunciar a todo tu pecado oculto. Cuando te hayas
sometido a la palabra de Dios y al poder transformador de su Espíritu,
no será necesario que convenzas a otros de que has cambiado. Según
caminas en su verdad, el Espíritu Santo te recomendará a las conciencias
de los que están a tu alrededor.
“Antes bien renunciamos a lo
oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra
de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda
conciencia humana delante de Dios.”(2 Corintios 4:2)
La palabra
griega para recomendar aquí significa “aprobación de Dios”. Pablo dice:
No tendrás que impresionar a nadie diciéndole que has cambiado. Dios se
moverá en sus conciencias, diciéndoles en su interior: “Esta persona
tiene mi bendición y mi aprobación.”
Ningún argumento podrá
refutar la evidencia interna que el Espíritu de Dios ha puesto en ti. De
hecho, tu cambio atraerá a otros o será como una reprensión para ellos.
El aura de Cristo que emana de ti será como un golpe a sus propias
conciencias. Y será entonces cuando encontrarás el poder para
influenciar a otros a través de los cambios que están ocurriendo en ti.
Encontrarás que se restaurarán relaciones y podrás recuperar tu
autoridad espiritual en tu hogar.
Ya no seguirás pensando en los
cambios que tienen que ocurrir en otros. Más bien, te animarás tanto
con los cambios que Dios está obrando en ti, que concluirás: “Señor, sé
que todo está en Tus manos y me entrego a tu voluntad. Haz en mí lo que
tengas que hacer.”
Ahora es el momento para dejar todas tus
circunstancias en Sus manos. Olvídate de tratar de salir de tu crisis.
Más bien, enfócate en el Señor que te está cambiando y haciendo de ti un
vencedor. Permanece en Su palabra. Clama a su nombre diligentemente y
confía en el Espíritu Santo. Haz que este sea el clamor constante de tu
corazón: “Cámbiame, oh Señor.”
desea que nuestra vida sea como un libro abierto. Por lo tanto, Él
anhela que quitemos de nuestra vida todo pecado oculto, toda
deshonestidad, engaños, mentiras, fraude. Por eso es que el Espíritu
Santo busca cada cosa en nosotros que no es semejante a Cristo, y si de
verdad queremos cambiar, estaremos dispuestos a que Él trate con
nosotros.
Hasta
que experimentes el cambio de Dios en cada una de estas áreas, te
puedes olvidar de recibir consejería, consultar programas de auto-ayuda,
o de restaurar relaciones. Pon todo a un lado por el momento, hasta que
estés listo a renunciar a todo tu pecado oculto. Cuando te hayas
sometido a la palabra de Dios y al poder transformador de su Espíritu,
no será necesario que convenzas a otros de que has cambiado. Según
caminas en su verdad, el Espíritu Santo te recomendará a las conciencias
de los que están a tu alrededor.
“Antes bien renunciamos a lo
oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra
de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda
conciencia humana delante de Dios.”(2 Corintios 4:2)
La palabra
griega para recomendar aquí significa “aprobación de Dios”. Pablo dice:
No tendrás que impresionar a nadie diciéndole que has cambiado. Dios se
moverá en sus conciencias, diciéndoles en su interior: “Esta persona
tiene mi bendición y mi aprobación.”
Ningún argumento podrá
refutar la evidencia interna que el Espíritu de Dios ha puesto en ti. De
hecho, tu cambio atraerá a otros o será como una reprensión para ellos.
El aura de Cristo que emana de ti será como un golpe a sus propias
conciencias. Y será entonces cuando encontrarás el poder para
influenciar a otros a través de los cambios que están ocurriendo en ti.
Encontrarás que se restaurarán relaciones y podrás recuperar tu
autoridad espiritual en tu hogar.
Ya no seguirás pensando en los
cambios que tienen que ocurrir en otros. Más bien, te animarás tanto
con los cambios que Dios está obrando en ti, que concluirás: “Señor, sé
que todo está en Tus manos y me entrego a tu voluntad. Haz en mí lo que
tengas que hacer.”
Ahora es el momento para dejar todas tus
circunstancias en Sus manos. Olvídate de tratar de salir de tu crisis.
Más bien, enfócate en el Señor que te está cambiando y haciendo de ti un
vencedor. Permanece en Su palabra. Clama a su nombre diligentemente y
confía en el Espíritu Santo. Haz que este sea el clamor constante de tu
corazón: “Cámbiame, oh Señor.”
martes, 22 de abril de 2014
¡CÁMBIAME, SEÑOR!
No
estoy en contra de la consejera cristiana. Muchas personas están
respondiendo a la consejería que están recibiendo, y sus vidas, sus
matrimonios y sus hogares están siendo sanados. De hecho, la consejería
se ha convertido en un ministerio importante en la iglesia de
Jesucristo. Casi todas las congregaciones grandes en América tienen al
menos un consejero a tiempo completo en su cuerpo administrativo y aquí
en Times Square Church, tenemos un número de ellos.
Pero veo más
y más cristianos afligidos que no responden en absoluto a la consejería
que reciben. Pueden ser ministrados por semanas, y aún meses, sin
mostrar ningún resultado. Un pastor o consejero puede llevarlos paso a
paso por las Escrituras, mostrándoles la clara verdad de la palabra de
Dios. Les puede decir: “Esto es lo que Dios dice acerca de tu problema.
Él dice que se supone que debes hacer esto y esto otro”. Les confronta
con la realidad de que recibirán el juicio de Dios si no abandonan su
pecado.
Sin embargo, ninguno de estos consejos es recibido. ¿Por
qué? Hay un velo espiritual sobre los ojos de esta gente. Tienen una
terrible ceguera que no les permite ver su propia culpa y la necesidad
de cambiar.
Desde que comencé a pastorear me he encontrado en
medio de muchas contiendas familiares y puedo testificar que pocas de
esas guerras se pueden resolver sin la intervención sobrenatural. ¿Por
qué? Porque todos quieren que la otra persona cambie.
Una de las
partes involucradas me dice: “¿Por qué es tan terco? Él necesita
cambiar.” Entonces escucho algo similar de la otra parte: “¿Cómo es que
puede tener un corazón tan duro? Ella sabe que estoy haciendo lo mejor
que puedo. ¿Es esto lo que recibo por ser bueno con ella?
Siempre
es culpa de la otra persona, es la otra persona la que necesita
cambiar. Por esto pienso que la consejera no tendrá ningún impacto hasta
que el pueblo de Dios tome una decisión. Todos tenemos que apropiarnos
de esta oración cada día, de una manera sincera: “Oh Señor, cámbiame”.
Pasamos
mucho tiempo orando: “Señor, cambia mis circunstancias, cambia a mis
compañeros de trabajo, cambia la situación de mi familia, cambia las
condiciones de mi vida.” Sin embargo, en pocas ocasiones hacemos esta
oración tan importante: “Cámbiame, Señor. El problema real no es mi
esposa, mi hermano, mi amigo. Yo soy quien necesita esta oración.”
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2).
estoy en contra de la consejera cristiana. Muchas personas están
respondiendo a la consejería que están recibiendo, y sus vidas, sus
matrimonios y sus hogares están siendo sanados. De hecho, la consejería
se ha convertido en un ministerio importante en la iglesia de
Jesucristo. Casi todas las congregaciones grandes en América tienen al
menos un consejero a tiempo completo en su cuerpo administrativo y aquí
en Times Square Church, tenemos un número de ellos.
Pero veo más
y más cristianos afligidos que no responden en absoluto a la consejería
que reciben. Pueden ser ministrados por semanas, y aún meses, sin
mostrar ningún resultado. Un pastor o consejero puede llevarlos paso a
paso por las Escrituras, mostrándoles la clara verdad de la palabra de
Dios. Les puede decir: “Esto es lo que Dios dice acerca de tu problema.
Él dice que se supone que debes hacer esto y esto otro”. Les confronta
con la realidad de que recibirán el juicio de Dios si no abandonan su
pecado.
Sin embargo, ninguno de estos consejos es recibido. ¿Por
qué? Hay un velo espiritual sobre los ojos de esta gente. Tienen una
terrible ceguera que no les permite ver su propia culpa y la necesidad
de cambiar.
Desde que comencé a pastorear me he encontrado en
medio de muchas contiendas familiares y puedo testificar que pocas de
esas guerras se pueden resolver sin la intervención sobrenatural. ¿Por
qué? Porque todos quieren que la otra persona cambie.
Una de las
partes involucradas me dice: “¿Por qué es tan terco? Él necesita
cambiar.” Entonces escucho algo similar de la otra parte: “¿Cómo es que
puede tener un corazón tan duro? Ella sabe que estoy haciendo lo mejor
que puedo. ¿Es esto lo que recibo por ser bueno con ella?
Siempre
es culpa de la otra persona, es la otra persona la que necesita
cambiar. Por esto pienso que la consejera no tendrá ningún impacto hasta
que el pueblo de Dios tome una decisión. Todos tenemos que apropiarnos
de esta oración cada día, de una manera sincera: “Oh Señor, cámbiame”.
Pasamos
mucho tiempo orando: “Señor, cambia mis circunstancias, cambia a mis
compañeros de trabajo, cambia la situación de mi familia, cambia las
condiciones de mi vida.” Sin embargo, en pocas ocasiones hacemos esta
oración tan importante: “Cámbiame, Señor. El problema real no es mi
esposa, mi hermano, mi amigo. Yo soy quien necesita esta oración.”
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2).
lunes, 21 de abril de 2014
COMIENZOS PEQUEÑOS by Gary Wilkerson
Los
pequeños comienzos, eventualmente, pueden generar un efecto en
comunidades enteras. Cuando mi padre, David Wilkerson, comenzó una
iglesia en Times Square, la zona principal en la calle 42 era un oscuro
desastre. Cada pocos metros se podía ver a un traficante de drogas o una
prostituta o un teatro porno. La estrategia de mi papá para cualquier
ministerio fue siempre comenzar con oración, y me pidió que dirigiera
una reunión de oración el viernes por la noche en la iglesia.
Esas
primeras reuniones atrajeron veinte a treinta personas. Fielmente
clamamos a Dios que trajera el cambio en la ciudad. Con el tiempo,
nuestras reuniones crecieron a casi ochocientas personas. A medida
elevábamos nuestras voces en trabajo de oración, Dios puso una carga en
nuestros corazones por la calle 42. Así que dirigimos nuestros esfuerzos
de oración a la calle, donde repartíamos folletos.
Pronto nos
dimos cuenta de los cambios que comenzaron a tomar lugar. Hubo menos
drogadictos y prostitutas alrededor. Uno a uno, los palacios de porno se
fueron cerrando. Por último, una inmobiliaria entró en escena y compró
propiedad tras propiedad. Hoy en día, el principal negocio presente en
Times Square es la Walt Disney Company, y ahora puede que la calle 42
sea la cuadra más sana de la ciudad de Nueva York. Creo que esto se debe
en parte a un pueblo en oración que le creyó a Dios para hacer grandes
cosas.
El primer efecto de un testimonio piadoso es la
edificación de nuestra fe. El segundo efecto es la edificación de la fe
de los demás: “Pareciera que estoy jactándome demasiado de la autoridad
que nos dio el Señor, pero nuestra autoridad los edifica a ustedes, no
los destruye” (2 Corintios 10:8 NTV). Pablo está diciendo, en esencia:
“Dios no solo obró poderosamente a través de mi vida. Su obra en mí y a
través de mí está destinada a avivar tu fe para hacer obras mayores.”
Nuestra fe es contagiosa. Construye la fe de los demás para involucrarse
en actos de valentía mayores.
El alarde final de Pablo es
curioso: “Si debo jactarme, preferiría jactarme de las cosas que
muestran lo débil que soy” (11:30). Su punto es éste: Nuestro buen
testimonio nunca es el resultado de nuestras propias fuerzas. Nuestra
jactancia siempre será: “Sin Dios, no sería un asesino de gigantes, sino
un pastor de ovejas. No sería un edificador de muros, sino un copero
del rey. No sería un libertador, sino un pastor errante en el desierto
egipcio”.
Nuestro testimonio nunca vendrá de nuestra propia
fuerza, celo o esfuerzo. Si nos apoyamos en cualquiera de estas cosas,
nuestro testimonio perderá su poder. Pero mientras más reconocemos
nuestra incapacidad, el poder Dios reposará aun mas sobre nosotros: “Él
me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la
debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para
que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí.” (2 Corintios 12:9,
NTV).
pequeños comienzos, eventualmente, pueden generar un efecto en
comunidades enteras. Cuando mi padre, David Wilkerson, comenzó una
iglesia en Times Square, la zona principal en la calle 42 era un oscuro
desastre. Cada pocos metros se podía ver a un traficante de drogas o una
prostituta o un teatro porno. La estrategia de mi papá para cualquier
ministerio fue siempre comenzar con oración, y me pidió que dirigiera
una reunión de oración el viernes por la noche en la iglesia.
Esas
primeras reuniones atrajeron veinte a treinta personas. Fielmente
clamamos a Dios que trajera el cambio en la ciudad. Con el tiempo,
nuestras reuniones crecieron a casi ochocientas personas. A medida
elevábamos nuestras voces en trabajo de oración, Dios puso una carga en
nuestros corazones por la calle 42. Así que dirigimos nuestros esfuerzos
de oración a la calle, donde repartíamos folletos.
Pronto nos
dimos cuenta de los cambios que comenzaron a tomar lugar. Hubo menos
drogadictos y prostitutas alrededor. Uno a uno, los palacios de porno se
fueron cerrando. Por último, una inmobiliaria entró en escena y compró
propiedad tras propiedad. Hoy en día, el principal negocio presente en
Times Square es la Walt Disney Company, y ahora puede que la calle 42
sea la cuadra más sana de la ciudad de Nueva York. Creo que esto se debe
en parte a un pueblo en oración que le creyó a Dios para hacer grandes
cosas.
El primer efecto de un testimonio piadoso es la
edificación de nuestra fe. El segundo efecto es la edificación de la fe
de los demás: “Pareciera que estoy jactándome demasiado de la autoridad
que nos dio el Señor, pero nuestra autoridad los edifica a ustedes, no
los destruye” (2 Corintios 10:8 NTV). Pablo está diciendo, en esencia:
“Dios no solo obró poderosamente a través de mi vida. Su obra en mí y a
través de mí está destinada a avivar tu fe para hacer obras mayores.”
Nuestra fe es contagiosa. Construye la fe de los demás para involucrarse
en actos de valentía mayores.
El alarde final de Pablo es
curioso: “Si debo jactarme, preferiría jactarme de las cosas que
muestran lo débil que soy” (11:30). Su punto es éste: Nuestro buen
testimonio nunca es el resultado de nuestras propias fuerzas. Nuestra
jactancia siempre será: “Sin Dios, no sería un asesino de gigantes, sino
un pastor de ovejas. No sería un edificador de muros, sino un copero
del rey. No sería un libertador, sino un pastor errante en el desierto
egipcio”.
Nuestro testimonio nunca vendrá de nuestra propia
fuerza, celo o esfuerzo. Si nos apoyamos en cualquiera de estas cosas,
nuestro testimonio perderá su poder. Pero mientras más reconocemos
nuestra incapacidad, el poder Dios reposará aun mas sobre nosotros: “Él
me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la
debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para
que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí.” (2 Corintios 12:9,
NTV).
sábado, 19 de abril de 2014
CUANDO ESTES EN PROBLEMAS… ¡ORA! by Jim Cymbala
¿Alguna
vez has notado que Jesús hizo el lanzamiento de la iglesia cristiana,
no mientras alguien predicaba, sino mientras la gente oraba? En los
primeros dos capítulos de Hechos, los discípulos sólo estaban esperando
en Dios. Mientras estaban allí sentados...adorando, teniendo comunión
con Dios, permitiendo que Dios los moldeara y limpiara sus espíritus y
que hiciera esas operaciones del corazón que sólo el Espíritu Santo
puede hacer...nació la iglesia. El Espíritu Santo fue derramado.
¿Qué
dice eso acerca de nuestras iglesias de hoy, al haber dado Dios
nacimiento a la iglesia en una reunión de oración siendo que en la
actualidad las reuniones de oración casi se han extinguido?
¿Acaso
soy yo el único que siente vergüenza cuando los líderes religiosos de
los Estados Unidos hablan acerca de la oración en las escuelas públicas?
¡Ni siquiera tenemos tanta oración en muchas iglesias! Por una cuestión
de humildad, uno pensaría que nos quedaríamos callados sobre ese
particular hasta estar practicando lo que predicamos en nuestras propias
congregaciones.
Estoy seguro de que los emperadores romanos no
contaban con la oración en sus escuelas. Pero los primeros cristianos
tampoco parecían interesarse por lo que hacían Calígula o Claudio o
Nerón. ¿Cómo podría algún emperador detener a Dios? En efecto, ¿Cómo
podrían los demonios del infierno avanzar cuando el pueblo de Dios oraba
e invocaba su nombre? ¡Imposible!
En el Nuevo Testamento no
vemos a Pedro o a Juan frotándose nerviosamente las manos y diciendo:
"Oh, ¿qué haremos? Calígula es bisexual...y será su caballo de batalla
en el Senado de Roma... ¡qué modelo terrible de liderazgo! ¿Cómo hemos
de responder a este escándalo?"
No nos engañemos ni desviemos la
atención de la vida de oración débil de nuestras propias iglesias. En
Hechos 4, cuando los apóstoles fueron arrestados, encarcelados y
amenazados injustamente, no llamaron a una protesta; no intentaron
obtener alguna ventaja política. En lugar de eso, se dirigieron a una
reunión de oración. En poco tiempo el lugar estaba vibrando con el poder
del Espíritu Santo (Hechos 4:23-31).
Los apóstoles tenían el
siguiente instinto: Al encontrarse en dificultades, orar. Al ser
intimidado, orar. Al ser desafiado, orar. ¡Al ser perseguido, orar!
__________
Jim
Cymbala Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de
veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte
difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y
Gary Wilkerson, y un orador frecuente en conferencias para pastores y
líderes patrocinadas por World Challenge en todo el mundo.
vez has notado que Jesús hizo el lanzamiento de la iglesia cristiana,
no mientras alguien predicaba, sino mientras la gente oraba? En los
primeros dos capítulos de Hechos, los discípulos sólo estaban esperando
en Dios. Mientras estaban allí sentados...adorando, teniendo comunión
con Dios, permitiendo que Dios los moldeara y limpiara sus espíritus y
que hiciera esas operaciones del corazón que sólo el Espíritu Santo
puede hacer...nació la iglesia. El Espíritu Santo fue derramado.
¿Qué
dice eso acerca de nuestras iglesias de hoy, al haber dado Dios
nacimiento a la iglesia en una reunión de oración siendo que en la
actualidad las reuniones de oración casi se han extinguido?
¿Acaso
soy yo el único que siente vergüenza cuando los líderes religiosos de
los Estados Unidos hablan acerca de la oración en las escuelas públicas?
¡Ni siquiera tenemos tanta oración en muchas iglesias! Por una cuestión
de humildad, uno pensaría que nos quedaríamos callados sobre ese
particular hasta estar practicando lo que predicamos en nuestras propias
congregaciones.
Estoy seguro de que los emperadores romanos no
contaban con la oración en sus escuelas. Pero los primeros cristianos
tampoco parecían interesarse por lo que hacían Calígula o Claudio o
Nerón. ¿Cómo podría algún emperador detener a Dios? En efecto, ¿Cómo
podrían los demonios del infierno avanzar cuando el pueblo de Dios oraba
e invocaba su nombre? ¡Imposible!
En el Nuevo Testamento no
vemos a Pedro o a Juan frotándose nerviosamente las manos y diciendo:
"Oh, ¿qué haremos? Calígula es bisexual...y será su caballo de batalla
en el Senado de Roma... ¡qué modelo terrible de liderazgo! ¿Cómo hemos
de responder a este escándalo?"
No nos engañemos ni desviemos la
atención de la vida de oración débil de nuestras propias iglesias. En
Hechos 4, cuando los apóstoles fueron arrestados, encarcelados y
amenazados injustamente, no llamaron a una protesta; no intentaron
obtener alguna ventaja política. En lugar de eso, se dirigieron a una
reunión de oración. En poco tiempo el lugar estaba vibrando con el poder
del Espíritu Santo (Hechos 4:23-31).
Los apóstoles tenían el
siguiente instinto: Al encontrarse en dificultades, orar. Al ser
intimidado, orar. Al ser desafiado, orar. ¡Al ser perseguido, orar!
__________
Jim
Cymbala Jim Cymbala comenzó la iglesia Brooklyn Tabernacle con menos de
veinte miembros en un pequeño y deteriorado edificio en una parte
difícil de la ciudad. Nacido en Brooklyn, es un viejo amigo de David y
Gary Wilkerson, y un orador frecuente en conferencias para pastores y
líderes patrocinadas por World Challenge en todo el mundo.
viernes, 18 de abril de 2014
ÉL ABRE NUESTROS OJOS
El
Espíritu procura traer a nuestras vidas, un conocimiento creciente de
que Dios va a ser misericordioso con nosotros a lo largo de todas
nuestras pruebas. “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según
la misericordia que hemos recibido, no desmayamos”. (2 Corintios 4:1).
¿Cuál
es el ministerio misericordioso que hemos recibido del Espíritu Santo?:
Él abre nuestros ojos a las tiernas misericordias de Cristo para
nosotros. Él implanta en nosotros un conocimiento interno de que el
Señor está de nuestro lado, de que Él es por nosotros. Y Él nos muestra
cuán comprometido está el Señor en librarnos de caer. ¡Cuán compasivo es
Él para con lo que estamos pasando! ¡Cuánto le afectan los sentimientos
de nuestras flaquezas!
Puede ser que ahora mismo sientas que has
sido abusado o que nadie te ama. El diablo te podrá estar haciendo
creer que Dios te ha abandonado a tu propia suerte, que tú mereces
sufrir, que todo ha terminado para ti, que no hay esperanza. Amado, esas
son mentiras del infierno. Lo que Dios más desea es quitar de ti el
concepto pervertido que tienes de Él. Él te ama tiernamente y ya
estableció un tiempo para otorgarte todas Sus misericordias.
David
lloró miserablemente al sentirse abrumado por su situación: “Mi corazón
está herido, y seco como la hierba, por lo cual me olvido de comer mi
pan…Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado. Cada día me
afrentan mis enemigos…mi bebida mezclo con lágrimas…Mis días son como
sombra que se va” (Salmos 102:4, 7-9, 11). Él gimió: “Estoy en una
condición terrible: física, mental y emocionalmente”.
Y fue en
ese mismo momento que Dios determinó liberar a David. Y el Señor se
movió rápidamente con misericordia, ayuda y consuelo. David testificó:
“Te levantarás y tendrás misericordia de Sion, porque es tiempo de tener
misericordia de ella, porque el plazo ha llegado” (Salmos 102:13).
El
momento establecido por Dios para librar a David fue en su hora más
difícil, cuando él pensaba: “He sido reducido a nada”. De la misma
manera, hoy, Dios ha establecido una hora para librarnos y enviar Su
favor sobre nosotros y ocurre generalmente en el peor momento de la
prueba. Ese es el momento en el que ya no luchamos para hacer las cosas a
nuestra manera. Por el contrario, admitimos: “Señor, no puedo. Todo
esto es un lío. Te lo entrego a ti”.
Espíritu procura traer a nuestras vidas, un conocimiento creciente de
que Dios va a ser misericordioso con nosotros a lo largo de todas
nuestras pruebas. “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según
la misericordia que hemos recibido, no desmayamos”. (2 Corintios 4:1).
¿Cuál
es el ministerio misericordioso que hemos recibido del Espíritu Santo?:
Él abre nuestros ojos a las tiernas misericordias de Cristo para
nosotros. Él implanta en nosotros un conocimiento interno de que el
Señor está de nuestro lado, de que Él es por nosotros. Y Él nos muestra
cuán comprometido está el Señor en librarnos de caer. ¡Cuán compasivo es
Él para con lo que estamos pasando! ¡Cuánto le afectan los sentimientos
de nuestras flaquezas!
Puede ser que ahora mismo sientas que has
sido abusado o que nadie te ama. El diablo te podrá estar haciendo
creer que Dios te ha abandonado a tu propia suerte, que tú mereces
sufrir, que todo ha terminado para ti, que no hay esperanza. Amado, esas
son mentiras del infierno. Lo que Dios más desea es quitar de ti el
concepto pervertido que tienes de Él. Él te ama tiernamente y ya
estableció un tiempo para otorgarte todas Sus misericordias.
David
lloró miserablemente al sentirse abrumado por su situación: “Mi corazón
está herido, y seco como la hierba, por lo cual me olvido de comer mi
pan…Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado. Cada día me
afrentan mis enemigos…mi bebida mezclo con lágrimas…Mis días son como
sombra que se va” (Salmos 102:4, 7-9, 11). Él gimió: “Estoy en una
condición terrible: física, mental y emocionalmente”.
Y fue en
ese mismo momento que Dios determinó liberar a David. Y el Señor se
movió rápidamente con misericordia, ayuda y consuelo. David testificó:
“Te levantarás y tendrás misericordia de Sion, porque es tiempo de tener
misericordia de ella, porque el plazo ha llegado” (Salmos 102:13).
El
momento establecido por Dios para librar a David fue en su hora más
difícil, cuando él pensaba: “He sido reducido a nada”. De la misma
manera, hoy, Dios ha establecido una hora para librarnos y enviar Su
favor sobre nosotros y ocurre generalmente en el peor momento de la
prueba. Ese es el momento en el que ya no luchamos para hacer las cosas a
nuestra manera. Por el contrario, admitimos: “Señor, no puedo. Todo
esto es un lío. Te lo entrego a ti”.
jueves, 17 de abril de 2014
A CARA DESCUBIERTA
El
apóstol Pablo escribe: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor” (2 Corintios 3:18).
La raíz de la palabra cara descubierta aquí tiene un significado
impresionante. Significa estar totalmente comprometido a permitirle a
Dios que exponga toda cosa oculta de tu corazón con el fin de ser
liberado definitivamente de ella.
Este tipo de cara descubierta
clama: “Escudríñame, Señor, mira si en mí hay camino de perversidad.
Muéstrame si estoy viviendo contrario a Tu Palabra. Quiero ser libertado
de todo lo que no es Tuyo. Quita mi orgullo, mis ambiciones, mi
intelecto egoísta, mi razonamiento. Sé que no puedo encontrar la salida a
mi situación. Espíritu Santo, necesito Tu poder y sabiduría. Dejo ante
ti toda esperanza que tenga de poder resolver las cosas a mi manera”.
Para
muchos creyentes, esto es muy difícil de hacer. Durante toda su vida
como creyentes, han sobrevivido por sus propios ingenios y sabiduría. Y
ahora se les hace demasiado difícil tener que admitir que han echado
todo a perder y que necesitan rendir el control de sus vidas.
Hace
unos años, el Señor tuvo que arrancarme el orgullo en esta área. Ahora,
gracias al Señor, admito libremente cuando echo las cosas a perder. Mi
oración constante es: “Dios, cometo tantas torpezas. Cometo errores tan
terribles, me meto en tantos líos. Por favor, Señor, arréglalos Tú. Yo
no puedo arreglarlo. Sólo tú puedes. Gracias a Dios, Él se deleita en
arreglar nuestros líos cuando nosotros procuramos hacer Su voluntad.
Pablo
menciona en este pasaje, un espejo. Y, amado, nuestro espejo es la
Palabra de Dios. Ella es la única que refleja con exactitud nuestra
condición. Pablo nos dice: “Anda al espejo de la verdad de Dios y
contempla tu vida. Dile al Señor que estás en el rumbo incorrecto y que
deseas ser cambiado. Pídele a su Espíritu que te humille y que te abra
Su Palabra. No prestes atención al consejo de los demás, ni a tus
propias ideas o maquinaciones. Más bien, vuélvete al Espíritu Santo en
completa confianza. Cree lo que Él te dice”.
Si confías
únicamente en el Espíritu Santo, alejándote de toda otra ayuda, Él
quitará el velo de tus ojos. Él también enviará a ayudantes tu vida,
dirigidos por el Espíritu Santo y comenzarás a cambiar en ese mismo
momento.
apóstol Pablo escribe: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor” (2 Corintios 3:18).
La raíz de la palabra cara descubierta aquí tiene un significado
impresionante. Significa estar totalmente comprometido a permitirle a
Dios que exponga toda cosa oculta de tu corazón con el fin de ser
liberado definitivamente de ella.
Este tipo de cara descubierta
clama: “Escudríñame, Señor, mira si en mí hay camino de perversidad.
Muéstrame si estoy viviendo contrario a Tu Palabra. Quiero ser libertado
de todo lo que no es Tuyo. Quita mi orgullo, mis ambiciones, mi
intelecto egoísta, mi razonamiento. Sé que no puedo encontrar la salida a
mi situación. Espíritu Santo, necesito Tu poder y sabiduría. Dejo ante
ti toda esperanza que tenga de poder resolver las cosas a mi manera”.
Para
muchos creyentes, esto es muy difícil de hacer. Durante toda su vida
como creyentes, han sobrevivido por sus propios ingenios y sabiduría. Y
ahora se les hace demasiado difícil tener que admitir que han echado
todo a perder y que necesitan rendir el control de sus vidas.
Hace
unos años, el Señor tuvo que arrancarme el orgullo en esta área. Ahora,
gracias al Señor, admito libremente cuando echo las cosas a perder. Mi
oración constante es: “Dios, cometo tantas torpezas. Cometo errores tan
terribles, me meto en tantos líos. Por favor, Señor, arréglalos Tú. Yo
no puedo arreglarlo. Sólo tú puedes. Gracias a Dios, Él se deleita en
arreglar nuestros líos cuando nosotros procuramos hacer Su voluntad.
Pablo
menciona en este pasaje, un espejo. Y, amado, nuestro espejo es la
Palabra de Dios. Ella es la única que refleja con exactitud nuestra
condición. Pablo nos dice: “Anda al espejo de la verdad de Dios y
contempla tu vida. Dile al Señor que estás en el rumbo incorrecto y que
deseas ser cambiado. Pídele a su Espíritu que te humille y que te abra
Su Palabra. No prestes atención al consejo de los demás, ni a tus
propias ideas o maquinaciones. Más bien, vuélvete al Espíritu Santo en
completa confianza. Cree lo que Él te dice”.
Si confías
únicamente en el Espíritu Santo, alejándote de toda otra ayuda, Él
quitará el velo de tus ojos. Él también enviará a ayudantes tu vida,
dirigidos por el Espíritu Santo y comenzarás a cambiar en ese mismo
momento.
miércoles, 16 de abril de 2014
EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU SANTO
El
cambio es una obra exclusiva del Espíritu Santo. “¿Cómo no será más
bien con gloria el ministerio del espíritu? (2 Corintios 3:8). Nosotros
simplemente no podemos cambiarnos a nosotros mismos. Sólo el Espíritu de
Dios nos puede conformar a la gloriosa imagen de Cristo. Todos hemos
oído decir: “Cuando una persona se convierte al Señor, Dios quita el
velo de sus ojos”. Esta es la obra exclusiva del Espíritu.
También
leemos: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del
Señor, allí hay libertad” (versículo 17). La palabra “libertad” aquí
significa: “Que ya no se es un esclavo, exento de deudas, libre,
desencadenado”. Esto describe la libertad que recibimos cuando se abren
nuestros ojos. De repente, podemos ver las cosas en una nueva luz.
Solamente el Espíritu Santo puede romper la manera en que hemos visto
las cosas durante toda una vida, solamente Él puede convertirnos y
encaminarnos en el rumbo correcto.
En resumen, esta conversión
que Pablo menciona acá, significa confiar plenamente en el Espíritu de
Dios. También significa el alejarnos de todo consejo que no sea basado
en la Biblia, de todas tus propias ideas y planes, y clamar únicamente
al Espíritu Santo para que te dirija y te guíe.
Pablo experimentó
este tipo de conversión. En Hechos 9, cuando todavía se conocía como
Saulo, estaba en el rumbo incorrecto, yendo hacia Damasco para perseguir
cristianos. (¡Hablando acerca de tener un velo sobre los ojos!) Saulo
realmente pensaba que le estaba haciendo un favor a Dios, al arrestar
creyentes y enviarlos a la cárcel.
Pero el Señor interceptó a
este hombre y creó una crisis en su vida. Cuando Jesús se encontró con
Saulo camino a Damasco, le golpeó con una luz tan poderosa que
literalmente le dejó ciego. Saulo, ciego, tuvo que ser guiado hasta una
casa en Damasco, donde permaneció hasta que el siervo de Dios, Ananías,
llegó. Ananías le dijo: “Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te
apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas
la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los
ojos como escamas, y recibió al instante la vista” (Hechos 9:17-18).
Saulo rindió su pasado, su futuro, todo al Espíritu Santo e inmediatamente se le quitó el velo de sus ojos.
cambio es una obra exclusiva del Espíritu Santo. “¿Cómo no será más
bien con gloria el ministerio del espíritu? (2 Corintios 3:8). Nosotros
simplemente no podemos cambiarnos a nosotros mismos. Sólo el Espíritu de
Dios nos puede conformar a la gloriosa imagen de Cristo. Todos hemos
oído decir: “Cuando una persona se convierte al Señor, Dios quita el
velo de sus ojos”. Esta es la obra exclusiva del Espíritu.
También
leemos: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del
Señor, allí hay libertad” (versículo 17). La palabra “libertad” aquí
significa: “Que ya no se es un esclavo, exento de deudas, libre,
desencadenado”. Esto describe la libertad que recibimos cuando se abren
nuestros ojos. De repente, podemos ver las cosas en una nueva luz.
Solamente el Espíritu Santo puede romper la manera en que hemos visto
las cosas durante toda una vida, solamente Él puede convertirnos y
encaminarnos en el rumbo correcto.
En resumen, esta conversión
que Pablo menciona acá, significa confiar plenamente en el Espíritu de
Dios. También significa el alejarnos de todo consejo que no sea basado
en la Biblia, de todas tus propias ideas y planes, y clamar únicamente
al Espíritu Santo para que te dirija y te guíe.
Pablo experimentó
este tipo de conversión. En Hechos 9, cuando todavía se conocía como
Saulo, estaba en el rumbo incorrecto, yendo hacia Damasco para perseguir
cristianos. (¡Hablando acerca de tener un velo sobre los ojos!) Saulo
realmente pensaba que le estaba haciendo un favor a Dios, al arrestar
creyentes y enviarlos a la cárcel.
Pero el Señor interceptó a
este hombre y creó una crisis en su vida. Cuando Jesús se encontró con
Saulo camino a Damasco, le golpeó con una luz tan poderosa que
literalmente le dejó ciego. Saulo, ciego, tuvo que ser guiado hasta una
casa en Damasco, donde permaneció hasta que el siervo de Dios, Ananías,
llegó. Ananías le dijo: “Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te
apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas
la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los
ojos como escamas, y recibió al instante la vista” (Hechos 9:17-18).
Saulo rindió su pasado, su futuro, todo al Espíritu Santo e inmediatamente se le quitó el velo de sus ojos.
martes, 15 de abril de 2014
SOMOS CONTINUAMENTE TRANSFORMADOS
Nos
guste o no, todos estamos en el proceso de cambiar, de una manera u
otra. En el ámbito espiritual, no existe tal cosa como mera existencia,
sino que estamos continuamente siendo cambiados para bien o para mal.
Estamos siendo más como nuestro Señor o más como el mundo; o crecemos en
Cristo o nos apartamos de Él.
Así que, ¿estás cambiando para
tener un espíritu más dulce, más como Jesús? ¿Te miras seriamente al
espejo cada día y oras: “Señor, quiero ser conformado más a tu imagen en
cada área de mi vida?”
O ¿has permitido que la amargura haya
echado raíz, convirtiéndose en rebelión y dureza de corazón? ¿Has
aprendido a esconderte de la convincente voz del Espíritu de Dios?
¿Están saliendo de tu boca cosas que alguna vez pensaste que un
cristiano era incapaz de pronunciar? ¿Te estás endureciendo más allá de
la posibilidad de cambiar?
Si esto te describe, déjame decirte
claramente: Nunca recibirás liberación hasta que cambies. Tu vida sólo
será más caótica y tu situación empeorará. Deja de defender tu causa,
señalando a otros, justificándote. Dios no te alcanzará hasta que
despiertes y admitas: “Nada cambiará para mí a menos que yo sea quien
cambie”.
Clama honestamente al Señor en oración: “Cámbiame, oh
Señor. Escudríñame, muéstrame dónde he fallado y me he descarriado.
Expón mi orgullo, mi ira, mi terquedad y mi pecado. Ayúdame a rendirlo
todo.
¿Cuántos expertos, consejeros, noches de soledad y luchas
infructuosas más tendrás que soportar antes de que despiertes a la
verdad? Para que ocurra alguna sanidad o restauración, tienes que asumir
responsabilidad. Tu milagro depende de que tú seas cambiado.
“Claman
los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano
está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de
espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le
librará Jehová” (Salmos 34:17-19).
guste o no, todos estamos en el proceso de cambiar, de una manera u
otra. En el ámbito espiritual, no existe tal cosa como mera existencia,
sino que estamos continuamente siendo cambiados para bien o para mal.
Estamos siendo más como nuestro Señor o más como el mundo; o crecemos en
Cristo o nos apartamos de Él.
Así que, ¿estás cambiando para
tener un espíritu más dulce, más como Jesús? ¿Te miras seriamente al
espejo cada día y oras: “Señor, quiero ser conformado más a tu imagen en
cada área de mi vida?”
O ¿has permitido que la amargura haya
echado raíz, convirtiéndose en rebelión y dureza de corazón? ¿Has
aprendido a esconderte de la convincente voz del Espíritu de Dios?
¿Están saliendo de tu boca cosas que alguna vez pensaste que un
cristiano era incapaz de pronunciar? ¿Te estás endureciendo más allá de
la posibilidad de cambiar?
Si esto te describe, déjame decirte
claramente: Nunca recibirás liberación hasta que cambies. Tu vida sólo
será más caótica y tu situación empeorará. Deja de defender tu causa,
señalando a otros, justificándote. Dios no te alcanzará hasta que
despiertes y admitas: “Nada cambiará para mí a menos que yo sea quien
cambie”.
Clama honestamente al Señor en oración: “Cámbiame, oh
Señor. Escudríñame, muéstrame dónde he fallado y me he descarriado.
Expón mi orgullo, mi ira, mi terquedad y mi pecado. Ayúdame a rendirlo
todo.
¿Cuántos expertos, consejeros, noches de soledad y luchas
infructuosas más tendrás que soportar antes de que despiertes a la
verdad? Para que ocurra alguna sanidad o restauración, tienes que asumir
responsabilidad. Tu milagro depende de que tú seas cambiado.
“Claman
los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano
está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de
espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le
librará Jehová” (Salmos 34:17-19).
lunes, 14 de abril de 2014
MIRA LO QUE DIOS HA HECHO HOY by Gary Wilkerson
El
libro de Hebreos menciona dos tipos de testimonios. Todos preferimos el
primer tipo, cuando los santos conquistaron reinos, destruyeron al
enemigo y mataron gigantes. El segundo tipo de testimonio es
completamente diferente: Cristianos que fueron aserrados, muertos de
hambre, congelados, ocultos en cuevas.
Es demasiado fácil para
los cristianos de hoy vivir según el testimonio de otros. ¿Con cuánta
frecuencia terminamos diciendo: “¿Has oído acerca del despertar
spiritual en África?” “La iglesia en los Estados Unidos hacen un gran
trabajo entre los pobres” “Nuestra iglesia ha abierto sus puertas para
alcanzar a los drogadictos”? Deberíamos regocijarnos en la fidelidad de
aquéllos que hacen la diferencia en el nombre de Cristo, por supuesto,
pero Pablo rehusó vivir a través de la obra de otros. “No nos
gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que
conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros,
conforme a nuestra regla” (2 Corintios 10:15).
Tú puedes
pensar que tu vida no da la talla, que no mereces un testimonio digno de
gloria, pero ése no es el asunto. Todo puede cambiar con una simple
oración de fe. Hace poco, justo antes de predicar, una mujer en la
iglesia me contó lo que le había sucedido esa semana. Luego de ser
adicta a la marihuana por treintaiséis años, ¡Dios la libertó! Sucedió a
través de una simple visita de dos ministros laicos a nuestra iglesia.
Cuando ellos se sentaron para orar por ella, comenzó a sentir convicción
de pecado por la droga que tenía en su apartamento, y al instante la
arrojó.
La libertad de esta mujer es real y duradera. Ella obtuvo
un testimonio digno de gloria acerca del poder de Dios para librar, y
dos ministros laicos también son testigos. Dios los usó de una manera
que no podríamos haberla planeado mejor. Los tres pueden decir: “Mira lo
que ha hecho Dios en medio de nosotros hoy”.
Aun con el comienzo
más pequeño, la fe empieza a levantarse en nuestros corazones. Nos
damos cuenta: “Dios lo hizo la semana pasada y puede hacerlo otra vez
esta semana”. Quiero gloriarme de que nuestra iglesia tiene ministros
poderosamente efectivos que fueron levantados de esta manera, debido a
que un individuo fue fiel en ayudar a una persona. En cada caso, el acto
de lleno de oración de un creyente resultó en un ministerio de
consejería, un ministerio de misericordia, un ministerio de discipulado y
más. Esto es verdad para todo creyente. A medida que edificamos una
historia de testimonios, nuestra fe crecerá y buscará de Dios, cosas
mayores.
libro de Hebreos menciona dos tipos de testimonios. Todos preferimos el
primer tipo, cuando los santos conquistaron reinos, destruyeron al
enemigo y mataron gigantes. El segundo tipo de testimonio es
completamente diferente: Cristianos que fueron aserrados, muertos de
hambre, congelados, ocultos en cuevas.
Es demasiado fácil para
los cristianos de hoy vivir según el testimonio de otros. ¿Con cuánta
frecuencia terminamos diciendo: “¿Has oído acerca del despertar
spiritual en África?” “La iglesia en los Estados Unidos hacen un gran
trabajo entre los pobres” “Nuestra iglesia ha abierto sus puertas para
alcanzar a los drogadictos”? Deberíamos regocijarnos en la fidelidad de
aquéllos que hacen la diferencia en el nombre de Cristo, por supuesto,
pero Pablo rehusó vivir a través de la obra de otros. “No nos
gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que
conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros,
conforme a nuestra regla” (2 Corintios 10:15).
Tú puedes
pensar que tu vida no da la talla, que no mereces un testimonio digno de
gloria, pero ése no es el asunto. Todo puede cambiar con una simple
oración de fe. Hace poco, justo antes de predicar, una mujer en la
iglesia me contó lo que le había sucedido esa semana. Luego de ser
adicta a la marihuana por treintaiséis años, ¡Dios la libertó! Sucedió a
través de una simple visita de dos ministros laicos a nuestra iglesia.
Cuando ellos se sentaron para orar por ella, comenzó a sentir convicción
de pecado por la droga que tenía en su apartamento, y al instante la
arrojó.
La libertad de esta mujer es real y duradera. Ella obtuvo
un testimonio digno de gloria acerca del poder de Dios para librar, y
dos ministros laicos también son testigos. Dios los usó de una manera
que no podríamos haberla planeado mejor. Los tres pueden decir: “Mira lo
que ha hecho Dios en medio de nosotros hoy”.
Aun con el comienzo
más pequeño, la fe empieza a levantarse en nuestros corazones. Nos
damos cuenta: “Dios lo hizo la semana pasada y puede hacerlo otra vez
esta semana”. Quiero gloriarme de que nuestra iglesia tiene ministros
poderosamente efectivos que fueron levantados de esta manera, debido a
que un individuo fue fiel en ayudar a una persona. En cada caso, el acto
de lleno de oración de un creyente resultó en un ministerio de
consejería, un ministerio de misericordia, un ministerio de discipulado y
más. Esto es verdad para todo creyente. A medida que edificamos una
historia de testimonios, nuestra fe crecerá y buscará de Dios, cosas
mayores.
sábado, 12 de abril de 2014
UNA FUENTE DE FORTALEZA by Carter Conlon
Piensa
por un momento en todo lo que hoy se opone y se resiste a tu herencia
en Cristo. Pueden ser las palabras que dijeron sobre tu vida cuando era
joven: “¡Eres un estúpido! Nunca lograrás nada. Me voy porque no eres
digno de que me quede.” No importa lo que te hayan dicho, o la
naturaleza de la oposición que estés enfrentando en la actualidad, sólo
ten en mente que todo está simplemente tratando de detenerte justo en la
frontera de esta vida increíble de Cristo.
Josué dijo al pueblo: “ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan”
(Ver Números 14:9). En otras palabras, la oposición nos sostendrá, nos
nutrirá y alimentará. Por supuesto, esto es contrario a la forma en que
el hombre natural piensa. Consideramos que la oposición es algo
terrible, más grande que nosotros. Nos hace sentir como saltamontes a la
vista de ellos, nos amenaza e intimida. Entonces, ¿Cómo es que se
supone que nos alimenta?
¿Recuerdas cuando Jesús estaba
ministrando en Samaria y los discípulos fueron a buscar comida para Él?
Regresaron a Jesús y le animaron a comer, pero Él respondió: “Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis”
(Juan 4:32). Jesús estaba diciendo en esencia: “Tengo una fuente de
fortaleza de la que ustedes aún no se dan cuenta, no la han probado
todavía, no saben lo que es o cómo los puede nutrir.” Entonces los
discípulos se miraron el uno al otro y se preguntaron: “Bueno, ¿Quién le
trajo algo de comer?” Pero Jesús explicó: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”
(Versículo 34). En otras palabras, “Esta es mi comida, lo que alimenta
mi vida: Enfrentar todo lo que está en oposición directa a la voluntad
de Dios y conquistarlo en el poder de Dios.”
Jesús continuó: “¿No
decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He
aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están
blancos para la siega.” (Versículo 35). No sé cuántas veces he oído a
cristianos que dicen que la cosecha está llegando: un gran día en que
muchos vendrán a Cristo. Pero aquí Jesús le decía a sus discípulos:
“¡Escucha, alza tus ojos, la cosecha ya está aquí, lista para ser
cosechada!”
“Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.”
(Versículo 36). El que sale a cosechar recibirá salarios, y estos
salarios son el alimento y la fuerza de Dios. Se le dará a aquel que
dice: “Señor, te doy las riendas de mi vida. Estoy dispuesto a hacer el
trabajo de Dios no importa a qué tipo de oposición tenga que hacer
frente, porque ahí es donde se encuentra mi alimento”.
__________
Carter
Conlon se unió al equipo pastoral de la Iglesia Times Square en 1994,
por invitación del pastor fundador David Wilkerson, y fue nombrado para
el cargo de Pastor Principal en 2001. Un líder fuerte y compasivo, y un
orador frecuente en conferencias para pastores y líderes dirigidas por
World Challenge en todo el mundo.
por un momento en todo lo que hoy se opone y se resiste a tu herencia
en Cristo. Pueden ser las palabras que dijeron sobre tu vida cuando era
joven: “¡Eres un estúpido! Nunca lograrás nada. Me voy porque no eres
digno de que me quede.” No importa lo que te hayan dicho, o la
naturaleza de la oposición que estés enfrentando en la actualidad, sólo
ten en mente que todo está simplemente tratando de detenerte justo en la
frontera de esta vida increíble de Cristo.
Josué dijo al pueblo: “ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan”
(Ver Números 14:9). En otras palabras, la oposición nos sostendrá, nos
nutrirá y alimentará. Por supuesto, esto es contrario a la forma en que
el hombre natural piensa. Consideramos que la oposición es algo
terrible, más grande que nosotros. Nos hace sentir como saltamontes a la
vista de ellos, nos amenaza e intimida. Entonces, ¿Cómo es que se
supone que nos alimenta?
¿Recuerdas cuando Jesús estaba
ministrando en Samaria y los discípulos fueron a buscar comida para Él?
Regresaron a Jesús y le animaron a comer, pero Él respondió: “Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis”
(Juan 4:32). Jesús estaba diciendo en esencia: “Tengo una fuente de
fortaleza de la que ustedes aún no se dan cuenta, no la han probado
todavía, no saben lo que es o cómo los puede nutrir.” Entonces los
discípulos se miraron el uno al otro y se preguntaron: “Bueno, ¿Quién le
trajo algo de comer?” Pero Jesús explicó: “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”
(Versículo 34). En otras palabras, “Esta es mi comida, lo que alimenta
mi vida: Enfrentar todo lo que está en oposición directa a la voluntad
de Dios y conquistarlo en el poder de Dios.”
Jesús continuó: “¿No
decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He
aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están
blancos para la siega.” (Versículo 35). No sé cuántas veces he oído a
cristianos que dicen que la cosecha está llegando: un gran día en que
muchos vendrán a Cristo. Pero aquí Jesús le decía a sus discípulos:
“¡Escucha, alza tus ojos, la cosecha ya está aquí, lista para ser
cosechada!”
“Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.”
(Versículo 36). El que sale a cosechar recibirá salarios, y estos
salarios son el alimento y la fuerza de Dios. Se le dará a aquel que
dice: “Señor, te doy las riendas de mi vida. Estoy dispuesto a hacer el
trabajo de Dios no importa a qué tipo de oposición tenga que hacer
frente, porque ahí es donde se encuentra mi alimento”.
__________
Carter
Conlon se unió al equipo pastoral de la Iglesia Times Square en 1994,
por invitación del pastor fundador David Wilkerson, y fue nombrado para
el cargo de Pastor Principal en 2001. Un líder fuerte y compasivo, y un
orador frecuente en conferencias para pastores y líderes dirigidas por
World Challenge en todo el mundo.
viernes, 11 de abril de 2014
LA VOZ DEL CRISTO VICTORIOSO
Cuando
Dios dijo: “Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino
también el cielo” (Hebreos 12:26), estaba diciendo en esencia: “Sacudí
la tierra en el Monte Sinaí. Pero cuando hable en estos últimos días, Mi
voz sacudirá ambos mundos, el natural y el espiritual. La situación
actual temblará; nada quedará igual. Todo lo que se llame religioso,
todo lo que sea de Cristo o de la iglesia, será sacudido por la voz de
Mi Hijo, hablando desde el cielo.”
Dios advirtió a Israel que a
todos los que rehúsen escuchar a Su profeta se les pediría cuentas: “Mas
a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo
le pediré cuenta” (Deutronomio 18:19). Él estaba diciendo: “Voy a seguir
cada desobediencia y tendrán que dar cuenta de cada una de ellas.”
La
Escritura revela que aquellos que ignoraron las palabras de los
profetas de Dios cayeron en ruina. Ellos se volvieron secos y amargos,
murieron sin ningún gozo ni paz. “Mirad que no desechéis al que habla.
Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en
la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde
los cielos (Hebreos 12:25).
Amado, ni nosotros escaparemos de la
ira de Dios ni como nación, ni como individuos. Y ahora mismo la voz de
Jesús está sacudiendo cada nación, haciendo que instituciones, líderes y
economías tiemblen. Él está diciendo al viento y a los elementos:
“Soplen sobre la tierra.” Él está diciendo a las nubes: “Retengan la
lluvia.” Él está diciendo a las economías del mundo: “Toda avaricia sea
juzgada.”
Dios está también ordenando: “Prisiones, estremézcanse.
Gobiernos, estremézcanse. Sistemas financieros, estremézcanse.
Escuelas, estremézcanse. Fuerzas militares, estremézcanse. Cortes y
legislaciones, estremézcanse. Todo sobre la tierra, estremézcanse hasta
que no quede fundamento sino el Señor.”
No es el diablo quien
está sacudiendo todo. El mundo entero está siendo estremecido por la voz
de un Cristo victorioso. El Hombre en Gloria se ha levantado en poder
sobre Su trono y está hablando una palabra que está sacudiendo todo.
Dios dijo: “Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino
también el cielo” (Hebreos 12:26), estaba diciendo en esencia: “Sacudí
la tierra en el Monte Sinaí. Pero cuando hable en estos últimos días, Mi
voz sacudirá ambos mundos, el natural y el espiritual. La situación
actual temblará; nada quedará igual. Todo lo que se llame religioso,
todo lo que sea de Cristo o de la iglesia, será sacudido por la voz de
Mi Hijo, hablando desde el cielo.”
Dios advirtió a Israel que a
todos los que rehúsen escuchar a Su profeta se les pediría cuentas: “Mas
a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo
le pediré cuenta” (Deutronomio 18:19). Él estaba diciendo: “Voy a seguir
cada desobediencia y tendrán que dar cuenta de cada una de ellas.”
La
Escritura revela que aquellos que ignoraron las palabras de los
profetas de Dios cayeron en ruina. Ellos se volvieron secos y amargos,
murieron sin ningún gozo ni paz. “Mirad que no desechéis al que habla.
Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en
la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde
los cielos (Hebreos 12:25).
Amado, ni nosotros escaparemos de la
ira de Dios ni como nación, ni como individuos. Y ahora mismo la voz de
Jesús está sacudiendo cada nación, haciendo que instituciones, líderes y
economías tiemblen. Él está diciendo al viento y a los elementos:
“Soplen sobre la tierra.” Él está diciendo a las nubes: “Retengan la
lluvia.” Él está diciendo a las economías del mundo: “Toda avaricia sea
juzgada.”
Dios está también ordenando: “Prisiones, estremézcanse.
Gobiernos, estremézcanse. Sistemas financieros, estremézcanse.
Escuelas, estremézcanse. Fuerzas militares, estremézcanse. Cortes y
legislaciones, estremézcanse. Todo sobre la tierra, estremézcanse hasta
que no quede fundamento sino el Señor.”
No es el diablo quien
está sacudiendo todo. El mundo entero está siendo estremecido por la voz
de un Cristo victorioso. El Hombre en Gloria se ha levantado en poder
sobre Su trono y está hablando una palabra que está sacudiendo todo.
jueves, 10 de abril de 2014
DIOS ESTÁ HABLANDO CLARAMENTE
Dios
todavía nos está hablando claramente hoy. Su voz celestial todavía está
sonando poderosamente a través de toda la tierra, y esa voz viene de un
hombre: Jesús, quien está sentado a la diestra del Padre. Considera
estas palabras de Hebreos:
“Porque no os habéis acercado al
monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las
tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que
hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,
porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare
el monte, será apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que
se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;
“Sino que
os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo,
Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a
la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a
Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a
Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla
mejor que la de Abel.
“Mirad que no desechéis al que habla.
Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en
la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde
los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha
prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra,
sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de
las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las
inconmovibles.” (Hebreos 12:18-28).
¿Entiendes lo que dice este
pasaje? Cuando Dios habló por primera vez, el pueblo respondió: “No nos
hables desde el cielo nunca más. Háblanos a través de un hombre.” Y
Moisés profetizó: “Tal cual ustedes ha pedido, Dios va a levantar un
profeta. Él será completamente humano y les hablará las palabras de
Dios.”
Jesús fue ese profeta prometido. Fue la encarnación de
Dios, el Señor en cuerpo humano. Él tuvo un ministerio en la tierra como
hombre y una multitud de testigos lo vieron ascender al cielo también
como hombre. Ahora Él tiene un cuerpo espiritual, el cual es su iglesia.
Pero Jesús todavía es un hombre de carne y hueso, aún sensible a los
sentimientos humanos que todos experimentamos.
Hoy, en estos
últimos días, Dios está hablando una vez más desde el cielo y nos está
diciendo que va a sacudir todo lo que vemos.
todavía nos está hablando claramente hoy. Su voz celestial todavía está
sonando poderosamente a través de toda la tierra, y esa voz viene de un
hombre: Jesús, quien está sentado a la diestra del Padre. Considera
estas palabras de Hebreos:
“Porque no os habéis acercado al
monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las
tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que
hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,
porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare
el monte, será apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que
se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;
“Sino que
os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo,
Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a
la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a
Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a
Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla
mejor que la de Abel.
“Mirad que no desechéis al que habla.
Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en
la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde
los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha
prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra,
sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de
las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las
inconmovibles.” (Hebreos 12:18-28).
¿Entiendes lo que dice este
pasaje? Cuando Dios habló por primera vez, el pueblo respondió: “No nos
hables desde el cielo nunca más. Háblanos a través de un hombre.” Y
Moisés profetizó: “Tal cual ustedes ha pedido, Dios va a levantar un
profeta. Él será completamente humano y les hablará las palabras de
Dios.”
Jesús fue ese profeta prometido. Fue la encarnación de
Dios, el Señor en cuerpo humano. Él tuvo un ministerio en la tierra como
hombre y una multitud de testigos lo vieron ascender al cielo también
como hombre. Ahora Él tiene un cuerpo espiritual, el cual es su iglesia.
Pero Jesús todavía es un hombre de carne y hueso, aún sensible a los
sentimientos humanos que todos experimentamos.
Hoy, en estos
últimos días, Dios está hablando una vez más desde el cielo y nos está
diciendo que va a sacudir todo lo que vemos.
miércoles, 9 de abril de 2014
HÁBLANOS COSAS HALAGÜEÑAS
Un
hombre escribió lo siguiente a nuestro ministerio: “No sé quién me puso
en su lista de correos, pero por favor borren mi nombre inmediatamente.
No puedo soportar su evangelio triste y la dureza contra el pecado.
Nadie es perfecto, ni siquiera usted. Ya he tenido suficiente con su
evangelio que condena.”
Isaías habló sobre esta clase de
respuesta: “Este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no
quisieron oír la ley de Jehová; que dicen a los videntes: No veáis; y a
los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas,
profetizad mentiras; dejad el camino…” (Isaías 30:9-10).
La
palabra “halagüeña” en este versículo significa “suave, halagadora”. En
pocas palabras Israel estaba diciendo: “No nos digas más cosas
desagradables. Dinos cómo vamos a prosperar, cuantas cosas buenas están
por ocurrir. Si no, quítate de delante de nosotros.”
Ningún
creyente que esconde pecado en su corazón quiere escuchar una palabra
santa y que exponga el pecado. Esa persona siempre huirá de la voz de
verdad del Espíritu Santo. Y dirigirá su atención a algún predicador que
es blando con el pecado, que ofrece predicaciones suaves y profecías
halagadoras.
Así que te preguntarás: “¿Qué mensaje fuerte
entregó la voz de Dios a su pueblo en el Monte Sinaí?” Él simplemente
dijo esto: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de
casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No harás
para ti escultura…no te inclinarás a ellas ni las servirás…”
(Deuteronomio 5:6-9).
Aquí estaba la Palabra del Señor pura, no
adulterada, saliendo directamente de Su boca. Esta palabra debió haber
hecho que el pueblo corriera a sus tiendas y destruyera sus ídolos.
Debería haber conmovido sus corazones haciéndolos caer de rodillas. Pero
en vez de eso ellos dijeron: “Ya no más truenos, fuego y temblores. No
más voz audible que nos hable. Dános un portavoz como nosotros, y que él
nos hable. Entonces oiremos y obedeceremos.”
hombre escribió lo siguiente a nuestro ministerio: “No sé quién me puso
en su lista de correos, pero por favor borren mi nombre inmediatamente.
No puedo soportar su evangelio triste y la dureza contra el pecado.
Nadie es perfecto, ni siquiera usted. Ya he tenido suficiente con su
evangelio que condena.”
Isaías habló sobre esta clase de
respuesta: “Este pueblo es rebelde, hijos mentirosos, hijos que no
quisieron oír la ley de Jehová; que dicen a los videntes: No veáis; y a
los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas,
profetizad mentiras; dejad el camino…” (Isaías 30:9-10).
La
palabra “halagüeña” en este versículo significa “suave, halagadora”. En
pocas palabras Israel estaba diciendo: “No nos digas más cosas
desagradables. Dinos cómo vamos a prosperar, cuantas cosas buenas están
por ocurrir. Si no, quítate de delante de nosotros.”
Ningún
creyente que esconde pecado en su corazón quiere escuchar una palabra
santa y que exponga el pecado. Esa persona siempre huirá de la voz de
verdad del Espíritu Santo. Y dirigirá su atención a algún predicador que
es blando con el pecado, que ofrece predicaciones suaves y profecías
halagadoras.
Así que te preguntarás: “¿Qué mensaje fuerte
entregó la voz de Dios a su pueblo en el Monte Sinaí?” Él simplemente
dijo esto: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de tierra de Egipto, de
casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No harás
para ti escultura…no te inclinarás a ellas ni las servirás…”
(Deuteronomio 5:6-9).
Aquí estaba la Palabra del Señor pura, no
adulterada, saliendo directamente de Su boca. Esta palabra debió haber
hecho que el pueblo corriera a sus tiendas y destruyera sus ídolos.
Debería haber conmovido sus corazones haciéndolos caer de rodillas. Pero
en vez de eso ellos dijeron: “Ya no más truenos, fuego y temblores. No
más voz audible que nos hable. Dános un portavoz como nosotros, y que él
nos hable. Entonces oiremos y obedeceremos.”
martes, 8 de abril de 2014
NECESITAMOS UN MENSAJE MÁS SUAVE
“Y
Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y
para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.”(Éxodo
20:20)
“Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha
mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la
tierra que habéis de poseer.”(Deuteronomio 5:33)
Moisés dijo en
esencia: “Dios no está furioso con ustedes, esta majestuosa experiencia
no se trata de eso. No. Él quiere darles poder con su asombroso temor,
está tratando de crear en ustedes un arma poderosa, y lo está haciendo
para que puedan vivir victoriosamente todos los días de su vida.”
Sin
embargo, después vino la lógica más extraña de la Biblia. Estos líderes
dijeron a Moisés: “Hoy hemos visto que Jehová habla al hombre, y éste
aún vive. Ahora, pues, ¿por qué vamos a morir? Porque este gran fuego
nos consumirá; si oyéremos otra vez la voz de Jehová nuestro Dios,
moriremos. Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios
viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún
viva?” (Deuteronomio 5:24-26). Ellos dijeron a Moisés: “Sabemos que
podemos oír a Dios hablar de en medio del fuego y sobrevivir. Sin
embargo, si tenemos que sentarnos bajo su directa, pura, y santa voz,
seremos consumidos. ¿Por qué tendríamos que morir? De toda la gente en
el mundo, somos nosotros los que hemos oído la voz de Dios y hemos
sobrevivido.”
El Señor luego nos da una clave acerca de lo que
realmente estaba pasando: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me
temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a
ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” (Versículo 29).
Ellos
estaban dando honor a Dios con sus labios, pero sus corazones estaban
lejos de Él. Para citar a Isaías: “Este pueblo se acerca a mí con su
boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su
temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido
enseñado.” (Isaías 29:13).
Los israelitas eran tan devotos a sus
pequeñas imágenes de oro, que nada los podía alejar de su alabanza
idólatra. Finalmente ignoraron la voz audible de Dios, en toda su
santidad y majestad.
Cuando los ancianos de Israel dijeron:
“Necesitamos, un mensaje más suave, de otro modo moriremos”, tenían
mucha razón. Cada vez que te sientas bajo la predicación del Espíritu
Santo escuchando la palabra ungida de Dios y que te convence de pecado,
seguro que vas a morir. Eso es, morirás a tus pecados.
Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y
para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.”(Éxodo
20:20)
“Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha
mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la
tierra que habéis de poseer.”(Deuteronomio 5:33)
Moisés dijo en
esencia: “Dios no está furioso con ustedes, esta majestuosa experiencia
no se trata de eso. No. Él quiere darles poder con su asombroso temor,
está tratando de crear en ustedes un arma poderosa, y lo está haciendo
para que puedan vivir victoriosamente todos los días de su vida.”
Sin
embargo, después vino la lógica más extraña de la Biblia. Estos líderes
dijeron a Moisés: “Hoy hemos visto que Jehová habla al hombre, y éste
aún vive. Ahora, pues, ¿por qué vamos a morir? Porque este gran fuego
nos consumirá; si oyéremos otra vez la voz de Jehová nuestro Dios,
moriremos. Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios
viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún
viva?” (Deuteronomio 5:24-26). Ellos dijeron a Moisés: “Sabemos que
podemos oír a Dios hablar de en medio del fuego y sobrevivir. Sin
embargo, si tenemos que sentarnos bajo su directa, pura, y santa voz,
seremos consumidos. ¿Por qué tendríamos que morir? De toda la gente en
el mundo, somos nosotros los que hemos oído la voz de Dios y hemos
sobrevivido.”
El Señor luego nos da una clave acerca de lo que
realmente estaba pasando: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me
temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a
ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” (Versículo 29).
Ellos
estaban dando honor a Dios con sus labios, pero sus corazones estaban
lejos de Él. Para citar a Isaías: “Este pueblo se acerca a mí con su
boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su
temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido
enseñado.” (Isaías 29:13).
Los israelitas eran tan devotos a sus
pequeñas imágenes de oro, que nada los podía alejar de su alabanza
idólatra. Finalmente ignoraron la voz audible de Dios, en toda su
santidad y majestad.
Cuando los ancianos de Israel dijeron:
“Necesitamos, un mensaje más suave, de otro modo moriremos”, tenían
mucha razón. Cada vez que te sientas bajo la predicación del Espíritu
Santo escuchando la palabra ungida de Dios y que te convence de pecado,
seguro que vas a morir. Eso es, morirás a tus pecados.
lunes, 7 de abril de 2014
CONFIANDO EN QUE DIOS DEMOSTRARÁ SU PODER by Gary Wilkerson
David
nunca dijo: “Mi padre me pidió que fuera un pastor, así que decidí ser
uno bueno. Luché contra leones y osos, y nunca perdí una oveja.” Eso
habría sido un buen testimonio, pero no daría gloria a Dios. En
realidad, David hacía alarde de la siguiente manera: “Jehová, que me ha
librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me
librará de la mano de este filisteo. (1 Samuel 17:37).
Como
mayordomo en Babilonia, Nehemías arriesgaba su vida como copero del rey.
Pero Nehemías hacía alarde en Dios así: “Reconstruí una ciudad para
restaurar el honor del nombre de Dios.” Con el nombre de Dios
escarnecido en las calles de Jerusalén, Nehemías sintió un gran deseo de
hacer algo al respecto, y se dedicó a la reconstrucción de los muros.
El
testimonio de Moisés no fue: “Yo vivía en el palacio del Faraón y tenía
gran autoridad.” Su manera de hacer alarde fue: “Dios me habló desde
una zarza ardiente; y me enfrenté a Faraón, diciendo: 'Deja ir a mi
pueblo.'” Su alarde fue oído en el Mar Rojo: “¡El ejército de Egipto se
ha ahogado en el mar!”
Los creyentes del Nuevo Testamento
hicieron el mismo alarde. Esteban era un diácono que distribuía
alimentos a las viudas, un buen testimonio en sí mismo, pero su
testimonio digno de hacer alarde vino cuando predicó a una multitud
incrédula. Su sermón ungido provocó tanto a las personas, que recogieron
piedras para matarlo. El testimonio de Esteban tuvo dos efectos: Fue el
primer mártir de la Iglesia, y su sacrificio fiel impactaría más tarde
un fanático judío llamado Saulo.
Aun no he conocido a ningún
cristiano que no se haya preguntado: “¿Acaso no hay algo más en esta
vida en Cristo? ¿Cuándo vamos a ver el poder de Dios manifestado en esta
generación?” Tal vez estás enfrentando algo que requiere de la
intervención de Dios. No es el momento de decir: “Voy a ir mas seguido a
la iglesia.” Es hora de decir: “Confío en que Dios demostrará Su poder
en mi vida. Él va a salvar mi matrimonio, rescatar a mis hijos e
impactar a mis compañeros de trabajo. Me dará un testimonio digno de
hacer alarde.”
Este mensaje no tiene la intención de generar
remordimiento, sino que su propósito es despertar pasión en nuestros
corazones, pasión que con mucha frecuencia es reprimida por el miedo y
la duda. Algunos han postergado su fe durante tanto tiempo que ya no
creen que puedan tener un testimonio digno de hacer alarde, pero la
Palabra de Dios dice lo contrario.
nunca dijo: “Mi padre me pidió que fuera un pastor, así que decidí ser
uno bueno. Luché contra leones y osos, y nunca perdí una oveja.” Eso
habría sido un buen testimonio, pero no daría gloria a Dios. En
realidad, David hacía alarde de la siguiente manera: “Jehová, que me ha
librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me
librará de la mano de este filisteo. (1 Samuel 17:37).
Como
mayordomo en Babilonia, Nehemías arriesgaba su vida como copero del rey.
Pero Nehemías hacía alarde en Dios así: “Reconstruí una ciudad para
restaurar el honor del nombre de Dios.” Con el nombre de Dios
escarnecido en las calles de Jerusalén, Nehemías sintió un gran deseo de
hacer algo al respecto, y se dedicó a la reconstrucción de los muros.
El
testimonio de Moisés no fue: “Yo vivía en el palacio del Faraón y tenía
gran autoridad.” Su manera de hacer alarde fue: “Dios me habló desde
una zarza ardiente; y me enfrenté a Faraón, diciendo: 'Deja ir a mi
pueblo.'” Su alarde fue oído en el Mar Rojo: “¡El ejército de Egipto se
ha ahogado en el mar!”
Los creyentes del Nuevo Testamento
hicieron el mismo alarde. Esteban era un diácono que distribuía
alimentos a las viudas, un buen testimonio en sí mismo, pero su
testimonio digno de hacer alarde vino cuando predicó a una multitud
incrédula. Su sermón ungido provocó tanto a las personas, que recogieron
piedras para matarlo. El testimonio de Esteban tuvo dos efectos: Fue el
primer mártir de la Iglesia, y su sacrificio fiel impactaría más tarde
un fanático judío llamado Saulo.
Aun no he conocido a ningún
cristiano que no se haya preguntado: “¿Acaso no hay algo más en esta
vida en Cristo? ¿Cuándo vamos a ver el poder de Dios manifestado en esta
generación?” Tal vez estás enfrentando algo que requiere de la
intervención de Dios. No es el momento de decir: “Voy a ir mas seguido a
la iglesia.” Es hora de decir: “Confío en que Dios demostrará Su poder
en mi vida. Él va a salvar mi matrimonio, rescatar a mis hijos e
impactar a mis compañeros de trabajo. Me dará un testimonio digno de
hacer alarde.”
Este mensaje no tiene la intención de generar
remordimiento, sino que su propósito es despertar pasión en nuestros
corazones, pasión que con mucha frecuencia es reprimida por el miedo y
la duda. Algunos han postergado su fe durante tanto tiempo que ya no
creen que puedan tener un testimonio digno de hacer alarde, pero la
Palabra de Dios dice lo contrario.
sábado, 5 de abril de 2014
LA FE NO SOLO SE ENSEÑA, SE CONTAGIA by Claude Houde
Quiero
desafiarte por la fe a recibir una visión para ti mismo. Seas un
adolescente, padre, estudiante, ama de casa, o un joven en los inicios
de su carrera, puedes comunicar tu fe a alguien. Puedes inspirar a
alguien, un amigo, un padre o madre, hijo, hija o hermano en la fe, a
amar, orar, perdonar, arrepentirse, servir y ¡hacer algo hermoso y
noble! Por favor, permítele a tu espíritu oír que Dios está buscando a
un hombre o a una mujer cuyo corazón ha de latir con la visión de que
sin fe, es imposible producir un pueblo victorioso.
Era
una fría noche de invierno cuando un padre caminaba al bar del barrio
una vez más. Era viernes por la noche y había cobrado recién su cheque
de pago. El dinero le quemaba en el bolsillo, y como hacía todas las
semanas, estaba a punto de gastárselo todo bebiendo. En ese momento loco
e incomprensible, todo lo demás desaparecía. Era incapaz de pensar en
el dinero que necesitaría para alimentar a sus hijos, pagar el alquiler y
la cuenta de calefacción. Las promesas que había hecho a su esposa, una
y otra vez, desaparecían de nuevo, ahogadas por el hábito enceguecedor y
la sed agobiante de olvidar aquello que lo tenía asqueado y esclavizado
a la vez. Este hombre se odiaba a sí mismo, pero las voces en su
interior siempre ganaban: “Es asunto mío, no le estoy haciendo daño a
nadie, es mi elección, son tan sólo un par de copas.” De repente, oyó un
crujir en el silencio de la noche fría: el sonido de pasos suaves en la
nieve. Se dio vuelta y lo que vio le golpeó como un puño de hierro en
los intestinos, dejándolo sin aliento. Su hijo lo estaba siguiendo y
haciendo su mejor esfuerzo, dando lo mejor de sí, para tratar de poner
sus pequeños pies, paso a paso, en las huellas que su padre había dejado
en la nieve, El niño estaba caminando en los pasos de su padre.
Querido
lector, cada uno de nosotros está guiando a alguien a alguna parte.
Algunos niños y niñas están aprendiendo a mentir, culpar a los demás,
engañar, criticar, ser arrogantes y siempre buscar atajos. Pero nuestros
hijos e hijas también pueden vernos y aprender a amar, orar, trabajar,
adorar, servir, perdonar y creer. Ellos pueden aprender de nosotros a
decir la verdad, respetar a las personas, juzgar a las personas por su
carácter y no por el color de su piel, y a ser honestos, respetuosos con
sus mayores, y amigos de los pobres.
__________
Claude
Houde es el pastor principal de la Iglesia de la Nueva Vida (Eglise
Nouvelle Vie) en Montreal, Canadá; y es un orador frecuente en
conferencias para pastores y líderes dirigidas por World Challenge en
todo el mundo. Bajo su liderazgo la Iglesia de la Nueva Vida se ha
incrementado de ser un puñado de personas, a más de 3500 miembros, en
una parte de Canadá donde pocas iglesias protestantes han alcanzado
éxito.
desafiarte por la fe a recibir una visión para ti mismo. Seas un
adolescente, padre, estudiante, ama de casa, o un joven en los inicios
de su carrera, puedes comunicar tu fe a alguien. Puedes inspirar a
alguien, un amigo, un padre o madre, hijo, hija o hermano en la fe, a
amar, orar, perdonar, arrepentirse, servir y ¡hacer algo hermoso y
noble! Por favor, permítele a tu espíritu oír que Dios está buscando a
un hombre o a una mujer cuyo corazón ha de latir con la visión de que
sin fe, es imposible producir un pueblo victorioso.
- ¡La
fe no sólo se enseña, se contagia! La verdad y la realidad espiritual
es que como padre, mis hijos pueden seguir las huellas que les dejaré.
Permíteme ilustrar esto con un cuento sencillo de mi infancia, mientras
crecía en los sectores de viviendas de bajos ingresos en Montreal.
Era
una fría noche de invierno cuando un padre caminaba al bar del barrio
una vez más. Era viernes por la noche y había cobrado recién su cheque
de pago. El dinero le quemaba en el bolsillo, y como hacía todas las
semanas, estaba a punto de gastárselo todo bebiendo. En ese momento loco
e incomprensible, todo lo demás desaparecía. Era incapaz de pensar en
el dinero que necesitaría para alimentar a sus hijos, pagar el alquiler y
la cuenta de calefacción. Las promesas que había hecho a su esposa, una
y otra vez, desaparecían de nuevo, ahogadas por el hábito enceguecedor y
la sed agobiante de olvidar aquello que lo tenía asqueado y esclavizado
a la vez. Este hombre se odiaba a sí mismo, pero las voces en su
interior siempre ganaban: “Es asunto mío, no le estoy haciendo daño a
nadie, es mi elección, son tan sólo un par de copas.” De repente, oyó un
crujir en el silencio de la noche fría: el sonido de pasos suaves en la
nieve. Se dio vuelta y lo que vio le golpeó como un puño de hierro en
los intestinos, dejándolo sin aliento. Su hijo lo estaba siguiendo y
haciendo su mejor esfuerzo, dando lo mejor de sí, para tratar de poner
sus pequeños pies, paso a paso, en las huellas que su padre había dejado
en la nieve, El niño estaba caminando en los pasos de su padre.
Querido
lector, cada uno de nosotros está guiando a alguien a alguna parte.
Algunos niños y niñas están aprendiendo a mentir, culpar a los demás,
engañar, criticar, ser arrogantes y siempre buscar atajos. Pero nuestros
hijos e hijas también pueden vernos y aprender a amar, orar, trabajar,
adorar, servir, perdonar y creer. Ellos pueden aprender de nosotros a
decir la verdad, respetar a las personas, juzgar a las personas por su
carácter y no por el color de su piel, y a ser honestos, respetuosos con
sus mayores, y amigos de los pobres.
__________
Claude
Houde es el pastor principal de la Iglesia de la Nueva Vida (Eglise
Nouvelle Vie) en Montreal, Canadá; y es un orador frecuente en
conferencias para pastores y líderes dirigidas por World Challenge en
todo el mundo. Bajo su liderazgo la Iglesia de la Nueva Vida se ha
incrementado de ser un puñado de personas, a más de 3500 miembros, en
una parte de Canadá donde pocas iglesias protestantes han alcanzado
éxito.
viernes, 4 de abril de 2014
PECADO OCULTO
Mientras
los hijos de Israel acampaban en el Monte Sinaí, repentinamente fueron
cubiertos por una gran oscuridad y una increíble llama de fuego. Desde
el interior de esa llamarada, Dios habló: “Estas palabras habló Jehová a
toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la
nube y de la oscuridad, a gran voz” (Deuteronomio 5:22).
Mientras
todo esto estaba pasando, los israelitas estaban perplejos de terror.
Ellos estaban convencidos de que morirían antes de que la voz del Señor
dejara de hablar. Finalmente, la voz se detuvo; los relámpagos pararon y
el temblor terminó. Y después de poco tiempo, el sol comenzó a brillar.
Mientras la gente miraba a su alrededor, ellos vieron que todos estaban
vivos. ¡Ellos habían oído la voz real y audible de Dios y vivieron!
Evidentemente,
tan pronto como esta increíble manifestación terminó, los ancianos y
líderes de cada tribu convocaron a una reunión. Uno pensaría que ésta
sería la más grandiosa reunión de alabanza en la historia de la
humanidad, sin embargo, esta reunión no era una de alabanza, de ninguna
manera. Increíblemente, los ancianos le dijeron a Moisés: “No podemos
manejar este tipo de experiencia. No queremos volver a oír la asombrosa
voz de Dios. Si Él nos vuelve a hablar otra vez de esta manera,
moriremos. De ahora en adelante, queremos escuchar Sus palabras a través
de la voz de un hombre”.
Su respuesta es totalmente
desconcertante. ¿Por qué alguien reaccionaría de esta manera a tal
glorioso milagro de Dios? Yo puedo decirles porqué: Porque los
israelitas tenían pecados ocultos en sus corazones. Ellos eran idólatras
a escondidas.
Increíblemente, esta gente aún se aferraba a sus
pequeños ídolos de oro que había traído con ellos de Egipto. El apóstol
Esteban dijo que estos ídolos eran: "Figuras que os hicisteis para
adorarlas..." (Hechos 7:43). Los Israelitas los habían tallado en la
semejanza de los gigantes becerros de oro que los egipcios adoraban.
Ellos clamaban: “Tú nos libraste de Egipto. Tú eres nuestro Dios". Y
ahora, en el desierto, ellos todavía no habían dejado su horrible
idolatría.
Esteban llamó a esta gente: “La congregación en el
desierto" (versículo 38). Él estaba sorprendido de que incluso después
de que el Señor les había hablado audiblemente, sus corazones estaban
todavía en la idolatría de Egipto. Él dijo de ellos: "…nuestros padres
no quisieron obedecer…y en sus corazones se volvieron a Egipto”
(versículo 39).
Tú puedes ver porqué la voz de Dios hizo temblar
a este pueblo. La razón por la cual ellos pensaron que morirían era
porque estuvieron en la presencia de un Dios santo y todopoderoso, no de
un ídolo tallado y sin vida. Su Espíritu había impactado sus almas y
sus conciencias los estaban convenciendo de pecado.
los hijos de Israel acampaban en el Monte Sinaí, repentinamente fueron
cubiertos por una gran oscuridad y una increíble llama de fuego. Desde
el interior de esa llamarada, Dios habló: “Estas palabras habló Jehová a
toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la
nube y de la oscuridad, a gran voz” (Deuteronomio 5:22).
Mientras
todo esto estaba pasando, los israelitas estaban perplejos de terror.
Ellos estaban convencidos de que morirían antes de que la voz del Señor
dejara de hablar. Finalmente, la voz se detuvo; los relámpagos pararon y
el temblor terminó. Y después de poco tiempo, el sol comenzó a brillar.
Mientras la gente miraba a su alrededor, ellos vieron que todos estaban
vivos. ¡Ellos habían oído la voz real y audible de Dios y vivieron!
Evidentemente,
tan pronto como esta increíble manifestación terminó, los ancianos y
líderes de cada tribu convocaron a una reunión. Uno pensaría que ésta
sería la más grandiosa reunión de alabanza en la historia de la
humanidad, sin embargo, esta reunión no era una de alabanza, de ninguna
manera. Increíblemente, los ancianos le dijeron a Moisés: “No podemos
manejar este tipo de experiencia. No queremos volver a oír la asombrosa
voz de Dios. Si Él nos vuelve a hablar otra vez de esta manera,
moriremos. De ahora en adelante, queremos escuchar Sus palabras a través
de la voz de un hombre”.
Su respuesta es totalmente
desconcertante. ¿Por qué alguien reaccionaría de esta manera a tal
glorioso milagro de Dios? Yo puedo decirles porqué: Porque los
israelitas tenían pecados ocultos en sus corazones. Ellos eran idólatras
a escondidas.
Increíblemente, esta gente aún se aferraba a sus
pequeños ídolos de oro que había traído con ellos de Egipto. El apóstol
Esteban dijo que estos ídolos eran: "Figuras que os hicisteis para
adorarlas..." (Hechos 7:43). Los Israelitas los habían tallado en la
semejanza de los gigantes becerros de oro que los egipcios adoraban.
Ellos clamaban: “Tú nos libraste de Egipto. Tú eres nuestro Dios". Y
ahora, en el desierto, ellos todavía no habían dejado su horrible
idolatría.
Esteban llamó a esta gente: “La congregación en el
desierto" (versículo 38). Él estaba sorprendido de que incluso después
de que el Señor les había hablado audiblemente, sus corazones estaban
todavía en la idolatría de Egipto. Él dijo de ellos: "…nuestros padres
no quisieron obedecer…y en sus corazones se volvieron a Egipto”
(versículo 39).
Tú puedes ver porqué la voz de Dios hizo temblar
a este pueblo. La razón por la cual ellos pensaron que morirían era
porque estuvieron en la presencia de un Dios santo y todopoderoso, no de
un ídolo tallado y sin vida. Su Espíritu había impactado sus almas y
sus conciencias los estaban convenciendo de pecado.
jueves, 3 de abril de 2014
AYUDÁNDONOS UNOS A OTROS EN ORACIÓN
La
esposa de un pastor dejó un lastimoso mensaje en la máquina
contestadora de nuestro ministerio. Ella dijo de una forma poco clara:
“Hermano David, miles de esposas de predicadores beben en secreto para
cubrir su dolor. Eso es lo que yo hago. Bebo para adormecer el dolor”.
Otras esposas de ministros escriben sobre sus matrimonios en ruinas o
sobre la adicción de sus esposos a la pornografía.
Amados, estas
son las personas que ahora estoy ayudando en oración. Oro por los
ministros y sus familias, porque yo sé que lo necesitan. He aprendido de
primera mano que la oración de los ayudantes da resultado. Las
Escrituras dicen que cuando el apóstol Pedro estaba encarcelado: “La
iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.” (Hechos 12:5). ¡Y Dios
libertó a Pedro con un milagro!
Pablo no sólo pedía ayudantes de
oración, sino que él mismo era un ayudante. Él sabía que era parte de
su llamado como ministro del Evangelio. Él escribió a los filipenses: “A
todos los santos…con los obispos y diáconos…Doy gracias a mi Dios
siempre que me acuerdo de vosotros, siempre en todas mis oraciones
rogando con gozo por todos vosotros…por cuanto os tengo en el corazón”
(Filipenses 1:1, 3, 4, 7).
¿Estás enterado de que el matrimonio
de un hermano o de una hermana está en peligro? Si es así, ¿qué haces?
¿Simplemente comentas a los demás: “¡Qué vergüenza que ellos estén a
punto de separarse!”? o, ¿traes sus nombres al Señor y luchas por ellos
en oración?
¿Deseas el ministerio de ser un ayudante en oración?
Si no conoces a nadie que tenga una necesidad, empieza orando por todos
los matrimonios cristianos y por todos los santos de Dios. Tus
oraciones no tienen que ser largas. Simplemente declara tu petición y
confía que Dios te oye.
Esto me fue ilustrado una vez cuando
estuve enfermo en cama. Uno de mis nietos entró y anunció: “Abuelo, voy a
orar por ti”. Mi pequeño ayudante puso sus manos sobre mi cabeza y oró:
“Jesús, sánalo”. Le sonreí y le di las gracias, pero él seguía
mirándome. Finalmente, dijo: “Estás sano, ¡levántate!” Así que me
levanté y… ¡estaba sano! Su oración de fe me puso de pie.
Liberaciones
poderosas toman lugar cuando los santos de Dios le buscan
diligentemente con la fe de un niño por las necesidades de sus hermanos y
hermanas.
esposa de un pastor dejó un lastimoso mensaje en la máquina
contestadora de nuestro ministerio. Ella dijo de una forma poco clara:
“Hermano David, miles de esposas de predicadores beben en secreto para
cubrir su dolor. Eso es lo que yo hago. Bebo para adormecer el dolor”.
Otras esposas de ministros escriben sobre sus matrimonios en ruinas o
sobre la adicción de sus esposos a la pornografía.
Amados, estas
son las personas que ahora estoy ayudando en oración. Oro por los
ministros y sus familias, porque yo sé que lo necesitan. He aprendido de
primera mano que la oración de los ayudantes da resultado. Las
Escrituras dicen que cuando el apóstol Pedro estaba encarcelado: “La
iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.” (Hechos 12:5). ¡Y Dios
libertó a Pedro con un milagro!
Pablo no sólo pedía ayudantes de
oración, sino que él mismo era un ayudante. Él sabía que era parte de
su llamado como ministro del Evangelio. Él escribió a los filipenses: “A
todos los santos…con los obispos y diáconos…Doy gracias a mi Dios
siempre que me acuerdo de vosotros, siempre en todas mis oraciones
rogando con gozo por todos vosotros…por cuanto os tengo en el corazón”
(Filipenses 1:1, 3, 4, 7).
¿Estás enterado de que el matrimonio
de un hermano o de una hermana está en peligro? Si es así, ¿qué haces?
¿Simplemente comentas a los demás: “¡Qué vergüenza que ellos estén a
punto de separarse!”? o, ¿traes sus nombres al Señor y luchas por ellos
en oración?
¿Deseas el ministerio de ser un ayudante en oración?
Si no conoces a nadie que tenga una necesidad, empieza orando por todos
los matrimonios cristianos y por todos los santos de Dios. Tus
oraciones no tienen que ser largas. Simplemente declara tu petición y
confía que Dios te oye.
Esto me fue ilustrado una vez cuando
estuve enfermo en cama. Uno de mis nietos entró y anunció: “Abuelo, voy a
orar por ti”. Mi pequeño ayudante puso sus manos sobre mi cabeza y oró:
“Jesús, sánalo”. Le sonreí y le di las gracias, pero él seguía
mirándome. Finalmente, dijo: “Estás sano, ¡levántate!” Así que me
levanté y… ¡estaba sano! Su oración de fe me puso de pie.
Liberaciones
poderosas toman lugar cuando los santos de Dios le buscan
diligentemente con la fe de un niño por las necesidades de sus hermanos y
hermanas.
miércoles, 2 de abril de 2014
EN MEDIO DE SUS PROBLEMAS, PABLO APRENDIÓ GRANDES LECCIONES
La
lección más significativa que Pablo aprendió en su angustia fue que
tenía que volverse al Señor y a Sus promesas de Pacto. Él sabía que ya
no podía confiar más en su propia carne, habilidades o esfuerzos. Él
escribe: “Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que
no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los
muertos” (2 Corintios 1:9).
La prueba de Pablo lo había llevado
al final de sus fuerzas. Él sabía que ya lo quedaban fuerzas para pelear
contra los poderes de las tinieblas, así que sentenció su propia carne a
la muerte. Y Dios lo libertó de manera maravillosa: “el cual nos libró,
y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran
muerte” (versículo 10).
¿Cómo fue Pablo librado? Esto implicaba
varias cosas: Primero, él fue un poderoso hombre de oración. Y segundo,
él tenía gran confianza en el Señor. Pablo sabía que Dios mantendría sus
promesas de Pacto. Él pudo decir: “Tal como el Señor me libró en el
pasado, Él está obrando librándome de esta prueba presente. Desde ahora y
hasta el día de mi muerte, viviré bajo su poder libertador”.
Como
Pablo, nosotros también pasamos por tiempos de pruebas, para que
muramos a toda confianza en nuestra habilidad humana. El Señor permite
que seamos aplastados, que seamos hechos impotentes y débiles, en un
esfuerzo por convencernos de que no podemos vencer al enemigo por ningún
esfuerzo carnal.
Al comparar nuestras vidas con la de Pablo,
podemos ser tentados a pensar: “Nunca podré experimentar la clase de
liberación que este hombre disfrutó. Él fue bien educado en las
Escrituras y recibió grandes revelaciones del Señor acerca de Jesús, del
Evangelio y del Nuevo Pacto”.
“Y Pablo ministraba con poder y
demostración del Espíritu Santo. Sin ayuda, estremeció ciudades y
naciones. El diablo no lo podía matar, aun después de ser apedreado,
atacado, y pasar por tres naufragios. Dios hasta lo usó para levantar a
los muertos. Este hombre era uno de los siervos más ungidos de Dios en
toda la historia. Él lo tenía todo espiritualmente”.
Según
Pablo, no era así. El apóstol nos dice que había otro factor importante
en su liberación: La poderosa intercesión de los ayudantes en oración.
“Cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración” (versículo
11). Pablo estaba diciendo: “Estoy confiado que Dios me libertará. Y
ustedes están ayudando a que esto suceda, al orar”.
lección más significativa que Pablo aprendió en su angustia fue que
tenía que volverse al Señor y a Sus promesas de Pacto. Él sabía que ya
no podía confiar más en su propia carne, habilidades o esfuerzos. Él
escribe: “Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que
no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los
muertos” (2 Corintios 1:9).
La prueba de Pablo lo había llevado
al final de sus fuerzas. Él sabía que ya lo quedaban fuerzas para pelear
contra los poderes de las tinieblas, así que sentenció su propia carne a
la muerte. Y Dios lo libertó de manera maravillosa: “el cual nos libró,
y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran
muerte” (versículo 10).
¿Cómo fue Pablo librado? Esto implicaba
varias cosas: Primero, él fue un poderoso hombre de oración. Y segundo,
él tenía gran confianza en el Señor. Pablo sabía que Dios mantendría sus
promesas de Pacto. Él pudo decir: “Tal como el Señor me libró en el
pasado, Él está obrando librándome de esta prueba presente. Desde ahora y
hasta el día de mi muerte, viviré bajo su poder libertador”.
Como
Pablo, nosotros también pasamos por tiempos de pruebas, para que
muramos a toda confianza en nuestra habilidad humana. El Señor permite
que seamos aplastados, que seamos hechos impotentes y débiles, en un
esfuerzo por convencernos de que no podemos vencer al enemigo por ningún
esfuerzo carnal.
Al comparar nuestras vidas con la de Pablo,
podemos ser tentados a pensar: “Nunca podré experimentar la clase de
liberación que este hombre disfrutó. Él fue bien educado en las
Escrituras y recibió grandes revelaciones del Señor acerca de Jesús, del
Evangelio y del Nuevo Pacto”.
“Y Pablo ministraba con poder y
demostración del Espíritu Santo. Sin ayuda, estremeció ciudades y
naciones. El diablo no lo podía matar, aun después de ser apedreado,
atacado, y pasar por tres naufragios. Dios hasta lo usó para levantar a
los muertos. Este hombre era uno de los siervos más ungidos de Dios en
toda la historia. Él lo tenía todo espiritualmente”.
Según
Pablo, no era así. El apóstol nos dice que había otro factor importante
en su liberación: La poderosa intercesión de los ayudantes en oración.
“Cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración” (versículo
11). Pablo estaba diciendo: “Estoy confiado que Dios me libertará. Y
ustedes están ayudando a que esto suceda, al orar”.
martes, 1 de abril de 2014
LIBRADO A TRAVÉS DE LAS ORACIONES DE LOS “AYUDANTES”
“Porque
hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que
nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de
nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar
la vida” (2 Corintios 1:8). La palabra griega para “abrumados” en este
pasaje significa: “Cargados pesadamente, gravemente aplastados”. Pablo
le estaba diciendo a estos santos: “Nuestra crisis fue tan seria, que
casi nos aplasta horriblemente. Estaba más allá de mis fuerzas, más de
lo que podía soportar. Pensé que era mi fin”.
Cuando Pablo dice
que estaba tan abrumado que perdió la esperanza de vivir, podemos estar
seguros de que realmente había tocado fondo. En otros pasajes, él no le
da importancia a sus sufrimientos. Recordarás cuando él simplemente se
sacudió la víbora venenosa que se le había prendido de la mano. También
sufrió naufragio tres veces, sin embargo, él menciona este hecho de
paso, para llegar a un punto. Pablo fue golpeado, robado, apedreado y
encarcelado, sin embargo, a través de todo, nunca se quejó.
En
este pasaje, sin embargo, el apóstol estaba al punto de cansancio total.
Yo creo que lo que el soportaba era una fuerte angustia mental. No
podemos saber con exactitud qué era aquello que abrumaba a Pablo, pero 2
Corintios 7:5 nos da una idea: “Porque de cierto, cuando vinimos a
Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos
atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores”.
Creo que
Pablo se estaba refiriendo al dolor causado por las ovejas a las cuales
ministraba. Se habían levantado falsos maestros en Corinto y habían
tratado de poner al pueblo en contra de él. Ahora Pablo temía que su
rebaño rechazara su mensaje y siguiera a hombres que no tenían un
genuino interés en ellos.
Pablo fue consolado cuando Tito llegó,
trayéndole buenas nuevas acerca de sus “hijos amados” en Corinto. Pablo
escribe: “Pero Dios…nos consoló con la venida de Tito; y no sólo con su
venida, sino también con la consolación con que él había sido consolado
en cuanto a vosotros, haciéndonos saber vuestro gran afecto, vuestro
llanto, vuestra solicitud por mí, de manera que me regocijé aun más”
(versículos 6-7).
Yo he sentido este tipo de angustia en mi
vida. A veces, las palabras de las personas a quienes he amado y ayudado
se sintieron como cuchillos en mi espalda. Puedo decir con David: “Los
dichos de su boca son más blandos que mantequilla, pero guerra hay en su
corazón; suaviza sus palabras más que el aceite, mas ellas son espadas
desnudas” (Salmos 55:21). En tiempos abrumadores como éstos, es cuando
más he necesitado las oraciones de los “ayudantes”.
hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que
nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de
nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar
la vida” (2 Corintios 1:8). La palabra griega para “abrumados” en este
pasaje significa: “Cargados pesadamente, gravemente aplastados”. Pablo
le estaba diciendo a estos santos: “Nuestra crisis fue tan seria, que
casi nos aplasta horriblemente. Estaba más allá de mis fuerzas, más de
lo que podía soportar. Pensé que era mi fin”.
Cuando Pablo dice
que estaba tan abrumado que perdió la esperanza de vivir, podemos estar
seguros de que realmente había tocado fondo. En otros pasajes, él no le
da importancia a sus sufrimientos. Recordarás cuando él simplemente se
sacudió la víbora venenosa que se le había prendido de la mano. También
sufrió naufragio tres veces, sin embargo, él menciona este hecho de
paso, para llegar a un punto. Pablo fue golpeado, robado, apedreado y
encarcelado, sin embargo, a través de todo, nunca se quejó.
En
este pasaje, sin embargo, el apóstol estaba al punto de cansancio total.
Yo creo que lo que el soportaba era una fuerte angustia mental. No
podemos saber con exactitud qué era aquello que abrumaba a Pablo, pero 2
Corintios 7:5 nos da una idea: “Porque de cierto, cuando vinimos a
Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos
atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores”.
Creo que
Pablo se estaba refiriendo al dolor causado por las ovejas a las cuales
ministraba. Se habían levantado falsos maestros en Corinto y habían
tratado de poner al pueblo en contra de él. Ahora Pablo temía que su
rebaño rechazara su mensaje y siguiera a hombres que no tenían un
genuino interés en ellos.
Pablo fue consolado cuando Tito llegó,
trayéndole buenas nuevas acerca de sus “hijos amados” en Corinto. Pablo
escribe: “Pero Dios…nos consoló con la venida de Tito; y no sólo con su
venida, sino también con la consolación con que él había sido consolado
en cuanto a vosotros, haciéndonos saber vuestro gran afecto, vuestro
llanto, vuestra solicitud por mí, de manera que me regocijé aun más”
(versículos 6-7).
Yo he sentido este tipo de angustia en mi
vida. A veces, las palabras de las personas a quienes he amado y ayudado
se sintieron como cuchillos en mi espalda. Puedo decir con David: “Los
dichos de su boca son más blandos que mantequilla, pero guerra hay en su
corazón; suaviza sus palabras más que el aceite, mas ellas son espadas
desnudas” (Salmos 55:21). En tiempos abrumadores como éstos, es cuando
más he necesitado las oraciones de los “ayudantes”.
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