martes, 4 de octubre de 2016

Ezequiel1:1-3:27; RVR1960; - La visión de la gloria divina - Bible Gateway

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Ezequiel 1-3Reina-Valera 1960 (RVR1960)

La visión de la gloria divina


Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del
mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los
cielos se abrieron, y vi visiones de Dios.
En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes,

vino
palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de
los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová.


Y
miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube,
con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio
del fuego algo que parecía como bronce refulgente,


y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre.

Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas.

Y
los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de
pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido.


Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados.

Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante.

10 Y
el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado
derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro;
asimismo había en los cuatro cara de águila.


11 Así
eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos,
las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos.


12 Y
cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les
movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían.


13 Cuanto
a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones
de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos.


14 Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos.

15 Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda sobre la tierra junto a los seres vivientes, a los cuatro lados.

16 El
aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisólito. Y
las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia y su obra eran
como rueda en medio de rueda.


17 Cuando andaban, se movían hacia sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban.

18 Y sus aros eran altos y espantosos, y llenos de ojos alrededor en las cuatro.

19 Y
cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y
cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se
levantaban.


20 Hacia
donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les
movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras
ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.


21 Cuando
ellos andaban, andaban ellas, y cuando ellos se paraban, se paraban
ellas; asimismo cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se
levantaban tras ellos; porque el espíritu de los seres vivientes estaba
en las ruedas.


22 Y sobre las cabezas de los seres vivientes aparecía una expansión a manera de cristal maravilloso, extendido encima sobre sus cabezas.

23 Y
debajo de la expansión las alas de ellos estaban derechas,
extendiéndose la una hacia la otra; y cada uno tenía dos alas que
cubrían su cuerpo.


24 Y oí el sonido de sus alas cuando andaban, como sonido de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como ruido de muchedumbre, como el ruido de un ejército. Cuando se paraban, bajaban sus alas.

25 Y cuando se paraban y bajaban sus alas, se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas.

26 Y
sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un
trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había
una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él.


27 Y
vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego
dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y
desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía
resplandor alrededor.


28 Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor.

Esta
fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la
vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.


Llamamiento de Ezequiel

Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.
Y luego que me habló, entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y oí al que me hablaba.

Y
me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes
rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado
contra mí hasta este mismo día.


Yo, pues, te envío a hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor.

Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos.

Y
tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras,
aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no
tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa
rebelde.


Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes.

Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.

Y miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro.

10 Y lo extendió delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y había escritas en él endechas y lamentaciones y ayes.

Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.
Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo.

Y
me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de
este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.


Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras.

Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel.

No
a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras
no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oyeran.


Mas
la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí;
porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón.


He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes.

Como
diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni
tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde.


10 Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos.

11 Y
ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y
diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar.


12 Y
me levantó el Espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo,
que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar.


13 
también el sonido de las alas de los seres vivientes que se juntaban la
una con la otra, y el sonido de las ruedas delante de ellos, y sonido
de gran estruendo.


14 Me
levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la
indignación de mi espíritu, pero la mano de Jehová era fuerte sobre mí.


15 Y
vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me
senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito
entre ellos.


El atalaya de Israel

(Ez. 33.1-9)

16 Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

17 Hijo
de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás,
pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.


18 Cuando
yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le
hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que
viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu
mano.


19 Pero
si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de
su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.


20 Si
el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo
tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su
pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria;
pero su sangre demandaré de tu mano.


21 Pero
si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto
vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma.


El profeta mudo

22 Vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo: Levántate, y sal al campo, y allí hablaré contigo.

23 Y
me levanté y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de
Jehová, como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré
sobre mi rostro.


24 Entonces entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y me habló, y me dijo: Entra, y enciérrate dentro de tu casa.

25 Y tú, oh hijo de hombre, he aquí que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te ligarán, y no saldrás entre ellos.

26 Y haré que se pegue tu lengua a tu paladar, y estarás mudo, y no serás a ellos varón que reprende; porque son casa rebelde.

27 Mas
cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho
Jehová el Señor: El que oye, oiga; y el que no quiera oír, no oiga;
porque casa rebelde son.



Reina-Valera 1960 (RVR1960) Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.













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