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Epístola 18
Está escrito: "¡Cuán bella y cuán placentera eres, ahavá betaanuguím!"
Hay dos clases de amor. La primera es ahavá betaanuguím, que
significa que uno se deleita maravillosamente en Di-s, con grande e
inmensa alegría, la alegría del alma y su anhelo al experimentar que
Di-s es bueno y tan placentera como dulces maravillosamente deliciosos.
Es realmente un saboreo previo del Mundo Venidero, donde "[los justos se
sentarán con sus coronas sobre sus cabezas y] se deleitarán [en el
resplandor de la Presencia Divina]".
Respecto de ésta está escrito: "Regocijáos, justos, en Di-s", y no todos merecen esto. Este es el nivel al que el sagrado Zohar se refiere con la frase kahaná bireutá delibá.
Además, de éste se ha dicho: "[Yo concederé a vosotros vuestro
sacerdotal] servicio como obsequio", "y el extraño que se aproxime (a
esta manera de servicio) [es pasible de muerte]", pues no hay manera de
lograrlo por medio de esfuerzos humanos —como sí es posible con el temor
a Di-s, sobre el cual [en el otro mundo] se pregunta: "¿Te esforzaste
en el temor?", [y asimismo:] "Ay del mortal que no se esforzó en el
temor", como está escrito en Reshit Jojmá. Del temor también está
escrito: "Si lo buscaras cual plata [y rastrearas por él como por un
tesoro oculto, alcanzarías el temor a Di-s...]". Esto demuestra que
exige grande e intenso esfuerzo, como cuando se buscan tesoros—. En
contraste, este gran amor [ahavá betaanuguím] cae sobre el hombre
por sí mismo, desde lo Alto, sin que se prepare y ponga su intención en
ello, pero sólo luego de haberse esforzado en [alcanzar] irát haromemút,
y luego de haber obtenido el máximo [grado] que puede alcanzar de éste,
conforme el nivel de su alma; entonces, por sí mismo, la ahavá betaanuguím
viene desde lo Alto para morar con, y unirse a, el temor. Pues, "Es el
hábito del hombre buscar [a la mujer]", como está escrito en Likutéi Amarím.
La segunda [categoría] es un amor y deseo con el que el alma desea,
ama y anhela unirse a Di-s, "para estar ligada en el lazo de vida"*. La
proximidad a Di-s le es muy preciada, y eso es lo que desea. Le resulta
de lo más desagradable alejarse, Di-s libre, de El —bendito sea—, tener
una partición de acero de los jitzoním que la separe [de El],
Di-s libre. Este amor está latente en el corazón de todo judío, incluso
los malvados, y de éste [amor latente] deriva su remordimiento. Sin
embargo, dado que está latente y oculto, en un estado de exilio en el
cuerpo, le es posible a la kelipá dominarlo; y éste es el "espíritu de necedad" que hace pecar al hombre.
Por lo tanto, el servicio del hombre a su Hacedor comprende fortalecerse y prevalecer sobre la kelipá
en todas sus manifestaciones. Eso es, en primer lugar expulsarla
totalmente del cuerpo, de las [facultades de] pensamiento, palabra y
acción que están en el cerebro, la lengua, y los 248 órganos. A
continuación, también podrá "sacar al cautivo de la prisión" con mano
fuerte. O sea, será fuerte "y su corazón valiente entre los de coraje",
de modo que el amor oculto se volverá abundantemente revelado en todos
los poderes de los componentes del alma en su cuerpo; es decir,
principalmente en la mente y en [la facultad de] el pensamiento en el
cerebro, de modo que correspondiéndose con su intelecto y entendimiento
la mente pensará y meditará constantemente sobre el bendito Creador —
cómo El es la Fuente de vida en general, y de la vida de su propia alma
en particular. Consecuentemente, anhelará y deseará estar apegado a El, y
cerca de El, con un anhelo innato, como aquel de un niño que
constantemente anhela estar cerca de su padre, y como el fuego que, por
su propia naturaleza, se eleva siempre a lo alto, a su fuente. Y cuanto
más persevere en meditar en su mente acerca de este anhelo, tanto más se
tornará este anhelo correspondientemente fuerte, y se extenderá también
a su boca y todos sus órganos, de modo que se dedicará a la Torá y a
los mandamientos para realmente unirse por su intermedio a Di-s, porque
"La Torá y el Santo, bendito sea, son totalmente uno".
De este anhelo grandemente manifestado, es decir, de este amor, está
escrito: "Mi alma está sedienta [de Di-s]", como la persona que está
sedienta de agua y aún no deriva placer alguno [de ella].
También respecto de este anhelo y este amor oculto dentro de nosotros
oramos a Di-s, para que nos ayude a liberarlo de la prisión, de modo
que el corazón esté colmado de él solamente y "su esposa rival" no entre
a su casa. Más bien, este [anhelo y amor] debe ser la única patrona de
la casa, para imponerse a su "esposa rival" y expulsarla al menos del
pensamiento, la palabra y la acción de uno. A pesar de que uno no puede
expulsarla del todo del propio corazón [de modo que no abrigue deseos
foráneos en absoluto], que esté al menos encubierta, en un estado de
exilio y servidumbre a la dueña de casa, quien se servirá de ella para
sus propias necesidades solamente, tales como comer y beber, como está
escrito: "Conócelo [a Di-s] en todos tus caminos".
Extraido del
libro Tania Completo, de la Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana
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Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana.
Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización
escrita de la Editorial.
Derechos Reservados.
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