sábado, 30 de julio de 2016

Theologa Irene Economides:

Theologa Irene Economides:





Para Usos Internos y Didácticos Solamente
Adaptación pedagógica: Dr. Carlos Etchevarne, Bach. Teol.


Contenido:





Cisma. (Del griego sjisma=separación, ruptura). Separación de la comunión de una Iglesia, debido a cuestiones de autoridad y de disciplina y no, como en el caso de la herejía,de cuestiones de doctrina.
Ruptura de la comunión eclesial. Con el término cisma se comprende una
opinión errónea relacionada con algunos conceptos de la fe, cuando
todavía no está perdida la espera
nza para corregir a los extraviados. Separación: Bajo separación se comprende una ruptura no autorizada con la Iglesia, aunque se conserve la doctrina ortodoxa. Muchas separaciones al principio se apoyaban sobre la ortodoxia, pero finalmente adoptaban definitivamente alguna herejía.


Herejía.
(Etimológicamente significa elección). Doctrina que la Iglesia
considera contraria a la fe católica. Los elementos que constituyen la
herejía son dos: Negación de una verdad revelada por Dios; negación de
la definición del magisterio infalible de la Iglesia. En la historia del
cri
stianismo las principales
herejías han sido las de los gnósticos, maniqueos, montanistas,
arrianos, monofisitas, nestorianos, pelagianos, iconoclastas, valdenses,
albigenses, cátaros, husitas, etc.
Error en materia de fe, sostenido con pertinacia.

Desde el principio aparecieron en la Iglesia diferentes enseñanzas erróneas bajo influjos del judaísmo y del paganismo.


Judaizantes: La herejía de los judaizantes negaba la divinidad del Señor Jesucristo y exigía el cumplimiento de la entera ley Mosaica.

Gnósticos: La herejía derivada del paganismo, denominada la de gnósticos (gnosis = conocimiento) se fundaba en dos principios: el Dios y la materia que siempre luchan entre si, incluyendo
también el concepto de eones, o divinidades inferiores, y la ciega
suerte. Según esta teoría, Cristo pertenecía a los eones superiores y
poseía cuerpo fantasmal.


Antitrinitarios: La herejía de los Antitrinitarios rechaza el dogma de la Santísima Trinidad (Pablo de Samosata y Savelio).

Concilios Ecuménicos
Concilio — del latín concilium: asamblea convocada. Es la asamblea de los obispos y superiores generales de órdenes religiosas, que trata de cuestiones de doctrina y de disciplina eclesiástica.
El concilio de Jerusalén, reunido entorno a los apóstoles el año 49, ha
sido tomado como modelo de todos los concilios (Hechos 12). Los
concilios ecuménicos (del griego
oikoumene: tierra habitada) reúnen a los obispos del mundo entero. Fueron convocados originariamente por los emperadores Bizantinos.



EI I Concilio Ecuménico fue convocado en el año 325 en Nicea bajo el reinado del emperador Constantino, el cual dio la apertura y el cierre del mismo sin presenciarlo, a causa del surgimiento
de la herejía de Ario, San Constantino envío una carta circular a todos
los obispos con el siguiente texto actualmente nos pareció, por muchos
motivos, que es mejor que el Concilio se realice en Nicea de Bitinia,
considerando la llegada de obispos de Italia y de otros lugares de E
uropa; dado el buen clima que hace en Nicea, y también para que yo presenciara como oyente y participante en lo que allí pueda acontecer.

En aquel Concilio, cuya apertura fue hecha por el
emperador San Constantino (en latín) en el palacio imperial de Nicea el
20 de mayo del año 325, participaron 318 obispos procedentes de
distintos países y naciones.
Muchos de ellos
llevaban aún en sus cuerpos las huellas de los martirios sufridos por su
fe. Con seguridad podemos decir que estos obispos fueron testigos de su
fe con su propia sangre. Entre ellos había 5 obispos de los países
occidentales, podemos mencionar que estaban: san N
icolás, el obispo Jacobo, Spiridon Trimifunski, san Atanasio el Grande.

El motivo principal por el que fue convocado el
primer Concilio Ecuménico fue el de afirmar la verdadera doctrina acerca
de la divinidad, eternidad y nacimiento del Hijo de Dios en
contraposición a las falsas enseñanzas del sacerdote de Alejandría Ario,
que sostenía que el Hijo de Dios fue creado por Dios Padre, y que era
solamente una criatura superior.
De esta manera Ario
negaba "la divinidad y el nacimiento eterno de la segunda persona de la
Santísima Trinidad" el Hijo de Dios, de Dios Padre. Este Concilio
condenó y rechazó esta herejía de Ario, peligrosa para la Iglesia,
estableciendo la verdad absoluta e indiscutible.

Redactó en el
segundo articulo del símbolo de la fe (credo) lo siguiente: "Creo... en
un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, que nació del Padre
ante de todos los siglos; luz de luz; verdadero Dios de Dios verdadero;
engendrado, nacido; consub
stancial con el Padre, por quien fueron hechas todas las cosas." Así, leyendo el antiguo testamento podemos encontrar referencias a la pluralidad de las Divinas Personas, por ejemplo (Génesis 1:26), "hagamos al hombre a Nuestra imagen y semejanza" (Génesis 3:22) "he aquí a Adán hecho como uno de Nosotros." ¿Con
quién hablaba el Señor? nadie puede decir que dijo esto a los Ángeles,
ya que ellos no son su imagen y semejanza, los Ángeles no tienen la
esencia, el poder y la majestad del S
eñor.
Entonces, ¿quién era aquel, con quien hablaba el Señor al que le dijo
"a nuestra imagen y semejanza"? nadie más que con aquel que tuviera su
misma esencia equivalente, totalmente idé
ntico a él, conforme a la perfección, poder, majestad y gloria divinas.

En este primer Concilio Ecuménico fueron
redactados en forma clara, breve y precisa los primeros siete artículos
para que todos los cristianos puedan saber exactamente las verdad
eras
enseñanzas sobre la fe. El símbolo de la fe está compuesto en total por
12 art. y en cada uno de ellos está contenida una verdad en particular.

El primer Concilio estableció, además, otras 20 normas en total que conciernen a los eclesiásticos: diáconos, presbíteros, obispos. Entre ellos la celebración de la santa pascua de resurrección de nuestro Señor Jesucristo el primer domingo después de la luna llena del 21 de marzo; (después del 21 de marzo; y si la luna llena cae en domingo, la Pascua será el domingo siguiente)
también se estableció que los sacerdotes deberían previamente casarse
antes de tomar los hábitos. Otra, que los sacerdotes una vez ordenados
no pueden volver a casarse.

La única
jerarquía de los consagrados por la iglesia que puede volver a casarse
son los lectores. La norma #20 que es poco conocida por los feligreses
se refiere a que: se debe rezar de pie en la iglesia los días domingo y
días de precepto, o sea que en esos días no se puede arrod
illarse en la iglesia.
El decreto sobre el dogma fue publicado a través de dos edictos, uno por el mismo Concilio y el otro por el emperador. Además, el emperador avaló con su firma la de sus miembros. Esto dio comienzo a la consolidación del papel del emperador como cristiano, en un imperio cristiano.
Esto fue un antecedente para todos los Concilios Ecuménicos
posteriores. Se puede decir que el emperador ortodoxo aparece como un
notario de la Iglesia católica ortodoxa unive
rsal.
Por lo cual en el imperio bizantino, las normas del primer Concilio
Ecuménico y la de los siguientes se transformarán en gubernamentales o
de estado.


El Símbolo Niceno.
Creemos en un
solo Dios Padre omnipotente, creador de todas las cosas, de las
visibles y de las invisibles; y en un solo Señor Jesucristo Hijo de
Dios, nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre,
Dios de Dios, luz de luz, Dios ver
dadero de Dios verdadero, engendrado,
no hecho, consustancial al Padre, por quien todas las cosas fueron
hechas, las que hay en el cielo y las que hay en la tierra, que por
nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió y se encarnó, se
hizo hombre, padeció, y resucitó al tercer día, subió a los cielos, y ha
de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Y en el Espíritu Santo.

Mas a los que afirman: Hubo un tiempo en que no fue y que antes de ser engendrado no fue, y que fue hecho de la nada, o los
que dicen que es de otra hipóstasis o de otra sustancia o que el Hijo
de Dios es cambiable o mudable, los anatematiza la Iglesia Católica.



Del bautismo de los herejes y del viático de los moribundos.

Can. 8. Acerca de los que antes se llamaban a si mismos kátharos o puros (es decir, los novacianos),
pero que se acercan a la Iglesia Católica y Apostólica, plugo al santo y
grande Concilio que, puesto que recibieron la imposición de manos,
permanezcan en el clero, pero ante todo co
nviene que confiesen por escrito que aceptarán y seguirán los decretos de la Iglesia Católica y Apostólica, es decir, que no negarán la reconciliación a los desposados en segundas nupcias y a los lapsos caídos en la persecución...


Can. 19. Sobre los que fueron paulianistas y luego se refugiaron en la Iglesia Católica, se promulgó el decreto que sean rebautizados de todo punto; y si algunos en el tiempo pasado pertenecieron al clero, si aparecieren irreprochables e irreprensibles, después de rebautizados, impónganseles las manos por el obispo de la Iglesia Católica...


Can.
13. Acerca de los que están para salir de este mundo, se guardará
también ahora la antigua ley canónica, a saber: que si alguno va a salir
de este mundo, no se le prive del último y más n
ecesario
viático. Pero si después de estar en estado desesperado y haber
obtenido la comunión, nuevamente volviere entre los vivos, póngase entre
los que sólo participan de la oración; pero de modo general y acerca de
cualquiera que salga de este mundo, si pide participar de la E
ucaristía, el obispo, después de examen, debe dársela (versión latina: hágale participe de la ofrenda).


Este Concilio sancionó los privilegios de las tres sedes patriarcales de Roma, Alejandría y Antioquia, y extendió a toda la Iglesia la costumbre romana, concertando la fecha de la celebración de la Pascua.


Defensores de la Ortodoxia.
San Atanasio (297-373) Padre de la Iglesia, fue un valiente campeón de la Ortodoxia. Pasó diecisiete de sus cuarenta y cinco años como Obispo de Alejandría, en el exilio.

San Basilio (330-379) tenía un instinto natural de dirigente y organizador. Habló y escribió
sobre el arrianismo. Fundó hospitales y orfanatos, entre otras cosas.
Revisó y puso al día la Divina Liturgia. Contribuyó grandemente al
Monacato (Este y Oeste) y f
ue uno de los famosos Padres de Capadocia (junto con San Gregorio de Nisa, su hermano menor, y San Gregorio Nacianceno, el Teólogo, su íntimo amigo). Los Capadocios, junto a San Atanasio el Grande, trazaron el modelo para expresar las doctrinas referentes al misterio de la Santa Trinidad.
San Basilio, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo son llamados los Tres Jerarcas.
Cronología de la Controversia Arriana.

256

Libia

Nacimiento de Arrio

311

Egipto

Arrio es ordenado presbítero por el obispo Aquiles de Alejandría, sucesor de Pedro, quien fuera martirizado en el 311.

311

Palestina

Eusebio consagrado obispo de Cesaréa en algún momento entre el 311 y el 318.

312

Egipto

Alejandro consagrado obispo de Alejandría.

317

Asia Menor

Eusebio, un seguidor de Luciano de Antioquía, se convierte en obispo de Nicomedia.

318 o 319

Egipto

En
una discusión informal sobre la Trinidad entre el obispo Alejandro y
sus presbíteros, Arrio acusa a Alejandro de Sabelianismo. Él continúa
dando forma a su visión adopcionista siguiendo la teología de Luciano de
Antioquía. Mas tarde, Alejandro de Alejandría convoca un consejo que
condena y exilia a Arrio. Este, entonces escribe su
Carta a Eusebio de Nicomedia en la cual se queja de haber sido injustamente perseguido. La carta menciona que Eusebio de Cesaréa y muchos otros obispos orientales,
han sido también condenados. Arrio entonces viaja a Nicomedia por
invitación de Eusebio, luego de lo cual Eusebio comienza una campaña,
mediante cartas a los obispos del Asia Menor, apoyando a Arrio. Por este
fervoroso respaldo a Arrio, Eusebio "transforma lo que podría haber
sido una disputa Egipcia en una controversia ecuménica" (Quasten III,
191).





En algún momento en el mismo año, Alejandro escribe su Epístola Católica en la cual le informa a sus compañeros obispos que Eusebio de Nicomedia
está también extendiendo la herejía Arriana. Él advierte a sus colegas
de no seguir a Eusebio, por que de lo contrario ellos también ca
erán en la apostasía.

320

Asia Menor

Mientras se encuentra en Nicomedia, Arrio escribe su Carta a Alejandro de Alejandría en la cual presenta otro resumen de sus opiniones. Aproximadamente en el mismo momento, Arrio escribe El Banquete (o la Thalía), tal vez en un intento de popularizar su doctrina. Solo sobreviven fragmentos de este trabajo, la mayoría en forma de citas en los escritos de Atanasio.

324

Egipto

Alejandro escribe una Carta a Alejandro de Constantinopla que es también
enviada a obispos fuera de Egipto. En esta carta, Alejandro advierte a
sus compañeros obispos del peligro que entraña la amenaza Arriana. El
también menciona a Luciano de Antioquía y a Pablo de Samosata como los
verdaderos iniciadores de esta herejía.

325

Palestina

En
los primeros meses de este año, Osio, un representante del Emperador
Constantino, preside un concilio antiarriano en Antioquía. Este concilio
condena a Eusebio de Cesaréa por ser un seguidor Arriano y formula un
credo doctrinal a favor de la teología de Alejandro.

325

Asia Menor

Constantino convoca el Concilio de Nicea para desarrollar una fórmula de fe que pueda unificar la Iglesia. Se redacta el Credo Niceno, declarando que el Padre y el Hijo son de la misma substancia (homoousios), tomando una posición claramente antiarriana. Arrio es exiliado a Illia.

327



Arrio y Euzoio escriben una Carta al Emperador Constantino.
Esta carta incluye un credo que intenta mostrar la ortodoxia de la
posición Arriana y una petición para ser restituidos a la Iglesia.

328



Constantino hace volver a Arrio del exilio en Illia.

328

Egipto

Alejandro de Alejandría muere el 17 de abril. Atanasio es consagrado obispo de Alejandría el 8 de junio.

335

Palestina

Un Pronunciamiento del Sínodo de Tiro y Jerusalén
restituye a Arrio y a sus amigos a la comunión con la Iglesia. Tanto
Eusebio de Cesaréa como Eusebio de Nicomedia tienen papeles importantes
en este sínodo. Atan
asio es depuesto y va a quejarse al Emperador
Constantino, a quien encuentra a mitad de camino. Ante la persistencia
de Atanasio en demandar una audiencia, Constantino acepta escuchar su
protesta. El Emperador entonces escribe su Carta a los obispos reunidos en Tiro pidiendo
encontrarse en su presencia para discutir el tema. Algunos de los
obispos se apuran a volver a sus casas pero Eusebio de Nicomedia va a
encontrarse con Constantino y su consorte.

336



El Emperador está de acuerdo con lo acordado en el concilio sobre Atanasio, y en consecuencia, lo exilia a Trieste.

336



Marcelo,
obispo de Ancira, es depuesto en un concilio en Constantinopla. El
había escrito un tratado en el 335 defendiendo la teología Nicena, pero
fue considerado un Sabeliano por sus oponentes.

336

Grecia

Arrio muere repentinamente en Constantinopla la tarde
previa a la ceremonia formal en la que se le iba a restituir el rango
presbiteral.

337

Asia Menor

Eusebio de Nicomedia
bautiza a Constantino, quien muere el 22 de mayo en Nicomedia. Su
apología es pronunciada por Eusebio de Cesaréa. El Imperio se divide
entre sus tres hijos: Constancio en oriente, Constantino II toma Bretaña
y Galias y Constante, Italia e
Illirica. El 17 de junio, Constancio, ordena el retorno de Atanasio a Alejandría.

338

Grecia

Eusebio de Nicomedia es designado Obispo de Constantinopla.

338

Palestina

Un concilio en Antioquía depone a Atanasio y ordena un segundo exilio.

339

Egipto

Atanasio se apresura a
volver a Alejandría anticipándose a se expulsión. Gregorio, un hombre de
Capadocia (no Gregorio de Nizancio o Gregorio de Niza) toma posesión de
la sede del obispo Atanasio.

339



Eusebio de Cesaréa muere a fines del 339 o principios del 340.

340



Después
de la muerte de Constantino II, Constante pasa a ser el único
gobernante de occidente. El apoya a los Nicenos y a Atanasio, Mientras
su hermano en el oriente, Constancio, como sabemos, se opone a la te
ología Nicena. También Julio I, obispo de Roma, recibe a Marcelo y Atanasio en comunión con la Iglesia de Roma.

341

Palestina

Se
llevan a cabo dos concilios Arrianos en Antioquía durante este año, el
primero en ocasión de la dedicación de una iglesia que había sido c
omenzada bajo la dirección del Emperador Constantino. De los 97 obispos presentes, ninguno es de occidente y muchos son hostiles a Atanasio. Durante este concilio, son escritas la Primera, Segunda Confesiones Arriana, comenzando de este modo, un intento de producir una doctrina formal de fe para oponerse al Credo Niceno. (La Segunda Confesión Arriana es también conocida como el Credo de la Dedicación.) La Cuarta Confesión Arriana es
escrita en el segundo concilio del año. Los obispos orientales reniegan
de ser arrianos, elaborando la siguiente declaración: "¿Cómo, siendo
obispos, deberíamos seguir a un sacerdote?" (El sacerd
ote al que se refieren es, por su puesto, Arrio).

341



Eusebio de Nicomedia muere en el invierno de 341-342.

342 o 343



Constante convoca un concilio en Sardica
en un intento de restaurar la unidad de la Iglesia. El concilio es un
fiasco. Los obispos orientales y occidentales se separan y se denuncian
unos a otros. Los orientales dan a conocer una declaración diciendo que
es un ataque al Arrianismo, los o
rientales
se retiran a Filipolis y elaboran una declaración fechada en Sardica,
la cual justifica que Atanasio y Marcelo sean destronados y co
ndena a Julio I y a otros. A esto es agregado el 4º credo de Antioquía con anatemas adicionales dirigidas a Marcelo.

344


Se lleva a cabo otro Concilio Arriano en Antioquía. Aquí, el concilio redacta la Quinta Confesión Arriana (o Macrostich), la cual es notablemente mas larga que las confesiones escritas en Antioquía en 341. El Macrostich es el credo oriental de Sardica mas ocho párrafos dirigidos a los obispos occidentales.

345

Italia

Se lleva a cabo un concilio en Milán. Los obispos occidentales leen el Macrostich.

345

Egipto

Gregorio, obispo de Alejandría, muere en junio.

346

Egipto

Atanasio es restituido a la sede Alejandrina.

347

Italia

Se lleva a cabo un segundo concilio en Milán.

350



El rebelde Magnesio asesina a Constante.

351



Un segundo concilio es convocado en Sirmium bajo la supervisión de Basilio de Ancira. Es escrita la Sexta confesión Arriana (o Primer Sirmium), la que parece ser una revisión aumentada de la Cuarta Confesión Arriana escrita en el 341.

353



Un concilio dirigido contra Atanasio es realizado en Arles en el otoño.

353



Constancio
derrota a Magnesio y se convierte en el único gobernante del Imperio;
al desaparecer Constante, que apoyaba los Nicenos, él trabaja para
eliminar la teología Nicena.

355

Italia

se realiza un concilio en Milán. Atanasio es condenado nuevamente.

356

Egipto

Atanasio es depuesto el 8 de febrero, comenzando el tercer exilio.

356



Jorge es nombrado obispo de Alejandría. Aecio, quien anuncia que el Hijo es distinto (anomoios, de aquí el título de Anomeos) y no puede ser de la misma esencia o similar al Padre, ejerce influencia sobre Jorge.

357

Palestina

Eudoxia, otro teólogo influenciado por Actio, se convierte en obispo de Antioquía.

357



El tercer Concilio De Sirmium es realizado durante el verano. Se redacta la Séptima Confesión Arriana (o Segundo Sirmium) (también llamada "La Blasfemia). Los obispos occidentales se acercan lo mas que pueden para encontrar un arreglo con los Arrianos. Tanto homoousios (de una esencia) como homoiousios (de distinta esencia) son evitados por anti bíblicos, y se llega al acuerdo de que el Padre es mas grande que su hijo subordinado.

358



Un Concilio realizado en Ancira bajo el liderazgo de su obispo, Basilio, da a conocer una declaración usando el término homoiousios. Los obispos participantes son considerados "Semi-arrianos."

359



Se lleva a cabo el cuarto concilio de Sirmium el 22 de mayo. Se redacta la Cuarta Confesión de Sirmium (o el Credo fechado). Propone una fórmula de compromiso, la cual no es técnica, y está diseñada para complacer a todos (aunque está demasiado aguada como para hacer algún bien).

359



Constancio convoca 2 concilios para finalizar lo que Nicea había comenzado,
es decir, para desarrollar un credo que unificara la Cristiandad. El
Sínodo de Ariminum (Rimini) es realizado en occidente durante el mes de
mayo y concurren mas de 400 obispos. El Sínodo de Seleucia se lleva a
cabo en octubre (¿o diciembre?) y al cual concurren alrededor de 160
obispos. Aquí se escribe la Novena Confesión Arriana
, la cual afirma que Cristo es "como el Padre," mientras que al mismo tiempo maldice a los Anomeos. Finalmente, ambos concilios se ponen de acuerdo con esta fórmula de fe, semi-arriana, aunque no especifica cómo el Hijo es igual al Padre. De todos modos este acuerdo parece haber sido forzado en Ariminum, el cual hubiera finalizado, de no ser así, a favor de Nicea.

360

Grecia

Se realiza un concilio en enero para revisar las conclusiones de Ariminum y Seleucia del año anterior. Se redacta la Décima Confesión Arriana. Jerónimo escribe en relación a este concilio 20 años mas tarde, que "el mundo despertó con un gemido sabiéndose Arriano."

360



Las tropas de Constancio enfrentan dificultades y están siendo derrotadas. Las fuerzas Galas declaran Emperador a Julián, primo de Constancio, en lugar de darle su apoyo al decadente Constancio.

361



Constancio muere el 3 de noviembre nombrando a Emperador a Julián.

361

Palestina

Se
realiza un concilio en Antioquía mientras se instala a Euzonio como
obispo de Antioquía. (Euzonio había sido excomulgado con Arrio en el 318
y el 325 y readmitido con él en el 335). Durante este co
ncilio, se escribe la Décimo primera Confesión Arriana.
Este credo es fuertemente Anomoeano, lo que lleva a Atanasio a remarcar
que los arrianos han vuelto a las primeras doctrinas forjadas por
Arrio.

373



Atanasio muere el 3 de mayo.

373

Grecia

El Primer Concilio
(Segundo Ecuménico) de Constantinopla se realiza para rever la
controversia desde Nicea. Bajo la dirección de Gregorio de Nizancio, se
reevalúa el credo Niceno y se acepta con el agregado de las cláusulas
sobre el Espíritu Santo y otros temas.

383



Se
revisan las decisiones del Primer Concilio de Constantinopla. El 383
puede ser identificado como el año en que finalizó la controversia Arri
ana, siempre que tomemos esto como que la Iglesia ortodoxa finalmente aceptó una fórmula de fe no-arriana que no fue cuestionada por otras confesiones arrianas. Aunque los Arrianos continuaron existiendo durante
mucho tiempo mas, la agenda teológica de la Iglesia se desvía de la
Trinidad y se precipita a otra controversia, la Controversia
Cristológica del Sigl
o V.


Fue convocado por el emperador Teodosio el Grande (Español) en Constantinopla en el año 381, el cual presenciaron 150 obispos de todo Oriente. La Iglesia de Roma no estaba representada. El patriarca Melecio de Antioquia presidió la apertura de este Concilio.

Este Concilio fue celebrado para afirmar la verdadera doctrina del, Espíritu Santo
en contraposición a la falsa doctrina de Macedonio que rechazaba la
divina dignidad del Espíritu Santo "la tercer Persona de la Santísima
Trinidad."

Macedonio enseñaba que el Espíritu Santo no es Dios y
que además estaba al servicio de Dios Padre y del Hijo de Dios como lo
estaban los Ángeles. Entre los obispos que presenciaban estaban Gregorio
el Teólogo, que era el presidente del Concilio; Gregorio Nacianceno,
Cirilo de Jerusalén y otros, durante el Concilio, la herejía de
Macedonio fue condenada y rechazada.
Este Concilio estableció el dogma por la cual todas
las Personas o Hipóstasis de Dios son equivalentes entre si, en cuanto
al poder, majestad, perfección y gloria, divinas; y agregó 5 artículos
más (al credo) símbolo de la fe de Nicea (del 8 al 12 inclusive).
En resumen, quedo así: En el art. numero 1 se habla
de Dios Padre. En el art. numero 2 hasta el 7 se habla de Dios Hijo. En
el art. numero 8 de Dios Espíritu Santo. En el art. numero 9 de la
iglesia. En el art. numero 10 del bautismo. En el art. numero 11 de la
resurrección de los muertos. En el art. numero 12 de la vida eterna.
De esta manera se combinó y se compuso el símbolo de
la fe Niceo-Constantinopolitano que sirve para siempre de guía para la
Iglesia.
La iglesia
occidental (aunque en esa época no existía la división de oriental y
occidental, era una sola) también tomó como guía este símbolo, aunque
más tarde intro
dujo un cambio sosteniendo "que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo" aprobado por los papas romanos desde el siglo XI, pese a que es una falsa enseñanza.

Comento, que una de las normas existentes dice que el obispo de Constantinopla tiene mas honor o que le corresponde más honor que al de Roma, ya que a esta ciudad se la considera la "Roma nueva."


Símbolo Niceno-Constantinopolitano.



Creemos en un solo Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles o invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, nacido
del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios
verdadero, nacido no hecho, consustancial con el Padre, por quien
fueron hechas todas las cosas; que por nosotros
los hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos y se
encarnó por obra del Espíritu Santo y de María Virgen, y se hizo hombre,
y fue crucificado por nos
otros bajo Poncio Pilato y padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras,
y subió a los cielos, y está sentado a la diestra del Padre, y otra vez
ha de venir con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos; y su reino
no tendrá fin. Y en el Espíritu Sa
nto,
Señor y vivificante, que procede del Padre, que juntamente con el Padre
y el Hijo es adorado y glorificado, que habló por los profetas. En una
sola Santa Iglesia Católica y Apostólica. Confesamos un solo bautismo
para la remisión de los pecados. Esperamos la resurrección de la carne y
la vida del siglo futuro. Amén.




En este Segundo Concilio
Ecuménico se recuerda y confirma el I Concilio de Nicea, condena y
anatemiza a los grupos y facciones heréticas. Condena las doctrinas
heréticas de Pelagio y Cele
stino que negaban la transmisión del pecado de Adán a su descendencia. Pone orden en los límites de la Jurisdicción de los Obispos en sus respectivas diócesis. Acepta los Tomos de Roma y Antioquia
y se aprueba que el Obispo de Constantinopla debe tener la Primacía de
Honor, detrás del Obispo de Roma, pues Constantinopla es la
Nueva Roma.
Defensores de la Ortodoxia
San Gregorio Nacianceno,
el Teólogo (329-390) fue un escolar que estudió en Atenas con San
Basilio; fue nombrado Patriarca legítimo de Constantinopla (379),
reemplazando al arriano Demófilo. Presidió el Segundo Concilio
Ecuménico. Fue poeta y un pensador profundo escribiendo himnos, poemas,
ensayos y sermones.

San Gregorio de Nisa (331-396), hermano menor de San Basilio, fue un teólogo que sondeó profundamente en las verdades de la fe. Gregorio de Nisa aporta la idea de que las operaciones
de las personas trinitarias son distintas, pero atestiguan una sola
esencia. El Padre es todo poder, el Hijo es el poder del Padre y el
Espíritu Santo es el Espíritu del poder del Hijo. Hay que tributar la
adoración suprema al Espíritu Santo, lo mismo que al Padre y al Hijo.

San Juan Crisóstomo (345-407)
nació y se educó en Antioquia (Siria). Fue Patriarca de Constantinopla
en 398. Es conocido por sus elocuentes y sinceros sermones. (Crisóstomo
signif
ica “boca de oro”). Fue el responsable de la revisión de la Divina Liturgia. Murió en el exilio.



Fue
convocado por el emperador Teodosio II en el año 431 en Efeso, a causa
de la herejía sostenida por el patriarca de Constantinopla Nestorio, que
comenzó a predicar que de María n
ació solo el hombre Jesús en el cual la divinidad habita como en el templo. Obstinadamente enseñaba diciendo que se debe distinguir entre Jesús y el Hijo de Dios; que María no debía ser llamada
Madre de Dios "Theotókos," porque ella no había dado luz al Dios
hombre, sino que debía llamarse madre de Cristo, dado que el Jesús que
nació de María, era solamente el hombre Cristo (que quiere decir
"Mesías," "el ungido," como los ungidos de Dios anteriores, los
profetas, solo que sobrepasándo
los
en la plenitud de la comunión de Dios). Por lo cual toda la enseñanza de
Nestorio constituía una denigración de toda la obra de Dios, pues si de
María solo nació un ho
mbre, no fue Dios quien sufrió por nosotros sino un hombre.

Mantuvo la doctrina de la
Iglesia y no introdujo ninguna novedad. San Cirilo escribió también a
Roma informando al santo papa Celestino sobre esto. San Celestino por su
parte escr
ibió a Nestorio para que predique fielmente la fe ortodoxa, y no la suya.

Nestorio le contestó que estaba enseñando la fe ortodoxa, mientras que
sus oponentes eran los herejes. San Cirilo escribió nuevamente a
Nestorio y compuso 12 anatemas, (o sea en 12 párrafos), las principales
diferencias entre las enseñanzas ortodoxas y lo predicado por Nestorio,
ex
comulgando de la iglesia a quien rechazare siquiera un párrafo de lo que compuso.

Nestorio rechazó el texto escrito por san Cirilo, y escribió su propia exposición igualmente
en 12 párrafos, dando anatema, es decir excomunión, a quienes no lo
aceptasen, entonces san Cirilo, al ver que el peligro para la pureza de
la fe crecía, escribió al emperador Teodosio el J
oven a su esposa Eudoxia. San Cirilo arzobispo de Alejandría investigó las enseñanzas y le escribió una carta pidiéndole que Pulquería se interese por las cuestiones eclesiásticas para frenar la herejía.

Así se decidió convocar a un Concilio Ecuménico en el que jerarcas venidos de todo el mundo decidieran si la doctrina predicada por Nestorio era ortodoxa.

Se eligió como sitio para el mismo la ciudad de Efeso donde la Santísima Virgen habitó con el apóstol San Juan el Teólogo. Y así viajaron a Efeso de Egipto: san Cirilo con otros obispos, de Antioquia vino Juan, su arzobispo con los obispos orientales; de Roma llegaron dos obispos, Arcadio y Proyecto y un presbítero llamado Felipe al que el papa san Celestino instruyó en qué decir, ya que no pudo viajar, también le pidió a san Cirilo la defensa de la fe ortodoxa. Asimismo fueron a Efeso Nestorio y los obispos de la región de Constantinopla y los obispos de Palestina, Asia Menor y Chipre.
Este Concilio Ecuménico fue presidido por el obispo de Alejandría Cirilo, y el obispo de Efeso Memnon; y sus miembros reconocieron las enseñanzas de Nestorio como impías y lo condenaron privándolo de su sede y del sacerdocio. Sobre esto se compuso un decreto que fue firmado por unos 160 participantes del Concilio.

Así, la decisión del Concilio fue la voz de la iglesia universal, que
claramente expresa su fe en que Cristo, nacido de la doncella, es el
verdadero Dios que se hizo hombre, y en tanto que María dio luz al
perfecto hombre que es al mismo tiempo el perfecto Dios y le corresponde
ju
stamente ser reverenciada como Theotókos (Madre de Dios).
El Concilio tuvo cinco
sesiones más y se establecieron en seis cánones las medidas contra
aquellos que osaran difundir las enseñanzas de Nestorio o cambiar lo
establecido en el Concilio de Efeso.
El Concilio
Ecuménico de Efeso además: Reafirmó de igual manera la condenación de
Pelagio que enseñaba que el hombre podía salvars
e por sus propios poderes sin necesidad de tener
la gracia de Dios. Decidió también según ciertas materias de gobierno
de la iglesia. Envío epístolas a los obispos que no habían concurrido;
anunciándoles sus decretos y llamándolos a estar en guardia para la
preservación de la fe ortodoxa y la paz de la iglesia. Reafirmó las ens
eñanzas
impuestas en el símbolo de la fe constantinopolitano. Prohibió componer
otro símbolo de la fe en el futuro, o imponer cambios en el símbolo de
la fe establecido por el 11 Conc
ilio Ecuménico.

Este Concilio es justamente considerado como Ecuménico (pues
sus decisiones fueron aceptadas por toda la iglesia de un extremo del
universo al otro) al mismo nivel que los Concilios de Nicea y
Constantinopla.

El Credo.
El Concilio declaró
que el texto del Credo decretado en el Primer y Segundo Concilio
Ecuménico era completo y prohibió cualquier cambio, añadido o enmienda,
determinando que a nadie sea lícito presentar otra fórmula de fe o
escribirla o componerla fuera de la definida por
los Santos Padres reunidos con el Espíritu Santo en Nicea.


De la Encarnación l.
De la Carta II de San Cirilo Alejandrino a Nestorio, leída y aprobada en la sesión I.
Pues, no decimos que la naturaleza del Verbo, transformada, se hizo carne; pero tampoco que
se trasmutó en el hombre entero, compuesto de alma y cuerpo; sino, más
bien, que habiendo unido consigo el Verbo, según hipóstasis o persona,
la carne animada de alma racional, se hizo hombre de modo inefable e
incomprensible y fue llamado hijo del homb
re, no por sola voluntad o complacencia,
pero tampoco por la asunción de la persona sola, y que las naturalezas
que se juntan en verdadera unidad son distintas, pero que de ambas
resulta un solo Cristo e Hijo; no como si la diferencia de las
naturalezas se destruyera por la unión, sino porque la divinidad y la
humanidad constituyen más bien para nosotros un solo Señor y Cristo e
Hijo por la concurrencia inefable y misteriosa en la unidad... Porque no
nació primeramente un hombre vulgar, de la santa Virgen,
y
luego descendió sobre Él el Verbo; sino que, unido desde el seno
materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como quien hace
suyo el nacimiento de la propia carne... De esta manera (los Santos
Padres) no tuvieron inconveniente
en llamar madre de Dios a la santa Virgen.


Doce Anatematismos de Cirilo contra Nestorio.


  • Can.
    1. Si alguno no confiesa que Dios es según verdad el Emmanuel, y que
    por eso la santa Virgen es madre de Dios (pues dio a luz carnalmente al
    Verbo de Dios hecho ca
    rne), sea anatema.
  • Can 2. Si alguno no confiesa que el Verbo de Dios Padre se unió a la carne según hipóstasis y que Cristo es uno con su propia carne, a saber, que el mismo es Dios al mismo tiempo que hombre, sea anatema.
  • Can. 3. Si alguno divide en el solo Cristo las hipóstasis
    después de la unión, uniéndolas sólo por la conexión de la dignidad o
    de la autoridad y potestad, y no más bien por la co
    njunción que resulta de la unión natural, sea anatema.




  • Can.
    4. Si alguno distribuye entre dos personas o hipóstasis las voces
    contenidas en los escritos apostólicos o evangélicos o dichas sobre
    Cristo por los Santos o por Él mismo sobre sí mismo; y unas las acomoda
    al hombre propiamente entendido aparte del Verbo de Dios, y otras, como
    di
    gnas de Dios, al solo Verbo de Dios Padre, sea anatema.
  • Can.
    5. Si alguno se atreve a decir que Cristo es hombre teóforo o portador
    de Dios y no, más bien, Dios verdadero, como hijo único y natural, según
    el Verbo se hizo carne y tuvo parte de modo semejante a nosotros en la
    carne y en la sang
    re (Hebr. 2:14), sea anatema.
  • Can
    6. Si alguno se atreve a decir que el Verbo del Padre es Dios o Señor
    de Cristo y no confiesa más bien, que el mismo es juntamente Dios y
    hombre, puesto que el
    Verbo fue hecho carne, según las Escrituras (Jn. 1:14), sea anatema.
  • Can. 7. Si alguno dice que Jesús fue ayudado como hombre por el Verbo de Dios, y le fue atribuída la gloria del Unigénito, como si fuera otro distinto de Él sea anatema.




  • Can. 8. Si alguno se atreve a decir que el hombre asumido ha de ser coadorado
    con Dios Verbo y conglorificado y, juntamente con él, llamado Dios,
    como uno en el otro (pues la partícula "con" esto nos fuerza a entender
    siempre que se añade) y no, más bien, con una sola adoración honra al
    Emmanuel y una sola gloria le tributa según
    que el Verbo se hizo carne (Jn.. 1:14), sea anatema.
  • Can. 9. Si
    alguno dice que el solo Señor Jesucristo fue glorificado por el
    Espíritu, como si hubiera usado de la virtud de éste como ajena y de Él
    hubiera recibido poder obrar contra los espíritus inmundos y hacer
    milagros en medio de los hombres, y no dice, más bien, que es su propio
    Espíritu aquel por quien obró los milagros, sea anatema.




  • Can.
    10. La divina Escritura dice que Cristo se hizo nuestro Sumo Sacerdote y
    Apóstol de nuestra confesión (Hebr. 3:1) y que por nosotros se ofreció a
    sí mismo en olor de suav
    idad a Dios
    Padre (Eph. 5:2). Si alguno, pues, dice que no fue el mismo Verbo de
    Dios quien se hizo nuestro Sumo Sacerdote y Apóstol, cuando se hizo
    carne y hombre entre nosotros, sino otro fuera de Él, hombre propiamente
    nacido de mujer; o si alguno dice que también por sí mismo se ofreció
    como ofrenda y no, más bien, por nosotros solos (pues no tenía necesidad
    alguna de ofrenda el que no conoció el pecado), sea anatema.




  • Can. 11. Si alguno no confiesa
    que la carne del Señor es vivificante y propia del mismo Verbo de Dios
    Padre, sino de otro fuera de Él, aunque unido a Él por dignidad, o que
    sólo tiene la inhabitación divina; y no, más bien, vivificante, como
    hemos dicho, porque se h
    izo propia del Verbo, que tiene poder de vivificarlo todo, sea anatema.
  • Can. 12. Si
    alguno no confiesa que el Verbo de Dios padeció en la carne y fue
    crucificado en la carne, y gustó de la muerte en la carne, y que fue
    hecho primogénito de entre los muertos (Col. 1:18) según es vida y
    vivificador como Dios, sea anatema.



De la guarda de la fe y la tradición.
Determinó el santo Concilio que a nadie sea lícito presentar otra fórmula de fe o escribirla o componerla, fuera de la definida por los Santos Padres reunidos con el Espíritu Santo en Nicea...
Si fueren sorprendidos algunos, obispos, clérigos o laicos profesando o
enseñando lo que se contiene en la exposición presentada por el
presbítero Carisio acerca de la encarnación del unigénito Hijo de Dios, o
los dogmas abomin
ables y perversos de Nestorio.. queden sometidos a la sentencia de este santo y ecuménico Concilio.. .


Condenación de los pelagianos.

Can. 1. Si algún metropolitano de provincia, apartándose del santo y ecuménico Concilio, ha profesado o profesare en adelante las doctrinas de Celestio, éste no podrá en modo alguno obrar nada contra los obispos de las provincias, pues desde este momento queda expulsado, por el Concilio, de la comunión eclesiástica e incapacitado...


Can. 4. Si algunos clérigos se apartaren también y se atrevieren a profesar en privado o en público las doctrinas de Nestorio o las de Celestio, también éstos, ha decretado el santo Concilio, sean depuestos.


"Indículo" sobre la gracia de Dios, o "Autoridades de los obispos anteriores de la Sede Apostólica"
Añadidas a la misma Carta por los colectores de cánones.
Añadiremos
algunas sentencias de los Concilios de Africa, que indudablemente
hicieron suyas los obispos Apostólicos, cuando las aprobaron. Así, con
el fin de que quienes dudan, se puedan instruir más plenamente,
pondremos de manifiesto las constituciones de los Santos P
adres en un breve índice a modo de compendio, por el que todo el que no sea excesivamente pendenciero, reconozca que la conexión de todas las disputas pende de la brevedad de las aquí puestas autoridades y que no le queda ya razón alguna de discusión, si con los católicos cree y dice:


Cap. 1. En la prevaricación de Adán, todos los hombres perdieron "la natural posibilidad" e inocencia, y nadie hubiera podido levantarse, por
medio del libre albedrío, del abismo de aquella ruina, si no le hubiera
levantado la gracia de Dios misericordioso, como lo proclama y dice el
Papa Inocencio, de feliz memoria, en la Carta al Concilio de Cartago (de
416): "Después de s
ufrir antaño su
libre albedrío, al usar con demasiada imprudencia de sus propios bienes,
quedó sumergido, al caer, en lo profundo de su prevariación y nada
halló por donde pudiera levantarse de allí; y, engañado para siempre por
su libertad, hubiera quedado postrado por la
opresión de esta ruina, si más tarde no le hubiera levantado, por su gracia, la venida de Cristo, quien por medio de la purificación de la nueva regeneración, limpió, por el lavatorio de su bautismo, todo vicio pretérito."


Cap.
2. Nadie es bueno por sí mismo, si por participación de sí, no se lo
concede Aquel que es el solo bueno. Lo que en los mismos escritos
proclama la sentencia del mismo Pontífice cuando dice: "¿Acaso
sentiremos bien en adelante de las mentes de aquellos que piensan que a
sí mismos se
deben el ser buenos y
no tienen en cuenta Aquel cuya gracia consiguen todos los días y confían
que sin Él pueden conseguir tan grande bien?"


Cap. 3. Nadie, ni aun después de haber sido renovado por la gracia del bautismo, es capaz de superar las asechanzas del diablo y vencer las concupiscencias de la carne, si no recibiere la perseverancia en la buena conducta por la diaria ayuda de Dios. Lo
cual está confirmado por la doctrina del mismo obispo en las mismas
páginas, cuando dice: "Porque si bien Él redimió al hombre de los
pecados pasados; sabiendo, sin embargo, que podía nuevamente pecar,
muchas cosas se reservó para repararle, de modo que aun después de estos
pecados pudiera corregirle, dándole diariamente remedios, sin cuya
ayuda y apoyo, no podremos en
modo
alguno vencer los humanos errores. Forzoso es, en efecto, que, si con su
auxilio vencemos, si Él no nos ayuda, seamos derrotados."


Cap.
4. Que nadie, si no es por Cristo, usa bien de su libre albedrío, el
mismo maestro lo pregona en la carta dada al Concilio de Milevi (del año
416), cuando dice: "Advierte, por fin, oh extr
aviada doctrina de mentes perversísimas, que de tal modo engañó al primer hombre su misma libertad, que al usar con demasiada flojedad de sus frenos, por presuntuoso cayó en la prevaricación. Y no hubiera podido arrancarse de ella, si por la providencia de la regeneración el advenimiento de Cristo Señor no le hubiera devuelto el estado de la prístina libertad."


Cap. 5. Todas las intenciones y todas las obras y merecimientos de los Santos han de ser referidos a la gloria y alabanza de Dios,
porque nadie le agrada, sino por lo mismo que Él le da. Y a esta
sentencia nos endereza la autoridad canónica del papa Zósimo, de feliz
memoria, cuando dice escribiendo a los obispos de todo el orbe:
"Nosotros, empero, por moción de Dios (puesto que todos los bienes han
de ser referidos a su autor, de donde nacen), todo lo referimos a la co
nciencia
de nuestros hermanos y compañeros en el episcopado." Y esta palabra,
que irradia luz de sincerísima verdad, con tal honor la veneraron los
obispos de Africa, que le escribieron al mismo Zósimo: "Y aquello que
pusiste en las letras que cuidaste de enviar a todas las provincias, d
iciendo:
"Nosotros, empero, por moción de Dios, etc.", de tal modo entendimos
fue dicho que, como de pasada, cortaste con la espada desenvainada de la
verdad a quienes contra la ayuda de Dios exaltan la libertad del humano
albedrío. Porque ¿qué cosa hiciste jamás con albedrío tan libre como el
referirlo todo a nuestra humilde concien
cia? Y, sin embargo, fiel y sabiamente viste
que fue hecho por moción de Dios, y veraz y confiadamente lo dijiste.
Por razón, sin duda, de que la voluntad es preparada por el Señor (Prov.
8:35, versión de los LXX); y para que hagan algún bien, Él mismo con
paternas inspiraciones toca el corazón de sus hijos. Porque quienes son
conducidos por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios (Rom. 8:14);
a fin de que ni sintamos que falta nuestro albedrío ni dudemos que en
cada uno de los buenos movimientos de la
voluntad humana tiene más fuerza el auxilio de Él."


Cap. 6. Dios obra de tal modo sobre el libre albedrío en los corazones de los hombres que, el santo
pensamiento, el buen consejo v todo movimiento de buena voluntad
procede de Dios, pues por Él podemos algún bien, sin el cual no podemos
nada (cf. Jn.. 15:5). Para esta profesión nos in
struye,
en efecto, el mismo doctor Zósimo quien, escribiendo a los obispos de
todo el orbe acerca de la ayuda de la divina gracia: "¿Qué tiempo, pues,
dice, interviene en que
no necesitemos de su auxilio? Consiguientemente, en todos nuestros actos, causas, pensamientos y movimientos, hay que orar a nuestro ayudador y protector. Soberbia es, en efecto, que presuma algo de sí la humana naturaleza, cuando clama el Apóstol: No es nuestra lucha contra la carne y la sangre, sino contra
los príncipes y potestades de este aire, contra los espíritus de la
maldad en los cielos (Eph. 6:12). Y como dice él mismo otra vez: ¡Hombre
infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? La gracia de
Dios por Jesucristo nuestro Señor (Rom. 7:24 s). Y otra vez: Por la gr
acia de Dios soy lo que soy, y su gracia no fue vacía en mi, sino que trabajé más que todos ellos: no yo, sino la gracia de Dios conmigo (1 Cor. 15:1).
Cap.
7. También abrazamos como propio de la Sede Apostólica lo que fue
constituído entre los decretos del Concilio de Cartago (del año 418; v.
101 ss), es decir, lo que fue definido en el capí
tulo tercero: Quienquiera dijere que la gracia de Dios, por la que nos justificamos por
medio de nuestro Señor Jesucristo, sólo vale para la remisión de los
pecados que ya se han cometido, y no también de ayuda para que no se
cometan, sea anatema (v. 103).


E igualmente en el capítulo cuarto: Si alguno dijere que la gracia de Dios por Jesucristo solamente
en tanto nos ayuda para no pecar, en cuanto por ella se nos revela y
abre la inteligencia de los mandamientos, para saber qué debemos desear y
qué evitar; pero que por ella no se nos co
ncede que también queramos y podamos hacer lo que hemos conocido que debe hacerse, sea anatema.
Porque, como quiera que dice el Apóstol: la ciencia hincha y la caridad
edifica (1 Cor. 8:1), muy impío es creer que tenemos la gracia de
Cristo para la ciencia que hincha y no la ten
emos para la caridad que edifica, como quiera que ambas cosas son don de Dios, lo mismo el saber qué hemos de hacer que el amor para hacerlo, a fin de que, edificando la caridad, la ciencia no pueda hincharnos. Y como de Dios está escrito: El que enseña al hombre la ciencia (Ps. 93:1, así está escrito también: La caridad viene de Dios (I Jn. 4:7; v. 104).
Igualmente
en el quinto capítulo: Si alguno dijere que la gracia de la
justificación se nos da para que podamos cumplir con mayor facilidad por
la gracia lo que se nos manda hacer por el libre albedrío, como si aun
sin dársenos la gracia, pudiéramos no ciertamente con facilidad, pero al
cabo pudiéramos sin ella cumplir los divinos mandamientos, sea anatema.
De los frutos de los mandamientos hablaba, en efecto, el Señor cuando
no dijo:
Sin mí con más dificultad podéis hacer, sino: Sin mí nada podéis hacer (Jn. 15:5; v. 105).


Cap.
8. Mas aparte de estas inviolables definiciones de la beatífica Sede
Apostólica por las que los Padres piadosísimos, rechazada la soberbia de
la pestífera noved
ad, nos enseñaron a referir a la gracia de Cristo tanto los principios de la buena voluntad como los incrementos de los laudables esfuerzos, y la perseverancia hasta el fin en ellos,
consideremos también los misterios de las oraciones sacerdotales que,
enseñados por los Apóstoles, uniformemente se celebran en todo el mundo y
en toda Iglesia Católica, de suerte que la ley de la oración establezca
la ley de la fe. Porque cuando los que presiden a los santos pueblos,
desempeñan la legación que les ha sido enc
omendada,
representan ante la divina clemencia la causa del género humano y
gimiendo a par con ellos toda la Iglesia, piden y suplican que se
conceda la fe a los infieles, que los idólatras se vean libres de los
errores de su impiedad, que a los judíos, qu
itado el velo de su corazón, les aparezca
la luz de la verdad, que los herejes, por la comprensión de la fe
católica, vuelvan en sí, que los cismáticos reciban el espíritu de la
caridad rediviva, que a los caídos se les confieran los r
emedios de la penitencia
y que, finalmente, a los catecúmenos, después de llevados al sacramento
de la regeneración, se les abra el palacio de la celeste misericordia. Y
que todo esto no se pida al Señor vanamente, lo muestra la experiencia
misma, pues efectivamente Dios se di
gna atraer a muchísimos de todo género de errores y, sacándolos del poder de las tinieblas, los traslada al reino
del Hijo de su amor (Col. 1:13) y de vasos de ira los hace vasos de
misericordia (Rom. 9:22 s). Todo lo cual hasta punto tal se siente ser
obra divina que siempre se tributa a Dios
que lo hace esta acción de gracias y esta confesión de alabanza por la
iluminación o por la corrección de los tales.


Cap. 9. Tampoco contemplamos con ociosa mirada lo que en todo el mundo practica la Santa Iglesia con
los que han de ser bautizados. Cuando lo mismo párvulos que jóvenes se
acercan al sacramento de la regeneración, no llegan a la fuente de la
vida sin que antes por los exorcismos e insuflaciones de los clérigos
sea expulsado de ellos el espíritu inmundo,
a
fin de que entonces aparezca verdaderamente cómo es echado fuera el
príncipe de este mundo (Jn. 12:31) y cómo primero es atado el fuerte
(Mt. 12:29) y luego son arrebatados sus instrumentos (Mc. 3:27) que
pasan a posesión del vencedor, de aquel que llev
a cautiva la cautividad (Eph. 4:8) y da dones a los hombres (Ps. 67:19).
En conclusión, por estas reglas de la Iglesia, y por los documentos tomados de la divina autoridad, de tal modo con la ayuda del Señor hemos sido confirmados, que confesamos a Dios por
autor de todos los buenos efectos y obras y de todos los esfuerzos y
virtudes por los que desde el inicio de la fe se tiende a Dios, y no
dudamos que todos los merecimientos del hombre son prevenidos por la
gracia de Aquel, por quien sucede que empecemos tanto a querer como a hacer algún bien (cf. Phil 2:13). Ahora bien, por este auxilio y don de Dios, no se quita el libre albedrío,
sino que se libera, a fin de que de tenebroso se convierta en lúcido,
de torcido en recto, de enfermo en sano, de imprudente en próvido.
Porque es tanta la bondad de Dios para con todos los hombres, que quiere
que sean méritos nuestros lo que son dones suyos, y por lo mismo que Él
nos ha dado, nos añadirá recompensas eternas. Obra, efectivamente, en
nosotros que lo que Él quie
re,
nosotros lo queramos y hagamos, y no consiente que esté ocioso en
nosotros lo que nos dio para ser ejercitado, no para ser descuidado, de
suerte que seamos también nosotros cooper
adores
de la gracia de Dios. Y si viéremos que por nuestra flojedad algo
languidece en nosotros, acudamos solícitamente al que sana todas
nuestras languideces y redime de la ruina nuestra vida (Ps. 102:3 s) y a
quien diariamente decimos: No nos lleves a la tentación, mas líbranos
del mal (Mt. 6:13).


Cap. 10. En cuanto a las partes
más profundas y difíciles de las cuestiones que ocurren y que más
largamente trataron quienes resistieron a los herejes, así como no nos
atrevemos a despreciarlas, tampoco nos parece necesario alegarlas, pues
para confesar la gracia de Dios, a cuya ob
ra y dignación
nada absolutamente ha de quitarse, creemos ser suficiente lo que nos
han enseñado los escritos, de acuerdo con las predichas reglas, de la
Sede Apostólica; de suerte que no tenemos absolutamente por católico lo
que apareciere como contrario a
las sentencias anteriormente fijadas.

Defensores de la Ortodoxia.
San Cirilo de Alejandría procedente de una familia muy conocida de Alejandría, su nacimiento
se puede situar en los primeros años del último cuarto del siglo V.
Estudió, primero, Retórica, y luego Teología en la Escuela dirigida por
Orígenes casi dos siglos antes. Cirilo será un gran deudor del maestro
alejandrino en cuanto al estilo alegórico, aunque más moderado. Fue
Patriarca de Alejandría desde el año 412, en que fue elegido, hasta su
muerte,
sobrevenida en el 444. Lo que más caracteriza a San Cirilo fue su
defensa apasionada de la verdadera fe, frente a las diversas herejías
que proliferaron en su época. Para combatirlas escribió muchas obras,
que, en su inmensa mayoría, nos han llegad
o no sólo en la versión original griega, sino también en traducciones al latín, sirio, armenio, atrope y árabe.

Hasta el año
428, cuando se desata la controversia nestoriana, a la que se dedicó
desde entonces por completo, compuso comentarios exegéticos a
libros del Antiguo y del Nuevo Testamento.
Especialmente estos últimos tenían también un carácter dogmático, pues
no faltan en ellos explicaciones doctrinales. Son muy claras sus
expresiones, pues habla de que el Hijo es de la misma naturaleza que el
Padre
, eterno, consustancial, Dios por naturaleza, Creador junto
con el Padre, Hijo por naturaleza, Dios de Dios, en nada inferior al
Padre, del que es su imagen perfecta. Del Espirita Santo afirma que es consustancial al Padre y al Hijo, está en el Padre y en el Hijo, recibe la misma gloria que Ellos.
A partir del año 428, San Cirilo es el gran defensor de la unión hipostática de la naturaleza
humana de Cristo en la única Persona del Verbo y de la maternidad
divina de María contra la herejía nestoriana, que negaba estos dos
puntos capitales del dogma cristiano. Como Legado del Papa Celestino II,
presidió el Concilio de Éfeso, que en el año 431 definió solemnemente
que la Santísima Virgen es verdaderamente Madre de Dios, puesto que
engendró al Verbo según la n
aturaleza
humana. Entre los numerosos escritos de este segundo periodo, se
recogen aquí algunos párrafos de dos homilías en las que San Cirilo teje
un encendido elogio de la Madre de Dios.


"San Agustín de Hipona" fue el encargado de combatir las doctrinas pelagianas amparado en la Palabra de Dios. El "Doctor de la Gracia" no acudió al Concilio, pues su ciudad episcopal
se encontraba asediada por las tropas del ejército vándalo, aunque al
parecer estuvo invitado. Las respuestas ortodoxas de San Agustín fuero
n aceptadas por el Concilio. "Sin la Gracias soberana de Dios, nadie puede obtener la salvación." El Concilio consideró a San Agustín como varón
de santa memoria y de gran ciencia. Muchos teólogos han pensado que el
agustinianismo es la única teología integralmente sólida que ha poseído
el cristianismo.



Apenas había
terminado la condenación de Nestorio por los santos padres del Concilio
Ecuménico III de Efeso, se celebró en Calcedonia el IV Concilio
Ecuménico en el año 451 pres
idido por el obispo Anatoli de Constantinopla. El papa León el Grande fue representado por 2 obispos.

Este Concilio
fue convocado por el emperador marciano y la emperatriz Pulquería contra
las falsas enseñanzas de Eutiques, archimandrita de Constantinopla
, quien rechazaba la naturaleza
humana de nuestro Señor Jesucristo; inventando una especie de absorción
de la naturaleza humana en la naturaleza divina de Cristo (como si
después de la encarnación solo subsistía en el salvador una sola
naturaleza). Esta enseñanza se llama monofisita y sus seguidores
monofisitas. Así un ejemplo de ello lo tenemos en los coptos que son
monofisitas.

Después de
condenar las herejías de Eutiques, la asamblea decretó, como verdadera,
la enseñanza que en nuestro Señor Jesucristo existen dos naturalezas,
una divina, porque es Dios verdadero que ha nacido en la eternidad del
Padre; y otra humana, pues se encarnó por obra del Espíritu Santo en el
cuerpo de la Virgen María, sin confusión, sin cambio, sin división ni
separ
ación unidas en una sola persona y en una sola hipóstasis, cada uno de las cuales se conserva entera y sin alteración después de la unión, con sus propiedades respectivas.

En resumen, podemos decir que en él, existe una naturaleza divina porque es Dios verdadero nacido
en la eternidad del Padre y otra humana, pues se encarnó por obra del
Espíritu Santo en la Virgen María, y semejante en todo a nosotros, salvo
nuestro pecado, porque él es purísimo.

Este Concilio estableció 30 normas, en su gran mayoría concerniente a los eclesiásticos.
Definición de las dos naturalezas de Cristo
Este Concilio
demostró que en Cristo hay dos naturalezas, la Divina y la Humana, como
se definió en los Concilios anteriores y condenó la teoría Monofisita.
Estas
dos naturalezas en Cristo están unidas (personalmente), no confundidas ni mudadas ni alterada de ninguna manera. Se confirma, entre otras cosas, el símbolo Niceno y el Constantinopolitano del I Concilio (año 325) y del II Concilio (año 381).




"Siguiendo, pues, a los Santos Padres, todos
a una voz enseñamos que ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo
perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente
hombre de alma racional y de cuerpo, c
onsustancial con el Padre
en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en
cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado
(Hebr. 4:15); engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la
divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación,
engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad;
que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito
en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin
separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por
causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su pr
opiedad
y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido
o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito,
Dios Verbo Señor Jesucristo, como de antiguo acerca de Él nos enseñaron
los profetas, y el mismo Jesucristo, y nos lo ha trasmitido el Símbolo
de los Padres (v. 54 y 86).

Así, pues, después que con toda exactitud y cuidado
en todos sus aspectos fue por nosotros redactada esta fórmula, definió
el santo y ecuménico Concilio que a nadie será lícito profesar otra fe,
ni siquiera escribirla o componerla, ni sentirla, ni enseñarla a los
demás."



De las ordenaciones de los clérigos


De Statuta Ecclesiae antiqua o bien Statuta antiqua Orientis.

Can. 2 (90) Cuando se ordena un Obispo, dos obispos extiendan y tengan sobre su cabeza el libro de los Evangelios, y mientras uno de ellos derrama sobre él la bendición, todos los demás obispos asistentes toquen con las manos su cabeza.
Can. 3 (91) Cuando se ordena un presbítero, mientras el obispo lo bendice y tiene las manos sobre la cabeza de aquél, todos los presbíteros que están presentes, tengan también las manos junto a las del obispo sobre la cabeza del ordenando.
Can. 4 (92) Cuando se ordena un diácono,
sólo el obispo que le bendice ponga las manos sobre su cabeza, porque
no es consagrado para el sacerdocio, sino para servir a éste.


Can. 5 (93) Cuando se
ordena un subdiácono, como no recibe imposición de las manos, reciba de
mano del obispo la patena vacía y el cáliz vacío; y de mano del
arcediano reciba la orza con agua, el manil y la toalla.

Can. 6 (94) Cuando se ordena un acólito, sea por el obispo adoctrinado sobre cómo ha de portarse
en su oficio; del arcediano reciba el candelario con velas, para que
sepa que está destinado a encender las luces de la iglesia. Reciba
también la orza vacía para llevar el vino para la cons
agración de la sangre de Cristo.


Can. 7 (95) Cuando se
ordena un exorcista, reciba de mano del obispo el memorial en que están
escritos los exorcismos, mientras el obispo le dice: "Recíbelo y
encomiéndalo a tu memoria y ten poder de imponer la mano sobre el
energúmeno, sea bautizado, sea catecúmeno."


Can. 8 (96) Cuando se
ordena un lector, el obispo dirigirá la palabra al pueblo sobre él,
indicando su fe, su vida y carácter. Luego, en presencia del pueblo,
entréguele el libro de donde ha de leer, diciéndole. "Toma y sé relator
de la palabra de Dios, para
tener parte, si fiel y provechosamente cumplieres tu oficio, con los que administraron la palabra de Dios."
Can.
9 (97) Cuando se ordena un hostiario, después que hubiere sido
instruido por el arcediano, sobre cómo ha de portarse en la casa de
Dios, a una indicación del arcediano, entréguele el obi
spo,
desde el altar, las llaves de la Iglesia, diciéndole: "Obra como quien
ha de dar cuenta a Dios de las cosas que se cierran con estas llaves."


Can. 10 (9 El salmista, es decir, el cantor puede, sin conocimiento
del obispo, por solo mandato del presbítero, recibir el oficio de
cantar, diciéndole el presbítero: "Mira que lo que con la boca cantes,
lo creas con el corazón; y lo que con el corazón crees, lo pruebes con
las obras."


Siguen ordenaciones para consagrar a las vírgenes y viudas; can. 101 sobre el matrimonio, en Kch 952.


En el Canon 28 de este IV Concilio se aprobó que el segundo lugar de la Cristiandad es Constantinopla, "la Nueva Roma." El texto dice: "Así como los Padres reconocieron a la vieja Roma sus
privilegios porque era la ciudad Imperial, movidos por el mismo motivo,
los obispos reunidos decidieron concederle iguales privilegios a la
sede de la Nueva Roma, juzgando rectamente que la ciudad que se honra
con la residencia del Emperador y del Senado, debe gozar de los mismos privilegios que la antigua ciudad Imperial en el campo eclesiástico y ser la segunda después de aquella." Este canon niega el origen divino del Primado Romano y lo reduce al simple hecho coyuntural de ser la capital del Imperio.
De
ahí que cuando el Papa fue asumiendo cada vez más el papel político de
Occidente como el único Patriarcado occidental, no pusiese ninguna
objeción, pero cuando intentó extender su autoridad a Oriente comenzaron
los problemas, El Papa Nicolás I pretendió intervenir en el
nombramiento de la sede bizantina, obteniendo un vivo rechazo. Además, el cambio que Occ
idente hizo en el "Credo" con el "filioque" alarmó al Patriarca Focio. Sin embargo fueron las Cruzadas las que produjeron la ruptura definitiva, pues Oriente jamás olvidó los sacrilegios de los cruzados en 1204,
cuando destruyeron el altar de Santa Sofía, despedazaron el iconostasio
y sentaron a una Prostituta en el trono del Patriarca. Los testigos
reconocieron que quienes hacían aquello no podían se
r cristianos en el mismo sentido que ellos. No obstante, debemos mirar al pasado con tristeza en pro del ecumenismo.

Por segunda vez se celebra este V Concilio Ecuménico en Constantinopla el año 553, bajo el Emperador Justiniano el Grande. Estuvieron presente 165 Obispos. Este Concilio fue convocado con la esperanza de poner fin a las controversias entre Monofisitas y Nestorianos.

El Concilio
confirmó las enseñanzas de la Iglesia con respecto a las dos naturalezas
de Cristo (divina y humana) y condenó ciertos escritos con enseñanzas
Nestorianas.

El Emperador Justiniano confirmó su fe Ortodoxa escribiendo el famoso himno “Solo Hijo Engendrado y Palabra de Dios” que en muchos lugares se canta durante la Divina Liturgia.
También condenó los
escritos de Ibas de Edesa, Teodoro de Mopsuestia y de Teodoreto de Ciro
contra San Cirilo y el Concilio de Efeso (los Tres Capítulos
). "Si alguno no anatemiza a Arrio, Eunomio, Macedonio, Apolinar, Nestorio, Eutiques y Orígenes, junto con sus escritos, este tal sea anatema.”

A Sergio, patriarca de Constantinopla, se le atribuye esta nueva herejía, llamada (Monotelismo), una voluntad. Admitía en Cristo las dos naturalezas pero le reconocía una sola voluntad.
Tenía en mente la idea de atraer a los monofisitas, al tiempo que
pensaba no errar en cuanto a la verdad católica. Al tomar fuerza esta
opinión y entrar en la polémica grandes personajes de la época, obligó a
convocar el concilio.

En Cristo hay dos voluntades, como hay dos naturalezas, aunque sea una sola la Persona, que es la del Verbo.
Sobre la tradición eclesiástica
Confesamos mantener y predicar la fe dada desde el principio por el grande Dios y Salvador nuestro Jesucristo a sus Santos Apóstoles y por éstos predicada en el mundo entero; también
los Santos Padres y, sobre todo, aquellos que se reunieron en los
cuatro santos concilios la confesaron, explicaron y transmitieron a las
santas Iglesias. A estos Padres seguimos y recibimos por todo y en
todo... Y todo lo que no concuerda con lo que
fue definido como fe recta por los dichos cuatro concilios, lo juzgamos ajeno a la piedad, y lo condenamos y anatematizamos.


Anatematismos sobre los tres capítulos
En parte idénticos con la Homología del Emperador, del año 551.

Can. 1. Si alguno no confiesa
una sola naturaleza o sustancia del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, y una sola virtud y potestad, Trinidad consustancial, una sola
divinidad, adorada en tres hipóstasis o personas; ese tal sea anatema.
Porque uno solo es Dios y Padre, de quien
todo; y un solo Señor Jesucristo, por quien todo; y un solo Espíritu Santo, en quien todo.


Can. 2. Si alguno no
confiesa que hay dos nacimientos de Dios Verbo, uno del Padre, antes de
los siglos, sin tiempo e incorporalmente; otro en los últimos días,
cuando Él mismo bajó de los cielos, y se encarnó de la santa gloriosa
madre de Dios y siempre Virgen María, y nació de ella; ese tal sea
anatema.

Can. 3. Si alguno dice que uno es el Verbo de Dios que hizo milagros y otro el Cristo que padeció,
o dice que Dios Verbo está con el Cristo que nació de mujer o que está
en Él como uno en otro; y no que es uno solo y el mismo Señor nuestro
Jesucristo, el Verbo de Dios que se encarnó y se hizo hombre, y que de
uno mismo son tanto los milagros como los sufrimientos a
que voluntariamente se sometió en la carne, ese tal sea anatema.


Can.
4. Si alguno dice que la unión de Dios Verbo con el hombre se hizo
según gracia o según operación, o según igualdad de honor, o según
autoridad, o relación, o hábito, o fuerza, o según buena voluntad, como
si Dios Verbo se hubiera complacido del hombre, por haberle parecido
bien y favorablemente de Él, como Teodoro locamente dice; o según
homonimia, conforme a la cual los nestorianos llamando a Dios Verbo
Jesús y Cristo, y al hombre sep
aradamente dándole nombre de Cristo y de Hijo, y hablando evidentemente de dos personas, fingen hablar de una sola
persona y de un solo Cristo según la sola denominación y honor y
dignidad y admiración; mas no confiesa que la unión de Dios Verbo con la
carne animada de alma racional e inteligente se hizo según composición o
según hipóstasis, como enseñaron los santos Padres; y por esto, una
sola persona de Él, que es el Señor Jesucristo, uno de la Santa
Trinidad; ese tal sea anatema. Po
rque, como quiera que la
unión se entiende de muchas maneras, los que siguen la impiedad de
Apolinar y de Eutiques, inclinados a la desaparición de los elementos
que se juntan, predican una unión de confusión. Los que piensan como
Teodoro y Nestorio, gustando de la división, i
ntroducen una unión habitual. Pero la Santa Iglesia de Dios, rechazando la impiedad de una y otra herejía, confiesa la unión de Dios Verbo con la carne según composición, es decir, según hipóstasis. Porque la unión según composición en el misterio de Cristo, no sólo guarda inconfusos los elementos que se juntan, sino que tampoco admite la división.


Can. 5. Si alguno toma la única hipóstasis de nuestro Señor Jesucristo en el sentido de que admite
la significación de muchas hipóstasis y de este modo intenta introducir
en el misterio de Cristo dos hipóstasis o dos personas, y de las dos
personas por él introducidas dice una sola s
egún la dignidad y el honor y la adoración, como lo escribieron locamente Teodoro y Nestorio, y calumnia al santo Concilio de Calcedonia, como si en ese impío sentido hubiera usado de la expresión "una sola persona"; pero no confiesa que el Verbo de Dios se unió a la carne según hipóstasis y por eso es una sola la hipóstasis de Él, o sea, una sola persona, y que así también el santo Concilio de Calcedonia había confesado una sola hipóstasis de nuestro Señor Jesucristo; ese tal sea anatema. Porque
la santa Trinidad no admitió añadidura de persona o hipóstasis, ni aun
con la encarnación de uno de la santa Trinidad, el Dios Verbo
.
Can. 6. Si alguno llama a la santa gloriosa siempre Virgen María madre de Dios, en
sentido figurado y no en sentido propio, o por relación, como si
hubiera nacido un puro hombre y no se hubiera encarnado de ella el Dios
Verbo, sino que se refiriera según ellos el
nacimiento del hombre
a Dios Verbo por habitar con el hombre nacido; y calumnia al santo
Concilio de Calcedonia, como si en este impío sentido, inventado por
Teodoro, hubiera llamado a la Virgen María madre de Dios; o la llama
madre de un hombre o madre de Cristo, como si Cristo no fuera Dios, pero
no la confiesa propiamente y según verdad madre de Dios, porque Dios
Verbo nacido del Padre a
ntes de los siglos se encarnó de ella en los últimos días, y así la confesó piadosamente madre de Dios el santo Concilio de Calcedonia, ese tal sea anatema.
Can.
7. Si alguno, al decir "en dos naturalezas," no confiesa que un solo
Señor nuestro Jesucristo es conocido como en divinidad y humanidad, para
indicar con ello la diferencia de las natural
ezas, de las que sin confusión
se hizo la inefable unión; porque ni el Verbo se transformó en la
naturaleza de la carne, ni la carne pasó a la naturaleza del Verbo (pues
permanece una y otro lo que es por naturaleza, aun después de hecha la
unión según hipóstasis), sino que toma
en el sentido
de una división en partes tal expresión referente al misterio de
Cristo; o bien, confesando el número de naturalezas en un solo y mismo Señor nuestro Jesucristo, Dios Verbo encarnado,
no toma en teoría solamente la diferencia de las naturalezas de que se
compuso, diferencia no suprimida por la unión (porque uno solo resulta
de ambas, y ambas son por uno solo), sino que se vale de este número
como si (Cristo) tuviese las naturalezas separadas y con personalidad
propia, ese tal sea anatema.


Can. 8. Si alguno,
confesando que la unión se hizo de dos naturalezas: divinidad y
humanidad, o hablando de una sola naturaleza de Dios Verbo hecha carne,
no lo toma en el sentido en que lo enseñaron los Santos Padres, de que
de la naturaleza divina y de la h
umana,
después de hecha la unión según la hipóstasis, resultó un solo Cristo;
sino que por tales expresiones intenta introducir una sola naturaleza o
sustancia de la divinidad y de la carne de Cristo, ese tal sea anatema.
Po
rque al decir que el Verbo unigénito se unió según hipóstasis, no decimos que hubiera mutua confusión
alguna entre las naturalezas, sino que entendemos más bien que,
permaneciendo cada una lo que es, el Verbo se unió a la carne.
Por eso hay un solo Cristo, Dios y hombre, el mismo consustancial al Padre según la divinidad, y el mismo consustancial a nosotros según la humanidad. Porque
por modo igual rechaza y anatematiza la Iglesia de Dios, a los que
dividen en partes o cortan que a los que confunden el misterio de la
divina obra de Cristo.
Can. 9. Si alguno dice que Cristo es adorado en dos naturalezas, de donde se introducen dos adoraciones,
una propia de Dios Verbo y otra propia del hombre; o si alguno, para
destrucción de la carne o para confusión de la divinidad y de la
humanidad, o mo
nstruosamente afirmando una sola naturaleza o sustancia de los que se juntan, así adora a Cristo, pero no adora con una sola adoración al Dios Verbo encarnado con su propia carne, según desde el principio lo recibió la Iglesia de Dios, ese tal sea anatema.


Can. 10. Si alguno no
confiesa que nuestro Señor Jesucristo, que fue crucificado en la carne,
es Dios verdadero y Señor de la gloria y uno de la santa Trinidad, ese
tal sea anatema.

Can. 11. Si alguno no anatematiza a Arrio, Eunomio, Macedonio, Apolinar,
Nestorio, Eutiques y Orígenes, juntamente con sus impíos escritos, y a
todos los demás herejes, condenados por la santa Iglesia Católica y
Apostólica y por los cuatro antedichos santos Concilios, y a los que han
pensado o piensan como los antedichos her
ejes y que permanecieron hasta el fin en su impiedad, ese tal sea anatema.
Can.
12. Si alguno defiende al impío Teodoro de Mopsueta, que dijo que uno
es el Dios Verbo y otro Cristo, el cual sufrió las molestias de las
pasiones del alma y de los deseos de la carne, que poco a poco se fue
apartando de lo malo y así se mejoró por el progreso de sus obras, y por
su conducta se hizo irreprochable, que como puro hombre fue bautizado
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y por el
bautismo recibió la gracia del Espíritu Santo y fue hecho digno de la
filiación divina; y que a semejanza de una imagen imperial, es adorado
como efigie de Dios Verbo, y que después de la resurrección se convirtió
en inmutable en sus pensamientos y absolutamente impecabl
e;
y dijo además el mismo impío Teodoro que la unión de Dios Verbo con
Cristo fue como la de que habla el Apóstol entre el hombre y la mujer:
Serán dos en una sola carne (Eph. 5:31); y aparte otras incontables
blasfemias, se atrevió a decir que después de
la resurrección,
cuando el Señor sopló sobre sus discípulos y les dijo: Recibid el
Espíritu Santo (Jn. 20:22), no les dio el Espíritu Santo, sino que sopló
sobre ellos sólo en apariencia ¡ éste mismo dijo que la confesión de
Tomás al tocar l,as manos y el costado del Señor, después de la res
urrección:
Señor mío y Dios mío (Jn. 20:28), no fue dicha por Tomás acerca de
Cristo, sino que admirado Tomás de lo extraño de la resurrección
glorificó a Dios que había resucitado a Cristo.

Y lo que es peor, en el comentario
que el mismo Teodoro compuso sobre los Hechos de los Apóstoles,
comparando a Cristo con Platón, con Maniqueo, Epicuro y Marción dice que
a la manera que cada uno de ellos, por haber hallado su propio dogma,
hicieron que sus discípulos se llamaran pla
tónicos, maniqueos, epicúreos y marcionitas; del mismo modo, por haber Cristo hallado
su dogma, nos llamamos de Él cristianos; si alguno, pues, defiende al
dicho impío Teodoro y sus impíos escritos, en que derrama las
innumerables blasfemias predichas, contra el grande Dios y Salvador
nuestro Jesucristo, y no le anatematiza juntamente con sus impíos
escritos, y a todos los que le aceptan y vindican o dicen que expuso
ortodoxamente, y a los que han escrito en su favor y en favor de sus
impíos escritos, o a l
os que piensan como él o han pensado alguna vez y han perseverado hasta el fin en tal herejía, sea anatema.


Can.
13. Si alguno defiende los impíos escritos de Teodoreto contra la
verdadera fe y contra el primero y santo Concilio de Éfeso, y San Cirilo
y sus doce capítulos (anatematismos, v. 113 ss), y todo lo que escribió
en defensa de los impíos Teodoro y Nestorio y de otros que piensan como
los antedichos Teodoro y Nestorio y que los reciben a ellos y su
impiedad, y en ellos llama impí
os a los maestros de la Iglesia que admiten la unión de Dios Verbo según hipóstasis, y no anatematiza
dichos escritos y a los que han escrito contra la fe recta o contra San
Cirilo y sus doce Capítulos, y han perseverado en esa impiedad, ese tal
sea anatema.


Can. 14. Si alguno
defiende la carta que se dice haber escrito Ibas al persa Mares, en que
se niega que Dios Verbo, encarnado de la madre de Dios y siempre Virgen
María, se hiciera hombre, y dice que de ella nació un puro hombre, al
que llama Templo, de suerte que uno es
el
Dios Verbo, otro el hombre, y a San Cirilo que predicó la recta fe de
los cristianos se le tacha de hereje, de haber escrito como el impío
Apolinar, y se censura al santo Concilio primero de Éfeso, como si
hubiera depuesto sin examen a Nestorio, y la m
isma
impía carta llama a los doce capítulos de San Cirilo impíos y
contrarios a la recta fe, y vindica a Teodoro y Nestorio y sus impías
doctr
inas y escritos; si alguno, pues, defiende dicha carta y no
la anatematiza juntamente con los que la defienden y dicen que la misma o
una parte de la misma es recta, y con los que han escrito y escriben en
su favor y en favor de las impiedades en ella contenidas, y se atreven a
vindicarla a ella o a las impiedades en ellas contenidas en nombre de
los Santos Padres o del santo Concilio de Calcedonia, y en ello han
perseverado hasta el fin, ese tal sea anatema.
Así,
pues, habiendo de este modo confesado lo que hemos recibido de la
Divina Escritura y de la enseñanza de los Santos Padres y de lo definido
acerca de la sola
y misma fe por los cuatro antedichos santos Concilios; pronunciada también por nosotros condenación contra los herejes
y su impiedad, así como contra los que han vindicado o vindican los
tres dichos capítulos, y que han permanecido o permanecen en su propio
error; si alguno intentare transmitir o enseñar o escribir contra lo que
por nosotros ha sido piadosamente dispuesto, si es obispo o constituído
en la clerecía, ese tal, por obrar contra los obispos y la constitución
de la Iglesia, será despojado del ep
iscopado o de la clerecía; si es monje o laico, será anatematizado.



Este VI
Concilio Ecuménico se celebró nuevamente en Constantinopla el año 680
bajo el mandato del Emperador Constantino IV. Asistieron 170 Obispos.
Convocado por
este Emperador contra el "monotelismo" que afirmaba una sola voluntad en
Cristo. Defiende la doble voluntad sin confusión ni división.

El Concilio se
pronunció así: "Cristo tiene dos naturalezas con dos actividades: como
Dios obró milagros, resucitó y ascendió a los cielos; como hombre
desempeñaba las actividades diarias normales. Cada naturaleza ejercía su
propia voluntad. La naturaleza divina de Cristo tenía una tarea
específica que desarrollar, al igual que su naturaleza humana. Estas
naturalezas es
taban místicamente unidas en la Divina Persona de nuestro Señor y Salvador Jesucristo."

El concilio condenó al papa Honorio como hereje.

Definición sobre las dos voluntades en Cristo
El presente santo y universal Concilio recibe fielmente y abraza con los brazos abiertos la relación del muy santo y muy bienaventurado Papa de la antigua Roma, Agatón, hecha a Constantino,
nuestro piadoso y fidelísimo emperador, en la que expresamente se
rechaza a los que predican y enseñan, como antes se ha dicho, una sola
voluntad y una sola operación en la ec
onomía de la encarnación de Cristo, nuestro verdadero Dios (v. 288). Y acepta también la otra relación
sinodal del sagrado Concilio de ciento veinte y cinco religiosos
obispos, habida bajo el mismo santísimo Papa, hecha igualmente a la
piadosa serenidad del mismo Emperador, como acorde que está con el santo
Concilio de Calcedonia y con el tomo del sacratísimo y beatísimo Papa
de la misma antigua Roma, León, tomo que fue enviado a San Flaviano (v.
143) y al que llamó el
mismo Concilio columna de la ortodoxia.
Acepta además las Cartas conciliares escritas por el bienaventurado Cirilo contra el impío Nestorio
a los obispos de oriente; signe también los cinco santos Concilios
universales y, de acuerdo con ellos, define que confiesa a nuestro Señor
Jesucristo, nuestro verdadero Dios, uno que es de la santa
consustancial Trinidad, principio de la vida, como perfecto en la
divinidad y perfecto el mismo en la humanidad, verdaderamente Dios y
verdaderamente hombre, compuesto de
alma racional y de cuerpo; consustancial al Padre según la divinidad y el mismo consustancial a nosotros
según la humanidad, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado
(Hebr. 4:15); que antes de los siglos nació del Padre según la
divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nos
otros
y por nuestra salvación, nació del Espíritu Santo y de María Virgen,
que es propiamente y según verdad madre de Dios, según la humanidad;
reconocido como un solo y mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos
naturalezas, sin confusión, sin conmutación, inseparablemente, sin div
isión,
pues no se suprimió en modo alguno la diferencia de las dos naturalezas
por causa de la unión, sino conservando más bien cada naturaleza su
propiedad y concurriendo en una sola pe
rsona y en una
sola hipóstasis, no partido o distribuido en dos personas, sino uno
solo y el mismo Hijo unigénito, Verbo de Dios, Señor Jesucristo, como de
antiguo enseñaron sobre Él los prof
etas, y el mismo Jesucristo nos lo enseñó de sí mismo y el Símbolo de los Santos Padres nos lo ha trasmitido (Conc. Calc. v. 148).
Y
predicamos igualmente en Él dos voluntades naturales o: quereres y dos
operaciones naturales, sin división, sin conmutación, sin separación,
sin confusión, según la enseñanza de los Santos Padres; y dos
voluntades, no contrarias ¡Dios nos libre! como dijeron los impíos
herejes, sino que su voluntad humana sigue a su voluntad divina y
omnipotente, sin oponérsele ni combatirla, antes bien, enteramente
sometida a ella. Era, en efecto, menester que la vo
luntad de la carne se moviera, pero tenía que estar sujeta a la voluntad divina del mismo, según el sapientísimo Atanasio.
Porque a la manera que su carne se dice g es carne de Dios Verbo, así
la voluntad natural de su carne se dice y es propia de Dios Verbo, como
Él mismo dice: Porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad,
sino la voluntad del Padre, que me ha enviado (Jn. 6:38), llamando suya
la voluntad de la carne, puesto que la carne fue también suya. Porque a
la manera que su carne animada sa
ntísima
e inmaculada, no por estar divinizada quedó suprimida, sino que
permaneció en su propio término y razón, así tampoco su voluntad quedó
suprimida por estar divinizada, como dice Gregorio el Teólogo: "Porque
el querer de Él, del Salvador decimos, no
es contrario a Dios, como quiera que todo Él está divinizado."


Glorificamos
también dos operaciones naturales sin división, sin conmutación, sin
separación, sin confusión, en el mismo Señor nuestro Jesucristo, nuestro
verdadero Dios, esto es, una oper
ación
divina y otra operación humana, según con toda claridad dice el
predicador divino León: "Obra, en efecto, una y otra forma con
comunicación de la otra lo que es propio de ella: es decir, que el Verbo
obra lo que pertenece al Verbo y la carne ejecuta lo q
ue
toca a la carne" (v. 144). Porque no vamos ciertamente a admitir una
misma operación natural de Dios y de la criatura, para no levantar lo
creado hasta la divina sustancia ni rebajar tampoco la excelencia de la
divina naturaleza al puesto que conviene a
las
criaturas. Porque de uno solo y mismo reconocemos que son tanto los
milagros como los sufrimientos, según lo uno y lo otro de las
naturalezas de que consta y en las que tiene el ser, como dijo el
admirable Cirilo. Guardando desde luego la inco
nfusión
y la indivisión, con breve palabra lo anunciamos todo: Creyendo que es
uno de la santa Trinidad, aun después de la encarnación, nuestro Señor
Jesucristo, nuestro verdadero Dios, d
ecimos que sus dos naturalezas resplandecen en su única hipóstasis, en la que mostró tanto sus milagros como sus padecimientos, durante toda su vida redentora, no en apariencia, sino realmente; puesto que en una sola hipóstasis
se reconoce la natural diferencia por querer y obrar, con comunicación
de la otra, cada naturaleza lo suyo propio; y según esta razón, glorif
icamos también dos voluntades y operaciones naturales que mutuamente concurren para la salvación del género humano.
Habiendo, pues, nosotros dispuesto esto en todas sus partes con toda exactitud y diligencia, determinamos que a nadie sea lícito presentar otra fe, o escribirla, o componerla, o bien sentir o enseñar
de otra manera. Pero, los que se atrevieren a componer otra fe, o
presentarla, o enseñarla, o bien entregar otro símbolo a los que del
helenismo, o del judaísmo, o de una herejía cualquiera quieren
convertirse al conocimiento de la verdad; o se atrevieren a introducir
novedad de expr
esión o invención de
lenguaje para trastorno de lo que por nosotros ha sido ahora definido;
éstos, si son obispos o clérigos, sean privados los obispos del
episcopado y los clérigos de la clerecía; y si son monjes o laicos, sean
anatematizados.


Defensores de la Ortodoxia.
San Máximo el Confesor nació en Constantinopla alrededor del año 580. Después de haber recibido una esmerada educación civil y religiosa, ocupó un alto cargo estatal, que abandonó en el año 630 para hacerse monje.

Al principio, combatió el monofisismo; más tarde, dedicó todas sus energías a luchar contra la herejía monotelita.
Participó en numerosos Sínodos africanos y tomó parte activa en el
Concilio de Letrán del año 649, donde fue condenado el monotelismo junto
a los patriarcas que lo habían favorecido. A su regreso a
Constantinopla, fue arrestado por orden del emperador Co
stante II, torturado y desterrado. Murió en el exilio, el 13 de agosto del año 662.

San Máximo
escribió numerosos escritos teológicos, exegéticos y éticos. Se le
atribuye además una Vida de María, recientemente descubierta en
traducción georgiana del siglo XI. Su fecha (habría sido escrita antes
del año 626) hace de ella la más antigua vida de la Virgen llegada hasta
nosotros. Junto a los puntos fundamentales del dogma mariano
(maternidad virginal, abs
oluta
santidad de la Virgen, asunción al Cielo), el autor destaca la
profundísima unión de María Santísima con su Hijo y Dios, en todos los
momentos de su vida: también después de la Asce
nsión del Señor al Cielo.

Los párrafos que aquí se recogen—una muestra de la solicitud de la Virgen con los Apóstoles y los discípulos, en aquellos primeros años de la Iglesia—constituyen un testimonio impresionante de la profunda devoción que los cristianos han tenido siempre a la Madre de Dios y Madre nuestra.

San Andrés de Creta" (+740) participó en las deliberaciones del Concilio. Fue el autor del famoso "Canon" que se lee durante la Gran Cuaresma en las Iglesias Ortodoxas.”


Tuvo lugar en Constantinopla en 692 en el Palacio Imperial en Trullo por lo que se le conoce también como "Concilio Trullano"

Fue un suplemento del V y VI Concilios
Ecuménicos por lo que se le conoce como el "quintosexto." Su función
fue puramente legislativa, ratificando los 102 cánones y las decisiones
de los anteriores Concilios Ecuménicos.

Se sancionaron los llamados "85 Cánones Apostólicos" y se aprobaron las decisiones disciplinarias (cánones) de ciertos Concilios regionales. Este Concilio añadió una serie de decisiones disciplinarias, o cánones, a los ya existentes. El Concilio Quintosexto fijó el fundamento de la Ley Canónica Ortodoxa.



Tuvo lugar en esta ciudad del Asia Menor en el año 784 convocado por la Emperatriz regente Irene y con la asistencia de 367 Obispos.
Este Concilio se centró
en el uso de los iconos en la Iglesia y la controversia entre los
"iconoclastas" (que atacaban la veneración de los iconos) y los
"iconófilos" (que veneraban a estas imágenes, pintadas y no esculpidas,
como vasos del Espíritu Santo). Se distinguió cuid
adosamente el culto de veneración del culto de adoración, que solo es debido a Dios.

El Concilio
definió que los santos iconos pueden ser exhibidos en las iglesias de
Dios, en los vasos sagrados y en las vestimentas litúrgicas, en las
paredes y en las casas. Principalmente los de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo y de nuestra Señora la Theo
tokos con los ángeles y gente santa. Se definió que podían besarse y ser objeto de veneración y honor."

También se proclamó la tradición eclesiástica, escrita o no escrita.

Definición sobre las sagradas imágenes y la tradición
Sesión VII

(I. Definición.) ...Entrando, como si dijéramos, por el camino real, siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros Santos Padres, y la tradición de la Iglesia Católica pues reconocemos
que ella pertenece al Espíritu Santo, que en ella habita, definimos con
toda exactitud y cuidado que de modo semejante a la imagen de la
preciosa y vivificante cruz han de exponerse las sagradas y santas
imágenes, tanto las pintadas como las de mosaico y de otra materia conv
eniente, en las santas iglesias de Dios, en los sagrados vasos y ornamentos, en las paredes y cuadros,
en las casas y caminos, las de nuestro Señor y Dios y Salvador
Jesucristo, de la Inmaculada Señora nuestra la santa Madre de Dios, de
los preciosos ángeles y de todos los varones santos y venerables. Porque
cuanto con más frecuencia son contemplados por medio de su
representación en la imagen, tanto más se mueven los que éstas miran al
recuerdo y deseo de los originales y a tributarles el saludo y adoración
de honor, no ciertamente la latiría verdadera que según
nuestra fe sólo conviene a la naturaleza divina; sino que como se hace con la figura de la preciosa y vivificante
cruz, con los evangelios y con los demás objetos sagrados de culto, se
las honre con la ofrenda de incienso y de luces, como fue piadosa costu
mbre
de los antiguos. "Porque el honor de la imagen, se dirige al original,"
y el que adora una imagen, adora a la persona en ella representada.
(II.
Prueba.) Porque de esta manera se mantiene la enseñanza de nuestros
santos Padres, o sea, la tradición de la Iglesia Católica, que ha
recibido el Evangelio de un confín a otro de la tierra; de esta manera
seguimos a Pablo, que habló en Cristo (2 Cor. 2:17), y al divino colegio
de los Apó
stoles y a la santidad de los Padres, manteniendo las tradiciones (2 Thess.
2:14) que hemos recibido; de esta manera cantamos proféticamente a la
Iglesia los himnos de victoria: Alégrate sobremanera, hija de Sión; da
pregones, hija de Jerusalén; recréate y regocíjate de todo tu cor
azón:
El Señor ha quitado de alrededor de ti todas las iniquidades de sus
contrarios; redimida estás de manos de tus enemigos. El señor rey en
medio de ti: no verás ya más males, y la paz sobre ti por tiempo
perpetuo (Soph. 3:14 s; LXX).


(III.
Sanción.) Así, pues, quienes se atrevan a pensar o enseñar de otra
manera; o bien a desechar, siguiendo a los sacrílegos herejes, las
tradiciones de la Iglesia, e inventar novedades, o rechazar alguna de
las cosas consagradas a la Iglesia: el Evangelio, o la figura de la
cruz, o la pintura de una imagen, o una s
anta
reliquia de un mártir; o bien a excogitar torcida y astutamente con
miras a trastornar algo de las legitimas tradiciones de la Iglesia
Católica; a emplear, además, en usos profanos los sagrados vasos o los
santos monasterios; si son obispos o clérigos
, ordenamos que sean depuestos; si monjes o laicos, que sean separados de la comunión.


De las sagradas elecciones
Sesión VII
Toda elección de
un obispo, presbítero o diácono hecha por los príncipes, quede anulada,
según el canon (Can. apost. 3 que dice: "Si algún obispo, valiéndose de
los príncipes seculares, se ap
odera por su medio de la Iglesia, sea depuesto y excomulgado, y lo mismo todos los que comunican
con él. Porque es necesario que quien haya de ser elevado al
episcopado, sea elegido por los obispos, como fue determinado por los
Santos Padres de Nicea en el canon que dice (Can. 4): "Conviene
sobremanera que el obispo sea establecido por todos los obispos de la
provincia. Mas si esto fuera difícil, ora por la apremiante necesidad o
por lo largo del
camino, reúnanse necesariamente
tres y todos los ausentes den su aquiescencia por medio de cartas y
entonces se le impongan las manos; mas la validez de todo lo hecho ha de
atribuirse en cada provincia al metropolitano."
De las imágenes, de la humanidad de Cristo, de la tradición
Nosotros recibimos las sagradas imágenes; nosotros sometemos al anatema a los que no piensan así...


Si alguno no confiesa a Cristo nuestro Dios circunscrito según la humanidad, sea anatema...

Si alguno rechaza toda tradición eclesiástica, escrita o no escrita, sea anatema.

De los errores de los adopcianos
De la Carta de Adriano, Si tajen licet a los obispos de las Galias y de España, 793.

Reunida con falsos argumentos la materia de la causal perfidia, entre otras cosas dignas de reprobarse,
acerca de la adopción de Jesucristo Hijo de Dios según la carne,
leíanse allí montones de pérfidas palabras de pluma descompuesta. Esto
jamás lo creyó la Iglesia Católica, jamás lo enseñó, jamás a los que
malamente lo creyeron, les dio asenso.
..
Impíos e ingratos a tantos beneficios, no os horrorizáis de murmurar con venenosas fauces
que nuestro Libertador es hijo adoptivo, como si fuera un puro hombre,
sujeto a la humana miseria, y, lo que da vergüenza decir, que es
siervo... ¿Cómo no teméis,
quejumbrosos detractores,
odiosos a Dios, llamar siervo a Aquel que os liberó de la esclavitud
del demonio?.. Porque si bien en la sombra de la profecía fue llamado
siervo (cf. Job 1:8 ss), por la condición de la forma servil que tomó de
la Virgen,... esto nosotros... lo entendemos como dicho, según la
historia, del santo Job, y alegóricamente, de Cristo...


Defensores de la Ortodoxia
San Juan Damasceno, llamado Juan Manssur, nació en Damasco entre los años 650 y 674, en el seno de una familia acomodada. Su
padre ocupaba un cargo importante en la Corte. Juan educado en la Corte
del Califato de Damasco llego a obtener un puesto equivalente al de
Primer Ministro. y llegó a formar también
parte de la administración del califato, en calidad de Logoteta o jefe
de la población cristiana, que ya estaba bajo el dominio de los Califas.
Hacia el año 726 dejó este puesto y se r
etiró al monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén.

Ordenado
sacerdote, llevó a cabo una actividad literaria considerable,
contestando a las preguntas de muchos obispos y predicando con
frecuencia en Jerusalén. Hombre de vasta cult
ura, su apasionado amor por Jesucristo y su tierna devoción a Santa María le colocan entre los hombres ilustres de la Iglesia, tanto por su virtud como por su ciencia. Desde el punto de vista teológico, su importancia radica en que supo reunir y exponer lo esencial de la tradición patrística, sin carecer de fuerza creadora propia. Su actividad literaria ha dejado obras dogmáticas, polémicas, exegéticas, ascético-morales, homiléticas y poéticas. Su nombre está indisolublemente ligado a la defensa de la ortodoxia cristiana contra la herejía iconoclasta, que rechazaba el culto a las imágenes.

Su obra principal es "La exposición exacta de la Fe Ortodoxa," que obra es un sumario
teológico sistemático de todas las doctrinas básicas de los primeros
siete siglos. Esta monumental obra llegó a ser un clásico de la Teología Ortodoxa.

San Juan
Damasceno transmitió a la Edad Media una admirable síntesis de las
riquezas doctrinales de la Patrística griega. Es, con San Juan
Crisóstomo, el Padre oriental más citado por los autores escolásticos,
que lo consideraban una autoridad. Poco tiempo después de su muerte,
ocurrida alrededor del año 750, ya estaba muy difundida su fama de santi
dad. Recibió del II Concilio de Nicea (año 787) los más cálidos elogios por su santidad y ortodoxia.


En 843 un
Sínodo regional (Endemousa) fue convocado bajo la Emperatriz Teodora. La
veneración de los iconos fue solemnemente proclamado en la Catedral de
Santa Sofía. Monjes y clérigos entraron en procesión y restauraron los
iconos en los lugares establecidos. Ese día fue llamado del "Triunfo de
la Ortodoxia." Desde entonces este acontecimiento es conmemorado cada
año en un servici
o religioso especial el primer Domingo de Cuaresma; el “Domingo de la Ortodoxia.”

El año 858 Focio fue hecho Patriarca de Constantinopla. Su elección,
comunicada por Focio al papa Nicolás I, fue aprobada por los legados
papales. En esa comunicación, Focio envió al Papa una profesión de fe,
sin el
Filioque, profesión que el Papa aprobó sin ningún reparo. Posteriormente (863), un sínodo romano condenaba a Focio, sin que ello surtiera efecto; todo lo contrario, pues el 867
un sínodo constantinopolitano declaraba depuesto al papa Nicolás. Aquel
mismo año, sin embargo, el nuevo emperador, Basilio I, queriendo la paz
entre el Imperio y R
oma, desterró a
Focio y repuso a Ignacio en el trono patriarcal. Fue convocado un
concilio en Constantinopla (869-870), al que acudieron los legados
papales, el cual restablecía la comunión entre las dos sedes. Fallecido
el patriarca Ignacio, Focio fue restablecido en la sede y reconocido
como patriarca por un sínodo constantinopolitano, en pre
sencia de los legados papales. Focio tuvo también un papel relevante en la polémica sobre el Filioque, el inciso añadido por los latinos en el Credo. Pero durante todo este tiempo, e independientemente de que fuera Ignacio o Focio el patriarca de Constantinopla, surgieron fuertes rivalidades entre Roma y Bizancio por la cuestión eslava.


Queriendo caminar sin tropiezo por el recto y real camino de la divina justicia, debemos mantener
como lámparas siempre lucientes los límites o definiciones de los
Santos Padres. Por eso confesamos guardar y observar las leyes que han
sido trasmitidas a la Iglesia Católica y Apostólica, tanto por los
santos y muy gloriosos Apóstoles, como por los Concilios ortodoxos,
univers
ales y locales, o por algún
Padre maestro de la Iglesia divinamente inspirado. Porque Pablo, el gran
Apóstol, nos avisa guardemos las tradiciones que hemos recibido, ora de
palabra, ora por cartas, de los santos que antes brillaron.


Can. 8. Decretamos que la sagrada imagen de nuestro Señor Jesucristo, Liberador y Salvador de todos, sea adorada con honor igual al del libro de los Sagrados Evangelios. Porque así como por el sentido de las sílabas que en el libro se ponen, todos conseguiremos la salvación; así por la operación de los colores de la imagen, sabios e ignorantes, todos percibirán la utilidad
de lo que está delante, pues lo que predica y recomienda el lenguaje
con sus sílabas, eso mismo predica y recomienda la obra que consta de
colores; y es digno que, según la convenie
ncia de la razón y la antiquísima tradición, puesto
que el honor se refiere a los originales mismos, también derivadamente
se honren y adoren las imágenes mismas, del mismo modo que el sagr
ado libro de los santos Evangelios, y la figura de la preciosa cruz. Si alguno, pues, no adora la
imagen de Cristo Salvador, no vea su forma cuando venga a ser
glorificado en la gloria paterna y a glorificar a sus santos (a Thess.
1:1, sino sea ajeno a su comunión y claridad. Igualmente la imagen de la
Inmaculada Madre suya, engendradora de Dios, Ma
ría.
Además, pintamos las imágenes de los santos ángeles, tal como por
palabras los representa la divina Escritura; y honramos y adoramos las
de los Apóstoles, dignos de toda alabanza, de los profetas, de los
mártires y sa
ntos varones y de todos los santos. Y los que así no sienten, sean anatema del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Can.
3. Decretamos que la sagrada imagen de nuestro Señor Jesucristo sea
adorada con honor igual al del libro de los Santos Evangelios. Porque a
la manera que por las sílabas que en él se ponen, alcanzan todos la
salvación; así, por la operación de los colores trabajados en la imagen,
sabios e ignorantes, todos gozarán del provecho de lo que está delante;
porque lo mismo que el lenguaje en las sílabas, eso anuncia y recomie
nda
la pintura en los colores. Si alguno, pues, no adora la imagen de
Cristo Salvador, no vea su forma en su segundo advenimiento. Asimismo
honramos y adoramos también la imagen de la Inmaculada Madre suya, y las
imágenes de los santos ángeles, tal como en
sus oráculos nos los caracteriza la Escritura, además las de todos los Santos. Los que así no sientan, sean anatema.


Can.
11. El Antiguo y el Nuevo Testamento enseñan que el hombre tiene una
sola alma racional e intelectiva y todos los Padres y maestros d
e la Iglesia, divinamente inspirados, afirman la misma
opinión; sin embargo, dándose a las invenciones de los malos, han
venido algunos a punto tal de impiedad que dogmatizan impudentemente que
el hombre tiene dos almas, y con ciertos con
atos irracionales, por medio de una sabiduría que se ha vuelto necia (1 Cor. 1:2, pretenden confirmar
su propia herejía. Así, pues, este santo y universal Concilio,
apresurándose a arrancar esta opinión como una mala cizaña que ahora
germina, es más, llevando en la mano el
bieldo (Mt. 3:12; Lc.
3:17) de la verdad y queriendo destinar al fuego inextinguible toda la
paja y dejar limpia la era de Cristo, a grandes voces anatematiza a los
inventores y perpetradores de tal impiedad y a los que sienten cosas por
el estilo, y define y promulga que nadie absolutamente tenga o guarde
en modo alguno los estatutos de los autores de esta impiedad. Y si
alguno osare obrar contra este grande y universal Concilio, sea anatema y
ajeno a la fe y cultura de los cristianos.
El Antiguo y el Nuevo Testamento enseñan que el hombre tiene una sola alma racional e intelectiva,
y todos los Padres inspirados por Dios y maestros de la Iglesia afirman
la misma opinión; hay, sin embargo, algunos que opinan que el hombre
tiene dos almas y confirman su prop
ia herejía con ciertos argumentos sin razón. Así, pues, este santo y universal Concilio, a grandes voces
anatematiza a los inventores de esta impiedad y a los que piensan como
ellos; y si alguno en adelante se atreviere a decir lo contrario, sea
anatema.
Can.
12. Como quiera que los Cánones de los Apóstoles y de los Concilios
prohiben de todo punto las promociones y consagraciones de los obispos
hechas por poder y mandato de los prí
ncipes,
unánimemente definimos y también nosotros pronunciamos sentencia que,
si algún obispo recibiere la consagración de esta dignidad por astucia o
tiranía de los príncipes, sea de todos m
odos depuesto, como quien quiso y consintió poseer la casa de Dios, no por voluntad de Dios y por rito y decreto eclesiástico, sino por voluntad del sentido carnal, de los hombres y por medio de los hombres.
Can.
17. Ha llegado a nuestros oídos que no puede celebrarse un Concilio sin
la presencia del príncipe. En ninguna parte, sin embargo, estatuyen los
sagrados Cánones que los príncipes sec
ulares se reúnan en los Concilios, sino sólo los obispos. De ahí que, fuera de los Concilios universales,
tampoco hallamos que hayan estado presentes. Porque tampoco es lícito
que los príncipes seculares sean espectadores de las cosas que acontecen
a los s
acerdotes de Dios.
Europa occidental era ortodoxa hasta fines del siglo VIII d.C. Obispos de la Iglesia Occidental habían participado en los Siete Concilios Ecuménicos y habían aceptado sus decisiones
al mismo nivel que los obispos del Oriente. Las reformas doctrinales
que condujeron al cisma empezaron en Occidente a partir de 809.


Diferencias Dogmáticas.

  1. Filioque:
    Un Concilio local a Aix de Chapelle (809) decidió de una manera
    arbitraria que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (Filioque)
    contra el texto evangélico que dice: "El Espíritu Santo procede del
    Padre (Juan 15:26) y contra el texto del Credo de N
    icea (Creo en el Espíritu Santo que procede del Padre. (IV d.C.).
  2. La Primacía jurídica del obispo de Roma:
    El papa Nicolás primero (858-867) decidió de una manera arbitraria que
    el obispo de Roma debe estar por encima de los otros obispos del
    Occidente y del Oriente y gobernar la Iglesia universal de una manera
    monárquica contra la tradición Apostólica que dice: "Entonces
    resolvieron los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia...."
    "Porque pareció al Espíritu Santo y a nosotros (Hechos 15:22 &
    15:28). Esto es el sistema Sinódico o conciliario sobre el cual
    estuvieron basados los siete Concilios Ecuménicos.
    La piedra angular de la Iglesia es Cristo (1Cor. 3:11). San Pedro es la piedra de la confesión de la fe que Cristo es el Hijo de Dios vivo (Mat. 15:18).
  3. La infalibilidad del papa: Esta
    doctrina falsa fue proclamada en Occidente solamente en 1870 (Concilio
    del Vaticano), mientras que la doctrina correcta es que la infalibilidad
    reside en toda la Iglesia (todos fieles, clero y laicos) según el pasaje evangélico de los Hechos
    de los Apóstoles (Hechos 15:22). La infalibilidad entonces reside en el
    Concilio Ecuménico (Universal) cuyas decisiones fueron aceptadas por
    toda la Iglesia (el cuerpo de Cristo en la tierra).
  4. La Inmaculada Concepción. La Iglesia de Roma enseña que Santa Ana concibió a la Virgen sin el pecado original. La
    Iglesia Ortodoxa cree y enseña su concepción de manera natural y por
    esto también necesitaba ser redentada por Jesucristo como el resto de la
    humanidad.
  5. El Purgatorio: Es un concepto tardío del Catolicismo Romano desmentida por el texto bíblico que dice que el ladrón fue directamente al paraíso (Luc. 23,43; Juan 5:29). La conceptiόn de la existencia del Purgatorio levante la responsabilidad del Cristiano sobre la tierra. Seremos juzgados segϊn nuestros hechos libres. (Mat. 16:27; Apocal. 22:12).
  6. El Celibato del Clero. La Iglesia Romana exige el celibato a su Clero. Sin embargo, la Iglesia Primitiva nunca prohibió el matrimonio del Clero ni de los Obispos. San Gregorio, el Gran Teólogo, fue hijo de un Obispo, como lo fueron otros grandes santos, pero la Iglesia, posteriormente y por razones sociales que no hay necesidad de comentar, determinó que los Obispos no fueran casados para que se alejaran de las obligaciones mundanas pudiendo así dedicarse a lo espiritual.
  7. Diferencias Litúrgicas.
    Celebración de los Sacramentos:
    1. El Bautismo: "Vaptizo" en griego significa "sumergir." Entonces el Bautismo debe ser una inmersión
      completa en el agua. Esta era la practica antigua de la Iglesia: tres
      inmersiones por la muerte del Señor, y tres emersiones por la res
      urrección.
      (Rom. 6:4; Mat 3:16). En Occidente empezaron a rociar solamente a
      partir del siglo XIV. Una prueba de que la inmersión se practicaba en
      Occidente antes, es la existencia de los antiguos baptisterios que
      encontramos en Europa O
      ccidental en las antiguas basílicas (antes del cisma).
    2. La Confirmación: Este Sacramento otorga los dones del Espíritu Santo. Este sacramento
      debe ser dado inmediatamente después del bautismo según el testimonio
      del Padre de la Iglesia Tertuliano (s. II). Esta es la antigua practica
      de la Iglesia. Después de este Sacramento podemos recibir la Santa
      Eucaristía. Esta es la razón por la cual en la Iglesia Ortodoxa los
      bebes comulgan después del bautismo y la confirmación. Reciben los
      Sacramentos como un don de Dios y no a través una e
      laboración intelectual. La inmensidad del amor y de la sabiduría de Dios no puede explicarse por la lógica humana que es muy limitada.
    3. La Santa Eucaristía: (del verbo griego "eucaristo" que significa "dar gracias"). Este Sacramento instituido por el Señor durante la Cena: (Mat. 26:26-29) nos une a El como los sarmientos a la vid, de una manera misteriosa. Si no participamos de una manera correcta en este sacramento no tenemos vida (Juan 6:53-57). Este texto evangélico se refiero a la copa de vino, no a la hostia sin levadura. La Iglesia Ortodoxa consagra el pan natural con levadura — en tanto que la Occidental,
      el pan ácimo. La Iglesia Ortodoxa basa su punto de vista, primero,
      sobre lo que el Señor comió en la Ultima Cena: Pan con levadura. "Antes
      de la fiesta de la pascua..." (Jn. 13:1). "Dos días después era la
      pascua y la fiesta de los panes sin levadura..." (Mc. 14:1). "Llegó el
      día de los panes sin levadura, en el cual era n
      ecesario sacrificar el cordero de la pascua” (Lc. 22:7). La palabra griega “Artos”
      que aparece en el Evangelio significa el pan natural con levadura y no
      el ácimo. Los Apóstoles usaron el pan natural con levadura en
      cumplimiento del Sacrame
      nto de la Eucaristía, "...en el partimiento del pan..." (Hech. 20:7). San Juan Crisóstomo explicando
      la palabra griega "artos," dijo que esto se traducía como "pan con
      levadura" (Sermón 81 sobre el Evangelio de Mateo). Los primeros
      cristianos llevaban consigo pan y vino, y terminando la Eucaristía
      repartían lo s
      obrante a los pobres. Sin duda usaban el pan con levadura y no el ácimo. "Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; ...” (1a. Cor. 11:21). Durante los primeros siglos en el Occidente también empleaban el pan normal para la Santa Eucaristía (De Sacramentis Cap. IV.14).
    4. La Penitencia: (La confesión) Este sacramento prepara al alma para recibir la Santa Eucaristía. Es una purificación. (I. Cor. 11:27-29; Juan 20:23). En la Iglesia Ortodoxa no hay confesionario. No hay nada que separa el padre del penitente. La absolución es una consecuencia del arrepentimiento sincero. Es un hecho libre cuja eficacia reside en la obra de redenciόn del Seρor sobre la Cruz.
    5. La ordenación: Este Sacramento esta basado sobre los textos evangélicos siguientes: (Mat. 10:1; Luc 10:1; Juan 6:70; Hechos 2.1;
      Hechos 6:6; Hechos 13,3; 1Tit.4:14). La validad de la ordenación hace
      validos los otros sacramentos. La Iglesia ortodoxa tiene sacerdotes
      casados y no casados (los obispos) según la d
      ecisión del IV Concilio Ecuménico (Canon 12). Los que se preparan para el Episcopado
      viven el celibato en Cristo. Los que eligen el matrimonio se casan
      antes de la ordenación. Después de la ordenación el matrimonio no esta
      permitido. Los s
      acerdotes casados están mencionados en el texto bíblico (Tito I, 5-6) El clero ortodoxo es
      de tres grados mencionados en el texto bíblico: el diácono, el
      sacerdote (presbíteros) y el obispo. Los obispos son elegidos entre los
      "archimandritas" (grado monástico). En la Iglesia Ortodoxa no hay
      cardenales.
    6. El matrimonio: El matrimonio fue instituido por Dios según al Antiguo Testamento (Gen. 2:16; Gen 2:24) para la unión psicosomatica y el parto. En el Nuevo Testamento el matrimonio se hace un sacramento. Se convierte en una unión santificada. (Efes. 5:32). Para este sacramento se necesita el libre consentimiento de los futuros esposos y la ceremonia religiosa, según la antigua tradición de la Iglesia
      y la atestación de los Santos Padres (Ignacio, Policarpo (s. II). Este
      sacramento es de un carácter indisoluble, excepto a caso mencionado por
      el Señ
      or (caso de adulterio; Mat. 19:9). El cristiano Ortodoxo es libre de elegir entre matrimonio bendito por el Señor y el celibato en Cristo, el celibato de castidad según el texto bíblico: (Mat. 19:2; I Cor. 7:32-33). Este celibato en Cristo puede hacerse en una comunidad monástica, en la vida de asceta o en el mundo según el don de cada uno.
    7. La unción en aceite: La
      Iglesia Ortodoxa ora sobre el aceite para la curación de las
      enfermedades y remisión de los pecados. La Iglesia Romana considera que
      el aceite es para los moribundos y para los enfermos graves, a pesar de
      que la Santa Biblia enseña que el óleo se da a los enfermos para su
      curación espiritual y corp
      oral, "Está
      alguno enfermo entre vosotros, llame a los ancianos de la iglesia, que
      oren por él ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración
      de fe sa
      lvará al enfermo y el Señor lo levantará..."
      (Stg. 5:14-15).
    8. Las fórmulas Sacramentales. Creen que la acción de los Santos Sacramentos reside en la persona del Sacerdote. Dice el Sacerdote: “Yo te
      bautizo," "Yo te uno en matrimonio," "Yo te unjo," "Yo te perdono." El
      sacerdote Ortodoxo dice: "Se bautiza el siervo de Dios," "Se unge el
      siervo de Dios," "Se perdona el siervo de Dios," porque la Iglesia
      Ortodoxa está segura que el medio principal en
      los Sacramentos
      es la Gracia Divina y no el Sacerdote que sólo es su instrumento. En
      otras palabras, la Iglesia Ortodoxa enseña que la acción de los
      Sacramentos está basada en la Gracia Divina y no en el Sacerdote,
      independientemente de su cual
      idad humana. Conviene
      aquí mencionar que uno de los grandes doctores de la Iglesia
      Occidental, San Agustín, hablando sobre los Sacramentos dice: "Cuando el
      Señor perdonó a la mujer pecadora, no le dice "yo te perdono tus
      pecados," sino, "...tus pecados te son perdonad
      os” (Lc. 7:48).
    9. Las Estatuas. Entre
      las diferencias de culto existe el de las estatuas. El Occidente colocó
      estatuas en las iglesias. El Oriente Ortodoxo las rechazó y sigue
      rechazá
      ndolas dentro de los templos,
      basándose en la Palabra del Señor: "Dios es espíritu; y los que le
      adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren" (Jn. 4:24). Y
      también: "...Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás" (Mt.
      4:10). San P
      ablo nos dice: "El Dios que hizo el mundo... siendo Señor del cielo... no habita en templos hechos por manos humanas...” (Hch. 17:24).
Diferencias Administrativas.
  1. La Autoridad Máxima. La iglesia Ortodoxa considera al Concilio Ecuménico como Autoridad Máxima de todas las Iglesias. En tanto que la Iglesia Romana considera al Papa como la Autoridad Máxima de todas las Iglesias "Por encima de los Concilios Ecuménicos.” La Iglesia Ortodoxa basa su doctrina en lo siguiente:
  2. Los Santos Apóstoles se reunieron en Jerusalén para estudiar las diferencias surgidas entre sí sobre los que vinieron al Cristianismo de los judíos y los que llegaron de los gentiles. Algunos de los Apóstoles consideraban que los gentiles tenían que integrarse al Cristianismo. Otros opinaban que adoptar primero la religión judía antes de integrarse al Cristianismo. Otros opinaban que estos deberían aceptarse directamente a la fe Cristiana. Sobre eso ninguno de los Apóstoles en particular tomó la decisión.
    Se congregaron para que en conjunto se decidiera, lo que implica que todos Apóstoles tendrían que estar reunidos para hacerlo (Hch. 15). Y el Concilio decidió aceptar a los gentiles en el Cristianismo directamente, sin pasar por la circuncisión, puesto que el Cristianismo no es parte del Judaísmo sino una Religión independiente. Las Iglesias Cristianas en Oriente y Occidente, antes del cisma, se administraban de una manera conjunta y democrática y no con dictadura. Cuando había algunas diferencias o asuntos a nivel superior de una Iglesia, se reunía el Concilio Ecuménico, constituido por todos los Patriarcas y los Jefes de las Iglesias Autocéfalas, para estudiar todos los asuntos y tomar sus decisiones, siendo éstas Obligatorias para todos. El mejor testimonio de ello son los Siete Concilios Ecuménicos, cuyas resoluciones están reconocidas en Oriente y Occidente hasta la actualidad.
  3. La Sucesión de Pedro. Occidente
    basa la Primacía del Obispo de Roma o Papa en que es el sucesor de
    Pedro y que Pedro fue el superior de los Apóstoles, apoyándose en Mateo
    16:13-18: "Preguntó Jesús a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los
    hombres que es el Hijo del Hombre?.. Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú
    eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús:
    "Bienaventurado eres, Simón, Hijo de Jonás, po
    rque
    no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
    Yo también te digo, que tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi
    iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella." Este
    pasaje no significa lo que Roma trata de interpretar, la r
    oca no es Pedro, sino la confesión de Pedro de que Cristo es el Hijo de Dios. La Iglesia esta construida sobre la Divinidad de Cristo viviente y no sobre Pedro, el hombre muerto.
    No puede ser la base de la Iglesia un ser humano sino Dios mismo, para
    que se cumplan las palabras de Cristo, que las puertas del Hades
    no prevalecerían contra ella, conforme a su promesa: "Permaneceré con
    vosotros hasta el fin." San Pablo dice en su Primera Carta a los
    Corintios: "Y la roca era Cristo" (10:4).
  4. San Agustín, Gran Padre de la Iglesia Occidental, explicó este versículo en su artículo 270, con lo siguiente: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra que es tu confesión, que Cristo es el Hijo de Dios viviente, edificaré mi iglesia." En su artículo 76 también dice: "Los que edifican sobre humanos dicen, yo soy de Pablo, yo soy de Apolos, yo soy de Pedro. Pero los que edifican sobre la confesión de Pedro y la Divinidad de Cristo, dicen: Yo soy de Cristo. Porque la Iglesia está edificada sobre Cristo y no sobre Pedro.”
    El Escritor francés Andre Boreau hizo referencia a la explicación de San Agustín con lo siguiente:
    "Cuarenta padres de la Iglesia y grandes escritores explicaron el mencionado versículo igual que San Agustín, lo que quiere decir que la roca no es Pedro sino la confesión de Pedro de la divinidad de Cristo. Entre estos cuarenta se cuentan diez Papas. .”
    Los mismos Apóstoles no aceptaron la superioridad de Pedro sobre ellos. San Pablo dice: “El hombre es cabeza de la mujer como Cristo es cabeza de la iglesia.”(Ef. 5:23). Pablo no dijo que Pedro es la cabeza de la iglesia. Así también los Concilios Ecuménicos no aceptaron la superioridad papal. En el Credo se recita "Creo en una Sola, Santa, Católica y Apostólica Iglesia." La palabra Iglesia significa el conjunto, lo mismo que la palabra Católica, y no se refieren a una sola persona. Si los concilios Ecuménicos hubieran aceptado la superioridad del Papa, lo hubieran incluido en el Símbolo de la Fe, mas no fue así. Este Credo es aceptado por todas las Iglesias Cristianas hasta la actualidad.
  5. El Derecho a la Primacía. El ceder
    el derecho, al Obispo de Roma, de la Primacía sobre los Obispos de
    Occidente, así como al de Constantinopla sobre los Obispos de Oriente, fue algo temporal y político, era privilegio de la Capital.
    Cuando Roma fue la Capital, su Obispo tenía asiento a la derecha del
    Emperador, por lo que este lugar temporal le dio el privilegio de la
    Primacía sobre los demás Obispos de Occidente. Cuando Constantin
    opla se convirtió en la Capital del Oriente, su Obispo se sentaba a la derecha del Emperador o del Rey, por lo que, por este mismo privilegio temporal, alcanzó los mismos privilegios sobre todos los Obispos de Oriente.
  6. Si hubiera sido motivo religioso, el Obispo de Antioquía hubiera tenido la Primacía sobre todos los Obispos de Oriente y Occidente, por ser el sucesor directo de los Apóstoles Pedro y Pablo, quienes fundaron la Iglesia de Antioquía antes que la de Roma. Hasta la actualidad, algunos de los Patriarcas de Oriente, además de su nombre llevan el nombre de Pedro, por considerarse sus sucesores. Siguiendo con el aspecto religioso, la Primacía sería un derecho inequívoco del Obispo de Jerusalén sobre todos los Obispos del mundo, puesto que es él el sucesor de Nuestro Señor Jesucristo que es el Gran Fundador, legítimamente el Primero, de toda la Iglesia Cristiana, quien es inmensamente mayor que Pedro, que Pablo y que todos los Apóstoles.
  7. El Estado del Vaticano. El Papa de Roma se proclamó jefe de un Estado temporal, y eso contradice lo dicho por el Señor: "Mi reino no es de este mundo” (Jn. 18:36), "dad, pues, a Cesar lo que es de Cesar y a Dios lo que es de Dios”
    (Mt. 22:21), y "Sabéis que los gobernantes de las naciones se
    enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad,
    mas entre vosotros no será así, sino, el que quiera hacerse grand
    e entre vosotros
    será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros
    será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido,
    sino para servir" (Mt. 20:25-27). Y ¡aquí esta la gran pregunta!: ¿Acaso
    fue San Pedro jefe de un e
    stado temporal?
  8. La Ortodoxia y el Papa.
    Las Iglesias Ortodoxas consideran al Papa como Patriarca del Occidente y
    Máximo Jefe de las Iglesias Occidentales que le reconocen. Cuando
    renuncie a la autoridad que pretende sobre todas las Iglesias Cristianas
    en el mundo, entonces lo considerarán como el primero entre los
    Patriarcas y después de él al Patriarca de Consta
    ntinopla y los demás Patriarcas. Sólo entonces se le considerará "primero entre iguales.”


# 36
CE, 2005.


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