sábado, 30 de julio de 2016

Los judíos en España. El Esplendor de Sefarad - WikiSenior

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Los judíos en España. El Esplendor de Sefarad








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Los judíos en España. El Esplendor de Sefarad

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«Mosaico secular de culturas, la Península Ibérica guarda entre su
valioso legado colectivo la huella que dejó la vida cotidiana de los
viejos judíos españoles, expulsados en 1492 por los Reyes Católicos.
Costumbres, mitos y laberínticos trazados urbanos conforman esa singular
herencia, cuyos vestigios se pueden aún rastrear entre umbrías callejas
y sinagogas hoy reconvertidas en iglesias o museos. No solamente eran
unas comunidades minúsculas, sino auténticos gobiernos autónomos: las
aljamas. En ellas contaban con sus rabinos, cementerios, baños rituales,
carnicerías, hornos comunitarios, tribunales y hasta con hospitales
para peregrinos y pobres»








Al hablar de un pueblo, hemos de exponer las potencias
                                             en que su espíritu se particulariza
                                                                      Georg Wilhelm Friedrich Hegel





Introducción

La finalidad de este trabajo de investigación, no es otra que el
logro de dar una visión de la España medieval focalizada en la
coexistencia durante siglos de tres religiones y tres culturas distintas
entre sí, tres pueblos, los cristianos, los musulmanes y los judíos, la
España medieval ofrece una serie de rasgos singulares, que la
diferencian con respecto a la mayor parte de los países de Europa. Es
cierto que hubo comunidades judías en la mayoría de países de la
cristiandad europea, pero la presencia de musulmanes no se dio ni en
Alemania, ni en Inglaterra, ni siquiera en la vecina Francia aunque sí
que el islam intentó en las primeras décadas del siglo VIII, ocupar la
parte sur de Francia, siendo derrotados por los francos, en la batalla
de Poitiers (732) situación que les obligó a abandonar los citados
territorios. Solo en España por tanto, se da la circunstancia de la
convivencia de los tres pueblos, con diferentes costumbres, religiones y
culturas. Durante muchos años la historia nos ha sido narrada desde un
punto de vista de la preponderancia de los cristianos, considerados como
auténticos españoles, mientras que musulmanes y judíos eran vistos como
personas ajenas, a las que había que expulsar de España lo antes
posible, es de justicia que esta focalización de la historia se haya ido
cambiando desde hace tiempo, el eminente filólogo Marcelino Menéndez
Pelayo denominó a Umar ibn Hafsum dirigente de una revuelta muladí en
tierras de Al-Ándalus en el siglo IX, nada menos que como ¨el Pelayo de
Andalucía¨ el historiador decimonónico Francisco Javier Simonet, que
concebía a los mozárabes como españoles que subyugados por la morisma
conservaron durante siglos la religión, el espíritu nacional y la
cultura de la antigua España romano-visigoda y cristiana. La tradición
española se identificaba con la comunidad cristiana.


Esta estructura de pensamiento entra en contradicción con lo
expresado por Alfonso X el Sabio en su Estoria de España afirmando que
en la historia de nuestro país habían participado tanto cristianos, como
musulmanes y los judíos, por tanto los reyes cristianos del Medievo
aceptaban a las gentes de otras religiones, no solo como súbditos sino
como parte integrante del presente. La influencia en la cultura debida a
la coexistencia de las tres sociedades musulmana, cristiana y judía se
ha demostrado de forma muy significativa, uno de los más prestigiosos
estudiosos de la España musulmana Pierre Guichard, profesor de la
Universidad de Lyon afirma que no hubo absorción y asimilación de los
orientales por los hispano-visigodos sino más bien a la inversa, en el
Al-Ándalus funcionaron aspectos como la endogamia, la fuerza de la tribu
y del clan, la poligamia y el papel privilegiado de la masculinidad,
puntos de vista semejantes han sido defendidos por Thomas F. Glick en su
libro Cristianos y musulmanes en la España medieval (711-1250).


Es cierto que los primeros en llegar a España fueron los judíos
aunque la información de que disponemos de la época romana es escasa, se
sabe que los últimos monarcas visigodos tomaron medidas muy duras
contra ellos, el giro más importante se produce a partir del siglo VIII
con la invasión musulmana, es evidente que durante el primer Califato
hubo una confluencia de las tres religiones, al mismo tiempo hay que
recordar que fueron los musulmanes quienes introdujeron en el ámbito
hispano las obras y la filosofía de los autores grecolatinos y que
serian decisivas en el futuro de la ciencia en Europa. Es a partir del
siglo XI cuando los cristianos empiezan a recuperar tierras hacia el
sur, pero los reyes cristianos, se mostraron muy tolerantes tanto con
musulmanes como con judíos, contrario a lo que sucedía en Europa, con la
puesta en marcha de las Cruzadas, un ejemplo lo tenemos en la fundación
de la Escuela de Traductores a comienzo del siglo XII en Toledo,
demuestra el grado de convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos,
es a partir del siglo XIV en que se produce una creciente hostilidad
hacia los judíos y que sufrieron también los musulmanes, situación ésta
que desembocó a finales del siglo XV, con la expulsión de los judíos y a
continuación de los islamitas, salvo que unos y otros aceptaran el
bautismo.


Hemos de recordar las palabras de Juan Pablo II, del 30 de Abril
de 1991 en una audiencia de cristianos, musulmanes y judíos:
Se sabe que los judíos, los cristianos y los musulmanes provienen de
diferentes tradiciones religiosas pero que están muy relacionados entre
sí. De hecho todos los creyentes de esas religiones remontan sus
creencias a Abraham por quien sienten un profundo respeto, aunque de
diferente manera. Si no existe paz entre ellas ¿Cómo puede hallarse
armonía en la sociedad? De los creyentes, de los representantes de la
religión, de las personas que han pasado tantos años de su vida
meditando sobre los libros sagrados, el mundo espera la paz.







Los orígenes bíblicos de Sefarad

Sefarad es el nombre hebreo de España. La mención más antigua de este
nombre aparece en el texto del profeta Abdías siendo ésta una de las
citas bíblicas y posteriormente éste será el nombre que a España
reservarán los autores judíos y de él tomarán el suyo los sefardíes,
judíos españoles o de origen hispánico. Desde nuestros historiadores del
Renacimiento la presencia judía en España se podía remontar al primer
capítulo prestigioso de nuestra historia a aquel que las fuentes
literarias clásicas relacionaban con el mítico nombre de Tarteso, ya
citado por Herodoto (padre de la Historiografía occidental) se basaba en
la identificación entre dicho corónimo de raíz griega y la Tarsis
citada en varios textos bíblicos, comenzando por el conocido Reyes I,
10, 22. Pasaje de la crónica real israelita donde se cuenta la
conjunción de esfuerzos acordada por el rey Salomón (961-922 a. C) y su
contemporáneo el soberano de Tiro, Jirán (969-936 a. C) para construir y
armar una flota de altura capaz de comerciar con el muy lejano y
exótico país de Tarsis.



Trilingue Biblico Universidad de Salamanca
Negueb Tierras biblicas Sur de Jerusalen Norte de Egipto


De todas formas si fuera cierta la identificación de Sefarad con España
en la profecía de Abdías cabría deducir ya desde entonces la existencia
de comunidades judías en la Península, pero no sólo no es cierta (Garcia
Iglesias, 1978, p.36) sino que cabe presentar como seguro que la
Sefarad bíblica hace referencia por testimonios epigráficos a la ciudad
asiática de Sardes. Es por ello que no se puede utilizar el texto de
Abdías como argumento a favor. El primer autor que tradujo Sefarad por
España fue Jonatán ben Uziel, discípulo del célebre rabino Hillel del
siglo I d. C en plena época romana y a partir de él se puede decir que
toda la literatura hebraica postbiblica atribuya a España el nombre de
Sefarad.


También tenemos otra referencia bíblica en el libro del profeta
Jonás (1, 1-3) tras recibir la orden de Dios de marchar a Nínive para
predicar el arrepentimiento a los enemigos históricos de Israel, Jonás
decidió desobedecer y que puesto a huir de los designios divinos pensó
en marchar por barco a la lejana Tarsis en la Península Ibérica
relacionada con la colonización fenicia. Las curiosas noticias que las
narrativas bíblicas nos proporcionan sobre el comercio de los fenicios y
los israelitas se han utilizado con frecuencia como prueba para
demostrar la antigüedad de las actividades mercantiles fenicias
anteriores al momento en que la arqueología permite remontarlas, los
pasajes referentes a Tarsis han sido esgrimidos en este sentido respecto
al comercio fenicio en el Mediterráneo occidental. Muchos autores han
admitido la identificación de la Tarsis bíblica y el mítico Tartessos,
la civilización meridional hispánica que la arqueología revela cada vez
con más fuerza y claridad (admiten la identidad A. Shulten, J.
Chocomeli, A. Garcia Bellido y J. Maluquer de Motes). Sin embargo R.
Barnett o J. Arce no lo consideran probable.


Al margen de la presunta identidad de Tarsis y Tartessos nada
clara y de la fundación de Cádiz (Gadir) por los fenicios hacia 1100 a. C
podemos afirmar como seguro la presencia antiquísima de los fenicios en
España y que los hebreos colaboraron en la empresa colonizadora y que a
fines del segundo milenio las rutas mercantiles de occidente habían
sido abiertas por los fenicios y que nada se opone a que las naves del
rey Salomón llegaran hasta nuestras costas. (Garcia Iglesias, 1978,
p.34).







Llegada y establecimiento de los judíos en Hispania

La presencia de los hebreos en tierras hispanas data según los
indicios, de la Diáspora que se puso en marcha poco tiempo después de la
destrucción por orden del emperador romano Tito, del segundo templo de
Jerusalén (70 d. C), hemos de hacer mención que para que no pesara la
acusación de ¨deicidas¨ sobre los judíos en tanto que ¨asesinos de
Jesucristo¨ algunos judíos asentados en tierras de Hispania,
manifestaron en tiempos medievales que sus antepasados habían llegado a
la península Ibérica, bastante tiempo antes del nacimiento de Cristo,
esta opinión de todas formas no está fundada en ningún conocimiento
sólido. Cabe así mismo la posibilidad de que llegaran judíos a la
Península a raíz de las conquistas de Pompeyo y desde luego debido a las
dos importantes guerras judaicas de épocas de Vespasiano y Adriano,
éstas debieron influir en gran manera en la dispersión de judíos por
Occidente, las fuentes literarias, los escritos de San Pablo (Oracula
Sibillyna, Estrabón, Flavio Josefo. La I carta de San Pablo a los
romanos) y la arqueología así lo atestiguan.


De los primeros tiempos de presencia judía en España, se ha
conservado una inscripción funeraria relativa al pueblo judío en la
localidad de Abdera (Adra), esta inscripción data del siglo III. En el
concilio de Iliberis celebrado entre los años 303 y 309 se hizo
referencia a comunidades judías existentes en localidades de Ávila,
Asturica Augusta (Astorga) y Emérita Augusta (Mérida).


Según Garcia Iglesias (1978, p.38) el escollo de la explicación
sobre la procedencia de los hebreos en la Península no es el dilucidar
si era en tan primitiva época, sino en la continuidad en los hipotéticos
asentamientos citados y los conocidos en épocas posteriores, pues es
difícil suponer a una comunidad israelita peninsular que desvinculada de
Palestina, no acabara perdiendo su identidad. De cualquier manera
cuando los romanos llegaron a la Península Ibérica ya habían comunidades
judías aquí, los hechos narrados en los libros de los Macabeos (siglo
II a. C) (I Macabeos, 8-3) lo atestiguan. Las más antiguas menciones de
judíos en la Península nos conducen a la época del Imperio Romano.


Los dos siglos anteriores al comienzo de nuestra era, fueron
esenciales para el desarrollo ulterior de España, en este tiempo la
Península se convirtió en la clave de un enfrentamiento mediterráneo, el
que tuvo lugar con motivo de las guerras púnicas que enfrentaron a Roma
y Cartago y que cambiaron la historia del mundo. Vencida Cartago
estratégicamente desde el momento en que el genial Escipión captó que la
clave de la lucha era Hispania, Roma emergió como una gran potencia
llamada a regir los destinos del mundo conocido durante más de
quinientos años.



Guerras púnicas Roma y Cartago
El papel que desempeñaron los judíos en aquella contienda no está
documentado pero es muy probable que fuera muy interesante, cabe
preguntarse a quién apoyaron los judíos a Roma o a Cartago, lo ignoramos
pero lo que sí es cierto es que finalizada la guerra los judíos
continuaron en Hispania bajo la República romana a diferencia de los
cartagineses demostrable con la extensa cantidad de colonias judías, por
citar algunas de las más importantes, Livia (la actual Llivia),
Emporiae (Ampurias), Iluro (Mataró), Barcino (Barcelona), Tarragona,
Dertosa (Tortosa), Ebussus (Ibiza), Maiorca (Mallorca), Saetabis
(Játiva), Carthago Nova (Cartagena), Abdera (Adra), Iliberris (Granada),
Malaca (Málaga), Gades (Cádiz), Nabrissa (Lebrija), Híspalis (Sevilla),
Ilipa (Alcalá del Rio), Carmo (Carmona), o Corduba (Córdoba) a estos
nombres habría que añadir fuera de Levante, de las Baleares y de
Andalucía lugares como Mérida, Segóbriga o Asturica Augusta (Astorga),
los judíos llevaban asentados en la Península ibérica siglos, más que
los romanos y en apariencia no existían problemas de convivencia con los
habitantes de Hispania, impregnada ya de la cultura clásica y de manera
creciente por una fe que había surgido en el seno del judaísmo es decir
la fe cristiana.


El problema judío se plantea a partir de la situación social y
religiosa de una sociedad concreta, helenístico romana la cual no tenía
dudas sobre la cuestión de las relaciones entre hombre y Divinidad, las
cuales eran materia de Derecho público y entraban dentro de los deberes
del ciudadano, sin embargo la pérdida de fe en sus dioses, sustituida
por corrientes místicas o por elucubraciones teosóficas, hizo a la
sociedad más tolerante de hecho pero no de derecho. Se produjeron
explosiones violentas de persecución, contra aquellos ciudadanos que
abrazaban una nueva religión, poco acorde con las normas oficiales, pero
el problema se planteó bajo un nuevo prisma, cuando Roma se tuvo que
enfrentar con el judaísmo (63 a. de C.), religión de un Dios personal y
trascendente, único y omnipotente que reclamaba a sus fieles una entrega
total y sin condiciones y excepto a un periodo de tiempo posterior a la
sublevación de Bar Kochbá (135 d. C.) reconoció a la sinagoga un
estatuto de religión lícita, por el contrario, los cristianos no
lograron esta libertad ni este estatuto, dado que no constituían una
comunidad nacional, la ruptura coincidió con el reinado de Nerón cuya
esposa Popea tenía simpatías por la religión judaica, las persecuciones
fueron un hecho y el Estado romano se encontró ante el dilema de
destruir al cristianismo o intentar asimilarlo, los cristianos sostenían
una doctrina contraria a la res pública, la religión no puede ser
regulada por el Derecho público, la Iglesia que fue la forma de
comunidad abierta y no nacional que los cristianos adoptaron se hizo tan
fuerte, que no le quedó al Imperio romano otra alternativa que procurar
asimilarla.


El siglo IV tuvo una enorme trascendencia en Europa y en el mundo
conocido, el cristianismo emergió con fuerza y fue considerado por el
emperador Constantino el aglutinador necesario para mantener la
consistencia de Roma. De forma clara y fehaciente, el primer documento
que nos da a conocer la existencia de los judíos en España es el acta
del Concilio de Elvira (Granada), en el mismo se refleja que fueron
convocados al Concilio diecinueve obispos, veinticuatro presbíteros y un
considerable número de diáconos y aun laicos para tratar de asegurar la
ortodoxia católica frente al doble problema de la gentilidad y la
herejía.



Cánones del Concilio de Elvira
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A través de los cánones del Concilio de Elvira, se constata la presencia
y el arraigo de las comunidades judías, en dichas actas se analiza la
situación de los judíos, a los que se ve como un factor perturbador para
los cristianos, por su importancia numérica y económica, siendo
necesaria la intervención de la Iglesia para prohibir alguna forma de
relación entre ellos.


Cuatro son los cánones que se refieren expresamente a los judíos,
16, 49, 50 y 78, el primero, prohíbe la unión matrimonial entre mujeres
judías y hombres cristianos, es curioso observar que esta prohibición
afectaba solo a mujeres y no a hombres judíos, el canon 49 prohibía que
los judíos bendijeran los frutos de las tierras propiedad de cristianos,
la sanción era la excomunión perpetua, el canon 50 prohíbe que
cristianos y judíos se sienten a una misma mesa y el ultimo el 78 hace
referencia al adulterio de cristiano con mujer judía, sancionándolo con
la excomunión por cinco años.


Por lo tanto a inicios del siglo IV los judíos que residen en
Hispania, son una comunidad pequeña pero muy extendida, que se mantiene
separada de la cristiana, sin embargo las relaciones debían ser más de
cercanía que de enconamiento. La situación de convivencia más que
tolerable, en un Imperio en el que las diferentes culturas estaban
insertadas en una raíz común de la clásica y en el que las religiones
podían convivir a pesar de la creciente influencia del cristianismo, se
iba a ver alterada con la llegada de una nueva etnia a España, una etnia
que llevaba siglos de intentos de conquistar el Imperio y que había
acabado irrumpiendo en su seno aniquilándolo.







Los judíos en la España visigoda

Las invasiones bárbaras de la Península se producen en un contexto de
cambios significativos que se habían producido en el alto Imperio
romano, uno de estos cambios a nivel socio político es el de la
decadencia de las ciudades y la ruralización de la economía (Garcia
Iglesias, 1978, p.83), el cristianismo se fue afianzando como religión
extensa en Hispania y al final del siglo V era la Iglesia la que
representaba el papel de aglutinante en la compleja sociedad hispánica
de la época. Los judíos ante los cambios sociales y económicos
producidos que habían despoblado las ciudades al tiempo que nacían
grandes explotaciones agrícolas autosuficientes acabaron por cambiar su
tradición urbana por el trabajo en el campo.



Busto del Emperador Constantino
Hay que decir que en el final del siglo V la mayor parte de la
sociedad perteneciente a las capas más altas eran cristianos, de todas
formas la presión anti judía era manifiesta, remontándose a los primeros
emperadores cristianos, ya Constantino había prohibido a los judíos que
tuviesen esclavos cristianos, la Carta de Constantino a las Iglesias de
Oriente fue de hecho un ataque a los judíos, Constancio su sucesor
prohibió que los judíos tuviesen esclavos paganos y Teodosio equiparó el
matrimonio mixto con el delito de adulterio, de todas formas bajo el
reinado de Teodosio los judíos gozaron de cierta tolerancia
(Constitución Teodosiana, XVI, 8,9, año 393, recogida por André
Piganiol, p.292), estas leyes afectaban a todo el Imperio y con la
muerte de Teodosio la situación no cambió dado que la legislación era la
misma para Oriente y Occidente.



Constitución Teodosiana
Breviario de Alarico II
La administración romana por tanto llevaba a cabo todas estas
modificaciones legales no sabemos con qué urgencia, dado el problema de
las invasiones de los barbaros, pero sí que demuestra una preocupación
constante por el problema judío en Hispania, en el año 416 los visigodos
se encontraban ya en Hispania como federados del Imperio, actuando a
favor de los intereses del emperador Honorio, a cambio de expulsar del
territorio a suevos, vándalos y alanos, recibían tierras en donde
asentarse pero esta situación a la práctica implicaba la pérdida de
control de grandes extensiones de territorio por parte del Imperio, este
pueblo visigodo nada tenía que ver con el Derecho romano por lo que sus
costumbres sociales no encajaban con el sistema romano. Las invasiones
bárbaras influyeron como es lógico en las comunidades judías de forma
directa al igual que al resto de habitantes de la Península, es más que
probable que la irrupción de suevos, vándalos y alanos colapsara la
actividad y los recursos en las explotaciones rurales especialmente en
las zonas más afectadas por la invasión, la entrada de los visigodos
coincide en el tiempo con un episodio no muy conocido, el de los judíos
de Mahón, convertidos en masa al cristianismo, se sabe algo a través del
documento de Severo de Menorca, refleja que la convivencia entre judíos
y cristianos había sido pacifica hasta el momento la situación cambio
con la llegada de un presbítero procedente de Jerusalén con unas
reliquias relacionadas con Esteban el protomártir cristiano, la
predicación del recién llegado acabó con un asalto a la sinagoga local,
en las dos ciudades más importantes Magona (Mahón) y Iamona (Ciudadela)
en esta última no existía comunidad judía, sea como fuese o bien por
convencimiento o por sobrevivencia la conversión al cristianismo de
Teodoro, doctor de la Ley, páter patrum de la sinagoga, defensor
civitatis, provocó que se endureciera la actitud de cristianos frente a
judíos.


El Imperio romano de Occidente desapareció en el año 476 d. de C.
y el episodio comentado fue de todas formas aislado, de hecho con la
llegada de los visigodos y la consolidación de su reino sobre los
escombros del Imperio, siguió vigente el Derecho romano hasta que
Alarico II encargó la compilación del Breviario o conjunto de leyes
romanas tardías puestas al día con la incorporación de leyes germánicas.
En la etapa en la que los visigodos profesaban el credo arriano,
herejía del cristianismo condenada en el Concilio de Nicea (325) y
Concilio de Constantinopla (381), los judíos asentados en Hispania
gozaban de los derechos de ciudadanía, pero a partir de la conversión de
los judíos al catolicismo en tiempos del monarca Recaredo (fin del
siglo VI), la tolerancia hacia los hebreos desapareció. En el III
Concilio de Toledo (589) se prohibió el matrimonio entre cristianos y
judíos, a la vez que se impedía a los hebreos la ocupación de cargos
públicos o de jurisdicción personal sobre los cristianos.



Reino visigodo año 569
En general, los judíos en la España visigoda fueron víctimas de
disposiciones muy severas adoptadas contra ellos por las autoridades
políticas, en el año 616 el monarca Sisebuto decretó que los judíos de
su reino debían convertirse al cristianismo o en caso contrario debían
irse de aquella tierra, la mitad aproximadamente se convirtieron a la
fuerza y el resto marchó a la Galia, su sucesor Suintila modificó
aquellas disposiciones pero a la inversa, mostrándose más benigno y
tolerante hacia los judíos, esta situación experimento otro giro, con el
reinado de Sisenando y con el reinado de Recesvinto el cual declaró que
el judaísmo contaminaba el suelo del país, durante el reinado de Wamba
sucesor de Recesvinto suavizó la política anti judía, pero esta
situación duró poco tiempo, la época más dura fue a finales del siglo
VII en el reinado de Ervigio, decretó que debían convertirse de forma
forzosa al cristianismo todos los judíos del reino, ante estas duras
medidas muchos judíos optaron por la emigración, trasladándose al norte
de África, más tarde en el XVII Concilio de Toledo (694) en el reinado
de Egica se acusó a los hebreos de conspiración, junto a los judíos que
vivían el norte de África, para intentar poner fin a la monarquía
visigoda. Así mismo en el citado reinado se ordenó separar a los niños
judíos de siete años de sus padres, con la pretensión de que fueran
educados en el cristianismo, la dureza de las leyes visigodas salvo
periodos de cierta tranquilidad, fue para los judíos un tema que los
llevo en unos casos a la conversión al cristianismo a la fuerza y en
otros a la emigración. Hay que hacer mención de que cuando los visigodos
llegaron a España, la relación entre judíos y cristianos era tolerable e
incluso cercana mucho más de la que les hubiera gustado a los
dirigentes de ambos colectivos, dos siglos más tarde, los últimos
monarcas visigodos habían creado el problema converso el cual era
insoluble.



Convivencia entre cristianos y judios


El problema de todas formas con los judíos no fue exclusivo de España,
ni la actitud tomada por la Iglesia y el Estado visigodo difiere de la
tomada en otras partes, en todos los países (R.Hernandez, p120)
encontramos aplicada la violencia en su más alto grado: elección entre
bautismo o muerte, entre conversión o destierro y obispos que dificultan
la vida a los hebreos, para que el castigo les conduzca a la Iglesia o
prometiéndoles ciertas ventajas, en caso de aceptar el bautismo. La
Iglesia y el Estado visigodo no lograron su propósito (Teodoro González y
García Villoslada, 1978, pp. 670-683) y terminaron empujando a los
judíos a dudar sobre la posibilidad de vivir en paz en el seno de la
sociedad visigoda.



Los judíos en la España medieval

España medieval musulmana (siglos VIII – X) Al-Ándalus

Durante los siglos VIII al XV las comunidades judías de Sefarad, se
encontraron sometidas primero a autoridades musulmanas y más tarde a
reyes cristianos, ambas autoridades compartían la misma actitud: los
judíos no habían conseguido superar su vieja ley mosaica, lo que era
considerado un error, las consecuencias de ello derivaban en diferentes
actitudes por parte de los gobernantes en cada época a lo largo de
dichos siglos, las Cortes castellanas estaban dispuestas a aceptar la
legitimidad del Torah pero su actitud respecto al Talmud y a la Qabbalah
variaba. En la práctica de todas formas ambas religiones no
permanecieron estáticas de forma que en su crecimiento se influyeron sin
advertirlo.


Desde su asentamiento en la Península, los judíos se organizaron
en forma de comunidades locales autónomas llamadas aljamas, éstas eran
agrupaciones de personas que aun no viviendo en la misma ciudad sino en
villas y aldeas circundantes se encontraban bajo una misma
jurisdicción. En Castilla desde el siglo XIII existió un órgano
representativo semejante a las Cortes formado por procuradores de las
distintas aljamas.



Organización de una Aljama
En esta situación que por un lado refleja la organización de las
comunidades judías en cuanto a gobierno de la comunidad y por otro la
religión, nos encontramos con la decadencia y crisis final de la
monarquía visigoda a la muerte de Egica, el cual había promulgado leyes
muy duras hacia la comunidad judía, le sucedió en el trono Witiza el
cual intentó realizar una política de acuerdos y contención, eliminando
los medios de defensa al intentar abortar cualquier deseo de golpe de
Estado, esta decisión debilitó en sobremanera la defensa del país, en
momentos muy peligrosos dada la amenaza musulmana, cambió así mismo la
legislación anti judía, en parte por hacer lo contrario que su
antecesor, en parte muy probable porque esperaba contar con los judíos
como aliados, eliminó la vigilancia sobre los conversos, permitió el
regreso de exiliados y otorgó puestos de relevancia a judíos, esta
situación suscitó problemas graves con la comunidad cristiana, dado que
los que antes eran proscritos ahora poseían cargos de relevancia, es de
pensar que seguramente hubo judíos que carecieron de la prudencia
necesaria en el ejercicio del nuevo poder adquirido. A esta situación
añadiríamos que la pugna por el poder entre las familias de Chindasvinto
y de Wamba ocasionó un debilitamiento del poder y de la organización
del mismo en la Península el final del reinado de Witiza en el año 710
dejó una profunda división en la Península.


Por otro lado desde mediados del siglo VII poco después de la
muerte del profeta Mahoma, los musulmanes se habían expandido en todas
direcciones y constituían un vasto dominio, su imperio se extendía por
el este, hasta el imperio sasánida y por el oeste, a lo largo de todo el
norte de África había llegado hasta la costa del océano Atlántico en el
año 707, se había extendido de forma horizontal, al otro lado del
estrecho de Gibraltar se hallaba la España visigoda, con la situación
política ya comentada. Se ha sugerido por diversos historiadores, que
fueron los judíos los cuales habían sido duramente perseguidos por los
últimos reyes visigodos los que animaron a los musulmanes a invadir y
conquistar el reino de Hispania, aunque este argumento tiene escasos
fundamentos, el gobernador de Ceuta de la época el conde Don Julián se
ha dicho que pactó con Musa el gobernador árabe de aquel territorio,
tampoco hay pruebas concretas de ello, fuera como fuese, en el año 710
el gobernador Musa envió a un contingente de fuerzas a las ordenes de
Tarik quien pasó a la península, ayudado por godos desertores como dicho
gobernador de Ceuta, entraron en combate con el monarca visigodo
Rodrigo derrotándolo en las cercanías de Guadalete (711) este éxito
musulmán a la vez que la muerte de Rodrigo en la batalla, fue el punto
de partida de la irrupción de los musulmanes en la península Ibérica a
raíz de ello el desplome del reino visigodo fue definitivo.



La Conquista Musulmana de la Penincula Ibérica
Según una fuente islámica, el Ajbar Machmua relata que los judíos
colaboraron en la entrega de fortalezas esenciales a los invasores
islámicos, Toledo fue la más importante pero no la única, las tropas de
Tarik habían conquistado de forma rápida Córdoba y Granada, por su parte
el gobernador Musa en el año 712 desembarcó en la península Ibérica
acompañado de un fuerte ejercito, conquistando las antiguas ciudades
romanas de Sevilla y Mérida, continuando hasta Toledo en donde se
encontraron con Tarik, en los dos años siguientes, los musulmanes se
desplazaron hacia el norte y entraron en la ciudad romana de Zaragoza,
en un tiempo muy corto los musulmanes habían conquistado la mayor parte
de la Península.


Lo más llamativo es que los invasores musulmanes apenas
encontraron resistencia en su despliegue por las tierras del solar
hispano, si hubo sublevaciones, pero escasas en Sevilla o Mérida, el
pueblo llano estaba al margen de las luchas entre los nobles visigodos,
además los nobles visigodos pactaban con los musulmanes, así se cita el
caso de Teodomiro un noble de la región murciana que según un texto
conservado se sometió a capitular aceptando el patronato y clientela de
Alá con la condición de que no se impuso dominio sobre él ni sobre
ninguno de los suyos.


La cuestión es que los judíos no pudieron respirar hasta la
invasión musulmana en el año 711, no es de extrañar que los árabes
fueran contemplados más como liberadores que como invasores, éstos
respetaron y toleraron las prácticas mosaicas y confiaron en la
capacidad política de los judíos, probado al encomendarles en ocasiones
la defensa de plazas conquistadas a los cristianos, tales como Granada,
Sevilla o Toledo, entre los mozárabes se conservó la tradición de que la
pérdida de España tuvo una participación directa de los judíos, entre
los cronistas cristianos, precursores y fuentes de la historiografía
alfonsí, el primero que acusó de colaboracionismo en la invasión a los
judíos es Lucas de Tuy en su Chronicon mundi, Alfonso X en su Estoria de
España acusa a los judíos de haber acordado con los musulmanes la
invasión, muchos otros cronistas e historiadores fueron del mismo
parecer.


Los territorios conquistados por los musulmanes recibieron el
nombre de Al-Ándalus el origen de esta palabra es confuso pero no se
correspondería con la Andalucía actual, según el arabista Joaquín Vallvé
para un invasor islámico tan Al-Ándalus era Barcelona como Sevilla o
Zaragoza. El establecimiento de un gobierno musulmán en la Península
representó un alivio para la situación económico y jurídica de los
judíos aunque no representó un estatuto de completa libertad, cesaron
las persecuciones y el pueblo de Israel fue reconocido como uno de los
portadores del Libro Revelado lo cual convirtió su religión en lícita,
llegaron a la Península nuevos contingentes de judíos y los conversos
forzosos que habían producido las persecuciones visigodas volvieron a su
antigua fe. La situación de tranquilidad duró poco, dado que los judíos
se negaron a abrazar el Islam, como antes habían rechazado la fe
cristiana, los israelitas no podían aspirar a otra situación que a la
que les daba una tolerancia generosa en algunos momentos, esta situación
en principio también es aplicable a los cristianos por parte de los
musulmanes, según el historiador israelí Benzion Netanyahu los
musulmanes fueron para los judíos los salvadores de su intolerable
opresión, otro historiador norteamericano E. Ashtor ha señalado en este
aspecto que los hebreos encadenaron su destino a la dominación mora y la
apoyaron en todas sus áreas vitales.


La legislación musulmana recogió algunas previsiones
restrictivas, tales como que los judíos debían de usar trajes que les
identificaran, no podían utilizar caballos de monta, las oraciones
debían de ser efectuadas siempre en voz baja, nunca sus casas o
sinagogas debían superar una determinada altura, todas estas
disposiciones reaparecerán en las legislaciones cristianas posteriores.
Los judíos recibieron del entorno árabe una gran cultura, procedente de
los diversos países que éstos habían conquistado llegando a adoptar la
lengua árabe como suya propia, naciendo un nuevo judaísmo de
extraordinaria vitalidad. La legislación musulmana reconoció a los
judíos libertad de movimientos, de propiedades y de culto en el interior
de las sinagogas las cuales poseían un peculio wafq para asegurar su
sostenimiento, los judíos tenían representantes propios para pactar y
negociar con las autoridades califales, por tanto la posición de los
musulmanes en los primeros tiempos de su historia en la Península fue de
tolerancia, las aportaciones del pensamiento judío medieval a la
cultura son muy importantes. Durante el Califato se les concedió el
mismo estatuto que a los cristianos, se les prohibió la construcción de
nuevas sinagogas y el ejercicio de cargos públicos, todas estas
disposiciones aún siendo una contrariedad eran mínimas si las comparamos
con las persecuciones habidas en la época final visigoda. La posterior
etapa de los reinos de Taifas contemplará ya algunas persecuciones,
como la de Granada del año 1066 en que murieron más de cuatro mil
judíos. En un principio al frente del poder musulmán se hallaban los
emires a mediados del siglo VIII a raíz de la caída de los omeyas que
perdieron el califato árabe a manos de los rebeldes abasíes, uno de sus
miembros logró escapar dirigiéndose a las tierras de Al-Ándalus, dicho
personaje fue elegido poco tiempo después emir de Al-Ándalus dicho
personaje era Abd al Rahman I con el que se iniciaba en Al-Ándalus el
periodo calificado como emirato independiente, dado que los emires
apenas mantenían contactos con el califato abasí, el cual después de
abandonar la ciudad de Damasco se habían trasladado a Bagdad situada
mucho más al este.


La etapa del emirato independiente se caracterizó por diversos
conflictos internos. A comienzos del siglo IX la denominada Jornada del
Foso así como el motín del arrabal cordobés de Secunda, a mediados del
siglo IX hubieron fuertes tensiones con algunos sectores mozárabes,
campo en el que destacaban figuras representativas como Álvaro,
Speraindeo o san Eulogio, antes de finalizar el siglo IX tuvo lugar la
rebelión del muladí Umar ibn Hafsun que estableció su sede política en
Bobastro en las montañas del norte de Málaga.


En los inicios del siglo X en el año de 929, el emir Abd al
Rahman III se proclamó califa y situó su sede en Córdoba, sin duda dicha
ciudad en el siglo X era la más poblada de Al-Ándalus y era la más
pujante y avanzada, por sus obras artísticas fue calificada por una
monja alemana llamada Hroswitha de Gandersheim desde el retiro de su
convento germánico, que dicha urbe era el ornamento del mundo
equiparándola con Bagdad la sede del imperio abasí o con Constantinopla
capital del imperio bizantino. El periodo del Califato ha sido designado
como la ¨Edad de Oro¨ del Judaísmo Ibérico.



Corte de Abd al Rahman III
Abd al Rahman III



Los judíos abrazaron con entusiasmo extraordinario la arabización y la
más completa asimilación cultural, prosperando en todos los campos,
mientras que los cristianos disidentes que se negaban a arabizarse
sufrían decapitaciones públicas y opresiones sociales de todo tipo. Esto
no quiere decir que todos los judíos fuesen apreciados por los
musulmanes, pero si fue el momento de mayor dominio de los judíos sobre
los cristianos aunque en un área geográfica muy delimitada.


Abd al Rahman III preocupado por el avance que protagonizaron en
aquellos años los fatimíes en el norte de África, logró poner fin a la
rebelión de los hijos de Umar ibn Hafsum el cual antes de su muerte
había regresado al seno del cristianismo, consiguió al mismo tiempo la
pacificación de las marcas fronterizas en particular Zaragoza y aunque
fue derrotado en la batalla de Simancas (939) frente a los cristianos
dirigidos por el monarca astur-leones Ramiro II puso freno al intento de
expansión hacia el sur de los núcleos cristianos. El gran cronista
árabe Ibn al-Jatib define su reinado de esta forma:


Pacificó a los rebeldes, edificó palacios, dio ímpetu a la
agricultura, inmortalizó antiguas hazañas y monumentos, infringió
grandes daños a los infieles, hasta el punto de que no quedó en
Al-Ándalus ni un solo enemigo o contendiente. Las gentes le obedecieron
en masa y desearon vivir con él en paz.


Abd al Rahman III fue sucedido en el califato por su hijo
al-Hakam II entusiasta defensor de las artes y las letras, además
mantuvo relaciones muy buenas con los núcleos de la España cristiana, en
esta época hubo embajadas procedentes del norte peninsular que se
trasladaron a la ciudad de Córdoba, con la finalidad de entrevistarse
con el califa, fue entonces cuando se puso en marcha en la ciudad de
Córdoba, una impresionante biblioteca formada por cerca de 400.000
volúmenes, en tiempos de Hisham II su sucesor el poder efectivo recayó a
una figura nombrada como hachib o primer ministro, dicho personaje
llamado Ibn Abi Amir más conocido como Mansur bi-llah o Almanzor éste
organizó un régimen autoritario, basado en el poder del ejercito
llevando a cabo tremendas razias en el norte peninsular contra los
cristianos, entrando en las ciudades de Barcelona y Santiago de
Compostela en donde respetó la tumba del apóstol. Desaparecido Almanzor a
comienzos del siglo XI, las tierras del Al-Ándalus fueron testigos de
una verdadera guerra civil llamada en lengua árabe fitná , el califato
omeya de Córdoba duró poco más de un siglo hasta el año de 1031
fragmentándose en un mosaico de reinos de taifas.


Por tanto en el transcurso de los siglos VIII, IX y X el
predominio en el suelo hispano fue musulmán, las fuentes indican que de
una forma paulatina el pueblo llano terminó por aceptar la religión
islamita, hacia el año 850 se supone un doce por ciento de la población
romano visigótica había aceptado el islamismo llegando a un veinticinco
por ciento en el año 900 y a cerca de la mitad a mediados del siglo X,
ello no impedía que en Al-Ándalus hubiesen judíos y cristianos a los que
se llamaba mozárabes, unos y otros en este entorno de nueva sociedad
política, tenían que abonar al poder fuertes tributos uno de carácter
personal la yizya y otro de protección territorial , el jaray a los
habitantes de ambas confesiones religiosas se les denominaba así mismo
dimmies estos grupos gozaron en principio como hemos comentado
protección y cierta tolerancia controlada su condición social de todas
formas era inferior a la de los musulmanes.


No sabemos cuántos judíos había en la primera época de dominio
musulmán dado que no existen documentos con la contabilización de sus
tributos sabemos como testimonio del Ajbar Machmua y de Al Maqqari que
el ejercito de Tarik iba reuniendo a todos los judíos en diversas
ciudades conquistadas y junto a un pequeño destacamento de musulmanes
los dejaba al cuidado y defensa de las ciudades, esta situación ocurrió
en Elvira, Córdoba, Toledo y Sevilla, se sabe así mismo que los judíos
tenían un arrabal Madinat al-Yahud en las afueras de Toledo en el año
820 y un barrio en la Córdoba del siglo IX. Tanto en tiempos del emir
Abd Allah como de los ziries, Lucena era la ciudad de los judíos, siendo
capaces de repeler un ataque hafsuní y la autoridad granadina no fue
muy efectiva en su recinto. De vez en cuando surgen judíos que alcanzan
una cierta notoriedad como el encubridor de Talut en la revuelta del
arrabal, el mercader que rescató a Sadún al Surunbaqi en el año 857 así
como el que rescató a Yahya ibn al-Tawil señor de Barbastro, apresado
por los magiares, el conocimiento del árabe y del romance hizo de los
judíos embajadores natos, tal es el caso del médico y secretario Hasday
ben Ishaq enviado como mandatario ante Suñer de Barcelona, la vizcondesa
de Narbona y Hugo de Provenza en 940, al año siguiente fue el encargado
de obtener la liberación de Muhammad al-Tugibi de manos de Ramiro II de
León, llegando su poder de influencia al nivel más alto al lograr
convencer a Sancho el Craso para que en compañía de su abuela Toda de
Navarra fueran a Córdoba a rendir pleitesía a Abd al Rahman III, obtuvo
el cargo de director de aduanas de dicho califa. Otro personaje de gran
importancia dado el alcance de su influencia fue Abu Joseph ibn Hasdai
ibn Shaprut (915-970), padre de la escuela talmúdica española, que llegó
a ser secretario y gran visir de Abd al Rahman III y representó al más
fastuoso de los califas en importantes delegaciones en Barcelona, León y
Navarra. Nacido en Jaén de una familia aristocrática judía, dominaba,
además del hebreo, el árabe y el latín y era conocido como un gran
médico. Fue esta profesión la que le puso en contacto con la corte
califal siendo nombrado médico personal del califa y encargado de la
recolección de los impuestos y peajes de los puertos andaluces, en el
año de 949 fue acompañado por el obispo de Elvira don Recemundo como
parte de la delegación diplomática del califa cordobés al-Hakan II a la
corte de Constantinopla. Fue el receptor de los enviados de Otón I
presididos por el reformador Juan de Gorze en el año 956, también curó
la obesidad de Sancho I de León, preparando la sumisión de este reino y
borrando la humillación de la batalla de Simancas. Negoció en 944 un
tratado comercial con Constantino VIII de Bizancio y aprovechó este
momento para traducir al árabe el tratado médico de Dioscórides desde
una versión latina.


En tiempos de Al-Mansur aparece Ibn Gaw como encargado de
percibir la capitación de sus correligionarios, de todas formas la
importancia fiscal y administrativa durante el emirato y el califato del
elemento judío parece ser menor que la de los cristianos, ahora bien,
tras la fitna el periodo de las taifas se caracteriza por la
desaparición del elemento cristiano, que aparece desplazado por los
judíos que copan los altos puestos de la administración y la hacienda,
durante esta época los musulmanes tienen visires judíos en Badajoz,
Valencia y Zaragoza, en el estado zirí granadino aparecen Abul Rabí como
tesorero general de Badis, los Banu al-Qarabi que fueron almojarifes de
Guadix, Samuel ibn Negrella y su hijo Yusuf que ostentaron el cargo de
validos granadinos, hasta que su mismo nombramiento provocó el pogrom de
1066 por el propósito de Yusuf de crear una taifa judía granadina sobre
la cual reinaría.


Cuando el califato se derrumbó por las guerras civiles, fitna,
siguió habiendo judíos con poder en los reinos de taifas pero las cosas
empezaron a cambiar para ellos desencadenándose en Granada la primera
persecución y matanza de judíos, se trató en principio de un estallido
aislado pero poco después con la llegada de los integristas almorávides y
almohades la persecución fue sistemática lo que provocó su
desplazamiento hacia los reinos cristianos del norte. Las invasiones de
los almorávides y los almohades en los siglos XI y XII fueron nefastas
para los hispanojudíos del territorio musulmán, emigrando a territorios
cristianos, fueron bien recibidos por Alfonso VII de Castilla y León
desplazándose su actividad en la España cristiana a Toledo, siendo
considerados libres como los demás vecinos e intervinieron
brillantemente en la llamada Escuela de Traductores de Toledo durante el
reinado de Alfonso X en cuya época se edificó la sinagoga de Santa
Maria la Blanca.



Sinagoga de Santa María la Blanca (Toledo)
Hubo de todas formas judíos que se quedaron bajo el dominio y
territorios musulmanes su situación mejoró con los almorávides, dado que
se dieron cuenta de la capacidad de los judíos en el cobro y
administración de las rentas públicas, empezando poco después con
ocupaciones que se convertirían en tradicionales de este pueblo, como
hacendistas, físicos, diplomáticos, con los almorávides llegaron a ser
gobernadores y consejeros de monarcas, Granada testigo de la triste
fortuna hebrea contempló unos tiempos de plenitud desconocidos hasta el
momento en la historia de los judíos en España.


Esta situación en tierras de ocupación musulmana no duró
demasiado tiempo, el imperio almorávide caerá con el empuje de las
tribus del desierto, los almohades, los cuales eran fundamentalistas y
seguidores a ultranza de la Ley de Mahoma los cuales se instalarán en la
Península, los efectos de este fanatismo ya se habían dejado sentir en
Marruecos, de la mano del Amir Al-Mumenin quien una vez conquistado el
territorio, mando llamar a los representantes de los judíos y les
propuso o la conversión al islam o la muerte, la persecución de los
almohades se prolongo a lo largo de diez años, despojándoles de sus
casas y forzándoles a la emigración de esta forma Alfonso VII ofrecía a
los perseguidos israelitas un refugio contra las hordas de almohades,
por tanto la suerte de los judíos quedó sometida a los cristianos y al
arbitrio de sus reyes, Toledo se erigió como centro principal de la
actividad y cultura judía, por otra parte los judíos convertidos al
islam con la finalidad de proteger sus vidas esperaron su oportunidad
para revelarse contra el poder musulmán.


Hemos hablado del desarrollo social y entorno político que se
produjo a partir de la invasión árabe de España, así como cuales fueron
los antecedentes de dicho periodo histórico, todo ello influyó de forma
directa en diferentes aspectos culturales y económicos relacionados
entre sí y que marcaron y definieron a la sociedad de la época.


Los judíos establecidos en la Península en el momento de la
invasión no habían llevado a cabo ninguna tarea relevante en los
aspectos científico o cultural, de que tengamos noticia, después del 711
las condiciones cambiaron de un modo radical dado que la inserción de
Al-Ándalus en el sistema de Estados musulmanes, permitía una
comunicación relativamente fácil y directa con las escuelas babilónicas
de Sura y Pumbedita se sabe que Natronai de Sura (853-874) preparó una
compilación de oraciones a petición de Lucena ¨la ciudad de los judíos¨,
su sucesor R´Amram (856-874) recopiló para la pequeña ciudad de
Barcelona que ya era cristiana un Séder (en hebreo: orden) litúrgico con
materiales tomados de los dos Talmud, según parece los judíos hispanos
desempeñaron un papel relevante en la difusión babilónica del Talmud.


La relación judaica con Oriente fue muy beneficiosa dado que se
tuvo acceso a los autores clásicos y ya los mozárabes del siglo IX
comenzaron a denominarlos como ¨hebraica veritas¨. En el siglo X los
judíos españoles empezaron a rivalizar con los árabes en trabajos de
filosofía, jurisprudencia, gramática, medicina y a sobresalir en sus
estudios del Talmud, aquellos que se habían establecido en la zona de
Granada cultivaron poco las letras y las ciencias o no tenemos
referencias de ello, si existen algunas pocas referencias como la del
poeta y médico Mohamed ben Kalaph. En la ciudad de Córdoba la más grande
de Europa en el siglo X alojaba a casi medio millón de habitantes
cuando a excepción de Constantinopla ninguna ciudad contaba con más de
treinta mil habitantes, en ella se desarrolló una evolución única del
hebraísmo hispano, Córdoba capital del califato, fue elegida para sede
de una importante escuela independiente justo en el momento en que en el
mundo árabe se empezó a ensombrecer la fama de la debilitada Bagdad.


De una escuela talmúdica, hasta entonces discreta, se desarrolló
una Academia de gran prestigio, Córdoba se convirtió en la Sura de
Andalucía, la asistencia de estudiantes fue muy importante procedentes
de ciudades de España y del norte de África, en su Plan de Estudios
figuraban además del las Ciencias Sagradas (Torah y Talmud) las
incipientes ciencias profanas. Mientras que la Europa cristiana se había
atascado en una ignorancia de la que habían intentado liberar los
primeros carolingios, y en el califato oriental el espíritu abierto de
otros tiempos se iba paralizando de forma gradual, en el califato de
Al-Ándalus se acercaba un tiempo de florecimiento cultural único.
Nombres como Hasday ibn Shaprut, Menahen ibn Sharuk o Dunash ibn Labrat
así lo atestiguan. Sobre todo en el periodo del Califato comenzó por
tanto la etapa dorada de los judíos españoles que duró más de tres
siglos, se instalaron por todas partes y siempre prosperaron, las
religiones del islam y la judaica aunque irreconciliables se aliaron
contra el símbolo de la Cruz. A la sombra de la media luna los
israelitas alcanzaron gran poder y riqueza ya que aunque identificados
por los árabes no dudaron en vestir como ellos y abrazar sus costumbres y
su lengua para conseguir una ansiada paz.


Los califas cordobeses presenciaron un apogeo sin precedentes de
la cultura, complementaria a la suya, es por ello que protegieron a los
judíos además las posesiones conquistadas incrementaron su demografía al
recibir a los judíos que llegaban de Oriente donde el Califa Cader los
había perseguido hasta conseguir su emigración a Córdoba. Lo que los
judíos crearon en aquellos siglos fue un regalo para todo Occidente
convirtiéndose en los maestros de Europa, la posteridad les debe
agradecer que fueran los salvadores de los tesoros culturales de la
Antigüedad, promovieron de forma enérgica los múltiples conocimientos
clásicos que estuvieron a punto de perderse para siempre. Con sus
descubrimientos y experimentos, sus investigaciones y sus atrevidas
ideas dieron un impulso sin precedentes al progreso espiritual de la
Humanidad en los campos de la Filosofía y las Ciencias Naturales, la
filosofía de Aristóteles llegó a Europa procedente del área musulmana
estudiado y comentado por filósofos árabes y judíos y sienta las bases
de la Escolástica. Las ciencias exactas, la medicina, la astronomía y
las matemáticas no hicieron su entrada en Europa hasta que llegaron los
escritos y las obras científicas árabes traducidas al latín.



Lucena ciudad de las tres culturas
Sinagoga de Córdoba


En la segunda mitad del siglo X Córdoba y Lucena eran los focos
culturales de la cultura hebraica, de esta cultura los judíos se sentían
orgullosos, Sefarad se convertía en su segunda patria, no en la
primera, pues sus pensamientos siempre seguían puestos en Jerusalén,
todavía un siglo más tarde ya expulsado de la Península y viviendo en
Egipto Maimonides se calificaba de sefardí. La segunda generación de
poetas y gramáticos fue menos brillante que la primera destacando
personajes como Isaac ibn Chicatilia, Isaac ibn Levi Mar Saul, Isaac ibn
Capron o Isaac ibn Jalfon, pertenecen a maestros tradicionales más
conservadores que creadores. Su protector era otro rico judío, Jacob ibn
Gan, que murió antes de la caída del Califato, en las guerras civiles
de la segundo decenio del siglo XI los judíos se vieron implicados de
forma que Muhammad II se sirvió de los comerciantes judíos para
garantizar a Ramón Borrell de Barcelona el pago de sus emolumentos, esto
señaló a los judíos como enemigos de los berberiscos y sufrieron
terribles represalias. En la tradición histórica, aparecen las guerras
de los berberiscos como la catástrofe definitiva que dispersó la
poderosa aljama, los fugitivos vitalizaron otras juderías, Ibn Jalfon
buscó residencia en Granada y desde allí se trasladó a Zaragoza, dando
lugar a una escuela muy importante. En relación con la ruina de Córdoba
debe situarse la primera gran corriente migratoria hacia territorios
cristianos.


Posterior al Califato hubo una evolución cultural con una figura
que destaca es la de R. Samuel ha-Levi ben Josef ibn Nagrella ha-Nagid ,
nacido en Mérida asistía en Córdoba a las enseñanzas talmúdicas de
Judah ibn David trasladándose con posterioridad a Málaga, su
conocimiento del Talmud y de los idiomas era muy profundo llegó a
dominar siete lenguas incluyendo el latín y el berberisco, dada su
habilidad como calígrafo y compositor en árabe llamó la atención del
visir Ibn al Arifque lo recomendó a su rey Habbus de Granada,
rápidamente llegó a visir, jefe del ejercito y en 1207 nagid o príncipe
de los judíos, se decía que reunía inteligencia y bondad. Aseguró la
sucesión de Badis hijo de Habbus de quien siguió siendo visir, favoreció
la inmigración judía hasta el punto que se llegó a nombrar Granada como
Garnata al-Yaud es decir Granada de los judíos. Fue poeta, gramático y
talmudista se conservan unas 1.742 poesías, su final fue trágico al
morir en las revueltas del año 1066 junto a numerosos judíos, a los
supervivientes se les negó residir en Granada y fueron acogidos en
Sevilla. El rey Al-Muttamid otorgó al astrónomo y matemático Isaac ibn
Albalía el cargo de Rabino Mayor de los judíos de su extenso reino,
restaurando la escuela de Granada, en ella destacaron Isaac ibn Judah
ibn Moschia y Josef ibn Misgaj, médicos y astrónomos.


Después de la persecución llegó a Zaragoza el más eminente de los
maestros de Lucena Jonah ibn Yanah (985-1050) a quien los musulmanes
llamaron Abu´l Walid Marwan ibn Yanah, con él llegó la gramática hebrea a
su mayor grado de madurez, coincidió con Samuel ha-Cohen ibn
Chicatilia. Los trabajos de la escuela de Zaragoza permiten a la poesía
religiosa alcanzar expresión mística en la segunda mitad del siglo XI.
La poesía hebraica en árabe fue pues un vehículo para la expresión del
saber teológico y que influyó en los pensadores cristianos posteriores,
de forma que se concede una importancia fundamental a la figura de
Salomón ibn Gabirol que los árabes llamaron Sebirul y los latinos Cebrol
o Cebrón de esta última apelación surgió el nombre de Avicebrón
conocido así por los escolásticos. Ibn Gabirol fue por encima de todo un
gran poeta en sus versos utilizó conocimientos filosóficos,
astronómicos y cosmológicos así como influencias qabbalísticas su máxima
obra poética es el Kéter Malkbut (Corona real) compuesta por
cuatrocientos versos siendo un canto a Dios y a la Creación.


Bahya ibn Joseph ibn Paquda se encuentra separado de Ibn Gabirol
por el espacio de una generación, coincide con la invasión de los
almorávides y el comienzo de la intolerancia musulmana hacia los judíos,
fue un estudioso de la religión de profunda fe, Dayyan (juez) de la
comunidad de Zaragoza, se benefició del ambiente tolerante y alto nivel
intelectual que los Banu Hud lograron crear en esta ciudad, su obra
principal es el Hobot ha-Lebabot (Deberes de los corazones) escrita en
árabe y traducida al hebreo, es un tratado de mística popular judía,
para Ibn Paquda, el peligro a que debe hacer frente un alma piadosa
consiste en la rutina y el anquilosamiento, hay múltiples similitudes
con el cristianismo. Médico, poeta y filósofo Yeudah Ha-Levi nacido en
Tudela de Navarra cuando esta ciudad se encontraba en poder musulmán, es
una personalidad muy interesante a caballo entre los siglos X y XI
(Suarez, L 1980 p.58) es posible que fuese el inventor del cuento de los
tres anillos que él difundió mediante el cual se pretendía reforzar la
confianza de los judíos en su verdad, sin hacer concesiones al
Cristianismo y al Islam, responde de todas formas a la tolerancia que
Alfonso VI trataba de implantar en sus territorios, es el primer poeta a
quien se encuentran versos castellanos, cabe destacar sus obras Himno a
la Creación,Kuzari (Prueba y fundamento de la religión menospreciada),
Menéndez y Pelayo otorgó a esta obra una influencia muy importante como
fuente para la literatura castellana posterior, Siónidas y Elegía por
Sión, se dice que fue asesinado por un jinete árabe cuando recitaba sus
versos en la muralla de Jerusalén siendo ésta la capital del reino que
fundaran los cruzados.



Maimonides
La figura de Maimonides (1135-1165) en el judaísmo puede considerarse
paralela a la de Santo Tomás de Aquino en el cristianismo no solo por
la profundidad de sus escritos sino por haber utilizado ambos el método
aristotélico, nacido en Córdoba acabó instalándose en Egipto después de
visitar Jerusalén, fue médico, teólogo, mercader, su amplitud de
conocimientos queda reflejada en su abundante y compleja obra. Su
doctrina se resume en su obra fundamental y más conocida la Guía de los
perplejos que constituye una de las aportaciones más decisivas para el
conocimiento científico moderno. Sus ideas no gozaron de una comprensión
inmediata y constituyeron fuente de contradicción entre los judíos y
una creciente hostilidad por parte de los cristianos.


Como decíamos toda esta cultura en los periodos de relativa
tranquilidad, se desarrolló en un ámbito de riqueza económica y en el
transcurso de los siglos VIII al X las tierras de al-Ándalus dieron
muestras de una notable expansión económica, en el ámbito de las
actividades agrarias los musulmanes aportaron nuevos cultivos e
impulsaron de forma relevante los regadíos mediante el aprovechamiento
del agua de los ríos así como los pozos y la introducción de la noria.
Los cultivos más preponderantes eran los agrios, el arroz, la caña de
azúcar, la palmera, la berenjena, el azafrán y el algodón. También
tenían gran importancia los árboles frutales, así como las plantas
aromáticas y medicinales, se daba así mismo importancia al pino, el
algarrobo, la encina y la morera, había en aquella época gran cantidad
de huertas y vergeles al tiempo que proseguía la agricultura heredada de
la época romana basad en el trigo, la vid y el olivo, el trigo se
cultivaba fundamentalmente en tierras andaluzas, valencianas, extremeñas
y lusitanas, la vid sobresalía en la zona de Andalucía y también en
Valencia y zona sur de la meseta, el olivo en las zonas andaluzas. La
caña de azúcar se localizaba en las zonas costeras de Andalucía y el
algodón en la zona de Sevilla. Desde otro aspecto hay que comentar el
cultivo del esparto y el azafrán en determinadas zonas de Andalucía y en
las proximidades de Toledo.


Las excelentes condiciones climáticas existentes en buena parte
de la España musulmana ayudaban a la producción agraria de forma muy
directa, la actividad ganadera llegó a alcanzar un buen nivel de
desarrollo, como animales más destacados mencionaremos al caballo, el
buey, el asno o la mula, el caballo andalusí acabó logrando un
excepcional prestigio, las ganaderías ovina y caprina de las que se
obtenía leche y lana alcanzaron un desarrollo importante así como
conejos y aves de corral, por el contrario el cerdo al que el islam
consideraba un animal impuro experimentó un notable retroceso. También
se desarrollaron la caza y la pesca ya fuese realizada con red o con
almadrabas, la caza era efectuada con armas o con determinados animales,
la cetrería era autorizada por la ley islámica.


En al-Ándalus la actividad artesanal logró un espectacular auge,
todo parece indicar que la artesanía que tuvo mayor empuje fue la
relacionada con la producción textil utilizando como materias primas la
lana y la seda aunque en menor proporción también se utilizó el lino, el
árabe Ibn Hawqal alude en su libro Configuración del mundo a las
numerosas actividades textiles que contempló en su paso por España,
habla de los tejidos de lana, seda y lino pero referencia a las
exportaciones que desde al-Ándalus se realizaban a los más variados
países musulmanes habla de las exportaciones de lino a Egipto, los
mantos confeccionados en Pechina localidad cercana a Almería y que eran
enviados a Yemen, Egipto y a La Meca, sin olvidar la importancia del
tiraz de Córdoba, nombre genérico dado a las manufacturas textiles de
monopolio regio inauguradas en tiempos de Abd al-Rahman II.


Cabe mencionar la importancia que tuvo en al-Ándalus la
fabricación de cerámica así como el vidrio, armas o papel cuya técnica
de producción procedía de China. Por lo que refiere a la cría del gusano
de seda, alcanzó niveles muy importantes, el comercio en general tuvo
un papel preponderante en el desarrollo económico de al-Ándalus, el
historiador francés Maxime Rodinson en su libro Islam y capitalismo
refleja que tanto el Corán como la tradición consideran favorable la
actividad económica, la búsqueda de ganancia, el comercio y por tanto la
producción para el mercado. La actividad mercantil era acompañada de la
acuñación de moneda, había la moneda de oro o dinar acuñada en la época
de Abd al-Rahman III existía también una moneda de plata denominada
dírhem, un dinar de oro equivalía a diez o doce dírhems de plata.



Dinar de oro y un Dirhem de plata
El comercio se realizaba en los zocos de los núcleos urbanos, el zoco
constaba de un laberinto de callejuelas y contaba con tenderos fijos y
otros ambulantes, en dichos zocos se encontraban las alhóndigas o
almacenes de mercancías y se alojaban los mercaderes venidos de otros
territorios, el comercio de lujo se desarrollaba en los bazares
qaisariyyas o alcaecerías que solían estar cubiertos. El zoco más
importante fue el de Córdoba que incluía un mercado de libros
manuscritos y otro de esclavos. Cada zoco estaba controlado por un
muhtasib es decir un inspector de mercado, en los zocos también
abundaban mendigos, acróbatas, concubinas o alcahuetas. La exportación
jugó un papel de suma importancia en todo este desarrollo económico de
los territorios cristianos se obtenían pieles, metales, armas y esclavos
de la Europa oriental y se exportaba desde al-Ándalus aceite, azúcar,
higos, uvas, cobre, estaño, mercurio y textiles en general.


Entre los siglos VIII y X otro ámbito que conoció un
extraordinario esplendor en el al-Ándalus fue el de las artes plásticas,
en tiempos de Abd al-Rahman I se inició en Córdoba la construcción de
la mezquita mayor de dicha ciudad, se edificó en la zona donde había
estado levantada la iglesia visigótica de san Vicente, se efectuaron
importantes obras de ampliación en la época de Abd al-Rahman III, en
particular la construcción del alminar o minarete, Lévi-Provençal indicó
en su día que dicho alminar era sin duda, el más bello de los alminares
de Occidente, durante el reinado de Abd al-Rahman III se restauró y
consolidó la fachada de la sala de oración que daba al patio de la
mezquita, la parte más lujosa y espectacular de la mezquita fue
construida en tiempos del califa al-Hakam II se trata del mihrab en el
que se utilizaron materiales de gran riqueza sobre todo mármoles y
brillantes soluciones constructivas como las bóvedas de nervios y una
excepcional fantasía decorativa. Otra de las impresionantes obras que se
realizaron en tiempos de Abd al-Rahman III fue la ciudad palacio de
Madinat al- Zahra al oeste de la ciudad de Córdoba considerada como el
Versalles de los califas hispanos. El cronista al-Maqqari varios siglos
después de la fundación de Medinat al-Zahra exponía así su visión de la
ciudad palacio:


La ciudad de al-Zahra era una de las mas espléndidas, más
renombradas y mejores que hicieron los seres humanos, estaba a la
distancia de
cuatro millas y un tercio de Córdoba, se contaban en
ella 4.300 columnas y 500 puertas de las columnas algunas vinieron de
Roma, 19 del país
de los francos, 140 fueron ofrecidas por el
emperador de Constantinopla, 113 la mayor parte en mármol rosa y verde
fueron traídas de
Cartago, Túnez, Isfakix y otros lugares de
África. Las restantes provenían de los dominios andaluces, mármol blanco
de Tarragona y
Almería, las de mármol rayado de Rayya. Otra de
las maravillas de al-Zahra era el salón llamado de los califas, cuyo
tejado era de oro y de
bloques de mármol de variados colores,
sólidos pero transparentes y cuyas paredes eran de los mismos
materiales, en el centro de este
salón estaba la perla única
ofrecida a al-Nasir, con otros objetos valiosos por el emperador de
León. Eran de oro y plata las tejas de este
magnífico salón y
según Ben Baskuwal había en el centro del mismo un pilón lleno de
mercurio. Daban entrada al salón ocho puertas de
cada lado
adornadas con oro y ébano que descansaban sobre pilares de mármoles
variados y cristal transparente. Cuando el sol penetraba en
la
sala a través de estas puertas y se reflejaba en las paredes y el techo,
era tal su fuerza que cegaba. Y cuando al-Nasir quería
asombrar a
algunos de sus cortesanos, le bastaba hacer una seña a uno de sus
esclavos para poner en movimiento el mercurio, e inmediatamente
parecía que toda la habitación estaba atravesada por rayos de luz y la asamblea empezaba a temblar, porque tenía la sensación de que el salón se alejaba, sensación que duraba mientras se movía el mercurio.


Durante los años de la fitná o guerra civil que estalló en las
primeras décadas del siglo XI toda esta riqueza fue destruida, en
tiempos del hachib Almanzor se había erigido en las proximidades de
Córdoba el palacio de Madinat al-Zahira que también fue destruido en el
transcurso de la fitná.



España medieval cristiana (siglos XI- XIII)

Los núcleos cristianos entre los siglos VIII y X se encontraban en
las zonas montañosas del norte de la península Ibérica, territorios en
donde nunca lograron penetrar los musulmanes, el primero de todos estos
territorios lo formaba el reino astur surgido a raíz de la victoria de
Covadonga lograda por Pelayo el cual había ocupado un cargo de
importancia en el antiguo reino visigodo, se propagó hacia el este, a
vascongadas y hacia el oeste a la zona gallega y hacia el sur de la
cordillera Cantábrica hacia el valle del Duero, los musulmanes no
sobrepasaron el Sistema Central en donde se encontraba la marca
fronteriza de Toledo. Uno de los primeros monarcas astures Alfonso I
efectuó amplias ocupaciones por la cuenca del rio Duero y se supone que
se llevó a parte de sus habitantes al reino astur, uno de sus sucesores
Alfonso II decidió que la monarquía astur siguiera los pasos del antiguo
reino visigodo, poniendo en vigor el texto jurídico Liber Iudicum, a
finales del siglo IX los astures entraron en León la que fuera en su día
la Legio VII Gemina, de modo que a partir de entonces el reino se
denominó astur leonés o simplemente leonés.


En el ámbito oriental de la cuenca del Duero, se formaron
diversos condados que terminaron por unirse en el siglo X, con el nombre
genérico de Castilla bajo el Conde Fernán González, existieron muchas
tensiones políticas a lo largo del siglo X en el reino de León, en la
zona de los Pirineos se creó el reino denominado inicialmente de
Pamplona, gobernado por la dinastía de los Arista y luego a comienzos
del siglo X por la dinastía Jimena, siendo rey de dicha monarquía Sancho
Garcés I los cristianos recuperaron zonas del alto Ebro y localidades
situadas en la Rioja, plazas como Calahorra, Nájera y Viguera, dichas
conquistas se frenaron en la últimas décadas del siglo X periodo
coincidente con las terribles razias lanzadas por Almanzor.


En la zona central de los Pirineos se constituyó el condado de
Aragón y en la zona oriental se constituyeron varios condados
denominados como la Marca Hispánica, a mediados del siglo X la heredera
del condado de Aragón Andregoto contrajo matrimonio con el futuro rey de
Pamplona Garcia Sanchez I y se tradujo hasta bien entrado el siglo XI
en la unión del condado de Aragón y el reino de Pamplona, a su vez
todos los condados de la Marca Hispánica gozaban de protección de los
reyes francos, el condado más importante de la época fue el de
Barcelona, ciudad que había estado en poder de los musulmanes, pero fue
conquistada por los cristianos en el año 801 con la ayuda de tropas
carolingias, unos años antes los cristianos habían recuperado la ciudad
de Gerona, el conde más significativo de Barcelona y que gobernó las
últimas décadas del siglo XI fue Vifredo el Velloso el cual colonizó el
condado de Osona, conocido como la plana de Vic.


El contraste entre la sociedad de al-Ándalus y los núcleos
cristianos del norte peninsular era en aquellos siglos muy grande,
frente a la pujanza económica y social de al-Ándalus tanto en
actividades agrícolas como artesanales y mercantiles, los núcleos
cristianos tenían un carácter eminentemente rural, con mínima presencia
de núcleos urbanos, la moneda circulaba muy poco con lo que las
operaciones mercantiles se realizaban por trueque, lo que se refleja en
documentos de aquella época. En el campo cultural los únicos letrados de
la España cristiana eran los que se dedicaban a actividades
eclesiásticas, en el reino astur predominaba la tradición de las épocas
visigodas, obras de san Isidoro de Sevilla ante todo sus conocidas
Etimologías, en las que se combina el aspecto enciclopédico con el
pedagógico, apenas habían obras de autores clásicos, en las zonas que
comprendían los condados de la futura Cataluña en conexión directa con
los reinos francos, tenían una relación más viva con el mundo de Roma,
lo que explica la llegada a estas tierras de la letra carolina o la
regla monástica de san Benito, podemos calificar de todos modos como muy
pobre la vida cultural cristiana de esa época. La vida cultural se
centraba en los monasterios, como el de Sahagún en el reino astur
leones, Ripoll o el de San Millán de la Cogolla en el reino pamplonés.
En todos estos centros habían obras sobre todo textos bíblicos o de los
Santos Padres así como escritos procedentes de la época visigoda, en San
Millán de la Cogolla solo había una obra del escritor latino Terencio,
en Santa Maria de Ripoll habían algunas obras de Cicerón, Cesar y
Horacio y algún texto significativo de Aristóteles. Referente a obras
escritas en esta época podemos citar algunas crónicas del rey astur
Alfonso III como las Glosas emilianenses y las Glosas silenses,
predominan sobre todo escritos de contenido eclesial como los
comentarios sobre el Apocalipsis del Beato de Liébana, el centro de
cultura más fecundo lo situamos en el monasterio de Ripoll a mediados
del siglo X algunos monjes se desplazaron a la ciudad de Córdoba con el
objeto de copiar obras científicas de autores griegos y que los
musulmanes habían recopilado de su expansión por el Mediterráneo, a
finales del siglo X se trasladó al monasterio de Ripoll para estudiar
matemáticas, astronomía y música el eclesiástico francés Gerberto de
Aurillac futuro papa Silvestre II.


Según el historiador Thomas F. Glick el siglo XI fue el más
crucial y significativo de la Edad Media española, la razón de dicha
importancia reside en la caída y desintegración del poder central en
al-Ándalus, mantenido hasta entonces bajo la hegemonía absoluta de los
califas cordobeses. Esta descomposición debida a la fitná o guerra civil
entre las diferentes facciones musulmanas, condujo a la total
liquidación del califato, fragmentándose las tierras que componían
al-Ándalus en un mosaico de reinos de taifas o banderías.



Mapa político de la Peninsula Ibérica en 1065
Estos reinos debilitados por la dispersión y la falta de unión entre
ellos se vieron obligados a pagar parias es decir tributos a los
diversos reyes cristianos del ámbito hispano, fue esta situación la que
llevó a nuevas posibilidades de conquista a los reinos cristianos. La
ruina y devastación de la espléndida ciudad califal de Medinat al-Zahara
(1009) y con anterioridad en (960) la destrucción de la fabulosa
biblioteca de al-Hakan II llevada a cabo por tropas mercenarias
bereberes al mando del general Ibn Abi´Amir (Almanzor) fue llorada según
cuenta Ibn-Idhari (Bayan al-Mugrib) por todos los súbditos del
Califato, tanto musulmanes como judíos y cristianos y será el punto de
inflexión respecto a la tolerancia entre musulmanes y entre éstos y los
cristianos, la actitud de los musulmanes llegados provocó una reacción
en los reinos cristianos que a partir de ese momento responderán con
energía a cualquier desafío musulmán hasta derrotar a Almanzor en
Medinaceli (1002).


Por tanto al igual que sucedió con el resto de la cristiandad
europea, la España cristiana comenzó a recuperarse de forma muy
llamativa a partir del comienzo del siglo XI tanto a nivel material lo
mismo en el aspecto económico como demográfico, como a nivel espiritual,
al tiempo que aumentaba la población, se desarrollaron los burgos o
núcleos urbanos y experimentaron gran auge las actividades artesanales y
mercantiles, por todo el occidente de Europa crecieron las ferias y los
mercados y hubo unos progresos importantes en lo referente a la
actividad militar por miembros de la nobleza, se sustituyó la caballería
ligera por la pesada y se introdujeron las espuelas y herraduras, es
decir el equipo de combate era mucho más completo y más seguro debido a
la utilización de armaduras. En el terreno artístico el románico fue el
estilo conjunto y unitario de la cristiandad a nivel europeo en la
Europa medieval de finales del siglo XII conoció la fundación de
universidades siendo la primera la de París.


El siglo XII marcó el principio de un gran esfuerzo cristiano por
recuperar los territorios que ocupaban los musulmanes, se volvió a
conquistar Zaragoza 1118 por Alfonso I el Batallador y en 1146 Córdoba,
Toledo fue conquistado en el año 1085 por el monarca castellano leones
Alfonso VI la ciudad se entregó sin lucha, dado que a cambio se le
concedió al reyezuelo musulmán la taifa de Valencia, hay que recordar
que el rey Alfonso VI que había sido derrotado por su hermano Sancho II
en la batalla de Golpejara en el año 1072 y de perder el reino de León
se había refugiado en la taifa toledana que solía entregar parias al rey
cristiano, después de incorporada Toledo al reino cristiano una de las
principales marcas fronterizas de al-Ándalus había sido incorporada de
forma definitiva a los dominios de los monarcas cristianos. Lo más
llamativo fue la tolerante actitud que demostró Alfonso VI en Toledo con
respecto a las poblaciones musulmanas y judías en cuanto a los judíos
Alfonso VI puso en vigor en el año 1090 la llamada Carta inter
christianos et judaeos (Fueros de León) por la cual situaba en
condiciones de igualdad a ambas religiones y nombró a un destacado
hombre de negocios judío, Yusuf ibn Ferrusel para que colaborara con el
reino en sus aspectos económicos. Podemos afirmar que las relaciones
entre cristianos, musulmanes y judíos eran claramente positivas en
aquellas fechas a pesar de las frecuentes pugnas militares.


Todas estas acciones de presión bélica llevaron a la gran
victoria medio siglo después sobre los almohades en las Navas de Tolosa
en 1212 y en 1248 la conquista de Sevilla y de la mayor parte de la
cuenca del Guadalquivir. Este siglo marcó el punto crucial de las
relaciones entre cristianos y musulmanes ya que es el momento en que
debido a las conquistas sobre los reinos de taifas se necesitan personas
para repoblar las tierras conquistadas y se plantea el problema de los
mudéjares (del árabe mudajjan, el que se queda) es decir aquellos
musulmanes que tras las victorias cristianas preferían quedarse bajo el
dominio cristiano antes que emigrar a tierras del Islam. En las primeras
décadas del siglo XIII los cristianos aprovecharon su superioridad
bélica para conquistar la mayor parte de al-Ándalus , la corona de
Aragón incorporó a sus dominios las islas Baleares y a continuación el
reino de Valencia, los reinos de castilla y León quedaron unificados de
forma definitiva en el reinado de Fernando III rey de Castilla desde
1217 , las ultimas conquistas de los castellano leoneses las llevo a
cabo el monarca Alfonso X hijo de Fernando III y Beatriz de Suabia que
incorporó a sus reinos la ciudad de Cádiz así como la zona de Huelva, de
las antiguas tierras de al-Ándalus solo subsistió a partir de entonces
el reino nazarí de Granada , dicho reino se mantuvo apoyado por los
benimerines del norte de África hasta finales del siglo XV cuando fue
incorporado de forma definitiva a la España cristiana por los ejércitos
de los Reyes Católicos, por tanto a mediados del siglo XIII los
cristianos dominaban la mayor parte de la península Ibérica.


La documentación existente y que se refiere a los siglos XII y
XIII nos ofrece un panorama de vida social y de relaciones entre los
grupos musulmanes y judíos que coexisten con la mayoría cristiana para
todos los inmigrantes procedentes de territorios de al-Ándalus ya fuesen
judíos, mozárabes, o mudéjares empezó una nueva vida bajo el dominio de
los reyes cristianos, muchos de los judíos consiguieron puestos de
relevancia como diplomáticos y consejeros culturales en las cortes de
los reinos cristianos eran aventajados en conocimiento de las ciencias,
medicina, las artes , las lenguas y en el comercio esta circunstancia
les abrió las puertas de una sociedad que era agrícola y ganadera sin
expertos en relaciones con el mundo exterior y con otras culturas, los
reyes cristianos colocaron a los judíos a la cabeza de sus embajadas y
negociaciones con los reinos musulmanes. Igualmente tiene importancia la
contribución de los mudéjares al desarrollo de la economía y la cultura
en los reinos cristianos como agricultores, artesanos y artistas en
construir y decorar edificios públicos e iglesias. De esta forma una
minoría bien preparada se transformó debido a los conocimientos que
poseía en todos los ámbitos en vehículo de transmisión de la cultura
musulmana a la España cristiana y de ésta al resto de Europa, en esta
transmisión está siempre presente el sabio lingüista judío o mudéjar
entre el texto árabe y la versión castellana.


Esta dependencia cultural del saber de judíos y musulmanes
impulsó a los reyes cristianos a extender su protección a ambas minorías
concediéndoles estatutos por los que gozaban de amplia independencia en
el campo religioso, jurídico y administrativo, estableciendo el régimen
de las aljamas, que fue extendida más tarde a los mudéjares tanto en el
reino de Castilla como en la Corona de Aragón. Económicamente la España
cristiana progresó, gracias a sus conquistas y a la colaboración de las
minorías judías y musulmanas, progresó el mundo de la agricultura,
actividad en la que destacaban como principales cultivos, los cereales,
la vid, los olivos, las hortalizas, los árboles frutales y plantas
destinadas a la explotación textil, entre ellas el lino, hubo notables
mejoras en las técnicas aplicadas al trabajo del campo, entre ellas el
papel del hierro en los útiles de labor y el equipamiento de los
molinos. El viajero y geógrafo árabe Edrisi puso de relieve que a
mediados del siglo XII habían importantes rebaños de ovejas, desde
Medinaceli situada en el alto Duero, hasta Coímbra en la costa lusitana,
este ganado transitaba por las cañadas, acudiendo en verano en búsqueda
de pastos al norte y en épocas de frio a las tierras del sur
peninsular, estos desplazamientos de ganado eran acompañados de una
guardia armada denominada esculca o rafal, en 1273 siendo rey de
Castilla y León Alfonso X el Sabio creó la institución de la Mesta,
encargada del control del ganado trashumante. El mundo urbano se
desarrolló así mismo de forma importante, así como las actividades
artesanales y mercantiles así como la acuñación de moneda.


Pocos años después de la reconquista de Toledo por los
cristianos, el obispo don Raimundo puso en marcha la denominada Escuela
de Traductores donde confluyeron intelectuales de las tres religiones,
nombres preponderantes en los primeros años de dicha escuela fueron Juan
de Sevilla y Domingo Gundisalvo, se tradujeron al latín obras de
Avicena, Algacel e Ibn Gabirol, textos matemáticos de Euclides o las
tablas de al-Jwarizni punto de partida de los logaritmos.



Escuela de Traductores de Toledo
Acudieron a la Escuela de Traductores intelectuales de diversos
puntos de la Europa cristiana como Abelardo de Bath, Rodolfo de Brujas,
Herman el Alemán o Miguel Escoto como dijo en su día Menéndez Pidal
España actuó como eslabón entre la cristiandad y el islam. El mayor auge
de la Escuela de Toledo llegó en la segunda mitad del siglo XIII,
durante el reinado de Alfonso X el Sabio dicho monarca según señaló el
destacado infante don Juan Manuel procuró acrecentar el saber y procuró
la cultura para sus reinos, Alfonso X también contribuyó a mejorar los
centros universitarios comenzando por la Universidad de Salamanca, uno
de los rasgos más significativo de la Escuela de Traductores de Toledo
fue que durante el reinado de Alfonso X todas las traducciones tanto
procedentes del árabe o del griego como las obras originales se
escribieron en lengua romance castellana, según el eminente filólogo
Emilio Alarcos el castellano fue literariamente normalizado en el siglo
XIII, a Alfonso X se le han atribuido dos obras de gran relieve la
Grande e general estoria y la Estoria de España, y en el aspecto
religioso su obra las Cantigas con cuatrocientos veinte poemas
dedicados a la Virgen María. Las Cantigas fueron escritas en gallego,
también escribió el Libro de axedrez, dados e tablas, apoyó así mismo el
desarrollo de las actividades musicales en la corte regia y llegó a
crearse una cátedra de música en Salamanca, uno de los colaboradores de
Alfonso X el franciscano Juan Gil de Zamora escribió una interesante
obra musical titulada, Ars música, otra obra importante escrita por este
franciscano es la Historia naturalis. Al margen de la Escuela de
Traductores de Toledo hubo un centro cultural importante en Tarazona en
donde confluyen de igual forma las tres religiones que se practicaban en
tierras hispanas, la figura más importante de dicha escuela es el
judío, Abraham ibn Ezra que vivió durante buena parte del siglo XII, con
profundos conocimientos en matemáticas, lingüística y de la Biblia.
Acudieron a la Escuela de Tarazona figuras como Roberto de Chester que
ocupó años más tarde un puesto de canónigo en la catedral de Pamplona,
capital del reino navarro. La aljama judaica de Tudela alcanzó una
notable vitalidad en esa época.



Tres religiones y tres culturas

Las monarquías cristianas desde mediados del siglo X habían recibido
la herencia del Califato Omeya, asumirán la coexistencia
cristiano-hebrea-islámica, debido unas veces por la inmigración hacia
sus territorios de judíos debido a persecuciones y otra debido a las
conquistas de territorios ocurridas a partir del siglo XI hasta el siglo
XIII, el incremento de población judeo islámica fue muy importante como
hemos descrito con anterioridad. Tanto los musulmanes mudéjares, como
los judíos poseían sus propias aljamas, institución que equivalía a los
concejos cristianos, al frente de dichas aljamas solía actuar un consejo
de ancianos, es decir los adelantados o muqaddemin. Como la sociedad
cristiana estaba mal dotada técnica y científicamente, su convivencia
con los judíos y musulmanes mudéjares se hizo muy viva en las primeras
etapas, los financieros, médicos y viticultores fueron preferentemente
judíos, Raimundo de Salvetat arzobispo de Toledo y Alfonso X el Sabio un
siglo más tarde entendieron que para progresar era necesario reunir
sabios de las tres religiones, esta fue la raíz fundacional de la
Escuela de Traductores de Toledo ya comentada, en realidad un centro de
investigación muy beneficioso para Europa.


En la actualidad ha surgido la tendencia de explicar la historia
desde el punto de vista de que la convivencia entre las tres religiones y
culturas fue ejemplar y realmente no fue tanto así, hubo una
coexistencia a regañadientes y probablemente no fue la misma entre el
pueblo llano y las personas consideradas como sabias y preparadas que
trabajaban en colaboración mutua, en la Escuela de Traductores de Toledo
y en la Escuela de Tarazona, de todas formas los intercambios
culturales recíprocos fueron desde el principio muy importantes, aunque
estuvieron salpicados de recelos. Los teólogos cristianos reconocieron
desde el principio que los judíos se hallaban en posesión de dos cosas
de extraordinaria importancia: el texto original de las Escrituras
Sagradas y el conocimiento de la lengua árabe, lo que les permitía
acceder a algunas obras de la cultura antigua que entre los cristianos
se habían perdido (Suarez, 2003, p.281), la comunidad judía de Castilla,
cuya presencia en Toledo fue muy elevada a partir del siglo XII
contribuyó de forma relevante, al encuentro entre el pensamiento griego
transmitido por los árabes y el pensamiento cristiano, los judíos fueron
los traductores de los textos árabes al castellano, para que los
clérigos cultos los tradujesen a su vez al latín en su época Alfonso VII
llegó a esgrimir que era emperador de las tres religiones y era
frecuente a la llegada de un monarca a alguna población, el ser recibido
por judíos que llevaban procesionalmente rollos de la Torah.


La realidad social en esa época de preponderancia cristiana en
cuanto a población y autoridad política era, que tanto musulmanes como
judíos gozaban de un determinado grado de autonomía, unos y otros
practicaban su religión acudiendo los musulmanes a las mezquitas y los
judíos a las sinagogas. La población musulmana vivía básicamente en las
zonas rurales, el numero de mudéjares era elevado en el reino de Aragón
en la zona del valle medio del Ebro y de la actual provincia de Teruel,
así como en el reino de Valencia particularmente y en la actual
provincia de Alicante, también se extendieron los mudéjares por el valle
medio del Tajo en las islas Baleares y en el reino de Murcia, se
establecieron importantes colonias mudéjares en ciudades de la cuenca
del Duero como Ávila y Valladolid, en el valle del Guadalquivir el
numero de mudéjares fue muy reducido, este territorio que había sido el
corazón de al-Ándalus se produjo una rebelión mudéjar en 1264 y el
monarca Alfonso X el Sabio decidió la expulsión de la población
musulmana, también hubo otra rebelión mudéjar en tierras murcianas,
sofocada por el monarca Jaime I suegro de Alfonso X al haber casado a su
hija Violante con él, pero al contrario que el valle del Guadalquivir
los mudéjares no fueron expulsados de estos territorios murcianos, de
ahí que su presencia fue importante. La influencia de los mudéjares en
los reinos cristianos fue notable, ya en el final del siglo XII se acuñó
en la corona de Castilla el maravedí, moneda que imitaba de forma
directa al dinar el numerario de mayor valor que circulaba entre los
musulmanes, desde el aspecto artístico el denominado arte mudéjar, dejó
su huella indeleble en los territorios cristianos, como lo demuestran
las iglesias románico mudéjares y gótico mudéjares, los judíos como ya
hemos comentado con anterioridad vivían preferentemente en los núcleos
urbanos y eran considerados servi regis es decir que se hallaban al
servicio directo de los monarcas cristianos y eran directamente
protegidos por ellos.


Por tanto desde mediados del siglo XIII reducido el poder
musulmán, quedó establecido en la península y en relación a las
comunidades religiosas judía e islámica, un régimen de tolerancia que
sólo a ellas alcanzaba, esta tolerancia solo en el aspecto religioso era
consentida, tanto judíos como musulmanes formaban unas minorías
organizadas en el interior de la sociedad cristiana nacional, ante el
Estado cristiano los judíos profesaban una doctrina errónea y
reprobable, puesto que negaban el reconocimiento de que el Mesías había
venido ya y que por tanto la humanidad estaba redimida, en estas
condiciones la igualdad no podía existir. Los reyes cristianos
protectores de los judíos porque éstos se encontraban a su servicio,
eran los únicos que decidían sobre los mismos la Iglesia lo justificaba
de dos formas, como testimonio de la Pasión del Señor y con la esperanza
de hallar la salvación para la minoría judaica, pero a cambio de la
protección ejercida por los reyes cristianos el monarca percibía
aportaciones directas que eran más elevadas que las que pagaban los
cristianos (Suarez, 1980 p.18), de esta forma los reyes cristianos se
acostumbraron a considerar a los judíos como propiedad privada, un bien
que producía beneficios muy saneados y es por ello que se esforzaron en
protegerlos, estaban realmente defendiendo la rentabilidad de un
negocio, mientras que el pueblo llano no demostraba según la
documentación de la época tanto afán de proteccionismo y convivencia.


En este sentido hay que mencionar que en 1215 en el Concilio de
Letrán como en el 1311 en el Concilio de Vienne se afirmó que existía un
peligro muy grave en la convivencia de los cristianos y los judíos, las
autoridades eclesiásticas españolas denunciaron a los judíos como
fuentes de contaminación del averroísmo, a los pocos años de concluido
el concilio de Letrán, los judíos de Sicilia e Inglaterra se habían
acostumbrado a coser distintivos en sus vestimentas para ser
identificados como judíos, en algunos estados germánicos se distinguían
por sus sombreros cónicos, en muchas regiones el concilio legitimaba las
políticas ya establecidas dentro y fuera de la cristiandad.



Papa Honorio III
Mientras que en gran parte de la Europa cristiana se obedeció los
decretos del concilio de Letrán, la España de Fernando III se mostró muy
reacia a aceptar y seguir estos mandatos, lo que provocó reprimendas
por parte de la autoridad papal, en 1221 el papa Honorio III se quejó
ante el arzobispo de Toledo de que los judíos de su diócesis no
observaban las disposiciones referentes a vestimenta identificativa, lo
que podía dar con errores en los cristianos al mezclarse con otra
religión, diez años más tarde Gregorio XI presionó inútilmente al rey de
Castilla, rogó y advirtió de forma seria al rey Sancho VIII de Navarra,
al final, los reyes cristianos claudicaron ante la fuerza de la
Iglesia, esta legislación conciliar aunque no se puso en práctica de
inmediato como hemos visto, tuvo un peso importante a la hora de
redactar la legislación sobre judíos y los musulmanes y será la que
guiará a los reyes más favorables a la convivencia, abordando el tema
ante las Cortes, de dar una oportunidad tanto a musulmanes como a judíos
para que se convirtiesen al cristianismo, de tal manera que cuando
recorremos la legislación canónica o civil la impresión que da, es de
que estas minorías jurídicamente hablando fueron consideradas como
provisionales en espera de una solución definitiva. Una vez aceptado el
principio de la conveniencia de la separación entre comunidades, se
produjeron la separación de cargos públicos, destrucción de sus
estructuras judiciales, prohibición de la agricultura y de ciertas
profesiones, condena de los créditos como si todos se conceptuaran como
usura, conversiones forzadas y al final saqueos y asesinatos. La
sociedad cristiana nunca reconoció a los judíos otra cosa que un derecho
provisional esta provisionalidad debía de tener un final y éste era o
la conversión o la expulsión, al obligar a los judíos a la conversión se
les obligaba a renunciar a su identidad (Suarez, 1980 p.22).



















La presencia de los judíos en la Comunidad Valenciana

Se indica que en la Comunidad Valenciana hubo asentamientos judíos ya
en la época romana, y con la reconquista el Rey Jaime I, que tantas
veces aparece en estos relatos como gestor del desarrollo israelita,
insta a los judíos de otras partes a repoblar la nueva región
reconquistada del dominio árabe. Así fueron allá judíos catalanes y
aragoneses, así como franceses y norteafricanos. Este monarca otorgó a
los judíos valencianos los mismos privilegios que a los demás habitantes
de la comarca, ya fueran musulmanes como cristianos.


Aunque no es fácil reconocer hoy lo que fueran las juderías
valencianas, se tiene noticia que se encontraban en las principales
ciudades, como Valencia y Murcia. Se sabe positivamente que hubo judíos
en toda la provincia de Valencia, en gran parte de la de Alicante, así
como en el norte, en donde se encuentra hoy la de Castellón. También es
de conocimiento público que varios judíos colaboraron estrechamente con
el rey Jaime I el Conquistador, y que éste les premió sus servicios
acordándoles fueros que les beneficiaba y que, como queda dicho, les
igualaba en muchos aspectos a los cristianos.


El call de Valencia era considerado como el mayor de la zona,
pero desde los efectos de la famosa Disputa de Tortosa el liderazgo paso
a Sagunto, que entonces era una ciudad más poblada y dinámica, como lo
revelan los indicadores fiscales. Por otro lado, otra judería, la de
Burriana decayó mucho en comparación con la judería que tenía otrora,
que indicaba 45 fuegos (es decir, hogares).


También han quedado documentadas las actividades mercantiles e
industriales de los hebreos, en los que se elogiaban en el ámbito
alicantino los juguetes de cuatro villas clásicas alicantinas: Ibi,
Tibi, Castalla y Onil. También afirmase que los turrones de Xixona
(Jijona) aún tienen cierta similitud con las golosinas de los sefardíes
de Salónica y Estambul, y que existiera un sello judío en las industrias
papeleras y textiles de Alcoy y la de alfombras de Crevillente. Y como
dijera un conocido historiador español que recorrió la comarca, "incluso
tiene un remoto aire de costumbre judía el cúmulo de pequeños negocios
familiares mantenido en ciudades como Xátiva o los pueblos ribereños de
la Albufera valenciana".


Alcira


Se han encontrado referencias a esa localidad valenciana en el
“Libre del Repartiment” de Jaime I, con otorgaciones a un judío llamado
Astruc y la familia Vives, conocida entonces como los Abenvives que ya
gozaban de una situación preeminente. Uno de ellos, Vives Abenvives,
había sido baile (juez ordinario) en Alcira en 1278. Las tributaciones
de 1271º rinden 500 sueldos, lo que parece indicar la existencia de una
comunidad relativamente reducida. Se supone que el call fue destruido en
1391 y nunca pudo recuperarse.


Castellón de la Plana


Se sabe que antes de las persecuciones de 1391 esta ciudad
contaba con un centenar de judíos, y padeció una crisis severa en 1433
cuando se desencadenó otro brote epidémico, de los muchos que se
registraban entonces, del que sobrevivirían solamente once vecinos de
esa fe. Los “Llibres de Values de Peytes” desde 1473 detectan doce casas
de judíos, cuatro años más tarde quedan únicamente cuatro, y en 1492
había únicamente un solo judío residente. Excavaciones realizadas
recientemente parecen haber encontrado huellas de la presencia judía en
esa ciudad.


Chelva


Esta localidad valenciana habría sido primeramente mencionada tan
sólo en una escueta nota de Cantera Burgos, pero el historiador Juan H.
Atienza, que la recorrió afirma haber quedado muy impresionado; relata
que ha quedado conservado el viejo call de estilo levantino, y se pueden
ver incluso los cuatro portillos que la cerraban del resto de la
población. Estando como está en una zona vitivinícola, se puede suponer
que –como los demás habitantes- los judíos también se hubieran dedicado
al cultivo de la vid.


Elche (Elx)


Ha sido en esa ciudad alicantina, previamente conocida como
Elche, que ya en 1905 las excavaciones allí realizadas descubrieron las
ruinas de un rectángulo que daba al este, con pavimento de mosaico
representando figuras de estrellas trenzadas y meandros. Según
calcularon los arqueólogos databa del siglo V, y un eminente experto en
la materia estima que se trataba de una vieja sinagoga, que había sido
creada en el período bizantino y posteriormente convertida en iglesia.


Játiva (Xátiva)


Cuando esta ciudad fue reconquistada por Jaime I en 1244, se
otorgaron a los judíos que allí residían funciones importantes, como era
el caso en la mayor parte de las villas del Levante que pasaban del
dominio moro al cristiano. El barrio judío fue restaurado y en 1274 se
le daba una nueva carta puebla por la que se otorgaban a sus nuevos
habitantes diversos derechos, incluyendo franquicia impositiva durante
cinco años. Su aljama, junto con las de Sagunt y Castelló de la Plana,
alcanzó cierta importancia en el reino luego de la de Valencia, que
evidentemente, era la mayor. Es interesante señalar que en una ordenanza
proclamada en 1283, se prohibía a los judíos ponerse trajes de colores y
llevar joyas, y el Infante Don Alfonso exigió a los dirigentes judíos
que eximiesen de esa prohibición a unos parientes de Samuel Alfakim, que
era el intérprete de árabe del rey. Se sabe que hasta la expulsión esta
judería fue uno de los pocos centros de cultura que quedaron entonces
en el reino valenciano.


Lorca


La judería local existió desde la época musulmana, se mantuvo
luego de la reconquista y desapareció en los terribles sucesos del
verano de 1391. La aljama, de la que nada queda hoy, estaría situada en
el llamado Barrio de San Lázaro, y se estima que la desaparecida ermita a
nombre de ese santo había sido construida sobre la antigua sinagoga.
También es un hecho que de Lorca era el converso Yoshúa Halorqui, que
con el nombre de Jerónimo de Santa Fe fue el principal defensor de la
cristiandad en el famoso debate de Tortosa (1413).
Es interesante señalar la polémica desatada recientemente en torno a la
construcción de un parador en donde estaba el antiguo castillo. Las
excavaciones han desenterrado parte de una sinagoga, una mikvé y varias
casas judías, pero la edificación de ese hotel no permite estudiar
debidamente esos restos (en especial el baño ritual al que se le
atribuyó suma importancia) ni tampoco ampliarlos, a pesar de la
oposición de una asociación local empeñada en conservar ese patrimonio
local.


Morella


Situada en la provincia de Castellón de la Plana, fue una antigua
bailía (territorio) de órdenes militares. Se sabe que había judíos en
esa plaza al ser reconquistada en 1263, y las crónicas refieren que el
rey de Aragón, el ya conocido Jaime I, concedió privilegios especiales a
la aljama; exención total de impuestos el primer año, y un gravamen no
muy elevado de 20 sueldos por cabeza en los cuatro siguientes. Las
rentas reales de esa ciudad, así como de Tortosa y Peñíscola, eran
cobradas por un judío local llamado Jacob Xixó, a quien siguió otro
almojarife judío, Musa de la Portella.


Murcia


Esta capital levantina fue primeramente reconquistada de los
moros en 1243 por los ejércitos de Fernando III de Castilla, pero luego
de la revuelta de los musulmanes, volvió a ser ocupada por Jaime I de
Aragón, que la entregó al rey castellano en 1265. Entre quienes
asistieron el monarca aragonés figuraba Judá de la Caballería, que
facilitó los fondos para armar la flota en la lucha contra los moros, y
Astruc Bonsenyor, que tomó parte en las negociaciones para la asediada
ciudad capitulara. Alfonso X de Castilla asignó un barrio especial para
los ciudadanos judíos, así como un terreno para cementerio. En 1307 se
asignó la jurisdicción de los musulmanes de Murcia a Don Isaac ibn
Yaish, el último judío que habría desempeñado tales funciones.
Hacia fines del siglo XIV había varios arrendatarios de impuestos
judíos, entre ellos Salomon ibn Lop, que se instaló en Mallorca y obtuvo
privilegios especiales del rey. Durante este período la judería
murciana sobresalió por su generosidad para conseguir el rescate de
cautivos, así como su participación en el comercio marítimo, además de
sus actividades como agricultores, artesanos y pequeños comerciantes.
Aunque no se sabe lo que ocurrió durante los disturbios de 1391, se
tiene noticia de que la comunidad siguió existiendo, y en fecha
posterior sumaba unas dos mil personas. Los hebreos mantenían estrechas
relaciones con los cristianos, y dos representantes de la comunidad
actuaban en el concejo local. En 1488 Samuel Abuladia obtuvo la
protección de los Reyes Católicos durante dos años, en recompensa por
los servicios rendidos a la corona durante la campaña contra Granada, y
en 1490 Salomón ben Maimon Zalmati imprimía libros hebreos en Murcia. Se
sabe que había no pocos conversos en esa ciudad después de la Expulsión
y poco después de irse los judíos se estableció allí un tribunal de la
Inquisición.


Es interesante lo que se lee en el sitio de Internet del
Ayuntamiento de Murcia sobre la judería local: “No sabemos con certeza
si fueron las disposiciones castellanas surgidas a raíz de la conquista
de Murcia entre 1243 y 1266 las ubicaron a los habitantes judíos de la
ciudad en el barrio (de Santa Eulalia) o si ya habían formado su
comunidad allí desde antes. Lo cierto es que durante toda Edad Media los
contornos de la plaza Sardoy, antes conocida como plaza de la Sinagoga,
acogieron el barrio judío de Murcia, quedando, todavía, entre sus
calles un encanto que aún perdura”. Y agrega: “Con la pragmática de 1492
(modo bien peculiar en calificar la inhumana expulsión de los judíos),
la judería desapareció aunque numerosos habitantes quedaron convertidos
al cristianismo; desde entonces costumbres y tradiciones de arraigado
origen castellano encontraron su lugar entre las calles del barrio de
Santa Eulalia”


Orihuela


De una fuente islámica se indica que existe el texto de una
capitulación firmada en 713, con motivo de la rendición de Orihuela, por
el jefe árabe ‘Abd al ‘Aziz, hijo y por Teodomiro, príncipe visigodo de
la provincia de Murcia. Por esta y otras fuentes sabemos que para la
población indígena cristiana y judía que se había sometido a la
soberanía musulmana las condiciones de vida no eran, ni mucho menos,
peores que anteriormente bajo el dominio de la nobleza visigoda. Los
cristianos conservaban sus iglesias y sus monasterios y los judíos sus
sinagogas. Además se quedaron con la mayor parte de sus propiedades
personales. Los visigodos no sólo habían mantenido todo el sistema
tributario romano con sus numerosos gravámenes, sino también los
latifundios cultivados por esclavos. Gracias a la ocupación musulmana,
muchos de estos latifundios fueron divididos y encomendados a
arrendatarios indígenas. La mayor parte de los esclavos obtuvo la
libertad, bien convirtiéndose al Islam —un cristiano o un judío no
podían tener un esclavo musulmán— o emancipándose mediante el pago
aplazado de un rescate, cosa que no permitía la legislación anterior.


Los cristianos y judíos tenían que pagar, además de la
contribución territorial general que también obligaba a los musulmanes,
un impuesto personal, que compensaba al mismo tiempo el hecho de que
estuvieran exentos del servicio militar. Además, el impuesto estaba
graduado con arreglo a las clases y profesiones de los tributarios. Las
mujeres, los niños, los monjes, inválidos, enfermos, mendigos y esclavos
disfrutaban de franquicia tributaria.


Sagunt


Dícese que en esta ciudad valenciana, previamente conocida como
Murviedro, se habrían hallado las legendarias lápidas primitivas de
judíos, que jamás han sido vistas y cuya existencia figura como una
leyenda popularmente repetida de padre a hijo. En una de ellas se habría
encontrado escrito el epígrafe "Adoniram, tesorero del rey Salomón, que
vino para cobrar los tributos y murió". Pero al margen de tales
leyendas, lo evidente es que la aljama de Sagunt es una realidad que se
conserva, en viejas casas, antiguos arcos y otros vestigios, ubicada en
lo que es ahora la calle Segovia. Afirmase que la antigua Murviedro tuvo
una importante colonia hebrea ya en la época musulmana, y cuando Jaime I
la reconquistó la familia Vives obtuvo una panadería en recompensa por
los servicios otorgados durante el sitio.


El historiador Baer señala que según los documentos conservados,
en esa ciudad había un judío muy rico y famoso entre los cristianos,
mientras que la mayoría de la aljama estaba integrada por personas de
condición modesta. Una gran parte de las rentas de la judería procedía
del impuesto sobre la venta de carne y del vino. Este era para los
judíos, como para los cristianos, bebida habitual y todas las aljamas
tenían sus tabernas. Por las tierras como tal no se pagaba tributo
alguno, pero los artesanos debían abonar un impuesto por los beneficios
que obtenían de su oficio, figuraban los zapateros y los joyeros. Pero
se eximía al artesano que no ganase más de seis dineros por día, así
como a las doncellas, viudas y ancianos pobres.


Las crónicas revelan que durante las matanzas de 1391 los judíos
encontraron refugio en la fortaleza, y por lo tanto la judería de
Sagunto se convirtió en una de las más importantes del reino de Aragón.
En 1402 la reina Doña María permitió a la aljama crear varias
instituciones de beneficencia local, así como una escuela talmúdica
(talmud torá). Los plateros judíos de la ciudad eran famosos por su
habilidad profesional y el de mayor renombre, Vidal Astori, trabajó en
los años 1467-69 para el futuro rey Fernando el Católico. Los judíos de
Murviedro hicieron mucho para convencer a los conversos que regresaran a
su antigua fe, y al decretarse la Expulsión unos 500 judíos locales se
embarcaron rumbo a África del Norte. La antigua sinagoga pasó a ser una
iglesia llamada de la cofradía de la Sangre de Cristo.


Por último, dícese que “Sagunto es una de las pocas ciudades en
las que se conserva el recinto de su antigua judería. Un número muy
elevado de inscripciones hebraicas proceden del cementerio judío,
situado en la falda de la montaña, debajo del Castillo y bajo la
Judería. Las lápidas sepulcrales, de forma trapezoidal o truncada,
contienen la inscripción en la cara superior. En algunas comunidades
judías se acostumbra a colocar la lápida un año después del entierro por
motivos religiosos”.


Valencia


En la capital del Levante español había judíos desde época
inmemorial, pero su mayor afluencia tuvo lugar al producirse la
decadencia del Califato de Córdoba. Cuando el rey Jaime (Jaume) I estaba
por conquistarla, aquéllos le prestaron su apoyo, y como recompensa el
monarca aragonés los incluyó generosamente en el reparto de bienes. En
su crónica Llibre dels Feyts, especifica los límites de la amplia aljama
(se afirma que los judíos constituían entonces un 7% de la población),
que se hallaba principalmente en donde hoy se encuentra el Palacio de
Justicia y la avenida que conduce al río Turia. Las concesiones del
monarca ayudaron a repoblar la ciudad con la llegada de numerosas
familias judías procedentes de Cataluña, Aragón e incluso del norte de
África y hasta Marsella, familias que recibieron casas y tierras y que
contribuyeron al fortalecimiento del barrio judío. Se trataba de un
grupo social que se dedicaba sobre todo a la producción de calzado,
orfebrería y al comercio de productos agrarios.


Testimonios actuales afirman que el cementerio judío, el Fossar
des Jeues, fue más tarde comprado por las monjas dominicanas, y en 1970
fue finalmente derruido para edificar allí los almacenes "El Corte
Inglés". Un barrio que con el tiempo se convirtió en centro aislado y
totalmente desvinculado del entramado urbano y social de Valencia y que,
al contrario de lo ocurrido en otras ciudades, desapareció
completamente con las reformas urbanas realizadas a partir del siglo XV.


Se sabe que los judíos vivieron tranquilamente hasta los
terribles sucesos de 1391, cuando la aljama fue objeto de un asalto
general provocado por los disturbios anti judíos de ese año en la mayor
parte de España .Los sucesos acaecidos en Valencia en el año de 1391
están bien documentados, dado que uno de los judíos llamado Isaac ben
Sheshet se libró de la matanza y pudo huir a Argel donde escribió una
relación de lo sucedido, su tumba desde el año 1408 se convirtió en un
lugar de peregrinación para muchos judíos que honraban su memoria. Luego
intervino el gran predicador dominico fray Vicente de Ferrer, que hizo
tanto para borrar la presencia judía en toda la península, y procedía de
tierras valencianas, la figura de san Vicente Ferrer es un tanto
controvertida dado que sobre su figura se han volcado leyendas y muchos
libros hacen constar su presencia en Valencia en 1391 cuando ocurrieron
estos hechos y que trató de calmar a los amotinados que causaron la
matanza sin éxito, esta circunstancia no está suficientemente probada,
lo que sí es cierto es que Vicente Ferrer creía que había que poner fin
al judaísmo. Es interesante citar el testimonio de un visitante
extranjero, Niklaus ven Poppan, que al estar en esa capital en 1484,
afirma categóricamente que la cuarta parte de la población valenciana
estaba formada de conversos, y que un porcentaje insignificante podía
ser considerado como sinceramente cristiano. No es de extrañar, por lo
tanto, que la Inquisición hiciera estragos entre ellos. En 1500 se
descubrió una sinagoga clandestina en el hogar de donya Catalina
Guioret, viuda de un hermano del converso Lluis Vives, el padre del gran
escritor valenciano Juan Luis Vives.


Ni hablar que la citada mujer y su hijo fueron quemados vivos, desde luego por el terrible pecado de profesar la fe judía.


Xátiva


El barrio judío de esta antigua ciudad, conocida previamente como
Játiva, habría sido reconstruido después de la conquista por los
ejércitos cristianos, en 1240. En 1274 se le concedía una nueva carta
puebla por la que se otorgaban a sus nuevos habitantes diversos
derechos, entre ellos la exención de impuestos por cinco años. Dícese
que en abril de 1268 el rey Jaime I, en un mensaje a las autoridades
locales, daba órdenes para que se dejara de tirar piedras contra los
judíos en Viernes Santo. Se estima que la ciudad contaba con 50 familias
hebreas, un número nada despreciable, aunque su ubicación ya no es
posible determinar en nuestros días. Lo que sí se conserva en el Museo
Municipal es un fragmento de yesería, caído de la ermita de la comunidad
de agustinos, en el que se puede leer en hebreo "Jerusalén y Él
alcanzarán la solución..." Esto permite suponer que ese edificio habría
sido construido sobre las ruinas de la antigua sinagoga local.



El punto de inflexión siglo XIV

Ruptura de la convivencia cristiano judía

El siglo XIV fue testigo de graves y numerosas dificultades siendo
indispensable señalar unos factores que actuaron de forma constante
(Suarez, 1980, p.22). El primero de ellos es la hostilidad del pueblo
que fue alimentada por predicadores como el arcediano de Écija, Fernando
Martinez, esta hostilidad se hizo más profunda durante la recesión del
siglo XIV, hubo malas cosechas en el campo lo que provocó un periodo de
hambruna entre la población, fuentes originarias de Cataluña relativas
al año de 1333 hablan del ¨mal any primer¨ en el año de 1342 en el valle
del Guadalquivir se produjeron fuertes lluvias que perjudicaron la
recogida de cosechas, tres años más tarde en 1345 se habló en unas
cortes celebradas en Burgos de una gran mortandad en los ganados,
grandes nevadas y heladas y unos años más tarde en 1345 en las cortes
celebradas en Alcalá de Henares se habla de que debido a los temporales
se han perdido las cosechas de trigo y de vid, con lo que las
recaudaciones de las rentas habían disminuido de forma alarmante. En
dicho siglo además hay que constatar la terrible epidemia de peste
negra, que se propagó por el continente europeo a partir de la primavera
de 1348 traída a tierras mediterráneas por un navío genovés y que causó
una terrible mortalidad entre 1348 y 1350, según se afirma en la
Crónica de Alfonso XI.


El segundo factor reside en el creciente desarrollo de lo que
podríamos llamar el Estado Moderno con la superación del modelo feudal y
sus estructuras siendo éstas sustituidas por la noción de una soberanía
que Álvaro Pelayo definía como entregada por Dios al pueblo y confiada
por éste a un rey, definiendo de esta forma la figura del monarca como
la proyección de la comunidad hacia el orden político. En tercer lugar
influye la renovación religiosa que experimenta la sociedad europea se
debía lograr el retorno al cristianismo puro y se debía procurar el
regreso al redil de los que se habían desviado de sus creencias y
ordenamientos, se hallaban en primer lugar los conversos y seguidamente
los judíos. En la Europa cristiana y desde el principio del siglo XIV
hubo graves conflictos nacionales e internacionales como la Guerra de
los Cien Años y que enfrento a Francia e Inglaterra y en tierras
hispanas la guerra entre el rey Pedro I de Castilla y León con el
monarca aragonés Pedro IV el Ceremonioso, la más fuerte disputa interna y
que fue calificada como la primera guerra civil española fue la guerra
fratricida entre Pedro I y su hermanastro Enrique de Trastamara, según
Sanchez Albornoz de la misma manera que no se puede hablar de una
convivencia plena entre musulmanes y cristianos tampoco se puede admitir
la convivencia entre judíos y cristianos porque convivir implica una
armónica y fecunda coexistencia de hombres y pueblos, dado que estos
pueblos estuvieron batallando durante siglos entre sí, la pugna
alimentada por odios no unió a judíos y cristianos, sino que los separó,
esta pugna era inevitable dado que los judíos se daron a las dos
empresas que habían practicado fueron publicanos y usureros, es digno
reconocer los méritos en cuanto a creación espiritual del pueblo hebreo
español, pero el pueblo les odiaba con intensidad y violencia, claro que
los reyes los necesitaban para obtener recursos con que proveer a las
empresas bélicas de la reconquista, utilizando a judíos como
recaudadores de impuestos y gravámenes, a su vez los nobles debían de
caer en las garras de la usura de judíos para poder pagar los apremios
fiscales que sufrían de continuo.


El siglo XIV supuso un retroceso en la confluencia de las tres
religiones existentes entonces en España hasta este periodo se habían
mantenido en coexistencia sobre todo en lo referente a comunicación
entre cristianos y hebreos, en toda la Europa cristiana desde el IV
Concilio de Letrán se fue generalizando la actitud anti hebraica, ya en
el año 1290 los judíos habían sido expulsados de Inglaterra por decisión
del monarca Eduardo I, a mediados del siglo XIII en París se habían
quemado numerosos ejemplares del Talmud, el protagonista de estos hechos
fue Nicolás Donin un dominico que había pertenecido en el pasado a la
comunidad judaica, el siglo XIV se llegó a acusar a los judíos de ser
los causantes de la terrible epidemia de peste negra , el cronista
francés Jean de Venette llegó a afirmar que los judíos habían infectado
las aguas y los pozos y habían corrompido el aire. Se produjeron asaltos
a las juderías en diversos puntos de Europa sobre todo en tierras del
imperio germánico y en la península en el principado de Cataluña. Las
juderías catalanas que sufrieron más fuertes ataques fueron las de
Cervera, Lérida, Gerona y Tárrega en la zona castellana no hubo
agresiones y en el año 1354 hubo un duro asalto a la judería de Sevilla.
Los papas de Aviñón negaron que los judíos fuesen causantes de
epidemias con la finalidad probable de apaciguar el anti judaísmo, unos
años antes de la epidemia de peste negra en las tierras del sur de
Francia los llamados pastoureaux habían organizado revueltas y asaltos a
juderías, en 1328 la revuelta contra los judíos estalló en Navarra el
franciscano Pedro Olligoyen logró reunir a varios miles de personas, a
los que llamaba bandas de matadores de judíos, muchos judíos perecieron
en aquellas fechas sobre todo en la localidad de Estella. Unos años
después el despensero mayor del monarca Alfonso XI que se llamaba
Gonzalo Martinez de Oviedo defendió la idea de expulsar a los judíos de
los reinos de Castilla y León, esta fue la primera vez que una idea de
esta naturaleza fue expuesta y defendida en público en un reino
cristiano en la España medieval. En los concilios de 1322 en Valladolid y
en 1323 en Toledo se adoptaron unas medidas que según ha señalado el
destacado medievalista Luis Suarez por primera vez la Iglesia adoptaba
una postura radical y clara en relación con los judíos. En 1325 aparece
un curioso texto denominado Catecismo de Pedro de Cuellar en esta obra
se equiparaba a los judíos con los herejes.


La guerra mantenida entre los años 1366 y 1369 entre Pedro I el
Cruel y su hermanastro Enrique de Trastamara hijo de Alfonso XI y de su
amante Leonor de Guzmán influyó de forma muy negativa a la comunidad
judía, dado que Enrique de Trastamara acusó a Pedro I de proteger de
forma directa a los judíos, esto fue realizado como una estrategia para
atraer a amplios sectores de las masas populares, esta guerra atrajo
incluso a países como Francia e Inglaterra, colocándose los franceses al
lado del pretendiente al trono y los ingleses al lado de Pedro I, el
historiador alemán M. Kayserling en un libro titulado Los judíos de
Toledo (1900) refleja a los protagonistas de estos acontecimientos como
Don Pedro, Samuel Leví, Enrique II de Trastamara como los causantes de
los hechos trágicos de esta época y que afectaron a los judíos de forma
muy negativa. La acusación dirigida contra Pedro I de ser protector de
judíos y musulmanes, caló en el pueblo y se demostró que el odio era
contra los judíos. Pedro I tenía en su corte un destacado hombre de
negocios era Samuel Leví que llegó a ser tesorero mayor del rey, durante
su reinado se inauguró en Toledo la sinagoga del Tránsito, en la obra
del escritor Sem Tob rabino de la villa de Carrión de los Condes,
Proverbios morales se ensalza la figura de Pedro I así mismo el médico y
astrónomo judío Aben Zarzel se trasladó desde el reino nazarí de
Granada a vivir a Castilla, todos ellos bajo la protección de Pedro I.
En 1355 las tropas de Enrique de Trastamara lanzaron un ataque contra la
ciudad de Toledo y en la judería llamada de Alcana, mataron a todos los
judíos, esta situación volvió a repetirse en la ciudad de Cuenca donde
el noble Álvar Garcia de Albornoz estaba de acuerdo en atacar a los
judíos de su comunidad. En 1360 en la localidad de Nájera los soldados
de Enrique de Trastamara según cuenta el cronista Pedro López de Ayala
¨ficieron matar a los judios¨ esto demuestra un desprecio total de las
gentes populares hacia los judíos, al poco tiempo de los hechos de
Nájera, se produjo otro fuerte ataque a los hebreos en Miranda de Ebro y
según el cronista hebreo Samuel ibn Zarza hubo ataques a las juderías
de Segovia y Ávila, las masacres de judíos fueron terribles a lo largo
de estos años de confrontación entre Pedro I y Enrique de Trastamara y
de sus aliados franceses dirigidos por el bretón Bertrán du Guesclin, el
cronista Samuel ibn Zarza nos cuenta que en la ciudad de Briviesca,
estos soldados mataron a toda la comunidad judía. A pesar de que las
tropas de Pedro I vencieron en Nájera a las tropas de Enrique de
Trastamara, éste se refugió en Francia pero unos meses más tarde el
pacto entre Pedro I y el llamado Príncipe Negro se rompió y poco a poco
el bando Trastamara se fue haciendo con el poder, lo que culminó con el
asesinato de Pedro I en Montiel a manos de su hermanastro Enrique de
Trastamara dando inicio al gobierno de dicha dinastía en la corona de
Castilla.


Lo cierto es que el incremento del anti judaísmo se produjo de
forma continuada una vez finalizada la pugna por el trono entre Pedro I y
su hermanastro Enrique de Trastamara, desde la primavera del año 1369
Enrique de Trastamara era rey de Castilla y León y pese a la actitud
anti hebraica mantenida, tuvo como contador mayor del reino a un
preeminente judío Yuçaf Pichon, en un documento del año 1372 nos lo
presenta como almojarife mayor, algo parecido a un ministro de hacienda
actual, algunos judíos fueron empleados por la alta nobleza Çag de
Monzón en el año 1373 era almojarife mayor de Pedro Fernández de Velasco
cabeza de uno de los linajes más poderosos de aquel tiempo, Juan
Sanchez Manuel conde de Carrión adelantado del reino de Murcia, tuvo
como despensero mayor al hebreo Mosén Aventuriel, en la ciudad de Murcia
en 1374 Samuel Abravalla era el recaudador de todos los impuestos del
reino de Murcia y el obispado de Cartagena, el almojarifazgo de la
aduana de Murcia fue arrendado, para el periodo comprendido entre los
años 1370 a 1372 a los hebreos Çag Abenaex y Yuçaf Aventuriel y en
Segovia eran arrendadores de las alcabalas en el año de 1370 Yuçaf
Abryhayn, Çag de Castro y Lezar Zalama. De todas formas el clima de
creciente anti judaísmo se plasmó en las Cortes reunidas en Toro en
1371, en donde los diferentes procuradores de ciudades y villas
efectuaron durísimas peticiones hacia la coexistencia con la comunidad
hebraica, además de esta situación política en el ámbito religioso hubo
varias controversias públicas, en las que intervinieron miembros de
ambas religiones, una de las más importantes tuvo lugar en la catedral
de Ávila en 1375 en la que intervinieron, por parte judía el médico y
escritor Moisés ha-Cohen de Tordesillas y por parte cristiana el
converso Juan de Valladolid, dicha disputa terminó colocando en los
cielos a la fe cristiana y enviando al infierno al judaísmo, en ese
mismo año de 1375 el papa Gregorio XI envió una carta a Enrique II en la
que pedía que ningún hebreo ocupase puestos influyentes sobre la
población cristiana.


Es conocida así mismo la predicación anti judía por los años 1377
y 1378 del arcediano de Écija Fernando Martinez en sus sermones pedía
que las veintitrés sinagogas existentes por aquel entonces en Sevilla se
demolieran, dado que según él, estaban edificadas y adornadas contra
derecho, pedía así mismo la creación de un barrio cerrado en donde
encerrar a la comunidad judía, para evitar cualquier contacto con la
comunidad cristiana, Pedro Gómez Barroso, cabildo catedralicio le había
llamado la atención en diversas ocasiones, pero en 1390 a la muerte del
arzobispo, pasó a sus manos la administración de la diócesis, ordenó a
sus feligreses la destrucción de las sinagogas de sus territorios, hizo
bautizar a musulmanes esclavos de judíos y demandó ante los tribunales
eclesiásticos a los judíos arrendadores de impuestos.


Mientras tanto en Madrid se hallaban reunidas las Cortes, se
trataba del arrendamiento de las rentas públicas la decisión por parte
del rey Juan I fue la de contemporizar, dado que en manos de judíos
estaba la organización y recaudación de impuestos y de la hacienda del
reino, hasta dichas cortes llegó la noticia de los tumultos que se
estaban ya produciendo en Sevilla y Córdoba, los judíos arrendadores
pidieron a la ley que los amparara pero esto no sucedió. La tragedia se
acercaba de forma inminente y en 1391 con la muerte de Juan I y de la
máxima autoridad eclesiástica de Sevilla su arzobispo estalló en la
ciudad de Sevilla la violencia contra la comunidad judía, en 1391
Fernando Martinez se había rodeado de bandas de matadores de judíos
integrados por gentes del pueblo llano, según el historiador Benzion
Natanyahu ningún movimiento popular anti judío de la Edad Media causó
tan asombrosas pérdidas como los disturbios del año 1391. Las
autoridades políticas según el historiador Baer adoptaron una postura
muy típica de la Edad Media, dado que por razones económicas y a fin de
mantener la ley, el orden y el honor de la corona, era necesario
defender a los judíos pero al ser un problema de índole religiosa y
además ser un movimiento popular, no había otra cosa que hacer que
esperar y ver como se desarrollaban los acontecimientos. La violencia
que comenzó en Sevilla se extendió rápidamente por diversas localidades
vecinas, como Alcalá de Guadaira, Carmona, Écija y Santa Olalla y a
mediados de junio estallaron en la ciudad de Córdoba y en localidades
como Montoro, Andújar, Jaén, Úbeda y Baeza, la violencia llegó hasta
Toledo y los ataques se extendieron a juderías de Segovia y Burgos, la
judería de Valencia quedó destruida en julio de 1391. Para salvar la
vida muchos judíos se convirtieron al cristianismo pero continuaron
siguiendo su religión en la clandestinidad, dichas matanzas de judíos
según Suarez no fueron un acontecimiento brusco ni aislado se vinieron
gestando desde inicios del siglo XIV y que se aceleraron en las últimas
décadas del siglo.


Esta situación se reflejó como no podía ser de otra forma en la
economía dado que los judíos ocupaban cargos de responsabilidad en esta
área de influencia, en primer lugar las matanzas de judíos acaecidas en
1391, la caída brusca en el numero de judíos significó la caída de la
cifra de recaudación de impuestos, desaparecieron también empresas de
préstamo y crédito, de tanta significancia en el comercio exterior y
también en las recaudaciones tributarias, con las conversiones forzosas
surgió una cantidad considerable de cristianos nuevos que eran en su
mayor parte contra su voluntad pero que continuaron ocupando cargos de
responsabilidad mercantil sobre los cristianos, al haber dejado de ser
judíos se les abrió la posibilidad de ocupar oficios públicos su
relación con operaciones de índole mercantil era muy importante. Es
indudable que el interés que hasta entonces habían mostrado los reyes
cristianos por los judíos y en su defensa no tenía nada que ver con el
aprecio que pudiesen sentir por ellos, el beneficio que obtenían de sus
servicios era el interés real, al disminuir el número de judíos
disminuyó también el interés que ponían en su defensa.



Los conversos

Los hechos que ocurrieron a lo largo del siglo XIV tuvieron unas
consecuencias muy amplias y que afectaron a la sociedad que en esos
momentos coexistía en los reinos hispánicos, la confluencia de las tres
religiones que fue positiva en buena parte de la Edad Media finalizó en
el siglo XIV. La comunidad hebraica había descendido considerablemente
debido a que muchos de sus miembros o habían muerto debido a las
persecuciones y las terribles matanzas del año 1391 o bien porque habían
aceptado el bautismo para salvar sus vidas, la decisión era irrevocable
o se convertían al cristianismo o en caso contrario eran desterrados o
asesinados. De esta situación la abundancia de conversos o también
llamados cristianos nuevos o ¨marranos¨, la animadversión que existía
hacia los judíos también se proyectó contra los practicantes de la
religión musulmana, aunque con menor intensidad. La conclusión de estos
acontecimientos desembocó en la creación del tribunal de la Inquisición,
cuyo principal objetivo era, el descubrimiento de los judíos que
conversos continuaban practicando su religión y la expulsión de los
hebreos y después los islamitas, por tanto la España de las tres
religiones rasgo característico de los tiempos medievales, paso a ser un
territorio de una sola religión la cristiana.


Hay que citar en este punto que también hubieron conversiones
sinceras o de buena fe, las brillantes prédicas del dominico valenciano
Vicente Ferrer influyeron notablemente, dicho dominico según Pedro
Cátedra, pretendía la segregación de las aljamas y la aceptación total
de los conversos en la comunidad cristiana.



Bautizo de judios
Naturalmente las autoridades religiosas y políticas de los reinos
españoles no ignoraban el peligro de que los conversos regresaran a su
antigua fe, Vicente Ferrer personaje clave en las conversiones masivas,
no había sido tan optimista o ingenuo como para pensar que dichas
conversiones seguirían perdurando en el tiempo, para evitar el regreso
al judaísmo había abogado por la separación de judíos y conversos, el 18
de agosto de 1393 Juan I de Aragón ordenó la separación de judíos y
conversos y prohibió a estos últimos rezar o comer con ellos.


La influencia de Vicente Ferrer no quedó circunscrita solo a los
territorios de la corona de Aragón, a él se debió el Compromiso de Caspe
que puso fin al conflicto dinástico aragonés, nombrando sucesor al
castellano Fernando de Antequera, a su influencia y a la del converso
Pablo de Santa Maria se debieron las ordenanzas de Valladolid(Ayllón) el
2 de enero de 1412, que prohibían a los judíos tener cargos en el
reino, los confinaban en barrios propios y limitaban de forma enorme las
relaciones con los cristianos, en el año de 1412 y durante el papado de
Benedicto XIII el Papa Luna decidió que tuviera lugar una disputa entre
expertos cristianos y judíos sobre cuestiones de carácter teológico,
dicho encuentro celebrado en Tortosa comenzó en enero de 1412 y duró
hasta el 20 de noviembre de 1414, la controversia finalizó con la
denuncia por parte del representante cristiano Jerónimo de Santa Fe
presentando un listado de pasajes del Talmud, que debían ser suprimidos
porque resultaban injuriosos para el cristianismo.


La realidad social que refleja la época es que debido a las
conversiones muchos judíos ostentaban cargos de poder sobre la comunidad
cristiana, esta situación se daba tanto en la vida política como
incluso en la vida religiosa. El conocido medievalista José Maria
Monsalvo en su análisis sobre los conversos en el obispado de Osma
llaga a la conclusión de que un porcentaje del 45 por ciento eran
artesanos, habían un 19 por ciento de eclesiásticos, un 18,7 por ciento
de escribanos un 3 por ciento se dedicaba al comercio y solo un 2,5 por
ciento se dedicaba al campo, esto tiene un gran significado dado que en
1430 según el historiador Baer (1981, p.305) los dos tercios del
arrendamiento de los impuestos indirectos y de las aduanas interiores
del país así como las fronteras y puertos se hallaban en manos de
judíos. Se ocupaban también en conexión con el arrendamiento de
impuestos del abastecimiento de grano, armas y ropas al ejercito que
combatía contra los reductos musulmanes, una red de arrendadores y
recaudadores judíos se extendía por todo el territorio, de todas maneras
la Contaduría Mayor del reino ya no fue ocupada por judíos y se tuvo
mucho cuidado en no nombrar a ninguno para ocupar cargos de primer nivel
político.


No tomaban parte en ese periodo de la recaudación de impuestos
directos, ni tomaban parte de la administración monetaria ni en la
administración de justicia, que años atrás estaba relacionada con la
recaudación de impuestos, pero a pesar de todo quedaban en sus manos
como hemos citado amplios poderes, que les permitían mostrarse agresivos
frente a instituciones importantes de los cristianos con lo que se
ganaban el rencor de éstos. Como conversos influyentes en este principio
del siglo XV podemos citar la familia Marmolillo de Sevilla, formaban
parte de una oligarquía urbana que controlaba el concejo de dicha
ciudad, algo similar ocurría con los Maluenda en Cartagena, o el caso de
las familias Bertavillo y De la Rúa en Palencia los casos más
significativos llegaban al mundo eclesial en Segovia llego a obispo el
converso Juan Arias Dávila, según ha indicado el historiador americano
Gitlitz, desde que fue nombrado obispo nada ha tenido que ver con el
cripto judaísmo, siempre fue un cristiano militante. Juan Arias Dávila
defendió las corrientes humanistas y durante su episcopado se procedió a
imprimir en su diócesis el Sinodal de Aguilafuente, la primera obra
impresa en tierras hispanas.


Al frente de la diócesis de Burgos se situó primero el converso
Pablo de Santa Maria que fuera con el nombre de Salomón ha-Levi el
antiguo rabino de la comunidad hebraica, a dicho prelado le sucedió su
hijo, Alonso de Cartagena que tuvo una destacada intervención en 1434 en
el concilio de Basilea, otros destacados conversos fueron Antón de
Montoro por su actividad literaria, Hernando de Talavera con una
destacada carrera eclesiástica o Alonso de Cabrera que ocupo diversos
cargos en la corte regia. La rápida escalada de conversos a puestos
destacados de la sociedad cristiana fue quizá el factor desencadenante
de los conflictos posteriores, pronto por tanto resultó evidente que los
judíos por la vía de la conversión, habían recobrado sus ocupaciones
tradicionales como consejeros reales, administradores, recaudadores,
prestamistas, negociantes, o médicos y para colmo que esa misma vía les
había llevado a ocupar los primeros puestos en la religión, los
cristianos viejos se hallaban ahora mucho más rodeados de
judeocristianos de los que habían estado antes por los propios judíos.
Lo que más animó a la hostilidad del pueblo llano fue según Francisco
Márquez Villanueva la penetración de los conversos en los cargos
concejiles y que comenzó después de los hechos violentos del año 1391,
el tema más grave era que los cargos en los concejos podían transmitirse
a los descendientes como si de bienes patrimoniales se tratase. Parece
seguro en función de la documentación existente, que la comunidad
hebraica de Castilla la única importante en ese periodo entre los años
1432 y 1492 logró una gran estabilidad, que le permitió una gran
prosperidad, la autoridad del rabino mayor se vio fortalecida sucedieron
a Abraham Bienveniste el maestro Samaya médico de Enrique IV, Jacob
Aben Núñez y Abraham Seneor que ocupaba el cargo en el momento de la
expulsión.


Por tanto según podemos apreciar durante unos años hasta
prácticamente la mitad del siglo XV los conversos disfrutaron de todo
tipo de parabienes en 1443 el rey Juan II de Castilla los tomó bajo su
protección, Álvaro de Luna hombre clave en el reinado de Juan II decidió
ayudar a la comunidad judía, las dificultades económicas de la corte
regia fueron solventadas por el ya citado Abraham Bienveniste y por el
destacado financiero Yuçaf el Nasçi, la tradición cristiana ordenaba que
los que habían abandonado el error tenían que recibir las bendiciones
divinas en forma de recompensas en este mundo, todo ello añadido y que
no hay que olvidar que la valía de estas personas era notable y su
formación tenía un valor elevado para las clases influyentes cristianas.
Este entusiasmo por los conversos en realidad no fue permanente dado
que la población de los reinos cristianos se percató de forma rápida de
que estos nuevos católicos eran unos competidores extraordinarios y no
solo en el reparto del poder sino en las tareas de la vida cotidiana, el
estallido tuvo su origen al igual que en el siglo anterior en las
clases populares y el 27 de enero de 1449 la población de Toledo se
amotinó el motivo se debió al comportamiento de los recaudadores de
impuestos, no eran judíos pero si conversos, el 2 de mayo los toledanos
enviaron al rey Juan II una suplicación en donde se reflejaba la certeza
de una conjura de los conversos para ocupar todos los resortes del
poder y a través de ellos dominar Castilla, apelando a disposiciones
legales de siglos se rogaba al rey que los despojara de cualquier cargo
público y se utilizaban todas las artes posibles incluida la denuncia de
una posible conjura. En el año de 1467 desde finales del mes de julio
hasta el 9 de agosto en la ciudad de Toledo se desarrollaron tumultos
contra los conversos y seis años después se produjo un nuevo estallido
en Córdoba, ya en vísperas de la llegada al trono de los Reyes Católicos
la situación de los judíos era muy difícil, los que no se habían
convertido no habían dejado de recibir golpes desde 1391 ni demográfica,
ni socialmente, ni políticamente, tenían ya la relevancia que habían
tenido en las épocas de Fernando III el Santo, Alfonso X el Sabio o de
Alfonso XI, respecto a los conversos, inicialmente como hemos comentado
su situación había sido envidiable pero las manifestaciones contra ellos
iban en aumento permitiendo presagiar lo que de forma inminente estaba
por ocurrir, desembocando en su expulsión definitiva de España.



Los judíos bajo los Reyes Católicos

Los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón
contrajeron matrimonio un 19 de Octubre de 1469 en el Palacio de Vivero
de Valladolid, eran primos hermanos y para ser reconocido su matrimonio
por la Iglesia, necesitaban una dispensa papal que no poseían e hicieron
falsificar una bula, para poseer el citado reconocimiento eclesial.
Accedieron al trono de Castilla, después de la guerra que sostuvieron
entre los años 1475 al 1479 contra los partidarios de Juana hija de
Enrique IV hermano de Isabel, Fernando heredó el trono de Aragón a la
muerte de su padre Juan II en 1479, con lo que la unificación de
Castilla y Aragón fue una realidad, reinaron juntos hasta la muerte de
Isabel acaecida en 1504, en esa época Fernando quedó como rey de Aragón y
su hija Juana casada con Felipe duque de Borgoña y conde de Flandes
como reyes de Castilla, pero Fernando nunca dejó de controlar el reino
de Castilla y con la prematura muerte de Felipe y la declaración de
incapacidad de Juana, Fernando reinó también en Castilla hasta su muerte
en 1516.



Reyes Católicos Fernando e Isabel
Si en la actualidad se tuviese en cuenta únicamente la documentación
de índole administrativo que se guarda en el archivo de Simancas, se
podría llegar a la conclusión de que los Reyes Católicos no sintieron
hostilidad hacia los judíos, coincidiendo con Suarez (Los Reyes
Católicos, 1990, p.75) no eran por principio contrarios a los judíos,
desde el principio de su reinado y de su gobierno, estuvieron rodeados
de conversos e incluso judíos, los ejemplos son variados, la
vicecancillería de Aragón la desempeñaba micer Alfonso de Caballería,
micer Jaime de Caballería era consejero regio, mosén Miguel de Almazan
hijo de judíos y Gaspar de Barrachina de conversos, eran secretarios el
baile general de Aragón era el converso Luis Sanchez, entre otros cargos
ocupados por conversos se hallaban los de copero, despensero mayor,
lugarteniente del tesorero general, gobernador de Aragón, escribanos y
secretarios de Justicia, en Castilla la situación era similar y nos
encontramos con conversos como consejeros Pedro de Cartagena y Pedro
Árias Dávila el contador de cuentas Gonzalo Franco, fray Alonso de
Burgos, Juan Maluenda obispo de Coria, Alfonso de Valladolid obispo de
esta ciudad, Alonso de Palenzuela obispo de Ciudad Rodrigo, Juan Árias
Dávila obispo de Segovia y mediador del matrimonio de Isabel y Fernando o
el propio confesor de la reina fray Hernando de Talavera.


Es indudable por tanto que un grupo de hebreos tuvieron un gran
papel al servicio de los Reyes Católicos hasta el punto de poder
afirmar, que a pesar de que su número fue inferior que en otros periodos
históricos que hemos referenciado en nuestro análisis su actividad
política no fue inferior. La situación empezó a experimentar un cambio
en el año 1478 cuando fray Alonso de Ojeda se presentó a los reyes, a la
sazón en Córdoba comunicando que había descubierto en Sevilla a unos
criptojudios, que durante la festividad de Jueves Santo se burlaban de
la fe cristiana, este episodio causante de un enorme escándalo en la
sociedad sevillana, tratándose de un asunto menor, los reyes
consideraron que había que tomar medidas, para evitar estas situaciones y
se derivó en su permiso de constitución del tribunal de la Inquisición,
ya en 1478 el papa Sixto IV había puesto en marcha dicho tribunal al
que se aludía en la bula Exigit sincerae devotionis affectus, por tanto
las perspectivas no eran muy positivas y algunos conversos de Sevilla,
Utrera y Carmona entre los que se encontraba Diego Susan decidieron
armarse con la intención de provocar un tumulto, en el que murieran los
inquisidores, fueron denunciados por una hija de Susan y la conspiración
fracasó, a inicios de 1481 se produjo una ola de detenciones de
conversos, de elevada posición y el 6 de Febrero en presencia de Fray
Alonso fueron quemados en los campos de Tablada seis reos, no pocos
conversos temiendo se produjeran los mismos sucesos que en 1391 optaron
por refugiarse en Portugal, e incluso en el reino moro de Granada,
último bastión árabe en la península ibérica, no se equivocaron, al poco
tiempo las ejecuciones en Tablada de clérigos, frailes y conversos
fueron una situación casi cotidiana.



Tribunal de la Inquisición
Con el fin de evitar una escalada en la situación que se había
creado,la reina Isabel, promulgó un edicto de gracia llamando a la
penitencia y a la reconciliación a todos aquellos que habían
intervenido en el asalto a judíos, dada la acogida a tal edicto al que
se habían adherido no menos de veinte mil personas, entre ellas clérigos
y monjas se podría haber pensado que la convivencia era posible, lo que
no fue así, terminado el periodo de gracia, los dominicos instaron a
los Reyes Católicos para que el Santo Oficio se instalara en Castilla y
Aragón y el 11 de Febrero de 1482 a petición de los reyes el papa Sixto
IV otorgó su autorización para crear un Consejo Supremo de la
Inquisición y su presidencia recayó en fray Tomás de Torquemada prior de
la Santa Cruz de Segovia siendo investido el 17 de Octubre de 1483 en
virtud de una bula, inquisidor general de Aragón, Valencia y Cataluña.


En este punto y como analizó el historiador Henry Kamen cabe
hacernos la pregunta referente a como pudo una sociedad tolerante como
la castellana, en la que habían coexistido por siglos, con diversas
alternativas de poder eso sí, las tres grandes religiones de Occidente,
cambiar su ideología en el siglo XV. A la hora de entender el porqué se
puso en marcha el tribunal de la Inquisición hay que tener en cuenta
varios argumentos: Un primer punto reside en el fuerte estímulo
doctrinal, el obispo de Burgos Alonso de Cartagena que procedía de una
familia judía convertida al cristianismo, opinaba que había que ser
implacables contra los cristianos nuevos que seguían aferrados al
judaísmo, otro argumento decisivo que contribuyó a la puesta en marcha
del tribunal fue, la fuerte presión que se ejercía desde la propia
sociedad, la relación entre lo religioso y lo social, se puso en
evidencia en Toledo en 1449 con motivo de la sublevación anti conversa,
como ha señalado Benzion Netanyahu la Inquisición fue producto de un
movimiento que reflejaba la voluntad, sentimientos y actitudes, de la
mayoría de cristianos, como última solución lo que pretendió la
Inquisición fue la limpieza de judíos del suelo hispano, según el citado
historiador, esta misma opinión es afirmada por el historiador Maurice
Kriegel dicho autor afirma que la Inquisición aspiraba a la vez destruir
a los conversos y a eliminar a los judíos. Un último aspecto obedece a
la denominada génesis del estado moderno, el destacado historiador
francés Bartolomé Bennassar habla de la identidad entre el aparato del
estado es decir la monarquía hispánica y el poder inquisitorial, en esta
labor de investigación no podemos olvidar lo expresado por el profesor
Luis Suarez Fernández el cual manifiesta que el naciente Estado
consecuencia de la articulación de Reinos en una sola Corona, se definió
desde una posición que llamamos de máximo religioso.


La actitud de los Reyes Católicos con respecto a judíos fueran
conversos o no en principio fue tolerante dados los servicios que éstos
prestaban a la Corona, pero debido a lo expuesto se vieron obligados por
presión social y religiosa a cambiar su estrategia de estado, respecto a
los conversos y los judíos. En abril del año 1484 se nombraron
inquisidores en Aragón, produciéndose a continuación detenciones y
confiscaciones de bienes, cuando tuvo lugar el encarcelamiento de
Leonardo de Eli converso que en su época judía había tenido el nombre de
Samuel, algunos conversos zaragozanos se lanzaron al camino de la
conspiración y reunidos en Santa Engracia llegaron a la conclusión de
que había que defenderse asesinando a alguno de los inquisidores, el 15
de septiembre de 1485 un grupo de conversos aprovechando una misa que se
celebraba en la Seo de Zaragoza asesinaron al inquisidor Pedro de
Arbués no degeneró este acto en matanzas de conversos por la
intervención directa del arzobispo Alfonso hijo natural del rey Fernando
el proceso de los asesinos de Arbués concluyó en penas de muerte en la
hoguera de algunos de ellos, entre los que se encontraba Francisco de
Santa Fe hijo del protagonista cristiano de la disputa de Tortosa,
quedando acusados personajes de la talla de Alfonso de Caballería
vicecanciller de Aragón, Luis de Caballería canónigo y camarero del
Pilar, Lope Ximenez de Urrea primer conde de Aranda o don Jaime de
Navarra sobrino del propio rey Fernando. El rey, tuvo que ejercitar sus
dotes de apaciguador y de gobernante, evitando con ello una verdadera
matanza de conversos y judíos, a pesar de todo ello y de la protección
que los reyes habían realizado sobre los conversos y judíos, la
situación fue empeorando de forma paulatina, de forma que la aplicación
en el área económica y administrativa de las Leyes de Madrigal, contra
la usura, en las que se daba mayor fuerza a la actuación de los jueces y
basándose en disposiciones que ya habían sido tomadas por los
Trastámara y por las Cortes de Alcalá de 1348 en donde Alfonso XI había
redactado la formula que servía de base y se prohibía que ningún
cristiano actuase a nombre de un judío y que los jueces eclesiásticos no
intervinieran en pleitos de usura, en las Cortes de Toledo de 1480 se
realizó la petición a los reyes de que obligaran a los judíos a vivir
recluidos en barrios distintos de los ocupados por los católicos, la
petición fue admitida por parte de los reyes. De todos modos los reyes
no estaban dispuestos a renunciar a los buenos servicios que les
prestaban los judíos, un ejemplo claro lo tenemos en que Isaac Abarbanel
y Abraham Seneor se ocuparon del abastecimiento y la administración de
los ejércitos regios con la ocasión de la guerra de Granada.



Rendición de Granada a los Reyes Católicos
La forma en que los Reyes Católicos realizaron su política de estado,
estaba basada en la herencia recibida de ciertos elementos medievales,
entre los que estaba la fe cristiana, la identificación entre la
comunidad política y la comunidad religiosa era absoluta, el signo de la
Modernidad que aparece en su reinado, será una afirmación más profunda
de dicha identidad, de forma que con cambios a los largo de los años de
su reinado procurando en algunos momentos proteger a los judíos, la
tolerancia hacia éstos y hacia los musulmanes fue desapareciendo. El
máximo religioso, ligado al reconocimiento de una dignidad de la
naturaleza humana que otorgaba a los súbditos protección sometiendo el
poder soberano a los imperativos del orden moral, venía a plantear el
problema de las otras dos religiones que rechazaban esa fe, islam y
judaísmo (Suarez, 2003 p.399). El orden jurídico encarnado por el Estado
determinaba que el cismático, el sacrílego y el hereje fuesen
delincuentes, el judaico era considerado como hereje, este como hemos
explicado fue el principal objetivo del Tribunal de la Inquisición, de
este modo al estar identificadas de forma completa la comunidad política
y la religiosa, ningún rey podía adoptar decisiones contrarias a la Fe y
Moral Católicas o a las prerrogativas pastorales del Romano Pontífice
es decir las leyes civiles se sometían a la fe cristiana. Es probable
que la intolerancia en el siglo XV no procedía solo de la Iglesia, era
una consecuencia más de que el Estado asumiera la defensa de la unidad
cristiana y evidenciaba un peligro latente en todos los Estados Modernos
a la inversa: el famoso cuius regio eius religio del protestantismo. En
España hasta el momento se había producido una convivencia inusual y
muchas veces a regañadientes entre las tres religiones, como decían los
documentos coetáneos. Pero súbditos de los monarcas y miembros de pleno
derecho de la comunidad política eran solamente los cristianos,
musulmanes y judíos figuraban como ¨huéspedes tolerados¨, pero desde
mediados del siglo XV la convivencia se había hecho cada vez más difícil
como hemos reflejado en nuestra exposición, la situación empeoró si
cabe al aceptar parte de los judíos, por temor, el bautismo y
transformarse en conversos, la cuestión es que a mediados del siglo XV
había dos sectores hebraicos, uno judío y otro converso, el pueblo llano
incapaz de diferenciar lo que se consideraba una sutileza, odiaba tanto
a unos como a otros. Cuando Isabel y Fernando accedieron al trono
heredaron entre otros, el tema judío, esto significaba para ellos
ventajas económicas, dado que los judíos pagaban impuestos especiales,
es por ello que durante los primeros años de reinado protegieron de
forma especial a las aljamas, hasta el punto de que en 1487 las aljamas
castellanas informaban a la comunidad de Roma, que para ellas era una
suerte vivir bajo monarcas tan justos y caritativos. La protección de
las aljamas había sido el medio de preservar una parte importante del
patrimonio real, Fernando e Isabel adoptaron medidas que resultaron
favorables a los judíos en definitiva lo que estaban defendiendo era su
propiedad.


En los últimos días del año 1491 acabó la guerra, con la
conquista del que era el último bastión árabe en España, Granada, la
caída de este reducto musulmán se gestó a raíz de los problemas
políticos internos de los propios musulmanes y su debilidad manifiesta
el príncipe Abu Abd Allah de Granada (Boabdil para los cristianos) se
había revelado contra su padre en 1482 y se declaró rey, Fernando
aprovechó la agitación para involucrarse en la pelea buscando una
alianza con Boabdil, en esta primera intervención dividió Granada casi
por la mitad conquistando el territorio sudoeste, un año después le
arrancó el sudeste y redujo el reino a la ciudad de Granada y sus
alrededores y aunque el conflicto se extendió durante meses el reto de
España estaba ya dominada por los cristianos y Granada era un minúsculo
reducto rodeado por cristianos, los musulmanes del norte de África
reconocieron la inutilidad de defender
Granada y renunciaron para siempre a toda ambición por restituir el
dominio musulmán en España. Isabel y Fernando tomaron posesión oficial
del palacio de la Alhambra a principios de Enero de 1492 finalizando de
esta forma la llamada Reconquista, quizá los Reyes Católicos se
detuvieron en contemplar a leer un lema grabado en la piedra de la
Alhambra que es un epitafio irónico para la dinastía Nasrid y un
recuerdo aleccionador para los ejércitos cristianos que la reemplazaron
¨Solo Dios es vencedor¨. Con ello había concluido una Reconquista que
había durado casi ocho siglos.



La expulsión de los judíos

La expulsión de los judíos de los reinos hispánicos, tuvo lugar en
los postreros días de marzo del año de 1492, siendo sus protagonistas
los reyes Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, si buscamos las
raíces sobre las que se apoyó el Decreto de expulsión de 1492 nos hemos
de remontar a las Cortes de Madrigal de 1476 y a las de Toledo de 1480,
en unas y otras se tomaron medidas y disposiciones de carácter
represivo, que en muchos aspectos pasaron desapercibidas pero que
concluirían de forma inevitable con la expulsión.


En las Cortes de Madrigal de las Altas Torres celebradas como
hemos dicho en 1476, los procuradores de las ciudades y villas pidieron
que en adelante los judíos nunca actuaran como jueces en causas que iban
dirigidas contra los cristianos, de forma simultánea se indicaba que
los judíos debían llevar una señal distintiva tal y como se había
acordado a principios del siglo XIII, en el concilio de Letrán. Por otra
parte lo acordado en las Cortes de Toledo en 1480 fue más represivo, a
partir de aquel momento todos los judíos y mudéjares debían vivir en
barrios apartados rodeados de cercas es decir ghettos. Los Reyes
Católicos tal y como hemos expresado eran tolerantes y no profesaban un
anti semitismo dado que los judíos estaban protegidos por ellos mismos,
dados los servicios que procuraban a la Corona, el escritor Salomón ibn
Verga lo expresa en su obra La vara de Judá diciendo: Los judíos eran muy amados en España de los reyes, sabios e intelectuales y otras clases sociales, salvo del pueblo y de los monjes.


Por tanto los Reyes Católicos en su estrategia de Estado, fueron
por un lado tomando medidas proteccionistas hacia los judíos y por otro
debido a las presiones de sectores del pueblo y sobre todo del clero,
tuvieron que adoptar medidas represivas de forma que se guardaron
difíciles equilibrios entre pactos de protección y leyes que a todas
luces fueron en contra de la comunidad hebrea y que acabaron con el
Decreto de expulsión.


La ejecución de las medidas citadas en cuanto al aislamiento de
las comunidades judaicas se había iniciado en abril de 1481, a
instancias de la curia que velaba por los negocios inquisitoriales en
Roma, una bula de Sixto IV en mayo de 1484 respaldó la política de
Fernando e Isabel prohibiendo la convivencia entre cristianos y judíos y
vigilando con mayor exigencia el cumplimiento de las normas en la
vestimenta y señalización que los judíos debían usar en público. La ley
de las Cortes de Toledo que ya hemos citado era de carácter mucho más
riguroso que la promulgada por las Cortes de Madrigal, también
contemplaba los aspectos sobre los negocios, al prohibir a los judíos
contratar mercaderías en los días de fiesta de los cristianos, o que no
podían tener casas salvo en su calle, ni pernoctar fuera de ellas, como
dice el profesor Suarez Fernández es curioso observar el establecimiento
de fuertes limitaciones en el ámbito profesional de los judíos
empujando a éstos hacia los negocios de tráfico de dinero y acusarles
luego de practicar la usura, éste es uno de los signos externos de la
malevolencia a la que se inclinaba la sociedad del siglo XV.


La contradicción que se descubre en la política de los Reyes
Católicos que al principio restablecieron la vigencia de los takkanoth
(disposiciones rabínicas) de Valladolid dando protección a las aljamas y
luego decidieron prohibir el judaísmo, produce ante cualquier
investigación una cierta perplejidad, máxime si nos basamos en la
documentación existente en el archivo de Simancas, en la que ciertamente
se prueba que no existía un sentimiento anti judaico en los Reyes
Católicos, se producen por tanto unas hipótesis basadas en razones
económicas, sociales e incluso políticas. Uno de los mejores conocedores
de este tema es el historiador Benzo Netanyahu que tuvo la oportunidad
de acceder a los escritos hebreos de los Abravanel, entiende que la
expulsión de los judíos formaba parte de un programa previamente
establecido por Fernando el Católico en su deseo de crear y fortalecer
la monarquía hispana, supo esconder sus propósitos, hasta que llegó el
momento oportuno y éste fue al finalizar la guerra de Granada. Los
Abravanel entendían que Isabel estaba más inclinada a alargar los plazos
para la permanencia de los judíos. No hay pruebas documentales de esta
hipótesis pero resulta creíble la posibilidad de que los hechos se
produjesen de esta forma, lo cierto es que muchos judíos optaron por el
bautismo para impedir su expulsión y familias importantes como los
Abravanel recibieron un permiso especial para sacar oro, plata y joyas
privilegio que en contadas ocasiones se otorgaba a un viajero cristiano,
esto es que los Reyes a conveniencia de continuar negocios rentables
con empresarios judíos, pactaron una salida a los mismos con el fin de
continuar sus relaciones empresariales en el futuro.


En cuanto a los aspectos sociales existen hipótesis
contradictorias para H. Kamen la expulsión era exigencia de la nobleza
mientras que para S. Haliczer era una exigencia del patriciado urbano,
Kamen apoya su tesis sobre la base de un enfrentamiento entre la nobleza
feudal y el naciente capitalismo comercial, esto es un gran error dado
que la nobleza castellana nunca había sido feudal y ahora era
fuertemente señorial, la nobleza española de la época y este es un hecho
comprobado no vivía de las rentas de la tierra sino de los señoríos
jurisdiccionales que equivalían a administrar y dirigir un territorio,
de forma que esta tarea compleja la debían de realizar con la necesidad
de tener personas preparadas para ello y éstos eran los judíos. En este
punto hay un hecho probatorio evidente aquellos judíos que siguiendo a
los Abravanel fueron a instalarse en Italia explicaron a Eliyahu Capsali
que la expulsión había desagradado a los nobles porque obtenían mucho
provecho de sus servicios. También es un hecho probado que muchos judíos
influyentes en la Corte solicitaron a los Reyes Católicos que se les
concediera un permiso especial de residencia a todos aquellos que
trabajaban a sus órdenes, ya que no eran fuente de conflictos de ningún
tipo. La demanda fue rechazada.


La nueva monarquía creada con los Reyes Católicos
confesionalmente católica, se apoyaba en tres sectores sociales bien
diferenciados, la nobleza que era un amplio estamento militar y de
gobierno, aunque en la misma no abundaban los ricos, el clero el cual
estaba diferenciado económicamente y de él formaban parte los
inquisidores y por ultimo un sector más numeroso pero homogéneo de
juristas, salidos de las universidades, hay que señalar la existencia de
grandes empresarios, entre los que abundaban los conversos que se
mostraban tan enemigos de los judíos como la nobleza del patriciado
urbano, comprar puestos de regidores era una buena inversión para estos
conversos no hay que olvidar que Abraham Seneor al convertirse al
cristianismo con el nombre de Fernando Coronel pasó a ostentar el rango
de caballero veinticuatro de la ciudad de Sevilla. El anti judaísmo
estaba presente pero más fuerte en las clases bajas que en las clases
altas.


La monarquía de los Reyes Católicos como forma jurídica capaz de
defender las libertades, esto a todos afectaba y fueron los Reyes los
que decidieron que la unanimidad católica debería ser la base de
sustentación de la misma ya que consolidaba los derechos propios de la
persona humana, los judíos fueron las víctimas de una maduración del
poder político además la sociedad desconfiaba de los conversos al pensar
que su paso a la religión cristiana no era sincero, todo ello en el
ambiente de aplicación de un máximo religioso nos conduce a la solución
final de su expulsión.


La Inquisición y su influencia en el clero y en los Reyes tuvo un
peso especifico muy importante en la expulsión de los judíos, en este
contexto comentado y en que buena parte del pueblo odiaba a los judíos y
constatando que el único valladar de protección eran los monarcas se
produjo un acontecimiento que fue decisivo en la expulsión, éste es el
proceso por el crimen ritual del llamado niño de La Guardia. En 1490 un
judío llamado Yucé Franco fue acusado de haber dado muerte a un niño en
una ceremonia que pretendía burlarse de la muerte de Jesus, este tipo de
acusaciones que por otra parte el pueblo creía desde hacía más de dos
siglos recordemos que en Libro VII de Las Partidas de Alfonso X hacía
referencia a estos temas pero aunque no eran considerados fidedignos ya
anunciaban que de ser probados con certeza y se produjeran en sus
territorios el castigo seria la pena capital. Se permitió a Yucé Franco
nombrar hasta tres defensores la instrucción del caso fue compleja se
entregó la documentación del proceso a un jurado compuesto por parte de
prestigiosos profesores de la Universidad de Salamanca que pronunciaron
un veredicto de culpabilidad contra Yucé siendo este entregado a la
justicia regia y sus bienes confiscados. A inicios de noviembre de 1491
cuando Granada estaba a punto de ser conquistada la causa fue expuesta
ante otro jurado ahora compuesto por letrados de Ávila, todos ellos
apreciaron que el tribunal de inquisidores había actuado de forma
competente y declararon culpable a Yucé Franco, según el veredicto dicho
judío en compañía de otros había procedido a secuestrar al niño y luego
de flagelarlo lo habían crucificado un día de Viernes Santo, a mediados
de noviembre Franco y sus cómplices fueron ajusticiados en Ávila. De
todas formas quedan serias dudas de que este hecho fuese cierto, dado
que las confesiones de los involucrados fueron realizadas bajo tormento,
el cadáver del niño jamás fue encontrado y la tesis más verosímil es
que los reos fuesen acusados de un crimen que no habían cometido, este
fue el detonante final que inició todo el proceso de expulsión. El 7 de
Abril de 1492 fue el último día que los judíos como tales pasaron en
España comenzando con ello una gran diáspora por toda Europa, norte de
África y Oriente.



Expulsión de los judios
La Diáspora
En la España posterior a la primavera de 1492 además de los
cristianos una vez expulsados los judíos, quedaban gentes que profesaban
la religión islámica, parecía lógico que la medida de expulsión se
hiciera extensiva a los miembros de dicha comunidad que al igual que
los judíos, todo aquel que no se convirtiera al cristianismo sería
expulsado, de forma que se acometió con el fin de unificar el credo del
reino y su unificación a dicha expulsión. A finales del siglo XV en los
reinos hispánicos habían mudéjares asentados en ambas Castillas y por la
incorporación del reino nazarí de Granada se añadieron sus habitantes
musulmanes, los cuales se extendieron por Extremadura y hasta el reino
de Murcia, en la zona de Aragón, en el valle del Ebro y reino de
Valencia la existencia de estas comunidades era notable, también habían
mudéjares en Navarra, cerca de la localidad de Tudela y en tierras del
sur de Cataluña. El ambiente existente en la España de los Reyes
Católicos sobre todo después del decreto de expulsión de los judíos, no
era nada positivo para los mudéjares, en una orden regia del 11 de enero
de 1498 enviada al corregidor de Medina del Campo se le ordenaba que
obligara a los musulmanes de aquella población a que en adelante
residieran en lugares claramente apartados, en el año 1501 terminó por
decretarse la expulsión de los mudéjares de los reinos hispánicos salvo
que aceptaran el bautismo cristiano, de esta forma se ponía fin a la
única minoría religiosa disidente. En adelante a los mudéjares
convertidos a la religión cristiana se les denominará moriscos los
cuales permanecieron en España hasta el siglo XVII en que
definitivamente fueron expulsados.



Conclusiones

Decíamos al inicio de nuestra exposición que La finalidad de este trabajo de investigación, no es otra que el logro de dar una visión de la España
medieval focalizada en la coexistencia durante siglos de tres
religiones y tres culturas distintas entre sí, tres pueblos, los
cristianos,
los musulmanes y los judíos, la España medieval ofrece una serie de
rasgos singulares, que la diferencian con respecto a la mayor
parte de los países de Europa.
Es evidente que la influencia que ejercieron en España tanto los judíos
que llevaban quince siglos en suelo hispano, como los musulmanes que
estuvieron ocho siglos desde la invasión, ejerciendo un espectacular
dominio en buena parte del territorio y a la vez dominando social y
políticamente sobre las comunidades judía y cristiana, es de enorme
calado y significado histórico.


Las catástrofes del año 70 y del 135 d. C. terminaron con la
historia del Estado judío en la Antigüedad, proyectando dos
consecuencias inmediatas de gran importancia histórica. La primera fue
la separación definitiva del judaísmo y del cristianismo. La segunda
consecuencia fue, el fracaso definitivo del judaísmo oficial, que supuso
un profundo cambio en el carácter y el alcance de las actividades
judías. A partir de los citados años y sobre todo a partir del 135 d.C.
el judaísmo cesó de ser una religión nacional, una vez que los judíos
perdieron su Estado forzándose al exilio, uno de sus destinos fue la
Península Ibérica.


Desde su llegada a España hubieron problemas de convivencia y
coexistencia entre comunidades, referidas al pueblo llano, hay que decir
que dichas tensiones no fueron exclusivas de España, en el resto de
Europa fueron aún mayores si cabe, en todos los países encontramos
aplicada la violencia hasta sus máximos grados: reyes que urgen la
elección entre bautismo o la muerte, o entre conversión o destierro,
obispos que dificultan a los hebreos la vida, para que el castigo les
conduzca a la Iglesia. La diferencia en el caso de España es la
continuidad en el tiempo de las medidas adoptadas contra los judíos,
pero de una forma mucho más lenta que en el resto del continente
europeo.


Los judíos maltratados de forma social y religiosa en los reinos
visigodos, abrazaron la llegada de los musulmanes como una verdadera
liberación del yugo a que fueron sometidos, ciertamente alcanzaron su
plenitud tanto social como intelectualmente en el periodo del Califato
con Abd al-Rahman III fue el siglo de oro de Sefarad, el pueblo judío
alcanzó unos niveles de desarrollo intelectual muy elevado,
infinitamente superior al de los cristianos, esta circunstancia es una
de las causas que marcarán su futuro y no solo en España. A lo largo de
nuestro trabajo de investigación, hemos podido comprobar que los judíos
siempre estuvieron políticamente bajo visigodos primero, bajo musulmanes
y finalmente bajo cristianos, es a partir de la ocupación musulmana
cuando personas relevantes de la comunidad judía, van siendo más
influyentes en todos los campos y áreas sociales, tanto es aspectos
políticos como administrativos, en arte, literatura o medicina, las
aljamas alcanzan su mayor esplendor destacando la circunstancia de ser
verdaderos estados dentro del Estado, con Leyes y costumbres propias,
manteniendo siempre una identidad como pueblo. Las monarquías cristianas
que desde mediados del siglo X reciben la herencia del Califato Omeya
son las que asumirán la coexistencia cristiano-hebreo-islámica, como la
sociedad cristiana estaba muy mal dotada técnica y científicamente, su
convivencia con los judíos fue mucho más viva al principio, recordemos
que los médicos, los financieros o los viticultores fueron de forma
preferente judíos, Raimundo de Salvetat arzobispo de Toledo y Alfonso X
el Sabio un siglo más tarde, entendieron que para progresar necesitaban
reunir a los sabios de las tres religiones, esta es la raíz de la
creación de la Escuela de Traductores de Toledo, en realidad un centro
de investigación que resultó ser muy beneficioso para toda Europa.


La comunidad judía en la Castilla del siglo XII cuya presencia en
Toledo fue muy elevada, contribuyó de forma decisiva al encuentro entre
el pensamiento griego transmitido por los árabes y el pensamiento
cristiano. Los judíos actuaban como traductores al castellano de los
textos árabes, para que clérigos cultos lo vertieran al latín, esta
experiencia enriqueció tanto al cristianismo como al pensamiento judío
que de estar influido principalmente por el platonismo comenzó a valorar
el aristotelismo siendo Maimonides su máximo exponente. Alfonso VII
llegó a esgrimir el titulo de emperador de las tres religiones siendo
frecuente al la llegada de un monarca a una ciudad el que fuese recibido
por los judíos que llevaban procesionalmente rollos de la Torah.


Los investigadores actuales en esta materia todos coinciden en
reconocer que la convivencia de las tres religiones, es el signo
peculiar de más importancia de nuestra Edad Media, tenían en común la
herencia espiritual de Abraham, el origen geográfico oriental y la
creencia en un Dios, personal, trascendente y único que se había
revelado a los hombres. Cristianos, musulmanes y judíos aún
combatiéndose recíprocamente se influyeron entre sí, de forma que
resulta muy difícil separar las aportaciones que hicieron cada una de
estas comunidades al común patrimonio de la cultura española, todos
intentaron mantener y conservar su propia identidad manteniéndola en un
estado de pureza, es por esa circunstancia por la que nunca llegó a
declararse deseable la convivencia a lo sumo se decía que era útil. Ante
las Cortes insistirán los reyes en repetidas ocasiones, que servía para
conducir de forma lenta pero inexorable a los judíos a su destino
final, el reconocimiento de Jesucristo como verdadero Mesías.


Tal y como hemos expuesto, se han desarrollado diversas teorías
sobre la expulsión de los judíos de España, las cuales abarcan desde las
puramente religiosas a las políticas pasando por las sociales y
económicas, la realidad según el análisis realizado podemos centrarla en
la religión por medio de la Inquisición, pero con una carga política de
importancia, es en realidad una decisión política dado que la
Inquisición Moderna española es un órgano del Estado , el mismo Fernando
el Católico admite en una carta que es la Inquisición la que le ha
empujado a firmar el Edicto de Expulsión, es decir se realizó en nombre
de la fe, pero por la aplicación de fines políticos, hubo una razón de
Estado que realmente desvinculó la Ética y la Política. La creación del
Estado Moderno por parte de los Reyes Católicos y su estrategia de
estado buscando la unidad de territorios y de creencias, fue la que dio
fin a la permanencia de los judíos en España y no solo a los judíos,
también a los islamitas. Para finalizar este análisis e investigación
citaremos al intelectual y humanista del siglo XVI Erasmo de Rotterdam
el cual afirmaba que España, un país sin duda católico pero, con una
fuerte influencia de la tradición semita, es indudable que la
confluencia en tierras de España de cristianos, musulmanes y judíos,
durante un número elevado de siglos ha dejado significativas influencias
en la cultura del mundo hispano.



Bibliografía

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  • Antonio Antelo Iglesias Judíos Españoles de la Edad de Oro, UNED, 1991




Isidro Marimón Cruces
al265843
1ºB






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