sábado, 30 de julio de 2016

Agustín de Hipona - Wikipedia, la enciclopedia libre

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Agustín de Hipona


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San Agustín
Saint Augustine by Philippe de Champaigne.jpg

Retrato de Philippe de Champaigne
Obispo y Padre Latino
Proclamado Doctor de la Iglesia el 20 de septiembre de 1295 por el papa Bonifacio VIII
Nombre Aurelius Augustinus Hipponensis
Nacimiento 13 de noviembre de 354

Vexilloid of the Roman Empire.svg Tagaste, Imperio romano
Fallecimiento 28 de agosto de 430

Labarum.svg Hipona, Imperio romano de Occidente
Venerado en Iglesia católica, Iglesia ortodoxa, Iglesias orientales, Iglesias protestantes
Festividad
  • 28 de agosto Occidente
  • 15 de junio Oriente
  • 5 de mayo Conversión de San Agustín vetus ordo
  • 24 de abril idem. novus ordo
Atributos Vestiduras episcopales, libro y corazón flameante
Patronazgo Teología
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Agustín de Hipona o san Agustín (nombre completo en latín, Aurelius Augustinus Hipponensis; Tagaste, 13 de noviembre de 354 – Hippo Regius, también llamada Hipona, 28 de agosto de 430)1 es un santo, padre y doctor de la Iglesia católica.


El «Doctor de la Gracia» fue el máximo pensador del cristianismo del primer milenio y según Antonio Livi uno de los más grandes genios de la humanidad.2 Autor prolífico,3 dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología siendo Confesiones y La ciudad de Dios sus obras más destacadas.



Índice

Biografía

Infancia y adolescencia

San Agustín nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, pequeña ciudad de Numidia en el África romana. Su padre, llamado Patricio, era un pequeño propietario pagano y su madre, Santa Mónica, es puesta por la Iglesia
como ejemplo de «mujer cristiana», de piedad y bondad probadas, madre
abnegada y preocupada siempre por el bienestar de su familia, aún bajo
las circunstancias más adversas.4



San Agustín y Santa Mónica (1846), por Ary Scheffer.
Mónica le enseñó a su hijo los principios básicos de la religión cristiana
y al ver cómo el joven Agustín se separaba del camino del cristianismo
se entregó a la oración constante en medio de un gran sufrimiento. Años
más tarde Agustín se llamará a sí mismo "el hijo de las lágrimas de su
madre".5 En Tagaste, Agustín comenzó sus estudios básicos, posteriormente su padre le envía a Madaura a realizar estudios de gramática.6


Agustín fue maniqueo y orador imperial en Milán.7 Era el rival en oratoria del obispo Ambrosio de Milán, figura que después hizo a Agustín conocer los escritos de Plotino y las epístolas de Pablo de Tarso.
Por medio de estos escritos se convirtió al cristianismo. Ya como
obispo, escribió libros que lo posicionan como uno de los cuatro
primeros Padres de la Iglesia. La vida de Agustín fue un claro ejemplo del cambio que logró con la adopción de un conjunto de creencias y valores.


San Agustín se destacó en el estudio de las letras. Mostró un gran interés hacia la literatura, especialmente la griega clásica y poseía gran elocuencia.8 Sus primeros triunfos tuvieron como escenario Madaura y Cartago, donde se especializó en gramática y retórica.6 Durante sus años de estudiante en Cartago desarrolló una irresistible atracción hacia el teatro.
Al mismo tiempo, gustaba en gran medida de recibir halagos y la fama,
que encontró fácilmente en aquellos primeros años de su juventud.
Durante su estancia en Cartago mostró su genio retórico y sobresalió en
concursos poéticos y certámenes públicos. Aunque se dejaba llevar por
sus pasiones, y seguía abiertamente los impulsos de su espíritu sensual,
no abandonó sus estudios, especialmente los de filosofía. Años después, el mismo Agustín hizo una fuerte crítica sobre esta etapa de su juventud en su libro Confesiones.


A los diecinueve años, la lectura de Hortensius de Cicerón
despertó en la mente de Agustín el espíritu de especulación y así se
dedicó de lleno al estudio de la filosofía, ciencia en la que
sobresalió. Durante esta época el joven Agustín conoció a una mujer con
la que mantuvo una relación estable de catorce años y con la cual tuvo
un hijo: Adeodato.


En su búsqueda incansable de respuesta al problema de la verdad,
Agustín pasó de una escuela filosófica a otra sin que encontrara en
ninguna una verdadera respuesta a sus inquietudes. Finalmente abrazó el
maniqueísmo creyendo que en este sistema encontraría un modelo según el
cual podría orientar su vida. Varios años siguió esta doctrina y
finalmente, decepcionado, la abandonó al considerar que era una doctrina
simplista que apoyaba la pasividad del bien ante el mal.8


Sumido en una gran frustración personal decidió, en 383, partir para Roma, la capital del Imperio romano. Su madre quiso acompañarle, pero Agustín la engañó y la dejó en tierra (cf. Confesiones 5,8,15). En Roma enfermó de gravedad. Tras restablecerse, y gracias a su amigo y protector Símaco, prefecto de Roma, fue nombrado "magister rhetoricae" en Mediolanum, la actual Milán.


Conversión al cristianismo

En 385 Agustín se convirtió al cristianismo.9



Agustín es bautizado por el obispo Ambrosio
Fue en Milán donde se produjo la última etapa antes de su conversión:
empezó a asistir como catecúmeno a las celebraciones litúrgicas del
obispo Ambrosio, quedando admirado de sus prédicas y su corazón.
Entonces decidió romper definitivamente con el maniqueísmo. Esta noticia
llenó de gozo a su madre, que había viajado a Italia para estar con su hijo, y que se encargó de buscarle un matrimonio acorde con su estado social y dirigirle hacia el bautismo. En vez de optar por casarse con la mujer que Mónica le había buscado, decidió vivir en ascesis; decisión a la que llegó después de haber conocido los escritos neoplatónicos gracias al sacerdote Simpliciano. Los platónicos le ayudaron a resolver el problema del materialismo y el del mal. San Ambrosio le ofreció la clave para interpretar el Antiguo Testamento y encontrar en la Biblia
la fuente de la fe. Por último, la lectura de los textos de san Pablo
le ayudó a solucionar el problema de la mediación y de la gracia. Según
cuenta el mismo Agustín, la crisis decisiva previa a la conversión, se
dio estando en el jardín con su amigo Alipio, reflexionando sobre el
ejemplo de Antonio, oyó la voz de un niño de una casa vecina que decía: toma y lee,10 11 y entendiéndolo como una invitación divina, cogió la Biblia, la abrió por las cartas de Pablo y leyó el pasaje.10 Al llegar al final de esta frase se desvanecieron todas las sombras de duda.12


En 386 se consagró al estudio formal y metódico de las ideas del
cristianismo. Renunció a su cátedra y se retiró con su madre y unos
compañeros a Casiciaco, cerca de Milán, para dedicarse por completo al estudio y a la meditación.


El 24 de abril de 387, a los treinta y tres años de edad, fue
bautizado en Milán por el santo obispo Ambrosio. Ya bautizado, regresó a
África, pero antes de embarcarse, su madre Mónica murió en Ostia, el puerto cerca de Roma.13


Monacato, sacerdocio y episcopado

Cuando llegó a Tagaste, Agustín vendió todos sus bienes y el producto
de la venta lo repartió entre los pobres. Se retiró con unos compañeros
a vivir en una pequeña propiedad para hacer allí vida monacal. Años después esta experiencia fue la inspiración para su famosa Regla. A pesar de su búsqueda de la soledad y el aislamiento, la fama de Agustín se extendió por todo el país.


En 391 viajó a Hipona para buscar a un posible candidato a la vida
monástica, pero durante una celebración litúrgica fue elegido por la
comunidad para que fuese ordenado sacerdote,
a causa de las necesidades del obispo Valerio de Hipona. Agustín
aceptó, tras resistir, esta elección, si bien con lágrimas en sus ojos.
Algo parecido sucedió cuando se le consagró como obispo en el 395. Entonces abandonó el monasterio de laicos y se instaló en la casa episcopal, que transformó en un monasterio de clérigos.


La actividad episcopal de Agustín fue enorme y variada. Predicó y
escribió incansablemente, polemizó con aquellos que iban en contra de la
ortodoxia de la doctrina cristiana de aquel entonces, presidió concilios y resolvió los problemas más diversos que le presentaban sus fieles. Se enfrentó a maniqueos, donatistas, arrianos, pelagianos, priscilianistas,
académicos, etc. Participó en los Concilios regionales III de Hipona
del 393, III de Cartago del 397 y IV de Cartago del 419, en los dos
últimos como presidente y en los cuales se sancionó definitivamente el Canon bíblico que había sido hecho por el papa Dámaso I en Roma en el Sínodo del 382.


Fallecimiento


Tumba de san Agustín en la basílica de San Pietro in Ciel d'Oro, en Pavía.
Agustín murió en Hipona el 28 de agosto de 430 durante el sitio al que los vándalos de Genserico sometieron la ciudad durante la invasión de la provincia romana de África.


Su cuerpo, en fecha incierta, fue trasladado a Cerdeña y, hacia el 725, a Pavía, a la basílica de San Pietro in Ciel d'Oro, donde reposa hoy.


La leyenda del encuentro con un niño junto al mar

Una tradición medieval,
que recoge la leyenda, inicialmente narrada sobre un teólogo, que más
tarde fue identificado como san Agustín, cuenta la siguiente anécdota:
cierto día, san Agustín paseaba por la orilla del mar, junto a la playa,
dando vueltas en su cabeza a muchas de las doctrinas sobre la realidad
de Dios, una de ellas la doctrina de la Trinidad. De pronto, al alzar la
vista ve a un hermoso niño, que está jugando en la arena. Le observa
más de cerca y ve que el niño corre hacia el mar, llena el cubo de agua
del mar, y vuelve donde estaba antes y vacía el agua en un hoyo. El niño
hace esto una y otra vez, hasta que Agustín, sumido en una gran
curiosidad, se acerca al niño y le pregunta: «¿Qué haces?» Y el niño le
responde: «Estoy sacando toda el agua del mar y la voy a poner en este
hoyo». Y San Agustín dice: «¡Pero, eso es imposible!». A lo que el niño
le respondió: «Más difícil es que llegues a entender el misterio de la
Santísima Trinidad».


La leyenda es usada en muchos lugares como verdadera; sin embargo, se
trataría de una invención sin fundamento real, pero que se inspira al
menos en la actitud de Agustín como estudioso del misterio de Dios.14


Doctrina


Detalle de San Agustín en una vidriera por Louis Comfort Tiffany en el Lightner Museum.

Razón y fe

San Agustín, a los diecinueve años, se pasó al racionalismo
y rechazó la fe en nombre de la razón. Sin embargo, poco a poco fue
cambiando de parecer hasta llegar a la conclusión de que razón y fe no
están necesariamente en oposición, sino que su relación es de
complementariedad.15
Según él, la fe es un modo de pensar asintiendo, y si no existiese el
pensamiento, no existiría la fe. Por eso la inteligencia es la
recompensa de la fe. La fe y la razón son dos campos que necesitan ser
equilibrados y complementados.15


Esta postura se sitúa entre el fideísmo y el racionalismo. A los racionalistas les respondió: Crede ut intelligas («cree para comprender») y a los fideístas: Intellige ut credas
(«comprende para creer»). San Agustín quiso comprender el contenido de
la fe, demostrar la credibilidad de la fe y profundizar en sus
enseñanzas.


Interioridad

Agustín de Hipona anticipa a Descartes al sostener que la mente, mientras que duda, es consciente de sí misma: si me engaño existo (Si enim fallor, sum). Como la percepción del mundo exterior puede conducir al error, el camino hacia la certeza es la interioridad (in interiore homine habitat veritas)
que por un proceso de iluminación se encuentra con las verdades eternas
y con el mismo Dios que, según él, está en lo más íntimo de la
intimidad.


Las ideas eternas están en Dios y son los arquetipos según los cuales
crea el Cosmos. Dios, que es una comunidad de amor, sale de sí mismo y
crea por amor mediante rationes seminales, o gérmenes que
explican el proceso evolutivo que se basa en una constante actividad
creadora, sin la cual nada subsistiría. Todo lo que Dios crea es bueno,
el mal carece de entidad, es ausencia de bien y fruto indeseable de la libertad del hombre.


Agustín también reflexiona sobre el tiempo desde la perspectiva de la conciencia subjetiva. El interior del hombre, dotado de memoria,
está disperso entre el pasado y el futuro y anhela lo imperecedero. Es a
través del examen de la propia trayectoria existencial y la
introspección en la propia alma, donde Agustín expresa sus convicciones.


Ciudad de Dios

En la historia
coexisten la Ciudad del Hombre, volcada hacia el egoísmo, y la Ciudad
de Dios que se va realizando en el amor a Dios y la práctica de las
virtudes, en especial, la caridad y la justicia. Ni Roma ni ningún Estado
es una realidad divina o eterna, y si no busca la justicia se convierte
en un magno latrocinio. La Ciudad de Dios, que tampoco se identifica
con la Iglesia del mundo presente, es la meta hacia donde se encamina la
humanidad y está destinada a los justos.


Lucha contra las herejías

Agustín acusa al pelagianismo de no creer en el amor gratuito de Dios. La salvación para él no es un merecimiento del hombre por sus buenas obras, sino pura gracia.


Agustín también ataca al donatismo. Este no admite a los que en las persecuciones renegaron de la fe. Agustín aboga por la acogida y el perdón.


Ética

Para Agustín de Hipona la ley moral se sintetiza en la célebre frase: ama a Dios y haz lo que quieras. Para Agustín el amor es una perla preciosa que, si no se posee, de nada sirven el resto de las cosas, y si se posee, sobra todo lo demás.


Como para otros Padres de la Iglesia,
para Agustín de Hipona la ética social implica la condena de la
injusticia de las riquezas y el imperativo de la solidaridad con los
desfavorecidos


Las riquezas son injustas o porque las adquiriste injustamente o
porque ellas mismas son injusticia, por cuanto tú tienes y otro no
tiene, tú vives en la abundancia y otro en la miseria



Psalmos 48
Agustín de Hipona defendió asimismo el bien de la paz y procuró promoverla:


Acabar con la guerra mediante la palabra y buscar o mantener la
paz con la paz y no con la guerra es un título de gloria mayor que matar
a los hombres con la espada



Epístola 229

Recepción


San Agustín de Hipona, uno de los padres de la iglesia más activos contra el priscilianismo.
San Agustín tiene gran importancia en la historia de la cultura de Europa. Sus Confesiones
suponen un modelo de biografía interior para muchos autores, que van a
considerar la introspección como elemento importante en la literatura.
Concretamente, Petrarca
fue un gran lector del santo: su descripción de los estados amorosos
enlaza con ese interés por el mundo interior que encuentra en san
Agustín. Descartes descubrió la autoconciencia, que señaló el inicio de
la filosofía moderna, copiando su principio fundamental (cogito ergo
sum/pienso luego existo) no literalmente pero sí en cuanto al sentido,
de san Agustín (si enim fallor, sum/si me equivoco, existo: De civ. Dei
11, 26). Por otro lado, San Agustín va a ser un puente importante entre
la antigüedad clásica y la cultura cristiana. El especial aprecio que
tiene por Virgilio y Platón va a marcar fuertemente los siglos posteriores.


Dos son las principales escuelas del pensamiento filosófico y teológico católico: la platónico-agustiniana y la aristotélico-tomista. La Edad Media, hasta el siglo XIII y el redescubrimiento de Aristóteles, va a ser platónica-agustina.


Agustín y la ciencia

Según el científico Roger Penrose, san Agustín tuvo una «intuición genial» acerca de la relación espacio-tiempo, adelantándose 1500 años a Albert Einstein y a la teoría de la relatividad
cuando Agustín afirma que el universo no nació en el tiempo, sino con
el tiempo, que el tiempo y el universo surgieron a la vez.16 Esta afirmación de Agustín también es rescatada por el colega de Penrose, Paul Davies.


Agustín, quien tuvo contacto con las ideas del evolucionismo de Anaximandro, sugirió en su obra La ciudad de Dios
que Dios pudo servirse de seres inferiores para crear al hombre al
infundirle el alma, defendía la idea de que a pesar de la existencia de
Dios, no todos los organismos y lo inerte salían de Él, sino que algunos
sufrían variaciones evolutivas en tiempos históricos a partir de
creaciones de Dios.17


Obras

San Agustín fue un autor prolífico que ha dejado una gran cantidad de
obras, elaboradas desde el 386 hasta el 419, tratando temas diversos.
Algunas de ellas son: 18






Autobiográficas
Filosóficas
  • Contra los académicos
  • La vida feliz
  • El orden
  • Soliloquios
  • La inmortalidad del alma
  • La dialéctica
  • La dimensión del alma
  • El libre albedrío
  • La música
  • El maestro
Apologéticas
  • De la verdadera religión
  • La utilidad de la fe
  • De la fe en lo que no se ve
  • La adivinación diabólica
  • La ciudad de Dios
Dogmáticas
  • La fe y el símbolo de los apóstoles
  • Ochenta y tres cuestiones diversas
  • Cuestiones diversas a Simpliciano
  • Respuesta a las ocho preguntas de Dulcicio
  • La fe y las obras
  • Manual de fe, esperanza y caridad
  • La Trinidad
Morales y pastorales
  • La mentira
  • Contra la mentira
  • El combate cristiano
  • La catequesis a principantes
  • La bondad del matrimonio
  • La santa virginidad
  • La bondad de la viudez
  • La continencia
  • La paciencia
  • Las uniones adulterinas
  • La piedad con los difuntos
Monásticas
  • Regla a los siervos de Dios
  • El trabajo de los monjes
Exegéticas
  • La doctrina cristiana
  • El espejo de la Sagrada Escritura
  • Comentario al Génesis en réplica a los maniqueos
  • Comentario literal al Génesis (incompleto)
  • Comentario literal al Génesis
  • Locuciones del Heptateuco
  • Cuestiones sobre el Heptateuco
  • Anotaciones al libro de Job
  • Ocho cuestiones del Antiguo Testamento
  • El Sermón de la Montaña
  • Exposición de algunos textos de la Carta a los Romanos
  • Exposición de la Carta a los Gálatas
  • Exposición incoada de la Carta a los Romanos
  • Diecisiete pasajes del Evangelio de Mateo
  • Concordancia de los evangelistas

Polémicas
Escribe contra los maniqueos, los donatistas, los pelagianos, el arrianismo y contra herejías en general.


  • Las herejías, dedicado a Quodvultdeo
  • A Orosio, contra priscilianistas y origenistas
  • Réplica al adversio de la Ley y los Profetas
  • Tratado contra los judíos
  • Réplica al sermón de los arrianos
  • Debate con Maximino, obispo arriano
  • Réplica a Maximino, obispo arriano
  • De las costumbres de la Iglesia Católica y de las costumbres de los maniqueos
  • Las dos almas del hombre
  • Actas del debate con el maniqueo Fortunato
  • Réplica a Adimanto, discípulo de Manés, llamada «del Fundamento»
  • Réplica a Fausto, el maniqueo
  • Actas del debate con el maniqueo Félix
  • La naturaleza del bien
  • Respuesta al maniqueo Secundino
  • Salmo contra la secta de Donato
  • Réplica a la carta de Parmeniano
  • Tratado sobre el bautismo
  • Carta a los católicos sobre la secta donatista (La unidad de la Iglesia)
  • Réplica a las cartas de Petiliano
  • Réplica al gramático Cresconio, donatistas
  • El único bautismo (Resumen del debate con los donatistas)
  • Mensaje a los donatistas después de la Conferencia
  • Sermón a los fieles de la Iglesia de Cesarea
  • Actas del debate con el donatista Emérito
  • Réplica a Gaudencio, obispo donatista
  • Consecuencias y perdón de los pecados, y el bautismo de los niños
  • El espíritu y la letra
  • La naturaleza y la gracia
  • La perfección de la justicia del hombre
  • Actas del proceso a Pelagio
  • La gracia de Jesucristo y el pecado original
  • Naturaleza y origen del alma
  • El matrimonio y la concupiscencia
  • Réplica a las dos cartas de los pelagianos
  • Réplica a Juliano
  • Réplica a Juliano (obra inacabada)
  • La gracia y el libre albedrío
  • La corrección y la gracia
  • La predestinación de los santos
  • El don de la perseverancia
Homiléticas
  • Tratados sobre el Evangelio de san Juan (1º y 2º) 1-124
  • Tratados sobre la primera carta de san Juan
  • Comentarios a los salmos (1º, 2º, 3º, 4) 1-15019
  • Sermones (1º) 1-50: Sobre el Antiguo Testamento
  • Sermones (2º) 51-116: Sobre los evangelios sinópticos
  • Sermones (3º) 117-183: Sobre el Evangelio de San Juan, Hechos y Cartas de los apóstoles20
  • Sermones (4º) 184-272B: Sobre los tiempos litúrgicos
  • Sermones (5º) 273-338: Sobre los mártires
  • Sermones (6º) 339-396: Sobre temas diversos
  • Sermón a los catecúmenos sobre el Símbolo de los apóstoles
  • La devastación de Roma
  • Sermón sobre la disciplina cristina
  • La utilidad del ayuno
Cartas
El extenso epistolario agustiniano prueba su celo apostólico. Sus
cartas son muy numerosas y a veces extensas. Fueron escritas desde el
386 al 430. Se pueden haber conservado unas 800.


Veneración

Véase también

Notas y referencias


  • Moreno Villa, Mariano (2003). «III. La Folosofía Escolástica». Filosofía. Volumen II. Antropología, Psicología y Sociología. España: Editorial Mad. p. 27. ISBN 84-665-0537-7. Consultado el 11 de abril de 2013. «Agustín de Hipona (354-430) nació en Tagaste (Argelia).»

    1. Aurelii Agustini Hipponae episcopi super loannem librum

    Bibliografía

    1. — (2007). Volumen I: Libros I-VIII. ISBN 978-84-249-2883-4.
    2. — (2012). Volumen II: Libros VIII-XV. ISBN 978-84-249-3661-7.
    Sobre Agustín de Hipona

    Enlaces externos

    Menú de navegación


  • Livi, Antonio Storia Sociale della Filosofia, Vol I, pag.242, Roma, Società Editrice Dante Alighieri, 2004, ISBN 88-534-0267-9


  • Herreros López, Juan Manuel. «San Agustín: "La Ciudad de Dios"». En Luis García San Miguel. Filosofía política: las grandes obras. España: Dykinson. p. 282. ISBN 84-9772-859-9. Consultado el 11 de abril de 2013.


  • Claudio Leonardi; Andrea Riccardi; Gabriella Zarri, eds. (2000). Diccionario de los santos, Volume 1. España: San Pablo. p. 84. ISBN 84-285-2258-8. Consultado el 11 de abril de 2013. «Su padre, Patricio, era pagano, pequeño terrateniente y empleado municipal. Su madre, Mónica, era cristiana y muy virtuosa.»


  • Confesiones III, 12, 21. «Vete en paz, mujer; ¡así Dios te dé vida! que no es posible que perezca el hijo de tantas lágrimas.»


  • Claudio Leonardi; Andrea Riccardi; Gabriella Zarri, eds. (2000). Diccionario de los santos, Volume 1. España: San Pablo. p. 84. ISBN 84-285-2258-8. Consultado el 11 de abril de 2013.


  • Rico Pavés, José (2006). Los sacramentos de la iniciación cristiana. España: Instituto Teológico San Ildelfonso. p. 205. ISBN 84-934253-9-7. Consultado el 11 de abril de 2013.
    «Estando en Cartago, el adolescente Agustín abandonó la Iglesia
    Católica y se unió a los maniqueos. Cuando llegó a Milán, en el 314,
    recién nombrado orador de la ciudad, todavía era maniqueo.»


  • Herreros López, Juan Manuel. «San Agustín: "La Ciudad de Dios"». En Luis García San Miguel. Filosofía política: las grandes obras. España: Dykinson. p. 281. ISBN 84-9772-859-9. Consultado el 11 de abril de 2013.


  • H. R. Loyn, ed. (1989). Diccionario Akal de Historia Medieval. España. p. 17. ISBN 84-460-0841-6. Consultado el 11 de abril de 2013.


  • Lacueva, 2001, p. 34.


  • Conf. VIII 12.


  • Conf. VIII 12,29


  • Lacueva, 2001, p. 33.


  • Cf. [1]


  • Moreno Villa, Mariano (2003). «III. La Filosofía Escolástica». Filosofía. Volumen II. Antropología, Psicología y Sociología. España: Editorial Mad. p. 27. ISBN 84-665-0537-7. Consultado el 11 de abril de 2013.


  • El universo según Penrose


  • Evolucionismo y cristianismo


  • Obra de san Agustín. Agustinos Recoletos


  • Expositio Psalmorum beati Augustini


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