EZEQUÍAS
(Jehová Fortalece).
1. Rey de Judá que
gobernó de 745 a 717 a. E.C. Llegó a ser rey cuando murió su padre Acaz,
en el “tercer año de Hosea”, rey de Israel (tercer año tal vez desde
que Hosea llegó a ser rey tributario de Tiglat-piléser III), aunque su
reinado empezó a contar oficialmente desde el mes de Nisán del año
siguiente, es decir, 745 a. E.C. (2Re 18:1.) Los profetas Isaías, Oseas y Miqueas fueron contemporáneos del reinado de Ezequías. (Isa 1:1; Os 1:1; Miq 1:1.) Ezequías se destacó por ser un rey que “siguió
adhiriéndose a Jehová”, haciendo lo que era recto a Sus ojos y siguiendo
Sus mandamientos. Desde el principio de su reinado demostró su celo en
promover la adoración verdadera, no solo en Judá, sino en todo el
territorio de Israel. Debido a que siguió los caminos de Jehová tal como
su antepasado David, se pudo decir que “después de él resultó que
no hubo nadie como él entre todos los reyes de Judá, aún los que habían
sido antes de él”. Por ello, “Jehová resultó estar con él”. (2Re 18:3-7.)
gobernó de 745 a 717 a. E.C. Llegó a ser rey cuando murió su padre Acaz,
en el “tercer año de Hosea”, rey de Israel (tercer año tal vez desde
que Hosea llegó a ser rey tributario de Tiglat-piléser III), aunque su
reinado empezó a contar oficialmente desde el mes de Nisán del año
siguiente, es decir, 745 a. E.C. (2Re 18:1.) Los profetas Isaías, Oseas y Miqueas fueron contemporáneos del reinado de Ezequías. (Isa 1:1; Os 1:1; Miq 1:1.) Ezequías se destacó por ser un rey que “siguió
adhiriéndose a Jehová”, haciendo lo que era recto a Sus ojos y siguiendo
Sus mandamientos. Desde el principio de su reinado demostró su celo en
promover la adoración verdadera, no solo en Judá, sino en todo el
territorio de Israel. Debido a que siguió los caminos de Jehová tal como
su antepasado David, se pudo decir que “después de él resultó que
no hubo nadie como él entre todos los reyes de Judá, aún los que habían
sido antes de él”. Por ello, “Jehová resultó estar con él”. (2Re 18:3-7.)
Contribuciones literarias. A
Ezequías también se le conoce por su interés en compilar algunos de los
Proverbios de Salomón, tal como dice la introducción a la sección de
los capítulos 25 al 29 de Proverbios: “También estos son los proverbios de Salomón que transcribieron los hombres de Ezequías, rey de Judá”. (Pr 25:1.) Escribió la canción de acción de gracias registrada en Isaías 38:10-20 después que Jehová lo curó de su enfermedad mortal. En ella menciona sus “piezas selectas para las cuerdas” (Isa 38 vs. 20), y se ha dicho que Ezequías también escribió el Salmo 119. De ser así, quizás lo escribiera cuando todavía no era rey, sino solo un príncipe.
Ezequías también se le conoce por su interés en compilar algunos de los
Proverbios de Salomón, tal como dice la introducción a la sección de
los capítulos 25 al 29 de Proverbios: “También estos son los proverbios de Salomón que transcribieron los hombres de Ezequías, rey de Judá”. (Pr 25:1.) Escribió la canción de acción de gracias registrada en Isaías 38:10-20 después que Jehová lo curó de su enfermedad mortal. En ella menciona sus “piezas selectas para las cuerdas” (Isa 38 vs. 20), y se ha dicho que Ezequías también escribió el Salmo 119. De ser así, quizás lo escribiera cuando todavía no era rey, sino solo un príncipe.
La situación existente al subir al trono Ezequías. Cuando
Ezequías ascendió al trono, el reino de Judá no tenía el favor de Dios,
puesto que Acaz, su padre, había cometido muchos actos detestables a
los ojos de Jehová y había dejado que Judá se entregase a un culto
desenfrenado de deidades falsas. Por esa razón Jehová había permitido
que el país sufriese a manos de sus enemigos, en particular de Asiria,
la segunda potencia mundial. Acaz había despojado el templo y el palacio
de su plata y oro para enviarle un soborno al rey de Asiria. Y peor
aún, hizo pedazos los utensilios del templo, cerró sus puertas e hizo
altares para sí mismo “en todo rincón de Jerusalén”, ofreciendo
sacrificios a otros dioses. Durante su reinado, se alió con el rey de
Asiria, y así se convirtió en su protegido. (2Re 16:7-9; 2Cr 28:24, 25.) Pero Ezequías “procedió a rebelarse contra el rey de Asiria” poco después de empezar a reinar. (2Re 18:7.)
Ezequías ascendió al trono, el reino de Judá no tenía el favor de Dios,
puesto que Acaz, su padre, había cometido muchos actos detestables a
los ojos de Jehová y había dejado que Judá se entregase a un culto
desenfrenado de deidades falsas. Por esa razón Jehová había permitido
que el país sufriese a manos de sus enemigos, en particular de Asiria,
la segunda potencia mundial. Acaz había despojado el templo y el palacio
de su plata y oro para enviarle un soborno al rey de Asiria. Y peor
aún, hizo pedazos los utensilios del templo, cerró sus puertas e hizo
altares para sí mismo “en todo rincón de Jerusalén”, ofreciendo
sacrificios a otros dioses. Durante su reinado, se alió con el rey de
Asiria, y así se convirtió en su protegido. (2Re 16:7-9; 2Cr 28:24, 25.) Pero Ezequías “procedió a rebelarse contra el rey de Asiria” poco después de empezar a reinar. (2Re 18:7.)
Cuando Ezequías ascendió al trono de
Judá, el reino norteño de diez tribus de Israel estaba todavía en peor
situación. Debido a sus graves pecados, Jehová había permitido que se
viesen en grandes aprietos y llegasen a ser tributarios de Asiria. Al
poco tiempo, Asiria conquistó Israel y se llevó al pueblo al exilio. (2Re 17:5-23.)
Judá, el reino norteño de diez tribus de Israel estaba todavía en peor
situación. Debido a sus graves pecados, Jehová había permitido que se
viesen en grandes aprietos y llegasen a ser tributarios de Asiria. Al
poco tiempo, Asiria conquistó Israel y se llevó al pueblo al exilio. (2Re 17:5-23.)
Su celo por la adoración verdadera. Ezequías
demostró su celo por la adoración de Jehová tan pronto como ascendió al
trono, a la edad de veinticinco años. Su primera acción fue abrir de
nuevo el templo y repararlo. Luego reunió a los sacerdotes y a los
levitas, y les dijo: “Está junto a mi corazón el celebrar un pacto con
Jehová el Dios de Israel”. Este fue un pacto de fidelidad, como si se
inaugurase de nuevo en Judá el pacto de la Ley, que se había pasado por
alto aunque todavía estaba en vigor. Con gran tesón, procedió a
organizar a los levitas en sus servicios, y restableció las
disposiciones para los instrumentos musicales y el canto de alabanzas.
Era el mes de Nisán, cuando se celebraba la Pascua, pero tanto el templo
como los sacerdotes y los levitas estaban en una condición inmunda. Sin
embargo, para el día 16 de Nisán se había limpiado el templo y
restaurado sus utensilios. Entonces tenía que hacerse una expiación
especial por todo Israel. En primer lugar, los príncipes llevaron
sacrificios, ofrendas por el pecado a favor del reino, el santuario y el
pueblo. Después, el pueblo presentó miles de ofrendas quemadas. (2Cr 29:1-36.)
demostró su celo por la adoración de Jehová tan pronto como ascendió al
trono, a la edad de veinticinco años. Su primera acción fue abrir de
nuevo el templo y repararlo. Luego reunió a los sacerdotes y a los
levitas, y les dijo: “Está junto a mi corazón el celebrar un pacto con
Jehová el Dios de Israel”. Este fue un pacto de fidelidad, como si se
inaugurase de nuevo en Judá el pacto de la Ley, que se había pasado por
alto aunque todavía estaba en vigor. Con gran tesón, procedió a
organizar a los levitas en sus servicios, y restableció las
disposiciones para los instrumentos musicales y el canto de alabanzas.
Era el mes de Nisán, cuando se celebraba la Pascua, pero tanto el templo
como los sacerdotes y los levitas estaban en una condición inmunda. Sin
embargo, para el día 16 de Nisán se había limpiado el templo y
restaurado sus utensilios. Entonces tenía que hacerse una expiación
especial por todo Israel. En primer lugar, los príncipes llevaron
sacrificios, ofrendas por el pecado a favor del reino, el santuario y el
pueblo. Después, el pueblo presentó miles de ofrendas quemadas. (2Cr 29:1-36.)
Puesto que la inmundicia del pueblo
impidió que se observase la Pascua en la fecha habitual, Ezequías se
valió de la ley que permitía que los que estaban inmundos la celebrasen
un mes más tarde. De manera que no solo convocó a Judá, sino también a
Israel, enviando cartas mediante correos a todo el país, desde Beer-seba
hasta Dan. Muchos se mofaron de los correos, pero algunas personas, en
especial de Aser, Manasés, Zabulón, Efraín e Isacar, se humillaron y
asistieron. Además, también estuvieron presentes muchos otros adoradores
de Jehová que no eran israelitas. Es probable que los residentes del
reino norteño que estuviesen a favor de la adoración verdadera tuvieran
dificultades para asistir, pues, al igual que los mensajeros, se
enfrentarían a la oposición y burla del reino de diez tribus, ya
decadente, sumido en la adoración falsa y hostigado por la amenaza
asiria. (2Cr 30:1-20; Nú 9:10-13.)
impidió que se observase la Pascua en la fecha habitual, Ezequías se
valió de la ley que permitía que los que estaban inmundos la celebrasen
un mes más tarde. De manera que no solo convocó a Judá, sino también a
Israel, enviando cartas mediante correos a todo el país, desde Beer-seba
hasta Dan. Muchos se mofaron de los correos, pero algunas personas, en
especial de Aser, Manasés, Zabulón, Efraín e Isacar, se humillaron y
asistieron. Además, también estuvieron presentes muchos otros adoradores
de Jehová que no eran israelitas. Es probable que los residentes del
reino norteño que estuviesen a favor de la adoración verdadera tuvieran
dificultades para asistir, pues, al igual que los mensajeros, se
enfrentarían a la oposición y burla del reino de diez tribus, ya
decadente, sumido en la adoración falsa y hostigado por la amenaza
asiria. (2Cr 30:1-20; Nú 9:10-13.)
Después de la Pascua se observó la
fiesta de las tortas no fermentadas durante siete días, y el gozo fue
tan grande que la entera congregación decidió prolongarla siete días
más. Jehová bendijo al pueblo aun en esos tiempos de amenaza, de manera
que “llegó a haber gran regocijo en Jerusalén, porque desde los días de
Salomón hijo de David el rey de Israel no hubo ninguna como esta en
Jerusalén”. (2Cr 30:21-27.)
fiesta de las tortas no fermentadas durante siete días, y el gozo fue
tan grande que la entera congregación decidió prolongarla siete días
más. Jehová bendijo al pueblo aun en esos tiempos de amenaza, de manera
que “llegó a haber gran regocijo en Jerusalén, porque desde los días de
Salomón hijo de David el rey de Israel no hubo ninguna como esta en
Jerusalén”. (2Cr 30:21-27.)
Lo que aconteció después prueba que
hubo una verdadera restauración y revivificación de la adoración
verdadera y no una mera reunión emocional de efectos transitorios. Antes
de regresar a sus casas, los que habían participado en la celebración
salieron y destruyeron las columnas sagradas, derribaron los lugares
altos y los altares, y cortaron los postes sagrados que había en todo
Judá y Benjamín, así como en Efraín y Manasés. (2Cr 31:1.)
Ezequías puso el ejemplo machacando y reduciendo a pedazos la serpiente
de cobre que había hecho Moisés, ya que el pueblo la había convertido
en un ídolo y le hacía humo de sacrificio. (2Re 18:4.) Después de aquella
gran fiesta, Ezequías aseguró la continuación de la adoración verdadera
al organizar las divisiones de los sacerdotes y apoyar los servicios del
templo poniendo en vigor la ley referente a las décimas partes y las
contribuciones de las primicias destinadas a los levitas y los
sacerdotes. A todo esto el pueblo respondió de buena gana. (2Cr 31:2-12.)
hubo una verdadera restauración y revivificación de la adoración
verdadera y no una mera reunión emocional de efectos transitorios. Antes
de regresar a sus casas, los que habían participado en la celebración
salieron y destruyeron las columnas sagradas, derribaron los lugares
altos y los altares, y cortaron los postes sagrados que había en todo
Judá y Benjamín, así como en Efraín y Manasés. (2Cr 31:1.)
Ezequías puso el ejemplo machacando y reduciendo a pedazos la serpiente
de cobre que había hecho Moisés, ya que el pueblo la había convertido
en un ídolo y le hacía humo de sacrificio. (2Re 18:4.) Después de aquella
gran fiesta, Ezequías aseguró la continuación de la adoración verdadera
al organizar las divisiones de los sacerdotes y apoyar los servicios del
templo poniendo en vigor la ley referente a las décimas partes y las
contribuciones de las primicias destinadas a los levitas y los
sacerdotes. A todo esto el pueblo respondió de buena gana. (2Cr 31:2-12.)
Aumenta la presión asiria. En
esos tiempos difíciles, cuando Asiria barría todo lo que encontraba a
su paso, Ezequías depositó su confianza en Jehová el Dios de Israel. Se
rebeló en contra del rey de Asiria y derribó las ciudades filisteas,
probablemente aliadas de Asiria. (2Re 18:7, 8.)
esos tiempos difíciles, cuando Asiria barría todo lo que encontraba a
su paso, Ezequías depositó su confianza en Jehová el Dios de Israel. Se
rebeló en contra del rey de Asiria y derribó las ciudades filisteas,
probablemente aliadas de Asiria. (2Re 18:7, 8.)
En el año cuarto de Ezequías (742
a. E.C.), Salmanasar, el rey de Asiria, puso sitio a Samaria, y en el
sexto año de Ezequías (740 a. E.C.), fue tomada. Se deportó a los
habitantes del reino de diez tribus y los asirios repoblaron aquella
tierra con otros grupos. (2Re 18:9-12.)
Esto dejó al reino de Judá, representante del gobierno teocrático de
Dios y de la adoración verdadera, aislado y rodeado de enemigos
hostiles.
a. E.C.), Salmanasar, el rey de Asiria, puso sitio a Samaria, y en el
sexto año de Ezequías (740 a. E.C.), fue tomada. Se deportó a los
habitantes del reino de diez tribus y los asirios repoblaron aquella
tierra con otros grupos. (2Re 18:9-12.)
Esto dejó al reino de Judá, representante del gobierno teocrático de
Dios y de la adoración verdadera, aislado y rodeado de enemigos
hostiles.
Senaquerib, hijo de Sargón II,
ambicionaba añadir la conquista de Jerusalén a sus trofeos de guerra,
sobre todo en vista de que Ezequías había roto la alianza que su padre,
el rey Acaz, había hecho con Asiria. En el año decimocuarto del reinado
de Ezequías (732 a. E.C.), Senaquerib “subió contra todas las ciudades
fortificadas de Judá y procedió a apoderarse de ellas”. Ezequías le
ofreció pagarle lo que le impusiera con tal de salvar la ciudad de
Jerusalén, ante lo cual Senaquerib pidió la enorme suma de 300 talentos
de plata (c. 1.982.000 dólares [E.U.A.]) y 30 talentos de oro (c.
11.560.000 dólares [E.U.A.]). Para poder pagar esta cantidad, Ezequías
se vio obligado a darle toda la plata que se hallaba en el templo y en
el tesoro real, además de los metales preciosos con los que él mismo
había hecho revestir las puertas del templo y las columnas, lo que
satisfizo al rey de Asiria, aunque solo por un tiempo. (2Re 18:13-16.)
ambicionaba añadir la conquista de Jerusalén a sus trofeos de guerra,
sobre todo en vista de que Ezequías había roto la alianza que su padre,
el rey Acaz, había hecho con Asiria. En el año decimocuarto del reinado
de Ezequías (732 a. E.C.), Senaquerib “subió contra todas las ciudades
fortificadas de Judá y procedió a apoderarse de ellas”. Ezequías le
ofreció pagarle lo que le impusiera con tal de salvar la ciudad de
Jerusalén, ante lo cual Senaquerib pidió la enorme suma de 300 talentos
de plata (c. 1.982.000 dólares [E.U.A.]) y 30 talentos de oro (c.
11.560.000 dólares [E.U.A.]). Para poder pagar esta cantidad, Ezequías
se vio obligado a darle toda la plata que se hallaba en el templo y en
el tesoro real, además de los metales preciosos con los que él mismo
había hecho revestir las puertas del templo y las columnas, lo que
satisfizo al rey de Asiria, aunque solo por un tiempo. (2Re 18:13-16.)
Obras de construcción e ingeniería. Frente
al inminente ataque del codicioso Senaquerib, Ezequías mostró sabiduría
y estrategia militar. Cegó todos los manantiales y fuentes que había
fuera de la ciudad de Jerusalén, de manera que, en caso de sitio, los
asirios dispondrían de un escaso suministro de agua. Reforzó las
fortificaciones de la ciudad e “hizo proyectiles en abundancia, y
escudos”. No obstante, su confianza no descansaba en este equipo
militar, pues cuando reunió a los jefes militares y el pueblo, los animó
con estas palabras: “Sean animosos y fuertes. No tengan miedo ni se
aterroricen a causa del rey de Asiria ni debido a toda la muchedumbre
que está con él; porque con nosotros hay más que los que hay con él. Con
él está un brazo de carne, pero con nosotros está Jehová nuestro Dios
para ayudarnos y para pelear nuestras batallas”. (2Cr 32:1-8.)
al inminente ataque del codicioso Senaquerib, Ezequías mostró sabiduría
y estrategia militar. Cegó todos los manantiales y fuentes que había
fuera de la ciudad de Jerusalén, de manera que, en caso de sitio, los
asirios dispondrían de un escaso suministro de agua. Reforzó las
fortificaciones de la ciudad e “hizo proyectiles en abundancia, y
escudos”. No obstante, su confianza no descansaba en este equipo
militar, pues cuando reunió a los jefes militares y el pueblo, los animó
con estas palabras: “Sean animosos y fuertes. No tengan miedo ni se
aterroricen a causa del rey de Asiria ni debido a toda la muchedumbre
que está con él; porque con nosotros hay más que los que hay con él. Con
él está un brazo de carne, pero con nosotros está Jehová nuestro Dios
para ayudarnos y para pelear nuestras batallas”. (2Cr 32:1-8.)
Una de las sobresalientes hazañas
de ingeniería de tiempos antiguos fue el acueducto de Ezequías. Iba
desde el pozo de Guihón, al E. de la parte septentrional de la Ciudad de
David, y seguía un curso en zigzag de 533 m. hasta el estanque de
Siloam, en el valle de Tiropeón, al O. de la parte meridional de la
Ciudad de David, pero dentro de un nuevo muro que se había añadido. (2Re 20:20; 2Cr 32:30.)
Los arqueólogos encontraron una inscripción en caracteres hebreos
antiguos en la pared del estrecho túnel, cuya altura media era de
1,8 m. La inscripción lee en parte: “Y éste fue el modo como se ejecutó:
—Mientras [...] (estaban) aún [...] hacha(s), cada hombre hacia su
prójimo, y mientras había todavía tres codos que horadar, [se oyó] la
voz de un hombre llamando a su prójimo, porque había un mampuesto en
la roca a la derecha [y a la izquierda]. Y cuando el túnel fue
perforado, los pedreros tajaron (la roca), cada hombre hacia su prójimo,
hacha contra hacha; y el agua manaba de la fuente hacia la alberca
durante 1200 codos, y la altura de la roca sobre las cabeza(s) de los
pedreros era 100 codos”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición
de J. B. Pritchard, 1966, pág. 251.) De modo que el túnel se cavó en la
roca desde ambos extremos, hasta encontrarse en el medio: una verdadera
hazaña de ingeniería.
de ingeniería de tiempos antiguos fue el acueducto de Ezequías. Iba
desde el pozo de Guihón, al E. de la parte septentrional de la Ciudad de
David, y seguía un curso en zigzag de 533 m. hasta el estanque de
Siloam, en el valle de Tiropeón, al O. de la parte meridional de la
Ciudad de David, pero dentro de un nuevo muro que se había añadido. (2Re 20:20; 2Cr 32:30.)
Los arqueólogos encontraron una inscripción en caracteres hebreos
antiguos en la pared del estrecho túnel, cuya altura media era de
1,8 m. La inscripción lee en parte: “Y éste fue el modo como se ejecutó:
—Mientras [...] (estaban) aún [...] hacha(s), cada hombre hacia su
prójimo, y mientras había todavía tres codos que horadar, [se oyó] la
voz de un hombre llamando a su prójimo, porque había un mampuesto en
la roca a la derecha [y a la izquierda]. Y cuando el túnel fue
perforado, los pedreros tajaron (la roca), cada hombre hacia su prójimo,
hacha contra hacha; y el agua manaba de la fuente hacia la alberca
durante 1200 codos, y la altura de la roca sobre las cabeza(s) de los
pedreros era 100 codos”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición
de J. B. Pritchard, 1966, pág. 251.) De modo que el túnel se cavó en la
roca desde ambos extremos, hasta encontrarse en el medio: una verdadera
hazaña de ingeniería.
Fracaso de Senaquerib en Jerusalén. Tal
como Ezequías había previsto, Senaquerib decidió atacar Jerusalén.
Durante el sitio de Lakís, ciudad bien fortificada, Senaquerib envió
parte de su ejército con una delegación de jefes militares para pedir la
capitulación de Jerusalén. El vocero del grupo era Rabsaqué (título
militar, no nombre propio), que hablaba hebreo con soltura. A voz en
cuello, ridiculizó a Ezequías y desafió a Jehová, jactándose de que Él
no podría librar a Jerusalén, tal como los dioses de otras naciones
no habían podido salvar la tierra de sus adoradores del rey de Asiria. (2Re 18:13-35; 2Cr 32:9-15; Isa 36:2-20.)
como Ezequías había previsto, Senaquerib decidió atacar Jerusalén.
Durante el sitio de Lakís, ciudad bien fortificada, Senaquerib envió
parte de su ejército con una delegación de jefes militares para pedir la
capitulación de Jerusalén. El vocero del grupo era Rabsaqué (título
militar, no nombre propio), que hablaba hebreo con soltura. A voz en
cuello, ridiculizó a Ezequías y desafió a Jehová, jactándose de que Él
no podría librar a Jerusalén, tal como los dioses de otras naciones
no habían podido salvar la tierra de sus adoradores del rey de Asiria. (2Re 18:13-35; 2Cr 32:9-15; Isa 36:2-20.)
Ezequías estaba muy angustiado,
pero mantuvo su confianza en Jehová y le hizo ruegos en el templo,
enviando además a algunos de los cabezas del pueblo al profeta Isaías.
La respuesta que dio Isaías de parte de Jehová fue que Senaquerib oiría
un informe y regresaría a su propia tierra, donde sufriría una muerte
violenta. (2Re 19:1-7; Isa 37:1-7.)
Para entonces Senaquerib había partido de Lakís en dirección a Libná,
donde oyó que Tirhaqá, el rey de Etiopía, había salido para luchar
contra él. No obstante, Senaquerib envió cartas a Ezequías por medio de
un mensajero en las que repetía sus amenazas y escarnecía a Jehová el
Dios de Israel. Cuando Ezequías recibió estas cartas con tantas
injurias, “extendió aquello delante de Jehová”, quien de nuevo contestó
por medio de Isaías desafiando a Senaquerib y asegurándole que los
asirios no entrarían en Jerusalén. Jehová dijo: “Ciertamente defenderé
esta ciudad para salvarla por causa de mí mismo y por causa de David mi
siervo”. (2Re 19:8-34; Isa 37:8-35.)
pero mantuvo su confianza en Jehová y le hizo ruegos en el templo,
enviando además a algunos de los cabezas del pueblo al profeta Isaías.
La respuesta que dio Isaías de parte de Jehová fue que Senaquerib oiría
un informe y regresaría a su propia tierra, donde sufriría una muerte
violenta. (2Re 19:1-7; Isa 37:1-7.)
Para entonces Senaquerib había partido de Lakís en dirección a Libná,
donde oyó que Tirhaqá, el rey de Etiopía, había salido para luchar
contra él. No obstante, Senaquerib envió cartas a Ezequías por medio de
un mensajero en las que repetía sus amenazas y escarnecía a Jehová el
Dios de Israel. Cuando Ezequías recibió estas cartas con tantas
injurias, “extendió aquello delante de Jehová”, quien de nuevo contestó
por medio de Isaías desafiando a Senaquerib y asegurándole que los
asirios no entrarían en Jerusalén. Jehová dijo: “Ciertamente defenderé
esta ciudad para salvarla por causa de mí mismo y por causa de David mi
siervo”. (2Re 19:8-34; Isa 37:8-35.)
Durante la noche, Jehová envió a su
ángel, quien dio muerte a 185.000 de los mejores hombres de las tropas
de Senaquerib, “a todo hombre valiente, poderoso, y a caudillo y jefe en
el campamento del rey de Asiria, de manera que este se volvió con
rostro avergonzado a su propio país”. Así quedó eliminada para siempre
la amenaza de Senaquerib contra Jerusalén. Más adelante, “aconteció que,
mientras se inclinaba en la casa de Nisroc su dios, Adramélec y
Sarézer, sus propios hijos, lo derribaron a espada”. (2Cr 32:21; Isa 37:36-38.)
ángel, quien dio muerte a 185.000 de los mejores hombres de las tropas
de Senaquerib, “a todo hombre valiente, poderoso, y a caudillo y jefe en
el campamento del rey de Asiria, de manera que este se volvió con
rostro avergonzado a su propio país”. Así quedó eliminada para siempre
la amenaza de Senaquerib contra Jerusalén. Más adelante, “aconteció que,
mientras se inclinaba en la casa de Nisroc su dios, Adramélec y
Sarézer, sus propios hijos, lo derribaron a espada”. (2Cr 32:21; Isa 37:36-38.)
Se han encontrado inscripciones
relativas a la derrota que Senaquerib infligió a las fuerzas etíopes. En
estas también se dice: “En cuanto a Ezequías el Judío, no se sometió a
mi yugo. Puse sitio a 46 de sus ciudades fuertes [...] y (las)
conquisté [...]. A él mismo hice prisionero en Jerusalén, su residencia
real, como a un pájaro en una jaula”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, págs.
236, 237.) No dice que tomó la ciudad. Esta inscripción apoya el relato
de la Biblia sobre la sublevación de Ezequías y el fracaso de
Senaquerib en el sitio de Jerusalén. Según la costumbre de los reyes
paganos de vanagloriarse en sus inscripciones, Senaquerib exagera la
cantidad de talentos de plata que Ezequías pagó, 800, en vez de los 300
que dice la Biblia.
relativas a la derrota que Senaquerib infligió a las fuerzas etíopes. En
estas también se dice: “En cuanto a Ezequías el Judío, no se sometió a
mi yugo. Puse sitio a 46 de sus ciudades fuertes [...] y (las)
conquisté [...]. A él mismo hice prisionero en Jerusalén, su residencia
real, como a un pájaro en una jaula”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, págs.
236, 237.) No dice que tomó la ciudad. Esta inscripción apoya el relato
de la Biblia sobre la sublevación de Ezequías y el fracaso de
Senaquerib en el sitio de Jerusalén. Según la costumbre de los reyes
paganos de vanagloriarse en sus inscripciones, Senaquerib exagera la
cantidad de talentos de plata que Ezequías pagó, 800, en vez de los 300
que dice la Biblia.
Prolongación milagrosa de la vida de Ezequías. Cuando
Senaquerib amenazaba a Jerusalén, Ezequías se vio aquejado de un
divieso maligno. El profeta Isaías le dijo que dispusiese sus asuntos en
preparación para su muerte. Pero Ezequías todavía no había tenido
ningún hijo que le sucediera en el trono, de modo que parecía que la
línea real davídica iba a interrumpirse. Ezequías oró fervientemente a
Jehová con lágrimas, ante lo cual Jehová envió a Isaías para informarle
que le añadiría quince años a su vida. Iba a recibir una señal
milagrosa: la sombra del sol sobre “la escalera de Acaz” retrocedería
diez gradas. (Véase SOL.) Tres años después de esto, Ezequías tuvo un
hijo llamado Manasés, que con el tiempo le sucedió en el trono. (2Re 20:1-11, 21; 21:1; Isa 38:1-8, 21.)
Senaquerib amenazaba a Jerusalén, Ezequías se vio aquejado de un
divieso maligno. El profeta Isaías le dijo que dispusiese sus asuntos en
preparación para su muerte. Pero Ezequías todavía no había tenido
ningún hijo que le sucediera en el trono, de modo que parecía que la
línea real davídica iba a interrumpirse. Ezequías oró fervientemente a
Jehová con lágrimas, ante lo cual Jehová envió a Isaías para informarle
que le añadiría quince años a su vida. Iba a recibir una señal
milagrosa: la sombra del sol sobre “la escalera de Acaz” retrocedería
diez gradas. (Véase SOL.) Tres años después de esto, Ezequías tuvo un
hijo llamado Manasés, que con el tiempo le sucedió en el trono. (2Re 20:1-11, 21; 21:1; Isa 38:1-8, 21.)
Error de Ezequías y su arrepentimiento. El
registro de las Escrituras dice que “Ezequías no correspondió según el
beneficio que se le había hecho, porque su corazón se hizo altivo, y
vino a haber indignación contra él y contra Judá y Jerusalén”. (2Cr 32:25.)
La Biblia no especifica si esta altivez tuvo relación con la
imprudencia que cometió al mostrar todo el tesoro de su casa y todos sus
dominios a los mensajeros que el rey babilonio Berodac-baladán
(Merodac-baladán) había enviado a Ezequías cuando se recuperó de su
enfermedad. Tal vez Ezequías exhibiera toda aquella riqueza para
impresionar al rey de Babilonia como posible aliado contra el rey de
Asiria. Por supuesto, esta acción pudo haber despertado la codicia de
los babilonios. El profeta Isaías estaba en contra de toda alianza o
dependencia de Babilonia, que por tanto tiempo había sido enemiga de
Dios, por eso, cuando oyó cómo Ezequías había tratado a los mensajeros
babilonios, pronunció la profecía inspirada por Jehová de que con el
tiempo los babilonios se llevarían todo, incluso a algunos de los
descendientes de Ezequías, a su tierra. Ezequías, sin embargo, se
humilló, y Dios fue bondadoso al permitir que dicha calamidad
no aconteciese en sus días. (2Re 20:12-19; 2Cr 32:26, 31; Isa 39:1-8.)
registro de las Escrituras dice que “Ezequías no correspondió según el
beneficio que se le había hecho, porque su corazón se hizo altivo, y
vino a haber indignación contra él y contra Judá y Jerusalén”. (2Cr 32:25.)
La Biblia no especifica si esta altivez tuvo relación con la
imprudencia que cometió al mostrar todo el tesoro de su casa y todos sus
dominios a los mensajeros que el rey babilonio Berodac-baladán
(Merodac-baladán) había enviado a Ezequías cuando se recuperó de su
enfermedad. Tal vez Ezequías exhibiera toda aquella riqueza para
impresionar al rey de Babilonia como posible aliado contra el rey de
Asiria. Por supuesto, esta acción pudo haber despertado la codicia de
los babilonios. El profeta Isaías estaba en contra de toda alianza o
dependencia de Babilonia, que por tanto tiempo había sido enemiga de
Dios, por eso, cuando oyó cómo Ezequías había tratado a los mensajeros
babilonios, pronunció la profecía inspirada por Jehová de que con el
tiempo los babilonios se llevarían todo, incluso a algunos de los
descendientes de Ezequías, a su tierra. Ezequías, sin embargo, se
humilló, y Dios fue bondadoso al permitir que dicha calamidad
no aconteciese en sus días. (2Re 20:12-19; 2Cr 32:26, 31; Isa 39:1-8.)
En los días del profeta Jeremías,
algunos de los cabezas del pueblo que estaban en Jerusalén hablaron
favorablemente de Ezequías por haber sido humilde al prestar atención a
Miqueas de Moréset, profeta de Jehová. (Jer 26:17-19.)
algunos de los cabezas del pueblo que estaban en Jerusalén hablaron
favorablemente de Ezequías por haber sido humilde al prestar atención a
Miqueas de Moréset, profeta de Jehová. (Jer 26:17-19.)
2. Antepasado del profeta Sofonías, quizás el rey Ezequías. (Sof 1:1.)
3. Un hombre de Israel cuyos descendientes regresaron con Zorobabel del exilio babilonio. Probablemente no era el rey Ezequías. (Esd 2:1, 2, 16; Ne 7:6, 7, 21.)
Puede que uno de los cabezas del pueblo que autenticaron por sello el
“arreglo fidedigno” en tiempo de Nehemías fuera descendiente de este
Ezequías. (Ne 9:38; 10:1, 14, 17.)
Puede que uno de los cabezas del pueblo que autenticaron por sello el
“arreglo fidedigno” en tiempo de Nehemías fuera descendiente de este
Ezequías. (Ne 9:38; 10:1, 14, 17.)
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