La nación de Israel atravesaba
momentos difíciles cuando Jehú recibió una comisión divina. El país
estaba bajo la malvada influencia de Jezabel, viuda de Acab y madre del
rey Jehoram. Esta mujer había promovido el culto a Baal en detrimento de
la adoración a Jehová, había asesinado a varios profetas de Dios y
había corrompido al pueblo con sus
fornicaciones y hechicerías (1 Rey. 18:4, 13; 2 Rey. 9:22). Jehová por
tanto decretó el exterminio de toda la casa de Acab —en especial Joram y
Jezabel⁠— y encomendó a Jehú llevar a cabo la ejecución.
Hijo del Rey Josafat de Judá. Durante el
reinado de Acab (Rey de Israel), Jehú fue instrumento de juicio divino
sobre la nación (Casa de Israel). Era comandante del ejército de Joram
(hijo de Acab), cuando Eliseo envió a uno de los hijos de los profetas
para ungirlo como rey con el mandato de aniquilar la casa de Acab (2
Reyes 9:1-13).
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2 REYES


9:1 Entonces el profeta Eliseo
llamó a uno de los hijos de los profetas, y le dijo: Ciñe tus lomos, y
toma esta redoma de aceite en tu mano, y ve a Ramot de Galaad.



9:2 Cuando llegues allá, verás allí a
Jehú hijo de Josafat hijo de Nimsi; y entrando, haz que se levante de
entre sus hermanos, y llévalo a la cámara.



9:3 Toma luego la redoma de aceite, y
derrámala sobre su cabeza y di: Así dijo Jehová: Yo te he ungido por rey
sobre Israel. Y abriendo la puerta, echa a huir, y no esperes.



9:4 Fue, pues, el joven, el profeta, a Ramot de Galaad.


9:5 Cuando él entró, he aquí los
príncipes del ejército que estaban sentados. Y él dijo: Príncipe, una
palabra tengo que decirte. Jehú dijo: ¿A cuál de todos nosotros? Y él
dijo: A ti, príncipe.



9:6 Y él se levantó, y entró en casa; y
el otro derramó el aceite sobre su cabeza, y le dijo: Así dijo Jehová
Dios de Israel: Yo te he ungido por rey sobre Israel, pueblo de Jehová.



9:7 Herirás la casa de Acab tu señor,
para que yo vengue la sangre de mis siervos los profetas, y la sangre de
todos los siervos de Jehová, de la mano de Jezabel.



9:8 Y perecerá toda la casa de Acab, y destruiré de Acab todo varón, así al siervo como al libre en Israel.


9:9 Y yo pondré la casa de Acab como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías.


9:10 Y a Jezabel la comerán los perros
en el campo de Jezreel, y no habrá quien la sepulte. En seguida abrió la
puerta, y echó a huir.



9:11 Después salió Jehú a los siervos de
su señor, y le dijeron: ¿Hay paz? ¿Para qué vino a ti aquel loco? Y él
les dijo: Vosotros conocéis al hombre y sus palabras.



9:12 Ellos dijeron: Mentira;
decláranoslo ahora. Y él dijo: Así y así me habló, diciendo: Así ha
dicho Jehová: Yo te he ungido por rey sobre Israel.



9:13 Entonces cada uno tomó
apresuradamente su manto, y lo puso debajo de Jehú en un trono alto, y
tocaron corneta, y dijeron: Jehú es rey.



Jehú no se precipitó, sino que meditó concienzudamente en la mejor manera de cumplir su misión.
El rey Joram había sufrido heridas en
batalla y se había refugiado en la ciudad de Jezreel con la esperanza de
recuperarse. Si Jehú quería lograr sus objetivos, debía asegurarse de
que nadie en Jezreel conociera sus planes. “No dejen que nadie salga en
escape de la ciudad para ir a dar informe en Jezreel”, ordenó (2 Rey.
9:14, 15). Esperando quizás cierta resistencia por parte de las tropas
leales a Joram, Jehú no quiso correr ningún riesgo.
Al llegar a Jezreel, Jehú mató a Joram y luego a Ocozías rey de Judá.
También mandó a echar a Jezabel desde una ventana, y ésta murió como lo
había profetizado Elías (2 Reyes 9:14-37).


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2 REYES


30 Vino
después Jehú a Jezreel; y cuando Jezabel lo oyó, se pintó los ojos con
antimonio, y atavió su cabeza, y se asomó a una ventana.



31 Y cuando entraba Jehú por la puerta, ella dijo: ¿Sucedió bien a Zimri, que mató a su señor?


32 Alzando él entonces su rostro hacia la ventana, dijo: ¿Quién está conmigo? ¿quién? Y se inclinaron hacia él dos o tres eunucos.


33 Y
él les dijo: Echadla abajo. Y ellos la echaron; y parte de su sangre
salpicó en la pared, y en los caballos; y él la atropelló.



34 Entró luego, y después que comió y bebió, dijo: Id ahora a ver a aquella maldita, y sepultadla, pues es hija de rey.


35 Pero cuando fueron para sepultarla, no hallaron de ella más que la calavera, y los pies, y las palmas de las manos.


36 Y
volvieron, y se lo dijeron. Y él dijo: Esta es la palabra de Dios, la
cual él habló por medio de su siervo Elías tisbita, diciendo: En la
heredad de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel,



37 y
el cuerpo de Jezabel será como estiércol sobre la faz de la tierra en
la heredad de Jezreel, de manera que nadie pueda decir: Esta es Jezabel.



Exterminó la
casa de Acab como Dios le había dicho pero su celo fue excesivo al
matar a todos los siervos de Baal (2 Reyes 10:18-28)
Para valerse del elemento sorpresa, Jehú
recorrió con su carro los 72 kilómetros (45 millas) que separaban
Ramot-galaad de Jezreel a toda velocidad. Un vigía apostado en una torre
vio acercarse a “la oleada en masa de los hombres de Jehú” (2 Rey.
9:17). Es muy probable que Jehú se hiciera acompañar de una gran fuerza
militar para asegurarse de lograr su objetivo.
Al darse cuenta de que el valeroso Jehú
conducía uno de los carros, el vigía exclamó: “Es con locura como guía”
(2 Rey. 9:20). Si la forma de guiar de Jehú era ya de por sí veloz, la
premura de esta misión especial lo llevó a lanzarse en una carrera
vertiginosa.
Jehú rechazó la intercesión de dos mensajeros y fue directamente al
encuentro del rey Jehoram y su aliado Ocozías, el rey de Judá.


9:20 El atalaya volvió a decir: También
éste llegó a ellos y no vuelve; y el marchar del que viene es como el
marchar de Jehú hijo de Nimsi, porque viene impetuosamente.



9:21 Entonces Joram dijo: Unce el carro.
Y cuando estaba uncido su carro, salieron Joram rey de Israel y Ocozías
rey de Judá, cada uno en su carro, y salieron a encontrar a Jehú, al
cual hallaron en la heredad de Nabot de Jezreel.



9:22 Cuando vio Joram a Jehú, dijo: ¿Hay
paz, Jehú? Y él respondió: ¿Qué paz, con las fornicaciones de Jezabel
tu madre, y sus muchas hechicerías?



9:23 Entonces Joram volvió las riendas y huyó, y dijo a Ocozías: ¡Traición, Ocozías!


El motivo de Jehú para cumplir su
comisión queda patente en las siguientes palabras dirigidas al fiel
Jehonadab: “Ven conmigo, sí, y ve como no tolero rivalidad respecto a
Jehová”. Jehonadab aceptó la invitación, se montó en el carro de Jehú y
juntos viajaron hasta Samaria. Allí Jehú “actuó con astucia engañadora,
con el propósito de destruir a los adoradores de Baal” (2 Rey. 10:15-17,
19).
2 REYES


10:18 Después reunió Jehú a todo el pueblo, y les dijo: Acab sirvió poco a Baal, mas Jehú lo servirá mucho.


10:19 Llamadme, pues, luego a todos los profetas de Baal, a todos sus siervos y a todos sus sacerdotes; que no falte uno, porque tengo un gran sacrificio para Baal; cualquiera que faltare no vivirá. Esto hacía Jehú con astucia, para exterminar a los que honraban a Baal.


10:20 Y dijo Jehú: Santificad un día solemne a Baal. Y ellos convocaron.


10:21 Y envió Jehú por todo Israel, y
vinieron todos los siervos de Baal, de tal manera que no hubo ninguno
que no viniese. Y entraron en el templo de Baal, y el templo de Baal se
llenó de extremo a extremo.



10:22 Entonces dijo al que tenía el
cargo de las vestiduras: Saca vestiduras para todos los siervos de Baal.
Y él les sacó vestiduras.



10:23 Y entró Jehú con Jonadab hijo de
Recab en el templo de Baal, y dijo a los siervos de Baal: Mirad y ved
que no haya aquí entre vosotros alguno de los siervos de Jehová, sino
sólo los siervos de Baal.



10:24 Y cuando ellos entraron para hacer
sacrificios y holocaustos, Jehú puso fuera a ochenta hombres, y les
dijo: Cualquiera que dejare vivo a alguno de aquellos hombres que yo he
puesto en vuestras manos, su vida será por la del otro.



10:25 Y después que acabaron ellos de
hacer el holocausto, Jehú dijo a los de su guardia y a los capitanes:
Entrad, y matadlos; que no escape ninguno. Y los mataron a espada, y los
dejaron tendidos los de la guardia y los capitanes. Y fueron hasta el
lugar santo del templo de Baal,



10:26 y sacaron las estatuas del templo de Baal, y las quemaron.


10:27 Y quebraron la estatua de Baal, y derribaron el templo de Baal, y lo convirtieron en letrinas hasta hoy.


10:28 Así exterminó Jehú a Baal de Israel.


Continuó el culto a los becerros de oro, y como consecuencia Hazael rey de Siria, invadió a Israel (2 Reyes 10:31-36).
2 REYES


10:31 Mas Jehú no
cuidó de andar en la ley de Jehová Dios de Israel con todo su corazón,
ni se apartó de los pecados de Jeroboam, el que había hecho pecar a
Israel.



10:32 En aquellos días comenzó Jehová a cercenar el territorio de Israel; y los derrotó Hazael por todas las fronteras,


10:33 desde el Jordán al nacimiento del sol, toda la tierra de Galaad, de Gad, de Rubén y de Manasés, desde Aroer que está junto al arroyo de Arnón, hasta Galaad y Basán.


JEHU MAPA


Cierto obelisco negro indica que Jehú
pagó tributo a Salmanasar de Asiria para que lo apoyara contra Hazael.
La dinastía fundada por Jehú duró cuatro generaciones.
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Emisario del rey Jehu u Oseas del
antiguo y norteño Reino de Israel, o acaso uno de ellos, rinde tributo
ante Salmanasar III. Reconstrucción del segundo registro del Obelisco
Negro.
Salmanasar
HAZAEL 2
Muerte de Jehú


2 Reyes


10:35 Y durmió Jehú con sus padres, y lo sepultaron en Samaria; y reinó en su lugar Joacaz su hijo.


10:36 El tiempo que reinó Jehú sobre Israel en Samaria fue de veintiocho años.


Es cierto que Jehú derramó mucha sangre.
Sin embargo, las Escrituras lo describen como un hombre valiente que
liberó a Israel de la opresión de Jezabel y su familia. Para lograr esta
hazaña, tenía que ser celoso, decidido y valiente. “No era una tarea
fácil, pero se ejecutó con total rigurosidad.Otras medidas menos
estrictas no hubieran logrado erradicar el baalismo de Israel.”
¿qué hacer ante la posibilidad de
participar en algo que Jehová condena? Debemos rechazar la tentación con
decisión, firmeza,  valor y prontitud. En lo relacionado con nuestra
devoción a Jehová, no podemos tolerar ninguna rivalidad.
El final de esta historia contiene una señal de advertencia. Jehú “no
se apartó” de seguir tras “los becerros de oro” que estaban en Betel y
Dan (2 Rey. 10:29). ¿Cómo es posible que alguien que parecía tan celoso por la adoración pura cayera en la idolatría?


10:29 Con todo eso, Jehú no se apartó de
los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel; y dejó
en pie los becerros de oro que estaban en Bet-el y en Dan.



Quizá Jehú creía que para que Israel se
mantuviera independiente de Judá se necesitaba una separación religiosa
entre ambos reinos y por eso, como los anteriores reyes de Israel,
tratara de mantenerlos separados perpetuando el culto a becerros. Pero
aquello sería una falta de confianza en Jehová, quien lo había hecho
rey.
Jehová elogió a Jehú por haber obrado
bien y haber cumplido su comisión. Pero las Escrituras también indican
que Jehú “no puso cuidado en andar en la ley de Jehová el Dios de Israel
con todo su corazón” (2 Rey. 10:30, 31).
Al repasar la trayectoria anterior de Jehú, tal vez nos entristezca y
sorprenda este final; pero aun así, contiene una lección para nosotros:
nunca debemos dar por sentada nuestra relación con Jehová. Debemos
cultivar lealtad a nuestro Padre celestial todos los días mediante el
estudio de su Palabra, la meditación en ella y la comunicación sincera
con él.
Por lo tanto, hagamos lo sumo posible por seguir andando en la ley de Jehová con todo el corazón.
Fuentes y agradecimiento:
Diccionario Ilustrado de la Biblia. Edición Caribe
http://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/2011848#h=3
https://es.wikipedia.org/wiki/Obelisco_negro