martes, 25 de octubre de 2016

MASORA

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MASORA
La masora designa a la
tradición judía sobre las lecturas textuales del Pentateuco en
particular y el Antiguo Testamento en general, entendiendo por el mismo
el texto consonántico.
Contenido de la masora.

Tras el regreso del exilio la ley de Moisés fue el punto central de la
vida común del pueblo, siendo un absorbente cuidado por la base textual
la consecuencia natural. La instrucción de la ley comenzaba desde
temprano en la sinagoga, donde se leían pasajes de esa parte de la Escritura,
a la que se añadían también selecciones de los profetas. Muy pronto se
formularon directrices exactas sobre el copiado de las Escrituras,
especialmente para elaborar los rollos de la sinagoga. Enseguida se
diseñaron también medios para controlar su seguridad. Los versos,
palabras y letras de todo el Antiguo Testamento y también partes del
mismo eran contados y se tomaba nota del número de veces que las
palabras ocurrían en el conjunto o en partes del volumen. De este modo
la tradición de que hay en el Antiguo Testamento 23.203 versículos es
tan antigua que retrocede al tiempo de la persecución bajo Adriano.
Más aún, se anotaban peculiaridades y se ordenaban en grupos, como en
los casos donde las lecturas marginales eran preferidas. En los casos
donde esas singularidades se suponía que eran de importancia particular
se tomaba nota de ellas, de modo que la omisión o cambio se hiciera
difícil o imposible y a veces se daba una explicación del fenómeno.
Ejemplos de las mismas son el "nun" suspendido en el nombre "Manasés", Jueces 18:30 y los dos métodos (scriptio plena y defectiva) de pronunciar el nombre propio Efrón en Génesis 23:16, del que se dieron descabelladas explicaciones.


Trasmisión oral; variaciones textuales.

No hay indicación en el Talmud
o en los Midras más antiguos de que el material de esa clase fuera
puesto por escrito, pero se presumía que fue trasmitido oralmente, al
menos hasta el siglo séptimo. La división de la ley en párrafos (en
Palestina para ser leída a lo largo de tres años y en Babilonia en un
año) y en versículos fue conocida en esa fecha temprana, indicada por
las 290 secciones abiertas y 379 cerradas. Parece que una vez que la
pronunciación transmitida por la tradición fue indicada en los
manuscritos, las notas de las peculiaridades y los resultados del examen
del texto comenzaron a ser escritos en el margen de los manuscritos o
al final del volumen o de los libros individuales, aunque, a veces, sin
embargo, en manuscritos separados. El diferente desarrollo que el
judaísmo experimentó en su patria y en el exterior (en Palestina y
Babilonia) produjo variaciones y diversidades en los textos y de este
modo se produjo una diversidad de "autoridad". Referente a ello la
masora no es totalmente consistente y los antiguos manuscritos muestran
gran variedad de lecturas. El acuerdo general entre la mayoría de los
códices del Antiguo Testamento se debe a un proceso nivelador bajo la
influencia de los masoretas. El origen de los tres sistemas de
puntuación conocidos no ha sido con certeza descubierto.


Masoretas eminentes y textos.

Los estudios masoréticos fueron principalmente realizados en Tiberias,
un hecho que está registrado en las referencias marginales en los
códices de los "hombres de Tiberias", donde en particular la familia de
Aarón ben Moisés ben Asher fue activa desde finales del siglo octavo,
debiendo haber tomado forma la puntuación masorética allí, al menos en
lo esencial. Se conocen muchos nombres de destacados masoretas, entre
los ellos el contemporáneo de Aarón Moisés ben Asher, Moisés Ben David
ben Neftalí y de Moisés Moheh y Rabí Pinjás. Un manuscrito de singular
notoriedad es también conocido por nombre, la masora rabba, citada ya en
ben Neftalí, y de otras códices existen citas que son de valor. Los
puntos en los que ben Neftalí difirió de ben Asher están preservados en
listas y numerosas notas marginales. Pero el más célebre de todos los
masoretas es Aarón ben Moisés ben Asher (que destacó en Tiberias a
principios del siglo X), siendo citado como la autoridad más elevada
sobre el texto, afirmándose que un códice de su mano, provisto de
puntuación y masora, existe en Alepo. La crítica textual moderna procura
particularmente emplear los medios dejados por ben Asher. Tras él
vinieron los denominados Nakdanim o puntuadores, entre los cuales fueron
eminentes Moisés, Sansón (ambos llamados Nakdan) y Jecutiel ben Hudá
ha-Kohen. Posteriores copistas y gramáticos los citan a ellos y a sus
códices con frecuencia. De los manuales masoréticos nombrados y citados
desde mediados del siglo XII el más importante es el llamado Oklah weoklah (Ochlah weochlah), aunque una obra más antigua es el tratado Soferim. También se debe hacer mención de los códices de Yemen que combinan gramática con masora.


Masora parva, magna y marginalis.

Jacob ben Hayyim ibn Adonías se propuso recoger y ordenar todo el
material que pudo en manuscritos, una tarea de cuya complejidad sólo los
más expertos pueden darse cuenta. Los resultados están empleados en la
segunda Biblia de Daniel Bomberg (4 volúmenes, Venecia, 1524-25),
debiéndose considerary el texto de la masora en ella propocionado,
prácticamente reproducido en las posteriores Biblias rabínicas, debe, a pesar de ser incompleto y tener lagunas, el textus receptus de la masora. La masora se distingue en masora parva y magna (llamadas juntas masora marginalis). En las Biblias rabínicas el texto y el Tárgum están impresos en columnas paralelas, entre las cuales está la masora parva, que tiene que ver con el kere y proporciona el número de ocurrencias de una forma. Encima y debajo del texto aparece la masora magna, que contiene referencias a la parva
y asuntos generales, tales como la concordancia de palabras que tienen
ciertas peculiaridades. Al final del cuarto volumen está la masora finalis, una especie de léxico en orden alfabético que contiene también referencias a la masora marginalis
y declaraciones sobre las diferencias entre ben Asher y ben Neftalí y
entre las lecturas oriental y occidental. Este es prácticamente el
ordenamiento de los manuscritos, aunque hay diferencias tanto de
contenido como de orden. Que los judíos orientales o babilónicos
difirieron en su texto de los occidentales o palestinos se supo en
tiempos antiguos sólo por medio de la lista de 216 variantes de Jacob
Ben Hayyim. Ahora se sabe que las variantes existen en el Pentateuco y
tienen que ver con vocales y acentos, que muestran diferencias de la
tradición masorética y que los orientales no estaban en total acuerdo
entre sí.

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