lunes, 24 de octubre de 2016

La escuela de Jamnia y el judaísmo

La escuela de Jamnia y el judaísmo


























Rollo de la Torá - Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported







Rollo de la Torá. 
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El judaísmo
actual es heredero del fariseismo, no de los saduceos, ni de los
apocalípticos esenios y qumranitas -que a su vez se relacionan con los
asideos-, no digamos ya de otros grupos más extremistas y que actuaban
básicamente por la vía política, como los zelotes o los sicarios -ambos
los menciona Josefo-.

La escuela de Jamnia

El
judaísmo rabínico viene de la escuela de Jamnia. Se discute si hubo o
no hubo propiamente un concilio de Jamnia, pero, en cualquier caso, es
seguro que sí una escuela rabínica en Jamnia y que es quién reorganiza
el judaísmo tras la desaparición del Segundo Templo y la interrupción
del esquema sacrificial.

La reestructuración de la sinagoga y de
un culto que ya prescinde de lo sacrificial -pese a que sus ritos se
conservan en lo normativo, de hecho sin llegar a reconstruir el Templo
sí durante el período de Bar Kojba parece que algún sacrificio sí se
retomó-.

No obstante, se conservan -y aún se comentan posteriormente, sin ir más lejos en la Mishné Torá del filósofo aristotélico Maimónides, su obra más importante junto a la Guía de los Perplejos-
todos los aspectos legalistas y rituales incluidos los concernientes a
los sacrificios -digamos que no se descarta la idea de un Tercer
Templo-.


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La tradición sobre el origen de Jamnia

Según
la tradición talmúdica el rabi Iojanan Ben Zakai prepara un encuentro
con Vespasiano justo antes del asalto de Tito a Jerusalén, valiéndose de
la estratagema de un funeral y simulando que había muerto consigue
salir de la ciudad asediada y entrevistarse con Vespasiano, y en la
entrevista le augura que será emperador y le pide que le permita ir
junto a sus compañeros a Yavne o Jamnia, ciudad ubicada en el centro de
Israel y cerca de la costa del Mediterráneo.
Vespasiano satisfecho
con el augurio, sabiendo que ese rabino y sus seguidores no habían
participado en la rebelión y pareciéndole que la petición -junto a un
par de cosas más, una de ellas un médico- era poca cosa y asumible lo
concede.

Parte para allí ese grupo liderado por el rabi Iojanan
Ben Zakai y se instalan en Jamnia, donde posteriormente se estableció un
Sanedrín y una Ieshivá para preparar a futuros rabinos. Ese sería el
comienzo de la Escuela de Jamnia.

Si la entrevista tal cual se
produjo o no es discutible, pero lo que es indiscutible es que los que
se instalan allí lo hacen con el consentimiento explícito de los
romanos, porque, obviamente, en caso contrario y teniendo en cuenta que
se estaba aplastando una sublevación contra Roma mediante una costosa
guerra, Jamnia nunca hubiese podido crearse.

El canon del Tanaj

En
Jamnia también se produce la fijación efectiva del canon del Tanaj tal y
como hoy existe. Algunas cosas se siguieron discutiendo después pero el
canon establecido en Jamnia ya no varió.

Si pasamos a los textos tanajicos, el canon definitivo se fija en Jamnia y lo hace a partir de los siguientes criterios:

  1.  Que
    hubiese sido escrito en la época en que se consideraba que aún había
    profecía en Israel, lo que, aproximadamente, lo situaría como escrito
    anterior al año 450 a.e.c. (antes de la era común).
  2. Que fuese
    obra de profeta o profetas, o bien de personas que el concilio entiende
    inspiradas por Dios (según fuese el nivel profético de la obra, se ponía
    ese texto en la sección de "Profetas", o en la de "Escritos
    consagrados").
  3. El texto debía estar escrito en hebreo, aunque en algunas ocasiones se aceptó en arameo.
  4. El
    contenido debía ser coherente con el conjunto del cuerpo ideológico o
    pensamiento judío (eso está en correlación con la necesidad que el texto
    este inspirado divinamente).
Pero si vamos más allá, a la
formación de los textos en sí, encontramos la idea de compilación de los
Libros en distintas fases y distintos períodos, por ejemplo, para la
formación de la Torá esta la hipótesis documentaria formulada por
primera vez por Julius Wellhausen que habla de la confluencia de varias
tradiciones -la elohista, la yahvista, la deuteronómica y la sacerdotal,
hipótesis que ha tenido y tiene sus vaivenes pero sigue como piedra de
toque de la investigación.

Para el Libro de Daniel tenemos ya más
que definida una autoría macabea -todo lo relatado en Babilonia es
ficción, es un telón de fondo narrativo, nada más-. En los inicios del
Génesis se mezclan al menos dos relatos de la Creación, no existe un
solo profeta Isaías, el Libro de Isaías esta escrito en tres momentos
diferentes, identificándose el Protoisaías, el Deuteroisaías y el
Tritoisaías y... así podríamos seguir. A partir del análisis de los
textos se puede obtener una idea bastante clara de cual es su proceso de
formación.























Historia de la cábala

El misticismo judío en la Edad Media















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El árbol de la vida. 
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La cábala es mística judía que nace alrededor de una reflexión cuyas raíces son las del judaísmo rabínico.

Pero
su generación es, sin duda, medieval. Incluso en posiciones opuestas
desde dentro del judaísmo medieval tenemos testimonios que así lo
indican.

La cábala medieval, durante su aparición, fue contestada tanto desde posturas racionalistas y filosóficas como desde posturas tradicionalistas -ligadas a textos como el “Talmud” o la más reciente “Mishné Torá” de Maimónides- que no veían con buenos ojos ese nuevo misticismo.

Así en la obra de Rabbí Meir Ben Simón “Milhemet miswah nehed ha-nasrut” (“Guerra santa contra el cristianismo”) se cuenta sobre el “Sepher ha-Bahir” (“Libro de la Claridad”), que es una de las primeras obras cabalísticas, lo siguiente:

“Tales
herejías no se oyeron jamás en el pueblo de Israel. Hemos oído que ya
han compuesto un libro que llaman “de la Claridad” y no vieron en él luz
alguna”
.

A su vez la cábala se definía como “tradición” y
no veía con agrado los desarrollos filosóficos dentro del judaísmo,
entre los cuales destaca la “Guía de los Perplejos” de Maimónides.










La investigación académica de la cábala

Para hablar de la cábala es imprescindible mencionar la figura y los estudios de Gershom Scholem.

Quién
rescató, desde la cultura judía, para la investigación académica los
temas de la cábala y los cabalistas. Los cuales habían quedado muy
desprestigiados por el menosprecio que hacia ellos se dedicó durante la
etapa de la Haskalah, que es la versión hebrea de la Ilustración.

Scholem es quién rescata el tema y dedica su vida -o buena parte de ella- a la investigación sobre el mismo.

Desde
los trabajos de Gershom Scholem se descubren obras y figuras como
Nahmánides, Ezra ben Selomo, Azriel de Gerona, Isaac Luria, Moshé
Cordovero o Moshé de León, el autor del “Zohar” o “Libro del Esplendor”, una de las principales obras cabalísticas.

La aparición de la cábala
Los
cabalistas se quieren remontar a la tradición y a figuras como la del
rabino Shimon Bar Yojai -siglo I y II EC- pero no es real esa
atribución. La cábala es, como se ha indicado, misticismo medieval
judío.

Su origen se encuentra en Europa Occidental y está
testimoniado en la efervescente Occitania francesa de los siglos XI y
XII EC. Según indica Scholem en su obra “Los orígenes de la cábala” el lugar de aparición es el sur de Francia:

Todo
lo que sabemos de los primeros cabalistas y de sus círculos proviene
del Languedoc. En ciudades como Lunel, Narbona, Posquieres, y tal vez
también en Marsella, Toulouse y Arlés, encontramos a las primeras
personalidades cabalistas conocidas.”


Lo cual puede hacer
suponer contactos entre diferentes misticismos, recordemos que en esa
región domina el misticismo cátaro. Y aunque éste es formalmente
cristiano no es católico.

Aunque resulta tentador especular sobre
influencias directas del catarismo sobre la cábala esta tesis no parece
excesivamente sólida. Gershom Scholem la descarta y, a lo sumo, podría
anotarse alguna similitud entre cábala y catarismo en el punto de la
transmigración de las almas.

Los pilares de la cábala y el análisis cabalístico

La
cábala cuenta con variedad de obras y autores. Pero puede decirse que
sus dos pilares se encuentran en su primera referencia y en una de sus
obras cumbres. Se tratan respectivamente del “Sepher Yetzirá” y del “Zohar”.

El “Sepher Yetzirá” o “Libro de la Formación”
es uno de los , obra que es posible que sea de finales del siglo X EC,
cuya autoría y origen son desconocidos y objeto de cierta polémica .

El comienzo del “Sepher Yetzirá”
viene a decir que todo lo creado -ilusorio o no- lo es por el lenguaje,
por la comunicación, eso es lo que genera y da forma a los fenómenos
que, como diría  el filósofo escéptico Sexto Empirico, no son los fenómenos sino lo que pensamos que son los fenómenos.

Así el “Sepher Yetzirá” comienza de la siguiente manera:

"Y creó [Dios] Su universo con tres libros (Sepharim), con texto (Sepher), con número (Sephar) y con comunicación (Sippur)." (“Sepher Yetzirá” 1.1)

El “Zohar” o “Libro del Esplendor”
es el punto álgido de las reflexiones del misticismo judío y data de
finales del siglo XIII EC. Es obra del místico sefardí Moshé de León.

El “Zohar” más que un único texto es un “corpus” de libros. En ellos se comentan textos del “Tanaj” - la Biblia hebrea- pero, sobre todo, se centra en la “Torá” -el Pentateuco-.

En esta obra se ofrece una interpretación simbólica y un análisis semiótico del contenido de los textos sagrados del judaísmo.

La cábala se distingue porque ante todo es lenguaje, es uso del lenguaje y de la lingüística aplicada a lo que dice el “Tanaj”.
En cierto modo su método logra mezclar cosas que en principio son
antitéticas, como lo es la hermenéutica y la deconstrucción -que no será
formulada hasta muchos siglos después por Jacques Derrida-.

La
reflexión cabalística no se limita al uso del lenguaje, sino que
profundiza hasta el nivel de la palabra. Cada palabra es un mundo, y lo
es de sentidos y significados, no es gratuita ni la forma ni el fondo,
ni se puede prescindir de uno ni del otro para el análisis de esos
textos, no se puede hacer porque todo interactúa en ellos.

La cábala es un hito importante en la evolución del judaísmo.
Lo es por dos motivos, el primero es la introducción de la visión
mística en el muy legalista judaísmo rabínico, y el segundo su
tratamiento del lenguaje.

Como método tiene un gran mérito desde
un punto de vista lingüístico: lee el texto en su "textura". Aborda no
la literalidad sino la "textualidad", que contempla a la vez
significante y significado. Lo hace interpretando la forma del lenguaje,
casi letra a letra, y logra hacer eso sin perder de vista los contextos
de los textos. Desde un punto de vista de la filosofía del lenguaje y
de la semántica el proceso es fascinante




































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