miércoles, 28 de diciembre de 2016

(104) Torah Israel - LAS ALTURAS DE MI PUEBLO POR RAB AMRAM ANIDJAR...

(104) Torah Israel - LAS ALTURAS DE MI PUEBLO POR RAB AMRAM ANIDJAR...Torah Israel
14 de diciembre a las 4:30 ·

LAS ALTURAS DE MI PUEBLO
POR RAB AMRAM ANIDJAR

Parashat VAYISHLAJ

AGRADEZCAMOS

La Torá nos relata que Yaakov sospechó mucho de Esav, antes
del encuentro. Tal y como está escrito “Vayirá Yaakov Meod
Vayetzer Lo – Y temió mucho Yaakov y se angustió” (Génesis
32:8).
El Midrash pregunta: ¿Cómo es posible que una persona como
Yaakov tema a Esav, teniendo una promesa de Dios que lo va a
proteger? El temor era básicamente porque tal vezsus errores no le
permitirían recibir la ayuda de Dios. Y esto lo explica con mayor
amplitud Rashí, en el versículo 11, donde dice: “Katonti Mikel
Hajasadim Umikol Haemet – Soy indigno de toda la bondad y de
toda la lealtad”. Yaakov Abinu pensó que era indigno para recibir
tantas bondades de Dios, ya que todos su méritos ya se habían
acabado y dijo que esa falta de méritos son los que iban a
provocarle caer en manos de Esav.
Pero surge la pregunta: ¿Acaso Yaakov Abinu no sabía acerca
de lo justo que él era? ¿Cuántos méritos tenía, tanto así que su
nombre fue cambiado a Israel, lo que representa el nombre de cada
Patriarca y Matriarca; “I” representa a Itzjak, “S” de Sará, “R” de
Rivká y Rajel. “A” de Abraham y la Ele de Lea?
Entonces, por qué Yaakov piensa que no le corresponde nada,
siendo el elegido entre todos los Patriarcas.
Esta pregunta surge en nuestra cabeza, ya que estamos
acostumbrados a pensar que, si hacemos algo bueno, todos nos
deben. Si hicimos alguna Mitzvá o si estudié Torá, implica que nos
corresponde ser millonarios, tener buena salud y recibir honores de
todos, ya que somos hombres justos. O también ocurre que
cuando mujer se tapa la cabeza, piensa que Dios está en deuda con
ella, le tiene que mandar hijos, paz en el hogar, y todo aquello que
considere necesario.
Pero nuestros Patriarcas, ya nos enseñaron que esa no es la
realidad de las cosas.
Abraham fue el primero que publicó el nombre de Dios en el
mundo, destruyó estatuas, convirtió a las personas, hizo bondades
con todo el mundo, pero ni siquiera un hijo tenía. Después de 50
años de casados, Dios le informó que le daría un hijo. ¿Cómo
reaccionó Abraham? Dice la Torá “Vaijashbá Lo Tzedaká – Lo
consideró como caridad”. Explica el Zohar que Abraham
consideró esta bendición como un acto de caridad y no como un
pago pendiente, ya que la diferencia que existe entre ambas es que
la Tzedaká es un dinero que se da a alguien gratuitamente, y no
como el salario que es un pago que se haces a alguien que trabajó
para ti.
Abraham no vio la bendición de recibir un hijo como pago por
toda la labor realizada en nombre de Dios, sino como caridad de Él,
porque Abraham sabía que todo lo que hacía no era nada en
comparación con todo lo que Dios hacía por él. Diariamente le
daba la vida, salud, riqueza, felicidad, etc. Y ahora Dios viene a
regalarle otro regalo tan preciado como un hijo, entonces eso es
solo por su bondad y no por algo más.
Abraham se caracterizó siempre por decir que él era como el
polvo y la ceniza. Ceniza porque se salvó del horno en el que
hubiera quedado convertido en ceniza, y polvo porque se salvó de
la guerra con los reyes, en la que hubiera quedado muerto y
convertido en polvo.
Siempre decía que Dios es muy grande porque lo salvó
milagrosamente.
Si nos fijamos en la actitud de Abraham, él nunca dijo que
lógicamente, Dios debía ayudarlo constantemente porque él era el
único que santificaba su nombre en la tierra, el único que creía en
él, el que sería nombrado como líder del monoteísmo y
posteriormente patriarca del pueblo elegido. Ningún tipo de
pensamiento como estos atravesaba por la cabeza de Abraham
Abinu.
Yaakov Abinu, el elegido de los patriarcas, también era así.
Pensaba siempre que sus acciones no eran nada en comparación
con la gran cantidad de bondades que tenía Dios con él.
A Moshé Rabenu también le ocurrió lo mismo. El gran rabino
de nuestro pueblo, nos sacó de Egipto, nos bajó el Maná de los
cielos, nos dio la Torá de Dios, nos trajo hasta la frontera de Eretz
Israel, y justo en ese lugar Dios le comunica que él no podrá entrar
a la tierra prometida.
Una persona normal y corriente, ante tal situación, hubiese
dicho: ¿Quién? ¿Yo?, ¿Moshé Rabenu, el salvador, quien aguantó a
todo el pueblo 40 años, ahora no puede entrar? ¿Acaso todos los
que van a entrar no son mis alumnos, o alumnos de mis alumnos?
¿Ni siquiera puedo entrar para ser enterrado en Eretz Israel?
Pero Moshé Rabenu no reaccionó de esa forma; más bien
Moshé suplicó entrar a la tierra de Israel en la Parashá “Vaetjanan –
Y rogó”. Explica Rashí que pidió un regalo gratuito: Entrar a Israel.
Hay regalos gratuitos y regalos por compromiso. Por ejemplo,
cuando una persona asiste a una boda y regala. Después de un mes
esa persona tiene una fiesta familiar y este que recibió un regalo
hace un mes, ahora se lo retribuye “por compromiso”. Eso es
exactamente el concepto de regalo por compromiso. Pero regalo
gratuito es todo lo contrario, cuando nunca le hiciste un favor a
alguien, y ese alguien viene ahora y te regala algo. Y eso fue lo
que pidió Moshé a Dios, que le diera el regalo gratuito de entrar a
Israel, ya que para él todas sus acciones no representaban una
obligación por parte de Dios de cumplir con todos sus deseos.
Este concepto no solo se debe de llevar a cabo en nuestra
relación con Dios, sino que además con nuestros compañeros.
Porque si alguien nos hace un favor, ese favor a nuestros ojos lo
consideramos como algo insignificante, pero si nosotros le hicimos
un favor a alguien, sentimos que ese alguien está en constante
deuda con nosotros por el inmenso favor que le hicimos.
Para graficar esto que estamos hablando y así quede más
ejemplificado, recordémonos de los binóculo. Si vemos a través de
ellos, correctamente, todo se ve muy grande, pero si lo volteamos
veremos todo en pequeña escala. A nuestro pesar, cada vez que
alguien nos ayuda o nos hace un favor, vemos esa acción con el
binóculo al revés, es decir todo pequeño. Pero cuando somos
nosotros los que ayudamos, ahí sí observamos esta acción con los
binóculos al derecho.
Entre marido y mujer así ocurre. El marido desde temprano en
la mañana sale a trabajar, para traer el pan de cada día a la casa. Se
la pasa todo el día discutiendo con comerciantes, cheques
devueltos, el dólar que sube…, hasta que llega a la casa cansado, y
en su cabeza existe un solo pensamiento: Mi esposa hoy no hizo
nada, cocinar es trabajo fácil, cambiar los pañales a los niños es
rapidísimo, el resto del día está sentada descansando, sin embargo
yo no paro de trabajar. Lo único que desea el marido es que cuando abra la puerta de la casa, lo reciban con canciones y
alabanzas y valoren todo su esfuerzo físico.
Por otro lado, la mujer piensa lo mismo de ella: Yo trabajo muy
duro en la casa, con los niños, después salir a comprar, cocinar, y
mi marido no hace nada, todo el día en la oficina con aire
acondicionado y sentado en una silla de cuero. Yo espero que
apenas entre por esa puerta lo primero que diga sea para agradecer
y valorar todo mi esfuerzo diario.
Imagínense el encuentro entre estas dos personas. Cada uno
piensa que es el bondadoso, el mártir de la casa y que el otro no
hace nada. Allí es cuando empiezan las peleas.
Pero qué pasaría si cada uno sintiera que lo que él hace no es
nada en comparación al gran esfuerzo que el otro sí hace. Entonces
sería una familia ideal y ejemplar.
Por eso está escrito en el tratado de del Talmud, que
cuando la persona reza que por el mérito de sus antepasados, Dios
lo ayude, entonces es respondido su pedido por sus propios méritos.
Pero si la persona cuando reza pide por sus propios méritos, si
tienen méritos sus antepasados sí son escuchados sus pedidos, pero
si no tienen, no se le responde su oración.
La pregunta es: ¿por qué esto ocurre así? Y la respuesta se
entiende, según lo explicado anteriormente. Si la persona cuando
reza piensa que tiene muchos méritos personales y que por eso
Dios debe de ayudarlo, entonces solamente se toman en cuanta los
méritos de sus antepasados, pero cuando la persona piensa que
todo lo bueno que ha hecho en su vida, no es suficiente como para
pedir ayuda a Dios, y por eso pide por el mérito de sus antepasados,
entonces Dios observa sus méritos personales y lo ayuda.
Nosotros bendecimos “Hagomel – El que otorga”, cuando
volvemos de un viaje largo, cuando alguien sale preso de una
cárcel, si se cura de una enfermedad crónica, etc. Si nos fijamos en
la bendición encontraremos que dice “Lajayabim Tobot – A los que
deben favores”, es decir que la persona como tal está en deuda con
Dios por haberlo salvado, ya que a pesar de tener malas acciones en
su cuenta, Dios lo favoreció con bien y con maravillas.
Para culminar, nosotros nos llamamos Yehudim (judíos) por
Yehudá, el hijo de Yaakov y Lea. Cuando nació Yehudá, su madre
le puso ese nombre para agradecer a Dios “Hapaam Odé et Hashem
– Ahora agradeceré a Dios”. Explica Rashí en nombre de Tanjumá
(Cap. 9) que Lea sintió que tomó más de lo que le correspondía.
Así también todo yehudí debe sentir que todo lo que Dios le da, es
demasiado y no le corresponde.
Esto le causa a Dios una buena impresión de la persona, y lo
bendice con mucho más de lo que tiene. Pero si vamos con quejas
a donde Dios, sería como cuando un pobre te exige que le des
dinero, gritando e insultando, entonces ni siquiera lo que tenías
pensado darle, se lo darás. Pero si lo pide con dulzura y súplicas,
recibirá el doble de lo pensado.
“Que sea la voluntad de Dios que siempre entendamos que todo
lo que tenemos es más de lo que nos merecemos, y agradezcamos
por cada cosa que tenemos y de esta manera seamos bendecidos
cada día con más. Amén”.
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***Que la Torah que estudias y tus Buenas Acciones te sean de Bendición*** TORAH ISRAEL.
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