viernes, 9 de diciembre de 2016

calendario_liturgico.html

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CALENDARIO
LITÚRGICO




La Liturgia de la Iglesia
invita a todos los fieles católicos a celebrar la fe recordando
vivamente el ejemplo que nos ha dejado el Señor, Santa
María y los santos con un corazón agradecido y lleno de
gozo.









El año
litúrgico desarrolla
cíclicamente, en espiral,
los diversos aspectos del único Misterio Pascual
integrándonos
de nuevo cada año en la historia de la salvación en
sentido
ascendente.

El Domingo de Pascua es
movible y se fija
cada año según
la luna llena del equinoccio de primavera. Puede oscilar del 22 de
marzo
al 25 de abril. Después de este Domingo, el gran Domingo del
año,
a los 50 días se celebra el Domingo de Pentecostés que
concluye
la cincuentena pascual. Su preparación, la Cuaresma, da comienzo
el Miércoles de Ceniza, 44 días antes del Triduo Pascual
que
es, por el Misterio de la Resurrección, la fuente de luz que
transfigura
el año entero en "Año de gracia del Señor"
(Lc 4,19).

Las celebraciones en torno al
Misterio de
la Encarnación, Navidad
(25 de diciembre), Epifanía, etc., conmemoran el comienzo de
nuestra
salvación, y nos comunican las primicias del misterio de Pascua
(cf
CIC 1168-71). Son precedidas por los 4 domingos de Adviento. El
primero,
que da comienzo a este tiempo y al mismo Año Litúrgico,
coincide
con el último domingo de noviembre o el primero de diciembre.

Entre el ciclo de Navidad y
el de Pascua y
entre éste y el de
Adviento, discurre el Tiempo Ordinario (T.O.). En él cada
día
tiene valor por sí mismo y celebrea el Misterio de Cristo en su
plenitud,
principalmente el Domingo (=el día del Señor), sacramento
de la Pascua y día festivo primordial (SC 106).



HISTORIA
DEL CALENDARIO LITÚRGICO
CALENDARIO
LITÚRGICO 2004:Aciprensa.
GUÍA
LITÚRGICA
CALENDARIO
LITÚRGICO:Conferencia episcopal.
TODO SOBRE LITURGIA





     
TIEMPOS
LITÚRGICOS


  







ADVIENTO

Comienzo del año litúrgico.

   

 


SEMANA SANTA

Celebración del Triduo
Pascual.                          










NAVIDAD

Celebración del nacimiento del Señor.







PASCUA

Celebración de la resurrección del Señor.








CUARESMA

Tiempo de conversión.














Síntesis para recordar el
Año Litúrgico:

  • El año litúrgico empieza con El Adviento
    (son las 4 semanas antes de Navidad).
  • Cuando llega la Navidad comienza el Tiempo de Navidad
    (este tiempo va desde el Nacimiento de Jesús hasta el Bautismo
    del Señor).
  • Después de la fiesta del Bautismo del Señor
    empezamos el Tiempo Ordinario que son unas 33 ó 34
    semanas en cuyos domingos no se celebra ningún acontecimiento
    especial en la vida de Jesús. El tiempo ordinario queda
    interrumpido por:
  • La Cuaresma (son los 40 días antes de Semana Santa).
  • La Pascua (son los 50 días posteriores a la
    Resurrección de Jesús. Este tiempo acaba con la fiesta de
    Pentecostés).
  • Con la fiesta de Pentecostés volvemos de nuevo al Tiempo
    Ordinario
    hasta llegar de nuevo a la fiesta de Jesucristo, Rey del
    Universo con el que termina dicho tiempo.
  • Una vez terminado el tiempo ordinario volvemos otra vez a
    comenzar el Adviento y vuelve a comenzar otra vez todo el proceso.



Los colores litúrgicos:

  • Tiempo de Adviento: el morado.
  • Tiempo de Navidad: el blanco.
  • Tiempo Ordinario: el verde.
  • Tiempo de Cuaresma: el morado.
  • Tiempo de Pascua: el blanco.
  • Tiempo Ordinario (segunda parte, después de Cuaresma y
    Pascua y hasta la fiesta de Jesucristo Rey del Universo): el verde.







HISTORIA
DEL


CALENDARIO
LITÚRGICO


 



"La ordenación de
la celebración

del año
litúrgico se rige por el
calendario, que puede
ser general o

particular, según esté concebido

para uso de todo el
rito romano o para alguna iglesia particular o familia religiosa"

(NUALC 48).

Estas palabras de
las

Normas universales sobre el Año litúrgico y el Calendario
definen
el objeto del
calendario litúrgico
y establecen el
ámbito de su contenido,
según se

trate del calendario general o de
los

calendarios particulares.



El calendario general contiene el ciclo total de las
celebraciones del

misterio de Cristo, es decir, el

propio del tiempo,
que constituye
la estructura fundamental del
año

litúrgico
(cf SC 102), al que se une
el
santoral (cf SC
103-104).
Los calendarios particulares

han de combinarse
con el calendario gene
ral y recogen aquellas celebraciones
propias o
más relevantes de las
iglesias particulares
-y también de

las naciones y
regiones- y de las
familias religiosas, generalmente en
honor de los santos
y beatos que
tienen alguna
vinculación especial
con aquéllas y
éstas. El calendario

general es obligatorio para todos
los fieles del rito romano, mientras que los calendarios particulares
lo

son en el ámbito que les
es propio.



La reforma
litúrgica del Vaticano II

se ocupó de
la revisión del calenda
rio general y dio normas
para la

confección de los calendarios parti
culares de acuerdo con
el siguiente

principio: "Para
que las fiestas de los santos no prevalezcan sobre

los misterios de
la salvación, déjese
la
celebración de muchas de ellas a las iglesias particulares,
naciones o
familias religiosas, extendiendo a

toda la iglesia aquellas que recuer­
den a santos de importancia realmente universal" (Sacrosanctum Concilium
111).


El calendario
litúrgico ha estado siempre formado por el conjunto de

fiestas observadas
por la iglesia,
dispuestas en los días propios
del

año. Ahora bien, algunas fiestas no

han tenido nunca
día fijo. Son las
llamadas
fiestas
movibles,
que varían cada
año juntamente con la

solemnidad de la
pascua, de la cual
dependen. Las
fiestas fijas
se celebran todos los
años en el mismo día

del mes, salvo
traslado accidental.


La solemnidad de la
pascua de

resurrección,
cuya fecha ha estado
siempre ligada a la pascua de los
judíos
-celebrada el
14
de nisán,
mes que cae entre el 13
de marzo y
el 11 de abril-, sufre una oscilación que va desde el 22 de marzo
como fecha más
temprana al 25 de
abril
como fecha más tardía, ambos
días inclusive. Esta movilidad
afec
ta no sólo a
las fiestas que están

relacionadas con pascua, sino tam
bién al número de semanas
del
tiempo ordinario
entre el domin
go del
bautismo del Señor y el
comienzo de la cuaresma, y después del domingo de
pentecostés.


La fijación cada
año de

la
fecha
de la fiesta de
pascua y de las res
tantes celebraciones del calendario dio lugar al llamado
cómputo
eclesiástico o

conjunto de
cálculos

para determinar la
corresponden
cia
entre los ciclos lunar (del que depende la fecha de la pascua),

solar y
litúrgico, resolviendo tam
bién otros datos
como la
epacta,
el
número
áureo,

la
indicción y
las
letras dominicales
del martirolo
gio.
Las nociones principales del
cómputo
eclesiástico
se
recogían en
los libros
litúrgicos anteriores al
Vaticano II.
Actualmente el misal y la

liturgia de las
horas insertan al
principio, junto con el calendario general y la tabla de la precedencia de los días litúrgicos,
las tablas de
las principales fiestas
movibles del
año litúrgico para
un período de

años.




El uso
de un calendario estricta­mente
eclesiástico se remonta a los
primeros siglos
cristianos. Proba
blemente su origen se encuentra en los dípticos o
tablillas donde estaban escritos los nombres de los
mártires y de los obispos de cada

iglesia, con la indicación
del día de

su muerte (el
dies natalis) o

sepultura (la depositio).
Los
dípticos
tuvieron uso litúrgico en las
intercesio
nes de la
plegaria eucarística (rito
romano) y en las preces por los oferentes (rito hispánico).
También
dieron
origen al
martirologio,
catálogo de santos dispuestos según
el
orden del calendario y
en el que
están
inscritas además las fiestas
celebradas en fecha fija.


El más antiguo
calendario ecle
siástico de la
iglesia de Roma llegado hasta
nosotros es el extrac
to
copiado por Furio Dionisio
Filocalo
hacia el año
354. El documento se remonta, no obstante, al año
336, y
contiene la Depositio
Martyrum romana y

la
Depositio
Episcoporum romana,

catálogo de
los mártires y papas
venerados en

Roma a mediados del siglo IV. En
la

cabecera de la lista de los
márti
res figura una
indicación preciosa:

VIII Kal. lan.: Natus Christus in

Betleem Iudae,
la
primera noticia
existente sobre la fiesta
de na
vidad el 25 de
diciembre. También
figura
el 29 de junio, el
(dies natalis) Petri in Catacumbas el Pauli
Ostiense.


Más rico
aún que el calendario

de Filocalo son el
calendario de
Polemio Silvio (siglo V) y el Kalendarium
Carthaginiense (siglo VI),

que
contiene los
natalicios y las
deposiciones
de los
mártires y obispos
africanos,
junto con los nombres de santos romanos y de otras regiones.

Todas las iglesias
de la antigüedad,
hasta bien entrada la edad media,
contaban con sus catálogos de
dies
fastos

y de
aniversarios de santos,
entre los que predominaban los
mártires.


En España se
conoce el
Ordo
sanctorum martyrum,

de los siglos
V­,
VII,
llamado también

calendario de
Carmona,

esculpido en dos
columnas, desgraciadamente con la mitad

de la lista: desde
navidad hasta san
Juan Bautista (24 de junio). Contiene doce fiestas,
además de la nativi
dad del
Señor, en las que son celebrados,
además de san Esteban,
san Juan Evangelista y san Juan Bautista, los mártires hispanos
Fructuoso y
compañeros de Tarra
gona,
Vicente de Zaragoza, Félix
de Sevilla y otros. Después hay
que
esperar hasta los siglos X-XI para
encontrar los calendarios propiamente litúrgicos,
correspondientes a
los
libros de la liturgia hispáni
ca. Fueron publicados por primera vez por M. Ferotin en su edición
del Liber Ordinum, y
modernamente por J. Vives. El santoral de estos
calendarios abarca un mínimo de
cien celebraciones comunes a todos ellos. Después de la
desaparición
del
rito hispánico, los calendarios
romanos en España siguieron conservando algunos de los santos
más
venerados de
la liturgia hispánica.


En la liturgia romana
se puede

seguir la
evolución del calendario
litúrgico a
través de los sacramenta
rios y de los comes
y capitularia

de
las lecturas. La
característica fre
cuente de estos testimonios, que llegan hasta finales del siglo VIII, es la no separación, como ocurre en
los
libros
litúrgicos actuales, de las ce
lebraciones del propio del tiempo y las del santoral; las fiestas de los
santos se intercalan entre el propio

del tiempo, y siempre tienen
lugar

en el dies natalis.
Cuando en un
mismo día coinciden varios
santos,

cada uno tiene su misa, a no ser
que tengan relación entre
sí. En

esta época de la liturgia
no habían

entrado aún en el
calendario las

celebraciones de santos marcados
por la leyenda.


A partir del siglo IX
y durante
toda la baja edad media el calenda
rio se multiplica por
influjo de

actas y
pasionarios de mártires,
apócrifos muchas
veces. Al mismo

tiempo se produce
una sistematización de las categorías de los santos

y se procura
completar éstas: por
ejemplo, todos los apóstoles
debían
tener su fiesta, se
ampliaban las

listas de papas
santos -a muchos
se les suponía
mártires- y se
formaban colecciones de santos sin
apenas rigor
histórico.
Las refor
mas del Misal
Romano, publica
do en 1570,
y del Breviario de 1568
supusieron
una drástica simplifica
ción del calendario
litúrgico de
acuerdo
con los principios de
la
ciencia histórica y
hagiográfica de aquel tiempo. Sin embargo, a pesar
de que desde san Pío V los
libros
litúrgicos
estaban bajo la autoridad
suprema
de la iglesia y solamente la
Sagrada Congregación de Ritos (creada en 1578) podía
autorizar la
misa y el oficio propios de un
santo, el hecho es que, en
vísperas

del Vaticano II, el santoral
amenazaba con ahogar la celebración de los

misterios del Señor, no habiendo

bastado
las
reformas parciales de los
años 1671 (Clemente X), 1714 (Clemente XI), 1914 (san Pío
X) y
1960 (Juan XXIII).


En efecto, en los cuatro
siglos

que transcurren
desde la promulgación de los libros litúrgicos reformados
según las disposiciones del
concilio de
Trento hasta el Vaticano II,

se habían introducido ciento cuarenta y cuatro santos en el
misal y

el breviario. Entre
ellos estaban las
grandes figuras de esta época,
pero

también
numerosos santos cuyo
culto era
muy restringido; por

ejemplo, los santos pertenecientes a

las casas reales
europeas. Por otra
parte, la inmensa mayoría de los
santos con
misa y oficio
eran reli
giosos,
con enorme predominio de

los italianos y
franceses. El calenda
rio litúrgico, en estas
condiciones, ni era
verdaderamente universal ni siquiera representativo de la santi
dad reconocida en la
iglesia.











 











































































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