miércoles, 14 de diciembre de 2016

“Serán testigos de mí” — BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower

“Serán testigos de mí” — BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower

BIBLIA
PUBLICACIONES
PROGRAMA SEMANAL

bt cap. 2 págs. 14-19

“Serán testigos de mí”

“Testimonio cabal” págs. 17-18
reproductor de audio
00:00

“Serán testigos de mí”
“Testimonio cabal”

Subtítulos
Información relacionada

“Muchas pruebas positivas” (Hechos 1:1-5)
“Hasta la parte más distante de la tierra” (Hechos 1:6-12)
“Designa cuál [...] has escogido” (Hechos 1:13-26)

Capítulo 2

“Serán testigos de mí”

Jesús prepara a los apóstoles para encabezar la predicación

Basado en Hechos 1:1-26

1-3. ¿Cómo fueron los últimos momentos de Jesús con sus apóstoles, y qué preguntas podemos plantearnos?

SI FUERA por ellos, la experiencia que están viviendo no terminaría jamás. En efecto, las últimas semanas han estado llenas de emoción. Al resucitar Jesús, pasaron de la más terrible desolación al júbilo más desbordante. Y en los últimos cuarenta días se les ha aparecido en varias ocasiones a fin de animarlos e instruirlos. Pero esta vez será la última.

2 Reunidos en el monte de los Olivos, los apóstoles están pendientes de cada sílaba que pronuncia Cristo. Cuando termina de hablar —¡qué rápido ha pasado todo!—, contemplan cómo alza sus manos, los bendice y comienza a elevarse. Absortos, lo ven ascender por el aire hasta que lo oculta una nube. Y aun después de que desaparece, siguen con la mirada clavada en las alturas (Luc. 24:50; Hech. 1:9, 10).

3 Esta escena marca un hito en su vida. ¿Qué van a hacer ahora que el Maestro se les ha ido al cielo? Les toca continuar la importante obra que él inició. Pero están listos para hacerlo. ¿Qué preparación recibieron? ¿Cómo reaccionaron? ¿Qué tiene que ver eso con nosotros? Al repasar el capítulo 1 de Hechos, encontramos respuestas sumamente alentadoras.

“Muchas pruebas positivas” (Hechos 1:1-5)

4. ¿Cómo comienza Lucas el libro de Hechos?

4 Lucas comienza su crónica dirigiendo la palabra a Teófilo, a quien ya había dedicado su Evangelio.* Deja claro que se trata de una continuación, pues repasa los sucesos consignados en la parte final de aquel primer libro, aunque usando palabras diferentes y aportando nuevos detalles.

5, 6. a) ¿Qué fortaleció la fe de los discípulos de Jesús? b) ¿Por qué decimos que nuestra fe también se basa en “muchas pruebas positivas”?

5 A continuación, Lucas indica cómo fortaleció Jesús la fe de sus seguidores. Según Hechos 1:3, “se les mostró vivo por muchas pruebas positivas”. Lucas, “el médico amado”, es el único escritor bíblico que emplea la palabra griega traducida “pruebas positivas” (Col. 4:14). Se trata de un término técnico, propio de los textos de medicina, y se refiere a pruebas decisivas, concluyentes, que ofrecen total credibilidad. ¡Así de convincentes son las pruebas que aportó Cristo! Fueron muchas sus apariciones: a veces ante uno o dos discípulos, a veces ante todos los apóstoles, y en una ocasión ante más de quinientos creyentes (1 Cor. 15:3-6). Sin duda, pruebas claras y fidedignas.

6 Hoy, nuestra fe también se basa en “muchas pruebas positivas”. Contamos con pruebas contundentes de que Jesús vivió en la Tierra, murió por nuestros pecados y fue resucitado. Los relatos de testigos oculares que incorpora la Palabra inspirada de Dios son tan confiables que no necesitamos más. Por eso, al estudiarlos a la luz de la oración se fortalece grandemente nuestra fe. No olvidemos que la fe verdadera no es simple credulidad, sino una convicción que se funda en pruebas sólidas. Y esa fe es imprescindible para obtener la vida eterna (Juan 3:16).

7. Al realizar la obra de predicar y enseñar, ¿qué ejemplo dio Jesús a sus discípulos?

7 Hechos añade que Jesús explicó a sus discípulos “cosas acerca del reino de Dios”. Por ejemplo, les aclaró profecías que habían anunciado su propia muerte en medio de grandes sufrimientos (Luc. 24:13-32, 46, 47). Y como él era el heredero al trono, al dar detalles sobre su papel mesiánico estaba centrando la atención en el Reino de Dios. En realidad, este gobierno fue siempre el tema principal de su predicación, y lo mismo debe ser en nuestro caso (Mat. 24:14; Luc. 4:43).

“Hasta la parte más distante de la tierra” (Hechos 1:6-12)

8, 9. a) ¿Qué dos creencias erróneas tenían los apóstoles? b) ¿Qué dijo Jesús para corregir a sus apóstoles, y cómo nos ayuda su respuesta?

8 Durante la conversación en el monte de los Olivos se hizo patente la curiosidad de los apóstoles. En la que sería su última reunión con Jesús en la Tierra, le preguntaron: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?” (Hech. 1:6). Al plantearle esta cuestión, demostraron que tenían dos ideas equivocadas. Primero, creían que el Reino de Dios volvería a ejercerse mediante la nación de Israel. Y segundo, esperaban que ese gobierno prometido comenzara enseguida, pues emplearon la expresión “en este tiempo”. ¿Cómo los ayudó Jesús?

9 No les habló del primer error, seguramente porque sabía que iban a rectificarlo en muy corto plazo. De hecho, diez días más tarde presenciarían el nacimiento de una nueva nación: el Israel espiritual. La relación de Dios con el antiguo pueblo del pacto se acercaba a su fin. Pero Jesús sí trató el segundo punto. Con bondad, les recordó: “No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción” (Hech. 1:7). El único Señor del Tiempo es Jehová. Poco antes de su muerte, Jesús admitió que “solo el Padre” sabía el “día y hora” en que vendría el fin; en aquel entonces, esa información no la poseía nadie más, ni siquiera él, el propio Hijo de Dios (Mat. 24:36). Hasta el día de hoy, los cristianos hacemos bien en no inquietarnos por la fecha del fin. De otro modo, nos estaríamos preocupando por algo que no nos “pertenece”, algo que no nos compete.

10. ¿Qué actitud de los apóstoles debemos imitar, y por qué?

10 Pero ¡cuidado! No nos apresuremos a juzgar a los apóstoles. Eran hombres de gran fe que aceptaron con humildad la corrección de Jesús. Además, aunque sus razonamientos estaban mal fundados, revelaban una excelente disposición. El propio Cristo les había dirigido varias veces esta exhortación: “Manténganse alerta” (Mat. 24:42; 25:13; 26:41). Espiritualmente hablando, estaban muy despiertos, ansiosos de ver señales de que Jehová intervendría pronto. Esa actitud vigilante es la que debemos adoptar. De hecho, es más urgente que nunca que la cultivemos, ya que vivimos en el trascendental período de “los últimos días” (2 Tim. 3:1-5).

11, 12. a) ¿Qué comisión dio Jesús a sus discípulos? b) ¿Por qué fue sabio que Jesús hablara del espíritu santo antes de mencionar la comisión de predicar?

11 Las palabras que Jesús dirigió luego a sus apóstoles les recordaron cuál debería ser su principal interés: “Recibirán poder cuando el espíritu santo llegue sobre ustedes, y serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea, y en Samaria, y hasta la parte más distante de la tierra” (Hech. 1:8). Como vemos, tendrían que proclamar la resurrección de Cristo en círculos cada vez más amplios: primero, en la ciudad donde había sido ejecutado, Jerusalén; luego, por toda Judea; más tarde, en Samaria, y así hasta llegar a regiones muy apartadas.

12 Sabiamente, antes de dar esa comisión, Jesús reiteró su promesa de enviarles una ayuda: el espíritu santo. Esta es una de las más de cuarenta veces que aparece la expresión “espíritu santo” en Hechos. Y si por algo se destaca este libro es por recalcar en multitud de ocasiones lo imprescindible que es apoyarse en dicha fuerza para hacer la voluntad de Jehová. ¡Cuánto necesitamos pedir día tras día ese espíritu! (Luc. 11:13.) Nos hace más falta que nunca.

13. ¿Hasta dónde debemos llegar con la predicación, y por qué debemos realizarla con entusiasmo?

13 Para los siervos de Dios de la actualidad, la expresión “hasta la parte más distante de la tierra” abarca un territorio mucho mayor que para los del siglo I. Aun así, como vimos en el capítulo anterior, hemos aceptado gustosamente el reto de llevar las buenas nuevas del Reino a gente de toda nación, conscientes de que es la voluntad de Dios (1 Tim. 2:3, 4). ¿Participa usted con entusiasmo en esta obra salvadora? No hay nada que proporcione más satisfacción y contribuya más a la realización personal. Además, Jehová nos da las fuerzas para efectuarla. Y el libro de Hechos contiene muchas indicaciones sobre los métodos y actitudes que nos ayudarán a hacerlo de la forma más eficiente.

14, 15. a) ¿Qué dijeron los ángeles acerca del regreso de Cristo, y qué querían indicar? (Véase también la nota.) b) ¿En qué sentido ha tenido lugar el regreso de Cristo “de la misma manera” que su partida?

14 Al inicio del capítulo mencionamos que, después de ver a Jesús elevarse por los aires y desaparecer de su vista, los once apóstoles siguieron parados donde estaban, mirando a lo alto. Pero llegaron dos ángeles y los reprendieron con bondad: “Varones de Galilea, ¿por qué están de pie mirando al cielo? Este Jesús que fue recibido de entre ustedes arriba al cielo, vendrá así de la misma manera como lo han contemplado irse al cielo” (Hech. 1:11). ¿Querían decir que Jesús regresaría con el mismo cuerpo, tal como enseñan algunas religiones? No. ¿Cómo lo sabemos?

15 No dijeron que volvería con la misma forma, sino “de la misma manera”.* Ahora bien, ¿cuál fue la manera en que se marchó? Cuando los ángeles pronunciaron aquellas palabras, él ya no estaba visible. Solo unos cuantos hombres, los apóstoles, comprendían que Jesús había dejado la Tierra y se dirigía al Padre, a la región celestial. Su regreso tendría que producirse de una manera semejante, y de hecho, así ha sido. Solo quienes gozan de discernimiento espiritual comprenden que Cristo está presente como Rey (Luc. 17:20). Por eso, hay que reconocer las pruebas de su presencia y explicárselas al prójimo para que también entienda la urgencia de los tiempos.

“Designa cuál [...] has escogido” (Hechos 1:13-26)

16-18. a) ¿Qué nos enseña Hechos 1:13, 14 acerca de las reuniones cristianas? b) ¿Qué aprendemos del ejemplo de la madre de Jesús? c) ¿Por qué son tan importantes nuestras reuniones?

16 Como era de esperar, los apóstoles “regresaron a Jerusalén con gran gozo” (Luc. 24:52). Habían recibido claras instrucciones del Maestro. Pero ¿las cumplirían? En Hechos 1:13, 14 los encontramos reunidos en un “aposento de arriba”, es decir, en un cuarto que, como era común en las viviendas de Palestina, estaba situado en la planta alta, a la que se accedía por una escalera exterior. Tal vez estuviera en la casa de la madre de Marcos, mencionada en Hechos 12:12. En todo caso, seguramente era sencillo y funcional. Ahora bien, ¿quiénes acudieron allí y qué actividades realizaron?

17 La reunión no estuvo limitada a los apóstoles ni tampoco a los discípulos varones. Había “algunas mujeres”, entre ellas la madre de Jesús. Esta es la última vez que se menciona a María por nombre en la Biblia. Y es apropiado recordarla en ese marco, congregada humildemente para servir a Dios junto con los demás creyentes, sin ánimos de exaltarse sobre ellos. ¡Y cuánto debe haberla consolado la presencia de sus otros cuatro hijos! Mientras Jesús estuvo en la Tierra, sus medio hermanos no aceptaron la verdad, pero a raíz de su muerte y resurrección cambiaron de forma radical (Mat. 13:55; Juan 7:5; 1 Cor. 15:7).

18 Observemos también para qué se juntaron: “Todos estos persistían de común acuerdo en [la] oración” (Hech. 1:14). Las reuniones siempre han sido parte integral de la adoración cristiana. En ellas nos animamos unos a otros, recibimos instrucción y consejos, y sobre todo, damos culto a nuestro Padre Jehová ofreciéndole oraciones y alabanzas que son gratas a sus ojos y al mismo tiempo contribuyen a nuestra edificación. ¡Nunca descuidemos estas ocasiones tan sagradas! (Heb. 10:24, 25.)

19-21. a) ¿Qué aprendemos de que Dios permitiera a Pedro desempeñar un papel activo en la congregación? b) ¿Por qué había que reemplazar a Judas, y qué nos enseña la forma en que se atendió este asunto?

19 En aquel tiempo, los seguidores de Cristo tuvieron que atender un importante asunto de organización, y fue Pedro el que tomó la iniciativa (Hech. 1:15-26). ¡Qué alentador ver el progreso de este apóstol, sobre todo teniendo en cuenta que unas semanas antes había negado a su Señor! (Mar. 14:72.) Dado que todos estamos sujetos al pecado, necesitamos recordarnos constantemente que Jehová es bueno y está listo para perdonarnos si nos arrepentimos de corazón (Sal. 86:5).

20 Pedro entendió que se debía buscar un sustituto de Judas, quien había traicionado a Jesús. Pero ¿a quién? Como indicó el propio Pedro, el nuevo apóstol debía haber acompañado a Cristo durante todo su ministerio y haber sido testigo de su resurrección (Hech. 1:21, 22). Aquello encajaba muy bien con esta promesa de Jesús: “Ustedes los que me han seguido también se sentarán sobre doce tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel” (Mat. 19:28). Por lo que se ve, Jehová tenía el propósito de que las “doce piedras de fundamento” de la Nueva Jerusalén fueran doce apóstoles que hubieran seguido a Jesús durante su ministerio terrestre (Rev. 21:2, 14). De modo que permitió a Pedro comprender que la siguiente profecía debía cumplirse en el caso de Judas: “Su puesto de superintendencia tómelo otro” (Sal. 109:8).

21 ¿Cómo se hizo la selección? Echando suertes (Pro. 16:33). Aunque la toma de decisiones mediante sorteo era habitual en tiempos bíblicos, es la última vez que las Escrituras mencionan su utilización para este fin. Todo indica que cayó en desuso cuando se derramó el espíritu santo. Fijémonos, no obstante, en la razón por la que se empleó en este caso. Los apóstoles elevaron una oración en la que dijeron: “Tú, oh Jehová, que conoces los corazones de todos, designa cuál de estos dos hombres has escogido” (Hech. 1:23, 24). Así que lo que ellos pretendían era dejar la decisión en manos de Jehová. El que resultó elegido para formar parte del grupo de “los doce” fue Matías, probablemente uno de los 70 discípulos enviados por Jesús a predicar (Hech. 6:2).*

22, 23. ¿Por qué debemos aceptar la autoridad y acatar la dirección de los hermanos que sirven al frente de las congregaciones?

22 Este suceso subraya la importancia de la organización dentro del pueblo de Dios. Hoy, como ayer, se necesitan más superintendentes en las congregaciones. Pero antes de recomendar hombres responsables, el cuerpo de ancianos pide a Dios la guía de su espíritu y se asegura de que reúnan las condiciones exigidas en la Biblia. Por eso, reconociendo que los hermanos que llegan a ser ancianos han sido nombrados por espíritu santo, aceptamos su autoridad y acatamos su dirección. Así contribuimos a que reine en la congregación una actitud cooperativa (Heb. 13:17).

23 Ciertamente, las apariciones de Jesús y las sabias decisiones en materia de organización animaron y fortalecieron a los discípulos. Habían quedado bien preparados para el suceso trascendental que analizaremos en el próximo capítulo.

[Notas]

En el Evangelio, Lucas llama a su destinatario “excelentísimo Teófilo”, lo que tal vez indique que se trataba de un hombre ilustre que aún no era creyente. Pero en Hechos es llamado “Teófilo” a secas, sin títulos honoríficos. Algunos estudiosos creen que después de leer el Evangelio abrazó el cristianismo, y por eso Lucas se dirige a él como hermano espiritual.

Este pasaje no usa el término griego morfé (“forma”), sino trópos (“manera”).

Con el correr del tiempo, Pablo fue designado “apóstol a las naciones”, pero nunca formó parte del grupo de los doce (Rom. 11:13; 1 Cor. 15:4-8). Ese privilegio escapaba a su alcance, pues él no había seguido a Jesús durante su ministerio terrestre.

[Ilustración de la página 19]

Aceptamos la autoridad y acatamos la dirección de los superintendentes cristianos

Publicaciones en español (2000-2016) Configuración

Copyright © 2016 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania Condiciones de uso Política de privacidad JW.ORG

No hay comentarios:

Publicar un comentario